Estudio de la cerámica itálica de barniz negro en El Llano de la Horca (Santorcaz, Madrid): primeros resultados

September 10, 2017 | Autor: S. Azcárraga Cámara | Categoría: Roman Republic, Roman Pottery, Ancient Peoples of Iberia: Carpetanians
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Descripción

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Zona Arqueológica

1er SIMPOSIO SOBRE LOS CARPETANOS Arqueología e historia de un pueblo de la edad del hierro

Zona Arqueológica

1er SIMPOSIO SOBRE LOS CARPETANOS Arqueología e historia de un pueblo de la edad del hierro

COMUNIDAD DE MADRID PRESIDENTE Ignacio González González

ZONA ARQUEOLÓGICA, Nº 17 1 SIMPOSIO SOBRE LOS CARPETANOS ARQUEOLOGÍA E HISTORIA DE UN PUEBLO DE LA EDAD ER

DEL HIERRO

Consejería de Empleo, Turismo y Cultura CONSEJERA DE EMPLEO, TURISMO Y CULTURA Ana Isabel Mariño Ortega VICECONSEJERA DE TURISMO Y CULTURA Carmen González Fernández SECRETARIO GENERAL TÉCNICO Alfonso Moreno Gómez DIRECTOR GENERAL DE PATRIMONIO HISTÓRICO Fernando Gonzalo Carrión Morales DIRECTORA GENERAL DE BELLAS ARTES, DEL LIBRO Y DE ARCHIVOS Isabel Rosell Volart

EDITOR Enrique Baquedano

DISEÑO, MAQUETACIÓN Y PREIMPRESIÓN Vicente Alberto Serrano / Esperanza Santos IMPRESIÓN Y ENCUADERNACIÓN B.O.C.M. ISSN 1579-7384 ISBN 978-84-451-3497-9 DEPÓSITO LEGAL M-32327-2014

MUSEO ARQUEOLÓGICO REGIONAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID DIRECTOR Enrique Baquedano

© De los textos: sus autores

JEFA DEL ÁREA DE CONSERVACIÓN E INVESTIGACIÓN Isabel Baquedano Beltrán

© De las ilustraciones y gráficos: sus autores

© De las fotografías: sus autores

JEFA DEL ÁREA DE EXPOSICIONES Inmaculada Escobar JEFE DEL ÁREA DE DIFUSIÓN Y COMUNICACIÓN Luis Palop

La revista ZONA ARQUEOLÓGICA ha sido evaluada por el Grupo de Investigación de Evaluación de Publicaciones Científicas (EPUC), asociado al Consejo Superior de Invesigaciones Científicas (CSIC), y está incluida, entre otras, en las siguientes bases de datos: Arts & Humanities Citation Index ® , DICE y LATINDEX

Zona Arqueológica

1er SIMPOSIO SOBRE LOS CARPETANOS Arqueología e historia de un pueblo de la edad del hierro

Número 17 Alcalá de Henares, 2014

MUSEO ARQUEOLÓGICO REGIONAL

Índice

13 Los carpetanos y el M.A.R. Enrique Baquedano

15 1ª Sesión: Historiografía de la Carpetania Ponencia 15

La investigación protohistórica en la Carpetania. Jorge de Torres Rodríguez Comunicaciones

39

Carpetania no es Celtiberia. Un axioma en la historiografía humanista. Rosario Ortega

45 2ª Sesión: Paisaje, poblamiento y urbanismo Ponencia 45

Paisaje y poblamiento en la Carpetania: un territorio en proceso de definición. Antonio F. Dávila Comunicaciones

71

La Segunda Edad del Hierro en la cuenca media del río Henares: asentamiento y territorio. José Ángel Salgado Carmona y Elena Vega Rivas

85

Últimos avances en la investigación del oppidum de Titulcia (Titulcia, Madrid). José Polo López y Mª del Carmen Valenciano Prieto

99

Procesos de urbanización durante la Edad del Hierro en el yacimiento “Momo” de Alcalá de Henares (Madrid). César Heras Martínez y Ana Bastida Ramírez

111

Oppidum, urbanismo y organización de los espacios de hábitat en El Llano de la Horca (Santorcaz, Madrid). Miguel Contreras Martínez, Gabriela Märtens Alfaro, Gonzalo Ruiz Zapatero y Enrique Baquedano

125

El hábitat carpetano del parque Miralrío (Rivas Vaciamadrid). Daniel Pérez y Marta Bueno

135

Evolución del poblamiento en el enclave carpetano de “Cerro de las Brujas” (Pinto, Madrid). Miguel Rodríguez Cifuentes

149

El Cerro de la Cruz (Puebla de Almenara, Cuenca). Arquitectura defensiva y urbanismo de un enclave carpetano en los albores de la romanización. Luis Andrés Domingo Puertas

161

La Carpetania Meridional: el poblamiento durante la II Edad del Hierro en el interfluvio Riansares-Cigüela de La Mancha toledana. Luis Andrés Domingo Puertas

8

175 3ª Sesión: Economía y sociedad Ponencia 175

Tierras, huesos, semillas y personas. Economía y sociedad en la Carpetania. Dionisio Urbina Martínez Comunicaciones

201

Actividades productivas en La Cuesta (Torrejón de Velasco, Madrid). Raúl Flores-Fernández y Primitivo Javier Sanabria Marcos

211

Los grandes poblados carpetanos cercanos a fuentes salobres: Cerro de La Gavia, Titulcia, Oreja y Valdelascasas. Santiago Valiente Cánovas, Fernando López Cidad, Francisco Ramos Sánchez y Mariano Ayarzagüena Sanz

