Escalaridad y evaluación: rasgos caracterizadores de la intensificación pragmática

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Descripción

Escalaridad y evaluación: rasgos caracterizadores de la intensificación pragmática Versión  borrador.  En  Putska,  Elissa/Goldschmitt,  Stefanie,  eds.,  Emotionen,   Expressivität,  Emphase,  Berlín,  Erich  Schmidt  Verlag,  pp.  79-­‐94. Marta Albelda Marco [email protected] Universitat de València (IULMA) Grupo Val.Es.Co.

En buena parte de la bibliografía se considera la intensificación lingüística como una manifestación de la expresividad (Beinhauer 1991 [1929], Vigara 1980, 1992, Held 1989, Herrero 1991, Briz 1998, Arce, 1999, Bazzanella y Gili 2009, eds.). El objetivo del presente trabajo es contribuir a la caracterización de la expresividad centrándonos en la intensificación y, en concreto, definiéndola a partir de sus dos rasgos básicos, la escalaridad y la evaluación. Obsérvense los siguientes ejemplos (Val.Es.Co., 2002, H.38.A1)1: (1) 1 2 3 4 5 6 7 8 9

A: lo que me reí yo↑ fue cuando una botella de champán↑ le apunté al ojo así↑ C: (RISAS) B: ¿y le diste↑ nano? ¡no jodas↓ tío! C: íbamos↑ y estábamos donde estaba él y él estaba de espaldas A: estábamos ciegos↓ completamente C: y yo te dije dale→ dale en to’l cogote/ y él me oyó↑ se giró↑/ y en vez del cogote en todo el ojo A: en todo el ojo que le dio B: (RISAS) ¡qué putada! (RISAS)

(2) 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

A: ¿no te gustan los ajos tiernos? D: eso está buenísimo/ en la tortilla→ A: y crudos/ a mí me gustan hasta crudos D: a mí no↓ crudos no A: están muy buenos/ porque no pican casi B: (ERUCTO) dedicado A: bon profit2// dedicado↑ a mi tía Pepa (...) (RISAS) C: el que era capaz de de montar una frase/ y hasta cantar una canción en- con eructos era [el Mosca3 ¿eh?] D: [el Mosca]/ el Mosca sí A: ése era un cerdo

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En esta conversación participan cuatro jóvenes varones, amigos, que se encuentran de picnic en la playa. Se han marcado en negrita los fragmentos que se quieren comentar. Los signos empleados para la transcripción de la lengua oral se recogen en el Anexo 1 del final. 2 Valencianismo, 'buen provecho', 'que aproveche'. 3 Apodo de un amigo no presente en la conversación.  

De manera intuitiva y en un primer acercamiento, en estas muestras se reconocen algunos usos intensificados. En (1) podríamos señalar, entre otros, la estructura introducida por el artículo neutro enfático (NGLE, § 42.16, 2009) lo que me reí yo (línea 1), la metáfora estábamos ciegos ('borrachos, de manera extrema', línea 5) modificada por el adverbio completamente, o los sintagmas en todo el cogote y en todo el ojo (líneas 6, 7 y 8). En el ejemplo (2), se puede interpretar como intensificado el superlativo de la línea 2 eso está buenísimo; también los dos usos del adverbio de foco hasta (líneas 3 y 8), y la metáfora ese era un cerdo (línea 11). ¿Por qué son enunciados intensificados? ¿de qué criterios nos servimos para identificar la intensificación? ¿por qué son expresivos? ¿qué tienen en común todos ellos? Estas son las preguntas que se pretende contestar en lo que sigue. Esta propuesta para caracterizar la intensificación se justifica y explica con mayor profundidad en Albelda (2007). Una definición próxima puede verse en Romero (2001), para el francés. En este trabajo, tras una breve discusión sobre los problemas conceptuales y terminológicos en torno a la intensificación, se defenderá su estatuto como categoría pragmática (§ 1). Tras ello, se explicarán sus dos propiedades, la escalaridad (§ 2) y la evaluación (§ 3). En la última parte, se discute la aportación semántica y pragmática de este fenómeno, y se presentan los modos de intensificar en la lengua (§ 4). Los ejemplos que sirven de ilustración se han tomado del español coloquial, concretamente del corpus de conversaciones coloquiales Val.Es.Co. (Briz et alii 2002)4. Este corpus ha sido la base para establecer la propuesta teórica para definir la intensificación, fenómeno que, por su naturaleza pragmática, debe ser reconocido a partir de usos contextualizados. 1. La intensificación más allá de la semántica y de la retórica: la perspectiva pragmática Como tal, la intensificación no se ha considerado como categoría comunicativa o pragmática hasta Meyer-Hermann (1983, 1988) y Briz (1997, 1998), al menos para el español. Sin embargo, ha sido estudiada con anterioridad bajo otras denominaciones, 4

