FACILITADORES DE LA PARTICIPACIÓN. APORTES DESDE EL ENFOQUE SISTÉMICO PARA PROFESIONALIZAR LA TAREA.

June 8, 2017 | Autor: Adrián Gargicevich | Categoría: Sustainable Development, Facility Management, Agricultural extension, Facilitation, Participación Social
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Descripción

Texto publicado en el libro: USO Y ABUSO DEL PARTICIPARE. Editores Ricardo D. Thornton y Gustavo Cimadevilla – Ediciones INTA Bs.As. Argentina - Set 2010 - ISBN 978-987-1623-86-0

FACILITADORES DE LA PARTICIPACIÓN. APORTES DESDE EL ENFOQUE SISTÉMICO PARA PROFESIONALIZAR LA TAREA. Autor: Ing. Agr. M SC. Adrián Luis Gargicevich e-mail [email protected]

“La participación es una necesidad humana y por ende es un derecho de las personas.” (Juan Díaz Bordenave) .

La aventura de empezar A poco de recibir el convite para colaborar en la edición de un libro y de definir, luego, el espacio posible a ocupar en los grande bloques temáticos, o figurativamente “en la construcción de este barco aventura” que proponen los editores, aparecieron los fantasmas de la tarea: ¿por donde empezar, con qué intencionalidad?, como lograrlo?… El primer salvavidas fue obvio: la Internet. Introducir el “término mágico” participación en el buscador disparó el motor de búsqueda hacia millones de enlaces y como consecuencia el primer salvavidas parecía transformarse en uno de plomo. Lo más atractivo de la prolífica oferta parecía ser la diversidad de opciones sociales, políticas, económicas y culturales de uso y aplicabilidad del término “mágico”. Desde la salud al juego, desde la ciencia a al arte, desde la molécula al universo, la red de redes ofrece textos y contextos donde la participación toma parte…valga la redundancia. Este intento inicial aparecía como un primer indicio para el abordaje permitiéndome reducir las dudas: ¿En todos estos ámbitos operaría en igual sentido su magia? ¿Qué es lo que hace que la participación sea tan apetecible? El segundo espacio de búsqueda también resultó lógico mi biblioteca y, por que no, mi propia experiencia con la “palabra mágica”. Es así como apareció otra vez el mismo dejavú: esto ya lo viví. ¿Será que la invitación a esta aventura es una cuestión del destino o será que uno construye el camino para llegar a la invitación? Había también en mis libros y mi experiencia mucho que tenía que ver con la participación; ahora el círculo de dudas comenzaba a acercarme a terrenos más firmes para mi capacidad. Siempre tuve dudas acerca de cómo, los que nos valemos y operacionalizamos la “palabra mágica”, hacemos que la misma logre su cometido de manera genuina y exitosa y más aún, qué era esto de “lo genuino” o “no genuino” en términos de participación.

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Bueno, ahora tenía más acotadas las posibilidades, sabía que el objetivo estaría orientado a ensayar algunas posturas respecto de la manera en que los profesionales afectamos el proceso de la participación cuando ejercemos el rol de facilitador. A lo largo de este capitulo, o porción del barco que gustosamente y muy agradecido me toca construir, intentaré dar cuentas, a mi modo y sin pretensiones de ser exhaustivo, sobre algunos aspectos de desempeño profesional con que los sujetos ampulosamente denominados “facilitadores” perturbamos los procesos participativos. Considerando la multiplicidad de ámbitos donde la participación es usada como herramienta según lo que nos muestra la Internet, y atendiendo el espacio de aportes a la extensión con el que contribuirá este libro, me circunscribiré en el uso de la participación como estrategia o herramienta en las acciones de desarrollo territorial, desde la óptica del propio proceso. Centraré, además, el análisis en las limitaciones profesionales que normalmente existen (salvando las numerosas excepciones), cuando operamos como facilitadores en procesos participativos para el cambio. La finalidad no será ganarme enemigos, sino ofrecer un texto que movilice algún debate o inquietud que ponga a operar resoluciones para las incertidumbres, en adelante planteadas mediante preguntas sin respuestas en el texto. Adhiero a la idea de que las preguntas mueven al mundo y motorizan el crecimiento. Si luego este trabajo sirve para identificar espacios de cambio en el desempeño o la formación profesional, me daré por más que satisfecho. Instalar un debate no solo es cuestión de cómo se lo presente sino también de la pertinencia del tema y aquí es donde juego mi hipótesis positiva: apuesto a que el tema del desempeño profesional de los facilitadores en los procesos participativos es más que pertinente a la propuesta de este libro. Permítanme remarcar algo antes de sacar las herramientas de constructor de barcos. Dejo exprofesamente fuera del análisis el efecto del participante (no facilitador) en el propio proceso participativo. Esta otra mitad de la historia requiere un análisis muy particular dado que también ejerce y juega sus propias reglas y estrategias frente a los procesos participativos. La unión de los comportamientos de ambos sujetos (facilitador y participante), será la que condicione la calidad final del mismo. Hagan juego señores! “La necesidad de participación o de ser protagonista de su propia historia es una de las necesidades no materiales que debemos asumir como condición y resultante de un proceso de transformación dirigido a elevar la calidad de vida de una población (Werthein y Argumedo, 1986). El principio básico que se propone cuando uno hace uso de “la participación” con los sujetos destinatarios de una acción, es la consulta con ellos para incluirlos en los procesos de decisión. Valerse de procesos participativos para la acción casi siempre lleva implícita (aunque 2

