EVOLUCIÓN EN EL MANEJO DE LOS AGROECOSISTEMAS

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REFERENCIA: Rosado-May, F.J. 2014. Evolución en el manejo de los agroecosistemas. XX Aniversario del programa de Agroecosistemas Tropicales, Colegio de Posgraduados-Veracruz, 4 y 5 de septiembre.

EVOLUCIÓN EN EL MANEJO DE LOS AGROECOSISTEMAS Francisco J. Rosado-May Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo [email protected] RESUMEN Al revisar el uso del término “manejo”, este artículo concluye que han habido cambios en su interpretación, desde el convencional hasta el agroecológico. Con base en el análisis de los cambios en el diseño y tecnologías de los sistemas agrícolas, se aportan elementos que hacen visibles los factores importantes necesarios para la toma de decisiones con respecto al manejo de los agroecosistemas, que no han sido abordados anteriormente, por ejemplo los factores organizativos, sociales, mercadológicos, políticos y legales. La incidencia de estos factores en el manejo, depende del sistema de cultivo. La revisión de literatura señala tres momentos con respecto al manejo. El primero considera que con una serie de recomendaciones aplicadas al cultivo se puede obtener una buena producción. El segundo incorpora la palabra “integral” al manejo y abre la opción de la aplicación de diferentes estrategias conjuntas para evitar riesgos innecesarios con respecto a plagas, enfermedades, nutrientes. El tercero presenta un enfoque de sistema, de diseño multifactorial para el manejo multifactorial de las diferentes variables en un agroecosistema. Este trabajo termina haciendo una reflexión sobre el proceso de adaptación que pasan los agricultores tradicionales. La agricultura tradicional implica un manejo que demanda un sistema muy sofisticado de análisis y síntesis en la toma de decisiones. Su sostenibilidad demuestra que han sido correctas las decisiones. En la medida que estos mismo agricultores incursionan en sistemas que involucran insumos externos (revolución verde o agricultura con especies modificadas genéticamente) enfrentan otro sistema diferente, pero en total desventaja. Su capacidad de análisis y síntesis no es acorde con la nueva realidad, por tanto el manejo de sus agroecosistemas tiene altas probabilidades de tener muchos errores. No hay forma, actualmente, de desarrollar un manejo sostenible de estos sistemas con insumos externos. INTRODUCCIÓN El concepto de manejo de sistemas agrícolas ha estado presente en la literatura, prácticamente desde el primer texto usado para guiar los pasos del agricultor en la

toma de decisiones sobre su cultivo. Por ejemplo, Álvarez Abril (2011) en la revisión histórica de la ingeniería agronómica universal que hace, y Maroto B. (1998) en su libro de Historia de la Agronomía, expresan implícita y explícitamente el tema del manejo de los cultivos como una expresión cultural y/o de aplicación de conocimientos técnicos como resultado de investigación, con el fin de “garantizar” o “mejorar” la producción. Mas recientemente, en 2005, TurrentFernández, et al., publican los fundamentos y herramientas de la productividad de agroecosistemas con el fin de adaptar prácticas de producción a cultivos bajo gradientes climáticos y tipologías agrícolas diversas. En forma natural en la literatura agronómica, el término “manejo” fue estableciéndose para referirse a un conjunto de recomendaciones, de prácticas, para aplicar a algún cultivo. Los casos clásicos son los folletos que generó el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA, ahora INIFAP), en los que presenta validaciones de paquetes tecnológicos articulados por algún cultivo, en el que para determinado clima y suelo recomiendan dosis concretas de fertilizante, de densidad de siembra, de uso de sustancias químicas para el control de plagas, enfermedades y hierbas (ej. Laird y Rodríguez, 1965). Así se conforma el “manejo” del cultivo cuya difusión al productor también es cuidadosamente estudiado (Pérez Cerón y Rojas Cárdenas, 1985). Un primer avance, con base en lo anterior, es que desde el punto de vista agronómico se puede definir el término “manejo” como un conjunto de prácticas/técnicas que se aplican a un cultivo específico con el fin de mejorar su rendimiento por unidad de área. Las palabras clave aquí son: “cultivo específico” y “rendimiento”. Esta definición claramente refleja un modelo de producción basado en monocultivo, ¿qué modificaciones debe tener este concepto para que refleje el conjunto de acciones que demanda un agroecosistema de mayor complejidad? EL CONCEPTO DE MANEJO DE AGROECOSISTEMAS. Asumiendo que se han establecido bases para iniciar el entendimiento de la palabra “manejo”, enseguida se adopta una definición de agroecosistema. Posteriormente, con base en el arreglo del agroecosistema, en tiempo y espacio, así como los factores externos como el mercado, la tecnología, entre otros, se hará la propuesta de definición de trabajo de “manejo de agroecosistemas”. Un agroecosistema es un sistema agrícola, puede ser mono o policultivo, entendido como ecosistema (Gliessman, 2007). Asumiendo que la palabra manejo es muy socorrida, y aplicada a sistemas de cultivo, es interesante notar que en la literatura no existe propuesta alguna que defina el concepto de “manejo de agroecosistemas”. Existen definiciones aceptadas de manejo directamente aplicadas a elementos del agroecosistema. Por ejemplo Romero R. (2004) discute la diferencia entre control y manejo integrado de plagas (CIP/MIP), señalando que el control implica erradicación en tanto que manejo implica poblaciones de plagas que no tengan impacto económico importante en el rendimiento del cultivo, a través de la combinación de elementos genéticos, culturales, biológicos y

