Espacio y mujer en el Antiguo Egipto

July 17, 2017 | Autor: Eugenia Muñoz | Categoría: Ancient History, Ancient Egypt, Ancient Egyptian women
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XMU XORNADAS MULLER E URBANISMO

Outubro 2014

Espacio y mujer en al Antiguo Egipto. María Eugenia Muñoz Fernández Instituto Superior Compostelán de Ciencias Relixiosas (ISCCR) Instituto Bíblico y Oriental (IBO) Universidade de Vigo

Space and women in ancient egipt. María Eugenia Muñoz Fernández Institute of Religious Sciences. Santiago de Compostela Biblical and Oriental Institute University of Vigo

Resumen El presente artículo tiene como finalidad comprobar si realmente existieron auténticos espacios femeninos en la cultura del Antiguo Egipto y de ser así cuáles eran y a qué finalidades respondían. Para lograr nuestro objetivo dividiremos el artículo en dos partes: La primera abordará la definición o concepto de mujer en el Antiguo Egipto; la segunda, el análisis de los espacios habitacionales en relación a la mujer. Palabras clave: mujer, espacios, Antiguo Egipto.

Abstract This article aims to establish whether there were genuine female spaces in ancient Egypt, and if so, what was their location and purpose. To achieve this goal we have divided our article into two parts: The first will address the concept of women in ancient Egypt, and the second will analyse the living spaces reserved for women. Keywords: women, spaces, ancient Egipt.

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1. Concepción que los antiguos egipcios tenían de la mujer Los antiguos egipcios utilizaban diferentes términos para referirse a la mujer. De entre todos ellos me centraré en dos: hemet, “mujer” o “esposa”, y nebet per, “señora de la casa”. Ambos nombres, hemet y nebet per, aparecen en las fuentes definiendo a la mujer egipcia. La primera palabra que analizaremos es hemet (  ) que significaría indistintamente mujer o esposa. Pero, ¿cuál es el origen de este sustantivo y la relación del mismo con el concepto que los egipcios tenían de sus mujeres? La respuesta la encontramos en la propia escritura de la palabra   hemet, cuya raíz podría mostrar la idea genuina que los egipcios tenían de la mujer como contenedora de vida, como útero. Si aislamos el bilítero que se utiliza para escribir mujer (   Hm) y ojeamos la lista de signos de Gardiner, veremos que aparece clasificado en la letra N (signos del cielo, de la tierra y del agua) con los números N 41 o 42 (  o  ) y con el significado general de “pozo lleno de agua”. Al mismo tiempo el campo semántico de Hm se amplía en relación a la mujer: bien mujer o esposa ( ),   bien “útero” o “matriz”  . La diferencia entre estas dos palabras la marca el determinativo que completa la palabra: en el caso de la mujer, una mujer (   ); en el caso del útero, un útero (  ). Los diccionarios de lengua egipcia redundan en estas acepciones traduciendo hemet como “mujer”, “esposa” o como “útero”, “matriz” e incluso “vulva”. De esta manera la palabra más empleada para referirse a la mujer en el Antiguo Egipto parece estar estrictamente vinculada a su función como portadora de vida, y digo portadora y no generadora, porque según A. M. Roth, en el acto de creación, la mujer egipcia tendría un papel secundario (portadora y gestante) supeditado al hombre, auténtico generador de vida. Me explico, si definimos fertilidad como la capacidad de generar vida podríamos concluir que en el antiguo Egipto, a diferencia de la mayoría de las culturas, la capacidad de crear esta nueva vida, al menos en época faraónica, no sería atributiva de la mujer sino del hombre, ya que introduce en el cuerpo de la mujer la simiente que crecerá y se desarrollará en el útero materno hasta el momento de ver la luz en el parto. La misma idea de “la fertilidad masculina” se reflejará claramente en la mitología egipcia, tanto en el panteón religioso (los dioses de la fecundidad son bien hombres, Min u Osiris, bien seres andróginos como Hapy, o bien genios con una marcada masculinidad como Bes) como en la cosmología, cuyo mito principal describe primero el nacimiento de la pareja divina Shu y Tefnut por la masturbación del demiurgo (el elemento femenino sería la mano del demiurgo) y por la unión sexual de Mut (el cielo) y Geb (la tierra). Y es aquí, en la idea de un dios-tierra y una diosa-cielo donde la mitología egipcia presenta elementos propios que la diferencian de otras cosmologías. Estas diferencias se plasmarán tanto en la discordancia del mito creacional egipcio respecto a otras mitologías (la tierra en Egipto es un dios de la fertilidad mientras el cielo se representa como una hermosa diosa) como por el papel que desempeña el elemento femenino en la concepción. La tierra (dios Geb) es seducida por el cielo (diosa Nut) provocando dicha seducción la excitación del dios que responderá con una erección. Así pues, y según los estudios de A. M. Roth, el papel de la diosa Mut en la concepción es seducir y estimular al dios Geb para que éste, principio de la fertilidad, inicie la vida depositando la simiente primigenia en el cuerpo de la diosa, cuerpo que funcionará primero como contenedor y posteriormente como gestante de la vida. A esta concepción de la hemet, seductora/provocadora y gestante, habría que añadirle otras funciones ligadas a la maternidad en Egipto: por un lado el parto y la lactancia, y por otro la crianza xornadas muller e urbanismo Outubro 2014

