Etimologías indoeuropeas del griego: denominaciones de árboles y términos relacionados

Share Embed


Descripción

Etimologías indoeuropeas del griego: denominaciones de árboles y términos relacionados.

Autor: Esteban Ngomo Fernández. 4º Grado en Filología Clásica. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Filología. Curso 201314.

Tutor: Eugenio R. Luján.

TRABAJO FIN DE GRADO Declaración de Integridad Académica Grado en Filología Clásica

D. / Dña. Esteban Ngomo Fernández con DNI 71773104-V DECLARO: que el presente trabajo, titulado “Etimologías indoeuropeas del griego: denominaciones de árboles y términos relacionados”

entregado en la forma y plazos previstos como TRABAJO DE FIN DE GRADO para obtener el título de GRADUADO EN FILOLOGÍA CLÁSICA por la Universidad Complutense de Madrid, es el resultado de mi propia investigación, y que no contiene material que provenga de fuentes no indicadas en la bibliografía y claramente identificadas como fuentes externas en el texto. ENTIENDO que estaré incurriendo en PLAGIO en las siguientes circunstancias:

   



Entregando un trabajo ajeno como si fuera original mío,



Copiando texto palabra por palabra sin indicar la fuente consultada mediante un sistema claro de referencias,



Parafraseando un texto sin citar su procedencia de forma explícita,



Entregando un trabajo copiado, en todo o en parte, de Internet o de otras fuentes, electrónicas o escritas.



Entregando un trabajo que haya sido objeto de evaluación anterior en otra asignatura del grado

COMPRENDO también que el PLAGIO es una grave ofensa académica que puede tener IMPORTANTES CONSECUENCIAS en

la calificación de esta asignatura.

Y para que conste, firmo esta declaración en

___Madrid_______, a_18__de _06___de 2014_.

ÍNDICE:

Glosario ἄβηο ηνο, ἡ „abeto‟ ........................................................................

5-7

βάιαλνο νπ, ἡ „bellota‟ .............................................................. 8-10 δέλδξνλ νπ, ηὸ „árbol‟. ............................................................ 11-14 ἐιάηε εο, ἡ „abeto‟ ..................................................................

15-17

ἰηέα αο, ἡ „sauce‟ ...................................................................... 18-20 λέκνο νπο, ηό „lugar de pasto‟ .................................................. 21-23 ὀπόο -νῦ, ὁ „jugo de higuera‟ .................................................. 24-26 πεύθε εο, ἡ „pino‟ ....................................................................

27-29

θεγόο -νῦ, ἡ „encina de fruto comestible‟, „bellota‟ .................. 30-33 θύιινλ νπ, ηό „hoja‟ ................................................................

34-37

Presentación ............................................................................................

2-4

Desarrollo .............................................................................................

5-37

Conclusiones .......................................................................................

38-39

Bibliografía .........................................................................................

40-41

Firma .......................................................................................................

42

1

PRESENTACIÓN:

Nos disponemos a tratar una serie de términos seleccionados del griego que pertenecen a un ámbito léxico relativamente específico: las denominaciones de árboles y los términos relacionados con ellos. El objetivo primordial del mismo es establecer un análisis conciso y riguroso de estos étimos mediante la aplicación del método comparado con otras lenguas indoeuropeas.

Este trabajo ha tenido como punto de referencia para su realización el último diccionario etimológico sobre la lengua griega que puede encontrarse publicado: Robert Beekes, Etymological Dictionary of Greek, Brill, Leiden, 2010. Se trata de un diccionario bastante polémico dado que muchas de las reconstrucciones que propone no son del todo aceptadas por los expertos. En lo concerniente al tema que nos disponemos a tratar, resultaba pertinente que a la luz de la bibliografía fuese realizada una revisión de ciertas palabras que este manual recoge, las cuales serán precisadas más adelante. La principal dificultad para esta labor es el escaso número de términos, dentro del ámbito léxico que estudio, que poseen una etimología sólidamente indoeuropea, dado que la mayoría de los nombres de plantas griegos tienen un origen prehelénico. El segundo, pero no menos importante, es que algunas denominaciones presentes tanto en griego como en latín dan lugar a equívoco ya que, al haber sufrido los cambios fonéticos esperables en sus respectivas lenguas, parecen remontar a un origen común que a priori podríamos interpretar en clave indoeuropea. No obstante, generalmente cada lengua por separado ha adaptado a su realidad fonética términos de sustrato que comparten y cuya etimología depende de alguna lengua mediterránea desconocida y no indoeuropea. Es por ello por lo que que este trabajo incluirá en su análisis lingüístico palabras que, si bien no son sensu strictu denominaciones de árboles, sí están al menos íntimamente relacionadas con ellos como por ejemplo los que significan: “resina”, “hoja”, “bosque” o “bellota”. En la aplicación del método comparado se echara en falta ocasionalmente la ausencia de ejemplos latinos que aducir para la reconstrucción de las raíces indoeuropeas. Ello no es casual, se debe fundamentalmente a que gran parte de los nombres referentes a árboles que pertenecen a esta lengua itálica son préstamos de lenguas celtas que se hallaban en relativo contacto con ella. Un ejemplo de esta afirmación sería:

2

Olmo: latín ulmus, a. irlandés elm

La constatación del origen en determinadas palabras sólo puede realizarse, excepto que existan fuentes probatorias y fidedignas, a través de una tercera o cuarta lengua que nos permita establecer si dichas palabras tienen únicamente presencia en griego y latín o bien se encuentran atestiguadas en esas otras lenguas. Los trabajos de investigación de autores que me preceden brindan una serie de sufijos que ya desde hace tiempo se han identificado como prehelénicos, por tanto, no nos esforzaremos en discutir si las palabras griegas que formalmente están constituidas por ellos son o no indoeuropeas, principalmente porque existe bastante acuerdo en lo referente a esta cuestión. Un ejemplo de esto sería: Ciprés, gr. θππάξηζζνο, latín cupressus. El sufijo –ηζζνο parece remontar a una lengua de sustrato prehelénica. Olivo silvestre o acebuche, gr. ἄγξηππνο o ἄγξηθνο. La variación π/θ es común o característica de nombres pregriegos.

Por otra parte, es necesario hacer la aclaración de que algunas de las reconstrucciones lingüísticas que en este trabajo se realizan, no son coincidentes con las que se postulan en los diccionarios etimológicos consultados y consignados en la bibliografía del trabajo. Posiblemente, las discrepancias existentes entre las propuestas de otros investigadores y las mías a la hora de interpretar los términos no sean demasiado grandes. Pero si han sido incluidas se debe esencialmente a que las he considerado más verosímiles para una correcta explicación de los lexemas indoeuropeos. El estudio comparativo de las formas griegas se realizará fundamentalmente a través de seis familias lingüísticas: el germánico, eslavo, báltico, latín, antiguo indio y celta. El análisis de dichas formas pretende un mayor conocimiento de la etimología indoeuropea dentro del griego, razón por la cual los términos seleccionados en otras lenguas y las explicaciones que se puedan derivar de ellos estarán presentes siempre que arrojen luz sobre el origen de los étimos griegos.

3

El estudio de los términos ha sido organizado de forma alfabética, a la manera de fichas etimológicas que se estructuran mediante distintos apartados. En primer lugar encontramos consignado cada étimo con el género gramatical y la declinación a la que pertenece, así como la cita más antigua del mismo dentro de la literatura griega. A continuación, el segundo apartado proporciona un listado de palabras que podríamos poner en relación con el término griego y que pertenecen a diversas lenguas indoeuropeas; éstas aparecen a su vez clasificadas geográficamente en función de si son orientales u occidentales.

En el tercer apartado se realiza una propuesta de reconstrucción para la raíz del étimo cuya base son las principales teorías que los expertos han aducido en lo concerniente a la misma. En cuarto lugar se informa al lector sobre la discusión que el origen de la palabra griega pueda haber ocasionado entre los lingüistas, así como de la mayor o menor importancia que haya tenido para el estudio de la lingüística indoeuropea: un ejemplo es que el nombre indoeuropeo que designa al haya ha servido como punto de investigación para la llamada Urheimat o patria originaria de los indoeuropeos. Por último, el quinto apartado se reserva para una explicación de la evolución fonética y morfológica del étimo griego y también de los paralelos lingüísticos aducidos. Éste tiene como fin establecer las leyes fonéticas que determinan el cambio lingüístico de la raíz, y así esclarecer el parentesco genético que la vincula a todos los ejemplos propuestos.

4

1. FORMA GRIEGA: ἄβηο, -ηνο, ἡ „abeto‟ Hsch. ἄβηλ· ἐιάηελ, νἱ δὲ πεύθε

2. PARALELOS

EN

OTRAS

LENGUAS: lat. abiēs,- ētis „abeto‟

3. RECONSTRUCCIÓN PROPUESTA: *ab- ‘árbol‟ (?)

4. DISCUSIÓN: La palabra griega propuesta para la reconstrucción no puede afirmarse categóricamente que provenga del IE pese al paralelo lingüístico que ha sido aducido gracias al latín. No obstante, algunos investigadores barajan la posibilidad de que ambas formas procedan de una raíz proto-indoeuropea *ab- ‘árbol’, a juzgar por la existencia de ciertos 1

topónimos iranios e ilíricos que se podrían poner en relación con ella: Ἄβαη, Ἄβξνη, Ἀβηθή· Ὑιαία, St. Byz. (R. Beekes 2010:5, H. Frisk 1960:3). Otros lingüistas arguyen que tanto la forma griega como la latina provienen de una raíz *abi- cuya existencia, restringida al Mediterráneo, se vincula a la poca rentabilidad del fonema /b/ en PIE para apuntar un origen lingüístico de substrato (M. de Vaan 2008:20). El latín abiēs, considerado por ciertos expertos como un término de origen desconocido, se trataría según Meillet de una palabra bisilábica con una /i/ en función consonántica. La reconstrucción tradicional presupone que proviene de una forma *abiess < *abiet-s. Vemos en ésta cómo la desinencia de nominativo singular produciría la asimilación de la dental sorda final de la raíz y, tras la posterior simplificación de la silbante geminada resultante, se originaría el alargamiento compensatorio de la vocal de timbre /e/ con el

5

fin de mantener su peso silábico. Así pues, se reconstruye una secuencia *abiet- que incluye el sufijo -et- (colectivo) como parte integrante de la raíz, lo cual distanciaría genéticamente al latín del griego. Los partidarios de esta hipótesis se apoyan además en el hecho de que los nombres de coníferas varían de una lengua indoeuropea a otra (A. Ernout-A. Meillet 1932 [2001]:3). 1

NOTA : El autor es consciente de que la existencia del Ilírico está más que cuestionada y que es una denominación caída en desuso. No obstante, es utilizada en atención a las fuentes consultadas.

