ESTUDIO PRELIMINAR DE UNA POSIBLE FOSA COMÚN DE LA GUERRA CIVIL EN MADARCOS

May 23, 2017 | Autor: Marina González | Categoría: Spanish Civil War, Exhumation, Mass Graves, GUERRA CIVIL ESPAÑOLA, FOSA COMÚN, Mass Grave Exhumations
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Descripción

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID

Facultad de filosofía y letras Trabajo de fin de grado Grado de historia Curso académico 2015/2016

ESTUDIO PRELIMINAR DE UNA POSIBLE FOSA COMÚN DE LA GUERRA CIVIL EN MADARCOS.

Alumno/a: Marina González Fernández. Tutor/a: Ángel Fuentes Domínguez.

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ÍNDICE:

1. Introducción.................................................................................................... 3 2. Panorama de la Memoria Histórica ................................................................ 3 2.1.

El término y el debate en torno a él ........................................................ 3

3. Contexto geográfico e histórico...................................................................... 8 4. Pedro, el pastor de la Sierra Norte de Madrid .............................................. 14 5. Objeto de estudio y metodología .................................................................. 19 5.1.

Posible fosa común ............................................................................... 20

5.2.

Antecedentes y caso comparativo ......................................................... 20

5.3.

Metodología seguida ............................................................................. 22

6. Conclusiones................................................................................................. 23 7. Bibliografía ................................................................................................... 25

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1. Introducción La exhumación de fosas comunes de la Guerra Civil española es un tema delicado por el debate que desata entre la población, esta parece estar dividida ante dicha situació n y no parece que se vayan a conciliar fácilmente. El presente trabajo, que precisamente trata sobre un estudio preliminar de una fosa, podríamos decir que se llevó a cabo por casualidad. Afortunadamente un vecino de Piñuecar –un pueblo de la sierra norte de Madrid-, un hombre ya anciano, del que hablaremos más adelante, llamado Pedro Andrés Sanz, conocido por sus vecinos como “el pastor de Piñuecar” nos aportó la informac ió n necesaria para elaborar este estudio –y esperemos que algunos futuros-, datos que como se podrá comprobar son de gran relevancia. La finalidad con la que se elabora este escrito es conocer la verdad, la verdad de lo que pasaba en la Sierra Norte de Madrid –un lugar infranqueable- durante esos años de Guerra Civil que vivió España; acercarnos a la realidad vivida por la población en dicha región y vivir algunas de estas historias a través de los ojos y de los relatos de Pedro. Podríamos decir que algunas personas nos sentimos obligadas a llevar a cabo una tarea que por ejemplo Francisco Etxebarria (2008: 138) define como “poner fin al daño sufrido devolviendo la dignidad a todas aquellas familias a las que es momento de rescatar del olvido”. En definitiva, el objetivo de este proyecto, comenzado en noviembre de 2015, será la exhumación de la fosa común que según los testimonios de Pedro Andrés Sanz se encuentra en las proximidades de Prádena del Rincón (Madrid), en unos terrenos pertenecientes a Madarcos de la Sierra (Madrid). Vamos a ver a continuación el panorama en el que se encuentra la Memoria Histórica, para entender la difícil situación a la que se enfrentan los arqueólogos forenses al intentar recuperar los cuerpos de los familiares –maridos, abuelos, padres…-de muchas personas que dieron por perdidos durante la Guerra Civil. Más adelante explicaremos los pasos previos o la metodología seguida en este tipo de estudios desde el momento en que se recopilan, por medio de entrevistas, los testimonios –que serían los datos más subjetivos-, pasando por la recopilación de datos verídicos históricamente, encontrados en archivos –fotos, mapas, registros…-, hasta la realización de la propia exhumac ió n, encuadrada dentro de un proyecto futuro y por tanto no trataremos en este trabajo. 2. Panorama de la Memoria Histórica 2.1. El término y el debate en torno a él El término de Memoria Histórica genera una polémica no solamente en cuanto a su significado, sino también en cuanto a su reivindicación y la puesta en marcha de su recuperación. A raíz de la Segunda Guerra Mundial, el terror nazi y las muertes de millones de inocentes, en 1945 se acuña este término, coincidiendo con el surgimiento de la expresión “nunca más” empleada por las víctimas y que podemos encontrar en todo tipo de reivindicaciones (Benítez 2006). El problema de establecer una definición para este término proviene tanto de los países en los que la Memoria Histórica continúa siendo un inconveniente como de los propios autores que no llegan a un acuerdo, analizándo la desde muy diversos puntos de vista. Así resulta muy difícil establecer una definic ió n única para este término. Mientras unos autores utilizan la idea de “memoria colectiva ”, 3

“social”, “dominante”, etcétera (Aguilar 1996: 31), otros diferencian distintas tipologías a partir de ella, insistiendo en el hecho de que no hay una memoria única, y estableciendo una diferenciación entre memoria autobiográfica o individual y hegemónica. Pasaremos a ver por tanto distintas definiciones del término según algunos autores, conociendo las diversas perspectivas y/o puntos de vista. La Memoria Histórica en el trabajo de Mario Carretero (2007) aparece implícita, aunque no de forma directa, es decir, él se refiere a la memoria hegemónica que se transmite a los alumnos en las escuelas. Según dicho autor las historias nacionales y sus registros escolares fueron “homogéneamente patrióticos” hasta la Segunda Guerra Mundial, según su parecer, surgidos de ideas ilustradas y románticas. Los estudios de Carretero están fundamentados, por tanto, en el debate de cómo esta influye en la enseñanza de la historia en las escuelas (Carretero, 2007: 7). Para el autor, los colegios y la enseñanza en general son un ámbito social clave para mantener esta imposición histórica, aunque culpa a los sistemas totalitarios de este tipo de actuaciones y recalca que en las democracias también existen dificultades para superar el narcisismo de los relatos y acoger otras voces. Halbwachs (2008), junto con su definición de historia como la “recopilación de los hechos que han ocupado la mayor parte de la memoria de los hombres”, también plantea la transmis ió n de la historia en las escuelas como una selección de acontecimientos clasificados según determinadas necesidades. En resumen, nos está diciendo que la historia que conocemos o que se nos transmite en los colegios no lo abarca todo (Halbwachs, 2008). Martínez Aniorte (2009: 5) habla del historiador francés Roger Chartier el cual es interesante ya que diferencia entre memoria e historia, esta última se encontraría en el saber universal aceptable y sujeto a actuaciones científicas, mientras la memoria vendría determinada por las necesidades de aquellas comunidades que requieren tener presente el pasado para construir su ser colectivo, su realidad común. Como podemos observar esta definición se podría aplicar al término completo de “Memoria Histórica”. Por otro lado, tenemos autores como Halbwachs (2008) que hacen una divis ió n en la manera de concebir la memoria: la primera sería la memoria en el plano de lo colectivo y lo social y, en segundo lugar, como un proceso individual, referido al momento en que cada individuo, por su parte, recuerda y mira al pasado desde su propio punto de vista (Aguilar 1996). Dentro de la memoria individual, este mismo autor, diferencia entre “memoria autobiográfica” y la “Memoria Histórica”, la primera es la que el individuo experimenta de forma personal, es decir, surge a partir de las experiencias y lo vivido; mientras la segunda son los acontecimientos históricos que la persona conoce pero no ha vivido por sí mismo, por ello también se la denomina “memoria prestada”, esta dependería de los demás, pudiendo ser modificada a partir del estudio, las lecturas, etcétera. Esto nos llevaría a la posible manipulación de la “Memoria Histórica” e incluso de la historia en sí. En dicha línea encontramos autores conservadores que establecen la existencia de ciertos límites para la manipulación, entre ellos Schudson y Schwart (Sebares 2008: 55-68), a pesar de admitir que el pasado puede llegar a ser manipulado hacen hincapié en la dificultad que ello conllevaría debido a: la existencia de una memoria viva sobre los hechos que quieren manipularse; la existencia de una amplia variedad y 4

