Ética Del Consumo y Bienestar Razonable – Adela Cortina

June 1, 2017 | Autor: J. Vázquez Pérez | Categoría: Comportamiento del Consumidor, Ética Aplicada, Psicología Del Consumidor
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Descripción

En 2012, la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó los 20 de marzo como “Día Internacional de la Felicidad”. A fin en recordar que la búsqueda de la felicidad es un objetivo humano fundamental y también que los Estados deben reconocerlo en sus políticas nacionales: “La felicidad y el bienestar han de convertirse en objetivos de las políticas públicas”. Pero, ¿Pueden los Estados hacer felices a sus ciudadanos?El deber de los Estados consiste más bien en poner las bases y requisitos de justicia indispensables para que cada persona pueda llevar adelante sus planes de vida, desde los que sea posible su crecimiento, que tenga motivos para valorar, siempre que no impida a las demás hacer lo mismo. Pero no se conquista la felicidad por el puro esfuerzo, cada persona, para ser feliz, tendrá que contar con la suerte y con los dones, los regalos que pueda recibir a lo largo de su vida. El esfuerzo se emplea en la formación del carácter que puede hacernos más felices, pero el juego de la fortuna es también una pieza indispensable, como lo es la aceptación de esos regalos que llegan por pura gratuidad.Frente al significado de vida en plenitud, de vida digna de ser vivida, la felicidad va identificándose con un término bastante más modesto, pero más manejable, “bienestar”. Estar bien depende de experiencias placenteras, de sentirse a gusto consigo mismo y con otros, con el entorno que nos rodea y con el futuro previsible, aunque sobre todo tiene que ver con el presente. Con un presente que eternizaríamos, cuando se esté bien en él. La felicidad, entendida como bienestar, consistiría en conseguir el máximo posible de bienes sensibles, el disfrute de una vida placentera. Y es entonces cuando empieza a hacerse dudoso que una felicidad, así entendida, pueda dar cabida a la justicia. Es lo que quería decir Kant cuando se preguntaba si puede afirmarse sin más que las personas virtuosas son felices.El consumidor prudente es el que coge las riendas de su consumo y opta por la calidad de vida independiente de la cantidad de los productos, por una cultura de relaciones humanas con disfrute de la naturaleza, del sosiego y la paz, reñida con la aspiración del consumo ilimitado, por formas de vida con calidad.
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