¿Es la reconstrucción virtual de patrimonio infoarquitectura? Actas del Congreso Internacional de Cultura Digital de la USJ

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© de los textos: sus autores © de las imágenes: sus autores © de la presente edición: Universidad San Jorge 1.ª edición, 2015 ISBN: 978-84-942895-7-6 Universidad San Jorge Campus Universitario Villanueva de Gállego - Autovía A-23 Zaragoza-Huesca Km 299 50830 Villanueva de Gállego (Zaragoza) Tel.: 976 060 100 www.usj.es Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

¿Es la Reconstrucción Virtual de Patrimonio Infoarquitectura?

Pedro Peña Domínguez

Conselleria de Educación de la Comunidad Valenciana.

1. Introducción.

Al profano que ha visto mil y una imágenes infográficas, bien de visualización arquitectónica bien de recreación histórica con poca o nula base científica, podría pensar no exento de cierta razón que todas tienen su origen en el mismo lugar: la imaginación. Sin embargo esta es una imagen alejada de la realidad, al menos en los trabajos que con una base científica y generalmente multidisciplinar se realizan desde hace años. En una reconstrucción virtual de patrimonio se trata precisamente de restarle posibilidades a la imaginación, como intentaré explicar en relación a los objetivos. Tras una conversación con un miembro de la comunidad académica de Humanidades que confundía netamente reconstrucción virtual con visualización arquitectónica redacté un primer borrador sobre la base epistemológica de esta disciplina. Esta reflexión sobre los objetivos y metodologías no hubiera sido posible sin el trabajo realizado desde hace años por multitud de personas o instituciones, que en algunos documentos han plasmado su definición conceptual y principios, como la Carta de Londres (2006) o los Principios de Sevilla (2010), y el trabajo práctico y teórico de otros profesionales que poco a poco son los que han dotado de un cuerpo epistemológico a las diversas formas de investigación y representación gráfica del patrimonio asistida por ordenador (infografía), que camina hacia la independencia y homogeneización de las mismas. Bajo la denominación de «Virtualización de Patrimonio» se han englobado genéricamente una serie de metodologías y herramientas que si bien no son nuevas sí que se han implementado a su uso en patrimonio desde hace relativamente pocos años. Sin embargo estas herramientas, en las que se suceden innovaciones a una velocidad vertiginosa, parecen llamar menos la atención para el ojo del

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gran público ante quizá el más espectacular, visualmente hablando, de sus usos: la Reconstrucción Virtual del Patrimonio.

2. La tardía implementación de las nuevas tecnologías a las Humanidades.

La tardía implantación de las nuevas tecnologías a las humanidades, con especial atención a disciplinas tradicionales como restauración, conservación y arqueología, puede tener causas, entre otras que analizaremos a continuación, relacionadas con la baja tasa de actualización de los altos puestos de responsabilidad en Patrimonio. Esto no debe entenderse como una generalización. He conocido a magníficos profesionales del sector público en puestos de responsabilidad que se interesaban por actualizar conocimientos e implementar innovaciones en sus respectivas áreas. Sin embargo no siempre es así. En mi experiencia puedo contar a responsables públicos de patrimonio arqueológico que, en fechas muy recientes, no sabían a ciencia cierta qué era la fotogrametría o un visor 3d, y por lo tanto las posibilidades que tenía como método de registro, investigación y difusión. Uno de los responsables de estas nuevas tecnologías de una universidad aseguraba haber tenido cierta oposición desde las posiciones conservadoras de ciertas disciplinas de Humanidades. Julia Díaz (Díaz, 2012:123) comentaba respecto a una perspectiva de futuro de los museos virtuales: «más allá de resistencias y escepticismos que suscita entre los sectores más tradicionales de la museología». Otra de las causas de la tardía acogida de estas herramientas son los planes de estudios exentos de conexión con la realidad laboral y las innovaciones de mercado cuya usabilidad era ya mayoritaria y contrastada. Hace unos años los planes de estudio de la universidad con una titulación conducente a una salida profesional (arqueólogo, por ejemplo) a menudo no incluían las herramientas y metodologías requeridas para ejercitar esa labor en el mercado laboral real de una forma reglada y por lo tanto subvencionada en cuanto a Educación Superior Pública. Revisando los planes del actual Grado de Historia de la Universidad de Alicante hay que tener en cuenta que han pasado muchos años y que se han añadido nuevas tecnologías orientadas a su uso en patrimonio. Sin embargo no encuentro nada al respecto. En el Máster de Arqueología de la misma universidad un responsable del Curso de Especialista en Virtualización de Patrimonio de la UA me indica que sí que se imparte Autocad dentro de una asignatura, y que en otra con una carga lectiva de 10 horas se dan principios de fotogrametría y flujo de trabajo para la virtualización de patrimonio. A su vez en el Master de Arqueología de la Universidad de Granada sí que podemos apreciar asignaturas como «Arqueología 516

