¨Estudios sobre el cuerpo en América: Occidentalización y política ¨, en Cátedra Michel Foucault. La irrupción del cuerpo. Oralidad, memoria, relatos y textos. Actas IV y V Escuela Chile Francia. Cátedra Michel Foucault. Santiago de Chile: Universidad de Chile, Embajada de Francia, 2013, 351 p

June 14, 2017 | Autor: A. Araya Espinoza | Categoría: Historia De América Latina, History of the Body
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Descripción

Cuarta Escuela Chile Francia en Ciencias Sociales, Humanidades, Artes y las Comunicaciones La irrupción del cuerpo 8-10 noviembre de 2010

Estudios sobre el cuerpo en América: occidentalización y política de los cuerpos Alejandra Araya Espinoza Universidad de Chile

Mirando el panorama internacional historiográfico, la historia del cuerpo y más ampliamente los estudios del cuerpo, tienen carta de ciudadanía desde hace tiempo. Los fragmentos para una historia del cuerpo humano, editado en Francia por Michel Feher y Nadia Tazi, en la década de los noventa preludiaban el proyecto de Alain Corbin y Georges Vigarello Historia del cuerpo traducida al español hace dos años. Estos serían los referentes franceses de una bibliografía básica sobre la historia del cuerpo, como parte de un campo mayor como el de los estudios del cuerpo. Otra sería la inglesa, con Roy Porter como uno de sus pioneros, cuyas preguntas más que desde la antropología y la filosofía, como en Francia, provienen de la historia de la ciencia y de la medicina. En este punto voy a hacer un contrapunto, pues, esta pequeña nota muestra un aspecto que hace relevante la forma de construcción y circulación del conocimiento en que la relación centros/periferias sigue reproduciéndose. He dicho “internacional” cuando sólo se refiere a dos espacios muy específicos de producción y he realizado la asimilación entre ese término y el de estado “universal” de esa situación. En lenguaje postcolonial, este inicio estaría evidenciando la incardinación de tal situación, es decir, de la relación centro/periferia en la producción de conocimiento, como también lo que intelectuales como Aníbal Quijano, Santiago Castro Gómez, Walter Mignolo y Mabel Moraña entre otros han denominado colonialidad del saber, de la cual nuestras prácticas intelectuales dan permanentemente cuenta. La forma que hacemos las genealogías sobre los objetos de conocimiento y sus problemáticas, en resumidas cuentas, el estado de la cuestión y las revisiones bibliográficas no son sólo un asunto de “estar al día”, si no que, de un juego que caracteriza nuestra forma de pensarnos en tensión y en relación al mismo tiempo con un pensamiento que extraña, que hace desconocidas y hasta imposibles de pensar, algunos asuntos desde nuestras propias tradiciones.

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Es por esta razón, que más que revisar en detalle la bibliografía, extensa por cierto, en este campo o su recepción en América Latina, voy a realizar algunos comentarios sobre textos y proyectos específicos surgidos desde ACÁ –con mayúscula- en torno a las preguntas: ¿para qué una historia del cuerpo en América Latina? y ¿de qué trataría una historia del cuerpo en América Latina? Creo que son pertinentes puesto que muchas veces las líneas de investigación se desarrollan sin problematizar los objetos desde los lugares en que la reflexión sobre ellos se produce y al referente al que aluden. Las historias de y desde América pocas veces discuten las cronologías presentadas para el caso Europeo, los sujetos de estudio o incluso los conceptos desde su historicidad o sus modos de historicidad americana. ¿Será la distinción público-privado, por ejemplo, el eje de

