¡Es el contenido, estúpido! Radio y Televisión de Servicio Público en Venezuela en la era digital

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¡Es el contenido, estúpido!

Radio y Televisión de Servicio Público en Venezuela en la era digital

Jairo A. Lugo Ocando Instituto de Investigación de Medios de Stirling, Universidad de Stirling, Reino Unido [email protected]

Vanessa Casanova Facultad Experimental de Ciencias Universidad del Zulia [email protected] Resumen Este ensayo cuestiona la excesiva fijación con infraestructura que parece dominar el discurso sobre Radio y Televisión de Servicio Público en Venezuela. Propone, en cambio, la necesidad de pensar lateralmente sobre el problema y estudiar modelos alternativos que, en sintonía con los últimos desarrollos tecnológicos, estarían en mejor posición de facilitar una RTVSP para nuestra sociedad como mecanismo de inclusión social. Examina una serie de debates que se han venido generando en Europa, pero a la luz de las realidades de Venezuela. Basado en ello, el artículo sugiere que, en vez de insistir en el paradigma de una infraestructura estadal dedicada de manera exclusiva a la transmisión de contenidos de servicio público –diseñadas para llegar a públicos masivos–, deberíamos comenzar a estudiar otras opciones. Estas alternativas involucran repensar terceros actores, usando canales y sub-vehículos existentes, ya sean comerciales o privados y tomando en cuenta nuevas plataformas de distribución. Analiza las nuevas realidades que la RTVSP enfrenta como resultado de las condiciones cambiantes de las audiencias y los usos que éstas hacen de los medios basándose en el uso y acceso a tecnologías digitales de medios. Palabras clave: Radio y Televisión de Servicio Público (RTVSP), inclusión, tecnología, acceso. Abstract

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This essay questions the obsession with infrastructure, which seems to dominate the Public Broadcasting discourse and debates in Venezuela. It proposes, instead, the need to think alternatively about the problem and to study other models that, along with technologic development, would ease the existence of a PSB as a social inclusion mechanism within our society. It examines some discussions that have taken place in Europe, but within existing debates on PSB in Venezuelan. This article suggests that, instead of insisting in the traditional paradigm of an official infrastructure exclusively devoted to the transmission of public service content –designed for mass public–, we should consider different options. These options imply not only thinking about third actors to deliver PSB by also use the assessment of existent commercial and private channels and sub-vehicles as alternative platforms for content distribution. The article analises the challenges that PSB faces, as a result of audiences fragmentation and their use and access to digital media technologies. Key words: Public Service Broadcasting (PSB), inclusion, technology, access INTRODUCCIÓN La experiencia de la Radio y Televisión de Servicio Público (RTVSP) en Venezuela ha sido, por decir lo menos, desafortunada. Tanto en el viejo régimen de 1958-1998 como en el régimen actual, las experiencias de medios radioeléctricos en manos del Estado han sido fundamentalmente la de aparatos propagandísticos que se comportan como canales comerciales y que -en la mayoría de los casos- han estado lejos de prestar un servicio público.

La historia de Venezolana de Televisión (VTV) y

de la Televisora

Nacional Canal 5 ha sido la de medios que, en ocasiones, se autodenominaron televisoras de servicio público; pero que en la práctica han emulado la programación y métodos de las televisoras comerciales o han servido como voceros políticos del gobierno de turno (Pasquali, 1995), en ambos casos sin cumplir con el ideario de una radio y televisión de servicio público (Lugo, J. & Romero, 2003).

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Más recientemente, se encuentra la creación de TVES (Canal 2), tras la salida del aire de la televisora comercial RCTV, justificada explícitamente con el argumento de ofrecer una televisora de servicio público (Márquez, 2007). Sin embargo, este último esfuerzo tampoco parece haber logrado el cometido propuesto. La historia de las cadenas de radio en manos del Estado no es muy diferente y, con breves períodos y en contados casos, tampoco se puede hablar de una radio de servicio público.