cuantitativa e informática aplicada a la arqueología», o «Arqueometría». Así mismo en el nuevo Grado de Arqueología de la misma Universidad de Granada se imparten las asignaturas «Nuevas tecnologías para la difusión y puesta en valor del patrimonio arqueológico» y «Estadística y aplicaciones informáticas en Arqueología». En la Universitat Rovira i Virgili comienzan a implementarse nuevas tecnologías en relación a patrimonio, con el «Seminari de fotogrametria». Y por supuesto sin olvidar el «Taller de Virtualización de Patrimonio» que incluyó en sus cursos de verano del pasado año 2014 la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, y que tuve el honor de dirigir. Y quizá haya más ejemplos similares en otras universidades en un futuro cercano. Es un rayo de luz, tras muchos años de retraso con respecto a otras disciplinas. El volumen de técnicas, tecnologías, metodologías y objetivos de la Virtualización de Patrimonio, y la realidad de mercado a nivel profesional que hay tras ella, a mi modo de ver tiene en la actualidad una entidad de tanto peso que merece regularizarse dentro de estudios conducentes a un título oficial y reglado. La realización, legítima y en ocasiones altamente profesional en su acabado estético, de reconstrucciones virtuales realizadas por profesionales de la infoarquitectura provenientes del mundo del diseño gráfico o la arquitectura ha sido una consecuencia lógica del vacío de las nuevas tecnologías en las Humanidades, y a su vez ha sido causa de la confusión entre las disciplinas así como de trabajos cuyo rigor histórico quedaba subordinado a una imagen espectacular cuya responsabilidad hay que buscarla en quienes contrataban dicha imagen. Ha habido ocasiones en las que se ha realizado un encargo de visualización 3d de estructuras del pasado, bien para un congreso, bien para una exposición temporal, etc. Al no existir la figura del Virtualizador de Patrimonio, que no es ni más ni menos que un profesional del campo de las Humanidades (arqueólogo, conservador, restaurador, historiador, historiador del arte, etc), en muchas ocasiones el comisario delegaba la tarea de crear un audiovisual 3d a otro gremio, con el que no se explayaba especialmente sobre hipótesis de reconstrucción verificables y por lo tanto fiables. Lo que ha urgido a más de un servidor público en el ámbito del patrimonio ha sido sacar una imagen espectacular que mostrar, antes que otra cosa, y a eso lo han llamado «difusión del patrimonio». Lo voy a expresar claro para que no haya dudas: sólo existe difusión del patrimonio con estas metodologías cuando tenemos un grado de certeza aceptable que nos indique que lo que mostramos en 3d pudo existir realmente (lo que tampoco significa un 100% de fiabilidad). Todo lo demás es difusión de un pasado que nunca existió. De ahí parte de la confusión, en ocasiones legítima, entre Virtualización de Patrimonio e Infoarquitectura, ya que en ambos casos pudo ser producto de la imaginación. Sin embargo tampoco debemos generalizar en la relación entre responsable patrimonial y empresas de diseño infográfico. Hay ejemplos de un alto grado de responsabilidad y cooperación entre ambas que son exponente del 517

