Felicidad y Género: ¿Hacia una nueva brecha?

July 21, 2017 | Autor: P. Del Villar | Categoría: Gender Studies, Subjective Well-Being, Gender, Gender inequality
Share Embed


Descripción

Julio 2012

FELICIDAD Y GÉNERO: ¿HACIA UNA NUEVA BRECHA?

Paloma Del Villar

I.

Problema de investigación

La situación de las mujeres en los países occidentales ha cambiado notablemente en el último siglo. Los cambios observados en el rol de las mujeres son fruto de un proceso socio histórico complejo, que tuvo como consecuencias la incorporación masiva de la mujer al trabajo, la expansión del acceso a la educación escolar y universitaria, la conquista de derechos políticos, las bajas en las tasas de fertilidad, entre otros (Stevenson & Wolfers, 2009). Todos estos fenómenos generaron un cambio tanto en términos de derechos adquiridos por la mujer, como en la estructura de la vida cotidiana y familiar de los individuos en el siglo XX. A su vez, estos cambios han favorecido el establecimiento de una semántica de la igualdad de género, donde a nivel global es cada vez más aceptado que la no discriminación hacia la mujer tiene que ser alcanzada como una forma de respetar los derechos humanos y fortalecer el desarrollo humano de las naciones. De esta manera se han firmado diversos convenios internacionales, partiendo en 1979 por el CEDAW (The Convention on the Elimination of All Forms of Discrimination against Women) que han tenido como fin establecer el desarrollo de metas en pro de la igualdad de género (Hausmann, Tyson, D, & Zahidi, 2006). De acuerdo a los planteamientos del foro económico mundial, la desigualdad de género es un fenómeno que trasciende las culturas, religiones y grupos de ingresos. Ésta se manifiesta en la manera en que se asignan responsabilidades y roles entre géneros, y en el acceso y control sobre los recursos y oportunidades a los cuales acceden los distintos grupos (Hausmann, Tyson, D, & Zahidi, 2006). Según las mediciones de esta organización, para el año 2006 no existía ningún país que hubiera reducido a cero su brecha de género 1 . A pesar de esto, existen distintos niveles de desigualdad, siendo los países nórdicos los con menores brechas y los países árabes los con mayores niveles de desigualdad (Hausmann, Tyson, D, & Zahidi, 2006). El objetivo de contar con estas medidas, y de promover la igualdad de derechos tiene que ver con mejorar el bienestar de este grupo de la población, que históricamente ha sido sometido a menor poder de decisión y a un rol más ligado a la esfera doméstica. Sin embargo, ¿mayor igualdad de género, lleva a mejores niveles de bienestar subjetivo o felicidad entre este grupo de la población? ¿Lleva la igualdad de género a igualar también los niveles de bienestar subjetivo entre hombres y mujeres?

1

Para medir la brecha de género, el informe considera diversas dimensiones, como la participación económica y las oportunidades, los logros educacionales, las condiciones de salud y sobrevivencia y el empoderamiento político (Hausmann, Tyson, D, & Zahidi, 2006).

1

El estudio del bienestar subjetivo y de la felicidad2 ha sido ampliamente desarrollado en las últimas décadas. Proyectos de levantamiento de datos a nivel global (como los son la encuesta mundial de valores, Gallup, Internacional Social Survey entre otros), han incorporado preguntas sobre bienestar subjetivo y felicidad lo que ha permitido el desarrollo de estudios comparados y longitudinales. En los últimos años se han establecido rankings y diagnósticos a nivel mundial. Un ejemplo de ello es el World Happiness Report publicado en 2012, donde nuevamente son los países nórdicos los que llevan la delantera en términos de felicidad (Helliwell, Layard, & Sachs, 2012). Organismos internaciones tales como la ONU y la OECD han apoyado la implementación de mediciones de bienestar subjetivo en los diversos países (Calvo & Beytía, 2011), en parte debido al afán de complementar las clásicas medidas económicas de bienestar. Detrás de esto, se encuentra la hipótesis de que los indicadores económicos -que fueron extremadamente importantes en etapas tempranas del desarrollo como proxys del bienestar de los individuos- a medida que las sociedades avanzan y las necesidades básicas se encuentran cubiertas no necesariamente se relacionan con el bienestar subjetivo (Diener & Seligman, 2004). De esta manera, las condiciones materiales de los distintos grupos y de los distintos países no son los únicos determinantes de la felicidad. En los estudios de felicidad, no se han establecido relaciones unívocas entre el género y el bienestar subjetivo. Si bien existe amplia documentación respecto a las brechas de género en términos de ingreso, inserción a la fuerza laboral, salud o representación política, se encuentra poca bibliografía especializada que explore detenidamente las “brechas de felicidad o de bienestar subjetivo” que existen entre hombres y mujeres. El presente trabajo es una aproximación exploratoria a este tema. En la medida que las mediciones de felicidad estarían reflejando la satisfacción y calidad de vida de los individuos, se vuelve relevante establecer si existen o no diferencias en desmedro de la mujer y cuáles son los elementos de una sociedad que podrían estar generando estas diferencias. De esta manera, el enfoque de este trabajo no es indagar en los niveles de felicidad de hombres y mujeres en una sociedad, sino más bien el interés se centra en medidas relativas, que ponen en comparación la realidad de hombres y mujeres en los distintos países. Se indagará en las diferencias en el bienestar subjetivo que reportan hombres y mujeres en los diversos países. El objetivo será establecer que elementos contextuales pueden estar relacionados con las diferencias de género observadas en este ámbito. De acuerdo con el enfoque de la igualdad de género, en los países con mayor igualdad de género, los niveles de bienestar subjetivo entre hombres y mujeres deberían igualarse. A su vez, en los países con condiciones más precarias para las mujeres y mayor desigualdad, los niveles de bienestar subjetivo de las mismas debieran ser menores. Se explorará en la eficacia de esta hipótesis para explicar la realidad observada en 31 países del globo. ¿Países más igualitarios generan niveles 2

En el siguiente trabajo se hablará indistintamente de Bienestar Subjetivo y Felicidad.

2

de felicidad similares entre hombres y mujeres? Esta es la pregunta que se buscará resolver exploratoriamente en esta investigación.

II.

DISCUSIÓN TEÓRICA MEDICIONES DE FELICIDAD Y VALIDEZ DE LAS COMPARACIONES

Como se mencionó previamente, el estudio del bienestar subjetivo y la felicidad ha tenido un amplio desarrollo gracias a la disponibilidad cada vez mayor de datos que contienen preguntas relacionadas a la felicidad y a la satisfacción de los individuos. Proyectos como la Encuesta Mundial de Valores, la Encuesta Gallup, Eurobarómetro y la Internacional Social Survey han incorporado preguntas de felicidad y satisfacción con la vida, donde los individuos se colocan en escalas de diversos tipos, evaluando la vida como un todo. A pesar del gran número de publicaciones que utilizan estos indicadores, surgen dudas respecto a la validez de estas formas de medir la “felicidad”. Una dificultad inicial es la de establecer una definición unívoca de lo que significa “ser feliz”. Las preguntas más empleadas en las encuestas son generales3 y cabe la duda de si son interpretadas de igual manera por los distintos individuos. Sin embargo, la solución de dejar en manos de los propios individuos la significación del concepto de la felicidad lleva implícita una definición. Veenhoven sostiene que la felicidad es el goce subjetivo de la vida. Si se considera este planteamiento, cada persona puede dar cuenta de si es o no feliz, de acuerdo a una ecuación configurada de manera individual, sopesando aquellos elementos que de acuerdo a sus parámetros son más o menos relevantes (Veenhoven, 2008). De esta manera, a pesar de que en la ecuación las distintas personas involucren aspectos distintos de la vida, su declaración de la felicidad será válida y comparable, ya que la felicidad es un estado final y subjetivo (Inglehart, Foa, Peterson, & Welzel, 2008). En términos de estudios comparados, surge la pregunta por la validez de las comparaciones, ya que la forma de comprender la felicidad puede variar de acuerdo a factores no observados, que tengan que ver con las distintas realidades culturales. Podrían existir culturas más asiduas a sobre declarar sus niveles de felicidad u otras más reticentes a declararse felices. A pesar de que este problema no ha sido afrontado directamente en la literatura, se han encontrado determinantes de la felicidad consistentes entre países que han permitido confiar en las comparaciones. Entre ellos se encuentran las correlaciones entre felicidad declarada y bienestar subjetivo con factores objetivos como salud mental y física, estabilidad económica, que se dan generalmente en la misma dirección

3

Las preguntas más empleadas son la de la encuesta mundial de valores que pregunta simplemente por la felicidad de la vida como conjunto con 4 posibles alternativas, o la escala de satisfacción con la vida de Gallup que ubica a los individuos de 1 a 10.

