Equipamiento de la arquería manchú (traducción)

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Descripción

Equipamiento de la arquería MANCHÚ Peter Dekker

Introducción China ha gozado de una de las más diversas y más longevas tradiciones de la arquería en la Historia. Las evidencias sugieren que el uso de los arcos compuestos, fue ya visible desde el período antiguo hasta el siglo XX. No fue, sin embargo, una tipología de arco chino nativo la que discurrió hasta el devenir del siglo XX, sino más bien, otra tipología exógena de arco, adquirida por la cultura china desde el 1644: hablamos del arco manchú, modelo impuesto tras la derrota ante los propios manchúes, (los Mǎnzú); este grupo procedía del noreste, y aprovechándose ágilmente de la decadencia de la dinastía reinante, los Ming, consiguieron establecer una dinastía en toda China, la de los Qing. Bajo esta dinastía, el arte y las letras chinas consiguieron florecer una vez más, bajo el atento patrocinio y cuidado de sus Huángdì, pero es en esta dinastía, donde la milicia imperial china, dará un gran impulso, tras la adopción del equipo militar manchú/yurchen (en realidad, ambos términos aluden a la misma realidad social), por lo cual los artesanos y orfebres chinos se especializarán en la elaboración y técnica de los manchúes. Sin embargo, a día de hoy, el equipamiento de la arquería, no se refiere con el epíteto manchú, sino que se conoce ampliamente como equipamiento de la arquería chino. En parte alude al evidente uso masivo que los chinos, bajo sus gobernantes manchúes, les dieron a partir del siglo XVII; personalmente, prefiero señalarlo como el equipamiento de la arquería manchú, ya que fue una arquería diseñada eminentemente por este pueblo, con una serie de condiciones específicas para su uso y desarrollo ya desde sus ancestros, los yurchen y fue realmente introducido, en territorio chino, siendo posteriormente adoptado por éstos como ya hemos señalado. Para entender y comprender de forma adecuada el equipamiento de la arquería manchú, es importante tener en cuenta, que la mayoría de los manchúes, eran descendientes de las antiguas tribus de los yurchen (jušen), los cuales eran cazadoresrecolectores, con cuyos arcos y flechas subsistían en las duras condiciones climáticas del territorio. Estos grupos tribales, desarrollaron su arquería no tanto para un gran rango y velocidad de la flecha, sino más bien, para disparar un gran proyectil, con precisión y a una distancia razonable. Para una información y fuente más detallada, se puede consultar mi artículo Rediscovering Manchu Archery, que ya presenté en el World Traditional Archery Festival 2008 de la Academic Seminar en Busan, Korea del Sur. En el presente artículo, cubriré la temática del equipamiento de la arquería manchú, en cuatro secciones principales: una primera y relativa a los anillos del pulgar, una segunda en cuanto a los arcos manchúes, una tercera relativa a las flechas, y una cuarta y última acortada sección, para los carcaj; como nota final, expondré una breve conclusión. A continuación, comenzaremos por el primer paso, el relativo a los anillos del pulgar.

Anillos del pulgar Los anillos del pulgar, fueron utilizados por los arqueros de toda Eurasia, y en general, con una forma singular de “lágrima”, muy utilizada en Turquía, Irán, India, la China de los Ming, y Korea. Los manchúes, sin embargo modificaron la forma usual y común, elaborando unos anillos del pulgar con forma cilíndrica enteramente. La técnica