compromiso de difundir imágenes basadas en hipótesis e investigaciones rigurosas, como el caso de la empresa Balawat S. L. En resumen, para el apartado en el que nos encontramos, la existencia de profesionales de la imagen digital ha suplido la evidente necesidad de estas metodologías en patrimonio para responsables públicos a la hora de realizar su cometido como agentes de difusión de nuestra historia, y por lo tanto ha retrasado la incorporación de estas metodologías a las disciplinas más tradicionales del ámbito de las Humanidades. En el plano económico la escasa puesta en valor de muchos restos patrimoniales susceptibles de su difusión a la sociedad en su conjunto ha degenerado en una también escasa integración socioeconómica, principalmente en el sector turístico, de esta área. O lo que es lo mismo, mientras que la arquitectura estaba plenamente integrada en el modelo económico productivo del país (demasiado, como se ha visto después con trágicas consecuencias), la arqueología u otro tipo de restos patrimoniales tenía una escasa incidencia económica. Esto ha derivado en la implementación temprana en arquitectura, durante la década de los noventa, de herramientas 3d, y por el contrario que no se comenzara a articular una disciplina en torno a las Humanidades hasta bien entrada la década anterior y, con contundencia y siendo realistas, a partir de la presente. El escaso peso económico del Patrimonio Histórico-Artístico (exceptuando los grandes enclaves turísticoculturales) y la escasa apuesta por su puesta en valor en muchos casos ha condicionado la aplicación de nuevas tecnologías en este campo, ya que suponen una inversión. Hay quien podría argumentar que el modelo económico del boom favoreció la actividad arqueológica, algo que es cierto, y que por lo tanto no se entendería el argumento presentado ya que es ahí donde debería haberse implementado el uso de las nuevas tecnologías, y no se hizo. Desde el sector empresarial de la arqueología hay quien sostiene que gracias a ese boom sí hubo una implementación por parte de ciertos profesionales de herramientas como la georreferenciación CAD, localización mediante GPS u ortofotografía. La razón es obvia: cualquier empresario que consiga optimizar recursos ahorra dinero y refuerza la maximización de beneficios. A este respecto cabe preguntarse, ya que hemos apuntado que sí hubo una inversión privada en medios tecnológicos, si la apuesta de la inversión pública por el patrimonio ha sido suficiente. La cultura, en general no ha recibido la inversión de medios que debería, sobre todo en un país como España, cuya riqueza patrimonial debería ser suficiente aval para ello. Pero además si pensamos en el fin último de la gestión patrimonial, a saber, la difusión a la sociedad en su conjunto, la ausencia de medios de la Administración, como garante de la mediación entre patrimonio público y sociedad, ha sido clamorosa. El ejemplo más patente lo tenemos en las excavaciones de emergencia durante el boom: el uso de solares para la construcción produjo la excavación de multitud de yacimientos (previo sondeo) en condiciones 518

poco propicias, la exhumación de muchas estructuras y material en muy poco tiempo que en algunos casos saturaban los almacenes de las dependencias municipales. La labor de investigación y difusión de estos restos en muchos casos nunca se llevó a cabo. O lo que es lo mismo, en Patrimonio, el boom económico de España no ha ido parejo a inversión en equipo, innovación y nuevas tecnologías, ya que ha habido un desfase entre hallazgos producto de la construcción y recursos de la Administración para la investigación y la difusión. Fue la iniciativa privada, como hemos comentado, quien más hizo por la aplicación de estas herramientas.

Figura 1. Ejemplo de captura de imágenes y levantamiento fotogramétrico de un vaso cerámico. Autor: Pedro Peña Domínguez (2014). Un factor nuevo se añade además a la reciente apertura, y por lo tanto que no se desarrollara más extensamente antes, de las tecnologías propias de la ingeniería y la arquitectura al mundo de las Humanidades: lo que se ha dado en llamar la «democratización» de las nuevas tecnologías, o más específicamente del diseño 3d. Consiste en la aparición de programas gratuitos y de código libre, como Blender. Una barrera económica para empresas o autónomos con graves desequilibrios de mercado debido al peculiar modelo productivo español ha sido precisamente los altos costes de licencia de estas herramientas. La aparición de programas gratuitos precisamente en los años centrales de la gran crisis económica española ha propiciado la incorporación de su uso a campos que se han visto beneficiados por ello, como la arqueología, disciplina que además en su praxis se ha visto altamente perjudicada por los recortes que desde diversas administraciones se vienen aplicando sistemáticamente a la cultura. 519