3

en distintos lugares del mundo (Inglehart, Foa, Peterson, & Welzel, 2008) (Khaneman & Krueger, 2006) (Diener & Seligman, 2004) (Graham, 2009). En el siguiente informe se compararán los niveles medios de felicidad en los países calculados a partir de una pregunta general empleada en la International Social Survey. La pregunta pide a los individuos ubicarse en una escala de 1 a 7, donde los valores 1 y 2 representan a aquellos que se consideran “muy felices”. Si bien, el empleo de esta pregunta puede estar sujeto a las críticas señaladas previamente, se presupondrá que estas preguntas son válidas para medir el nivel de bienestar subjetivo de los individuos con su vida en general. De esta manera, se entenderá en este estudio que la felicidad y el bienestar subjetivo son conceptos equivalentes, y que reflejan la calidad de vida de los individuos en una sociedad. FACTORES GENERALES CONSIDERADOS RELEVANTES PARA EL ESTUDIO DE LA FELICIDAD

Existen diversos estudios que han buscado establecer cuáles son los determinantes de la felicidad. A nivel general, se puede hablar de estudios que buscan delimitar las variables influyentes a nivel individual, y aquellos que han establecido factores a nivel agregado, diferenciando entre países. A continuación se realiza un breve repaso de las variables que se han considerado relevantes en el estudio de la felicidad. Variables a nivel individual En el estudio de los determinantes individuales de la felicidad, se han distinguido entre factores externos e individuales. Entre aquellos factores externos, se encuentran el ingreso, trabajo, valores y religión, entre otros. En cuanto al trabajo, se ha encontrado una correlación positiva entre tener trabajo y los niveles promedio de felicidad. Estar desempleado disminuye las probabilidades de reportar alto bienestar subjetivo. Sumando a esto, se ha constatado que no todos los trabajos reportan los mismos efectos sobre la felicidad. Esto depende de la estructura del mercado laboral en los países. Un ejemplo de ello es la relación entre trabajo independiente y felicidad. En países desarrollados como Estados Unidos y algunos países de Europa Occidental el trabajo independiente está asociado a mayores niveles de felicidad, en cambio en Latinoamérica el trabajo independiente influye negativamente en los niveles de felicidad. Esto se observa debido a que en Latinoamérica el trabajo independiente es signo de mayor precariedad, cuando en los países desarrollados es reflejo de una realidad de mayor independencia y flexibilidad (Beytía, 2011). La relación entre ingreso y felicidad ha demostrado ser positiva. A pesar de que la posición objetiva es relevante, algunos han constatado que la posición económica subjetiva tiene mayor peso como determinante de la felicidad. (Diener & Seligman, 2004) (Graham, 2009). En cuanto a la religión, personas más

4

religiosas tienden a declaran mayores niveles de felicidad alrededor del mundo, lo que puede estar ligado a las redes sociales que provee la iglesia, así como también a un sentido espiritual profundo. A nivel individual, se ha observado que la salud mental de los individuos, la salud física, la familia, la educación, la edad y el género como los más relevantes (Diener & Seligman, 2004) (Helliwell, Layard, & Sachs, 2012) (Beytía, 2011). Mayores niveles de auto precepción de salud y de mediciones objetivas de salud física y mental están asociadas a mayores niveles de bienestar subjetivo y felicidad (Khaneman & Krueger, 2006). Por otro lado, ha sido ampliamente documentada una forma de “U” en la relación entre felicidad y edad. Esta forma ha sido probada independientemente del efecto cohorte. De esta manera, se observan mayores niveles de felicidad entre aquellos más jóvenes y más viejos, y se alcanzan en promedio los niveles más bajos de felicidad entre los 40 y 50 años (Blanchflower & Oswald, 2008). El género es otro determinante a nivel individual que se ha documentado en otros estudios, sin embargo, se revisará su influencia en el próximo apartado. Variables a nivel agregado A nivel agregado, la relación entre la economía y el bienestar subjetivo o felicidad ha sido sujeto de varios estudios y publicaciones. Se han encontrado diversos hallazgos que interesan para el problema de investigación que se explorará en este estudio. En primer lugar, está la relación entre el ingreso per cápita y la felicidad. Según diversos autores, mientras los indicadores económicos han crecido sustancialmente a través de los años, los indicadores de felicidad o bienestar subjetivo se han mantenido estables en ciertos países (Easterlin, 1995) (Diener & Seligman, 2004) . Es la llamada “paradoja de Easterlin”. Según Easterlin, los juicios sobre bienestar individual se construyen en base a comparaciones del propio bienestar objetivo con un juicio subjetivo del nivel normal de bienestar. Este último, está fuertemente influenciado por el nivel promedio de bienestar observado en la sociedad. De esta manera, si los niveles de vida aumentan, la norma subjetiva para evaluar el bienestar aumentará. Esto influye en la medida en que quienes mantengan su situación estable cuando hay una mejora en el entorno, tenderán a bajar sus niveles de bienestar. Por otro lado, los niveles de bienestar aumentarán cuando existan mejoras sustanciales en el bienestar económico, pero volverán al nivel anterior en la medida en que cambien los parámetros de comparación (Easterlin, 1995). Esta teoría de la comparación social, según Easterlin explicaba en gran medida la estabilidad en los indicadores de bienestar subjetivo en Estados Unidos, Japón y algunos países europeos. Si bien los países desarrollados presentan mejores indicadores de bienestar subjetivo, éste no aumenta linealmente con el crecimiento económico, sino de manera decreciente.

