¿Es Posible la Naturalización de la Epistemología? - DRAFT - NO CITAR

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Descripción

¿Es Posible la Naturalización de la Epistemología? Moisés Macías Bustos

En este ensayo me concentraré en discutir la posibilidad de la naturalización de la epistemología en respuesta a problemas planteados por Quine. Para poder hacer eso es necesario discutir algunas nociones preliminares i.e. i) ¿Qué entendemos por la naturalización de una disciplina filosófica?; ii) ¿Qué entendemos por la naturalización de la epistemología? Y iii) ¿Qué sería que la naturalización de la epistemología fuese posible? Me ocupo de ello en la primera sección. En la segunda sección abordo específicamente los argumentos de Quine en favor de la naturalización de la epistemología; motivo esta sección con algunas observaciones acerca del programa epistemológico de los empiristas lógicos, desde un punto de vista general, así como el de los logicistas, específicamente Russell, y argumento que las objeciones de Quine al proyecto a priori en epistemología, en la medida en que están fundamentadas en su crítica a estos proyectos, fracasan. También, con el objetivo de vulnerar otras supuestos del argumento de Quine, discuto a grandes rasgos las estrategias abiertas para el epistemólogo a priori en respuesta al reto escéptico clásico (helénico). Esta sección contiene la parte más robusta de la discusión. Posteriormente, en la sección III, observo algunos problemas con la propuesta positiva de Quine: específicamente sostendré que Quine pide la cuestión respecto a la posibilidad de naturalizar la epistemología con respecto al problema de la normatividad. Finalmente, argumento brevemente en favor de la posibilidad de una naturalización parcial de la epistemología desde algunos programas posteriores. A grandes rasgos podemos decir que algunas de las principales preguntas de la epistemología conciernen la naturaleza del conocimiento y la justificación, así como problemas que surgen de considerar estos temas e.g. la posibilidad del conocimiento vis a vis el escepticismo filosófico. Es ilustrativo considerar desde este punto de vista lo que podríamos llamar a definición clásica del conocimiento, en adelante DCC:

DCC: x conoce que p si y sólo si i) p es verdadera; ii) x cree p y iii) x está justificado en creer que p.1,2 Algo así como esta definición circula en la historia de la filosofía desde Platón. Sin lugar a dudas es intuitivamente atractiva. Notemos de entrada que lo que pretende esta definición es hacer explícitas las condiciones necesarias y suficientes en las que cualquier agente tiene conocimiento de alguna proposición. También salta a la vista de inmediato que las condiciones propuestas tienen un alto nivel de generalidad, por ejemplo no detalla cómo entender nociones como “verdad”, “agente”, “proposición”, “creencia” y “justificación”. Es notable también que puede ser considerada intuitiva en la medida en que recupera lo que pre-teoréticamente estaríamos inclinados a llamar conocimiento, a saber, que quien afirme que p es verdadera tenga razón sobre ello y que tenga además razones para sostenerlo. Llamemos a la concepción pre-teórica que intenta capturar esta definición “objetivo”; lo cuál será importante más adelante en la discusión. Contrastemos esto con una definición parcial3 acerca de la naturaleza de las matemáticas, M. M: Un cuerpo de proposiciones cuenta cómo un cuerpo de proposiciones matemáticas sólo si: i) Son proposiciones necesariamente verdaderas y ii) Son proposiciones completamente generales4.

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Véase por ejemplo Musgrave 1993, capítulo I.

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Los contraejemplos de tipo Gettier (1963) muestran que puede haber una especie de suerte epistémica que permita que se cumplan esas tres condiciones y que intuitivamente no consideremos que hay conocimiento. Hay sin embargo maniobras posibles para quien siente simpatía por la definición clásica. Véase por ejemplo Goldman [1986.] 3

Llamo a esto una definición parcial en el espíritu de dejar abiertas otras concepciones de la naturaleza de las matemáticas que han aparecido en la literatura [cf. Shapiro, 1997]. Nótese que el “sólo si” ahí representa la implicación material i.e. sólo las condiciones necesarias. 4

Una proposición es completamente general si y sólo si todos sus componentes no-lógicos son reemplazados por variables; incluidos componentes predicativos i.e. predicados. En lógicas de orden superior es posible cuantificar sobre predicados y relaciones, por lo que cualquier proposición

Nótese que la motivación para una definición así viene también de ciertas concepciones pre-teóricas que una gran mayoría de filósofos atribuyen a las matemáticas e.g. su carácter abstracto y su necesidad. Podemos observar que en ambos casos partiendo de un objetivo, en el sentido arriba definido, es posible formular una definición que captura una concepción a priori de nociones como conocimiento o matemáticas. Lo que esto muestra es que si el objetivo es claro, el trabajo de formular una definición explicativa del mismo requiere en esencia de dos procedimientos: abducción y deducción. Lo primero para buscar un cuerpo de proposiciones tales que, si se cumplen, entonces ya sea que ello nos permite recuperar al menos las condiciones necesarias para que algo sea considerado el objetivo o las condiciones necesarias y suficientes en el caso más ambicioso. En esencia una inferencia a la mejor explicación en donde la formulación, de ser el caso, recupera el objetivo. La deducción entonces nos permite simplemente comprobar que si esa es la definición del objetivo entonces el objetivo tiene las propiedades referidas e.g. si DCC es la definición de conocimiento entonces si x conoce p luego p es verdadera, creída por x y está justificada. Todo este trabajo filosófico es en esencia a priori, al menos en el sentido en que, dado un objetivo, el trabajo de formular una definición que lo capture y notar que efectivamente captura las propiedades pre-teóricas sospechadas puede hacerse desde el sillón. Es en oposición a una metodología filosófica enteramente en este espíritu que mejor podemos comprender el proyecto naturalista. La motivación principal del proyecto naturalista es hacer a la filosofía más científica o inclusive, en sus aspectos más radicales, reemplazar del todo a la filosofía por teorías científicas relevantes. Un supuesto desde luego es que hay un continuo entre la filosofía y la ciencia. Por ejemplo, en metafísica contemporánea existen diversas disputas concernientes a la naturaleza del espacio-tiempo o acerca de la ontología última del mundo. Naturalistas en metafísica como Ladyman (2007) sugerirían que el proyecto de investigar cualquiera de las dos preguntas desde una perspectiva enteramente a priori es inservible en

puede ser convertida en una proposición completamente general en este sentido. [cf. Shapiro (1997), Russell (1903), Landini (2011).

