Espaῆa se escribe con ῆ

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Descripción

COMUNICADO

Espaῆa se escribe con “ῆ” Theory the Iberian acronyms RPI: B-3851-14

Por Enrique Cabrejas

Apreciados Srs.; Me complace poner en su conocimiento y a través de este comunicado que, el nombre propio ESPAÑA nunca varió en el tiempo, incluso antes de constituirse como estado o nación y esto tiene una razón que aquí, a continuación, les expongo y explico con todo detalle. Verán, la denominación de España se dice que viene derivada del nombre de Hispania, dada por los romanos. No obstante, los historiadores han admitido que el nombre no es una palabra que proceda del idioma latín y los etimólogos se encuentran desconcertados. Tienen un problema, saben que Hispania no es una voz latina para atribuírsela a los romanos y sin embargo saben que cuando se referían a la península ibérica lo hacían llamándola de este modo. La teoría más extendida es que: “«Hispania» proviene del fenicio i-spn-ya”, según se cita en la Wikipedia, sin embargo permitan que les anuncie que me consta que fue de otro modo. Miren, con el llamativo título se pretende explicar una anormalidad gramatical y semántica que, como se verá, durante estos años ha enmascarado a esta singular letra eñe. Y es que, si bien es cierto, las letras son representaciones gráficas de una lengua que es hablada, el caso particular y que nos ocupa ¡asombroso! es el resultado de una insospechada confusión: La letra Ñ no se trata de una “n” con virgulilla como se tiene por cierto, sino de otro carácter distinto como producto de una subsiguiente vocal que se consonantiza. En realidad, proviene de la conjunción ibérica: í equivalente a la letra griega “ῆ” y que como lexema significa suma o total. Pero entonces ¿suma de qué? Pues de la vocal “i” + acento circunflejo. Dado que originalmente no era España sino Espaῆa. La razón fundamental para el desacierto, probablemente es que el elemento al sonar fonéticamente como una consonante nasal (sonora) palatal [ɲ] presumieron que en el castellano la letra “n” abolida todavía permanecía, sin advertir que en realidad se trataba de una correlativa vocal consonantizada / î /. Para ser exactos: “ῆ” -ήτα περισπωμένη-. Y es que nuestro idioma no sólo se caracteriza por un peculiar yeísmo sino por un inadvertido ñeísmo. Me hago cargo de que esta afirmación les deje perplejos, no puede ser de otro modo; voy a transmitirles una epistemología que ha estado inédita durante miles de años. No obstante, esta teoría del conocimiento tiene un razonamiento que puedo sustentar empíricamente.