5

Según Graham, el crecimiento macroeconómico muy acentuado tiene efectos negativos en el bienestar. Esto es la llamada “paradoja de el crecimiento infeliz”. La autora explica esta contradicción apelando a la incertidumbre generada por el crecimiento y también a la teoría de la adaptación social. De esta manera, el aumento en el ingreso tendría un efecto momentáneo en el incremento del bienestar, y luego éste volvería a su lugar inicial o se disminuiría. El primer cambio de tendencia sería por un efecto de adaptación y el segundo por la comparación (Graham, 2009) (Di Tella, MacCulloch, & Oswald, 2003). Di Tella y otros autores han dado cuenta de otros efectos de los movimientos macroeconómicos entre los países. Los autores probaron los efectos decrecientes del crecimiento sobre la felicidad y, además, probaron los efectos de la crisis económica sobre el mismo. Según los autores, los costos de la recesión son muy altos en términos de bienestar subjetivo, que no se explican sólo por la baja en los ingresos y el aumento del desempleo, sino que existen otros efectos adicionales: estos se interpretan como el temor al desempleo y los efectos sicológicos de la crisis (Di Tella, MacCulloch, & Oswald, 2003). Se ha constatado que otras variables influyen sobre los niveles agregados de felicidad entre los países. Bjorsnov (2003) examinó la relación del capital social sobre los niveles agregados de felicidad. El autor llegó a la conclusión de que -aún controlado por el ingreso per cápita- se observa un efecto independiente del capital social sobre los el bienestar subjetivo. Según el autor, el sobresaliente nivel de felicidad observado en los países nórdicos tiene que ver en gran medida con la confianza social experimentada en aquellos países (Bjorsnov, 2003). Inglehart y otros autores han examinado la relación entre la felicidad y variables más bien valóricas y culturales. Según los autores, en sociedades que se encuentran en nivel de subsistencia, la felicidad esta positivamente asociada con la solidaridad inter-grupo, la religiosidad y el orgullo nacional. En los países con mayores niveles de seguridad económica en cambio, mayores niveles de libertad tienen un efecto mayor en la felicidad que la solidaridad (Inglehart, Foa, Peterson, & Welzel, 2008). Estos dos últimos puntos de vista buscan encontrar los mecanismos sociales mediante los cuales los cambios económicos pueden influir sobre la felicidad. Inglehart sostiene que los cambios en la economía detonan cambios culturales. Las sociedades más avanzadas adoptan valores postmaterislistas. De esta manera el descenso del efecto del ingreso tiene que ver no sólo con la comparación con otros y la adaptación, sino también con un cambio en los valores de referencia, donde otros factores como la libertad y la igualdad en las sociedades se vuelven más relevantes. En apartado anterior ha buscado resumir brevemente los factores que se han estudiado como condicionantes de la felicidad. A continuación, se examinará más detenidamente la relación entre

6

género y la felicidad, dando cuenta de otras variables que se han utilizado para dar cuenta de las diferencias entre mujeres a nivel agregado. FELICIDAD Y GÉNERO: EVIDENCIA EMPÍRICA La influencia del género sobre la felicidad no ha mostrado evidencia empírica concluyente. Según Veenhoven, los niveles de felicidad promedio de los hombres y de las mujeres no difieren mucho. En algunos países los hombres tienen a ser moderadamente más felices que las mujeres, en otros las diferencias no serían significativas, y en ciertos países las mujeres serían más felices que los hombres (Veenhoven, 2008). Sin embargo, ¿existe algún patrón común observado? De acuerdo al World Happiness Report, en los países avanzados se observa que las mujeres reportan niveles de satisfacción más altos que los hombres. Sin embargo, los niveles de felicidad de las mujeres han ido decreciendo, contribuyendo a la formación de una brecha con respecto a los hombres. En cuanto a este hallazgo en particular de los países desarrollados, Stevenson y Wolfers desarrollaron un estudio tomando datos longitudinales en Estados Unidos, y luego analizaron las mismas relaciones para países europeos. (Stevenson & Wolfers, 2009). Según los autores, existen varios elementos que harían pensar que las mujeres encuentran mejores niveles de bienestar en los países más desarrollados. En primer lugar, en estos países se ha avanzado hacia mejores niveles de igualdad. La brecha de ingresos entre hombres y mujeres ha disminuido, las mujeres han ganado control sobre la fertilidad y se han liberado de la responsabilidad sobre la totalidad de las tareas domésticas. Por otro lado, la fuerza laboral femenina se ha incrementado, lo que indica una mayor fuente de oportunidades fuera del matrimonio para las mujeres (Stevenson & Wolfers, 2009). De esta manera, en los países desarrollados, las oportunidades para las mujeres serían mayores lo que repercutiría en sus niveles de bienestar subjetivo. Sin embargo, existen otros puntos de vista que cuestionan esta relación unidireccional entre niveles de inserción laboral femenina, desarrollo económico y felicidad de las mujeres. Uno de estos argumentos indica que el incremento de las oportunidades para las mujeres ha traído costos para las mismas. En particular, la incorporación de la mujer al mundo del trabajo ha contribuido a aumentar su jornada laboral y sus responsabilidades, más que hacerlas equivalentes a las de los hombres. Este argumento no se reduce sólo a la medición de número de horas dedicadas al trabajo fuera del hogar y al trabajo doméstico, sino que involucra un componente sicológico. Las mujeres se verían expuestas a mayor presión, en la medida que mantienen la responsabilidad emocional sobre la familia y el hogar y agregan la carga que implica la incorporación al mundo del trabajo (Stevenson & Wolfers, 2009) (Mencarini & Sironi, 2012).

7

Otro mecanismo que argumenta en contra de la mejora del bienestar subjetivo de las mujeres con el aumento de la igualdad tiene que ver con el cambio del grupo de referencia. Si la felicidad se relaciona con la comparación con la situación con otras personas, tal como lo sugiere Easterlin, el hecho de que las mujeres comiencen a incorporar a los hombres como grupo de referencia reduciría el bienestar subjetivo de las mismas. Las expectativas de las mujeres estarían fijadas con referencia a una realidad más amplia y se habrían movido más rápido que los cambios sociales (Kimball & Willis, 2006 en (Stevenson & Wolfers, 2009)) (Mencarini & Sironi, 2012). Similar a este argumento, se señala que ha existido una complejización en el mundo de la vida de las mujeres. Si bien antes la felicidad se relacionaba exclusivamente a la satisfacción en el ámbito de la familia, en los países con mayor igualdad, las mujeres poseen más ámbitos que evaluar, lo que haría más complejo llegar a un reporte positivo de la satisfacción con la vida en general (Stevenson & Wolfers, 2009). Stevenson & Wolfers analizan las diferencias en estados Unidos y 12 países europeos4, y llegan a la conclusión de que los niveles de bienestar subjetivo han disminuido entre las mujeres. Si bien en estos países el punto de partida ha sido favorable generando una brecha positiva a favor de la mujer, en los últimos años incluso se ha observado una brecha negativa, debido al menor reporte declarado por las mujeres en cuanto a su bienestar subjetivo. Estos hallazgos son generalizados para los distintos grupos etarios, mujeres casadas y no casadas, mujeres que trabajan y no trabajan. Esta situación hace difícil atribuir estos cambios a los diferencias en las oportunidades laborales y al aumento de jornada laboral (doméstica y fuera del hogar) (Stevenson & Wolfers, 2009). Mencarini y Sironi (2012) indagan con mayor profundidad en la importancia que tienen los roles de género, la distribución de las tareas domésticas y la igualdad de género a nivel agregado en el bienestar subjetivo de las mujeres. Para ello utilizan datos de 26 países europeos y emplean la European Social Survey. Según las autoras, el contexto no siempre tendrá el mismo efecto sobre los outcomes de felicidad entre hombres y mujeres. Las percepciones y actitudes usualmente están vinculadas a normas sociales. De esta manera, en países con valores más tradicionales, el hecho de que existan desigualdades entre hombres y mujeres no necesariamente repercutirá en menores niveles de bienestar subjetivo de las mismas. En su investigación, analizan el efecto que posee la repartición de las tareas domésticas en la felicidad de las mujeres. Llegan a la conclusión de que las mujeres que se ven involucradas en un porcentaje mayor de actividades domésticas tienen menores niveles de bienestar subjetivo, esto mediado por el contexto nacional en que se ubican. Las

4

Bélgica, Dinamarca, Francia, Gran Bretaña, Grecia, Irlanda, Italia. Luxemburg, Suecia, Portugal, España y Alemania Oriental.

