Fenicios en Tartesos: introducción

July 5, 2017 | Autor: M. Álvarez Martí-... | Categoría: Phoenicians, Phoenician Punic Archaeology, Tartessos, Ancient history Spain Tartessos Phoenicians
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Descripción

Fenicios en Tartesos: nuevas perspectivas

Manuel Álvarez Martí-Aguilar (Ed)

BAR International Series 2245 2011

Published by Archaeopress Publishers of British Archaeological Reports Gordon House 276 Banbury Road Oxford OX2 7ED England [email protected] www.archaeopress.com

BAR S2245

Fenicios en Tartesos: nuevas perspectivas © Archaeopress and the individual authors 2011

ISBN 978 1 4073 0809 8

Printed in England by Blenheim Colour Ltd All BAR titles are available from: Hadrian Books Ltd 122 Banbury Road Oxford OX2 7BP England www.hadrianbooks.co.uk

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Fenicios en Tartesos: introducción Manuel Álvarez Martí-Aguilar Universidad de Málaga Abstract This publication intends to offer new perspectives for the analysis of the Phoenician presence in the Iberian Peninsula. Tartesos is here proposed to be understood in a wide geographical way, better than in its traditional historic-cultural meaning. A number of topics were proposed to the authors for their reflections: the diversity of origins and identities of the “Phoenician” communities, the homogeneity and heterogeneity factors among them, their specific evolution in the colonial and post-colonial landscapes, the making of new political and ethnic identities, the ways in which the Greeks and Roman perceived and recorded them, the criteria for the identification of “indigenous” and “colonial” in the archaeological record, or the role of religion among the Phoenicians in terms of unity and diversity. All these subjects are approached in a wide and multidisciplinary range of focuses and perspectives. Key Words Phoenicians, Tartesos, Iberian Peninsula, Colonialism, Ethnicity, Identity, Diversity Nuevas perspectivas Los estudios sobre la presencia fenicia en el Extremo Occidente y la cuestión de Tartesos están experimentando en los últimos años una notable dinamización. A ello ha contribuido, sin duda, el incremento de los datos aportados por la arqueología, con el estudio de hallazgos y yacimientos de enorme relevancia, como es el caso de los materiales de Huelva (González de Canales - Serrano - Llompart 2004; 2008), los hallazgos de la Bahía de Málaga (García Alfonso 2007; Arancibia et al. infra), el yacimiento del Cerro de Alcorrín, también en Málaga (Suárez 2006), o los hallazgos fenicios en la costa portuguesa (Arruda 2002; 2009; Aubet 2009), por presentar sólo algunos de los casos más relevantes entre una gran cantidad de nuevos datos (cf. Neville 2005; Domínguez Monedero 2008; Delgado Hervás 2008; Aubet 2009; Dietler - López-Ruiz 2009). Un primer aspecto de gran importancia lo constituye la elevación de las cronologías para las primeras evidencias de presencia estable de comunidades fenicias en suelo peninsular, que ya se fija en el s. IX a.C., apuntándose incluso al s. X a.C. en lugares como Huelva (Mederos e.p.), con todo lo que ello supone a la hora de replantearse el contexto en el que enmarcar el proceso de implantación colonial y cuestiones tan debatidas como la de la “pre-colonización” (Celestino - Rafel - Armada 2008). Pero las novedades y los avances no sólo vienen dadas por el mejor conocimiento del registro arqueológico, sino también por la renovación de las perspectivas y los enfoques aplicados a la reconstrucción del proceso histórico de la presencia fenicia en Occidente y a la cuestión de Tartesos. El concepto tradicional de Tartesos se está cuestionando desde varios frentes. Por una parte, en lo cronológico: cada vez parece más problemático identificar lo tartésico con lo previo a la presencia de colonos orientales en suelo peninsular, más aún cuando las cronologías para el inicio de la colonización fenicia se están elevando de manera significativa. Por otra parte, se va haciendo evidente que el límite convencional