Pese a esta situación, no ha mermado ni el interés ni el debate por lograr una verdadera radio y televisión pública al servicio de los venezolanos. La premisa fundamental se sustenta en la necesidad de llevar a las grandes audiencias contenidos de calidad y ofrecer un balance informativo que presente una visión diversa, plural e independiente.

En los últimos años, el debate ha recibido un denodado impulso ante lo que se ha denominado ‘abuso’ por parte del gobierno de los medios del Estado de lo que debería ser un espacio compartido. De acuerdo con diversos autores, existen razones sociales (inclusión y cohesión) y políticas (contrapeso a las hegemonías privadas y gubernamentales) que justifican plenamente una RTVSP (Born, 2004; Delgado-Flores, 2007), por lo que ha existido un consenso entre ciertos sectores de recuperar esos espacios radioeléctricos con el fin de garantizar una infraestructura exclusiva y apropiada para ofrecer una RTVSP acorde con las necesidades del país.

Este ensayo, no obstante, cuestiona este consenso y propone en cambio la necesidad de pensar lateralmente sobre el problema y estudiar modelos

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alternativos que, a la luz de los últimos desarrollos tecnológicos, estarían en mejor posición de facilitar una RTVSP para nuestra sociedad como mecanismo de inclusión social. En estas líneas se examina una serie de debates que se han venido generando en Europa (Born, 2004), pero a la luz de las realidades de nuestro país. Basado en ello, el ensayo sugiere que, en vez de insistir en el paradigma de una infraestructura estadal dedicada de manera exclusiva a la transmisión de contenidos de servicio público –diseñadas para llegar a públicos masivos–, deberíamos comenzar a estudiar otras opciones.

Estas alternativas involucran repensar terceros actores, usando canales y subvehículos existentes, ya sean comerciales o privados y tomando en cuenta nuevas plataformas de distribución. Para ello, se analizan las nuevas realidades que la RTVSP enfrenta como resultado de las condiciones cambiantes de las audiencias y los usos que éstas hacen de los medios basándose en el acceso a nuevas tecnologías.

Tradiciones en la RTVSP

Existen, en términos muy generales, dos corrientes de pensamiento relacionadas con la prestación de RTVSP (Schlesinger et al, 2003). Por un lado, tenemos la tradición europea, si se quiere llamarla así, la cual argumenta que es el Estado, como representante jurídico de la nación, el que debe prestar directamente este servicio a la sociedad, ofreciendo infraestructura y creando organismos autónomos de los gobiernos de turno.

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Es el Estado –prosigue el argumento– el que puede ofrecer una radio y una televisión capaces de corregir ‘las fallas del mercado’ (Doyle, 2002a: 65), permitiendo a televidentes y radioescuchas acceder a un contenido educativo, informativo y de entretenimiento; en otras palabras, una RTVSP financiada por vía de impuestos directos o indirectos, propiedad del Estado pero independiente del gobierno de turno y que busca corregir las fallas del mercado (Doyle, 2002b).

Esta tradición se ve reflejada en el modelo de RTVSP que predomina en los países de Europa occidental y, en especial, en los servicios de la BBC del Reino Unido, DW de Alemania, RAI de Italia y TVE de España, entre otros. Es una tradición que está también presente en la ABC de Australia, CNBC de Canadá y TVN de Chile. Éste no es, sin embargo, un modelo homogéneo. Por ejemplo, las formas de financiamiento varían. Por un lado, tenemos la BBC en el Reino Unido, que subsiste gracias al impuesto televisivo que cada uno de los hogares de ese país paga anualmente. Por el otro lado, tenemos el caso de de la ABC en Australia, la CBC Canadá, TVN de Chile y el Canal 4 del Reino Unido, donde la publicidad paga una parte o incluso la totalidad de las operaciones de esas redes televisivas y radiofónicas.

El modelo europeo también varía en términos de organización, estructura y provisiones editoriales. Por ejemplo, la BBC Televisión tiene varias divisiones en términos de las audiencias y mercados: la BBC 1 para el público general, la BBC 2 para públicos adultos, la BBC 3 con programación ligera y experimental, la BBC 4 especializada en documentales y contenidos de extrema calidad y la BBC 24, que sólo transmite noticias (Born, 2004).

