Factores predictores de la actitud ante la inmigracion

June 15, 2017 | Autor: Dario Paez | Categoría: Social Psychology, Stereotypes and Prejudice, Migration Studies
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Factores predictores de las actitudes ante la inmigración DIANA RAMOS DE OLIVEIRA*, ELZA-M. TECHIO*, DARÍO PÁEZ* Y KARMELE HERRANZ** *Universidad del País Vasco, UPV-EHU; **Lanbiden

Resumen En este estudio se analizan las creencias y las actitudes sobre la inmigración en España (Comunidad Autónoma Vasca -CAV-, Madrid, Barcelona, Sevilla y Salamanca) mediante la aplicación de una encuesta (N=810) a estudiantes, sus familiares y sus conocidos. En los análisis multivariados, la actitud negativa hacia la inmigración se asociaba a la amenaza cultural y social percibida, a una mayor tendencia emocional negativa hacia los mismos en el caso hipotético de inmigrantes residentes en su propio barrio y a una menor tendencia emocional positiva ante el contacto con ellos. Del mismo modo, en la muestra del País Vasco se contrastó la hipótesis del “Racismo del Pobre”, siendo esta cuestionada: los inmigrantes internos (extremeños, andaluces, castellanos y gallegos, inmigrantes de primera y segunda generación en la CAV) mostraban una actitud más favorable hacia la nueva inmigración que los otros grupos (vascos nativos). En el ámbito colectivo el rechazo a los inmigrantes se asociaba a un menor desarrollo social, a valores culturales colectivistas y jerárquicos, y a un menor número de inmigrantes respecto a la población receptora, siendo específicamente la amenaza social colectiva el factor que mejor explicaría, a nivel nacional, la actitud negativa hacia los inmigrantes. Palabras clave: Actitudes y creencias, inmigración, ignorancia pluralista, amenaza social y simbólica percibida, prejuicio.

Predictive factor of immigration attitudes Abstract A survey (N=810) on students, student’s relatives and general population, studies attitudes beliefs towards immigration in Spain (Basque Country, Madrid, Barcelona, Seville and Salamanca. The negative attitude towards immigration was in multivariate analysis related to perceived social and cultural threat, high emotional worry and low approach emotional action tendencies. Disconfirming “poor racism” first and second generation internal immigrants (extremeños, andalusians, castillians and galicians living in the Basque Country) show a more positive attitude towards the new immigration than natives Basques. At collective level, prejudice towards inmigrants was related to social threat, low level of inmigrants in the national population, collectivistic and high power distance cultures. Social threat or low socio-economic development was the specific factor predicting a negative attitude towards migrants. Keywords: Attitudes and beliefs, immigration; pluralistic ignorance, perceived social and symbolic threat, prejudice.