pluralidad de versiones sobre el pasado que coexisten y se conservan en archivos históricos y fuentes documentales; las propias dificultades que los historiadores pueden encontrarse a la hora de manipular la historia y, finalmente, se refiere a los acontecimientos históricos que dejan una importante y dolorosa huella, cuya magnitud es tal, que resultaría muy complicado borrarla (Abadía 2014: 4-5). Por otro lado, no hay que olvidar, en primer lugar, que el debate en torno a la Memoria Histórica no es solo por su significado sino también por los problemas que supone su recuperación; y en segundo lugar, la relación que existe, y que solemos encontrar en todos los documentos, entre Memoria Histórica y los términos: olvido, perdón, amnesia y amnistía, entre otros, tal y como dijo el autor Remo Bodei “la memoria y el olvido no son de hecho terrenos neutrales, sino verdaderos y auténticos campos de batalla, en los que se decide, se modela y legitima la identidad colectiva” (citado en Benítez, 2006: 141). Una de las causas de que haya tanto debate en torno a un término es la gran cantidad de dimensiones que esta abarca: la humana, social, legal y política, siendo estas solo las más importantes. Y una clara prueba de esto sería la diversidad y el aumento de asociaciones y entidades por la Memoria Histórica que ha habido en España desde finales de los años noventa hasta hoy. Las líneas de trabajo en las que estas se centran son muy diferentes, algunas respondiendo a temas humanos y sociales, y otras materias por ejemplo culturales como la retirada en Rusia de símbolos de la época comunista (Abadía, 2014: 7). Son muchos los autores que defienden la idea de que el presente es como es por su historia y por ello ésta debe ser recordada. En esta línea, Marian Pérez (2007) afirma que sabemos lo que somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos, a partir de nuestros recuerdos. Así pues “perder la memoria significa perder la vida” (Pérez, 2007: 86). Otro símil que da a entender la importancia del recuerdo es el que compara a un Estado sin Memoria Histórica con una persona enferma de amnesia. Aquél que padece amnesia tiene dificultades para vivir porque al no recordar de dónde viene no puede adivinar por qué está donde está ni adónde va (Abadía, 2014: 7). De esta forma un país sin historia no podría continuar avanzando. Para plasmar en un ejemplo lo que veníamos diciendo anteriormente podemos atender a un estudio realizado en Guatemala, este sintetiza el debate de la siguie nte manera. Primero tendríamos a los detractores y opositores a la recuperación de la memoria, los cuales hablan de conceptos tales como el tiempo transcurrido, los efectos dañinos de recordar y la inutilidad de hacerlo con vistas hacia el futuro. Después están los impulsores de las iniciativas que consideran el recuerdo como una manera de establecer precedentes, arrojar luz sobre la verdad de los hechos, dignificar y apoyar a los familiares de las víctimas y como parte de la lucha contra la impunidad (Martínez Juan C. 2009: 7). Muchos de los Estados que recurren al pasado para no repetir errores, sobre todo si han sido ellos las víctimas, han actuado contradictoriamente. Por ejemplo, Francia (Abadía, 2014: 9), que vivió una intensa represión nazi, más tarde no dudó en arremeter contra la población civil en Indochina y Argelia. Por otro lado Hitler utilizaría en su favor 5

la humillación del Tratado de Versalles tras la Primera Guerra Mundial para justificar a los alemanes la Segunda Guerra Mundial. La Memoria Histórica parece una necesidad evidente por ello muchos países la nombran en sus discursos, pero en su mayoría acaba resultando una práctica contraproducente. 2.2 Le y de Amnis tía y Le y de me moria his tórica La antigua Ley de Amnistía se aprobó en 1939 para derogar todos los delitos cometidos contra la República ocurridos entre este período de tiempo y el 18 de julio de 1936. Tras la muerte de Franco, se aprobó la nueva Ley de Amnistía en 1976. En ella se observa de manera explícita el deseo de superación de la Guerra Civil optando por el olvido de la contienda. Cabe destacar que dicha Ley fue aprobada desde un Gobierno no elegido democráticamente, por ello la oposición manifestó un claro descontento ante una ordenanza que consideraban insuficiente (Aguilar, 1996). En 1977 el Parlamento español decretó la que sería la Ley de Amnistía definitiva , presentaba un cambio cualitativo y un aumento de su cobertura temporal -ampliada hasta el 6 de octubre de ese mismo año-. Esta nueva ley fue formulada por los grupos parlamentarios de UCD, PSOE, PCE, Minoría Vasca y Catalana, Mixto y Socialistas catalanes; mientras que Alianza Popular presentó muchas discrepancias al respecto. La nueva ley amparaba la rehabilitación de quienes estaban cumpliendo una condena o sanción por haber combatido un régimen autoritario. No obstante, otros estudiosos del tema poseen una interpretación negativa viendo en la legislación una imposición del olvido de los crímenes de la dictadura y una exculpación a los responsables de los delitos de la represión franquista. Con ella, había que olvidar y no enjuiciar a los culpables para seguir adelante, así pues, el olvido era “el precio para superar el pasado” (Pérez, 2007). En este panorama nos encontrábamos y seguía sin existir ninguna legislación por el derecho a la reparación, la verdad y la justicia de las víctimas del franquismo. Hasta que el 1 de junio de 2004 se aprobó en el Congreso de los Diputados la “Proposición no de Ley” sobre el reconocimiento de las víctimas de la Guerra Civil y del Franquismo. Donde se reclamaba al gobierno solucionar las peticiones e iniciativas presentadas desde finales de los años setenta, centrándose en tres puntos: crear una comisión de la verdad integrada por expertos independientes, recobrar las políticas públicas destinadas a la recuperación de la Memoria Histórica, y adoptar las medidas necesarias para lograr la localización y apertura de fosas pendientes y la exhumación e identificación de las víctimas (Abadía, 2014: 15). Tres meses más tarde, y gracias a lo acontecido anteriormente, se aprobaba un decreto (Real Decreto 1891/2004) por el que se creó la Comisión Interministerial para estudiar la situación de las víctimas. El objetivo de esta es el estudio de la situación de los que sufrieron la represión durante la Guerra Civil y la Dictadura por su compromiso con la democracia. Sin embargo, mostró contradicciones y debilidades desde un princip io (Gálvez, 2006). En el año 2002 el Congreso de los Diputados condenó explícitamente el golpe de Estado de 1936, mientras un año antes aprobaba una resolución unánime que reconocía la lucha de los guerrilleros ¿franquistas o republicanos? (Pagès i Blanch, 2003). 6