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En cambio, las distintas operadoras televisivas de la RAI de Italia han sido en gran parte producto de pactos políticos y, por ende, van más hacia nichos político-partidistas, lo cual se refleja en sus contenidos (Hibberd, 1997). Las redes radiofónicas también varían de un país a otro, presentando esquemas y estructuras organizativas variadas dentro de este modelo, con servicios AM y FM para públicos locales y nacionales financiadas por impuestos de los contribuyentes y el uso de onda corta, financiada en algunos casos por los Ministerios de Relaciones Exteriores, para llegar a públicos extranjeros.

El segundo paradigma es el estadounidense. En este modelo, la infraestructura y el servicio televisivo y radial son prestados por entes privados (Jarvik, 1998). En Estados Unidos, este modelo está representado en la Public Broadcasting Service (PBS), que es una red no gubernamental de 355 televisoras no comerciales afiliadas en los 50 estados de ese país y que llega a unos 73 millones de estadounidenses (PBS, 2008). Fundada en 1969, la PBS es una organización no gubernamental y sin fines de lucro que presta sus servicios gracias a patrocinios y donaciones del sector privado y de ciudadanos individuales; aunque también recibe contribuciones del gobierno federal. Este modelo está basado en la prestación del servicio no por el Estado, sino por una ONG.

El modelo también presenta variaciones diversas que se expresan en diferentes experiencias, incluso dentro de los mismos Estados Unidos. Por ejemplo, la estructura organizativa de televisoras y estaciones de radio afiliadas a PBS varía. También vale mencionar el caso de C-SPAN, con sus estaciones

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de televisión por cable y estaciones de radio de señal abierta. Esta red, que transmite 24 horas de actividades legislativas y gubernamentales además de entrevistas y actividades académicas relacionadas con lo político, es totalmente financiada por las operadoras privadas de cable como un servicio público. Igualmente puede sugerirse que canales privados y comerciales como el History Channel y el Discovery Channel ofrecen cierto contenido que se ubica dentro servicio público, aunque son –estrictamente hablando– operaciones comerciales.

En lo que si coinciden ambos modelos es en que debe existir una provisión exclusiva y apropiada en términos de infraestructura (ya sea privada o estatal). Esta provisión se traduce en estaciones y redes de televisión y radio capaces de transmitir contenidos de calidad que eduquen, informen y entretengan al público. Estos tres principios universales de la RTVSP, que emergieron en los años 20, y los cuales se les suele atribuir al primer director general de la BBC, John Reith, son los pilares fundamentales de servicio público televisivo y radial. Estos principios, que en el caso venezolano se han tomado como ejes centrales del modelo y aspiraciones concernientes al servicio público, exigen de modo implícito una infraestructura de producción y difusión de contenido (Delgado-Flores, 2007).

En el caso venezolano, también se asumió que el alto costo de mantener operaciones televisivas y radiales de forma integrada representaba un reto insoslayable para el sector privado; esto pese a la existencia de experiencias radiales muy exitosas como las del Instituto Radiofónico Fe y Alegría, creado por la Iglesia Católica, que desde todo punto de vista es una radio de servicio

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público (Lugo, Cañizález y Lohmeier, 2009). Esto conllevó a que las voces más influyentes en este debate casi por unanimidad adoptaran el modelo europeo en propuestas y diseños de políticas públicas relacionadas con la prestación de una RTVSP (RATELVE, 1976; Capriles, 1979; Pasquali, 1990; Pasquali, 1995).

En algunos países de América Latina, se intentó adoptar esta tendencia, pero en la mayoría de los casos sin garantizar los recursos suficientes ni la independencia necesaria a estas redes radioeléctricas. Como resultado, los latinoamericanos –con poquísimas excepciones– terminamos con televisoras y estaciones de radio más dedicadas a la propaganda gubernamental que al ofrecimiento de una verdadera RTVSP (Cañizález y Lugo en Lugo-Ocando, 1998).