5. EXPLICACIÓN DE LA EVOLUCIÓN FONÉTICA Y MORFOLÓGICA: El étimo griego ἄβηλ „abeto, pino‟ únicamente se encuentra atestiguado en esta forma de acusativo singular, si asumimos que se trata de una palabra de tema en -η perteneciente a la tercera declinación y probablemente de género femenino al tratarse de un nombre de árbol, como es común en griego: ἡ ζῦθνο. Una vez establecida la morfología de la palabra podemos descomponerla de la siguiente manera: *ab-i-m. La vocal de timbre /i/ constituye el sufijo de la declinación o tema y el morfema de acusativo singular muestra la nasal labial heredada del indoeuropeo, cuya neutralización en posición final se produce de forma sistemática en griego: /m/ > /n/ (tras vocal y en final absoluto de palabra).

Con respecto al latín, resulta verosímil pensar que la única manera de poner en relación el término abiēs con la forma griega analizada supra sería entender que la misma se halla doblemente sufijada. Por un lado nos encontramos ante un alargamiento simple en /i/ de tipo nominal y por otro un sufijo -et- que, desde el punto de vista morfológico, crea bastante controversia entre los expertos. Si hacemos caso de algunos especialistas, este proviene de un alargamiento -it- presente en nombres concretos de variados ámbitos, por lo que -iet- aparece en lugar de *-iit- (M. Leuhmann 1977:373). Sin embargo, su presencia en formaciones del tipo lauretum,-i „bosque de laureles‟, cuya descomposición sería *laur-et-um a partir del sustantivo de la segunda declinación laurus, -i „laurel‟, parece sustentar la idea de que el sufijo -et- pudiera ser en origen una 6

marca de colectivo. Con posterioridad esta noción debió perderse y el sufijo se fosilizó pasando a ser concebido por el hablante como un elemento no separable de la raíz, otros posibles paralelos serían: pariēs, ariēs. En consecuencia, la reconstrucción que propongo para la palabra latina es: *ab-i-et-s.

7

1. FORMA GRIEGA: βάιαλνο, -νπ, ἡ „bellota‟

Hom. Od. X 242, XIII 409

2. PARALELOS EN OTRAS LENGUAS: Occidentales: lat. glāns, -ndis „bellota‟; a. esl. želǫdь „bellota‟; arm. kałin, gen. kałnoy „bellota‟; alb. lênd „bellota‟; lit. gìlė „bellota‟; a. prus. gile „bellota‟ Orientales: sánscr. gulī „bola, píldora‟

3. RECONSTRUCCIÓN PROPUESTA: PIE *gʷ l-H2-eno-, gʷ(e)l-H2-nd-, gʷl-iH2 „bellota‟

4. DISCUSIÓN: La reconstrucción fonética de esta raíz puede realizarse con relativa seguridad, debido a los múltiples paralelos que nos ofrecen las lenguas indoeuropeas. No obstante, mientras algunos expertos coinciden en remontarse a una raíz *gʷlH2- en la cual la *H2 sería parte integrante de la misma, yo postulo que ésta debe entenderse como un sufijo de colectivo a causa de la anomalía que nos encontramos en dicha restitución si observamos la forma sánscrita: guli. Otro dato relevante en lo concerniente a la raíz es que, tradicionalmente, se ha intentado poner ésta en relación con el verbo griego βάιιω < *gʷ -lyō pero la hipótesis no ha terminado de ser aceptada por la mayoría de los estudiosos (H. Frisk 1960:213, P. Chantraine 1968-80:160). En cualquier caso, la relativa claridad con la que podemos identificar el lexema es equiparable a la variedad de sufijos que éste presenta según la lengua. En armenio el étimo kałin, gen. kałnoy crea controversia dado que algunos investigadores opinan que comparte el mismo sufijo que el griego: -eno-, pero a la vez dan cuenta de que la

8

evolución del mismo es irregular pues al precederle la -H2- daría una terminación -an- y no -in- (M. de Vaan 2008:263, P. Chantraine 1968-1980:160, H. Frisk 1960:213). Por el contrario, otros prefieren proponer la existencia de un sufijo derivativo -no- (R. Beekes 2010:195, E. Ernout-A. Meillet 1932 [2001] :276). Asimismo encontramos en albanés la forma lênd que compartiría con el latín y a. eslavo un alargamiento en dental -nd- o el lituano gìlė y el a. prusiano gile cuya vocal final de timbre /ē/ sólo resulta explicable, según ciertos lingüistas, mediante la aceptación de un sufijo más: -eH1 (M. de Vaan 2008:263).

5. EXPLICACIÓN DE LA EVOLUCIÓN FONÉTICA Y MORFOLÓGICA: El griego βάιαλνο proviene de una forma *gʷ -lH2- en grado Ø, en la cual la consonante líquida /l/ desarrolla una vocal de apoyo con timbre /a/ al quedar como núcleo silábico de la misma. Ello desencadena el tratamiento labial de la labiovelar sonora inicial, cuyo apéndice no determina en este caso el timbre del vocoide alofónico posteriormente fonologizado. A este lexema se adhiere un sufijo nominal: -eno-, cuya vocal de timbre /e/ se ve afectada por la -H2- del sufijo colectivo que la precede, y sufre una apertura en /ă/ pero no alarga. Por último, el término pasa a engrosar la lista de los escasos femeninos pertenecientes a la declinación temática, de ahí que esta forma presente una silbante final como morfema característico del nominativo singular. El latín glāns, -ndis presenta el mismo sufijo -nd- que en a. eslavo y junto con el griego da la pauta del radical: *gʷ -l. En esta lengua itálica la labiovelar sonora se convierte en una velar simple ante la consonante lateral /l/, contexto de neutralización heredado ya del IE, y al mismo tiempo forma un grupo consonántico con ésta actuando como onset de la -H2 - vocalizada en /ă/. La adición del sufijo -nd- a la raíz sufijada: glă-, y la unión seguidamente de la /s/ como desinencia de nominativo para los temas en consonante de la tercera declinación provoca una simplificación del grupo triconsonántico, que alarga por compensación la vocal del nuevo radical: glănds > glāns. La comparación entre el latín glandis y el A. eslavo želǫdь, aparte de la conservación del mismo sufijo con oclusiva dental, podría reflejar por la información que proporciona el término latino mens, -ntis < * m˚n -ti que la forma latina, aunque sea un tema en consonante, pertenece a un antiguo sistema en /i/, cuya existencia también en eslavo conferiría a ambas

9

lenguas una relación mayor. Sin embargo, es más seguro asumir que el paralelo latino constituye un tema en consonante encuadrado en la tercera declinación (M. De Vaan 2008:263). Para el a. eslavo želǫdь habría que reconstruir una raíz *gʷel- en grado P. -e más el sufijo -H2- y el alargamiento -nd- que comparte con el latín. En las lenguas satem los fonemas velares resultantes de la deslabialización de las labiovelares conservan su carácter velar y forman un grupo junto con los restos supervivientes de la satemización, todas ellas se ven afectadas por la segunda palatalización que fue de ámbito más reducido ya que estaba condicionada y era menos profunda a nivel fonético. En este caso la labiovelar indoeuropea pasa a velar y posteriormente, por estar ante una vocal anterior /e/, se convierte en una africada palatal notada: . La -H2- vocaliza en /ă/, el timbre de esta vocal se desplaza hacia una posición más central como es general en a. eslavo y, tras la adición del sufijo -nd- y la pérdida de la /n/, se convierte en una vocal media y nasalizada /ǫ/. Por lo demás, la incorporación del morfema nominal /ĭ/ a esta misma forma termina originando en eslavo una vocal ultrabreve o jer palatal. El sánscrito gulī „bola, píldora‟ remontaría a una forma *gʷ l -iH2, en la cual observamos diversos fenómenos que permiten explicar la evolución fonética de este término. Por un lado el a. indio hereda del IE el contexto de neutralización de las labiovelares, en virtud del cual pasan a velares simples ante consonante. Sin embargo, aunque la sonante lateral situada entre la dorsal y la laringal podía efectuar una función vocálica, el apéndice labial de la labiovelar influyó en el timbre de la vocal de apoyo que ésta finalmente desarrolló; y por ello encontramos un núcleo vocálico de timbre posterior /u/. Este proceso provocó que la lateral asumiera una función consonántica y se convirtiera en el margen silábico de la vocal resultante del sufijo de femenino -iH2 en grado Ø. Dado que la sonante /i/ del sufijo adquiere una función vocálica, la laringal desaparece y alarga a ésta dando lugar a una /ī/ como ocurre de forma perfectamente regular en a. indio (M. Mayrhofer 1956:341)

10

1. FORMA GRIEGA: δέλδξνλ, -νπ, ηὸ „árbol‟.

Hdt. I 193. 3

2. PARALELOS EN OTRAS LENGUAS: Occidentales: got. triu, dat. pl. triwam ‘tronco‟, weina-triu „viña‟; a. esl. drъva „madera‟ dȇrvo „árbol, madera‟; a. irl. druí „druida‟; galés derwydd „druida‟; a. bret. dorguid „druida‟; lit. dervà „resina‟; letón daȓva „resina‟. Orientales: sánscr. dāru „madera‟

