Estudio comparado entre Harakat Enahda y los Hermanos musulmanes en el poder

July 17, 2017 | Autor: Ahmed Abdou | Categoría: Arabic Studies
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Descripción

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Para un estudio general sobre cómo la revuelta estalló en Túnez, vease Monica Reinaldo, " Túnez: Logros y obstáculos en la senda de la transición" in. Paloma González del Miño (dir.), Tres años de revoluciones árabes, CATARATA, 2014, pp. 98-115.

Para un estudio general sobre cómo la revuelta estalló en Egipto, vease Paloma González del Miño, "Egipto: Desafios de una transicion incierta", ibid, pp. 140-168.
Para una presentación histórica más completa, véase Gema Martín Muñoz, « Democracia e islamismo en las transiciones políticas árabes », Res Publica: Revista de Filosofía Política, 30 (2013), 163-186.

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Para una traduccion en ingles de la declaracion, vease http://english.ahram.org.eg/News/58947.aspx ,Mayo, 11, 2015.
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Introducción:
Hace más de cuatro años desde que las revueltas árabes estalleron primero en Túnez y luego en Egipto, Yemen, Siria, Libia y Bahrein. Hasta junio de 2013 los casos de Túnez y Egipto eran muy parecidos, ya que en ambos países vimos el inicio de una transición democrática pasícfica justo después de la caída de Ben Ali y Mubarak. Manifestaciones masivas tuvieron lugar en las plazas más grandes de Cairo y Túnez capital pidiendo libertad, dignidad y justicia social.
En Túnez, Ben Ali, misteriosamente, huilló del país dejando un hueco institucional en la presidencia de la república. Fuad Lembaza', presidente del parlamento, tomó el cargo de la presidencia según el artículo 57 de la constitución tunecina. Los manifestantes volvieron a la calle para derrocar todos los símbolos del antiguo régimen como Fuad Lembaza', el presidente, Mohamed Ghanushi, el primer ministro y los demás figuras del sistema.
Bajo la presión popular, se creó una comisión revolucionaria por decreto y compuesta por organizaciones de la sociedad civil junto con partidos políticos conocidos por haber luchado contra el régimen de Ben Ali, sean legalizados o prohibidos en su época.
Todos estos elementos heterogeneos trabajaron juntos en la plataforma presidida por el destacado jurista Iyad Ben Ashur con el objetivo de preparar, entre otras cosas, las elecciones de una asamblea constituyente que escribirá la constitución de la segunda república. De los recién legalizados y presentes en esta comisión fue el partido islamista Harakat Enahda, representado por su líder histórico Rashed el Ghanushi.
En Egipto, Hosni Mubarak fue derrocado por los militares bajo la presión popular trás manifestaciones masivas en todos los centros urbanos importantes del país. El General Tantaui presidió un nuevo consejo llamado el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA). Eso fue el consejo que dirigió Egipto después de la caída de Mubarak con el objetivo de garantizar la transición democrática del país. Sumetió algunas enmiendas constitucionales a un referéndum popular para preparar el marco legal de unas elecciones parlamentarias y presidenciales anticipadas. El parlamento que será elegido se encargará de la preparación de una nueva constitución.
Las leyes electorales fueron enmendadas y muchos partidos prohibidos en la época de Mubarak fueron legalizados para participar en las primeras elecciones democráticas en la historia de Egipto. Uno de los partidos recientemente legalizados no es nuevo. La organización de los Hermanos Musulmanes ha creado un partido político institucionalmente distinto y llamado el partido de la libertad y la justicia (PLJ) bajo la presidencia de Mohamed el-Katatni.
Las elecciones que tuvieron lugar, en Túnez como en Egipto, fueron las primeras elecciones democráticas en la historia de ambos países y los ganadores fueron los islamistas. En Túnez, Enahda fue el partido mayoritario en la asamblea constituyente con 41% de los escaños. El PLJ, ala política de los Hermanos Musulmanes, fue el partido mayoritario en el parlamento con 47% de los escaños.
Estos dos partidos de tendencia islamista merecen una breve presentación histórica para entender porque ganaron las elecciones con tantos votos. La organización de los Hermanos Musulmanes fue creada en 1928 por Hasan el-Banna en la ciudad egipcia al-Isma'ilya. Era una asociación religiosa que ofrecía servicios sociales y educación religiosa en los barrios populares del Egipto monárquico de aquella época. La organización de los Hermanos Musulmanes se hizo muy famosa y llegó a ser un actor político importante en el país sin dejar sus actividades de carácter religioso y social.