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no siempre se logra, o se logra solo para el promotor del proceso) la necesidad de generar empoderamiento1 en los individuos participantes y la necesidad de la creación de proyectos o servicios basados en demandas reales o explícitas más que en supuestas. El proceso desarrollado deberá dar cuenta de que los beneficiarios de la acción fueron participantes activos en la misma, más que receptores pasivos. Un proyecto o un servicio participativo debería expresar claramente las razones por las cuales y para las cuales se utilizan aproximaciones participativas en los procesos. Solo así se podrá asegurar que todos los participantes entiendan claramente los propósitos o principios que los sustentan. Normalmente la participación es presentada como la llave de oro para abrir la puerta a un mundo sostenible y democrático. “La tarea de asegurar que la llave de oro sea usada y la puerta sea abierta, por lo general, es puesta en las manos de un facilitador/ra responsable de los procesos de cambio en intervenciones participativas” (Scoones, I and J.Thompson -1994). La práctica de esta tarea es compleja, más bien es un operativo de inteligencia difícil de hacer visible, es altamente personalizada, y difícil de formalizar. Esto la convierte en un “objeto” raro a la hora de comunicar y trasladar a otra persona en término de capacidades, e incluso difícil de evaluar. Atento a esto se han realizado numerosos esfuerzos para asistir a los facilitadores/ras en su tarea durante los procesos participativos, principalmente mediante la publicación de herramientas procedimentales que normalmente no explicitan claramente sus intenciones ni sus asunciones teóricas y epistemológicas. Por ello no es extraño observar a facilitadores/ras operando la práctica lejos de las competencias necesarias para facilitar y asumiendo el rol de meros trasmisores dentro del paradigma de transferencia de tecnología. Bajo este paradigma, el “juego” de las estrategias participativas parece ocurrir como una ecuación simple: la aceptación de la propuesta sin mayores discusiones ni análisis de intencionalidades y epistemologías dado su barniz democrático, más la capacidad innata del/la facilitador/ra para la tarea, y como en el juego de ruleta, algunos conocimientos rudimentarios de las reglas, algo de intuición y mucho de suerte. No es extraño que así ocurra frecuentemente. Desarrollar un proceso participativo es una tarea ardua, pero ante todo es un “proceso” dentro de una acción para un objetivo determinado. Para los que nos recibimos de agrónomos, la palabra “proceso” es de difícil digestión. Es que fuimos preparados para los “productos”, la última parte del ciclo de producción. Insumos + Procesos + Producto, orden en que se constituyen los hitos de la rueda de la producción. Los que estudiamos 1

Entendido como la capacidad que obtiene el individuo de tomar control de su propia vida más que de poseer los elementos que se le suministran.

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agronomía en Argentina razonamos y actuamos mayoritariamente con la mente puesta en el producto; el proceso es el paso intermedio y por lo tanto no parece que sea el mejor hito para mostrar nuestra capacidad de desempeño profesional; el producto es más interesante; vale más la llegada que el camino. Todo lo contrario a lo que es imprescindible en un proceso participativo: prestar atención sobre lo que pasa durante la acción, dado que lo que se logrará, si realmente es un proceso participativo genuino, no necesariamente será lo que se planeó en el inicio… no es el producto o metas lo que requiera las mayores energía para acercarse al objetivo, sino el camino para lograrlo. ¿Un momento o muchos momentos? ¿Un poder o muchos poderes? En numerosos manuales de ayuda para facilitadores se hace uso de la figura de “la escalera” como metáfora para diferenciar grados o escalones en los procesos participativos. En ella se describen los procesos participativos más elementales en la base y los más complejos en la cima. La escalera del empoderamiento y la participación nos provee una estructura para definir y reconocer actividades de participación. Cada escalón actúa como un grado incremental en el proceso de participación. En el primer escalón de la participación, la acción dominante consiste en el intercambio de información, intercambio entre los participantes asegurándoles el poder necesario para tomar las mejores decisiones en el tema que los conecta o vincula. En el segundo escalón la acción dominante para la participación es la consulta normalmente direccionada a detectar y considerar opciones o caminos de continuidad en el proceso en marcha. En el tercer escalón la acción dominante para la participación es la influencia que el participante ejerce sobre el proceso, aportando ideas que cambien o mejoren el impacto en el tema. En el cuarto escalón la acción dominante es la colaboración que permite que los participantes tengan la misma posición que la del facilitador/ra del proceso, pudiendo trabajar activamente en el mismo e influyendo con igual importancia para el tema, proyecto, servicio o actividad donde se hace uso de la estrategia participativa. En el quinto escalón la acción dominante es el control, los participantes están consustanciados del proceso y lo controlan tomando las decisiones, dirigiendo las tareas u organizándolas (The OSW Participation Principle). Los escalones propuestos no necesariamente deben existir en su totalidad durante un proceso participativo, ni en el orden expuesto. Tampoco se proponen como acciones individuales y puras, por el contrario, pueden variar en presencia, orden o incluso superponerse. La metáfora de la escalera, además de permitir la evaluación por presencia o ausencia de “escalones” nos posibilita tomar conciencia de la complejidad de un proceso participativo genuino. Es mediante este tipo de análisis donde aparecen otros factores de consideración en los