una

historia

del

cuerpo

para

nuestras

historias,

o

los

conceptos

de

modernidad/sociedad tradicional?¿una historia del cuerpo en América Latina, que alude a las formas de representación, puede realizarse sin considerar la cuestión sobre la conquista y la colonización? ¿Qué problemas y cuestiones nos permite pensar una historia del cuerpo para y desde América Latina? Antes de avanzar, sin embargo, debo retroceder a lo señalado en el inicio. Las referencias “mundiales” a los desarrollos de temas, campos y líneas de investigación, rara vez aluden a otros puntos de partida que no sean los europeos o estadounidenses, el punto de localización de quien enuncia señala una de las primeras propuestas que debiera desarrollar una historia del cuerpo en América Latina, y es, cómo pensarnos considerando nuestras experiencias del cuerpo como parte fundamental de dicho pensamiento. Volveré a ello hacia el final. Iniciemos la revisión de la producción local. Es en la antropología, al igual que en su desarrollo europeo, donde la noción “cuerpo” se tornó un tema y un problema de investigación en América, poniendo en suspenso la sinonimia entre sujeto y su cuerpo, o un cuerpo, un sujeto. Alfredo López Austin, en 1980, defendía su tesis doctoral titulada Cuerpo humano e ideología. Las concepciones de los antiguos nahuas, publicada como libro en 1996, trabajo pionero y fundamental publicado en 1996, una propuesta que puso en el centro la relación entre lenguaje y subjetividad, entre lenguaje y cosmovisión, sosteniendo que el cuerpo funcionaba como núcleo duro de una cultura, sacándolo de una lectura biológica occidental del mismo y presentando los elementos que permitían comprender las culturas mesoamericanas desde las formas de nombrar las partes del cuerpo, el uso o no de un concepto tal, las formas de su representación plástica, el uso de dos o más formas de designar algo similar al alma o el cuerpo para la cultura occidental sosteniendo por ejemplo, que el cuerpo mesoamericano 2

no apela a una condición de unidad discreta, de frontera entre unos y otros, si no más bien a una materialidad con dos dimensiones, una más liviana y otra más pesada en que el ombligo es el centro de conexión entre varios planos de la existencia y en que la sangre es vital para su funcionamiento. ¿Si el cuerpo, como carne, piel, órganos, es parte de una cosmovisión, no es también entonces un espacio desde dónde se hace historia? ¿Cómo se escribe ese gran relato de la historia desde el cuerpo? La versión abreviada del informe final de la Comisión de verdad y reconciliación en el Perú, se llama Hatun Willakuy que puede traducirse al español como “gran relato”, un tributo a las principales víctimas de la violencia entre los años de 1980 y 2000, la “historia de una gran tragedia largamente ignorada en sus aspectos más terribles, y al mismo tiempo, una ejemplar muestra de la resistencia de la dignidad humana en el Perú”, señala Salomón Lerner, ex- presidente de La Comisión de la Verdad y Reconciliación, cuyas palabras parecieran describir sin embargo las relaciones coloniales instauradas en los siglos XVII y XVIII en América. Allí señala que investigar sobre la violencia fue el encuentro con una realidad que se tiende a ignorar: “Implicó en pocas palabras, asumir con plena conciencia una sociedad constituida por diferencias ignoradas y por odiosas desigualdades. Se nos reafirmó en efecto, la coexistencia inarmónica de los distintos mundos sociales y culturales que componen nuestra país: imágenes del mundo, lenguas, memorias, valores y proyectos que corresponden a los muy diversos pueblos que integran la sociedad peruana. Sin embargo, en nuestra patria las diferencias no son solamente eso; constituyen también pretextos para la preservación de un orden jerárquico cuestionable. Por ello, estudiar el Perú de la violencia implicó también hacer las cuentas de lo que significa vivir en una sociedad donde se presume como dato natural, y por ende innecesario de justificarse, la superioridad de unos sobre otros en razón de sus orígenes étnicos. El proceso que examinamos fue, así considerado, el develamiento de una sociedad enemistada consigo misma. Los recelos entre sectores sociales y culturales diversos y atendidos de manera muy desigual por el Estado; las presunciones altaneras de los poderosos sobre los excluidos; la vocación elitista de los poderes públicos, todo ellos apareció como el sustrato histórico de la violencia misma, como el fermento que ayuda a explicar –aunque de ningún modo la justifique- el proceder atroz de los actores armados y la complacencia de ciertos sectores sociales con la violencia, según el lado del que ella viniera”, fin de cita. Hoy, se habla de aquel fenómeno, como del de un período histórico, “el de la violencia en el Perú”, el de la tierra arrasada.