Agradecimientos: Los datos analizados en este artículo se enmarcan dentro del Proyecto “Identidad Social, Memoria Colectiva y Relaciones Intergrupales”, subvencionado por la DCICYT dentro del Programa Sectorial de Promoción General del Conocimiento (SEC-96-1051-C02-01). Asimismo, la realización de este trabajo ha sido facilitada por la beca del Gobierno Brasileño -CAPES otorgada a Elza Maria Techio. Correspondencia con los autores: Dpto. de Psicología Social, Universidad del País Vasco, Avda. de Tolosa, 70, 20018 San Sebastián. E-mail: [email protected]; [email protected] © 2005 by Fundación Infancia y Aprendizaje, ISSN: 0213-4748

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Introducción Los sucesos de El Ejido y la polémica sobre los cambios de la ley de extranjería han puesto de manifiesto el “problema” de la inmigración extra-comunitaria. A pesar de que la inmigración constituye únicamente un porcentaje inferior al 6% de la población española, y es igual o ligeramente superior a la inmigración procedente de Europa y América del Norte, se ha potenciado desde los medios de comunicación una imagen problemática de la misma. En este artículo vamos a examinar los factores vinculados al prejuicio hacia los inmigrantes y la inmigración. El prejuicio se concibe como una actitud negativa hacia la inmigración. Esta actitud tiene un componente afectivo, de favorabilidaddesfavorabilidad, “La emigración es o ha sido positiva o negativa para el lugar al que se emigra”. Posee también un componente cognitivo o de creencias, “La inmigración hace que perdamos nuestra esencia”. Este componente se asimila a los estereotipos sobre los inmigrantes. Y, finalmente, existe un elemento conativo o conductual de discriminación, ilustrado por la afirmación “Rechazaría a un inmigrante extranjero como vecino” (Martínez, 1996). Utilizando diferentes indicadores de actitud negativa o prejuicio hacia el inmigrante, examinaremos, tanto en la esfera individual como colectiva, los factores que influyen en el prejuicio anti-inmigrante. Los objetivos de este estudio son, por una parte, examinar cuáles son los factores que explican la actitud anti-inmigrante en el ámbito individual en una muestra de conveniencia, y, por otro lado, constatar si encontramos relaciones similares a nivel colectivo. Los factores psico-sociales explicativos del prejuicio, según las perspectivas explicativas clásicas (Páez y González, 1996) y la teoría integrada de las actitudes intergrupo de Stephan et al. (2002) son: a) El conflicto real por recursos escasos y las amenazas sociales percibidas; b) La amenaza simbólica, c) Los estereotipos negativos, d) La ansiedad ante el contacto con grupos diferentes; e) Valores Culturales autoritarios y normativos, que enfatizan el rechazo a lo diferente y extraño. Según diferentes perspectivas como la personalidad autoritaria (Brown, 2004) y la teoría de la Dominación Social (Sidanius y Parto, 2004) la socialización en valores convencionales y jerárquicos reforzará las creencias conservadoras, etnocéntricas y la fuerte identificación con el endogrupo. Esta alta identificación nacional inducirá una mayor sensibilidad ante las amenazas simbólicas y reales, fortaleciendo así el rechazo hacia el inmigrante. Factores relacionados al prejuicio anti-inmigrante Examinaremos brevemente los datos que contrastan cada uno de estos factores relacionados con el prejuicio anti-inmigrante, y, específicamente en Europa y España. a) Amenaza real o socioeconómica. Una actitud prejuiciosa hacia las minorías y negativa hacia la inmigración ha sido vinculada con el conflicto real y la frustración económica. Un estudio realizado en Canadá utilizando series temporales, encontró que la actitud hacia la inmigración sigue las oscilaciones de la coyuntura económica, siendo la actitud más negativa cuando la situación económica empeora y más positiva cuando mejora (Berry, 2001). La percepción de amenaza económica que la inmigración plantea al grupo social y nacional receptor, ha sido considerada también como otro factor psicosocial asociado al prejuicio antiinmigración. Un indicador de los límites de aceptación de extranjeros, representado por la afirmación: “los inmigrantes aumentan el desempleo”, se asociaba con la conformidad hacia la expulsión de los inmigrantes en Europa y España (Jackson, Brown, Brown y Marks, 2001). De la misma forma, se ha encontrado en cuatro naciones europeas una asociación entre la percepción de privación del