la medida en que no permite de sí llegar a ninguna conclusión sustantiva acerca de la naturaleza espacio-temporal del mundo o sus ocupantes. Lo que hay que hacer es investigar esas preguntas desde nuestras mejores teorías científicas acerca del espacio-tiempo y la materia i.e. la teoría general de la relatividad y la mecánica cuántica. El proyecto de la naturalización de la epistemología en realidad podría subdividirse en una gran variedad de proyectos que van desde la filosofía experimental e.g. investigar cuáles son las concepciones que la gran mayoría de personas tienen de ciertas nociones y conceptos epistémicos; hasta trabajo científico en las ciencias cognitivas y la psicología empírica acerca de cómo los seres humanos perciben y procesan información acerca de su medio. En principio muchos de estos proyectos son enteramente compatibles con que ciertas preguntas epistemológicas permanezcan del todo a priori e.g. el debate sobre justificación; el debate entre internistas y externistas; la posibilidad del escepticismo cartesiano, etc. Sin embargo concepciones más radicales pueden pedir desde revisar nuestros

conceptos

pre-teoréticos

como

“conocimiento”,

“creencia”,

etc;

para

reemplazarlos con conceptos más precisos con contenido científico, a definitivamente declarar que no hay posible lugar para la epistemología a priori desde un punto de vista científico. Sobra decir que es el último de los proyectos el que es, no sólo potencialmente más controversial, sino también el más difícil de sostener como argumentaré más abajo. La pregunta entonces acerca de la posibilidad de la epistemología naturalizada tendrá entonces diversas lecturas. Una lectura débil es acerca de la posibilidad de reconceptualizar nociones de la epistemología tradicional desde el trabajo científico o incorporar averiguaciones de la ciencia en nuestras explicaciones de ciertas nociones epistémicas. La lectura fuerte es acerca de la posibilidad de poder hacer el trabajo esperado de la epistemología o al menos algo cercano a éste, desde métodos y prácticas puramente científicas. Más abajo argumentaré en contra de la lectura fuerte de esta pregunta, es decir, diré que no es posible naturalizar la epistemología si por ello entendemos reemplazar la epistemología enteramente por prácticas científicas mientras al mismo tiempo intentamos responder a las preguntas de la epistemología tradicional o similares.

Quine famosamente argumenta en su artículo Epistemology Naturalized que la epistemología como disciplina a priori debe ser reemplazada por la psicología empírica, específicamente por una teoría psicológica que explique cómo tomando a los seres humanos y sus superficies sensibles como input de como output las concepciones y teorías que éstos desarrollen acerca del mundo: Epistemology, or something like it, simply falls into place as a chapter of psychology and hence of natural science. It studies a natural phenomenon, viz., a physical human subject. This human subject is accorded a certain experimentally controlled input—certain patterns of irradiation in assorted frequencies, for instance—and in the fullness of time the subject delivers as output a description of the three-dimensional external world and its history. The relation between the meager input and the torrential output is a relation that we are prompted to study for somewhat the same reasons that always prompted epistemology: namely, in order to see how evidence relates to theory, and in what ways one’s theory of nature transcends any available evidence... a conspicuous difference between old epistemology and the epistemological enterprise in this new psychological setting is that we can now make free use of empirical psychology. (Quine, 1969)

Pienso criticar esta posición. En primer lugar mostrando que la argumentación de Quine para descalificar a la epistemología es problemática y en segundo lugar mediante un ataque directo a la posición arriba esbozada por él. Quine divide su crítica en los aspectos doctrinales y conceptuales de la epistemología, al menos hasta su tiempo5. Partiendo de la noción controversial que el proyecto epistemológico desde Descartes ha consistido en mayor medida en sistematizar y justificar el cuerpo de creencias científicas desde un enfoque fundacionista6 Quine tomo como objetivos de su crítica al menos los siguientes tres proyectos en sus aspectos epistemológicos:

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Por aspectos conceptuales entiéndase aquí la explicación de ciertos conceptos en términos de otros epistémicamente más básicos. Por aspectos doctrinales entiéndase aquí la derivación de verdades a partir de otras verdades más básicas. 6 Entiéndase por un programa fundacionista tradicional aquel que busca explicar cómo es posible tener conocimiento partiendo de ciertos principios o axiomas que ellos mismos no están en duda y a partir de métodos que permiten preservar verdad. Prima facie es posible debilitar los requisitos del fundacionismo para que los principios de los que se parte no sean absolutamente indubitables y los métodos no requieran algo tan fuerte como preservación de la verdad; véase por ejemplo Alston 1976ª, 1976b y Bonjour 1985.

i)

El proyecto de reducir las matemáticas a la lógica i.e. el logicismo de Frege y Russell.

ii)

El proyecto de los empiristas lógicos, específicamente Carnap, de distinguir entre verdades analíticas y sintéticas para usarlo como plataforma epistémica que pudiera servir para explicar la diferencia entre las matemáticas y las ciencias empíricas.

iii)

El proyecto de “la construcción del mundo externo”, desde Russell y Carnap, cuyo objetivo, según Quine, era dar certidumbre a una explicación fundacionista del mundo externo desde premisas indubitables derivadas de la percepción sensorial. Una manera liberal de parafrasear la argumentación de Quine podría ser como

sigue: 1. La epistemología a priori, para poder ser exitosa, requiere fundamentar el conocimiento científico. 2. Fundamentar el conocimiento científico implica refutar al escéptico. 3. Fundamentar el conocimiento científico requiere presuponer que existen una serie de premisas indubitables y procedimientos incontrovertibles para pasar de las mismas al conocimiento científico preservando indubitabilidad. 4. Pero programas que han intentado llevar a cabo esa fundamentación en el terreno empírico/conceptual han fracasado. 5. Ese fracaso es esencial a todo programa del estilo. 6. Pero si los programas fundacionistas fracasan entonces no se refuta al escéptico. 7. Pero entonces no es posible fundamentar el conocimiento científico en la manera en que busca la epistemología a priori.

