Estéticas de la risa y utopías de la igualdad

May 25, 2017 | Autor: S. Manzanilla | Categoría: Critical and Cultural Theory, Literatura Comparada, Estética Literaria
Share Embed


Descripción

Crisis

UTOPÍA

VISIONES DEL FEMINISMO LA UTOPÍA DE NIKÉ POR

ROSENDO TELLO

CONVOCATORIA I PREMIO CRISIS DE ARTÍCULOS DE OPINIÓN ALFREDO CASTELLÓN, FERNANDO AÍNSA, JOSÉ H. POLO, ANA DE MIGUEL

Revista de crítica cultural #10 Diciembre 2016

Índice

5 6 12 12 14 16 18 20 22 24 26 28 30 32 34 35 36 38 40 54 57 59 62 66 69 73 76 79 81 88 88 89 90 92 94 94 96 98 100 101 102 103 103 104 106 108 112 114

Editorial. Tiempo de utopías Firma invitada. Crisis y resurrección de la utopía. Fernando Aínsa Tiempo de utopías Un lugar que no existe. José H. Polo ¡Liberté! ¡Égalité! ¡Fraternité!. Fernando Morlanes Remiro Utopías y utópicos. Eugenio Mateo El quijotismo, la amable locura del utopismo. Víctor Herráiz La distopía ya está aquí. Mónica Díaz Macker Cotemporalidad y presentación. Adrián Alonso Enguita La Atlántida en su crisálida. ¿Crisis del poder de creación? Juan Ignacio Bernués Sanz Eautontografía. (Una utopía moderna). Mariano Ibeas Utopía. Antes se llamaba Milagro. María Jesús Bruna La utopía y el cine. Fernando Gracia La vivienda como utopía social. Isabel Rosado Remando hacia Utopía. Carmina Martín Lo imposible necesario. Juan Domínguez Lasierra Utopía, sueño de vida. Paco Rallo Estéticas de la risa y utopías de la igualdad. Silvia Alicia Manzanilla Entrevista. Alfredo Castellón, el maño antibaturro. Una entrevista de Juan Domínguez Lasierra IV Jornadas de Crisis. Visiones del feminismo. Personalidades periféricas. Víctor Herráiz y Fernando Morlanes Filosofía y autoconciencia de la (mitad de) la humanidad. Ana de Miguel Feminismos gitanos en la construcción discursiva de nuevas identidades híbridas sexuadas. Nieves Ibeas Vuelta Un largo devenir: sin límites, sin fronteras. Pilar Pastor Eixarch Escritoras anarquistas. La palabra como semilla de rebelión. Laura Vicente Arte, tecnología y género. Pilar Catalán Asesinos de palomas. Homofobia, transfobia y derechos humanos del colectivo LGTB. Jorge Gracia Ibáñez Ciencia: Ciborg/Mujer/Sexo/Género. Francisco José Serón Arbeloa La lucha por la naturalidad. Teresa Abad Carlés Literaturas. La utopía de Niké. Rosendo Tello Aína Creación Juan Marqués Fallo del IV Certamen Literario Ana María Navales para jóvenes creadores Barcos anclados al viento. Sergio Alberto Pérez Torres Nada más. Daniel Fopiani Roman Reseñas Bienvenido, mister Weiss. Juan Marqués Un libro intelectualmente estimulante. Francisco J. Serón Historia íntegra de un hombre bueno. Exposición de Ramón y Katia Acín en el Museo Pablo Serrano de Zaragoza. Mario Sasot El eco de los libres. Marcos Callau (Ateneo Jaqués) Estado de sitio. Víctor Herráiz Conmemoración del Día de las escritoras. Pilar Pastor Bachillerato Olimpiada de Filosofía de Aragón. Reflexión sobre la belleza. Daniel Primo Alonso Dilema sobre la experimetación oncológica con ratones. María Herrero Izquierdo El arte en Crisis. Entrevista a Paco Rallo. Juan Ignacio Bernués Sanz Artista invitada. Virginia Espa Lasaosa. La fotografía en nuestra portada. Pilar Catalán Premio Crisis. Convocatoria del I Premio Crisis de artículos de opinión para estudiantes de Bachillerato

Tiempo de utopías Estéticas de la risa y utopías de la igualdad Silvia Alicia Manzanilla Las estéticas de la risa se fundan en la utopía de la igualdad radical entre los seres humanos: configuran mundos utópicos liberados de clases y jerarquías, e intentan representar la totalidad de la vida.