Repensando conceptos y escenarios

Encima de todo esto, existe además la cuestión de cómo definir la RTVSP, un debate que constantemente se produce en todo el mundo y que varios autores han señalado como ‘complicado’ y sin ‘respuestas universales’ (Schlesinger, McNair y Matthew, 2003; Bardoel y Lowe, 2008). El debate sobre cómo conceptualizar e instrumentar una radio y televisión que ofrezca un contenido educativo, noticioso y de entretenimiento está nuevamente en pleno apogeo (Sampson y Lugo, 2003: 83).

En este sentido, el centro nórdico de información, estudios e investigación de los medios y la comunicación, Nordicom –un consorcio de investigadores y universidades patrocinados por los gobiernos de Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia– ha organizado en los últimos años una

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serie de conferencias sobre la redefinición del concepto y naturaleza de la RTVSP a la luz de los últimos desarrollos tecnológicos mediáticos. Estos foros, que hoy por hoy son el punto de referencia sobre el tema en Europa, han servido de punto de encuentro para académicos y políticos y les han permitido a éstos sopesar los cambios en el entorno en relación con la RTVSP. De estos foros han salido importantes contribuciones teóricas que están redefiniendo el debate (Bardoel y Lowe, 2008: 11).

Pero estas discusiones no sólo tienen lugar en círculos académicos. El Comité de Cultura, Medios y Deporte del Parlamento Británico, por ejemplo, llevó a cabo en el 2008 una serie de reuniones para considerar a qué se le puede llamar radio y televisión de servicio público. A estas reuniones se invitaron los directores de todas las televisoras, públicas y privadas, reguladores y especialistas para discutir la posibilidad de financiar por vez primera el contenido de televisoras privadas con dinero público. En otras palabras, se está considerando usar parte del dinero que actualmente se le otorga a la BBC para costear sus operaciones, para producir y desarrollar contenidos de servicio público (algo que hasta hace pocos años era impensable). Sin embargo, esto es sólo la punta del iceberg de una discusión que es mucho más amplia y compleja. Es una discusión que al menos en Europa occidental ha obligado a replantear hasta qué punto sigue siendo viable ofrecer RTVSP usando infraestructura exclusiva y apropiada.

Canales como la BBC 1 han visto mermar paulatinamente sus públicos a la luz de la creciente fragmentación de las audiencias (Webster, 2005). Esta caída en los ratings plantea interrogantes sobre la viabilidad de una RTVSP en

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un contexto en el cual el carácter ‘masivo’ ha comenzado a mermar seriamente. Cabe preguntarse –además- hasta qué punto se pueden seguir sosteniendo discusiones basadas en principios básicos que no son ya axiomáticos.

Por muchos años, los esfuerzos políticos de quienes han propuesto la necesidad de una RTVSP se han centrado en el desarrollo de una infraestructura adecuada. En la práctica, esto se traduce en el paradigma según el cual los esfuerzos se concentran en lograr una red radioeléctrica de señal terrestre y abierta con un sistema de retransmisión capaz de llegar a cada uno de los hogares en el país. Igualmente, se asume en este paradigma que la red debería poseer una estructura organizativa centralizada de carácter nacional que pudiera generar contenido para audiencias nacionales. En ella, la programación

debería

basarse

en

los

principios

reithenianos

antes

mencionados de educar, informar y entretener.

No obstante, este ideal -o proyecto- no es sustentable en un ambiente en que la naturaleza misma de los medios radioeléctricos está cambiando tan acelerada y profundamente. La irrupción de la televisora satelital y por cable en los años ochenta fue sólo el inicio de una metafragmentación de las audiencias; un fenómeno que además comienza a operar de forma horizontal y transversal. Horizontal, porque fragmenta a los públicos en términos de interés, edades, sexo, origen étnico y hasta preferencias políticas y sexuales. Vertical, porque el desarrollo de la televisión digital y on demand genera una subfragmentación, ya no de audiencias, sino de contenidos y programación. Estos contenidos son no sólo escogidos, sino además construidos por el televidente, haciendo posible

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así una televisión totalmente adaptada a las preferencias y tiempo del individuo. Esto hará sumamente difícil sostener canales universales por mucho más tiempo y, en muchos sentidos, copia el drama que vive actualmente la prensa escrita.