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procesos participativos: el tiempo requerido y el avance hacia el empoderamiento de los actores en el proceso. ¿Cuánto tiempo lleva subir cada escalón? Si el/la facilitador/ra se encuentra preocupado/a y atento/a a las planificaciones de los proyectos o planes que normalmente sustentan o enmarcan su tarea, es posible que se encuentre con el tiempo como espada que lo/la presione contra la pared: ¿Que hacer? ¿Priorizar un proceso participativo genuino o responder a los cánones de los tiempos proyectuales? El otro factor que nos plantea la escalera es la delegación o el empoderamiento. Cada escalón propone un gradiente mayor de poder a distribuir entre todos los participantes. El primero y el segundo escalón son los más comunes de ver y desarrollar en procesos participativos. Coinciden con la lógica profesional, compartir información y consultar para corroborar; es casi lo que hacemos a menudo en nuestro desempeño profesional. ¿Pero el resto de los escalones? ¿Estamos en condiciones de subirlos como facilitadores? ¿O con subir el primero y el segundo ya nos basta para tildar a un proceso de participativo? Incluso para aquellos facilitadores que prefieren o reconocen los dos primero escalones en su tarea, podrían mejorar su desempeño si giraran mínimamente sus energías hacia los sujetos participantes. Para ayudar al grupo a subir los primeros peldaños, al inicio del proceso, la tarea del facilitador debe considerar el escaso conocimiento que los actores tienen unos de otros y entender que probablemente operen en la participación relacionándose en base a prejuicios o estereotipos, o más aun, que el motor que lo impulsa a participar sea la expectativa por “el beneficio personal”. ¿Cómo me doy cuenta de que ocurre esto? ¿Cuáles son los indicadores? Para este nivel inicial de la participación, la tarea del facilitador bien puede centrarse en alentar a compartir las percepciones y experiencias de los participantes, demostrar las ventajas del trabajo colaborativo y posibilitar que se descubran niveles de dependencia mutua. Para los escalones medios, cuando el grupo ya tuvo interacciones y los patrones de relacionamiento entre ellos son visibles, ya comparten y conocen sus respectivas visiones, objetivos, estrategias, la tarea de facilitación podrá centrarse en la mediación, observando los intereses, incentivos, características de los actores. ¿En que consiste la tarea de mediación? ¿Qué capacidades requiere? Y finalmente, cuando el proceso está en los escalones superiores, cuando los participantes toman el control de la participación, la facilitación podrá ayudar a reflexionar y a aprender de los aprendizajes vividos en el proceso, mejorando las competencias para la innovación entre los actores. ¿Estoy dispuesto como facilitador a no pensar en los aplausos? ¿Cómo se inicia un proceso de innovación entre los participantes, que debo hacer para mejorarlo? ¿Cómo sigue mi “proyecto” si ya soy prescindible en el proceso? 5

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Ahora bien, ejercer estas capacidades de identificación y reacción implica disponer de una formación profesional adecuada. En el caso de los agrónomos, y yo soy uno de esos, formados y acostumbrados a pensar en el producto más que en el proceso y a operar desde la lógica difusionista, las limitantes de tiempo y de poderes propios e inherentes de los procesos participativos, se transforman en una cuesta considerable de remontar cuando emprendemos la tarea de facilitador. La cultura del “concreto, rápido y sencillo”, valores puestos en la médula de nuestra formación, muchas veces el mejor argumento de venta de nuestras capacidades, nos jugará en contra. Los procesos participativos exigen poner y mantener la mirada en “la gente”, los sujetos, respetando los tiempos que determine el encuentro de las diferentes capacidades de los participantes, para el salto a un nuevo escalón. Recordando que el centro de atención debe estar en el proceso y no en el resultado. Y si bien somos especialistas en diagnosticar (útil para el primer escalón de la escalera), para el resto de los escalones requeriremos una preparación particular, normalmente no recibida en la formación de grado en nuestro país. ¿La parte o el todo? El desafío del pensamiento sistémico y procesal dentro de los procesos participativos. La visión sistémica aplicada a las estrategias participativas no es un hecho muy frecuentemente citado en los textos que contribuyen al planeamiento de procesos participativos. Trataremos aquí de dar algunas pistas para conectar un desarrollo conceptual tan potente, como lo es la teoría de sistemas, con los procesos participativos. De manera simple podemos definir a un sistema como un arreglo de componentes físicos, un conjunto o colección de cosas, unidas o relacionadas de tal manera que forman y actúan como una unidad, una entidad o un todo. Los sistemas tienen una estructura que depende del arreglo particular de los componentes que lo forman y tienen una función particular que se asocia a la manera en cómo actúa el sistema. En el mundo real los sistemas son abiertos, es decir, tienen interacción con el ambiente o entorno. Estas interacciones se visualizan mediante el intercambio de elementos con el entorno mediados por las entradas y salidas del sistema. Al observar o definir un conjuntos de componentes como sistema podemos establecer una frontera que lo define y que constituye el límite de cada sistema. Todo sistema contiene entonces: componentes y sus interacciones, un límite, entradas, salidas, un entorno o ambiente: si lo deseamos, podemos ver con más detalle dentro de un sistema e identificar subsistemas, unidades menores con estructura sistémica dentro de un componente del propio sistema. Todo dependerá del nivel de análisis u observación. En la figura nº1 se intenta esquematizar la definición de sistema y sus elementos principales. Figura nº1: Esquema de sistema y sus elementos componentes 6

