Familias chilenas: cambios y desafíos
Descripción
Familia chilena: cambios y desafíos. Expectativas, influencia de las políticas públicas y tecnologías de la información y comunicación. Autor: Sergio Bernales Resumen: Este artículo es una actualización de otro de 1993 sobre la familia chilena que se preguntaba: ¿Cuál familia? Ya cerca del 2015, parece pertinente hacerse de nuevo la misma pregunta, esta vez desde los cambios que han producido sobre las familias el efecto de políticas públicas que las intervienen en variadas dimensiones, las TICs (Tecnologías de la información y la comunicación) y la reflexión que surge desde diferentes disciplinas. El artículo se ordena en 7 puntos: revisión de la definición de familia, exploración de las expectativas que hay sobre su estructura y funcionamiento, interrogación por lo que la familia regula en su conexión con la sociedad y el Estado, descripción de posibles dimensiones de cambio ocurridas en estos últimos 20 años, incidencia de la historia en esos cambios, descripción y comentario de la única política pública que el Estado ha desplegado sobre la familia al intervenirla directamente, señalamiento y comentario de la influencia de las TICs en su dinámica interna. Se trata de un trabajo que busca, mediante una revisión bibliográfica, dar una mayor información interdisciplinaria a los terapeutas y profesionales que trabajan directamente con las diferentes realidades familiares existentes en el país con la finalidad de complejizar el tema y respetar su diversidad. Palabras claves: Familia, política pública, dimensiones de cambio, TICs. Abstract 1.- Definición amplia de Familia La familia es una institución1 que combina lo social con lo biológico. Está formada por personas que pueden reproducirse sexualmente o concebir hijos a través de métodos artificiales de reproducción, se hace cargo de ellos y les procura subsistencia. Es este un aspecto universal que comparten todas las instituciones que designamos con el nombre de familia. Sus miembros comparten un espacio social en el tiempo y generan relaciones de parentesco, a veces de conyugalidad y otras de parentalidad, ya sea conjunta o por separado. A esta definición hay que 1 En un trabajo de Göran Therborn publicado en Cepal el 2007 describe: “Las instituciones se pueden definir como
estructuras de normas donde se fija y mantiene un juego de roles sociales; en este sentido, también es posible verlas como un tipo de equilibrio social entre poder y beneficios. Una familia, entonces, es una institución definida por normas para la constitución de la pareja sexual y de la filiación intergeneracional”.
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agregar la familia de adopción, aquella que acepta como hijo/a a un infante que no lo es por la línea biológica con todos los derechos y obligaciones legales de aquella. Se relaciona además con la comunidad y sociedad en que se inserta mediante una capacidad de producir distintos tipos de bienes. Contribuye al aumento de la población y a la incorporación de individuos en las tareas que la sociedad demande, o al menos solicita a ésta que le haga un lugar de derechos en ella. Para llevarlo a cabo se organiza alrededor de formas de poder, de afecto y de pensarse a sí misma bajo ciertos supuestos ideológicos. Al hacerlo, les permite pertenencia a sus integrantes como asimismo les ayuda a diferenciarse e individuarse como personas. En nuestro país, y de acuerdo a diferentes estudios y encuestas (PNUD, 2002, 2012; CEPAL, 2001-‐2007; encuestas UDP, 2012; UC, 2012; CEP, 2002, 2012), se espera de ella que sea un aporte en lo concerniente a los afectos y al cuidado mutuo, pero no sólo a eso, sino además a que elabore estrategias instrumentales de intereses propios con el fin de hacerla durar en el tiempo y se establezcan lazos que traspasen a la actual generación de integrantes. Al ser definida por la Constitución como una institución social básica, no puede restarse a participar de los valores culturales de la sociedad ni a los procesos políticos que ocurren en ella en cada momento histórico. Es una entidad que no está aislada del resto de las instituciones sociales y está constantemente influida por los diferentes procesos que ocurren en el país. Es así entonces que hogar y familia se integran a los mercados laborales e incide en la organización de las redes sociales. De esta caracterización se infiere también que las tasas de fecundidad, de divorcio y los procesos de envejecimiento que ocurren en su interior son parte de procesos sociales, económicos y culturales más amplios, sujetos a políticas públicas (Jelin, 2007). Es por ello que el aumento de su heterogeneidad se vincula a cambios globales (OCDE, 2011) en distintos niveles: su formación, la manera como se estructura el hogar, la progresiva inserción de la mujer al mundo laboral externo al hogar (lo que cambia el equilibrio entre trabajo y vida), el aumento del número de divorcios y la disminución de las tasas de natalidad. Las consecuencias se observan en la cantidad de niños, niñas y jóvenes que crecen en familias monoparentales y ensambladas. A lo anterior hay que agregar la persistencia de familias en situación de pobreza, como asimismo, la creciente oportunidad en los logros educativos de las mujeres. Finalmente, la incorporación masiva de las tecnologías de la información y comunicaciones (TICs) le demanda un rápido cambio de costumbres en la convivencia interna. En parte debido a todo lo anterior, el desafío en su autonomía e independencia respecto a la frontera entre lo público y lo privado, la hace un objeto susceptible de regulaciones y de políticas públicas al punto que la definición que pueda hacerse de ella observa cambios en cada época que son necesarios de estudiar para discernir mejor sus características actuales. 2.- Cambios en las expectativas sobre la familia. Es de fácil observación que sobre la familia recaen una gran cantidad de expectativas de diversa índole. A.-‐ Si comenzamos por el aporte de las mujeres, pilar fundamental de su cohesión, lo que ha señalado el feminismo ha permitido el inicio de un debate sobre la familia como parte de un pensamiento sociológico que plantea el tema de una mayor emancipación de la mujer respecto del rol tradicional que ha cumplido.
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Si la familia es una institución que tiene como función atender las necesidades básicas, materiales y emocionales de sus miembros y colaborar en mantener el orden social, el feminismo ha tenido una gran repercusión “por haber puesto en tela de juicio la visión de la familia como ámbito armonioso e igualitario” (Giddens, 2001). ¿Qué ha puesto en la discusión social esta particular visión? Probablemente un conjunto de ideas. Entre ellas poder mirarla en su pluralidad, complejidad y diversidad, cuestionarla como la célula básica en su conformación únicamente nuclear y con roles prefijados. Además, al hacer visible las tensiones de las relaciones que se despliegan en su interior, la hace objeto de legislación, es decir, de la necesidad de ser regulada por los poderes del Estado (Montaño, 2006). Otro aporte de la crítica feminista toma en cuenta lo que tiene que ver con la pobreza, tanto en la importancia de estudiarla en relación al poder, la distribución de las funciones en su interior, la relación con la autonomía económica de las mujeres, como a la necesidad de políticas públicas para su erradicación. Existen estudios (CEPAL, 2007) que señalan que la incorporación de la mujer al trabajo remunerado fuera del hogar ha tenido efectos positivos en disminuir la pobreza, las mortalidades y ha aumentado el bienestar de los distintos miembros de la familia. También esta incorporación ha influido positivamente en la autonomía de las mujeres, sin embargo, tal desarrollo no se ha reflejado debido a la persistencia de una desigual distribución de responsabilidades en la vida privada y a la permanencia de diferencias de ingreso cuando se realiza igual trabajo en el ámbito público. En el área de la seguridad social, los temas de género han quedado cada vez más puestos, y si bien no han incidido en promover la igualdad como hubiesen querido, ha habido un reconocimiento de la relevancia de lo cultural en la construcción de derechos al interior de la familia. Esto ha permitido una mejor conversación respecto del amor, el sexo, el matrimonio, la crianza y el reparto de las necesidades domésticas. Por último, también ha dependido del feminismo una mejor articulación simbólica entre lo público y lo privado con el fin de llevar a la práctica los principios que rigen la democracia y la legislación correspondiente. Fruto de ello se ha logrado fiscalizar y penalizar la violencia doméstica que sufren mujeres, niños y ancianos (Montaño, 2006). Queda por definir el lugar que ocupa en las expectativas sobre la familia un hecho cultural en aumento, el de redefinir el alcance del matrimonio. ¿Sólo debe ser entre un hombre y una mujer? Se trata de una controversia que en Chile se está iniciando con la legislación del Acuerdo de Vida en Pareja. Es probable, además, que en el futuro la conceptualización del matrimonio modifique las nociones de paternidad, maternidad, adopción, filiación y modos de concebir los embarazos debido a cambios biotecnológicos que aumentan las posibilidades existentes hasta ahora. B.-‐ Para el Estado, en cambio, la particular organización de la familia y los modelos que sigue tienen un papel muy importante en el diseño de políticas públicas de bienestar. En general se privilegia un modelo de familia por sobre otros, y si se acepta su diversidad, sigue existiendo un
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modelo que se ve favorecido por determinadas políticas públicas, la mayoría de las veces, más bien tradicionales, las que sin embargo suelen sufrir modificaciones dadas por lo que cada régimen de gobierno implementa y por los cambios culturales que se están llevando a cabo en ésta, una época de mayor apertura. Desde un punto de vista sociológico, más allá de los cambios demográficos y de la diversificación de patrones familiares y de la des-‐institucionalización de la familia, cabe preguntarse si en nuestro país no se aprecian ciertas resistencias culturales acerca de las transformaciones que están ocurriendo en su conformación y en su dinámica en relación con otros países2. Como señala Ximena Valdés: “Ya entrado el siglo XXI, se nos hace evidente que sólo durante la cuarta parte de nuestra vida republicana ha habido correspondencia entre la simbolización de la familia y su representación jurídica –ambos padres y sus hijos unidos previamente en matrimonio–, con variaciones que estaban determinadas por el origen y la condición social de sus miembros” (Valdés, 2007). En ese mismo artículo hace ver que la normativa jurídica ha sido aquella regulada por el Código Civil (1855) y la Ley de Matrimonio Civil (1884). En ella se establece el matrimonio laico, legislación que se mantuvo vigente hasta el año 2004. Las características de este tipo de matrimonio fue su indisolubilidad. Respecto del funcionamiento familiar, éste estaba a cargo del 2 La canadiense Anne-‐Helène Gauthier, distingue cuatro modelos de política familiar (Gauthier, 1996a : 203). El familiarista/natalista cuando los efectos de la baja fecundidad dan un motivo para justificar una intervención política. Promueve el subsidio económico en el nacimiento de un tercer hijo. También permisos de maternidad y oferta de cupos en las salas cuna. Estimula la conciliación entre las responsabilidades laborales y familiares sin oponerse a la participación de las mujeres al mercado de trabajo ni restringir el derecho al aborto. Se respeta además el principio de paternidad voluntaria. Francia y Quebec usan este modelo. El tradicionalista que plantea como objetivo primordial la preservación de la institución familiar. El soporte a la familia pasa por el estímulo del modelo familiar tradicional basado en la diferenciación de roles entre hombres y mujeres y en el papel del padre como sustentador principal de la familia. El gobierno asume la responsabilidad de dar un soporte mediano a las familias, pero sin que esto suponga abandonar la fe en el papel de la familia, de la comunidad y de la beneficencia. Si bien las madres que trabajan reciben prestaciones, se desincentiva su inserción al mercado laboral. La escasa oferta de plazas en las guarderías infantiles no ayuda a la conciliación entre la vida familiar y laboral. La provisión de largos fueros maternales aunque sin perder el lugar de trabajo desincentiva a las mujeres a interrumpir su carrera profesional. La legislación sobre el aborto contiene ciertas restricciones al ejercicio de este derecho. Alemania es un ejemplo de este modelo. El igualitario promueve la igualdad entre hombres y mujeres como su objetivo principal. Su propuesta es avanzar hacia una familia más igualitaria en términos de asignación de roles conyugales. Así, el gobierno asume una responsabilidad plena en la creación de condiciones y oportunidades que permitan a las mujeres compaginar de forma más fácil el trabajo remunerado y el familiar y a los padres tener una implicación más grande en el cuidado de los hijos (en casa). Los permisos parentales (que no tan sólo incluyen los de maternidad) constituyen una de las piedras angulares de este modelo. Una estimulante oferta de jardines infantiles y permisos para el cuidado de hijos enfermos ayudan a disminuir las desigualdades por razones de género. La legislación sobre el aborto es bastante liberal. Suecia y Dinamarca se reconocen en este modelo. El familiarista no intervencionista es uno donde los gobiernos sólo asumen la responsabilidad de dar soporte a las familias cuando estas se encuentran en estado de necesidad. Si bien no se ponen obstáculos a la participación de las mujeres en el mercado de trabajo, tampoco se les da más prestaciones.
Otros autores enfatizan políticas vinculadas a las cuestiones de género con énfasis en los dispensadores de cuidados cotidianos. Mary Daly y Jane Lewis (2000) son un ejemplo de estudios al respecto. Ellas han convertido el tema de los cuidados en una categoría analítica de análisis. Son las que acuñaron el término Social Care para destacar lo que queda fuera del Health Care (cuidado de la salud), como por ejemplo aquellas actividades de orden material, afectivo y simbólico que se ligan al cuidado de infantes y viejos cuando son dependientes. Si este tipo de cuidados es trabajo, ¿cómo se evalúa y retribuye? En este sentido, el término cuidado es un concepto complejo y necesario de analizar.
