Estatuto Poético en Martin Heidegger

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Descripción

Estatuto Poético en Martin Heidegger

Álvaro Hernández Doctorado en Filosofía Universidad de Chile

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Introducción

El propósito de este informe es trazar una línea de análisis sobre los diversos puntos y conceptos que se trataron durante el seminario. No es el interés editar las definiciones acerca de lo tropos mencionados en clase, sí de los efectos que produce la metáfora, en tanto tropos de sentido (deslizamiento) y por otro lado como modos de representación del mundo. Pienso que la tensión trabajada en el curso, acerca de los diversos modos de representación de lo real (metafísica) y los modos de resignificación del mundo, mediante un pensar en lo poético, abren una vez más el conflicto filosófico que se presenta a la reflexión heideggeriana como una tensión productiva, a veces insostenible, y que el propio Labarthe, intenta abrir mediante la sospecha. Motivo de mi tesis doctoral, pretendo reinstalar el problema de mi proyecto, 2

tomando las inflexiones presentadas en el seminario Poesía y Mundo del profesor Andrés Claro, curso que por lo demás aporto a un ejercicio de escritura centrada en los énfasis de la poesía occidental y la contraparte de la poesía china. Sin embargo el trabajo se centrara en la reflexión occidental, en el modo de pensar lo real desde la metáfora como atentado a la representación. Quizá suene a la justificación de insistir en desee Heidegger, en su texto “Serenidad”, libro que vengo tratando desde mi tesis de licenciatura. Hoy pienso que sigue siendo un eje central para abordar “lo poético” más allá del poema, aunque ya ese más allá implique situarse en el problema de la Tejne y del arte, como operación de saber y no como arte en tanto plástica y expresión de una singularidad, al modo como lo entendía el poeta Paul Celan. La trama se hace compleja, rebasa los límites estéticos y pasa a configurar la discusión de fondo que en algún momento debería abrirse al ejercicio radical de la poesis por sobre la norma. En el fondo me refiero a una cierta comprensión de la gelassenheit, del soltar-se, no solo en el pensar en tanto despliegue binario de la tejne y del arte, sino también del propio ejercicio de escribir, de construir el dispositivo de la metáfora como operación y atentado. Metáfora, sinécdoque, oxímoron, metonimia, etc. Aquí se pensaran como medios del lenguaje, medios que son pronunciados por el habla que exterioriza la forma de pensar. Sin esta coyuntura que el propio Heidegger destaca en su proyecto pos “Ser y Tiempo” como central para comprender en un cierto sentido el fin de la filosofía, su cancelación en los límites de la representación de mundo. La pregunta entonces se dirige a lo poético, en su modalidad reflexiva, recae en ella (la pregunta) una especie de facticidad fatal, no sé aun si una responsabilidad fuera de la ética sino mas bien operativa, bajo la imposibilidad y el entrampamiento del pensar metafísico.

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Sabiendo Platón que el eidos no se sostenía sin eidolon, traza para occidente la convivencia del pensamiento y el lenguaje como oposición binaria no pacifica. Sin embarga ambas necesarias, interdependientes, incluso rotas las relaciones al momento que la metafísica se sorprende hablando desde metáforas, desde tropos, que atentan contra el eidos o las formas de representación. Durante el seminario pudimos revisar las formas de desplazamiento, desde el concepto de analogía, metáfora, movimientos discretos de sentido, hasta la complejidad de formas de enunciación compleja, dinámica. Lo vibracional del lenguaje, la imagen acústica en el ideograma de la tradición de la poesía china, todo como una muestra que en poesía los elementos se configuran de manera diversa. Libertades apolíticas y políticas se juegan sus cartas, al interior de los márgenes del pensar, al interior de los límites de la representación, produciendo una tensión filosófica en el lenguaje y en su estatuto para el pensamiento crítico. Finalmente el informe se centrara en la poesía como objeto de expresividad y plástica, en su singularidad, desplazando levemente el conflicto con la inmanencia de la representación y de sus exigencias semánticas y normativas. De los autores que tratamos en clase, me hace eco Homero y en particular Dante Alighieri. Este ultimo sobre todo por la intensidad verbal, teológica y que le dona a la tradición poética occidental, las herramientas simbólicas y técnicas de una versificación cargada de símbolos. Con relación a la poesía chilena del siglo XX, solo sacare citas, a modo de partículas ejemplares que puedan abrir el tema de fondo del informe, a saber: la tensión entre idea y metáfora. Entre norma y plástica, que en lo sucesivo articulan también todo aquello que pretende autodenominarse como poema.