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grupo nacional y el racismo abierto (Pettigrew y Meertens, 1993). Esta asociación no sería tanto consecuencia del conflicto real como de la percepción del inmigrante como consumidor de recursos escasos, esto es, de puestos de trabajo o de seguridad social. Esta amenaza es más de índole perceptual que real, pues aunque la mayor parte de los inmigrantes en España trabajan de forma no regularizada en la economía sumergida, sólo constituyen el 5% de los trabajadores de este área (Solé, 2001). Pese a esto, la mayoría de la población corrobora que “los inmigrantes quitan puestos de trabajo a los autóctonos” (Molero, Navas y Morales, 2001). Una variante de esta explicación –un conflicto “real” sobre recursos escasos– es la hipótesis del “racismo del pobre”, es decir, las personas con menores ingresos manifiestan actitudes más negativas hacia la inmigración al mismo tiempo que mayor prejuicio, dado que son ellos los que deben competir con los recién llegados por los salarios y trabajos menos cualificados (Jackson et al., 2001). En los diferentes episodios racistas que han tenido lugar recientemente en España, se ha puesto de relieve que antiguos inmigrantes incluso aquellos internos en barrios de tradición de lucha anti-franquista, han mostrado prejuicio y discriminación hacia los inmigrantes externos. Un estudio del IMSERSO1 confirmó que las actitudes más xenófobas se daban en los segmentos de más bajo estatus socio-económico, ya que probablemente son éstos los que perciben en mayor medida a los inmigrantes como competidores laborales y, los que con mayor probabilidad, tienen vecinos inmigrantes (Díez-Nicolás y Ramírez, 2001; Solé, Parella, Alarcón, Bergali y Gibert, 2000). Discusiones de grupo sugieren que estas creencias se manifiestan bajo la forma de discursos nacionalistas proteccionistas. Según esta lógica discursiva, la nación es una realidad esencial y el Estado debe defender a sus miembros naturales. Personas con pocos recursos sociales reclaman protección ante la precariedad argumentando que, la prioridad en el acceso a los recursos, corresponde a los nacionales, excluyendo de este modo a los inmigrantes pobres que aparecen como consumidores de recursos (IOE, 2003). b) Amenaza simbólica. Las diferencias culturales de valores y normas provocarán que se perciba de forma diferencial, más negativa, a los extranjeros. No obstante, cabe señalar que si bien hay una relación entre similitud, cercanía cultural y atracción, también es cierto que los grupos de inmigrantes asiáticos son mejor evaluados que los norte-africanos en Europa, pese a que los segundos muestran mayores similitudes culturales (mientras que los asiáticos son no creyentes o animistas, los árabes son monoteístas) y mayor asimilación cultural (los árabes tienen mayor capacidad de hablar en francés y tienden más a hablar únicamente en francés con sus hijos que los asiáticos) (Kozakai, 2000). Es por tanto fundamental la distancia cultural percibida y la visibilidad o “amenaza” cultural que los inmigrantes representan a ojos de los autóctonos. En este sentido, los estudios sobre el nuevo racismo han puesto de manifiesto no sólo la percepción de amenaza simbólica a la homogeneidad cultural, sino también la exageración de las diferencias culturales como parte del nuevo conjunto de creencias prejuiciosas. En lugar de a la pureza racial, se alude a la pureza cultural, y en lugar de a la superioridad racial o cultural, se alude a la diferencia cultural exacerbada: las culturas son diferentes y deben mantenerse separadas (Molero et al., 2001). Una cierta versión del multi-culturalismo subyacía al sistema de “apartheid” sudafricano (Kuper, 2001). Un ítem de la escala de prejuicio sutil ejemplifica estas opiniones cuando se pide el acuerdo con la idea “los inmigrantes les enseñan a sus hijos valores y habilidades diferentes de los necesarios para tener éxito en nuestra sociedad” (Pettigrew y Meertens, 1993). Un indicador de Amenaza Percibida, que integraba la idea de que “las prácticas religiosas de los grupos minoritarios amenazan nuestro estilo de vida”,