Los Hermanos Musulmanes se convirtieron en una organización claramente política que defiende un proyecto de renacimiento de la civilización islámica. Mezcla en su discurso lo político y lo religioso con el objetivo de reislamizar el Estado y la sociedad paulatinamente y pacíficamente aunque unos de sus miembros fueron involucrados en actividades violentes.
Los Hermanos Musulmanes han participado a muchas elecciones en Egipto o bien como miembros de un partido o bien como individualmente después de la prohibición del partido en la época de Yamal Abd Ennaser. Aunque la prohibición del partido se mantuvo bajo el régimen de Anuar Essadat y Hosni Mubarak, sus actividades estuvieron más o menos toleradas para contrarrestar las ideologías nacionalistas y de izquierda. En 2001 después la caída del régimen de Hosni Mubarak, los Hermanos Musulmanes volvieron a la legalidad por la primera vez desde los años 50 y ganaron las elecciones legislativas y presidenciales capitalizando en su larga historia de oposición, su discurso político-religioso y en su presencia organizada en todas las ciudades egipcias aun antes 2011.
Harakat Enahda, el equivalente tunecino de los Hermanos Musulmanes egipcios, apareció en los años 70 bajo el nombre de Al-Yama'a Al'islamya. Era una asociación espontanea ofreciendo servicios sociales y educación islámica. Siendo inspirada por los Hermanos Musulmanes, la asociación se ha politizado poco a poco y cambió su nombre para ser Harakat al-Ittiyah al-Islami. Pidió su legalización en 1981 en tanto como partido político en la época de Burguiba pero no la consiguió. En 1989, el partido se legalizó con la llegada de Ben Ali al poder y cambió su nombre otra vez para ser Harakat Enahda. Sin embargo, el partido fue prohibido por el régimen poco después en un contexto regional marcado por la guerra civil argelina. A lo largo del régimen de Ben Ali, Enahda estuvo tratado como una organización terrorista tras la respuesta violenta de algunos de sus miembros a la decisión de la prohibición del partido.
Hubo que esperar la revuelta de 2011 para ver Enahda legalizado otra vez en tanto como un partido político tunecino. Participó a las elecciones del 23 de Octubre y fue el partido al qué los tunecinos votaron más, siendo el que representaba mejor la ruptura con el antiguo régimen.
El análisis siguiente se concentrará sobre comportamiento político de los Hermanos Musulmanes y Harakat Enahda una vez en el poder, para explicar porqué los islamistas egipcios no siguieron el mismo rumbo que los islamistas tunecinos. La clara divergencia entre las dos trayectorias hace de esta comparación un ejercicio importante e inevitable. Mientras la transición política egipcia acabó claramente en un golpe militar y volvió al estado represivo de siempre, la transición política tunecina pudo llegar a una constitución consensual y un sistema democrático. Aunque la democracia tunecina tiene todavía que se estabilice, la manera relativamente pacifica en qué se instauró es indudablemente un progreso impresionante. La observación de ambos casos plantea la cuestión de saber porqué la transición democrática tunecina era más exitosa que la egipcia?
Algunos introducen el partido islamista tunecino Enahda como más moderado que los Hermanos Musulmanes egipcios. Lo cierto es que Enahda no excluyó ni sus rivales izquierdistas revolucionarios ni los restos del antiguo régimen. Sin embargo, esta moderación atestada no impidió la sociedad civil y la oposición de volver a la calle y pedir la destitución del gobierno dirigido por Enahda exactamente como hicieron los egipcios con los Hermanos Musulmanes. Lo que pasó es que los nostálgicos al antiguo régimen junto con los revolucionarios desilusionados salieron a la calle para quitar los islamistas del poder en Egipto y en Túnez, poco importó que sean moderados o no lo sean. Este punto va ser profundizado en el primer capítulo de este trabajo (I).
Justificar el éxito relativo de Harakat Enahda por su actitud moderada no tiene en cuenta el hecho de que durante el 2013 el proceso transicional tunecino parecía tan estancado como es el egipcio y de que Túnez iba siguiendo el rumbo trágico de Egipto. Los tunecinos eran delante del edificio de la asamblea constituyente reclamando la demisión de sus miembros y la vuelta al estado revolucionario inicial imitando la manifestación masiva del 30 de Junio 2013 en Egipto que facilitó el golpe de estado del 3 de Julio.
Este análisis se concentrará sobre las relaciones que tenían los dos partidos con sus adversarios en Egipto y Túnez para explicar la divergencia de sus trayectorias. En Egipto, el poder judicial intervino para anular el resultado de las primeras elecciones democráticas en la historia de Egipto. El CSFA también intervino para derrocar el único presidente elegido democráticamente en este país. Sin embargo, en Túnez, el poder judicial no estuvo capacitado legalmente para disolver la asamblea constituyente y el ejército tunecino, que nunca intervino en la política, prefería mantener su posición de neutralidad.