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A)Pensar poético y el poema

Johannes Pheiffer, en su texto “La Poesía”, FCE, establece de manera escolar o formativa, la diferencia sustantiva entre filosofía y poesía. Diferencia que muchos puedan emparentar y no contraponer entre ambos quehaceres u oficios. Parte la distinción destacando que la poesía trabaja con imágenes y la filosofía con conceptos. Eso por básico que sea, ilumina algo del problema desde su distinción. Demarca por decirlo así una diferencia que nos permite en adelanta saber que nos estamos refiriendo a dos cosas distintas, aunque ambas, de alguna manera, trabajan con lo humano, con el pensar, propio de la especie humana. Pensar, de hecho, aunque trabajemos con conceptos o con imágenes metafóricas siempre se está generando expuesto o subrepticiamente un modo de pensar, una agitación reflexiva sea que transfiera emociones subjetivas o definiciones mas sofisticas o técnicas. En ambos 5

casos participa el pensamiento, hace suyo un trazo expresivo que transfiere contenidos mediante el habla y la escritura. Pero el texto de Pheiffer, se contentaba con ser introductorio, está muy lejos de problematizar, filosóficamente el asunto de fondo. Es una investigación que aborda las partes del poema en tanto poema, como objeto expresivo. Comienza definiendo que la poesía es el “arte de la palabra”, el modo artístico de administra en un cuerpo textual, imágenes, ritmo y sentido. Eso es lo curioso, la palabra” sentido”, esa palabra que hace caminar de la mano de esta a la filosofía. Lo que cabria pensar es qué hay de filosófico en un poema. Sin embargo, eso en Pheiffer está separado, no hay relación aun pues distingue estos quehaceres como oficios radicalmente opuestos es su estructura, en su forma. Avanzando un poco hacia el problema, Labarthe agudiza el conflicto en sus aproximaciones sobre el pensamiento heideggeriano respecto al poema en tanto poiesis de saber, en tanto modo político, y en tanto mitología. Son tres esferas problemáticas, sustantivas, pues cada una de estas tematizan los recodos y las argucias del propio Heidegger en el modo de entender el endoso que hace el autor a la poesía. Aquello que el pensar metafísico no pudo abrir como acontecimiento originario para el Ser, lo podría sobrellevar la poesía, reflejada en Holderlin como su autor ejemplar. No pretendo detenerme en este punto que es a la vez parte de mi proyecto, lo que intento es tomar los elementos centrales del seminario “Poesía y Mundo”, de Andrés Claro, para concentrarme en una cierta obsesión que nació de este curso. Esa obsesión está referida a los modos de configuración de lo real, y cómo los tropos no reconocidos por Platón, como constitutivos del habla y de la escritura, y que en tanto símiles de lo sensible, conforman, aun así, todo modo esencial de pensar. Hablo del libro decimo de la republica, en el pasaje de la condenación de las artes, y la expulsión de los poetas de 6