de uso del anillo del pulgar manchú, es un tanto más complicada de aprender, que la utilizada con otros anillos más convencionales, pero el resultado en la liberación de la flecha, es muy fresco. Estos anillos fueron prácticos solamente al principio, pero como la dinastía se perpetuaba, con total seguridad y asentamiento en suelo chino, los máximos mandatarios y los gobernantes manchúes, comenzaron a decorar suntuosamente estos anillos con materiales preciosos, y que al mismo tiempo, testimoniaban su origen manchú. Entre los ejemplares mejor conocidos hoy en día, podemos encontrar los anillos realizados bajo el reinado del huángdì Qianlong (17361796) y con el pináculo de muchos de los anillos conservados y atribuidos a su persona, realizados por él mismo. Material El grado usual de utilización del material para la elaboración de estos anillos, usualmente consistía en hueso. Como la dinastía continuó progresando, en paralelo a lo apuntado anteriormente, la monarquía y la alta sociedad manchú, comenzaron a realizar ejemplares de exquisita ornamentación, y esta vez en materiales como piedra, jade, cerámica y vidrio, como se nos han conservado. Cuando se trataba de hacer un uso efectivo de los mismos, sin embargo, vemos al mismo Huángdì, y a sus más allegados, hacer uso únicamente de los anillos tradicionales de hueso. Se conoce que los manchúes, incluyendo al propio Huángdì, se proveían del material para la elaboración de los anillos, en base a la caza de grandes tigres siberianos, armados para ello con lanzas o arcos y flechas. Es concebible, que el uso de los anillos en base de hueso del tigre abatido, sea una muestra simbólica de la dominación del cazador manchú sobre su poderoso rival salvaje.

Arcos Los arcos manchúes, suponen una tipología de arcos, llamados compuestos, con un diseño recurvado, y con placas laminares de refuerzo, elaboradas en base de cuerno de búfalo de agua, así como refuerzos de tendones en la parte interna del arco. El núcleo de estos arcos, usualmente era de madera, aunque también se podía utilizar bambú. La madera preferida para el núcleo, siempre era elegida entre el árbol de la morera, y para la parte superior (las siyāh), se escogían generalmente madera de abedul para aquellos arcos más elaborados y caros; en realidad, la madera más estándar y usual era la madera del olmo. El mango se realizaba tradicionalmente en corcho, y a veces (en ejemplares más posteriores) se podía encontrar ciertos restos de elaboración de cuero en el mango. Las zonas recubiertas con tendones en la parte interior del arco, se cubrían asimismo con placas laminares de corteza de abedul, a medida que la ornamentación y elaboración avanzaba en la artesanía manchú. Desde el siglo XVIII en adelante, algunos arcos poseerán en sus zonas cercanas al mango y a las partes superiores, unas adiciones de piel, para evitar que se desgastasen a la larga; se presentan asimismo una serie de adiciones de cuerno sobre las ranuras/muescas de los arcos manchúes posteriores. Las prominencias en los ejemplares manchúes (en las cuales se situaban encordada en tensión la cuerda), a menudo estaban realizadas a partir de la cornamenta de ciervo, hueso o madera. Entre los mejores arcos, se puede encontrar en el diseño y aplicación de las placas laminares en la parte superior, una elaboración a partir de cuerno de búfalos de agua albinos. Hay que reseñar, que son muy raros los arcos que se elaboraban a partir de una única pieza alargada de cuerno, siendo lo más común y extendido utilizar varias placas laminares de diferentes piezas de cuerno; no obstante, existen ejemplares