:. La epistemología a priori no puede ser exitosa. [Conclusión] Considero que la reconstrucción de arriba, si bien no es del todo precisa, captura la esencia de la argumentación de Quine. Pero si eso es así, entonces la cantidad de problemas en esa argumentación es considerable. Difícilmente alguna premisa no está sujeta a

controversia. En este caso presentar el argumento de forma deductiva ayuda a ver con mayor claridad qué premisas podría uno rechazar. Alguien podría objetar que el argumento en el texto de Quine no tiene una reconstrucción clara de forma deductiva, pero si eso es así entonces a lo sumo lo que hay son una serie de argumentos contra proyectos específicos seguidos de una propuesta. Si eso es así, no ayuda demasiado a Quine en la medida en que su posición resultante termina siendo aún menos robusta y en cualquier caso las objeciones que voy a presentar a continuación serían también efectivas contra sus argumentaciones subsidiarias. Una idea central en el ataque de Quine a los intentos que él denomina fundacionistas es que éstos pretenden mostrar cómo pasar de verdades, conocidas ya sea primitivamente o intuitivamente, a verdades, derivadas, a partir de reglas absolutamente confiables e.g. reglas de inferencia lógica. Los casos discutidos son dos: logicismo y el programa de los empiristas lógicos, incluido el programa Russell/Carnap de la construcción del mundo externo. Tomemos cada uno en turno. Por logicismo podemos entender en resumen tres tesis7: i)

Las verdades de las matemáticas son verdades lógicas.

ii)

Los conceptos de las matemáticas son todos expresables en términos de conceptos puramente lógicos.

iii)

Los teoremas de las matemáticas son todos demostrables a partir de ciertos axiomas y principios lógicos.8

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Los logicismos de Frege y Russell tienen diversas diferencias. Para fines de esta discusión voy a enfocarme sobretodo en el logicismo de Russell, que es además el cuál Quine está atacando y con el que se encontraba más familiarizado. Esto es así dado que su trabajo de doctorado fue nada menos que acerca de Principia Mathematica bajo la supervisión de Alfred North Whitehead. Un par de diferencias importantes son que Frege sólo consideraba la aritmética como reducible a la lógica y que el sistema de Frege es inconsistente pues su axioma V permite derivar contradicciones. 8

La formulación de aquí es básicamente la que da M. Sainsbury [1979] en su Russell ; véase también Rayo [2007] y Landini [2011]

En breve i) nos dice que para cualquier proposición de las matemáticas que sea verdadera, esa proposición es una verdad lógica i.e. una proposición válida en alguna estructura lógica9. Lo que nos dice ii) es que conceptos de las matemáticas son expresables en términos de conceptos puramente lógicos: ahora, es importante aclarar que para Frege y Russell la noción de clase era una noción propiamente lógica y no estrictamente la noción que hoy podríamos denominar conjunto. La noción de clase que tenían en mente originalmente era co-extensiva con la noción de propiedad i.e. lo que diversos objetos tendrían en común. Las clases (conceptos) Fregeano-Russellianos en esencia se derivan del hecho de que algunos objetos comparten alguna propiedad; noción puramente lógica.10 Lo que iii) pide es que exista una demostración o derivación sintáctica de cualquier proposición de la matemática de los axiomas y principios de la lógica. Quine concentra su crítica a este programa básicamente en los puntos ii) y iii). Quizá sea prudente hacer de lado rápidamente su crítica a iii). Hay dos teoremas de incompleción que Gödel demostró. Para efectos de esta crítica sólo uno de ellos es relevante. Lo que Gödel probó es que cualquier sistema recursivamente axiomatizable suficientemente poderoso para capturar la teoría de los números naturales contendrá proposiciones que son verdaderas si y solamente si no son demostrables. Como bien señalan Klement, Landini, Rayo y Sainsbury, a lo sumo ello muestra que cierto tipo de logicismo es falso i.e. aquel que requiere la derivabilidad de las matemáticas; pero una forma más débil de logicismo, por ejemplo que respete i) y ii) o alguna variante no son refutadas por éste resultado. Un punto que es importante resaltar aquí es que el teorema no demuestra que haya proposiciones absolutamente indecidibles i.e. tales que ellas o sus negaciones no puedan ser demostradas en ningún sistema. De hecho es posible que

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Por estructura lógica entiéndase básicamente un dominio de objetos bajo cierta estructura en dónde sea posible definir nociones como consecuencia lógica. Véase por ejemplo el trabajo de mi amigo y colega Luis Estrada González e.g. Models of Possibilism and Trivialism. Frege y Russell trabajaban en lo que hoy se conoce como lógica clásica, por lo que no habrían considerado relaciones exóticas de consecuencia. Sin embargo, prima facie un programa logicista no tendría que estar atado a sólo estructuras lógicas con una relación clásica de consecuencia. 10

Es la suposición de que toda propiedad determina una clase lo que produce la contradicción. Considérese la propiedad de “no ser miembro de sí mismo”, aplicada a clases.

proposiciones indecidibles en un sistema S, sean decidibles en una extensión de S. La extensión a su vez contendría nuevas proposiciones indecibles pero eso no es suficiente para que haya proposiciones absolutamente indecidibles. [Smith, 2012] Sobre ii), lo que sostiene es que la reducción se hace hacía la lógica y la teoría de conjuntos11 y no hacía la lógica sola. Pero es sumamente importante notar que, pese la manera autoritaria en que Quine sostiene esto, su posición aquí es sumamente idiosincrática, puesto que Quine considera que la lógica de orden superior no es más que teoría de conjuntos disfrazada. Permítaseme explicar, Principia Mathematica así como el sistema de Frege son sistemas de lógica de orden superior i.e. sistemas en donde es posible cuantificar sobre propiedades, propiedades de propiedades y así ad infinitum en contraste con la lógica de primer orden, donde el rango de los cuantificadores está restringido a elementos del dominio. En contraste, en lógica de orden superior es posible cuantificar sobre subclases del dominio (propiedades), subclases de subclases del dominio (propiedades de propiedades), etc.12 La lógica de orden superior es mucho más poderosa que la lógica de primer orden y en ella ciertamente es posible codificar relaciones que hagan el trabajo de la relación conjuntista de pertenencia así como el trabajo de funciones e.g. la suma en la aritmética. La teoría de conjuntos tal como está codificada en ZFC13 y la lógica de orden superior pueden ambas recuperar la matemática clásica en el sentido de expresar todos los conceptos matemáticos en su ideología e inclusive podría argumentarse que la lógica de orden superior es preferible a ZFC, puesto que ZFC tiene como lógica base la lógica de primer orden. Mientras que la lógica de orden superior no es susceptible de