la polis. Una especie de paradoja al interior del discurso metafísico, hace que éste se autosabotee, dejando la operación de los tropos como contenido reprimido, una amenaza permanente al logos hegemónico que controla toda textualidad e intertextualidad en la escritura y en decir de lo real. Destaco esa oposición y tensión que sobrepasa la distinción de Pheiffer, para re-instalarme en el pensamiento crítico heideggeriano y en el desarrollo posterior de la filosofía del lenguaje. Vimos en el seminario las definiciones de símil, analogía, metáfora, entre otras, y que algunas constituían movimientos discretos de sentido, no dejando duda de lo que intentaban representar. Luego mediante ejemplos de poemas más complejos, destacamos los movimientos dinámicos, donde sí se abre un espacio de interpretación por acotar o si preferimos, una polisemia que hace del texto poético un objeto de resonancias diversas. La poesía homérica deja entrever los primeros atisbos de metáforas relacionadas con una ética del valor, de la lucha y de la relación estrecha con los dioses. Ahí podemos ver relaciones directas de movimientos discretos o específicos pero que de igual modo hay que despejar. Sin embargo, más adelante, llaman la atención ,posteriormente, en el tiempo, las reflexiones platónicas sobre el símil y luego en Aristóteles con el concepto de analogía, donde se alcanza a visualizar desplazamientos complejos de los cuales Platón permanentemente resistió en su pensamiento. En ese sentido, sostengo, que el segundo autor abre una dimensión del problema, en la medida en que ve el poema como ejemplo ejemplar de un decir escrito, que refleja en parte las operaciones propias del pensamiento, y que inevitablemente decantan en la escritura. Pensamiento y lenguaje, como dirá Humboldt, son inseparables, por consiguiente no tiene sentido preguntarse cuál es anterior o ulterior, sino que se constituyen de forma concomitante. Aristóteles creo, 7

avizoro el movimiento de sentido, llevando la operación de comparación a la radicalidad, dejando quizás el borde del hilo dispuesto a las reflexiones posteriores sobre el carácter resbaladizo y activo de toda metáfora, como dispositivo esencial de todo modo de pensar. Ya no se trataría de comparar una cosa con otra, como en la forma del símil, ni llegar a un desplazamiento mas estructurado como en la analogía. Hay algo en el lenguaje que hace posible diferir el sentido. No sería una operación voluntaria de una deconstrucción aplicada, sino que el propio lenguaje, sostenido por la escritura, llevaría consigo su propia posibilidad de desplazamiento y su acción diferida. La tensión ontología entre eidos y eidolon, entre materia y forma, sensible e inteligible, se refuerza como vimos en el seminario del profesor Andrés Claro, con el pensamiento tomista, en el nominalismo tecnificado, donde los elementos de una preceptiva literaria servían de soporte a una teología aplicada a los modos de conocer lo real. Pienso que en lo posterior, ya finalizado el Medioevo, ya fuera del horizonte teológico, el dualismo se mantiene casi a fuerza de ley. En el Renacimiento se abre el ejercicio de la traducción liberándose del latín como lengua oficial. El paso epocal se replantea con trazos abiertos, aunque con Descartes, hay una vuelta forzada del platonismo y un efecto de palanca que hace de su pensamiento una lógica circular, a veces absurda, pero sí relevante. Qué pasa entonces con la poesía, en medio de este desarrollo de occidente. Ésta va haciendo su propio curso, su propio meandro, todos sabemos algo acerca de los rapsodas, los juglares o el mester de clerecía. La necesidad de cantar, de transmitir anécdotas o de hacer religión en verso, retoma su lugar en el renacimiento, a pesar de la opresión del mundo griego, en su visión con respecto a los movimientos

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de representación de mundo. Por tanto el poema como forma de expresión se gana un espacio después de la exclusión idealista. La idea, el concepto, se instaló como forma superior al símil, superior a las formas discretas de representación, aunque paradojalmente, estaban constituidas por estas. Decir lenguaje es decir metáfora, una representación se recompone