La nueva televisión

Hoy por hoy, la televisión del futuro ya es una realidad en nuestro continente; aunque aún estemos rezagados en la implementación de ciertas tecnologías. Mientras los latinoamericanos apenas comenzamos a instrumentar una diversidad de modelos de televisión digital (Guedes-Bailey y Jambeiro Barbosa en Lugo-Ocando, 2008), Europa Occidental, Australia y Estados Unidos instrumentan ya modelos híbridos que incluyen televisión on demand, la televisión digital terrestre, digital satelital y el narrowcasting. El Reino Unido, que ha sido pionero en innovación, ha visto el florecimiento de audiencias que consumen radio y televisión de forma diversa y que crean nuevas complejidades en la relación televisión y audiencias.

La Televisión Digital Terrestre (TDT) se instrumentó por vez primera en el Reino Unido en 1998, originalmente como brazo comercial de la empresa televisiva ITV. La idea era competir con el poderoso consorcio SKY TV de Rupert Murdoch que para entonces casi monopolizaba el mercado digital (las empresas por cable apenas llegaban al 10% de las audiencias digitales, y debían además comprar sus contenidos a BSkyB). Sin embargo, la empresa quebró a la luz del declive de la inversión publicitaria y el escaso número de suscriptores.

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El proyecto fue rescatado por la BBC, cuya directiva había comprendido que debía garantizar canales de distribución y salvaguardar así su independencia frente a Murdoch. Esto ocurrió luego de agrias disputas con BSkyB, quien quería cobrar exorbitantes sumas por la difusión de los canales de televisión y radio de la BBC. Fue así como se estableció el consorcio Freeview, como distribuidor de la televisión digital terrestre gratuita.

El consorcio es operado por la empresa DTV Services (a su vez, propiedad de la BBC como accionista mayoritario), British Sky Broadcasting, ITV y el Sistema Eléctrico Nacional (Yahoo! Finance, 2008). A este mercado se deben aunar los públicos servidos por servicios digitales satelitales, prestados por BSkyB –propiedad de Rupert Murdoch– y por las operadoras por cable que operan en el Reino Unido, lideradas por Virgin Media de Richard Branson (resultado de la fusión de NTL Incorporated y Telewest Global, Inc.). Hoy día, el mercado británico es dominado primordialmente por la televisión digital.

Igualmente es importante destacar que, aunque la televisión digital pagada (satelital y por cable) domina el mercado, en el Reino Unido existen amplias provisiones para dar acceso a la televisión digital gratuita. De hecho, la mayoría de los hogares británicos (63,1 %) cuentan con el servicio Freeview, a pesar de tener también en muchos casos televisión satelital o por cable pagada (OFCOM, 2008). El gobierno británico ya ha suspendido las transmisiones de televisión analógicas y piensa vender los espectros radioeléctricos al sector privado, que los usará para comunicaciones celulares y transmisión de data (BBC, 2007).

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Podría decirse que el Reino Unido es actualmente uno de los laboratorios de punta en Europa para el desarrollo de tecnología para radio y televisión. De allí que el sistema de televisión digital terrestre abierto se haya convertido

así

en

el

estándar

para

el

resto

del

continente.

Pero

paradójicamente, al mismo tiempo se ha convertido también en el primer país en afirmar que la revolución digital ha muerto ya.

Fenómenos como la televisión on demand o ‘por pedido’ permiten al televidente ver el programa o sección del programa al momento que desee. Usando la misma lógica que sitios como YouTube.com, la televisión on demand descarga el programa digitalizado y usa el televisor como un ordenador, permitiendo con ello ver el programa en el momento y en la forma en que se desee.