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La política nunca se explica por sí sola, es tributaria de valores y representaciones simbólicas colectivas. Esa historia del cuerpo en América Latina, es también una propuesta de historia desde el cuerpo incluso de las formas de la dignidad humana que constituye o no la condición humana desde lo corporal. Cuando se conquista ¿qué se conquista? ¿cuándo se coloniza, qué se coloniza? En nuestra experiencia, no se trata sólo de historias sobre cómo se domina, se trata por sobre todo de incorporar claves de lectura o de crear claves de lectura que modificaron las relaciones con nosotros mismos, incluso creando esa forma de construirnos en torno a la díada entre algo que es un cuerpo y otra cosa que no lo sería. Allí, una historia del cuerpo se torna en nuestra experiencia una historia desde el cuerpo, casi una misión de resistir al olvido de las presencias aniquiladas, de llenar las ausencias que se conjuran con la consigan dolorosa que en nuestro país ha quedado inscrita, por la fuerza de los descendientes, de un ¿dónde están? bajo una foto retrato. Es una misión importante hacer una historia desde el cuerpo, no sólo en términos de un plan de investigación sobre la ideas sobre el cuerpo, las representaciones sobre el mismo, las formas de representación visual, la relación con los soportes de las mismas, entre otros, si no que, más profundamente, proponiéndose como pregunta el si emerge o no el cuerpo como campo problemático la construcción de una subjetividad o más ampliamente, de una cultura. El dilema de un intelectual situado desde América Latina, más que hacer hablar a esos otros cuerpos, es cómo escuchar y hacer decir esas otras claves del sentido desde otras experiencias del cuerpo. Volvemos una y otra vez, a lo que Lerner dice sobre el Perú, la magnitud fáctica de la violencia y las desigualdades sociales que se expresan, de manera obscena, en la repartición demográfica de la muerte en nuestras sociedades. En Colombia, otro país cuyo gran relato se escribe desde las claves de la violencia, ha desarrollado una línea de trabajo desde la antropología de los afectos que explora la violencia y las pasiones, y donde encontramos el desarrollo de importantes trabajos que unen la experiencia colonial con la vida actual de una sociedad que a pesar de todo, no se resigna a perder su reconocimiento como tal. Los trabajos de Zandra Pedraza, de los pocos que en América se desarrollan desde la antropología histórica, nos hacen una advertencia muy preocupante y es que la comprensión del sentido de la experiencia en nuestras sociedades se sistematizan bajo la forma de un “conocimiento” “que sólo habilita a quienes lo tienen para ejercer el poder y gobernar”, un diagnóstico genealógico de las relaciones entre poder, saber y cuerpo encarna en los “letrados” quienes relevan constantemente interpretaciones impuestas (Pedraza, 2009) ¿por qué la propuesta Foucaltiana del biopoder ha tenido tanta recepción en los análisis locales ejercicio del 4