3. RECONSTRUCCIÓN PROPUESTA: PIE *dr(e)w-o-, dr(e)w-H2 „árbol, madera‟

4. DISCUSIÓN: Este término proviene casi con total seguridad de una raíz indoeuropea como señalan la mayoría de los expertos gracias a la comparación con otras lenguas del mismo phylum. Existe la hipótesis de que la forma griega analizada constituiría un compuesto creado sobre la raíz *drew- „árbol‟ y la raíz *dom- „casa‟ en grado P -e: *dem-drew-om. De esta manera el término vendría a significar „el árbol plantado cerca de la casa‟; sin embargo R. Beekes expresa su recelo en lo concerniente a esta reconstrucción (R. Beekes 2010:316). El étimo δέλδξνλ „árbol‟ se encuentra en relación etimológica con δόξπ, gen. δνπξόο „lanza‟ < *d(o)rw-, la raíz trilítera está formada por tres consonantes por lo que observamos que se produce una clara oscilación en la posición de la vocal alternante. Este tipo de lexemas reciben el nombre de raíces set-: CCvC / CvCC. Aunque somos conscientes del parentesco genético entre la forma δόξπ „lanza‟ o el sánscrito dāru „madera‟ y la palabra δέλδξνλ „árbol‟, la primera no será incorporada a

11

nuestro análisis debido a que en ella la raíz *d(o)rw- posee una alternancia vocálica, cuya morfología no ayuda a explicar los paralelos lingüísticos que hemos aducido. El gótico triu „tronco‟ se encuentra atestiguado en dativo plural triwan (Marcos 14. 43,48) y en el compuesto weina-triu „viña‟ (Juan 15.1). Probablemente, al ser consciente de que el término triu procede de una raíz set, W. P. Lehmann propone una reconstrucción en la que contempla las distintas posiciones que puede presentar la vocal alternante del grado P. -e en este lexema: PIE * deru-, drewo-, dr(e)w-(H)- (W. P. Lehmann 1986:347). El a. eslavo drъva guarda relación con el griego δξῦο, πόο ἡ „encina‟, este paralelo lingüístico unido a ciertos étimos bálticos como el lituano dervà „resina‟ y el letón daȓva „resina‟ conducen a ciertos expertos a reconstruir, como parte integrante de la raíz indoeuropea, una laringal que explique el vocalismo largo presente en estas palabras. Para el término drъva R. Derksen restituye una forma *dru(H)-o- y remite al a. eslavo dȇrvo „árbol, madera‟ para dar cuenta de la posible existencia de una laringal radical (R. Derksen 2008:122-123). Su propuesta de reconstrucción para este étimo es *deru-o y a la vez pone en relación este mismo término con el sánscrito dāru „madera‟ y el griego δόξπ „lanza‟. En todas ellas encontramos la misma posición para la vocal alternante ya sea grado P. -e/-o, sin embargo incorpora también como ejemplo el gótico triu „tronco‟ cuya reconstrucción fonética más admitida es *trew-a-; forma en la que el grado P. -e se sitúa entre la sonantes. Por otro lado, en su análisis de la raíz explica la ausencia de la laringal considerando que ésta debió ser una innovación posterior del báltico (R. Derksen 2008:99). En cuanto al a. irlandés drūí „druida‟ provendría según los investigadores de una forma *druwid-, compuesta a su vez por un segundo elemento *weid „ver, saber‟ (sánscr. véda, gr. νἶδα etc.) y un primer elemento que presumiblemente remonta al PIE *derw-, dru„árbol‟ y significaría metafóricamente „fuerte, firme‟. En resumen, *druwid- es el sacerdote con „firme entendimiento‟ (R. Matasović 2009:107).

12

5. EXPLICACIÓN DE LA EVOLUCIÓN FONÉTICA Y MORFOLÓGICA: El étimo δέλδξνλ es una forma secundaria de origen ático que ha sido rehecha a partir de otra más antigua y normalmente atestiguada en neutro plural: δέλδξεα, -έωλ / neutr. sg. δέλδξενλ < * δέλδξεϝνλ con pérdida de la wau intervocálica como es natural en griego (H. Frisk 1960:365, R. Beekes 2010:316). El paso de de εν > ν con supresión del hiato es ilustrable a través de otros ejemplos como: ἀδειθόϛ < ἀδειθένϛ (P. Chantraine 1968-80:262, H. Frisk 1960:365). Al contrario que otros investigadores no me parece verosímil que el término griego sea un compuesto de dos raíces diferentes, desde el punto de vista semántico el término que designa al árbol no tiene por qué referirse exclusivamente al „árbol plantado cerca de la casa‟. Frente a esta posibilidad, existe la alternativa de que en δέλδξνλ nos encontremos frente a una reduplicación léxica y expresiva de timbre /ĕ/, en la cual se ha producido una disimilación de la primera vibrante que se convierte en nasal: *der-drew-om > *den-drew-om (H. Frisk 1960:365). Mismo tratamiento en *ζνξ-ζνξύδν > ηνλζνξύδν (P. Chantraine 1968-80:263). Para el proto-germánico se reconstruye una forma *trewa „árbol‟ que nos llevaría a restituir una raíz indoeuropea con grado P. -e: *drew-o. En ésta la oclusiva dental sonora pasa a sorda por la rotación consonántica del germánico y la vocal de timbre medio /o/ se abre en /a/ como sucede de forma general en germánico. Si, tal y como afirman la mayoría de los expertos, la palabra gótica triu „tronco‟ proviene de la anterior (R. Beekes 2010:316, H. Frisk 1960:365, W. P. Lehmann 1986:347) aparte de los fenómenos lingüísticos ya descritos, se podría establecer una cronología relativa en virtud de la cual la rotación consonántica y la apertura del timbre medio /o/ en /a/ es anterior al cierre de /ĕ/ > /ĭ/ que también caracteriza a esta familia lingüística. Con respecto al paralelo aducido para el antiguo eslavo drъva habría que reconstruir un grado Ø de la raíz indoeuropea: * drw- más el sufijo temático de timbre /ŏ/ que ya hemos atestiguado a través del proto-germánico, de tal forma que la restitución de fonemas nos daría: d rw-o. En eslavo la vibrante, definida como centro silábico de la raíz trilítera, desarrolla una vocal de apoyo con timbre posterior /ŭ/ que más tarde sufre metátesis y se convierte en ultrabreve, concretamente, en jer velar. Por otro lado la semiconsonante /w/ de la raíz adquiere una función consonántica entre el jer y la vocal

13

de timbre /ŏ/ del sufijo; a la vez que esta última termina experimentando la apertura de su timbre medio como es regular en a. eslavo.

En a. irlandés la forma

drūí es un compuesto formado por la raíz del término para

„árbol / madera‟ y la raíz que significa “ver‟ y „saber‟, ambas indoeuropeas y en grado Ø; PIE *dru-H2-wid-. La primera semivocal /w/, definida como centro de sílaba, es alargada por la laringal del sufijo que tras ello desaparece. Podría interpretarse como un rasgo común a la familia celta el paso de uw > ow antes de una vocal distinta de /i/ (McCone 1996:55). En este caso el segundo término del compuesto: -wid-, permite la conservación de un timbre posterior /u/ en la vocal alargada del primer elemento drū-al hallarse en grado Ø. El sufijo reconstruido con laringal constituye la marca de colectivo: eH2 /H2, número que se oponía al singular neutro en el antiguo y defectivo sistema de esta categoría gramatical. En este caso con ausencia de la vocal alternante /e/ del sufijo: *dru-H2. Por otro lado la semiconsonante /w/, pese a no ser una oclusiva, se vio afectada por el proceso de lenición que afectó al irlandés primitivo y multiplicó su número de fonemas consonánticos; junto al proceso de palatalización, desde trece o catorce hasta los cuarenta y cinco que encontramos en el irlandés antiguo. La pérdida de la /w/ en interior de palabra nos indica que, muy probablemente, ésta había sufrido una reducción en la energía empleada para su articulación, es decir, había entrado en un proceso de lenición (M. J. Ball-N. Müller 2010:61). Asimismo la morfología nominal del a. irlandés, dividida en sustantivos de tema vocálico y consonántico, establece que en estos últimos la consonante final del tema sea visible únicamente en los casos oblicuos y en los rectos exclusivamente en el plural. De esta manera la dental sonora final del término drūí se encuentra ausente al tratarse de una forma en nominativo singular masculino; mientras que aparece en el genitivo singular druad, nominativo plural druidi, etc. (M. J. Ball-N. Müller 2010:73, J. Vendryes 1996: D-203). El paralelo del a. irlandés drūí,entendido como “knowing certainly” (W. P. Lehmann 1986:347) creo que debe ser concebido más literalmente. El druida sería “el vidente del árbol” o “el que conoce por el árbol”; pues la importancia de estos seres en la cultura celta y especialmente en su calendario es archiconocida. De igual forma, el galés derwydd „druida‟ y el a. bretón dorguid „druida‟ son realmente formaciones paralelas de esta misma raíz (J. endryes , 1996: D-202/203, R. Matasović 2009:107, X. Delamarre 2003:149).

14

1. FORMA GRIEGA: ἐιάηε, -εο, ἡ „abeto‟

Hom. Il. V 560

2. PARALELOS EN OTRAS LENGUAS: a. isl. lind „tilo‟„madera de tilo‟; germ. lindi „tilo‟; lit. lentà „tabla‟; lat. lentus,-a,-um „flexible‟; ruso jálovec „enebro‟; arm. ełewin „cedro‟

3. RECONTRUCCIÓN PROPUESTA: IE *H1l˚nt-o- ‘flexible, dúctil‟

4. DISCUSIÓN:

De forma generalizada se reconoce que la etimología de este término no es clara, sólo con reticencias algunos lingüistas se han atrevido a ponerlo en relación con formas de otras lenguas indoeuropeas por medio de una reconstrucción fonética. Un ejemplo de ello sería R. Beekes quien propone, aunque con dudas manifestadas explícitamente, una raíz: * H1l˚nteH1 (R. Beekes 2010:401). De igual forma ciertos estudiosos de la materia aseveran que el étimo ἐιάηε no posee una etimología convincente y, aparte de ponerlo en relación con las lenguas ya citadas, subrayan su posible parentesco con el bloque germánico y restituyen una raíz en la misma línea que R. Beekes pero sin notación laringalista: *e-l˚n-tā (H. Frisk 1960:481). Otros investigadores se limitan a recordar la divergencia que existe dentro de las lenguas indoeuropeas en lo concerniente a los nombres de coníferas, y a establecer un parentesco plausible con el armenio ełewin „cedro‟ y el ruso jálovec „enebro‟, sin postular reconstrucción alguna (P. Chantraine 1960-80:332). La mayoría de los expertos, ya sea tomando como referencia la forma griega que nos ocupa o el latín 15

lentus,-a,-um „flexible‟, coinciden en establecer un vinculación genética entre éstas y las lenguas germánicas para testimoniar la existencia de un origen indoeuropeo (A. ErnoutA. Meillet 1932 [2001] :351-2, M. de Vaan 2008:335, R. Beekes 2010:401, H. Frisk 1960:481, P. Chantraine 1960-80:332). Cabe preguntarse, ante la diferencia de significado que presenta la raíz en función de la lengua, cuál es el denominador común que permite esa polivalencia semántica. El término latino, que significa „flexible‟, parece darnos la pista. Dado que formalmente el abeto y el tilo son especies que no se parecen en absoluto, la única opción verosímil es que las lenguas indoeuropeas hayan asignado un nuevo significado a la raíz, tomando como punto de referencia la flexibilidad de la madera. En ese sentido el abeto y el tilo sí podrían tener cierto parecido y, de la misma forma, se explica la acepción referida al producto de la madera, la tabla, que encontramos en lituano.