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del niño/a. La mujer, una vez da a luz al niño, tiene el deber de amamantarlo y criarlo siendo la máxima responsable de su educación. En este sentido se pronuncia La enseñanza de Any, sabio egipcio que en sus máximas exhorta al niño a respetar a su madre pues ésta hizo mucho por el vástago: “… se encargó de ti, / sin decir: “¡Basta ya!” / Naciste tras los meses de gestación, / y ella continuó atada a ti: sus senos en tu boca durante tres años, sin debilitarse. / Tus excrementos eran repugnantes, y ella no sintió ninguna repugnancia /decía: ¿qué puedo hacer? Ella te llevó la escuela. /Cuando se enseñaban las escrituras, siempre estaba a tu lado, /con la comida y la cerveza en su casa”

Una segunda palabra que define a la mujer en Egipto es nebet per (señora de la casa) y describe a la mujer como gestora del hogar. Si bien la mujer rara vez era la propietaria de la casa y de sus utensilios, sí era la responsable final de la buena marcha del hogar. La elaboración de los alimentos, con especial atención al pan y a la cerveza, junto con el hilado y la manufactura de los vestidos, deberían ser las principales ocupaciones de la mujer casada, que dependiendo de la posición social que ocupara, tendría más o menos trabajo en el hogar. La mujer era una pieza importante en la economía doméstica pues contribuía a ella con pequeñas aportaciones que ayudaban a mantener el hogar. El excedente, tanto de productos de la huerta como de la elaboración de textiles, eran llevados al mercado donde la mujer los intercambiaba por otros necesarios para la vida cotidiana.

2. Análisis de posibles espacios femeninos en la arquitectura egipcia Una vez clarificada la idea o el ideal que los egipcios tenían de la mujer como madre y señora de la casa pasaremos a analizar los diferentes espacios habitacionales en relación con los roles femeninos enunciados: la maternidad y la gestión del hogar. 2.1 La casa El primer espacio a analizar es la casa, el hogar, lo que los egipcios denominaban per ( ) dominio,   la unidad social básica que se representará gráficamente con la planta de una vivienda. La casa egipcia forma parte de estructuras mayores, la ciudad y la aldea, donde el urbanismo viene determinado por la disposición de las viviendas; disposición que no siempre podemos conocer y a la que accedemos mayoritariamente gracias a los restos de las ciudades “planificadas” (como es el caso de Kahun en el Reino Medio, y de Amarna y Deir el-Medina en el Reino Nuevo) lo que nos puede dar una falsa idea de la organización de los núcleos poblacionales del Antiguo Egipto.

En general las casas egipcias respondían a una estructura básica que alternaba zonas públicas (sala de recepción) con habitaciones privadas (dormitorios, salas de baño, almacenaje) y estancias de trabajo (cocinas, talleres, almacenaje). Este núcleo fundamental aumentaba o disminuía, tanto en relación a la posición social de la familia como a la evolución de la misma (número de miembros, ascenso social….). La configuración de la casa como una estructura de abobe o ladrillos a la que se superponen fácilmente nuevos habitáculos favorecería esta concepción orgánica del per que crecería con la familia. Para comprender la estructura y funcionamiento de la casa egipcia partiremos fundamentalmente de los restos arqueológicos, estructuras habitacionales, útiles, pinturas o fragmentos de óstraca decorados que aparecen en las intervenciones de dos sitios arqueológicos fundamentales: la aldea de artesanos de Deir el-Medina y el barrio de obreros de la antigua Akhetatón (Amarna). xornadas muller e urbanismo Outubro 2014