8

percepciones de desigualdad en cuanto a la repartición de las tareas domésticas no pueden ser vistas de manera absoluta, ya que tienen que ver con las normas sociales encontradas en cada país. Existen otros estudios que han explorado en la relación entre el rol que cumple la mujer y los niveles de felicidad. Un estudio comparado que examinó la realidad de las mujeres en 28 países europeos llegó a la conclusión de que -controlando por ingreso, percepción de igualdad en las tareas domésticas, conflictos familiares y otras variables relevantes- las mujeres dueñas de casa poseen niveles de felicidad más altos que las mujeres que trabajan. Factores a nivel agregado como el PIB per cápita y una ideología de género más liberal tendería a reducir esta brecha de bienestar subjetivo entre las mujeres. A su vez, una ideología de género más liberal interactuaba con los niveles de participación femenina en la fuerza laboral, reduciendo aún más esa brecha (Treas, Van der Lippe, ChloeTai, & Tsui-o, 2011) .

9

III.

HIPÓTESIS O IMPLICANCIAS EMPÍRICAS DERIVADAS DE LA DISCUSIÓN TEÓRICA

La revisión teórica da cuenta en parte de los distintos enfoques que explican la relación entre el bienestar subjetivo y las variables relacionadas con la estructura social en distintos países y la estructura de género. El trabajo que se presenta a continuación empleará sólo datos agregados a nivel de país. Más que constatar los factores que afectan en el nivel promedio de felicidad sobre hombres y mujeres, el objetivo será, analizar las variables que contribuyen a generar una “brecha” de bienestar subjetivo o felicidad entre géneros. Entendemos por brecha de bienestar subjetivo o de felicidad la diferencia entre el porcentaje de hombres y de mujeres que declaran ser “muy felices”. De esta manera, una brecha positiva indicaría que existe un mayor porcentaje de hombres que se declaran muy felices dentro de un país. Lo que interesa en este estudio es analizar la posición relativa de las mujeres frente a los hombres en términos de felicidad, y no los factores que hacen que el bienestar subjetivo aumente en términos absolutos. A partir de la revisión teórica se pueden rescatar dos puntos de vista que explican las diferencias en los niveles de felicidad. En primer lugar, está el enfoque que llamaremos de “igualdad de género”. Éste indicaría que, en aquellos países donde el bienestar objetivo de las mujeres es mayor y donde se observa mayor igualdad de género, la brecha entre hombres y mujeres en términos de bienestar subjetivo sería menor. Es decir, mayor igualdad “objetiva”, llevaría a mayor igualdad en bienestar “subjetivo”. La idea que subyace a esta hipótesis es que desigualdad de género de por sí genera un daño en términos de desarrollo humano que afecta negativamente los niveles de felicidad de las mujeres y de la sociedad en general. Así, mejores condiciones o mayor igualdad entre hombres y mujeres, repercutiría en mayor igualdad en términos de felicidad. En cierta medida, esto se debería a que en sociedades más igualitarias los factores que influyen positiva o negativamente en el bienestar subjetivo de las personas, estarían distribuidos de igual manera entre hombres y mujeres. Un segundo punto de vista tiene que ver con la teoría de la “comparación social”. De acuerdo a estos planteamientos, el avance hacia la mayor igualdad entre hombres y mujeres no necesariamente repercutirá en igualdad en términos de felicidad o bienestar subjetivo. Esta teoría podría aplicarse a países a medio camino en términos de igualdad de género. Es decir, en aquellos países donde las mujeres han alcanzado un mayor nivel de bienestar objetivo y de igualdad de género, pero que aún se encuentran en desventaja respecto a los hombres. En estos países se generaría una brecha de bienestar subjetivo, ya que las expectativas de las mujeres serían mayores a la posición alcanzada. Esto se explica con el cambio en el grupo de referencia de las mujeres, la cual se amplía. Según 10

datos del Global Gender Gap Report, aún no existiría ningún país que haya reducido la brecha entre hombres y mujeres a cero y, por ende, el efecto de la comparación podría afectar a todas las sociedades, incluyendo a aquellas más avanzadas en términos de igualdad de género. Estas dos teorías podrían operar como marco general a la explicación de la existencia o no de brechas en términos de bienestar subjetivo. Sin embargo, existirían otras variables que podrían estar afectando en el bienestar subjetivo de las mujeres. Una de ellas tiene que ver con la teoría de la segunda jornada. En países donde las mujeres no se han liberado de las tareas domésticas, la inserción al mundo laboral repercutiría negativamente en su bienestar. Esto debido a la sobrecarga en términos de trabajo y también de responsabilidades. Por otro lado, si a esto se suma una perspectiva de la comparación, el mayor involucramiento en tareas domésticas puede ser visto como un elemento de injusticia en aquellas sociedades donde el punto de referencia para evaluar el nivel de felicidad individual está puesto en la sociedad en su conjunto y no sólo en la comparación con personas del mismo género. Finalmente, existe un componente cultural que puede influir en términos de brecha de bienestar subjetivo. Se argumenta que en aquellos países con una ideología de género más liberal existiría una menor brecha de género, si se toma como referencia el marco de la “igualdad de oportunidades”. Avanzar hacia una sociedad más igualitaria beneficiaría tanto a hombres como a mujeres lo que generaría niveles de bienestar subjetivo similares entre estos grupos. Vivir en una sociedad con una ideología liberal en términos de igualdad de género mejoraría las condiciones de las mujeres, igualando sus niveles de felicidad a aquellos de los hombres. Desde una perspectiva de la comparación social, la relación sería inversa. Una ideología menos tradicional, podría poner más exigentes los parámetros de comparación para las mujeres, generando una brecha en términos de auto reportes de felicidad entre ambos grupos.

11

IV.

ANÁLISIS EMPÍRICO COMPARADO

A continuación, se analizará la relación entre la “brecha” de bienestar subjetivo y distintas variables que buscan reflejar la estructura socioeconómica, de trabajo doméstico y de ideología de género encontrada en los países. Se utilizarán datos de la International Social Survey (ISS) del año 2002, que incorpora información de 31 países5. Se optó por trabajar con esta base de datos (a pesar de su antigüedad), ya que el tema específico que trató la ISS fue “Mujer y Familia”. La encuesta contiene información sobre actitudes en torno a la inserción de la mujer al mundo laboral, repartición de las tareas domésticas y niveles de felicidad de las personas. Esta información resulta útil para testear las hipótesis propuestas previamente. Se utilizará la información recogida por la encuesta a nivel individual, de manera agregada a nivel país. A su vez, se tomaron datos agregados provenientes del Banco Mundial para el mismo año (2002), entre ellos el PIB per cápita, datos de empleo femenino y tasas de fertilidad. VARIABLES Como se mencionó previamente, se utilizaron diversos tipos de variables. Las variables provenientes de la encuesta fueron agregadas para emplearlas a nivel país. La tabla 1 resume cuáles son estas variables y de qué forma fueron construidas. Entre las variables individuales agregadas se encuentra la variable dependiente de este estudio, es decir, “Brecha de Bienestar Subjetivo”, además de variables relacionadas a la distribución del trabajo doméstico y una variable relacionada con las actitudes en torno a la inserción de la mujer al mundo laboral (ideología de igualdad de género). Entre las variables de naturaleza agregada, se analizó la relación del bienestar subjetivo con distintos aspectos que reflejan la realidad socioeconómica de la mujer y del país en general. Se utilizaron indicadores de trabajo femenino: entre ellos, el porcentaje de fuerza de trabajo femenino, considerado uno de los más relevantes, ya que refleja la paridad hombre y mujer en el trabajo no doméstico. Además se analizaron otro tipo de variables que indican la calidad del trabajo en que se inserta la mujer en distintos países, esto es, el porcentaje de mujeres empleadas en el trabajo agrícola, industrial y en el sector servicios. Además se analizó la relación del bienestar subjetivo con las tasas de fertilidad por país. Esta variable sería un indicador de la carga de trabajo doméstico de las mujeres a dentro de una sociedad. Además se incorpora la tasa de fertilidad adolescente, que comúnmente se relaciona con la precariedad de la posición de la mujer. 5

En gráfico 1 es posible ver los 31 países que conforman la muestra del estudio del ISS.