La dificultad intrínseca de ciertos restos materiales en su aprehensión virtual, como una escultura, ha ralentizado un proceso que con la innovación de programas fotogramétricos se ha acelerado exponencialmente, generando un boom de la virtualización. Esta problemática en concreto se había solventado hasta el momento mediante la reproducción en 3d, es decir, el esculpido digital, con ortofotografías del modelo a reproducir cuando presentaba un relieve muy complejo, pero que generaba un considerable margen de error en cuanto a la exactitud del volumen en todas sus partes, por no hablar de los costes en tiempo y esfuerzo. El escáner láser se utiliza desde hace años, pero su alto coste ha sido un obstáculo a su implantación a gran escala. Sin embargo asistimos desde hace poco tiempo al éxito de una herramienta de muy bajo coste: la fotogrametría. La posibilidad semiautomática de generar un modelo virtual fotogramétrico con un margen de error muy limitado y un equipo asequible ha permitido a la comunidad científica comprobar la versatilidad de usos patrimoniales de la fotogrametría en concreto, y a multitud de profesionales y estudiantes interesarse con entusiasmo no sólo en el aspecto documental de la virtualización sino también en el diseño 3d como complemento para otros objetivos, como la reconstrucción virtual. Hoy en día, por poner un ejemplo, se puede reproducir virtualmente una pieza arqueológica parcialmente perdida con un margen de error milimétrico (e imperceptible al ojo humano en muchos casos), conservando por tanto un grado de verosimilitud de su relieve muy fiable, y dándose la posibilidad de una reconstrucción de las partes perdidas que ya cuenta con una base métrica de una calidad incuestionable.

3. Objetivos.

La mayor diferencia entre, específicamente, Reconstrucción Virtual e Infoarquitectura, y que ya legitima la disciplina en sí, es la divergencia diametralmente opuesta de objetivos. Desde el mismo momento en el que dos disciplinas que comparten una pequeña parte de la metodología pero no comparten el mismo objetivo, se puede argumentar que son disciplinas diferentes. En el caso que nos ocupa el objetivo de cada una de ellas, de la Infoarquitectura y de la Reconstrucción Virtual, no puede divergir más el uno del otro: son objetivamente, valga la redundancia, antagónicos. El objetivo de la Infoarquitectura es construir virtualmente lo que aún no existe. El objetivo de un proceso de Reconstrucción Virtual es reconstruir virtualmente lo que ya ha existido.

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La infoarquitectura no reconstruye, construye, recrea en lo virtual un proyecto destinado a materializarse en lo real, y por lo tanto es una proyección del futuro ligada al impulso económico y funcional de la institución, privada o pública, que lo concibe. En la visualización arquitectónica los dibujos son el transporte desde la idea a la obra arquitectónica materializada (Evans, 1997). El formato y estética finales generalmente son realizados al efecto de convencer, de seducir, pues en muchos casos forman parte de un concurso público de adjudicación. La idealización de estas imágenes, aunque deban permanecer fieles a la estructura arquitectónica, es por tanto necesidad. O lo que es lo mismo, hay un fuerte componente de idealización. Para ejemplificarlo explicaré dos tendencias de la visualización arquitectónica hoy en día, en las que no prima el fotorrealismo, porque su objetivo no es mostrar algo tangible, sino algo deseable. La primera de ellas utiliza cierto grado de conceptualización, y se suele valer de una estética aséptica que no duda en aplicar trazos y disolver la luz o el color para remarcar visualmente el concepto a destacar. La segunda de ellas hace primar el efectismo de luces, sombras y destellos de postproducción sobre el modelo tridimensional, en un intento claro de idealización a través de la iluminación. Por utilizar una metáfora hiperbólica, se procura convencer en base a un castillo de fuegos artificiales, y se recurre mucho al denominado digital matte painting, que fusiona diversas imágenes y efectos lumínicos y pictóricos en programas de edición de imagen. Estos dos ejemplos dan idea de lo que he expuesto anteriormente: se debe construir el futuro, y ese futuro debe ser lo más atractivo posible.

Figura 2. Ejemplo de visualización infoarquitectónica de una vivienda unifamiliar. Autor: Pedro Peña Domínguez (2013). 521