5. EXPLICACIÓN DE LA EVOLUCIÓN FONÉTICA Y MORFOLÓGICA: El término griego ἐιάηε „pino‟ nos llevaría a reconstruir una forma: *H1lnt-eH2, en la cual la *H1- se convierte en una vocal de timbre medio /e/ y la nasal definida como centro de sílaba vocaliza en una /a/. En último lugar, la adición del sufijo de femenino eH2- en grado P. -e, que respetaría la Ley de Equilibrio Silábico con respecto al lexema, da lugar a una vocal larga /ā/ que en jónico-ático se anterioriza dando como resultado final una vocal de timbre medio /e/ larga y abierta. Es necesario mencionar el problema de la prótesis vocálica indoeuropea puesto que en griego, a diferencia de en las demás lenguas si exceptuamos tal vez el armenio, la /e/ inicial procedente de *H1 - sí se conserva.

En a. islandés, lengua de origen germánico, encontramos un paralelo lingüístico lind, que provendría de la misma raíz analizada supra pero en grado P. -e: *H1lent-. Vemos que la laringal inicial se pierde como ocurre de forma regular en la mayoría de lenguas indoeuropeas y la vocal alternante de timbre medio /ĕ/ se cierra en una /i/ breve, fenómeno que se produce de manera regular en esta familia lingüística. Por último la dental sorda final de la raíz, que debería pasar a fricativa por la rotación consonántica del germánico, ha evolucionado a sonora. Esta excepción a la ley de Grimm sólo se produce cuando la sorda indoeuropea originaria se encuentra en interior o final de 16

palabra pero nunca en inicial, por ello parece verosímil pensar que ha actuado en ella la Ley de Verner. La fricativa sonora resultante de esta ley se convierte en oclusiva sonora tras nasal. El término lituano lentà „tabla‟ nos retrotrae al grado P. -e de la reconstrucción propuesta. Observamos la pérdida de la -H1- inicial como es regular fuera del griego y quizá del armenio donde se conserva como prótesis vocálica, y la vocalización del sufijo de femenino -eH2 - en una vocal larga de timbre abierto: /ā/. Para el latín lentus,-a,-um „flexible‟ propongo un tema que no es el generalmente aceptado por los expertos en la materia: *H1l(e)nt-os. El análisis de esta forma nos denuncia la pérdida de la laringal inicial, pero sería imposible dilucidar si el vocalismo de timbre medio /e/ de la raíz corresponde a la vocal alternante del grado P. o bien a la vocal de apoyo desarrollada por la nasal, una vez definida ésta como centro de sílaba del lexema en grado Ø. Finalmente, la vocal de timbre medio /ŏ/ del sufijo nominal temático se cierra en /u/, ya que en latín se produce sistemáticamente el cierre de las vocales breves a final de palabra si van seguidas de consonante. Otros investigadores prefieren reconstruir una raíz: *lent-o (M. de Vaan 2008:335) o bien establecer una posible relación con el germánico lindi „tilo‟ sin aducir ninguna propuesta de reconstrucción (A. Ernout-A. Meillet 1932 [2001] :351-2).

17

1. FORMA GRIEGA: ἰηέα, -αο, ἡ „sauce‟

Hom. Il. XXI 350

2. PARALELOS EN OTRAS LENGUAS: Occidentales: lat. vītus „llanta de rueda‟; a. esl. větvь „rama‟, vějā „rama‟, viti „curva‟ „torcedura‟. Orientales: sánscr. vayā „rama‟

3. RECONSTRUCCIÓN PROPUESTA: PIE *w(e)i-tu-i, *w(o)i-eH2 „doblar‟

4. DISCUSIÓN:

El término propuesto para el análisis proviene de una raíz netamente indoeuropea, existen lenguas dentro de esta macrofamilia merced a las cuales podemos encontrar palabras en relación con el étimo griego ἰηέα (R. Beekes 2010:604, P. Chantraine 196880:473, H. Frisk 1960:743-44). La existencia de una /w/ consonántica en posición inicial está corroborada por la glosa de Hesiquio: γηηέα· ἰηέα, dado que en los textos de este autor la /w/ inicial es notada con una y no con , y por los hexámetros homéricos. La diferencia de cantidad entre la vocal inicial del vocablo ἰηέα, con /ī/ larga, y el término ἴηπο „curva‟ del que deriva y en el cual dicha vocal es breve /ĭ/ ha llevado a los especialistas a reconstruir una raíz con laringal que explicase el alargamiento del vocalismo: *weH1- (R. Beekes 2010:604) y a otros en cambio a considerarlo un sufijo adherido: *wi-H (P. Chantraine 1968-80:473). El uso de esta raíz

18

indoeuropea que significa „doblar‟ para referirse al sauce es, claramente, una referencia a la característica curvatura que presenta este árbol en sus ramas.

5. EXPLICACIÓN DE LA EVOLUCIÓN FONÉTICA Y MORFOLÓGICA: El vocablo ἰηέα posee la formación de otros nombres de árboles en griego que portan un sufijo -έα (πηειέα „olmo‟, κειέα „manzano‟ etc.) y se considera una forma relacionada, aunque no de forma directa, con el término ἴηπο „curva‟. Remontaría a una raíz *wi„doblar‟, en grado P. Ø, cuya semiconsonante inicial /w/ se ha perdido en griego de forma regular. Si asumimos que se trata de una palabra rehecha, es aceptable pensar que la dental sorda ha sido tomada como parte del lexema mediante un falso corte de ἴηπο; y que la noción del sufijo nominal -tu-, compartido por otras lenguas indoeuropeas, ya no era reconocible para los hablantes. A este nuevo lexema *wit- se añadiría el sufijo de femenino -έα que en griego presentan otros nombres de árboles. La palabra ἰηέα coexiste con otra forma: Εἰηέα, nombre de un demo, no obstante el término que en griego designa al sauce está testimoniado en una época demasiado antigua como para deducir que el vocalismo largo se debe a un iotacismo gráfico (P. Chantraine 1968-80:473). En definitiva la hipótesis más verosímil para explicar la /ī/ de ἰηέα „sauce‟ en oposición a ἴηπο „curva‟, donde /ĭ/ es breve, sería pensar que entre el lexema y el sufijo nominal -tuexistió in illo tempore otro sufijo con laringal, cuya desaparición habría producido el alargamiento de la raíz: PIE *wi-H2-tuEl paralelo latino vītus „llanta de rueda‟ se considera una correspondencia del griego ἴηπο (R. Beekes 2010:604, P. Chantraine 1968-80:473, H. Frisk 1960:743-44), este sustantivo masculino de la cuarta declinación se encuentra en relación con el verbo: viēre „doblar‟ „ligar con atadura flexible‟. Sin embargo, la diferencia de cantidad de la /i/ con respecto a su correlato griego me impulsa a reconstruir una raíz en grado P. -e y sufijada: *wei-tu-. A partir del siglo III a. C. el diptongo /ei/ heredado del indoeuropeo monoptonga en una vocal de timbre /e/ larga y cerrada que a lo largo del s. II a. C. termina dando una /ī/. No obstante, ciertos expertos prefieren reconstruir una raíz con laringal para dar cuenta de este lexema: PIE * w(e)H1i- (M. de Vaan 2008:677)

19

Con respecto al a. eslavo větvь „rama‟ se debe restituir un grado P. -o de la raíz indoeuropea que hemos propuesto y dos sufijos nominales: *woi-tu-ĭ. El diptongo /oi/ monoptonga obligatoriamente en una /ē/ ya que la Ley de la Sílaba Abierta del a. eslavo impide la presencia de un elemento descendente en los diptongos. Por otro lado la adición del sufijo -tu- y el sufijo -i- provoca que la dental sorda se defina como margen silábico de la /ē/ procedente de *oi, y que la sonante /w/ del mismo sufijo adopte una función consonántica ante la vocal de timbre /i/. Esta última se convierte en una ultrabreve o jer palatal. Ciertos investigadores consideran indispensable la reconstrucción de una raíz con laringal en atención a otros términos eslavos relacionados como: vějā „rama‟ < PIE * voHi-eH2 (R. Derksen 2008:519, R. Beekes 2010:604). De este mismo lexema, aunque con un cambio de posición de su laringal no tipificada, hacen depender el sánscrito: vayā „rama‟, cuya reconstrucción fonética sería: *woiH-eH2 (R. Derksen 2008:519, M. de Vaan 2008:677). No obstante, para otro término eslavo relacionado: viti „curva‟ „torcedura‟ se reconstruye por coherencia una raíz en grado Ø con la laringal en la misma posición pero esta vez especificada en cuanto a su tipo: *wH1i- (R. Derksen 2008:522). Toda esta ambigüedad en lo concerniente a la colocación y la naturaleza de la laringal que hipotéticamente conforma esta raíz me conduce a no incluirla en mi análisis como parte integrante del lexema, puesto que tampoco parece indispensable para la explicación de la evolución fonética del término eslavo větvь „rama‟, ni tampoco para la de los demás paralelos lingüísticos. El sánscrito vayā „rama‟ remonta a una raíz: *woi-eH2. En ésta la sonante /w/ adquiere una función consonántica ante el diptongo: *oi-. La adición del sufijo de femenino eH2-produce que la /i/ adquiera una función consonántica y deje de formar diptongo con la vocal que la precede. Por otro lado, la vocal de timbre medio /ŏ/ sufre una apertura hacia la /ă/ como es regular en a. indio y el sufijo -eH2 - en grado P. -e evoluciona a una vocal larga de timbre /ā/.