de la anterior categoría referida (de una única pieza) en la colección del Palace Museum Collection en Beijing, y existe un ejemplar en el propio Metropolitan Museum of Arts de Nueva York (con el número de catalogo 36.25.2525). El arco manchú, supone un ejemplar excepcional en la gran familia de los arcos compuestos; principalmente, porque supone con mucha distancia, el arco más grande de esta tipología, llegando a alcanzar la mayoría, una longitud de en torno a 160-170 cm ya tensados. Esta gran longitud, se debe principalmente a cada una de sus alargadas partes superiores, llegando a alcanzar las mismas, en torno a 27-33 cm de longitud, lo que produce un trazo mucho más suavizado, difícil de encontrar entre los otras tipologías de arcos compuestos, y siendo solamente comparable a ejemplares modernos. Como ya señalé en otro artículo publicado anteriormente, sus partes superiores, sacrifican velocidad y eficiencia, pero ganan gran estabilidad, eliminando la necesidad de realizar trazos muy consistentes (y en muchas ocasiones pesados y difíciles de realizar) en otros arcos compuestos, como el arco turco. Con este trazo más facilitado, como se consigue una capacidad de disparo más grande y con una precisión sin igual en una corta/media distancia. Estas características pueden llegar a sorprender a quienes a menudo asumen generalmente, que la única forma correcta y viable de utilizar de manera múltiple la tríada de material tradicional, madera-cuerno-tendones, sea de cara a la elaboración final del característico arco compuesto asiático, de menor tamaño y con una rapidez y velocidad a distancia mayor. Sin embargo, comparar sólo las cifras de la velocidad y eficacia por el trazo del arco, juzgando así la eficacia total en conjunto del arco, puede llevarnos a un resultado engañoso. Personalmente, para mí esta asociación es casi tan efectiva como el paralelismo de juzgar a un coche únicamente por la velocidad que puede llegar a producir, a partir de las cifras que le otorgan su fuerza de caballos. Si bien es cierto que este tipo de medición para el arco manchú, nos aporta una cifra destacada, no debe ser el único criterio de cara a juzgar el ejemplar. Los manchúes llegaron a ganar la guerra ya en el siglo XVII y XVIII contra ejércitos armados que estaban no sólo armados con arcos cortos (de la tipología turco-mongola) sino también incluso con armas de fuego, de manera que bien debiéramos reconsiderar los puntos comunes y usualmente asentados en el subconsciente estratégico y bélico, a la hora de valorar realmente la eficacia militar de los arcos manchúes; siendo necesario en sí, reconsiderar la eficacia de una corta distancia/lentitud de otros tipos de arcos compuestos, como el presente manchú. Decoración de los arcos La decoración de los arcos manchúes, siempre llegó a través de una serie de fases, que pueden ser hábilmente utilizadas para tratar de datarlos, pero hay que tener suma cautela, debido a que la datación de los elementos no es siempre una ciencia exacta, y en ocasiones se han relanzado otros diseños que se creían anteriores en fases ya dadas por superadas. Los primeros arcos manchúes, eran por lo general, bastante robustos y con un diseño bastante sencillo, donde los materiales visiblemente hablaban por sí mismos. Incluso los arcos atribuidos a los primeros Huángdì de la dinastía manchú, que se encuentran actualmente en el Palacio de Pekín, son en su mayor parte de este tipo de elaboración, usando los materiales sin gran ornato ni lujo. La mayor parte de estos ejemplares, se caracterizan por poseer una corteza de abedul coloreada en las zonas de las extremidades, a veces con ciertas impresiones de camuflaje en la parte interior del arco, en ocasiones de tonalidad marrón o roja, y con las extremidades cubiertas con corteza de abedul blanco. Ninguno de estos arcos referidos, poseen aún las tiras de piel cubierta que veremos con posterioridad en diversos ejemplares, a excepción

de algunos en los que encontramos unos pequeños segmentos de cubierta de piel en la zona del mango donde se colocará la flecha (y con tonalidad verde). Hacia la mitad del reinado de Qianlong, aparecerá una nueva decoración del arco entre los círculos del Huángdì, ahora decorado con diseños multicolores y de gran ornamentación. Uno de los primeros ejemplares de esta nueva tipología documentada, fue el propio arco del mismísimo huángdì Qianlong, probablemente diseñado enteramente para su uso particular. El Huángdì llegó a disponer de un cierto número de estos arcos, con las extremidades cubiertas característicamente con estampados elaborados y con pequeñas piezas de refuerzo de corteza, así como ciertos símbolos auspiciosos en algunos puntos de la pieza. El primero de estos arcos, aún poseía unos colores más naturales, a diferencia de los colores observados en los posteriores, con una gran viveza y mayor intensidad. Los primeros arcos con cubierta de piel en las partes superiores del arco, también emergieron a lo largo de este período, siendo mencionados ya en el 1759, en referencia a las regulaciones de la corte y recogidas en el Huanchao Liqi Tusi. La moda se expandió y consolidó, como se demuestra en los oficiales de todo el siglo XVIII, muchos de ellos retratados en una serie de grandes retratos durante el 1759-1760, pero que aún permanecen representados llevando los diseños más simples y tradicionales del arco manchú, aunque con una visible ejecución impecable de los mismos. Este periodo, representa también la profusión y expansión de la artesanía de los arcos manchúes, consolidándose a lo largo y ancho de todo el imperio y formándose la nueva técnica y ornamentación entre todos los artesanos chinos. Pero, si hay algo que podamos decir acerca de la importancia superior de las variaciones en este período, es que en sí, todas cumplen un objetivo de fortalecimiento del arma, y generalización, de forma que consiguiera imponerse como modelo estándar hasta incluso los últimos días de la dinastía; en algunas regiones, este modelo perduraría incluso más allá de la caída de los manchúes. Durante el siglo XIX, surgió una versión más simplificada, del conocido “estilo de Qianlong”, y que llegó al pueblo llano, con una disposición similar decorativa a la vista anteriormente, pero con unos diseños más estandarizados en el modelo. El uso de símbolos de la suerte y la longevidad, alcanzaría su máximo esplendor, justamente en este período decadente de la dinastía. Las tiras de piel que como ya vimos, tuvieron un progreso de colocación y estandarización, suponen ahora una característica común visible entre los arcos de mejor calidad; sin embargo, hay que reseñar, que arcos relativamente más simples, se mantuvieron en uso hasta el final de la dinastía Qing, aunque nunca más volverían al nivel ornamental que se conocieron en los primeros arcos de los manchúes.

