Escultura de Piedra en el Centro de Nicaragua: Logros y desafíos

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Descripción

Mi Museo y Vos Granada, Nicaragua. Junio de 2010

Año 4 No. 13

Nueva exposición: Intercambio comercial de la cerámica precolombina en Centroamérica

Mi Museo y Vos



Editora: Nora Zambrana Lacayo Redactores: Oscar Pavón Sánchez Alexander Geurds Jorge Zambrana Fernández Carlos Villanueva José Mejía Lacayo Juana Sunsín







Diseño y diagramación: Nora Zambrana Lacayo Propietario: Peder Kolind

www.mimuseo.org [email protected]

Contenido Intercambio comercial de la cerámica precolombina en Centroamérica .....................................................................................

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Escultura de piedra en el centro de Nicaragua: Logros y desafíos ..............................................................................................

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Arqueología de Solentiname ........................................................

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La casa de Las Gabrieles ..................................................................

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Estadística de visitantes ...................................................................

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Intercambio comercial de la cerámica precolombina en Centroamérica

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esde tiempos muy antiguos en la región centroamericana, las diferentes sociedades que poblaron estas áreas estaban integradas en la práctica de intercambios comerciales, vinculados en la adquisición de diferentes tipos de cerámicas foráneas así como también de piedras preciosas, tales como: jade, refrita, serpentina. De la misma manera, se encuentra materia prima (obsidiana) la cual era utilizada para fabricar herramientas muy especializadas, localizadas a la lo largo y ancho de este espacio geográfico.

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Oscar Pavón Sánchez Arqueólogo de Mi Museo

Muestra de ello se pue- como también de restos de encontrar en las dife- de cerámica de tipo Rorentes publicaciones del sales Esgrafiado, que se proyecto “Arqueología de localiza en el Pacífico de la zona metropolitana de Costa Rica. Managua”, en el cual reportan en varias excava- Otros dato muy importanciones de diferentes sitios, te es la información obteel hallazgo de fragmentos nida del sitio arqueológico de material cerámico de tipo Usulután Negativo, que normalmente es uno de los más antiguos estilos de pintar en América Central; se supone tuvo origen en El Cerámica tipo Usulután Negativo. Colección Salvador. Así Mi Museo.

El Rayo, ubicado cercano a la costa del Lago de Granada. El estudio científicamente hecho por la Universidad de Calgary1 da informes preliminares recientes donde se explica que estas sociedades participaron de un sistema de intercambio comercial entre varias regiones de Centroamérica. Prueba de ello lo demuestran los restos de cerámica recolectada, identificando tipos de intercambio, como por ejemplo: 1- Delirio Rojo sobre Blanco, del oriente de El Salvador. 2- Los tipos hondureños Marimba, la clase Tenampúa de los Ulúa Policromo. 3- La variedad Jaguar del tipo Galo Policromo, manufacturada probablemente en el sector sur de La Gran Nicoya. Todos estos restos encontrados pertenecen al Periodo Bagaces (300-800 d.C.). Además, existe referencia

de que los habitantes de El Rayo tuvieron acceso a la manipulación de obsidiana (vidrio volcánico), esta materia prima es procedente de sitios geológicos de Honduras (Guinope) y Guatemala (Pixcaya e Ixtepeque). Esto hace indicar contactos e intercambio comercial con grupos ajenos a la zona. “Según el reporte de Joyce, ella sugiere que el Lago de Managua y el Lago de Nicaragua jugaron un papel muy importante en el traspaso de la cerámica de Honduras”2 El jade es también parte de la riqueza mineral apreciada por las culturas mesoamericanas, y sus yacimientos geológicos únicos en Centroamérica se encuentran en el valle de

1 Comunicación privada, Geoffrey McCafferty, 2009. 2 Descubriendo las huellas de nuestro antepasado, 1995, p. 102.

Motagua, Guatemala. De igual forma, las pieles de jaguar, las plumas de aves tropicales, el cacao que sirvió como moneda, fueron parte del canje comercial en la vida de nuestros antepasados, esto acontecido en el último periodo cronológico (1350-1550 d.C.). En la nueva exposición que exhibe Mi Museo, se encuentran diferentes tipos de cerámica y minerales preciosos que fueron comercializados durante los primeros y últimos periodos de las poblaciones indígenas en Centroamérica.