12

Tabla 1. Variables de nivel individual agregadas a nivel país Variable % de Mujeres/hombres Muy Felices

Gap Felicidad Diferencia entre % de hombres y mujeres muy felices

Índice Tareas domésticas a cargo de Mujeres/Hombres

Preguntas empleadas

Forma de agregarla

Si considera su vida en general ¿Qué tan feliz o infeliz diría usted que se siente, en términos generales?

Se consideran los porcentajes de hombres por un lado y mujeres por otro que señalan ser completamente felices o muy felices por país (1 y 2).

0a1

Se consideran los porcentajes de hombres por un lado y mujeres por otro que señalan ser completamente felices o muy felices por país (1 y 2).

De -1 a 1.

1. Completamente feliz 2. Muy feliz 3. Relativamente feliz 4. Ni feliz ni infeliz 5. Relativamente infeliz 6. Muy infeliz 7. Completamente infeliz Si considera su vida en general ¿Qué tan feliz o infeliz diría usted que se siente, en términos generales? 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14.

Completamente feliz Muy feliz Relativamente feliz Ni feliz ni infeliz Relativamente infeliz Muy infeliz Completamente infeliz

Para el índice de Brecha o Gap, se resta él % de hombres muy felices por país por él % de mujeres muy felices.

En su hogar, ¿Quién se encarga de las siguientes actividades? a. b. c. d. e.

Lavar la ropa Cuidar miembros de la familia enfermos Hacer las compras en el supermercado Realizar la limpieza de la casa Preparar la comida

Índice de diferencia de tareas domesticas

Índice de Actitudes hacia la incorporación de la mujer al trabajo

Escalas de lickert nivel de acuerdo: 1 “Muy de acuerdo” a 5 “Muy en desacuerdo” a) b)

c)

El probable que un niño en edad escolar sufra si su madre trabaja Considerando todo lo bueno y lo malo, la vida familiar se resiente cuando la mujer trabaja tiempo completo La labor de un hombre es generar dinero, la labor de la mujer es cuidar el hogar y la familia

13

Valores

Valores positivos indican que existe un mayor porcentaje de hombres que se declara muy feliz y porcentaje negativo que existe un mayor porcentaje de mujeres que se declara muy feliz

Se realiza un índice sumando las actividades que la persona declara hacer completamente o comúnmente. Luego se obtiene el promedio país para los hombres y para las mujeres

0a5

N° Promedio de tareas realizadas por hombres por país - N° Promedio de tareas realizadas por mujeres por país

0a5

Se utilizó análisis factorial confirmatorio.

Variable Continua de 1 a 5

Se construyó un índice que promedia a nivel individual las puntuaciones de estas 3 variables y luego se agrega con el promedio a nivel país.

Indica el número de actividades domésticas que la persona declara hacer comúnmente

Valor 1 representa ideología de género tradicional o reticencia a la incorporación de la mujer al trabajo. Valor 5 representa ideología de género más liberal o apoyo a la incorporación de la mujer al mundo del trabajo

ANÁLISIS DESCRIPTIVO Y BIVARIADO Como es posible ver en el gráfico 1, las diferencias porcentuales entre quienes declaran ser muy felices varían entre los países. Si bien la media entre los 31 países presentes en la muestra es de 0.26, es posible ver que aproximadamente en un 30% de los países considerados, el porcentaje de hombres que declara ser “muy feliz” supera en más de 5%7 el porcentaje de mujeres que se declara “muy feliz”. Es interesante notar que entre estos países con diferencias más acentuadas se encuentran México, Brasil y Chile, los tres países latinoamericanos considerados en el estudio. Existen cuatro casos en donde el porcentaje de mujeres que se declara “muy feliz” supera de manera significativa al porcentaje de hombres. Estos son los casos de Estados Unidos, Suecia, Japón y Nueva Zelanda.

Gráfico 1. Brecha Felicidad (Diferencia % de Hombres "Muy felices" y % de Mujeres "Muy felices" 15% 10% 5% 0% -5% Brasil Mexico Chile Holanda Dinamarca Suiza España Portugal Eslovenia Austria Filipinas Rusia Eslovaquia Gran Britaña Hungría Republica Checa Australia Israel Polonia Francia Noruega Flandes Alemania Oriental Chipre Bulgaria Finland Irlanda del Norte Estados Unidos Suecia Japon Nueva Zelanda

-10%

Los países con mayor desigualdad de género en términos de bienestar subjetivo, no coinciden con aquellos en que las mujeres reportan menores niveles de felicidad. Como se observa en el Gráfico 2, México -que era el segundo país con mayor desigualdad- es el país en donde se encuentra uno de los mayores porcentajes de mujeres que declaran ser muy felices. Lo mismo sucede en el caso de Chile, que se encuentra en sexto lugar con uno de los mayores porcentajes de mujeres que reportan ser muy felices. Los países con menores niveles de felicidad coinciden con aquellos en que el nivel de desigualdad de bienestar subjetivo entre hombres y mujeres es menor (Polonia, Bulgaria, Rusia y Republica Checa).

6

Este valor en muchos países representa una diferencia de proporciones no significativa. Se obtuvo la significancia estadística de esta diferencia de proporción. Coincide que se encuentran significativas las diferencias en aquellos países con un gap de 5% o más. 7

14

Gráfico 2. Porcentaje de hombres y mujeres que se consideran "Muy Felices" % de Hombres "Muy Feliz"

% de Mujeres "Muy Feliz" 53%

Estados Unidos Mexico

69%

59% 56% 58%

Chipre 48%

Japon

57%

47%

Nueva Zelanda

56%

Chile

53%

Brasil

53% 48%

Irlanda Suiza

Gran Britaña Australia Filipinas 35%

Suecia Noruega Israel Dinamarca

43% 43% 43% 42% 41% 40%

36% 38% 38% 38%

Finland Flandes

42% 37% 35% 34% 39% 33% 41% 32% 29% 30% 31% 29% 30% 27% 32% 27% 24% 23% 25% 23% 22% 19%

Portugal Francia España Holanda Alemania Hungría Eslovaquia Eslovenia Polonia Republica Checa Rusia 9% 11%

15

48%

62% 64%

52%

52% 54% 50% 51% 49% 48% 47% 49% 45%

Austria

Bulgaria

59%

59%

Este hecho, se relaciona con la idea de que la desigualdad en términos de bienestar subjetivo no se relaciona necesariamente con los mismos factores que explicarían los niveles de felicidad de hombres y mujeres. La siguiente tabla (tabla 2) presenta las correlaciones bivariadas entre las variables independientes señaladas previamente y el porcentaje de mujeres y hombres que declara ser muy feliz y la brecha de felicidad entre hombres y mujeres, por país. Tabla 2. Correlaciones bivariadas entre indicadores de felicidad y variables independientes Brecha Felicidad % de Mujeres Muy Felices

% de Hombres Muy Felices

(Diferencia entre % de hombres y mujeres muy felices)

Índice de Actitudes hacia la incorporación de la mujer al trabajo

R pearson

0.17

-0.04

-0.5256***

sig

0.36

0.81

0.00

Índice Tareas domésticas a cargo de Hombres

R pearson

0.23

0.15

-0.19

sig

0.21

0.42

0.32

Índice Tareas domésticas a cargo de Mujeres

R pearson

0.12

0.14

0.06

sig

0.51

0.44

0.73

Índice de diferencia de tareas domésticas (N° Tareas hombres - N° Tareas Mujeres)

