Familia y parentesco: una perspectiva sociológica desde los valores

July 5, 2017 | Autor: A. Leyva Téllez | Categoría: Familia, Valores, Parentesco
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Familia y parentesco: una perspectiva sociológica desde los valores. Autora: Lic. Eva Rosales Vicente Universidad de Holguín [email protected] Co-autor: MsC. Arquímedes René Leyva Téllez Universidad de Holguín [email protected] RESUMEN El presente trabajo realiza un abordaje de la familia cubana que, sin renegar del ámbito residencial como núcleo de los fenómenos que se producen dentro de la familia, advierte sobre la necesidad de valorizar y entender al parentesco como componente esencial del funcionamiento de la familia. Al mismo tiempo, la construcción axiológica derivada del parentesco es una interrogante a resolver, ya que la tradicional focalización de los estudios no tiene en cuenta la importancia del parentesco para el conjunto de interrelaciones y de proyecciones sociales que se producen dentro de la familia. Los datos y reflexiones contenidos en este trabajo se basan en investigaciones cuyos resultados contribuyen a determinar cómo se produce la formación de todo un sistema parental, que a su vez influye notablemente en la propia estructuración y proporción de la familia. Las investigaciones sobre parentesco exponen características de orden sistémico y estructural que, en el orden cuantitativo y cualitativo, fundamentan la tendencia de fortalecimiento de la red parental. INTRODUCCIÓN Con razón la familia ha sido llamada célula básica de la sociedad, porque en ella pueden manifestarse o reproducirse todos los fenómenos sociales, a un tiempo germen y evidencia de lo que acontece al ser humano; de ahí que lo más pequeño numéricamente se convierta en un micro mundo que plantea infinitos cuestionamientos. Es fascinante además el cómo la familia forma el espacio intermedio entre individuo y sociedad, y se convierte en una de las instituciones más antiguas del mundo. Por eso ha sido objeto de numerosos estudios desde las ciencias sociales y constituye uno de los objetos fundamentales de la sociología. Sin embargo, los estudios sociológicos que se despliegan desde los valores para el estudio de la familia no suelen ser tan frecuentes. La dinámica del desarrollo de la humanidad ha influido siempre en las características de la familia. Desde la evolución primaria de las hordas y la gens, la familia ha sufrido numerosos cambios como expresión de los propios cambios en la humanidad; pasando de la familia patriarcal a la troncal, a la

familia nuclear y a la ensamblada, según el momento histórico y socio-económico en que se inserte. Una época postmoderna, globalizada y tecnificada como la actual, amenaza a esta célula básica de la estructura microsocial, con nuevos redimensionamientos que quizás la alejen de lo que ha sido hasta hoy y la inicie en el camino de lo que será mañana. La fuerte interrelación de la familia con el contexto es precisamente lo que hace de la familia una categoría histórica y no abstracta, pues su desarrollo y formas están condicionados por el régimen económico social imperante y por el carácter de las relaciones sociales en su conjunto (Rodríguez, 2012). En cada etapa –superpuestas en la mayoría de los casos-, uno de los puntos comunes más interesantes es el carácter político de la familia, entendiendo el término tal y como lo entendían los griegos, calificador de la familia como una institución que aportaba al ámbito público e indispensable para la reproducción social. Es a través de esta que la familia garantiza la transmisión de principios, normas, y la formación de valores inherentes al mejor desempeño -o desempeño esperado- del ser humano en sociedad, en una relación dinámica y creativa entre los valores de la sociedad y sus expresiones en la familia. Desde el surgimiento de la Sociología, no faltaron estudios dedicados a la familia, como respuesta a la preocupación por la inestabilidad de la época. Un lugar destacado fue ocupado, dentro de los estudiosos de la temática por F. Le Play, E. Durkheim, M. Weber, R. Merton y T. Parsons, entre otros. Conocer los mecanismos de formación de la familia, su conformación, en definitiva, la dialéctica de su evolución, sigue siendo un reto –y es de temer permanente- para la Sociología Cubana, en la que valdrían marcos de aproximación que sin desechar los cambios que históricamente ha tenido esta institución, consiga atisbar las nuevas dimensiones que alcanza el hombre dentro de ella. Resulta innegable, no obstante, que la vertiente demográfica en lo tocante a la familia ha sido privilegiada. Los trabajos que en este corte se han realizado, han tratado de definir , por encima e incluso en exclusión del parentesco, tipos de familias, cantidad de miembros que habitan una vivienda y funciones dentro del hogar; lo que, por otra parte, fue la tendencia predominante en el discurso teórico occidental hasta prácticamente las dos últimas décadas del siglo XX, en que se produce una dinámica de acercamiento al parentesco como componente fundamental de la institución familiar; cuando resulta previsible, de todas formas, el impacto tributario en otras áreas de la Sociología como la del trabajo, la educación, la salud y en virtud de ello, de suma utilidad al enfrentar los problemas sociales exacerbados durante la crisis económica. A diferencia de lo que ha ocurrido en el ámbito internacional en el tema, en Cuba ha sido muy escasa la producción investigativa acerca de él, lo que no significa que no se hayan realizado

