Estudios de historiografía lingüística hispánica ofrecidos a Hans-Josef Niederehe

June 14, 2017 | Autor: M. Esparza Torres | Categoría: Hispanic Linguistics
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Descripción

María do Carmo Henríquez Salido y Miguel Ángel Esparza Torres (eds.)

ESTUDIOS DE HISTORIOGRAFÍA LINGÜÍSTICA HISPÁNICA OFRECIDOS A HANS-JOSEF NIEDEREHE

DEPARTAMENTO DE FILOLOGÍA ESPAÑOLA UNIVERSIDADE DE VIGO

HENRÍQUEZ SALIDO, M.* do Camio ESPARZA TORRES, Miguel Ángel Estudios de Historiografía Lingüística Hispánica Ofrecidos a Hans-Josef Niederehe M* do Carino Hcnríquez Salido y Miguel Ángel Esparza Torres Vigo: Universidade, Departamento de Filología Espartóla, 1999 152 p.: 24 cm. ISBN: 922339-3-1

Todos los derechos reservados Departamento de Filología Espartóla Lagoas-Marcosende, s/n. Apaitado 874 36200 VIGO Teléfono/Fax 986 812 371 Universidade de Vigo (Caliza) e mail: [email protected]

ISBN: 922339-3-1 Depósito Legal: C-2.197 - 1999 Imprime: VENUS artes gráficas, s.a. Pocomaco - Conmha

Prof. Dr. Ham-Josef Niederehe

INDICE A presenta 9o m .......................................................................................................................................

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E l Profesor H a n s-J o sef N iederehe, por M iguel Á n g el Esparza T orres...........................

9

E ST U D IO S

A Gramática d e

R eis L obato (1 7 7 0 ) e a Gramática de la Lengua Castellana da R A E (1771): duas gram áticas do poder, por Carlos C osta A s s u n ;á o .............

25

N otas sobre el Diccionario Nacional de Ram ón Joaquín D om ín gu ez, por M iguel Á n gel Esparza T o rres.......................................................................................

39

La educación idiom ática de los nobles. A ntecedentes y continuidad de un pasaje d e A lfo n so X el S abio (Partida II), por F. G on zález O llé ..........................................

65

A s “rectifica^ons” ñas edi^ons da

Gramática do

Professor Ricardo Carvalho

C alero, por Maria do Carino H enríquez S a lid o .............................................................

73

D ie Bntstchung der rom anischen Sprachen bei friilien italienischen und rum anischen Sprachbetrachtern. Dante. Bruñí, Biondo, Cantemir.Maior e rutti quanti..., por Johannes K r a m e r ............

97

U n fantasm a bibliográfico, por Juan M . L op e B la n c h .........................................................

109

L as lenguas am erindias en

De procurando indorum salute de

José de A costa,

por A ntonio Q u i l i s ....................................................................................................................

113

Panorama de la lin gü ística española en Filipinas, por Joaquín Sueiro J u ste l.............

123

M arcas lexicais c jurídico-sem ánticas trecentistas no

Testamento de

D . L ourengo

V icente, por A m adeu T o r r e s.................................................................................................

143

APRESENTAgOM A imiversidade de Tréveris brindou umha merecida homenagcm ao Prof. Doutor Hans-Josef Niederehe, por motivo de fazer sessenta anos. O Departa­ mento de ‘Filología Española’ da Universidade de Vigo (Galiza) considerou oportuno unir-se a esta celebraron! com a prepararon! e edirom do presente vo­ lume. Som vários os motivos polos quais nos tem parecido inescusável dar públi­ co lestcmunho da nossa gralidom e admirarom polo Professor Niederehe. Nom se trata só de uní reconhecimento ‘oficial’ á sua trajectória docente e investiga­ dora, neni tampouco, únicamente, de umha expressom de agradecimento ‘iinpessoal’ polos seus contributos ao estudo da lingüística hispánica. Na verdade, a homenagem tam humilde que Ihe tributamos responde a um relacionamento muito mais estreito com o nosso Departamento e, nomeadamente, com a área de ‘Lengua Española’. O professor Hans-Josef Niederehe quijo ajudar-nos e prestigiar-nos com a sua presenta e contribuios científicos nalguns dos Congressos intemacionais, Seminários, Colóquios e Reunions científicas que temos organizado. Colabora e assessora nalguns Projectos de Invesligarom que se estám a realizar no nosso Departamento, motivo polo qual nos tem visitado eni mais de umha ocasiona, e tem-nos dado, sem duvidá-lo, quando lhe foi solicita­ do, o seu apoio para que pudéssemos empreender umha nova aventura editora: a revista Hesperia (Anuario de Filología Hispánica de la Universidad de Vigo). Por todo isto, propugemo-nos preparar um volume de estudos dentro da série ‘Publicaciones del Área de Lengua Española’, que cometamos há alguns anos. A nossa ideia original era que os estudos tratassem sobre o que tem sido uniha das linhas de ¡nvest¡ga£om predilectas do Prof. Niederehe, e isto explica os comentários de alguns professores nos sens textos, como, por exemplo, o do Prof. Juan M. Lope Blanch. Contodo, á medida que íamos recebendo trabalhos, a temática foi-se ampliando cara o ampio campo da historiografía lingüística hispánica, a história da lingua e, por último, cara a umha visom de conjunto do que poderíamos denominar a história lingüística da Románia. Após de o ter pen­ sado bem, decidimos ‘nom por portas ao campo’ e publicar o livro com os tra­ balhos recebidos antes da data marcada e que se ajustavam aos objectivos desta homenagem. Vigo, 29 de setembro de 1999. Maria do Carino Henríquez Salido Catedrática da U niversidade d e V ig o

7

El Profesor Hans-Josef Niederehe Miguel Ángel ESPARTA TORRES Universidad de Vigo

Hans-Josef Niederehe nació el 28 de mayo de 1937 en Colonia. En esa ciu­ dad, en el Gymnasium Kreuzgasse, cursó el Bachillerato, que terminó en 1957. El curso 1957/1958 se trasladó a Bonn, donde comenzó los estudios de geodesia y filología hispánica. De nuevo en Colonia, entre 1958 y 1964, estudió filología románica, filología germánica y filosofía. Tras el Staatsexamen y una breve estancia como Investigador en el «Centre de Recherches pour un Trésor de la langue fran?aise» en Nancy (Francia) dirigido por Paul Imbs, obtuvo el doctorado en filología románica y germánica en 1966. En 1973, defendió su Habilitación en la Universidad de Hamburgo, donde había obtenido, en 1964, su primer puesto do­ cente como Profesor asistente y, más tarde, en 1973, como Profesor permanente. El interés por las lenguas francesa y española queda patente desde sus escri­ tos de doctorado y habilitación: Strafie und Weg in der gallommanischen Toponomastik — donde se encuentran huellas del interés que, en el joven estudiante, había suscitado una disciplina tan alejada de la filología como la geodesia— y Die Sprcichauffassung Alfons des Weisen. Studien zur Sprach- und Wissenscliaftsgeschiclite. Aquí vemos ya configurados los campos de investigación que, con enorme constancia, desarrollará Hans-Josef Niederehe a partir de 1974, después de obte­ ner la Cátedra de filología románica de la Universidad de Tréveris. A partir de entonces, con la única excepción del Semestre de verano de 1993, en que fue nombrado Director Interino del «Romanisches Seminar» de la Universidad de Halle, toda su vida personal y profesional está ligada a aquella Universidad, des­ de la que, sin embargo, Hans-Josef Niederehe ha desplegado una actividad nacio­ nal c internacional intensísima que acabó por convertir la Universidad de Tré­ veris — fundada en 1473 y refundada en 1970— en un nuevo foco de interés para romanistas de todo el mundo. AI margen de los numerosos congresos y reuniones que ha organizado du­ rante estos más de treinta años, pueden dar una idea de su actividad algunos de estos datos: desde 1978, Director del «Centre d’études québécoises» de la Uni­ versidad de Tréveris; en 1985, Vicepresidente de la Asociación Alemana de Estu9

dios Canadienses y Tesorero de la Asociación Alemana de Hispanistas; en 1987, Presidente de la Asociación Alemana de Estudios Canadienses; en 1989, Vice­ presidente del Consejo Internacional de Estudios Canadienses; desde 1991 hasta 1993, Presidente del Consejo Internacional de Estudios Canadienses. Entre las publicaciones periódicas que ha promovido, destacan por su reper­ cusión internacional las siguientes: Historiographia Lingüistica (Amsterdam, John Benjamins), editada desde 1976 en colobaración con Konrad Koerncr; Zeitschrift der Gesellschaft fiir Kanadastudien (Neumünster: KarI WachholtzVerlag), editada entre 1981 y 1990 en colaboración con Kurt Jiirgensen; y, final­ mente, Romanistik in Geschichte nnd Gegenwart (Hamburg, Buske), que edita en colaboración con Johannes Kramer. A estas revistas habría que añadir la serie Canadiana Románica (Tübingen, Niemeyer), editada desde 1987 en colabora­ ción con Lothar Wolf. Aunque más arriba nos referíamos a dos campos de investigación predomi­ nantes, en realidad la tarea investigadora de Hans-Josef Niederche abarca cam­ pos muy diferentes, desde la historiografía lingüística hasta la sociolingüística, con ocasionales aproximaciones a temas de teoría lingüística o de aplicación de los nuevos métodos de la lingüística informática, ambas cosas en momentos en que aquello constituía una novedad. Tampoco es rigurosamente exacto que se haya limitado en su investigación a las dos lenguas mencionadas, pues no sólo español o francés, sino también italiano, occitano o las lenguas americanas en­ cuentran espacio entre sus publicaciones. De todo ello da fe la lista de publica­ ciones que a continuación facilitamos. 1. 1966. Reseña a: Guntram Plangg. 1962. Die rdtoromanischen Flnniamen des Brandnertales. Innsbruck: Spraclnvissenschaftliches Instituí der Leopold-Franzens-Universitat. Romanistisches Jahrbuch 17, 185-187. 2. 1966. Reseña a: Wolfgang Roth. 1965. Beitirige zttr Fonnenbildnng von lat. ‘esse’im Romanischen. Bonn: Romanisches Seminar der Universitat. Romanistisches Jahrbuch 17, 178-180. 3. 1967. Strafie and Weg in der galloromanischen Toponomastik. (Diss. Koln.). Genéve: Droz & Paris: Minard. 4. 1967. Reseña a: Jean d’Outremeuse. Ly Myreur des histors. Fragment dn second livre (année 794-826), publié par André Goosse. Bruxelles: Palais des Académies, 1965. Romanistisches Jahrbuch 18, 162-165. 5. 1968. “Boursault - Le Mercure galant.” Dasfranzósische Theater, hg. Jür­ gen v. Stackelbcrg, 333-351. Düsseldorf: Bagel. 6. 1968. “Wort- und Namenerklárungen in Leomartes «Sumas de historia troyana».” Romanistisches Jahrbuch 19, 233-251. 7. 1968. Reseña a: Claus Riessner. 1965. Die «Magnae derivationes» des Uguccione da Pisa und Hire Bedeutung fiir die romanische Philologie. Roma. Romanistisches Jahrbuch 19,163-166. 10

8. 1968. Reseña a: D’Arco Silvio Avalle. 1965. Latino ‘circa romangum’ e ‘rustica romana lingua’. Padova: Editrice Antenore. Romanistisches Jahrbuch 19, 166-167. 9. 1969. “Boccaccio als Etymologe.” Philologische Studien fiir Joseph M. Piel, 166-171. Heidelberg: Winter. 10. 1970. Reseña a: Hans Wilhelm Klein & André Labhardt, eds. 1968. Die Reichenauer Glossen I. München: Hueber. Romanistisches Jahrbuch 21, 172-175. 11. 1970. Reseña a: Manfred Hofler. 1967. Untersuchungen zur Tuch- und Stoffbenennung in derfrz. Urkundensprache. Vom Ortsnamen zum Appellativum. Tiibingen: Niemeyer. Romanistisches Jahrbuch 21,216-219. 12. 1971. Reseña a: Eddy Roulet. 1969. Syntaxe de la proposition nucléaire en frangais parlé. Etude tagmémique et transformationellc. Bruxelles: AIMAV. Romanistisches Jahrbuch 22, 216-219. 13. 1971. Reseña a: Melanges de Linguistique et de philologie romanes dédiés a la ntémoire de Pierre Fouché. Réunis par Georges Matoré avec la collaboration de Jeanne Cadiot-Cueilleron. Paris: Klincksieck. Romanis­ tisches Jahrbuch 22, 191-199. 14. 1972. “Madrider Wirtshausnamen. Einige Anmerkungen zur Theorie der Eigennamen.” Beitrage zur Romanistik und AUgemeinen Sprachwissenschaft. Festschrift Wilhelm Giese, 103-124. Hamburg: Buske. 15. 1972. Reseña a: Joan Coraminas. 1972. Tópica hespérica. Estudios sobre los antiguos dialectos, el substrato y la toponimia romances. Madrid: Gredos. Romanistisches Jahrbuch 23, 276-277. 16. 1973. “Gargantuas Schulbücher oder: Das Problem des Fortschritts in der Spracinvissenschaft." Romanistisches Jahrbuch 24, 50-60. 17. 1973. Reseña a: Francisco Rico. 1972. Alfonso el Sabio y la «General estoria». Tres lecciones. Barcelona: Ariel. Romanistisches Jahrbuch 24, 408-412. 18. 1973. Reseña a: Gisela Hilder. 1972. Der scholastische Wortschatz bei Jean de Mean. Tubingen: Niemeyer. Romanistisches Jahrbuch 24, 193-196. 19. 1974. “Die Sprache der Wissenschaft - ein Problem der Sprachwissenschaft.” Semantische Hefte 1, 84-112. 20. 1975. “Derivado. Zur linguistischen Terminologie des ausgehenden Mittelalters.” Filología y didáctica hispánica. Homenaje al Profesor HansKarl Schneider (= Romanistik in Gcschichte und Gegemvart; 1.), 243254. Hamburg: Buske. 21.1975. Navarro, José María & Studemund, Michael & Niederehe, Hans-Josef & Haarmann, Harald, eds. Filología y didáctica hispánica. Homenaje al Profesor Hans-Karl Schneider. (= Romanistik in Geschichte und Gegenwart; 1.). Hamburg: Buske. 11