establecido entre el “horizonte tartésico” y el “turdetano”, en el paso del s. VI al V a.C., es un convencionalismo historiográfico moderno que no se corresponde con lo contenido en la tradición literaria (Ferrer 2007; Ferrer García 2002). Más allá de los límites cronológicos, el concepto de Tartesos esta sometido a una profunda revisión en lo relativo a su contenido histórico y cultural, e incluso en lo concerniente a sus componentes poblacionales, en relación con la valoración de la presencia fenicia en su seno. Personalmente creemos que la tradición historiográfica reciente ha adolecido de una inflación de los componentes autoctonistas, y que esto ha propiciado una importante minusvaloración de los elementos orientales en su definición cultural, étnica e histórica (Álvarez 2005). El significado convencional que en la investigación histórico-arqueológica actual se otorga a Tartesos tiende a identificarlo con las comunidades “indígenas” del suroeste peninsular en contacto con los colonos orientales. Sin embargo, en el diseño de esta publicación hemos planteado el significado de Tartesos como un marco geográfico y espacial, en relación —en sentido amplio— con el significado que le otorgan las fuentes griegas más antiguas: las regiones del sur de Iberia, en el lejano Occidente. La problemática de fondo, que se ilustra en extenso en varios de los trabajos de este volumen, se centra en el debate sobre la intensidad y el carácter del poblamiento fenicio en las zonas tradicionalmente consideradas como propias del mundo tartésico, entendido esto como un mundo esencialmente “indígena”. Y, por supuesto, el carácter de las relaciones de estos orientales con la población residente en la zona, la cuestión de la “aculturación”, o el concepto de “orientalizante”. Fueron Alvar y Wagner (1988; Wagner - Alvar 1989) los que iniciaron este debate al plantear una posible colonización fenicia de carácter agrícola en el interior del valle del Guadalquivir en el s. VII a.C. Admitiendo la presencia de comunidades orientales en el seno del mundo tartésico se explicaban mejor las modificaciones 1

culturales producidas, pero había que buscar la evidencia arqueológica de esa presencia, que estos autores identificaron en determinados elementos y ritos funerarios de la necrópolis de Cruz del Negro, en Carmona, presentes en otras necrópolis y tumbas de la zona (Belén 2007: 160 ss.). En el debate subsiguiente se ha ido matizando la propuesta original de estos investigadores (Wagner Alvar 2003), pero también se ha ido venciendo la resistencia original a admitir la presencia estable de gentes de origen fenicio en el interior del territorio tartésico (Belén 2007). Las investigaciones de los últimos años en yacimientos como Huelva, Coria del Río, El Carambolo, Carmona, Niebla, Montemolín, Cástulo, Castro Marin o Tavira (González de Canales - Serrano Llompart 2004; Belén et al. 1997; Belén - Escacena 1993; 1997; Belén 2007; Chaves - de la Bandera 1991; de la Bandera - Ferrer 1995; Escacena 2004; Escacena Izquierdo 2001; Fernández - Rodríguez 2007; Arruda 2007; Fraga - Pereira 2004), están confirmando, en opinión de un número creciente de autores, la presencia estable de comunidades de orientales en el núcleo del territorio considerado “tartésico”. La manifestación más ejemplarizante del vuelco conceptual que se está produciendo en la investigación actual es la consideración del yacimiento de El Carambolo —el tradicional buque insignia de la arqueología tartésicaindígena—, como un lugar de culto erigido por y para gentes de origen oriental (Belén - Escacena 1997; Fernández - Rodríguez 2007). Todo ello está implicando una revisión del concepto tradicional de “orientalizante” en la historiografía arqueológica española. Algunos autores, aún admitiendo la presencia de orientales en el seno de las comunidades indígenas, siguen viendo en lo orientalizante, preferentemente, la expresión de la profunda aculturación de las élites autóctonas (Torres 2002: 332-9), mientras otros en cambio lo interpretan como expresión directa de la presencia de gentes de origen oriental en la Península (Escacena 2004; Fernández - Rodríguez 2007), no faltando quienes abogan por integrar ambos planteamientos (Belén 2007: 176 ss.). En el caso de la presencia fenicia en el Extremo Occidente, tampoco las novedades vienen sólo por la constatación de una presencia más o menos antigua e intensa en Tartesos. La imagen tradicional de los fenicios en la historiografía moderna y contemporánea está siendo sometida a una profunda revisión, en la que se ha debido de superar la imagen estereotipada —heredada de la propia tradición literaria grecolatina—, que les identificaba como un pueblo de hábiles marineros y astutos comerciantes, relativamente pacífico, embarcado en una diáspora de carácter eminentemente comercial. A su vez, se nos ha transmitido una imagen excesivamente plana y homogénea de los fenicios como “pueblo”, sin ahondar suficientemente en su complejidad interna (cf. López Castro 1994). El papel de la ciudad Tiro como motor y líder del fenómeno de la colonización fenicia en Occidente, que sin duda debió ser central (Aubet 2009), está siendo complementado con la atención a la posible diversidad de orígenes de los contingentes coloniales asentados en la Península Ibérica en un proceso prolongado en el tiempo