en materia escrita o en fonación articulada. La

pretensión de hacer ciencia, de que la filosofía se presente como ciencia, buscando el modo nominal de enunciar lo real, en lo en –sí, la hace tropezar con lo reprimido, lucha con aquello que detesta y que sin embargo se constituye de él, a saber, la lengua. Las lenguas en todo caso, los diversos modos de traducir lo real y de construir realidad. Aun así, dependientes de una babel que intenta conservar la aspereza del sentido en su modalidad logocentrica. Ahí, en ese lugar inhóspito, donde el sentido direccional es diferido por el pensar poético, en su movimiento de re-significación y desplazamiento, el poema, como dispositivo u objeto se ofrece, una vez más, como acceso o ingreso de lo propio y lo singular. Muy distintamente a esto es lo que Heidegger pretende endosarle a la poesía, el traspaso de un trabajo que la filosofía no pudo resolver, en su aporía motora. Presa de sus márgenes, ciega a veces de sí misma, se hace norma violenta en los modos de concebir y legitimar lo real. Favorablemente el poema en su multimodalidad y estilo, abre sentidos, incluso mucho más adelante en el surrealismo, ni siquiera necesita ser explicado en el mensaje que transporta o porta. Heidegger, a veces más platónico que el mismo Platón, en su Doctrina de la Verdad según Platón, deja claro que la misión del arte en tanto tejne, es operación de saber, de apertura de lo originario del ser de la verdad. No hay aquí un elemento de

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singularidad en el poema, hay más bien una utilización de un modo universal para develar lo “originario y constitutivo del Ser”. Hay efectivamente una predominancia latente de elementos metafísicos en la comprensión del poema y de lo que para la propia ontología consiste el pensar poético. Si se me permite, en el siglo XIX, con el simbolismo de Baudelaire, con la poesía intensa de Rimbaud, o la emocionalidad contenida de Verlaine, entre otros, se abre campo al siglo XX,en los modos de expresividad, quizá aquí podamos rastrear mejor la apertura, que en el mundo antiguo la vimos imposible de consolidarse, puesto que el excesivo nominalismo pensó los modos de representación, bajo la idea de movimiento discreto, de una necesidad de transferir de un polo a otro el significado, evitando su propio desborde que la misma metáfora genera al interior del textopoema. A pesar de que el problema de los límites de la representación esta tratado desde un largo tiempo, me parece que se presenta como conflicto vigente de la historia de la filosofía. La historia del arte como historia versátil, presenta una dinámica llena de evoluciones, estilos, temáticas, etc. La filosofía, en cambio, sigue entrampada en problemas mañaneros, tempranos, pero por supuesto con la tecnificación lingüística y por el paso epocal significativo del siglo XX. Sin embargo, el poema señaliza, enseña de manera precisa lo que este puede contener de mundo o de realidad trasferida a composición estética. Es la experiencia vital, la que denominaba Enrique Lihn como aquella que cargaba con el dolor, y no estrictamente el arte; la que direcciona los modos de lenguaje, y las diversas retoricas estilísticas de la poesía chilena de principios del siglo XX hasta hoy. Es interesante los artículos de su texto “El Circo en Llamas”,

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Lom, ediciones. Ahí se refiere a las tensiones retoricas de cada época, los estilos imperantes que se agotan por excesivo uso y abuso hasta el paroxismo de lograr efectos rítmicos semánticos. Algo de eso tiene que ver también con el vicio filosófico. No me deja de resonar algunas consideraciones de Derrida acerca del modelo paternal de todo fundamento, y quizás más radicalmente de toda búsqueda de un padre, de un guía que evite un posible y nefasto desborde y huerfanía. Me entrego a esa sensación de la obsesión de encuadre de la representación conceptual. Me inclino a pensar que el pensar poético, en tanto no conceptual-representacional, desova el poema, lo completamente singular, o lo a medias si se quiere, lo que no alcanza y no podrá alcanzar ninguna pretensión de absoluto. Solo por esa falta de egotismo es que el poema se muestra como dirá Paul Celan como un apretón de manos, un intercambio ya no de sentido, sino de audición, expresión y ritmo pleno.