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Entorno

Subsistema Límites

Componentes

Entradas Salidas

Interrelaciones/ Interacciones

Wilson y Morren (1990) y otros autores (por ejemplo: Rolling y Jiggins en 1998, Daniels y Walker en 1996, Engel y Solomon en 1997) proponen el uso de “sistemas suaves”

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de

pensamiento como una forma de facilitar las dinámicas y los procesos complejos. En los procesos participativos se encuentran diferentes actores con diferentes visiones y formas de entender el mundo. Esto obliga a pensar y encontrar formas que ayuden al desarrollo de acuerdos en la diversidad, que potencien las resoluciones conjuntas para el tema que los nuclea. Como los procesos participativos son “dinámicos” y “complejos”, la propuesta es simple: ¿que tal si nos valemos de las oportunidades que nos brinda el pensamiento sistémico para potenciar la participación? La teoría de sistemas aplicada a los procesos participativos permite mejorar el análisis y potenciar el resultado de la participación. Bajo esta lógica construimos entonces las comparaciones. Los componentes del sistema pueden ser los actores. El límite puede circunscribirse al propio proceso participativo con sus propias variables dominables dentro del propio proceso. El entorno será todo lo que rodea al proceso y donde se ubicarán los supuestos críticos o restricciones que el proceso participativo no puede manejar (ejemplo: precios, políticas, clima, etc.) pero que lo afectan y condicionan. El resto de los elementos de un sistema 2

La concepción de sistemas suaves surge de considerar a los mismos como construcciones mentales no rígidas, son construcciones sistémicas producto de nuestra imaginación que nos permiten entender el mundo y las formas de actuar en él. El enfoque suave de sistemas no se centra en la perfecta definición del sistema sino en conseguir una apreciación útil, que valiéndose de las ventajas de la teoría sistémica, mejoren nuestra capacidad para operar cambios. Se desarrolló para intervenir en situaciones donde las percepciones humanas son sobresalientes, y donde es problemática la definición de los objetivos del sistema. El enfoque de sistemas blandos es de aprendizaje y negociación.

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existen sin necesidad de realizar asimilación alguna: las interrelaciones / interacciones son las que ocurren entre los componentes-actores; y los ingresos y egresos del sistema son los insumos y productos que el propio proceso necesita (ejemplo: información, capacidades, metodologías, conclusiones, entre otros). Para seguir el razonamiento tenga en cuenta que, en adelante, usaré en el texto la palabra “sistema” como sinónimo de proceso participativo. Comencemos pues a valernos de algunos elementos de la teoría de sistemas para aplicar y potenciar los procesos participativos solo a manera de ejemplo y sin profundizar en describir los métodos para lograr cada análisis, dado que abundan en la bibliografía. El análisis de los componentes del sistema otorga elementos potentes para mejorar la participación. Podemos caracterizar a los componentes (participantes) por su tamaño relativo respecto de los otros, considerando dimensiones tales como su importancia para el proceso, la influencia que ejercen, sus capacidades en relación al tema que los nuclea, etc. Incluso si se vale para el análisis de un grafico sistémico del proceso, indicar con tamaños mayores a los más importantes, e incluso, con la mirada “suave” de sistemas, entender que el tamaño (importancia, influencia, capacidad) puede variar para cada componente en el devenir del proceso. ¿Sería esto un buen indicador del progreso del proceso? ¿Cambió el tamaño de algunos de los componentes durante el proceso? ¿Cómo afecta esto al conjunto? Veremos que la mirada “suave” de sistemas nos permite direccionar mucho más cómodamente la atención en el proceso más que en el producto. El análisis de las interrelaciones / interacciones permiten entender y caracterizar los flujos entre los componentes del sistema: quién se conecta con quién, para qué, con que intensidad, que intercambian, son algunas de las posibles vías de análisis. ¿Cual es la relación entre cada componente? Así, para mejorar el desempeño del proceso, la mirada y las acciones deberán transcurrir de manera de mejorar los enlaces entre componentes (actores) claves, pero desconectados en el sistema. Esta mirada particular de las relaciones entre los componentesactores permitirá al facilitador diseñar o adaptar procesos de aprendizajes particulares a las necesidades de cada uno y en función de los flujos que se intercambian. Si nos valemos de la mirada de los límites, en un proceso participativo podríamos caracterizar de qué manera afecta el entorno que lo rodea, o mejor aún, de qué manera lo que pasa por fuera, afecta retardando o acelerando el objetivo por el cual se utiliza un proceso participativo. Poner la mirada en el entorno que rodea a un proceso participativo otorga al facilitador potentes elementos para entender por qué algunas de las cosas que se proponen fluyen fácilmente y otras no. Esto le permitirá introducir cambios proactivos en las herramientas o estrategias usadas en el 8