20

1. FORMA GRIEGA: λέκνο, -νπο, ηό „lugar de pasto‟

Hom. Il. XI 480

2. PARALELOS EN OTRAS LENGUAS: Occidentales: lat. nemus „bosque‟; galo németon „santuario‟; a. irl. -nemed „lugar sagrado‟. Orientales: sánscr. námas „adoración‟

3. RECONSTRUCCIÓN PROPUESTA: IE *nem- „distribuir‟, *nem-os „sacrificio‟

4. DISCUSIÓN: Él étimo griego λέκνο „lugar de pasto‟ es considerado entre los lingüistas como un préstamo de origen celta y podríamos afirmar lo mismo en lo que respecta al correlato latino nemus „bosque‟. No obstante, algunos estudios recientes sobre la etimología de esta raíz se avienen a ponerla en relación con el sánscrito námas- „adoración‟ y a su vez con el verbo griego λέκω, -νκαη „apacentar‟, „distribuir‟. Si atendemos a que, desde la más temprana Antigüedad, determinados bosques han sido consagrados a la divinidad, se podría explicar cómo un lexema cuyo significado primigenio fue „lo que es distribuido‟, „sacrificio‟ termina tomando la identidad de aquello que es “asignado” a la deidad, es decir, el lugar donde tiene lugar el sacrificio: un bosque (M. de Vaan 2008:405). El topónimo griego Νεκέα, bosque consagrado a Zeus en la Argólide, resulta un claro ejemplo de esta afirmación e ilustra de qué manera pudo operarse esta extensión de significado (R. Beekes 2010:1006). Sin embargo, otros investigadores 21

consideran que la etimología que pone en relación la palabra λέκνο con el a. indio námas- „adoración‟ y el propio griego λέκω, -νκαη „distribuir‟, „apacentar‟ es inverosímil y producto de una identificación puramente formal (P. Chantraine 196880:742). Por otra parte, ciertos lingüistas aseveran que establecer dicho parentesco es algo aventurado ya que no está lo suficientemente contrastado (H. Frisk 1960 II :301-2). Siguiendo la hipótesis que barajábamos al principio nos encontramos con que el latín nemus y el griego λέκνο podrían ser préstamos lingüísticos del celta *nemos „cielo‟ cuya h

forma originaria sería PIE *neb os „nube, cielo nublado‟ (hit. nepis, sanscr. nábhas, gr. λέθνο, a. esl. nebo). La irregularidad de la *-m-, según los principales expertos en h

lenguas celtas, se explica fácilmente como resultado de una asimilación: n… b > n…m (R. Matasović 2009:288, X. Delamarre 2003:234-235). Si tenemos en cuenta esta reconstrucción, el a. indio námas „adoración‟ pertenecería a una raíz distinta a la de los demás paralelos ya que la relación establecida sería exclusivamente de tipo formal y éstos dependerían, en calidad de préstamos, de la particular asimilación que el celta h

sufre en la raíz del PIE *neb os; por oposición a las otras lenguas donde sufre los cambio fonéticos esperables.

5. EXPLICACIÓN DE LA EVOLUCIÓN FONÉTICA Y MORFOLÓGICA: El griego λέκνο proviene de una raíz indoeuropea: *nem- en grado P. -e, a la cual encontramos unido el sufijo *-os-/-es- característico de los neutros de tema en silbante, formas muy abundantes en esta lengua como γέλνο, γέλνπο < *genes-os etc. (R. Beekes 2010:1006). El término latino nemus „bosque‟ nos retrotrae a una raíz *nem- en grado P. -e, a la cual se añade el sufijo atemático -os-. Se trata, al igual que en griego, de un tema en silbante como nos atestigua el genitivo singular nemŏris < *nemŏs-is en el que la silbante intervocálica ha sufrido rotacismo. La forma nemus es resultado de la evolución de *nemŏs: la vocal de timbre medio /ŏ/ se cierra en /u/ en posición final seguida de consonante, fenómeno que se produce de forma sistemática en latín. Ciertos expertos ponen en relación esta palabra con paralelos lingüísticos del celta como: a. irl. nemed „santuario, galo nemeton „lugar sagrado‟; pero se muestran reticentes a la hora de

22

emparentarlo con el étimo indio námas- „adoración‟ (A. Ernout-A.Meillet 1932 [2001] :437). En cambio, determinados lingüistas opinan que el tema en silbante restituible a todas las lenguas indoeuropeas para esta raíz ofrece pocas dudas a la hora establecer una reconstrucción comparada (M. de Vaan 2008:405).

La palabra aducida como ejemplo para el a. irlandés -nemed

„lugar sagrado‟

únicamente se encuentra atestiguada como segundo término de compuesto, proviene de una raíz *nem- y posee una formación en la misma línea que el galo nemeton „santuario‟ en la cual encontramos un alargamiento nominal -et-, probablemente con un valor de colectivo: λέκνο es a λέκεηνλ lo que ηέινο a ηειέηε (P. Chantraine 1968-80:742), X. Delamarre 2003:234) La dental sorda final del sufijo experimenta el proceso de palatalización que caracteriza al a. irlandés al estar en contacto con la vocal de timbre medio /e/, de tal manera que pasa a convertirse en una dental palatalizada notada mediante una (M. Ball-N. Müller 2010:61-68). Este término parece ser un antiguo sustantivo temático como el galo λέκεηνλ „santuario‟, no obstante ha sufrido una perdida de fonemas. El galo nemeton „santuario‟ remite al griego λέκνο pero en éste último no hallamos el sentido religioso que implica el término celta, nem-et-o-n está en relación etimológicamente, según los lingüistas especializados en el bloque celta, con *nem-os „cielo‟, observamos una alternancia de sufijos -es-/-eto- que nos encontramos en otras palabras de formación paralela: leuk-os / leuk-eto, mag-os / mag-eto etc., es decir, nemeton conlleva la idea de „lugar celeste‟, „sitio sagrado‟(X. Delamarre 2003:234235). El sánscrito námas- „adoración‟ depende de la raíz propuesta: *nem-os en grado P. -e. Se identifica el mismo sufijo nominal de tema en silbante con vocal temática /o/ que encontramos en griego y en latín: *-os-/-es-. En a. indio se produce la apertura de los timbres medios por lo que tanto la vocal alternante de timbre /e/ como la vocal temática /o/ del sufijo se convierten en una /a/.

23

1. FORMA GRIEGA: ὀπόο -νῦ, ὁ „jugo de higuera‟ Hom. Il. XXI 350, Soph. Fr. 534 ὁπόο (sin psilosis jonia)

2. PARALELOS EN OTRAS LENGUAS: a. esl sȏkъ „zumo‟; lat. sūcus „jugo‟, sūgo „chupar‟; lit. sakaî „resina‟, svékas „resina‟; a. prusiano sackis „jugo‟.

3. RECONSTRUCCIÓN PROPUESTA: IE *sokʷ-o- / *sukʷ-o- „jugo‟, *sokʷ- / *sukʷ- „chupar‟,

4. DISCUSIÓN:

La aplicación del método comparado sobre esta raíz parece demostrar que posee un origen indoeuropeo muy probable. Sin embargo, encontramos un lexema *suk- en la familia celta y balto-eslava que se corresponde con otro terminado en velar sonora *sugpresente en el propio latín: sūgo. Podríamos pensar que esta variación en el modo de articulación de la velar final está supeditada al entorno fonético de la raíz pero la conservación de ambos lexemas en latín resulta problemática para dar una explicación de este tipo. La vacilación de la oclusiva final conduce a ciertos expertos en la materia a pensar que este lexema, cuyo significado es „jugo‟ y „chupar‟, son préstamos procedentes de una o varias lenguas de substrato. En este sentido podría haber sido tomada del urálico, dado que el proto-urálico *śoxɨ o śuwe „boca‟ se asemeja bastante al IE *suk/g. Por lo demás, es necesario constatar que los lingüistas que se hacen eco de esta teoría no establecen relación etimológica alguna con el término griego que nos ocupa y, por tanto, tampoco reconstruyen una labiovelar final (M. de Vaan 2008:596). Otros autores proponen que el término eslavo sȏkъ „zumo‟ pueda constituir un paralelo 24

lingüístico del latín sūcus „jugo‟ (A. Ernout-A. Meillet 1932 [2001] :662). Por el contrario, hay quienes prefieren considerar que la raíz es originariamente indoeuropea y, sin entrar en las consideraciones expuestas supra, no contemplan como paralelos lingüísticos las formas que presentan una velar sonora final y tienen a bien reconstruir una labiovelar sorda como término final de la raíz (R. Beekes 2010:1093, R. Derksen 2008:459). Ciertos especialistas establecen que es verosímil remontarse a una forma *sokʷos para explicar el griego ὁπόο, lituano sakaî, a. prusiano sackis y a. eslavo sȏkъ „jugo‟, sugiriendo a la vez que el latín sūcus „jugo‟ se encuentra emparentado con las lenguas ya mencionadas, aunque presente una estructura diferente con un diptongo *eu o *ou (P. Chantraine 1968-80:810, H. Frisk 1960 II :405-406).