(Alvar 1999). La complejidad étnica en el mundo siriopalestino desde el que se proyecta la colonización es sin duda notable, debiendo considerarse la inclusión de gentes provenientes de diferentes puntos de la costa de Fenicia, además de valorar los componentes sirios, israelitas, arameos o filisteos en el proceso (Blázquez 1993; Garbini 2001; Koch 2003; Belén 2007). Parece necesario ahondar en las identidades cívicopolíticas individualizadas en el seno de lo que hoy conocemos como “fenicios”, y en los complejos procesos de construcción identitaria que se ponen en marcha una vez iniciada la diáspora colonial, con la posible proyección hacia Occidente de grupos provenientes, no ya de la misma Fenicia, sino de lugares como Chipre o Cerdeña. Tanto en el caso de Tartesos, como en el de los fenicios, estas nuevas visiones y reflexiones se enmarcan en el creciente interés por la cuestión de las identidades políticas y étnicas en el Mundo Antiguo. La consideración de que las identidades étnicas no constituyen un aspecto inmutable de las sociedades antiguas, sino un producto histórico y en permanente redefinición, está propiciando una revisión de los esquemas tradicionales sobre las formas de construcción y expresión de la identidad colectiva entre las antiguas comunidades peninsulares (Cruz - Mora 2004; Wulff Álvarez 2009; Sastre 2010), revisión a la que también pretendemos contribuir con la presente publicación. La publicación Esta obra se enmarca en las actuaciones del Proyecto de Investigación Repensando Tartesos desde el prisma de la identidad: el componente fenicio (HUM2007-63419), financiado por la Dirección General de Programas y Transferencia del Conocimiento del Ministerio de Ciencia e Innovación. Este Proyecto, con sede en la Universidad de Málaga, y desarrollado entre 2007 y 2010, ha tenido como objetivo general la revisión del concepto histórico, cultural y étnico de Tartesos, basada en la atención a los mecanismos de construcción de la identidad colectiva en las sociedades antiguas. Entre las diversas actuaciones de este Proyecto, se programó la realización de un encuentro científico internacional orientado a reflexionar desde nuevos enfoques sobre el proceso histórico de las comunidades de origen fenicio implantadas en el Extremo Occidente y la cuestión de Tartesos. Este encuentro se planteó con una clara vocación de interdisciplinariedad, a la búsqueda de la convergencia de los resultados de la investigación arqueológica y la centrada en el estudio de las fuentes literarias. El Simposio Internacional “Fenicios en Tartesos: nuevas perspectivas” se celebró en la Universidad de Málaga durante los días 18 y 19 de diciembre de 2008. En este encuentro participaron José M.ª Blázquez, de la Real Academia de la Historia; Massimo Botto, del ISCIMA-CNR de Roma; Karin Mansel, del Archälogische Staatssammlung de Múnich; Adolfo Domínguez Monedero, de la Universidad Autónoma de Madrid; Pierre Moret del CNRS y la Universidad de Toulouse; Luca Antonelli, de Padova; Gonzalo Cruz Andreotti y Bartolomé Mora Serrano, de la Universidad de Málaga; M.ª Cruz Marín Ceballos, José Luis Escacena 2