poder y las formas de resistencia? Ella vuelve a plantear como línea de análisis los procesos coloniales, es decir, una cuestión de experiencia, más que de pertinencia universal de premisas teóricas: experiencias de la acción misionera, experiencia de la encomienda y el resguardo, del traslado masivo de población y de la esclavitud africana. Una antropología de lo humano, más que una antropología del hombre. La emergencia de los estudios del cuerpo, señala Pedraza, no sólo se puede atribuir a una “evolución académica orientada a superar problemas de las teorías y de los métodos de investigación” para superar una filosofía dualista, sino porque, en la segunda mitad del siglo XX la experiencia corporal y una “acrecentada sensibilidad subjetiva inundaron” a las sociedades, uno de los principales recursos del biopoder, el cuerpo y sus conductas como camino de resistencia. La práctica feminista, nos ha enseñado bastante al respecto. Sin embargo, antes de revisar este aspecto, un comentario al planteamiento de Pedraza, con el que concuerdo plenamente, pero que también quisiera leer bajo el lente de las formas de recepción de una problemática global desde un lugar de enunciación particular, permanentemente desgarrado. Cuando el habla de ese pensamiento latinoamericano al que ella alude, aparece en las formas del canto, de la poesía y de toda habla calificada como “arte” nuevamente los tópicos la falta, la ausencia, el vacío, comúnmente descritas como pena, dolor y rabia: Gabriela Mistral, José María Arguedas, Violeta Parra… El lenguaje del discurso posiblemente no puede nombrar u ordenar lo que no se reconoce en el orden social, dice Pedraza, concuerdo, pero ya no concuerdo cuando refiere a que las experiencias como el sufrimiento, el dolor, el rencor, la desesperación no pueden ser nombradas porque están fuera del lenguaje, pero hendidas en el cuerpo. Para mí, no es por desconocimiento o inefabilidad, gesto que las ingresaría al terreno del discurso llevado al sitial del supremo productor de sentido. El sufrimiento no es inefable, esa experiencia se ha expresado por canales que una epistemología hegemónica sobre el cuerpo como lugar de lo inenarrable por pasional, las ha situado en el terreno opuesto al de la razón, el de los sentimientos y afectos comúnmente asociados con el arte. No todas las subjetividades son formas de resistencia, desde mi perspectiva, pero claramente necesitamos revisar las huellas de esa experiencia “hendida en el cuerpo” o “herida en el cuerpo” como he planteado en mis trabajos, e intentar sentirla, porque es sentido. Nuevamente entramos en el campo simbólico de la violencia, parece que respiramos por la herida, como dice un dicho popular. Y nuevamente concuerdo con Pedraza, en el reclamo necesario respecto de reconocer en el cuerpo algo más que su materialidad biológica para “comprender su actividad como agente de conocimiento y de la condición epistemológica de la condición humana encarnada”, como instancia antropológica cultural 5

y simbólicamente situada incluyendo la construcción de identidad. Es importante mencionar, que a nivel latinoamericano, es en Colombia donde efectivamente antropología e historia del cuerpo se mostraron en lenguaje del arte, en una exposición doble inaugurada en 2010 una “Cuerpos amerindios: arte y cultura de las modificaciones corporales” curada por la arqueóloga María Alicia Uribe en el Museo del Oro y “Habeas Corpus: que tengas [un] cuerpo [para exponer]”. En la primera, un recorrido por las culturas “amerindias” finalizando por las prácticas corporales de las tribus urbanas, la moda de una sociedad contemporánea y una instalación que muestra una lectura de la identidad como una sociedad de todos los colores de los habitantes de Colombia. La segunda, curada por el historiador de la sociedad colonial Jaime Borja y del artista José Alejandro Restrepo en el Museo de Arte del Banco de la República instalaba la idea del cuerpo como experiencia cultural, por lo tanto con historia, estableciendo un diálogo entre la cultura barroca colonial y la contemporánea especialmente desde el arte religioso. Procesos culturales de significación y modificación del cuerpo, por un lado, y lucha de la cultura occidental para aceptar la corporeidad y asignarle significados más allá del dualismo con el alma. Interesante expresión y lectura del problema de la occidentalización y las políticas del cuerpo. Estética y política se reencuentran en el espacio del museo, propuesta de política cultural que en Colombia los propone, desde 2005 en adelante como “zonas de contacto de memorias”. En México, por otra parte, desde el trabajo de Alfredo López Austin, marcó la reflexión desde la necesidad de delinear e identificar los núcleos de una cultura no occidental, mesoamericana tomando como eje, primero las formas de nombrar, y segundo las expresiones materiales disputadas entre la arqueología y el arte: las esculturas, las construcciones, las cerámicas. La revista Artes de México, dedicó en 1993 un número también pionero sobre el tema, llamado Elogio del cuerpo mesoamericano. Allí, el cuerpo tiene densidad y lugar, formas de presentarse en otras materialidades diferentes a las de sí mismo. El director Alberto Ruy Sánchez, nos presentan otro aspecto que quiero destacar, y es que, una lectura más atenta a nuestra forma de construir discursos nos muestra nuestro uso permanentemente de las metáforas respecto de los sentidos excluidos de la epistemología predominante -en torno a la vista- como el del gusto y el tacto. Estas formas y sus tradiciones merecen más atención, dice Sánchez: “Este proyecto de elogio y desnudez del arte es sustancial a la vocación editorial de Artes de México, donde siempre hemos ofrecido sabor con saber… el cuerpo es un pequeño porcentaje de materia más un altísimo porcentaje de imaginación”. Anotemos que los desarrollos más interesantes de una antropología de la alimentación se han desarrollado 6

