Fallece el Rey Abdullah, Factor de Equilibrio en el Medio Oriente

August 22, 2017 | Autor: F. Álvarez Simán | Categoría: Pobreza Empleo Politica Social Economia Regional
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Descripción

Fallece el Rey Abdullah, Factor de Equilibrio en el Medio Oriente
"La sabiduría no se traspasa, se aprende"
Proverbio árabe

Como otros miembros de su familia; Abdullah bin Abdulaziz Al Saud se autonombraba el "Custodio de las dos Mezquitas" porque en Arabia Saudita, el país en el que reinó desde 2005 al 2015 están ubicadas las dos ciudades que albergan los dos templos sagrados de la religión musulmana; "La Meca" ciudad natal del profeta Mahoma y destino sagrado y obligatorio de todo creyente en el Islam; y la ciudad de Medina en una de cuyas mezquitas se encuentran los restos del profeta. El título sustituyó al de "Su Majestad", de esta manera quería dejar en claro que lo más importante era ser identificado como una autoridad religiosa o alguien que impulsaba la religión en lugar de políticas públicas laicas.

Abdullah era el Rey de Arabia Saudita y falleció este 23 de enero a la edad de 90 años. Con una fortuna personal de 18 mil millones de dólares, Abdullah era el tercer mandatario más rico del mundo; solo detrás del Sultán de Brunei y del Rey de Tailandia. Testigo y actor privilegiado de los últimos acontecimientos de una región históricamente convulsa; Abdullah tenía un perfil político conservador; sin embargo se le reconocen algunas medidas de modernización de un país no solo monárquico, sino también de fuerte influencia religiosa en las decisiones de la administración pública; es decir en un país de tendencias políticas y costumbres conservadoras.

En ese sentido; integró mujeres a su gabinete, desde el 2013 las mujeres pueden votar y presentarse como candidatas a elecciones; auspició también la modernización del sistema educativo saudí para propiciar la profesionalización de la administración pública, para modernizar tecnológicamente las industrias y para fortalecer el sector de los servicios; especialmente en los sectores de la minería, la energía solar, y el turismo. Durante su reinado más de 70 mil jóvenes saudís estudiaron en el extranjero, especialmente en Australia, Inglaterra y Estados Unidos, hoy en este último país, hay más de 22 mil estudiantes saudís que se espera en el futuro puedan desplazar paulatinamente a los nueve millones de trabajadores extranjeros que tiene hoy Arabia Saudita porque el plan incluye el apoyo al exclusivo centro de investigaciones en ciencias Biológicas, ambientales de ingeniería; informática, matemáticas y ciencias físicas de la Universidad Rey Abdullah de Ciencia y Tecnología (KAUST en árabe).
Abdullah era un soberano de corte conservador y el sexto monarca de una dinastía iniciada por su padre Ibn Saud, el primer Rey y fundador del estado árabe Saudí moderno. Lo que distingue a la corona árabe de las demás casas reales del mundo es que el poder no pasará a alguno de sus siete hijos o quince hijas; será sucedido por su hermano Salman bin Abdulaziz Al Saud; de hecho aún están con vida varios de sus hermanos y medios hermanos, alguno de los cuales heredará el trono saudí cuando Salman falte. Ese proceso se conoce como "Agnación" y ocurre cuando el trono no pasa a manos de los hijos del rey en funciones, sino que es heredado por sus hermanos sobrevivientes, muchas veces por cuestión biológica el menor, la corona pasa a mano de esta manera de padre a hermanos y luego a nietos solo hasta que la línea generacional anterior desaparece.

El Rey Abdullah ascendió al poder de facto su medio hermano y antecesor en el trono Fahd sufrió un derrame cerebral en 1995. Abdullah gozó desde entonces de una reputación de honestidad que lo acompañó desde su primer cargo público, cuando fue alcalde de la ciudad Santa de La Meca, fue también viceministro de defensa y comandante de la Guardia Nacional; el organismo militar de élite que protege a los miembros de la Casa Real Saudí y combate el terrorismo en su territorio. Abdullah será recordado por mantener el equilibrio entre las costumbres y la cultura de Arabia y la necesidad de modernización y de reformas que la globalización le impone a una de las sociedades más cerradas del mundo.