En la ausencia de instituciones estatales capaces o queriendo acabar con la mayoría islamista en la asamblea constitucional tunecina, la única alternativa posible para relanzar el proceso democratizador era volver a la negociación responsable. Por miedo del chaos, Enahda y sus aliados dejaron el poder y participaron en el "Diálogo nacional" facilitando un consenso histórico. Este punto se profundizará en el segundo capítulo de este trabajo (II).
-I-
Actitudes políticas diferentes conduciendo a crisis políticas parecidas
Aunque Enahda prefirió una política inclusiva (1), se encontró en una crisis política muy parecida a la de los Hermanos Musulmanes que prefieren una política exclusiva vis à vis los demás actores políticos del país (2). En ambos países, los islamistas no tuvieron éxito en gobernar el Túnez y el Egipto revolucionarios debido a la acumulación de muchos errores políticos durante el periodo de su gobierno efectivo.
1) El fracaso de la política inclusiva limitada de Harakat Enahda:
Las elecciones del 23 de Octubre hicieron de Enahda el partido mayoritario en la asamblea constituyente que tenía que escribir la constitución de la segunda república tunecina dentro de un año. Con 41% de los votos, Enahda se convirtió en la potencia política más importante del país teniendo 89 de los 216 escaños. Sin embargo, Enahda no tenía la mayoría suficiente como para gobernar sola. El Congreso para la República (CPR) tenía 29 escaños, la Petición popular 26 y Etakattol 20.
Aunque los lideres islamistas no participaron activamente en la revolución tunecina, tuvieron éxito en representar la ruptura con el régimen antiguo. En el mismo tiempo, insistieron en calmar los otros partidos y la sociedad civil con un discurso moderno y conciliador. El proyecto económico del partido era liberal y en pro de una cooperación más avanzada con la Unión Europea. Aunque su proyecto social era claramente conservador, Enahda prometió la protección de las leyes modernistas puestas por Habib Burguiba desde el 1957 en el código del estatuto personal, apoyando la interdicción de la poligamia y la prescripción del divorcio oficial.
Enahda advocó un modelo consensual de la democracia, invitando los otros partidos a participar en la formación del nuevo gobierno. La coalición gubernamental encabezada por Enahda incluyó dos partidos no islamistas luchando por el establecimiento de un Estado secular con separación clara entre lo político y lo religioso. Estos dos partidos son el CPR y el Takattol que formaron con Enahda lo que se ha llamado el gobierno de la Troika.
Sin embargo, este gobierno encontró muchos problemas porque no era fácil satisfacer todas las demandas populares en un contexto caracterizado por una crisis de seguridad cada vez más alarmante. Además, la Troika no pudo establecer una política exterior coherente debido a las diferencias entre la visión del primer ministro y el presidente de la República. Estas diferencias generaron tensiones públicamente visibles. Por ejemplo, en septiembre del 2012, el gobierno del Gebali aceptó unilateralmente la extradición del ex-primer ministro libio el-Baghdadi el-Masmudi. Como no había sido consultado por el gobierno, el presidente el-Marzuki describió públicamente la extradición como un acto ilegal.
Hay que recordar aquí que la idea de una coalición gubernamental con dos partidos seculares se enfrentó al descontento de sectores importantes de los militantes de Harakat Enahda creando así un clivaje entre los lideres moderados del partido y su base militante que se acerca, en sus opiniones políticas, más a los salafies clásicos.
El mismo clivaje que separó algunos líderes de los militantes existió entre los líderes que quedaron largos años en las cárceles de Ben Ali y los que tuvieron asilo en Europa. Las tenciones eran particularmente fuertes sobre el tema de elegir entre mantener la administración y la policía de Ben Ali con pequeñas reformas o más bien cambiar radicalmente el cuerpo de la policía y algunas otras administraciones.
Las tenciones no eran visibles solo en las redes sociales o las declaraciones políticas sino también en el trabajo de las comisiones de la asamblea constituyente. Recordamos aquí las tenciones surgidas por el tema de hacer referencia explícita a la Shari'a en el texto de la nueva constitución o no. Los deputados de Harakat Enahda intentaron incorporar la shari'a a la Constitución, propusieron un articulo muy ambiguo que representó una amenaza seria a la igualdad entre hombres y mujeres y lograron incorporar un artículo que sanciona penalmente el blasfemo. Esta actitud provocó una confrontación ideológica entre Enahda y los otros partidos y divisaron el país.