22. 1975. Die Sprachauffassung Alfons des Weisen. Studien zur Sprach- und Wissenschaftsgeschichte. (= Beihefte zur Zeitschrift fiir Romanische Philologie; 144.) fHabilitationsschrift]. Tiibingcn: Niemeyer. 23. 1976. “Friedrich Diez und die Etymologic des 13. Jahrhunderts.” Niederehe & Haarmann 1976, 21-31. 24. 1976. Edmund Stengel. Chronologisches Verzeichnis Franzósischer Grammatiken vom Ende des 14. bis zum Ausgange des 18. Jahrhunderts. (= Studies in the History of Linguistics 8.) Nachdruck, mit einem Anhang von Hans-Josef Niederehe. Amsterdam: J. Benjamins. 25. 1976. Niederehe, Hans-Josef & Haarmann, Harald, eds. In Memoriam Friedrich Diez. Akten des Kolloquiunis zur Wissenschaftsgeschichte der Ronuinistik, Trier 2. - 4. Okt. 1975. (= Studies in the History of Linguis­ tics; 9.). Amsterdam: J. Benjamins. 26. 1977. “Das Franzosische in Quebec: Ein sprachgeschichllicher Modellfall.” Niederehe & Schroeder-Lanz 1977, 194-207. 27. 1977. Niederehe, Hans-Josef & Schroeder-Lanz, Hellmut, eds. Beitrage zur landeskundlich-linguistischen Kenntnis von Quebec. Trier: Geographische Gesellschaft. 28. 1977. Reseña a: K. Reichel. 1976. «Tractatus de Granunatica». Einfalschlich Robert Grosseteste zugeschriebene spekulative Granunatik. Edi­ tion und Konunentar. München; Paderborn & Wien: Schoningh. Indogermanische Forschungen 82, 226-229. 29. 1977. Reseña a: Mirko Tavoni. 1975. // discorso lingüístico di Bartolo­ meo Benvoglienti. Pisa: Pacini. Historiographia Lingüistica 4, 106-110. 30. 1978. “Das Franzosische in Quebec.” Merian Ranada: Quebec, 115. Hamburg: Hoffmann & Campe. 31. 1978. “Okzitanien: Wiederbelebung einer Sprache.” Dokwnente. Zeits­ chrift fiir iibernationale Zusanunenarbeit 1978, 1/34, 39-45. 32. 1979. “Bibliografía cronológica de la historia, de la gramática y de la lexi­ cografía del español (BICRES). Notificación de un proyecto.” Historio­ graphia Lingüistica 6, 136. 33. 1979. Reseña a: E. F. Tuttle. 1975. Studies in the derivational suffix '-aculum’: Its Latin Origin and its Romance Development. Tiibingen: Nieme­ yer. Nueva Revista de Filología Hispánica 28, 156-159. 34. 1979. Reseña a: José A. Pascual. 1974. La traducción de la «Divina Com­ media» atribuida a D. Enrique de Aragón. Estudio y edición del Infierno. Salamanca: Universidad. Zeitschrift fiir Romanische Philologie 95, 245247. 35. 1980. Koemer, Konrad & Niederehe, Hans-Josef & Robins, Robert H. eds. Studies in Medieval Linguistic Thought dedicated to Geoffrey L. BursillHall. (= Studies in the History of Linguistics; 26.). Amsterdam. J. Ben­ jamins. 12

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21

ESTUDIOS

A Gramática de Reis Lobato (1770) e a Gramática de la Lengua Castellana da RAE (1771): duas gramáticas do poder Carlos Costa ASSUN£ÁO UTAD

0. Que a gramática ocidental nasceu na Grécia antiga, no século II a.C., e que foram os filósofos, principalmente Platao e o seu discípulo Aristóteles, os primeiros a teceram considera5Óes várias e valiosas sobre a linguagem é urna verdade insofismável. Se Iermos atentamente o Crátilo e o Filebo encontramos referéncias á classificafáo de vogais e consoantes e já se fala em partes do dis­ curso; da leitura do Organon e da Poética de Aristóteles chegaremos ás nofóes de vogal, consoante, conjunto, artigo, nome, verbo e de caso. Que os romanos copiaram a gramática dos gregos — de Aristarco, de Dioni­ sio, entre outros— e a desenvolverán! até ao despontar das gramáticas vulgares e que estas, por sua vez, seguiram os gregos e os latinos é um truismo indiscutível. Que no século XVIII as gramáticas vernaculares se come^aram a emancipar definitivamente em relagao its grega e romana c que, esta emancipado tem por substracto as cogetnina^oes filosóficas de Descartes, Bacon, Locke e Condillac, entre outros, é urna asser§áo indesmentível. E é assim que no século das luzes a teorizado gramatical evoluiu á semelhan^a do que acontece com outras áreas do saber. Representando o Iluminismo “urna alitude mental de controvérsia e de afir­ m a d o ” (Banha de Andrade 1982, 638) opóe-se a um sistema de ensino tradicio­ nal rejeitando os métodos utilizados e as teses que eram o suporte das ciencias lógicas e físicas, apresentando no vos métodos e dando á experimentado primazia em relado á metafísica, devendo-se aos iluminados a generalizado das teses e dos argumentos que a consideravam inútil e causadora do atraso científico a que Portugal e Espanha estavam votados. Os expoentes desta p osid o foram a ni­ vel da Lingua Portuguesa Bluteau, Verney, com o Verdadeim Método de Estudar, o jesuíta Inácio Monteiro e a própria Companhia de Jesus, o Oratoriano, D. Manuel do Cenáculo, mentor dos planos de estudos das ordens religiosas e pre­ sidente da Real Mesa Censória, Pombal, Lobato, Meló Bacelar, entre outros. Em Espanha foram Feijoo, Sarmiento, Mayans o Forner, Antonio de Campmany e Gaspar Jovellanos (Lázaro Carreter 1985, 175). 25

1. A Gramática de la Lengua Castellana, publicada no ano de 1771, um ano após ter saldo, em Portugal, a Arte da Grammatica da Lingua Portuguesa de António José dos Reis Lobato, é urna obra colectiva da responsabilidade da Real Academia Espanhola e cometa a ser preparada trinta anos antes da sua publica?ao e portanto nunca foi concebida como algo acabado, perfeito e definitivo e daí as alterares que sofreu em edades posteriores. Apresenta-se como urna s o lu t o encontrada pela RAE para a afirmasáo do Castelhano como lingua vul­ gar e para a sua utilizado a nivel do sistema educativo. Foi a primeira gramáti­ ca escolar do castelhano nascida da premente necessidade de proceder á substi­ tu id o do latim, que dominava, e da gramática que, em Espanha, era o seu sus­ tentáculo: a Gramática Latina do portugués Manuel Alvares. Expulsos os jesuí­ tas de Espanha, tanto o Rei como os seus ministros trabalharam activamente e de 1767 a 1771 foi feita unía verdadeira reforma educativa. Com efeito, em 1767, ñas actas da RAE, pode ler-se: "...Hace mucha falta una gramática completa en nuestra lengua para aprender con método y sobre principios y reglas seguras; que esta obra no sólo será de utili­ dad pública, sino también de gran crédito a la Academia saliendo con la perfección que se debe esperar de ella...” (RAE, Actas, 1767).

Posteriomente, em 1780, Carlos III ordenava: "...en todas las escuelas del reino se enseñe a los niños su lengua nativa por la gramática que ha compuesto y publicado la Real Academia de la Lengua; previ­ niendo que a ninguno se admita a estudiar latinidad sin que conste antes estar bien instruido en la gramática española” (Lázaro Carreter 1985, 189).

A gramática de RAE é, assim, imposta pelo poder. Em Portugal, passava-se rigorosamente o mesmo e é com o mesmo intuito que aparece o texto lnstrucgoens para os professores de grammatica latina, grega, hebraica, e de rhetorica, Ordenadas e mandadas publicar por El Rey nosso Senhoi; para o uso das Es­ colas novamente fundadas uestes Reinos, e sens Dominios, impresso em Lisboa, na Offic. de Miguel Rodrigues, Impressor do Eminentissimo Senhor Cardeal Patriarca, em 1759, que foi publicado no seguimento, e com a mesma data, do Alvará Régio de 28 de Junho de 1759, que dita a exliníáo de todas as escolas que utilizem o método jesuítico mormente o ensino da gramática do P. Manuel Alvares e em que sua Majestade “ha por bem reparar os Estudos das linguas La­ tina, Grega e Hebraica, e da Arte da Rethorica, da ruina a que estavao reduzidas”. Em rela9áo ao ensino da lingua portuguesa, o texto pombalino, no pará­ grafo quarto, diz: "Todos os Homens sabios uniformemente confessaó, que deve ser em vulgar o Methodo para aprender os preceitos da Grammatica; pois nao ha maior absurdo, que intentar aprender huma Lingua no mesmo idioma que se ignora”.

O ensino obrigatório de urna gramática da lingua portuguesa foi, sem dúvida, importante, principalmente porque fixou a norma. E este foi, sem diívida, o 26

grande aspecto ¡novador de Pombal em relagáo á aprendizagem da lingua mater­ na: transpós para a escola e para a administragáo pública a obrigatoriedade da uti­ lizad o do portugués a nivel do Estado, nos diversos sectores da vida pública á semelhanga do que se fazia na Europa, embora o segundo aspecto já fosse defen­ dido desde D. Dinis. Neste sentido, entra assim ñas preocupagoes da Administrado Pública urna nova concepdo no respeitante ao ensino da lingua portuguesa, ao lugar que ela deve ocupar no sistema educativo e á sua importan­ cia para a valorizado e elevado do nivel social, das condigóes de convivio e até do progresso material. Também a introdugáo na escola de urna gramática da lingua portuguesa e, principalmente, a obrigatoriedade da sua utilizagáo, possibilita a reflexao sobre o estudo da lingua e converte-se numa espécie de poder gramatical que vai fun­ cionar como urna forma de poder, urna vez que aparece como um instrumento centralizador do Estado. É a Arte da Granunatica da Lingua Portugueza de António José dos Reis Lobato que vai ser esse instrumento, como nos é dito no Alvará Régio de 30/9/1770: ELI ELREY. Fago saber aos que este Alvará virem, que em Consulta da Real Meza Censoria me foi presente, que sendo a correcgao das linguas nacionaes hum dos objectos mais attendiveis para a cultura dos povos civilizados, por dependerem della a clareza, a energía, e a magestade, com que devem cstabelecer as Leis, per­ suadir a verdade da Relegiáo, e fazer uteis, e agradaveis os Escritos (...): Sou ser­ vido ordenar, que os os Mestrcs da lingua Latina, quando receberem ñas suas Clas­ ses os discípulos para lha ensinarem, os instruáo previamente por tempo de seis mezes, se tantos forem necessaries para a instrugáo dos Alumnos, na Grammatica Portugueza, composta por Antonio José dos Reis Lobato, e porMim approvada pa­ ra o uso das ditas Classes, pelo methodo, clareza, e boa ordem, com que he feita.

Em suma, Gramática de la lengua Castellana e Arte da Grammatica da Lingua Portugueza, nascidas de um contexto semelhante, sao as primeiras gra­ máticas escolares vernáculas oficiáis de Espanha e Portugal. 2. As introdugoes ás duas gramáticas sao coincidentes na apologia que fazem do ensino da lingua materna contra o ensino do latim, que dominava. Lobato defende a aprendizagem da gramática da lingua materna lembrando que já os antigos Romanos ensinavam a gramática da lingua latina, o que se traduzia em falar a lingua com correcgáo por um lado e a de perceberem o seu funcionamento e o funcionamnto das linguas estrangeiras por outro, estando assim os alunos melhor preparados para aprenderem com muita facilidade qualquer outra lingua. Á semelhanga do que fez Juan Caramuel, em Espanha, Lobato pugna pela criagao de escolas onde se fale e aprenda a lingua portuguesa, lembrando, a pro­ pósito, que o mesmo já tinha sido defendido por Joño de Barros, Amaro de Ro­ borado, Contador de Argote e António Félix Mendes: 27

“E a lingua materna se ha primeiro ensinar per arte aos meninos. Para o que fora de muita importancia crear-sc huma Cadeira ao menos nas Cortes e Universi­ dades... SaberSo os principiantes per arte em poucos annos, e mclhor a lingua ma­ terna, que sent arte sabcm mal per muitos annos com pouca certeza a poder de muito ouvir, e repetir... e seráo mais certos, e apontados no que fatlSo, e escrevem. Terito mais copia de palavras e usarño deltas com mais propricdade. Porque per falta de regras, ainda nas Cortes e Universidades, se fallSo c escrevem palavras necessitadas de emenda. SaberSo per regra de compor, e derivar ampliar a lingua materna e ajuntar-lhe palavras externas com soffrivel corrufSo c formar outras, para que com menos rodeios se possam explicar os conceitos, e as sciencias, quando na ma­ terna sc qucirao explicar” (Lobato 1770, X-Xl).

O gramático considera ser tarefa ávdua, pois, na escola portuguesa de entao, “os Mestres das escolas de 1er de ordinario nao tern instruc?ao necessaria para ensinarem a fallar, e escrever a lingua portugueza por principios” (p. XI). Esta falla de preparado é preocupante, pois os defeitos e os vicios aprendidos na lenra idade difícilmente se perdem. Neste sentido, Lobato advoga a cria^ao de escolas e essencialmente o recmtamento de professores que livessem perfeito conhecimento dos principios da lingua materna, urna vez que só estes seriam capazes “de ¡Ilustrar aquelles tenros engenhos sepultados nas sombras da igno­ rancia natural” (p. XII). A aprendizagem decorreria de urna forma fácil: os alunos leriam “hum autor de historia Portugueza de frase pura, e fácil” a que segui­ ría urna reflexáo sobre o funcionamento da lingua onde vissem praticadas e explicadas as regras. Esta forma de ensinar permitiría á crianza nao só aprender a lingua materna como tambóm fícar com cultura da História de Portugal que, aperfeigoadas na adolescencia, permitirían! ao país fícar com “sujeitos capazes para exercerem os officios públicos de escrever nos Audito­ rios, Tribunaes e Secretarias, sem a impcrfei^üo de fallarem, e escrcverem a lingua portugueza com crros, que commummente se notao nos que servem os sobreditos empregos” (p. XIII).