químicos. El término de “manejo ecológico de plagas”, por Brechelt (2004), prácticamente es un sinónimo de MIP. Otro concepto usado es el de “manejo de patosistemas”. En su libro Mora Aguilera, et al. (2012) señalan que manejo es una derivación biológica y agroecológica mas racional que el control de enfermedades. Así, la Fitopatología que se ha enfocado demasiado en la cura, especialmente con el uso de pesticidas, puede redimensionarse bajo el concepto de prevención de la incidencia de enfermedades. En esa idea se basa el manejo del conjunto de patógenos que inciden en los cultivos (patosistema). El término “manejo” también se aplica a las malezas. Al abordar el tema, en su obra clásica publicada por la FAO, Labrada et al. (1996) describen los diferentes tipos acciones y estrategias que se han seguido para el manejo de las malezas. Si bien incluyen aspectos preventivos, culturales, químicos, biológicos, físicos, labranza, quema, inundación, acolchado, y sus combinaciones para un mejor manejo y control, la FAO no ha adoptado el término de “manejo integrado de malezas”, aunque hay publicaciones en años anteriores al respecto (Fernández, 1982; Fryer y Matsunaka, 1977). En el aspecto de fertilidad de suelos también se ha usado el término de “manejo integrado de nutrientes”. Aulakh y Grant (2008) plantean los retos del manejo tanto de nutrientes con origen orgánico como inorgánico en sistemas agrícolas donde hay deficiencias o excesos de algún nutriente. Para el área forestal se ha acuñado el término “manejo forestal sustentable”. Aguirre Calderón (2012) señala que el manejo forestal comprende las decisiones y actividades encaminadas al aprovechamiento de los recursos forestales de manera ordenada; para esto es importante la gestión y administración en la utilización de los bosques y terrenos forestales de modo que conserven su diversidad biológica, su productividad, su capacidad de regeneración, su vitalidad y su capacidad de cumplir, en el presente y en el futuro, las funciones ecológicas, económicas y sociales pertinentes, a escala local, nacional y mundial, sin causar perjuicio a otros ecosistemas (http://www.fcf.uanl.mx/publicaciones/que-es-elmanejo-forestal-sustentable). Por su parte Ellis y Porter-Bolland (2008) destacan el concepto de “manejo forestal comunitario”, imprimiendo el aspecto de cultura local dentro del manejo, el cual no ha sido considerado en ningún otro caso de los anteriormente revisados.