y Eduardo Ferrer Albelda, de la Universidad de Sevilla; Ana Margarida Arruda, de la Universidad de Lisboa; Fernando López Pardo y Carlos G. Wagner, de la Universidad Complutense de Madrid; José Luis López Castro, de la Universidad de Almería; y quien suscribe, como organizador del Simposio. La publicación que presentamos tiene su origen en los resultados de ese encuentro, contribuyendo en ella algunos de los participantes en el mismo, así como otros investigadores invitados a presentar aportaciones para completar los objetivos científicos de la obra. Entre estos estaba la valoración de la diversidad de orígenes de los contingentes coloniales protagonistas de la implantación fenicia en la Península Ibérica, así como la reflexión sobre los factores de homogeneidad y de heterogeneidad en su seno. También nos interesaba atender a la posible evolución diferenciada de estas comunidades coloniales en función de su interacción con las diferentes realidades indígenas. Un denominador común del conjunto de aportaciones que integran este volumen es el interés por la cuestión de la identidad colectiva en las sociedades antiguas. Un tema clave en este contexto es el de la construcción de las identidades étnicas y políticas entre las comunidades fenicias del Extremo Occidente, y la forma en que esas identidades son percibidas y registradas por los observadores griegos y latinos. Igualmente, se ha considerado importante la reflexión sobre los criterios de adscripción étnico-cultural empleados para identificar y discriminar hallazgos y yacimientos fenicios o indígenas, uno de los caballos de batalla permanentes en los estudios de protohistoria peninsular. También se ha valorado, de manera especial, el papel de la religión entre los fenicios de Occidente desde la perspectiva de la unidad y la diversidad identitaria. Los trabajos que aquí se presentan abordan todas esas cuestiones desde diferentes ámbitos geográficos, cronológicos y temáticos. Un primer bloque de contribuciones refleja la diversidad y heterogeneidad en el seno del mundo fenicio, atendiendo a las relaciones y contactos que se establecen entre diferentes focos de la koiné fenicia, y su relación con el mundo occidental. Así, desde diferentes perspectivas, se presta atención a lugares como Chipre, Cerdeña, Cartago, Sidón, Cádiz, Málaga y la propia Tiro. En un segundo bloque se abordan problemas teórico-metodológicos, proyectados en casos concretos, sobre temas claves de la cuestión que nos ocupa: la distinción de colonos e indígenas en el registro arqueológico, la presencia de fenicios en el mundo “tartésico”, la construcción de la identidad entre los fenicios, los factores de heterogeneidad y homogeneidad en el mundo fenicio, o el papel de la religión entre las comunidades coloniales. Por último, cierran la publicación dos estudios específicos en el ámbito de la reflexión histórica a partir de las fuentes literarias antiguas. El Profesor Blázquez retoma un tema sobre el que fue pionero y en el que, andados los años, se ha venido a confirmar su especial intuición para temas claves de la protohistoria peninsular: la valoración de las relaciones entre Chipre y la Península Ibérica. Estas relaciones se documentan en diferentes horizontes cronológicos, ámbitos culturales y elementos arqueológicos, destacando