Flechas Las flechas manchúes en su elaboración original, estaban destinadas a la caza y a distintas prácticas de entrenamiento o competiciones, de manera que son de mayor tamaño en todos los sentidos. Como es bien sabido, unas flechas más grandes, poseen grandes ventajas en una batida de caza; son misiles más fuertes, duraderos y fáciles de hallar cuando se pierden. Con su forma de mayor tamaño, proporcionan un encaje y soporte mejorado para sus puntas de flecha, las cuales además son también de gran envergadura así como de gran peso, con lo cual el daño de impacto se agravaba con estas características. De hecho, si no se conseguía aniquilar al objetivo al instante (lo cual no era muy probable), la propia herida que una flecha de tales dimensiones podía llegar a infligirle, lograba que finalmente en poco tiempo, se acabase con el objetivo paulatinamente con la gravedad de la herida. Unas medidas usuales para las flechas

destinadas al uso militar entre los manchúes (así como entre entrenamientos o batidas de caza), podía llegar a medir en torno a 9-15 mm de espesor, 95-115 cm de largo y con un peso en torno a 60-100 gr. Las flechas silbantes, eran aún de mayores dimensiones; el ejemplar más grande que he podido llegar a examinar, poseía un eje con un grosor en torno a 19 mm y una longitud total de unos 130 cm. Para estabilizar las flechas grandes, usualmente con una lentitud y peso claros por su propia morfología, se necesitaban una serie de plumas más alargadas: a menudo estas plumas llegaban a poseer en torno a 2438 cm de longitud; para el uso de las plumas, se echaba mano a plumas de buitre o águila (eminentemente especies esteparias, con mayores dimensiones y como consiguiente, unas mayor longitud en el plumaje; también se ha documentado varios ejemplares con plumas de grulla). Las puntas de flecha se elaboraban con una morfología en forma de espigado (o espiga), adjuntándose al cuerpo de la flecha con pegamento y encajándose de esta manera de forma sencilla. La parte final del cuerpo de la flecha, se envolvía con unos tendones recubiertos de pegamento, los cuales llegaban a cubrir de forma efectiva, el material del cuerpo de la flecha contra el posible efecto de la humedad, y así fortalecer de forma efectiva el misil. La ranura de la flecha, usualmente podían llegar a tener corteza o segmentos de piel, para proteger así esta parte de la flecha de posibles griegas o hendiduras; en ciertas ocasiones, aunque en gran excepción, podemos hallar incluso ranuras de flecha óseas, o con el ensamblado para la propia ranura hecha a partir de diferentes piezas de madera. Puntas de flecha Para la mayoría de los interesados en la temática militar china, lo relativo a las puntas de flecha, supone un campo muy vago, con demasiadas dinastías y multitud de formas y estilos, haciéndose prácticamente tedioso y a veces inabarcable. Con frecuencia, suelen ser los coleccionistas interesados, los que aportan las citas y cifras así como tipología de las puntas de flecha en sus artículos y trabajos, realizándose a veces, verdaderas concesiones fantasiosas e hipótesis muy alejadas de la realidad en cuanto a las diferentes formas y los estilos. Para un análisis más coherente y cercano a la realidad, tan sólo debemos consultar los útiles textos e ilustraciones coetáneas que se nos han legado, y redactados por fuentes que realmente eran conscientes de sus usos, aplicaciones, e incluso los utilizaron, ¿qué nos dicen de este modo, las fuentes que se nos han legado de dicha época y dinastía? Realmente, la mayoría de las puntas de flecha chinas que se pueden encontrar en el mercado, son de hecho puntas de flecha de la dinastía Qing, siendo la fuente más útil para el estudio de las mismas, la propia obra del Huangchao Liqi Tushi, compilado laboriosamente por directamente por edicto imperial en torno al 1759 y el 1766, con una suma corrección posterior y elaboración crítica; la obra parte nada más y nada menos que por el huángdì Qianlong, consumado estratega militar, diseñador de armas y arquero excepcional. En la obra, se describen hasta 64 tipos de flechas, su tamaño, material, construcción, decoración y uso previsto. Se enumeran flechas peculiares para la batida de liebres, flechas impermeables para la caza de patos, así como una gran variedad de flechas militares y de otro tipo de caza; en este largo repertorio de misiles, tenemos incluso flechas diseñadas para disparar en las zonas más difíciles y críticas para alcanzar el objetivo: pequeños animales a batir conseguían introducirse en determinadas zonas, a las cuales se podían contrarrestar flechas reflejadas en la obra. Otros tipos, permanecían con un uso universal, utilizándose para una gran multitud de batidas de caza, que podían ser usadas contra osos, jabalíes o tigres.