38

tampoco nosotros mismos. Harari y varios pensadores coinciden en señalar que muchas calamidades de nuestro tiempo y de épocas pasadas son resultado de nuestra inadaptación, que ha provocado toda suerte de guerras, genocidios y catástrofes ecológicas, así como una profunda desigualdad económica y sociocultural. Sobre esto último me interesa reflexionar en este escrito.



El proceso civilizatorio acrecentó la distancia entre la seriedad y la risa, esas dos formas básicas de experimentar el mundo y la vida.



Durante siglos el ser humano habitó el planeta como otro animal entre los animales. Las subespecies del género Homo (sapiens, soloensis, floresiensis, denisovanos, neandertales…) ocuparon la zona media de la cadena alimentaria: cazaban y era cazadas. Había pocos indicios de que una de esas subespecies daría un salto vertiginoso hasta la cúspide de la cadena, pero así fue: hace unos 100.000-70.000 años, la “revolución cognitiva” del Homo sapiens lo convirtió en el animal más poderoso que ha habido en la Tierra… y también el más peligroso. Algunos historiadores, como Yuval Noah Harari, han puesto a debate la hipótesis de que el sapiens exterminó al resto de subespecies del género Homo. En De animales a dioses (2014), un estudio ampliamente documentado sobre la historia de la humanidad, Harari examina las consecuencias de aquel salto, tan asombroso como apresurado, y hace ver que los otros grandes depredadores del planeta, como leones o tiburones, alcanzaron la cúspide de la cadena alimentaria tras una evolución gradual de millones de años. Esta lenta gradación le permitió al ecosistema implementar frenos y compensaciones para mantener el equilibrio, a la vez que preparó a esos depredadores para ocupar su nuevo sitio en la cúspide. En cambio, dada la vertiginosidad del salto humano, el ecosistema no pudo adaptarse y, según lo demuestra el repertorio histórico de la conducta de nuestra especie,

Aquel salto vertiginoso no bastó para garantizar la supervivencia de nuestra especie. Para ello, los seres humanos elaboramos constructos imaginarios a los que hoy denominamos “cultura”, destinados a fomentar la cooperación social humana. Es bien sabido que las primeras formas de organización humana fueron las hordas nómadas y, después, las tribus nómadas o seminómadas, de mayor tamaño y más complejas. Mijaíl Bajtín, Luis Beltrán Almería y Harari han mostrado, cada uno a su modo, el carácter fundamentalmente igualitario y solidario de las pequeñas sociedades de cazadores-recolectores. “Los miembros de una banda”, afirma Harari,

“se conocían entre sí íntimamente, y estaban rodeados durante toda su vida de amigos y parientes. La soledad y la privacidad eran raras”. Tales sociedades no podían albergar desigualdades significativas porque eran consumidoras, no productoras —como señala Beltrán—, y vivían al día: ocupaban las horas de luz para cazar y recolectar los alimentos diarios, y dedicaban las demás al descanso y al esparcimiento colectivo. No había en ellas clases ni Estado, ni división entre seriedad y risa. Su experiencia de la vida, moldeada por una imaginación especial, conformó la estética unitaria que Beltrán llama “tradicional”, que fusiona en sí las utopías de verdad, bondad, belleza y justicia; mejor dicho, fusiona todos los valores, pues el mundo de la tradición es netamente axiológico. Para Beltrán, el afianzamiento de la división del tiempo en laborable y festivo, o tiempo de la seriedad y de la risa, es requisito indispensable para que las sociedades se incorporen a la Historia. Tras su incorporación, las tribus antes sedentarias comenzaron a depender de la agricultura y la ganadería a gran escala para sobrevivir. Las sociedades agrícolas se engrandecieron y complejizaron, por lo que necesitaron constructos imaginarios más refinados para lograr la cooperación entre miles de extraños y sustentar sus distintos órdenes sociales. El proceso civilizatorio acrecentó la distancia entre la seriedad y la risa, esas dos formas básicas de experimentar el

