Exilio en guerra.

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Descripción

Exilio en guerra. Fernando de los Ríos y el exilio estadounidense

Juan Carlos Merino Morales Personal Investigador en Formación del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Madrid

Introducción La guerra civil española provocó un movimiento de personas no visto hasta entonces en la población española. A lo largo de la contienda y sobre todo después, muchos españoles perdieron, su familia, su casa y su país. Los pasos fronterizos de Francia se colapsaron ante la cantidad de refugiados que dejaban atrás sus vidas hacia un futuro incierto. De ahí, o bien acababan en campos de refugiados o se marchaban a otros países, principalmente a estados latinoamericanos, debido en parte a las evidentes afinidades culturales y lingüísticas, y también por las facilidades de algunos gobiernos receptores, que propiciaban el exilio hacia dichos países, como fue el caso de Lázaro Cárdenas en México. Siendo esta una de las claves para entender la posición de los Estados Unidos respecto a los emigrantes españoles. Es habitual y se puede comprobar en este Congreso que la fecha elegida para marcar el exilio republicano data en 1939, pero estando de acuerdo (al igual que constató)… con Henry Kamen, consideramos que el exilio en España motivado por la guerra civil comenzó en el año 19361. Y es en esta fecha cuando Fernando de los Ríos fue el embajador del gobierno republicano español en Estados Unidos, concretamente desde octubre de 1936 hasta finales de marzo de 1939. En un primer momento su misión no era otra que la de conseguir armamento y aviones de guerra para el bando leal al gobierno, pero conforme fue discurriendo la guerra civil, se centró en otros aspectos como la derogación de la Ley de Neutralidad y la recepción y ayuda de aquellos intelectuales que encontraron una salida en el país norteamericano. Pero Estados Unidos no fue un país especialmente receptor, sus leyes de inmigración eran muy restrictivas y no permitían la entrada de personas que no acreditaran por ejemplo, una                                                                                                                 1

 

KAMEN, Henry: Los desheredados. España y la huella del exilio. Madrid, Aguilar, 2007.

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invitación de alguna institución estadounidense o un contrato laboral. Claramente, solo podían optar a este tipo de “privilegios” una élite política e intelectual que ya había participado en programas de intercambio previos o habían sido llamados a presentar sus investigación o trabajos, como fue el caso del propio embajador Fernando de los Ríos. Para facilitar la comprensión de esta exposición, se ha estructurado en dos bloques de contenidos. Para el desarrollo de esta exposición, se va a dividir dos bloques. El primero tratará de analizar el papel del embajador De los Ríos en Estados Unidos y el segundo concretará el exilio en este país partiendo del marco legal sobre la inmigración en el país estadounidense, y describirá y analizará el papel que tuvieron los diferentes agentes implicados en este proceso. Fernando de los Ríos y la guerra civil en Estados Unidos Ministro de la República en el exilio, profesor en la New School for Social Research, embajador de España en Estados Unidos, presidente del Ateneo de Madrid, ministro de Instrucción Pública, Estado y Justicia, profesor de las universidades Central de Madrid y de Granada, profesor de la Institución Libre de Enseñanza, miembro de la comisión ejecutiva del PSOE, autor de libros como “Viaje a la Rusia Soviética” o “Sentido del Humanismo”2 . Y este es el currículum descrito de forma breve de Fernando de los Ríos. Un intelectual de la primera mitad de siglo XX, pionero en los viajes de estudio e investigación a otros países desarrollados por la JAE, hecho que además, le hizo construir una red de contacto por toda Europa, que se vio ampliada después por su bagaje político. Esta experiencia internacional fue la que le llevó a impartir clases y seminarios por Europa y también por centro y Norteamérica. Estos son los motivos por los que Francisco Largo Caballero, presidente del gobierno de la República desde septiembre de 1936, le llevaron a sustituir a De los Ríos del cargo que acababa de ser nombrado, rector de la Universidad Central de Madrid3, por el de embajador de España en Estados Unidos, tras la renuncia de su predecesor, Luis Calderón. El objetivo que tenía De los Ríos era la compra de material de guerra en Estados Unidos, pero se encontró de frente con el embargo moral que impuso en agosto de 1936 el Secretario de                                                                                                                 2

Para obtener una visión general y completa de la vida de Fernando de los Ríos véase los libros: ZAPATERO GÓMEZ, Virgilio: Fernando de los Ríos: una biografía intelectual. Granada, Pre-textos, 2000, y RUIZMANJÓN, Octavio: Fernando de los Ríos. Un intelectual en el PSOE. Madrid, Síntesis, 2007.