El corpus Val.Es.Co. (2002) recoge el español peninsular hablado en Valencia; se ha obtenido mayoritariamente de forma secreta. Está acompañado de fichas técnicas que, entre otros datos, recogen las características de la situación comunicativa (tema, tenor funcional predominante y tono) y una descripción de los participantes. Presentan un sistema de transcripción propio (ver Anexo 1).

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como un fenómeno estilístico-expresivo propio de la lengua hablada en situaciones informales y cotidianas (Beinhauer 1929, Oster 1952, Seco 1970, Vigara 1980, 1992, Náñez 1982, Hernando 1988, Herrero 1991, Kiesler 2000, entre otros). De manera general, los estudios sobre este fenómeno pueden clasificarse en dos tipos: los que describen la intensificación semánticamente y los que la explican como un fenómeno estilístico-expresivo: -

desde una perspectiva semántica se ha explicado que la intensificación modifica los rasgos significativos de las palabras en tanto que cuantifica o gradúa su cualidad. En este sentido, se habla de superlación, cuantificación extrema, gradación intensiva (González Calvo 1984-88, Ramos 1993 Suñer y Roca 1998). En términos de semántica estructural, se la considera un clasema (Portero 1997).

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desde una perspectiva estilística y retórica se ha explicado que la intensificación modifica expresivamente los significados lingüísticos para lograr determinados efectos retóricos. Los términos manejados, en este sentido, son, entre otros, expresividad, énfasis y mise en relief (Beinhauer 1929, Oster 1952, Krüger 1960, Cisneros 1966, Seco 1970; Herrero 1991, Vigara 1992, Ramiro 1995).

Ambas aproximaciones ofrecen una clara aportación en el intento de sistematizar la intensificación como categoría pragmática. La descripción semántica da cuenta de cómo se codifica este valor en la lengua y anuncia y revela lo que será una de las propiedades que permitirán identificar la intensificación en los usos lingüísticos: la escalaridad. La perspectiva retórica se acerca a la perspectiva pragmática al pretender explicar el para qué de la intensificación. Las aportaciones de la retórica incluyen, en el fondo, aspectos comunicativos como el de elección intencionada de la forma lingüística para destacar algo, o la búsqueda por parte del hablante de una repercusión en sus interlocutores para ser más efectivo. Esta perspectiva ofrece la clave para concretar la segunda propiedad característica de la intensificación pragmática: la evaluación. Las aproximaciones anteriores a la intensificación, aun siendo necesarias, no son suficientes, pues no proveen criterios claros que permitan establecer el límite de la intensificación. Si tomamos la descripción semántica, tenemos el problema de identificar la intensificación con cualquier aspecto de la lengua que codifique un valor de superlación o de cuantificación extrema, por lo que aceptaríamos que la intensificación se encuentra a priori codificada en determinados mecanismos 3