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LA VOCAL “ῆ” CONSONANTIZADA La afirmación de que el idioma español proviene del latín vulgar y dado por cierto en la historiografía oficial es un monumental error. Esta teoría está sustentada en una ilusión óptica, ya que lo que el ojo ve, la mente lo cree. A todas luces parece latín, pero... créanme, no lo es. Es puro ilusionismo. Nuestra lengua la vemos escrita con caracteres latinos y por tanto, suponemos que fue razonada igualmente en latín pero, miren, fue pensada de otro modo. Fue construida con una escritura ibérica y fundamentada en una filosofía del lenguaje de origen heleno anterior. Verán, nuestros antepasados ibéricos no doblaban letras, es decir no tenían letras doppia “dobles”, sorprendentemente ha seguido siendo así hasta nuestros días también en nuestra lengua española. El caso de la letra “ll” es un solo carácter y no dos que se comparten entre dos sílabas, anterior y posterior, como se solía hacer en el latín o hacen otros idiomas como el italiano, griego, etc. La “rr” es un sólo fonema. Incluso se fracasó con la pretensión de la doble “n” y se considera que cuando aparecía una, por ejemplo: Anno, lo que se hacía era poner una tilde sobre una “n” y obviar la otra: Año. Sin embargo, he de señalar que Anno es latín y no es una palabra castellana. El nacimiento de nuestra peculiar letra “ñ”, y si bien es cierto que parecería que cuando había dos se suprimía una, la cosa era de otro modo muy distinto. Para que se entienda en toda su extensión, comenzaré por exponer que, por ejemplo, nuestra preposición “con” en castellano antiguo se escribía: co֘. No hay doble “n” y la única que supuestamente tuviera tampoco está, en cambio añade un acento muy llamativo, característico y propio. De hecho, tanto es así que nosotros decimos España y es claro que el nombre “Hispania” no tenía doble “n”. Así que permitan que les anuncie que esa explicación sobre sus causas y dada hasta nuestros días no es válida. Los castellanos antiguos no ponían una tilde sobre una “n” y obviaban la otra. Lo que sucedía es algo muy distinto. La “n” no se escribía pero ¿qué ocurría si presuntamente precedía a una vocal “i”, como el caso de “Hispania?. Pues ¡asombroso! se consonantizaba la vocal. Lo que vemos en la “ñ” de “España” es una vocal “i” con acento circunflejo. ¿Cómo? Nuestra lengua la vemos escrita con caracteres latinos y, por tanto, suponemos que fue razonada igualmente en latín pero, miren, fue pensada de otro modo. Fueron los ibéricos quienes la construyeron y basándola en una filosofía del lenguaje de origen heleno antiguo y ahora lo entenderán. Les

muestro la letra que no existe en latín y que siendo propia ibérica protagoniza nuestra Ñ. Mírenla, por favor: í ¿no les parece castiza esta magnífica “i” ibérica responsable de nuestra letra Ñ? y que en castellano antiguo tuvo el significado semántico de suma o total. Pero ¿suma de qué? No se trata de una letra “n” con virgulilla, la letra se abolía. Originalmente fue Espaῆa, aῆo, Iῆesta, etc., con “ῆ” (ήτα περισπωμένη) Dado que la vocal / î / fonéticamente suena como una consonante nasal (sonora) palatal [ɲ] se imaginó, probablemente, una consonante “n” con virgulilla, sin advertir que en cambio se trataba de la consecutiva vocal consonantizada. Así tomó aspecto a ras de “ñ” para España, año, Iñesta, etc. Y es que nuestro idioma no sólo se caracteriza por un peculiar yeísmo sino también por un insólito ñeísmo. Nadie mejor podría saberlo, modestamente comprendí que mi segundo apellido y que, como saben, es Iñesta; era el modo correcto de escribirlo en castellano, mientras que Iniesta era una traducción castellanizada de la raíz pre helena y de la cual incluso bebe el vocablo latín “genistae”. Eso muestra que la impronta ibérica fue tan excepcional que, incluso sin pretenderlo, se impuso al latín. Así ya ven, no fueron los críos irresponsables con sus mensajes de sms los primeros en abreviar la hermosa lengua española.