algunos trabajos importantes en esta esfera, podríamos mencionar a varios académicos entre los que se destacan: Niurka Pérez Rojas, Inés Reca, María del C. Caño, entre otros. DESARROLLO Análisis sociológico sobre familia y parentesco en el mundo occidental y Cuba La evolución teórica de la Sociología ha implicado un replanteo de las concepciones que en torno al desarrollo, comportamiento y proyección de la familia se tenía en un principio. Si el siglo XIX y primera mitad del XX definía esta ciencia en su estudio del contexto familiar a partir de criterios que simplificaban el entorno parental, la segunda mitad del XX y los primeros años del XXI con su dinámica de cambio y transformaciones implicó un redimensionamiento de las aproximaciones al tema, sobre la base de la valorización de los sistemas parentales que dan vida a la familia como entorno microsocial. Siendo la familia uno de los elementos de interacción social de mayor protagonismo en la superestructura de la sociedad, urgían nuevas interpretaciones. Una de esas interpretaciones es la comprensión de que los sistemas parentales son verdaderas formas de reproducción social, por los cuales es posible explicar, en buena medida, los retos que implica la interacción conductual del individuo en su contexto social; mientras que la avalancha de investigaciones sobre la familia a partir de una aproximación al parentesco, es solamente entendible si se tiene en cuenta la diversidad y complejidad de retos que enfrentan las actuales sociedades occidentales, donde es preciso establecer coordenadas coherentes con la propia dinámica de equilibrio e interrelaciones que se producen constantemente. Otra cuestión de suma importancia dentro de la perspectiva de los estudios de parentesco en el mundo occidental contemporáneo es la necesidad de conservar su independencia a la hora de formular el andamiaje conceptual y categorial que va a informar y regir nuestros esfuerzos, pues la extrapolación desde contextos de investigación muy singulares promete dicotomías entre los soportes metodológicos y los ámbitos verificadores de la muestra al ser aplicados en otros que por sus características y niveles de desarrollo harán diferir los resultados y, en consecuencia, obstaculizarán la consecución de los objetivos. En Cuba, los estudios sobre familia y parentesco están atravesados por influencias ideológicas, políticas, culturales y socioeconómicas que permitieron, en primer lugar: la reconstrucción histórica-arqueológica de la sociedad aborigen, un repunte de investigaciones en el siglo XIX mediante censos y registros laicos, y –más recientemente- la profusa cantidad de trabajos después del 59’, con una acusada tendencia al desarrollo a partir de la década de los 80 bajo presupuestos de marcos de promoción institucional y sistematicidad (Vicente 2007).