Para o autor, este estado caótico da aprendizagem da lingua materna radica no desprezo pelo ensino da gramática vernácula e naqueles que considerar» supérfluo o seu ensino e só com a reforma do ensino feita no reinado de D. José, sob a orientado do Marqués de Pombal, foi possível dar um salto qualitative pois foram criadas novas escolas com novos professores. É dentro deste espirito que Lobato escreve a sua obra e é este espirito que enforma toda toda a doutrina da Real Academia Espanhola. Para os autores da GRAE a gramática é indispensável para se poder falar a sua lingua de urna forma correcta, pura e fácil “Sobre ninguna de estas cosas se hace reflexion ántes de entender el arte, y así es difícil que sin él hablemos con propiedad, exactitud, y pureza” (GRAE 1771, III). A de Lobato tem como fontes as gramáticas dos franceses Restaut e Buffíer, dos ingleses Peli e Martin, dos italianos Benedito Dogacci e Salvador Corticelli, dos castelhanos Nebrija, Gonzalo Correas, Juan Caramuel e Bento Martins Gomes Gaioso; para além destes faz referéncia aos gramáticos latinos Sánchez, 28

Vóssio, Perizónio, Escalígero, Schióppio e Lancelot1. Estes últimos autores sao citados, ao longo da introdu5áo, várias vezes. Também os textos destes autores sao fontes da Gramática de la Lengua Castellana, entre muitos outros, ainda que na introdujo apenas sejam referidos Nebrija, Gonzalo Correas c Jiménez Patón. Outro aspecto a relevar é a constante referencia, na Introdujo da Arte da Grammatica da Lingua Portugueza, a Sánchez, ignorado pelos autores da GRAE. 3. Lobato define gramática portuguesa como “a Arte, que ensina a fazer sem erros a oratjao Portugueza” (Lobato 1770, 1), concluindo “ser a orafao Portugueza o fim das regras da Grammatica Portugueza” (p. 1). Desta nota se concluí ter bebido o autor em Sánchez de las Brozas que define a gramática «La oración o es el fin de la gramática» (Sánchez 1976, 48). Lobato acrescenta ainda que “da ora^ao Portugueza sao partes as palavras, ou vozes Portuguezas” (Loba­ to, p. 2). A mesma definido dá Figucircdo na sua gramática latina: “A gramma­ tica Latina he huma Arte, ou Collecfño de Regras, e preceitos, que ensináo a fazer com acertó e livre de erros a Ora^ao Latina... Desta Ora^'ao, que he a fim da grammatica sao partes as vozes, as syllabas, e as letras” (Lobato, p. 1). Os auto­ res da GRAE definem gramática como “arte de hablar bien” (GRAE 1771, 1). A preocupado em alcanzar um estatuto científico para a gramática nao é urna preocupado apenas do Renascimento ou do Lluminismo. Foi urna constan­ te ao longo de todas as épocas, ainda que se tenha manifestado com mais acuidade nesses períodos. Com efeito para muitos dos gramáticos do Renascimento, quer gramáticos latinos, quer gramáticos das línguas vulgares, a gramática aparecía como “ars pure loquendi scribendique”, mas Escalígero, guiado pelo racionalismo aristoté­ lico apresenta a gramática como “nam quod addunt, recte scribendique artem esse: bis peccat, ñeque enim est ars, sed scientia” (Lozano 1992, 47), advogando, assim, para a gramática um estatuto de ciencia. Estava lansado o mote para urna discussao que durou séculos ganhando defensores e antagonistas ao longo dos tempos, quer urna, quer outra: para uns o ttsus prevalecía sobre a ratio, para outros era a ratio que prevalecía sobre o usus. Foi no Renascimento que a discussao mais se acentuou. Sendo o usus urna característica principal do Humanismo gramatical do século XV, aparecendo a

(II Indicaremos as obras principáis destes autores: Pierre Restaut, Principes gfnéreaux el raisonn/s de la fírammaire Pran(vise, p a r demandes el p a r response (1730); Buffier, La Crammaire Franpoise sur un plan nouveau. Pour en cendre les principles plus claires el la pratique plus aisée. Paris (1709); Daniel Martin. Grammatica Gallica. cuín syntaxi concimala in usual juvenlutis. potissimus germanicue (1619); Salvadora Corticclli, Rególe ed osservaeioni della lingua toscana ridotte a método ed in tre libri: A. Nebrija, Gramática de la lengua Castellana: Gonzalo Correas. Trilingüe de tres artes de las tres lenguas Castellana, latina. I griega, todas en Romance: F. Sanchéz de las Brozas, Minerí a, sen de causis linguae Intiune (1587); Gerard Jo5o Vóssio. De arte grammatica libri septem (1635); Júlio César Escalígero. De causis linguae libri tredecim (!5d0); Schióppio, Granunatica Pliilosopliica (1659); Claude Lancelot c Antoine Amauld, Grainmaire générale el raisonnée (1660).

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gramática mais descritiva e com urna finalidade didáctica ¡mediata, come^a-se a pensar que este caminho se terá esgotado e aparecen! os gramáticos racionalis­ tas. Assim, e no século XVI, o critério do usas já nao é suficiente para se cons­ truir urna gramática de urna lingua qualquer, é necessário explicar o porqué. A verdadeira mudanza de perspectiva surge em Escalígero na sua obra De causis linguae latinae onde se pretende sustentar com fundamentos de ordem filosófica toda a trad¡9ao anterior. O autor está convicto de que a gramática é um ramo da filosofía “cuius profecto indico grammaticam non solum esse philosophiae partem, id quod nem sanus negat, sed ne ab eius quidem cognotione dissolui posse intelligercmus.” (idem, p. 48) Sem negar em nenhum momento o usas, Escalígero e seus seguidores pre­ tenden! adicionar a esse critério um outro, o da ratio, considerado, como já tinlia sido por Aristóteles, o instrumento de todas as ciéncias “Eteniam quo pacto manus instrumentorum instrumentum est: sic ratio scientarum.” (idem, p. 48). Desta forma, a partir de Escalígero, a gramática volta a recuperar a ratio que havia perdido na primeira geragao de humanistas. Manuel Alvares, na sua gramática latina, segue mais os primeiros humanis­ tas, sem no entanto descurar os segundos. Alvares "ocupa um lugar que se nao é de equilibrio, por causa da sua louvável tendencia humanística para um dos lados (o do usas), pode dizer-se dizer-se situado inteligentemente entre a ratio e o usas.” (Torres 1988, 22). Existem frases, ao longo do seu texto gramatical, que justifican! o que afirmámos: “Nao se esteja demasiado solícito em investigar as razoes, porquanto mais do que a razao interessam a vontade e o uso dos melhores autores, vontade e uso preferíveis ás leis de todos os gramáticos”; “contcntcm-se os jovens com o conhecimento da sintaxe e deixem a subtáncia aos dialécticos”; “E assim, na míngua de leis gramaticais seguras por parte dos peritos, observaremos e guar­ daremos diligentes o que espontanea e elegantemente nos disseram.a fim de o propormos á nossa imita9ao, sem necessidade de confronto com a cstreiteza da norma gramatical”; “Resta ver, pois, se as partes da oni9ao se coadunan! entre si, tal como exige o modo correcto (recta ratio) da gramática” (idem, pp. 21-22). No século XVm , em Portugal e em Espanha, a bipolariza9Üo também se faz notar: a gramática como ciencia e como arte, embora tenha prevalecido na maioria dos gramáticos, quer latinos, quer portugueses o conceito de gramática como arte, significando arte a faculdade de prescrever regras c preccitos para fazer com correc9áo as coisas. Esta concep 9ao de gramática aparece também em Reis Lobato que a define como “arte, que ensina a fazer sem erros a ora9ao portugueza” (Lobato, p. 1), como já vimos, encontrando a gramática a sua razao de ser no uso donde deri­ van! e inciden! todas as regras: 30

Gramática

Estamos peíante urna c o n cep to de gramática cuja finalidade é manifestamente prática, o usus. Na verdade, Lobato, logo no inicio da Introdujo á sua Arte da Grammatica da Lingua Portuguezo, dá-nos essa visao: “Por duas razoes se faz indispensavelmentc precisa a noticia da grammatica da lingua materna: primeira, para se fallar sem erros: segunda, para se sabcrem os fundamentos da lingua, que se falla usuaímente.” (Lobato, p. VII). A RAE, definindo gramática como arte de falar bem, tem como finalidade imediata o usus, o que implica existencia de urna competencia comunicativa normativizada, o que se depreende também em Lobato. Portanto para a RAE a gra­ mática existe para uniformizar o usus, donde derivam e incidem, por conseguinte, todas as regras e preceitos da arte (Sarmiento, 1984, 40):

Gramática

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A doutrina das partes da oragáo apareceu em duas grandes classificagóes: a dos gramáticos que, de acordo com a tradigáo latina, distinguiam oito partes e a daquelcs que, de acordo com com urna concepgáo racionalista da lingua, as rcduziam a tres, iríais de acordo com a tradigao das gramáticas gregas. Esta última coirente dominou as gramáticas de fináis do século XVII e principios do sáculo XVIII, período de um racionalismo lingüístico, que tinham como suporte princi­ pal, para além de Aristóteles, o racionalismo cartesiano. Reis Lobato opta pela primeira classificagao e afasta-se bastante do logicismo que o racionalismo de Descartes tinha incutido ñas gramáticas: Na lingua Portugueza ha nove especies de palavras, de que como partes póde constar a orag3o Portugueza; a saber: Artigo, Nome, Pronome, Verbo, Participio, Preposigao, Adverbio, C onjugado, Interjeigáo.Destas as primeiras cinco sao declinaveis, por variaren! a terminayao, isto he, a ultima syllaba com mudanzas, ou accrescentamento de letras; e as outras sao indeclinaveis, por conscrvarem sempre a mesma terminado (Lobato 1770,7).

Também os autores da GRAE seguem a mesma classificagáo('G/M£, 1771, pp. 2-3): (...) las palabras... en nuetra lengua son nueve, por este órden. 1. Nombre. 2. Pronombre. 3. Artículo. 4. Verbo. 5. Participio. 6. Adverbio. 7. Preposición. 8. Conjunción. 9. Interjección.

Estas classificagóes nao sao novas na gramatologia portuguesa e espanhola e seguem quer a tradigao latina, quer a grega: TradigSo Latina

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Fernüo de Oliveira

Joño de Barros

Amaro de Roboredo

artigo nome pronome advérbio verbo p rep ó sito conjunyilo

artigo nome pronome verbo advérbio participio conjungSo prcposigSo interjeifüo

nome prcposiy3o verbo advérbio conjungao

TradigSo Latina A. Nebrija nome Pronome Verbo Participio PrcposigSo Advérbio ConjungSo rnterjeigilo

Tradigao Grega G. Correas Nome Verbo DicgSo

Tradigao Grega L. Villalón Nome Verbo Dicgao

É de realzar, aínda, que as partes orationis das gramáticas até fináis do século dezoito ocupavam parte substancial dos compéndios gramaticais, ficando a sintaxe relegada para um plano secundário. Dos dezoito livros das Institutiones Grammaticae de Prisciano, apenas tres sao dedicados á sintaxe e os restantes á morfología; Joño de Barros conferiu, igualmente, um papel secundário ñ sintaxe: dezanove páginas á sintaxe e cinquenta á morfología; os autores da GGR (PortRoyal) ocuparam a sua gramática com oitenta páginas de morfología e seis de sintaxe; Lobato dedica cento e sessenta e trés á morfología e quarenta e nove para a sintaxe; a gramática da RAE apresenla-se com trezentas e quarenta e oito pági­ nas de morfología e cento e vinte e oito de sintaxe. Ñas gramáticas filosóficas de que acima falámos deve destacar-se o tratamento dado por Moráis Silva á Sintaxe ñas trinta e oito páginas que Ihe dedica e que revela um estudo evoluído para o tempo e que se poderá considerar como o grande precursor de Epifanio Dias. Com efeito no Livro II, dividido em quatro capítulos, Moráis deu amplitu­ de a sintaxe, que chama regias da composigao. Pela primeira vez, depois de Contador de Argote (1721), que fizera um esbozo, a sintaxe portuguesa mereceu estudo meticuloso. Ao estudar a sentenfa, que concebe como num sentido perfeito, divide-a, segundo os logicistas (PortRoyal, Abade Condillac, Conde Destutt de Tracy) em sujeito, atributo e verbo, divisao tripartida que se atribuí a Aristóteles. Nao aceita sentenfa sem verbo. Da sintaxe esluda somente a concordancia e a regencia. Simplifica o estudo das figuras, assinalando a elipse, o pleonasmo e o hipérbato. E, dentro dessas trés figuras, como particularidades, estuda a zeugma, a enálage, a perissologia, e a sínquese. Ao estudar os vicios da composicáo, detém-se na anfibología, no barbarismo e no solecismo. A tendencia de sobrevalorizar a morfología em relafáo á sintaxe teve continuidade e, no século XX, encontramos compendios gramaticais de autores con­ sagrados, que a omitem quase por completo: Serafim Silva Neto dedica-lhe nove páginas das seiscentas e trinta páginas que constituent A Historia da Lingua Portuguesa; Ismael Lima Coutinho ignora-a por completo na sua Gramática Histórica; Said Ali, na Gramática Histórica da Lingua Portuguesa constituida por trezentas e trinta e urna páginas, reserva-lhe noventa e seis páginas. 6. Um trabalho desta natureza é sempre inacabado. No entanto, há algumas linhas demarcadoras que se podem inferir do que acima afirmámos. Com efeito, existem muitas semelhan^as entre a gramática de Lobato e a da RAE: publicado (1770 e 1771), o mesmo estatuto formam as primeiras gramáticas oficiáis para a aprendizagem do Portugués e do Castelhano, e em ambos os prólogos se faz a apologia e a defesa das respectivas línguas e da sua gramática, sobre a Lingua La­ tina e sobretudo a gramática latina que dominava. A mesma ligafño ás gramáti­ cas tradicionais, em especial ás gramáticas latinas dos séculos XVI e XVII, am­ bas sao importantes pelo poder poder oficial. E, nao nos parece, em termos de substancia gramatical que baja diferenfas que merefam ser apontadas, o mesmo nao se podendo dizer em termos formáis onde aparecem diferenfas significativas. 35

As difereri9as substantivas aparecem ñas gramáticas filosóficas posteriores, as de Bacelar, de Moráis e de Soares Barbosa que apresentam conceitos gramalicais nao arreijados ás gramáticas tradicionais e por isso sao ¡novadores, dao um tratamento mais desenvolvido á sintaxe e neste sentido poder-se-ao considerar precursoras das gramáticas das décadas de 80 e 90 do nosso século. Conclui-se, também, que com estas tres gramáticas, o gramaticalismo portugués entra em ruptura com o passado e dá um enorme contributo para o gramaticalismo portu­ gués posterior e para o gramaticalismo castelhano cuja primeira gramática filo­ sófica aparece em 1831. 7. Bibliografía A. A. Banlia de Andrade. 1982. Contribuios para a Historia da Mentalidade Pedagógica em Portugal. Lisboa: Imprensa Nacional Casa da Moeda. Baccllar, Bernardo de Lima e Mello. 1783. Graiwnatica pliilosophica e orlhographia racional da

lingua portugueza, para se pronunciaran e escreverem com a ca lo os vocabulos d'este idio­ ma. - Lisboa, na Off. de SimSo Thadeo Ferreira, 8o, de 196 págs. [B.M.P.: I-D-6A], [U.C. 1 - (23) - 22 - 323] (vem tambem textualmente incluida no principio da obra: d ic c io n a r io da Lisboa, na Off. de José d'Aquino Bulhñes, 1783. 4o. de x-75-582 p. [N.B.: O Dicionário existe na B.M.P.: 1-4-35]. Existe a edigáo fac-similada da edigáo de 1783, com introdugáo e notas de Amadeu Torres, Academia Portuguesa de História, Lisboa, 1996.

l in g u a p o r t u g u e z a .

Barbosa, Jeronymo Soares. 1822. Grammatica Philosophica da Lingua Portugueza ou Principios da Grammatica Geral applicados á Nossa Linguagem. - Publicada de ordem da Academia Real das Sciencias. Lisboa, na ’lyp. da mesma Acad., 4o. [BNL: L. 296 / 97 V.J — Segunda edigáo, Ibi, 1830. xix-458 pags. 4o. [B.M.P.RJ-1208]; [BNL: L. 11.726 V.] — 3* edigáo, 1862, xv-347 pags, 22,5 cm. [B.M.P.:X£-9-I61]; [BNL: 299 V.] — 4 o. edigáo, 1866 [BNL: L. 300 V.] - 5*. edigáo, 1871 [BNL: 301 V.] — 6* edigáo. 1875 [B.M.P.:S’-2 -1 9 eI-4 -I0 (? )]; [BNL: 4685 a.]; [FLUP-F.A.: 806.90 B 198 g], — T edigáo, 1881, xvi-320 pags. [B.M.P.:S’2-20]; [BNL: 487 V.]; [U.C. 415: 469. 0 (07) BAR — Sala Geral] — Vd. art. no Die. N.B.: vd. Francisco Solano Constancio). Calero Vaquera, Marfa Luisa. 1986. Historia de la Gramática Española, (1847-1920, de A. Bello a Lenz). Madrid: Gredos. Escalígero, J.C. 1992. De causis linguae latinae: lib. I, cap. 1. (citado por Carmen Lozano Guillén, Apportación gramatical renascentista a la luz de la tradición, Secretariado de Publicaciones, Universidade de Valladolid.) Lázaro Carreter, Femando. 1982. Las ideas lingüísticas en España durante el siglo XVIII. Barcelona: Editorial Crítica. Lobato, Antonio José dos Reis. 1770. Arte da Grammatica da lingua portugueza. Composta e oferecida ao n.mo sr. Scbastiáo José de Carvalho e Meló, Marquez de Pombal, etc., Lisboa, na Reg. Off. Imp. (Para ver a história editorial desta obra consulte-se Assungáo, Carlos Costa: Para urna Crematología Portuguesa, tese de doutoramento, UTAD, 1996, Io Vol., pp. 19-40.)* Lozano, Carmen. 1992. Aportación gramatical renascentista a la luz de la tradición. Valladolid: Secretariado de Publicaciones, Univ. de Valladolid. Real Academia Espanhola. 1984. Gramática de la lengua Castellana. Compuesta por la Real Academia Española. Madrid, 1* ed., 1771, 1 vol. XXV-473 pags., edigáo facsímil de Ramon Sarmiento, Madrid. Roborado, Amaro de. Método Grammatical para todas as Linguas, citado por Reis Lobato, O. C.