223

El poblado “en espolón” carpetano del cerro de “Fuente de la Mora” en Leganés (Madrid). Jorge J. Vega y Miguel, Juan Carlos Méndez Madrid, Roberto C. Menduiña García, Sonia Díez Baranda y Marta Cuesta Salceda

235 4ª Sesión: Cultura material Ponencia 235

Los Carpetanos y sus vecinos: fenómenos de interacción a la luz de la cultura material. Concepción Blasco y Juan Francisco Blanco Comunicaciones

267

Celtíberos y carpetanos: ¿frontera cultural, lingüística y étnica? Mª Luisa Cerdeño y Emilio Gamo Pazos

279

Estudio de la cerámica itálica de barniz negro en El Llano de la Horca (Santorcaz, Madrid): primeros resultados. Sandra Azcárraga Cámara, Gabriela Märtens, Miguel Contreras, Gonzalo Ruiz-Zapatero y Enrique Baquedano

293

Viviendas en El Llano de la Horca (Santorcaz, Madrid); la jerarquización del espacio doméstico a partir del estudio del material cerámico. Gabriela Märtens, Miguel Contreras, Gonzalo Ruiz-Zapatero y Enrique Baquedano

317 5ª Sesión: Mundo funerario, arte y simbolismo Ponencia 317

Datos para el estudio del mundo funerario durante la II Edad del Hierro en la Meseta Sur: Las necrópolis carpetanas. Juan Pereira Sieso y Jorge de Torres Rodríguez Comunicaciones

335

El ascenso de los jefes: desigualdad, competición y resistencia en la necrópolis de Palomar de Pintado. Juan Pereira Sieso y Jorge de Torres Rodríguez

349

Cerámica lañada: arte, economía y estética en la Carpetania prerromana. Esther Andreu y Alexandra Uscatescu

9

361 6ª Sesión: Arqueozoología Ponencia 361

Implicaciones de la zooarqueología en la economía en la Edad del Hierro. José Yravedra y Verónica Estaca Comunicaciones

377

El Llano de la Horca: primeras valoraciones del análisis de los restos faunísticos. Mª Dolores López Gila, Gabriela Märtens, Miguel Contreras, Gonzalo Ruiz Zapatero y Enrique Baquedano

387 7ª Sesión: Arqueobotánica Ponencia 387

Encuentros en la Carpetania: panorama de los estudios arqueobotánicos en el centro peninsular. Paloma Uzquiano y Mª Blanca Ruiz Zapata

407 8ª Sesión: Romanización: etapa republicana Ponencia 407

La romanización de Carpetania durante la República Romana. Julio Mangas Comunicaciones

427

“El Llano de San Pedro” (Valderrebollo, Guadalajara): Un oppidum en los confines de la Carpetania. Emilio Gamo Pazos

435

Nuevos datos sobre la romanización de la Carpetania centro-septentrional. Sandra Azcárraga Cámara

447

Una ciudad en la zona meridional de la antigua Carpetania: Consabura (Consuegra, Toledo). Juan Francisco Palencia García

455 Conferencia de clausura Presente y futuro de una arqueología carpetana. Gonzalo Ruiz Zapatero

Los carpetanos y el M.A.R.

a llegada de la civilización romana a los confines de lo que terminó siendo uno de los imperios más relevantes de la historia universal implicó un fenómeno uniformizador, incluso globalizador en opinión de algunos, que conocemos todos como romanización. Este fenómeno que despierta un razonable interés en todos los campos del saber y especialmente de cuantos nos dedicamos a bucear en el pasado, no se manifestó, sin embargo, de la misma forma ni con la misma intensidad en todos los confines del orbe latino. De tal manera que en unos lugares el sustrato cultural pervivió con mayor o menor relevancia que en otros, en virtud de muchos factores. En la Península ibérica, la resultante de esa mezcla social y cultural es conocida como el mundo hispanorromano. Y como en el resto de fronteras no se manifestó de la misma forma en todos sus territorios. El origen, la impronta y la personalidad de cada uno de los diferentes pueblos prerromanos, “indígenas” entre comillas, dio lugar a una cosa nueva en cada una de las zonas de aquel territorio. Por ello, era inevitable que el sarampión centrífugo llegara a nuestro país junto con la recuperación de las libertades al retornar a la democracia. A nadie le sorprendió que los gobiernos de las Comunidades Autónomas primaran en la investigación de la historia, y singularmente en la arqueología, el conocimiento de los pueblos prerromanos, “indígenas”. Sin embargo esto no ocurrió en la Comunidad de Madrid. Por razones complejas, la Comunidad no primó en sus orígenes la investigación arqueológica. Desde luego la identidad no identitaria de esta región, reconocida hasta en el himno oficial escrito por el filólogo y poeta Agustín García Calvo, es seguramente la razón más importante. Los investigadores de las universidades, museos y centros de investigación madrileños encontraron probablemente más atractivo, con excepciones muy meritorias, el trabajo en lugares más lejanos. Quienes investigamos al lado de nuestra casa y también en lugares exóticos sabemos bien de lo que hablamos. Por último, la inexistencia de un Centro específicamente dedicado a la arqueología madrileña regional, como el Museo Arqueológico Regional, contribuía a esa laguna en el saber sobre un mundo conocido mucho más por las fuentes literarias clásicas que por sus restos arqueológicos. Por ello una de nuestras primeras tareas en el M.A.R., inaugurado en mayo de 1999, fue determinar esas lagunas en nuestro conocimiento arqueológico para intentar paliarlas. La ignorancia arqueológica sobre los carpetanos era clamorosa. Prácticamente casi todo lo poco que sabíamos de ellos era por prospecciones o excavaciones de carácter preventivo y escasamente publicadas. Salvo muy pocas excepciones. En 2000 revisamos la carta arqueológica y varios yacimientos carpetanos in situ para optar por El Llano de la Horca, en Santorcaz, debido a varios argumentos explicitados en otras páginas.