El tratamiento del parentesco por parte de los historiadores de la familia, tanto en la época colonial como en la republicana, ha sido fundamentalmente a través de censos y genealogías de familias. La reconstrucción se ha centrado en la cantidad de sujetos que habitaban por vivienda y las relaciones que guardaban entre sí. Este tipo de fuente no propicia el conocimiento completo de las relaciones entre parientes fuera de la residencia, y obliga a cruzar esa información con la contenida en expedientes judiciales y los secretos de confesorios. En los últimos tiempos han proliferado trabajos que analizan el concepto de parientes, su número y tamaño por residencia. Lamentablemente sólo cubren el occidente del país, quedando un gran vacío en el centro y el oriente. Hoy se ha convertido en una necesidad imperiosa conocer los mecanismos de formación de la familia -y de sus estructuras de parentesco-, y por ende el desarrollo y extensión de estudios sobre redes de parentesco y función axiológica de la familia cubana actual. Familia y las redes de parentesco en Cuba La situación de la familia cubana de tradición patriarcal está marcada de forma determinante por la incidencia de una Revolución social que creó condiciones para la satisfacción de las necesidades más básicas, propició el acceso gratuito a la salud y la educación, la atención a grupos desprotegidos, apertura de empleos, entre otros indicadores que dieron a la familia bienestar, garantía y el mínimo de las condiciones para desplegar sus funciones espirituales y educativas. Estas fueron las bases constitutivas sobre las que se erigió una transformación cultural en relación al papel de la mujer en la sociedad, el derecho a la planificación familiar y la igualdad entre los sexos. La mujer irrumpió en el mundo público y laboral con iguales oportunidades y remuneración que el hombre, ganó independencia económica y social, amplió horizontes, compartió el sustento hogareño, valoró su realización personal al margen de la maternidad y el matrimonio, comenzó a elegir más libremente a su pareja, tuvo mayor participación en las decisiones familiares y en la determinación de la descendencia. Se fue modelando así un tipo de evolución poblacional muy avanzada, semejante a la de países desarrollados con bajos niveles de fecundidad, mortalidad y crecimiento demográfico, altos niveles de urbanización y una estructura etárea propia de un proceso gradual de envejecimiento. Nuevos preceptos morales se abrieron paso, junto a formas diferentes de vivir que dejaban atrás el tradicional modelo patriarcal con sus jerarquías y vínculos más estrechos y dependientes (Álvarez 1997). En la actualidad es muy frecuente escuchar que la familia está en crisis. El incremento de los índices de divorcio, de maternidad temprana y soltera, de hogares uniparentales, de uniones consensuales, hace pensar en la desintegración de esta institución. Hoy se agregan otras formas de

familias más alejadas del ideal de la familia nuclear completa: madres solteras y madres con hijos sin la presencia masculina, padres que se hacen cargo de los hijos después del divorcio, personas que viven solas pero que están inmersas en densas redes familiares, parejas de homosexuales con o sin hijos. Todas ellas son familias. Esta llamada crisis de la familia ha estado asociada a la de los valores culturales gestados por el modelo de familia patriarcal tradicional. Con los nuevos cambios socioeconómicos y las nuevas exigencias históricas se comienza a producir una ruptura de los roles tradicionales de género, de los arquetipos sexuales, de la forma de crianza y de los modos de relación de pareja. También ha sido consignado como la desacralización de la familia y el tránsito hacia la denominada familia de responsabilidad individual. Función axiológica en la familia y las redes de parentesco Tradicionalmente a la familia se le ha asignado la función de ser transmisoras de los conocimientos que los individuos jóvenes necesitan para la vida futura, así como de la socialización en las normas y valores (Torio 2004). A pesar de transformaciones inevitables por el carácter dialéctico y dinámico entre familia y sociedad, el grupo familiar de origen sigue siendo un poderoso agente formador de la personalidad del individuo, influyendo decisivamente en la progresión y sostén de la sociedad misma. La familia como institución expresa el conjunto de valores de la sociedad en la que tiene lugar, a la vez que cumplimenta toda una serie de normas y patrones que se reproducen de generación a generación en cada individuo en particular. Es decir, que la formación de valores es una de las funciones primordiales de la familia, en tanto significa también el propio sostenimiento de la familia. Los valores constituyen un complejo y multifacético fenómeno que guarda relación con todas las esferas de la vida humana. Están vinculados con el mundo social, la historia, la subjetividad, las instituciones y el marco institucional, y uno de los ámbitos fundamentales donde los valores tienen su asiento es la familia (Fabelo 2011). Incluso imbuidos en los retos de la postmodernidad, la familia constituye un valor en sí misma, un factor instituyente de valores, y mediadora de influencias valorativas donde, en fin, se adquieren las primeras y más definitivas nociones culturales y estéticas, los valores asociados a esas nociones, así como otros valores ideo lógicos, políticos, que tienen en la familia un medio de transmisión y creación en las primeras etapas y otras más avanzadas del desarrollo de la personalidad (Fabelo 2011). Aunque la familia y la escuela estén asociadas a una llamada crisis de valores, e l hallar culpas o causas no es a juicio de la investigadora lo más urgente del debate, sino el cómo la familia está