Cerámica tipo Galo Policromo. Colección Mi Museo

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Escultura de piedra en el centro de Nicaragua: Logros y desafíos Dr. Alexander Geurds* MsC. Jorge Zambrana** Carlos Villanueva***

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a escultura del área central de Nicaragua cuenta entre la escultura monumental más destacada en las Américas. Con un promedio de uno a tres metros de altura, estas estatuas antropomorfas se encontraron originalmente de pie y fueron monolitos tallados de basalto o andesita, con tallas en bajorrelieve (ver figura 1). De unas ciento veinte se sabe que tienen su procedencia en la zona del centro de Nicaragua (en su mayoría el departamento de Chontales), la mayoría de los cuales están ahora en la colección del Museo Gregorio Aguilar

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* Universidad de Leiden, Países Bajos ** Investigador independiente *** Museo Gregorio Aguilar Barea

Barea (MGAB) en Juigalpa, Chontales. Aparte del MGAB, el Museo Nacional en Managua cuenta con una colección de estas esculturas (específicamente varias procedentes del sitio El Salto). Además, el Instituto Smithsonian (Washington DC) y el Museo Etnológico de Viena poseen algunas. Esta última llevada allí por Emmanuel Von Friedrichsthal en la década de los 40s del siglo XIX (Nowotny, 1956, 1961; Sellen y Taracena 2007). La práctica de la extracción indocumentada de las estatuas ha impedido

Figura 1: Escultura en el Museo Gregorio Aguilar Barea.

cualquier tipo de documentación sistemática de su contexto. En consecuencia, no se sabe si fueron puestos por separado o se concentraron en agrupaciones más grandes. Tampoco tenemos idea de la relación espacial con arquitectura publica/ceremonial. Las estatuas datan entre 800 y 1500 d.C., pero las fechas de radiocarbono asociadas no están disponibles (Gorin 1989).

peligro de ser saqueado a corto o mediano plazo, por medio de la recogida ilegal de estas esculturas; un proceso que sigue ocurriendo con frecuencia en la zona. El sitio en El Ayote es el primero, y por ahora, único sitio arqueológico de su clase que ofrece el potencial para la investigación contextualizada en las esculturas del centro de Nicaragua.

Hoy en día, se considera como la más importante colección de escultura de piedra del país y una de las más importantes de Centroamérica. El museo y su creciente colección de escultura han facilitado varios análisis estilísticos (Baudez 1970; Haberland 1973) y la publicación de catálogos (Thieck 1971; Zelaya-Hidalgo et al. 1974).

Antecedentes

Durante actividades de reconocimiento en 2009 y 2010, del Proyecto Arqueológico Centro de Nicaragua (PACEN) se documentaron estas estatuas en un sitio arqueológico, en terrenos municipales de El Ayote, tallados con diseños antropomorfos en el llamado Estilo Chontales. Las esculturas figuran en un sitio núcleado formado por dos montículos públicos y diversos monolitos no trabajados de basalto columnar. Disminuyendo a lo largo del transcurso del tiempo, la mayoría de las estatuas todavía siguen in situ. Cabe mencionar que este sitio arqueológico corre el grave

El viajero Austriaco Von Friedrichsthal fue seguido por varios exploradores en las últimas décadas del siglo XIX. Viajaron a través de la zona central de Nicaragua, mencionando estatuas de piedra (Boyle 1968; Pim y Seeman 1869), pero proporcionando solo escasamente información sobre su entorno espacial. A partir de la década de 1960, después de algunos estudios comparativos de la escultura de piedra en Centroamérica (Richardson 1940), la recopilación local de esculturas en Chontales, dio lugar a la formación de una colección de considerable tamaño en el MGAB.