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Gaceta de Madrid, 31 de agosto de 1936. Nº 244, p. 1568.

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Estado Cordell Hull a las empresas estadounidenses4. Esta prohibición implícita se llevó a cabo sin ningún problema hasta el mes de diciembre, cuando el comerciante Robert Cuse envío a España el barco Mar Cantábrico repleto de aviones y motores con dirección al puerto de Bilbao5. A partir de ese momento, la administración Roosevelt arrancó toda la maquinaria legislativa para hacer efectivo y legal el embargo. Este proceso fue muy rápido ya que se aprobó la ampliación de la Ley de Neutralidad en la primera semana de enero de 1937. La Ley se hizo efectiva el 1 de mayo6. De esta forma, se veían truncados los planes del embajador español, en la que Fernando de los Ríos con las instrucciones del Ministerio de Estado, entabló contactos con la empresa Hanover Sales Co. liderada por el controvertido Miles Sherover, quien obtuvo el encargo de conseguir los materiales o productos requeridos por el gobierno republicano. Estos artículos comprendían desde alimentos o mercancías industriales a armas en el mercado negro o por vía de terceros países7. Fernando de los Ríos siempre desconfió de Miles Sherover, pero como recibió el mandato directo del ministro Álvarez del Vayo, siguió de forma rígida sus ordenes. En todo este contexto, el margen de actuación del embajador era muy limitado y si a esto le sumamos el discurrir de los acontecimientos en España, la consecuencia es el decaimiento de su moral en en lo concerniente a la contienda. Es reseñable y las fuentes así lo indican, el cambio de actitud de Fernando de los Ríos a partir de la pérdida de Teruel en febrero de 1938. Es a partir de este momento cuando sin dejar de lado su cometido en lo concerniente a la adquisición de material de guerra, cuando empezó a centrarse en otros cometidos, como el de los exiliados o conseguir donaciones. Las grandes donaciones empezaron a darse a partir de finales del año 38, cuando ya se vislumbraba la guerra pérdida así como la imagen de los republicanos, cientos de personas reprimidas, huyendo de su país, pasando hambre y penurias. En el mes de octubre de ese año, se consiguieron a partir de donaciones privadas, cinco mil toneladas de alimentos8. Estas                                                                                                                 4

HULL, Cordel: The Memoirs of Cordell Hull, The MacMillan Company, New York, 1948, pp. 478-479.

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REY, Marta: Stars for Spain. La guerra civil española en los Estados Unidos. A Coruña, Edicios do Castro, 1997, p. 29.

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Neutrality Act of 1937. House of Representatives. 75th Congress, 1st Session. Report nº 320.

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Informe sobre la Hanover Sales Co. y Miles Sherover, Nueva York, 4 de febrero de 1937. Caja 26, carpeta 12, documento 1. Archivo de la Residencia de Estudiantes. Fondo Fernando de los Ríos. (ARE.FFR en adelante).

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Telegrama 215, Washington, 6 de octubre de 1938. Caja 25, carpeta 3, documento 148. ARE.FFR.

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aportaciones a la causa republicana fueron gestionadas principalmente por la misma empresa de Sherover, la Hanover Sales Co. sin embargo otras instituciones se crearon para colaborar con España, como fueron la American Medical Bureau, la Cruz roja, o la Spanish People's Aid Committee of Hunt's Point Branch of American League Against War & Fascism. Para garantizar la obtención de recursos, De los Ríos consideró que la mejor forma de cambiar toda la situación adversa, incluida la de la emigración, de la cual hablaremos mas adelante, era imprescindible cambiar la visión de la opinión pública estadounidense. La estrategia elegida fue la de centrarse en la prensa, ya fuera esta radiofónica o escrita. La convocatoria de las ruedas de prensa continua, así como los comunicados informando de la situación de la guerra en España,y las entrevistas, se sucedieron tanto en los medios nacionales o estatales, indistintamente, en este sentido, cabe destacar la primera reunión que tuvo lugar entre el embajador junto con los principales y más importantes editorialistas de Washington9. Finalmente todo su esfuerzo no obtuvo los frutos deseados y fue tras la caída de Barcelona, cuando empezó a pensar en la salida ordenada de la Embajada. Como él ante todo, se sentía español, preparó la transferencia de poderes, pero no lo hizo con el que sería su sustituto Juan Francisco de Cárdenas, sino con la ayuda y mediación del embajador de Colombia en Estados Unidos así como con el encargado de negocios de México en el país norteamericano. Y así, a finales de marzo, Fernando de los Ríos abandonó la embajada en Washington DC. y se marchó a Nueva York, donde a partir de septiembre empezaría a trabajar como profesor en la New School for Social Research. El exilio en Estados Unidos Características y legislación. Estados Unidos no fue un país especialmente receptor, según la web “Exiliados republicanos” del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, apenas fueron mil personas las que se exiliaron en el país norteamericano 10 a diferencia de México, en el que gracias a las leyes del presidente Cárdenas llegaron cientos de miles de españoles11.                                                                                                                 9