La Carta de Londres (2006:3) hace referencia genéricamente en uno de sus objetivos a la visualización tridimensional (de bienes culturales): «Permitir que la visualización tridimensional rigurosa contribuya plenamente al estudio, interpretación y gestión de los bienes culturales». Es decir, es conditio sine qua non la existencia preliminar de un bien cultural. Si pensamos en la finalidad de un proceso de reconstrucción virtual percibiremos la existencia del prefijo re-, que ya de por sí señala que no se pretende realizar algo de nuevo cuño, sino reconstruir el pasado. El formato y la estética finales de estas imágenes difieren según la finalidad concreta de la reconstrucción. El trabajo para una investigación de las relaciones físicas en un espacio tridimensional de diversos elementos arquitectónicos del pasado no requiere una estética conducente al fotorrealismo, ya que se pretende verificar o no una hipótesis de reconstrucción, y probablemente se realice mediante planos arquitectónicos asépticos y encuadres en perspectiva que nos permitan comprobar la viabilidad de la erección virtual. Es decir, no precisará ningún proceso de texturizado ni de iluminación. En cambio si la finalidad es la difusión, objetivo final de una reconstrucción patrimonial, a la sociedad en su conjunto, la estética final puede pasar por el fotorrealismo, con un acabado texturizado e iluminado, y por la inclusión de objetos y/o personajes que ayuden a su interpretación al anónimo usuario. Es decir, se buscará una recreación del momento de uso. Pero no con el fin de convencer a nadie, ya que previamente ya ha pasado por un proceso de investigación y por diversos grados de certeza, como explicaremos más tarde, sino con el fin de divulgar el estado y función del edificio reconstruido, mediante su análisis visual, a los posibles usuarios. De este modo la segunda finalidad del Principio 2 de los Principios de Sevilla, referidos exclusivamente a la visualización asistida por ordenador del patrimonio arqueológico, reza así: «Cualquier proyecto de visualización asistida por ordenador siempre tendrá el objetivo de mejorar aspectos relacionados o bien con la investigación, o bien con la conservación o bien con la difusión del patrimonio arqueológico. La finalidad de todo proyecto debe quedar encuadrada dentro de alguna de dichas categorías (investigación, conservación y/o difusión). La categoría referente a difusión engloba tanto proyectos con fines educativos, ya sea educación reglada o informal, como proyectos con fines recreativos (turismo cultural)». (Grande y López-Menchero, 2010:15) Yo he diferenciado dos objetivos para una reconstrucción virtual. Uno de ellos, el de la investigación, raramente se realiza materialmente, aunque hay ejemplos de arqueología experimental que sí se han aventurado en ello. La causa es obvia: requiere tiempo, esfuerzo y dinero, lo que, si a la hora de levantar los diferentes elementos arquitectónicos en su relación física tridimensional no verifica la hipótesis planteada, es decir, se muestra inviable en alguno de sus puntos, hace irreversible el proceso, a no ser que sea con grandes costes de por medio para deshacer 522

y volver a construir la estructura. Sin embargo en una reconstrucción virtual no existe ese problema. «En este sentido, estos sistemas evitan cometer errores de difícil, o cuando menos costosa corrección ya que no afectan para nada al edificio u objeto y pueden considerarse por tanto como un método absolutamente reversible» (Almagro, 2011:106). Es así como de cara a la investigación la reversibilidad inmediata de una estructura virtual permite plantear diversas hipótesis en torno a elementos arquitectónicos que, previo estudio, pueden ser factibles, y comprobar cómo se comportan estos elementos en un espacio físico tridimensional, aunque virtual, con un coste mucho menor y la posibilidad de observar la viabilidad estructural o no de cada uno de estos elementos. Es decir, la reversibilidad del proceso virtual es una ventaja adicional de cara a la investigación.

Figura 3. Reconstrucción virtual del frigidarium de unas termas romanas de cronología Flavia. Autor: Pedro Peña Domínguez (2012). 4. La divergencia metodológica.

La divergencia de objetivos condiciona la parte metodológica coincidente entre ambas y la que no lo puede ser nunca, por mucho que se utilicen las mismas herramientas en algunos casos. ¿Qué quiere decir esto?