Estos catálogos ofrecen descripciones detalladas de estilo, centrándose en un informe general sobre la coherencia de estilo, así como descripciones detalladas de cada una de las estatuas de estilo Chontales, destacando los aspectos iconográficos tales como ropa, armas y animales acompañantes. Datos contextuales, sin embargo, están totalmente ausentes de estas publicaciones. Avances recientes En 2009, registramos el mencionado sitio en El Ayote. Midiendo unas seis hectáreas, consiste de montículos residenciales y un centro cívico-ceremonial.

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El reconocimiento de superficie reveló la presencia de veinte y tres esculturas de basalto columnar y andesita, trabajadas en bajo relieve. Además, por lo menos veinte monolitos de basalto columnar no trabajado fueron documentados. Todas las esculturas miden entre 1,5 y 2,5 metros de longitud (ver figura 2). El conjunto de las esculturas estaban

situadas en las inmediaciones de su posición original en lugares específicos en relación con dos plataformas públicas. Estas plataformas extraordinarias se caracterizan por tener forma cuadrada de 24 x 24 metros (Estructura 1) y de 16 x 16 metros (Estructura 2) y la presencia de una escalinata en las dos, formando así una plataforma superior

Figura 2: Escultura columnar encontrada en el sitio El Ayote.

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encima de la más amplia (ver figura 3). La Estructura 1 cuenta con treinta monolitos situados en sus esquinas, puntos intermedios y sobre el eje central de la plataforma. De estos monolitos, diez muestran rasgos de haber sido enterrados de manera vertical en la plataforma. Esta práctica fue reportada en otras ocasiones en Nicaragua, y puede indicar la

Figura 3: Representación de la Estructura 1 y 2.

deposición ritual de estos objetos. La Estructura 2 tiene nueve esculturas en su proximidad inmediata, de igual manera cerca de las esquinas y los puntos intermedios. Estas dos estructuras a su vez están rodeadas de montículos (posiblemente) residenciales. El sitio cuenta con cuarenta montículos más; mayormente plataformas de aparente uso habitacional, pero también incluyendo varios montículos

de mayores dimensiones (por ejemplo varios de tres metros de altura y treinta de diámetro) de forma circular. El crecimiento demográfico en la región de El Ayote y el profesionalismo cada vez mayor de los saqueadores, constituye una amenaza inmediata y grave para el sitio, y en particular para las esculturas. Por lo general, los saqueadores recorren la zona del centro de Nicaragua por compradores

interesados. Se conoce que en algunas ocasiones se han identificado como funcionarios del gobierno, autorizados para remover y trasladar las estatuas, cuando los propietarios de los terrenos en donde se encuentran exigen algún documento, o se oponen a que sean trasladados fuera de la región. La compra ilegal de esculturas y otros objetos arqueológicos se ha desarrollado prácticamente sin control. Además, por estar expuestas a las condiciones ambientales tropicales, las esculturas se encuentran en la categoría de materiales arqueológicos más amenazados en Nicaragua. Esta situación coloca la protección de la estatuaria en un orden de gran prioridad a los esfuerzos tanto para comprender como para proteger a estos íconos nacionales de Nicaragua, y ha resultado en un enfoque particular del PACEN para estudiar este sitio único a corto plazo.

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Arqueología de Solentiname Jorge Zambrana Fernández MsC. Arqueólogo

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l conocimiento de las sociedades humanas que poblaron el actual territorio nicaragüense ha sido una materia relegada al olvido por parte de aquellos que tradicionalmente se han ocupado de historiar nuestro pasado. Este pasado se remonta, claro esta, a la vida autónoma anterior a 1523, fecha que marca el aniquilamiento de una sociedad y el nacimiento de otra, que arranca con el proceso de conquista y destrucción social contada precisamente por los conquistadores. Desde esta perspectiva, la arqueología se propone desde un enfoque histórico, rescatar ese conocimiento