B) El mapa del poema

Bajo el concepto de movimiento dinámico, anclo algunas interpretaciones que intentaran centrar las propiedades del poema. Se habla de las partes del poema: música, imagen, ritmo y “sentido”. Las comillas para la noción de sentido son para destacar la particularidad de lo que denominamos como sentido. ¿ Lo decimos en un sentido racional-metafísico? Prefiero que no para los efectos del informe. Intento situarlo como lo que dice el poema, lo que dice y no dice, en eso Heidegger estaba en lo correcto, cuando se refería a un “poema único” y por otro lado los poemas particulares. Para el autor, los poemas particulares nunca podrán enunciar la totalidad 11

de lo originario, que sería el poema único, el modo originario no-develado del decir poético, aquello que permanece custodiado a todo decir que pretenda abrirlo al sentido. Esa diferenciación problemática, no acude a transparentar el problema, sino mas bien a abrir la tensión entre lo particular y universal en una nueva modalidad: lo originario y los derivados. Poema originario que flota en el aire, nunca escrito versus poema particular, escrito, material expresivo. Sostengo que ese modo de comprender en Heidegger la naturaleza del pensar poético y del poema, reinstala la pretensión metafísica de estratificación y proyecta la necesidad de fundar lo in-fundado. Una resistencia a la alteridad del poema, a su modalidad cambiante porque de suyo se desplaza en forma íntegra. Aquí hablamos del poema, del mapa del poema, no del “pensar” poético. Heidegger los vincula bajo una distinción que pretende estratificar y hacer depender al arte del oficio del saber. Todo argumento en Heidegger, incluso creo, en su segundo periodo, se muestra en la forma de la co-dependencia, la búsqueda subrepticia de encontrar ancla a todo desplazamiento de alteridad. El pensar poético es pensar poietico de saber, es ejercicio de un saber originario, ontológico, racional. El poema alcanzaría entonces una singularidad leve, débil, sustituible y ubicable como carácter suplementario. ¿Habría en Heidegger un estilo platónico, con referencia a una curiosa dualidad, un carácter binario que toma lugar bajo el modo de operación intelectual? Sospecho que sí, y eso lo adscribe como un pensador, víctima del pliegue dualista de la ontología. No es casual que las preferencias poéticas en Heidegger sean poetas de alta metafísica y admiración por mundo griego: Holderlin, Novalis, Georg. A excepción de Trakl, en donde sus poemas revelan una plástica local, anímica y conectada con el paisaje, todo lo demás en el autor, es intención de fundamento, la incansable búsqueda del fundamento proyectivo de todo movimiento 12

de alteridad. Claro que sí, la metafísica ha sido transversal también en los modos de entender el quehacer artístico. El poema, como cuerpo textual, se sustrae en parte a esa pre-comprensión ontológica. Muchos tratados de preceptiva literarias intentaron sistematizar, mediante categorías y dualismos, los modos de hacer literatura. Y es obvio, que si el lenguaje, o la lengua en tanto sistema de signos, pertenece al desarrollo intelectual de la especie humana, co-participando de una conceptualización paternalista, que ampara y da definición a sus operaciones naturales e inherentes a su propio desarrollo en el tiempo y en una localidad determinada, va a existir, sin duda, un amparo metafísico, controlador, que servirá de aduana a toda experiencia de libertad con respecto a la necesidad de actuar escrituralmente, sin la obsesión del sentido. Pienso que toda la mayor parte de la poesía del siglo XX, participa de los movimientos dinámicos en el decir. Deja espacios de sordera, encubre intenciones evidentes, y sacando algunos ejemplos de poemas que se inscriben en el “objetivismo norteamericano”, lo demás buscan rutas distintas de enunciación. Es el caso de Guillen, Vallejo, Alegría, Santos Chocano, y en general la poesía universal: Thomas, Eliot, Char, Dove, buscan ya mediante el ritmo, ya mediante la oscuridad en la imagen, de iluminar los rincones del inconsciente. Estos autores buscan tensionar el lenguaje mediante una dinámica que opera dejando la arbitrariedad como eje central, donde la metáfora se enriquece porque rompe la dualidad o el polo de sentido. Cuando interpretamos un poema de Thomas, por ejemplo, o del propio Rosamel del Valle, nos encontramos con múltiples imágenes que resuenan al oído, y nos parece que los contenidos de ese decir son muchos, polisémicos, incluso abruman maravillosamente porque son demasiado sugerentes, sondea en tensiones abisales del lenguaje y 13

muchas veces transparentan un decir sobre algo, con intensión existencial: Cito a Dylan Thomas, los primeros seis versos del poema: “La fuerza que por el verde tallo impulsa la flor”, traducido por Stefan Pujals, visor poesía:

La fuerza que por el verde tallo impulsa la flor Impulsa mis verdes años, La misma que agosta el árbol Es la que me destruye Y yo estoy mudo para decirle a la rosa doblada que dobla mi misma invernal fiebre.

Ese juego de correspondencias entre el mundo físico y la inquietud que mueve la palabra del poeta, hace que zafemos, por un momento, del control de la representación. Nos invita literalmente a hacer experiencia del perderse en un bosque de imágenes de extremada expresividad y alucinación. Lo mismo ocurre con el poeta chileno Rosamel del Valle cuando dice en el libro “ El sol es un pájaro cautivo en el reloj”: Y que es el viento sino la pálida aguja en vibración por el cuerpo del mundo…”

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Maravilloso transito de belleza, y sin necesidad de enfrentar los límites de la representación, abrimos mediante la singularidad del poema la pista de hielo, la superficie que nos deslizara fuera del logocentrismo y de la operación subrepticia heideggeriana. De lo trabajado en clases, me pareció relevante entender la forma de operar de los tropos, como la representación en tanto modo de interpretar el mundo, ha abarcado en la estética sus principios y distinciones locales. Sin duda, si pudiésemos hablar del devenir de la poesía, no de una historicidad, sino de que cada poema, muestra una perspectiva selectiva y fragmentaria del mundo, que se mantiene en el tiempo como inscripción o legado de las antologías poéticas, nos daríamos cuenta de que el poema intenta despojarse de ciertas ataduras conceptuales. Pienso que en Poesía, los modos de ver el mundo están muy lejos de conceptualizarlo, de definirlo, de explicarlo, sino más bien de penetrar en las tensiones de la existencia humana. En transferir experiencia locales, particulares, y es en ese espacio donde la representación, por decirlo de alguna forma, se disemina, no logrando (favorablemente) positivizar una forma de expresión cuyo paquete es el verso y la imagen plástica. En ese sentido la poesía está muy próxima a la pintura, entiende las palabras como pinceles, traza atmosferas, ambientes que en su conjunto nos mueven a suponer, a intuir sensorialmente o asociativamente a veces, lo que el texto transmite.

C) Metáfora o representación/ lo intempestivo

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Esta tercera parte final del informe, intenta enunciar y aclarar los puntos que pudiesen parecer a primera vista enfrentamientos caricaturescos o exagerados. Planteo esto por el título de la letra C. Y pensando un poco sobre el debate entre Ricoeur y Derrida sobre el carácter de la metáfora, me adelanto a establecer que me parecen interesantes de enfrentar. Cómo la metáfora pone en crisis al fundamento? ¿Pero, realmente logra poner en crisis al fundamento, o sencillamente se articulan (metáfora y representación) bajo una mutualidad sorpresiva y engañosa?

Me llama la atención los alcances de Derrida. Aunque si bien la metáfora es una operación propia del lenguaje, que si vamos más lejos, sería forma y figura gramatical de un concepto, y luego de un principio articulador, queda con un pie fuera y uno adentro. Eso supone un espacio, una dimensión, lo que me parece entender por el ámbito del entendimiento. Forzosamente pensamos este último como un espacio de dominio, desde donde hacemos mundo, donde construimos realidad. La lógica aplicada es la condición de esa realidad de consenso, las normas de conducta, las éticas de comportamiento, el carácter jurídico de las relaciones y por qué no las “políticas de la amistad”. En medio de esa red de relaciones, como un paseo permanente y obligatorio de tener fundamento para todo, de estar al servicio de la norma, es donde ocurre “lo intempestivo”, lo pienso solo como un destello que no alcanza a garantizar un desborde de esa lógica normativa que se resiste a fracturarse, aunque en el fondo ya lo está. La violencia con que imprime sus inscripciones, mediante el Derecho y los patrones de pensamiento y acción, evitan que eso que 16