Bajo la presión de la sociedad civil y los partidos de la oposición, Enahda finalmente tuvo que dejar de reclamar la incorporación de la shari'a en el texto de la constitución. Sin embargo, esta concesión simbólica generó importantes tenciones entre los sectores más radicales de la base electoral de Harakat Enahda y sus líderes más moderados. Para calmar los defensores intransigentes de la Shari'a en su partido, Rashed el-Ghanushi desarrolló el argumento de que aun no esté mencionada explícitamente en la constitución, la Shari'a inspiró prácticamente más del 90% de sus artículos finales.
El factor decisivo de la crisis fue la ambigüedad a la hora de hacer frente a los ataques violentos de algunos movimientos salafistas en cines, televisiones o eventos culturales consideradas irreverentes ; destrucción de los santuarios sufíes , creciendo presión moral sobre los espacios públicos , incluidas las universidades ; ataque a la embajada de Estados Unidos , y las reacciones a la difusión por Internet del islamófobo trailer de la película " La inocencia del Islam " . Todos estos acontecimientos trágicos ponen Ennahda en una situación difícil en la que absolutamente debe aclarar su posición hacia los salafistas.
Teniendo en cuenta los salafistas como un reservorio de votos, los líderes de Ennahda condenaron su actitud violenta pero sin llevar a cabo un proyecto serio para combatir el terrorismo. Rashed al- Ghannouch considera que esta visión del mundo radical fue el resultado del régimen de Ben Ali que hace que sea difícil para la joven generación conocer el Islam moderado tunecino.
Entre reafirmar la identidad islámica del Estado _ para ganar la simpatía de los Salafistas_ y tranquilizar a sus socios seculares reafirmando que no van a reducir los derechos humanos y las libertades públicas, Ennahda estaba en una crisis política, carente de credibilidad y perder su gran apoyo popular. La polarización ideológica se hizo aun más peligrosa desde febrero 2013 con el asesinato de Chokri Belaid, el secretario general del izquierdista Frente Popular. Manifestaciones masivas salieron a las calles acusando Ennahda de preparar el contexto ideológico y político que permite este tipo de asesinatos políticos.
El primer ministro Hamadi al- Gebali condenó el acto terrorista y propuso la formación de un gobierno de unidad nacional compuesto por tecnócratas con el fin de calmar a los manifestantes hasta las elecciones parlamentarias. Sin embargo, el bureau ejecutivo de Harakat Ennahda no estaba de acuerdo con esta propuesta argumentando que los líderes del partido tuvieron la mayoría suficiente para mantener el gobierno del país. En esta difícil situación política, Hamadi al- Gebali dejó el gobierno a su sucesor Ali al- Arayedh, que es de Ennahda también, tras el rechazo de la propuesta del gobierno tecnócrato.
El asesinato de Mohamed el- Brahmi en julio de 2013 y la intensificación de los ataques terroristas contra el ejército tunecino agravaron la crisis política nacional en un contexto regional marcado por la guerra de Mali y el derrocamiento de los islamistas del poder en Egipto por un golpe militar. Manifestaciones masivas, incluyendo toda la oposición, pido a la coalición liderada por Ennahda la demisión y a la Asamblea Constituyente que se disuelva. El movimiento tunecino " Tamarrud " llevó a la calle y defendió los mismos objetivos revolucionarios como su homólogo egipcio.
Ennahda finalmente aceptó dejar el gobierno con sus socios seculares y participó en el " diálogo nacional " para encontrar una salida a la crisis política.
2) El fracaso de la estrategia exclusiva de los Hermanos Musulmanes
Desde que el CSFA transmitió el poder ejecutivo a Mohamed Morsi, la característica principal de Egipto fue la falta de consenso y la creciente polarización de la sociedad. Una de las peores cosas Morsi hizo fue la declaración constitucional de noviembre 2012 que puso el Presidente por encima de todos los poderes, incluido el poder judicial. Este escenario político enrarecido se mantuvo en la elaboración acelerada de la Constitución en diciembre del mismo año. En este proceso político, ni los partidos laicos, ni las minorías egipcias estaban presentes. Eso facilitó, en gran medida, la incorporación de muchas nociones religiosas en el texto de la Constitución.
Como respuesta a la destitución del Fiscal General y al reemplazarlo por otro que estaba más cerca de los Hermanos Musulmanes, los jueces se negaron a supervisar el referéndum de la nueva Constitución. Vale la pena señalar que la tasa de participación fue muy baja y muchas ciudades importantes votaron en contra de la Constitución, a pesar de que pasó con el 64% de los votos.