lingüísticos. Si tomamos la explicación retórica, el problema que se presenta es el de definir la expresividad y delimitar sus fronteras, por lo que tampoco se aportan rasgos precisos para su caracterización. Hay que buscar, por tanto, otras vías de explicación. ¿Qué ofrece la perspectiva pragmática? De acuerdo con Meyer-Hermann (1988), Briz (1998), Albelda (2007) y Bazzanella y Gili (2009: 19), la pragmática explica que estamos ante una función comunicativa de la lengua: la intensificación no es (o al menos, no solo es) un valor de significado, sino una estrategia de comunicación que se emplea con un fin concreto en unas determinadas circunstancias contextuales. En esta propuesta destacan dos puntos. En primer lugar, se apunta el carácter estratégico de la intensificación: actúa como mecanismo argumentativo en la negociación conversacional, busca la efectividad y eficiencia en el habla; se emplea por parte del hablante con un propósito concreto, “reforzar la verdad de lo expresado y, en ocasiones, hacer valer su intención de habla” (Briz 1998: 114).5 En segundo lugar, se destaca su dependencia contextual. La intensificación está en la intención del hablante, quien busca las formas más adecuadas para mostrar su actitud y guía al oyente en la recuperación de sus objetivos perlocutivos. Por tanto, solo el análisis del habla en su propio contexto permitirá reconocer en determinados mecanismos lingüísticos una intención intensificadora. En definitiva, aunque se pueda establecer una nómina de mecanismos favorecedores de transmitir intensificación, solo será su análisis contextual lo que permitirá reconocer este fenómeno. Se precisan, por tanto, criterios precisos, sistemáticos y predictivos, que ofrezcan pautas reconocibles de la intensificación. 2. La escalaridad en la intensificación En los supuestos casos de intensificación de los ejemplos (1) y (2) se puede reconocer, en todos ellos, una propiedad semántica común. Hay una expresión extrema de la cualidad mencionada. El hablante, bien apunta el límite máximo de la cualidad (estábamos ciegos completamente, ej. 1; eso está buenísimo, ej. 2), o bien recalca la exhaustividad de la cantidad o de la cualidad a la que se refiere (en todo el ojo; ese era un cerdo, ej. 2). En ese interés por referirse al límite absoluto, se expresa también que se supera lo esperable y, en ese sentido, se recuperan una serie de alternativas no explícitas 5

De acuerdo con Briz (1998, 2003), las categorías pragmáticas, entre las que incluye la intensificación, se asocian a actividades estratégicas y regulan las relaciones interpersonales de los hablantes.

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pero sí convocadas por el valor escalar (lo que me reí yo, ej. 1; los ajos a mí me gustan hasta crudos ej. 2). El concepto de escala proporciona pruebas para reconocer si una forma lingüística se sitúa en un punto extremo en el que se sobreentienden otras posibilidades más débiles. Tomemos la siguiente definición de escalaridad, que recoge diversas aportaciones bibliográficas (Horn 1972, Levinson 1983, 2000, Cruse 1986, Schwenter 1999): Pertenencia a un conjunto ordenado de elementos que poseen un rasgo en común en el que contrastan y a partir del que se puede hablar de miembros más fuertes y más débiles. Una construcción X estará intensificada si existe una construcción Y, igual en todo a X salvo en la presencia de algún elemento tal que exprese una proposición en un grado inferior. (Albelda 2007: 118)

Esta definición recoge tres características: 1) se trata de un conjunto de elementos graduables; 2) el conjunto se establece porque existe un criterio de pertenencia a este; 3) los elementos del conjunto se pueden ordenar linealmente por grados de informatividad o fuerza semántica. Hablamos, por tanto, de conjunto cerrado, gradación, rasgo común a los miembros del conjunto, orden. La aportación del concepto de escala a las definiciones anteriores de intensificación desde una perspectiva semántica (§ 1) es el rasgo de la relatividad, esto es, el poner de manifiesto que existen otras alternativas inferiores que no se han elegido porque no son suficientemente informativas para los propósitos del hablante. En la muestra (2), el adverbio hasta sitúa el elemento que introduce (comer ajos crudos, cantar una canción con eructos) en el límite final de una escala y, a su vez, convoca una serie de posibles elementos inferiores en la escala, más esperables, pero que no se dan en ese contexto (otros modos de comer ajos, otros logros que se pueden realizar mediante eructos). Este tipo de inferencias obtenidas en un marco escalar, son consideradas implicaturas conversacionales escalares (Levinson 2000). Los elementos que las conforman se pueden ordenar mediante criterios semánticos (escalas semánticas, Horn scale, Horn 1972) o mediante criterios pragmáticos (escalas pragmáticas, Fauconnier 1975). Son numerosos los mecanismos lingüísticos que permiten crear valores escalares: fónicos (intensidad enfática, alargamientos fonéticos, etc.), léxicos (superlativos, por ejemplo, buenísimo), semánticos (metáforas, hipérboles, por ejemplo, ser un cerdo, estar ciego), morfológicos (modificadores, por ejemplo, completamente), sintácticos (sintagmas