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marido y del padre en un régimen de sociedad conyugal. De este modo, en ciertas políticas de un Estado de Bienestar pro-‐familiares, por ejemplo en la asignación de subsidios para acceder a una vivienda, se favorecía a las familias que contaran con la “Libreta de Familia”, algo que reforzaba la idea de un tipo de familia formal, aquella que se mantenía dentro del matrimonio. Pero, si el Código Civil estableció como norma que la familia se fundaba en el matrimonio indisoluble, y si durante el siglo XIX entre un tercio y la cuarta parte de los niños nacía fuera del matrimonio, este tipo de familia quedaba más desprotegido de acceso a ciertos programas para lograr viviendas en ese período (Valdés, 2007). Lo que quiero recalcar, es que el Estado es un actor fundamental para la conformación de expectativas sobre la familia a través de lo que fomenta o dificulta en relación a ella. C.-‐ Desde otro ángulo, hoy se privilegia una visión democrática de la familia que efectúa una reflexión del tema y de cómo lograrla, es decir de: a) La posibilidad de existencia de relaciones libres e iguales dentro de la familia, de forma tal que se generen circunstancias en que las personas puedan desarrollar sus potencialidades y expresar sus diversas cualidades, respetando las habilidades de los demás. b) La protección respecto del uso arbitrario de la autoridad y del poder coercitivo (I. Arriagada, 2007). Si unimos estas dos apreciaciones, la que hace frente a los cambios demográficos y culturales y las relativas a un funcionamiento progresivamente democrático, observaremos que hay permanencias y discontinuidades. Es un hecho que las mujeres se han incorporado al trabajo fuera del hogar, pero ¿qué pasa al interior del hogar? ¿hay una mayor presencia masculina? No. El trabajo doméstico no es algo apetecido por los hombres3. Valdés señala la idea de un principio de “maternidad moral y salario familiar” tomada de Castells4 para afirmar que por más democráticos que sean los cambios, el tipo de familia existente en la actualidad no se extinguirá mientras la sociedad contemporánea no elabore mecanismos para implementar estos cambios en su interior a través de instancias públicas y legislativas que los hagan posible, por ejemplo, diseñando una concepción diferente del aprecio del cuidado de niños/as y ancianos en términos económicos.
3 Eduardo Valenzuela et al. (2006) Tiempo, trabajo y familia en El eslabón perdido. Familia, modernización y bienestar en Chile.
S. Valenzuela, E. Tironi, T. Scully eds., Taurus, Santiago; José Olavarría (2004) ¿Dónde está el nuevo padre? Trabajo doméstico, de la retórica a la práctica en X. Valdés y T. Valdés eds. Familia y vida privada. ¿Transformaciones, tensiones resistencias o nuevos sentidos? CEDEM/FLACSO, Santiago; Ximena Valdés et al.. (2006) ¿Modelos familiares emergentes o fractura del modelo tradicional? En Puertas adentro. Masculino y femenino en la familia. X.Valdés, C. Castelain-Meunier y M. Palacios, LOM, Santiago. 4 Robert Castel. La métamorphose de la question sociale. Une chronique du salariat, Fayard, Paris 1996 (citado en Notas sobre la metamorfosis de la familia en Chile, Ximena Valdés).
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A pesar de muchas de las expectativas femeninas en pos de un modelo igualitario y de doble ingreso, menos del 20%5 de la población se identifica con el modelo democrático de carácter igualitario y relacional y sólo el 40 % de las familias viven del doble ingreso. Las expectativas siguen siendo las tradicionales, y en palabras de Valdés, son expectativas de un “conservadurismo fracturado”6 debido, según ella, al retardo de los cambios jurídicos en los asuntos de familia, en parte explicado por esa mezcla de conservadurismo moral y liberalismo económico que se impuso como modelo a pocos años de iniciado el gobierno militar, y que se mantuvo en el retorno de la democracia desde comienzos de los 90, avalado además por la influencia de la Iglesia en lo moral, la privatización de los servicios en lo económico y la fragilidad de las redes de solidaridad pública. Las tareas de sostener un modelo de estas características recae de preferencia en las mujeres, lo que explica que sus expectativas difieran de la de los hombres en estas materias7. La institución familiar se muestra así muy exigida y se mantienen dentro de ella los roles de la “buena madre” y el del padre proveedor, aunque ambos sean de difícil ejecución para muchas de ellas. Si bien está la idea de una mayor participación del hombre en lo doméstico, sigue siendo ésta una figura retórica8 ¿Que tipo de políticas sociales, reformas jurídicas y modos de incentivar nuevos patrones culturales se requieren cuando las familias se enfrentan a este tipo de transformaciones? ¿Cuáles son los retos a futuro frente a procesos que indicarían que la vida privada de los chilenos se organiza bajo patrones de reproducción y cambio cultural en lo privado pero a la vez a cambios del papel del Estado en lo social? (Valdés, 2007). Responderlas nos llevará a evaluar los nuevos cambios que se producirán en las expectativas que tendrá aquello que designamos como familia en el futuro. 3.- Lo que regula la familia y su interconexión con la sociedad y el Estado Son sabidas las funciones de la familia en términos biológicos, educativos, económicos, protectores y solidarios, como asimismo el hecho de estar regulada en términos jurídicos a través del matrimonio civil, que según nuestro Código Civil, "es un contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se unen actual e indisolublemente por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de procrear y de auxiliarse mutuamente" (art.102). Por tanto en Chile, el matrimonio es el único medio legal para fundar una familia. Sin embargo, es de común observación que hoy existe una variada gama de familias distintas según sea su estructura (extensas, nucleares, monoparentales femeninas o masculinas, consensuales, ensambladas, de padres y madres del mismo sexo) y formas de vida respecto de la 5 Según el Informe de Desarrollo Humano del PNUD 2000 para Chile, sólo el 17% de los encuestados se identifican con un modelo de familia democrático e igualitario y casi todos quienes lo hacen corresponden a sectores urbanos de alto capital cultural (Tomado de Notas sobre la metamorfosis de la familia en Chile, Ximena Valdés y del propio Informe). 6 Citando a Javier Martínez y Margarita Palacios. (2001) Liberalismo y conservadurismo en Chile. Actitudes y opiniones de las mujeres chilenas a inicios del siglo XXI. Grupo de Iniciativa Mujeres. Santiago. 7 Ximena Valdés et al. (2006) ¿Modelos familiares emergentes o fractura del modelo tradicional? En Puertas adentro. Femenino y masculino en la familia contemporánea. LOM, Santiago. 8 Ulbrich Beck (1998), La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad. Paidos, Barcelona, José Olavarría, “¿Dónde está el nuevo padre? Trabajo doméstico”, en Ximena Valdés y Teresa Valdés, Familia y vida privada ¿Transformaciones, tensiones, resistencias o nuevos sentidos? CEDEM / FLACSO, Santiago, Chile, 2005, pp 215- 250.
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filiación y de la residencia (hijos que no viven con sus padres, mujeres u hombres que viven largas temporadas lejos del hogar de residencia familiar). Su existencia las obliga a dialogar cuestiones de género y a ejercer la parentalidad de una manera específica de acuerdo a esas características. Estas familias “reales” se alejan del modelo salarial descrito antes e incubado por la sociedad salarial que supone un padre proveedor y una madre dedicada a la reproducción y crianza. Son más complejas además las redes de parentesco y las formas sociales de vinculación. Significa que la relación con la sociedad y el Estado de esta multiplicidad de familias no consideradas en el Código Civil tendrá necesariamente vacíos legales y normativos a la hora de diseñar políticas que las consideren. Estos hiatos hacen visible cierto divorcio entre los requerimientos de las familias reales, lo que la sociedad espera de ella y lo que el estado puede brindarle a través de las políticas públicas. Las familias y la sociedad se requieren mutuamente para ser sustentables y la modernidad ha hecho visible una falta de sintonía en esa relación (Güell, 1999). La sociedad demanda a la familia y esta no cuenta con los recursos necesarios generando incertidumbre en su interior (Güell, 1999). De lo anterior se desprende la necesidad de seguir investigando sobre esta falta de sintonía. Según estudios realizados por el PNUD9 en 2012, “la coyuntura social del año 2011 instaló con mucha fuerza en el debate nacional la pregunta por la subjetividad de las personas, por sus percepciones, por sus estados de ánimo colectivos. A nadie dejó indiferente el creciente número de expresiones de malestar social que a lo largo del año se instalaron en la agenda pública y en las conversaciones de los chilenos y chilenas”10. Si ya el trabajo de Güell (1999) una década antes remarcaba que la forma de superar las crisis consiste en generar un conjunto de lenguajes, recursos, distribución de roles y estilos muy particulares. Es algo que las obliga a volverse hacia dentro porque esas soluciones no son compartibles para afuera ni encuentran legitimación y sustento en el medio social más amplio, la expresión ciudadana del 2011 volcó a algunos de sus miembros a la esfera pública, en particular a la calle como ejercicio de ciudadanía y de ocupación de los espacios públicos. Cambian así los referentes sociales. ¿Ha podido esta variedad de tipos familiares adaptarse a ellos? ¿Ha sido capaz de asumir nuevas responsabilidades acorde a los tiempos? ¿Se le da a la sociedad civil en que está inserta instrumentos legales y culturales para no dejarla aislada? Si todo se ha privatizado, ¿podrá la familia generar un nuevo modo de aportarle a sus integrantes? El mismo informe del PNUD se pronuncia sobre el equivalente conceptual de la “felicidad” denominándolo “bienestar subjetivo integral”. A partir de este concepto, discute cuál es la relación que puede establecerse entre subjetividad, bienestar, malestar y desarrollo. Sitúa como espacio adecuado de intervención de la política pública el terreno de la agencia y las capacidades. Y estudia once capacidades que podrían potenciarlo11. De ellas, seis son las consideradas 9 Programa Naciones Unidas para el Desarrollo. 10 Informe PNUD, Página 38 11 Informe PNUD 2012.
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relevantes por su mayor peso explicativo en los estados subjetivos de los chilenos: salud, necesidades básicas, vínculos, respeto, seguridad y proyecto de vida. A continuación indica las prácticas cotidianas a través de las cuales las personas desarrollan el incremento del bienestar subjetivo. La familia es uno de los pilares de un trípode conformado además por el trabajo y el tiempo libre. En otras palabras, y en términos identitarios, para querer y ser querido, ser competente y ser una buena persona, se requiere de condiciones sociales para lograrlo. La familia puede ser un recurso o un obstáculo. Y para convertirse en un recurso, requiere de medios legales y culturales que le ayuden a facilitar dichos recursos a sus integrantes. Al enumerar estas prácticas cotidianas en lo referido a la familia se está hablando de aquellas “acciones que la mayoría de los entrevistados realiza habitualmente, y cuya extensión es acotada en el tiempo: poseen un comienzo y un final claramente identificables. Por lo general, se circunscriben a ámbitos específicos de la cotidianeidad”12. Sin embargo, no sólo importan las prácticas cotidianas, también interesan las prácticas constitutivas, “aquellas por medio de las cuales las personas intentan construir una autoimagen consistente para sí mismas y legítima frente a los demás”13. En los relatos, la familia surge como el referente indiscutido de lo bueno de la vida; algo así como un espacio omnipotente, capaz de proveer bienestar subjetivo y reducir el malestar de múltiples maneras14. ¿Qué entrega la familia para los encuestados? Afecto, ser una fuente de apoyo incondicional a la hora de enfrentar distintos tipos de dificultades, proveer un sentido de la vida, en especial en lo concerniente a las relaciones de madres con los hijos, no así en las relaciones de pareja, sensación del deber cumplido de parte de los padres con sus hijos pequeños, ser soporte para la autoafirmación y el desarrollo de proyectos personales, ser fuente de orientación hacia el logro de objetivos autónomamente elegidos y ser un lugar en el que se practica la solidaridad, tanto en lo económico como en lo afectivo. Sin embargo, la familia también entrega malestar subjetivo. Ocurre cuando restringe las libertades individuales durante la etapa de crianza, cuando hay desgaste asociado a estas labores y cuando aparecen dificultades para autoafirmarse al interior del espacio familiar. A su vez, la familia aparece condicionada de un modo externo e interno. Ejemplo de lo externo es la dificultad para conciliar tiempo familiar y trabajo remunerado con los consiguientes sentimientos de culpa e impotencia de los progenitores, en especial en los sectores económicamente desfavorecidos, pues la queja de la falta de ingresos es el otro gran factor de malestar subjetivo. Ejemplo de lo interno es cuando no hay relaciones positivas y cercanas entre los miembros del núcleo familiar ya que en esas condiciones las personas manifiestan sentirse no queridas, abandonadas y carentes de apoyo. Otro elemento que cruza los dos anteriores ocurre cuando un miembro se enferma. La salud y el acceso a ella se vive como algo fundamental. Para que estas prácticas se desenvuelvan de mejor forma, la familia ritualiza algunas de ellas, por ejemplo la participación en espacios asociados a la preparación y el consumo de alimentos al interior del hogar, de preferencia en las noches y fines de semana. Como no es fácil en la actualidad compatibilizar los tiempos de cada cual se requiere de una gestión activa, la que a 12 Informe PNUD 2012, página 221. 13 Informe PNUD 2012, página 221. 14 Id, página 223.