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Investigador independiente

para beneficio de las futuras generaciones nicaragüenses, acceder al pasado desde el punto de vista de que quien conoce su pasado, afirma su presente y acondiciona su futuro. Pero también, el conocimiento de nuestra historia debe permitir asomarnos, no solo al mundo mudo de los objetos, sino acceder al conocimiento de las relaciones sociales que dieron origen a los diferentes conjuntos materiales, que nosotros los arqueólogos estudiamos, con las técnicas y los métodos del presente, y los hacemos hablar.

obedece a la primera etapa de la investigación arqueológica, inscribiéndose en el marco de la sistematización del proceso cognoscitivo del registro arqueológico o como se conoce popularmente, el patrimonio arqueológico, existente en nuestro territorio nacional; relacionado con la catalogación y jerarquización de los depósitos, yacimiento o sitios arqueológicos, dirigida al esclarecimiento de nuestra historia antigua, a la reconstrucción de los procesos sociales experimentados por la sociedad aborigen, a través de las manifestaciones culturales.

La investigación arqueológica desarrollada en el Archipiélago de Solentiname,

Las islas que están en el Gran Lago ofrecen un gran potencial para

el esclarecimiento de la ocupación temprana de lo que hoy es Nicaragua, sus depósitos arqueológicos son de mayor importancia, quizás por ser áreas que por su distanciamiento natural son menos perturbadas que las de tierra firme, por lo cual pueden brindar mejores datos –de acuerdo a su naturaleza geográfica- del comportamiento cotidiano de los grupos humanos nicaragüenses más tempranos, su relación con la naturaleza y los mecanismos de defensa aplicados para su sometimiento, en vías a asegurar su supervivencia, actividades que en su conjunto se conocen como manifestaciones culturales, el producto del desarrollo alcanzado por el hombre en ese periodo de nuestra historia. Este proyecto fue ejecutado con la colaboración financiera de la Asociación de Arqueólogos de Suecia, canalizados a través de la Autoridad Sueca para el Desarrollo Internacional (ASDI), con la asesoría del arqueólogo sueco Hökan Nilsson, del Museo Histórico de Estocolmo en 1996.

La prospección reportó la documentación de más de 75 sitios arqueológicos, entre los que se incluyen, lugares con varios rasgos a lo interno, así como lugares de un solo petroglifo.

Nicoya, prueba la ocupación continua. Es muy probable que la población en los primeros periodos fuera reducida, incrementándose con el arribo de los Chorotega a Nicaragua, dada la baja proporción de restos bicromos con relación a los policromos. Esto también da pie para pensar en la ocupación ininterrumpida de las mismas áreas a través del tiempo, reforzando la hipótesis sobre la multi-funcionalidad de

La información obtenida sobre los sitios registrados y sus características, así como la temporalidad de la ocupación en base a los materiales cerámicos, permite afirmar que el Archipiélago estuvo habitado al menos desde 800 a.C., y posiblemente antes, hasta el periodo del contacto y aun después, por gente todavía indígena. El análisis preliminar de los restos cerámicos recolectados sobre todo en los sitios saqueados de manera intensiva, reportó que al menos un tipo cerámico representativo de cada periodo cronológico de la secuencia cerámica establecida al menos para el sector norte de la Gran Petroglifo encontrado en la isla Mancarrón.

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los sitios. La observación de muchos fragmentos de manos, metates, machacadores, hachitas pulidas o celts, lascas de pedernal y calcedonia, morteros, permite especular que practicaban la agricultura del maíz y el procesamiento de tubérculos. Muy probablemente practicaban la tala y quema para procurarse campos de cultivo. Obtenían productos del Lago mediante la pesca con redes, dado el hecho de encontrar pesas de red, aunque en una proporción muy baja. Parece ser que el intercambio jugó un papel fundamental en la sociedad del archipiélago, intercambiándose artefactos de jade, oro, metates labrados, con sociedades asentadas en suelo hoy costarricense. La información recolectada entre varias personas que participaron en los saqueos es que extrajeron grandes cantidades de jade, oro y cerámicas de todas las formas, policromas y bicromas, las que eran enviadas a Costa Rica por lotes. De estos saqueos varias personas del archi-