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En ambos núcleos poblacionales amurallados nos encontramos con un urbanismo determinado, un grupo de casas que se organizan en torno a las arterias de comunicación principales: la estrecha calle se comunica con el per a través de una llamativa puerta de entrada que conduce a una primera estancia rectangular seguida de otra habitación cuadrada (núcleo principal de la casa) la cual, bien se subdivide en dos (sala y dormitorio), bien se deja como espacio único al que se adosa un habitáculo para dormir. Y finalmente se encontraría la última dependencia, que estaría destinada a cocina. Las pequeñas casas de Amarna y el-Medina tendrían una configuración similar apreciándose las diferencias no tanto en la distribución como en el tamaño pues mientras Amarna presenta una sucesión de tres espacios, en el-Medina los trabajadores disponían de cuatro estancias diferentes. El primer espacio que nos encontramos es un área rectangular que bien pudo estar techada bien abierta y funcionar como un patio (como así lo confirman las excavaciones de Kemp en elAmarna). Esta zona parece que estaba destinada a actividades domésticas como cría de animales, tejido o molienda de grano. Pero lo que llama la atención de este espacio es una plataforma elevada (80 cm de altura) de ladrillo encalado o revocado cubierto de pinturas con una decoración muy concreta pues evocan el concepto de feminidad egipcia, con sensuales escenas de baño, lactancia o reproducción. Estas imágenes se completan con diferentes óstraca que, con iconografías similares, parecen ser la base de las escenas que presidían las plataformas. Este espacio rectangular de 1,70cm X 0,80cm X 1,75cm está perfectamente delimitado y tiene como único acceso un vano al que se llega por tres o cinco escalones. Las plataformas elevadas fueron descubiertas por Bruyère en las excavaciones de la primera mitad del XX en la aldea de Deir el-Medina. El arqueólogo francés, tanto por su arquitectura (plataformas elevadas) como por la decoración de sus muros, las definió como camas de nacimiento o “lit-clos”. A finales de los años 70 Kemp, director de las excavaciones de El-Amarna, publica diferentes hallazgos que podrían estar relacionados con espacios femeninos y culto doméstico: altares en forma de plataforma en el interior de algunas mansiones y fragmentos de pinturas murales de Bes y Tueris en la aldea de los obreros. Estos restos son interpretados por el arqueólogo británico como posibles restos de una habitación superior decorada con frescos de dioses protectores del parto. Esta habitación superior, según el excavador, podría haber funcionado como centro de feminidad doméstica. Si bien las primeras interpretaciones, partiendo de la idea de Bruyère, definían estos espacios como lugares destinados al parto, las últimas teorías parecen decantarse más bien por interpretarlos como específicamente femeninos y destinados a celebrar dicha femineidad (procreación, maternidad e incluso erotismo), o como simples altares de cultos familiares. En mi opinión estas estructuras podrían ser polivalentes y destinarse indistintamente a fines “profanos”: espacios ocupados por las madres tras el parto para la purificación de la mujer (escenas de lavado) y la protección del niño en sus primeros días (lactancia y dioses protectores), o fines “sagrados”: espacios de culto doméstico centrados en el ámbito de las mujeres y relacionados tanto con el peligro como con el misterio del nacimiento. Sean cual fuesen las funciones o usos de estas plataformas elevadas, lo que parece estar claro es que dichas estructuras estarían vinculadas a la mujer en su rol de hemet: seductora (sensualidad), alumbradora (diose/as nacimiento) y nodriza (lactancia). El corazón del hogar es la habitación central, un espacio cuadrado en cuyo eje se ubica una columna de madera. Este espacio puede ser, bien una única habitación para la vida familiar y lugar de recepción, bien un espacio dividido en dos, la sala familiar y una pequeña estancia reservada a dormitorio y almacenaje. xornadas muller e urbanismo Outubro 2014