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veces, es fuente de conflicto. Lo mismo ocurre con las vacaciones. Cabe mencionar que muchos de estos panoramas decaen en lo referente a la pareja, la que suele no ser mencionada. Las tareas domésticas y el intercambio de sentimientos cruzan la vida familiar en términos de malestar y bienestar, pero son factores que inciden. Como este estudio centró su tarea en el bienestar o malestar subjetivo, una pregunta del cuestionario resulta relevante para discernir conclusiones y articularlas con la relevancia de la familia (aunque no solo con ella). La pregunta es: “En el último año, ¿ha empezado a hacer alguna actividad nueva que no hacía antes con el objetivo de estar mejor con usted mismo o sentirse más feliz?”. Si bien casi tres cuartos respondió negativamente15, suele ocurrir que las prácticas de bienestar respondan a actividades comunes y corrientes dentro del contexto requerido para la vida social. En ellas, la familia y el trabajo son dos ejes centrales. Al mencionar lo que sí incide en la producción de bienestar subjetivo aparece la capacidad de auto cuidarse, la capacidad de administrar una buena gestión emocional, saber gestionar el uso del tiempo, la capacidad de cuidar el espacio en que se habita, el desarrollo de la sociabilidad, todas ellas capacidades más adaptativas que transformadoras, algo que pone en jaque capacidades motivacionales y de proyectos de vida. ¿Tendrá que decir algo la manera como se organiza la sociedad chilena y su modo de gobernarse? La satisfacción es vista como algo individual y se menciona poco el interés colectivo como fuente de satisfacción. ¿Habrá y podrá una política pública potenciar capacidades que permitan aumentar la agencia con que las personas gobiernan su propia vida, pero también la que ejercen sobre el entorno social? ¿Podrán los distintos tipos de familia incidir en esto si no cuentan con los medios apropiados en lo cultural, legal y económico para hacerlo? Una mejor distribución del ingreso junto a factores que permitan el reconocimiento de las personas son dos ejes que pudiesen ser resaltados. 4.- Dimensiones de cambio: En este apartado observaremos lo que ha cambiado en 4 ejes significativos: 1.-‐ Conyugalidad, nupcialidad y divorcio. El celibato y los cambios en el comienzo de la edad en que hombres y mujeres se casan, junto con el control de la fecundidad, constituyen los mecanismos mediante los que se regula el crecimiento poblacional. Esta perspectiva suele encontrarse, por ejemplo, en las propuestas clásicas de origen maltusiano (preventive checks) y en los estudios de K. Davis (1963). 15 Idem página 266.
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Otras perspectivas, presentes en la mayoría de los estudios, son: independencia económica femenina (debido a la división sexual del trabajo), efecto de los mercados matrimoniales (en función de la disponibilidad de efectivos de uno u otro sexo), y papel del contexto sociocultural (producto de cambios ideacionales o transformaciones en los sistemas familiares y de género)(Spijker y otros, 2012). En el concierto latinoamericano se observan tasas de nupcialidad en descenso, incremento en la proporción de uniones consensuales, aumento en la edad al contraer el primer matrimonio y crecimiento de las tasas de divorcio (Jelin, 2007). En lo que respecta a la composición de la estructura de los sistemas de nupcialidad regionales, se corrobora lo que otros autores ya han señalado (Quilodrán, 2008; García, 2002; Rodríguez, 2005; Castro Martín y otros, 2008) y que puede resumirse de la siguiente manera: a) Hay un fuerte aumento de las uniones consensuales, sobre todo en los países que anteriormente poseían bajos niveles. b) Este incremento se ha dado con mayor fuerza en los grupos más escolarizados. A lo anterior debe añadirse que se han incrementado las proporciones de personas solteras con hijos, sobre todo en edades por encima de los 25 años. Aunque este fenómeno podría asociarse con el aumento de los divorcios y separaciones en la región, queda la duda acerca del trasfondo que origina la expansión de las uniones consensuales (Spijker y otros, 2012). La tasa bruta de nupcialidad en Chile alcanza su máximo valor hacia 1930 (9 por mil)16. A partir de 1970 se observa un claro y sostenido descenso de la nupcialidad, alcanzando niveles de alrededor de 3,5 por mil hacia comienzos del siglo XXI. Junto al descenso en la tasa de nupcialidad, se ha registrado una postergación en la edad al matrimonio. Hay menos parejas que se casan legalmente y las que lo hacen lo realizan más cerca de los 30 años, diferente a las parejas de generaciones anteriores. En los varones pasó de 25,7 a 27,7 años entre 1985 y el 2002 (Binstock y Melo, 2011). Por otra parte, el número de mujeres casadas ha disminuido de manera importante entre 1995 y 2010, pero si sumamos los matrimonios a las uniones consensuales esa disminución ha sido menos marcada. Vale para todos los grupos de edad y nivel educativo, pero son más llamativas entre las más jóvenes y entre las menos educadas (Binstock y Melo, 2011).
16 La tasa bruta de nupcialidad se define como el número de matrimonios de un año determinado sobre el total de la población en ese mismo año.
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Tabla 2. Porcentaje de mujeres casadas y porcentaje de mujeres en unión conyugal (matrimonial o consensual) por grupo de edad y nivel de instrucción.* Argentina, Chile y Uruguay, 1995 y
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¿Cómo interpretarlo? Tanto la disminución de la tasa de nupcialidad como el retraso en la edad del matrimonio no tiene por qué deberse a un rechazo de la vida conyugal y familiar, y sí más bien a un deseo de no casarse sin haber convivido, es decir, a un cambio en la modalidad del vínculo. El matrimonio ya no es la única forma de legitimar ni regular la vida en pareja. Para las mujeres chilenas, esta modalidad de relación representa casi el 40% entre todas ellas hacia el 2010, en todos los rangos de edades comprendidos entre los 20 y los 44 años. Ese año, el 70% de las mujeres se relacionan bajo esta modalidad en sus comienzos, sin que se conozcan estudios sobre su duración (Binstock y Melo, 2011). Hay otros estudios que indica que estas uniones subieron del 4% a casi el 11%, por lo que gran parte de la disminución en uniones civiles formales se debe al aumento de uniones consensuales17. Antes habían subido de un 6, 3% en 1982 al 16,1% en 2002 (IBGE, 2002; Rodríguez, 2004). Y en ciertas edades es aun mayor. Es un hecho que el matrimonio formal fue la manera habitual de constituir una familia y que hoy ha declinado18 a favor de uniones más consensuales, en especial en sectores medios urbanos, por lo menos en las primeras etapas de la vida en común. Según Jelin se debe a la “conjunción de dos dinámicas y raíces diferentes: por una parte, el patrón histórico de uniones consensuales en sectores rurales y pobres, muchas veces con iniciación sexual temprana y embarazos adolescentes, que tienden a reproducir patrones de responsabilidad materna hacia los hijos y escasa responsabilidad paterna” ………. “y a la expansión de las uniones consensuales como parte Según la Encuesta Bicentenario 2008 Un 41,7% de las parejas de entre 18 y 24 años se encuentran casados y el 58,2% convive. A diferencia de lo que ocurre en edades superiores a los 35 años, donde el porcentaje de casados alcanza al 80% o más. 17
El número de matrimonios ha disminuido desde algo más de 7 matrimonios por cada 1.000 habitantes a principios de los 70 a cerca de 3,6 en el año 2003. el 11%, por lo que gran parte de la disminución en uniones civiles formales se debe al aumento de uniones consensuales. Rodrigo A. Cerda (2007): Cambio demográfico y su impacto en Chile (CEP) 18
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de la libertad de elegir “opciones negociadas sobre la base de compromisos limitados, o de la intención subjetiva de establecer compromisos personalizados íntimos sin ligaduras o “ataduras” burocráticas o formales. En términos de estadísticas vitales, ambos fenómenos se manifiestan como una baja en la tasa de nupcialidad y un aumento en la edad promedio al contraer matrimonio” (página 102, Jelin, 2007). Respecto del divorcio, en Chile la legislación es relativamente reciente (2004), por lo que en muchos casos la unión libre ha constituido una modalidad para la convivencia de la pareja luego de una ruptura conyugal. El aumento de los divorcios pareciera estar relacionado con los procesos subjetivos de mayor libertad individual, menor incidencia de lo religioso, la importancia de la autonomía individual, el renacimiento de un romanticismo más utilitario, la importancia de la autenticidad y sinceridad de los sentimientos, el valor positivo de los deseos propios, el permiso de terminar la relación cuando se acaba el amor, el surgimiento de mercados matrimoniales que enfatizan el contrato cognitivo (ser querido más que querer como forma de comienzo evaluado instrumentalmente), la mayor esperanza de vida (que hace más difícil la permanencia amorosa), la mayor igualdad de género y la progresiva facilidad legal de hacerlo. Para el propósito de este artículo, estos cambios importan porque inciden en las políticas públicas sociales, en especial porque hay que decidir qué hacer con aquellas personas que son más dependientes y vulnerables por su edad o condición situacional. Su importancia se mide en áreas como la salud, la vivienda, la seguridad social, los cuidados y el sistema de herencia, por mencionar algunas. Se requiere implementar cambios en la legislación y en las costumbres. Establecer derechos, obligaciones y responsabilidades acordes con estas tendencias de cambio y definir quiénes lo harán y con qué medios. 2.-‐ Tendencias en fecundidad, sexualidad y comportamiento reproductivo. Para entender las tendencias en el comportamiento reproductivo quizás sea útil comenzar por caracterizar los cambios demográficos que enfrenta el país.
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De
1950
al
2010
la
población
se
ha
envejecido.
En 1950, el 36,7% de la población tení́a menos de 15 años, mientras que en el año 2010 se estima que solo un 14,5% de ella se encontraba en el mismo rango de edad. De manera inversa, en 1950 un 4,3% de la población tenía sobre 65 años, mientras que en el año 2010 dicho porcentaje se eleva hasta un 9%. Las poblaciones menores de 15 años y mayores de 64 años se consideran dependientes, pues en teoría son económicamente inactivas (Vera, 2012)19. Además disminuyó la población infantil20 . Se le podría llamar a este cambio una primera transición demográfica (Haupt and Kane, 2001)21 pues bajaron los niveles de fecundidad y de mortalidad, y aumentó la esperanza de vida. Hoy estaríamos en la segunda transición demográfica22. La explicación de este hecho puede ser discutida, una posible es de orden valórico. Vivimos tiempos de un aumento del individualismo dado por una menor adherencia a modelos y normas que supongan controles sociales en desmedro de la capacidad de acción y decisión propia (Beck, Beck-‐Gernsheim, 2012) que se producen en sociedades que la propician. 19 Vera, V. Ximena ¿Hacia o en la segunda transición demográfica? Los cambios poblacionales explicados desde un enfoque de género. Revista anales Séptima Serie, No 3, julio 2012 20 La relación de dependencia en 1950 era de 69,4; en 1980 descendió a 62,8 y en 2010 disminuyó aun más, alcanzando un 46,0 (CEPAL, 2009). La relación de dependencia es un indicador de dependencia económica potencial; mide la población en edades “teóricamente” inactivas en relación a la población en edades “teóricamente” activas. Su cálculo es: Población de 0 a 14 años + población de 65 años y más / población de 15 a 64 años * 100 (CEPAL, 2009). 21 Haupt, A., Kane, T. T. (2001), Manual sobre la Población, Novena impresión, Washington, D.C, EE.UU, Population Reference Bureau.
22 Como componentes de la segunda transición demográfica se cuentan los siguientes factores: índices de
fecundidad inferiores al nivel de reemplazo; aumento del celibato y de parejas que no desean tener descendencia; retraso de la primera unión, postergación del (la) primer(a) hijo(a); aumento de las uniones consensuales como alternativa al matrimonio; aumento de los nacimientos y de la crianza fuera del matrimonio; mayor frecuencia de las rupturas matrimoniales (divorcio) y diversificación de las modalidades de estructuración familiar.
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La disminución de la tasa global de fecundidad en Chile ha sido mayor que la que el resto del continente e incluso que en la mayor parte del mundo23 y bajo el nivel de reemplazo. Y es algo que se observa en todos los grupos etarios (se redujo en un 60% en las mayores de 30 años, y 23% en las mujeres entre 15 y 29 años (INE-‐CEPAL, 2004)24. Las razones pueden ser económicas y sociales. Explicaciones posibles son el control de natalidad que en Chile se instauró en la década del 60, el acceso a los anticonceptivos, mayor educación de la mujer, el trabajo de la mujer fuera del hogar, la mirada más puesta en la propia relación, la tendencia a lo individual, el menor sentido del matrimonio, etc. Si bien desde el 2011 se aumentó el post natal a 6 meses, sólo es un beneficio para la madre, el del hombre es de 6 días y puede ser otro factor que incida. La transición de la fecundidad en Chile ha sido más tardía que en países como Argentina y Uruguay, pero la velocidad del cambio a partir de los años sesenta ha colocado al país, en pocos años, en similares condiciones que esos dos países del Cono Sur. En la década de los sesenta, Chile presentaba una TGF (Tasa Global de Fecundidad) más alta que Argentina y Uruguay, en torno a 4,5, pero ya mostraba un nivel inferior a la mayoría de los países de América Latina
(Gráfico 1).