Unas flechas peculiares en el repertorio manchú, son sin duda sus flechas silbantes, notables sobretodo por su gran tamaño ya referido y por la diversidad y sofisticación de sus propios diseños. Circulan diversas teorías sobre su utilización, pero a tenor por la naturaleza de la propia arquería manchú, se hace obvia su utilización eminentemente en la caza, de manera que el misil, con su larga punta y efecto sonoro, lograban que las víctimas (sobretodo en ejemplares como ciervos y liebres) se movilizasen, simbolizando un blanco fácil de abatir. Otras flechas silbantes, tendrían como objetivo con su característico ruido, atraer a los animales a los espacios abiertos, dispuestos para el posterior ataque; de hecho había incluso una flecha especial para conseguir despertar a los tigres. También tenemos noticia de una tipología de flecha silbante, diseñada para una especie de práctica de tiro al blanco manchú, aún practicado por la tribu de los xibe en la década de 1960. Como ya hemos referido, sin duda las flechas de gran dimensión y utilizadas en las batidas de caza, lograban penetrar con efectividad pieles más resistentes, como las de un jabalí, pero al mismo tiempo también servían para traspasar con gran acierto, todo tipo de armaduras y protecciones corporales. La flecha estándar usada en los ejércitos manchúes, fue la tipología meizhen o “aguja-ciruela”, la cual aunque guarda una gran utilidad para la práctica de la caza, encontró un propósito más contundente en su uso posterior. Esta morfología de punta de flecha, es casi idéntica a la visible en las puntas de flecha de hueso, utilizadas por los “salvajes cazadores” de Manchuria, los conocidos oroqen (orochen) hasta la década del 1920.