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ëZ bm ía Hay una curiosidad importante por resolver, y que los historiadores tuvieron que preguntarse en algún momento respecto a la cuestión nominativa de la península ibérica pero siquiera la plantearon. Créanme que es fundamental, determinante. Permitan que la plantee aquí: ¿Por qué Roma no la llamó Iberia y escogió denominarla Hispania? Tengo esa respuesta. Es sencilla y de sentido común, de todos modos, lo que no parece muy lógico es que los romanos adoptasen un vocablo propuesto por los fenicios (afectos a su mayor enemigo Cartago) y nombrar a una Magna Hispania en su Administración. ¿Es sensato? No. De ninguna de las maneras. La respuesta la dieron las legiones romanas al desembarcar en la Hispania Citerior, aunque es de suponer que la conocían de antes. Pues, es lo que había. Efectivamente, los iberos poblaron la cuenca superior del Ebro, pero al norte pasando Ampurias, se las tuvieron con los Ilergetes. No fueron los iberos. Venían de Ἰλλυρία “Iliria” de los viejos Balcanes, aun sea “ibero” el genérico que se les diera por contigüidad. Una metonimia que los designó con un nombre distinto del suyo. De hecho, los romanos lo tenían tan claro que nunca llamaron a nuestra península como Iberia, sino que para ello emplearon otra denominación mejor: Hispania, sinónimo de Omnia y que era más apropiado, pues no se encontraron con los iberos en la “Citerior” sino a pueblos ilirios (Paniones). Créanme que con el prefijo HIS en latín, que en origen se derivó del pronombre griego ΤΙΣ, la diferenciaban de las otras tierras del dios PAN, La Panonia del este, llamada por los romanos Illyricum. Así que la nuestra no fue por ser “tierra de conejos”, aun muchos los hubiera. Los ibéricos bautizaron a este país con el nombre de lo que era más importante para ellos, un dios. Y querrán conocerlo, y su nombre se lo voy a dar a continuación, permítanme antes que observe que los iberos y los celtíberos tenían muchos dioses y también muchas diosas procedentes de Asia Menor, como Kybele y/o Leto, pero este dios, debería de ser uno especial. El dios más importante para ellos, el dios de TODO. ¿Saben a quién me refiero? Les daré alguna pista. La madre de este dios fue, nada menos que, Πηνελόπη “Penélope”. Aunque a veces, también se dijo que fue fruto de la hija de Δρυόπη “Driope” y que era una pastora, pero lo que es seguro, es que su padre fue otro gran dios: Έρμῆς “Hermes”. Esto no es casualidad, nada ocurre por casualidad en la teología helena. Hermes es el dios de las fronteras, y de los viajeros que las cruzan, igual como hicieron los iberos y también los celtíberos. Él era el dios de la astucia, del ingenio, del comercio, de los pastores, como los propios iberos y celtíberos. Y Hermes, el padre de nuestro dios, para llevarlo al Monte Olimpo, envolvió a su hijo -el dios que dio nombre a este país- en una “piel de liebre”. Al crecer, se convirtió en un “aparte” del panteón griego, como es el caso asimismo de la península ibérica. Eso fue así, bien por su propia elección o bien porque su naturaleza le inclinase a ello. Hizo de los bosques y fuentes de La Arcadia su hogar. Es el dios de la fertilidad y también de los pícaros, bandidos y cazadores. Ellos suplicaban a su dios y no a los conejos. Es él y no otro, quien les proveerá de conejos y por añadidura. Cuando denominaron a esta tierra, lo hicieron a sabiendas de que eran hijos de ese gran dios. ¿Quieren conocer el nombre de ese Dios? ΠΑΝ. Sí, dios PAN. “El dios de Todo”. ëZ

ΉΣ

ES (“ésta” o “igual a Tierra de”)

bm

ΠΑΝ

PAN (teónimo del dios Pan)

ía

ΪΑ

(Ñ)A (concordancia sacra “para los hijos” de dios)