En 2005 (Ley 3/2005) se reconocía una “prestación económica a los ciudadanos de origen español desplazados al extranjero, durante su minoría de edad, como consecuencia de la Guerra Civil, y que desarrollaron la mayor parte de su vida fuera del territorio nacional” (BOE, 2005). El Consejo de la Unión Europea en 2006 solicitaba la puesta en marcha de “una comisión nacional de investigación sobre las violaciones de derechos humanos cometidas bajo el régimen franquista” demostrando la poca efectividad de lo comentado anteriormente (citado en González, 2008). Después de las apelaciones desde la Unión Europea y el clima entre las asociaciones y familiares de víctimas del franquismo, el Congreso aprobó por fin una Ley de Memoria Histórica en diciembre de 2007. Esta Ley 52/2007 o Ley de la Memoria Histórica Española fue creada por el Partido Socialista, tardó tres años en ser elaborada. Aunque era una ley muy esperada y reclamada no trajo los resultados esperados. El texto tiene el objeto de “reconocer y ampliar derechos a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura, promover su reparación moral y la recuperación de su memoria personal y familiar” (Artículo 1). Además, también se fomentan los valores y princip ios democráticos, facilitando el conocimiento de los hechos ocurridos durante la Guerra y la Dictadura. Queda prohibido cualquier símbolo de exaltación de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura. Aquellas administraciones públicas que no lo cumplan, serán sancionadas con el retiro de subvenciones y ayudas. De este punto surge la polémica en torno al Valle de los Caídos, un recinto donde yacen más de 30.000 víctimas de la Guerra Civil, al que algunos lo tachan de símbolo franquista y fascista aseguran que el mausoleo a Franco es un monumento ideado para inmortalizar su victoria, y por ello un símbolo franquista que debería ser retirado-, mientras que una minoría lo ve como un monumento en homenaje a la historia. En dicha Ley se dedica el artículo 16 donde se sostiene que el Valle permanecerá pero no se podrá usar como escenario de ningún acto político o de exaltación. Cabe resaltar que esta medida aparece en un contexto en el que las asociaciones de víctimas del franquismo y de la Memoria Histórica ya han alcanzado importantes niveles de expansión, y las presiones para conseguir este tipo de reglamento se han intensificado con el paso de los años. Su aprobación se llevó a cabo por los ponentes de la Comisión Constitucional, quienes la ratificaron todos excepto los representantes del Partido Popular, que mostraron un rechazo total, y Esquerra Republicana, por considerarla insuficiente (El Mundo, 10 de octubre de 2007). En general hubo un gran descontento, por un lado, por los que la consideraron insuficiente, y por otro lado por los que rechazan el rememorar el pasado franquista. La ley carece de efecto jurídico, y se limita a catalogar de “injusticia” los miles de crímenes cometidos durante la Guerra Civil por parte de los dos bandos y durante el Franquismo (Abadía, 2014: 16). En los últimos años se han tomado otras medidas referentes al reconocimiento y los derechos de las víctimas de la dictadura. En el año 2000, por ejemplo, las Cortes Valencianas aprobaron la resolución 55/V, por la que pedían la toma de medidas necesarias para la “rehabilitación total de los expedientes de los combatientes de la 7

guerrilla en la lucha a favor de la democracia y contra el fascismo” (Boletín Oficial Cortes Valencianas, 2000). El Consejo también reivindicaba el “reconocimiento social” de la lucha por las libertades, y fue en 2001 cuando el Congreso de los Diputados aprobó finalmente una resolución que reconocía la lucha de los guerrilleros republica nos. Mientras tanto Cataluña, proclamó su propio Memorial Democrático con objeto de activar políticas públicas de recuperación, conmemoración y fomento de la memoria democrática (Abadía, 2014: 17-18). F. Velázquez López (2012) cita la obra de Paloma Aguilar “Presencia y ausencia de la guerra civil y del franquismo en la democracia española”, en la cual sostiene que la coyuntura política del Gobierno ha afectado desde sus inicios a la importancia que se le da a la Memoria Histórica. Se este modo encontramos que mientras en los primeros años de la transición todos los partidos cumplieron más o menos conformes con el “pacto del silencio” establecido, acatado también por una sociedad marcada por cuarenta años de dictadura, a partir de los noventa vemos un cambio de dirección, las voces comienzan a reclamar la recuperación de la memoria siendo ignoradas por el PSOE hasta 1996, usando esto como instrumento político ya que ahora se encontraban en la oposición. Por su parte el Partido Popular se mantuvo reacio a cualquier petición para recuperar la Memoria Histórica, y más aún al tratarse del tema de las exhumaciones, sobre las que el político y ex dirigente franquista declaró “Basta ya de desenterrar muertos” (Fraga, 2003). El panorama internacional respecto a la Memoria Histórica funcionó como aliciente a su vez para el surgimiento de asociaciones por la recuperación de esta, ya que en otros países estas iniciativas habían comenzado años atrás, a lo que sé sumó la Declaración de los Derechos humanos, trabajando como soporte de todo esto (Abadía , 2014: 19). 3. Contexto geográfico e histórico Para entender el relato de “El Pastor de Piñuecar” necesitamos conocer el entorno en que este se desarrolla y los sucesos históricos que allí se estaban desarrollando, por ello, antes de presentar la entrevista que le hicimos, vemos imprescindible describir ambos elementos.

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Madarcos se encuentra en la zona septentrional de la provincia de Madrid, en las estribaciones de Somosierra y al pie de un cerro denominado Majada de la Peña. Es un territorio accidentado, de múltiples pendientes. El pueblo se asienta en un altipla no bordeado por la hoz que forma el río Madarquillos. Con una superficie de 8,5 km2, es poblado por 45 habitantes y se encuentra a unos 84 km de distancia de Madrid capital. Se puede acceder a este pueblo a través de la A-1 hasta la salida 85, continuando por la M141 hasta Horcajo, población donde hay que tomar la M-143 hasta Madarcos (figura 1). La altitud del término oscila entre los 988 y los 1.300 m., siendo sus alturas más importantes el Cerro Quiñones (1.324 m.) y el Pico de la Dehesilla (1.316 m.), a los pies del cual se sitúa un monte bajo que supera casi el 50% del término, es una zona dedicada a prados y pastizales con matorral y roble disperso y una pequeña zona de sotos. El principal curso fluvial es el Madarquillos que nace en la Sierra de La Acebeda. En él confluyen los arroyos de San Benito y el Hondo, así como el río de la Nava o Cocinillas. Estos ríos van a desembocar al Embalse de Puentes Viejas, que comienza en el extremo sur del término de Madarcos, en el sitio llamado de San Cristóbal. Las tierras a lo largo del Madarquillos, cerca del pueblo, son huertas de regadío con abundante vegetación y arbolado.

Fig. 1: Curva que indica el posicionamiento de la fosa en la carretera que poco ha variado desde 1946 –época en que se hizo la foto aérea más antigua que observamos en el visor de Madrid.org-. Sabemos que hay fotos anteriores en los archivos consultados para la investigación. En la llanura frente a dicho combado Pedro aseguraba que existía otra fosa a la cual algunos lugareños acudieron a recuperar los cuerpos de sus familiares. Fuente: Visor de Madrid.org.