Desde la promulgación de la declaración constitucional, todos los partidos de la oposición secular detuvieron las negociaciones con los Hermanos Musulmanes y pidieron a Morsi retirar su declaración constitucional y anular la Constitución. Invitaron a los Hermanos Musulmanes a la mesa de negociaciones con el objeto de formar un gobierno de unidad nacional hasta las próximas elecciones. La figura despótica que representaba Mohamed Morsi sirvió a la oposición fragmentada y le dio una razón para permanecer unificada contra él en el Frente de Salvación Nacional (FNS).
La oposición popular al gobierno de Morsi fue tan fuerte que la desobediencia civil fue declarada por amplios sectores de la sociedad egipcia que salió a la calle rechazando el toque de queda ordenado por el Presidente tras la emisión del veredicto en el caso de Port Said Stadium.
En esta crisis política particularmente grave, incluso el partido salafista al-Noor, que defendía la nueva Constitución, se estaba comportando como un partido de oposición radical intentando ganar la simpatía de muchos votantes de la Hermandad Musulmana desilusionados. Los salafistas egipcios, también, perciben la visita de Mahmud Ahmadineyad a El Cairo como una amenaza nacional y lograron interrumpir la reanudación de las aerolíneas comerciales con Teherán.
El partido salafista Al Nur criticó al gobierno y exigió su dimisión argumentando que era incapaz de resolver la creciente polarización ideológica en la sociedad egipcia. Por otra parte, se negaron, en Majlis al-Shura, las enmiendas relacionadas con los préstamos del gobierno recibidos del Fondo Monetario Internacional (FMI) para hacer frente a la crítica situación económica del país.
Vale la pena decir que la Hermandad Musulmana tenía serias dificultades para convertir un grupo de oposición clandestino y cerrado en un partido de estado con política inclusiva. Por otra parte, la coexistencia de tres presidentes al mismo tiempo, no facilitó esta transición política de la hermandad, siendo Mohamad Badi su Guía Supremo, Mohamad al Katatni el presidente de su rama política y Mohamad Morsi el Presidente del Estado.
El discurso basado en eslóganes de identidad no ayudó a resolver los problemas sociales y económicos del país. Los líderes de la Hermandad Musulmana utilizaron este discurso principalmente para enfrentar el partido salafista emergente al-Noor, así como para evitar hablar de las medidas económicas impopulares liberales que habían tomado. A pesar de que fueron los miembros del partido gobernante, los líderes de la Hermandad Musulmana mantienen algunos reflejos de oposición; estaban acostumbrados a explicar sus actitudes negativas por parte de elementos externos. Por ejemplo, Mohamad Morsi argumentó que el presidente se vio obligado a acumular los poderes legislativo y ejecutivo, por culpa del poder judicial que disolvió el Parlamento. Morsi, también, explicó el estancamiento económico por la actitud negativa de la oposición y los medios de comunicación criticando sus políticas públicas.
Los Hermanos Musulmanes hicieron un montón de errores y, a veces carecían de la coherencia a la hora de tratar el expediente del estatus de los militares o los Fullul. Una de las contradicciones fue la retirada de los militares de SCAF de la primera línea del poder en agosto de 2012 y el rechazo de incluir, en la nueva Constitución, el control civil sobre las actividades del Ejército. Otro ejemplo son los ataques verbales contra el Fullul y empresarios vinculados a Mubarak, mientras que los principales miembros del antiguo régimen estaban trabajando en ciertos ministerios y algunos de estos empresarios acompañaron al presidente en sus visitas al extranjero.
En un contexto marcado por la polarización ideológica más dura, la Hermandad Musulmana prefirió sus adherentes del partido al resto del pueblo egipcio a la hora de reclutar funcionarios públicos. Eso llevó a un desequilibrio social y económico durante los doce meses del gobierno efectivo de la Hermandad Musulmana. Durante un año entero desde la llegada de Morsi a la presidencia, las instituciones del Estado, principalmente el cuerpo de policía, no han sido reestructuradas y muchas promesas de campaña para los primeros 100 días no se cumplieron como se esperaba.
En junio del 2013, una encuesta realizada por Gallup mostró el creciente descontento de la población y el deterioro de los niveles de vida. 80% de los encuestados cree que la situación socio-económica fue empeorando, y señaló que sólo el 39% cree lo mismo un año antes. Estos resultados reflejan hasta qué punto la agenda política de la Hermandad Musulmana fue lejos de las expectativas de la gente.