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En las excavaciones de la sala central aparecieron materiales que nos hablan de un espacio familiar en el que se rendía culto a antepasados (hornacinas y estelas de falsa puerta), se hablaba, se jugaba e incluso se hilaba, tejía o bordaba (restos de telares). En las casas más pequeñas, esta estancia era multiusos y mientras que por el día era sala familiar, durante la noche se habilitaba como dormitorio común. En la aldea de el-Media la habitación central era seguida del dormitorio y la sala de almacenamiento. Los dos prototipos de casa escogidos presentan unas estancias traseras descubiertas en las que se sitúa la cocina perfectamente equipada (horno de pan, hogar, artesas, morteros o muelas) y altares a las diosas Meresger y Renenutet. El análisis de las estructuras habitacionales de los obreros y artesanos de dos de los núcleos más representativos del Reino Nuevo nos lleva a varias conclusiones: Primero, que si bien las mujeres se llamaban “señoras de la casa”, el auténtico propietario de ésta era el marido, mientras que la función de la mujer era gestionar el hogar. Segundo, que las casas no presentan zonas diferenciadas para hombres y mujeres, sino que el espacio estaría ocupado durante el día por la mujer y al llegar la noche tanto por hombres como mujeres para funciones polivalentes. Y tercero, que el único posible espacio “femenino” de la casa, las “lit-clos” o plataformas y las habitaciones superiores de El-Amarna, todavía no está suficientemente aclarado; y que, si bien parece estar relacionado con las mujeres, no podemos olvidar que esta relación está estrechamente vinculada a la maternidad. 2.1 Los palacios El per-Aa   o “gran dominio” agrupa las diferentes posesiones de rey. El monarca de Egipto poseía a lo largo y ancho de Nilo diferentes establecimientos reales o palacios cuyas funciones oscilaban entre el culto, la administración o lugar de residencia real. Según el profesor Endruweit la función principal de estas residencias sería mostrar la presencia y el poderío del Señor de las Dos Tierras y no tanto ser la residencia física del faraón. En líneas generales las residencias reales debían presentar la misma estructura que el resto de las casas egipcias (patio, habitación de recepción, dormitorio, sala de aseo y cocina) pero, al ser las “casas” del rey, los espacios se redimensionan multiplicándose las estancias y ampliándose habitaciones y patios. De los diferentes espacios que configuraban los palacios, el que más nos interesa es la zona destinada a las mujeres, es decir, el harem. La concepción actual de harem como espacio cerrado en el que conviven separados del mundo las mujeres y niños de la casa dista de la idea que los egipcios tenían del ipet o kheneret nesu. Si bien es cierto que el acceso a las mujeres de la realeza estaba restringido (el gran número de cargos administrativos relacionados con las puertas dan fe de ello) no menos cierto es que el núcleo familiar más próximo al rey, madre, esposa principal e hijos de ésta, formaba parte de un círculo más íntimo que participaba en las audiencias y festivales del monarca. Así pues, y según Roth, el harem del rey de Egipto es mucho más que el tradicional harem oriental. El ipet o kheneret nesu es: En cuanto a las personas que lo integran, un conjunto de individuos que comprende a las mujeres y los niños que pertenecen a la casa real. Este grupo se subdivide en diferentes harenes que se definen por la cercanía o la lejanía con el monarca: en una esfera próxima la familia directa del rey, su madre, la gran esposa y los hijos de ésta; en un círculo más distanciado, el harem de las esposas secundarias, los hijos de éstas, los hijos de los potentados del país…

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En cuanto a su función es una institución independiente del palacio, con sus propios funcionarios (hombres) y administración autónoma.

Y como espacio físico la idea de harén se plasma en diferentes concepciones arquitectónicas: Los Harenes independientes como el de Kom Medinet Ghurab que se sitúa en el Fayum y se caracterizaba por ser un espacio de esparcimiento y descanso para los monarcas. En el Fayum nos encontramos con un importante complejo cuyo germen es un harén que genera en su entorno un auténtico urbanismo organizado alrededor de dos estructuras paralelas: una dedicada a residencia y la otra a zona de trabajo. Tierras de cultivo destinadas a producción agrícola o trabajos en telares de las mujeres del harem convierten a Kom Medinet Ghurab en una autentica célula económica destinada a aprovisionar los palacios. Este tipo de harenes estaría destinado a las esposas secundarias del rey, hijas de reyes extranjeros o las neferut. Los harenes vinculados al palacio del rey, como el palacio de la reina Tiye en Malkata o el Palacio Norte de El-Amarna de Nefertiti Y los harenes dependientes, espacios que formaban parte de los palacios reales. Ejemplo de estos harenes sería parte del ala norte y sur del Gran Palacio de Akhenatón en el-Amarna.