Fundas para el arco y carcaj Los manchúes nunca portaban demasiadas flechas a la batalla, en un desfile militar, o para la caza, debido a que su estilo de arquería, se basaba fundamentalmente en disparos certeros a distancias relativamente cortas. Con ello, los carcajes para las flechas manchúes, son de dimensiones muy reducidas, cubriendo sólo alrededor de un cuarto de la longitud total de la flecha, y se mantienen las flechas claramente separadas en el carcaj, emulando la forma de un abanico. En la parte posterior del carcaj, por lo general se encuentran hasta tres recipientes (o bolsillos) para las flechas especiales con las mayores dimensiones en la punta de flecha, y a veces también, podía haber hasta dos o tres pequeños bolsillos para introducir flechas de dimensiones más pequeñas, en la parte delantera del carcaj. Dentro del estuche, las flechas eran separadas por medio de una cubierta doblada que las mantenía sujetas, o hasta en algunos casos, por separadores de cuero. Estos carcajes, estaban elaborados a menudo a partir de cuero crudo, cubierto a su vez de piel, seda o incluso terciopelo; estaban equipados asimismo con ciertos herrajes de hierro o latón; tenemos ejemplares lujosos de miembros de la corte, en los cuales se observan brocados de seda y accesorios de hierro dorado intrincados, que llegan a sostener piedras semipreciosas, piedras preciosas o perlas. Las fundas de los arcos, cubrían aproximadamente la mitad del arco, dejando la otra mitad expuesta, por lo cual se facilita una extracción rápida. Todas las fundas de arco manchúes, se distinguen por un anillo situado justo en el lado en el cual podían insertar sus sables con seguridad, sin sus vainas cuando marchaban a la batalla (en otras ocasiones, el sable se quedaba suspendido del cinturón, envainado, y generalmente hacia atrás). Las razones más obvias para este proceder, sería el intento de evitar el peso adicional de la vaina y al mismo tiempo, con la colocación del sable afilado y desenvainado pendiendo de la funda del arco, tendrían un acceso más rápido ante la acometida enemiga que pretendiese tirar de sus fundas, o intentando tirarlos de sus

monturas. Al igual que el carcaj, las fundas de los arcos estaban elaboradas de cuero o piel, y se cubrían con la misma gama de material descrita anteriormente para el carcaj.

Conclusión El más grande de los arcos compuestos, estaba lejos de refinarse. Como herramienta práctica para la caza, fue desarrollada con gran maestría por los maestros orfebres chinos de todo el territorio. Estos orfebres chinos, consiguieron embellecerlos aún más, con los estilos característicos de su ornamentación, pero sin abandonar nunca la propia geometría y forma del propio arco manchú. Durante el apogeo de la dinastía Qing, todavía podíamos observar ciertas tipologías de flechas en uso por la familia imperial. Si los manchúes no hubieran tomado el control y dominio sobre China, bien pudiera ser que sus características tipologías de arcos y flechas, progresivamente estuvieran abocados a la desaparición tras la modernización global. En lugar de ello, se produjo un resultado de mestizaje interesante y aportado por la llegada de los Qing al poder en China: la suma de los valores artesanos chinos más clásicos, junto con la robustez manchú, como podemos y hemos visto a lo largo de las diferentes partes y elementos de la arquería de este período. Con este breve artículo, espero haber podido contribuir a una apreciación y comprensión de los equipos de arquería manchú/Qing.