La economía del pueblo ha sido siempre agraria y ganadera. Tradicionalme nte existía una parte del término con terrenos de regadío, en la que se producía: lino, trigo, frutales y hortalizas. El resto, estaba ocupado por parte de secano –donde se producía centeno- y monte. La Dehesa Boyal y Las Eras eran públicas, y comunes a todos los vecinos. A partir del siglo XIX se produjo un progresivo menoscabo de los cultivos a hortalizas, leguminosas y frutales, y una mayor especialización ganadera centrada sobre todo en el lanar y el vacuno. A mediados del siglo XX la producción se mantenía, pero el vacuno de leche fue sustituido por la vaca de carne, se introdujeron las gallinas y 9

desapareció completamente la cría familiar www.sierranorte.com/madarcos)

de porcino

(Sierranorte.com,

s. f.

Cronológicamente nos situaríamos, según nos relata Pedro Andrés, a comienzos del verano de 1936, más en concreto en Julio. Para esas fechas, cuando acababa de comenzar el golpe, el General Mola ya había ideado un avance por el oeste del puerto de Somosierra para intentar hacerse con el control de las presas que se sitúan en esta zona, en concreto el denominado Embalse de Puentes Viejas. Éste se había inaugurado a comienzos de 1936, abastecía de agua a Madrid, además en el mismo se creó la Central Hidroeléctrica que abastecía de luz al barrio de Salamanca, con esta estrategia la ciudad se quedaría sin luz y sin agua cayendo rápidamente , pero de esto hablaremos más adelante. El Embalse de Puentes Viejas –que da nombre al término municipal homónimo se sitúa en el kilómetro 10 de la carretera M-135, su nombre se debe a la existenc ia, antiguamente, de dos pontones construidos para que fuera posible cruzarlo (Nuestra Memoria, 2011: 1-3), consta de 292 hectáreas y una capacidad de 53 hectómetros cúbicos, sus aguas proceden del río Lozoya y la presa que regula las mismas comenzó a usarse en 1939 (figura 2).

Fig. 2: Presa de Puentes Viejas, imagen de 1995. (Martínez Vázquez de Parga, R. 2001).

Por otro lado, cabe hacer referencia a la orografía de esta Sierra la cual no jugaría a favor de las tropas sublevadas, a lo que se unió el tesón de los voluntarios milicianos de los pueblos de la zona además de los de la capital, por ende, los golpistas tuvieron que esforzarse más de lo que tenían pensado ya que pese a las continuas embestidas contra las defensas republicanas estas no caían (Nuestra Memoria, 201:1-6). No debemos perder de vista el hecho de que la carretera de Prádena Ricón (figura 1) hacia Paredes de Buitrago 10

supuso la línea divisoria del frente –el Sector Paredes-, es decir, quedaba medio pinar – que antes era un encinar- en manos republicanas y la otra mitad en manos franquis tas (Nuestra Memoria, 2011: 1-6). Ya días antes del 18 de julio de 1936 un grupo de entre dieciséis a veinticua tro falangistas armados habían salido de Madrid para tomar las bocas del túnel –de 4 kilómetros- del ferrocarril, que era más una carretera al no estar aún acabado por la falta de railes y traviesas. Éste – al cual nos referiremos en otras ocasiones- atraviesa el alto de Somosierra. El objetivo era asegurar el paso de los golpistas que venían desde Burgos hacia Madrid bajo el mando del General Mola. Llegados a este punto debemos aclarar dos cuestiones, la primera es acerca de las cifras, ya que tanto la fecha como el número de falangistas a los que nos hemos referido no son datos exactos, dependiendo del documento consulado estos oscilan, hecho discutible1 pero del que nos percatamos gracias a la colaboración de Rosa Fajardo –guía de la “Ruta del frente de Somosierra: sector Piñuecar-Gandullas”, investigadora a nivel personal y residente en Piñuecar, quien ha dedicado años de investigación y estudio acerca de este tema entre muchos otros-. La segunda cuestión explicaría por qué Mola intenta penetrar en Madrid por Somosierra, el levantamiento tenía apoyos en todas las comunidades menos en la capital, por tanto, los sublevados pretenden tomarla a la fuerza entrando por cuatro focos y rodeando la ciudad, uno de estos era el proveniente de Pamplona, del que se encargaba el General Mola, y la mejor forma de penetrar en Madrid desde el norte es por la actual N-1, donde se encuentra Somosierra. De este hecho hay dos versiones, la que primero se consultó fue la de Nuestra Memoria (2011) según la cual llegó el aviso de un peón caminero, quien había divisado a los falangistas, al ayuntamiento de Buitrago de Lozoya cuyo alcalde –Víctor Rodrigo Horcajo-, de Izquierda Republicana, preparó una expedición de voluntarios que consiguieron retomar el túnel ese mismo día. Pero, al comparar estos datos con los testimonios de un descendiente del supuesto alcalde recopilados por Rosa Fajardo, hayamos una segunda versión de los hechos, mucho más detallada que la anterior, según los cuales el 18 de Julio de 1936 el Peón Caminero de Somosierra al ver lo que estaba sucediendo avisa a los superiores de Madrid, estos le dicen que, de aviso en la Guardia de Asalto más cercana, la cual estaba en Buitrago del Lozoya. Una vez había dado la noticia el guardia de asalto, Santiago Alonso Gil y Víctor Rodrigo Horcajo –un conocido que tenía vehículo, quien, aunque en un futuro sería alcalde no lo era en aquellos momentos- subieron al puerto y detuvieron a cuatro falangistas, los interrogaron y entonces se percataron que eran los mismos hombres que estuvieron el jueves 17 en el baile del pueblo –Buitrago del Lozoya-. Tras lo acontecido, hacia las 18:00, S. Alonso, su hermano Aniceto Alonso, Víctor Rodrigo y Jesús Marcos, decidieron volver al túnel del ferrocarril, pero esta vez les estaban esperando, en el tiroteo muere Jesús Marcos, cae muy grave A. Alonso, a Víctor R. le hieren el brazo derecho y a Santiago A. en un pie, del bando falangista fallece uno de los tres hermanos Miralles –dirigentes del grupo-.

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Ya que en Madrid se contaba con la guarnición del Parque del Oeste, pero esta fue masacrada. Por tanto, Mola intentaba entrar desde el norte, teniendo en cuenta todas las opciones.

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Víctor y Santiago huyen y llegan a Robregordo donde son atendidos por el médico, los falangistas también se marchan -testimonio de Julián H. Alonso Arranz, facilitado por Rosa Fajardo-. Cuando el mismo Peón caminero, al día siguiente, volvió al túnel encontró a Aniceto Alonso herido, finalmente este falleció a las 12:30 de ese mismo día, 20 de julio de 1936 -según el acta de defunción-. Nuestra Memoria (2011) establece, como ya hemos narrado anteriormente, que el 19 de julio, comienzan los enfrentamientos en Somosierra al llegar desde Burgos varios camiones con cien golpistas mandados por Carlos Miralles –quién muere-. Las primeras unidades milicianas partirían en dirección a la Sierra el día 20 bajo el mando del Coronel Castillo y los capitanes Galán y Hernández Gil –personajes muy importantes en los sucesos que vamos a narrar-, pero este suceso dudamos que pudiera darse dicho día ya que hasta el día 21 la población civil de Madrid no tiene armas, las cuales conseguir ía n tras bombardear “cuartel de la montaña” lugar donde se encontraban las mismas y donde se había introducido un grupo de sublevados –datos contrastados con publicaciones del periódico ABC y La Vanguardia-. Por tanto, según los datos de R. Fajardo –recopilados a través de testimonios orales en su mayoría-, el día 21 por la mañana los falangis tas vuelven al puerto, lo sobrepasan y llegan a Robregordo, donde no encuentran resistencia por lo que un pequeño grupo avanza hacia Buitrago, momento en que ven como los milicianos se dirigen a su posición, por lo que vuelven a Robregordo y avisan de la llegada de La Columna de Somosierra, conocida como la 27 brigada mixta -entre ellos, se encontraba un pequeño grupo de mujeres milicianas que aunque aquí no hablemos de ellas son muy importantes para el desarrollo de los hechos-, esta estaba bajo el mando del Teniente Francisco Galán (figura 3) que pronto sería ascendido a capitán.