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proceso. Dominando el concepto de límite, se podrá caracterizar como variable bajo dominio lo que ocurra dentro del proceso y como parámetro fijo o supuesto critico, lo que queda por fuera. De esta manera será factible entender qué cosas son las que se pueden manejar en el proceso participativo y cuales no serán dominables. ¿Cambiará algo en la participación si todos entienden cuáles cosas son manejables por el conjunto y cuáles no? La idea de jerarquía dentro de un sistema es sumamente útil para los procesos participativos. Cuando analizamos en un proceso participativo uno o varios subsistemas más pequeños dentro de uno mayor, podemos entender cómo los subgrupos de actores, asociados por intereses comunes, tejen relaciones potentes entre sí y se separan de los otros subgrupos. Podemos entender también la manera en que se diferencian unos de otros, no solo por las características de los integrantes, sino también por sus peculiares necesidades de aprendizajes debido a sus diferentes roles, posiciones y experiencias. Y si este análisis lo hacemos luego para la totalidad, será más factible entender por qué el resultado del proceso participativo se aleja a veces del objetivo original planificado. Si ocurre tal desviación no habrá que alarmarse; desde la óptica de la teoría de sistemas, esto solo será un reflejo de las propiedades emergentes de todo sistema: es el conjunto el que da las propiedades al sistema; es el conjunto de actores el que caracteriza un proceso participativo. Adicionalmente, esta última propiedad sistémica podría servir para entender por qué el producto del proceso participativo es más útil para algunos subgrupos y no tanto para otros. El análisis de la jerarquía de sistemas, cuando nos animamos a ver el proceso participativo como un sistema, nos ayuda a entender de que manera un subsistema de actores en un proceso participativo puede ser afectado positiva o negativamente por el conjunto de actores o sistema superior. ¿Qué elementos necesito para entender y operar con los intereses de los participantes? Debemos recordar que en la teoría de sistemas, cada unidad de análisis (componente, subsistema o sistema) puede influir en el entorno que lo rodea por sus acciones, pero no puede controlarlo por si solo. Por otra parte el entorno siempre influirá sobre cada unidad y sobre el sistema en su conjunto. ¿Si el resultado del proceso participativo es condicionado por variables que no se dominan en el propio proceso, qué estrategia necesitaré para acercar al conjunto hacia el objetivo o resultado esperado en el tema-problema que nos convoca? Encarar los análisis disciplinares pensando antagónicamente en las “partes” o en el “conjunto” es una forma de separar escuelas de pensamientos cartesianos o sistémicos. Capra nos plantea que “en el marco mecanicista de las ciencias cartesianas hay estructuras fundamentales y luego hay fuerzas y mecanismos a través de los cuales éstas interactúan, dando lugar a los procesos.” (Capra F. 1996. pag 62). Probablemente “procesos" sea la palabra buffer entre estas escuelas. 9

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Aplicar el pensamiento sistémico o pensamiento contextual o pensamiento procesal3 en los procesos participativos implicará pensar que no hay partes en absoluto, sino patrones dentro de una red de relaciones, e implicará aceptar que las relaciones son prioritarias para el pensador sistémico. Nos permitirá ampliar la interpretación y potenciación de los procesos participativos, reduciendo el riesgo de tratar el síntoma y no la fuente del problema que nuclea a las personas en la participación. Como en los procesos participativos, en las aproximaciones sistémicas el centro de atención es el proceso, allí ocurre todo lo que nos debe interesar. Racionalidades y aprendizajes puestas en juego en la facilitación. Si nos preocupa mejorar el desempeño de un proceso participativo también será indispensable introducirnos a sopesar las racionalidades y los aprendizajes puestos en juego dentro del enfoque sistémico, contextual o procesal propuesto hasta el momento. Para abordar el tema de las posibles racionalidades puestas en juego por los facilitadores cuando desarrollan procesos participativos y saber cómo éstas afectan las formas de legitimación de dichos procesos seguiremos a Habermas J. (1984) que propone la existencia de tres grandes tipos de racionalidades y que se resumen y describen en la tabla nº1 . Tabla nº 1: Tipos de racionalidades (s/ Habermas J.) Tipo Racionalidad instrumental

Características diferenciales Valora las acciones según las habilidades para lograr objetivos predefinidos, manipulando cosas o personas como objetos.

Racionalidad estratégica

Comparte con la racionalidad instrumental la valoración de las acciones según su habilidad para lograr objetivos predefinidos pero considera a las personas como actores estratégicos y con diversas capacidades para lograr el objetivo.

Racionalidad comunicativa

Las acciones se orientan al logro de los objetivos determinados a través de acuerdos mutuos y negociaciones. El lenguaje y las expresiones no verbales están orientados a enriquecer entendimientos y a compartir acuerdos.