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como en todo el cogote; estructuras enfáticas como lo que me reí yo)6. Hay también muchas partículas discursivas especializadas en guiar procesos escalares (hasta, ni, incluso, al menos, encima, etc.).7 3. La evaluación en la intensificación El concepto de evaluación que aquí se propone, y cuyo alcance y significado se acotará a continuación, pretende servir como criterio de reconocimiento de la intensificación, con el fin de contribuir a precisar el concepto de expresividad que han venido tomando los estudios de este fenómeno desde un enfoque retórico (§ 1). La bibliografía ha empleado términos que pretenden explicar la finalidad de uso de la intensificación. Además de expresividad, se ha hablado de ponderación, de afectividad, de connotación, de énfasis, de realce o de mise en relief. Estos conceptos indican que la intensificación supone algo más que la simple superlación, cuantificación extrema o escalaridad. Quien intensifica no solo expone un estado de cosas, sino que juzga la realidad, y con la elección de las formas lingüísticas pretende revelar ese juicio. Hay que precisar, por tanto, qué es evaluación, sin que se trate este también de un rasgo subjetivo. Para la propuesta de evaluación se parte de los criterios ofrecidos por Hunston y Thompson (1999). Se señalan tres rasgos en la evaluación: 1) la comparación de algo con respecto a una norma; 2) la expresión de subjetividad; y 3) la manifestación de un determinado sistema de valores, que se revela tras las propias formas lingüísticas empleadas. A estos tres rasgos, se puede añadir un cuarto, tras una revisión sobre el estado de la cuestión sobre el tema (Albelda 2007): 4) la intensificación no afecta al valor veritativo de lo dicho. Veamos con detalle cada uno de ellos. El criterio de comparación respecto a una norma se vincula estrechamente con el concepto de escala, aunque si bien en una escala estamos ante un tipo concreto de comparación (ordenada, con un rasgo común a varios elementos del conjunto, etc., § 2). En la intensificación hay comparación puesto que se acude a una cuantificación extrema 6

Dejo de lado en este trabajo la intensificación en formas de modalidad (epistémica, deóntica) en las que se intensifica el grado de certeza o de compromiso con la verdad de lo dicho (Albelda 2003, Albelda 2007: 125-130). Piénsese en adverbios y locuciones adverbiales como fijo, seguro, claro, por supuesto, sin duda, evidentemente, etc. 7 Algunos estudios más específicos sobre escalas y partículas escalares en español son, entre otros, Schwenter (2000), Portolés (2007a), (2007b), Albelda y Gras (2011).