La organización espacial de los harenes, especialmente los dependientes, resulta de difícil comprensión. Según los últimos trabajos de Spence en el-Amarna, las zonas destinadas a los harenes serían lugares de difícil acceso y organización jerarquizada: habitaciones de diferente tamaño que alrededor de un jardín se ordenan en torno a un pasillo o tribuna destinada al rey. Estas estructuras establecerían y expresarían arquitectónicamente las relaciones de subordinación existentes tanto entre las diferentes mujeres del harem real como de éstas con el rey. En definitiva, los harenes egipcios distan mucho de ser los espacios de reclusión en el tradicional harén oriental. Los harenes egipcios son lugares destinados tanto a residencia de mujeres y niños del círculo del rey como a la crianza y educación de dichos niños. También son lugares de diversión y entretenimiento, al mismo tiempo que centros de producción de textiles y aprovisionamiento de los palacios. El harén asegura la línea real de sucesión y ayuda a mantener la paz interna y externa mediante la organización de matrimonios diplomáticos. De esta forma una parte importante de la política del país se cocinaba en el harén. De hecho, aquí aquí se planificaron tres de los regicidios mas importantes de la historia del Antiguo Egipto. 2.1 Los templos El último espacio para analizar son los templos, y más en concreto sus espacios, que a priori, parecen dedicar mayor protagonismo a la mujer, las casas de nacimiento y purificación más conocidas como “mammisis”. Para introducir esta interesante cuestión partiremos una vez más de la filología, concretamente de los signos utilizados para escribir el nombre de la diosa Hathor: Hut-Her   El nombre compuesto de la diosa se traduce por “casa/dominio del dios Horus”, donde el concepto de la casa/dominio sería una metáfora del “vientre”. El nombre de la diosa como vientre o útero en el que se gesta Horus se podría completar, según Wegner, con la iconografía de Hathor, cuya cara reproducida en múltiples capiteles recuerda el útero materno. Así pues la imagen frontal de la diosa podría funcionar bien como imagen real de la diosa, bien como útero jeroglífico críptico que expresaría el significado fundamental de Hathor como el vientre donde se gesta Horus y por consiguiente el espacio en el que se desarrolla uno de los dioses primordiales de la religión egipcia. Esta función del vientre de la diosa como lugar/espacio de gestación del dios se materializará en los templos de Época Baja, concretamente en el espacio o templo denominado por Champollion Mammisi (casa de nacimiento: per meset).

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El origen y función de estos espacios parece tener su referente en la teogamia real del Reino Nuevo, doctrina que hace del rey el hijo carnal del Dios: escenas de la unión de un dios con una mortal aparecen por primera vez en el templo de la reina Hatshepsup en Deir el-Bahari. La reina necesita reivindicarse como tal y para ello hace representar en su templo mortuorio la unión de su madre, la reina Ahmes, con el dios Amón: la concepción, la anunciación, el parto, la lactancia o la presentación de la recién nacida a su padre Amón son las escenas centrales de esta concepción divina. Años después el gran Amenofis III manda esculpir el mismo tema en la sala de nacimiento de su templo en Luxor. Ejemplos similares a los de Hatshepsup y su hijastro los encontramos en otros templos del Reino Nuevo. Primero en el templo de Mut en Karnak, más exactamente en “la casa de nacimiento y purificación” de Khonsou-pa-khered (Khonsu el Niño). En este espacio aparecieron una serie de escenas que representaban el nacimiento divino del joven dios hijo de Mut y Amón: el nacimiento del dios presidido por cuatro divinidades, la cama de parto, la apertura de boca del dios niño seguidas de la circuncisión del joven dios. Y segundo, en el templo del Millón de años de Ramsés II que, según Desrochès-Noblecourt, podría haber contado con una casa de nacimiento ubicada en el pequeño templo que el monarca de la XIX dinastía dedica a su madre la reina Tuy. Esta identificación no está clara pues las escenas que abogarían a favor de esta teoría se encuentran lejos del templo de la madre del monarca, más exactamente y según la investigadora francesa en Medinet Habu. A inicios de la XXX dinastía Nectabeo I (+/- 80 a. C) manda construir en Dendera lo que se considera el primer auténtico mammisi, el espacio reservado al teatro del nacimiento divino. El nacimiento del dios niño formaba parte de los rituales anuales que permitían asegurar la renovación del ciclo divino y la continuidad del orden del mundo. El santuario de Nectabeo celebraría la unión divina de Amón y Hathor que tendrá como fruto el niño divino Ihi asimilado, en la última escena, al monarca reinante. Los relieves que narran el “misterio del nacimiento divino” reproducen escenas que ya habíamos visto en los templos de los monarcas de la XVIII dinastía y que aquí se actualizarán teniendo como protagonistas a la tríada divina formada por Horus de Edfú, Hathor y su hijo Ihi: Amón recibe a la Enéada seguida de otros dioses, Amón y Hathor sobre una cama divina proceden a la concepción del dios niño, Khnum modela al niño al mismo tiempo que Thot anuncia a la madre el nacimiento del joven dios. El relato continúa con la escena de parto a la que le sigue el nacimiento del niño y la alimentación del infante tanto por las nodrizas divinas como por su madre la diosa Hathor. La escena final es la asimilación del dios niño al monarca reinante. Los diferentes mammisis estaban destinados a la representación del misterio del nacimiento divino. Las ya comentadas escenas de teogamia y la representación de dioses apotropaicos en los capiteles de sus propileos confirman la función de estos espacios sagrados de nacimiento, espacios que al igual que las plataformas de Deir el-Medina o el-Amarna inciden en el rol principal de la mujer egipcia: madre. Así pues, los espacios femeninos de los templos egipcios estarían destinados, más que a un espacio propiamente femenino, a un lugar consagrado al drama del nacimiento y regeneración del dios y el monarca.