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Otros autores han planteado que en la actualidad, más que la expresión de emociones negativas hacia los inmigrantes, lo que caracteriza a las personas prejuiciosas es la inhibición de las emociones positivas. Rueda y Navas (1996) consideran que el prejuicio es la actitud negativa hacia minorías de grupos étnicos, que no se traduce en odio y hostilidad manifiesta, sino en incomodidad, inseguridad, disgusto y, a veces, miedo. Desde los años 70 se han ofrecido diversos nombres para designar estas nuevas formas de prejuicio: “racismo simbólico” (Sears y Kinder, 1971), “racismo moderno” (McConahay, 1986) o “racismo aversivo” (Dovidio y Gaertner, 1986). Un estudio realizado en España confirmó la validez de una escala de prejuicio sutil, que, según sus autores, Rueda y Navas (1996), “parece concretarse en una defensa de los valores tradicionales del endogrupo, una exageración de las diferencias culturales endo-exogrupo y un rechazo de sentimientos positivos hacia el exogrupo” (p. 146). Así, una de las características del prejuicio políticamente correcto o sutil es la ausencia de emociones positivas e intenciones de conducta de contacto. La vivencia abierta de emociones negativas de ansiedad, miedo y preocupación, vinculadas a la evitación, enojo, disgusto e irritación, y ligadas a tendencias de acción de agresión simbólica y conductual quedarían de este modo relegadas a un segundo plano (Pettigrew y Meertens, 1993). e) Contacto positivo con exogrupos. El contacto positivo con inmigrantes o miembros de exogrupos va a reducir la percepción de amenaza y la ansiedad intergrupal, lo que a su vez disminuye el prejuicio anti-inmigrante (Stephan et al., 2002). El tener amigos inmigrantes, asociado tanto a vivencias emocionales positivas como al contacto social más directo y enriquecedor, se asociaba negativamente con el racismo en cuatro naciones. Igualmente, tener un familiar extranjero predecía negativamente la expulsión de inmigrantes en Europa, aunque no lo hacía en España (Jackson et al., 2001). Una explicación la constituye el que sólo una minoría de españoles (entre un tercio para latinoamericanos y 15% para europeos del este) ha interactuado con extranjeros (Molero et al., 2001). Inclusive en zonas con una alta inmigración, se confirma que la mayor parte de los autóctonos (66-70%) no se relaciona o habla con inmigrantes a menos que éstos se dirijan a ellos. Si bien un 30-34% manifiesta un contacto más estrecho, éste se limita en un 70% de las ocasiones al contacto laboral (Navas y Cuadrado, 2001). Por otro lado, una historia o percepción de conflictos con el exogrupo, exacerbará el prejuicio ante el mismo (Stephan et al., 2002). f) Valores culturales autoritarios y fuerte identidad endogrupal. Una actitud prejuiciosa ante las minorías y negativa ante la inmigración, ha sido asociada a la socialización tradicional, autoritaria, que, en general, genera etnocentrismo, conservadurismo ideológico y posiciones de extrema derecha (Altemeyer, 1998). Las personas de ideología política conservadora tienden a rechazar la inmigración, algo similar a lo que ocurre con las personas etnocéntricas, fuertemente identificadas con la nación, que perciben la inmigración como una amenaza para los recursos sociales y los valores culturales, y un contratiempo para las posibilidades de los nativos. De hecho, el etnocentrismo ha sido vinculado a escalas de racismo en cuatro países europeos (Pettigrew y Meertens, 1993). El autoritarismo, por otra parte, se asocia negativamente al nivel educacional (Hofstede, 2001). Un estudio realizado en toda la Unión Europea (UE) que utilizó como variable criterio la conformidad con el retorno de los inmigrantes a su país de origen (polémica reciente en el caso español a consecuencia de la muerte de varios trabajadores ecuatorianos, cuando se planteó y aplicó parcialmente esta alternativa), confirmó que las personas con mayor nivel educativo se hallaban en menos conformes con la expulsión de inmigrantes. En España la relación no fue significativa (Jackson et al., 2001). No obstante, cabe señalar que esta asociación entre el mayor nivel