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En 2001 comenzamos las excavaciones arqueológicas en aquel cerro alcarreño y tras once campañas de excavación y una de prospección geofísica llegamos a unas conclusiones que hemos anticipado en varias publicaciones y en la exposición Los últimos carpetanos. El oppidum de El Llano de la Horca (Santorcaz, Madrid) que se presentó en 2012 con gran éxito de público y crítica, como decían los clásicos. Actualmente preparamos la correspondiente memoria de excavación que verá la luz en la serie ZONA ARQUEOLÓGICA. La misma serie que en 2007 sacó de la imprenta dos volúmenes monográficos dedicados a la Edad del Hierro en la Carpetania como forma de presentar un estado actual de la investigación, de manera previa a la organización de un congreso específico sobre Los Carpetanos, celebrado en 2013. También se ha publicado la tesis doctoral de Jorge de Torres, en 2012, titulada La tierra sin límites. Territorio, sociedad e identidades en el Valle Medio del Tajo (ss. IX - I a.C.). Y muy próximamente se publicará la de Sandra Azcárraga, titulada La Carpetania centro-septentrional entre la Segunda Edad del Hierro y la época romana (ss. III a.C. - I d.C.): el Valle Bajo del Henares. El presente volumen recoge las actas de aquel congreso dirigido científicamente por Gonzalo Ruiz Zapatero, y secretariado por Gabriela Märtens y Sandra Azcárraga. De ellos y de los ponentes íntegramente son los méritos de aquel cónclave y de estas actas. Confiamos en que puedan celebrarse más congresos futuros sobre los carpetanos, en Alcalá de Henares o en cualquier otro punto de la Carpetania, pero deseamos que este episodio no sea un hito más sin continuidad, como es tan frecuente entre nosotros, los arqueólogos españoles. Y confiamos también en que este texto no resulte excesivamente autocomplaciente, pero creemos que los gestores estamos obligados a explicar y justificar lo que hacemos con nuestras responsabilidades y con los fondos públicos. Gracias por tu benevolencia, lector amable. Enrique Baquedano Director del Museo Arqueológico Regional

Estudio de la cerámica itálica de barniz negro en El Llano de la Horca (Santorcaz, Madrid): primeros resultados

Resumen El conjunto cerámico de barniz negro itálico de El Llano de la Horca es el más representativo hasta la fecha en la Carpetania, con más de 200 fragmentos documentados. Su análisis muestra gran variedad de formas que reflejan un uso continuado, al menos, desde el primer cuarto del siglo II a. C. hasta el primer tercio del siglo I a. C. Se confirma, además, la llegada al interior de la Carpetania de diversas producciones, no sólo las tradicionales Campaniense A o el barniz negro de Cales, sino también otras variedades más restringidas y de gran calidad como la procedente de la zona etrusca. Palabras clave Cerámica de barniz negro, Campaniense A, Cales, Llano de la Horca, Carpetania. Abstract The Italic black glaze pottery collection at El Llano de la Horca site is the most important one documented in the Carpetania region to date, with more than 200 shards found. The study of these materials shows a great variety of shapes, which reflects a continuous use from at least the first quarter of 2nd century BC to the first third of 1st century BC. This research might confirm the arrival of several productions to Carpetania region, not only Campanian A or black glaze of Cales, but also other limited and high quality productions, such as those of Etruria. Key words Black glaze pottery, Campanian A, Cales, Llano de la Horca, Carpetania.

Estudio de la cerámica itálica de barniz negro en El Llano de la Horca (Santorcaz, Madrid): primeros resultados

Sandra Azcárraga Cámara* Gabriela Märtens* Miguel Contreras* Gonzalo Ruiz-Zapatero** Enrique Baquedano*

INTRODUCCIÓN Ante la dificultad de datar con precisión la cultura material propia de la Segunda Edad del Hierro en diversas áreas peninsulares, las cerámicas de importación han sido las que tradicionalmente han ayudado a concretar cronologías. En el caso de la Carpetania, el número de fragmentos documentados de cerámica importada de época romana republicana y sobre todo de barniz negro, siempre ha sido muy reducido. Sin embargo, el aumento de excavaciones arqueológicas y el avance en la investigación permiten que hoy en día sepamos de la presencia de barniz negro itálico en más de 30 yacimientos carpetanos (Blasco y Blanco, en este volumen; Gamo y Azcárraga, 2012; Azcárraga, Morín y Roberto, e.p. Azcárraga, 2007). Las 11 campañas de excavación realizadas entre los años 2001 y 2012 por el Museo Arqueológico Regional en el oppidum de El Llano de la Horca, ofrecen la mayor y más representativa muestra de barniz negro itálico en el territorio carpetano, con 216 fragmentos documentados hasta la fecha. Este yacimiento se extiende principalmente sobre un cerro amesetado de unas 14 Ha, donde se han excavado en área varios sectores (con especial incidencia en Sector I), además de abrirse numerosas catas repartidas por toda la meseta (Baquedano et alii, 2007a y b; Märtens et alii, 2009; Contreras

* Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid ** Universidad Complutense de Madrid

et alii, en este volumen; Märtens et alii, en este volumen). En el transcurso de estas excavaciones se han documentado no sólo cerámicas de barniz negro itálicas (Fig. 1), sino también varias imitaciones, además de abundante y variado material importado tanto del interior de la Península Ibérica como extra-peninsular. Éstos y otros materiales pudieron observarse en la reciente exposición temporal centrada en el yacimiento, destacando la presencia de ánforas vinarias de la Campania, vasitos de paredes finas, cuentas de collar oculadas o un importante lote de vajilla broncínea (Ruiz Zapatero et alii, 2012; Azcárraga et alii, e. p.). La práctica totalidad del barniz negro recuperado se encuentra muy fragmentado, a pesar de lo cual se diferencia un número de formas considerable1. De los 216 fragmentos, 78 aparecen en contexto estratigráfico y 138 en niveles superficiales o prospección. La alta proporción de materiales descontextualizados se debe a los trabajos agrícolas desarrollados en el yacimiento hasta el año 2001, unido a que en amplias zonas del cerro los restos estructurales se encuentran a pocos centímetros de la superficie. El estudio del material ha permitido distinguir al menos tres áreas de procedencia: el barniz negro del golfo de Nápoles (Campaniense A), el de Cales y el de Etruria. En cuanto a la proporción de cada una de ellas, la cerámica calena es la predominante tanto en contexto como si sumamos estos datos con los de los niveles superficiales (Fig. 2 y 3). Agradecemos a José Pérez Ballester, Albert Ribera, Jordi Principal y Pedro Paracuellos sus recomendaciones y ayuda en la identificación de varios fragmentos. 1

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Fig. 1.- Dispersión del barniz negro itálico en El Llano de la Horca

Fig. 2.- Barniz negro localizado en contexto

Fig. 3.- Barniz negro en contexto y niveles superficiales

Aunque el volumen de cerámica de barniz negro que aparece en El Llano de la Horca no es comparable al de los grandes asentamientos del levante peninsular como Valentia, Carthago Nova o Emporiae, sí es muy significativo para el interior de la Submeseta Sur. En

espera de la publicación de la memoria final de la excavación, este trabajo muestra los resultados de un estudio macroscópico y tipológico de las más representativas formas de barniz negro itálicas documentadas hasta el momento.

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CAMPANIENSE A Esta producción de barniz negro procedente de la isla de Ischia y del entorno de Nápoles, se destinó fundamentalmente a la exportación ultramarina (Pérez Ballester, 2004: 238). En la Península Ibérica la Campaniense A es considerada la vajilla fina por excelencia importada en el siglo II a. C. (Asensio y Principal, 2006: 122). Es la variedad más sencilla de identificar (Principal y Ribera, 2013: 109), no sólo por la escasez de formas, sino también por la tonalidad rojiza de su arcilla. Con el paso del tiempo la producción se degrada, tanto las pastas, que cada vez presentan un granulado más grueso, como los barnices, que van siendo menos densos, y las decoraciones terminan por desaparecer (Principal y Ribera, 2013: 109). Su fabricación se divide en varias fases, siendo las 3 últimas (antigua, media y tardía) las principalmente destinadas a la exportación y las que se documentan en El Llano de la Horca (Fig. 4). La producción tardía se verá influenciada por la gran competencia que supone sobre todo el barniz negro de Cales, que provocará la inclusión de nuevas formas y decoraciones en su repertorio (Asensio y Principal, 2006: 124). Campaniense A variante antigua Cronología: ca. 220-180 a. C. (Principal y Ribera, 2013: 113). En El Llano de la Horca (Fig. 1) sólo se ha documentado un fragmento de esta producción (Cata 18, UE 132), que destaca no sólo por su antigüedad sino por ser el único que no responde a una forma perteneciente a la vajilla. Se trata de un guttus Lamb. 45 de la especie 8140 o 8160, muy fragmentado y de difícil identificación. La función de estos recipientes se asocia normalmente a la contención de aceites o perfumes. El nombre de guttus alude a un recipiente en el que el contenido salía gota a gota, sin embargo, su uso en libaciones o unciones es un tema poco claro (Pérez y Gómez, 2004: 31-32). En cualquier caso, no deja de ser un vaso de barniz negro destinado a otros usos más allá del de formar parte del servicio de mesa. La variante antigua de Campaniense A está, por tanto, muy poco representada en el yacimiento, lo que unido a que el único fragmento existente hasta la fecha apareció amortizado (formando parte de un suelo encalado), no podemos considerar unas fechas muy antiguas para su presencia en El Llano de la Horca.

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Campaniense A variante media Cronología: ca. 180-100 a. C. (Principal y Ribera, 2013: 115). Copas con asas Una forma «de gran éxito entre la clientela hispánica» es la copa con asas Morel 68bc/F 3131 (Asensio y Principal, 2006: 124), documentada en El Llano de la Horca tanto en contexto estratigráfico como en los niveles superficiales. En esta variante, la copa conserva parte de la decoración pintada en blanco característica, aunque ahora se verá reducida a una fina línea blanca en el interior de la pared, como conservan algunos ejemplares de El Llano de la Horca. En contexto destacan dos fragmentos localizados en el Recinto 13 A, dentro del Sector I (UE 11305 y 11310) (Fig. 1). Platos Una de las formas más comunes de la Campaniense A de este momento es el plato Lam. 36/F 1312, que a su vez procede del repertorio de la variante antigua, heredado de la tradición helénica, y que perdurará también con la variante tardía. Se documenta un fragmento de borde de esta tipología en la excavación de una de las catas centrales de la meseta de El Llano de la Horca (Cata 11, Nivel II) (Fig. 1). Cuencos y escudillas Este grupo, el más numeroso de la producción de Campaniense A en su fase media, lo es también en cuanto a variedad de formas halladas en el Llano de la Horca. Asociado al plato que acabamos de describir, destaca un fragmento de fondo de la forma Lamb.28ab/F 2640, decorado con un círculo formado por pequeñas líneas incisas. Ésta forma aparece también en los niveles superficiales. Otro cuenco documentado tanto en superficie como en contexto estratigráfico (Cata 14, Nivel III) es el que responde a la forma Lamb.27ab/F 2784 y 2788, muy común en esta variante y que sigue fabricándose en la fase tardía de la producción. Para completar el panorama formal de este grupo, hay que añadir el hallazgo en superficie de un fragmento de borde de Lamb.31b/F 2955 o similar. Se trata de una forma muy común a finales del segundo cuarto del siglo II a. C., siendo la más característica de la Campaniense A en ese momento, en sustitución de la copa Lamb. 27B (Asensio y Principal, 2006: 124). Aunque este cuenco suele presentar decoración pintada, en esta ocasión el ejemplar documentado en El Llano de la Horca no la conserva.