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que supone la superación de otras posibilidades que no son lo suficientemente informativas. Esas otras posibilidades tienen algo en común con la forma elegida y algo diferente, en concreto, un menor grado de intensidad (semántica, modal, ilocutiva, expresiva). En la muestra (1), lo que me reí yo, además de una topicalización sintáctica que sirve para introducir el acto de habla, es un sintagma intensificado porque cuantifica la acción de reír de tal manera que se sobreentienden otras alternativas de fuerza menor que se encuentran superadas. Se expresa, por tanto, una estimación respecto a lo que se podría haber dicho y no se ha dicho. La expresión de la subjetividad puede verse como un criterio muy amplio, en el que hace falta precisar cómo se discrimina lo que es subjetivo de lo que no. Es, quizás, la presencia del hablante en la escala gradativa lo que puede distinguir los conceptos de cuantificación e intensificación. Cuantificar un elemento supone simplemente informar del lugar que ocupa en una escala (Sánchez 1999). Sin embargo, en la intensificación el hablante se hace presente en el enunciado escalar al manifestar la preferencia y elección por un punto concreto de la escala: el más alto que el hablante considera informativo tomar para comunicar que se supera lo normal o esperable en ese contexto. Respecto a este segundo criterio, si tomamos el ejemplo ese era un cerdo de la muestra (2), vemos cuantificación extrema en el hecho de que se identifica a la persona en cuestión con las propiedades relativas a la suciedad de un cerdo, de modo metafórico. Precisamente el empleo de una construcción figurada constituye una elección intencionada del hablante hacia una forma marcada mediante la que se pretende comunicar un punto de vista, un modo de juzgar la realidad, y por lo tanto, se expresa subjetividad. Si aplicamos este segundo rasgo de la subjetividad al enunciado eso está buenísimo en la tortilla de la muestra (2), en principio, no disponemos de suficientes pruebas (por falta de contexto) para decidir si solo hay cuantificación (superlativa, en este caso) o si, además, hay intensificación. Necesitaríamos conocer si para estos interlocutores comer tortilla con ajos tiernos es algo esperable o no; en función de ello, podremos decidir si el hablante ha empleado el superlativo para realizar una acción marcada y expresar un juicio subjetivo o no. El tercer rasgo de la evaluación, la presencia de marcas del sistema de valores del hablante, tiene que ver también con la escalaridad. Hemos dicho que emplear una estructura o una partícula escalar supone convocar una serie de inferencias respecto a 7

otras formas de decir que se consideran alternativas de menor fuerza informativa. Esas inferencias se perciben como ideas, supuestos o modos de funcionar esperados en el contexto cultural, en el sistema de valores que rodea a los hablantes. El hecho de emplear la forma extrema de la escala revela y pone de manifiesto qué es lo que un hablante (o una comunidad social) considera extremo y, por tanto, que supera los límites de la normalidad o de lo habitual. En el enunciado de (2), los ajos me gustan hasta crudos, se recurre a un adverbio escalar, hasta, para procesar una instrucción por la que se indica que la información que sigue es la que el hablante juzga como más extrema y menos esperada. El reflejo del sistema de valores viene dado por el hecho de que el hablante fija la condición límite respecto a los modos y maneras en que se pueden comer los ajos. Este enunciado desvela una valoración hacia un gusto gastronómico que se da por hecho en ese intercambio conversacional y que, por tanto, refleja el modo aceptado de cómo se ven las cosas en esa comunidad de hablantes. Posicionar el supuesto comer los ajos crudos en el lugar más alto de una escala expresa la idea de que para dicho hablante (y se supone que para sus interlocutores) es un supuesto poco común o probable en la comunidad de vida en la que se encuentran. Los tres aspectos que definen la evaluación, adaptados de Hunston y Thompson (1999), pueden verse completados por un rasgo que añadimos para definir más precisamente el fenómeno que nos ocupa. La intensificación no afecta al valor condicional-veritativo del enunciado en el que se encuentra, puesto que no es un valor semántico, no son las formas escalares empleadas sino la evaluación que se pretende mostrar a través de ellas.8 La intensificación, por tanto, no es ni está en la forma, es la inferencia que se obtiene del modo de expresión elegido; en ese sentido, modifica el enunciado expresivamente pero no veritativamente. En el ejemplo (1) el hablante dice que alguien recibió un golpe en todo el ojo. Se emplea el cuantificador universal (todo) para expresar un valor semántico de alcance exhaustivo, la totalidad. Sin embargo, el fenómeno de intensificación que se recupera tras estas formas hay que cifrarlo en el juicio de exageración que se hace, en la evaluación que supone acudir a una forma que en este uso gramatical es marcada: no

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Quizás en otras aproximaciones al concepto de evaluación, se puede tomar este de manera más amplia y incluir bajo su alcance todo lo relativo a la connotación semántica (léxico valorativo, construcciones de juicio evaluativo, etc.).