Esta situación facilitó el estallado de violentas protestas en las calles y plazas públicas. Como respuesta a la concentración de poderes en la figura del presidente, las personas sitiaron el palacio presidencial y pidieron la destitución de Morsi. Esto fue el comienzo de un enfrentamiento violento entre los partidarios de la Hermandad Musulmana y gente sentada alrededor del palacio.
La forma en que los Hermanos Musulmanes ejercieron el poder erosionó gradualmente su apoyo popular. Al final de sus primeros cien días en cargo, el presidente Morsi fue respaldado por el 78% de los egipcios. Este apoyo se redujo a finales de abril hasta el 46%, pero no pudo ser capitalizado por el Frente de Salvación Nacional (FSN), compuesto por la oposición secular a la que las mismas encuestas atribuyen solo el 33% de las intenciones de voto.
El 3 de julio, un golpe militar puso fin al gobierno de la Hermandad Musulmana.
-II-
Diferentes reacciones de diferentes adversarios

Aunque Ennahda y la Hermandad Musulmana dejaron el gobierno en una situación crítica, es importante tener en cuenta que lo hicieron en contextos muy diferentes. Si el Presidente Morsi fue derrocado por un golpe militar (1), la coalición liderada por Ennahda se demitió conforme a una hoja de ruta elaborada por la sociedad civil tunecina para calmar las tensiones y detener la polarización ideológica (2).
1) El papel de "Veto player" de las instituciones del Estado
En una transición democrática, las instituciones del Estado siempre deben mantener una postura neutral. Sin embargo, hemos visto principalmente dos instituciones importantes que claramente eran "Veto players" en la escena política egipcia: El poder judicial y los militares.
En Egipto, el poder judicial anuló las elecciones parlamentarias democráticas cinco meses después de que se llevaron a cabo. Así, disolvieron el Parlamento por un tecnicismo. Recordemos que no era la primera vez que la Corte Constitucional Suprema (SCC) anule las elecciones parlamentarias en Egipto. Así lo hizo en 1987 y en 1990 y no parecía preocupado por hacerlo otra vez contra la Hermandad Musulmana.
En la década de 2000, el Poder Judicial ya ha sido embalado por jueces anti-islamistas leales al régimen de Mubarak. El vice presidente de la CEC, Tahani el-Gebali, según los informes, pidió al SCAF posponer las elecciones parlamentarias porque temió que "traería una mayoría de los movimientos del Islam político".
El presidente de la Asociación de los Jueces, Ahmad al-Zend, fue más allá, afirmando que con la Hermandad Musulmana en el poder "Egipto está cayendo. No vamos a dejar las cosas para aquellos que no pueden manejarlos, con la excusa de que no somos gente de la política. No! Somos gente de la política!».
Por lo tanto, el poder judicial ya estaba preparado ideológicamente para ayudar a eliminar los islamistas del poder. Se prestó atención a los manifestantes y dio la bienvenida a sus solicitudes utilizando las herramientas legales que tenía. Esta observación plantea la pregunta: ¿Por qué el poder judicial tunecino no reaccionó de la misma manera a las manifestaciones masivas que pedían la disolución de la Asamblea Constituyente?
La respuesta a esta pregunta, en realidad, no depende de la conciencia de los jueces tunecinos. Recordemos que las elecciones que habían traído al poder Ennahda en Túnez no fuera parlamentaria como en Egipto. De hecho, Ennahda ganó las elecciones que le llevaron a ser el partido mayoritario en una Asamblea Constituyente. Como el poder constituyente en el Estado es el poder supremo y no puede ser controlado por los poderes constituidos: legislativo, ejecutivo y judicial, no había órgano judicial en Túnez, en ese momento, con jurisdicción para examinar la legitimidad de la Asamblea elegida.
En marzo de 2011, el Consejo Constitucional tunecino se disolvió, después de haber sido notoriamente cómplice con el régimen de Ben Ali. Tanto el Consejo de Estado y el Tribunal de Casación, siendo los órganos judiciales más altos en Túnez, no tenían jurisdicción para disolver la Asamblea Constituyente. Suponiendo que el poder judicial en Túnez fue capaz de perturbar la coalición liderada por Ennahda, no fue capaz de hacerlo a la misma medida que su homólogo egipcio.
Lo que puso fin a la transición democrática de Egipto fue el SCAF cuando derrocó al entonces presidente Mumamad Morsi el 3 julio de 2013. ¿Por qué los militares tunecinos no reaccionaron del mismo modo que el CSFA, eliminando Ennahda del poder por un golpe militar?
En 2013, se produjeron varios asesinatos, manifestaciones masivas pedían la destitución de Ennahda y las instituciones políticas se paralizaron durante meses. Por lo tanto, el ejército tunecino tuvo una seria oportunidad de intervenir y tomar el poder. Sin embargo, prefirió quedarse a un lado y no hacer como el CSFA.
