EPISTEMOLOGÍA Y DIVULGACIÓN DE LA ASTRONOMÍA

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EPISTEMOLOGÍA Y DIVULGACIÓN DE LA ASTRONOMÍA Ponencia presentada por JORGE ENRIQUE SENIOR M. Director Planetario de Barranquilla [CONVENIO FUNDACIÓN AMIGOS DE LA ASTRONOMÍA-COMBARRANQUILLA]

en el II Encuentro Nacional de Astronomía celebrado en la Universidad Tecnológica de Pereira en agosto de 1996

EL CONFLICTO DE LAS CIENCIAS Y PSEUDOCIENCIAS EN EL CONTEXTO CULTURAL COLOMBIANO   

Referentes de la cultura popular en torno a la astronomía La epistemología y la comunicación entre la cultura popular y la cultura científica Descripción de una experiencia pedagógica [una propuesta]

A nombre de la Fundación Amigos de la Astronomía y el Planetario de Barranquilla presentamos un saludo a todos los asistentes a este Encuentro Nacional de Astronomía organizado por el Planetario de la Universidad Tecnológica de Pereira. El Planetario de Barranquilla es producto de un convenio entre la Fundación Amigos de la Astronomía de Barranquilla y la Caja de Compensación de Barranquilla [COMBARRANQUILLA]. Nuestro punto de partida es una experiencia pedagógica desarrollada durante los últimos cuatro años en la ciudad de Barranquilla. Pero no se trata de una experiencia en educación formal en enseñanza de las ciencias sino en divulgación científica y periodismo científico, una labor realizada en los medios de comunicación, en el Planetario de Barranquilla y en eventos especiales en colegios y universidades. Este trabajo pedagógico involucra a estudiantes y docentes pero también a un público más heterogéneo. Sin embargo, sus implicaciones y aportes podrían servir a quienes se encuentran en el campo de la educación formal. A pesar de la heterogénea participación en estas actividades es factible realizar un diagnóstico general de los preconceptos presentes en el público, constituyentes de un imaginario popular, en especial, en lo que se refiere a temas relacionados con el cosmos puesto que la astronomía y las ciencias y tecnologías afines han ocupado un lugar preeminente en nuestra labor divulgativa. La importancia de esta cosmovisión popular se aprecia si consideramos que las cosmogonías han sido siempre parte medular de las culturas de los pueblos.

Nuestro objetivo es la apropiación social de la ciencia en Colombia. Esto implica no sólo el acceso a contenidos informativos provenientes de diferentes disciplinas científicas sino sobre todo a incorporar elementos de racionalidad científica en la cultura popular colombiana [para ser estrictos este concepto de cultura popular deberíamos pluralizarlo y matizarlo, pero no es procedente en esta conferencia]. A su vez, si consideramos que la racionalidad científica fortalece la autonomía de los individuos, en especial en la toma de decisiones, entonces estamos tratando de cualificar el ejercicio de la ciudadanía y, por ende, contribuir a construir la democracia colombiana. En nuestra propuesta pedagógica, la epistemología, la filosofía de la ciencia y la historia de las ciencias, constituyen el marco explícito en el cual se estructura una estrategia formativa. Esos tres campos imbricados construyen un puente comunicativo entre la cultura popular y la cultura científica, y desde ellos se puede obtener una visión comprehensiva de ambos territorios culturales. Más aún, hasta nos atrevemos a hablar de una apropiación social de la epistemología, por muy utópico o extraño que suene. Analicemos el caso del tema de este Encuentro: la vida extraterrestre. Es un tópico presente en la cultura popular y, además, despierta gran interés. Pero en vez de servir para una interesante aproximación a las ciencias, el tratamiento de este tema en los escenarios masivos refuerza comportamientos como la credulidad ingenua, la especulación gratuita, la sobrevaloración del testimonio, la explicación ad-hoc, la confusión entre creencia y conocimiento, la lógica paranoica, en fin, la subjetividad desaforada. ¿Qué proponemos entonces? 