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Fig. 4.- Campaniense A de El Llano de la Horca (a partir de Morel, 1981)

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Campaniense A variante tardía Cronología: ca. 100-40 a. C. (Principal y Ribera, 2013: 115). Copas con asas Se documenta en el Sector I (Cata 8, UE 55) una forma no demasiado común en los contextos peninsulares, la copa Lamb. 49A/F3221. Las copas con asas para beber se rarifican en torno a mediados del siglo II a. C. (Asensio y Principal, 2006: 124), siendo formas más características de las variantes antigua o media de Campaniense A. Platos Algunas de las formas más típicas de los platos fabricados en la variante tardía de Campaniense A son localizadas en El Llano de la Horca. Los platos Lamb.5/F 2250,2252 y Lamb. 36/F 1312 son los que predominan en este periodo, aunque otros como Lamb. 5-7/F 2280 también se documentan, aunque con menor intensidad. En el Sector I destaca la presencia de los platos Lamb. 5 y Lamb. 5/7 en la calle Sur (Recinto 16, UE 11607 y 11608) y del plato Lamb. 5 en el porche de una vivienda en la calle Norte (Recinto 10, UE 11001). Además, la forma 5/7 también aparece en niveles superficiales. En cuanto al plato Lamb. 36, se documenta dentro del Sector I (Recinto 6, UE 1601).

BARNIZ

NEGRO DE CALES

Esta producción se origina en la Campania septentrional, con la colonia latina de Cales como centro productor más importante (Pedroni 2001, 184 y 201). Forma parte de un grupo de producciones conocidas como Tipo B o “Círculo de la Campaniense B”, término ya utilizado por Morel (1981), que define a las cerámicas de pasta clara pertenecientes, en su mayoría, al repertorio formal de Lamboglia (1952), pero que no son realizadas en una sola oficina. Como señala Principal (2005: 52), “existe un área de incertidumbre desde el punto de vista arqueométrico en relación con la ubicación exacta de las oficinas cerámicas (área campana septentrional: entre Cales, Teano y Capua)”, pero la importancia de Cales como centro productor de primer orden es, hoy por hoy, incuestionable. La Mesa Redonda sobre barniz negro de los siglos II-I a. C. celebrada en Ampurias en 1998, supuso un avance importante en el estudio de estas cerámicas de cara a la “normalización” terminológica de la “Campaniense B” y a la acotación cronológica y formal de las diversas producciones2. Sin embar2 Ante la diversidad y heterogeneidad de las producciones incluidas bajo la denominación de Campaniense del tipo B se llegó a un consenso en cuanto a las formas y a las produccio-

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ENRIQUE BAQUEDANO / Estudio de la

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go, 15 años después, aún nos encontramos con problemas terminológicos por superar (Principal y Ribera, 2013: 53). Como en el caso de la Campaniense A, también se diferencian varias fases en la producción de la cerámica de barniz negro de Cales, cuya calidad técnica irá disminuyendo. En contextos de la Península Ibérica aparece a partir del siglo II a. C. (fase antigua) momento en el que la producción se orienta a una fabricación intensiva y una exportación ultramarina (Asensio y Principal, 2006: 127). Será a partir de la fase media cuando el taller adopte el repertorio típico del “Círculo de la B” (Asensio y Principal, 2006: 127). En el Llano de la Horca se documentan, de nuevo, las tres últimas variantes de la producción (Fig. 5). Cerámica calena variante antigua Cronología: 200 -130/120 a. C. (Principal y Ribera, 2013: 82). Platos Son diversas las formas de este grupo que aparecen en El Llano de la Horca, todas presentes en la Península Ibérica desde mediados/tercer cuarto del siglo II a. C. En el Sector I se documentan dos fragmentos significativos. El primero corresponde a un plato Lamb.36/F 13141315 y aparece de nuevo en el contexto de la calle Sur (Recinto 16, UE 11627). El segundo, localizado en el interior del Recinto 1 (UE 1103) es un borde de pátera Lamb. 5/F 2250. En superficie aparece de nuevo la forma Lamb. 5 y se suma el plato Lamb.6/F 1441-1443, que completa el repertorio. Por el momento, no contamos en El Llano de la Horca con las formas que caracterizan la recepción de los primeros ejemplares de platos calenos en territorio hispano, como son las formas Lamb. 55/ F 1640 y 2233-2235, Lamb. 63/F 2170 y Sanmartí 165/F 1153. Cuencos A este grupo, a pesar de ser el más heterogéneo, pertenecen sólo dos ejemplares hallados en superficie en el yacimiento. En esta ocasión se trata de dos fragmentos de pared con acanaladuras pertenecientes a distintos recipientes y que probablemente se correspondan con nes que se englobarían bajo esta denominación. Así, el repertorio formal sería el de Lamboglia en sus 10 primeras formas (exceptuando la 9), además de la F 4753, la F 2851a y la P 127. En cuanto a las producciones, englobarían dos grandes áreas, Etruria (donde se incluiría, entre otros, el taller dedicado a realizar la Volterrana D) y la Campania septentrional, (que incluiría las producciones de la zona de Cales).