Al iniciarse la década de los ochenta, la fecundidad chilena alcanzó niveles inferiores a la argentina, con un nivel similar al de Uruguay (2,5), y actualmente se ubica entre los países con fecundidad media baja, según el ordenamiento de Chackiel (2004). Respecto de los comportamientos reproductivos de hombres y mujeres se puede señalar que están muy vinculados a los avances de las tecnologías reproductivas y a los derechos reproductivos de la mujer, a pesar de la oposición de instituciones religiosas y del mundo conservador. Hoy día, el derecho a una sexualidad sana y satisfactoria no es materia de discusión. Lo mismo ocurre con la libertad de practicarla. De hecho, su comienzo se ha adelantado y hoy es materia de la enseñanza escolar desde la primaria. Sin embargo, una variedad de dificultades surgen para lograr un cambio cultural, para conseguir apoyo institucional y proveer los recursos económicos que propicien planes de prevención de embarazo adolescente, enfermedades de transmisión sexual y orientación hacia una sexualidad responsable. Parte del debate es el tema del aborto, su legalidad y su despenalización, en especial 23
En 1955 América Latina tenía una TGF (Tasa Global de Fecundidad) de 5,89 hijas(os) por mujer, mientras que la de Chile era de 4,95 hijas(os) por mujer. Cincuenta años después la TGF se redujo aun más, siendo de 2,37 hijas(os) por mujer en América Latina, y en Chile se estima que se situó bajo el nivel de reemplazo: 1,94 hijas(os) por mujer. En los últimos cincuenta años, la tasa global del país se redujo en un 60,8% (INE y CEPAL, 2004; INE, 2006).
24 Un dato que no se ha modificado es la edad en que la madre tiene a su primer hijo, la que se mantiene entre los 23 y 24 años (INE, 2003).
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esta última debido a las consecuencias emocionales que arrastra cuando se liga a situaciones padecidas y no elegidas. Los comportamientos reproductivos y la sexualidad cruzan por lo tanto a la familia y es motivo de observación e intervención por parte del Estado, como asimismo incide en su intento de democratización. 3.-‐ La cara oculta de las relaciones intrafamiliares: la violencia doméstica. Llamaré violencia doméstica a aquellas acciones y comportamientos que se manifiestan por cometer tortura corporal, acoso y violencia sexual, esclavitud y violencia psicológica sobre otro miembro de la familia y viola derechos humanos básicos. El contexto autoritario y la privacidad la oculta. La mayor visibilización es fruto de las luchas reivindicativas de la mujer por igualar sus derechos frente al orden patriarcal imperante. La cultura y la legislación que ha puesto a los derechos humanos en el centro de la convivencia social ha hecho el resto. Con el paso de los años se han implementado mecanismos legales para erradicarla y penalizar a los autores de ella. Sin embargo, su ejecución ha sido compleja. Una variedad de situaciones que se intersectan han mostrado que lo que se penaliza por un lado desprotege por otro. Penalizar suele tener altos costos emocionales y muchas veces económicos (el caso de un padre que es exclusivo proveedor y va a la cárcel dejando a la familia desprotegida en ese particular ámbito). Mediar tiene costos alternativos debido a su lentitud y al peligro de mantener la impunidad. Además, la judicialización creciente que se ha desplegado en el país, la hace engorrosa y llena de trámites durante el proceso. Mención merece también el uso mediático de muchos casos que inundan los noticieros del día sin profundizar en sus causas y soluciones. Otras instancias parciales como son las casas de acogida para la mujer se enfrentan a no dar soluciones definitivas debido a múltiples variables psicológicas, situacionales, económicas y de cuidado de los hijos (CLADEM, 2000). Lo mismo ocurre con la institucionalización de niños y niñas por abandono (su incidencia es comparativamente baja) y negligencia parental (término difícil de delimitar) (Bernales 2013), situación que los lleva a vivir muchas veces más desprotegidos, debido a la falta de control de muchas de estas instituciones, como a lo engorroso y largo de los procesos judiciales y reparatorios. La violencia doméstica engendra miedo y vergüenza, y hace difícil una información acabada de su incidencia debido al silencio y al ocultamiento, muchas veces terminando por victimizar aun más a la víctima. Los tiempos actuales han servido para ver a los espacios familiares de un modo más controversial, pues por un lado, sigue siendo el lugar de los afectos y la incondicionalidad, y por otro, permite mantener oculto el ejercicio de la violencia. Lo llamativo es de dos órdenes: no es posible abrir públicamente un espacio que debe mantenerse privado y al mismo tiempo es difícil sustraerse a la vigilancia desde el exterior. Las consecuencias de esta paradoja se muestran en varios niveles: muestra el conflicto insoslayable de las diferencias de género, las que se agravan por una práctica del poder en términos de lucha o de sometimiento; permite una mayor alerta de todos los miembros para
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denunciarla y provoca un cambio cultural que tensa la construcción democrática al interior de la familia mientras permanezcan enclaves autoritarios que impidan congruencias jerárquicas convenientes de mantener; hace a la familia objeto de sospecha abriendo su fiscalización desde poderes del Estado delegados en instituciones que confunden ideológicamente sus atributos y denuncian antes de ayudar a resolver (avalado por instancias legales que les obligan a hacerlo); oculta todavía el hecho cierto que muchos crímenes se cometen en su interior, en especial con los más desvalidos, niñas, niños, ancianos y mujeres; si bien cruza todo el espectro social, la capacidad de defensa no es la misma para todos (hasta se podría pensar que las víctimas de clase alta a veces quedan en mayor indefensión avalada por cierto silencio social y tráfico de influencias, mientras otras veces la impunidad es lo evidente en lugares apartados de la influencia social); en el tránsito hacia un orden menos patriarcal, los mecanismos institucionales de protección suelen verse desbordados; avalada por la desigualdad entre hombres y mujeres, necesita de cambios culturales no fáciles de implementar. Al final no es simple eludir la tensión que se produce entre considerar a la familia como el espacio privado e íntimo y la responsabilidad pública que tiene el Estado en disciplinar aquellos aspectos familiares que sí están legislados (Jelin, 2007). Se trata de una contienda simbólica e ideológica que no contraviene la práctica, pero muchas veces la distorsiona. 4.-‐ Trabajo femenino Sin duda que la familia ha modificado las relaciones en su interior desde que la mujer sale al trabajo remunerado fuera del hogar, de hecho son las integrantes de la familia que más trabajan. Dedican al trabajo total un 36% del día (a diferencia de los hombres que lo hacen en un 30%) (SERNAM, 2009). Del total de ese trabajo, el 71,6% de ese tiempo lo dedican al trabajo doméstico sin sueldo (el hombre destina el 36%). Son cifras que reafirman lo que ha dicho la mirada de género. La actividad familiar se ha visto menos modificada a pesar de los cambios que se observan en el mercado de trabajo, de la diversificación de tipos de familia, de los cuestionamientos y debates sobre las responsabilidades parentales, de la existencia de políticas públicas, y de las incipientes medidas del sector empresarial sobre la conciliación entre vida familiar y vida laboral. Al interior de las familias se constata que se producen y reproducen las mismas lógicas de dominación y discriminación de género que en otros espacios más visibles de la sociedad, tal como sucede en el mercado del trabajo remunerado. Desde la óptica de género, la familia es también –y principalmente-‐ una unidad conformada en torno a estructuras jerárquicas y de poder, que otorgan determinados roles y atribuciones a sus miembros, especialmente en función de sus atributos sexuales, pero también en función de otras características que hacen prevalecer ese ejercicio del poder. 5.-‐ Las relaciones familiares y la migración. Suelen tener dos fuentes: la atracción de un mejor porvenir para la familia y la expulsión del país por motivos políticos. En Chile, el motivo político ha traído consigo el fenómeno del retorno y las dificultades adaptativas para cada integrante de la familia, en especial, los hijos, muchas veces ya
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acostumbrados al lugar del exilio de sus padres. Desde un punto de vista social, ha posibilitado un aire fresco de cosmopolitismo y apertura a un país de tradiciones más bien insulares. Con el mayor desarrollo económico relativo del país, el fenómeno migratorio ha venido hacia Chile (70% desde los países cercanos25) y de una región a otra dentro del país (es el caso del trabajo minero en el norte).
Mención aparte merece la migración del pueblo mapuche (Chihuailaf, 2006). Para explicarla confluyen varios factores: una acentuada minifundización, una crisis agrícola generalizada desde 1974 y cuyo punto culminante fue el año 1982-‐1983; el proceso de urbanización que se acelera hacia los años 60. El factor económico de esta migración ha sido por lo tanto relevante, otro ha sido el deseo de los jóvenes de mejorar sus estudios y la aspiración de los padres de conseguirles un mejor porvenir, y un tercer factor ha sido el cansancio de la vida agrícola y rural. La mayoría migra a Santiago (más del 70% hasta los años 80). Un cuarto factor ha sido el político, de gran relieve en este período. Una queja fundamental de este pueblo ha sido el descuido y la negación de una dimensión de la realidad chilena que minimiza o desvaloriza la presencia mapuche debido a la idea de constituirse Chile como una nación homogénea. La ley indígena de 1993 ha empezado a corregir esta situación. Otro estudio (Castro, 2001) señala que ha sido la subdivisión de la tierra, el poco empleo y los bajos salarios, los que han empujado la migración mapuche con las consecuencias de desarraigo de su cultura y de enfrentar un mundo desconocido. Un tercer estudio (Gundermann, H., González, H. y De Ruyt, L. 2011) plantea una redistribución espacial en los últimos 50 años, en especial a otras áreas rurales, a centros urbanos de tamaño pequeño y a Santiago, pero su migración ha sido más amplia, abarcando desde Magallanes por el sur hasta centros mineros y urbanos por el norte. En tal sentido, han sido testigos de los cambios en los patrones de residencia, de vida y de trabajo que ha ocurrido en el país desde la segunda mitad del siglo XX, es decir, de la creciente industrialización, el crecimiento urbano explosivo y las transformaciones del agro. 25 Alrededor de 300.000 personas (1,6% de la población), www.extranjeria.gob.cl.
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¿Qué cambios observables han ocurrido en las familias de migrantes? Si hacemos el ejercicio de pensar las conversaciones al interior de una familia que desea o debe migrar, resolver quién, cuándo y adónde migrar suponen tomar en consideración razones prácticas, criterios de género, de la mejor conservación de la unidad familiar y de implementar redes de parentesco (Jelin, 2007). Hacia Chile vienen mujeres de países vecinos, el problema más frecuente que enfrentan es el del acceso a la salud y al empleo estable y protegido legalmente. El acceso a la salud física y mental se ve precarizado debido a las condiciones de la salud pública en el país y a la falta de instancias para acceder a ella (Becerra & Altimir, 2013). Hay estudios aplicados en otros países latinoamericanos que indican que los cambios en los patrones migratorios desde el campo a la ciudad o de una ciudad a otra que eran de preferencia ejercido por los hombres, hoy se extienden a mujeres con más educación que buscan mejores oportunidades profesionales. Contar con parientes en los lugares de arribo aumenta la probabilidad de quedarse más tiempo o permanentemente (Cerrutti y Parrado, 2006, citado en Jelin, 2007). Cabe preguntarse si en nuestro país se genera un patrón parecido. Lo frecuente de la migración es que venga en oleadas que establecen redes crecientes de acompañamiento en los lugares de llegada hasta lograr la residencia definitiva. Las mujeres que migran conservan vínculos estrechos con los hijos que permanecen en el país de origen (Cerruti y Parrado, 2006), pero se comportan más parecido a los hombres en términos de ser fundamentalmente proveedoras, un fenómeno que al extenderse es objeto de interés del aparato financiero. Falta, sin embargo, mejorar las políticas sociales y mayores beneficios de cuidado para ellas. ¿Cómo es percibido el país desde los migrantes? “El perfil del migrante peruano, boliviano, ecuatoriano, colombiano y haitiano indica que en su mayoría ha logrado armar una estructura familiar y económica, que aunque vulnerable y muchas veces precaria, les satisface al compararla con la que tenían en sus países de origen. De alguna manera el poder trabajar y contar con beneficios sociales similares a los chilenos, hace que sus
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expectativas al venir a nuestro país se vean relativamente cumplidas”. Sin embargo hay discriminación en los trámites legales, en el acceso a la salud y en lo laboral, hay dificultad para acceder a la vivienda, la que suele ser precaria y dificultades para aceptar la diferencia. Los medios de comunicación editorializan hacia lo negativo de ellos y solo en el último tiempo esa tendencia se ha revertido (Encuesta UDP, 2012). Chile ha suscrito convenios internacionales. Entre ellos Chile ratificó el año 2005, la Convención ONU de protección de los derechos de los trabajadores migrantes y sus familias. “La ONU señala que la migración es un fenómeno creciente que puede aportar positivamente al desarrollo de los países de origen y de destino, siempre y cuando estas migraciones sean respaldadas por políticas públicas adecuadas” (UDP, 2012). Quedan, sin embargo, vacíos. Entre ellos no garantiza el acceso a la universidad y escuelas técnicas, no permite acceder al crédito privado y no hay beneficios del permiso de trabajo del cónyuge (UDP, 2012). ¿Estaremos cerca de lo que ocurre en otros lados al punto de también acuñar el término “familias globales”26 (Beck-‐ Beck-‐Gernsheim, 2012), y medir su consecuencia? Es la dinámica interna de la familia y las leyes nacionales las que se tensan con este fenómeno. En su dinámica interna, mujeres reemplazan a mujeres, las que migran contratan a otras para que hagan sus funciones. Los lazos de pareja muchas veces se debilitan o se terminan. En lo externo, si nacen hijos en el país de adopción y las o los migrantes no están legales nace otro tipo de familia: la multi(i)legal, pues los hijos son legales y el padre o la madre no. En otro sentido, se empieza a terminar la correspondencia entre identidad y territorio y lugar, donde la noción de nación y de familia ya no están conectados como antes (Beck-‐ Beck-‐Gernsheim, 2012, citado en Bernales 2013). 5.- ¿Importa la historia de la familia en Chile para entender los cambios? Para delinear este breve acápite me guiaré por el trabajo de Ximena Valdés (Valdés, 2007) que indaga sobre las llamadas “crisis de la familia” a lo largo de un período más largo de tiempo, hurgando para ello, en los comportamientos sociales en su correspondencia con los marcos jurídicos. Señala que la familia es construida por la sociedad, y en tal sentido, tiene una historia de cambios que busca adaptarse a la cultura y a la economía. En la actualidad observamos como las mujeres se han constituido como sujetos de derechos y convertido en actores sociales con opinión e influencia al punto de incidir de manera importante en los patrones familiares y las relaciones de género que atañen a la vida privada. Desde que Chile es un Estado republicano se observa una distancia entre la norma a la que se obliga desde lo legal y los comportamientos reales de la población. Ejemplo de esto es la regulación del matrimonio que indica el lugar de la mujer en relación al hogar y al marido por un período que supera los 50 años. Señala Valdés: “El matrimonio bajo el régimen de Separación de Bienes que otorgaba independencia económica a las mujeres con trabajo e ingresos, surgió al momento en que hubo un movimiento sufragista de mujeres que paralelamente a la presión ejercida por el derecho a voto lo hizo en función de la emancipación de la mujer cansada de la tutela del marido. Esto 26 Término usado por Beck, Beck-‐Gersheim para señalar la separación entre identidad y territorio constituyendo familias de solidaridad familiar que engloban distancia y países lejanos (página 29 del libro Amor a distancia).