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Es importante para fines de mi trabajo indicar, para quienes no estén demasiado familiarizados con el tema, cómo es que la teoría de conjuntos tradicional ZFC funciona como un lenguaje universal y fundamento para las matemáticas. La idea central es que postulando ciertas entidades, los conjuntos y ciertos principios que valen sobre estos i.e. los axiomas de ZFC, es posible construir estructuras matemáticas que tengan las mismas propiedades formales que lo que pre-teoréticamente llamaríamos los números (naturales, racionales, reales); los espacios geométricos; los espacios topológicos, etc. Véase Enderton [ref.] Lo que sistemas como Principia Mathematica hacen es en esencia lo mismo: pero la ontología; axiomas o nociones primitivas difieren. 12

Véase sobre esto Shapiro (2007)

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Zermelo-Fraenkel con el axioma de elección.

resultados como el teorema de Lowenheim-Skolem14 i.e. es categórica respecto a la cardinalidad de sus modelos transfinitos, la lógica de primer orden sí que es susceptible a esos resultados. En esencia parece haber una diferencia sustancial en la ideología de ambas teorías aun cuando puedan hacer mucho del mismo trabajo15. Otro argumento de Quine contra el valor epistémico de la reducción es que los conceptos de la teoría de conjuntos (¿lógica de orden superior?) no son mucho más claros que los conceptos de la matemática y que sus principios no tienen mucha más certidumbre. Sin embargo y de nuevo, pese a la manera dogmática en que lo afirma ésta es un área de enorme controversia en epistemología de las matemáticas. En su Set Theory and Its Philosophy Michael Potter argumenta que los axiomas de ZFC son principios que recogen características acerca de los conjuntos que la comunidad de matemáticos considera en lo general altamente intuitivas. Estos axiomas en esencia permiten construir el universo de conjuntos y separar de ahí ciertos conjuntos con características específicas para que jueguen el rol de las diversas estructuras matemáticas e.g. la estructura de los números naturales, la estructura de los números reales, etc. Y ciertamente el concepto de conjunto ahí es más intuitivo que el concepto de número real. En el caso específico del logicismo Russelliano simplemente no es el caso que la posición de Russell fuera que las matemáticas adquirirían certidumbre en la medida en que fueran derivadas de la lógica. Por el contrario, Russell sostiene en su The Regressive Method of Discovering the Premises of Mathematics que muchas proposiciones de las

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Éste es un teorema acerca de las estructuras de la lógica de primer orden. Lo que dice es que las teorías de primer orden, si tienen un modelo infinito, entonces tienen un modelo de cualquier cardinal transfinito. Entiéndesa por “cardinal” simplemente el número de elementos de un conjunto e.g. un conjunto con cinco miembros tiene cardinalidad “5”. Cantor probó que aun cuando hablamos de conjuntos infinitos, estos pueden diferir en cardinalidad. Por el teorema de Lowenheim-Skolem los modelos de estas teorías no son únicos salvo isomorfismo i.e. puede haber infinidad de modelos transfinitos que satisfagan las fórmulas de la teoría. Una consecuencia incómoda es que una axiomatización del análisis i.e. la teoría de los números reales, en primer orden, puede tener un modelo de cardinalidad aleph 0 i.e. el cardinal de los números naturales. Pero por otro lado es posible demostrar que la cardinalidad del conjunto de los números reales es mayor a la de los números naturales. Estos problemas no los hereda una teoría axiomática formulada en una lógica de orden superior. 15

Véase Rayo (2007)

matemáticas gozan de mucha mayor certidumbre que varias de las premisas lógicas o de teoría de clases. Sin embargo, es el hecho de que las matemáticas clásicas puedan ser derivadas deductivamente de estas premisas lo que nos da excelentes razones para aceptarlas (a las verdades de la lógica). Así que la certidumbre en este caso no va de los primeros principios a resultados como 1+1=2, sino al revés. Russell señala en ese sentido la matemática en su relación con la lógica tiene una relación similar con aquella que existe entre las teorías de las ciencias naturales y los datos empíricos. La ganancia epistémica en este caso consiste por un lado en que logramos sistematizar nuestras creencias, haciéndolas más coherentes entre sí y que la teoría resultante, que valida tantos resultados, nos permite derivar nuevos, los cuales sí que ganan en certidumbre respecto a todo el cuerpo de teoría del que derivan. Una ganancia epistémica que tanto Russell como Frege ven en común al proyecto es la de mostrar que las intuiciones juegan un rol mucho menor al supuesto por Kant. Entran en la formulación de algunos principios, pero no en las derivaciones per se. Es importante notar que la estrategia Russelliana no es una mera nota histórica. En Set Theory and Its Philosophy, Potter compara alternativas de este tipo a la que él y otros filósofos proponen en favor de la intuitividad de los axiomas de ZFC. Russell a diferencia de Potter y otros filósofos de las matemáticas, no considera que los conceptos de conjuntos, dadas las paradojas sintácticas, sean mucho más claros que otros conceptos matemáticos. Sin embargo conceptos lógicos como individuo, propiedad, relación y función proposicional16, si bien no son absolutamente transparentes, pueden tener cierto grado de claridad intuitiva una vez examinados y por sí solos, en el sistema tipificado de Principia Matemática, bastan para formular la totalidad de conceptos matemáticos clásicos. Es bien sabido que el análisis último que Russell hace de algunas de estas nociones en ese periodo es de corte empirista. Filósofos contemporáneos interesados en filosofía de las matemáticas y específicamente en el logicismo han intentado re-articular el programa hoy en día. Por todas estas razones, el ataque de Quine no puede ser considerado exitoso17.

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Véase de Bernard Linsky Russell’s Metaphysical Logic.

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Véase por ejemplo Logicism Reconsidered de Agustín Rayo.