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Fig. 5.- Barniz negro de Cales en El Llano de la Horca (a partir de Morel, 1981)

la forma Sanmartí 166. Este cuenco aparece en el repertorio de la calena antigua a partir del segundo cuarto o mediados del siglo II a. C. (Asensio y Principal, 2006: 128) y no se mantiene en las variantes posteriores. Como vemos, la cronología de la calena tardía de nuevo parece señalar un momento avanzado del siglo II para la recepción de barniz negro en el yacimiento. Cerámica calena variante media Cronología: 130/120 – 90/80 a. C. (Principal y Ribera, 2013: 93).

Platos Esta variante, aunque sigue manteniendo algunas formas típicas de la fase anterior, como la Lamb. 6/F 14411443, se centrará en un repertorio estandarizado y más reducido, que para este grupo formal consiste principalmente en el plato Lamb. 5/ F 2255-2258. La primera de las formas se documenta en contexto estratigráfico hasta en tres ocasiones y zonas del yacimiento muy próximas entre sí, todas ellas en el Sector I (Recinto 13, UE 11321, Recinto 16, UE 11603 y UE 11633). Tanto en contexto como en superficie se han documentado tam-

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bién varios fragmentos de la pátera Lamb. 5/ F2255, en esta ocasión en áreas bastante alejadas (Sector I, Recinto 15, UE 11507 y Cata 2, Nivel I) (Fig. 1). Otro plato muy similar (Lamb. 7 o 5/7) se documenta también en los estratos vegetales. Perteneciente a esta variante y grupo formal destaca el único ejemplar completo aparecido en el yacimiento hasta la fecha. Se trata de un platito de pie elevado (Lamb. 4/F 1413), hallado en la excavación de la Cata 3 (UE 362), alejada de la zona nuclear del oppidum. No es una forma demasiado común en los contextos hispanos, destacando algún ejemplar en yacimientos del levante peninsular como Carthago Nova (Pérez Ballester, 1995: 344) o Valentia (Principal y Ribera, 2013: 94). Cráteras La crátera de ovas F4753 es característica de este momento, aunque tampoco está demasiado presente en Hispania. Se documenta, sin embargo, en El Llano de la Horca, ésta vez en los niveles superficiales. A esta forma se le asigna un posible origen etrusco y una datación en los inicios de la segunda mitad del siglo II a. C., ya que aparece en el nivel fundacional de Valentia (Escrivà et alii, 1992: 459). De igual forma, aparece en diversos yacimientos del litoral mediterráneo desde Emporion o Tarraco a Carthago Nova (Escrivà et alii, 1992: 459; Pérez Ballester, 1992). Cerámica calena variante tardía Cronología: 90/80 – 40/20 a. C. (Principal y Ribera, 2013: 98). Platos En esta fase de la producción la forma predominante será la pátera Lamb.5/F 2255, que en el yacimiento aparece en repetidas ocasiones tanto en superficie como en contexto estratigráfico (Cata 4, UE 26). Se documentan también varios ejemplares del plato Lamb.7, asociado a la producción calena en esta cronología. Por un lado, destaca un borde que apareció junto a un As de Cástulo (Cata 21, UE 207), una de las piezas ibéricas más antiguas documentadas, pero también con un nivel de desgaste muy acusado (Gozalbes et alii, 2010: 350). Por otro lado, aparece también una base probablemente de este tipo de plato en una de las estancias de una vivienda localizada en el Sector I del yacimiento (Recinto 5, UE 1503).

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Copas con asas A esta categoría formal pertenecen varios fragmentos de pared, cercanos al fondo pero que no conservan el pie, cuyas características permiten proponer que se trate de una copa Pasq. 127/F 3120. Esta copa con asas aparece en el repertorio de la variante media y continúa en la tardía. Se documentan en la calle Sur del Sector I (Recinto 16, UE 11607 y 11608) asociados al plato Lamb.5/7 de Campaniense A tardía, al que hemos hecho referencia. Ambas producciones se fabrican prácticamente en el mismo periodo. Cuencos/copas La forma predominante en este grupo es la copa Lamb.1/F 2323. En El Llano de la Horca se ha documentado con seguridad en contexto estratigráfico, aunque aparecen varios posibles fragmentos más en niveles de superficie. El ejemplar contextualizado (Cata 4, UE 29) es uno de los más completos documentados, ya que conserva todo el perfil y más de la mitad de la pieza, junto a la que apareció una unidad de bronce de la ceca ibérica de Ekualakos (Gozalbes et alii, 2010: 348) y un fragmento de lucerna del que se hablará más adelante. En esta categoría se incluye también la píxide Lamb. 3/F 7553, de la que por el momento tan sólo ha aparecido un fragmento en superficie. Por sus características se corresponde con la variante tardía, pero también se fabricó tanto en la variante media como en la antigua. Se trata de un recipiente asociado al consumo de alimentos líquidos, típico en yacimientos con una cronología de transición entre el siglo II y el I a. C. (Principal, 2005: 55).