cumpliendo su función educativa en medio de lo que ha dado en llamarse “segunda transición de la familia” (Torio 2004). Sin embargo, esta función axiológica no puede verse sino a través de una comprensión menos lineal y más sistémica de la familia, que responda a lo complejo de las sociedades en la actualidad, al tiempo que responda a lo específico contextual. La reproducción de los vínculos o relaciones que se pueden dar entre individuos de una misma sociedad está determinado por un elemento de conectividad que se proyecta intra-parentalmente, ya que todos inexorablemente formamos o hemos formado parte de una red de parientes desde la cual hemos empezado a conformar el paquete de valores, creencias y concepciones que nos hacen funcionar como individuos esencialmente alteros. Esto quizás determine, en gran medida, la proyección de interrelaciones entre el individuo y las instituciones, que es a su vez el nexo de funcionabilidad social. En el caso de Cuba, una visión sistémica, fundamentada además en los más recientes aportes de los estudios sociológicos, es la familia articulada en redes de parentesco y no limitada a un mismo espacio de convivencia. Las redes de parentesco fueron durante mucho tiempo campo exclusivo de la antropología, pero se han demostrado también parte fundamental del concepto de familia dado que esta no puede concebirse sin la pertenencia a un sistema parental. Por eso las concepciones elaboradas a partir de que la familia consiste en un grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas, o agrupamiento nuclear compuesto por un hombre y una mujer unidos en matrimonio más los hijos tenidos en común, todos bajo el mismo techo, son concepciones limitadas en forma y contenido si las comparamos con la multiplicidad y complejidad que añaden las redes de parentesco. Dado el carácter contextual explicado anteriormente, la crisis económica de los 90’ en Cuba y sus ramificaciones hasta la actualidad han provocado en la familia cubana una más profunda imbricación con las redes de parentesco. Familia es, por tanto, la convivencia común y también la relación que se establece con la parentela en multitud de espacios posibles. Los avances antropológicos en cuanto a redes de parentesco han ido sumándose así a las investigaciones sociológicas sobre la familia, teniendo en cuenta que el cumplimiento de las funciones de la familia depende también de las redes de parentesco. Ahora bien, si las redes de parentesco son inherentes al funcionamiento de la familia, y si una de las aristas más importantes de ese funcionamiento es la transmisión, creación y reproducción de valores, es imprescindible entonces incluirlas en los estudios sociológicos, y asimismo es vital la identificación y estudio de una dimensión axiológica al interior de las funciones de la familia. Surgen entonces interrogantes sobre cómo se articulan ambas categorías (redes de parentesco y

familia) en cuanto a los valores, y cuáles son específicamente las funciones que cumple la red de parentesco como subsistema familiar. Fenómenos tales como: la discriminación por sexos, generaciones, xenofobia, drogadicción, desempleo, migraciones, degradación del medio ambiente entre otras que constituyen amenazas al paradigma de la sociedad occidental contemporánea-, serían difícilmente afrontados con políticas gubernamentales sin una cabal interpretación de los mecanismos de reproducción que se encuentran dentro de la familia como herencia superpuesta generacionalmente. Son estas cuestiones que tienen ya antecedentes desde la yuxtaposición antropológica y sociológica, pero que no han sido develadas desde lo axiológico ni en el entorno cubano actual. Las redes de parentesco y su connotación en los valores de familias estudiadas. Este trabajo se basa en una investigación sobre estructura y funcionamiento de las redes de parentesco en la zona urbana de la ciudad de Santiago de Cuba. Durante el trabajo de campo se realizaron entrevistas y cuestionarios a 100 familias del Casco Histórico y a 55 de las zonas periféricas. Un aspecto analizado en la investigación fue el de estructura familiar de la muestra. Para ello se utiliza la clasificación tradicional de estructura de familia, cuyos resultados se expresan a continuación. TIPOS DE FAMILIAS