La revisión presentada anteriormente se enfoca a componentes de los agroecosistemas o de sistemas forestales. En 2009 Nicaragua emprendió una campaña nacional para promover formas mas pertinentes en el manejo de los cultivos. Usan el término “manejo integrado de cultivos” y lo combinan con el “manejo integrado de plagas”. (http://www.magfor.gob.ni/programas/pea/salva/PLAN%20MIC%2026%20octubre%2020091.pdf). Una tendencia actual es la que asocia el término de manejo integrado de cultivos con buenas prácticas; la FAO ha estado impulsando esta idea, misma que no solo

se enfoca al manejo de plagas sino que incluye también desde la preparación del suelo hasta la cosecha (http://www.fao.org/climatechange/2523304bd095f1ea610a665f2d10f775006f52.pdf). México ha adoptado el término de “buenas prácticas” (Siller-Cepeda, et al., 2002), pero con un enfoque empresarial, comprendiendo desde el organigrama de la empresa productora del bien, la siembra, producción, cosecha, y empaque con los aspectos de higiene, conservación, embalaje, logística, pruebas microbiológicas e identificación de origen. Básicamente se ofrecen recomendaciones que permitan que el producto agrícola cumpla con las expectativas del mercado consumidor; no abunda sobre los cuidados al ambiente. Si bien Gliessman (2007) no ofrece una definición directa del término “manejo integrado de agroecosistemas”, presenta elementos que deben ser considerados como parte del manejo. El manejo de agroecosistemas debe considerar las oportunidades que se presentan con las cualidades que emergen del sistema (en las interacciones de sus componentes). Así, las decisiones sobre acciones ejercidas en el agroecosistemas deben tomar en cuenta el efecto no solo en el componente mas visible (por ejemplo sea una plaga, una enfermedad, una maleza, un nutriente), sino para todo el sistema. El reto, entonces, es diseñar prácticas/manejo que puedan “atender” las necesidades integrales del sistema. En otras palabras, el concepto de manejo integral que se ha revisado anteriormente implica la interacción de diversos elementos (genético, biológico cultural, químico, etc.) sobre uno o pocos componentes del sistema. Gliessman (2007) señala que el enfoque debe ser en sentido contrario: la interacción de diversos elementos para “manejar” diversos elementos del sistema. Por otro lado, Rosado-May y García Espinoza (1986) demuestran y describen prácticas tradicionales para el manejo de la mustia hilachoza en frijol, el cual es mas eficiente cuando existe materia orgánica con relación C:N alta (Rosado-May y García Espinoza, 1985). En el manejo del sistema también juega un papel importante la frecuencia del deshierbe de plantas alelopáticas (Rosado-May, et al, 1986). La producción tradicional también tiene un componente de mercado, tal y como señala Rosado-May (1985) para el caso de La Chontalpa en Tabasco. El Cuadro siguiente expresa la extensión geográfica que influye en las decisiones de manejo de los agroecosistemas, en el contexto del sistema de producción.

AGRIC TRAD – Agricultura tradicional. AGRIC ORG – Agricultura orgánica. REV VERDE – Revolución verde. AGRIC OGM – Agricultura con organismos genéticamente modificados. Rec Nat – Recursos naturales. Nal – nacional Nales/intern – Nacionales / Internacionales. NA – No aplica

Como puede observarse, la agricultura tradicional tiene como ámbito geográfico la comunidad donde está inserta. La agricultura orgánica y de revolución verde abarca tanto el contexto de la comunidad como extra comunidad. La agricultura con base en organismos genéticamente modificados definitivamente tiene un contexto extra comunidad. ¿EXISTE ALGUNA EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO? ¿CUÁL SERÍAN LOS FACTORES A CONSIDERAR Y CUALES SON SUS BASES? La revisión de literatura señala tres momentos con respecto al manejo. El primero considera que con una serie de recomendaciones aplicadas al cultivo se puede obtener una buena producción. El segundo incorpora la palabra “integral” al manejo y abre la opción de la aplicación de diferentes estrategias conjuntas para evitar riesgos innecesarios con respecto a plagas, enfermedades, nutrientes. El tercero presenta un enfoque de sistema, de diseño multifactorial para el manejo