BARNIZ

NEGRO ETRUSCO

Esta producción procedente del área etrusca es la que “pone de moda” a partir de primera mitad/mediados del siglo II a. C. el conocido repertorio de la Campaniense B, aunque su exportación nunca fue tan a gran escala como la de su imitadora la cerámica calena (Principal y Ribera, 2013: 57). Llama la atención por su alta calidad, con barnices muy brillantes y pastas calcáreas, finas, duras y muy depuradas. Un posible centro productor de esta cerámica es la colonia de Cosa, que Taylor definió como Tipo II (Taylor, 1957: 71 y 152-155), pero también suele asociarse a la variante Volterrana D o a la cerámica aretina de barniz negro (Asensio y Principal, 2006: 130). Al no tratarse de una producción dedicada masivamente a la exportación, su presencia en contextos de la

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Península Ibérica no es muy significativa, apareciendo en la Citerior a partir de mediados del siglo II a. C. y con un porcentaje muy reducido ya a finales del mismo siglo (Asensio y Principal, 2006: 130). Se documentan sobre todo en el litoral hispano, aunque en cantidades minoritarias, principalmente en Carthago Nova, Valentia, Emporion o Tarraco (Principal y Ribera, 2013: 68). Los fragmentos de barniz negro etrusco documentados en El Llano de la Horca, aunque no muy numerosos (10 fragmentos en total) y siempre localizados en los niveles superficiales, sí son muy representativos, ya que son los primeros ejemplares que se conocen en el interior de la Carpetania y muestran, además, la llegada de al menos dos piezas diferentes del servicio de esta vajilla (Fig. 6). Platos Son varias las formas pertenecientes a este grupo que se realizan en los talleres etruscos, de las cuales en el yacimiento documentamos por el momento tan sólo una. Se trata del plato Lam. 5, una forma como venimos viendo, muy bien aceptada entre los habitantes de El Llano de la Horca. Cuencos Se documentan dos fragmentos de pie moldurado, probablemente del mismo recipiente, un posible cuenco Lamb. 8a/F 2566 o 2653, que solía decorarse a base de círculos concéntricos incisos sobre el fondo interno y combinaciones de estampillas, aunque en estos casos

no se conservan. Dicha forma aparece en los contextos de la Citerior en el tercer cuarto del siglo II a. C. (Asensio y Principal, 2006: 130) y perdura hasta finales del tercer cuarto del siglo I a. C. (Principal y Ribera, 2013: 64). Barniz negro de producción indeterminada Destaca el hallazgo en superficie de un fragmento de pasta rojiza clara que no se corresponde con las características técnicas ni morfológicas de la Campaniense A ni del resto de producciones mencionadas. Se trata de una forma poco difundida en la Península, una paterita de la serie de Morel 1530 o similar (Fig. 7). El paralelo geográficamente más próximo lo encontramos en Valentia, a través de una pieza de la forma 1313b encuadrada en su Grupo 3 (equivalente a la cerámica calena antigua) (Escrivá et alii, 1992: 455). En el yacimiento oscense de La Vispesa se ha documentado un ejemplar casi completo de una copita atribuible a la serie F 1530 (Domínguez et alii, 2007). Ya fuera de la Península, en el yacimiento de La Castellina (Etruria) aparecieron varios fragmentos de estas pateritas, cuyo origen se suele relacionar con regiones de Etruria meridional, alrededores de Roma o Campania en la primera mitad del siglo III a.C. (Paracuellos, 2010). Por otro lado, en el estudio del material de Emporion y Rhode se describe una pieza muy similar que aparece descontextualizada y a la que no se atribuyen datos cronológicos, aunque se asocia a un conjunto de materiales del segundo cuarto o último tercio del siglo II a. C. (Sanmartí, 1978: 190, 201 y 592).

Fig. 6.- Barniz negro etrusco de El Llano de la Horca (a partir de Morel, 1981)

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Fig. 7.- Barniz negro de producción indeterminada de El Llano de la Horca (foto MAR/ Mario Torquemada y dibujo a partir de Morel, 1981)

LUCERNAS

DE BARNIZ NEGRO

A partir del siglo III a. C. y sobre todo en el II se intensifica la presencia de lucernas en ambientes romanos y procedentes de las regiones de Campania, Apulia y el Lacio, producciones que se comercializarán fuera de la Península Itálica (Palanqués, 1992: 19). La introducción del molde en el proceso productivo es una de las características que agiliza la difusión de estas formas tardorrepublicanas, lo cual permite la fabricación de lucernas en serie, convirtiéndose así en objetos cotidianos (Morillo, 1999: 57). Como pasa con el resto de los materiales de barniz negro, las lucernas viajaban como cargamento secundario, complementando a las mercancías principales de grano, aceite o vino (Morillo y Rodríguez, 2008: 407). Las lucernas presentes en El Llano de la Horca son de tradición helenística y cronología relativamente antigua (siglo II a .C.), pertenecientes a las primeras formas exportadas fuera de la península italiana cuya distribución geográfica coincide con la de la Campaniense A. Los ejemplares aquí estudiados presentan todos barniz, entre los que se han diferenciado tres tipologías (Fig. 8), aunque contamos también con ejemplos sin barnizar (Ruiz Zapatero et alii, 2013: 305, n 134). Ricci B Es una forma de origen griego, realizada a torno y el primer tipo de lucerna de barniz negro que se empieza a localizar fuera de la Península Itálica (Huguet y Ribera, 2013: 211). Es también conocida como una variante sin asa y con apéndice lateral del tipo bicónico del

Esquilino. Su fabricación se propone en talleres suritálicos y sicilianos (Pavolini, 1981: 145) o en el área medio-itálica (Di Filippo Balestrazzi, 1988: 36). En El Llano de la Horca se documenta al menos un fragmento de esta tipología, en los niveles superficiales. Su pasta es color ocre muy claro, con desgrasantes finos entre los que se aprecia la mica. El barniz es muy poco denso y se conserva tanto al interior como al exterior. En la Cata 4 (nivel II) aparece también un fragmento de lucerna de tipo bicónico, muy incompleto pero que probablemente se corresponda con una Ricci B. Se asocia a un fragmento de cerámica calena tardía de la forma Lamb. 1 y a un As de la ceca Ekualakos, como se ha señalado, lo que indicaría la perduración de esta lucerna en el momento de su amortización. En cuanto a sus características macroscópicas, se observa una pasta ocre-amarillenta, calcárea, con desgrasantes finos entre los que se puede apreciar mica. Su barniz es denso, poco brillante, con algunos reflejos y sólo aparece al exterior del fragmento conservado. Lucernas Ricci B han aparecido en el pecio GrandConglué con una cronología entre el 170 y el 150 a. C. (Ricci, 1974: 209). En España destaca su presencia varios yacimientos, como Azaila (Teruel), el Campamento III de la “Gran Atalaya” de Renieblas en Numancia o en el Pecio de Escombreras 1 en Cartagena, que naufragó hacia el 150 a. C. (Pinedo y Alonso, 2005: 11). En la Carpetania se conoce una lucerna completa Ricci B en el Cerro de la Gavia (Urbina et alii, 2005: 137 y 182).