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ocurrió cuando el nivel de escolaridad y profesionalización aumentó y cuando el Estado Social abrió puestos de trabajo para las mujeres. Enfermeras sanitarias, matronas, visitadoras sociales, médicos, profesoras, ya conformaban un sector laboral significativo en el empleo público, al celebrarse los cincuenta años de la Ley Amunátegui de 1877 que abrió las puertas de las universidades a las mujeres. Esta simbolización de lo masculino como autoridad familiar inscrita en los cuerpos jurídicos, fue construida en el siglo XX por el Estado y su sistema de protección social en la medida que hasta los años treinta del siglo pasado, vastos sectores de la población no gozaron de claridad con respecto de su filiación paterna” (Valdés, 2007). Agrega que no ocurre de la misma manera cuando lo mismo se observa desde las prácticas sociales. Existe una familia “real” que muchas veces no va de la mano del modelo de familia “mejor” o “normal” que la tradición desea, a la que sin embargo se le pide o exige que actúe de acuerdo a esas convenciones. Si no lo hace, ¿quién le ayuda a cumplir sus funciones singulares?, ¿el mercado, la comunidad, el Estado? El bienestar es habitualmente favorecido por algún estamento para que cada familia puede desempeñarse dentro de un sistema social (Valdés, 2007). Ha habido un proceso de des-‐institucionalización de la familia a partir de los años ochenta, debido al aumento de las uniones libres, al aumento de las nulidades matrimoniales y separaciones conyugales y de los hijos nacidos fuera del matrimonio. Este proceso de des-‐institucionalización de la familia caracteriza el cambio de siglo y podría sintetizarse en los siguientes fenómenos (Valdés, 2007): -‐ Una creciente separación entre la familia real y las formas jurídicas del matrimonio, es decir una distancia de las conductas de la población respecto de las normas matrimoniales inscritas en el Código Civil. -‐ Un aumento de los hogares a cargo de mujeres con sus hijos (cerca de un tercio en las últimas décadas). -‐ Un aumento de las uniones libres en los estratos de mayor nivel educativo (más parecido al patrón tradicional de los sectores populares). Las uniones libres aumentan en mayor proporción en los sectores de alto capital cultural. -‐ Un aumento exponencial de los hijos nacidos fuera del matrimonio que a comienzos del siglo XXI supera las tasas conocidas para el siglo XIX. -‐ Un aumento del embarazo adolescente y concentración de éste en los sectores populares en lo cual interviene el cambio del inicio de la vida sexual y la falta de acceso a dispositivos de control de natalidad entre la población joven, los límites en materia de políticas de educación sexual y control de la natalidad, fenómeno que empieza a revertirse27. -‐ Un mantenimiento de una proporción importante de familias extensas muchas de ellas compuestas por mujeres y dos o más generaciones que cohabitan en el mismo hogar. 27 El embarazo adolescente es un problema que se ha mantenido en los últimos años, alcanzando en el 2009 una
cifra cercana a 161 nacimientos por mil nacidos vivos, observándose una leve alza progresiva desde el año 2005 (156 nacimientos por mil nacidos vivos). Para el año 2010 se observa un quiebre en esta tendencia, donde de cada 1000 nacidos vivos aproximadamente 155 fueron hijos de adolescentes entre 10 a 19 años. Subsecretaría de Salud Pública, División y Control de Enfermedades, Depto. de Ciclo Vital, Programa Nacional de Salud Integral de Adolescentes y Jóvenes (2012).
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-‐ Una disminución de la tasa de fecundidad de 5,7 hijos en 1960 a 2,2 el año 2005 y 1,85 el 201228. -‐ Un aumento de la tasa de participación laboral femenina de menos del 20 por ciento en 1970 a cerca de 40 por ciento el 2005 con grandes diferencias según nivel socio-‐económico y niveles de escolaridad. -‐ Un aumento de las familias con doble ingreso al 40% del total. De lo anterior se desprende que el mundo real en el que viven las familias se aleja de la institucionalidad con que funcionaban hace 20 o 25 años atrás. 6.- Políticas públicas para la familia: ¿Existen? Si hemos de preocuparnos por la cohesión social, si valoramos la presencia del Estado y lo público en materia social y si le otorgamos sentido a las nociones de desarrollo y bienestar, cabe preguntarse si la familia es objeto directo de políticas públicas hacia ella o no. Las políticas públicas para las familias, dicho en términos generales, pretenden restaurar derechos a familias que no los tienen o les han sido sustraídos. Al hacerlo, impone una idea de orden social que debe ser controlado o fiscalizado, es decir, lo que favorece el Estado no es inocente pues enfatiza ciertos derechos asociados a cierto orden social que se busca imponer o mantener. De inmediato surge la pregunta sobre las subjetividades en juego, ya sea para recuperarlas o para respetarlas si no se ajustan al orden que se pretende. Los grandes temas sobre bienestar social o vulneración de derechos emergen a su vez, por ejemplo, el tema de las minorías, el de una cierta idea sobre juventud o infancia, el de favorecer o desalentar postulaciones a diferentes subsidios, etc. A lo anterior habría que agregar algo que se ha impuesto en el último tiempo: la diferencia entre el mero control de la gestión de una determinada política y la evaluación y el impacto de la misma en el tiempo, vale decir, lo que se mantuvo para mejor al instaurarla. En términos éticos además, aparece la pregunta por el respeto efectivo a convenios internacionales que Chile ha suscrito y no necesariamente cumple, a pesar de haber protocolos para llevarlos a cabo. Al efectuar políticas públicas familiares, el trabajo interdisciplinario debería implementarse de un modo que pudiera decir algo al respecto, en otras palabras, hacerlo desde un determinado dominio, el judicial por ejemplo, donde jueces, abogados, psicólogos, asistentes sociales y profesionales de primera línea se interconecten para cumplir mejor la función de administrar justicia en casos tan complejos como los familiares, casos donde la sola aplicación de la ley se manifiesta insuficiente, donde lo más importante es la protección de los niños y niñas y la conciliación parental. En Chile ha habido una política social (Serrano, 2007) que ha pretendido incursionar en familia y pobreza de un modo más abarcador para todos sus integrantes. Se trata de un programa que se denominó Puente, el que se focalizó experimentalmente en familias en situación de indigencia, las que según los datos de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica de Hogares, CASEN, del año 2000 correspondía al 6% de la población. El universo total fue de 250.000 familias. 28 De acuerdo a cifras disponibles en Internet (www.indexmundi.com).
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Su objetivo fue brindar atención psicosocial a las familias indigentes y vulnerables, de manera que ellas puedan superar su situación de pobreza y movilizar sus propias herramientas para salir adelante. En términos de política social, el programa Puente priorizó 4 puntos (Serrano, 2007): a.-‐La protección social de estrategias que centran la energía del programa en el componente asistencial con el fin de resolver carencias urgentes, entre ellas el bono que reciben las familias para incrementar ingresos y consumo. El concepto del programa se asoció con la idea de insertar a la familia a una red de protección que recorriera distintos campos de la política social expresados en siete pilares básicos: salud, educación, habitabilidad, trabajo, ingresos, dinámica familiar e identificación29. b.-‐ El bienestar social, ligado al acceso a mayores oportunidades y generación de capacidades, el que en este programa estuvo muy desperfilado por las características de las familias en situación de extrema pobreza. c.-‐ La relación entre derechos sociales y ciudadanía. Se hizo a través de resaltar el concepto de mínimos sociales, los que se asocian con la idea de derechos mínimos de la sobrevivencia. Supone umbrales de satisfacción básicos, incluye a todos los miembros considerando su inserción en el ciclo de vida familiar y una definición de mínimos que impliquen tanto ciudadanía como cobertura, la primera más ligada al reconocimiento, la segunda a lo material. d.-‐ El componente político cívico. Cuyo objetivo es favorecer la pertenencia social de personas desintegradas evitando el riesgo del asistencialismo que busca ser corregido a través de la administración de una co-‐responsabilidad para asistir al consultorio y la escuela. En términos de política de familia priorizó 5 puntos: a.-‐ Hay un promotor del grupo familiar llamado “Apoyo Familiar”. Es el encargado de invitar a todos los integrantes de la familia a participar en el programa y trabajar la meta de cumplir 53 mínimos predefinidos y favorecer los enlaces con la red pública para configurar una red de protección social. Los mínimos abordan necesidades sociales para las personas en los distintos momentos de sus ciclos vitales. b.-‐ El concepto de familia queda expresado en el cumplimiento de los mínimos. Son estos los que recorren necesidades de todo el grupo familiar en sus distintos momentos del ciclo vital. c.-‐ Familia es en la práctica la mujer. La idea de familia enlaza con el programa a través de la mujer, madre o jefa de hogar que hace de interlocutora del programa para todos sus efectos. d.-‐ Es una familia en un entorno extenso. Supone la incorporación de una familia nuclear, ya sea una pareja o un matrimonio, o un adulto con hijos. Este núcleo es tratado como una familia, recibe un bono y los distintos beneficios que ofrece el programa. Se descartan a los allegados o a la familia extensa. e.-‐ Familia es igual a jefe o jefa de hogar y es con él o ella que se entiende para el cumplimiento de las metas. Para pensar en políticas de familia es necesario imaginar las políticas al servicio de las familia y definir líneas de acción que operen con el núcleo familiar en su conjunto. Es necesario pensar en los desafíos asociados a las dos cosas (Serrano, 2007). ¿Cuál ha sido su evaluación? 29 En anexo se detallan las Dimensiones del Programa Puente
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Hay ciertas coincidencias en “reconocer avances en el incremento de acceso a servicios y prestaciones, elementos de fortalecimiento de capital humano, y desarrollo de aspectos psicosociales asociados a la autoconfianza, autosuficiencia y proyección hacia el futuro con mayores expectativas de bienestar, entre otros. Se han señalado posibles atribuciones al rol del Apoyo Psicosocial, en aspectos objetivos y subjetivos relacionados con la superación de la calidad de vida familiar” (Ruiz_Tagle, 2012). Desde otro ángulo (Vega, 2006), Puente fue un programa que permitió posibilidades de acción para familias que estaban inmersa entre el deseo de salir de la situación en que se encuentran y la imposibilidad de lograrlo, donde la vulnerabilidad, la precariedad, la extrema pobreza, la exclusión social, son experiencias que se vivencian como la menguada capacidad de influir en el curso de acción. Eso por una parte. Por la otra, es interesante oír las voces de las propias familias al pasar por el programa y que Vega designa como “la semántica del apoyo”: “no se ayuda a quien no lo necesita y no se apoya a quien no tiene capacidades”. En ello, los Apoyos Familiares han jugado un meritorio papel. Queda la pregunta si las familias, o cuantas de ella, abandonaron la extrema pobreza y dejaron de vivir excluidos. En otro estudio crítico (Nun & Trucco, 2008) constataron que dentro de los éxitos del programa, la relación del beneficiario con el Apoyo Familiar fue uno de sus aspectos más relevantes, más que la formación de una red efectiva de protección. Su evaluación se hizo cargo de la heterogeneidad de la tarea emprendida debido a la población objeto de la política social en cuestión. Fiscalizar el impacto de este tipo de intervenciones es lo que le puede otorgar sustentabilidad cuando las familias egresan. Dada la importancia del trabajo del operador, su formación pasa a ser un elemento muy relevante. El Departamento Psicosocial del IChTF capacitó a los Apoyos Familiares con el objeto de implementar una mirada al sistema familiar que les ayudara a comprender e intervenir en situaciones tan complejas30. Asimismo, fue una oportunidad de evaluar la complejidad de una política pública dirigida a la totalidad de la familia, más aun, cuando se trata de familias en extremo vulneradas y vulnerables. ¿Qué podemos decir de nuestra experiencia allí? Lo primero fue que conocimos la política pública desde adentro, vale decir, su alcance, su impacto en lo cuantitativo y cualitativo, aquello que incide en las estrategias que son capaces de sostenerse, el contexto político en que se desenvuelven, los plazos y los ritmos que las determinan, la multiplicidad de articulaciones que se requieren, la organización jerárquica de estas articulaciones y la dificultad de la intersectorialidad. La importancia de las normativas escritas, los instrumentos de gestión, y las nomenclaturas propias, son algunos de los elementos inherentes a lo público que hacen compleja su comprensión desde nuestra inserción: ser una agencia desde la sociedad civil. Lo segundo es constatar una vez más la diferencia que hacen la mística y el compromiso, en este caso, la capacidad profesional y humana de los equipos cuando se vinculan al trabajo desde una 30 Informe Capacitación Programa Puente -‐ Departamento Psicosocial IChTF 2011.