los paralelismos entre los santuarios orientalizantes peninsulares y los chipriotas, el de los rituales funerarios, o la dispersión de los thymiateria chipriotas en la Península Ibérica. Estos elementos, entre otros muchos documentados en este estudio, vuelven a poner de manifiesto la intensidad e importancia de estas relaciones. En su contribución, Massimo Botto nos ofrece un análisis de las relaciones entre Cerdeña y la Península Ibérica desde finales de la Edad del Bronce hasta comienzos de la Edad del Hierro. Una nueva valoración de la cultura nurágica, en el que se destacan sus componentes de heterogeneidad étnica, precede al estudio del papel, muy destacado, de la marina nurágica en las intensas relaciones entre Cerdeña y la Península, y su relación con los navegantes fenicios en su proyección colonial en tierras peninsulares. Karin Mansel estudia en su aportación las relaciones comerciales entre Cartago y la Península Ibérica entre los siglos VIII y VI a.C., a través de las ánforas, de la cerámica hispano-fenicia y de las producciones de procedencia tartésica halladas en las excavaciones de Cartago. El estudio de estos elementos, junto al de un grupo de fíbulas procedentes del sur de la Península Ibérica, le permiten ahondar en las relaciones existentes entre el mundo de las comunidades fenicias peninsulares, las poblaciones indígenas del sur peninsular en contacto con éstas, y la propia metrópolis norteafricana. Alfredo Mederos y Luis Ruiz Cabrero valoran en su contribución el papel de Sidón en los momentos más tempranos de la implantación fenicia en la Península Ibérica, poniéndola en relación con la fundación del asentamiento de Castillo de Doña Blanca, en las proximidades de Cádiz. En relación con esa posible fundación sidonia, abordan la figura de Eshmun-Apolo (Šmn), dios tutelar de Sidón, del que se conocen procesos de sincretismo con el tirio Melqart. Carlos G. Wagner nos propone en su aportación una redefinición del concepto histórico de Tartesos, en directa relación con el proceso colonizador fenicio en la Península Ibérica. En este trabajo se presta especial atención al papel de los templos en el entramado colonial fenicio en el sur peninsular, así como a las relaciones de desigualdad y explotación que presidirían este proceso histórico, más caracterizado por la violencia y el conflicto de lo tradicionalmente asumido. El equipo formado por Ana Arancibia, Lorenzo Galindo, Mar Juzgado, Miguel Dumas y Vicente Marcos Sánchez estudian algunas de las más relevantes novedades arqueológicas sobre el proceso histórico de las comunidades fenicias e indígenas en la Bahía de Málaga. Se presenta el asentamiento fenicio de La Rebanadilla y, asociada a éste, la necrópolis de incineración de Cortijo de San Isidro; y se revisan los principales datos sobre el hábitat de San Pablo, y la evolución del primitivo asentamiento fenicio de Malaka. Ana Margarida Arruda afronta la cuestión de la diferenciación entre colonos e indígenas en el registro arqueológico, en este caso a través de las producciones de barniz rojo en el ámbito portugués. Además, cuestiona la tesis que defiende una colonización tartésica de la costa portuguesa desde Extremadura, proponiendo, en cambio, que la orientalización de la zona se produjo en sentido

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contrario, Oeste-Este, y a cargo de las comunidades fenicias del actual litoral portugués. José Luis Escacena aplica un análisis de fundamento darwinista al proceso de la colonización fenicia en la Península Ibérica, con el propósito de superar el potente componente “esencialista” que ha presido su estudio. El resultado es una profundización en la diversidad interna de las comunidades orientales implantadas en Occidente, cuyo origen se amplía fuera de la propia Fenicia. Se cuestionan así algunos de los axiomas clásicos de la cuestión tartésica, como los criterios utilizados para discriminar a la población no semita de la fenicia, o el carácter indígena de buena parte de los asentamientos tenidos como tales en las cercanías de las colonias costeras. Eduardo Ferrer nos ofrece una revisión de los elementos de unidad y diversidad entre los fenicios del Extremo Occidente en época postcolonial, a través de la información que sobre ellos nos aportan griegos y romanos. A través de elementos como la etnonimia, la toponimia, la mitología y los ancestros, las formas de organización social y política, y la religiosidad, se conforma una imagen de los fenicios peninsulares profundamente dinámica y diversa en términos identitarios, en la que sobresale la polis como marco de referencia. M.ª Cruz Marín Ceballos desarrolla un estudio sobre los elementos que dotan a Gadir de singularidad religiosa en el contexto de la koiné fenicia, explorando así la modificación y evolución diferenciada, en el mundo occidental, del patrón religioso exportado desde Tiro. Para ello presenta una revisión de las características del culto a Melqart, a Astarté, a Milk
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