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La metodología de la infoarquitectura pasa por el tamiz de un proyecto ideado, imaginado, por un arquitecto, cuya primera plasmación material quizá sean unos bocetos, hechos después planos CAD, donde una vez introducidos en el software 3D darán comienzo en gran parte al verdadero trabajo de visualización arquitectónica. Estos plano serán extruidos y adaptados a un marco infográfico tridimensional. La adaptación de los acabados de modelado, las texturas y materiales idóneos según la memoria de calidades, hasta el encuadre a veces, si hay poca libertad creativa, son inspirados directamente por el creador del proyecto, con el que hay que estar en comunicación para que la imagen final satisfaga unas necesidades concretas que ya hemos mencionado anteriormente, pero que suelen pasar por su idealización o un marcado efecto conceptual del propósito del levantamiento virtual. El objetivo es una imagen virtual en el presente para su materialización en el futuro. «Al igual que otros objetos manufacturados, la Arquitectura, tiene dos vidas: primero como objetos virtuales (esbozos o dibujos) ideados y trasmitidos mediante órdenes específicas; después como objetos físicos, una vez construidos. En ambos casos intervienen numerosos agentes que inciden en el resultado final» (Pinto y Guerrero, 2013:136). La reconstrucción virtual, como ya hemos mencionado, es precisamente lo contrario: es una imagen virtual en el presente de una materialización del pasado, y que ya no existe, al menos tal y como era en su momento de uso. Este hecho hace que la metodología empleada en la reconstrucción sea muy diferente a la empleada en infoarquitectura. Pongamos como ejemplo a un arqueólogo que exhuma los restos de una estructura: su cabeza ya elucubra qué puede ser en base a su experiencia. O lo que es lo mismo plantea una hipótesis de reconstrucción, embrionaria, de qué función y estado original pudo haber tenido. Si la reconstrucción virtual fuera infoarquitectura el arqueólogo se lanzaría inmediatamente a realizar una reconstrucción virtual. Pero no lo es, porque si se procediera del mismo modo se corre el riesgo de estar falseando la veracidad de una estructura que no conocemos, y por lo tanto se corre el riesgo de falsear la Historia. Debe seguir ni más ni menos que el mismo método que una reconstrucción material. Se debe realizar una investigación mediante un método de investigación científico en el que se hallen las evidencias que avalen la hipótesis planteada. Precisamente la hipótesis que vamos a plasmar virtualmente. En cuanto a arqueología un arqueólogo es y debe ser un historiador, un investigador, cuyo objetivo final debe ser difundir sus descubrimientos a la sociedad en su conjunto. Siguiendo los Principios de Sevilla la rigurosidad histórica de la visualización asistida por ordenador dependerá de la rigurosidad de cómo se haya realizado la investigación previa y cómo se use esa información para la generación del modelo virtual (Grande y López-Menchero, 2010:17). Para ello debe evaluar los restos in situ y su nivel de fiabilidad estratigráfica. Aquellos restos conservados en el mismo sitio 524

obviamente tienen una fiabilidad incuestionable, junto con otros in situ pero modificados. Así mismo se debe evaluar la validez de restos que no se han mantenido en pie pero cuya posición estratigráfica revele su adscripción al edificio, siendo este el umbral siguiente de certeza sobre su papel como elemento de la estructura. La ayuda de planos, dibujos o fotografías antiguas que hayan constatado un estado anterior los restos son una fuente de primera magnitud también. Por último habrá elementos o estructuras que hayan desaparecido, y mediante la investigación de paralelos contrastados en otras estructuras publicadas y de similar cronología y adscripción cultural se puedan incluir en la elaboración de un alzado de la estructura. Así mismo se hace constar la utilidad de algunas fuentes literarias como aval de la interpretación hipotética. Pongamos por caso unas termas del s. I d. C. (de igual modo que pudiera ser una domus). Los Diez Libros de Arquitectura de Vitrubio nos sirven como base de espacios que generalmente han sido arrasados, pero que mantienen unos cánones conocidos en la Antigüedad. Este proceso, para cualquiera que haya investigado una estructura patrimonial, sea arqueológica o no, es conocido por necesario. Si a la hora de realizar la reconstrucción virtual no se hubiera realizado una investigación, o no se hubiera aprovechado una investigación ya hecha al respecto, la reconstrucción realizada no mantendría los criterios de rigurosidad histórica, y cabría el riesgo de estar falseando la Historia. También cabe decir que esta búsqueda de evidencias que aportan información a la hora de verificar una hipótesis (o no) también son las que producen los diferentes grados de fiabilidad o grados de certeza de cada uno de los elementos reconstruidos. Hay profesionales dedicados a intentar consensuar una escala con este tipo de valores para sistematizar una nomenclatura al respecto.