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Fig. 8.- Lucernas de barniz negro de El Llano de la Horca (a partir de Ricci, 1973: Fig. 24, 26 y 27)

Ricci D Este tipo de lucernas a torno están poco presentes en los yacimientos peninsulares, donde se concentran sobre todo en el litoral levantino en yacimientos como el ibérico de La Serreta (Alcoi, Alicante) (Grau et alii, 2008: 13). Pertenecientes a esta tipología aparecen en El Llano de la Horca dos fragmentos, ambos en contexto estratigráfico. Sus pastas son muy naranjas y conservan restos de barniz negro tanto al exterior como en el interior aunque en este caso sólo en la parte más baja de la pared interior conservada. Ambos ejemplares aparecieron en el Sector I en contextos de habitación (Cata 10, Nivel II), el segundo (Recinto 9, UE 1905) asociado a una unidad de Sekaisa (Gozalbes et alii, 2010: 346). Ricci E Se trata de una tipología ampliamente documentada en el Mediterráneo occidental, producida sobre todo en Campaniense A (Ricci, 1974: 216). Es una de las formas más difundidas en el Occidente durante la gran expansión romana hacia Provenza y España (Puya, 1991: 216).

Ricci le otorga una cronología que abarca desde finales del siglo II a. C. a la primera mitad del siglo I a. C. coincidiendo su distribución comercial con la Capaniense A exportada a gran escala. Esta forma es conocida también como lucerna bicónica del Esquilino, ampliamente estudiada por Pavolini (1981: 144-149 y 179-180) quien observa la variedad de barnices y pastas utilizadas y propone no sólo un origen itálico para este producto. En El Llano de la Horca se documenta un fragmento, en los niveles superficiales. Su reducido tamaño no permite aventurar la forma de su piquera. La pasta es ocre, clara y en las zonas de exposición al fuego es gris. El barniz es negro, denso y poco brillante, cuartelado en la parte superior del discus próximo al orificium. En Numancia aparecen dos lucernas de este tipo, una en uno de los campamentos de circunvalación, del 134-133 a. C. y otra en el Campamento V de Renieblas, con la misma cronología (Romero, 1990: 261-262). Podemos destacar también su hallazgo en otros yacimientos como “La Cabañeta” en el Burgo de Ebro (Zaragoza), el pecio Escombreras 1 o en la ciudad de Sevilla (Puya, 1991: 216-217).

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CONSIDERACIONES

FINALES

De lo expuesto en este trabajo se desprenden una serie de consideraciones en torno al origen y tipologías documentadas, así como a su cronología. Por un lado, constatamos la llegada al interior peninsular no sólo de las producciones más extendidas de barniz negro como la Campaniense A o la cerámica calena, sino también de otras más minoritarias como la etrusca, escasamente representada incluso en los yacimientos del levante peninsular. La mayor parte de la cerámica de barniz negro estudiada se corresponde con vajilla de mesa, estando presentes todos los elementos típicos del servicio: platos y fuentes para comer o servir alimentos sólidos, cuencos o escudillas para consumir alimentos líquidos y copas para beber. Entre las formas más repetidas predomina claramente la pátera Lamb. 5. También están presentes, aunque en mucha menor proporción, otros elementos cerámicos, como los destinados a guardar aceites o perfumes o los dedicados a la iluminación. Aunque en El Llano de la Horca aparece material importado perteneciente a las producciones más antiguas de la Campaniense A y la cerámica de Cales, su representación es testimonial en el primer caso y en el segundo, las formas documentadas son las que se fabrican a partir de mediados/tercer cuarto del siglo II a. C., cronología equiparable a la de las lucernas. El volumen más representativo de este tipo de vajilla fina lo constituyen las formas de las fases media y tardía de ambas procedencias, aunque en mayor proporción las de Cales, lo que sitúa el grueso de las importaciones de barniz negro entre la segunda mitad del siglo II a. C. y la primera mitad del I a. C., mostrando un uso continuado al menos entre esas fechas. Por otro lado, la ausencia de Campaniense C o de otras producciones de pasta gris, comunes en los yacimientos cercanos al cambio de era, podría estar indicando que el momento de abandono del oppidum no se produciría en unas fechas muy avanzadas del siglo I a. C. Como apoyo a esta hipótesis, hay que tener en cuenta que entre los fragmentos de calena tardía hallados hasta ahora, faltan las típicas decoraciones de “losange” de los últimos momentos de esta variante, presentes a partir de finales del primer cuarto del s. I a. C. (Principal, 2005: 58). Por último, en cuanto a la dispersión del barniz negro en el poblado (Fig. 1), se observa que se distribuye prácticamente por toda la superficie del cerro, sin que aparezca una concentración significativa, ya que dentro del Sector I las piezas se encuentran también

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distribuidas en distinos recintos. Tanto el barniz negro de variantes medias como el de variantes tardías se distribuye de igual forma en las catas realizadas en los extremos del yacimiento y en los sectores centrales, lo que indica una ocupación del cerro practicamente total, al menos entre la segunda mitad del siglo II a. C. y la primera mitad del I a. C.

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