Fig. 3: En la imagen, realizada los primeros días de la guerra, se observa al teniente Francisco Galán, uno de los jefes militares republicanos de mejor actuación en el Frente de Buitrago del Lozoya. Ministerio de Educación Cultura y Deporte, Archivo general de la Administración (MECD, AGA), numero de catálogo 54339.

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El día 22 de julio la 27 Brigada Mixta hace retroceder a los falangistas, momento en que muere el segundo de los Hermanos Miralles –datos contrastados con la hemeroteca de La Vanguardia-. Frente a estos, es importante señalar, la columna fascista del Coronel García Escámez, a las órdenes de Mola, que llegan el día 23 de julio a Somosierra –según Nuestra Memoria fue el día 24- con la intención de contraatacar con una columna compuesta de mil hombres, en su mayoría falangistas y requetés, tras un enfrentamie nto que dura toda la noche, la madrugada del 24 se adueñan del puerto –aunque en Nuestra Memoria encontramos que esto sucede días después-. Utilizaron los túneles que ya hemos mencionado como puesto de mando, depósito de municiones, refugio y puesto de socorro (Nuestra Memoria, 2011). Mientras tanto, en el panorama general, el ABC (24 de julio de 1936) publica que se piensa que Juan March ha podido financiar el golpe sedicioso. En estos momentos la República pidió ayuda a Europa, pero esta fue negada creando el Comité de no Intervención, únicamente la URSS y México les ayudarían. El día 25, como Mola no podía avanzar por la N-1 lo intenta, sin quitar fuerzas en este punto, por el Puerto de León (Guadarrama) donde también es frenado, es entonces cuando opta por una tercera alternativa –hecho que nos aclaró Rosa Fajardo, basándose en sus investigaciones, ya que según los documentos que nosotros consultamos con anterioridad esta era el primer objetivo del general Mola-, consistía en tomar la presa que hemos mencionado con anterioridad cortando el agua y la luz de Madrid, calculó que de este modo en unos siete u ocho días caería la capital-. Siguiendo el plan el día 26, Horcajuelo y Prádena del Rincón son tomados, siguieron dirección oeste hacia el embalse de Puentes Viejas. Según el ABC (27 de julio de 1936) los republicanos creían tener retenidos y controlados al enemigo, por lo que pensaron que no tardarían en rendirse. El día 27 la tropa de Mola llega a Paredes de Buitrago, pueblo que destrozan en su paso hacia la presa, sin obtener oposición por parte de los que allí vivían ni de los guardas del Embalse, de este modo consiguen cortar el suministro. Según Nuestra Memoria (2011) no llegan a tomarlo ya que los republicanos construyen, en pocas semanas una complicada red de trincheras para defenderlas, aunque los sucesos fueron algo distintos pues mientras el coronel García Escámez había conseguido dominar el alto de Somosierra amenazando los embalses; los republicanos que habían llegado a Madarcos construyendo, eso sí, dicho sistema defensivo frente al bando sublevado. Además, para ser más concretos hemos de señalar que se envía a la 26 brigada mixta, integrada en parte por la FAI -Federación Anarquista Ibérica- y conocida como Columna del Rosal –en honor a su coronel Francisco del Rosal Rico-, esta hace noche en Torrelaguna para emprender marcha al día siguie nte hacia Puentes Viejas, y que operarán en el Sector Paredes. El día 28, dicha columna consigue quitar la presa a los sublevados y crean 3 líneas de defensa para que no vuelvan a tomarla. Avanzamos al 4 de agosto de 1936, situándonos en el sector Piñuecar-Gandullas, en Cabeza Velayos donde, los hermanos alemanes, Hans y Max Solomon de las Brigadas Internacionales –entre otros- se apostan y al morir el primero, su hermano Max tuvo que protegerse con su cuerpo, en este momento Cabeza Velayos pierde su nombre por el de 13

La Peña del Alemán, en honor al difunto. A partir de este anecdótico momento, ya no se retrocede más. El miércoles 5 de agosto de 1936 reciben apoyo aéreo de la URSS, gracias a los aviones mosca y los tanques T26 consiguíeron fijar la posición enemiga en los

Fig. 4: Frente de Somosierra, 1936-1939: sector piñuecar Gandullas. Sobre la imagen obtenida de Wikiloc hemos trazado unas líneas divisorias aproximadas. La línea azul –hacia el norte- indicaría el frente nacional, y la roja el republicano. El espacio que los separa sería el conocido como "“arapeto de la muerte” o “La muralla de acero”.

términos de Piñuecar- Gandullas, a la vez que, gracias al acuerdo entre Galán –en Buitrago- y Rosal –en Paredes-, y tras un mes luchan a la par que, construyendo una defensa, se une la línea entre ambos pueblos. los milicianos conservaron su posición hasta el final de la guerra, por lo que se nombró a la zona “La muralla de acero” o, también, “El parapeto de la muerte” (figura 4). 4. Pedro, el pastor de la Sierra Norte de Madrid Se dice que nunca conoces al cien por cien a una persona y esto es porque todos guardamos secretos, pero no todos los secretos son iguales, casi ochenta años después Pedro decidió contarme, a mí, el suyo. En ese momento me di cuenta que a pesar de que en la Sierra todo el mundo le conoce como Pedro Andrés Sanz “el pastor” de Piñuecar (figura 5) nadie sabía en realidad demasiado de su historia, por ello cuando llamó a mi casa y se sentó frente a mi diciéndome que quería contarme algo me sentí realmente afortunada. Lo único que él deseaba, aparte de liberarse de una carga que había llevado durante tantísimos años en silencio, era que hiciese algo útil con aquella información y así espero estar haciéndolo. 14

Fig. 5: entrevistando a Pedro sobre el terreno. A la izquierda el profesor Ángel Fuentes y a la derecha Pedro. Fuente: Ángel Mora (lafUAM).

Hubo varias entrevistas posteriores, pero en la primera, la que acabo de describir, Pedro nos dio la clave para que este trabajo y otros derivados futuros sean posibles. Era principios del verano de 1936, el comienzo de la Guerra Civil Española, él tenía 17 años y entonces mientras estaba en la plaza de Piñuecar “un cura” –palabras de Pedro- les pidió, a él y a aquellos que pasaban por la plaza en ese momento, que subieran a un furgón, no les dio explicaciones de donde se estaban dirigiendo. Según lo que él recuerda eran entre ocho o diez chiquillos, lo que tiene muy claro es que entre ellos estaba el hijo del alcalde lo que les tranquilizó bastante, “si va el hijo del alcalde no iremos a mal sitió” pensó Pedro.