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piélago y de San Carlos se enriquecieron. Entre los objetos de oro se extrajeron algunas barras. Entre los extranjeros que realizaron excavaciones en Solentiname a inicios del siglo XX está el lingüista alemán, W. Lehmann, que también realizó excavaciones en Costa Rica, encontrando alguna similitud entre las dos regiones. Queda por dilucidar cuál fue el tipo de intercambio realizado, si fue intercambio directo y muto, si el intercambio se daba en algunos lugares fijados convenientemente o por comerciantes ambulantes que visitaban los mercados de cada asentamiento importante, al estilo de los mercaderes mexicanos, los Pochtecas. El conocimiento más exhaustivo de la arqueología del archipiélago y sus vínculos regionales y extra-regionales, solo será posible a través de investigaciones controladas, dirigidas a la recolección de los datos de contextos estratigráficos de carácter tanto arqueológico, así como de los múltiples

elementos que conforman el medio ambiente, lo que hará posible la reconstrucción de patrones de comportamiento de las sociedades que ocuparon el archipiélago y los cambios que se produjeron a través del tiempo, sintetizados mediante un enfoque histórico. No se cuenta con ninguna fecha radio-carbónica para Solentiname; no obstante, existe una buena secuencia cultural y cronológica de un ambiente similar a Solentiname, en la Isla de Ometepe, lo que permite extrapolar dicha secuencia con la debida cautela. Una fecha de radiocarbono de 980-1070 A.D. (Fase Gato) para Ometepe, no concuerda con la secuencia de tierra firme, aunque no se sabe si con Solentiname también, pues la cantidad de restos de este periodo es muy escaso para hacer este tipo de comparaciones. No obstante, es importante lo que plantea Haberland, su descubridor en 1959-1961, de acuerdo al ambiente en que fue localizado: la fecha de 980-1070 A.D. no la hace

contemporánea con fases de otras partes de Gran Nicoya. La fase Gato puede ser una fase transicional, errada en otras partes por la mezcla de niveles; o el Policromo Temprano o Periodo Bagaces, pudo haberse prolongado en Ometepe, mientras en otras partes de Gran Nicoya el Policromo Medio o Periodo Sapoa, ya se había iniciado.

de las fases, ni con respecto a las características de los conjuntos artefactuales que su subsuelo guarda, pues los datos obtenidos no provienen de excavaciones controladas, sino de los restos que las excavaciones ilegales destruyeron en su afán por extraer las piezas decoradas, que son las que se comerciaban y

se siguen comerciando en la actualidad. No obstante, los restos cerámicos recuperados sobre todo en las islas Mancarrón, Mancarroncito, y Juana, permiten bosquejar una secuencia de ocupación del archipiélago de al menos 2000 años, desde 500 antes de Cristo, hasta el momento de la conquista.

Esto pudo estar relacionado con el arribo de los chorotegas a la isla de Ometepe, donde aislados en medio del lago, los cambios del Policromo Temprano fueron más graduales al Medio y pudo ser más, una amalgama de dos culturas, que un desplazamiento de una por otra. El problema del arribo de los Chorotegas es claramente todavía un problema de debate, mientras los policromos apuntan a Mesoamérica, las vasijas estriadas son parte de un amplio complejo. En Solentiname no se puede decir mucho por el momento con relación a los comienzos y finales

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La casa de Las Gabrieles José Mejía Lacayo Editor revista Temas Nicaragüenses

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a casa que ocupa Mi Museo en Granada era popularmente llamada la casa de “Las Gabrieles”, sobrenombre con que eran conocidas las cuatro hermanas solteronas María Teresa (1874-1964), Herminia (1881-1939), Ana María (1886-1955) y Dolores (1880-1990) Lacayo Delgado, hijas de Gabriel Lacayo Argüello (18461933) y de Concepción Delgado Paiz (1848-1897), propietarias de la casa. Inicialmente el sobrenombre “Gabriel” servía para diferenciar a los hijos de dos hermanos casados con dos hermanas. Gabriel Lacayo Agüero (18171886) se casó en 1835 con su prima Dolores Argüello Agüero (1820-1883) y su