Telegrama 113. 25 de marzo de 1937. Caja 25, carpeta 2, documento 42. ARE.FFR.

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Proyecto E-xiliad@s. http://www.exiliadosrepublicanos.info/es/mapa [consultado el 27 de febrero de 2014]

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FABER, Sebastián y MARTÍNEZ CARAZO, Cristina: Contra el olvido. El exilio español en Estados Unidos, Alcalá de Henares, Instituto Franklin, 2009.

 

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Es sabido que entre los exiliados más ilustres, se encontraban Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas, o Américo Castro. Entre ellos, los emigrados, mantuvieron una línea política moderada, siendo la mayoría liberales. Cuando estalló la guerra civil española provocando el posterior exilio, la legislación estadounidense que marcaba las condiciones y las reglas para la inmigración estaban recogidas en The Inmigration Act of 192412. Tan solo siete años antes se instauraba la primera ley que restringía la inmigración en los Estados Unidos. En esta ocasión, fue el Presidente Coolidge quien firmó esta ley, una ley a la que se tenían que acoger los republicanos españoles que buscaran exilio en Estados Unidos. La ley se centraba en cupos de inmigración según el tanto por ciento de población estadounidense anteriormente censada en 1890. La proporción establecida fue de un dos por ciento del total del censo, por lo que aproximadamente un total de ciento cincuenta mil personas podían establecerse de manera legal en los Estados Unidos. Esta legislación es muy importante debido a que tradicionalmente el país de las barras y estrellas fue un Estado cuya masa poblacional extranjera era muy alta, destacando claramente a inmigrantes irlandeses e italianos13. Pero la ley contenía una salvedad, y es que estudiantes universitarios, profesores con contratos o invitaciones estaban exentos de estas cuotas gracias a las llamadas Visitor’s Visas. Con la nueva legislación se redujo la inmigración en más de un cincuenta por ciento el primer año. El papel de Fernando de los Ríos A lo largo de la guerra civil, Fernando de los Ríos respondía antes dos Ministros de Estado, Álvarez del Vayo en dos etapas y José Giral entre medias de las anteriores. En ningún caso se ha encontrado documento alguno que certifique que ambos le instaran, pidieran, sugiriesen o mandasen a De los Ríos, a que trabajara para que en los Estados Unidos acogieran a españoles como emigrados de guerra. Por tanto, se parte de la premisa de que todo el trabajo que realizó el embajador, fue por afinidad y amistad por aquellos españoles que optaban por emigrar a Estados Unidos gracias a los contactos llevados a cabo a lo largo de los años. En este sentido, Fernando de los Ríos se vio favorecido por las campañas llevadas a cabo por la Fundación Rockefeller. En segundo lugar, Fernando de los Ríos siguiendo la vía política de la                                                                                                                 12

The Inmigration Act of 1924. House of Representatives. 68th Congress, Report nº 138.