Además de esto, se ha incrementado considerablemente el uso de tecnologías como la caja TiVo. Ésta permite grabar en un disco duro el contenido de la televisión recibida a través del cable, cable digital, transmisión satélite o la tradicional antena. El usuario puede entonces ‘construir’ su propio canal que ofrecerá el contenido que el individuo desee. TiVo es además un sistema inteligente que ‘aprende’ de los hábitos del televidente y sugiere contenidos. Así por ejemplo, si el usuario frecuentemente ve un deporte específico, el TiVo pasa entonces a buscar en los canales existentes, alertando y grabando, automáticamente, cualquier evento deportivo que el sistema crea que será de interés del usuario, aunque éste no lo haya solicitado.

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El escenario para la radio no es menos retador. Estudios de audiencias recientes apuntan a un uso cada vez más amplio de Digital Audio Broadcasting (DAB), a pesar de que la viabilidad económica de las emisoras en términos individuales haya sido puesta en duda y el formato actualmente es subutilizado (Plunkett, 2008).

El uso de la radio por Internet también muestra signos de creciente popularidad. Sus dispositivos (básicamente computadoras de monouso) en espacios donde existe Internet inalámbrico (wireless) permiten recibir estaciones de radio de todo el mundo, creando nuevos nichos de mercado y subestratificaciones de audiencias nunca antes vistos; aunque la expansión de uso más acelerada se está gestando en los teléfonos celulares.

De hecho, la radio en vehículos móviles (carros, iPods, teléfonos celulares,

trenes,

etc.)

ha

experimentado

innovaciones

tecnológicas

asombrosas. Por ejemplo, la radio satelital digital predomina en los nuevos carros vendidos en el Reino Unido. La radio cambia automáticamente de estación cuando se emiten boletines de emergencia, anuncios del tiempo o del tránsito, sin importar lo que esté escuchando el individuo en el momento; mientras que los modelos más nuevos vienen incorporados con radio digital Internet, que se conecta a las Redes y permite al conductor escuchar cualquier emisora del mundo que esté disponible.

En el caso venezolano, habría además que destacar el creciente uso del teléfono celular como dispositivo para escuchar radio y ver televisión tanto en vivo como a través de podcasts, donde se centran las mayores predicciones de

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acceso al Internet en Venezuela (Lugo y Casanova, 2009). Hasta la fecha, la principal comunidad de podcasters en el país, Oyesto.com, cuenta en su directorio 264 podcasts venezolanos (Oyesto, 2010). La telefonía celular promete también desplazar a los dispositivos tradicionales y crear nuevas audiencias en tiempos y lugares que en el pasado no existían.

Mientras esta revolución mundial ocurre, Venezuela apenas se decide por el modelo de Televisión Digital Terrestre que va a adoptar, entre los modelos japonés, chino y europeo, aunque el gobierno ya ha descartado de plano el sistema estadounidense ATSC (Prensa Web RNV, 2008), que le da prioridad a la televisión de alta definición (HDTV) (Prieto, 2007).

La radio, por su parte, sigue rezagada a la luz de la poca penetración de tecnologías digitales entre mayorías ampliamente pobres; lo que las hace incapaces de acceder a contenidos digitales de programación interactiva, pero sin visualizar, al parecer, la potencialidad de la telefonía móvil celular, cuyo índice de penetración en la población alcanzaba ya el 99,20% de suscriptores activos para el cuarto trimestre de 2009 (Conatel, 2010).

Esta situación no significa que Venezuela vaya a quedar necesariamente excluida de estas tendencias, pero sí que se incorporará tarde a estos cambios –por demás inevitables. Llegar tarde significará que tendrá menos opciones a la hora de definir estrategias para una RTVSP con miras hacia un futuro de audiencias hiperfragmentadas verticalmente y contenidos hipersegmentados horizontalmente. Por ello, se hace necesario que desde ya estudiemos en el

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país lo que está sucediendo en Europa, lo que nos permitirá inferir los escenarios futuros con los cuales tendremos que lidiar.

RTVSP ante las nuevas realidades

El cambio paradigmático de la radio y televisión en Europa ha significado un replanteamiento en relación con cómo se concibe la RTVSP. En este sentido, el parlamento británico ha venido aprobando una serie de leyes y reglamentos que rompen el monopolio que, de estos recursos, tenía la BBC.