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hay diferencia referencial entre recibir un golpe en el ojo y recibirlo en todo el ojo. Al recurrir al cuantificador universal en este uso, el hablante quiere mostrar la intención de que no fue un golpe habitual: esta inferencia se obtiene a partir de uso de la forma todo.9 La intención intensificadora del hablante, y que supone un juicio personal de la realidad a la que se está refiriendo, se transmite (no está codificado) a través de la elección de las formas lingüísticas. En definitiva, el rasgo de la evaluación se inscribe en el ámbito de la actitud del hablante hacia lo dicho. Se encuentra no en la descripción o transmisión de información de un enunciado, sino en el juicio que a este se asocia. La evaluación permite entender la naturaleza pragmática de la intensificación, fenómeno que va más allá del valor semántico codificado en la lengua.

4. El valor semántico e inferencial de la intensificación y los modos de intensificar

En los ejemplos que se han considerado intensificados en las muestras iniciales, (1) y (2), podemos advertir un factor común a todos ellos. Los mecanismos lingüísticos que los conforman se especializan en expresar superlación semántica, en indicar los extremos cuantitativos o cualitativos de los significados léxicos. Es un hecho: bien sintáctica, morfológica, semántica o fónicamente, la intensificación surge cuando se emplean procedimientos que apelan a límites de una escala. En el caso de las partículas escalares (hasta), no hay duda de que la intensificación es una inferencia que surge a partir del significado que esta misma forma procesa, no es un valor codificado en lo dicho. Sin embargo, ello puede ser menos obvio en otros casos en que la intensificación no se logra a través de partículas discursivas, sino mediante procedimientos lingüísticos: estábamos ciegos completamente, ser un cerdo, lo que me reí yo, en todo el ojo que le dio. Estos últimos ejemplos presentan un contenido proposicional, un valor semántico de grado máximo de una escala (lo que me reí; completamente), de valor absoluto (intensional) de la cualidad expresada (dar un golpe en todo el ojo)10 o de exageración 9

Esta idea puede explicarse con mayor profundidad a partir de la heurística de manera de Levinson (2000), que forma parte del sistema inferencial de la comunicación humana. No podemos entrar en más detalles sobre ello en este artículo. 10 Piénsese en otros ejemplos: ser un auténtico aburrimiento de profesor; estar en plena esquina de una calle esperando a alguien; etc.

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(ser un cerdo, en este caso, además, figurada). Surge, entonces, la cuestión de si es o no es la intensificación un valor semántico. Hemos defendido en § 3 que no lo es, aunque, si bien, este preciso valor semántico constituye la condición necesaria, pero no suficiente para que se produzca la intensificación. Nuestra propuesta de intensificación se sustenta plenamente en su naturaleza pragmática. Estamos ante una estrategia comunicativa, un fenómeno o táctica de argumentación y manipulación lingüística al servicio de los interlocutores en sus discursos. En ese sentido, reservamos el término intensificación para los casos en que expresándose el grado extremo de una escala, haya, además, evaluación, esto es, la intención del hablante y las inferencias que guía en el oyente de expresar un juicio de la cualidad o de la cantidad que sobrepasa los supuestos esperados o establecidos como normales en una situación concreta. La intensificación, por tanto, es el valor comunicativo que se transmite mediante recursos lingüísticos que indican o advierten al oyente de que algo excede el curso normal de las cosas o de que él mismo exagera la realidad. Tal y como se ha obtenido del análisis de un corpus conversacional coloquial (Val.Es.Co. 2002), hay diversos modos de intensificar en la lengua. De acuerdo con el estudio realizado en Albelda (2007: 155-163), la evaluación que supone intensificación se manifiesta tanto a través de la expresión lingüística como a través del significado. También hay una tercera vía de intensificación, a través de elementos modales (adverbios como seguro, fijo, por supuesto, etc.), que no se ha desarrollado en este trabajo (no aparece en los ejemplos), pero que se comentará más abajo. La intensificación a través de la expresión lingüística consiste en recurrir a procedimientos lingüísticos para llamar la atención del valor extremo o absoluto de la cantidad o de la cualidad, sin que esto suponga un añadido o modificación del valor veritativo del enunciado. Es solo el modo de expresión mediante una forma marcada el que informa al oyente que debe recuperar una intención evaluativa determinada en el hablante. Es el caso de dar un golpe en todo el ojo, donde se recurre a un término (todo) que insiste en el valor absoluto de un hecho que no es susceptible de cuantificarse, puesto que el propio significado abarca la totalidad del alcance referencial. Piénsese en otros ejemplos como: ser algo en absoluto inaceptable, ser una pura mentira, ser alguien un auténtico cretino, estar alguien sin ir a clase para nada, etc. Otro caso de intensificación en la expresión lingüística muy similar es el enunciado de la muestra (1), estábamos ciegos completamente (línea 5). El adverbio completamente 10