multifactorial de las diferentes variables en un agroecosistema. ¿Es esto una evolución del concepto? Se podría decir que si, pero la conclusión necesita un sustento mayor y mejor, el cual se logra asumiendo que la mirada debe ser desde la perspectiva del agricultor/productor, no solo del investigador. La Fig. 1 muestra formas en que han cambiado los sistemas agrícolas, desde su origen hasta los sistemas actuales (los basados en ingeniería genética, los diversos tipo de orgánicos y los de tecnología tradicional). Todos persiguen un escenario de producción sostenible de alimentos, pero tienen diferentes intereses y problemáticas. Unos se basan en el monocultivo, casi mono-genéticos, atendiendo intereses financieros principalmente, mientras que otros tienen mas preocupación por el medio ambiente y sistemas sostenibles que involucran al productor con el consumidor. Se puede afirmar, con bastante certidumbre, que los agricultores comunitarios que se basan en tecnología tradicional, toman decisiones complejas, en función de la combinación análisis/síntesis, sobre manejo de sus cultivos, con base en su conocimiento del clima, suelo, plagas, enfermedades, arvenses, etc.; es decir el entorno natural. En la medida en que se asocian a los elementos naturales involucran aspectos sociales o comerciales de nivel comunitario. Cuando incursionan en agricultura de mayor escala, las decisiones de manejo que toman los mismos agricultores se ven mas afectadas por la disponibilidad de tecnología (maquinaria e insumos) y por las relaciones comerciales que implican asociaciones, finanzas, seguros, aspectos legales, entre otros. Es decir, poco a poco van saliendo de su primer ámbito y encontrándose con elementos cada vez mas desconocidos para ellos, por no ser de su entorno natural. Esta situación se hace mas complicada cuando incursionan con cultivos genéticamente modificados. En otras palabras, su capacidad de análisis/síntesis para la toma de decisiones acertadas, se ve seriamente afectada. Aquellos productores orgánicos o de tecnología tradicional, que no desean los efectos negativos de la presencia y manejo de transgénicos, deberán rebasar sus límites de toma de decisiones para el manejo de sus sistemas, incursionando mas en la organización social, las demandas legales y otras formas para garantizar que el manejo de sus sistemas sea el adecuado. Todos estos son ámbitos poco conocidos por ellos, por lo que su probabilidad de éxito disminuye considerablemente. Con base en lo anterior se corrobora que el manejo de agroecosistemas si ha tenido una evolución al incorporar elementos que obligan los nuevos sistemas de producción. ¿HA HABIDO UNA EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE MANEJO DE AGROECOSISTEMAS? La respuesta es si. El manejo ha cambiado, dependiendo del contexto y del sistema agrícola, por tanto el concepto ha evolucionado.

La agricultura tradicional tiene un concepto de manejo que integra decisiones aplicadas a diferentes subsistemas, con efecto a nivel comunidad. Los agricultores tradicionales exitosos articulan actividades y diseñan un majo integrado a su subsistema milpa, aunado a su subsistema agroforestal, aunado a su subsistema de producción animal, aunado a su subsistema de huerto familiar, aunado a su subsistema apícola, aunado a su subsistema de trabajo artesanal, etc. Es decir, ejerce un nivel de análisis y síntesis altamente sofisticado y eficiente. La agricultura convencional y de organismos genéticamente modificados, desarrollan un concepto de manejo enfocado al incremento de producción y maximización de ganancias. El concepto de manejo integrado de plagas, cultivos o enfermedades, sigue la lógica de “diferentes balas para un mismo objetivo”. Agroecología propone el rediseño de los agroecosistemas, aprovechando las oportunidades emergentes de la interacción de los componentes del sistema, tomando como ejemplo a la agricultura tradicional. A la luz de la revisión de literatura, identificando que no hay un concepto establecido de manejo de agroecosistemas, y a la luz de las reflexiones hechas en el análisis de la información, este trabajo concluye presentando una definición de trabajo para el concepto de manejo de agroecosistemas: “Es el conjunto de decisiones, expresadas en acciones sobre los agroecosistemas, que reflejan la visión, paradigma, que en el corto, mediano y/o largo plazo tiene la persona o política nacional con respecto a su expectativa de solución para la producción de alimentos, fibras, madera. Carne, etc., que requiere el país”. LITERATURA CITADA Álvarez Abril, C.G. 2011. Breve reseña histórica de la ingeniería agronómica universal y la aplicación de las actitudes científicas en el ingeniero agrónomo. Revista Agricultura Tropical 34(3,4):4-17. Aulakh, M.S. and C.A. Grant (Eds). 2008. Integrated nutrient management for sustainable crop production. CRC Press, Taylor and Francis, Boca Raton, Fla, USA. Brechelt, A. 2004. Manejo ecológico de plagas y enfermedades. Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para América Latina (RAP-AL), Santiago de Chile, Chile. Ellis Edward A. and L. Porter-Bolland. 2008. Is community-based forest management more effective than protected areas? A comparison of land use/land cover change in two neighboring study areas of the Central Yucatan Peninsula, Mexico. Forest Ecology and Management, 256: 1971-1983. Fernández, O.A. 1982. Manejo integrado de malezas. Planta Daninha V(2):69-79. Fryer, J.D. y S. Matsunaka. 1977. Integrated control of weeds. Japan Scientific Societies Press, Tokio.