CASCO HISTÓRICO

ZONAS PERIFÉRICAS

CANTIDAD

PORCIENTO QUE

CANTIDAD

PORCIENTO QUE

DE FAMILIAS

REPRESENTA

DE FAMILIAS

REPRESENTA

Nuclear

27

27

22

40

Extensa

64

64

25

45.45

Compuesta

1

1

5

9.09

Monoparental

3

3

2

3.63

Reconstruida

2

2

1

1.81

Patrifocal

3

3

0

-

100

100

55

100

TOTAL

Tabla 1. Estructura familiar Estos resultados expresan que en el Casco Histórico ha habido un mayor predominio de las familias extensas sobre las de otro tipo, las cuales representan un 64% sobre el total. Por otra parte en las zonas periféricas, aun cuando son estas las que prevalecen, su porciento no guarda diferencias significativas con el de la familia nuclear.

La familia nuclear se convirtió para algunas personas en un deseo y posibilidad material, mientras que para otras, la extensa sigue siendo una realidad a la que deben atenerse por factores ajenos a los deseos y que actúan como normativas sociales. Se considera que el hecho de que predominen las familias extensas puede estar dado por diferentes causas. En primer lugar a la falta de vivienda, ya que no hay una proporción entre el crecimiento del fondo habitacional y el crecimiento natural de la población. Sin embargo, en el caso de las zonas periféricas existe una mayor disponibilidad de terrenos o espacios, y las personas que allí habitan tienen mayores posibilidades de construcción en torno a la “casa madre” o primera casa construida, aun cuando la situación de crisis económica del país es un obstáculo para la independización de los núcleos familiares. En segundo lugar, obedece a obligaciones con padres enfermos que no pueden valerse por sí solos; y en tercer lugar al oscurecimiento de la información, ya que el funcionamiento interno de estas familias extensas puede ser de tipo nucleares. En las últimas etapas de la investigación se introdujeron nuevos elementos que permitieron detectar situaciones específicas: hay familias que se niegan a admitir que en su vivienda hay un solo núcleo por temor a ser suspendidas de los beneficios que gozan al poseer dos o más libretas de abastecimiento, cuando en realidad este grupo de personas participan de un hogar y mesa comunes. No obstante, se encontraron familias con más de un núcleo en su vivienda, incluso con tres o más, las cuales a pesar de ser extensas tienden a la nuclearización, aunque no sean en su interior específicamente nucleares, ya que pueden ser de tipo reconstruidas, monoparental, patrifocal, entre otras. Esta tendencia a la nuclearización, no solamente entendida como la formación de familias nucleares independientes, puede estar dada por diversas causas como son: las ansias de independizarse, desavenencias en el grupo familiar y el poseer una libreta de abastecimiento propia. Al asumir la clasificación tradicional de familia, si bien permite explicar la estructura a nivel de residencia, resulta inflexible y limitada porque en muchas ocasiones la ubicación física o espacial de dichas redes, se encuentra dentro de los límites o áreas que originalmente tenía la primera casa o “casa madre”. De aquí que el crecimiento no aleja a los parientes, todo lo contrario, existe mayor dependencia entre sus miembros en cuanto al cuidado de la población infantil y de los ancianos y una responsabilidad conjunta en cuanto a la integración social y establecimiento de mecanismos colectivos de supervivencia. Por otra parte en la intención de definir cómo se establecen las relaciones de parentesco en estos núcleos familiares, se elaboró un sistema de preguntas que llevaron a definir:

Al preguntarles: ¿A cuántos de sus parientes invita a fiestas?