llamamos “lo intempestivo” se exprese en cualquiera de sus formas. A veces de manera involuntaria, en las acciones o en el lenguaje, asoma su imagen traduciéndose como lapsus. Hay acciones que se expresan de manera intempestiva, que al ser controladas o reprimidas afloran de alguna manera a la intemperie. Se muestran de alguna manera. Eso, lo intempestivo quedaría, a mi modo de entender, como un “entre”, un espacio u-tópico, entre la metáfora y la representación. Es en esa coparticipación de pensamiento y lenguaje, donde lo intempestivo se asoma como tendencia de liberación de un margen, del mismo modo como un poema muestra su liberación en la búsqueda de nuevas tensiones verbales. De la acción a la lengua, hay solo un paso, pero el elemento normativo, como si fuese un súper-yo, controla los grados de gratificación. Haciendo un imposible un concepto de “experiencia y decisión”. En el fondo, no decidimos, ya todo está decidido o bajo control normativo. Frente a eso, y tomando en cuenta los modos operativos que ha adoptado la subjetividad occidental, se presenta una tarea critica que debiera renovar sus estrategias. No quiero referirme a la deconstrucción, que parece tan manoseada y saturada de significación. Más bien a hacer experiencia del lenguaje en un juego de relaciones, en donde la norma de la representación se depotencie. Esto no es nada nuevo, solo que la palabra experiencia la puse en entredicho, puesto que nunca-tengo la sensación- somos agentes de decisión de una experiencia, que no esté ya tipificada de antemano. La norma de la representación construye y sigue trabajando por una subjetividad regulada. La metáfora sostengo, des-trabaja esa subjetividad regulada. El deslizamiento de la metáfora, en tanto tropos, difiere en parte el poder gravitatorio del logos. Digo en parte porque no es capaz de poner en jaque mate a la conciencia productora de cultura y normas. Sin duda la pone en cuestión haciendo que ella misma 17

se replantee sus actos concretos. Sin embargo no es capaz de instalarse porque su naturaleza, en tanto metáfora, no es situable. Sostengo que ésta no tiene lugar más que en su propio deslizamiento y polisemia. La polisemia para el sentido es enemiga porque difiere, pone en cuestión, en entredicho o por ultimo desordena el sistema de representaciones conceptuales. Por lo mismo los grados de resistencia de la subjetividad impiden a poder hacer experiencia de una libertad sin la figura del permiso de un padre castigador o sancionador de toda acción y de todo decir. Si el arte es asociado a la libertad de acción es porque ha buscado por décadas liberarse de las restricciones que la subjetividad, operando desde un sistema, dispone. Pero el intento de ese gesto solo queda como seña, y no es capaz de romper con los barrotes de esta cárcel conceptual que tiene al entendimiento constreñido a un modo determinado de pensar y actuar. La razón por la cual Platón interviene en contra de la participación de las artes es clara. Son una amenaza a la estructura de la polis. Ponen en entredicho la normativa regente de la época. Por consiguiente no encuentra la mejor manera de sacar a los poetas con flores en las manos, “Uds. no sirven para mantener un orden”, esa es la idea platónica, el lenguaje de la poesía no constituye realidad, no se inscribe en la conformación de un pueblo. Labarthe ve la dimensión política del poema en Heidegger bajo esferas políticas, mitológicas y originarias, dándose por enterado de la operación heideggeriana como articulación ontológica ilimitada. En el caso del Dadaísmo y del Surrealismo, vemos intentos maravillosos por liberar al inconsciente de sus elementos reprimidos. Y el manifiesto surrealista del año 1922, impulsado por André Bretón, nos parezca hoy ingenuo, no deja de sorprender la capacidad de experimentación radical, hacer conscientes los contenidos inconscientes mediante una obra de arte. Por tanto el poema se ha presentado de manera 18