Conocer y tener en cuenta la visión popular sobre el asunto para partir de allí en el proceso educativo. Hay que aprender por qué un punto de vista es popular, por qué tiene aceptación.



Contrastar el componente de la cultura popular con el punto de vista científico pero sin generar un violento choque cultural que tendría efectos contraproducentes; identificar las debilidades de la visión popular al mismo tiempo que se realiza una aproximación al trabajo científico. Este proceso permitirá a la persona confrontar su propia concepción y construir una visión más compleja en la cual incorpore elementos informativos y elementos de racionalidad provenientes del quehacer científico.

Veamos los dos puntos anteriores con más detalle. 1. UFOLOGÍA Y ASTROLOGÍA EN EL IMAGINARIO POPULAR Al enseñar o divulgar la astronomía surgen temas sobre los cuales existen “teorías” alternativas que resultan ser mucho más conocidas que el propio conocimiento científico al respecto. Es el caso de la vida extraterrestre o de la astronomía de observación o aspectos como las constelaciones, los movimientos de la Tierra, la influencia de la Luna o los planetas sobre nuestro mundo. Estos temas generalmente son abordados de manera sensacionalista, amarillista y francamente especulativa por personajes esotéricos, estrafalarios y, muchas veces, fanáticos, que encuentran amplia acogida en la radio, la televisión y en las publicaciones de mayor circulación. No conozco estadísticas al respecto, pero me atrevo a asegurar que el espacio dedicado a la astrología y al denominado “fenómeno Ovni” en los medios, es mucho mayor que el correspondiente a la astronomía, la astronáutica y demás ciencias afines. Además, los niños son avasallados por cantidades de dibujos animados, películas, series televisivas, cómics, etc, donde aparece la más imaginativa fauna interplanetaria y extragaláctica, pero que a la postre resultan ser “humanos, demasiado humanos” (caricaturas de los peores defectos de la especie humana). Series como “los caballeros del zodiaco” y costumbres inveteradas como los horóscopos, familiarizan desde temprana edad a las personas con ideas vagas sobre el cielo, las constelaciones, los astros y su influencia sobre la vida humana en términos cotidianos. A lo anterior podríamos sumar temas como la reencarnación, una larga lista de fenómenos “paranormales”, las aproximaciones diletantes a culturas exóticas, ciertas modas de la “nueva era” y algunos tópicos de carácter religioso, para conformar todo un bagaje ampliamente difundido, arraigado ya en el imaginario popular urbano, que va desplazando a nuestros viejos mitos y leyendas campesinos o indígenas y a los cuentos clásicos europeos con sus hadas y duendes. Es un reflejo de la Colombia de hoy, urbanizada, insertada en la homogeneizante cultura internacional de los medios masivos. Esta cultura masiva sí es apropiada socialmente, convirtiéndose en una nueva cultura popular, predominante en las mayorías nacionales. ¿Entonces por qué no sucede por lo menos algo similar con la cultura científica? Quienes trabajamos en la difusión y enseñanza de las ciencias tenemos mucho que aprender de las eficaces estrategias de popularización de los contenidos culturales mencionados arriba.