La nueva reglamentación propone otorgar parte de los recursos recaudados por vía de la licencia televisiva (el impuesto que debe pagar anualmente todo aquel hogar que posea un televisor) a televisoras públicas y privadas. Igualmente, desde el año 2000 se han venido fusionando los organismos controladores de los medios y se ha creado una sola entidad: la Oficina de Comunicaciones (OFCOM).

Basado en el principio de convergencia tecnológica y autorregulación, dicho ente supervisa las actividades de televisoras, radios, empresas de teléfonos y proveedores de Internet. La nueva legislación también ha significado el corte de cierta independencia editorial a la BBC, que antes sólo respondía a su propia junta de directores y ahora debe hacerlo ante la OFCOM. Para la BBC, estas nuevas realidades han también significado un reto colateral en términos de programación. La BBC tiene que justificar su presupuesto no sólo a través de contenidos de calidad, sino que además debe demostrar que estos contenidos llegan a una gran parte del público. Por supuesto, esto se

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traduce en programas de orientación cuasi-comercial que, de servicio público, tienen poco o nada.

Otro cambio paradigmático es el hincapié que se hace en el desarrollo de contenido para el Internet desde las perspectivas establecidas en el ideal de RTVSP. El sitio web de la BBC, por ejemplo, es hoy por hoy uno de las más leídos del mundo (Alexa, 2008); esto gracias al desarrollo de contenido original, informativo y educativo, primordialmente financiado por contribuyentes británicos.

La lógica, según la BBC, es que la corporación debe comenzar a llegar a sus contribuyentes a través del Internet (Born, 2004), maximizando así su penetración en nuevas audiencias. Esta acción ha sido duramente cuestionada por magnates de los medios como Rupert Murdoch –aunque no ha sido el único–; quienes han culpado a la BBC de truncar el desarrollo del sector privado en el Internet. Según James MacManus, uno de los ejecutivos de News Internacional (la empresa matriz de Murdoch), “la BBC quiere abiertamente construir un imperio digital, y haciendo eso socava las posibilidades del sector privado de desarrollar negocios en la Red” (Terazono y van Duyn, 2006).

El caso es aún debatido en el seno de la comisión de libre competencia de la Unión Europea, y lo que allí se decida seguramente afectará el futuro de la RTVSP.

Lo cierto es que la iniciativa de la BBC ha sido copiada por otras corporaciones de RTVSP como la Deutsche Welle de Alemania, que desde la década de los noventa se ha lanzado a establecerse como una referencia en el

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Internet (Bogen et al, 1998). Para estas corporaciones, el servicio público ya no está limitado a la radio y la televisión, sino que debe extenderse a cualquier otro canal disponible.

Tanto gobiernos como corporaciones de RTVSP han comenzado a focalizar sus esfuerzos no tanto en mantener una infraestructura radioeléctrica, que parece cada vez más inadecuada para cumplir su misión, sino en determinar espacios y contenidos de servicio publico. Parafraseando el famoso eslogan de la campaña presidencial Bill Clinton contra George Bush padre en 1992, podríamos decir: ¡es el contenido, estúpido!

La pregunta es cuán aplicable es este escenario en nuestro país; caracterizado aún por una baja penetración del Internet (de 31,20% para el cuarto trimestre de 2009, según Conatel) y audiencias que mal que bien están menos atomizadas. La respuesta es que el diseño de políticas públicas relacionadas con la prestación de RTVSP no debe depender de escenarios presentes sino que debe basarse en las estimaciones sobre los posibles escenarios futuros.

Si bien es cierto que la penetración de Internet es sumamente baja, en términos de banda ancha y comunicación inalámbrica desde los hogares, el creciente uso de telefonía móvil celular –como ya lo hemos mencionado– y la proliferación de cibercafés es una realidad que compensa con creces las limitaciones por pobreza y exclusión social (Lugo, 2009).

