Fe, desarrollo y pobreza

June 7, 2017 | Autor: Cristina Loayza | Categoría: Poverty, Poverty Reduction Strategies, Poverty and Inequality, Poverty Alleviation
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Descripción

Fe, desarrollo y pobreza
Hay una cosa que tienen en común El Banco Mundial, la ONU, FMI, los cristianos, los musulmanes, los judíos y los hindúes que es la reducción de la pobreza para 2030. En un manifiesto de estas organizaciones se establece que la eliminación de la pobreza es un imperativo moral y espiritual y la influencia de las organizaciones religiosas es clave para este propósito porque el 80 por ciento de gente pobre se identifica con una religión, y la religión tiene un papel muy importante en la formación de valores, ética y moral en la mayor parte de la población mundial. La fe contribuye significativamente a los procesos de desarrollo social y económico, la mayoría de personas en países en desarrollo están vinculadas a prácticas religiosas y espirituales y creen firmemente que la fe juega un rol importante en sus vidas. Desde 1945 los grupos secular tienen un rol destacado en la reducción de la pobreza a nivel mundial como son la dotación de salud, alimentación, educación, protección social y construcción de procesos de paz.
Para erradicar la pobreza extrema, según esta organización secular, hará falta un enfoque integral de cómo prevenir las enfermedades evitables, proveer de acceso a una educación de calidad, crear fuentes de empleo, combatir la corrupción, evitar los conflictos violentos, y bajar los niveles de discriminación de las mujeres, las minorías étnicas y otros grupos. Por otro lado será necesario un cambio en los hábitos que generan pobreza como son: la codicia y el derroche, la insensibilidad al dolor ajeno, y la explotación de los recursos naturales y de las personas. Lo que es importante es que todas las personas pobres y no pobres gocen y hagan uso de sus derechos básicos para ver a una sociedad prosperar conjuntamente. Para éste propósito será muy importante contar con la voluntad política y social, el fortalecimiento de las relaciones interinstitucionales y, el compromiso de la sociedad civil.
Existe cerca de 1.2 billones de personas viviendo en condiciones de extrema pobreza por carencia de servicios básicos y limitado acceso a bienes a nivel mundial. Sin embargo la pobreza también deviene de una concepción religiosa que tiene un gran impacto en como las personas consideran el entorno de la pobreza y su rol en este medio, se ha identificado que la gente atribuye la pobreza principalmente a un problema de actitud de cada individuo considerando desde luego agentes externos económicos y de oportunidades existentes. La religión y la fe son muy importantes en las vidas de la mayoría de personas, algunas de las intervenciones para reducir la pobreza están altamente influenciadas por este fenómeno.
Las organizaciones seculares tienen un éxito en las actividades de asistencia social por dos razones, la primera, porque tienen el doble de accesibilidad a los hogares que se encuentran en extrema pobreza que las ONG o las agencias de gobierno, y por otro lado tienen la convicción y el verdadero interés de ayudar a los pobres. Sin embargo hay limitaciones, los gobiernos y las ONG cuentan con más recursos para ejecutar los programas y cuentan con la decisión final en sus manos. La dificultad en la implementación de estos programas está en que los gobiernos tienen la gran habilidad de hacer las cosas más simples más difíciles de lo que deberían ser. Tal vez ésta sea una de las razones por las que la gente evita interactuar con un gobierno que no funciona tan bien del todo y se encuentren más cómodos con las agencias seculares. El punto es que las organizaciones seculares, las públicas y privadas deben coordinar acciones para concretar la implementación de programas y promover la inclusión y empoderamiento individual y colectivo.
Un ejemplo de esto es el programa de Socios por la Salud en Uganda, donde han colaborado católicos, protestantes, musulmanes y el gobierno local por varias décadas, principalmente en la lucha contra el sida. El gobierno de Uganda apoya con el 35% de fondos para la ejecución de los programas de salud y son asignadas a las organizaciones seculares para la implementación de programas de salud. Otro ejemplo está en Mozambique, en 2006, 11 organizaciones religiosas, de estado y la cooperación internacional lanzó la campaña para luchar contra la malaria, que es una enfermedad prevenible. Se asignaron 500 millones de dólares para una primera fase de tres años intensivos de ayuda médica particularmente para niños, las organizaciones seculares atendieron a 1.6 millones de personas quienes realizaron campañas de educación, información y prestación de servicios médicos.
Se encuentran aportes de los grupos seculares a los procesos de desarrollo que deberían considerarse a manera de política pública como lo han hecho en el Reino Unido, Holanda y Suiza. Los principales aportes son:
Provisión de asistencia humanitaria particularmente en estados muy frágiles
Empoderamiento de la gente para que los gobiernos tomen medidas respectivas a favor de ellos
Claridad en los procesos de rendición de cuentas
Reducción de conflictos y construcción de sociedades pacíficas
Capacidad de cambio de creencias y comportamientos en las personas
Construcción de coaliciones internacionales de acción
Para la rigurosidad de la academia en sus análisis técnicos, existe un reto con el trabajo de los organismos seculares, que es la formalización de los resultados obtenidos para poder evaluar el impacto de los programas implementados. Esta información es necesaria para poder instaurar mecanismos de replicabilidad de proyectos y para poder elaborar políticas públicas. Por el otro lado para poder evaluar la efectividad de éstos programas, las organizaciones seculares demandan de un apoyo estatal serio y continuo en la ejecución de los programas de reducción de la pobreza, considerando que el gobierno es un socio estratégico. Una recomendación final para los hacedores de políticas públicas, es que a más de interferir con las carencias que causan la pobreza, consideren los procesos participativos que conllevan a actividades de inclusión y empoderamiento individual y colectivo.


Bibliografía
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