polifacética, ha penetrado como un lenguaje, como una escritura, que nace de forma intempestiva, el poema es el “entre”, logra dar un paso ahí donde todo movimiento representacional pierde su talla y su figura. El poema es en parte un atentado, amenaza pacifica o violentamente la página en blanco, hace de ella su blasón frente al margen de la norma opresiva. Finalmente, para cerrar, me interesa que quede claro que no hay una confrontación torpe entra la metáfora y la representación. Solo en el “entre” de su relación es donde el poema anida como oxigenación diferencial y apertura de sentido.

La posibilidad de experimentación que el poema y la metáfora da al entendimiento, lleva a éste a expresiones riquísimas e interesantes. Lejos de habitar un realismo sucio o un objetivismo, que por lo demás, le hace muy bien al ejercicio poético, lo alucinante es descubrir cómo la metáfora nos desplaza por meandros no conocidos, ríos que no están segmentados o desviados por una intención de sentido. Ahí, en lo sorpresa se da el tiempo de hacer experiencia y de decidir por la re-significación de lo fragmentario de toda experiencia. Ningún universal tiene lugar en esa alteridad, que afortunadamente le permita al pensamiento abrir su obturador para fichar lo real. En un espacio de comprensión posible, donde la normativa se haga a un lado, dándole paso a la expresividad y a la plástica, a la toma de decisión desde las rutas y no del camino oficial, que la propia representación determina y norma, es donde la apertura puede dar-se como acontecimiento no-apropiador, como impase, transito, como desasimiento, un soltar-se, en la apuesta de la “Serenidad” heideggeriana, único intento quizá del propio autor por purgar sus operaciones normativas y ontológicas, 19

para intentar mirar desde fuera de la comprensión representacional, el lugar que le corresponde al pensamiento , en el pensar poético, ya no del saber, sino desde la expresión plástica y creativa. En ese intento el pensar poético se muestra como flujo, transito, y es por eso que en “Altazor” de Vicente Huidobro, el argonauta comienza a descender después de renombrar al mundo y a las cosas que coexiste en él. Desde ese paracaídas que parece ser el lenguaje comienza a caer y con él el lenguaje. Empieza a balbucear cada vez palabras menos nítidas, un decir trunco que pierde todo vinculo con lo que enuncia, así, va enmudeciendo en la medida que baja, la lengua diría el autor debería cumplir una función acuática, acariciativa, no conceptual. Salvo algunas excepciones la poesía ha intentado acercarse a la filosofía. Quizá sea el caso de Humberto Díaz Casanueva y Eduardo Anguita, ambos de una generación marcada por la influencia de Huidobro, en el Creacionismo, pero por otro lado por el conocimiento de las filosofías tradicionales y teológicas. Es el caso del poema “Venus en el pudridero” E. Anguita. y “Réquiem” de H.D. Casanueva.

Para finalizar, quiero aclarar que veo el ámbito de acción de lo poético como una forma de acción proyectiva, donde la re-significación sin dejar de ser una operación política en algún aspecto, puede liberarse de una mitología opresora, de una ontología fundada en los márgenes de la lógica representacional. Tal vez la poesía y el poema por otro lado se den como vías de acceso hacia lo otro, a ese imposible u-tópico, lo otro, ese espacio que está ahí en una proximidad lejana, dispuesto a ser develado y

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custodiado por un decir que abrace lo particular de su naturaleza, exiliando al fin el ámbito de lo universal.

Bibliografía

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“Collected Poems, Dylan Thomas, ed. Visor poesía, 1987. “El sol es un pájaro cautivo en el reloj”, R. del valle, colección viento en la llama, 1954. “Venus en el pudridero”, E. Anguita, poesía entera, ed., universitaria, 1976. “Vigilia por dentro”, H.D. Casanueva, ed. renacimiento, 1975.

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