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Rama del pensamiento sistémico también útil para la participación, surgida a mediados del siglo XX e iniciado por el biólogo austríaco Ludwing von Bertalanffy a través del estudio de las células vivas como “sistemas abiertos” que interaccionan con su entorno.

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Como los procesos participativos pueden ser efectivos sólo mediante la interacción entre personas, asumimos que únicamente deberían existir en los mismos las racionalidades estratégicas y comunicativas. Para entender los tipos o niveles de aprendizajes que juegan en los procesos participativos nos valdremos de las categorías desarrolladas por van der Veen, R. (2000) que se describen en la tabla nº2. Tabla Nº2 Tipos de aprendizaje caracterizados según procesos cognoscitivos y motivacionales. Tipo de Aprendizaje

Reproductivo

Procesos cognoscitivos

Procesos motivacionales

Aprendizaje a través de la

Mínimamente requerido.

imitación.

Aprendizaje a causa de una

Aprendizaje a través del

recompensa extrínseca y/o

reforzamiento.

aprendizaje a causa de

Aprendizaje a través del

condiciones atractivas.

estructuramiento. Comunicativo

Transformativo

Aprendizaje a través de la

Aprendizaje causado por

asimilación de nuevos hechos y

presencia estimulante de

argumentos.

otros.

Aprendizaje a través de la

Aprendizaje causado por el

adecuación, creando enfoques

interés intrínseco en realizar

más incluyentes.

potenciales cognoscitivos.

(Fuente: van der Veen, R. 2000). Este autor propone que es necesario identificar y operar con los tres tipos de aprendizajes posibles que se presentan en la tabla nº 2 para entender los procesos de aprendizajes puestos en juego en dinámicas complejas como son los procesos participativos. Para unir racionalidades, aprendizajes y sistemas seguiremos a Groot y Maarleveld “asociar aspectos de la estructura sistémica del proceso participativo con las diferentes racionalidades posibles de poner en juego en el proceso, nos permite discriminar y operar con diferentes los tipos de aprendizajes puestos en juego con los actores involucrados para potenciar el proceso” (Groot, A. 1998). Un facilitador de procesos participativos que aplica estas premisas podrá catalizar los aprendizajes que necesitan los actores participantes para lograr el objetivo. Entonces, si el proceso participativo o la tarea de facilitación están dominados o focalizados en una racionalidad estratégica, la persona que ejerce este papel se convierte en actor clave dado que debe constantemente estar atento a los límites entre subsistemas y al orden jerárquico que se 11

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establece entre ellos. Deberá focalizar cómo los actores de niveles jerárquicos superiores en el sistema, definen y condicionan los marcos y los objetivos para los niveles inferiores, y deberá además orientar los aprendizajes de estos últimos para que se adapten a los indicados. En tal caso el tipo de aprendizaje que se activa es “simple” o de “primer nivel” o “reproductivo”. Por ejemplo, cuando un grupo de agricultores decide una inversión conjunta pero requiere de un crédito cuyas características son definidas por el subsistema financiero, parte del aprendizaje conjunto de los participantes incluirá la adaptación de sus estrategias conjuntas a las reglas definidas por el prestamista (montos, plazos, garantías). Si por el contrario, el proceso participativo o el facilitador están dominados o focalizados en una racionalidad comunicativa, la tarea de facilitación se concentrará en animar a los actores a reconocer las fronteras del subsistema que ellos constituyen, y reconocer sus objetivos, sus normas y valores para proyectarlos como demandas a otros niveles del sistema de actores. Deberá alentarlos a trasformar el subsistema que ellos constituyen mediante debates o negociaciones y definir sus demandas más que aceptar las normas impuestas en escala jerárquicas superiores del sistema. Incluso debería organizar acciones de enredamiento con estos otros niveles. Para esta tarea es necesario impulsar aprendizajes simples o reproductivos combinados con aprendizajes comunicativos y transformativos.

Siguiendo el ejemplo anterior

del crédito para la compra conjunta, el ejercicio de la racionalidad comunicativa llevará al proceso participativo hacia una tarea de convencimiento e inclusión del subsistema financiero en el debate, y a ejercitar negociaciones donde las partes obtengan cada una la mejor posición, entendiendo las razones esgrimidas y los compromiso posibles de asumir por la otra. Recordemos que los procesos participativos son complejos y que para potenciar el éxito de los mismos debemos prestar atención a los aprendizajes que allí ocurren, dado que los actores más influyentes en la construcción de subgrupos (subsistemas) determinan qué, cómo y quienes deben aprender en el proceso. Esto afecta tanto la construcción del sistema como el tipo de legitimación del proceso participativo. La tarea del facilitador se vuelve estratégica para el proceso si ésta es capaz de distinguir los límites del sistema y de los subsistemas que constituyen los propios actores. Esto le permitirá entender de qué manera las fuerzas externas condicionan el funcionamiento del proceso participativo y entender las demandas particulares de aprendizaje de los actores dentro del propio proceso participativo. Cuando los sistemas – procesos participativos – son fuertemente condicionados por el entorno, el tipo de racionalidad de procesos que imprima el facilitador definirá el tipo de legitimación del mismo. Puede mantener al grupo en procesos de aprendizajes simples donde la lógica es aprender bajo los condicionantes impuestos por el entorno, por ejemplo aprender a adaptarse a 12