Independientemente de si la crítica de Quine funciona o no, uno podría preguntarse en qué sentido un programa logicista puede ser útil en una empresa epistémica. Sobre ello hay una variedad de propuestas en la literatura contemporánea sobre logicismo. Desde luego una razón es la coherencia y austeridad ideológica que conlleva esa reconceptualizacion de la matemática: si el cuerpo de proposiciones obtenido es coherente, permite hacer nuevas deducciones y emplea menos conceptos entonces, en la medida en que estas virtudes teóricas están asociadas a un teorizar adecuado, eso permite una ganancia epistémica. Musgrave [ref.] por ejemplo, considera que, en la medida en que el proyecto logicista transparenta los pasos deductivos entre diferentes proposiciones, eso lo transforma en un tipo de proyecto deductivista18 y aun cuando algunas premisas en un proyecto así puedan legítimamente ser puestas en duda, al menos los principios de razonamiento confieren una certidumbre que es epistémicamente virtuosa. Field [ref.] considera que en la medida en que el logicismo muestra que la actividad principal de las matemáticas: probar teoremas, puede ser entendida en términos deductivistas, podemos al menos ver que parte del conocimiento matemático no es otra cosa que conocimiento lógico. Estas propuestas tienen sus problemas pero muestran las posibilidades abiertas para el amigo del logicismo en epistemología de las matemáticas. Un problema para un programa fundacionista tradicional, como ya vimos, es superar el reto escéptico. Pero, ¿es necesario para toda teoría fundacionista ofrecer una respuesta al escéptico? ¿Es necesaria una teoría fundacionista a fin de cuentas? Esto nos permite criticar las premisas 3 y 4 de la formulación que hice del argumento de Quine. Por un lado, en principio uno podría aceptar que el requisito de responder al escéptico es demasiado fuerte. Recordemos la prueba del mundo externo de Moore. Esta prueba establece que hay al menos dos objetos externos, siendo la premisa que tiene manos. Moore defiende su “prueba” notando que cumple los mínimos requisitos que esperaríamos de un argumento persuasivo: validez deductiva y que las premisas tienen mayor certidumbre que la conclusión (Moore, 1922). En filosofía analítica contemporánea

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El término técnico que usa Musgrave es “if-thenism”.

es usual ver referencias a “hechos Mooreanos”19, éstos son hechos a los cuales querríamos conferir un alto grado de certidumbre epistémica: un punto de partida necesario para poder teorizar acerca de las cosas. Desde luego el escéptico siempre es libre de seguir cuestionando nuestro conocimiento acerca de verdades intuitivas o primitivas. Pero en principio uno podría aceptar que si bien existe la posibilidad lógica del error, eso por sí mismo no es suficiente para mostrar que no hay conocimiento. Para poder mejor examinar este punto es relevante mencionar la estrategia del escéptico. En breve voy a presentar la estrategia del escepticismo. El escéptico Cartesiano en esencia procede mostrando que hay pasos entre ciertas proposiciones conocidas y otras inferidas a partir de las mismas que siempre pueden ser puestos en duda i.e. siempre existe la posibilidad lógica del error. El escepticismo clásico i.e. el helénico, que tiene la virtud de ser más general que el escepticismo cartesiano (Musgrave, 1993.) tiene como problema central el de la justificación de proposiciones. En la medida en que justificar requiere razones, nos lleva a preguntarnos acerca de la justificación de esas razones. Por lo que cualquier proposición de la que se afirme que es conocida puede en principio ser puesta en duda, y así también para sus justificaciones. Las estrategias posibles para responder quedan mejor recogidas por el trilema de Agripa i.e. toda proposición, si ha de ser justificada, puede serlo sólo de tres maneras: i)

Circularmente: La proposición misma es parte de la justificación o implica y es implicada por otras proposiciones que a su vez la justifican.

ii)

Axiomaticamente: La proposición es justificada a través de otras proposiciones que son conocidas primitivamente.

iii)

Regreso al infinito: La proposición es justificada a través de otras proposiciones las cuales a su vez son justificadas a través de otras proposiciones.

Nótese que si esto es así, entonces la discusión acerca de la naturaleza de la justificación en epistemología puede entenderse como intentando desarrollar algunas de las alternativas i), ii) y iii). Por ejemplo i) puede mejor ser asociada con la alternativa coherentista i.e.

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Véase por ejemplo Lewis (1984).

nuestro conocimiento de alguna proposición está justificado en la medida en que esa proposición forma parte de un sistema coherente. Sobre ii) puede verse de inmediato que corresponde a la alternativa fundacionista: ciertas proposiciones conocidas primitivamente o intuitivamente, permiten llegar a otras proposiciones mediante métodos que acarrean certeza o al menos probabilidad. El caso de iii) queda cubierto por la alternativa infinitista (Klein, 2008): sí existe un regreso al infinito, pero éste no es vicioso20. Después de todo, entonces, la siguiente proposición resulta bastante plausible prima facie: PC: El conocimiento es posible siempre y cuando podamos pasar de proposiciones menos que ciertas a otras proposiciones menos que ciertas, mediante métodos falibles pero confiables. No voy a entrar aquí en una discusión detallada acerca de la plausibilidad de una posición como el fiabilismo o sus competidores. Lo que me interesa resaltar es la posibilidad prima facie de que posiciones así sean verdaderas. Si eso es posible entonces es posible tener conocimiento aun frente a la siempre presente estrategia escéptica. La estrategia escéptica permite siempre cuestionar una proposición, pero un movimiento posible para el defensor del conocimiento es sostener que el conocimiento no requiere algo tan fuerte como la certeza. Dado que esto es consistente con nuestros juicios intuitivos sobre el conocimiento y no puede ser descartado en principio por, digamos, una reducción al absurdo, entonces harán faltas argumentos adicionales para mostrar que el conocimiento requiere certeza o que la justificación de una proposición conocida debe tener bases indudables (fundacionismo); o que el regreso no puede ser circular (coherentismo) o al infinito (infinitismo). Nótese también que en principio PC es consistente con cualquiera de las tres estrategias de justificación. Si todo esto es verdad entonces no tenemos razones para aceptar 2 y 3 de la reconstrucción del argumento de Quine. 20

Nótese además que si bien tenemos razones para considerar a i), ii) y iii) como exhaustivas, éstas no se excluyen entre sí necesariamente. Por ejemplo, alguien podría ser un infinitista coherentista, infinitas proposiciones justifican a cualquier otra en un regreso al infinito y además éste regreso puede en principio tener elementos de circularidad que no son viciosos en la medida en que se genera un sistema coherente.