Centro Histórico Comunidades periféricas

TODOS

ALGUNOS

NINGUNO

NO HACEN FIESTAS

20 %

30%

36%

14%

38.18%

40%

21.82%

-

Tabla 2. Participación parental en actividades festivas. ¿A cuántos de sus parientes avisa en caso de enfermedad?

Centro Histórico Comunidades periféricas

TODOS

ALGUNOS

NINGUNO

61%

36%

3%

58.18%

38.18%

3.63%

Tabla 3. Participación parental en caso de enfermedad. ¿A cuántos de sus parientes avisa en caso de muerte? Todos

Algunos

Ninguno

Centro Histórico

93%

7%

-

Comunidades

80%

14.54%

5.45%

periféricas Tabla 4. Participación parental en caso de muerte Sería útil anotar que muchos de los entrevistados alegaron no invitar a algunos de sus parientes a fiestas por una cuestión de lejanía geográfica, en tanto ante el evento de la muerte y la enfermedad, una parte de ellos afirma que sólo avisa a la familia consanguínea del causante. Los resultados alcanzados muestran que el ejercicio del vínculo parental no se refuerza ante cuestiones que se refieren específicamente a eventos positivos ocurridos a individuos de la familia, en tanto, sí se ejercitan en un porciento muy significativo ante cuestiones que afectan negativamente al núcleo común familiar. Luego de constataciones prácticas, con certeza se puede afirmar que es precisamente la muerte, el evento con más fuerza dentro del grupo, siendo el único momento en que, como tendencia, se reúnen todos sus miembros. Desavenencias y conflictos en la vida familiar e individual entre parientes quedan olvidados ante la desaparición de un querido, activándose la red en su casi totalidad. Otras actividades vinculadas a relaciones cotidianas como visitas, fiesta o celebraciones de cumpleaños, de bodas, festejos de quince, se desplazan de dicha matriz ampliando el círculo de intercambio. También se indagó sobre las obligaciones que la familia tiene con sus niños y ancianos, alcanzándose los siguientes resultados:

Centro Histórico Comunidades periféricas

TIENEN

NO TIENEN

NO HAY ANCIANOS

63%

17%

20%

61.81%

7.27%

30.90%

Tabla 5. Obligaciones con los adultos mayores

Centro Histórico Comunidades periféricas

TIENEN

NO TIENEN

NO HAY NIÑOS

56%

15%

29%

65.45%

20%

14.54%

Tabla 6. Obligaciones con los niños Cuando se habla de obligaciones se debe entender como tales: ayuda económica, la guarda, cuidado y educación del menor y del adulto mayor según corresponda. Por una cuestión de tradición cultural, históricamente el cuidado de niños y ancianos aparece como una de las funciones vitales de la familia cubana. La familia, su estructura, su distribución de roles y su clima tienen una función insustituible en el proceso de socialización del niño. Por otra parte se considera que la gran mayoría de las personas mayores mantienen un contacto frecuente con la familia, de la que reciben y proporcionan apoyo y diversos servicios. La familia continúa siendo la fuente de ayuda y apoyo más importante para la población anciana más dependiente y necesitada. Para la mayor parte de la población, descuidar a los adultos de la tercera edad no es aceptado, en tanto la sociedad no aprueba el hecho de que los hijos se desentiendan en alguna medida de las obligaciones para con sus padres cuando llegan a edades avanzadas. Incluso para muchas personas hablar de la alternativa de ingresar a los ancianos en hogares y asilos puede ser sinónimo de desprotección. En Cuba, el cuidado, protección y respeto a los adultos mayores, así como a los niños y sus derechos, está amparado por la política y los Programas de Educación que pone en práctica el Estado cubano, además de estar respaldado legalmente por el Código Penal, de Familia, y por la Constitución de la República. Nótese en los resultados que los índices negativos no son significativos, que por el contrario, los positivos indican un reforzamiento de lo que distingue y da origen y continuidad al parentesco. Por otra parte al definir quién es el encargado de mantener la comunicación entre los parientes, se obtuvieron los siguientes resultados:

MUJER

HOMBRE

TODOS

NADIE

65%

11%

20%

4%

43.63%

36.36%

20%

-

Centro Histórico Comunidades periféricas

Tabla 7. Comunicación interparental Resulta obvio que a pesar de la creciente inserción de la mujer en la vida económica, política y social del país, y a la institucionalización de la igualdad entre los sexos, la mujer sigue siendo, aunque estadísticamente no se cuente con datos que reafirmen esta aseveración, responsable de los roles que tradicionalmente se le han asignado en la comunicación interparental. En la figura femenina es mayor la disposición a brindar consejos, al igual que el tradicional cuidado de enfermos y desvalidos. Aun así se puede observar una creciente desmitificación del desempeño de la figura masculina, lo cual se nota claramente en los resultados correspondientes a las comunidades periféricas. Por otro lado al preguntárseles: ¿En caso de viajar a otra ciudad, qué tipo de ayuda le brindan sus parientes? TIPO DE AYUDA

CASCO HISTÓRICO

COMUNIDADES PERIFÉRICAS

Económica

67%

64.45%

Espiritual

56%

58.18%

Alojamiento

75%

73.36%

Alimenticia

63%

61.45%

No tienen parientes

12%

10%

No viajan

2%

4%

Ninguna

10%

21.81%

Tabla 8. Activación de la red parental fuera del marco residencial. Al analizar los resultados de esta última pregunta se puede apreciar un grado significativo de solidaridad entre los parientes, independientemente de la falta de contacto que puede motivar la lejanía y los inconvenientes de una prolongada crisis económica. Se puede decir que las redes de parentesco han cobrado particular relevancia como soporte de ayuda en el marco de la crisis, cuando sus miembros, al viajar a otras ciudades del país, cuentan con altos niveles de solidaridad por necesidades materiales de alojamiento y alimentación, entre otras. La evidente reactivación de dichas relaciones es incuestionable. En las entrevistas y encuestas realizadas se evidencia la tendencia general a la búsqueda de estrategias familiares donde prevalece la cooperación y la asistencia a los miembros de la familia

más vulnerables. Se evidencia indispensable la solidaridad dentro de la implementación de las actividades económicas generadas desde el grupo familiar, así como en la ayuda a parientes con sus proyectos personales que implican responsabilidades con respecto al todo familiar. Este valor se convierte en una mediación permanente en las diferentes instancias de acción del grupo familiar, especialmente frente a entornos variables y adversos. Los individuos manifiestan hacia el interior de la familia parental una actitud solidaria, aun cuando en su proyección hacia la sociedad prevalezcan valores más cercanos al individualismo. Es por esto que la familia se convierte en un reservorio ético de gran importancia para las dinámicas educativas y de movilización colectiva. Las redes parentales se constituyen en mundos relacionales desde las que se generan diferentes imágenes de la realidad, donde los valores juegan un papel central de articulación de las estructuras y dinámicas familiares. La dimensión axiológica predetermina la repartición de las múltiples funciones familiares. La intervención de los otros estratos sociales del barrio en la reproducción de las unidades domésticas se realiza a través de las relaciones propias de las redes de parentesco, desde el punto de vista de su integración y de su función dentro del sistema social local. Las redes parentales brindan sentido a la realidad desde los valores implicados en su funcionamiento. Estos valores y reglas de parentesco son compartidos generalmente, lo que permite la comprensión entre las diferentes familias. Lo axiológico aparece como un elemento que asegura la existencia social de la familia, al tiempo que brindan identidad y status a las familias que los sostienen. La familia, la escuela y el barrio son los andamiajes sociológicos donde se inculcaron los códigos relacionales. Se reproduce en cada espacio de encuentro el equivalente al orden familiar, dado que los valores que se difunden en las relaciones del grupo se desprenden del funcionamiento de las familias y sus relaciones domésticas: solidaridad, fidelidad, generosidad, honor, etc. Y así como sucede en las familias, estos valores alimentan de igual modo tanto las alianzas como los conflictos, son imposiciones que coaccionan al igual que solidaridades deseables. CONCLUSIONES La familia cubana transita hoy entre viejos y nuevos modelos, en una transición que comparte también tendencias mundiales reconocibles en la reducción de su tamaño medio, rejuvenecimiento de la nupcialidad, menor cantidad de hijos y aumento del envejecimiento poblacional, crecen las uniones consensuales, el divorcio, y nuevos vínculos alejados de la consanguinidad se hacen notar.