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PRIMER LEXEMA DEL ACRÓNIMO: ëZ es un pronombre demostrativo ibérico como en castellano pudiera ser: “este”, “ésta” o “esto” y asimismo es equivalente al prefijo heleno: ΉΣ, Ές o “Ἱσ-” (Is), que en realidad contiene una respiración, significa “igual a” y etimológicamente proviene del adjetivo ἴσος -η -ον, es decir, pone “aquello” en igualdad de “algo”. No es un concepto fácil de entender para los españoles de hoy, pero les daré un ejemplo por el cual les resultara fácil y lo comprenderán perfectamente, ya que es “igualarse a”. Sin duda, conocen que en la religión cristiana el “Dios Hijo” es igual al “Dios Padre”, pues bien, este es Ἰησοῦς “Jesús”, y se representa con “ΙΣ” (Is) en la nómina cristiana, porque precisamente “Hijo” y “Padre” se igualan Dios. Les pondré un ejemplo de uso de este prefijo, y lo haré con un pasaje bíblico; Mateo 3:5 para que les resulte más familiar: “Τότε ἐξεπορεύετο πρὸς αὐτὸν Ἱεροσόλυμα καὶ πᾶσα ἡ Ἰουδαία καὶ πᾶσα ἡ περίχωρος τοῦ Ἰορδάνου.” (Entonces la gente de Jerusalén, todos los de Judea, y toda la región del Jordán iban a él.) Vean como para referirse a un sitio, lo hacen de este modo para referirse a un nombre: Ἱεροσόλυμα “Ciudad de Jerusalem”, adicionando un pronombre. Verán que la “ciudad de” incorporada a Jerusalem tiene el mismo afijo que se usa para nombrar a Hispania. Es decir, “ΙΣ” (Is) es igual a decir: “TIERRA DE”. SEGUNDO LEXEMA DEL ACRÓNIMO: En ibérico es bm y en letras capitales griegas ΠΑΝ, es decir el dios PAN. El dios protector de estas tierras pero no el único, y es posible que las leyendas sobre este dios tan peculiar que tocaba la flauta y a veces representado como un fauno y despojado de la magnificencia clásica del Olimpo, despistara lo suficiente como para alimentar la absurda idea de unos rituales mágicos y sacrificios inhumanos. Pero lejos de ello, Pan es un gran dios heleno. TERCER LEXEMA DEL ACRÓNIMO: El sufijo “-ία” es una concordancia sagrada. En realidad es la desinencia que se usa para la denominación de la mayoría de países, y que siempre obviamos, por desconocimiento, ese extraordinario vínculo significativo sacro y filial, al referirnos a los territorios que son de dios. Sin embargo, en esta ocasión quisiera que comprendieran el modo tan profundo del pensamiento de nuestros antepasados y por ello, aquí hago expresa mención a ello. Para dar una explicación más ilustrativa y para que no les quepa duda de esto, les diré que se usa en aquello que es lo estrictamente sacramental “de” “por” o “para” el hijo o los hijos de dios. Etimológicamente proviene de Hagios “sagrado”. La Palabra original es ἅγιος, ία, ον. En realidad, en nuestro caso proviene de la conjunción ibérica í que significa suma o total. Pero entonces ¿suma de qué? Pues, de la vocal “i” + acento circunflejo. En otras palabras, nuestra letra “eñe” es homóloga a la letra griega “ῆ” (eta acento circunflejo). Dado que originalmente no fue España, año, Iñesta, etc., sino que fue Espaῆa, aῆo, Iῆesta, etc. La razón fundamental para el desacierto, probablemente, es que el elemento al sonar fonéticamente como una consonante nasal (sonora) palatal [ɲ] presumieron que en el castellano la letra “n” abolida todavía permanecía, sin advertir que en realidad se trata de la correlativa vocal consonantizada / î /. Para ser más exactos, su origen se encuentra en un auténtico fósil lingüístico que lo confirma. Mírenla ¿no les parece castiza esta magnífica “i” ibérica í responsable de nuestra letra Ñ y que en castellano antiguo era equivalente a la letra helena “ῆ” -ήτα περισπωμένη-. Y es que nuestro idioma no sólo se caracteriza por un peculiar yeísmo sino además por un inadvertido ñeísmo. Y es a través del geógrafo Estrabón, que se nos informa que incluso Tortosa y, según

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Antonino Oleastrum y Plinio, llamada “Dertosa” estaba bajo la protección del dios Pan: “Dertosa fue capital de los Ilercaones y la ciudad más considerable de todas las cuarenta y tres que, según Plinio, están sujetas al Convento de Tárracon. Estuvo bajo la protección del Dios Pan, como vemos todavía por algunas reliquias de la antigüedad”. (Libro III de la Geographica pag.184, Dertosa nº: 206) HIS·PANIA fue una península Pan·helénica. La denominación España nunca varió. Aun se lea escrito Hispania y se manuscribiera como bien se quisiera, no importa, el nombre se vino a vocalizar /España/ por los autóctonos (de facto) y desde el inicio. Nosotros, al igual que ellos, y a pesar de tener cinco vocales, las mismas que las suyas, cuando entonamos nos dejamos llevar por nuestro dejo, bien quise decir deje. Siempre tenemos en la boca /e/ porque es nuestro acento “cario”. España metafóricamente es un acrónimo ibérico que significa: “LA TIERRA DE LOS HIJOS DEL DIOS PAN”.