Es importante preguntarse entonces qué tanto vale la pena invertir en infraestructura tecnológica de punta mientras coexisten necesidades básicas

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no cubiertas. También es importante considerar el valor de las tecnologías ‘viejas’ -como la radio- en relación con el acceso de poblaciones socialmente excluidas para informar, educar, dados no sólo los requerimientos de inversión de Internet o televisión digital, sino además de la existencia de infraestructura y medios aprovechables para la RTVSP.

Las radios comunitarias, por ejemplo, que estamos conscientes desempeñan en los momentos un rol político, cuentan con legislación e infraestructura operativa que se ofrecen ya como vaso vinculante con amplios sectores de la población, pero que al mismo tiempo adolecen de falta de contenido educativo e informativo de calidad.

Sin embargo, el criterio fundamental de una política de RTVSP que se centre en el contenido nos debe únicamente remitirse a instituciones públicas, empresas u ONG constituidas, ya que también el ciudadano debe ser partícipe fundamental e interventor de este proceso. Las tecnologías interactivas y digitales permiten la emergencia de un ‘infociudadano’ (Díaz, 2007), lo cual significa, en la práctica, la construcción colectiva de contenidos en la web. Su participación a través de podcasts, blogs, microblogging y otras redes sociales ha dado un vuelco a la agenda pública del país y han permitido servir de contrapeso ante la extrema parcialización de los medios públicos y privados. En gran medida son los blogueros y tuiteros (gente con presencia en el servicio de microblogging Twitter) quienes están dando el ejemplo de información independiente y generación de contenidos propios. Estos infociudadanos requieren de la articulación de contenidos de servicios públicos multimediáticos y multi-accesibles.

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El desarrollo de una política de RTVSP pasa además por la articulación de los agentes de producción de contenidos para los canales existentes. Por ello, una nueva concepción política sobre RTVSP tiene que considerar el rol de los productores nacionales independientes (PNI). Esto, por supuesto, no es una tarea fácil ya que los datos sobre cuántos son y qué hacen no están aún disponibles al público. Existe además, el elemento político-partidista, puesto que la asignación y renovación de sus certificados ha sido cuestionada por su condicionamiento a la filiación política de los productores (Jiménez, 2010). Ahora bien, cabe aclarar, que aunque el modelo actual sesga políticamente la capacidad de generar un contenido autonómicamente reflexivo, también es cierto que un retorno al esquema de absoluta dominación por parte de los canales privados comerciales es inaceptable política y socialmente e, imposible, tecnológicamente hablando.

Las discusiones de hoy sobre una RTVSP en Venezuela deben, pues, comenzar por considerar opciones de espacios y contenidos como un modelo alternativo. La prestación de servicio público no requiere ya de infraestructura de uso exclusivo ni apropiado (aunque por razones políticas sigamos insistiendo en ello). La redefinición del Internet, de la banda ancha y del acceso a múltiples puntos de entrada como espacios públicos de difusión de contenidos de calidad es una prioridad de la re- conceptualización de la política de RTVSP en Venezuela.

Particularmente habría que pensar en alternativas más viables para la difusión y distribución. Al hacerlo, deberíamos ver ejemplos en otras áreas como el transporte publico. Por años, los gobiernos e ingenieros en

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Latinoamérica vivieron obsesionados con la construcción de costosos sistemas de metros aéreos y subterráneos en las grandes urbes. Esto sucedió hasta que las ciudades de Curitiba en Brasil y Bogotá en Colombia desarrollaron los innovadores servicios de la Rede Integrada de Transporte y el TransMilenio, respectivamente. Aunque aún predominan estos paradigmas y se siguen construyendo sistemas de metros a lo largo de nuestro continente, aquello resultó ser una verdadera revolución en materia de transporte público urbano.

Una revolución similar se necesita en el pensamiento político y académico relacionado con la Radio y Televisión de Servicio Público en Venezuela. Una revolución paradigmática que, sin dejar de lado la necesidad de infraestructura exclusiva y apropiada, haga un poco mas de hincapié en la generación de contenidos y el diseño de políticas públicas que garanticen espacios y contenidos adecuados para todos los ciudadanos.

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