en México, lo que comemos y cómo lo comemos vuelve al cuerpo a su dimensión de portal, desde la cual se desarrolla la teoría de los sentidos ¿qué entra y sale del cuerpo, cómo entra y cómo sale? ¿cómo se come y dónde? Desde el año 2003, México también inaugura los encuentros que aluden al cuerpo como problemática particular en el ámbito académico tradicional. El coloquio El cuerpo descifrado, Congreso Internacional de Ciencias, Artes y Humanidades, en su nombre, alude a una particular forma en que los estudios del cuerpo se han instalado desde Acá: el desciframiento. Operación que sólo puede ser acometida por investigadores, artistas, comunicadores y público en general desde los más variados horizontes: danza y

teatro, el cine y medios de comunicación, ciencias sociales y

humanidades, ciencia y medicina, universidades de México, de América y Europa así como publicaciones especializadas. Los convocantes, son dos destacados investigadores mexicanos Elsa Muñiz y Mauricio Lizt, autores prolíficos sobre estos temas reuniendo las líneas clásicas del mismo: cuerpo y poder en el siglo XIX, mujeres y modelamientos del cuerpo, reproducción, género y diferencia sexual. Este espacio de encuentro asume que las “Las sociedades contemporáneas han experimentado ciertos cambios en la concepción de los procesos de construcción de las subjetividades, producto de los cambios sociales, políticos, económicos y culturales que se han venido dando a nivel global. Es entonces cuando el cuerpo de los sujetos cobra una significación particular, ya que deja de pensarse como materia y se percibe como metáfora, situándose en el ámbito de lo que nos gustaría ser y de la posibilidad de alcanzar casi cualquier forma que desde la imaginación podamos desear, gracias a la "agencia" que supuestamente tenemos sobre nuestro cuerpo y a las posibilidades que en los contextos contemporáneos existen para hacerlo”. Cada encuentro ha tenido un énfasis específicos, el del año 2009 en la Ciudad de Puebla tuvo como eje central el de "las representaciones y las imágenes corporales". Las representaciones y las imágenes corporales adquieren una dimensión trascendente al alimentar los imaginarios sociales sobre el cuerpo, tanto como los deseos, sueños y utopías y, lo que es más importante, el cuerpo se convierte en parte del proyecto identitario de la persona. Los temas fueron Imágenes y estética corporal en las sociedades contemporáneas, Los cuerpos coloreados y racializados, Las marcas de la otredad corporal, Ficciones e imaginarios corporales, Representaciones corporales en los medios de comunicación, Simbolismo corporal, Representaciones corporales y la edad de los sujetos, Género y materialización de los cuerpos, Imágenes corporales como mercancía, Imágenes del cuerpo en el proceso salud-enfermedad, fueron sus líneas de trabajo. De estos encuentros, recuerdo especialmente la presencia de la artista feminista 7