En el período más reciente se ha detectado un crecimiento de los núcleos encabezados por mujeres, a pesar de que en Cuba, como en otros países latinoamericanos, la tendencia histórica siempre apuntó a núcleos dirigidos por hombres. Sin embargo, desde hace algunos años hacia acá se ha experimentado un ascenso de los encabezados por mujeres. Esto puede asociarse con la mayor participación en la vida económica, política y social que ha tenido la mujer en nuestro país en las últimas décadas, así como con el incremento de la tasa de divorcio y las madres solteras. En general, la revisión bibliográfica y documental apunta que existe una contradicción entre los valores tradicionales y las nuevas situaciones sociales en que se desenvuelven actualmente los individuos y la familia. Con el inicio de la crisis económica se produjo un acelerado descenso de las condiciones de unidad para la gran mayoría de los hogares cubanos. Se ha manifestado una hiperbolización de la función económica de la familia, la cual aparece en detrimento de la función cultural espiritual al reducirse los espacios de encuentro, de esparcimiento y los niveles de consumo. Sin embargo, la función axiológica (o de reproducción social) no se ha menoscabado sino complejizado, expresando una interrelación compleja cuyos fundamentos y ramificaciones deben constituir tema de futuros estudios para una mejor comprensión del cambio avizorado en la familia a través de sus sistemas parentales. Las redes de parentesco, sobre todo aquellas establecidas con la familia de origen, tiene un papel muy importante en nuestra realidad cotidiana, en aspectos fundamentales como apoyo económico, realización de tareas domésticas y en el cuidado de niños y ancianos. Ello permite afirmar que la familia en Cuba no ha perdido importancia ni mucho menos se está desintegrando, sí está atravesando por un proceso de cambio, de tránsito hacia un modelo más democrático, en el cual la solidaridad, la responsabilidad compartida, la ayuda y el respeto mutuos (dimensión axiológica en pos de la reproducción social) constituyen las bases fundamentales sobre las cuales dicho modelo va edificándose en medio de múltiples contradicciones. BIBLIOGRAFÍA 1. Álvarez, S. M. (1997) “Familia e inserción social”. Revista Papers, No.52, pág.101-113. 2. Amor, M. E. E. (2010). Pertinencias y alcances de la sociología cultural en el encuadre sociológico. Algunas notas. Santiago, (119). 3. Fabelo C., J. R. (2011) “Los valores y sus desafíos actuales”. Editorial José Martí, Cuba, 2da ed.

4. Fragoso F. y Canales R. (2009) “Estrategias educativas para la formación en valores desde la educación informal de la familia”. Revista Educere, Año 13, No.44, pág. 177-185. 5. González, V. T. (2002). Cuba: Efectos sociales de la crisis y el ajuste económico de los 90's. Cuba siglo XXI, 13. 6. Marrero, L. (1972). Cuba, economía y sociedad: Siglo XVI: la economía (Vol. 2). Editorial San Juan. 7. Mesa-Lago, C. (2005). Problemas sociales y económicos en Cuba durante la crisis y la recuperación. Revista de la CEPAL. 8. Rodríguez Fernández, N. E. (2012) Un acercamiento a la familia desde una perspectiva sociológica. Contribuciones a las Ciencias Sociales. 9. Torio, L. S. (2004) “Familia, escuela y sociedad”. Revista Aula Abierta, No.83, pág.35-52. 10. Vicente, E. R., & de Peralta Ortega, K. G. (2007). Redes de parentesco: ¿hacia una nueva arquitectura de la familia cubana? Santiago, pág. 9-16.

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