Ahora, volviendo a la refutación de 4, para la cual ya mostramos que la crítica de Quine al proyecto logicista no es efectiva. El proyecto Russell/Carnap de construcción lógica del mundo es el siguiente objeto de crítica de Quine. Parece que Quine interpreta este proyecto como si se tratara de otro proyecto axiomático de justificación y si bien superficialmente esa es la apariencia que da, creo que hay buenas razones para rechazar esta exégesis21. En el caso específico de Russell, sus motivaciones epistémicas no son muy diferentes de lo que es el caso en su discusión sobre conocimiento en torno al logicismo. Para poder discutir más a fondo lo que está ocurriendo aquí será necesario presentar en breve lo que denominaré “el truco de Russell”22, de aquí en adelante RT. RT: Cuando se tiene un objetivo, en el sentido arriba definido, es posible estudiar las relaciones entre los objetos que forman parte del dominio del objetivo y generar una estructura abstracta que capture esas propiedades axiomáticamente. Lo que se busca es que esa estructura abstracta por sí sola permita hacer deducciones en torno a las relaciones y propiedades de los objetos en el dominio del objetivo. Una vez hecho esto es posible reinterpretar la naturaleza de las entidades cuyas relaciones quedan capturadas en la estructura abstracta, de manera que, si esas entidades cumplen las propiedades de la estructura, podemos decir que lo que valga de esas entidades nuevas en la estructura valdrá también para las entidades en el objetivo. La ilustración más sencilla de este método la provee la construcción de los números naturales i.e. los números del 0 al infinito, tales que para cada número existe uno y sólo un sucesor, etc. Es bien sabido que Peano redujo la teoría de los números naturales a cinco 21

Sobre este proyecto se ha vertido una enorme cantidad de tinta por parte de estudiosos contemporáneos. Para una muestra véase por ejemplo trabajo de Demopoulos, Demopoulos y Friedman, Pincock, Morman y Soames. [refs.] Le llamo “el truco de Russell” dada la importancia general que tienen estas construcciones en el programa Russelliano del atomismo lógico. Como bien señala Landini [ref.], el programa del atomismo lógico puede mejor entenderse como un programa de reconstrucción conceptual de la ciencia en un espíritu estructuralista. Russell aplicaría estas herramientas a problemas tan diversos como la naturaleza de las matemáticas, de la materia, del espacio-tiempo y de la mente. Los estructuralistas contemporáneos como Ladyman [ref.] u otros filósofos de la London School of Economics buscan en esencia lo mismo; pero superando objeciones y obstáculos que obstaculizaron el programa original de Russell. 22

axiomas. Lo que proyectos como el de Frege y Russell o los teóricos de conjuntos buscan lograr es una reducción más exhaustiva de esos axiomas (y otros) a una teoría de lógica pura o lógica más conjuntos. Entonces, siguiendo con el ejemplo, el objetivo en Principia Mathematica es la teoría de los números naturales y en Principia se logra construir una estructura abstracta que permite deducir verdades acerca de esos objetos. Tomemos también en cuenta lo que Russell denominó la máxima del filosofar científico, MFC. MFC: Siempre que sea posible, hay que sustituir construcciones lógicas por entidades inferidas. La idea central capturada en esta máxima es que, una vez que se ha logrado mediante un proceso de análisis llegar a una estructura abstracta (construcción lógica) que capture las propiedades estructurales de un objetivo entonces el siguiente paso es hacer ciencia, o al menos la parte deductiva de la ciencia, directamente sobre esa estructura. Dado que el dominio de objetos originales i.e. el objetivo, no es necesario para hacer ciencia, entonces suponer la existencia de esos objetos es redundante y deben ser del todo sustituidos en el teorizar por construcciones lógicas. Es sumamente importante recalcar aquí que la metodología de Russell no es una que haya desaparecido del panorama filosófico o científico en la actualidad, por lo que el interés de estudiar estos métodos no es meramente histórico23. El proyecto de Carnap en el

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De hecho podría argüirse que una buena parte de la historia de la filosofía analítica ha consistido nada más y nada menos que en encontrar construcciones lógicas e interpretaciones ontológicas de las mismas que puedan jugar el rol de ontologías o nociones pre-teoréticas. Por ejemplo el programa de David Lewis en On The Plurality of Worlds busca reemplazar ontologías primitivas de propiedades, modalidades, esencias, proposiciones y objetos por construcciones lógicas a partir de mundos posibles concretos y teoría de conjuntos. Pero éste fenómeno también se observa en discusiones acerca de universales, tropos, metafísica del espacio-tiempo, funciones de utilidad, valores morales, metafísica de la mente (funcionalismo), etc. En cada caso hay objetivos pre-teóricos más o menos claros y un proceso de análisis que lleva a teorías filosóficas con una ideología [cf. Quine] más austera. Este tipo de procedimiento además no es exclusivo de la filosofía: disciplinas como la matemática pura, la economía y la física buscan analizar entidades, procesos y relaciones en sus respectivos dominios mediante técnicas matemáticas como estas.

Aufbau básicamente sigue estas líneas y la diferencia central con el proyecto de Russell en Our Knowledge of the External World es que, como bien señala Quine, él llevó el proyecto más lejos que el propio Russell, quien se contentó con insinuar en líneas generales cómo podría llevarse a cabo. Pero la idea central es la misma: la ciencia sugiere que el mundo físico tiene cierta estructura que puede ser capturada mediante técnicas de lógica matemática. El paso adicional que dan Russell y Carnap es interpretar los axiomas y teoremas de la teoría resultante en términos de una ontología parcialmente empirista24 pero este último paso no es estrictamente necesario25. Lo que teóricos como Russell y Carnap buscaban entender, en parte, era la relación que hay entre la experiencia y las teorías científicas. Como bien señala Russell, en ciencia los datos empíricos pueden ser obtenidos como una función de la teoría, pero ver cómo una teoría científica es obtenida como función de los datos empíricos es una manera de justificarla. Esto puede sonar similar a la propuesta de Quine, pero la diferencia crucial es que en la reconstrucción Russell/Carnap sigue habiendo un elemento normativo que está ausente en la propuesta de Quine. Las construcciones buscan recuperar un objetivo i.e. la estructura del mundo físico o de las teorías científicas y ello impone constricciones sobre la naturaleza del proyecto. Lo que es importante resaltar es que la reconstrucción de Quine de la propuesta Russell/Carnap es un hombre de paja26 (Pincock, 2008). Una diferencia importante en los programas de Russell y Carnap son que mientras el primero es un realista respecto a los modelos científicos i.e. cree que los modelos

Véase por ejemplo de Shapiro Foundations Without Foundationalism; de Sneed, The Logical Structure of Mathematical Physics o de Tim Maudlin The Theory of Linear Structures. Digo “parcialmente” porque por un lado Russell aceptaba que podíamos tener conocimiento de verdades generales e inclusive objetos no-empíricos y los empleaba libremente en sus construcciones. Por otro lado Carnap recurría a estipulaciones y convenciones que permitirían recuperar la estructura formal de las teorías científicas: también libremente postulando entidades abstractas y una estructura formal para los contenidos empíricos de la conciencia. (Pincock, 2008) 24

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Véase por ejemplo Landini (2011)