R pearson

-0.21

-0.12

0.21

sig

0.25

0.51

0.25

R pearson sig

0.325* 0.07

0.15 0.42

-0.4124** 0.02

R pearson

0.389**

0.4491***

0.19

sig

0.03

0.01

0.31

R pearson

0.19

0.33*

0.36**

sig

0.32

0.07

0.03

R pearson

-0.418**

-0.3702**

0.08

sig

0.02

0.04

0.66

Pib per cápita en dólares Tasa de Fertilidad (Número de hijos por mujer)

Tasa de Fertilidad Adolescente % de mujeres en el sector industria (% del total de mujeres

16

trabajadoras) % de mujeres en el sector servicios (% del total de mujeres trabajadoras)

R pearson

0.3789**

0.2524**

-0.28

sig

0.04

0.17

0.12

Fuerza de Trabajo femenino (% del total de la fuerza de trabajo)

R pearson

-0.27

-0.4175**

-0.3966**

sig

0.14

0.02

0.03

Es posible observar que las variables que se correlacionan significativamente con los porcentajes de mujeres “muy felices” por país, no son las mismas que se correlacionan con los niveles de desigualdad en términos de bienestar subjetivo. Significativamente correlacionadas con el indicador de felicidad “absoluta” de mujeres y hombres se encuentran las tasas de fertilidad y variables relacionadas con el tipo de trabajo desempeñado por las mujeres: (1) La relación con tasas de fertilidad es consistente con lo que señala cierto tipo de bibliografía que ha realizado análisis a nivel individual: tener hijos se encuentra correlacionado positivamente con la felicidad. En países con mayores tasas de fertilidad (y por ende con mayores probabilidades de tener hijos) existiría una mayor probabilidad de poseer un alto bienestar subjetivo. Éste es un resultado preliminar y, para sostener esta hipótesis de manera más certera, deberían realizarse otro tipo de análisis que aclaren el mecanismo mediante el cual la fertilidad se relaciona con la felicidad a nivel agregado. (2) En cuanto al tipo de trabajo, que se representa mediante el porcentaje de mujeres empleadas en el sector servicios y en la industria, vemos que existe una relación positiva entre el porcentaje de mujeres empleadas en el sector servicios y el bienestar subjetivo y, una relación negativa entre el porcentaje de mujeres empleadas en el sector industria y el bienestar subjetivo. Esta correlación es interesante, ya que señala los niveles absolutos de felicidad en las mujeres no se encuentran relacionados con el % de la fuerza laboral representada por mujeres (que sería nuestro indicador de igualdad en el mercado laboral), sino más bien con la calidad del trabajo predominante en una sociedad. Generalmente, los trabajos en el sector servicios son de mejor calidad que los industriales y en los países más desarrollados es este sector el que se encuentra con mayor representación. La relación entre el bienestar subjetivo de los hombres y estas variables descriptoras del trabajo femenino se puede deber simplemente a que los indicadores de porcentaje de mujeres en el sector industrial y de servicios se encuentran fuerte y significativamente

17

correlacionados con indicadores de porcentaje de hombres en el sector industrial y sector servicios8 y por ende, serían un buen proxy a la calidad de trabajo de los hombres en una sociedad. La correlación con el PIB es positiva para los niveles de bienestar subjetivo de las mujeres, en línea con lo encontrado previamente en la literatura. Para los hombres la correlación es positiva, pero no significativa. Esto se podría deber en parte al efecto decreciente que no estaría siendo capturado por este coeficiente. Para la brecha de bienestar subjetivo los resultados de la tabla de correlación son interesantes y van en la dirección de ciertas hipótesis planteadas en el apartado anterior. Negativa y significativamente correlacionada con la brecha están las actitudes hacia la incorporación de la mujer al trabajo. Es decir, en países con actitudes medias de sus habitantes más “tradicionales”, las brechas de bienestar subjetivo entre hombres y mujeres serían mayores, situando a las mujeres en una posición de bienestar subjetivo inferior. Esta variable no se encontraba relacionada significativamente con el porcentaje de hombres y mujeres felices por país, aunque sí se puede señalar que el coeficiente resultó positivo para las mujeres y negativo para los hombres. El PIB per cápita se encuentra significativamente correlacionado con la brecha de bienestar subjetivo. La relación es negativa, es decir, a mayor PIB menor sería la brecha en promedio. Esto podría interpretarse como que países con mejores indicadores económicos serían más igualitarias las condiciones de vida y, por ende, los niveles de felicidad entre hombres y mujeres. Una tercera variable que se encuentra significativamente relacionada con la brecha de bienestar subjetivo son las tasas de fertilidad adolescentes. La relación es positiva, es decir, en países donde hay una mayor tasa de fertilidad adolescente, la brecha es mayor. Esta relación es interesante, a pesar de que la variable de fertilidad adolescente no se incorpora normalmente en estudios que analizan los niveles de felicidad agregados, es un proxy importante sobre las condiciones de vida de las mujeres. El embarazo adolescente refleja en alguna medida una posición desventajosa de las mujeres en una sociedad, ya sea porque es indicativo de matrimonios muy jóvenes y por ende, bajas posibilidades de obtener educación y desarrollarse en otras esferas aparte de la doméstica, o porque comúnmente se asocia la generación de familias monoparentales encabezadas por mujeres, con mayores probabilidad de caer en la pobreza. Finalmente, se observa una relación negativa entre porcentaje de fuerza laboral femenina y las brechas de bienestar subjetivo entre hombres y mujeres. Las brechas serían mayores en sociedades 8

La correlación para el porcentaje de mujeres y hombres en el sector servicios es de 0,87 y con un nivel de significancia de 0,00, y la correlación para el porcentaje de hombres y mujeres en el sector industrial es de 0,63 con un nivel de confianza de 0,00.

18

con menor porcentaje de mujeres insertas en el mundo del trabajo. Son múltiples los mecanismos que podrían estar detrás de esta relación, un mejor status económico de las mujeres en países con mayor inserción laboral, mayor posibilidad de obtener recursos y manejarlos por parte de las mismas, menor desigualdad fuera de la esfera doméstica entre hombres y mujeres son algunos de los que se pueden mencionar. Los coeficientes relacionados con la distribución de género y las tareas domésticas en los distintos países no resultan significativos. A pesar de ello, los coeficientes van en la dirección esperable de acuerdo a las hipótesis presentadas. Es decir, a mayor número de tareas desempeñadas por mujeres y menor número desempeñadas por los hombres, la brecha de bienestar subjetivo sería mayor. A su vez, mientras mayor será la diferencia entre el número de tareas promedio desempeñadas por los hombres y las mujeres en un país, mayor sería la brecha de bienestar subjetivo. ANÁLISIS MULTIVARIADO Con el fin de examinar posibles determinantes de la “brecha” de bienestar subjetivo entre hombres y mujeres en los distintos países, se presentará a continuación una serie de modelos de regresión lineal estimados mediante MICO. La idea es determinar los efectos independientes de las variables ya analizadas de manera bivariada. En la tabla 3 se presentan cuatro modelos MICO. El primero de ellos incorpora las variables de PIB per cápita y porcentaje de fuerza laboral femenina. El segundo, incorpora dos variables relacionadas a la distribución de las tareas domésticas, el número promedio de tareas a cargo de las mujeres por país y la diferencia promedio de tareas realizadas entre hombres y mujeres. El tercer modelo incluye las variables socioeconómicas y la variable sobre actitudes hacia la incorporación de la mujer al trabajo. El cuarto modelo incorpora estas tres variables y agrega la variable de tasa de fertilidad adolescente.

19

Tabla 3. Modelos de Regresión lineal Gap de Felicidad9 Modelo 1 Coef.

Modelo 2

P>t

Coef.