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Sanchéz de las Brozas, Francisco. 1976. Miiten’a seu de causis linguae latinae. Trad, de F. Ribera Cárdenas. Madrid: Ed. Cátedra. Silva, Antonio de Moráis: Epitome de grammatica da lingua portugueza. - Lisboa, na Off. de Simáo Thadeo Ferreira, 1806 de viii-165 p. [BNL: L. 631 P.] - Idem. Rio de Janeiro, Tip. de Silva Porto & C \, 1824 [BNL: L. 8.601 P.[ (há urna edifáo da gramática inserida no

Diccionario da Lingua Portugucia). Torres, Amadeu Rodrigues. 1988. Humanismo Inaciano e Artes da Gramática • Manuel Alvares entre a “Ratio" e o "Usas. ” In: Academia Portuguesa de História, vol. 32. Lisboa.

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Notas sobre el Diccionario Nacional de Ramón Joaquín Domínguez Miguel Ángel ESPARTA TORRES Universidad de Vigo

1. Introducción HI vcrinense Ramón Joaquín Domínguez es una de esas figuras poco cono­ cidas de la filología hispánica a las que vale la pena dirigir la mirada por moti­ vos diversos, pero objetivos a ojos de un historiador de la lingüística. A través de Domínguez, es posible acceder a una zona todavía hoy ensom­ brecida de la lingüística hispánica que permite, sin embargo, enlazar con algunos temas clave de la historiografía lingüística, de la técnica lexicográfica, de la his­ toria de la lexicografía, por una parte, y del análisis semiótico de los dicciona­ rios, por otra. La lexicografía del siglo XIX es, efectivamente, una parcela de la lingüísti­ ca hispánica muy adecuada para contemplar, de un modo dinámico, las implica­ ciones constantes entre escenario e ideas lingüísticas. Y c! Diccionario de Do­ mínguez es un ejemplo espléndido para mostrar la presencia del “espíritu del tiempo” en las obras lexicográficas, pues está claramente reflejado en su microestructura. En las definiciones del lexicógrafo verinense hallaremos huellas níti­ das de problemas políticos, lingüísticos, sociales, etc. Esto es así, porque la microestaictura del diccionario de Domínguez se caracteriza por la falta de respeto, ocasional, pero en un porcentaje elevado para las características de este tipo de obras, a una máxima fundamental de la técnica lexicográfica, de un principio que expresó inequívocamente Julio Casares (1992, 142-144): Diremos que si a las palabras [en el discurso] les está permitido ser cariñosas, encomiásticas, despectivas o irónicas, al lexicógrafo no le es lícito imitarlas. En su vida privada, en sus ratos de ocio, el redactor de un diccionario puede escribir pági­ nas coloristas, inventar arriesgadas metáforas, componer versos gongorinos o sen­ tar plaza de humorista; puede, en suma, dar curso libre y expresión cumplida a su particular idiosincrasia y crearse un estilo que lleve el sello inconfundible de la per­ sonalidad de su autor; pero todo eso deberá dejarlo en el guardarropa antes de entrar en la oficina lexicográfica [...] El lexicógrafo no tomará a mal que se le reco­ miende una constante vigilancia de su pluma para cerrar el paso a toda clase de

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exhibiciones individuales, desde las que se reflejan en la manera personal de expre­ sarse, en el estilo, hasta las que denotan simpatías o antipatías, tendencias políticas, credos filosóficos, religiosos, etc.”

El repertorio de Domínguez es, finalmente, una obra clave para examinar ciertos cambios fundamentales de la historia de nuestra lexicografía. Me refiero a la aparición de los modernos diccionarios enciclopédico: la frontera entre el diccionario y el diccionario enciclopédico se muestra más difícil de establecer, si se parte del análisis histórico de las obras lexicográficas y no de una abstracta diferenciación teórica. No hace falta reafirmar que lo dicho permite hacer una valoración anticipa­ da sobre el injusto velo de silencio que sobre Domínguez ha dejado caer la his­ toriografía, con la excepción de los trabajos de Manuel Seco1. Quizá se deba ello a que es Domínguez una de esas personalidades críticas y nada complacientes de la historia de España, y a que representó este papel con cierta desmesura, con la radicalidad que apreciamos en su obra, reflejo de una vida apasionada.

2. El escenario Aproximarse al contexto histórico y sociocultural de este momento resulta fundamental para interpretar las características de la producción lingüística del periodo y, particularmente, la obra y la actitud de Domínguez. Ramón Sarmiento (1986, 216) dibuja nítidamente el panorama de la primera mitad de esta centuria: ‘Tras una etapa de intensa ilustración, a finales del siglo XVIII, a España le tocó vivir, durante el primer tercio del siglo XIX, convulsiones políticas, socioculturaies y religiosas de gran trascendencia. Primeramente, hizo frente a la invasión napoleónica (1808-1813). Después conoció una etapa histórica de notable tensión político-social (1914-1830), caracterizada por la persecución de toda actividad ilus­ trada o innovadora y por el encarcelamiento o extrañamiento de las personas más destacadas. Al mismo tiempo, España pierde su poderío colonial. No obstante, este nuevo estado de cosas no vino sino a sumarse al hecho, ya consumado en 1767, de la expulsión de los jesuítas, principales artífices de la cultura de entonces. Este gran vacío cultural no es, pues, sino la consecuencia de un cúmulo de circunstancias.”

En lo que respecta a la situación de la Academia española en la primera mitad del siglo XIX, el punto de partida es, sencillamente, el prestigio alcanzado por la Institución, gracias a la brillantez de su periodo inicial de trabajo, desde la fundación hasta la publicación de la primera gramática. ¿Podía escapar la Academia, que tan brillantemente había desempeñado su papel en la centuria anterior, quedar indiferente, ante aquellas circunstancias? Lamentablemente, no pudo ser así. La Academia vivió esas décadas del prestigio de los logros pasados y se estancó en una suerte de filología oficial languide­ ciente hasta la renovación que comenzó a labrarse bajo la dirección de Martínez de la Rosa (1839-1844) y el Duque de Rivas (1844-1865) y que se consolidó bajo la dirección del marqués de Molins (1866-1872). (!) Es de justicia señalar que a Manuel Seco, tamos años responsable de la labor lexicográfica de la Academia, se debe la recu­ peración de esta figura crítica de la lexicografía española moderna En consecuencia, para la reabaación de este estudio historiográfico. se han tenido muy presentes los trabajos de Seco citados en el apartado de referencias bibliográficas.

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Un examen, incluso superficial, de la actividad académica de este periodo facilita datos concluyentes que confirman este diagnóstico. Hasta el año en que se hizo cargo de la Institución el Duque de Rivas, no se renovó el cargo de teso­ rero: bien poco había que administrar. No disponemos apenas de material de Actas, porque, sencillamente, los académicos no se reunían en Junta. El tiempo pasado desde la redacción de los Estatutos Fundacionales (1715) no fue sufi­ ciente para que los académicos de entonces se plantearan un cambio en los Estatutos y el consiguiente nuevo programa de trabajo. Conviene recordaren este .sentido, como ha demostrado un completo estudio de Dagmar Fries (1989, 6175), que los distintos programas de actuación y las publicaciones que los con­ cretan siempre están en función de las reformas de los Estatutos. Desde 1796 hasta 1854 no se hacen reformas de envergadura en la Gramática —pero a par­ tir de ese año se hacen también en 1858 y 1870. En cuanto al Diccionario, se hacen retoques de importancia en el diccionario de un tomo en 1852, 1869 y 1884 — en este caso ya con innovaciones más serias. Las fechas que señalan el final del marasmo, se ven reafirmadas por las correspondientes a las reformas de los Estatutos. La primera reforma no se llevó a cabo hasta los años 1847-1848, fue sustancialmente reelaborada en 1859 y complementada, a su vez, en 1861. Si hemos traído a colación estos datos, es porque la consecuencia directa de la parálisis de casi cuarenta años, con la oficialización de la filología académica, fue que algunos estudiosos manifestaran su rechazo marcando las distancias hacia la Academia, con posturas más o menos radicales. Quizá entre las más acentuadas se encuentre la de Domínguez, cuya aportación a la lexicografía espa­ ñola revisamos a continuación. 3. Lo que sabemos de Ramón Joaquín Domínguez 3.1 Noticias históricas Llegó el siete de mayo. En las primeras horas de la madrugada se presentó Domínguez, que se hallaba ya iniciado en los sucesos de marzo, con algunos otros amigos, en el cuartel de San Mateo, donde estaba el regimiento de España. Varios sargentos que habían adquirido compromisos y que era afectos a la revolución le franquearon las puertas, acompañándole al cuarto de banderas, donde se hallaban reunidos los jefes y oficiales. Sorprendidos ya, e imposibilitados de hacerse obe­ decer, se formaron las compañías y salieron por la calle de Fuencarral, separándo­ se Domínguez, que era uno de los jefes más principales de aquel movimiento, para buscar en su casa algunos objetos que necesitaba y dar algunas disposiciones. El regimiento siguió hacia la Puerta del Sol, y cuando Domínguez quiso vol­ ver a incorporársele, al salir por la calle de la Farmacia, los cazadores de Baza, que salían ya en persecución de los sublevados, tanta era la vigilancia que se ejercía, al ver un grupo, hicieron una descarga, hiriendo mortalmentc a Domínguez. Quizá es­ te suceso, al parecer insignificante, esa casualidad, hizo abortar la revolución, por­ que los sublevados no encontraron medio de ponerse en relación unos con los otros jefes, y quedaron casi a merced de los sargentos, que no supieron concertar bien la defensa.”

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Este relato, que entresaca Manuel Seco de la Historia del reinado del último Barbón de España (ID, 55) de Femando Garrido, nos relata la temprana muerte de nuestro lexicógrafo, hombre comprometido políticamente y uno de los jefes de las revueltas madrileñas de 1848. Los sucesos de tal año, en medio de las constantes revueltas del siglo XEX español, ocupan sólo unas pocas líneas en los libros de historia. Fueron consecuencia directa de acontecimientos exteriores ocurridos simultáneamente —el destronamiento de Luis Felipe en Francia, el asesinato del presidente Rossi y la huida de Pío IX a Gaeta en Italia— que movieron los ánimos, ya de suyo excitables, de los progresistas españoles, e hicieron surgir chispazos de revolución contra el gobierno en varias ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla). Narváez, por entonces al frente del gobierno, consiguió sofocarlos gracias a los poderes dictatoriales de que había sido investido por las Cortes. A pesar de que no hay muchas más referencias, también Antonio Pirala en su Historia contemporánea. Segunda parte de la guerra civil (I, 462) dedica una brevísima mención a Domínguez: “Entre las víctimas que quedaron en la calle se contó el señor Domínguez, que dio nombre a dos notables diccionarios”. Y pocos más datos tenemos: los que nos facilita sin citar la fuente la Enciclopedia Esposa en su Apéndice IV de 1931, pág. 467. Su segundo apellido era Herbella, nació en Verín (Orense) un 13 de enero de 1811. Es decir, murió sólo con 37 años, pero dejó uno de los repertorios lexicográficos más veces edi­ tado de la lexicografía española. Sabemos también que era profesor de francés y que fue propietario de una imprenta en la calle Hortaleza de Madrid que regentó por poco tiempo su viuda. Este establecimiento estaba dedicado a trabajos lexi­ cográficos. Domínguez demuestra en su obra conocer muy bien repertorios fran­ ceses e ingleses. En realidad, las fuentes que nos niega la Enciclopedia Espasa — como ha demostrado Manuel Seco— provienen directamente de aquella enciclopedia Hispano-americana (IV, 1890), que, como veremos, acabó con las reediciones de la obra de Domínguez y la de su amigo Eduardo Chao, a quienes, por cierto, se refiere Curros Enriquez (Eduardo Chao: Estudio biográfico-político, 1157), cuando narra aquella sublevación: "Grande fue también e! peligro que corrió [Chao] cuando la sublevación del regimiento de España en 1848, debida exclusivamente a revolucionarios gallegos: a Buceta, Domínguez, que murió en ella, Romero Ortiz, Ulloa.”

Señala Seco, que, a su vez, “las noticias recogidas por las enciclopedias proceden probablemente de M. Murguía, Diccionario de escritores gallegos (1862) y de M. Amor Meilán, Biografías gallegas (1922-24)”. Cita Seco, ade­ más, otras obras como las de J. Taboada Chivite, Varones ilustres de la comar­ ca verinense (1946); A. Couceriro Freijomil, Diccionario bio-bibliográfico de escritores (I, 1951) y Enciclopedia Gallega (IX, 1974) entre otras. 42

3.2 Galicia en el Diccionario Nacional de Domínguez Curiosamente, lo que nos niegan otras fuentes, nos lo declara su Dicciona­ rio, ya que en él encontramos algunos detalles relativos a su personalidad, aman­ te de su familia y de su tierra gallega. En lo que respecta a lo primero, llama la atención la tan delicada como en­ cendida dedicatoria en la que ofrece la nueva obra a don Manuel María Domín­ guez, su padre, a quien llama “el autor de mis días”. Además en el propio Diccio­ nario se dedica una entrada al apellido Herbella, donde aparecen tres personas: don Antonio Ventura Herbella, “sabio jurisconsulto y recto magistrado español, natural de Galicia, que murid en Verín en 1808 por el sentimiento de ver su patria ocupada por extranjeros inva­ sores."

don Bernardo Herbella, “escritor jurisconsulto, oidor de la Audiencia de I-a Coruña, y hermano del precedente.”

y don Ramón Herbella, “coronel español, tipo de honradez y bravura militar, hijo de D. Antonio Ven­ tura. Fue presidente de la Junta centralista de Matará en 1843, y murió en abril de 1847, a los 56 años de edad.”

Se encierra aquí un dato importante que demuestra la rápida redacción del Diccionario, lo que explica algunos rasgos estilísticos de la definición. En cuanto a su tierra está muy presente a través de las valoraciones, teñidas de tintes sociales y políticos, que se hacen en las definiciones correspondientes a los artículos con ella relacionados. Así, por ejemplo: Galicia. Geog. [...] Es pafs muy fértil, bañado por caudalosos ríos. Tiene excelen­ tes puertos y su estado topográfico el más a propósito para formarse allí una de las más ricas repúblicas. Esta exuberancia de población ocasiona la emigración de muchos individuos de la clase proletaria, que todos los años se ven salir de este antiguo reino de los suevos. Galiciano, na; s. El natural de Galicia II adj. Perteneciente a este rico y delicioso pafs o a sus naturales.