He aquí algunas lecciones que deberíamos asimilar: - Mantener un vínculo con la vida cotidiana y los intereses comunes de la gente, usar un lenguaje sencillo, ejemplos familiares, es decir, situar el conocimiento científico en el contexto cultural, conectar lo abstracto y lo concreto. - Vincular el conocimiento con las emociones: buscar el asombro y la maravilla, emociones sublimes de nuestra especie, no excluir el humor, la ironía, que son antídotos contra el dogmatismo, la autoridad y la prepotencia del saber. - Aprovechar las tecnologías y los modernos lenguajes audiovisuales con toda su fuerza impactante. - Saber manejar la comercialización y la publicidad. - Llegar al fondo, a la última pregunta, es decir, a la pregunta por el sentido, que antes se le hacía exclusivamente a la religión y a la filosofía, y ahora también involucra a la ciencia como interlocutor. Mucha gente busca en la ciencia respuestas escatológicas, de fuerza trascendente, de ahí el éxito de varios libros de cosmología, como el de Hawking, que hablan del origen y el destino del universo, de Dios y de la naturaleza de la realidad. Por supuesto, se necesita un esfuerzo muy creativo para implementar lo anterior con mínimas concesiones en el rigor. 2. LA CONFRONTACIÓN SUTIL El encuentro de la cultura popular con la cultura científica, si no se maneja en forma adecuada, puede desatar un abrupto choque cultural que produciría efectos no deseados: - Que la gente perciba a la ciencia como exógena, ajena a nosotros e incluso contraria a nuestra idiosincrasia, a nuestro “realismo mágico”. - O peor, que se vea a la ciencia como algo aburrido, un catálogo cerrado de respuestas clasificadas, carente de atractivo, imaginación y misterio. - O algo todavía peor, que la ciencia aparezca con el monopolio de la verdad, poseedora de la verdad absoluta y, de repente, nos encontremos encerrados en la ideología del cientificismo y en el culto a la razón (en esto caen a veces hasta los propios científicos).

Y es que la labor del docente, del conferencista, del periodista, que está difundiendo la ciencia, va mucho más allá de suministrar información, transferir datos o desplegar anécdotas. Su misión es, ante todo, brindar nuevas herramientas de pensamiento, nuevas maneras de pensar, nuevas opciones de utilizar nuestra mente. Aquí es donde se hace pertinente la exploración del camino epistemológico que nos lleva a atisbar los límites de las ciencias y su relación con otras formas culturales y poder así trazar estrategias de acceso a la racionalidad científica desde la cultura popular. En la propuesta pedagógica cuya experiencia se ha desarrollado en Barranquilla, en vez de rechazar, descalificando de entrada, algo que es parte del imaginario popular, maniobramos en forma diferente, proponiendo explícitamente coadyuvar a la astrología o la ufología, por ejemplo, a convertirse en ciencia (esto debe asumirse con pleno rigor y no con actitud condescendiente). Las preguntas pertinentes son entonces: ¿Qué necesitan, qué les hace falta, qué requisitos deben llenar, qué deben hacer o dejar de hacer, la astrología o la ufología, para construir un paradigma científico? Con este giro vamos a relievar las debilidades conceptuales, lógicas y metodológicas de los mencionados contenidos culturales, al mismo tiempo que mostramos cómo trabajan las ciencias, cómo se hace ciencia y, en especial, buscamos dimensionar en todo su esplendor la ética de la investigación científica, la cual, por cierto, tiene un fundamento epistemológico. Ahora bien, esto no lo podemos hacer de manera maniquea o dogmática, pues también es oportuno mostrar las debilidades, problemas y limitaciones de las propias ciencias consolidadas [estas, para ser autocríticas, deben verse en el espejo de las pseudociencias]. 3. DESCRIPCIÓN DE LA ESTRATEGIA Por razones de extensión en esta conferencia no desarrollaremos a plenitud los argumentos pero sí describiremos sus componentes y los procedimientos que se emplean con ellos. Tendremos en cuenta para esta contrastación a dos cuerpos heterogéneos de ideas, conocidos como astrología y ufología. Por astrología entenderemos una hipótesis que plantea la influencia determinante de la luna y los planetas de acuerdo a su posición sobre la vida terrestre y, en particular, sobre los seres humanos; esta influencia se produce en el instante del nacimiento de la persona