Bajaron del furgón con mucho miedo, cogieron los picos y las palas de una caseta a medio camino entre Piñuecar y la ubicación de las fosa –en las cercanías de Prádena- y a continuación se dirigieron hacia donde tenían que excavar la fosa (Figura 6) , el capellán les dijo “no corráis, hombre, no corráis que no pasa nada”, nada más llegar se pusieron a picar y echaron allí los cuerpos; con ayuda de una manta sobre la que estaban los mismos, “ya llenos de gusanos”, que rondaban los 15 hombres; mientras tanto se les rezaba misa. ¿Quiénes eran estos hombres? según Pedro, días antes, un grupo de republicanos bajaron a Prádena del Rincón a por comida y/u otros suministros, allí fueron sorprendidos por unos Nacionales que los acorralaron en una gran vivienda, que todavía hoy se encuentra a la entrada de dicho pueblo, donde se refugiaron colocando colchones y muebles en puertas y ventanas, pero de poco les sirvió pues los disparos atravesaron estos impedimentos y todos acabaron muriendo –hay que tener en cuenta que no sabemos hasta qué punto esta historia, que contaron los vecinos de Prádena, se ha podido modificar a lo largo de los años-. Algo importante que Pedro señala es “no sé yo si los habrán sacado o no” ya que él no volvió por aquella zona, afirma que estaban vestidos con uniforme y que eran españoles, aunque no sabe de qué zona. Posteriormente se sembró centeno que se labraba con vacas –aran más profundopero no duró mucho, supuestamente no era productivo y este terreno dejó de ser trabajado. En esos momentos en Piñuecar estaba el Teniente

Fig. 6: Pedro ante la posible fosa, situada a los pies de un árbol. Fuente: Ángel Mora (lafUAM). 15

Coronel Celestino Arangurez, que dominaba hasta la franja de la carretera, y en Madarcos el Teniente Coronel Francisco Palomares. Más tarde complementamos esta informac ió n con otras entrevistas mientras recorríamos el terreno donde ocurrieron los sucesos que Pedro nos iba narrando, como si hubiese sido ayer, él había servido bajo el mando del General Asensio Cabanillas en fuerza de choque, estuvo en la 12ª división del bando nacional. Nos encontrábamos ahora en la carretera dirección Burgos, es decir, el paso hacia Somosierra, que antes era de un solo carril. Pedro nos señaló un edificio frente a nosotros, al otro lado de la N-1, “La Venta de la Gamera”, la denominó, donde llevan el suminis tro de todo este frente, foco para alimentar toda la zona de Montejo. Hay en torno a 1 km desde allí a Somosierra, traían los alimentos de Aranda y Burgos, no solo para humanos –civiles y militares-, también para el ganado. Para los que tuvieron que servir en la 12ª división la capital era Burgos. Pedro nos lleva al lugar donde se encontraban los antiaéreos nacionales (figuras 7-8), donde se guardaba el armamento y los militares se refugiaban, desde allí protegían toda esta región que tenían bien controlada, temiendo los bombardeos enemigos. Desde allí se protegía todo el valle, incluida la venta de “La Gamera” de la que acabamos de hablar. Como podemos observar en las fotos son lugares bastante resguardados, estos tuvieron que conllevar una previa planificación, ya que el lugar donde se sitúan está muy bien estudiado, son lugares difíciles de localizar, incluso hoy día, debido a su emplazamiento subterráneo, aunque no son de gran profundidad, ya que no son refugios civiles sino militares. Son más bien zanjas con cubrición o techumbre, cuya estructura está realizada en hormigón. Podríamos denominarlos túneles subterráneos ya que tienen dos salidas o entradas.

Fig. 7: Imagen de la entrada a uno de los refugios antiaéreos donde observamos claramente la estructura de hormigón. Fuente: Ángel Mora (lafUAM). 16

Si avanzamos hacia La Peña del Alemán encontramos las cocinas de los milita res hacia el sur de “El Cerro de Piñuecar”, ellos iban hasta allí por el Camino del Cementerio de Piñuecar, hacían la comida y esta luego se repartía en caballo, el mismo transporte que se usaba para subir y bajar del "Cerro de Piñuecar” donde estaba el puesto de mando. Una zona muy protegida pues era donde se suministraban la leña y el agua de la cercana Presa de Puentes Viejas –como ya hemos visto anteriormente y podemos observar en la figura 7-. Desde el ya mencionado Cerro, en lo alto del cual se ubica un muy bien conservado observatorio, podríamos tener vistas de todo Madrid si no fuera por el impedimento que nos supone Somosierra, pese a esto podemos divisar toda la zona de la Sierra Norte. Cerca de este hay otros cerros, ninguno tan alto como el anterior, con observatorios y/o nido de ametralladoras como es la Peña del Alemán (figuras 9-13), con este último fina lizó nuestra entrevista a Pedro sobre el terreno.

Fig. 8: Una de las entradas a un refugio antiaéreo. Fuente: Ángel Mora (lafUAM).

Fig. 9: nido de ametralladora en lo alto de “La Peña del Alemán”. Fuente: Domingo Pliego 2009. 17

Fig. 10: Vistas desde un observatorio en “El Parapeto de la muerte”. Fuente: Ángel Mora (lafUAM).

Fig. 11: Interior de uno de los observatorios de “el parapeto de la muerte”. Fuente: Ángel Mora (lafUAM).

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Fig. 12: Imagen desde el exterior de un nido de ametralladoras de “El Parapeto de la muerte”. Fuente: Ángel Mora (lafUAM).

Fig. 13: vista exterior de un observatorio en “El Parapeto de la muerte” frente a “Peña del Alemán” Fuente: Ángel Mora (LafUAM).

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5. Objeto de estudio y metodología 5.1. Posible fosa común El objeto de estudio de este trabajo es la investigación, a partir del relato del ya mencionado pastor de Piñuecar, de una posible fosa común. Ésta se situaría en terreno de Madarcos (figura 1) pero se encuentra situada en las cercanías de Prádena del Rincón (figura 1), al lado izquierdo de la carretera que nos lleva dirección Prádena desde Piñuecar (figura 1). De hecho desde uno de los archivos nos llegó un mapa dibujado por los propios miliares donde observamos prácticamente lo mismo que en las fotos aéreas que aquí presentamos: la Nacional 1 dirección Burgos y algunos de los pueblos que encontramos a lo largo de dicho recorrido.

Fig. 12: Visión aérea, situación de los pueblos que aquí estamos tratando y del posible enterramiento ilícito. De izquierda a derecha están señalados Piñuecar, Madarcos y Prádena, el círculo rojo está señalizando la ubicación de la fosa. Fuente: visor Madrid.org

En las fotos aéreas comparadas –de 1946 y 2007- obtenidas del visor de Madrid.org podemos observar que esta zona de la sierra norte de Madrid poco ha cambiado en estos ochenta años (figura 12). Si atendemos a este hecho, los lugares que Pedro Andrés nos ha indicado tendrían que ser más fáciles de identificar, esto era algo que llamaba bastante nuestra atención ya que Pedro parecía saber perfectamente donde se encontraba, estaba muy bien orientado, aunque podríamos pensar que es porque ha recorrido estas tierras múltiples veces él ya señalaba que a algunos de estos lugares no habían vuelto desde aquellos sucesos 5.2. Antecedentes y caso comparativo No se ha encontrado bibliografía a cerca de antecedentes en la búsqueda de fosas comunes a nivel regional –los pueblos de la sierra Norte de Madrid-, bien es cierto que sabemos que, si se han llevado a cabo algunas iniciativas de localización por empresas privadas, aunque este conocimiento es más por “el boca a boca” de la población de dicha zona y no por publicaciones. Que sepamos ninguna de estas búsquedas se ha conseguido llevar a término puesto que no se han hallado las supuestas fosas. Por otro lado, sí que hemos encontrado investigaciones relacionadas con la Guerra Civil y el Régimen de Franco en los alrededores como el caso de Bustarviejo donde se han estudiado los destacamentos penales franquistas en el ferrocarril Madrid-Burgos 20