0.09

-0.40*

0.08

-0.39

0.15

-0.00*

0.07

-0.00

0.78

-0.002

0.81

Índice Tareas domésticas a cargo de Mujeres

-0.19

0.94

Índice de diferencia de tareas domesticas

0.46

0.86

-7.02*

0.05

-6.99*

0.06

0.00

0.96

34.50 *

0.02

Pib per capita

Coef.

P>t

-0.45*

0.07

-0.44*

0.001**

0.05

Modelo 4

Coef.

Fuerza de Trabajo femenino

P>t

Modelo 3

Índice de Actitudes hacia la incorporación de la mujer al trabajo Tasa de Fertilidad adolescente Constante

24.03**

0.03

23.94

0.13

34.98**

0.00

P>t

31

31

31

31

Prob > F

0.01

0.08

0.01

0.03

R-squared

0.27

0.27

0.36

0.27

Adj R-squared

0.21

0.15

0.29

0.19

Root MSE

4.73

4.91

4.49

4.81

N

A continuación, se describen los resultados del modelo 3. Este modelo es el que resultó con mayor bondad de ajuste. El modelo explica un 36% de la varianza de la brecha de bienestar subjetivo entre hombres y mujeres. Además cuenta con un R cuadrado ajustado de 0,29 y es significativo a un 99% de confianza. Este modelo incorpora tres variables, dos socioeconómicas y una actitudinal. En primer lugar, el modelo da cuenta de un efecto negativo de la fuerza laboral sobre la brecha de bienestar subjetivo. Un aumento de un punto porcentual en el porcentaje de mujeres en la fuerza

9

Se probaron los supuestos de Homocedasticidad y Multicolinealidad. Se cumplía con ambos supuestos por lo que no fue necesario realizar correcciones a los modelos.

20

laboral por país, reduciría en promedio 0,4 puntos porcentuales la brecha, manteniendo constantes las demás variables. La dirección del efecto es la misma observada en las correlaciones bivariadas, y nos hablaría de una mayor igualdad de bienestar subjetivo en aquellas sociedades con mayor igualdad en la inserción al mundo laboral. El efecto del PIB per cápita es muy cercano a cero y no es significativo, por lo que se podría decir que no tiene efecto significativo sobre la brecha de bienestar subjetivo. Finalmente, el índice actitudinal indica que un aumento en un punto en el índice disminuye en 7 puntos porcentuales la brecha de bienestar subjetivo. Recordamos que valores mayores del índice indican actitudes promedio más “liberales” o menos “tradicionales” respecto a la inserción femenina en el mundo laboral. La variable de fuerza laboral femenina presenta la misma dirección en el modelo 1 y 2 y también se observa como significativa en los mismos. A su vez, la variable actitudinal es significativa y se relaciona negativamente con la brecha en también en el modelo 2 y 4. Así, todos los modelos presentados reflejan el hecho de que en países donde la fuerza laboral femenina es más alta, las diferencias en el bienestar subjetivo entre mujeres y los hombres en desmedro de las mujeres, serían menores en promedio. A su vez, en sociedades con ideologías más liberales o más pro empleo femenino, las diferencias de bienestar subjetivo serían menores. Los efectos del trabajo doméstico no resultaron ser significativos ni a nivel bivariado, ni en el modelo de regresión, por lo que no es posible concluir al respecto del mismo. Por otro lado, las tasas de fertilidad adolescentes tampoco resultaron ser significativas en el modelo de regresión. V.

CONCLUSIONES

El siguiente estudio ha intentado establecer hipótesis preliminares respecto de las diferencias en términos de auto reporte de felicidad o bienestar subjetivo entre hombres y mujeres en los distintos países. Las diferencias en las declaraciones de felicidad entre hombres y mujeres son llamadas “brechas de bienestar subjetivo”. Como se pudo constatar en el análisis empírico, las brechas no son constantes entre los países. Existen países en que una mayor proporción de mujeres declara ser muy feliz,y países en los que sucede lo contrario. En los datos observados de 31 países, fue posible ver que la situación más común es que exista una brecha en desmedro de la mujer. Esta brecha no necesariamente está relacionada con la existencia de menores niveles “absolutos” de bienestar subjetivo entre las mujeres. Un ejemplo significativo de esto es México donde en comparación con el resto de los países las mujeres declaran altos niveles de felicidad. Sin embargo, es el país con mayores diferencias hombre-mujer. Este hallazgo se refuerza con el hecho de que los factores que se relacionan significativamente con el nivel de bienestar absoluto de los hombres o mujeres no son

21

los mismos que se relacionan con la brecha de bienestar subjetivo. Si bien habría que indagar más en este hallazgo (debido a que solo se realizaron análisis bivariados), es posible sostener que estamos ante fenómenos sociales distintos que habría que analizar de manera separada. Mejoras absolutas en el bienestar subjetivo no necesariamente van de la mano con la generación de una sociedad más igualitaria en términos de género. Existe poca bibliografía previa que trate este tema. Si bien, existe variada literatura respecto a los distintos factores que afectarían de manera particular los niveles de bienestar de las mujeres, pocos se han detenido en analizar esta nueva “brecha” que grafica la posición distinta de hombres y mujeres en la sociedad. El hallazgo más significativo en este sentido fue el realizado por Stevenson & Wolfers (2009) que analizaron longitudinalmente los cambios en las declaraciones de hombres y mujeres a través del tiempo en países industrializados. Los autores llegaron a la conclusión de que se está formando una nueva brecha, donde las mujeres han comenzado a declarar niveles menores de felicidad. Según los autores la brecha se presenta de manera transversal en estas sociedades y no solamente en subgrupos de mujeres casadas o trabajadoras. Este hallazgo es relevante, ya que comúnmente era en estos países donde las mujeres declaraban niveles de felicidad más altos que los hombres. El trabajo aquí presentado intentó dar cuenta de las características de los países que estarían explicando en un momento del tiempo la brecha de bienestar subjetivo entre hombres y mujeres. Por lo mismo, el análisis aquí realizado no logra dar cuenta de los mismos hallazgos que presentan Stevenson & Wolfers en los países industrializados. Sin embargo, los resultados de Stevenson & Wolfers son de gran utilidad para iluminar los hallazgos principales. En el apartado teórico se mencionaron dos perspectivas que podrían explicar las diferencias en las declaraciones de felicidad de hombres y mujeres en una determinada sociedad. En primer lugar se encuentra el enfoque de la “igualdad de género”, tomado sobre todo del discurso de los organismos internacionales que promueven la igualdad entre hombre y mujer en distintos ámbitos. La búsqueda de la igualdad de género estaría guiada por el fin de igualar las condiciones de vida de hombres y mujeres. Esto, ya que se entiende que indicadores más igualitarios (como similar proporción de fuerza laboral femenina y masculina, repartición igualitaria de las labores domésticas y sociedades con actitudes pro igualdad de género) tendrían como trasfondo la generación de paridad en el bienestar de ambos grupos. Si la felicidad declarada es un indicador confiable del bienestar subjetivo, en estados similares, las diferencias promedio entre hombres y mujeres debieran tender a cero en sociedades más igualitarias. Por otro lado, están las teorías de la comparación social, donde en sociedades más igualitarias, el cambio en el grupo de referencia de las mujeres disminuiría sus