y deja una huella permanente, por lo menos en su personalidad y otras características psicológicas. Cierta astrología “dura” que se expresa en términos de destino y adivinación del futuro no nos interesa acá. Por ufología entenderemos una hipótesis que plantea la presencia de representantes de civilizaciones no terrestres en diferentes períodos de la historia humana, incluso interviniendo en ella. Sin embargo, en la época actual esta presencia se regularía según una ética de no intervención pública. Esa presencia podría incluir, por supuesto, a otros lugares del sistema solar. De acuerdo a la definición dada la astrología compite con la ciencia de la Psicología más que con la Astronomía, pues ella no trata de explicar los movimientos de los astros, o los procesos astrofísicos de las estrellas o de la escala cosmológica. La astrología parte, en el mejor de los casos, de los datos de la astronomía para plantear sus efectos en la psicología humana, estableciendo incluso una tipología de las personalidades. Un pariente cercano de la astrología es la llamada cosmobiología que también plantea influencias celestes sobre algunos procesos vitales en la Tierra, pero su análisis quedará para otra ocasión. Por su parte la definición de ufología nos muestra que esa hipótesis intenta penetrar en los campos de ciencias como la Historia o la Arqueología, pero eventualmente puede competir con la astronomía a la hora de explicar fenómenos como el cinturón de asteroides o ciertos detalles de la superficie marciana. Astrología y ufología son diferentes, no sólo por su temática, sino también por sus características. Las causas a las cuales se refiere la ufología son voluntades y no procesos naturales, en cambio, la astrología, como decíamos arriba, recurre a los fenómenos descritos por la astronomía para darles el status de causa frente a algunos procesos humanos. El recurso de la ufología entonces es lo que se denomina una hipótesis ad hoc. La ciencia se basa en destacar las regularidades (preferiblemente con fundamento matemático) y evita hasta donde sea posible las hipótesis ad hoc, esto es, las explicaciones singulares o creadas a propósito. Si se trata de intervenciones de sujetos, de voluntades, trátese de dioses, hombres o alienígenas se hace aún más difícil encontrar regularidades y causas objetivas, como lo saben muy bien quienes trabajan en ciencias sociales. Tanto la astrología como la ufología pueden ser objeto de estudio desde el ángulo de las ciencias sociales, como fenómenos culturales que son, pero también desde el ángulo de la epistemología. Ambos puntos de vista los consideraremos en la siguiente narración de los procedimientos con que abocamos el análisis ante el público.

En primer término identificamos algunos conceptos o criterios presentes en forma implícita o explícita en las hipótesis generales que estamos analizando. Precisamente uno de los programas más fecundos en las investigaciones sobre historia de las ciencias es realizar el seguimiento histórico y lógico a los conceptos o a los criterios metodológicos a través de los siglos y culturas. Este ejercicio de disección conceptual nos permitirá seleccionar varios casos que pueden resultar muy interesantes. En la astrología destacamos los siguientes: la acción a distancia; la caja negra; la impronta genética; predicción y determinismo. En la ufología: la extrapolación; el valor del testimonio; la eliminación de lo sobrenatural, la lógica paranoica. En ambos: conocimiento y creencia; especulación y rigor; construcción de consenso; construcción de objeto de estudio científico, estructura de la argumentación. 4. EJES DE DESARROLLO: - Acción a distancia: sobre la acción a distancia mostramos cómo ese concepto está presente en la ciencia, por ejemplo en la teoría newtoniana y ya desde entonces fue problemático y contradictorio con otros aspectos de la dinámica, sin embargo, no pudo prescindirse de él. En la actual mecánica cuántica reaparece en nuevas formas como podemos ver en el famoso experimento E-P-R, en el teorema de Bell y el experimento de Alain Aspect. Esto significa que el concepto no descalifica la cientificidad de un marco teórico que lo incluya; si resulta problemático es porque el pilar sobre el cual estructuramos nuestra concepción de espacio es una topología de la causalidad que se expresa en el concepto de localidad. Hasta aquí sobrevive la astrología pero su reto comienza frente al tratamiento matemático de la acción a distancia. Esto nos lleva al concepto de caja negra. - Caja negra: en ciertas etapas (probablemente pre-paradigmáticas) del desarrollo de una ciencia o de un programa de investigación, es posible o necesario, hacer abstracción de ciertas partes del proceso estudiado. Por ejemplo, se alcanza una descripción matemática (mínimo una correlación estadística) que vincula diferentes partes de un proceso aunque no se tenga una explicación de ese vínculo. Así, para ser tomada seriamente, la astrología debería establecer una correlación estadística entre causas (procesos celestes) y efectos (procesos terrestres) aun cuando no pudiera describir la “fuerza misteriosa” que actúa. Teorías parciales que excluyen parte del proceso (figurativamente diríamos que se las