El Diccionario de Domínguez es bien conocido por las numerosas críticas directas, unas veces irónicas, otras despiadadas, que contiene contra el Dicciona­ rio académico. Un caso especial lo encontramos en el artículo correspondiente a la voz gallegada. Su inclusión por parte de los académicos provoca en Domín­ guez una más que notable indignación que deja ver en su réplica un sentimiento de ofensa recibida: Gallegada, s. f. Multitud de gallegos cuando salen de su país (Acad.). Danza usada en los teatros y fiestas públicas de Madrid, e inventada ad libitum, puesto que en Galicia jamás se vio ni oyó nombrar semejante baile. II La música de esta danza. II La palabra o acción propia de los gallegos (Acad.). Nos parece imposible que los

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señores académicos se hayan dejado Uevar de las preocupaciones ridiculas, del concepto erróneo que las gentes ignorantes de Madrid, tienen formado de los galle­ gos. Gallegada podrá ser: la palabra o frase que hoy día solamente tenga uso en el dialecto gallego, o lo que es igual, en el idioma castellano que se usaba en el rei­ nado de Alonso X el Sabio por los años de 1260, y que se conserva con pequeñas alteraciones entre la gente del pueblo en Galicia; pero nunca será la palabra propia de los gallegos, sino de una parte de ellos, cabalmente de los que no pueden hacer regla en punto a lenguaje. Tampoco gallegada puede significar “la acción propia de gallegos”, porque si en ios mozos de cordel, por ejemplo, notamos maneras bastas, debe advertirse que no hay persona del pueblo que no las tenga: los gachés de los barrios bajos de Madrid, los habitantes de Triana en Sevilla y los del Perchel en Málaga, no tendrán los finos modales que ostentan las personas decentes de estas poblaciones. Del mismo modo, las personas decentes de Galicia, que también están comprendidas en la definición de la Academia, pueden apostárselas a finura con los señores que componen el respetable cuerpo, y muchos de los cuales han ocupado, en unión de gallegos, los primeros destinos del Estado. Quede, pues, como defini­ ción de gallegada, la palabra o frase que, siendo peculiares del llamado dialecto gallego, se emplea cuando se habla o escribe otro dialecto o jerga, lengua o idio­ ma: y también la palabra o frase que, castellanizadas, conservan aún la estructura o sabor del indicado dialecto.

A la vista de estas definiciones, y volviendo a los comentarios más arriba ex­ puestos sobre la imparcialidad que se debe exigir al lexicógrafo, podríamos aña­ dir otras palabras de Casares al respecto (1992, 144): “Es más, ni siquiera le será lícito al lexicógrafo mantenerse enraizado y cir­ cunscrito en el pedacito de suelo que lo sustenta.”

Pero resulta más interesante dirigir nuestra mirada a otras valoraciones ence­ rradas en las definiciones. La definición de “gaLlegada” que ofrece Domínguez es interesante en lo que atañe a la estimación del gallego, ya que nuestro lexicó­ grafo parece presentar en su definición una vía alternativa para la valoración del gallego, si contrastamos su postura con otras que se registran en este tiempo. Efectivamente, a partir de la segunda mitad del XIX es posible identificar una corriente normalizadora del español que trata de buscar remedios a las inter­ ferencias gallego-español, consideradas como defectos del lenguaje, y que deja nítida huella en la historia de la lingüística hispánica, pues a ella corresponden tratados como los de Emilio Álvarez Jiménez2 o Vázquez Queipo3.

(2) Álvarez Jiménez, Emilio. 1879. Estudio sobre las faltas deI lenguaje que se comenten en Galicia. Obra de gran utilidad para todos los naturales de este país en general y principalmente para los alumnos de escuelas primarias y normales, semi­ narios é institutos de segunda enseñanza del mismo. Por Don Emilio Álvarez Jiménez, licenciado en Filosofía y Letras. Catedrático del Instituto de Pontevedra, académico correspondiente de la Academia de la Historia, etc. Pontevedra: im­

prenta de A. Antúnez y Compañía. Álvarez Jiménez. Emilio. 1890. Los defectos del lenguaje en Galicia y la provincia de León. Estudio gramatical basado en la doctrina de la Academia y e l uso de los buenos escritores. Pontevedra. (3) Vázquez Queipo. D. A. G. 18R4. Enmienda de algunos vicios de locución a que propenden los naturales de Galicia. Santia­ go de Compostela.

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Frente a esta actitud, es posible identificar otra que da como fruto la apari­ ción de gramáticas gallegas escritas en castellano — como son las de F. Mirás\ Saco y Arce5 y Valladares6. En estos casos — incluso en el de Valladares— , ha demostrado María do Carmo Henríquez7 que se le da identidad a la lengua gallega. Pero Domínguez no deshace la hermandad de gallego y castellano, que ofre­ ce también, por ejemplo, Saco y Arce, y entiende el dialecto desde una perspec­ tiva histórica y geográfica. En lo que respecta al criterio histórico, identifica — “lo que es igual”, dice— “el dialecto gallego” con “el idioma castellano que se usaba en el reinado de Alonso X el Sabio por los años de 1260”. En cuanto al criterio geográfico, debe atenderse a la frase final: “y que se conserva con pequeñas alteraciones entre la gente del pueblo en Galicia”. Domínguez, en cuanto a la identificación del castellano y del gallego en aquella época, se expresa con la contundencia que le caracteriza también en otras cuestiones. Sabemos que la identificación de las lenguas neolatinas no es correcta. Pero no es menos cierto que la afirmación del lexicógrafo merece un comentario. Porque en lo que no se equivoca Domínguez es en que el castellano de la época alfonsí registra una aproximación hacia las variedades neolatinas occiden­ tales, tanto del leonés como del gallego, como consecuencia del mayor contacto y de la propagación del castellano. Así lo explica Rafael Lapesa (1984, 246): “Si en las Cantigas y otras poesías siguió el Rey Sabio la costumbre de usar el gallego como lengua lírica, su vasta producción en prosa favoreció extraordinaria­ mente la propagación del castellano, elevado a rango de lengua oficial en los docu­ mentos reales. Este nuevo impulso se deja ver en las comarcas dialectales de León: hacia 1260, en los comienzos del reinado de Alfonso X, se tradujo el Fuero Juzgo en una versión fuertemente leonesa; por entonces los notarios de Salamanca y Occidente y Asturias empleaban un leonés muy influido por el gallego.”

Esto no está en contraposición, como también señala Lapesa (1984, 241), con el hecho de que “ese "castellano drecho” respondía en general al gusto de Burgos, pero con ciertas concesiones al lenguaje de Toledo y León [...] En cambio se incrementó la interposición de palabras entre el pronombre y el verbo (que me non den; se de mí partió; que me tú diziés), menos desarrollada antes en Castilla y característica de León, Galicia y Portugal."

(4) F. Mirás. 1864. Compendio Je gramática gallego-castellana, con un vocabulario de nombres y verbos gallegos y su corres­ pondencia castellana, precedido de unos diálogos sobre diferentes materias. Un grandioso poema de 100 octavas titulado La creación y Redención. Un extracto de fábulas de los mejores fabulistas a sí como algunas del autor. Santiago, estableci­

miento tipográfico de Manuel Mitás. (reedición en Akal, Madrid, 1978.) (5) J. Saco y Arce. 1868. Gramática gallega. Lugo, imprenta de Soto Freiré, (reedición en Orense, 1967.) (6) M. Valladares Núñez. 1892 [1970]. Elementos de gramática gallega. Vilancosta, Vigo. (7) Cfr. Henrfquez Salido 1984.465.

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De cualquier manera, la explicación de la afirmación de Domínguez nd resulta de la aplicación de los criterios del paradigma de la “lingüística románi­ ca” fundada por Friedrich Diez, sino de otro paradigma anterior, presente, por ejemplo, en la poco conocida obra de Adelung y Vater (1806-1816)'. Este para­ digma resulta de interés hoy — particularmente para la sociolingiifstica— , por­ que aquellos criterios no descansan sobre la historia interna de la lengua, que es algo secundario, sino sobre la historia de los pueblos. Así, para acercarse a la his­ toria de un idioma, es necesario el esbozo histórico del territorio, detallar la “his­ toria de la elaboración” del dialecto, que debe existir para convertirlo en lengua principal o “idioma oficial” y, si es el caso, describir el “desmoronamiento” y reducción a “patois" o habla regional. Este desmoronamiento se produce cuando un pueblo pasa a depender del dominio político o cultural de otro. Entonces se produce la “mezcla de idiomas”9. A este fenómeno es al que probablemente se refiere el lexicógrafo en su identificación gallego-castellano, en su referencia al “sabor del mencionado dialecto” y a la aceptación del decaimiento del gallego en su tiempo, usado por “la gente del pueblo”. 3.3 Ramón Joaquín Domínguez: aportaciones a la lexicografía española Probablemente, la mejor manera de justificar que un capítulo de una histo­ ria de la lingüística hispánica — todavía no hecha— o de la lexicografía españo­ la — requisito previo no cumplido para lo anterior— se dedique a Domínguez sea hacer un breve recorrido por su bibliografía: detenerse en las obras que ha lega­ do a la tradición lexicográfica española10. En lo que respecta a la lexicografía bilingüe español-francés, fue Domín­ guez director del equipo de redacción de un nuevo diccionario español-francés y francés-español: 1845-46. Domínguez, Ramón Joaquín. Diccionario Universa! Francés-Español y Español-Francés, por una sociedad de profesores de ambas lenguas, bajo la dirección de R. J. Domínguez. Comprende, además de las voces contenidas en los diccionarios de las Academias, las técnicas de todas las ciencias y artes. Madrid: Viuda de Jordán e Hijos.

Este repertorio fue objeto de una segunda edición que aumentó considera­ blemente su contenido. Tratándose de una edición póstuma, es evidente que alguien se ocupó de la ampliación del léxico recogido. No es anormal que los editores se interesaran por financiar una segunda edición, ya que la primera se agotó en poco tiempo. Palau cita una edición de 1880, de la que no tengo más noticias.

(8) Sobre este paradigma historiogiáfico y su modernidad, a través del estudio de la obra de Adelung y Vater, puede consultar­ se Niederehe 1984 y 1997. (9) Esta es la expresión exacta que puede leerse en la obra de Adelung y Vater. (10) No vamos a valorar aqui sus aportaciones a la ensebaras del francés en España. En este campo, Domínguez es autor de una Afuera Gramática Francesa, publicada en Madrid en las prensas de T. Aguado y Cfa en 1844. Es, precisamente, esta la primera de las obras de que tenemos noticio.

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1853-54. Domínguez, Ramón Joaquín. Diccionario universal español-francés, por Don Ramón Joaquín Domínguez. Segunda edición considerablemente corregida y aumentada. Comprende no solo las voces de los diccionarios de las dos Academias, sino también todos los térmi­ nos de literatura, de historia, de filosofía, de matemáticas, de economía política, de diplomacia, de táctica militar, de química, de mineralogía, de botánica, de teología, de cirugía, de medicina, de sagrada teología, de derecho canónico, de sectas reli­ giosas, de jurisprudencia, de agricultura, de geografía, de astronomía, de mitología, de comercio, de marina, de artillería, de fortificación y demás facultades, sin omi­ tir el tecnicismo de todas las artes. Tomo II. Establecimiento de Mellado. Madrid, calle de Santa Teresa, núm. 8, y del Príncipe, núm. 25. París, R. St. Andrée des Arts, núm. 47, y de Provence, núm. 12. Madrid: Mellado.

Pero, sin duda, la obra por la que Domínguez merece un lugar destacado en la historia de la lexicografía española es por su Diccionario Nacional, aparecido por primera vez en 1846-1847 (en dos volúmenes) y reeditado al menos en die­ cisiete ocasiones hasta 1887, la última de que tenemos constancia. Esta es la descripción completa de la primera edición en dos tomos (18461847): 1846. Domínguez, Ramón Joaquín. Diccionario Nacional, 6 gran diccionario clásico de la lengua española, el más completo de los publicados hasta el día: por Ramón Joaquín Domínguez. Contiene más de 4.000 voces usuales y 86.000 técnicas de ciencias y artes, que no se encuen­ tran en los demás diccionarios de la lengua, y además los nombres de todas las principales ciudades del mundo, de todos los pueblos de España, de los hombres célebres, de las sectas religiosas, etc. etc. etc. Tomo I. Madrid.— 1846. Estableci­ miento Léxico-Tipográfico de R. J. Domínguez. Calle de Horlaleza, núm. 67. 1847. Domínguez, Ramón Joaquín. Diccionario Nacional, ó gran diccionario clásico de la lengua española, el más completo de los léxicos publicados hasta el día; por Ramón Joaquín Domínguez. Aventaja a los demás diccionarios de la lengua en más de 4.600 voces usuales y 100.500 técnicas de ciencias y artes, comprendiendo además los nombres y si­ tuación de todos los pueblos de España, de todas las principales ciudades del mundo, de los hombres célebres, de las sectas religiosas, etc. etc. etc. Tomo II. Madrid.— 1847. Establecimiento Léxico-Tipográfico de R. J. Domínguez. Calle de Hortaleza, núm. 67.

Al margen del hecho, ya reseñado, de que la obra fue objeto de diecisiete ediciones en cuarenta años, lo que probablemente la convierte en el diccionario inonolingüe más editado de la lengua española después del de la Academia, se publicó también un compendio del que aparecieron, al menos, cuatro ediciones entre 1852 y 1887. Buena prueba del prestigio del Diccionario de Domínguez es que su nom­ bre pasó a incorporarse a la nómina de “autoridades” que se citaban en otros re­ pertorios lexicográficos posteriores, junto a otros nombres destacados de la lexi­ cografía española. Sirvió, además, para enriquecer repertorios bilingües: 47

] 876. Campano, Lorenzo. Diccionario general abreviado de la lengua castellana, el más completo de los publicados hasta el día, que abraza los términos literarios y los del lenguaje usual en su sentido propio y figurado; las voces usadas en las ciencias, artes y oficios, y los nombres propios de historia, geografía, biografía y mitología, ordenado por Lorenzo Campano. Conforme á los diccionarios de la Academia Española, Salvá, Grégoire, Domínguez, etc. París, librería de Gamier hermanos, 6, calle de SaintsPéres, 1876. Clichy, Imprenta de Pablo Dupont, 12, calle de Bac-d'Asniére. Paris: Gamier fréres 1888. López, J.M.; Bensley, F..R. & al. Nuevo Diccionario Inglés-Español y Español-Inglés. El más completo de los publi­ cados hasta el día, redactado con presencia del de Velázquez de la Cadena y de los mejores diccionarios españoles 6 ingleses, los de la Academia Española, Terreros, Salvá, Domínguez, Seoane, Worcester, Clifton, Webster, etc. Por J. M. López, E. R. Besnley y otros literatos ingleses y españoles. Refundido y aumentado con las voces usadas en las ciencias, artes y manufacturas. Va también mejorada esta edi­ ción con la pronunciación exacta en ambas lenguas, sustituida á la fonética que lle­ van las anteriores. Pans: Gamier hermanos, editores.