De hecho la articulación de protocolos de actuación en el proceso de Virtualización de Patrimonio en cuanto a investigación, intervención (sea una reconstrucción, una anastilosis, documentación fotogramétrica, etc.) y difusión, es el trabajo que tiene esta incipiente disciplina aún por delante. Se han dado dos grandes pasos, primero con la Carta de Londres (2006), y luego con los Principios de Sevilla (2010), que pretende ser una profundización en los principios internacionales que deben regir la visualización asistida por ordenador para bienes culturales (la Carta de Londres hace mayor incidencia en la metodología 3d y está abierta conceptualmente a todo bien cultural) y, en el segundo caso, para la arqueología. Sin embargo es mucho el trabajo que aún queda por recorrer, comenzando por sistematizar la misma metodología que debería seguirse en cualquier investigación académica con unos protocolos y nomenclaturas propias. Al respecto debo mencionar a la Universidad de Alicante y su Curso de Especialista en Virtualización de Patrimonio, quien está constituyéndose en un motor de desarrollo y consolidación de la disciplina, así como a la 525

Universidad Internacional Menéndez Pelayo, quien en los cursos de verano de Santander del presente año 2014 ha realizado una apuesta por la innovación y las nuevas tecnologías aplicadas al patrimonio a través del Taller de Virtualización de Patrimonio, dirigido por mí mismo. Cabe mencionar la labor de otras asociaciones como «Field SchoolAlange Escuela de Documentación Gráfica del Patrimonio», que desde Extremadura intentan crear un núcleo de enseñanza y desarrollo de estas materias mediante actividades de documentación con restos patrimoniales in situ y su posterior procesamiento, o la Universidad de Burgos con sus cursos online sobre fotogrametría y programas de diseños 3d y su uso en patrimonio.

Figura 4. Imagen que muestra la hipótesis de reconstrucción de la fase A del Templo Ibérico de La Alcudia y qué elementos de la investigación histórica realizada han conducido a ella. Autor: Pedro Peña Domínguez (2014).

Pero metodológicamente las diferencias con respecto a la infoarquitectura no acaban aquí. En el proceso de levantamiento de una estructura el diseño 3d se erige como una poderosa herramienta de medición, que en su relación física tridimensional no tiene trampa ni cartón, a poco que se hayan seguido los mínimos controles de calidades métricas de escalado. ¿Qué significa esto? Como apuntábamos anteriormente significa que una vez erigidos estos elementos virtuales son capaces de 526

verificar o refutar ciertas relaciones entre elementos arquitectónicos por su relación física entre sí que anteriormente era imposible ver. Las hipótesis de reconstrucción sobre restos a menudo arrasados hasta sus cimientos no suelen contar sino con una vaga idea de cómo se desarrollarían métricamente los elementos originales puestos en su sitio. Esto se debe a que la capacidad de abstracción necesaria(se necesitaría un medidor 3d con precisión de centímetros si no de milímetros en la cabeza) para elaborar una teoría que en ocasiones parte de cimientos es insuficiente. La teoría, por ejemplo, que planteaba varios escalones en una estructura termal se demuestra inviable a la hora de llevarla a su espacio tridimensional porque colisionaría con otra que extruida en tres dimensiones se revela como obstáculo. Esto que parece banal, a no ser que contemos con un gran potencial estratigráfico en alzado, es lo más común con lo que se encontrará cualquier virtualizador. Así en el hecho de realizar una reconstrucción virtual esta misma acción se convierte en una potente herramienta de medición, que ha hecho que muchas hipótesis tengan que cambiar en algunos elementos, como apuntaba Almagro (2011), y que surjan otros que antes ni siquiera se habían planteado. A modo de ejemplo, en el proceso de extrusión de una planimetría arqueológica CAD de un complejo termal se pudo detectar el error de medición de los elementos arquitectónicos que componían un paso de calor del hypocaustum cuando se verificó que la estructura reflejada en un perfil CAD era mucho más ancha que el espacio existente entre los muros que la contenían. Esta planimetría había sido enviada ya a la administración autonómica, y formaba parte de la publicación aún inédita de la misma. El proceso de reconstrucción virtual permitió detectar el error de una forma precisa, y cambiar el texto de la publicación, ya que si bien el conjunto termal estaba cubierto y protegido, se pudo recurrir a una foto con escala de este paso de calor para verificar la nueva medición. Así mismo, muy recientemente, en mi último trabajo de virtualización de patrimonio, la recreación virtual de la fase A del Templo Ibérico de La Alcudia, se ha puesto de manifiesto la nula fiabilidad de la planimetría tradicional publicada cuando ésta ha sido introducida en un programa de diseño 3D para comenzar el levantamiento estructural. Anteriormente esta planimetría había pasado de artículo en artículo y de universidad en universidad sin que nadie hubiera percibido nada extraño en la misma. La razón es que es prácticamente imposible detectar este tipo de errores a no ser que incluyamos esos planos en el uso aplicado de las nuevas tecnologías a la investigación de patrimonio.