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educativo y la menor expulsión de inmigrantes, bien puede ser resultado del intento, por parte del grupo con mayor nivel educativo, de lograr un mayor número de respuestas “políticamente correctas” (IOE, 2003). Operacionalizando el conservadurismo mediante una escala de posicionamiento izquierda-derecha, se ha confirmado una relación entre posiciones de derecha y el rechazo a la inmigración (aunque en algunos casos esta relación derecha-rechazo no tenía lugar, no se halló relación alguna entre posiciones de izquierda y rechazo anti-inmigrante). Por otro lado, se puede hipotetizar que percibir una actitud colectiva o norma dominante prejuiciosa anti-inmigrante, típica de una cultura jerárquica y etnocéntrica, reforzará el prejuicio hacia la inmigración –al margen de la actitud personal del individuo–. En el caso de varios países europeos, aún en ausencia de antipatía personal hacia los inmigrantes, muchas personas se inhibían ante una política pro-inmigrante a causa de la opinión (falsamente negativa) que atribuían a la mayoría de sus compatriotas. Los análisis multivariados sugerían que, la percepción de una opinión pública mayoritariamente anti-inmigrante, producía mayor efecto que el racismo personal en las opiniones negativas que los individuos mantenían en relación a los problemas de la inmigración (Jackson, Kirby, Barnes y Sheppard, 1993). La operacionalización del nacionalismo mediante preguntas de identificación u orgullo nacional ha proporcionado resultados mixtos: si bien en cuatro naciones el orgullo nacional se asociaba significativamente con el racismo, en Bélgica, la identificación flamenca se asociaba al rechazo anti-inmigrante mientras que la identificación francófona o valona se asociaba a la aceptación de la inmigración (Jackson et al., 2001). Este resultado es comprensible si se tiene en cuenta que el nacionalismo o regionalismo flamenco es fundamentalmente de derechas, mientras que el regionalismo valón tiene, en parte, un matiz más de izquierda y sindicalista. En el estudio antes citado de Jackson et al. (2001), la posición política de derechas y el bajo orgullo nacional se vinculaban al acuerdo con la expulsión de los inmigrantes en general. En España, estas variables no predecían la expulsión de los inmigrantes. Algunos autores plantean que un requisito de la aceptación de la inmigración es una identidad segura del grupo dominante o autóctono receptor. En este sentido, un fuerte orgullo nacional o patriotismo seguro de sí y no agresivo puede ser un factor que facilita la aceptación de la inmigración. Mientras que una estima colectiva alta e insegura, asociada a un fuerte nacionalismo, probablemente es un factor de rechazo a la inmigración (Páez, Fernández, Ubillos y Zubieta, 2004). Nuestro primer estudio buscará contrastar, con una muestra de estudiantes, familiares y conocidos de éstos, en qué medida una actitud desfavorable hacia la inmigración y la conformidad con la creencia de necesitar frenar la inmigración, objetivo explícito del actual gobierno español, se asocian a indicadores de: a) amenaza socio-económica percibida, factor asociado al conflicto por recursos escasos; b) amenaza simbólica; amenaza cultural percibida y las diferencias culturales percibidas; c) ausencia de emociones y tendencias de acción positivas, y presencia de emociones y tendencias de acción negativas; d) menor contacto social real y mayor conflicto percibido; e) ideología política de derecha, de orgullo nacional o importancia de la pertenencia a la nacionalidad; y f) una actitud colectiva percibida de rechazo a los inmigrantes, factores relacionados con el conservadurismo, etnocentrismo y nacionalismo. Finalmente, comparando inmigrantes internos de primera, segunda y tercera generación con autóctonos (hijos y nietos de nativos) en la CAV, buscamos contrastar la hipótesis que postula que sujetos de menor