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conexión con un sentido de la tarea. En todos los niveles de gestión del programa encontramos personas que constituyen un recurso que pueden potenciar el trabajo en equipo. Nos muestra algo que sostenemos: que los contextos pueden no ser determinantes, y que a veces, el coraje de promover buenas relaciones otorgan condiciones de posibilidad para el desempeño eficaz de la tarea, a pesar de las condiciones de precariedad y de adversidad de todos los involucrados. Lo tercero es que la enorme cantidad de familias por cada Apoyo Familiar no doblega su tarea si la metodología de intervención considera un saber procesal de la profundidad de los mundos relacionales en los que se vive la pobreza en nuestro país como un elemento de aproximación al otro proceso relacional, el de la dinámica interna de cada familia. Lo cuarto es no subestimar la complejidad de la tarea, pues la articulación de un sistema familiar que vive en la exclusión social con el sistema amplio de instituciones que representan y ejecutan los derechos y deberes del Estado, implica movilizar recursos de las familias a través de la coordinación con diversos actores públicos, que muchas veces funcionan precariamente como redes y/o instituciones cruzadas por tensiones y lógicas, que trascienden el rol de estos equipos. Lo quinto es resaltar la potencia del trabajo a domicilio, cuando este es consentido, como un instrumento de la intervención social que potencialmente tiene un gran impacto. De algún modo representa entrar al mundo del otro, lo que técnicamente es muy exigente, y es de una gran exposición para todos sus protagonistas. Está en la base de la metodología del programa, y nos ha parecido una gran herramienta. Lo sexto es admitir la singularidad de cada territorio de intervención con el fin de aceptar las particularidades de lo local, desde aspectos tales como la geografía y los contextos institucionales y grupales de la intervención, condición que muchas veces vuelve muy exigente la labor de los equipos regionales y centrales, los que deben estar dando respuestas a lo local a través de instrumentos y mecanismos centralizados, algo que produce desfases con sentimientos de pertenencia a un programa nacional. Lo séptimo ha sido valorar la escucha a los equipos de primera línea. Ha sido un desafío darle voz a la experiencia de los equipos que están en la ejecución directa con los beneficiarios del programa, reconocerlos y escuchar los aprendizajes y las preguntas nuevas que van surgiendo a partir del trabajo en terreno. Hoy, a la distancia, observamos la dificultad de hacer un seguimiento. El cambio de gobierno que implementa otros sesgos y la ejecución desde los Municipios de diferente orientación política, se constituyeron en escollos insalvables. Queda la disconformidad de perder a equipos bien capacitados para seguir ahondando en nuestro modelo contextual relacional en el abordaje de los procesos familiares desde la intervención de una política pública pensada en la totalidad de la familia. Al ser un trabajo muy especializado y de alta carga emocional, el cuidado de los equipos aparece como una condición necesaria en este tipo de trabajo. Otro tanto ocurre con la importancia de darles voz a estas familias privadas de ella. Finalmente, mirar indicadores de proceso, protocolos de inducción y dimensionar riesgos, es una tarea heurística a considerar en el futuro de este tipo de programas. Asimismo, rescatar las buenas prácticas de los equipos territoriales y sistematizar las variables que las caracterizan
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podría resultar un insumo útil para reconstituir una nueva “comunidad de aprendizaje”. Pensar las políticas públicas para la familia como sistema suele tener un nivel de complejidad que hasta ahora no ha sido posible resolver porque hasta el 2001 carecían de una definición específica (Arriagada, 2001), el campo de acción no ha estado bien delimitado y salvo excepciones como la del Puente, no han tenido legitimidad. Diseñar políticas para las familias enfrenta distintas dificultades debido a que los intereses individuales y familiares pueden no coincidir, por ejemplo en lo concerniente a la articulación de la autonomía y libertad individuales con las responsabilidades familiares. Sigue existiendo por lo tanto un panorama parecido (Arriagada, 2007). Contar con un adecuado diagnóstico que considere la heterogeneidad de situaciones y los cambios recientes que han experimentado las familias se ha transformado en un imperativo que debe coordinarse intersectorialmente. Lo propio vale para la incorporación de la mirada de género en temas como la doble jornada laboral femenina, el insuficiente debate sobre el financiamiento de los cuidados de las personas dependientes al interior del hogar y la conciliación entre trabajo y familia a través de mecanismos como una distinta organización del tiempo de trabajo, distinta organización del tiempo de familia, y ahorro del tiempo de cuidado y apoyo a labores domésticas (Arriagada, 2007). 7.- TICs31 y familia: ¿cómo les afecta? Miedos y desafíos Las TICs se quedarán entre nosotros. Vivimos en un mundo en el que no podemos prescindir de ellas. Su uso es lo que podemos debatir. Han pasado poco más de 150 años, y la preocupación de muchas naciones es la “alfabetización digital”. La motivación es evidente: el uso de las Tecnologías de Información y Comunicación (TICs) es una habilidad relevante para el desarrollo profesional y personal de cada ciudadano del siglo XXI. Estas razones, entre otras, subyacen a los recientes esfuerzos realizados por Chile en el campo de la medición de usos y habilidades TICs. Diversos investigadores (Tyler, 2002) han estado de acuerdo en que Internet cambia aspectos del trabajo, de las relaciones sociales y de la forma en que los gobiernos transmiten e implementan sus programas. La pregunta pertinente es si Internet conduce a cambios en la vida personal y social, y de ser así, de qué manera. El hecho cierto es que la mayoría de las personas utilizan las nuevas tecnologías para resolver de mejor forma preocupaciones y necesidades personales e interpersonales. En un orden más general, en un estudio reciente (Madden, Lenhart, Duggan, Cortesi y Gasser, 2013) que mide el empleo de la tecnología en adolescentes norteamericanos indica que el uso de teléfonos inteligentes se ha incrementado en forma sustantiva y el acceso móvil a Internet es hoy omnipresente, al punto de usar menos el computador que el celular. Uno de cada 4 adolescentes son “células” que van por la vida en línea. En una encuesta a 802 jóvenes de entre 12 y 17 años y sus padres mostró que el 78% de los adolescentes tienen ahora un teléfono celular, y casi la mitad (47%), teléfonos inteligentes. Un 37% de todos los adolescentes el 2012 tienen teléfonos inteligentes, frente a sólo el 23% en 2011. Uno de cada cuatro jóvenes (23%) tienen un equipo Tablet PC, un nivel comparable al de la población general adulta. Nueve de cada diez (93%) adolescentes tienen una computadora o acceso a una en casa. Siete de cada diez (71%) adolescentes con acceso a una computadora en 31 Tecnologías de la Información y la Comunicación. Incorpora el computador, la telefonía móvil e Internet.
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casa dicen que el computador portátil o de escritorio que utilizan con más frecuencia es uno que comparten con otros miembros de la familia. El 74% usa el acceso a Internet en los teléfonos celulares, tabletas y otros dispositivos móviles, al menos ocasionalmente. El 34% de las niñas de 14 a 17 dicen que en su mayoría van en línea usando su teléfono celular, en comparación con el 24% de los varones de la misma edad. Entre las niñas adolescentes mayores que son propietarias de teléfonos inteligentes, el 55% dicen que usan Internet principalmente desde sus teléfonos. En Chile, el 73% de los accesos a Internet son móviles, principalmente smartphones alcanzando los 5,5 millones de conexiones desde este tipo de dispositivos. La banda ancha móvil ha crecido un 893% entre 2009 y 201332. En cuanto a la telefonía móvil, en 2013, hay 23.500.000 equipos celulares activos con un nivel de penetración de 134,2 abonados por cada 100 habitantes. Los planes de prepago representan el 71 % del total con 16.629.069 de abonados. En tanto, los planes de postpago ascienden a 7 millones lo que representa el 29%33. ¿Qué ocurre en las diferentes áreas de uso? Es evidente que el país se ha digitalizado. Para el propósito de este artículo sólo mencionaré aquello que nos atañe directamente como profesionales de la terapia familiar.
32 Subsecretaría de Comunicaciones
33 A través de los datos, el Instituto de Sociología de la Universidad Católica de Chile (2012) fue capaz de tipificar
cuatro usuarios de smartphones en Chile. El primero de ellos es el "usuario básico", que representa al 23% de los encuestados. Para él, la función principal del teléfono es llamar, tiene un menor acceso a redes sociales (aunque el 68% afirma tener cuenta en Facebook), y corresponde a segmentos socioeconómicos emergentes (45% proveniente de C3 y D). El "usuario offline" corresponde al 17% de los usuarios de smartphones. El 44% de ellos ve el teléfono como una fuente de recreación (bajo el promedio), aunque destaca el uso para tomar fotos y videos. Sus principales usos para el dispositivo son actividades que no requieren una conexión a Internet, como usar el calendario, tomar notas y programas recordatorios. El 47% de este grupo corresponde a mujeres y un 50% tiene más de 35 años. El tercer tipo de usuario es el "laboral", que representa el 17% de quienes usan teléfonos inteligentes. Este grupo, del cual el 68% tiene entre 25 y 44 años, ve a estos equipos como herramientas de trabajo, por lo que sus usos se relacionan a esa área: enviar y recibir correos, navegar por Internet, leer noticias. El 85% proviene de grupos socioeconómicos medio y alto, y un 83% trabaja, por lo que su uso primordial para estos dispositivos es durante el día. El último grupo definido es el "usuario tecnológico", que representa al 43% de los encuestados. Este tipo de usuario le da una alta importancia a todas las funciones del equipo, y en su mayoría es joven: un 77% tiene menos de 24 años. Las redes sociales y la comunicación con otros juega un rol importante para este grupo: un 96% accede a Facebook, un 65% a WhatsApp y un 54% a Twitter. Este mismo carácter social hace que la mayoría de su uso ocurra de noche. En relación al impacto de los teléfonos inteligentes en la vida diaria, un 79% considera que ha mejorado su vida, mientras sólo un 5% nota que su calidad de vida ha empeorado. El 78% estima que usar un smartphone lo ha acercado con su familia y amigos, mientras que un 11% ha notado que lo aleja. En cuanto a productividad, un 64% considera que el uso del smartphone ha mejorado este punto, mientras que un 17% considera que usar el teléfono lo distrae, volviéndolo menos eficiente.