De hecho el analfabetismo filosófico respecto a mucho del teorizar filosófico de Russell, Carnap y otros es tan grave que éste tipo de caricaturas son un lugar común en discusiones acerca de su trabajo. Esto impide ver las muchas contribuciones posibles de estos programas al estado actual de la discusión. Ello es sumamente desafortunado.

científicos, por ejemplo en física, deben ser capaces de capturar la estructura del mundo, el segundo adopta más bien una actitud convencionalista, en línea con la actitud de teóricos como Poincaré (Pincock, 2008). Una manera de entender el convencionalismo respecto a los modelos científicos es pensando en los mismos más como instrumentos para predecir la experiencia que genuinas descripciones de la realidad27. Russell aceptó desde siempre la verdad de las teorías científicas en líneas generales, mientras que Carnap aceptaba su poder instrumental. En ese sentido ningún programa es un fundacionismo puro de corte reduccionista, sino una construcción más complicada. Entonces la objeción de Quine acerca de cómo el problema de la inducción en Hume vuelve al proyecto doctrinal insalvable definitivamente no aplica a ninguno de los dos programas. Russell, a lo largo de toda su carrera, señaló que el escepticismo Cartesiano le parecía irrefutable. Carnap trabajó posteriormente en una teoría de la probabilidad: pero no porque pensara que la teoría por sí sola sería capaz de evitar la objeción de Hume, sino porque concediendo que nunca podemos tener la certeza en la inducción como método incorregible para llegar a verdades, ciertamente bajo otros supuestos es posible usar esa herramienta para hacer ciencia. En ese sentido ambos filósofos tienen simpatía por la opción delineada arriba: una noción más débil de conocimiento tiene validez aun si la posibilidad lógica del error no puede ser hecha a un lado. En palabras de Russell (1912): There can never be any reason for rejecting one instinctive belief except that it clashes with others; thus if they are found to harmonize, the whole system becomes worthy of acceptance.

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Por ejemplo, un convencionalista como Reichenbach [1958] no tendría problemas en decir que la mejor teoría en física acerca de la naturaleza del espacio-tiempo i.e. la teoría general de la relatividad, podría ser reemplazada por una teoría Newtoniana acerca del espacio-tiempo siempre y cuando se le hagan las modificaciones formales necesarias e.g. postular fuerzas adicionales para explicar la distorsión de los objetos en ciertas regiones espacio-temporales y que ambas son igualmente buenas, en la medida en que “salvan los fenómenos”. Por otro lado, un realista científico o realista estructural no irían tan lejos. El primero sostendría que hay buenas razones para aceptar la ontología e ideología de nuestras mejores teorías para describir la naturaleza del espacio-tiempo. El segundo diría que tenemos buenas razones para pensar que nuestras mejores teorías sobre el espacio-tiempo al menos nos indican cuál es la estructura espacio-temporal del mundo. La diferencia no es meramente epistémica: el convencionalista sobre teorías científicas no cree que haya estructura espacio-temporal o de otro tipo en el mundo: sólo diferentes maneras de obtener predicciones mediante la ciencia.

Vemos que aquí nuevo aparece un elemento de epistemología coherentista. Aun cuando Russell concedía más certeza a ciertos “data” que a otros, es en la coherencia, poder explicativo y austeridad de nuestras teorías que encuentra virtudes epistémicas. Algo similar puede decirse en el caso de Carnap, dejando elementos realistas de lado. En conclusión, en la medida en que las objeciones de Quine tanto al proyecto logicista como al proyecto de construcción lógica están basadas en idiosincrasias, incomprensiones y hombres de paja, no son exitosas y por lo tanto podemos rechazar felizmente su premisa 4. Acerca de la premisa 5, no hay en el texto una defensa de algo por el estilo, más bien está presupuesta por Quine por lo que no tenemos razones para aceptarla. Arriba he argumentado que las premisas 2, 3, 4 y 5 de la reconstrucción del argumento de Quine son falsas. Para derrotar el argumento deductivo era suficiente derrotar una sola de las premisas. Pero aun suponiendo que esta reconstrucción no es fiel a Quine, pues como se señaló antes, éste pudiera estar sólo dando una serie de argumentaciones subsidiarias, éstas son justo las que llegan a las conclusiones señaladas en 2, 3, 4 y 5; por lo tanto tampoco esas argumentaciones subsidiarias funcionan. Los problemas de Quine no acaban aquí sin embargo. Toda la discusión presupone en mayor o menor medida la verdad de su programa i.e. su holismo semántico y científico; el éxito de su crítica a la noción de analiticidad así como su supuesto de continuidad entre filosofía y ciencia. Sin embargo todos esos supuestos no son ni mucho menos evidentes y la literatura contemporánea y clásica está repleta de críticas a los mismos: desde el Tractatus y las Philosophical Investigations de Wittgenstein a teorías del significado esbozadas por Church, Dummett, Davison, LewisSider y otros; hasta intentos como el de Rayo de recuperar un marco teórico que pueda jugar el rol que las proposiciones analíticas y sintéticas juegan en la filosofía del empirismo lógico pero no susceptible de sus problemas en The Construction of Logical Space. En esta sección voy brevemente a criticar la propuesta positiva de Quine de reemplazar la epistemología a priori por la psicología empírica. Sostengo que el problema central en su propuesta es la pérdida de la normatividad epistémica.