NOTAS SOBRE LAS LÁMINAS Lámina 1: Yan Xiang Shi, general en jefe manchú, circunscrito a la provincia de Gansu. Se muestra con el vestido manchú típico, y con su equipo de arquería; esta imagen se corresponde con una ilustración de pergamino de tinta sobre seda, realizada en el 1760. El texto que figura arriba, describe su valentía y perseverancia en el campo de batalla. Actualmente en el Museo Yamatobunkakan (Japón). Lámina 2: imagen de una caja lacada de cinabrio, que contiene hasta siete anillos elaborados en jade y hechos únicamente para el huángdì Qianlong. En cada uno de los anillos, se encontraban inscritos versos poéticos de la propia mano del huángdì. Fue vendido por más de 6 millones de dólares en Sotheby, (Hong Kong) el abril de 2007. Probablemente, se trata del equipo de arquería más caro jamás vendido. Lámina 3: un anillo del pulgar manchú usual y práctico, posiblemente elaborado en hueso de tigre. Lámina 4: detalle de un anillo del pulgar elaborado en nefrita, de la época del huángdì Qianlong y que actualmente se encuentra en el Museo de Arte Asiático de San Francisco (Asian Art Museum of San Francisco). Hay que tener en cuenta, el trabajo visiblemente fino y pulcro en la pieza como podemos ver en la ilustración. Lámina 5: nos encontramos ante uno de los más grandes arcos manchúes conservados hasta la fecha, y posiblemente, uno de los más alargados que se puedan llegar a encontrar; está datado en torno al siglo XIX, con hasta 102.3 cm de ancho sin encordar y con hasta 33 cm de largo de su parte superior (desde la punta misma hasta la rodilla). Esta fue una tipología utilizada para examinar la resistencia de los arcos manchúes. Llega a alcanzar un peso de trazado de hasta 240 lb, un peso a tener en cuenta basándonos en la afirmación referida en torno a los arcos manchúes, que señalaban que un arco ya con 100 lb en el peso de su trazo, no tenía ningún tipo de armadura ni blindaje posible de oponérsele. Lámina 6: arco imperial del período de Kangxi, con un diseño clásico de hacia finales del siglo XVII o comienzos del siglo XVIII. Permanece adjunto con una etiqueta de inventario, señalado por la casa imperial manchú, indicando en dicha etiqueta en chino y en manchú el peso del trazo, con hasta 7.5 li (equivalente a unas 100 lb). Con esto se demuestra, que los primeros Huángdì de la dinastía manchú, eran todavía unos arqueros muy capaces y cualificados. El fuerte más arco del período Kangxi en esta colección, posee de hecho un peso del trazo de no menos de 150 lb. El ejemplar referido en la imagen, reposa actualmente en el Museo del Palacio, Beijing. Lámina 7: un ejemplar de arco manchú bastante raro y peculiar, con una aplicación de corteza siguiendo un patrón de impresión en “mosaico”. Fue elaborado probablemente en los talleres de Pekín, donde también se realizaban los arcos imperiales desde finales del siglo XVIII o más probablemente, hacia la mitad o principios del siglo XIX. Tiene un diseño de decoración idéntico, al que posteriormente aparecerá en los más tardíos ejemplares de arcos de Qianlong, con la única diferencia de que en esta tipología, vemos cómo en las zonas cercanas al mango y en su parte superior, aparecen tiras de piel de refuerzo, mientras que en los arcos de la tipología de Qianlong, la zona de la parte superior, está exenta de estas tiras de protección de piel. Lámina 8: detalles de la parte superior del arco. Podemos ver cómo está decorado con lazos de forma seguida, esvásticas y patrones romboidales derivados claramente de la cultura y arte indio y tibetana. Asimismo, se combinaban un juego de términos en chino dirigidos a la victoria y a la continuidad dinástica durante muchas generaciones, sin duda alusiones que preocupaban el bienestar de los oficiales de alto rango y a los

gobernantes que solían tener estos arcos tan ornamentados. De hecho, los arcos de clase media-baja, generalmente solían tener alusiones en su caso, al deseo común de los individuos: longevidad, riqueza, suerte, y tener muchos descendientes. Lámina 9: detalle de la parte superior de un arco típico del siglo XIX, con detalles que nos retraen sin embargo, a diseños mucho más anteriores. Lámina 10: las extremidades de este arco en concreto, nos recuerda fuertemente a unos patrones de camuflaje que se encuentran ya en arcos del siglo XVII y el XVIII. Sin embargo, los detalles de las tiras de piel de color esmeralda, la forma del propio camuflaje, y la elaboración de sus partes superiores, suponen una marca de ostentación clara para la elaboración del arco. Lámina 11: dos extremidades de arcos que nos muestran un diseño derivado del anterior visible de mosaico imperial, con una zona clara rectangular, con láminas lobuladas demarcando la transición de la parte de la extremidad a la parte superior del arco. La zona rectangular aludida, está visiblemente adornada con un diseño auspicioso, como en los arcos referidos de patrón en mosaico, pero sin llegar a alcanzar la cubierta en las extremidades vista en los anteriores ejemplares imperiales. Estos diseños auspiciosos también se pueden encontrar en insignias de mandarín en torno a la época coetánea a los presentes manchúes. Estas extremidades del arco, muy comunes, están datadas en torno al siglo XIX. Lámina 12: típica flecha manchú de primera mitad del siglo XIX. Está envuelta en corteza de cerezo tibetana, su ranura posee un refuerzo de piel, y tiene asimismo unas plumas de águila esteparia. Hay que tener siempre presente a longitud inusual del enflechado de estas flechas, que llegan a alcanzar casi el centro del cuerpo de la flecha. Lámina 13: imagen en detalle de la ranura de una flecha, cubierta con un refuerzo de piel. Lámina 14: punta de flecha silbante manchú del siglo XVIII, que como bien señalamos anteriormente, podía servir en diferentes propósitos, pero ante todo, de cara a una efectividad y añadido en la caza. Lámina 15: puntas de flecha militares manchúes de la tipología meizhen. Podemos ver la forma angular en una de las puntas de flecha (la última punta a la derecha de la imagen), siendo ésta una forma muy típica en el siglo XIX. El resto de las puntas de flecha probablemente procedan del siglo XVIII o un tiempo más atrás. Lámina 16: hay que tener en cuenta el factor que podía realizar el giro y la estabilidad de estas grandes plumas en la efectividad de las flechas. Lámina 17: puntas de flecha manchú. De izquierda a derecha: flecha estándar militar, flecha silbante para objetivo, flecha para objetivos en entrenamientos o competiciones, flecha de caza menor, y por último, otra tipología de flecha para caza menor. Hay que tener en cuenta la forma angular de todas las puntas de flecha, típico de la fabricación manchú del siglo XIX. Lámina 18: podemos ver un empalme en la parte final del cuerpo de la flecha; una flecha de caza de finales del siglo XIX, y parece ser que significó una medida de emergencia/reparación rápida, ya que no se vuelve a realizar ningún refuerzo por encima del empalme. Lámina 19: diferentes tipos de ranuras para la flecha manchú. De izquierda a derecha: una ranura bulbosa atípica con una envoltura de tiras de piel (esta morfología puede que esté probablemente inspirada en modelos hindúes). Las dos siguientes, son flechas ranuras de flechas destinadas para entrenamientos o competiciones, por lo tanto, vemos cómo poseen una gran manufactura de corteza de cereza y tiras de piel envolviéndola. La cuarta ranura, es una sencilla tipología propia de una gran flecha de caza, y envuelta