refuerza lo que ya suponía un grado máximo de ebriedad. La metáfora estar ciego en sí misma ya informa del valor extremo, de manera que este adverbio no aporta ningún valor referencial. También la construcción con el artículo neutro enfático, seguida de una oración de relativo (lo que me reí yo, ej. 1) constituye un mecanismo sintáctico por el que se pretende llamar la atención de la cuantificación extrema mediante el recurso a un modo de formulación que lo destaca. Por último, también estamos ante intensificación a través de la expresión lingüística cuando se acude a partículas escalares, como en el adverbio hasta de la muestra (2), los ajos me gustan hasta crudos (líneas 3 y 8). Es la propia forma de producción la que busca marcar que se trata de un punto límite, extremo, para advertir de que se sobreexceden las expectativas. La intensificación se puede comunicar, también, a través del propio significado, y más propiamente mediante el recurso a la exageración. En estos casos se sobrepasan abiertamente los límites de la realidad, y es justamente esta transgresión del límite lo que informa de que el hablante quiere destacar la cantidad o la cualidad para conseguir determinados efectos en la interpretación. Es frecuente que, además, se recurra a significados figurados, puesto que, además, estos presentan una especial capacidad de de generar implicaciones de propiedades más fuertes.11 En los dos enunciados metafóricos de las muestras (1) y (2), se obtienen significados de propiedades extremas: aplicar la metáfora estar ciego (ej. 1, línea 5) a una persona borracha es equiparla exageradamente con un grado de ebriedad que supondría la pérdida de la visión física. Del mismo modo, identificar a alguien, figuradamente con un cerdo (ej. 2, línea 11) es una manera de atribuirle las propiedades (negativas) más extremas de este animal. En las muestras extraídas del corpus Val.Es.Co. que aparecen al principio de este trabajo no aparecen casos de intensificación modal. Los elementos modales son graduales en sí mismos. Aunque se habla de intensificación modal afectiva o apreciativa, sobre todo, es productiva la intensificación modal de la lógica epistémica y deóntica, en la que se recurre a formas lingüísticas con las que se refuerza el compromiso del hablante con lo que dice. El hablante expresa un juicio, su actitud, hacia sobre el grado en que el contenido proposicional es sabido o creído (modalidad

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Ello se debe también a que el recurso al lenguaje figurado es una forma más evidente de evaluación, puesto que la opción por un tipo de comparación no es gratuita, se eligen como fundamentos de la analogía los elementos más informativos para transmitir la idea que se pretende.