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Concepción Delgado Paiz y Gabriel Lacayo Argüello

hermano Pánfilo Lacayo Agüero (1812-1893) se casó con María Josefa Argüello Agüero. La casa de Pánfilo ocupaba el lugar donde hoy está el Cine Karawala y la casa de Gabriel donde hoy es Mi Museo. La gente se confundía entre los 15 hijos vivos de Gabriel y los 13 hijos de

Pánfilo, todos los 28 apellidados Lacayo Argüello, y además vecinos. Así fue que optaron por llamarlos los “Lacayo Gabriel” y los “Lacayo Pánfilo”. Los hijos de Gabriel y Concepción formaron sus propios hogares, y en el hogar familiar se fueron quedando solas las hermanas solteronas, y

así la casa pasó a llamarse la “Casa de las Gabrieles”. Como Granada fue reconstruida después del incendio de 1857 ordenado por William Walker, no sabemos cuando fue construida la casa de Las Gabrieles. Sabemos que el hogar de don Gabriel y doña Concepción fue inicialmente la casa que fue de don Francisco Lugo Aguilar (1873-1964), entonces de una sola planta, que luego pasó a manos de su hija Amanda Lugo Marenco casada con Héctor Mena Guerrero. Al crecer la familia de don Gabriel y doña Concepción, resolvieron comprar o construir su casa que, en ese entonces, incluía la que hoy ocupa Mi Museo y la casa que ocupan Maruca Chamorro Pasos y Dionisio Cuadra Kautz, como veremos más adelante.

de sus días. La última en morir fue Dolores Lacayo Delgado (1890-1990) que murió a la edad de 99 años, 3 meses y 5 días. La casa tuvo tres patios, el último conocido como “El Rancho” que fue vendido a sus vecinos del costado norte, Don Enrique Chamorro Solórzano y María Engracia Carazo Morales, en la década de 1950. Al centro del patio hubo una construcción que era usada para habitarla cuando había “temblores”, que era “el rancho” propiamente, y que quizás era usado para pasar el día en un ambiente silvestre. Este patio media aproximadamente 40 metros por 40 metros y colindaba con el Cuartel de Bomberos por el oeste, por el sur con lo que fue el Colegio de Doña Ricarda Barberena, y al este con la familia Chamorro-Carazo.

Las cuatro hermanas Gabrieles hicieron un acuerdo entre ellas: Aquella que muriera, heredaría su parte a las hermanas que quedaran vivas. Así se aseguraron vivir de sus rentas y tener un hogar donde vivir por el resto

En el Rancho había un pozo y una pila de agua que alimentaba por gravedad a toda la casa cuando Granada no tenía tubería de agua potable. Al costado oeste había un techo de mediagua, enladrillado con ladrillos de barro, pero

Gabriel Lacayo Agüero

sin más paredes que la que servía de división con los vecinos del oeste. Había una caballeriza techada para los caballos que llegaban de la hacienda y un cuarto que servía de depósito para repuestos de la casa y seguramente de mercadería. En la parte trasera de la casa de los ChamorroCarazo había otro galerón que era el depósito de carbón para consumo de la casa. En otro cuartito cerrado estaba el generador de “carburo” que producía el gas acetileno, que entubado se distribuía por toda la casa para proveer las llamas que servían de alumbrado. Había también un depósito de leña que

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servía para cocinar. El área sin techar era muy grande y en el crecían árboles de mango, guayaba de jalea y dulce, naranja agria, anona, jocotes. Aunque este patio no es parte de Mi Museo, es importante porque explica el funcionamiento de la casa granadina de finales del siglo XIX. En el frente que da a la Calle Atravesada, había una entrada con baldosas de piedra que era el zaguán por donde entraban las carretas y caballos de la hacienda, o la carga de mercadería, porque Don Gabriel era importador mayorista. Al lado del zaguán estaba la sala, propiamente al tope de la