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ΕΛΛΑΣ · ELAZ El 21 de Abril de 2012 descifré la lengua ibérica, concretamente a partir de la escritura ibérica septentrional. Averigüé que el texto de El Bronce de Luzaga estaba compuesto por 124 signos que formaban 24 vocablos, y estos se componían a su vez de sintagmas con 45 palabras significadas, más 16 signos de puntuación escritos en ocho párrafos. Cabe señalar que los antiguos epigrafistas cometieron un error crítico, creyeron que la escritura íbera y celtíbera se escribía con palabras cuando una gran parte de la misma son acrónimos o sintagmas de dos, tres o más vocablos de significación. Algo nada celta y por otro lado completamente heleno. Descubrí que el texto se podía leer y comprender perfectamente en una coherencia que resultaba tan excelente como extraordinaria. Además se podía contrastar científicamente a través de la lengua griega antigua al cruzarla a la vez con la helena frigia, en sus modos frigio-jonio-eolio-lidio-dorio, ya que la escritura ibérica septentrional o celtibérica no tiene origen en una supuesta lengua celta sino en las raíces de la proto lengua griega de la época frigia. Pero lo más sorprendente lo anuncio ahora: Nuestras palabras, las que usamos nosotros, pude comprobar que son las mismas que usaban ellos. Naturalmente no están completas tal y como las conocemos hoy, ni tampoco escritas con nuestros caracteres actuales. Otras muchas se extraviaron en el tiempo y no son de uso corriente; no obstante, todavía podemos encontrar esas raíces en el griego antiguo, incluso muchas en el griego actual, lo cual no digan que no es portentoso; ahora bien, nosotros las conocemos escritas con ortografía de patrón latino. ¡Sorprendente! Nuestros celtíberos grabaron el texto de ese bronce usando un alfabeto epichorikos, quiere decirse en este caso uno ibérico propio, y los vocablos guardan perfecto significado con el griego frigio. Son ellos, quienes nos confirman a Heródoto, asombrado tan sólo doy testimonio de ello. Me resulta sumamente emocionante, como es natural. Son ellos y no otros quienes dicen ser: ΕΛΑΣ... ΚΑΡΥΟ : ΤΕΚΕΣ. Es decir “Helenos, Cario de Anatolia”, ¡Impensable! Y lo hacen de este modo singular, vean: ëlaF… Cquo : &wF. Pero éramos analfabetos de la escritura ibérica y no lo pudimos siquiera sospechar. Era un debate abierto durante siglos y que los historiadores no pudieron resolver. Lo denominaron el problema insoluble de LAS DOS IBERIAS pero la cuestión quedó resuelta en el instante que pude leer una menuda lámina ibérica: “El bronce de Luzaga”. Entonces pude constatar que sencillamente era cierto, que las dos Iberia estaban relacionadas entre sí y entre esas dos Iberia finalmente se fundó Europa. Y no sé si han podido percibir que nuestra filosofía del lenguaje es la misma que la suya. Lo más llamativo es que para ser el ibérico una lengua ignota y extraña, muy extraña, aún es más raro que sus vocales coincidan con las nuestras. Miren, en español hay cinco fonemas vocálicos. Pero sepamos cuantas vocales tiene la lengua ibérica: CINCO. Sí, cinco, y son las mismas vocales, exactamente iguales, que los cinco fonemas vocálicos que tenemos hoy en día en nuestro idioma español: /a/ /e/ /i/ /o/ /u/, pero con la salvedad de que ellos las escribían de este otro modo: á, è, í, o, U. Con la llegada de los romanos a la península, es conocido que la grafía antigua cambió al patrón latino pero, ¿saben cuántas vocales tiene el latín? Tiene DIEZ. Nuestras vocales no son las del latín sino las ibéricas. Nos encontramos frente a una teoría que se dio por cierta sin una debida comprobación: “La lengua madre del español es el latín.”