Pero si algún argumento demuestra ei prestigio que alcanzó ese diccionario es, sin duda, el plagio de que fue objeto por los autores de una Sociedad Literaria que editó en París un Nuevo Diccionario de la lengua castellana, a cargo de la librería de Rosa y Buret". Su autor o autores no nos son conocidos. El prólogo de su Diccionario es de 1 de julio de 1853, por lo que, posiblemente, debió exis­ tir una edición de aquella fecha. Además, fue reeditado en 1860 y en 1864. La cita bibliográfica de esta última edición es la que recogemos a continuación: 1864. Anónimo. Nuevo Diccionario de la lengua Castellana que comprende la última edición del de la Academia Española, aumentado con cerca de 100.00 voces pertenecientes á las ciencias, artes y oficios, entre las cuales se hallan las más usuales en América, y además con muchas locuciones y frases sacadas de los mejores Diccionarios modernos. Con un suplemento que contiene el diccionario de la rima [por D. Juan Peñalver] y el de sinónimos [por D. Pedro M. de Olive y Santos López Pelegrín], por una Sociedad literaria. París, librería de Rosa y Buret, 1864. Imprenta H. Firmin Didot, — Mesnil (Eure). París: Rosa y Buret.

Los editores posteriores de Domínguez denunciaron inmediatamente el pla­ gio. Cosa que ya señaló Vinaza en su Biblioteca histórica de la filología caste­ llana (n° 1737). Concretamente, Miguel Guijarro, el editor de la edición de 1878 dice: “El Diccionario publicado en París por los señores Rosa y Buró [sic] [es] copia servil y enteramente literal, pero informe, del de Domínguez”. La denuncia de plagio formulada por Guijarro en estos duros términos está bien justificada, ya que en el prólogo del diccionario de la Sociedad Literaria se silencia con la dudosa cortina del anonimato el diccionario que ha servido de fuente: (11) La cuestión del plagio ha sido estudiada con detalle por Manuel Seco en los trabajos citados en las Referencias bibliográ­ ficas.

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“Habiendo considerado atentamente cuál de los diccionarios publicados debía­ mos tomar por modelo y base del que ofrecemos al público, hemos preferido a todos el de la Academia, ilustrado y enriquecido por otro, transcribiéndole en el nuestro en gran parte, mejorando, rectificando, corrigiendo lo que nos ha parecido exigirlo.”

Resulta curioso que Casares no tuviera en cuenta estos comentarios del Pró­ logo del Diccionario de la Sociedad Literaria y las acusaciones de plagio reco­ gidas por Vinaza, cuando lo usó para censurar la intromisión del lexicógrafo en su obra, ya que los ejemplos que cita de definiciones subjetivas corresponden a Domínguez. Los editores no mejoraron, transcribieron, ni corrigieron nada del Diccionario de Domínguez. Vayan ahora un par de ejemplos — ya expuestos por Manuel Seco— que dan muestra del plagio y nos permitan tomar contacto con algunas de las singulares definiciones de Domínguez. Así define el Diccionario de la Sociedad Literaria, en algunas de sus acep­ ciones, las palabras ‘vínculo’, ‘pudor’ y ‘sílfide’. Vínculo: “El himeneo poéticamente considerado por la luna de miel de los pobres tontos que se someten voluntariamente a la sagrada coyunda” Pudor: “El honor de la mujer, por cierto colocado en muy resbaladizo y vidrioso declive, en harto periculosa pendiente, ocasionada a insubsanable fracaso” Sílfide: "La mujer parecida al objeto definido en la acepción precedente [=la sílfi­ de mitológica]; entendiéndose con especialidad de las doncellas, séanlo o díganlo ellas”.

Evidentemente, estas definiciones epigramáticas y burlescas pertenecen en­ teramente al aguijón de Domínguez. Si los autores de la Sociedad Literaria tanto mejoraron, transcribieron y corrigieron, ¿por qué dejaron inalteradas semejantes definiciones? Más valdría que hubieran plagiado sin más, sin citar fuente alguna. Al margen de estas cuestiones de plagio, Domínguez tiene el mérito de ser el autor del primer diccionario enciclopédico de la tradición española. Aunque él mismo no lo denomine así, se trata de la primera vez, en la historia de la lexico­ grafía española, que se incorpora a la macroestructura del diccionario un abun­ dantísimo caudal de información que tiene que ver con los “conocimientos hu­ manos”, lo que se debe en gran parte a la introducción del léxico científico-téc­ nico, pero también “de los nombres de ciudades del mundo, de los pueblos de Es­ paña, de los hombres célebres, de las sectas religiosas, etc”. A este carácter enci­ clopédico, así como a otras peculiaridades del Diccionario de Domínguez nos re­ feriremos más adelante. El caso es que gracias a la audacia de Domínguez, y adoptándolo como mo­ delo, pronto otro diccionario enciclopédico, denominado así por primera vez en la historia de nuestra lexicografía, fue patrocinado por la casa Gaspar y Roig: 1853-1855. AA. VV. Diccionario enciclopédico de la lengua Española, con todas las voces, frases, refra­ nes y locuciones usadas en España y las Américas españolas en el lenguaje común antiguo y moderno; las de ciencias, artes y oficios; las notables de historia, biogra-

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fía, mitología y geografía universal, y toas las particulares de las provincias espa­ ñolas y americanas. Por una sociedad de personas especiales en las letras, las cien­ cias y las artes: los Sres. D. Augusto Ulloa, Félix Guerrero Vidal, Fernando Fragoso, Francisco Medina-Veitia, Isidro Fernández Monje, José Plácido Sansón, José Torres Mena, Juan Crcus, Juan Diego Pérez, Luis de Arévalo y Gener, Juan Sala, Ventura Ruiz Aguilera, y revisado por D. Domingo Fontán, ex-Director del Observatorio astronómico de Madrid, Catedrático de Matemáticas sublimes y autor de a Carta de Galicia; D. Facundo Goñi, Catedrático de Filosofía y Derecho inter­ nacional del Ateneo científico y literario de Madrid; D. Joaquín Avedaño, Subinspector general de las escuelas del reino y autor de varias obras; D. José Amador de los Ríos, individuo de la Academia de la Historia y Catedrático de Literatura en la Universidad de Madrid; D. Juan Bautista Alonso, antiguo Abogado del Colegio de Madrid y escritor público; D. Patricio Filgueira, Ingeniero de Minas, de la Escuela de Minas, Artes y Manufacturas de Bélgica; D. Pedro Mata, Catedrático de la Facultad de Medicina de Madrid y del Ateneo y autor de varias obras; D. Rafael Martínez, Doctor en Medicina, Licenciado en Ciencias naturales y Regente en Botánica; D. Tomás García Luna, Catedrático del Ateneo y autor de varias obras, y por Eduardo Chao, Director de la Biblioteca ilustrada. Madrid, imprenta y librería de Gaspar y Roig, editores, calle del Príncipe, núm. 4: 1553. Madrid: Imp. de Gaspar y Roig.

Ambos diccionarios convivieron en el mercado hasta la aparición de Diccionario enciclopédico hispano-americano editado por Montaner y Simón en 23 volúmenes de 1887 a 1898, y con el cual se iniciaba una nueva época en el uso de estos diccionarios. Pero la lexicografía es labor oscura y poco reconocida y sería faltar a la ver­ dad no señalar que, al año de morir Domínguez, en 1849, su viuda editó un dic­ cionario que seguía como patrón el académico —como todos al fin y al cabo— . Es ése uno de los pocos repertorios que no menciona en la portada, por aquellos años, el Diccionario de Domínguez como reclamo para los posibles compradores. 1849. Caballero, José & Arnedo, Cipriano de. Diccionario general de la lengua castellana, el más manejable y completo, el más inteligible y sucinto en definiciones y el más uniforme en ortografía (con arreglo á la de la Academia de la lengua); contiene además el nombre de todos los pueblos de España y Ultramar, con especificación de la distancia á que se hallan de las capi­ tales de sus provincias, por D. José Caballero y D. Cipriano de Arnedo. Madrid, imprenta de la Viuda de D. R. J. Domínguez: 1849.

4. El Diccionario Nacional 4.1 La redacción del diccionario: justificación, circunstancias, fuentes 4 .1.1 Justificación del Diccionario En el Prólogo con el que, tras la "Dedicatoria” a su padre, abre Domínguez su Diccionario, encontramos la justificación que el autor hace de su obra. El nue­ vo repertorio nace como respuesta a la necesidad de disponer de un repertorio a la altura del conocimiento alcanzado en ese siglo en todos los campos: literatu­ ra, ciencia, arte, agricultura, comercio, etc. Si esta es la justificación, no deben extrañar lo más mínimo sus críticas al repertorio académico, pues no era esa su 50

pretensión. Y no debe extrañar tampoco que Domínguez incluya en su Dicciona­ rio voces de todas la ramas del saber. Pero a las consecuencias de este intento nos referiremos más ampliamente en el apartado que dedicamos al contenido. 4.1.2 La redacción Sobre las circunstancias de redacción del Diccionario Nacional de Domín­ guez tenemos bien pocas noticias directas. Sin embargo, hay algo que está abso­ lutamente claro: no miente el autor cuando afirma que consagró los mejores años de su juventud al trabajo en el Diccionario. Así se expresaba en la Dedicatoria: “Si no me es dado lisonjearme de poner en manos de V. una obra acabada, por­ que un diccionario jamás puede serlo; tengo a lo menos la satisfacción de no haber perdonado medio alguno para aproximarla a la perfección. Mi juventud, mi fortu­ na, todo lo he sacrificado a este objeto.”

Hay datos que apoyan la impresión de que el Diccionario fue compuesto muy rápidamente. Por una parte, la edición del diccionario de la Academia que continuamente crítica Domínguez es la de 1843, como ha demostrado Manuel Seco, pues a ella pertenecen las citas y no a otra anterior. El trabajo debió, por otra parte, extenderse hasta muy poco tiempo antes de la impresión del Diccio­ nario, pues en sus definiciones aparecen fechas que así lo atestiguan; por ejem­ plo, la fecha del fallecimiento de don Ramón Herbella, a la que antes aludíamos: “y murió en abril de 1847, a los 56 años de edad”. También en la voz “Balmaseda” se certifica la muerte de este personaje “en este mismo año de 1846”. Ahora bien, el Diccionario suma en total 1.793 páginas, luego parece impo­ sible que en cuatro o cinco años Domínguez hubiera podido redactarlo. Mucho más si tenemos en cuenta que, al mismo tiempo, elaboraba también su dicciona­ rio bilingüe y que debía ganarse la vida de otra manera, probablemente con sus clases de francés. Manuel Seco piensa que debió ser auxiliado en parte del reper­ torio léxico, concretamente en lo que se refiere al vocabulario técnico y al histé­ rico-geográfico. Esto no quita que el Diccionario esté redactado con precipitación. Lo de­ muestran los muchos anacolutos que encontramos, ciertas redundancias o el mo­ do de dejar abiertas muchas definiciones con la repetida presencia del “etc”. Que la rapidez afectó también a la fase de impresión, lo pmeba la desmesurada canti­ dad de erratas de imprenta, fruto de una precipitada corrección de pruebas. 4.1.3 Las fuentes En lo que respecta a las fuentes y “ejemplos" que sirvieron a Domínguez para la composición de su repertorio, éstas han sido claramente delimitadas por Manuel Seco, quien distingue entre el modelo que sigue para la inclusión de las voces técnicas, donde el precedente es claramente el Diccionario de Terreros, y 51

el que imita en lo que se refiere a la extensión cuantitativa de estas voces y a la exhaustividad y riqueza en la descripción del léxico, donde el modelo es el Dictionaire national on granel diccitionaire critique de la langue frangaise, obra del lexicógrafo francés Bescherelle. Como vemos la influencia del autor francés se halla claramente presente en el título del Diccionario de Domínguez, ya que el sintagma “gran diccionario clásico” es inusitado en la tradición lexicográfica española. Domínguez no oculta la influencia del repertorio francés, y la portada de su diccionario copia hasta el grabado estampado de aquel: un libro abierto so­ bre un fondo de nubes oscuras, detrás de las cuales surge un sol radiante. 4.2 Contenido Evidentemente, todo lo que hemos dicho acerca de las fuentes determina el contenido del Diccionario de Domínguez, que aumenta considerablemente el número de voces del Diccionario académico. Así se señala desde la portada de la primera edición, con incremento todavía en la segunda, que es la que a conti­ nuación citamos: "el más completo de los léxicos publicados hasta el día; por Ramón Joaquín Domínguez. Aventaja a los demás diccionarios de la lengua en más de 4.600 voces usuales y 100.500 técnicas de ciencias y artes, comprendiendo además los nombres y situación de todos los pueblos de España, de todas las principales ciudades del mundo, de los hombres célebres, de las sectas religiosas, etc. etc. etc."

A la vista está que el mayor número de adiciones (el 95%) corresponde al léxico técnico y científico. "El taller del artesano fue examinado con la misma escrupulosidad que el gabinete del literato y del hombre científico.”

En este afán por registrar el vocabulario técnico y científico late la fascina­ ción por el progreso que desplaza objetos y crea otros nuevos, provoca préstamos de otras lenguas y la creación de nuevas voces: “y por consiguiente caducan en los idiomas las voces de los unos, se hacen ne­ cesarias las de los otros, y cada vez se hace sentir más la falta de un diccionario en que estén consignadas las voces nuevamente creadas, haciendo una breve descrip­ ción de los objetos que representan.”

El camino que marca Domínguez es, evidentemente, el que había de condu­ cir al diccionario enciclopédico. Esa referencia a la caducidad de las voces pro­ pias y a la necesidad de adquirir las voces de otros idiomas, o sea, la conciencia de la internacionalización del lenguaje científico alimenta la sospecha de que Domínguez se sirvió de la lexicografía extranjera, que tan bien conocía, para la recolección de buena parte del nuevo material que aporta. En todo caso, quede claro que la tendencia a recoger el vocabulario científi­ co y técnico era sentida desde finales del siglo anterior, como demuestra no sólo el Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes de Terreros — ya anti52

cuado en la época de Domínguez— , sino también el fracasado Panléxico (1842) de Penal ver. En realidad, el problema de hasta qué punto debe dar cabida un diccionario general de lengua a los términos técnicos o científicos, a las voces de las distin­ tas artes o ciencias de los más variados campos, no sólo ha sido, sino que es un problema para el lexicógrafo. Desde luego lo era también para la Academia. Diccionarios específicos de medicina, derecho, etc. ha habido desde el comien­ zo de nuestra tradición lexicográfica. Se fueron generalizando desde el siglo XVIII y son abundantísimos en el XIX. El problema en este caso, no es sólo el paso de diccionario general a enciclopedia12. Para Cuervo “las Academias no deben contentarse con ser cuerpos pasivos; deben influir también, científicamente, en la dirección del uso y en el movi­ miento de la lengua”. La actitud que adopta Domínguez, es la de ampliar la nomenclatura sin llegar a la enciclopedia, porque limita mucho las explicaciones. Al margen de la presencia, siempre discutible, de tecnicismos, el valor fun­ damental del Diccionario de Domínguez se encuentra en el aumento de las voces usuales, lo que supone una aportación preciosa a la lexicografía española. Resulta, en este caso, bastante sencillo saber cuáles son las voces nuevas, porque el lexicógrafo no pierde ocasión de afear a la Academia la ausencia de tal o cual voz en el repertorio académico. Muchas de estas voces son palabras de uso gene­ ral, otras de uso más restringido, lo que nos pone en contacto con las variedades del español. Veamos algunos ejemplos: Gesticular, adj. Pertenecientes al gesto, o a la gesticulación II v. n. Hacer gestos, visajes o movimientos con el rostro. A pesar de ser un verbo tan usual, la Academia no se acuerda de él para maldita la cosa; por cuyo motivo nos tomamos la libertad de preguntarle ¿el que hace gestos, qué hace? ¿gestea? en su diccionario confiesa que gestear es anticuado; ¿cuál es pues usual y moderno? Si nos contesta que hacer gestos, tendremos aquí la respuesta que suelen dar los niños, cuando se les pregunta cómo se llaman sus padres ¿Cómo se llama tu papá? — Papá ¿Qué es tu mamá? — Mamá. Es preciso confesar que la Academia es un pozo de ciencia, pero tan pro­ fundo, que ni una sola gota podemos sacar de él. Es de advertir que hay académi­ cos que casi siempre están gesticulando; y sin embargo a ninguno de sus colegas se ocurrió mirarle a la cara.