5. EXPLICACIÓN DE LA EVOLUCIÓN FONÉTICA Y MORFOLÓGICA: El griego ὀπόο „jugo de higuera‟ remite a una raíz *sokʷ- en grado P. -o cuya silbante inicial se aspira y finalmente pierde la aspiración al tratarse de un termino jonio, es decir, propio de un dialecto psilótico. La labiovelar sorda ante la vocal temática de timbre medio /o/ experimenta un tratamiento labial, razón por la cual se convierte en una oclusiva labial sorda. Esta palabra remite específicamente al jugo de la higuera, cuyo uso en la Antigüedad era muy habitual para cuajar la leche y realizar quesos. Vemos cómo este significado restrictivo se diluyó con el tiempo y se hizo extensivo a la resina exudada por otras plantas a través del préstamo latino opium, -ii „opio, resina de amapola‟, calco del griego ὄπηνλ, -νπ con idéntico significado y formado mediante la adición del sufijo de diminutivo -ηνλ. El latín sūcus „jugo‟ provendría de la raíz alternativa que hemos propuesto en la reconstrucción y cuya diferencia primordial es la presencia de un vocalismo de timbre posterior /u/ como centro silábico de la misma. La cantidad larga de esta vocal induce a reconstruir un grado P. cuyo timbre, debido a las monoptongaciones que sufre el latín, no es posible establecer fehacientemente: seukʷ- / soukʷ- (P. Chantraine 1968-80:810, H. Frisk 1960 II :405-406). En cualquier caso, tanto el diptongo *eu como el diptongo *ou heredados del indoeuropeo darían lugar a una /ū/ que a su vez neutraliza a la labiovelar provocando la pérdida de su apéndice labial, razón por la cual se transforma en una velar sorda. El sufijo *-ŏs, característico de la declinación temática, sigue la 25

evolución esperable para el latín puesto que la vocal breve de timbre medio /ŏ/ se cierra en /u/ en final absoluto de palabra ante consonante. El a. eslavo sȏkъ „zumo‟ remonta a una forma en grado P. -o: *sokʷ-o- en la cual observamos la conservación del timbre medio /o/ originario de la vocal alternante. El a. eslavo no es datado literariamente hasta el siglo IX d. C., durante el período de eslavo común poseyó timbre *a para los fonemas /ă/ y /ŏ/ hasta el siglo II-III cuando comenzó a sufrir sucesivas dialectalizaciones que terminaron desplazando la vocal de timbre abierto /a/, inclusive la procedente de /o/ antigua, hacia una posición media /o/. Por otra parte, la pérdida del apéndice labial de la labiovelar produce una velar sorda que, al no ser afectada por la primera palatalización, se mantiene sin cambios en esta lengua satem. En último lugar cabe mencionar que el sufijo temático de timbre medio /o/ debió desplazarse a un timbre posterior /u/ y más tarde se convirtió en una ultrabreve con articulación velar. El lituano sakaî „resina‟ provendría de un lexema en grado P -o: *sokʷ-, cuya vocal alternante de timbre medio /o/ se abre en /a/ como es regular en las lenguas baltoeslavas. La labiovelar, tras la perdida de su apéndice labial, pasa a engrosar el reducido número de velares que sobreviven al proceso de satemización, responsable a su vez de la palatalización incondicionada que afectó a la mayor parte de las velares heredadas del indoeuropeo. Por último, la forma lituana sakaî es un nominativo plural temático cuya desinencia originaria sería *-os, sin embargo aquí nos encontramos ante una recaracterización de origen pronominal *-oi y este diptongo evoluciona a /aî/ de forma regular en lituano. El otro término báltico svékas „resina‟ presenta la forma paralela con inicial *sw- que hemos hecho constar en la reconstrucción de la raíz. El paralelo latino sūcus, que remontaría a un lexema seukʷ- / soukʷ-, muestra a las claras por comparación con el lituano que podríamos encontrarnos ante una raíz set. El análisis morfológico del étimo svékas „resina‟ nos retrotrae a una forma en grado P. -e: *swekʷ-os, donde la posición de la vocal alternante varía en relación al paralelo antes mencionado. Es evidente cómo en esta lengua báltica la sonante /w/ forma un grupo consonántico con la silbante inicial. La labiovelar, ajena a la satemización, se conserva como una velar plena tras la pérdida de su apéndice labial. Finalmente el sufijo nominal temático *-ŏs da lugar a una terminación en -as por la apertura de su timbre medio /o/ en /a/ como es regular en la familia baltoeslava. 26

1. FORMA GRIEGA: πεύθε, -εο, ἡ „pino‟

Hom. Il. XI 494, XXIII 328

2. PARALELOS EN OTRAS LENGUAS: a. prus. peuse „pino‟; lit. pušìs „pino‟; a. germ. fiuhta „abeto‟; irl. ochtach „abeto, poste‟

3. RECONSTRUCCIÓN PROPUESTA: IE *p(e)uk- iH2 / *p(e)uk-(e)H2 „conífera, „pícea‟

4. DISCUSIÓN: La mayoría de los especialistas reconoce que el término griego πεύθε „pino‟ proviene de una raíz indoeuropea *p(e)uk-, presente en distintos grupos lingüísticos: germánico, báltico y celta fundamentalmente (R. Beekes 2010:1596-97, H. Frisk 1960 II :523, P. Chantraine 1968-80:893). Ciertos investigadores postulan la existencia de un lexema alternativo terminado en velar sonora que encontraríamos en el término griego πύγκε „puño‟ y sobre todo en el verbo latino pungo „picar‟, este último permitiría establecer bien una relación entre ambas raíces (P. Chantraine 1968-80:893, H. Frisk 1960 II:523). Un compuesto derivado de esta palabra en griego sería el étimo ἐρεπεπθήο, -έο „puntiagudo‟, cuyo significado remite claramente a las punzantes hojas del pino. Pese a la ambigüedad que suele rodear a los nombres de coníferas en indoeuropeo, como ya hemos constatado a través de los términos griegos ἄβηλ „abeto o pino‟ y ἐιάηε „abeto‟, parece que al menos en dos de las tres familias lingüísticas que acabamos de mencionar el sentido originario de la raíz *peuk- sería unívoco, y a éstas quizá habríamos de sumar el propio griego. En cualquier caso, la raíz parece remitir en origen al carácter acicular de las hojas como rasgo distintivo del árbol, de ahí la oscilación de significado entre 27

“abeto” y “pino” que encontramos en las lenguas aducidas como ejemplo, mientras que en la actualidad hacemos mayor hincapié en la forma de los frutos: conífera.

5. EXPLICACIÓN DE LA EVOLUCIÓN FONÉTICA Y MORFOLÓGICA: El griego πεύθε „pino‟ remontaría a una raíz en grado P. -e *peuk-, a la cual se añade el sufijo nominal atemático /ā/, característico de los femeninos. Esta forma pertenece al dialecto jónico y al ático por lo que toda /ā/ sufre una anteriorización de su timbre, salvo que la precedan vibrante /r/, vocal media /e/ o anterior /i/, dando como resultado una vocal de timbre medio /e/ larga y abierta; notada . El antiguo prusiano peuse „pino‟ proviene de una forma *peuk-ii H2 con grado vocálico pleno -e en la raíz y grado Ø en la marca de femenino *-iH2. Con respecto al diptongo indoeuropeo *eu, observamos que esta lengua es conservadora, ya que lo mantiene intacto. Por otra parte, la velar sorda final de la raíz sufre una palatalización en contacto con la sonante /i/ del sufijo *-iH2 y se convierte en una silbante. Este sufijo experimenta la pérdida de la -H2 y como resultado se alarga la vocal anterior /i/ que en a. prusiano es notada (D.S. Wodtko-B. Irslinger-C. Schneider 2008:553). El lituano pušìs „pino‟ es una forma de genitivo singular cuyo origen remonta a una forma en grado Ø: *puk-. Al tratarse de una lengua satem la oclusiva velar sorda se ve afectada por la primera palatalización, la cual es incondicionada y, como observamos, llega a convertirla en una silbante sorda. A este lexema se une un sufijo de genitivo singular -is de tema en /i/. El a. germánico fiuhta „abeto rojo‟ nos retrotrae a una forma en grado P. -e *peuk-t-H2. En ésta es observable la rotación consonántica que caracteriza al germánico, ya que la labial sorda inicial pasa a fricativa y la velar sorda se aspira. Finalmente, el sufijo nominal *-t- presenta una dental sorda cuya resistencia a la rotación consonántica sería irregular si no tuviéramos en cuenta que nos encontramos ante una conservación condicionada por el entorno fonético, una excepción a esta ley ya prevista por J. Grimm: la sorda indoeuropea heredada no rota en germánico cuando a ésta le precede o bien una silbante *s- o bien una fricativa. El antiguo sufijo de colectivo *-H2, más tarde 28

recaracterizado como marca de femenino, vocaliza en una /ă/ breve al encontrarse en grado Ø (D.S. Wodtko-B.Irslinger-C. Schneider 2008:553). El irlandés ochtach ‘abeto, poste‟ es una palabra de género femenino y de tema en /ā/ que derivaría de una forma: *peuk-t-eH2. La pérdida de la *p- inicial y en posición intervocálica es un rasgo común de todas las lenguas celtas, el diptongo *eumonoptonga en una vocal breve de timbre medio /ŏ/ y la velar sorda indoeuropea experimenta un proceso de lenición que la convierte en fricativa /x/ (M. Ball-N. Müller 2010:61-63). Por último, la dental sorda del sufijo nominal *-t- se conserva sin sufrir cambios y ejerce de margen silábico para la vocal de timbre abierto /ā/, resultante de la evolución del antiguo sufijo de colectivo, en este caso marca de femenino, en grado P -e: *eH2 (M. Ball-N. Müller 2010:65)

29

1. FORMA GRIEGA: θεγόο -νῦ, ἡ „encina de fruto comestible‟, „bellota‟

Hom. Il. V 693

2. PARALELOS EN OTRAS LENGUAS: lat. fāgus „haya‟; galo bāgos „haya‟; got. bōka „letra‟ < „pieza de haya para escribir‟; a. isl. bōk „letra‟.