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estatus e inmigrantes mostrarán una actitud más negativa hacia la inmigración – las encuestas muestran que la segunda generación de inmigrantes internos no muestra diferencias con autóctonos en educación, aunque poseen salarios inferiores y mayor paro (Ruiz Olabuenaga y Blanco, 1994). Estas relaciones pueden existir no sólo a nivel individual, sino que también a nivel colectivo. En la actualidad toda una tradición de análisis busca contrastar si las relaciones que se dan a nivel individual se reproducen a nivel colectivo. En el primer caso se contrastan modelos psicológicos o psicosociales, mientras que en el segundo se contrastan modelos socioculturales, que ponen en relación variables socio-estructurales, relacionales o macro-psicológicas. Por ejemplo, la relación entre actitudes vinculadas a la Ética Protestante del Trabajo y conductas económicas individuales sirven para examinar las hipótesis Weberianas individualmente. La correlación entre el porcentaje nacional de protestantes, las medias nacionales de acuerdo con creencias sobre la importancia del trabajo y del esfuerzo o medias de valores de Logro, con el Producto Interno Bruto o el ahorro, o el crecimiento económico, sirven para contrastar las hipótesis Weberianas a nivel holístico (Páez et al., 2004). Podemos razonar que, en el ámbito colectivo, la actitud media de una nación ante los inmigrantes puede ser negativa por causas similares a las individuales: a) La amenaza social y la competición por recursos escasos. Se puede suponer una actitud colectiva o norma social negativa ante los extranjeros asociada al bajo desarrollo económico, el bajo nivel educacional y la baja calidad de vida en general. Esto a su vez provocaría conflictos “reales” entre autóctonos e inmigrantes. A nivel individual aparecería reflejado en la relación entre el menor nivel salarial y la actitud anti-inmigrante. A nivel colectivo, se traduciría en una relación negativa entre el nivel de desarrollo social y una norma de mayor rechazo de los inmigrantes; b) La falta de contacto y la familiaridad. Culturas y sociedades con poco contacto relativo con otros grupos (como por ejemplo, la japonesa) se caracterizarán por una norma o actitud colectiva anti-inmigrante. Recordemos que en el ámbito individual tenía lugar una asociación entre el mayor contacto social y una actitud más positiva ante el inmigrante; c) La amenaza simbólica. Ciertas culturas, como aquellas de alta distancia jerárquica y colectivistas, enfatizan la defensa de la tradición, el respeto a las normas sociales y diferencian fuertemente entre endo y exogrupo. Recordemos que a nivel individual aparecía una asociación entre creencias conservadoras, menor nivel educativo y una actitud más negativa hacia los inmigrantes (Jackson et al., 2001). Las culturas normativas o de alta evitación de la incertidumbre, que perciben lo diferente o extraño como amenazante, se caracterizan por un nivel mayor de ansiedad y un mayor rechazo de grupos desviandos (Hofstede, 2001). En consecuencia, estas culturas rechazarán más a los inmigrantes. Metodología Muestra La muestra está constituida por un total de 810 sujetos, de los cuales 495 son procedentes de la Comunidad Autónoma Vasca. El resto proceden de Salamanca (n=75), de Barcelona (n=66), de Madrid (n=82) y Sevilla (n=92). Se trata de una muestra de conveniencia en la que la CAPV -Comunidad Autónoma del País Vasco (caracterizada por un bajo porcentaje de inmigración externa) está sobrerepresentada. La generalización de los resultados a nivel estatal debe ser por tanto realizada con cautela.