María Teresa Lacayo Delgado

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Calle Arsenal, y a su costado sur, el “almacén”. En la calle, sobre la puerta del almacén había un rótulo de acero esmaltado en azul con letras blancas que decía: “Gabriel Lacayo e hijos, establecidos en 1868”. El almacén era el lugar donde se hacían las transacciones comerciales de mayorista. Entiendo que era un negocio de ferretería que vendía las cajas selladas tal como se recibían del extranjero, pero ya en tiempos de las Gabrieles, ellas vendían al menudeo clavos por libra, jabón y otros artículos, aunque los clientes y la mercadería eran pocos, posiblemente los sobrantes que había dejado su padre. Mi Museo fusionó sala y almacén en su Sala 1, y el zaguán se convirtió en recepción. Hasta 1918, año en que se casó el hermano de las Gabrieles, Orontes Lacayo Delgado (1875-1950) con Juana Zelaya Bone (1890-1921), (hija del presidente José Santos Zelaya y viuda de Joaquín Pasos Costigliolo), la casa de don Gabriel Lacayo y doña Concepción Delgado

incluía la casa vecina por el costado sur, hoy casa de habitación de Maruca Chamorro Pasos y Dionisio Cuadra Kautz. El tío Orontes dividió la casa en dos para ocupar él y su esposa Juanita Zelaya la mitad sur, dejando la mitad norte a sus hermanas solteras. Antes de la partición, la casa tenía dos primeros patios, con tres habitaciones enormes al centro, y corredores al frente de las habitaciones por el costado norte y el sur, además de los corredores que rodeaban los dos patios. La casa del tío Orontes era más pequeña porque dejó las tres habitaciones a sus hermanas Gabrieles y el se quedó con el patio y los corredores que lo rodeaban. En la primera habitación (lado este, hoy Sala 2 de Mi Museo), vivía Ana María; la del centro la compartían María Teresa y Dolores (Sala 3), y la tercera (Sala 4) yo ya la conocí como cuarto de huéspedes porque la tía Herminia murió en 1939, cuando yo tenía dos años. Eran habitaciones enormes, construidas de este

a oeste, la más pequeña de 6.3 metros de ancho por 7.0 metros de largo, y la más grande, de 9.7 de largo por el mismo ancho. Había otras tres habitaciones más pequeñas, en un eje norte-sur que dividía el primero del segundo patio (dos de ellas ahora unidas como Sala 5 y la otra convertida en laboratorio y baños), donde vivíamos los Mejía Lacayo inicialmente, pero al morir Ana María pasamos a ocupar también su habitación. Entre estas habitaciones

había un pasillo que daba acceso al segundo patio. El segundo patio estaba también rodeado de cuatro corredores. La casa aquí medía casi 19 metros de ancho por 37 metros de largo. Los corredores medían tres metros de ancho. Aquí estuvieron la cocina, el comedor, las pilas de lavado y el tendero de ropa en el patio, el cuarto de las cuatro o cinco empleadas domésticas (hoy Sala de Conferencias y bodegas), los únicos baños y

letrinas de la casa, y más modernamente el inodoro de tanque elevado. Todos estos detalles ayudan a entender el funcionamiento de la casa. En la esquina suroeste de la casa había una doble puerta de madera que daba acceso a “El Rancho” mediante un rampa de baldosas porque había un desnivel como de dos metros entre la casa y el Rancho. Hoy en día, Mi Museo demolió las construcciones del segundo patio, dejado los cuatro corredores libres

Al centro, Carmen Delgado Paiz; a la izq. Ana María y a la derecha Dolores Lacayo Delgado