Históricamente, los militares de Túnez nunca han intervenido en la política, después de haber sido marginado por el régimen de Ben Ali desde 1991. No podieron desarrollar suficientes intereses económicos o políticos relacionados con la participación política. Mientras que el CSFA no aceptó retirarse a los cuarteles después de que Mubarak fue derrocado, el ejército tunecino no participó activamente en la transición democrática.
El ejército egipcio, sin embargo, tienen un gran interés en la eliminación de los Hermanos Musulmanes del poder. El SCAF mostró claramente que no aceptaría dejar que la transición política vaya de las manos y beneficie a sus adversarios. Paradójicamente, la Hermandad Musulmana estaba haciendo esfuerzos por respetar las "líneas rojas" establecidas por la SCAF. Por ejemplo, el CSFA fue siempre consultado cuando se trataba de nombramientos ministeriales y de Gobernadores. Todas las concesiones hechas por los Hermanos Musulmanes no fueron suficientes para convencer a los militares egipcios que tenían en juego sus intereses económicos amenazados.
También podemos señalar que la divergencia ideológica entre el CSFA y la Hermandad Musulmana no facilitó un acuerdo político guardando los intereses de ambas partes. Por último, estaba claro que el entonces ministro de Defensa, Abdel Fattah al-Sisi tenía una ambición personal secreta empujándolo para llevar a cabo el golpe de Estado militar.
La Hermandad Musulmana ha cometido un error político cuando comenzó a invadir el monopolio histórico de los militares: Las cuestiones de seguridad nacional. Por ejemplo, bajo Morsi, el Consejo de Defensa Nacional (NDC) dejó de ser compuesto por una mayoría militar. Vale la pena señalar que en la Constitución de 2014, la NDC volvió de nuevo y no por casualidad a su mayoría habitual de militares.
Otro ejemplo que ilustra el enfrentamiento con los militares es cuando la Hermandad Musulmana, cooperando con los palestinos, quería llevar a cabo un proyecto Qatarí para comprar tierras en el Sinaí antes de diciembre de 2012. El SCAF vetó el proyecto y, por primera vez, el Ministro de Defensa, entonces al-Sisi limitó la venta de tierras en el Sinaí por decreto, que es claramente una de las prerrogativas del Presidente.
Lo peor fue cuando la Hermandad Musulmana pidió a los jóvenes egipcios ir a combatir en Siria contra el régimen de Bashar al- Asad. Todos los "luchadores de la libertad" se beneficiarían de una amnistía presidencial a su regreso a Egipto. Esto fue considerado como una violación de las "líneas rojas" formuladas por los militares que esperaban mantener una postura neutral sobre Siria. Al estar horrorizado por el espectro de miles de yihadistas experimentados volviendo a Egipto , el CSFA se hizo mucho menos tolerante con la Hermandad Musulmana . El golpe militar fue, curiosamente, sólo dos semanas después de que el entonces presidente Morsi había roto relaciones con el régimen de Bashar al- Asad y respaldado la idea de una zona de exclusión aérea en Siria.
Así, entendemos mejor porqué los manifestantes egipcios ni siquiera tienen que negociar con los Hermanos Musulmanes. Es porque tanto los militares como el poder judicial fueron capaces de socavar su enemigo común. No hubo necesidad de comprometerse con Morsi cuando las instituciones del Estado profundo pueden ayudar a eliminar los Hermanos Musulmanes.
2) La necesidad de estrategia consensuada en ausencia de "Veto players"
En Túnez, después meses de enfrentamiento político, los opositores a Harakat Ennahda llegaron a la conclusión de que tenían que dar marcha atrás en la disolución de la Asamblea Constituyente. Como no podían esperar ninguna ayuda del poder judicial o el ejército, llegaron a la mesa de negociaciones con Ennahda para discutir pacíficamente el camino a seguir. Así es como todos los partidos optaron por la democracia, sean democráticos o no lo sean. De hecho, no había ninguna otra alternativa a la democracia, sino el caos.
La UGTT, UTCA, la AOD y LTDH propusieron todos juntos un diálogo nacional entre todos los partidos políticos con el fin de encontrar una salida a la crisis política. Presentaron una hoja de ruta que pedio, entre otras cosas, la demisión del gobierno de Ali Laridh como condición para iniciar el Diálogo Nacional.