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La edad media de los sujetos que participaron en este estudio era de 35.70 años (dt2=16.40) y el 61% de la muestra era femenina. Respecto al nivel educativo, el 0.6% no sabía leer ni escribir, el 17.6% contaba con estudios primarios, el 10.4% con el graduado escolar o bachiller elemental, el 38.9% con bachiller superior o estudios de grado medio y el 32.6% poseían estudios universitarios. Para analizar el anclaje de las creencias sobre inmigración en aquellos individuos que han experienciado la inmigración interna, se acudió únicamente a la submuestra de la CAPV. En función de la clasificación realizada por Ruiz Olabuenaga y Blanco (1994), se dividió la muestra vasca en 4 subgrupos: • Autóctonos (29.8%): aquellos individuos nacidos en la CAV, cuyos padres y abuelos también nacieron en la CAV; • Inmigrantes de primera generación (22.4%): aquellos individuos nacidos fuera de la CAV; • Inmigrantes de segunda generación (40.6%): aquellos nacidos en la CAV de padre y/o madre nacidos fuera de la CAV; e • Inmigrantes de tercera generación (7.2%): aquellos nacidos en la CAV con alguno/a de sus abuelos/as nacido/a fuera de la CAV. La muestra en este caso contaba con 446 sujetos de los 495 sujetos iniciales de la muestra de la CAV. Instrumentos La información pertinente para la realización de este estudio se recogió mediante la aplicación de un cuestionario durante 1996 – dada la evolución de la realidad de la inmigración en nuestro país esto limita nuestras conclusiones al periodo de fines del siglo pasado. A continuación se describen los ítems y escalas empleados en este estudio referidas a las siguientes variables: identidad nacional y étnica, ideología política, actitud personal y prejuicio colectivo hacia los inmigrantes, contacto social, emociones positivas y negativas hacia inmigrantes externos, creencias sobre amenaza social y simbólica de inmigración, diferencia cultural percibida ante inmigrantes, y la actitud personal negativa ante la inmigración, siendo esta última nuestra variable dependiente o a explicar. La percepción de amenaza simbólica y social se examina mediante dos variables, medidas a través de una escala de 5 puntos (rango: 1=total desacuerdo a 5=total acuerdo), estas dimensiones se obtuvieron mediante análisis factoriales exploratorios y categorización por su contenido: 1) La amenaza socioeconómica de la inmigración se registra mediante tres ítems: a) “Los nuevos inmigrantes quitan puestos de trabajo a las personas que ya están instaladas en un determinado sitio”, b) “Los nuevos inmigrantes se aprovechan del Estado y cotizan a este mismo Estado menos de lo que lo hacen los nativos o autóctonos”, c) “En vista a la situación económica actual sería más aconsejable no admitir nuevos inmigrantes y ocupar los puestos de trabajo con personas nativas que no tengan trabajo”. Su coeficiente alfa satisfactorio, es de .75 2) La amenaza simbólica de la inmigración se evalúa mediante tres preguntas que han sido adaptadas a cada Comunidad Autónoma donde se realizó la aplicación de la encuesta: a) “Los nuevos inmigrantes traen sus propias costumbres y tradiciones y esto afecta a las tradiciones típicas... del País Vasco... de España”, b) “Los nuevos inmigrantes están poco dispuestos a aprender las costumbres y lengua... del País Vasco... de España”, c) “Para que una sociedad funcione es necesario que exista una gran homogeneidad cultural (es necesario que se tengan las mismas costumbres y creencias) entre sus miembros”. Su coeficiente alfa medio, es de .59. Estos ítems se planteaban en general, mientras que todos los siguientes se referían a los dos grupos diana: marroquíes y latinoamericanos.