3. RECONSTRUCIÓN PROPUESTA: h

PIE *b eH2g-o- „haya‟

4. DISCUSIÓN:

El étimo griego propuesto para un estudio comparativo proviene con toda seguridad de una raíz indoeuropea; secunda esta afirmación el hecho de que el nombre para el haya ha jugado un importante papel a lo largo de la historia en la discusión sobre la llamada Urheimat o patria originaria de los indoeuropeos (R. Beekes 2010:1565-1566, P. Chantraine 1968-80:1194, H. Frisk 1960 II:1008). No obstante, el hecho de que esta palabra se encuentre, dentro de las lenguas indoeuropeas, restringida a un ámbito occidental y también que remita a distintas especies de árboles como referente ha hecho pensar que no se trata de un término de origen indoeuropeo sino de un préstamo tardío. En los Balcanes, desde donde el haya comenzó a proliferar después del 6000 a. C., el correlato griego de la palabra para haya significa „encina‟, sin embargo ambos son árboles que dan fruto por lo que una extensión de significado desde „haya‟ a „encina‟, teniendo en cuenta las migraciones de las tribus griegas hacia una situación geográfica más meridional, parece verosímil. De todo ello se deduce que el étimo, muy probablemente, provenga del IE después de todo (M. de Vaan 2008:199). Desde que se 30

produjo el cambio semántico que acabamos de mencionar, los griegos utilizaron para designar al haya el término ὀμύα que, según ciertos expertos, podría ser el nombre indoeuropeo para el fresno (P. Chantraine 1968-80:1194). Por otro lado, no está ni demostrada ni refutada la hipótesis de que exista una relación de parentesco entre el h

sustantivo que nos ocupa y el IE a través de la forma *b āg-ō-, de la cual provendría el griego θαγεῖλ, infinitivo del aoristo segundo de ἐζζίω „comer‟. (P. Chantraine 1969h

80:1194, H. Frisk 1960 II:1008). En opinión de otros investigadores la forma *b eH2go- es la base para un nombre muy antiguo que habría designado al „haya‟ en IE, éste descansa sobre un tema en -o- de género femenino subsistente en griego pero con un cambio de significado, puesto que el haya no existe en Grecia. Esta misma forma se encuentra en germánico pero como un tema en -a, ya que los temas en -o- de femenino no se conservan en esta familia lingüística. No se puede considerar como algo accidental que la palabra subsista también en Grecia, donde el árbol no existe, puesto que θεγόο „haya‟ varió su significado original y comenzó a aplicarse en griego a otro árbol (A. Ernout-A. Meillet 1932 [2001] :213). En lo que respecta al latín el antiguo h

nombre de *b āg-ŏs „haya‟ se ha conservado con el sentido primigenio ya que en Italia esta especie de árbol prospera, aunque únicamente en la montaña, a una gran altitud, puesto que es un árbol de clima oceánico que necesita frescor y humedad. Asimismo el carácter religioso o sacro del mismo ha podido contribuir a su conservación (A. ErnoutA. Meillet 1932 [2001] :213).

5. EXPLICACIÓN DE LA EVOLUCIÓN FONÉTICA Y MORFOLÓGICA: La palabra griega θεγόο „encina de fruto comestible, bellota‟ proviene de una forma h

*b eH2g-ŏs en la que observamos el grado pleno P -e del lexema y la presencia del sufijo nominal temático en nominativo singular. La sonoras aspiradas del indoeuropeo h

en su evolución al griego sufren un ensordecimiento pero conservan su aspiración: /b / h

> /p /. La vocal larga de timbre abierto /ā/ resultante de la evolución de *-eH2 desplaza su timbre hacia una posición media debido a que el término θεγόο pertenece a los dialectos jónico y ático; los cuales sufren la anteriorización de toda /ā/ excepto ante vibrante, vocal de timbre medio /e/ o vocal anterior /i/; prueba de ello es que en los dialectos dorios esta misma palabra es notada así: θαγόο.

31

h

El término latino fāgus „haya‟ proviene de una raíz en grado P. -e: *b eH2g- a la cual se añade el sufijo nominal temático -o- más la desinencia de nominativo singular -s, esta palabra se encuadra dentro de los pocos femeninos de la segunda declinación del latín, como ocurre generalmente con los nombres de árboles: corylus -i ‘avellano‟, ficus -i „higuera‟ etc. Observamos una serie de cambios fonéticos esperables, la inestabilidad que las sonoras aspiradas crearon en el sistema de oclusivas indoeuropeo provocó la aparición de una isoglosa que llevó a las mismas a perder su aspiración. En el bloque itálico opera la fricativización de la sonora aspirada, en latín en concreto toda labial o dental sonora aspirada pierde la sonoridad y se hace fricativa sorda labiodental en posición inicial de forma sistemática. Por otra parte, la vocal alternante de timbre medio /e/ se alarga y sufre una apertura de su timbre hacia /a/ por influencia de la *-H2 que la sucede, dando como resultado una /ā/. Finalmente el sufijo nominal temático *-ŏs da como resultado una vocal de timbre posterior /u/ dado que en latín se produce sistemáticamente el cierre de toda vocal breve a final de palabra y seguida de consonante. h

El galo bāgos „haya‟ remonta a una raíz en grado P. -e: *b eH2g- a la cual debemos añadir el sufijo nominal temático con la -s de nominativo singular *-ŏs. Uno de los rasgos que caracterizan a todas las lenguas celtas es la fusión de las dos series de oclusivas sonoras indoeuropeas, oclusivas sonoras y sonoras aspiradas, en una sola serie h

de oclusivas sonoras: /b / > /b/. Finalmente la vocal alternante del grado P. -e se alarga y desplaza su timbre hacia una posición mas abierta debido a la influencia de la *-H2 que la sucede y por ello se convierte en una /ā/. El gótico bōka ‘pieza de haya para escribir, letra‟ remontaría a una forma en grado P. h

e: *b eH2g-os. Gracias a este paralelo constatamos que en germánico la labial sonora aspirada indoeuropea se convierte en una labial sonora carente de aspiración, y desata ese cambio en cadena en el modo de articulación de las oclusivas conocido como Rotación Consonántica. Merced a esta última ley fonética, se explicaría a su vez el ensordecimiento de la velar sonora indoeuropea que hallamos en esta palabra del gótico: /g/ > /k/. Asimismo, tal y como es regular en esta familia lingüística, la vocal larga de timbre abierto /ā/ resultante de la evolución de *-eH2 se cierra en una vocal media /ō/. Este mismo proceso que conlleva el desplazamiento del timbre abierto /ā/ hacia una posición medial se produce de forma inversa en el sufijo nominal temático 32

*-o: la vocal breve y media /ŏ/ sufre una apertura de su timbre y se convierte en una /ă/. h

El a. islandés bōk „letra‟ deriva de una raíz en grado P. -e: *b eH2g-os, en la cual se producen algunos de los cambios fonéticos ya descritos para el gótico bōka „letra‟. Por un lado la labial sonora aspirada pierde su aspiración y se transforma en una labial sonora de forma regular en germánico y, por otro, la vocal larga de timbre abierto /ā/ resultante de la evolución de *-eH2 se cierra en una vocal larga de timbre medio /ō/ como es natural en este grupo de lenguas indoeuropeas. Por último la Rotación Consonántica afecta también a la oclusiva velar sonora, la cual sufre un desplazamiento en su modo de articulación convirtiéndose de esta manera en una oclusiva velar sorda.

33

1. FORMA GRIEGA θύιινλ, -νπ, ηό „hoja‟

Hom. Il. I 234, Hes. WD. 421

2. PARALELOS EN OTRAS LENGUAS Occidentales: lat. folium „hoja‟; irl. bláth „flor‟; a. isl. blađ „hoja‟; a. germ. blat „hoja‟ Orientales: toc. A pält; toc. B pilta „hoja‟

3. RECONSTRUCCIÓN PROPUESTA:

PIE * bh(o)l- / * bh lH2- „hoja, floración‟

4. DISCUSIÓN: La palabra griega θύιινλ parece provenir del IE, no obstante existe una gran controversia sobre cuál es el verdadero origen de la raíz ya que los correlatos existentes en las distintas familias lingüísticas no ofrecen una correspondencia fonética regular entre sí. Tradicionalmente este étimo griego ha sido puesto en relación con el latín folium „hoja‟, lo cual nos llevaría a reconstruir un lexema originario que comenzase por labial sonora h

aspirada: *b -. Esta hipótesis permite a su vez traer a colación una serie de paralelos lingüísticos con sufijo derivativo en *-t- pertenecientes al bloque germánico: a. isl. blađ „hoja‟, a. germ. blat „hoja‟, celta: irl. bláth „flor‟ y tocario: toc. A pält, toc. B pilta „hoja‟. Para ciertos expertos la comparación entre griego y latín mostraría un grado

P. -o de la raíz *bh(e)l en esta lengua itálica mientras que el griego procedería de una forma *bhʷlyo o bien *bhʷ˚lio, tanto Meillet como Chantraine postulan la existencia de una lateral con apéndice labial. Para explicar el timbre posterior /u/ del étimo θύιινλ existe también una hipótesis que hace referencia a la influencia analógica que muy 34

probablemente pudo jugar el término griego θπηόλ. Otros expertos han llegado a relacionar la raíz *bh(e)l „floración, hoja‟ con la raíz * bh(e)l „inflarse‟ que encontramos en la palabra griega θαιιόο. (R. Beekes 2010:1596-1597, A. Ernout-A. Meillet 1932 [2001] :244, M. de Vaan 2008:230, P. Chantraine 1968-80:1232-1233, H. Frisk 1960 II :1050-1051). No obstante, ciertos investigadores excluyen la posible existencia de un parentesco genético entre los términos que ya hemos mencionado para el griego y el latín, y prefieren reconstruir una raíz con dental sonora aspira en inicial: *dh-. En la familia celta nos encontramos una serie de palabras con lexema *dal- /*dul- como irl. duille „hoja‟ galés dail „follaje‟ cuya dental sonora resulta dudosa para los lingüistas en cuanto a su origen, ya que podría ser la oclusiva sonora antigua *d o bien provenir de la oclusiva sonora aspirada de articulación dental *dh. En lo concerniente a los vocalismos -al- y -ul-, ciertos expertos como Chantraine o Meillet los explican tomando como base -˚l- y -ʷl-, en la idea de que es posible la existencia de una sonante lateral con apéndice labial. Esta segunda posibilidad, pese a que quita el derecho de poder afirmar una relación con el griego θύιινλ, permite por el contrario dar cuenta de otros términos griegos como ζάινο „flor‟ „brote‟ y todos los demás étimos derivados del verbo ζάιιω „florecer‟ (A. Meillet -A. Meillet 1932 [2001] :244, M. de Vaan 2008:230). La primera hipótesis es apoyada sobre todo por R. Beekes, la principal enmienda a esta teoría tradicional sobre una labial sonora aspirada en posición inicial es que no existe una raíz verbal de la cual el sustantivo θύιινλ se haya podido derivar (M. de aan 2008:230). Otros autores secundan la segunda hipótesis aceptando a su vez la primitiva presencia de una dental sonora aspirada en posición inicial, con lo cual se descarta automáticamente todo parentesco con el germánico pero, como hemos dicho supra, se abre un auténtico abanico de formas griegas que relacionar, desde ζύιια „hojas‟, hápax de Hesiquio, hasta los sustantivos derivados del verbo ζάιιω „florecer‟. Asimismo se podría seguir manteniendo la correspondencia fonética con el latín folium „hoja‟ sin conflicto alguno, e igualmente con los étimos del celta que comienzan por una dental sonora procedente de *dh como el galés dail „follaje‟ o el irl. duille „hoja‟ etc., (M. de Vaan 2008:230, A. Ernout-A.Meillet 1932 [2001] :244, D. S. Wodtko-B. Irslinger-C. Schneider 2008:83-84).