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en lo que se conoce como “Centro de Reunión”. Carmen Delgado Paiz (1842-1936), cuñada de don Gabriel, quedó viuda sin hijos al morir su esposo Inocente Lacayo Argüello en 1890. Por esa razón se pasó a vivir a casa de su hermana Concepción; y al morir ésta en 1897, Carmen se hizo cargo de la administración de la casa y de criar a los hijos menores ya que Dolores, la menor, tenía solo siete años. Un poco de historia de los antepasados de las Gabrieles. Los Lacayo descienden del Gobernador interino de la Provincia de León Josef Antonio Lacayo de Briones y Palacios (1678-?) quien fijó su residencia en Granada. Su bisnieto José Antonio Lacayo Marenco (1770-1826) se trasladó a León para desempeñar un cargo colonial. Allí se casó con María del Pilar Agüero López y también allí nacieron todos sus 16 hijos, los Lacayo Agüero. Durante la guerra civil de 1844 en la que León fue

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sitiada por tropas centroamericanas al mando del Gral. Malespín y por tropas granadinas al mando del Gral. Severino Lacayo Mejía, primo hermano de los Lacayo Agüero, el mandamás de León, que se hacía llamar “Gran Mariscal”, Casto Fonseca acosaba a los hermanos Lacayo Agüero, quienes al final decidieron emigrar a Granada. Así fue que se radicaron en Granada Pánfilo de la Cruz (18121893), José Gabriel (18171886) y Fernando (18141880) Lacayo Agüero. Los Delgado Paiz eran ocho hermanos, también leoneses. Concepción era hija de Terencio Delgado Soto hijo de padre cubano y madre panameña, y de Ana Paiz (1812-1882) posiblemente de Nagarote donde Terencio tenía una importante hacienda ganadera con más de 1,500 reses, probablemente heredad de su esposa. Al quedar huérfana de madre Haydeé Lacayo Barillas (1882-1908), Lucrecia Lacayo Lacayo (1905-1989) y contraer segundas nupcias su padre

Virgilio Lacayo Delgado (1878-1931), la hermana de éste, Herminia Lacayo Delgado (1881-1939) se hizo cargo de Lucrecia quien creció al amparo de las Gabrieles. Lucrecia, aún después de casada con Constantino Mejía Marenco (1903-1982), siempre vivió en casa de sus tías Gabrieles donde nacimos y nos criamos todos sus hijos Mejía Lacayo. En su lecho de muerte en 1939, Herminia hizo prometer a su hermana María Teresa que velaría por Lucrecia y sería como una abuela para sus hijos, quienes cuidaron a sus tías abuelas en su vejez. Fue así que al morir Dolores, la última de las Gabrieles, la casa fue heredada por los Mejía Lacayo, quienes terminaron vendiéndola a don Peder Kolind, quien la adaptó para albergar su museo de cerámica indígena en Granada, Nicaragua.

Estadística de visitantes

Juana Sunsín castrillo

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Responsable de guías y taller de Mi Museo

n este trimestre, del 26 de marzo al 10 de junio, Mi Museo ha recibido la visita de 1827 personas, de las cuales 374 son nacionales, 460 estudiantes y 993 son extranjeros. Los extranjeros provienen de 45 países diferentes, los cuales se detallan a continuación:

Estados Unidos 275 Costa Rica 159 Reino Unido 76 Canadá 57 Alemania 53 Holanda 40 Bélgica 39 Francia 37 Australia 37 España 31 Dinamarca 22 Brasil 16 Noruega 15 Argentina 14

El Salvador 12 Guatemala 10 México 11 Suiza 10 Italia 9 Japón 7 Taiwán 6 Sri Lanka 6 Suecia 6 Chile 5 Aruba 4 Puerto Rico 4 Republica Checa 3 Corea 3

Finlandia 3 Polonia 3 Portugal 2 Eslovaquia 2 Belice 2 Irlanda 2 Filipina 2 Nueva Zelanda 2 Indonesia 2 Israel 1

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Mi Museo, Calle Atravesada 505, Frente a Bancentro. Granada, Nicaragua. Telf. (505) 2552-7614 E-mail: [email protected] Horario de atención: Lunes-Domingo: 8:00 a.m. - 5:00 p.m. Entrada gratuita. www.mimuseo.org Mi Museo y Vos

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