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Figura 5. A igual referencia de escala publicada del Templo Ibérico de La Alcudia de Elche el alzado y la planta divergen metrológicamente, un error que sólo se apreció al iniciar el proceso de reconstrucción virtual.

He aludido, y lo hago por tercera vez, a la denominación «herramienta de medición» con plena conciencia. El mundo se abre a la documentación pormenorizada, tridimensional, mensurable y reproducible de forma inmediata, y por lo tanto contrastable, como cualquier otro experimento científico, en cualquier parte del mundo. Y esta frase, que puede parecer grandilocuente, se hace realidad cada día en las redes sociales, donde una incipiente y creciente comunidad de trabajadores en esta disciplina comparten diariamente sus procesos y resultados.

¿Significa esto que la Virtualización de Patrimonio, o más específicamente la Reconstrucción Virtual, es una panacea o la solución a ciertos problemas de investigación en el ámbito patrimonial? No. De hecho he utilizado la palabra «herramienta» a conciencia. No es una solución, pero es un apoyo indiscutible a la hora de realizar una investigación en virtud a sus características físicas espaciales. Que el uso de estas herramientas sea de utilidad o no dependerá no tanto de sí mismas como del problema a resolver, de la estrategia que se utilice para ello y de lo exhaustivo del método de trabajo para llevarlo a cabo. De ahí que sea necesaria la figura del Virtualizador de Patrimonio, 528

es decir, alguien que desde el mundo de las Humanidades es el más cercano a sus problemáticas, estrategias de actuación y soluciones. Esto no significa que no haya cabida para los profesionales del mundo de la imagen y el diseño digital, algunos de los cuales realizan un trabajo pormenorizado en estrecha colaboración con los directores científicos del proyecto y por lo tanto con una gran rigurosidad. De esta manera hay quien apunta que este hecho hace que estos profesionales no sólo estén cualificados para realizar la cartelería gráfica de una exposición museográfica, sino que a tenor de su conocimiento de los elementos representados y, por lo tanto, de sus posibilidades de difusión, pueden llevar a cabo todo el proyecto museográfico (Gómez, 2013:115).

Difundir en imágenes evocadoras un pasado equivocado es en sí otras de las legitimaciones de la disciplina: se necesita de profesionales de la investigación para avalar una hipótesis rigurosa, y no un conjunto de recreaciones sin base científica. Son los profesionales más cercanos a las necesidades y metodologías patrimoniales quienes mejor pueden comprender el objetivo de una intervención de virtualización, así como la metodología a seguir para conseguir un resultado riguroso. A este respecto dedicaré apenas unas palabras a la necesidad de la interdisciplinariedad de la Virtualización de Patrimonio. El proceso que lleva a una reconstrucción arquitectónica quedaría cojo sin las importantes aportaciones que pueda hacer un arquitecto; una reconstrucción facial sería algo poco más que inventado sin las directrices marcadas por un antropólogo forense; o la restitución de una obra de ingeniería hidráulica sin la inestimable ayuda de un ingeniero. He puesto casos muy marcados, pero la involucración de diferentes especialidades puede abarcar un espectro mucho más amplio dependiendo del nivel de reconstrucción y recreación que estemos tratando.

5. Conclusión.

La Reconstrucción Virtual no es Infoarquitectura. La finalidad de esta última es construir en el presente lo que aún no existe, y se materializará en el futuro. La finalidad de la Reconstrucción Virtual en cambio es crear virtualmente en el presente lo que ya existió en el pasado.

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Para ello la metodología de la Reconstrucción Virtual debe seguir un proceso de investigación histórica riguroso en el que se hallen las evidencias de fiabilidad del objeto patrimonial a reconstruir, a fin de no incurrir en falsedades históricas. Así mismo esta misma metodología hace de la reconstrucción virtual una herramienta de medición de primera magnitud, que en sus relaciones espaciales recrea el espacio físico tridimensional real, lo que permite verificar metrológicamente en parte o no algunas de las hipótesis planteadas.

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