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Los programas de protección social se benefician de las TICs al agregar valor en la gestión de programas de salud, previsión social y programas asistenciales “contribuyendo a optimizar la focalización de familias y beneficiarios en condición de pobreza y la coordinación, tanto entre sectores como a nivel regional y local en la provisión de beneficios” (Vásquez, 2005). Algunos de ellos son: la identificación de beneficiarios, aseguramiento de mayor cobertura, coordinación en la entrega de beneficios en forma integrada, fiscalización de los programas, etc. Lo mismo ocurre cuando se incorporan a la educación y se analizan las promesas y expectativas ofertadas: que los colegios prepararían a los estudiantes en las habilidades funcionales de manejo de las tecnologías para integrarse a una sociedad crecientemente organizada en torno a ellas, la alfabetización digital antes mencionada; que los colegios permitirían disminuir la brecha digital al entregar acceso universal a computadores e Internet; y que la tecnología mejoraría el rendimiento escolar de los estudiantes por medio de cambiar las estrategias de enseñanza y aprendizaje (Claro, 2010). Sin embargo, después de 15 años en que se aplican, importa la medición de su impacto. Respecto a resultados de aprendizaje se ha visto que al ser la TICs instrumentos que pueden ser usados de variadas maneras, importa vincular su uso al aprendizaje. En tal sentido, hay estudios que observan un beneficio cuando se emplean para aprender conceptos específicos, cuando se emplean de un modo en que las condiciones de acceso sean las adecuadas (integración al currículo, colegio que lidere su empleo, etc.) y cuando están referidas al papel que juegan las características sociales (capital cultural, capital social y capital económico) e individuales (género, capacidad cognitiva y actitudes) del estudiante en su apropiación y forma de uso (Claro, 2010). En el 2011, se realizó en el país la primera medición estandarizada de habilidades TICs para el aprendizaje. Estudiantes de 15 años fueron sometidos a una medición de lectura en formato digital donde tenían que responder un cuestionario en que se indagaba las frecuencias de uso de TICs, particularmente en las actividades de lectura digital y en el uso de computadores dentro de la escuela. Esta información ha permitido contribuir con algunas respuestas a la pregunta de qué impacta sobre las TICs, y sobre qué impactan. 1) Para el caso chileno, el uso del computador en la escuela tiene un impacto positivo sobre las actividades de lectura digital, y éste a su vez impacta de manera importante sobre la medición de lectura. Esto se explica porque el uso transversal de TICs en las escuelas se focaliza sobre la búsqueda y procesamiento de información en medios digitales. 2) Las habilidades TICs para el aprendizaje pueden verse como un continuo que va desde tareas relacionadas con “buscar información digital”, pasando por la evaluación y análisis de información digital, y terminando en el desarrollo de ideas propias en medios digitales. 3) Las habilidades lingüísticas de los estudiantes chilenos tienen un impacto positivo sobre el SIMCE TIC34. Este impacto es mayor que el impacto de habilidades matemáticas. Estos hallazgos son hasta cierto punto esperable, pues tanto las habilidades TICs que se han medido en Chile, como los usos TICs que se reportan tienen cierta relación con los medios lingüísticos, aunque éstos no agotan a las TICs. Queda un espacio para seguir entendiendo la 34 El SIMCE de Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), es una evaluación aplicada por segunda vez en
nuestro país en el mes de octubre del año 2013, a una muestra representativa de 10.780 estudiantes de segundo año de enseñanza media de todo el país.
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naturaleza de las habilidades TICs, además de seguir comprendiendo sus relaciones con habilidades clásicas. Lo anterior permite sugerir un desafío: así como el pizarrón ingresó a la sala de clases para enseñar aritmética, cabe preguntarse cómo desarrollar habilidades TICs para el aprendizaje de las matemáticas. Se trata de usar las TICs para potenciar el aprendizaje de las matemáticas y, quién sabe, de otros aspectos nuevos de las habilidades TICs (Claro, Preiss, San Martín, Jara, Hinostriza, Valenzuela, Cortés and Nussbaun, 2012) (San Martín, Claro, Farina, Jara y Preiss ,2012). (E. San Martín, M. Claro, T. Cabello y D. Preiss, 2012). ¿Y qué pasa en la familia? Una primera observación es explicar el alcance de la influencia de la institución familiar sobre las prácticas que familias e individuos despliegan en relación con estas tecnologías y, en particular, el papel que los padres adoptan mediando en las prácticas de sus hijos. Todo ello sin olvidar que, a su vez, estas prácticas contribuyen a reproducir o transformar las relaciones familiares y, en último término, la sociedad en general. La complejidad de las relaciones entre TICs y familia requiere de un marco teórico y conceptual que permita afrontar su estudio de forma solvente (López de Ayala, 2007), algo que excede lo que pueda señalarse en este artículo. Revisar los supuestos básicos subyacentes a cada TIC respecto de la naturaleza y dinámica de los fenómenos sociales supone debatir la controversia entre la libertad y la restricción de la acción humana y el papel que le corresponde a los elementos materiales o culturales en la regulación del comportamiento humano. El impacto tecnológico que las TICs tienen sobre la familia no debe entenderse exclusivamente como una relación lineal y unidireccional que se dirige desde lo externo hacia la familia, sino más bien comprender que la realidad familiar contextualiza y condiciona las prácticas relativas a estas tecnologías, delimitando de un modo parcial sus efectos. La compra de aparatos y la conectividad requiere de la participación de los padres, pues difumina las fronteras entre hogar y escuela haciendo más complejas las reglas al interior del hogar (Stevenson, 2011). Un computador conectado a Internet proporciona oportunidades de aprendizaje, los integrantes de la familia quedan expuestos a mensajes comerciales y políticos que repercuten en la vida social, al mismo tiempo que modifican las prácticas familiares. Dicho en términos generales, tanto la edad como el género son dos variables importantes en la organización de las relaciones familiares, en especial, en la distribución de responsabilidades, privilegios, expectativas y normas de comportamiento asociadas a cada posición –es decir, en lo concerniente al poder y roles familiares-‐, siendo éstos, factores a estudiar en la influencia que puedan ejercer. No es el mismo comportamiento el de un niño y una niña, un joven y una joven; no regula de la misma manera un padre y una madre. Vale la pena explorar y valorar aquellos diagnósticos que apuestan por una redefinición de la familia en un proceso de adaptación de la misma a las transformaciones más amplias que experimenta el sistema social en su conjunto. Una aproximación a las relaciones entre las TICs en su relación con la familia supone una apuesta por un enfoque teórico integrador entre estructura y agencia, con el fin de presentar a la familia como el punto de partida y el resultado de prácticas reguladoras de estas tecnologías. La familia
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mantiene una lógica y una dinámica interna que contribuye a configurar la identidad de los individuos que se insertan en ellas orientando sus conductas y contribuyendo, a través de esas prácticas, a su reproducción. Paralelamente, las familias se encuentran insertas dentro de una estructura social que delimita los recursos económicos, sociales, políticos y culturales a los que tienen alcance. Esta estructura la distribuye entre sus miembros y la transmite de padres a hijos, muchas veces contribuyendo a reproducir las desigualdades sociales de partida. La familia puede ser vista, desde esta mirada, como una institución intermedia entre el individuo y la sociedad. El desafío es estudiar los elementos estructurales que condicionan a la familia y sus integrantes a disponer y usar estas tecnologías; estudiar los procesos por los que los significados simbólicos atribuidos a la familia condicionan las prácticas que los diferentes miembros de la familia despliegan en el hogar; y estudiar la interacción con otros factores sociales externos a ella. Quizás lo más peligroso sea el estrés asociado al uso excesivo de TICs. Al respecto, lo que interesa distinguir es la diferencia entre aquellos adolescentes o usuarios adultos que reportan ansiedad, fatiga y sentimientos de ineficacia (la llamada technostrain) del estrés de la adicción (technoadicction) (Salanova, M. Llorens, S. Cifre, E., 2013), es decir, los usuarios compulsivos de los excesivos. ¿Y en la pareja? Quisiera resaltar sólo un cambio en las costumbres de establecer las relaciones de pareja y la incidencia que tiene en la vida en pareja el uso de algunas aplicaciones del smartphone (Facebook, WhatsApp y Tinder). Una de ellas es una nueva red social que ha sido todo un hallazgo en el último tiempo en USA y Europa, su nombre es Tinder y se acaba de introducir a nuestro país. Se trata de una aplicación que se baja gratuitamente de cualquier smartphone y funciona ligada a Facebook, pero su uso es privado y confidencial. Una vez que se está en el sitio, el usuario proporciona el verdadero nombre y la edad. A partir de ahí aparecen perfiles de hombres y mujeres que están en un radio de kilómetros a la redonda del lugar en el que vive el usuario. Lo que aparece es la foto de los candidatos/as a concertar una cita y el perfil de coincidencias con el gusto del o la que entró al sitio. Los elegidos/as se transfieren a un chat y los otros se eliminan sin que ellos/as sepan. De entre los elegidos por chat se abre la posibilidad de concertar una cita. Lo llamativo es el aumento de parejas que se establecen por esta vía y se consolidan en convivencias o matrimonios. Habrá tiempo para ver sus efectos y consecuencias en diferentes órdenes (legal, comercial, privacidad, sectorización, etc.)35. Lo que resulta interesante desde la terapia de pareja en nuestro país es que las personas que se han conocido por este medio, y han establecido una relación estable, lo relatan una vez que existe la confianza necesaria con el terapeuta, pues todavía en nuestra cultura es motivo de pudor o vergüenza esta forma de comienzo. Es probable que esta tendencia desaparezca en el futuro. El resto de las aplicaciones han constituido motivo de quejas y conflictos debido al uso indiscriminado que un miembro de la pareja puede hacer de ellas. Es un hecho que han pasado a ser un motivo temático en la consulta de las parejas cuando concurren a ella. 35 Otro sitio que compite con Tinder y más antiguo que éste es match.com. Recientemente apareció uno dedicado a las aventuras sin compromiso: Ashley Madison.
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Otro hecho novedoso ha sido el cambio en las relaciones románticas gracias al ciber espacio. La definición de la relación habitualmente tensionada por la emergencia de la variable estabilidad-‐ novedad adquiere nuevas formas debido a las posibilidades brindadas por Internet, por ejemplo, la monogamia proclamada con adulterio clandestino puede hacerse virtual sin comprometer el contacto físico. Otro tanto ocurre con la permisividad de las aventuras online en algunas convivencias y la variante de que lo que excita afuera se aprovecha dentro de la pareja. ¿Estaremos ante una mayor flexibilidad romántica? El hecho cierto es que existe hoy la posibilidad de tener experiencias emocionales atractivas que están al alcance de todos con menos riesgos en variadas dimensiones. Ha sido tan grande el cambio que proporciona el espacio virtual que la noción clásica de infidelidad empieza a ser cuestionada por diversos autores. Al analizar diversos estudios realizados en otros países desde el año 2000 en adelante ( Young, K., Griffin, E., Cooper, A., O’Mara, J., Buchanan, J., 2000; Whitty, M. 2003; Gonyea, J. 2004; Hertlein, K. 2011; Jones, K., and Hertlein, K. 2012; Cravens, J., Leckie, K., Whiting, J. 2013; Cravens, J., Whiting, J., 2014) podemos concluir que están ocurriendo cambios en las formas como los integrantes de una pareja exploran nuevas relaciones, tienen aventuras, se tornan infieles y alteran la convivencia estable hasta un punto de considerar otras perspectivas en la mirada de la vida en pareja debido a las TICs. Si bien esos cambios no han sido analizados académicamente en nuestro país, preguntarse en qué han consistido en otros lados, nos orientarán sobre su impacto en Chile. ¿En qué han consistido dichos cambios? En un primer estudio analizado (Young, K., Griffin, E., Cooper, A., O’Mara, J., Buchanan, J., 2000), el énfasis ha estado puesto en detectar las posibles explicaciones de la infidelidad virtual, por ejemplo cómo la presencia de un mayor anonimato, la facilidad de su uso y la lejanía territorial con el nuevo/a compañero/a, requiere de un análisis para ver el impacto y sus implicancias a partir de la detección de lo que haría sospechoso a aquel miembro de la pareja que incurriera en esta práctica: cambio en los hábitos de sueño, demanda de mayor privacidad individual, abandono de tareas domésticas, pruebas de evidencia que se niegan, cambios en la personalidad corriente, pérdida de interés sexual, distanciamiento y abandono de las complicidades anteriores, hasta ahí, nada muy distinto de lo que sucede con el comienzo de cualquiera infidelidad cara a cara. Ya en esos años, la terapia reforzaba ideas tales como mejorar aspectos de la comunicación, fijar metas realistas, evitar el tono enjuiciador, reducir la sensación de vergüenza, usar una escucha empática, abandonar los artefactos de riesgo, etc., para concluir que futuras investigaciones deberían delinear, identificar y clasificar las actividades problemáticas sexuales virtuales que suscitan las nuevas tecnologías. Al avanzar en la década del 2000, otro estudio (Whitty, M. 2003) señala que todavía hay escasez de investigación sobre el tema y que es necesario distinguir entre la infidelidad sexual, la infidelidad emocional y la pornografía. Un aporte de este estudio es tematizar la reconsideración del cuerpo cuando éste es reconstruido online, pues algunos teóricos (Clark, J.M. (1997) y (Argyle, K., & Shields, R. (1996) han enfatizado que la ausencia real del cuerpo en el cyberespacio hace del sexo virtual algo distinto de la relación sexual presencial, llamándole más bien “encuentros mentales”, y si bien los resultados de este estudio lo desmienten, deja una pregunta en ciernes. El siguiente estudio examinado (Gonyea, J. 2004) se focaliza en el impacto de la sexualidad por Internet respecto de la satisfacción sexual de la pareja y su intimidad a través del relato de un caso, sin embargo, lo que resulta interesante son ciertas sugerencias dadas para futuros estudios que investiguen a las tiendas online, los sitios pornos y los de chats con el fin de proporcionar datos demográficos sobre la cantidad de tiempo que el usuario ha estado utilizando la sexualidad Internet; los tipos de sexualidad Internet en los que participan; la cantidad de tiempo dedicado al uso de la