13

United States History. Inmigration Act of 1924. http://u-s-history.com/pages/h1398 [consultado el 26 de febrero de 2014]

 

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acción diplomática y viendo que la guerra estaba perdida tras la caída de Barcelona, se puso en contacto con el Secretario de Estado, Cordell Hull, para que Estados Unidos intercediesen con Francia para que abrieran la fronteras y de esta forma que los millares de exiliados y refugiados españoles cruzasen los Pirineos huyendo de la represión y violencia que poco más tarde imperaría en España14. Retomando el papel de la Fundación Rockefeller, desde la llegada de los regímenes fascistas a Europa, Estados Unidos y gran parte bajo el auspicio de la fundación del magnate norteamericano, muchos de los mejores científicos e investigadores europeos, sobre todo alemanes e italianos entre ellos Einstein o Mann, emigraron a Estados Unidos para continuar allí sus carreras. Fue en los años veinte cuando la Fundación Rockefeller recayó por primera vez en Europa, concretamente en la Ciudad Universitaria de París a través de la Maison Internationale15. Pocos años más tarde se produjo el primer contacto entre dicha fundación y Fernando de los Ríos, cuando éste ocupaba el cargo de Ministro de Instrucción Pública y procedia a la inauguración del Instituto Nacional de Física y Química de la Junta de Ampliación de Estudios (JAE)16. Esta unión con la JAE fue clave para que años después recayeran en Estados Unidos investigadores e intelectuales españoles. No solo fue la Fundación Rockefeller la que prestó la ayuda necesaria, sino que hubo una institución que gracias a los acuerdos con la anterior, fue clave en este sentido, la New School for Social Research. Este centro de estudios con sede en Nueva York sirvió de centro de acogida de profesores universitarios, siendo el propio Fernando de los Ríos uno de ellos incorporándose después de la guerra civil ,o Alfredo Mendizabal17. Una vez estallado el golpe de Estado en España por el general Franco, el papel de la Fundación Roosevelt apostó por la incorporación de científicos españoles en sus filas. Fue importante el caso que se vivió en 1937, cuando en el área de medicina, el presupuesto del año se dividió entre las ayudas a estudios neurológicos y cerebrales y la otra parte a las becas

                                                                                                                14

Telegrama 18, 2 de febrero de 1939. Caja 25, carpeta 3, documento 202. ARE.FFR.

15

SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Nicolás: “La Fundación Rockefeller y los exiliados españoles”. Historia 16, nº 216, p. 116.

16

Ibid., 116.

17

NIÑO RODRÍGUEZ, Antonio: “El exilio intelectual republicano en los Estados Unidos”, en Cuadernos de Historia Contemporánea, vol. Extraordinario, 2007, p. 237.

 

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y contratos de médicos y científicos españoles 18 . En los años sucesivos las ayudas continuaron, pero no con el poder y la cantidad de 1937. Por diversos motivos y no del todo bien explicados, ni en el clausurado Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, ni en el Archivo de la guerra civil de Salamanca, ni en el Centro Documental de la Residencia de Estudiantes donde se gestionan los documentos de De los Ríos, hay constancia de más documentos que los descritos en estas líneas. Solo yendo a catálogos de otros personajes exiliados a Estados Unidos podemos ver la relación entre Fernando de los Ríos y ellos mismos. Casos reseñables son los de Federico de Onís, a quien instaron al embajador a investigar por la presunta disensión del intelectual para y con el gobierno republicano o el Premio Nobel de literatura, Juan Ramón Jiménez. El caso del poeta onubense es un caso particular, ya que la relación con Fernando de los Ríos se remontaba a varias décadas anteriores en el marco de la Residencia de Estudiantes, donde coincidieron y crearon una amistad que se mantuvo a lo largo de los años. Juan Ramón Jiménez no coincidió de forma directa con Fernando de los Ríos en Estados Unidos, ya que cuando el primero emigró en agosto de 1936, el recién expresidente del Ateneo de Madrid aun no había sido nombrado para el cargo de embajador. Cuando éste tomó posesión apenas mes y medio después, Juan Ramón Jiménez ya se había trasladado a Puerto Rico 19 . Finalmente pudieron encontrarse, pero no en suelo estadounidense sino en La Habana con motivo de un viaje de De los Ríos en el otoño de 193820. Tras meses sin verse volvieron a coincidir una vez Jiménez se hubo instalado en Estados Unidos, cuando coincidieron en un acto organizado por Tomás Navarro Tomás en Nueva York a favor de la ya agonizante República española21. Otros agentes y exiliados Pero además de Onís, Navarro Tomás, Jiménez o el propio De los Ríos, hubo otros muchos exiliados españoles que recalaron en Estados Unidos, como ejemplo Pedro Salinas, Sánchez Albornoz, Ramón Iglesia, Jorge Guillén. Muchos de los emigrantes forzados por el nuevo régimen que se avenía en España consiguieron puestos de trabajo y por lo tanto la residencia, temporal o indefinida, gracias al papel que tuvo el Centro de Estudios Históricos y su presidente Menéndez Pidal. Unos y otros ocuparon cátedras en distintas instituciones                                                                                                                 18

The Rockefeller Foundation Annual Report 1937, p. 144.