(Rolland, González, Marín, Falquina, Fermín y Quintero, 2008: 175) el cual atraviesa toda la zona estudiada. Pero no se han encontrado estudios publicados sobre hallazgos de fosas comunes en esta zona de la Sierra Norte, el caso que vamos a elegir, uno de los más próximo a la zona, ha sido el de La Granja, localizado en Quintanilla de las Viñas – Burgos-, aunque hay otros mucho más conocidos como las fosas de Lerma o Valdocondes, ambas en Burgos. El caso de La Granja fue algo distinto al nuestro. Las tareas previas a la exhumación se llevaron a cabo de forma diferente. En este caso partían de la búsqueda de seis vecinos del Castrillo de la Reina, en Burgos, por mediación de la Coordinación Provincial por la Recuperación de la Memoria Histórica de Burgos y por petición de un familiar (Gutiérrez y Gutiérrez, 2011: 483). Comenzaron la tarea sabiendo a quienes buscaban pero no donde estaban, justo al contrario que nuestro caso. En este caso los individuos fueron apresados en septiembre del mismo año que los sucesos ocurridos en Madarcos, es decir, en 1936 pero aproximadamente tres meses después. Hubo bastantes más testigos, vieron cómo eran conducidos a la Prisión de Burgos, las suposiciones sobre su localización se basaban en que estaban catalogados oficialmente como desaparecido s y que fueron trasladado por la carretera N-234, supuestamente hacia Madrid, junto a la que se sitúa un pequeño paraje conocido como La Granja y en el cual algunos vecinos, ya ancianos como Pedro en nuestro caso, conocían la existencia de fosas en dicha zona. Además disponían de documentos escritos, como un poema anónimo, donde se narran los asesinatos allí cometidos. En nuestro caso necesitaríamos conocer a los familiares de las víctimas, quizás más adelante cuando se realicen las exhumaciones, para completar los testimonios orales, pero en el caso de La Granja el siguiente paso fue completar la recopilación de datos como: más testimonios orales, información sobre las profesiones, ocupaciones políticas, datos sobre la identidad de los fusilados, consultas del Registro Civil de Castrillo de la Reina y Monasterio de la Sierra, Archivo Militar de Guadalajara; todo ello previo a la localización exacta de la fosa, algo que en el caso principal de estudio en este trabajo ya tenemos. Después de contactar con los familiares de las víctimas y en conformidad con los mismos, se tendría que pedir los permisos necesarios al dueño del terreno, en el caso de La Granja fue la Junta Vecinal de Quintanilla de las Viñas, en el nuestro con el ayuntamiento de Madarcos. Con un equipo interdisciplinar en agosto de 2010 comenzaron las excavaciones, primero mediante máquina retroexcavadora, retirando la capa vegetal y sedimentaria de unos 50 cm de potencia -algo que desde nuestro punto de vista es inaceptable y/o peligroso en casos como estos, pudiéndose perder y dañar la información que se está buscando al realizar una excavación arqueológica- al llegar a 1 m comenzaron a detectarse los primeros restos óseos (Gutiérrez y Gutiérrez, 2011: 485). Los estudios forenses y antropológicos de La Granja continuaron en el laboratorio identificando a los individuos, además se estudió la disposición de estos en la fosa y los daños que sufrieron.

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5.3. Metodología seguida La metodología que hemos de seguir, y la habitual, para la búsqueda y/o localización de fosas comunes se podría dividir en cuatro etapas llevando, lógicame nte, un trabajo interdisciplinar. Aquí nos interesa explicar la primera –inventario e investigación preliminar- pues es la que nos ocupa en este trabajo, las siguientes serían: etapa de exploración del subsuelo, exhumación y por último identificación. Todo ello atendiendo y respetando los protocolos internacionales del Comité Internacional de Cruz Roja, establecidos y reconocidos por la ONU. Atendiendo a la etapa preliminar hemos de decir que es en esta en la que se deben recopilar y analizar los testimonios, como ya hemos hecho en el epígrafe 3, además de realizar lo mismo con las evidencias fotográficas. A partir de estos dos pilares podremos elaborar algunas hipótesis sobre las zonas potenciales de los enterramientos que en nuestro caso en particular parecen muy claras en un principio. Igualmente, es este el momento de estudiar e inventariar el tipo de suelo y su uso, añadiendo mapas y fotografías aéreas, a poder ser comparativas cronológicamente. También en esta fase hicimos algún estudio superficial del suelo en persona, es decir, una prospección del terreno sin el uso de imágenes, siguiendo los testimonios de Pedro y los datos de anteriormente recopilados. Allí pudimos observar algunas evidencias del paso de la guerra –dependiendo de la zona encontramos bunkers, trincheras, las cocinas, los antiaéreos- y lo que parecía ser un rehundimiento de la tierra que podría corresponder a un enterramiento común en una fosa, que además cuadraba bastante con las medidas que habíamos estimado que esta debía tener. Tras recoger todos los datos que Pedro nos transmitió en una primera entrevista y notificárselo al profesor de arqueología forense, Ángel Fuentes, volvimos a realizar una entrevista más formal, grabando lo que el pastor nos relataba y fotografiando el terreno por el cual él nos llevaba a la par que narraba los sucesos que allí se dieron el verano de 1936. En la figura 12 podemos observar la carretera en la cual parece ser que se sitúa la fosa. Con dicha información comenzó el estudio de mapas, búsqueda de imágenes aéreas y ponernos en contacto con el ayuntamiento de Madarcos el cual nos dio permiso para comenzar la investigación y la futura exhumación. Pero en estos momentos aún no conocíamos la identidad de las víctimas aunque ya nos empezaba a llegar alguna información desde el archivo histórico del Ejército –Moncloa-, el archivo de Ávila y los archivos de asociaciones como los tradicionalistas de Ávila, gracias a la colaboración de Gregorio Manglano. Fue entonces cuando se nos informó acerca de quién era el capellán –enviándonos una foto del mismo (figura 13) y otros datos del bando nacionalista que se presentarán en trabajos posteriores, esperando que se lleven a cabo las exhumacio nes, junto con el resto de información recopilada. Como ya he dicho, nos quedaba una laguna sobre los difuntos del bando republicano ¿Cuántos eran? ¿Quiénes eran? Hasta que se nos comunicó que efectivamente, los cuerpos pertenecerían al grupo republicano abatido a tiros en la vivienda –en la entrada de Prádena- cuando bajaban a por comida, otro suministro o quizá a comprobar la situación en esa zona. El siguiente paso tras haber recogido en este trabajo 22

todos los datos, sería pedir los permisos necesarios para intentar exhumar esta posible fosa, el cual es el objetivo final de estas investigaciones, ya citado previamente en el presente trabajo, y que nos gustaría realizar sin demasiada demora, en el curso académico 2016-2017. De esta manera podríamos comprobar definitivamente si los cuerpo s pertenecen a aquellos hombres y, en cualquier caso, dando finalmente, tranquilidad y descanso a los familiares.