Gliessman, S.R. 2007. Agroecology, the ecology of sustainable food systems, 2nd edition. CRC Press, Taylor and Francis Group, Boca Ratón, Florida, USA. Labrada, R., J.C. Caseley y C. Parker. 1996. Manejo de malezas para países en desarrollo. Estudio FAO Producción y Protección Vegetal 120. Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. Roma. Laird R. J., y H. Rodríguez. 1965. Fertilización del maíz de temporal en regiones de Guanajuato, Michoacán y Jalisco. Folleto Técnico no. 50, Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas. Secretaría de Agricultura y Ganadería. México.

Maroto B., J.V. 1998. Historia de la agronomía: una visión de la evolución histórica de las ciencias técnicas y agrarias. Ediciones Mundi-Prensa, Madrid, España. Mora Aguilera, G., G. March, A.D. Martinelli y S.J. Michereff. 2012. Epidemiología: Fundamentos y aplicaciones en patosistemas agrícolas. UNRC ArgentinaMéxico. Pérez Cerón J.R. y R. Rojas Cárdenas. 1985. Experiencias metodológicas de la difusión de tecnología en el INIA. Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, México, D.F. Romero R., F. 2004. Manejo integrado de plagas, las bases, sus conceptos, su mercantilización. Universidad Autónoma de Chapingo, Colegio de Posgraduados, México, D.F. Rosado-May, F.J. 1985. Comercialización de las hortalizas regionales en Cárdenas, Tabasco, México. Horticultura Mexicana, 1(2):93-100. Rosado-May, F.J. y R. García Espinosa. 1985. Incidencia de la mustia hilachoza (Tanathephorus cucumeris) en frijol común, como resultado del manejo del suelo. Revista Mexicana de Fitopatología, 3:92-99. Rosado-May, F.J. y R. García Espinoza. 1986. Estrategias empíricas para el control de la mustia hilachoza (Tanathephorus cucumeris) del frijol común en La Chontalpa, Tabasco. Revisa Mexicana de Fitopatología, 4: 124-132. Rosado-May, F.J. S.R. Gliessman y M. Alejos Peraza. 1986. Potencial alelopático del cadillo (Bidens pilosa) y su relación con el ataque de algunos fitopatógenos del suelo al maíz. Revista Mexicana de Fitopatología, 4:124-132. Siller-Ceped, J.H., M.A. Báez Sañudo, A. Sañudo Barajas y R. Báez Sañudo. 2002. Manual de buenas prácticas agrícolas. Guía para el agricultor. Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A.C. Unidad Culiacán. Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria. México, D.F. Turrent-Fernández, A., R.J. Laird, J.I. Cortés-Flores, y V. Volke-Haller. 2005. Un reencuentro con la productividad de agroecosistemas: I. Fundamentos y herramientas. Agrociencia, 39: 29-39.

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