Lo siento mucho, pero no lo siento. (Óscar Baiges)

mundo y la vida. En consecuencia, la antigua estética unitaria se escindió, dando lugar a las estéticas desigualitarias de la seriedad (patetismo y didactismo) y a las igualitarias de la risa (sátira, parodia, humorismo y grotesco). El patetismo es la estética fundada en la utopía de la belleza perfecta, y el “didactismo”, en la del bien supremo. Surgió así “la alta cultura, con sus disciplinas y religiones celestes administradas por la casta sacerdotal”, situándose en una dimensión elevada, mientras que el espíritu del mundo de la tradición fue relegado al dominio de la cultura popular, a la esfera de lo bajo. Desde entonces la seriedad se impuso como valor cultural esencial. A nadie se le escapa hoy que vivimos en un mundo de desigualdades: económicas, políticas, sociales, laborales, étnicas, sexuales… Frente a ellas se yerguen la risa y sus estéticas. La dimensión festiva de la cultura popular mantiene vivo el espíritu del mundo de la tradición, que ha entrado ya en una nueva etapa —la era histórica—, y expresa la

oposición al mundo de la desigualdad, lo serio, lo alto. Como sostiene Bajtín, la cultura popular se opuso siempre y en todas sus etapas “a la cultura oficial de las clases dominantes, elaborando su propio punto de vista personal sobre el mundo y las formas particulares de su reflejo cargado de imágenes”. Podría decirse que la seriedad mira con resignación hacia el pasado e intenta conservar el statu quo, en tanto que la risa mira esperanzada hacia lo nuevo y el futuro. Por ello, sus grandes símbolos son el cambio, la renovación, el crecimiento, la abundancia, la máscara, el carnaval, las entronizaciones y los destronamientos. Las estéticas de la risa se fundan en la utopía de la igualdad radical entre los seres humanos: configuran mundos utópicos liberados de clases y jerarquías, e intentan representar la totalidad de la vida. Debemos a Bajtín y a Beltrán imprescindibles estudios sobre las utopías que orientan las diferentes estéticas engendradas por la humanidad desde la Prehistoria hasta nuestros días.

Las estéticas de la risa y de la seriedad corrieron, grosso modo, paralelas hasta 1800. La irrupción de la Modernidad cambió esa situación: la cultura popular y la alta cultura se fundieron en la cultura de masas, de carácter seriocómico, como ha mostrado Beltrán en Simbolismo y Modernidad (2015). Cuando la seriedad y la risa se combinaron concibieron una nueva estética: el realismo —Beltrán la llama “simbolismo”—. El mayor desafío de la Modernidad tiene que ver con aquel salto vertiginoso del sapiens: nos hallamos sin rivales en la cúspide de un ecosistema que estamos a punto de destruir, y nos urge aprender a ser depredadores responsables. Este reto exige la regulación de la actividad humana a escala global. Nuestra supervivencia y la del planeta dependerá de la respuesta que demos como colectivo: todos juntos, hombro a hombro, solidariamente. Por ello, las estéticas de la risa y las utopías igualitarias todavía podrían rendir algunos de sus mejores frutos.

Bibliografía Bajtín, Mijaíl. La cultura popular en la Edad Media y Renacimiento. El contexto de François Rabelais. Trad. Julio Forcat y César Conroy. Barcelona, Seix Barral, 1971. Beltrán Almería, Luis. Simbolismo y Modernidad. Mérida, SEDECULTA/ CONACULTA, 2015. -------. Estética de la risa. Genealogía del humorismo literario. México, Ficticia Editorial/Universidad Veracruzana, 2016. Harari, Yuval Noah. De animales a dioses. Breve historia de la humanidad. Trad. Joandomènec Ros. México, Debate, 2014. 39

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.