Fig. 14: fotografía del Capellán Mariano de Sangüesa, del que nos hablaba Pedro quien al ver la presente imagen le reconoció y, mostrándose confundido y quizá algo alterado, añadió que le recordaba así mismo, pero con traje militar. Fuente: Archivo del ejército, Moncloa.

6. Conclusiones Este trabajo, que se ha planteado como una labor previa de recolección de datos, a partir de los testimonios de Pedro Andrés Sanz de 95 años para la localización de una fosa, se han presentado varios elementos, todos de igual importancia. En primer lugar, a modo de hilo conductor, hemos expuesto todo aquello que hay que llevar a cabo previamente a una exhumación desde que se recogen las declaraciones, es decir, la Memoria Histórica. Según avanzábamos en dicho objetivo, y en relación con él, nos hemos visto en la necesidad de presentar dos cuestiones paralelas a esta, por un lado la cuestión de la Memoria Histórica –su desarrollo histórico y su estado actual- y la de la Guerra Civil en la Sierra Norte de Madrid –cuya importancia comentaremos más tarde-. En segundo lugar, no queríamos perder de vista, la importancia de una nueva arqueología, la cual mezcla la arqueología histórica y la forense. Esta “nueva 23

arqueología” no se basa solo en archivos sino que incluye recuerdos personales, y estos no servirán únicamente para hacer historiografía sino que serán una informac ió n primordial a la hora de exhumar fosas comunes de la Guerra Civil, bien como datos complementarios a los recogidos en un archivo, o bien, como fue en nuestro caso, para dar a conocer enterramientos cuya localización era desconocida. La Sierra del Rincón durante la Guerra Civil tiene una peculiaridad. Mientras este es un espacio que siempre ha sido -al igual que lo es actualmente- una zona homogénea en cuanto a gentes, cultura, paisajes, etcétera, durante la Guerra Civil se dividió, como ya hemos visto, convirtiéndose en nuestro escenario estudiado. Pese a todo no es algo de lo que se haya escrito con asiduidad, como se comprobó al intentar localizar trabajos que tratasen los sucesos concretos desarrollados el verano de 1936 en dicho espacio -hasta que encontramos los realizados por la organización “Nuestra Memoria” en 2011-. Tampoco se estudia demasiado en los colegios este caso concreto con detalle, a lo sumo se centran en nombrar la importancia del frente de Somosierra en su papel de defensor de Madrid siendo la causa por la cual la capital resiste tanto tiempo ante el avance franquista. En definitiva, es un espacio al que habría que darle mayor importanc ia, promoviendo un mayor conocimiento del mismo y lo que allí aconteció, ya que como las estructuras y sistemas de fortificaciones que hemos descrito a lo largo del trabajo no tienen más de un siglo de antigüedad por lo que carecen de una buena protección patrimonial, por lo que podrían ser destruido perdiendo su alto valor testimonial e histórico. Esto nos da pie a presentar brevemente la siguiente cuestión: ¿Cómo podríamos conservar y divulgar este patrimonio? Esta incógnita se nos presenta desde el momento en que sabemos que habrá que realizar un trabajo arqueológico, es decir, es una gran noticia el hecho de que podamos avanzar en este campo pero cuando los estudios termine n y todo se publique ¿qué pasará con aquellos descubrimientos? Quizás este no sea el caso de nuestra fosa pero sí el de las múltiples construcciones militares que se encuentran dispersas por toda la Sierra, algunas algo descuidadas. La solución a estos problemas podría ser una mejor divulgación de la cultura y de la apreciación de la misma, esto sería por ejemplo promocionando cuantitativa y cualitativamente las rutas realizadas por los lugares por los que pasó la guerra civil, no únicamente enfocado hacia personas que hagan senderismo sino presentándolo de una manera atractiva para gente de otros ámbitos como familias que puedan añadir un mayor valor cultural a su visita a los pueblos de la Sierra del Rincón, los cuales además mejorarían económicamente –y en otros planos derivados del mismo- si impulsasen medidas como estas y se pusieran de acuerdo para ello. La importancia de este escrito podríamos decir que reside en las escasas publicaciones, por no decir nulas, a cerca de los pasos previos a la apertura de una fosa ya que todo el proceso se recoge en una misma publicación, cuando el estudio de la fosa y de los cuerpos ha sido finalizado. Con esto se quiere decir, que hemos pretendido presentar un trabajo novedoso sobre la investigación que hay que llevar a cabo para conseguir aquella información que servirá para comprender la situación en que se acometieron los fusilamientos, para completar posteriormente los estudios antropológicos y de laboratorio. 24

Para concluir, cabe decir que no ha sido un trabajo fácil, este proceso consiste mayoritariamente en solicitar permisos, consultar archivos, entrevistar, estudiar y comparar mapas e inspeccionar el terreno. Es decir, es una labor no tanto de escribir y consultar bibliografía como de investigar y recopilar información, seguir la misma para llegar hasta los familiares –tarea complicada en este caso-, explicarles la situación y esperar que te den su consentimiento para comenzar la campaña de excavación y exhumación, que sería el objetivo final de este proyecto, el cual esperemos se realice pronto. A todo ello hay que añadirle la escasa información publicada a nivel profesiona l, es decir, sobre datos comparados y bien documentada, teniendo en cuenta que aquella que hemos conseguido era confusa, por lo que ha sido de gran ayuda, y quiero agradecer, la colaboración de: Rosa Fajardo quien ha dedicado muchos años de esfuerzo a investigar lo acontecido en la Sierra de Madrid durante la Guerra Civil pero que al hacerlo a nivel personal no tiene publicadas sus averiguaciones; al profesor y arqueólogo Gregorio Ramón Manglano Valcárcel y, por supuesto, a Pedro Andrés Sanz por venir a contarnos un poco de su historia que, en definitiva, forma parte de la de todos nosotros. 7. Bibliografía ABADÍA LAPEÑA M. (2014) El tratamiento de las víctimas del franquismo en los editoriales de la prensa española (2007-2013). Facultad de Ciencias de la Comunicación, Universidad Autónoma de Barcelona. ACOSTA BONO, F., F., SÁNCHEZ, A., VALCUENDE DEL RÍO, JM. (2007). Memoria y Ciencias Sociales. En ACOSTA BONO, F., SÁNCHEZ, A., VALCUENDE DEL RÍO, JM. La recuperación de la memoria histórica. Una perspectiva transversal desde las Ciencias Sociales. (11-18). Centro de estudios andaluces. AGUILAR FERNÁNDEZ, P. (1996) Memoria y olvido de la Guerra Civil española. Madrid. Alianza Editorial. ALBEROLA, O; VILLAGRASA, F (2008) Miedo a la memoria. Flor del Viento BARTOLOMÉ MARCOS L., RODRÍGUEZ DE ARELLANO I. D. (2002) En busca de los términos perdidos. I: despoblados de la “Sierra Norte” de la Comunidad de Madrid. Madrid. BENÍTEZ PALMA, E (2006) La realidad y el deseo. La recuperación de la Memoria Histórica de la Guerra Civil y el franquismo. En La memoria histórica (19). Barcelona. Diputació de Barcelona. CASANOVA, J. (2013) España partida en dos Breve historia de la Guerra Civil española. Crítica.

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