coloca entre paréntesis o se mete en una caja negra) no son pocas en las ciencias naturales, sociales y humanas. La más famosa es, quizás, la teoría conductista de Skinner, quien, precisamente y de manera explícita, considera la mente como una caja negra. [Hipótesis ad hoc y caja negra son dos estrategias similares a las que recurre el investigador científico cuando su programa o paradigma se halla en dificultades o encuentra limitaciones. En vez de echarlo a la basura o tirar la toalla (aplicando estrictamente el criterio de falsación de Popper) se decide apuntalarlo con una especie de andamio que ayuda a la construcción y que más tarde desaparece o, por el contrario, se fortalece como cimiento del edificio. La historia de las ciencias está llena de ejemplos al respecto. Por otra parte, siempre hay una caja negra en la frontera del conocimiento...] Para poder establecer una correlación estadística entre eventos y establecer un vínculo de causa y efecto, la astrología debe precisar unívocamente dichas causas y efectos. Con las causas no tiene problema puesto que las toma de la astronomía (siempre y cuando sea la astronomía de hoy y no la de hace dos mil años). En cuanto a los efectos, ahí es donde está el reto, trátese de una tipología psicológica o un patrón de comportamiento, tiene que ser determinable objetivamente (consensualmente). - Impronta genética: el primer efecto que imprime la influencia astral en el neonato lo llamaremos “la impronta genética”, una huella permanente en el patrón psicológico de una persona que surge en el momento del parto. Este concepto no es extraño a la ciencia que lo retoma de la idea de herencia presente en el sentido común de todas las culturas desde hace milenios. La moderna genética y algunas teorías psicológicas (análisis transaccional, psicoanálisis, incluso Piaget) manejan este criterio de fijación o huella indeleble aunque no lo refieren al momento del parto (algunos sí hablan del “trauma del nacimiento”). Lamarck, Darwin y Mendel no necesitaron conocer los genes para desarrollar sus teorías que incluían la transferencia de información a través de generaciones, pero sus modelos pudieron confrontarse con situaciones experimentales. Así, no importa el momento (he aquí la caja negra) cómo se transmite la información desde el entorno cósmico ni cómo se graba en el sujeto, lo importante sería corroborar una correlación estadística entre la configuración planetaria y la tipología psicológica propuesta por la astrología. - Predicción: a partir de lo anterior se podrían entonces hacer predicciones científicas, es decir, anticipaciones de carácter univoco, cerrando lo que hemos llamado las cuatro ventanas de escape de la astrología:

a. La vaguedad o laxitud de la predicción, de tal manera que pueda interpretarse de múltiples formas, con gran plasticidad b. La confusión de variables, de tal manera que la falla de la predicción es justificada por la injerencia de variables espurias que actúan como hipótesis ad hoc recurrentes [asunto bien complicado, pensemos, por ejemplo, en casos como determinar la correlación entre la actividad solar y la historia del clima o el carácter cancerígeno de una sustancia] c. La subjetividad de las entradas de datos (configuración planetaria y fecha y hora de nacimiento) [generalmente, el dato de la hora es inseguro, depende de terceras personas y de la frágil memoria humana; en esas condiciones no tendría validez experimental] d. La libertad o libre albedrío, una hipótesis ad hoc recurrente, disponible como un comodín para solucionar cualquier fallo [este problema también lo enfrentan las ciencias sociales] - Extrapolación: la astronomía parte de los descubrimientos de la física realizados en las condiciones terrestres para proyectarlos a escala cósmica, presuponiendo que las leyes descubiertas sean válidas en un dominio universal; esta iniciativa se confronta con la información que nos trae la luz desde los confines del espacio. Por otra parte, la civilización occidental con su expansión mundial y su concepción del progreso tiene pretensiones de universalidad en el espacio y el tiempo, y ha impuesto una ideología que le da a la ciencia y la tecnología un sitial privilegiado como ruta hacia el conocimiento y control de la realidad. Al igual que en la literatura de ciencia ficción que extrapola la historia de nuestra civilización desde la revolución industrial hacia el futuro y hacia el espacio sideral, el imaginario de Occidente ha construido también su propia extrapolación cuya consecuencia lógica es la existencia de civilizaciones tecnológicas extraterrestres, “más avanzadas” que la nuestra. El movimiento metodológico de la extrapolación es, por tanto, muy propio de nuestra cultura y de la misma ciencia. La extrapolación es, pues, una estrategia válida pero utilizarla bien exige ser conscientes de sus riesgos y limitaciones. La llamada ufología es una expresión de esa tendencia cultural y metodológica, pero si quiere dejar atrás el territorio de la ideología y el mito debe confrontarse con la realidad a través de un adecuado manejo de la información, colocando el testimonio en su justa dimensión y evitando una lógica paranoica.

- El valor del testimonio: en su búsqueda de la objetividad y el consenso, la ciencia restringe el valor del testimonio al considerarlo, por razones obvias, como expresión de subjetividad. Un caso famoso es el del científico Blas Cabrera que hace algunos años detectó un monopolo magnético, lo cual no solo no contradecía el paradigma predominante de la teoría del big bang sino que por el contrario corroboraba ciertos modelos. Sin embargo, al no haber ocurrido nuevos casos de detección, el hecho mencionado no pasa, por ahora, de ser una anécdota. Esto ilustra el valor limitado del testimonio como base para hacer ciencia. Aunque desde luego, la experimentación y la observación remiten en última instancia al testimonio de los científicos, se trata de un testimonio cualificado y en condiciones relativamente controladas y repetibles. Los aficionados a la astronomía, por ejemplo, valoramos los informes de observación pero entendemos que ese ejercicio exige entrenamiento, cualificación y experiencia. Y a partir de esas condiciones se erige un factor que, si bien es subjetivo, es esencial para la construcción del consenso: la credibilidad. En otras palabras, es mucha la distancia que hay entre el chisme -comidilla deliciosa para la prensa amarilla- y el testimonio cualificado que aunque no cause escándalo tiene un valor positivo -pero limitado- para el quehacer científico. - La lógica paranoica: con estos términos nos referimos a una forma de razonamiento en círculo vicioso que impide la crítica y la autocrítica que son fundamentales para hacer ciencia. En vocabulario popperiano lo llamaríamos omnicomprensividad, es decir, la característica de una teoría o “teoría” que no admite la refutación, que tiene respuestas para todo, sea que suceda una cosa o lo contrario. Con base en una teoría o hipótesis así, no se puede desarrollar un experimento que sea conclusivo, esto es, que tenga o aporte contenido informativo. Una teoría con esas características no puede crecer en verdadero conocimiento sino que simplemente acumula información en forma acrítica o según sus conveniencias. Fijémonos en que se trata no sólo de un criterio epistemológico sino también ético. Alienólogos o astrólogos tienen entonces que incorporarse a lo que podríamos denominar la ética de la investigación científica. Pero además, hay una lógica paranoica más específica y más peligrosa. Nos referimos a aquella manera de ver el mundo como una conspiración y, por tanto, considerar al camino del conocimiento como el de la lucha contra dicha conspiración universal. Los misterios de la naturaleza, lo desconocido para nosotros, serían simplemente secretos celosamente guardados por los conspiradores (científicos, políticos, burócratas, etc), inaccesibles para la opinión pública. La institución social llamada ciencia obedecería entonces a una política