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epistémica) o sobre el grado en que algo debe ser hecho o permitido (modalidad deóntica). Se considerará intensificación en los casos en que se acuda a las formas más fuertes de expresión de la modalidad. Las formas de refuerzo del compromiso con lo dicho en español, son numerosas, bien puede tratarse de adjetivos y adverbios (claro, fijo, por supuesto, sin duda, desde luego, etc.) como de otras estructuras y construcciones verbales, como es la que se recoge en el siguiente ejemplo de Mariano Rajoy (en ese momento líder del partido de la oposición en España) en una entrevista ofrecida a Pedro J. Ramírez (Veo 7 Tv, "La vuelta al mundo", 01/02/11): Hicimos un pacto de gobierno, que fue público, que fue conocido, que se llevó a la investidura, que se sometió a votación (...) Yo puedo asegurarle, y eso lo tengo absolutamente claro, que no yo voy a hacer nada que no deba hacer ni que en lo que no crea. Es evidente que si hay que formar coaliciones con alguien o...

En este acto de habla, el político en cuestión expresa con todos los medios que dispone a su alcance el compromiso con la proposición que emite ("no voy a hacer nada que no deba hacer ni que en lo que no crea...). En lugar de yo puedo asegurarle, y eso lo tengo absolutamente claro podría haber optado por otra expresión de la modalidad más atenuada, como tal vez, posiblemente, creo que, etc. Al hacer uso de formas intensificadas manifiesta

la evaluación hacia el compromiso con sus palabras y con la certeza y garantía que hacia ellas adquiere12. Una vez más, la intensificación, en este caso, modal da cuenta de una estrategia comunicativa que forma parte de la intencionalidad de quien habla. El recurso a formas modales de intensidad extrema son una táctica del hablante para ofrecer asertividad a sus interlocutores y conseguir de ellos una mayor credibilidad.

5. Conclusiones La presencia de los rasgos de escalaridad y evaluación, tal y como aquí se entienden, es lo que, a nuestro modo de ver, define el fenómeno pragmático de la intensificación. La intensificación es una manifestación de la expresividad de la lengua. Un hecho expresivo no puede fundamentarse únicamente sobre bases semánticas. La expresividad 12

Para una mayor profundización en la intensificación modal, se puede ver, entre otros, Albelda (2003) y Albelda (2007: esp. 158-160). Algunos estudios sobre determinados elementos de intensificación modal son, entre otros, Fuentes (1993a, 1993b, 1994), Holmes (1982, 1984a, 1988), Ruiz (1999), Pons (2003).

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no se encuentra en la superlación o en la cuantificación extrema. El concepto de escala es mucho más amplio que los anteriores porque permite dar cuenta de las inferencias que se crean al emplear elementos intensificados. A su vez, la escalaridad se complementa con la evaluación. Este segundo rasgo se reconoce en contexto: hay que tener en cuenta la intención de quien habla y del juicio que hace a partir de una serie de expectativas que se activan en unas circunstancias contextuales concretas. La escalaridad es necesaria pero no suficiente. La evaluación es la característica definitiva para que se produzca intensificación. Hay evaluación cuando se expresa que se ha sobrepasado la cantidad esperada en un determinado contexto, y ello se logra mediante la selección de determinados mecanismos lingüísticos que revelan el juicio del hablante por comunicar intensificación. En ese sentido, la intensificación se logra a través del las formas en que se presenta la información: no está en las formas, si no en la   advertencia que supone acudir a formas marcadas de expresión. De ahí que consideremos la intensificación pragmática no como un valor semántico, sino comunicativo.

Bibliografía    

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Algunos signos del sistema transcripción de Val.Es.Co. [ ] / // /// ↑ ↓ → pa'l aa nn Letra cursiva:

Lugar donde se inicia un solapamiento o superposición. Final del habla simultánea. Reinicios y autointerrupciones sin pausa. Pausa corta, inferior al medio segundo. Pausa entre medio segundo y un segundo. Pausa de un segundo o más. Entonación ascendente. Entonación descendente. Entonación mantenida o suspendida. Fenómenos de fonética sintáctica entre palabras, especialmente marcados. Alargamientos vocálicos o consonánticos Estilo directo, característico de los denominados relatos conversacionales.

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