Después de una presión popular masiva en un contexto de aumento de la violencia y la inseguridad, Ennahda aceptó participar en el debate nacional y dejar el gobierno con sus aliados, pero no antes de designar el próximo gobierno. Vale la pena señalar que muchas concesiones importantes se hicieron en este Diálogo Nacional. Por ejemplo, Ennahda tuvo que dar marcha atrás en la ley que prohíbe la participación de los miembros del antiguo régimen en las próximas elecciones. Por otra parte, Ennahda tuvo que comprometerse con los demás partidos políticos en la guerra contra las organizaciones salafistas violentos.
Como contrapartida de los compromisos de Harakat Ennahda, los otros partidos laicos tuvieron que dejar de boicotear las sesiones de la Asamblea Constituyente y reclamar su disolución. También tuvieron que detener de deslegitimar Enahda en los medios de comunicación y adoptar un discurso más diplomático hablando de ella, con el objetivo de poner fin a la polarización ideológica en la sociedad tunecina. Esto es lo necesario para Ennahda para evitar lo que pasó con la Hermandad Musulmana en Egipto y prepararse adecuadamente para las próximas elecciones, lejos de los cargos insuperables del gobierno. El Diálogo Nacional fue, por lo tanto, un gran negocio para todas las partes.
El 9 de enero de 2014, el Primer Ministro Ali Larid presentó la dimisión de su equipo ministerial al Presidente de acuerdo con la hoja de ruta firmada en octubre de 2013 por Ennahda en el marco del Diálogo Nacional. El nuevo primer ministro Mahdi Jom'a formó un nuevo equipo ministerial integrado por tecnócratas. La Asamblea Constituyente tuvo su misión cumplida con la redacción de la nueva Constitución y la organización de las elecciones parlamentarias.
 No en vano, el partido de la mayoría de las próximas elecciones no va a ser Ennahda, a pesar de que tenía 69 escaños de un total de 216 en el Parlamento electo. El nuevo partido de la mayoría es Nidaa Tunes con sus 89 escaños. Este nuevo partido heterogéneo se compone de algunos líderes de la era Bourguiba, algunos izquierdistas y algunos empresarios. Contaba con una creciente popularidad a lo largo del período de la coalición liderada por Ennahda gracias al carisma de su fundador de 87 años: Elbaji caid el-Sebsi.
Siendo el segundo poder político en el país, Harakat Ennahda estaba preocupado por la formación del nuevo gobierno. Como continuación de la estrategia consensuada inspirada por el espíritu del Diálogo Nacional, Ennahda aceptó participar en el nuevo gobierno de coalición después de que logró imponer sus condiciones. Algunas de ellas son mantener los ministerios claves en manos de figuras neutrales no afiliadas a Nidaa Tunes. El gobierno actual de Habib el-Sid se compone de cuatro partidos, incluyendo Ennahda y respetando sus condiciones.
Esta estrategia consensuada, empezando con Ennahda y manteniéndose con Nidaa Tunes, es el resultado de la convicción de que en el panorama político actual, la oposición tunecina será siempre más fuerte que el partido gobernante. Con el fin de reducir los obstáculos y rescatar no sólo la transición democrática, sino también la transición económica y social, un gobierno representativo será tan importante como un parlamento representativo.
Conclusión
Aunque esta estrategia consensuada era beneficioso tanto paea Ennahda como para Nidaa Tunis, parece anunciar una gran crisis dentro de ambos partidos que son hoy los más fuertes en el país. Siempre podemos evitar un adversario por una buena oferta, pero no siempre es fácil convencer a los militantes de las alianzas paradójicas su partido. Veremos muchos enfrentamientos internos entre los líderes de cada partido y reconfiguraciones serias en Nidaa Tunes. Lo mismo ocurrirá con Harakat Ennahda principalmente por el contraste entre su buró político radical y secretario general moderado Rashed el-Ghannouchi con su grupo dentro del partido.
En cuanto a la Hermandad Musulmana, por desgracia, se puso de nuevo a sus actividades clandestinas después de que fuera prohibido por el régimen despótico de Abdel Fattah al-Sisi. Muchos de los dirigentes y afiliados de la Hermandad Musulmana fueron encarcelados y algunos otros huyeron del país. Miles de personas murieron y las divisiones ideológicas dentro de la sociedad egipcia empeoraron a pesar de la atmósfera política en relativa calma.
No veríamos la Hermandad Musulmana participar legalmente en la escena política egipcia muy pronto. Se tendrá que negociar su reintegración en el panorama egipcio con el CSFA sobre bases nuevas. Si los líderes de la Hermandad Musulmana no hacen algunas concesiones a los "Veto players" en Egipto, tal vez la alternativa sería un retorno a la violencia y la creciente popularidad de la tendencia salafista, que es, por desgracia, el escenario más cerca de la realidad.
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