35

5. EXPLICACIÓN DE LA EVOLUCIÓN FONÉTICA Y MORFOLÓGICA: El griego θύιινλ es un término dudoso en cuanto a si proviene de una raíz en grado P. -o * bhol- o bien en grado Ø, con desarrollo de una vocal de apoyo por parte de la sonante lateral: * bh˚l-. En cualquier caso el timbre de la vocal originaria fue medio /o/ y posteriormente, tras la adición del sufijo nominal *-yo, se habría cerrado en /u/ en virtud de la Ley de Cowgill. Esta norma establece que en el siguiente contexto fonético: ŏly > ŭly, la vocal de timbre medio se cierra por influencia del timbre cerrado anterior -y del sufijo, lo cual explica θύιι- (R. Beekes 2010:1596-1597). Así pues, la forma reconstruida sería la siguiente: * bhŏl-yo-, observamos que la sonora aspirada indoeuropea se ha ensordecido como es regular en griego y que la sonante en contacto con la semiconsonante /y/ del sufijo se convierte en una lateral geminada. Este último fonema reparte su articulación entre las dos sílabas y presenta un espacio de tiempo audible entre la implosión y la explosión. Por último, al ser un término neutro posee la desinencia de acusativo singular heredada del IE *m, una nasal labial que en griego se haya neutralizada en *n en posición final precedida de vocal. El latín folium „hoja‟ proviene de una raíz en grado P. -o * bhol-, a la cual se añade el sufijo nominal temático *-yo. Se produce la evolución esperada para la labial sonora aspirada en el bloque itálico, ya que ésta en posición inicial se convierte sistemáticamente en una fricativa labiodental sorda /đ/. La sonante /y/ del sufijo adquiere una función vocálica como núcleo de la sílaba intermedia y la vocal temática /o/ se cierra con un timbre posterior /u/ por encontrarse en final absoluto seguida de consonante, un fenómeno regular en latín. El irlandés bláth „flor‟ remonta a una forma * bhleH2-t-. La raíz se encuentra en grado P. -e, un rasgo común a todas las lenguas del bloque celta es la fusión de las dos series de oclusivas sonoras indoeuropeas (oclusivas sonoras y sonoras aspiradas) en una sola serie de oclusivas sonoras. Por otro lado *eH2 > /ā/ y la dental sorda del sufijo nominal -t- sufre un proceso de lenición que la lleva a convertirse en una fricativa dental. El a. islandés blađ „hoja‟ nos retrotrae a una forma * bhlH2-t- en la que la Rotación Consonántica del germánico ha desencadenado un cambio de posición en el modo de articulación de las dos oclusivas presentes en ella: la labial sonora aspirada se ha 36

convertido en sonora y la dental sorda del sufijo en una fricativa dental. Asimismo la *H2 del lexema en grado Ø se convierte en centro de sílaba y vocaliza en una /ă/.

37

CONCLUSIONES:

1. El estudio etimológico realizado me permite aseverar que el griego emplea de forma muy escasa las raíces indoeuropeas en lo concerniente a las denominaciones de árboles. Esta tendencia incluye también a aquellos árboles que verosímilmente se encontraban en la patria originaria de lo indoeuropeos, para los cuales debieron tener un término propio que los designara. Es notable el enorme volumen de palabras con origen oscuro que tienen presencia en este ámbito léxico, si lo comparamos con el reducido número de étimos que poseen una etimología claramente indoeuropea.

2. La aplicación del método comparado con otras lenguas del mismo phylum demuestra que el griego, pese a que se ubica en un territorio a caballo entre Europa y Asia, dentro de los escasos étimos indoeuropeos que conserva en lo referente a las denominaciones de árboles y términos ligados, posee una mayor relación con las lenguas indoeuropeas occidentales que con las orientales.

3. La reconstrucción de las raíces indoeuropeas tratadas en este trabajo revela que es bastante frecuente el uso de una marca o sufijo de colectivo: *-H2- / -et- para la formación de palabras que cuyos referentes son árboles. Probablemente se deba a que son elementos que suelen aparecer en conjunto.

4. Una vez comparada la obra de R. Beekes con la bibliografía anterior y otros lingüistas cuyos trabajos son relativamente contemporáneos, es deducible que en ella se establecen relaciones de parentesco genético a través de términos que otros expertos ponen en cuarentena. En definitiva, se podría decir que Beekes demuestra una postura menos restrictiva en la aceptación de étimos que pudieran tener una etimología indoeuropea, mientras que ciertos investigadores se muestran reticentes a la hora recoger los mismos en sus obras. De ello emana fundamentalmente, a mi parecer, la polémica originada tras la publicación del diccionario etimológico que este trabajo tiene como punto de partida.

5. Algunos de los lexemas analizados poseen una estructura trilítera formada por una consonante y dos sonantes, particularmente las raíces llamadas set evidencian una gran inestabilidad fonética cuando siguen este esquema. Una de las semiconsonantes puede 38

ejercer como núcleo silábico del lexema y la otra como onset o coda alternativamente. Si le añadimos la posible presencia de la vocal alternante o de una vocal de apoyo, nos encontramos a veces ante una raíz cuatrilítera: CRVR-. Sabemos que la teoría tradicional sobre la raíz verbal-nominal es muy rígida, por ello se dice que la estructura radical de base trilítera es ampliable mediante la participación de una sonante situada o bien tras la primera consonante, o bien ante la segunda consonante: C(R)V(R)C-. Sin embargo en ciertas raíces set se supera el tradicional esquema CVC- y nos encontramos uno formado por CVRR- o CRVR-, ejemplifiquemos con la raíz *drw-.

a) La sonante interior definida como núcleo silábico desarrolla una vocal de apoyo anterior a ella y forma un grupo consonántico con la otra semivocal, en este caso la raíz presenta la siguiente estructura: CVRR- / *durw- a. esl.

b) La sonante interior desarrolla una vocal de apoyo posterior a ella, entonces suele crear un grupo con la consonante inicial: CRVR- / *druw- a. esl.

En el primero de los siguientes casos la raíz deja de ser monosilábica para convertirse en bisilábica, dado que tanto la vocal alternante -o del grado P. como la sonante final ejercen de núcleo para sus respectivas sílabas:

c) La vocal alternante del grado pleno deja a ambas sonantes en otra sílaba: CVRR- / *doru gr.

d) La vocal alternante se posiciona tras la primera sonante y la segunda sonante forma un grupo vocálico con ella como segundo elemento de diptongo: CRVR- / *treu- got.

39

BIBLIOGRAFÍA:

Ball, Martin J. - Müller, Nicole 2010: The Celtic Languages, Londres y Nueva York: Routledge.

Beekes, Robert 2010: Etymological Dictionary of Greek, Leiden: Brill.

Chantraine, Pierre 1968-1980: Dictionnaire étymologique de la langue grecque. Histoire des mots, París: Éditions Klincksieck.

De Vaan, Michiel 2008: Etymological Dictionary of Latin and the other Italic Languages, Leiden: Brill.

Delamarre, Xavier 2003: Dictionnaire de la langue gauloise: une approche linguistique du vieux-celtique continental, París: Errance.

Derksen, Rick 2008: Etymological Dictionary of the Slavic Inherited Lexicon, Leiden: Brill.

Ernout, Alfred - Meillet, Antoine 2001: Dictionnaire étymologique de la langue latine, Paris: Klincksieck.

Frisk, Hjalmar 1960: Griechisches Etymologisches Wörterbuch, Carl Winter Universitatsverlag: Heidelberg.

Lehmann, Winfred Philip 1986: A Gothic Etymological Dictionary, Leiden: Brill.

Leuhmann, Manu 1977: Lateinische Laut und Fornenlehre, München: C. H. ´Beck‟sche Verlagsbuchhandlung.

Lidell, Henry George - Scott, Robert 1986: A Greek-English Lexicon, Oxford.

40

Matasović, Ranko 2009: Etymological Dictionary of Proto-Celtic, Leiden: Brill.

Mayrhofer, Manfred 1956: Kurzgefasstes eymologisches Wörterbuch des Altindischen, Carl Winter Universitasverlag: Heidelberg.

McCone, Kim 1996: Towards a relative chronology of ancient and medieval celtic sound change, Maynooth: St. Patrick‟s College - Dept. of Old Irish.

Rodríguez Adrados, Francisco - Bernabé, Alberto - Mendoza, Julia 1995: Manual de Lingüística Indoeuropea, Madrid: Ediciones Clásicas S. A. Vendryes , Joseph 1996: Lexique Etymologique de L’irlandais Ancien, París: Dublin Institute for Advanced Studies / Centre National de la Recherche Scientifique.

Wodtko, Dagmar S. - Irlinger, Britta - Schneider, Carol 2008: Nomina im Indogermanischen Lexicon, Carl Winter Universitatsverlag: Heidelberg.

41

42

43

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.