22

niveles de bienestar. Avanzar hacia una sociedad más igualitaria no necesariamente redundaría en un aumento del bienestar subjetivo. Los datos presentados no nos ayudan a concluir firmemente a favor de una u otra perspectiva debido a sus amplias limitaciones. Sin embargo hacen pensar que a nivel agregado la igualdad de género en indicadores agregados está asociada con brechas de bienestar subjetivo más reducidas (o incluso a favor de la mujer). De esta manera, el enfoque de la (des)igualdad de género nos entregaría herramientas conceptuales más útiles para comprender a que se deben las diferencias entre los países. Países más desiguales tendrían más brechas de bienestar subjetivo en algún momento del tiempo. Esto se ve reforzado por los hallazgos en cuento a la variable actitudinal incorporada al estudio. La ideología de género de los países resulta ser muy relevante en la explicación de las brechas de bienestar subjetivo. Una ideología promedio más igualitaria, tiene a reducir las diferencias entre hombres y mujeres. A pesar de esto, no es posible desechar la teoría de la comparación social. Es posible que parte de la brecha de bienestar subjetivo en los países menos igualitarios se deba a que las personas realizan comparaciones con la situación de las mujeres en otros lugares del mundo. Esto sobretodo en un mundo globalizado, donde los patrones ideales de género se establecen más allá de las fronteras nacionales. Por otro lado, el enfoque de la comparación social puede ser muy útil para comprender cambios en el tiempo, y a través de este trabajo se están analizando solo diferencias transversales entre países. De esta manera, se considera que este trabajo avanza hacia el estudio de las brechas de bienestar subjetivo, sin embargo posee múltiples limitaciones que vuelven relevante seguir indagando en este problema de investigación. Las limitaciones de este estudio son múltiples. (1) En primer lugar, el trabajar con datos agregados a nivel de país tiene el problema de que se pierde información relevante que se encuentra a nivel individual. Sería importante considerar para otro estudio el cálculo de brechas a nivel país que controle por variables individuales que podrían estar influyendo en los distintos niveles de felicidad hombre-mujer, y que no necesariamente son atribuibles a diferencias de género. Las “brechas” son un fenómeno observable solo a nivel agregado, sin embargo, es posible depurar los efectos de otras variables con técnicas estadísticas más sofisticadas. (2) Por otro lado, el presente estudio sólo contó con datos de 31 países para el año 2002. Es probable que ante la presencia de datos para un universo mayor, los efectos aquí observados cambien. Sería necesario analizar entonces si es que en la actualidad y con más países los hallazgos aquí observados se mantienen. (3) En tercer lugar, para datos más vigentes se encuentran nuevas medidas de desigualdad de género, que pueden ser mejores proxys que el porcentaje de mujeres en la fuerza laboral, la tasa de fertilidad adolescente o 23

el índice de repartición de las tareas domesticas. El foro económico mundial desde el año 2006 ha presentado año a año un índice de brechas de género en distintos ámbitos, que seguramente refleja mejor el concepto que se buscaba presentar en este trabajo. Los datos de estos informes no se utilizaron, ya que la variable dependiente de este estudio se construyó en base a datos de 2002. A pesar de todas estas limitaciones, se considera que este estudio puede contribuir a plantear hipótesis a ser estudiadas de manera más profunda en próximas investigaciones. Lo que se buscó en el presente trabajo es dar relevancia no sólo a los niveles absolutos de felicidad o bienestar subjetivo de las mujeres, sino también a las diferencias de éstas con su grupo de referencia. Esto, debido a que en una sociedad donde las diferencias de género no existan, las variables asociadas a la “infelicidad” debieran estar distribuidas de manera aleatoria entre estos grupos, no presentándose así diferencias de bienestar subjetivo importantes. Consideramos que el hecho de que existan brechas de bienestar subjetivo refleja la existencia de diferencias de género que deben solucionarse o al menos detectarse para hacer cambios a nivel de política pública. El estudio de las brechas puede servir para poner en evidencia cuáles son los aspectos más importantes a trabajar por una sociedad para contribuir a mejorar las oportunidades de los grupos más desaventajados.

24

Bibliografía Beytía, P. (2011). El impacto del contexto social en los determinantes individuales de la felicidad . Santiago: Tesis para acceder al grado de Magíster en Sociología UC. Bjorsnov, C. (2003). The Happy Few: Cross-Country Evidence on Social Capital and Life Satisfaccion. Kyklos, 56(1), 3 - 16. Blanchflower, D., & Oswald, A. (2008). Is Well Being U-Shaped over the Life Cycle? Social Science & Medicine, 66, 1733-1749. Calvo, E., & Beytía, P. (Octubre de 2011). ¿Cómo medir la felicidad? Claves para Políticas Públicas, Universidad Diego Portales, 1-10. Di Tella, R., MacCulloch, R. J., & Oswald, A. J. (November de 2003). The Macroeconomics of Happiness. The Review of Economics and Statistics, 85(4), 809 - 827. Diener, E., & Seligman, M. (2004). Beyond Money: Toward an Economy of Well Being. American Psycological Society, 5(1), 1 - 31. Easterlin, R. A. (1995). Will raising the incomes of all increase the happiness of all? Journal of economic behavior and Organization, 27, 35 - 47. Graham, C. (2009). Happiness Around the World. The Paradox of Happy Peasants and Miserable Millionares. Oxford: Oxford University Press. Hausmann, R., Tyson, D, L., & Zahidi, S. (2006). The Global Gender Gap Report 2006. World Economic Forum. Helliwell, J., Layard, R., & Sachs, J. (2012). The World Happiness Report. The Earth Institute, Columbia University. Inglehart, R., Foa, R., Peterson, C., & Welzel, C. (2008). Development, Freedom, and Rising Happiness: A Global Perspective (1981–2007). PERSPECTIVES ON PSYCHOLOGICAL SCIENCE, 3(4), 264 - 285. Khaneman, D., & Krueger, A. (2006). Developments in the Measurement of Subjective Well-Being. Journal of Economic Perspectives, 20(1), 3-24. Mencarini, L., & Sironi, M. (2012). Happiness, Housework ang Gender Inequality in Europe. European Sociological Review, 28(2), 203-219. Stevenson, B., & Wolfers, J. (2009). The Paradox of Declining Female Happiness. Working Paper, National Bureau of Economic Research. Treas, J., Van der Lippe, T., ChloeTai, & Tsui-o. (September de 2011). The Happy Homemaker? Married Women´s Well Being in a Cross National Perspective. Social Forces, 90(1), 111132. 25

Veenhoven, R. (2008). Lo que sabemos de la felicidad. En L. Garduno, B. Salinas, & M. Rojas, Calidad de vida y bienestar subjetivo en México (págs. 17 - 56). Mexico: Plaza y Valdés.

26

Anexo 1. Descriptivos variables

Variable

Media

Desviación Estándar

Mínimo

Máximo

Gap Felicidad

0.02

0.01

-0.09

0.11

% de Mujeres Muy Felices

0.41

0.02

0.11

0.59

% de Hombres Muy Felices

0.42

0.02

0.09

0.69

44.10

0.68

32.92

49.10

77.67

1.62

61.50

88.90

15.90

1.11

8.00

28.80

5.95

1.03

0.70

24.80

1.70

0.10

1.17

3.71

23.01

3.75

5.34

86.00

17806.01

2208.23

1009.02

42291.83

2.17

0.06

1.48

2.87

2.22

0.26

-3.12

3.77

3.39

0.06

2.67

4.13

0.83

0.07

0.18

1.83

Fuerza de Trabajo femenino (% del total de la fuerza de trabajo) % de mujeres en el sector servicios (% del total de mujeres empleadas) % de mujeres en el sector industria (% del total de mujeres empleadas) % de mujeres en el sector agrícola (% del total de mujeres empleadas) Tasa de Fertilidad (Número de hijos por mujer) Tasa fertilidad Adolescente (Nacimientos cada 1000 mujeres entre 15 y 19) Pib per cápita en dólares Índice de Actitudes hacia la incorporación de la mujer al trabajo (1 reticencia, 5 apoyo) Índice Tareas domésticas a cargo de Hombres Índice Tareas domésticas a cargo de Mujeres Índice de diferencia de tareas domesticas

27

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.