(12) Podemos ofrecer un ejemplo eslrcmo: Cortís y Morales. Balbino. Diccionario doméstico. Tesoro de las fam ilias 6 reper­ torio universal de conocimientos útiles. Contiene mds de 4.000fórmulas, preceptos ó recetas de fácil ejecución sobre las materias siguientes: Labranza ó cultivo de los campos. Horticultura ó labor de las huertas. Floricultura ó jardinería. Arboricuhura ó cultivo de los árboles. Clasificación botánica de las plantas y sus virtudes medicinales , Crianza 6 ceba­ miento de animales. A dministracián rural ó económica agrícola: todo en cnanto se ha podido para dar nociones seguras. capaces de dar una idea exacta de la agricultura como ciencia y como arte. Consetración de las carnes, granos, legum­ bres. frutas y toda clase de provisiones ulimeniicias. Preparación de dulces, consenos de frutas, mermeladas, chocolate, café, té, limonadas, jarabes y ponches. Arte de hacer el pan. los vinos, la sidra, cerveza y toda clase de bebidas econó­ micas. Manual práctico de la cocina espadóla, francés, italiana y americana: el de la pastelería, repostería y toda clase de licores. Cuidados que exigen la bodega, el corral, las aves domésticas, los pájaros enjaulados y toda clase de anima­ les domésticos. Reglas prácticas acerca de la caza y pesca, con nociones sobre los derechos de los propietarios y del público consignados en la ley. Conservación de la ropa de uso. de las telas, muebles, efectos de menaje y destrucción de insectos dañosos. Arte de lavar y planchar la ropa blanca Preparación de todos los artículos de perfumería y tocador. Instrucciones teóricoprácticas de química y física recreativa, y de pirotecnia civil, ó arte de hacer fuegos artificiales. Los meses del año. con preceptos de higiene, de economía doméstica y rural, y productos culinarios. Redactado por D. Balbino Cortés v Morales, Cónsul de primera clase, jubilado... Cunrtn tirada. Madrid. Carlos Bailly-Baillitrc. editor.

1877.

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Rastrojcar, v. n. Andar rebuscando entre los rastrojos. Este verbo que no conoce la Acad., se usa en algunas provincias.

En cuanto al contenido, es también de reseñar la parte final del texto de la portada, donde se alude a la incorporación de “los nombres y situación de todos los pueblos de España, de todas las principales ciudades del mundo, de los hom­ bres célebres, de las sectas religiosas, etc. etc. etc.”. En lo que respecta a los hombres célebres y a las sectas religiosas —que no debe entenderse en sentido peyorativo— , o parte histórica — si se quiere— , es evidente que su incorporación responde a esa extensión del diccionario hacia la enciclopedia. Mayores problemas plantea la parte geográfica, por motivos dife­ rentes. Por una parte, la inclusión de un diccionario geográfico no era algo des­ conocido en la lexicografía española. Basta recordar que los diccionarios de Nebrija — que registran todavía ediciones en los primeros años del siglo XIX— añadían un diccionario geográfico. Por otra parte, el problema está más ligado a otro, que es el de la presencia de nombres propios en el diccionario. En este caso, aunque razones semánticas inclinan al rechazo, razones prácticas aconsejan su introducción. Eran muchos los lexicógrafos que no la consideraban desacertada; entre ellos Cuervo, que defendía así su opinión —y, por cierto, quién no la con­ siderará mantenible hoy día mutalis mutandis, es decir pensando en el inglés y, si no en los diccionarios generales de lengua, si en otros materiales docentes o de consulta: “¿Deberán introducirse en el Diccionario las formas peculiares de la lengua castellana, de nombres geográficos e históricos? Aunque estas voces sean de ori­ gen extranjero, la forma en que se castellanizaron nos pertenece [...] Hoy día se están olvidando estos nombres, usándose a cada paso los originales del respectivo pafs, o lo que es peor, la forma en que a su idioma los han asimilado los franceses (Obs. X.)“

Una nota, en definitiva, para caracterizar el Diccionario de Domínguez por su macroestructura es el acercamiento hacia el diccionario enciclopédico. Sin ser denominado así en el título, puede considerarse el primero de la tradición lexi­ cográfica española. 4.3 Recursos estilísticos de la definición Como se dijo, si por algo era conocido el Diccionario de Domínguez era por algunas peculiaridades en sus definiciones. Esto —que el autor se manifieste a través de sus definiciones— , que es, desde el punto de vista de la técnica, una grave transgresión, es una nota fundamental para caracterizar no sólo la obra de Domínguez, sino también toda una época de la historia de la lexicografía euro­ pea, particularmente de la francesa. Como dice Seco (1987, 142) encontramos aquí una faceta más de la vinculación de Domínguez con la cultura francesa, que había experimentado, en tomo — cronológica e intelectualmente— a la Revolu­ ción, la aparición de una serie de diccionarios comprometidos, vehículos delibe­ rados de las ideas de sus compiladores. Esta tendencia es fruto directo de la 54

Enciclopedia francesa, y a ella se puede también asociar — como ha expuesto Álvarez de Miranda (1984)— la moda, que tuvo cierta vigencia en España en la primera mitad del XIX, de los diccionarios burlescos, usados como armas ideo­ lógicas arrojadizas. Esa moda provocó una forma de hacer que fue criticada por los lexicógrafos más prestigiosos del momento. Así, por ejemplo, el siempre mesurado Salvá dice: "Un lexicógrafo nunca debe manifestar sus propensiones ni su modo de pen­ sar en materias polfticas y religiosas, ni menos ridiculizar o condenar como errores las doctrinas que siguen varones muy doctos, un gran número de personas ilustra­ das y la mayoría de algunas muy cultas. Le incumbe sólo definir Preadamita y Sele­ nita de modo que pueda entenderse con claridad lo que significan estos nombres cuando se encuentran en los libros que impugnan o sostienen su existencia, o se mencionan por incidente o por hipótesis [...] Este es el mejor medio para que sea leído por un largo período y por personas de todos los países y de diversas opinio­ nes, y el más seguro para no equivocarse. [...] Fuera de esto, mientras los hombres no se acostumbren a respetar los unos las opiniones de los otros, no puede haber paz en las casas ni quietud en los estados. Bajo este respecto, el Diccionario de la Academia está concebido en pecado original, por la época en que nació.”

Con razón se pregunta Seco (1987, 143), “¿qué hubiera escrito Salvá de haber tenido a la vista la obra de Domínguez?”, porque, verdaderamente, al Dic­ cionario académico se le podrá hacer críticas de otro tipo, pero no afearle la “incontestable asepsia” de sus definiciones13. En referencia directa a Domínguez, Chao se refiere también a esta transgre­ sión: “N os hemos abstenido de seguir el ejemplo de dirigir censuras, que podrían tal vez ser justas, pero que son desde luego inútiles e innecesarias para el objeto [defi­ nido]. Hemos huido igualmente de otro defecto más contagioso, cual es el de impri­ mir en las definiciones nuestras opiniones personales, defecto particularmente no­ table en materias políticas y de religión. Un diccionario no es ciertamente un arma de piulido ni un libelo de secta.”

Dejando ahora a un lado las cuestiones ideológicas — que trataremos al final— , examinaremos ahora algunos de los recursos estilísticos de la definición. Muchas de estas peculiaridades consisten en simples salidas de tono inespe­ radas: A híto, ta. adj. Harto, saciado, repleto incómodamente de comida, que padece indigestión, embarazo o estorbo en el estómago por haberse atracado como un buitre, etc.

Pero Domínguez cede con frecuencia, además, ante el afán de alarde poético:

(13) Salví se refiere a definiciones como las de 'selenita', 'preadamita', ‘íncubo’, ‘súcubo’, cuyes definiciones probablemen­ te todavía hoy criticaría (en tas dos primeras entradas se define como "supuesto...”, en los otros dos como "según supers­ tición vulgar").

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Alborada, s. f. El amanecer, el rayar, el despuntar del día; tiempo que dura la cla­ ridad naciente de sus luces en progresión suave y perezosa, hasta su perceptible desarrollo.

Este alarde suele convertirse en alambicamiento jocoso del lenguaje, con todo tipo de recursos retóricos que, son consecuencia de tomar a broma el pro­ pio metalenguaje de definición: Cuello: Especie de istmo carnoso y cartilaginoso que junta la península cabeza con el gran continente formado por la mayoría física del individuo. Relámpago: Súbita y fulgurosa llamarada de instantáneo lucir deslumbrador, que sale de las nubes lanzada como eléctrico chispazo, precediendo regularmente a la explosión del trueno como el siniestro brillo de las armas ígnicas precede al tiro O atronador disparo.

Seco (1987, 168) ha identificado al lexicógrafo inglés Samuel Johnson, autor de un Dictionay o f the English Language (1775), como el inventor de este alambicado tipo de definición. También Casares había dedicado un epígrafe de su Introducción a la lexicografía moderna a este lexicógrafo inglés. De estos usos festivos del lenguaje poético se pasa al uso del verso para glo­ sar refranes o máximas. El uso del verso había sido adoptado por la Academia para glosar los refranes en el Diccionario de Autoridades. Cuervo criticó este alarde en sus Obseivaciones. Domínguez, no lo critica en serio, simplemente hace versos en broma para definir las entradas que encabeza con la indicación de Proverbial]: Alabarse, [...] Prov. Quien no se alabo, de ruin se muere; poco medra en suerte y brillo, el muy modesto y sencillo; el mundo no echa de ver, al que no se hace valer; o en términos irónicos, lo de la coplita: Vivimos en un mundo / tan miserable, / que si uno no se alaba, / no hay quien le alabe. Alcanzar [...] Prov. Alcanza quien no cansa. Para conseguir, no hurgar, que es mal visto importunar; suele hacer mayor fortuna el que menos importuna; el que bien pide no aburre, si con talento discurre. Bailar: [...] Prov. Al son que locan bailo. Como se portan, me porto; tal cual me quieren, parezco; estoy, de un modo oportuno, con todos y con ninguno.

Como intentar una tipología de la veta humorística de Domínguez excede el espacio que es posible dedicar ahora, dejemos que los ejemplos que ilustran otros aspectos del análisis completen la visión que hemos dado. Por otra parte, tampo­ co me parece positivo reducir al terreno de la anécdota las aportaciones a la lexi­ cografía del español hechas por Domínguez. 4.4 Posición filológica: la crítica a la Academia 4.4.1 Caracterización de la Academia El lexicógrafo gallego manifiesta una completa animadversión hacia la ins­ titución académica. En los ejemplos que vamos a usar en adelante, al examinar lo que hemos llamado su posición filológica, aparecerán continuas invectivas, 56

sarcasmos, ironías y, en fin, algún insulto salido de tono. Todo eso debe enten­ derse en el contexto de la polémica que aquella decisión de reconvertir el mag­ nífico Diccionario de Autoridades en Diccionario usual, sin las debidas cautelas, suscitó y, también, por qué no decirlo, en el contexto de aquella agitada y exaltadiza época de nuestra historia que fue el siglo XIX, a lo que se añade el carác­ ter pasional de Domínguez. Para nuestro lexicográfo, la Academia es una institución alejada de la reali­ dad lingüística. Esto aparece así expresado en algunas definiciones, donde se llega a diferenciar el español académico, del genuino y verdadero: Bajo. Humilde, despreciable, abatido (Acad.). De humilde y abatido a desprecia­ ble, hay tanta diferencia como del español académico al español genuino y verda­ deramente nacional.

En consecuencia, no extrañará tampoco la acusación de dogmatismo, que aparece a veces revestida de ironía: Amañarse, v. pron. [...] II Ingeniarse, componerse hábilmente, darse buena maña o traza para el logro de algún fin. De esta acepción no reza el martirologio acadé­ mico de la lengua.

Hacer una relación de calificativos resulta tarea ardua ante la imaginación desbordante de Domínguez: “venerable cuerpo”, “caduca matrona con ínfulas de exclusiva maestra”, “corporación de los hablistas de oficio”... El fondo de las críticas de Domínguez no es muy distinto al de las que se han vertido en otros tiempos recientes sobre la institución académica y su dicciona­ rio. Le singulariza, eso sí, la agresividad con que trata a la institución que ha ser­ vido de guía a todos los lexicógrafos, incluido él mismo. 4.4.2 Corrección de definiciones y acepciones Examinado antes el aumento de voces usuales que experimenta la macroestructura del Diccionario de Domínguez, hay que destacar que otra de las mejo­ res aportaciones de este lexicógrafo se encuentra en la corrección o aumento de las definiciones o acepciones que presenta el repertorio académico. Entre los errores en que con particular afición se regodea Domínguez, se encuentran lo que podríamos llamar “acepciones inauditas”, es decir: aquellas de que no hay constancia alguna y que, a veces, están provocadas por erratas de imprenta, como la que presentamos en tercer lugar, identificada por Seco como perteneciente a la edición de 1843 — pues en la siguiente edición, de 1852, apa­ rece ya corregida: Babear: Obsequiar a alguna dama con aclos públicos de rendimiento (Debe caér­ sele la baba a la Acad. con tal babosa acepción, que nunca hemos oído.) Capota: Especie de capa sin esclavina. ¿Es posible que los señores académicos no hayan visto capotas? Capotillo: Capote corto de que usaban las mujeres para abrigo, y colores. (Acad.) ¿Entiendes, Fabio, lo que voy diciendo?

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Del mismo modo, aquellas acepciones erradas, cuya presencia es además censurable en virtud de los mismos criterios académicos, encuentran respuesta adecuada en el Diccionario de Domínguez. Así. por ejemplo, la violación de la máxima relativa a las expresiones de mal gusto: Confrontación, s. f. [...] Fig. Simpatía, conformidad natural entre algunas perso­ nas o cosas. (Acad.). Sentimos no tener confrontación (palabra de mal gusto en tal sentido) con la Acad., aunque no la rechazamos por eso.

Pone especial énfasis Domínguez, además, en señalar aquellas voces que, siendo anticuadas o estando en desuso, no han sido como tales señaladas por la institución académica: Desacomodado, da. adj. [...] La Academia añade otra acepción que no se usa, pero ni la da por anticuada, ni la explica bien y con propiedad. Fieles a nuestro propósi­ to de no omitir especie suya, entre tanto como reformamos y aumentamos, la pone­ mos a continuación. II Lo que causa incomodidad o desconveniencia.