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LA ESCRITURA IBÉRICA Verán, muchos de quienes siguen mis investigaciones se preguntan por qué razón no hago mención a otros especialistas, ni siquiera para rechazar sus hipótesis o argumentar en contra. Pero ¿por qué debería hacerlo? En primer lugar, no soy quien para ponderar lo que no propongo. Y en segundo lugar, desarrollé una fecunda metodología científica a la cual denominé: La Teoría de los Acrónimos Ibéricos. Es clave para entender nuestro idioma, y su aplicación me permite explicar todo aquello que nadie hizo jamás; como se debiera, entiéndase. Dispongo de la mejor herramienta y lo he explicado, reiteradamente, y claro, lo seguiré haciendo, tanto como sea necesario; porque percibo que se sigue sin entender cómo se denominaron las palabras, los lugares y las cosas en nuestro país y no solo, antes de que nosotros lo poblásemos, únicamente es método para hallar su verdadero origen y así demostrarlo. Nuestra lengua ibérica es anterior a la griega, pero hoy la conocemos y desde tiempos escrita con otra ortografía, con letras romanas. Que la lengua española viene del latín es una ilusión óptica. Ya que lo que el ojo ve la mente lo cree. A todas luces parece latín, pero... créanme, no lo es. Es puro ilusionismo. La vemos escrita con letras latinas y entonces suponemos que fue razonada igualmente en latín, pero miren, fue pensada de otro modo. Fue construida en un idioma ibérico de origen anterior y muy heleno. Su lengua, la de nuestros antepasados, es concreta, coherente y lógica. Ellos, pronunciaban todo lo que escribían, igual que nosotros decimos que lo hacemos en la actualidad, y es que se trata de nuestra misma lengua. Y es que nosotros, que teníamos una escritura antigua y anterior a la lengua griega helenística, con la llegada del latín ganamos una nueva ortografía, pero en cambio perdimos nuestras pretéritas funciones del lenguaje. Sí, perdimos la función emotiva por otra. Perdimos la función conativa por otra. Perdimos la función poética por otra. Perdimos la función fática por otra. También la función metalingüística se vio afectada y, lo que es peor, perdimos toda la función referencial y para siempre por otro idioma que desde entonces se pretendió ab initio. ¿No les parece de interés recuperar nuestro idioma primigenio? Los ACRÓNIMOS IBÉRICOS son las primarias frases de uso por los autóctonos (de facto) en la península ibérica y por asombroso que parezca hoy constituyen los morfemas, fonemas y lexemas del léxico del actual castellano, por ende idioma español. Pues, derivando del latín lo indeclinable de forma, es decir términos no variables que son genuinos y puramente ibéricos, no se acredita más el origen de la lengua española sino, bien al contrario, se justifica la conjetura de un latín superior que da como consecuencia un subordinado origen del idioma castellano. Cuando en realidad son a la par, ambos, un futuro latín y un futurible idioma castellano bebieron de fuentes “pre griegas”, incluso en numerosas ocasiones de raíces distintas ¡Inimaginable! Lo cual me complace anunciarles aquí para que conste y surta los efectos a que hubiere lugar, convenga y proceda. Afectuosos saludos; Enrique Cabrejas Iñesta Investigador de la Historia del Lenguaje En Barcelona, 10 de Marzo de 2016