La Familia Real y los Sudairi Seven

Abdullah nació en Riah, la capital de Arabia Saudita el primer día de agosto de 1924; nueve años antes del descubrimiento de petróleo en la península arábiga; y 20 después de que su padre Ibn Saud fundara la dinastía que unificó a la península arábica. La unificación permitió pasar a una economía que dependía de la exportación de perlas a ser netamente petrolera. Para ello Ibn Saud reconoció la influencia británica en territorios a lo largo del Golfo Pérsico e Irak, vital para la sobrevivencia de su reinado y para a cambio garantizar el comercio mercantil a la isla británica desde sus posiciones indias pasando por el Canal de Suez para llegar al Mediterráneo evitando bordear el continente africano.

Desde la llegada al poder de Ibn Saud y el reinado de Abdullah, la familia real crece pues el propio Saud engendró con distintas mujeres 45 hijos, el propio Abdullah tuvo 35 hijos. Esto ha hecho que la casa real saudí sea compuesta por 30 mil miembros de los cuales seis mil reciben el trato de príncipes o princesas, aunque buena parte de la riqueza y el poder esté en manos de solo dos mil de ellos, pero las luchas por el poder evidentemente están a la orden del día en una dinastía tan grande y con miembros que detentan enorme poder económico al ser los beneficiarios directos de las ganancias petroleras.

De hecho, Arabia Saudita posee casi la quinta parte de las reservas petroleras mundiales, el campo de extracción más grande del mundo, una capacidad de producir 12.5 millones de barriles diarios y el menor costo de extracción del mundo con un promedio de 4 y 6 dólares por barril. Esta situación le otorga una enorme riqueza a la familia real puesto que a pesar del secretismo en las cuentas nacionales; la prensa occidental presume que cerca del 40 por ciento del presupuesto total anual es manejado directa o indirectamente por miembros de la familia real; sobre todo a través de contratos para la comercialización del crudo, de la prestación de servicios al aparato gubernamental y subsidios a los miembros de la familia que obviamente no pasan por un proceso de transparencia o de auditoría.

En Arabia Saudita, por ser un sistema político monárquico absoluto, nunca se han efectuado elecciones para presidente o primer ministro; curiosamente es el único que profesa la religión musulmana donde este derecho político no se ha ejercido. En contraparte, su índice de desarrollo humano es alto, ya se está ubicado entre los primeros 20 países del mundo como también su PIB nominal. La alfabetización es del 80 por ciento de un total de 29 millones de habitantes y a pesar de que las clases las reciben separadas hombres y mujeres. Incluso, la esperanza de vida es de 72 años y su red hospitalaria es de las mejores del mundo.

Debido a lo numeroso de la familia real, para el ejercicio del poder; durante el reinado de Abdullah, aparecieron los "Sudairi Seven", una alianza de siete hermanos de Abdullah, conocidos también como el clan o la facción sudairi (actualmente solo sobreviven cuatro de los fundadores), que se unieron para el cuidado de sus intereses, evitar rebeliones, considerando también la avanzada edad de los príncipes herederos y sobre todo, para normar las venideras sucesiones al trono árabe. La aparición del clan coincide con la decisión en el 2006 de Abdullah de regular constitucionalmente el ascenso al trono, y este proceso descansa en una comisión de príncipes que toma en cuenta el origen étnico de la madre, la popularidad, la honradez y el trabajo; el proceso se abre a un total de 35 miembros, entre ellos hermanos y nietos; pero claro está, la designación tiene que darse entre los hijos sobrevivientes de Ibn Saud, hasta que por la cuestión biológica, el proceso pase a manos de sus nietos, muchos de los cuales rondan los 60 años de edad.
Las prioridades y legado del reinado de Abdullah

Hasta el último día de su reinado, Abdullah, era aliado declarado de Estados Unidos; también fue un partidario del combate contra Al-Qaeda, asunto que intensificó al conocerse que de 19 de los integrantes la célula terrorista de los atentados del 11 de septiembre del 2001 en Nueva York, 16 eran ciudadanos saudí árabes. Pero la prioridad principal de Abdullah siempre fue conservar los equilibrios en Medio Oriente, particularmente contrarrestando las acciones y la influencia regional de Irán; sobre todo por la pugna con la rama iraní chiíta del islam que choca contra las creencias sunitas de arabia y porque consideraba un peligro para la estabilidad regional las investigaciones nucleares iraníes y el apoyo financiero del régimen chiíta al grupo terrorista Hezbollah, ya que consideraba que con dinero iraní, el grupo pensaba expandirse hacia los países africanos que profesan el islam.