con tiras de piel negra. Por último, el último ejemplar de ranura, corresponde a una flecha estándar militar. Lámina 20: punta de flecha metálica del siglo XVIII, perteneciente a una flecha de caza imperial. Nótese la decoración damasquinada, representando plantas de agua. El contorno de esta punta de flecha es típico para las flechas manchúes de este período. Lámina 21: uno de los equipos de arquería del huángdì Qianlong, con una funda para el arco y carcaj, cubiertos ambos de brocados de seda con flores y accesorios de hierro con piedras preciosas. Qianlong probablemente tenía un juego de arquería para cada ocasión. Téngase en cuenta el anillo en la esquina derecha de la funda del arco, el cual alude a lo que ya anteriormente apuntamos de la colocación del sable. Este ejemplar se exhibe en el Museo del Palacio, Beijing. Lámina 22: un vistazo al interior de un carcaj, de una tipología muy similar al que ya hemos referido del huángdì Qianlong. Museo del Palacio, Beijing. Lámina 23: carcaj simple del siglo XIX con uso militar, y algunas de las flechas anteriormente referidas. Lámina 24: estos modelos de carcaj, a menudo se suelen confundir con elementos puramente chinos, pero en realidad, son de la tipología tibetana. Se pueden ver ejemplares en varias fotografías tomadas en el Tíbet por la expedición Younghusband. Lámina 25: la funda del arco y el carcaj manchú, en este caso, permanecen más similares al de la tipología koreana vecina. Con esta apreciación, surge una inmediata cuestión: ¿quiénes fueron los primeros que elaboraron esta tipología de equipo de arquería? Podemos ver estos elementos en el museo Volkenkunde, Leiden.

Lámina 1

Lámina 2

Lámina 3

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Lámina 25

Nota del traductor En la presente traducción, he procurado básicamente mantener en todo momento la disposición y catálogo del artículo original, al mismo tiempo que sustituido los términos originales anglosajones en su justa medida por algunos términos originales hanren, de manera, como por ejemplo, el usual término “Emperador” para nombrar al milenario término “Húangdì” (黃帝), así como mantener una cierta uniformidad en algunos segmentos para darle consistencia a la narración. Para consultar más sobre el presente autor y su enorme labor en la divulgación de la arquería manchú, se ofrece por supuesto la vital y elemental página del referido autor: http://www.manchuarchery.org/articlesmanchu-archery, en la que se podrá encontrar múltiples artículos, opiniones e incluso material gráfico de primer orden.

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