de restricción informativa en otras palabras, no sería pública ni mucho menos democrática. Esta idea paranoica se alimenta del hecho de que, en efecto, la ciencia no es 100% pública, sea por política o por especialización del saber; y en los países del denominado tercer mundo donde la ciencia se percibe como lejana y ajena, esta idea es vendedora. En la época de la guerra fría, en el mundo del espionaje, la paranoia tenía un terreno fértil que nutrió una amplia literatura de esta índole. Tampoco se puede desconocer que la ciencia está inevitablemente ligada a intereses políticos, militares, económicos y culturales. La solución está en el despliegue de la divulgación científica y en el desarrollo de la educación universitaria en las áreas de las ciencias y tecnologías de punta que conducen a la democratización del conocimiento científico. En la medida en que se logre aproximar la opinión pública tanto al saber científico como a la actividad científica se diluirá el caldo de cultivo de la paranoia socializada. Este es apenas un ejemplo de la importancia de la apropiación social de la ciencia, como bien lo expusiera la comisión de ciencia, educación y desarrollo en su documento Colombia: al filo de la oportunidad. - La eliminación de lo sobrenatural: en las diferentes épocas y culturas los imaginarios de los pueblos han estado poblados por entidades extrañas poseedoras de propiedades humanas, animales o de otra índole, con poderes por encima de la naturaleza y generalmente habitantes de otros mundos o universos. Estos seres o entidades eran parte de la respectiva cultura, eran una expresión de la misma, articulada a su realidad social y ambiental. En nuestra cultura occidental, los cielos antes de Copérnico, Galileo y Newton eran territorio de la perfección, de dioses, en fin, eran un ámbito cualitativamente diferente del mundo sublunar de los hombres. Pero la revolución científica de los siglos XVI y XVII convirtió a la Tierra en un astro más, produjo el Universo, un cosmos gobernado por leyes impersonales cuyo dominio abarcaba el cielo y la tierra. Religiones, mitos y leyendas no desaparecieron pero sí se transformaron al embate del desarrollo científico. Como expusimos arriba al hablar de la extrapolación, nuestra civilización tecnológica tiene pretensiones de universalidad, tanto en el espacio como en el tiempo, imponiéndose la ideología del progreso y convirtiendo la conquista del cosmos en un destino manifiesto.