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Referencias Cabrejas Iñesta, Enrique (Marzo 2015) HIJOS DE TITANES - EL SECRETO ÍBERO ISBN: 978-84-9095-585-7. Colección: Investigación. Editorial Círculo Rojo. Almería. DEPÓSITO LEGAL: AL 199-2015. Bibliografía Herodotus, The Histories. Hesiod, Theogony. Homer, Iliad. Homeric Hymns. English translation in the Online Medieval and Classical Library. Pindar, Pythian Odes. Homer: Iliad, 2 vols., revised by William F. Wyatt, Loeb Classical Library, Harvard University Press (1999) Homer: Odyssey, 2 vols., revised by George E. Dimock, Loeb Classical Library, Harvard University Press (1995) The Iliad, Farrar, Straus and Giroux (2004) ISBN 0-374-52905-1 The Iliad, Penguin Classics (1998) ISBN 0-14-027536-3 The Odyssey, Penguin Classics (1999) ISBN 0-14-026886-3 The Odyssey, Red and Black Publishers (2008) ISBN 978-1-934941-05-8 Strabo. Geographica III. Diodorus Siculus. Bibliotheca historica. Φιλολογική Ομάδα Κάκτου, εκδόσεις Κάκτος, 1992. Σπ. Ιακωβίδης, Αι μυκηναϊκαί ακροπόλεις, Εκδόσεις Πανεπιστημίου Αθηνών: Αθήνα 1973. Απολλοδώρου, Επιτομή της Βιβλιοθήκης Ηροδότου, Ιστορίαι. Παυσανίου, Ελλάδος περιήγησις. Πρόκλου, Χρηστομάθεια. Στράβωνος, Γεωγραφικά Dictys Cretensis, Ephemeridos belli Trojani libri (μετάφραση Γιώργη Γιατρομανωλάκη ως Δίκτυς ο Κρητικός, Εφημερίδα του Τρωικού Πολέμου, Άγρα, 1996) Dares Phrygius, De excidio Trojae historia (μετάφραση Γιώργη Γιατρομανωλάκη ως Δάρης ο Φρύγας, Ιστορία για την άλωση της Τροίας, Άγρα, 1996) Greek Mythology. Encyclopædia Britannica. 2002. Greek Religion. Encyclopædia Britannica. 2002. Griffin, Jasper (1986). Greek Myth and Hesiod. The Oxford Illustrated History of Greece and the Hellenistic World edited by John Boardman, Jasper Griffin and Oswyn Murray. Oxford University Press. ISBN 0-19-285438-0. Grimal, Pierre (1986) Argonauts. The Dictionary of Classical Mythology. Blackwell Publishing. ISBN 0-631-20102-5 Hard, Robin (2003). Sources of Greek Myth. The Routledge Handbook of Greek Mythology: based on H. J. Rose's A Handbook of Greek mythology. Routledge (UK). ISBN 0-415-18636-6. Lexicon Iconographicum Mythologiae Classicae. Artemis-Verlag. 1981–1999. Cabrejas Iñesta, Enrique (Enero 2013) KARUO - EL SECRETO ÍBERO - ISBN 97884-9030-665-9. Colección: Investigación. Editorial Círculo Rojo. Almería. DEPÓSITO LEGAL: A 1185-2012.

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ESPAÑA SE ESCRIBE CON “ῆ” Por Enrique Cabrejas Iñesta DOI: 10.13140/RG.2.1.1386.1521 ORCID: 0000-0002-5002-5850 CIDEIN: 00.00123/ECI.10.03.2016 THE ORIGINS OF THE SPANISH LANGUAGE - THEORY THE IBERIAN ACRONYMS by ENRIQUE CABREJAS DOI: 10.13140/RG.2.1.3150.5364 Theory the Iberian acronyms RPI: B-3851-14 © 2012 by Enrique Cabrejas Iñesta © 2012 Fuentes gráficas de Ibero Juan-José Marcos © 2012 by Enrique Cabrejas Iñesta https://enriquecabrejas.blogspot.com.es https://plus.google.com/+EnriqueCabrejas www.facebook.com/EnriqueCabrejasIniesta

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