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3. Conclusión: Espacio y mujer La finalidad de artículo era comprobar si realmente habían existido espacios auténticamente femeninos en la cultura del Antiguo Egipto. La respuesta no parece sencilla. Si bien comprobamos que la mayoría de los espacios arquitectónicos del hogar eran compartidos indistintamente por hombres y mujeres, también constatamos la existencia de algunos espacios destinados a las mujeres, por un lado los harenes reales, por otro las plataformas elevadas y los mammisis (ambos reservados a la celebración del misterio del nacimiento en sus facetas humana y divina respectivamente); espacios que, y esto es lo importante, si bien parecen estar destinados a las mujeres fueron creados por los hombres con una función específica: regenerar y perpetuar la vida.

Fig. 1a: Guillemette, A. (2002): Les artistes de Pharaon, pp. 25; b: FRIEDMAN, F. (1994): “Aspects of domestic life and religion” en Lesko (ed.), Pharaoh’s workers The villagers of Deir el Medina, pp. 102. Ithaca – London, Cornell University Press; c: https://vico.wikispaces.com/Rebecca

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Fig. 2a: ROTH, S. (2013): “Harem”. En Frood, Wendrich (eds.): UCLA Encyclopedia of Ancient Egypt. Los Angeles; b: http://www.gurob.org.uk/; c: http://www.amarnaproject.com/

Fig. 3a: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Dendera_Hathor.jpg; b: http:// commons.wikimedia.org/wiki/File:Flickr_-_Gaspa_-_Dendara,_mammisi_ romano_(7).jpg; c: NAVILLE, E. (1896): The temple of Deir el Bahari, Part. II, Plate LIII. London.

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María Eugenia Muñoz Fernández Instituto Superior Compostelán de Ciencias Relixiosas (ISCCR) Instituto Bíblico y Oriental (IBO) Universidade de Vigo

María Eugenia Muñoz Fernández es Licenciada en Geografía e Historia. Especialidad Historia Antigua (Universidad Complutense de Madrid) y Licenciada en Filología del Antiguo Oriente y Egipto Antiguo (Universidad Católica de Lovaina). Realizó estudios de doctorado (DEA) tanto en Historia Antigua (Universidad Complutense de Madrid) como en Egiptología (EPHE, La Sorbona París). Actualmente comparte la actividad docente (UPSA, ISCCR de Santiago de Compostela e Instituto Bíblico y Oriental ) con la investigación (Tesis inscrita en UV y miembro del GEAAT, H2Ou de la Facultad de Historia de la UV) y la gestión cultural (Roteiros. Xestión Cultural).

xornadas muller e urbanismo Outubro 2014

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