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sexualidad Internet por semana; si el participante está en una relación de compromiso; si su compañero/a es consciente de su participación en la sexualidad de Internet; y el nivel de su compañero de participación con él/ ella. Para la autora, si bien estos datos podrían ser cuestionados en su validez, su información contribuirían al desarrollo de una teoría de la infidelidad por Internet y de guía a los terapeutas para proponer intervenciones. Podríamos agregar toda una discusión acerca de la privacidad que requeriría un estudio de este tipo. El estudio culmina con la reflexión que las hipótesis existentes en la literatura generan más preguntas que respuestas respecto a las parejas y su funcionamiento sexual, su nivel de satisfacción, y el papel de la sexualidad por Internet en ella. Y agrega que además de lo devastador que puede ser la infidelidad por Internet, también puede ser un medio que contribuya a mejorar el funcionamiento sexual diádico si se hace un uso acordado de las propuestas online. Dado que estos cambios han producido trastornos en algunas relaciones de pareja, el mundo académico y terapéutico se interesó en delimitar el campo de su saber. Es así como un estudio (Goldberg, Peterson, Rosen, & Sara, 2008), observa que a pesar del aumento de personas que ingresan a Internet por motivos sexuales, poco se sabe de su frecuencia. Para medir el conocimiento entrevistó a 164 miembros de la Asociación Americana para la terapia Matrimonial y Familiar descubriendo insuficiencias en el trabajo con adolescentes y poca preparación para diagnosticar y tratar los problemas relacionados con ciber-‐sexo. Si a lo anterior agregamos la dificultad para discernir en la práctica entre la adicción ciber-‐ sexual, la adicción ciber-‐relacional, la compulsión a estar conectado, la necesidad de juntar el máximo de información y la adicción a la computadora (Young, 1999), las TICs reúnen diversas posibilidades de adicción que pueden afectar la vida en pareja. Para los terapeutas de pareja importa distinguir entre la adicción al sexo facilitada por Internet de la infidelidad por Internet y la adicción a Internet en orden de un mejor diagnóstico y claridad en las intervenciones (Jones, K., and Hertlein, K. 2012). Otro aspecto a considerar es Facebook con el fin de ver su función específica dentro de los sitios de redes sociales en relación a la infidelidad. Un estudio reciente (Cravens, J., Leckie, K., Whiting, J. 2013) se preguntó: ¿Cuál es la experiencia del miembro de la pareja no participante cuando la otra persona ha tenido conductas de infidelidad en Facebook? ¿Cuáles son los procesos que emergen cuando se descubre la conducta de infidelidad? ¿Cuáles son los procesos psicológicos básicos que se producen? ¿Qué similitudes o diferencias existen entre la investigación actual online y la fuera de Internet? Para finalizar, un último estudio (Cravens, J., Whiting, J., 2014) se focaliza en revisar la literatura existente sobre la infidelidad de Internet y compara la actividad online con los comportamientos específicos en Facebook a través de 5 áreas: la definición de infidelidad, las creencias sobre la infidelidad por Internet, los factores que motivan este tipo de infidelidad, el impacto de este tipo en las relaciones de pareja y los límites y reglas que rigen “lo online”. Lo más llamativo fue no encontrar grandes diferencias salvo la amenaza que lo que ha ocurrido vía Facebook se materialice en la vida corriente. Discusión Las TICs llegaron para quedarse. La brecha generacional adopta hoy su forma. Niños y adolescentes conciben la realidad y el entorno desde una concepción audio visual muy diferente de la de 20 años atrás. Otro tanto ocurre con los adultos. Se vive más conectado a los aparatos tecnológicos y desde ahí se va al encuentro del otro. Lo que varía es el medio que se usa. ¿Estamos por eso más aislados? Es el tema que ocupa a los especialistas. Lo corriente es que en
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esa discusión vuelva a aparecer lo que ha sido una constante histórica: la vieja disputa entre sectores conservadores y liberales. Un hecho que me parece más evidente es la nueva negociación entre realidad y fantasía, pues el valor simbólico de esta última parece estar cambiando. Hoy la fantasía está ahí al alcance de la mano, como lo está Internet, más presente e intangible de lo que suponemos. Nos falta averiguar en qué red está más metida la fantasía: ¿En la digital o en la del cara a cara? ¿Con qué alcance jurídico? Podemos decir que en la que resulte o en la que se elija. Lo seguro es que hoy la conexión con el otro puede ejercerse desde el aislamiento espacial y temporal. Puede efectuarse con personas sin rostro o con identidades cambiadas. Se requiere otra gramática para descifrar el tipo de encuentro y un acuerdo arriesgado para traerlo al mundo de la desnudez del rostro del otro. La fantasía se ejecuta desde otros canales, el problema ocurre cuando estos no están disponibles36, pues el retorno obligado al intercambio social de antaño es para un número de jóvenes un aspecto menos entrenado. Así como la psicología social nos ha enseñado que es en la interacción donde se despliegan los afectos bajo diferentes modalidades, el psicoanálisis, que es desde nuestra estructura interna desde donde brotan, la neurobiología advirtiéndonos que no olvidemos la mediación química, los libros de autoayuda, muy socorridos en estos tiempos, revelándonos que todo “está en nuestra cabeza”, los cambios que han implementado las TICs nos muestran que en materia de nuevas elecciones, virtualidad mediante, elegimos el producto según nuestros parámetros de atracción, lo adquirimos, lo probamos, y si no resulta, lo desechamos, todo esto a través de complejos circuitos de intercambio virtual que retrasan el cara a cara, y en donde la elaboración psicológica de la relación ya no escribe el relato de un “yo”, sino uno que puede permanecer inacabado según sea el amor por este medio tan preferido hoy: el de la virtualidad mediática (Fernández Porta, 2010). Cada vez más es un hecho observable desde nuestra profesión. Así como antes era raro que nuestros pacientes nos hablaran de encuentros mantenidos desde el chat, facebook, WhatsApp, twitter, etc., hoy eso es moneda corriente. Lo extraño es atender a un paciente que no esté con su teléfono móvil consigo para estar disponible a este tipo de encuentros e intercambios. Para los terapeutas familiares lo que interesa es estar bien informados de su uso, del alcance que toma a lo largo del ciclo de vida familiar, de la capacidad de acompañar el diálogo entre padres e hijos y de las parejas que consultan, sin demonizar. Reconocer que cada día aumenta nuestra dependencia a ellas nos obliga a estar informados de sus efectos mortificantes y de los eventuales tratamientos. Toda una nueva especialización ha surgido e importa examinarla sin prejuicios, pero atentos a sus efectos perniciosos, como a su buen empleo. Bibliografía Argyle, K., & Shields, R. (1996). Is there a body in the net? In: Shields, R. (ed.), Cultures of Internet: virtual spaces, real histories, living bodies. London: Sage, pp.58–69. Arriagada, Irma (2001), Cambios y desigualdad en las familias latinoamericanas, División de Desarrollo Social, CEPAL, Revista de la CEPAL 77, Santiago, Chile. 36 Son conocidas un par de caricaturas al respecto: la pregunta de si el smartphone va al lado del tenedor o del
cuchillo al sentarse a la mesa con otros comensales; “se cae el WhatsApp, el adolescente mira alrededor donde está el resto de la familia y dice: !es simpática esta gente, pensar que no los conocía!
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DIMENSIONES DEL PROGRAMA PUENTE Dimensión salud Que la familia esté inscrita en el servicio de Atención Primaria de Salud (disponen de credencial o certificado de inscripción). Que las embarazadas tengan sus controles de salud al día según normas del Ministerio de Salud (al egreso debe estarrealizado el control que corresponde). Que los(as) niños (as) de seis años o menos tengan sus vacunas al día según normas del Ministerio de Salud (al egreso debe estar al día, la última vacuna que corresponda). Que los(as) niños (as) de seis años o menos tengan sus controles de salud al día según normas del Ministerio de Salud (al egreso debe estar al día el último control que corresponda). Que las mujeres de 35 años y más tengan el Papanicolau al día. Que las mujeres que usen algún método anticonceptivo estén bajo control médico (al egreso debe estar al día el último control que corresponda). Que los adultos mayores de la familia estén bajo control médico en el consultorio (al egreso debe estar al día el último control que corresponda). Que los miembros de la familia que sufren alguna enfermedad crónica, se encuentren bajo control médico en el centro que corresponda (al egreso debe estar al día el último control que corresponda). Que los miembros de la familia con discapacidad, susceptibles a ser rehabilitados, estén participando en algún programa de rehabilitación (al menos conocen las alternativas y se están incorporando) Que los miembros de la familia estén informados en temas de la salud y autocuidado. Dimensión educación Que los niños y niñas de edad preescolar asistan a algún programa de educación de párvulos (si no hay vacantes disponibles, al menos inscritos y postulando). Que en presencia de madre trabajadora y ausencia de cualquier otro adulto que pueda hacerse cargo de su cuidado, el o los niños menores de 6 años se encuentren incorporados a algún sistema de cuidado infantil (si no hay vacantes disponibles, al menos inscritos y postulando). Que los niños de hasta 15 años de edad asistan a algún establecimiento educacional (en el caso de deserción, que se encuentren en un proceso de reingreso al sistema escolar). Que los niños que asisten a educación preescolar, básica o media, sean beneficiarios de los programas de asistencia escolar que corresponda. Que los niños mayores de 12 años sepan leer y escribir (al menos aprendiendo lecto-‐escritura). Que los miembros de la familia que tengan derecho a Asignación Familiar, la obtengan. Que los miembros de las familias que tengan derecho a PASIS (Pensión Asistencial), lo obtengan (al menos se encuentren postulando). Que la familia cuente con ingresos superiores a la línea de indigencia. Que la familia cuente con un presupuesto organizado en relación de sus recursos y necesidades prioritarias. Dimensión dinámica familiar Que existan en la familia prácticas cotidianas de conversación sobre temas como hábitos, horario y prácticas para la recreación. Que la familia cuente con mecanismos adecuados para enfrentar conflictos. Que existan normas claras de convivencia al interior de la familia. Que exista una distribución equitativa de las tareas del hogar entre todos los miembros de la familia, independientemente del sexo de sus miembros y de acuerdo a la edad de cada uno de ellos. Que la familia conozca los recursos comunitarios y los programas de desarrollo, disponibles en la red local (clubes deportivos, centros de adulto mayor, grupos de iniciativa, organizaciones de la comunidad, entre los principales). Que en caso que exista violencia intrafamiliar, las personas involucradas directamente en esta situación estén incorporadas a algún programa de apoyo (al menos conocen las alternativas y están en proceso de integrarse). Que la familia que tiene interno a un niño en algún sistema de protección, lo visite regularmente. Que la familia que tiene algún joven privado de libertad, lo apoye y colabore en el programa de rehabilitación. Dimensión identificación Que todos los miembros de la familia se encuentren inscritos en el registro civil. Que todos los miembros de la familia tengan cédula de identidad. Que la familia tenga ficha CAS vigente a la fecha de egreso, en Municipalidad de su domicilio. Que todos los hombres de la familia mayores de 18 años, tengan su situación militar al día. Que todos los miembros adultos de la familia tengan sus papeles de antecedentes regularizados. Que los miembros de la familia que presentan alguna discapacidad la tengan certificada por la COMPIN y estén en el Registro Nacional de la Discapacidad. Políticas hacia las familias, protección e inclusión sociales. Que el o los niños con discapacidad que estén en condición de estudiar se encuentren incorporados al sistema
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educacional, regular o especial (si no hay vacantes disponibles, al menos inscritos y postulando). Que exista un adulto responsable de la educación del niño, acreditado como apoderado y que esté en contacto regular con la escuela (al egreso haya asistido a la última reunión de apoderados correspondiente). Que los adultos tengan una actitud positiva y responsable con respecto a la educación y la escuela, al menos reconociendo la utilidad de la participación del niño en procesos educativos formales. Que los adultos sepan leer y escribir (al menos aprendiendo lecto-‐escritura y operaciones básicas si tienen disposición a hacerlo) Dimensión habitabilidad Que la familia tenga una situación habitacional clara en relación con la tenencia del sitio y la vivienda en que habitan. Si la familia quiere postular a vivienda, que se encuentre postulando. Que cuente con agua no contaminada. Que cuenten con un sistema de energía adecuado. Que cuenten con un sistema de eliminación de excretas adecuado. Que la casa no se llueva, no se inunde y que esté bien sellada. Que la vivienda cuente con al menos dos piezas habitables. Que cada miembro de la familia tenga su cama con equipamiento básico (sabanas, frazadas, almohadas). Que cuenten con equipamiento básico para la alimentación de los miembros de la familia (batería de cocina, vajilla y cubiertos para todos los miembros de la familia). Que dispongan de un sistema adecuado de eliminación de basura. Que el entorno de la vivienda esté libre de contaminación. Que la familia acceda al Subsidio de Pago del consumo de Agua Potable, si corresponde. Dimensión trabajo Que al menos un miembro adulto de la familia trabaje de forma regular y tenga una remuneración estable. Que ningún niño menor de 15 años abandone los estudios por trabajar. Que las personas que se encuentren desocupadas estén inscritas en la Oficina Municipal de Información Laboral (OMIL). Dimensión ingresos Que los miembros de las familias que tengan derechos SUF (subsidio único familiar), lo obtengan (al menos se encuentren postulando).
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