Orlan, cuyo cuerpo es su obra. Su discurso sobre el placer y el elogio a la anestesia como derecho a vivir sin dolor me siguen pareciendo sugerentes, una conferencia en medio del claustro de Sor Juana en la ciudad de México, totalmente alhajado de monjas coronadas con motivo del día de muertos. En México, los estudios del cuerpo han tenido una visibilización académica importante, un espacio de la palabra fundamentalmente y de los impresos. Al parecer, las enunciaciones desde al Arte, no requieren de una interrogación particular sobre el cuerpo en sí, pues la relación con la carne, la sangre y otras materialidades corporales pareciera ser condición indispensable de la estructura de la vida cotidiana, completamente expuesta en su plástica y en sus noticieros. En Argentina encontramos otra forma desarrollo de los estudios del cuerpo, allí existe una red llamada Corpolíticas en las Américas bajo el alero del Instituto Hemisférico de Performance y Política y el Centro Cultural Recoleta invitan a artistas, performeros, académicos y activistas a proponer trabajos escritos, aportes académicos hechos como performance (trabajos que pretenden actuar lo que describen), videos, instalaciones, exposiciones de artes visuales, temas para grupos de trabajo, proyectos de activismo, “hacktivismo” o acciones virtuales y otras propuestas que vinculen performance y política en las Américas. Desde el año 2000, todos los años, estos encuentros han sido un punto de contacto para artistas, académicos, estudiantes y activistas que investigan la relación entre performance y política en las Américas. Cada encuentro es un espacio concentrado en la experimentación, el diálogo y la colaboración, en el que se incluyen conferencias, performances, instalaciones, mesas redondas, exhibiciones, proyecciones de videos, grupos de trabajo y talleres de performance. En él, efectivamente como señala Zandra Pedraza, se explora el poder subversivo del cuerpo como experiencia, expresado en la idea del cuerpo como un sitio de negociación, disciplina y como medio de expresión y significado. Han instalado conceptos que se anclan en preguntas. Por ejemplo, Corpografías: el cuerpo y la construcción de lugares/espacios, ¿cómo se han usado las políticas del cuerpo en la producción de cuerpos políticos?, Corpodinamias: cuerpos y movimiento(s), es decir, la atención al cuerpo performático, ¿cómo nos ayuda a comprender los movimientos políticos, la escenificación del poder, las políticas del cuerpo de la migración?), Corpusterrorificus: cuerpos y terror ¿cómo podemos entender la producción del terror y las formas en que éste produce cuerpos aterradores/aterrados, temerosos/intrépidos?, y Corpoéticas: poética y política ¿cuál es la relación entre la performance estética y la ética; qué prácticas, teorías o modelos nos permiten explorar la política y la poética del cuerpo?). Allí se intenta romper las prácticas clásicas del discurso 8

intelectual, privilegiando las propuestas colectivas por sobre las individuales, los temas contemporáneos e históricos al mismo tiempo, locales y translocales, exigiendo al que presenta que actué lo que quiere comunicar, más que describirlo. Los trabajos desde el campo historiográfico en América Latina son escasos, con esto me refiero a aquellos que se dicen explícitamente o que se inscriben explícitamente como historia del cuerpo. Ellos vuelven a los temas del poder y la violencia, especialmente en el periodo clásicamente llamado colonial, es decir, de los siglos XVI al XVIII. Es interesante que, gran parte de ellos se han centrado en la retórica de los gestos, los castigos y la justicia. Pablo Escalante en México, Jaime Borja en Colombia y quien les habla para Chile. En el trabajo historiográfico sucede que, como en todo nuestro quehacer, muchas veces lo descriptivo oscurece las problematizaciones teóricas, quedando los trabajos simplemente en un tema más, en una tendencia o en una moda. Estando mi trabajo referido a la sociedad colonial, entiendo a ésta como estructura de base de nuestras sociedades inscrita en nuestro en nuestros cuerpos en la gama de gestos de la subordinación que hace del agradecimiento, generalmente por estar vivos, un pacto de dependencia. Es por esto que he destacado las palabras de Lerner sobre la violencia en el Perú. Ésta, la violencia, también debiera pensarse de otro modo, sí, es el ejercicio de la fuerza y una forma de poder, pero qué formas de violencia son las nuestras: autodestructivas, rituales,

carnívoras, sangrientas, formales, cuáles sus formas de

expresión. Si volvemos una y otra vez a este lugar común, no es por morbo ¿no será ya una estructura antropológica de nuestros imaginarios? En algunos de mis trabajos he explorado la relación entre la noción de persona y los castigos físicos, por cuanto la eliminación de ellos como castigos justos, pasa por una conmiseración por el propio cuerpo que implica una relación con el dolor de modo diferente. Los azotes y la pena de muerte puede que en el discurso público sean políticamente incorrectos, pero si leemos nuestros periódicos y vemos nuestros noticieros parece que la noción de justicia como venganza y el linchamiento satisfacen de mejor manera la sensación de agravio cotidianos en que nuestras sociedades parecen vivir. ¿Y el femicidio y el maltrato infantil? La obra del artista argentino Jorge Macchi con las noticias policiales del diario crónica puestas gráficamente como dobles, desde una composición que alude al creacionismo de Huidobro, nos devuelven al terreno de la palabra en nuestro continente, una palabra que dibuja y que despliega ante nuestros ojos ritmos y repeticiones de una historia macabra cuando percibimos las semejanzas de las tramas. Dos noticias se unen, en el trabajo del artista, por una frase que se repite en ambas y las hace por tanto su doble, Doppelgänger, 9