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un precio de mercado que el grupo no puede cambiar por si mismo, o animarse a elevar al grupo a un tipo más complejo de aprendizajes (comunicativo o transformativo) que les permita operar considerando estos límites entre grupos. La profesionalización de la tarea de facilitación: un desafío personal e institucional. Durante el desarrollo del trabajo intenté dar cuenta de algunos tópicos centrales para mostrar la complejidad implícita en los procesos participativos. Pasos a seguir, tiempos requeridos, distribución del poder, racionalidades puestas en juego, aprendizajes requeridos, son solo algunos de los tópicos a considerar en el ejercicio de la facilitación. Valerse de la teoría de sistema como potenciador de la participación es una opción adicional para mejorar la tarea. Para pensar en términos de sistemas un proceso participativo se requiere ejercer el pensamiento sistémico o procesal o contextual. Aceptarlo es para el facilitador como valerse de una “telaraña”, depende de cómo se sienta: si es “la araña” (domina este tipo de pensamiento) le servirá para alimentar el proceso participativo; si es “la mosca” (no domina este tipo de pensamiento) se podrá transformar en una trampa y quedará enredado. No obstante la telaraña existirá, la jerarquía de sistemas en los procesos participativos tomará partido aunque nosotros no lo consideremos. La profesionalización de la tarea de facilitación es indispensable a la hora de valerse de los procesos participativos como instrumento, su falta puede hacernos caer en un falso análisis de la participación como estrategia, y asignarle valoraciones que surjan de un mal ejercicio, en muchos casos por “mala praxis” de facilitación. A nadie en su sano juicio se le ocurriría operar del corazón a un individuo no siendo cirujano ¿no? La profesionalización de una tarea es una excelente forma de asegurar responsablemente el resultado, más aun de poder reconocer los grados de libertad con que se opera. ¿Por qué entonces los procesos participativos muchas veces no entran bajo este análisis como tarea riesgosa y de cuidado profesional? ¿Será como se comentó al principio que la decisión de iniciar un proceso participativo con los beneficiarios de una acción, solo se asienta en la necesidad de la consultarlos para incluirlos en lo procesos de decisión? ¿Será que el mito de “bondad y democracia” que arrastra detrás de si la participación hace posible que cualquiera y en cualquier situación la use? ¿Será que nuestro estilo de formación tiende a la imitación y entonces es posible que copiemos métodos o procedimientos que no sabemos si son correctas? Habrá que revisar si las estrategias de formación institucional de actores para el cambio, ya sean formales e informales, de grado o de posgrado, profundizan en sus programas las bases operativas y procedimentales necesarias para una apropiación adecuada de las estrategias de participación como área sensible para el cambio. Habrá que revisar en lo más profundo de cada 13

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uno para saber si se está en plena capacidad para implementar y potenciar un proceso participativo. En definitiva habrá que sincerar la relación que las instituciones de formación y que los profesionales tenemos frente a la práctica de la participación si no queremos que se siga cayendo en falsas expectativa frente al mal uso, o en inadecuadas catalogaciones de las capacidades de la participación para el cambio. A manera de contribución para revisar la necesidades de cambios frente a procesos participativos, tanto en ámbito personales como institucionales, en la tabla Nº 3 se presenta una matriz de aspectos mediante la cual es posible caracterizar estilos (paradigmas) profesionales de facilitación, según sea su actitud más bien clásica o mejor orientada a la participación. Tabla Nº 3 Matriz de aspectos que identifican estilos profesionales clásicos y participativos. Aspecto Foco de la atención Instrumentos y metodologías a usar. Tipo de aprendizajes propuesto. Percepción sobre el participante.

Responsabilidad principal frente a la decisión y la conducción del proceso. Conocimientos necesarios.

Tiempo requerido. Evaluación del proceso.

Modelo referencial subyacente.

Estilo profesional clásico En el producto o resultado final. Predefinidos de antemano. Reproductivo. Actor pasivo receptor de la oferta. Opina e interactúa. Interesado en el tema. Dispuesto a aceptar la propuesta. Centrada en el facilitador/ra.

Técnicos sobre el tema con que se convoca a la participación. Comunicación. Pedagogía. Definido y pautado de antemano. Cuantitativa centrada en las habilidades conseguidas por el participante. Racionalidad instrumental. Sujeto como objeto. Populismo. Análisis cartesiano.

Estilo profesional participativo En el proceso. Definidos durante el proceso. Reproductivo, comunicativo y transformativo. Actor activo crítico, cuestionador. Con intereses propios y autor de su propia vida.

Centrada en todos los participantes del proceso sin distinción. Relaciones humanas. Gestión de oportunidades. Comunicación efectiva. Andragogía. Manejo de conflictos. Escucha activa. Se define en el transcurso. Cuantitativa y cualitativa centrada en los efectos. Racionalidad estratégica comunicativa. Calidad de vida. Empoderamiento. Análisis sistémico.