19

El Imparcial. San Juan de Puerto Rico, 3 de octubre de 1936.

20

FABER, Sebastián y MARTÍNEZ CARAZO, Cristina: Contra el olvido. El exilio español …, p. 352.

21

Ibid., p.356.

 

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estadounidenses como los centros ya citados, o universidades como la de Columbia, Cayo, o Wisconsin. Para el desarrollo de estas gestiones, hubo una persona más importante que el propio embajador; Federico de Onís, “el director del Instituto de las Españas en el Departamento de español de la Universidad de Columbia,” quien había conseguido con los años ser un miembro muy reputado de la academia norteamericana. A partir de este puesto introdujo a distintos colegas tanto en la propia universidad neoyorkina como en otras instituciones. Claros son los casos de Navarro Tomás, Menéndez Pidal o Américo Castro. Conclusiones. En primer lugar, analizando la situación política y social de los Estados Unidos , es evidente que la época de entreguerras no fue el periodo más aperturista de Estados Unidos de cara al exterior. El miedo a una segunda gran guerra en el continente europeo, tuvo como consecuencia que no se quisiera prestar más ayuda que la imprescindible, aun siendo la administración Roosevelt más afín al gobierno republicano elegido libremente en las urnas que al bando sublevado, autoritario y profascista. De este modo y es cierto que siguiendo de forma rígida las normas de inmigración, solo se abrieron las fronteras a aquellos intelectuales que pudieron encontrar trabajo a muy duras penas. Es claro el ejemplo del profesor Claudio Sánchez Albornoz quien tuvo grandes dificultades en encontrar un puesto docente o una beca de la Fundación Rockefeller aun trabajando con ellos desde años precedentes en la Universidad de Burdeos en Francia. Fueron tan inflexibles las autoridades estadounidenses, que una vez concluida la guerra y tal como relata el profesor Antonio Niño Rodríguez, en el artículo ya mencionado, que hasta se dio el caso de que una vez desembarcados centenares de españoles en Estados Unidos fueron transportados en vagones de tren sellados hasta la frontera mexicana para que no tuvieran la oportunidad de quedarse en suelo norteamericano. Por otro lado, es de rigor hablar del papel desarrollado por uno de los protagonistas de este trabajo, Fernando de los Ríos. La falta de documentación disponible no permite saber si su escaso protagonismo en las gestiones para la acogida de exiliados españoles en Estados Unidos fue relevante De lo que sí hay constancia es de las conversaciones del embajador tanto con el Presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt y su Secretario de Estado Cordell Hull en las que siendo inviable que pudieran recalar en Estados Unidos al menos, presionara a Francia para que facilitara la apertura de las fronteras en los Pirineos a los españoles que estaban emigrando en el invierno de 1939 hacia tierras galas.  

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De lo que si que hay constancia es del papel de un amigo de Fernando de los Ríos, Federico de Onís. El catedrático en literatura española tuvo un papel destacado a la hora de llevar a cabo las gestiones para que diversos profesores españoles encontraran acomodo en Estados Unidos. Es de considerar que su bagaje de casi veinte años en las universidades estadounidenses le sirvió para conocer los procedimientos y las herramientas necesarias para que amigos y compañeros pudieran trabajar en Estados Unidos. Es difícil valorar si Onís le “robó protagonismo” a De los Ríos sobre su papel como gestor en los procesos de inmigración, ya que se conocían. Nosotros apostamos por el reparto de funciones y viendo el tono de las cartas que intercambiaron ambos, era más un reparto de funciones que un acaparamiento de las mismas. Para muchos, fueron pocos los exiliados españoles en Estados Unidos y para otros, eran suficientes por las trabas administrativas existentes. Lo que sí es cierto es que el país norteamericano, desperdició una oportunidad de incorporar en sus universidades grandes personalidades que hubieran dotado de gran valor su cuerpo docente.

 

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