Los errores en la aplicación de la sinonimia a la definición encuentran tam­ bién respuesta. Este es un aspecto importante en la composición de un dicciona­ rio, ya que —como afirma Manuel Seco (1987, 36)u— , "es norma umversalmente aceptada en la lexicografía la ley de la sinonimia, según la cual el enunciado defmitorio, XY, es sinónimo de la palabra-entrada A, de tal manera que, en un contexto de habla en que figure el término A, este sea sustituible por XY sin que ello Heve consigo ninguna alteración del sentido del mensaje.”

Así, por ejemplo, replica Domínguez a la Academia en las definiciones de “cualidad” o en la ya aludida de “bajo”: Cualidad, s. f. Lo único que ia Acad. dice de cualidad es “f. calidad”. Es decir que según la Acad., cualidad es sinónimo de calidad. Vea si es así. Una cosa puede ser de buena calidad, en su género, y tener al mismo tiempo malas cualidades: por ejemplo: un veneno que mata instantáneamente a la persona que lo tome a la más mínima dosis, es en su género veneno de buena calidad... Bajo. Humilde, despreciable, abatido (Acad.). De humilde y abatido a desprecia­ ble, hay tanta diferencia como del español académico al español genuino y verda­ deramente nacional.

Dentro de este capítulo relativo a los errores en la definición, debe reseñar­ se la insuficiencia de acepciones, algunos de los cuales son ciertamente clamo­ rosos y hacen exclamar al lexicógrafo: ¡Qué prurito de suprimir acepciones, de capar voces! (en “capota"): Esplosión. La Acad. se contenta con la acepción de física, y aun es mucho según su costumbre de no hablar largo espacio cuando zurce relegadas vejeces. Ligero, a. adj. Leve, de poco peso, de escasa gravedad específica [...) También sig­ nifica con permiso de los académicos, que al parecer lo ignoran, con poca ropa, muy sencillamente vestido, sin carga que estorbe o peso, a cuerpo gentil andante etc.

(14) Cfr. lambifn J. Rey Debovc. [Ilude. 202 y J. & Cl. Dubois. Introduction, 85.

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4.4.3 Corrección de errores gramaticales Al mencionar el Prólogo que encabeza el Diccionario de Domínguez, nos referíamos a la necesidad manifestada por el lexicógrafo de contar con un “diccionario en que estén consignadas las voces nuevamente creadas, hacien­ do una breve descripción de los objetos que representan, si son nombres, de la acción que expresan, si son verbos, del modo de calificar, si son (a]djctivos, y así las demás partes del discurso.”

Es decir, Domínguez incluye las informaciones gramaticales como una parte esencial de la definición lexicográfica. Son también muchas las definiciones aca­ démicas que crítica aquí Domínguez, aunque los errores son de distinta naturaleza. En algunos casos, la crítica se debe a las confusiones en la categoría grama­ tical de las palabras. A este apartado corresponde una de las mayores salidas de tono, rayana con la barbaridad y, en cualquier caso, el mayor insulto corporativo que hemos encontrado en nuestro exaltado filólogo: Consejil, adj. Germ. La mujer pública. (Acad.). La mujer pública será un sustanti­ vo; otra cosa es el epíteto o calificación que se le aplique. De este trae mucho la Acad., que no es por vía de errata.

Son también de reseñar las confusiones en el género de los verbos. En la entrada “dcspelotar”, el lexicógrafo se muestra irónicamente condescendiente: Despelotar, v. a. Desgreñar, enmarañar y descomponer el pelo. (Acad.). No cree­ mos que se use, aunque el venerable cuerpo prescinde de anticuarlo; en cambio, prescindimos nosotros de darle pronominal...

4.5 La ideología en el diccionario Uno de los puntos de vista que resulta muy interesante en el análisis de los repertorios lexicográficos es el sociológico. Esto es así por múltiples razones. Desde la perspectiva de los usuarios, por su carácter didáctico, actúan los dic­ cionarios como referencia que garantiza la adecuación a una norma. Los diccio­ narios, además, pueden considerarse como depositarios de los conocimientos de una época o de una colectividad, que al tiempo, reflejan, pues son fruto de la ide­ ología imperante o de una ideología concreta, la de su autor. Desde este punto de vista, es posible también caracterizar la obra de Domínguez, porque, como era de esperar, el lexicógrafo no sigue aquella máxi­ ma, a la que al comienzo aludíamos, expresada por Casares. Más bien, nuestro lexicógrafo no pone coto a ninguna clase de “exhibición individual”: la expre­ sión de sus fobias y estimaciones políticas o de sus actitudes filosóficas y reli­ giosas inunda la mayoría de los artículos lexicográficos que se prestan a tal fin. En buena medida, sus opiniones reflejan el sentir de los liberales progresistas de aquellos revueltos años del siglo XIX español. 59

4.5.1 Las ¡deas políticas Vayamos primero a las ideas políticas. La monarquía no se salva de las invectivas de Domínguez: Demócrata: Partidario de la democracia; que sigue los principios de la soberanía popular. II Amante del pueblo y enemigo de la tiránica dominación de los reyes.

Definición que contrasta claramente con los contenidos que se dan en la correspondiente a “revolucionario”: Revolucionarlo: el partido de las reformas liberales que exige el progreso de la civilización y de las luces, la marcha del siglo y de las cosas.

No menos atrevidas resultan sus alusiones al partido entonces en el gobier­ no, el moderado, y a su jefe, el general Narváez, a quien se alude en la definición correspondiente al lema ‘dominación’: M odcrantismo: “sus sectarios constituyen una asociación parásita". Dominación: ¿Cuando se acabará en España la dominación del sable?

El humor también encuentra espacio en estas definiciones que dan pie a comentarios ideológicos y, como era de esperar, aparece ligado a la institución académica: Emanciparse, v. pron. La Academia sabe lo que se hace en omitir en su dicciona­ rio esta acepción. Tal vez sus doctrinas político-filológicas no estarán conformes con la emancipación de los pueblos; pero estos quieren emanciparse; es decir que usan este verbo sin pedir permiso a la venerable corporación.

Pero no sólo el humor, también encontraremos la sincera exaltación patrió­ tica, mezclada a veces con la mirada crítica hacia el instrumentalismo que los partidos políticos pueden hacer de la propia patria: Patriótico: Noble, digno, elevado, grande, sublime, como los rasgos heroicos que inspira el verdadero patriotismo. Patriotismo: El amor de la patria, el sentimiento innato de ardiente y acendrado cariño que, entusiastas, cobijan hacia ella los pechos y los corazones de los bue­ nos patricios, de los bravos y leales patriotas. También se ha abusado de esta voz, aplicándola cada partido polftico a su modo de ver las cosas con los ojos de su interés, etc.

4.5.2 Crítica social Domínguez fustiga sin piedad en diversos lugares a la aristocracia. Así en el artículo “doméstico”, puede leerse: Doméstico: Los individuos que constituyen ese numeroso ejército de holgazanes que la ridicula aristocracia sostiene para ostentar su insolente molicie.

En la voz “bajeza”, en la acepción correspondiente a “bajeza de nacimien­ to”, la crítica se reviste de ironía: 60

Bajeza de nacimiento: Humildad y oscuridad de nacimiento, innoble cuna, baja extracción, en el lenguaje de los aristócratas, que no creen venir de Adam y Eva [y] aparentan no saber que todos nacemos en cueros y morimos sin llevamos cosa alguna de este mundo más que los deméritos o desméritos [sic] por las buenas o malas obras.

La crítica al clero se viste por lo general de humor en el Diccionario de Domínguez. Los “escolasticones” son ridiculizados en la definición correspon­ diente a “silogizar”. Silogizar, v. n. [...] Tener la manía o el prurito de andar sacando crgos a todas ho­ ras, como tantos escolásticos pedantes, especialmente de la familia de los teólogos.

Con frecuencia, la definición entra de lleno en los límites de la caricatura. Así en la acepción correspondiente a “sombrero de teja”, bajo el lema “sombrero”: Sombrero de teja: El sombrero acanalado con las alas levantadas, que usan los eclesiásticos y algunos depedientes de tribunales de justicia. La Academia dice: "de teja. Ei acanalado que usan los eclesiásticos con las alas levantadas”. Ai leer esto se nos figuró ver volar clerizontes por esos aires de Dios, como angelotes impro­ visados al omnipotente fiat del soberano definidor académico.

4.5.3 De la ideología al liso, ¿o deI liso a la ideología? Podríamos, en fin, preguntarnos, hasta qué punto el contexto ideológico que envuelve un diccionario puede llegar a influir en los cambios de los significados de las palabras en él encerradas o en el orden en que se suceden. El diccionario tiene la virtud de dar carta de naturaleza a acepciones que, en algún caso, están en un segundo plano y el de Domínguez ofrece un ejemplo clarísimo en la defi­ nición correspondiente a la voz "noble”, cuya lectura ahorra cualquier otra con­ sideración que pudiéramos hacer. Cabe plantearse cuál es la acepción que daría­ mos hoy día en primer lugar, si la que proponía la edición del diccionario acadé­ mico que crítica Domínguez o la que nos ofrece este lexicógrafo, en la que, por cierto, además de explayarse, convierte, al fin, una observación gramatical en (oda una declaración de principios, en la formulación contundente de una nueva escala de valores: Noble, adj. Ilustre, claro y conocido por su sangre (Acad.). Esta acepción es menos usada que la siguiente, de que carece el diccionario académico. Epíteto que se apli­ ca a las personas virtuosas, de corazón magnánimo, de generosos sentimientos, de procederes relevantes, de una honradez a prueba; que olvida las injurias, que per­ dona los agravios etc. etc. Úsase también sustantivamente.

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La educación idiomática de los nobles. Antecedentes y continuidad de un pasaje de Alfonso X el Sabio (Partida 11) F. GONZÁLEZ OLLÉ Universidad de Navarra

1. En un estudio imprescindible para el conocimiento del ideario lingüístico de Alfonso X el Sabio, escribió el Prof. Niederehe12: "Se nota [...] en cada página de su obra un esfuerzo por hacerse entender y claridad expresiva, siendo todo lo demás en comparación con ello de carácter secundario". Esta preocupación del Rey se extiende también a que sus súbditos consigan asimismo la oportuna idoneidad verbal, según lo manifiesta en un pasaje de la segunda Partida, cuyo contenido va modelando con sucesivas y muy variadas matizaciones’: “Palacio es dicho aquel lugar do el rey se ayunta paladinamente para fablar con los omnes. E es en tres maneras: o para librar los plcytos o para comer o para fablar en gasaiado. E porque en este lugar se ayuntan los omnes para fablar con él más que en otro, por eso lo llaman palacio, que quiere tanto dezir commo lu­ gar paladino. E por ende conviene que non sean y dichas otras palabras synon ver­ daderas c complidas e apuestas”. El criterio así establecido cuenta con una fundamcntación histórica, que el Rey expone, y, a la vez, alcanza una incidencia social, pues quien “Usa destas (palabras] que dicho avernos en esta ley, es llamado palaciano, porque estas palabras usaron los omnes entendidos en los palacios de los reyes más que en otros lugares. E ally rresfebieron más onrra los que las sabícn, c aun lo enca-

(1) H.- J. Niederehe, A lfonso X e l S a b io y la lingüistica d e su tiempo. Trad, de C. Mclchcs. Madrid, 1987,72. La edición ori­ ginal alemana es de 1975. (2) Niederehe, conocedor del importante valor que encenaban las P artidas como fuente para su estudio, pero también cons­ ciente de la escasa fiabilidad de sus ediciones, con riguroso sentido crítico se restringió casi exclusivamente a aprovechar la P artida primera, para la que disponía entonces de un manuscrito procedente del escritorio real. Algo ha mejorado desde entonces el panorama ecdótico para dicha Partida. Para la segunda, sin poseer todavía una edición crítica, hoy se cuenta ya con una trascripción de "un venerable manuscrito", según lo califican sus editores: P artida segun­ da. Ed. de A. Juórez Blanquee y A. Rubio Flores. Granada, 1991, a la que me atengo en el presente estudio. El pasaje arri­ ba citado corresponde a IX, 29.

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res5Íeron más los omnes entendidos, ca llamavan antiguamente por cavalleros a los que esto fazfen, et non era syn rrazón, ca pues el entendimiento e la palabra estranna al omne de las otras animalias, quanto más apuesta la a e mejor, tanto es más omne".

La alta estima del Monarca por cuantos “Tales palabras usaran c sopieren en ellas avenir”.

vuelve a revelarse en una declaración, que afecta a la personal conducta regia. En efecto, a quienes ajustan su comportamiento idiomático a la manera indicada “Dévelos el rey amar e preciar e fazer mucha de onrra e de bien”.

Más aún, esta actitud positiva queda complementada con otra negativa o de repulsa: “E los que se atrevieren a fazer esto, non seyendo sabidores dello, syn lo que se mostrarfen por atrevidos e por nesfios, deven aun aver por pena scer alongados de la corte e del palacio".

2. El patrón lingüístico del Palacio real, como se está viendo, marca el cri­ terio (ético y estético, no me detendré en distinguir el doble aspecto de su for­ mulación) sobre el cual Alfonso X asienta la pauta del hablar correcto. En la con­ versación palaciana, según ha ido matizando — importa repetirlo— no pueden recibir acogida palabras synon verdaderas e complidas e apuestas. Con el Palacio real se identifica la Corte345. A los efectos presentes queda ex­ presamente indicada la equiparación, al consignarse en una ley precedente4, casi inmediata a la hasta ahora analizada, que a quienes se valen “De las palabras buenas e apuestas, llamáronlos buenos e ensennados. E otrosy llamáronlos corteses, porque las bondades e los otros buenos ensennamientos a que llaman cortesía, syenpre los fallaron e los preciaron en las Cortes”.

Como puede comprobarse, el Rey no desatiende la ocasión que se le pre­ senta de insistir en sus ideales idiomáticos, tal como antes los traje a colación. Y, asimismo, a este último respecto, Alfonso X acude a recordar una práctica histó­ rica que presenta con remoto carácter consuetudinario5: “E por ende fue en Espanna syenpre acostumbrado de los omnes onrrados enbiar a sus fijos a criar a las cortes de los reyes, porque aprendiesen a seer corteses e ensennados e quitos de villanía e de todo yerro, e se acostumbren bien asy en di­ cho commo en fecho”.

(3) Con carácter general en cuanlo a la génesis y desarrollo de esta relación, cf. J. Heers, La ville au mayen rt & p c v * j\\c ü ^ a ’uui tvSW n u m 'itu ti < r y »&*m « p > tv¿W « u m u w pvy* Vvwoi/ \v f Im vf>> rtijwvCPctf pc^SUn-r* cfMnuHvp*'*1 o p u l «fejpu J-wVyx ~x C/Vp n oi> íl* Oomcn> yjc1t : t u t u * píffCfrt^ ^Cjl*rVt^ fl^l^nvSo W } i v *rup c \y & 0 p mCvU'^j-Ví m u) )vci\iSw. e& rtm o'hm y ^'u > rn m e n l\' o p i \ n o ire 7 .^ uvviicpw pwibojvrj uu|'v\V ^< i p 1. -i c j w d p »un> u ou vi v

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