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3) Ansiedad intergrupo y ausencia de emociones positivas y negativas hacia los inmigrantes externos: dimensión basada en las puntuaciones de dos ítems de tendencia de acción. El primero se halla asociado a aproximación y emociones positivas, y el segundo, vinculado a marroquíes y a latinoamericanos, se relaciona con preocupación, emociones negativas y tendencia de acción de evitación. Dijker (1987 citado en Echebarría y Páez, 1989), estudiando emociones y tendencias de acción ante inmigrantes en Holanda, encontró un primer factor de emociones positivas asociadas a la búsqueda de contacto, un segundo factor de enojo y disgusto asociado a la “agresión mental” y un tercer factor de ansiedad, miedo y tendencia a mantener las distancias. Como indicador de emociones positivas hemos elegido la tendencia al contacto (“Con qué frecuencia ha sentido usted deseo de entablar cualquier tipo de contacto con personas... marroquíes... latinoamericanas”) y de emociones negativas, la tendencia al malestar y preocupación ante la presencia de inmigrantes (“Con qué frecuencia ha pensado que quizás usted se sentiría mal si vivieran o si viven en la actualidad en su barrio, ciudad o pueblo personas marroquíes... latinoamericanos”). El rango de respuesta era de nunca (1) a muchas veces (5). El coeficiente alfa de ansiedad y preocupación fue satisfactorio, de .82, así como el de tendencias emocionales positivas, de .80. 4) Contacto social positivo y conflicto percibido con inmigrantes externos: Dimensión basada en 2 ítems planteados en una escala de 5 puntos (desde 1= ninguna a 5= muchas) que recogen las respuestas a: “Tiene usted amistades... marroquíes... latinoamericanas”. El alfa fue bajo, de .47, sugiriendo que las tendencias de contacto hacia latinos y marroquíes no estaban muy asociadas. El conflicto percibido con el exogrupo inmigrante se evaluó a partir de cinco preguntas. a) “El hecho de que coexistan en una misma sociedad diferentes tradiciones, lenguas, costumbres y valores lleva a que esa sociedad tenga más enfrentamientos y conflictos” b)“Nunca podrán convivir a gusto juntos, aunque sean buenos amigos, los vascos y... ... Los marroquíes... Los latinoamericanos”. c) La diferencia cultural percibida ante inmigrantes se midió a partir de la pregunta sobre marroquíes y latinoamericanos “En Madrid... en el País Vasco... los siguientes grupos sociales enseñan a sus hijos/as creencias, valores y formas de actuar que son diferentes a las que se necesitan para tener éxito en... Madrid... el País Vasco... Los marroquíes... Los latinoamericanos” (rango: desde 1=total desacuerdo a 5= total acuerdo). El coeficiente alfa de estas dos preguntas fue satisfactorio, de .80. 5) Valores culturales autoritarios e identidad étnico-nacional: La ideología política se registra mediante un ítem de auto-posicionamiento político que varía de 1 –izquierda– a 10 –derecha– (“Cuando se habla de política se utilizan normalmente las expresiones izquierda y derecha. Tendiendo en cuenta la siguiente escala, ¿qué número representaría mejor su posición política?”). La percepción de opinión pública o prejuicios colectivos hacia inmigrantes se examina a partir de 5 preguntas sobre la evaluación colectiva de diferentes grupos de inmigrantes internos (extremeños, andaluces y gallegos) y externos (latinoamericanos y marroquíes): “¿Cómo cree usted que ve o percibe la mayoría de la población a los siguientes grupos sociales... los marroquíes... los latinoamericanos”, medida también mediante una escala de 5 puntos (desde 1= muy mal, 3= ni bien ni mal a 5= muy bien). El alfa fue bajo, de .40, sugiriendo que los prejuicios colectivos percibidos ante latinos y marroquíes no se asocian. La identidad u orgullose mide a través de dos ítems de 5 puntos (rango: 1= nada a 5= mucho), que recogen el orgullo nacional –España– y el orgullo étnico –Autonomía– (“¿En qué medida es importante para usted ser o pertenecer a... España... el País Vasco?”), así como la identificación con Europa (“¿En qué medida es importante para usted ser o pertenecer a Europa).

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La actitud negativa en la esfera cognitiva ante la inmigración se examina a partir de la pregunta “Ha de ponerse freno a todo tipo de nueva inmigración” (rango: desde 1= total desacuerdo a 5= total acuerdo). La actitud negativa-positiva afectiva ante la inmigración se registra mediante dos preguntas, “La inmigración es o ha sido positiva o negativa para las personas del lugar al que emigra (por ejemplo, vascos o vascas)” y “La inmigración es o ha sido positiva o negativa para el lugar al que emigra (por ejemplo, País Vasco)” (rango: desde 1= muy negativa a 5= muy positiva). El coeficiente alfa de la actitud negativa-positiva fue satisfactorio, de .80. Ambas variables correlacionaron significativamente, con una r (794)= -0.19, p
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