imágenes especulares desde la retórica de los cuerpos golpeados, mutilados, asfixiados vuelven una y otra vez en la expresión “mortalmente herido”. En Argentina, Uruguay y Paraguay en particular, los estudios del cuerpo efectivamente se han desarrollado desde la literatura y la antropología de las comunicaciones, haciendo de las publicaciones periódicas un objeto relevante en nuestras formas de construcción de significados. Al visitar esta exposición, recordé el trabajo del semiólogo argentino Óscar Traversa, Cuerpos de papel. Figuraciones del cuerpo en la prensa 1918-1940, publicado en 1997 y el que leemos con inquietud que los medios de comunicación y la publicidad se instalaron como espacios discursivos mediadores y portadores de un lenguaje en que la violencia sin sangre se instala desde las torturas del traje, del vestido, el morbo del cuerpo atlético y la peligrosa lectura que asocia pobreza con fealdad. Una historia del cuerpo en América Latina no puede quedarse en un repertorio de temas generales sobre la corporeidad, el poder, las imágenes o las representaciones. Para poder efectivamente hacer correlato a sus planteamientos teóricos que sostiene que el cuerpo es una ideología, entonces una historia del cuerpo en América Latina debe al menos preguntarse por una epistemologia del cuerpo en tanto concreción de la experiencia y la historicidad. Por eso digo, una historia desde el cuerpo más que del cuerpo. Nuestro cuerpo lleva las huellas de una historia, como cicatrices y marcas de un lenguaje que fuera del plano del discurso, habla de otro modo y dice otras cosas. La historiografía generalmente muestra una narración ordenada y con sentido teleológico a un conjunto de signos caóticos. La historia del cuerpo debiese partir de la impugnación de tal sentido, y permitirnos escuchar otras historias, pero también otros sentidos que, posiblemente, nunca podrán escribirse, pero al menos en la punta de mis dedos al teclear estas palabras sé que hay otras palpitaciones y otras historias que deben ser escuchadas, terribles y hermosas, nuestras historias. Como ha señalado Alfredo López Austin, en una entrevista en el diario La Jornada, una lectura desde esta posición aporta a la lectura de lo contemporáneo, pero por sobre todo a escribirlo de otro modo: “Nuestra obligación es lograr la concordancia, la congruencia de todas las distintas formas de concebir el mundo, de pensar y actuar para hacer un mundo nuevo. La idea de que el hombre no puede alterar el curso de la historia pertenece a aquellos seres adueñados del poder que se niegan a que la totalidad humana contribuya a la transformación del mundo”. Y en ese mismo espacio, en la vida cotidiana de México, suceden las cosas más sorprendentes en estos planos tanto en los del horror, revisemos las noticias del último tiempo sobre narcos y feminicidio, aunque especialmente en una noticia poco comentada de diciembre de 2009 respecto a la “prohibición” dictada por el cardenal Javier Lozano 10