En la sección 1 de este trabajo introduje la noción de “objetivo”, donde por objetivo entiendo las nociones pre-teoréticas o inclusive la ontología o estructuras pre-teoréticas que una teoría/definición real filosófica o científica busca recuperar. Ejemplos son la definición clásica de conocimiento; la noción de consecuencia lógica de Tarski; las construcciones lógicas de Russell; la axiomatización de la matemática en ZFC; la teoría Lewisiana de contraparte; las construcciones conceptuales de nociones como partícula; espacio-tiempo; campo y otras en física matemática y así sucesivamente. Lo que tienen en común todos estos casos es que parten de un objetivo a analizar e.g. nociones folk o científicas acerca de lo que es el conocimiento o el espacio-tiempo o la materia, etc. Y proceden a buscar ya sea condiciones necesarias y suficientes o estructuras matemáticas (formales) que puedan acomodar las nociones u ontología pre-teorética con mayor precisión, coherencia, austeridad ideológica, etc. Es evidente que empresas intelectuales así tienen un decidido elemento normativo. El elemento normativo es la adecuación de la definición/construcción, en la medida de lo posible, al objetivo pre-teorético. Desde luego es posible que la construcción/definición deje cosas de fuera, pero aspira a recoger los rasgos esenciales del objetivo y es en la medida en que logra hacer eso satisfaciendo ciertas virtudes teóricas que puede aspirar a ser intelectualmente exitosa. Para citar un ejemplo: decimos que un sistema de deducción natural en lógica es fiel al objetivo de representar el razonamiento deductivo correcto, en la medida en que las reglas de inferencia y los teoremas alcanzados por las mismas correspondan, en casos epistémicamente intuitivos, a razonamientos y conclusiones que alcanzaríamos con los mismos razonando deductivamente en la vida diaria. Es inevitable e inclusive bienvenido que éste tipo de definiciones/construcciones muestren que, ya sea que algunas nociones o principios pre-teoréticos son defectuosos/problemáticos o que permitan alcanzar nuevo conocimiento a partir de las mismas. Estaríamos en esos casos satisfechos que seguimos hablando de lo mismo aun cuando ha habido una tarea de re-conceptualización. Tomando, para fines irónicos, una frase de Quine: una actividad que por completo abandonara sus objetivos podría entenderse como un “cambio de tema” (Hylton, 2007). Desde luego podemos siempre tomar la postura del navegante en el barco de Neurath y no descansar con ninguna re-conceptualización: seguir revisando; pero eso no requiere abandonar el objetivo. Esto último va entonces a implicar una normatividad.

Empero, como señala Kim (1988), en la definición clásica de conocimiento que juega un papel tan crucial en articular diversos proyectos epistemológicos, es indudable que la noción de “justificación” es una noción epistémica íntimamente conectada con la noción de “conocimiento”, la cual es a fin de cuentas normativa. Pero entonces, en la medida en que la propuesta de Quine abandona por completo la pretensión de justificación parece que su maniobra constituye un cambio de tema y no es por ende claro cómo es que podría denominarse una epistemología naturalizada. Quine [ref.] sostiene que, respecto a un agente: The stimulation of his sensory receptors is all the evidence anybody has had to go on, ultimately, in arriving at his picture of the world. Why not just see how this construction really proceeds? Why not settle for psychology?

Nótese de entrada la concepción sumamente solipsista de Quine, pese a su holismo, respecto a cómo los agentes llegan a conocer el mundo. Independientemente de eso, como bien señala Kim, al no emplear una noción de justificación tiene mucho sentido aquí preguntarse cómo es que un agente puede llegar a una concepción epistémicamente correcta del mundo. Después de todo la relación que hay entre evidencia sensorial y output teórico es uno-muchos i.e. es tal que, para cualquier posible agente, mismo input sensorial no determina un único output teórico. Quine es consciente de ello al hablar de la subdeterminación de las teorías, pero entonces, ¿en qué sentido la psicología empírica puede explicar cómo llegar a una o al menos una clase de teorías correctas? A lo sumo, un estudio así revelaría cómo es que un agente, con cierta psicología, en cierto medio, procesa información y el tipo de cosas que dice acerca de la información que ha obtenido. Pero estudiar eso no es ya una tarea epistemológica, es un cambio de tema. Como señala Kim (1988): If this is right, it makes Quine's attempt to relate his naturalized epistemology to traditional epistemology look at best lame. For in what sense is the study of causal relationships between physical stimulation of sensory receptors and the resulting cognitive out put a way of "seeing how evidence relates to theory" in an epistemologically relevant sense? The causal relation between sensory input and cognitive output is a relation between "evidence" and "theory"; however, it is not an evidential relation. This can be seen from the following consideration: the nomological patterns that Quine urges us to look for are certain to vary from

species to species, depending on the particular way each biological (and possibly non-biological) species processes information, but the evidential relation in its proper normative sense must abstract from such factors and concern itself only with the degree to which evidence supports hypothesis.

Es importante enfatizar que nada de lo que aquí sostiene Quine es en principio incompatible con un rol para la epistemología a priori y sus aspectos normativos. Dejando de lado su optimismo de lo que la psicología empírica es capaz de descubrir, el contenido científico de su propuesta podría ampliarse. Es decir, uno podría, desde las ciencias cognitivas, neurociencia, modelos computacionales de la mente, inteligencia artificial y otras disciplinas, investigar aquellas estructuras psicológico-computo-neuronales que son más confiables28 en obtener información adecuada del mundo, énfasis en “adecuada”. Seguramente es el caso que un agente epistémico en estado de ebriedad tiene más problemas para obtener conocimiento de su entorno que uno que no lo están. Pero en la medida en que hay una búsqueda de procesos “adecuados” o más confiables que otros para la obtención de conocimiento, hemos traído de vuelta la normatividad epistémica y ergo un rol para la epistemología a priori. Es en dejar a un lado el objetivo, en el sentido arriba definido, que Quine pide la cuestión en contra de la epistemología a priori. La concepción resultante es una que, al abandonar toda pretensión de justificación, pierde de vista el punto central de las preguntas centrales en epistemología. Después de todo, como ilustra la guillotina de Hume [ref.], no es posible pasar de un debe normativo a un es o viceversa. Que los humanos procesen información de tales o cuales maneras, llegando a teorías, no muestra que deben procesar así la información y viceversa. Quizá hay que debilitar un poco la manera de entender a Hume. No es que sea imposible formular condiciones naturalistas para que algo sea conocido o bueno, etc. Es más bien que al formular esas condiciones éstas han de ajustarse a un objetivo que sea el explanandum de las condiciones formuladas en este sentido normativo. (Cameron, ref.) -

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Teorías epistémicas fiabilistas podrían investigar o sugerir inclusive estas u otras alternativas para dar contenido a la noción de justificación. Véase Goldman (1986).

Hemos visto que tanto la argumentación de Quine contra la epistemología a priori como su propuesta de abandonarla en favor de la psicología empírica no son exitosas. Eso sin embargo deja abierta la posibilidad de lo que denominé al inicio de este ensayo, un proyecto débil de naturalización. La idea central es que, si bien la epistemología debe conservar un elemento normativo y eso requiere de reflexión a priori acerca de la naturaleza del conocimiento y la justificación, eso no impide, como vimos arriba, que nociones como justificación no puedan nutrirse de hallazgos en las ciencias para robustecer su contenido. Ésta es la línea que toma Goldman en, por ejemplo, Epistemology and Cognition y desde luego no está solo en seguirla. Sobre la mesa hay propuestas desde la epistemología social, el fiabilismo, teorías causales del conocimiento y las ciencias cognitivas para perseguir esta agenda.

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