Incluso, es acusado que de manera directa, pero la mayoría de las veces indirectamente, obstaculizaba movimientos democráticos en el medio oriente, a los cuales los veía como una amenaza contra la estabilidad de la región y de la propia Arabia Saudita; para ello imputan sus biógrafos, no dudaba en utilizar los cuantiosos recursos de la riqueza petrolera. Obsesionado con el equilibrio regional, Abdullah visita China en el 2006, en ese viaje diplomático relanza la relación diplomática con Beijing, establecida en 1990, coinvierte con China en una refinería en el país oriental, triplica el comercio bilateral y vaticina que China será pronto el mayor comprador de Arabia Saudita, todo ello a cambio de pedirle a los dirigentes chinos apoyo para detener el programa nuclear iraní, propuesta que extendió también a la India; los dos países que Abdullah estimó serán los mercados futuros para el petróleo.

De hecho, según los cables de inteligencia americana hechos públicos con el escándalo de Wikileands, las relaciones árabes con China y la India se incrementaron con el desarrollo de la ola de protestas populares conocidas como la Primavera Árabe. Pero si Abdullah buscaba apoyo con las potencias internacionales emergentes para contener el avance chiíta-iraní; también buscaba la colaboración regional con el mismo fin. Por eso trabajó en el establecimiento del mercado común árabe, proyecto que se concretará este año y se consolidará en el 2017, la idea es la construcción de redes ferroviarias y de energía eléctrica para la industria.

En materia doméstica, Abdullah estaba convencido de que a pesar de ser una nación rica en petróleo, Arabia Saudita necesitaba modernizarse; primero debido a el juego de la oferta y la demanda sobre el precio del petróleo y segundo porque más de la mitad de la población árabe tiene menos de 25 años. Esto representa la necesidad de volver calificada a una extensa mano de obra, sabía también que la mano de obra femenina debía de volverse productiva, para ello autorizó el derecho femenino al voto, dispuso un viceministerio para una mujer, autorizó a dos mujeres atletas saudíes competir en los juegos olímpicos en Londres 2012y dispuso de licencias para que un reducido grupo de mujeres árabes educadas en el extranjero ejercieran como abogadas.

Estos cambios en las libertades políticas a las mujeres que en occidente pueden verse de risa, en Arabia Saudita tuvieron un profundo impacto, tanto que la opinión pública liberal los consideró tibios e insuficientes, pero el clero los consideró un exceso, para otros; fue un intento de un hombre pragmático y preocupado por los equilibrios de conservar el poder y darle legitimidad a la poderosa familia real saudí en un contexto globalizado y de protestas derivadas de la primavera árabe.

Quienes se inclinan por esta última versión se apoyan en el hecho de que después de los levantamientos de la primavera Árabe en el 2011, Arabia Saudita tomó medidas drásticas contra cualquier disidencia. Por ejemplo, la policía antidisturbios aplastó manifestaciones callejeras, decenas de activistas fueron detenidos y las autoridades monitorearon más de cerca las redes sociales, donde explotó la ira por la corrupción y numerosas y bromas sobre la edad de los príncipes. Su última batalla la presentó en el contexto de la guerra civil en Siria, donde apoyó y los rebeldes armados que luchan para derrocar al presidente Bashar Assad, principal aliado árabe de Irán, y presionó al gobierno de Obama a hacer lo mismo. El problema es que la Guerra de Siria ayudó a dar a luz al grupo terrorista Estado Islámico.

Autoritario por herencia genética, Abdullah era un convencido de la necesidad de diversificar la economía de Arabia ante el temor que siempre expresó de llegar el inevitable día en que el petróleo se termine. En impulsar ese cambio se ocupó durante su reinado, pero también en conservar el equilibrio regional. Todo indica que su muerte no provocó un cisma en la familia real y que ya hay hasta sucesor del actual monarca. El reto de sus sucesores serán los mismos que los de Abdullah, contener a Irán y la corriente chiíta, diversificar la economía árabe, reprimir a Al-Qaeda y al nuevo actor terrorista; el Estado Islámico. Habrá que ver si sus sucesores lograron heredar la mejor habilidad de Abdullah: su enorme capacidad de mantener el status quo.


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