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Hacer más efectivo un proceso participativo depende mucho del profesional que actúa como facilitador. “En primera instancia, el cambio de paradigma depende de los profesionales. Ellos son la llave. Ellos son los que deben luchar con las estructuras en las que se encuentran posicionados. Los cambios más importantes no devienen de grandes decisiones sino de múltiples y pequeñas acciones que en conjunto hacen el movimiento de uno a otro paradigma” (Chambers 1993. pag 13). Es cuestión de identificarlos y poner manos a la obra. Reflexiones para el cierre. Cuenta la historia que una vez crecieron juntos un junco y un roble. Al cabo del tiempo el roble se hizo un enorme y engreído árbol que menospreciaba al junco burlándose de esta manera: Roble - Qué pequeño y esmirriado eres. No vales ni el palmo de tierra en el que estás plantado. Ni siquiera tienes ramas y tu tronco no aguantaría ni un cuarto de kilo. Yo, sin embargo, soy grande, tengo poderosas ramas y mi tronco es mil veces más robusto que el tuyo. No sé ni siquiera por qué te hablo. Deberías enorgullecerte por esto. El junco ni se inmutaba ante tales palabras, mas se entristecía porque su compañero, el roble, estuviese tan engreído de sí mismo. Un día un tornado arrasó la comarca y mientras que el roble se oponía a la virulencia del aire con todo su vigor, el junco se plegaba. Tan fuerte era el tornado, que terminó arrancando el roble. Cuando llegó la calma, el junco se mantenía en pie porqué no se opuso frontalmente a la enorme fuerza que les atacaba, sino que la supo eludir, mientras que el roble cayó por creerse invulnerable, terminando por convertirse en leña para los leñadores. Al verlo el junco se decía: Junco - Tanta vanidad y soberbia ¿de qué te han servido? Tu inflexibilidad ante el tornado te ha llevado a tu propia caída. Hacer uso de procesos participativos es más parecido a cultivar juncos que robles. Es necesario estar dispuesto a la flexibilidad, en especial cuando los objetivos de la acción o proyecto son puestos en un principio por encima de los cambios que un proceso participativo define en su marcha. Es necesario mantener la mirada sobre lo sujetos más que sobre los objetivos y sobre los procesos más que sobres las metas. Es necesario ver el conjunto y no la parte, que el cartesianismo no nos transforme en miopes para el proceso. Es necesario explicitar los fundamentos epistemológicos con leguaje y terminología accesibles, de manera de incluir a los participantes más que de excluirlos. Será necesario considerar el nivel de profesionalismo a ser aplicado en el proceso participativo e izar las velas a los mejores vientos que ofrezcan las coaliciones de intereses de los participantes, para que la nave se dirija hacia el destino donde la mayoría está dispuesta a arribar. 15

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Hasta aquí los acompaño, espero puedan escribir las mejores bitácoras de viaje. Si en algún momento

desean

participarme

de

las

aventuras

de

su

viaje,

me

escriben:

[email protected] Bibliografías citadas - Capra, Fritjof -1996- La trama de la vida. Una nueva perspectiva de los sistemas vivos. Anagrama. Colección Argumentos. - Chambers Robert – 1993 – Challenging the professions. Frontiers for rural development. Intermediate Technology Publications. London UK. - Daniels, S. and Walker, G. -1996- Rethinking Public Participation in Natural Resource management: concepts from pluralism and Five Emenging Approaches. In: Proceedings of an international workshop “Pluralism and Sustainable Forestry and Rural Development. 9-12-1997 Roma. - Engel, P. and Salomon M. -1997- Facilitating Innovation for Development. A RAAKS Resources Box- Amsterdam: KIT - Habermas, J. -1984- The theory of communicative action. Boston: Beacon Press. - Groot A. and Maarleveld M. -1998- Demystifying facilitation in participatory interventions. Departmen of Communication and Innovation Studies. Wageningen Agricultural University. Mimeo. - Rölling, N and Jiggins, J. -1998- The Ecological Knowledged System, in Röling, N. and M. Wagemakers (Eds.) Facilitating Sustainable Agriculture: Participatory Learning and Adaptative Management in Times of Environmental Uncertainty. Cambridge University Press. -Scoones, I and J.Thompson -1994- Knowledge, Power and Agricultural: towards a theroetical understanding. En Scoones and Thompson Edit – Beyond Farmers Firts: Rural people´s knowledge, Agricultural Research and Extensión Practices. Pag 15-32. London: Intermediate Technology Publications. - The OSW Participation Principle. Off the streets and into Work OSW - www.osw.org.uk - van der Veen, Ruud -2000-.

Learning Natural Resource Management. Deepening Rural

Resource Management ISNAR, The Hage, Netherland. - Werthein y Argumedo, 1986 Educación y participación / Jorge Werthein y Manuel Argumedo, editores. IICA/MEC-SEPS, c1986.)” - Wilson, K and Morren, G. – 1990- Eds. System Approaches for Improvement in Agriculture and Resource Management. Macmillan Publishing Company: New York.

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