Barragán, presidente emérito del Consejo Pontificio de Operadores Sanitarios del Vaticano: lesbianas, homosexuales y transexuales no entrarán nunca en el reino de los cielos. La diputada Enoé Uranga, formuló una petición a la Secretaría de Gobernación y a la Iglesia Católica sobre ese delicado tema de tipo inquisitorial-colonial, diciendo: “someto a consideración del pleno de esta soberanía la proposición con punto de acuerdo, por el que se requiere al Ejecutivo Federal demande públicamente al clero católico el cumplimiento de las leyes mexicanas empezando por su obligación de cumplir estrictamente el Principio de Laicidad que rige al Estado mexicano, la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación así como los derechos humanos de las personas gays, lesbianas, bisexuales y transgénero”. Su argumentación se construyó desde la pregunta ¿qué es un cuerpo? El Grupo de Trabajo sobre Sociología de las emociones y del cuerpo (GT26), coordinado por Eugenia Boito, Rogelio Luna Zamora, Zandra Pedraza Gómez y Adrián Scribano, en Colombia, nos propone seguir en esa senda de la transformación del mundo diciendo que “conocemos por, en y a través de nuestros cuerpos. Olemos, gustamos, tocamos, escuchamos y vemos del modo socialmente aceptado y aceptable. Reímos, sufrimos, danzamos y nos paralizamos de una manera geoculturalmente construida. Estas son algunas de las razones por las cuales emociones, cuerpo y estructuración social se anudan y mutuamente co-constituyen”. Otro de los objetivos es facilitar la construcción de un grupo de trabajo internacional, multidisciplinar y pluralista que se comprometa en la coordinación de esfuerzos para resaltar la importancia de la sociología de las emociones y los cuerpos en nuestros contextos locales, como un aporte a una Latinoamérica más justa y autónoma. Las sensibilidades y sociabilidades de las formaciones sociales de la región, tanto a lo largo de su historia colonial como en el contexto de dominación actual, son un proyecto que comparto así como la idea de una Red Latinoamericana de Estudios Sociales sobre las Emociones y los Cuerpos. No es casual, después de todo lo dicho, que en Colombia se den las expresiones más creativas, rupturistas y propositivas sobre la relación entre cuerpo, ideología y política. No puedo dejar de mencionar a la escuela el Colegio del Cuerpo (eCdC), en Cartagena de Indias, lugar tan emblemático de la historia colonial, puerto por donde entraron el 90% de los esclavos africanos. El eCdC es el resultado de un proceso de intercambio cultural, artístico y pedagógico iniciado en 1993 entre los coreógrafos Álvaro Restrepo y Marie France Delieuvin, cuando él fue nombrado Director de la Academia Superior de Artes de Bogotá ASAB y mientras que ella era Directora de Estudios del Centro Nacional de Danza 11

Contemporánea CNDC de Angers (Francia). Inició sus actividades en febrero de 1997, en Cali, ciudad emblemática de la violencia. En Septiembre de ese año el proyecto se traslada a Cartagena de Indias y desde el año 2006 se constituye como Entidad de Educación No-Formal. LA COMPAÑÍA de danza, punta de lanza del proyecto global, se compone de bailarines de situación social y económica marginal, formados de manera ininterrumpida durante una década desde su niñez en que la educación corporal es una forma de cambiar las formas destructivas de nuestra construcción social. Aprender a amar este cuerpo por medio de la danza. En la coreografía LACHRIMAE Álvaro Restrepo propuso al evento Cart (ajena) que se llevó a cabo durante el IV Congreso Internacional de la Lengua Española, una acción que involucra la palabra, una instalación plástica/sonora y la danza. A partir de fragmentos de la novela RENCOR del escritor colombiano Oscar Collazos, que aborda el tema de la prostitución infantil y juvenil en Cartagena y de la escultura sonora Surrounded in tears del artista cartagenero residente en Londres Oswaldo Maciá, se creó un evento corp/oral en el que la intención es reflexionar sobre el discurso del cuerpo a partir de la palabra escrita de Collazos y de los testimonios sonoros recopilados por Maciá. La sobrecogedora grabación de llantos de mujeres sumada a la también desgarradora narración en primera persona del personaje Keyla Rencor, encontraron un espacio y acción de resonancia en el cuerpo de los bailarines de La Compañía de eCdC. En el patio del Claustro de Santo Domingo se adecuó la instalación de Maciá, una serie de 15 megáfonos que cuelgan en el espacio de donde emana la composición sonora realizada en colaboración con el músico Michael Nyman. Lágrima, melancolía. Parece un final digno de las palabras de Violeta Parra en su autobiografía en décimas: “Cuando murió mi taitita fue un día de gran quebranto; asómate, pues, en llanto dice mi pobre mamita. Con emoción infinita Quedé clavada en la puerta, Al ver sus pupilas muertas

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Y sus penosos ronquidos, Sin palabra y sin sentido Y con su boca entreabierta. Fue tan crecida la pena, Tan grande la confusión, Que en todo mi corazón Se reventaron las venas”

Gracias

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