La ciencia ha infligido una herida narcisista a la humanidad. Desde Copérnico la Tierra dejó de ser el centro, con Shapley, a comienzos de siglo, el Sol dejó de ser el centro, con Darwin el hombre se convirtió en un animal más que ni siquiera es cumbre de un proceso evolutivo sino un resultado casual. Aunque no se diga de frente, lo cierto es que la ciencia nos ha perfilado un mundo sin Dios, sin sentido, donde el ser humano es marginal e insignificante... ¡qué paradoja! Frente a tal devenir histórico, nihilismo y fanatismo son dos caras de la misma moneda, acción y reacción en el plano intelectual, mientras la tecnología es el consuelo y el refugio. En este marco cultural, ovnis y extraterrestres son la auténtica expresión mítica del espíritu de la época, una sublimación de nuestra civilización tecnológica, una afirmación social de la humanización del cosmos y, al mismo tiempo, un mito capaz de reforzar la eliminación de lo sobrenatural. Porque como inquiría Nietzsche, uno de los profetas de nuestro tiempo: “¿cuánta verdad somos capaces de soportar?”, ¿Cómo imaginarnos íngrimos y abandonados en un universo vasto y desolado? - El valor heurístico: el problema con la hipótesis alienígena, por ejemplo al introducirla en los territorios de la arqueología o la historia, es que, si bien elimina lo sobrenatural no elimina lo subjetivo o voluntarista y configura además un caso de hipótesis ad hoc, a lo cual ya hicimos referencia anteriormente. Si se quiere explicar la construcción de las pirámides egipcias, para utilizar un interrogante clásico, se puede recurrir a una hipótesis sobrenatural y se tiene todo resuelto, es decir, se obtiene una respuesta omnicomprensiva, o sea no-refutable, y sin valor heurístico, pues no impulsa la investigación. Si se utiliza la hipótesis extraterrestre, se elimina el factor sobrenatural, pero igual aparece todo resuelto, obteniéndose una respuesta omnicomprensiva que tampoco impulsa la investigación. El arqueólogo o el historiador, en cambio, tienen el reto de un acertijo tecnológico y sociológico: ¿cuáles técnicas y recursos estaban al alcance de los egipcios de esa época? ¿Cómo una sociedad invirtió tan desproporcionado esfuerzo en esa obra? ¿Qué estructura social permitiría la organización de ese gigantesco trabajo humano? ¿Qué significación cultural lo justificaría? De la época de las colonizaciones e imperios, en siglos anteriores y en este mismísimo siglo XX, nuestra civilización presente conserva -entre otras cosas- la prepotencia hacia otras culturas y hacia las civilizaciones antiguas, un prejuicio que quien se aproxime al estudio histórico o arqueológico no puede permitirse. Somos inmodestos y por lo mismo subvaloramos otras culturas.

Por otra parte, en la ciencia no resulta prudente la ansiedad de respuestas. En la investigación científica lo más importante son las preguntas y estas se desprenden de las hipótesis, esto es, de las respuestas anticipadas. Así pues, podemos valorar la fecundidad de una hipótesis por la riqueza de interrogantes que genera. Esto podríamos llamarlo valor heurístico de la hipótesis y mide el valor del contenido informativo que la investigación que de ella se desprenda podrá alcanzar a través de la experimentación u observación. - Especulación vs. Rigor: si entendemos el método científico como algoritmo que lleva a la producción de descubrimientos entonces llegaremos a la conclusión de que tal método no existe. Y es que en la ciencia, la creatividad, la imaginación y la inventiva son un componente indispensable de donde surgen las hipótesis con total independencia lógica de la realidad. Las hipótesis son, pues, creaciones libres de los científicos y, en consecuencia, nacidas de la especulación. Entonces no importa cuán estrafalaria o descabellada pueda parecer una hipótesis, no importa que tan atractiva o plausible, lo que interesa es que logre pasar las pruebas del rigor. Esa estrategia del conocimiento llamada ciencia realiza un movimiento dialéctico entre la especulación y el rigor, es decir, un movimiento de ida y venida en ascenso, un proceso de retroalimentación en desarrollo. Así pues, bienvenidas todas las hipótesis o modelos desbordantes de imaginación, ovnis o agujeros negros, fuerzas astrales misteriosas o constantes cosmológicas, extraterrestres o universos paralelos, con tal de que se sometan a las reglas del juego ético-epistemológicas, es decir, que pasen por el filtro del rigor que tiene dos cedazos, la consistencia o coherencia lógica y la prueba experimental u observacional. - Conocimiento y creencia: tratar de esclarecer la diferencia entre creencia y conocimiento y cuestionar la valoración que les asignamos es un esfuerzo clave en la pedagogía de la ciencia. En nuestra cultura judeocristiana se nos enseña a valorar en alto grado la fe y a considerar la duda como algo negativo. Cuatrocientos años después del nacimiento de Descartes esta escala de valores sigue vigente. Más aún, en una sociedad competitiva, individualista, alienante y llena de problemas sociales, la gente ansia la seguridad y es adicta a las certezas. En nuestra sociedad no hay, ni siquiera en el ámbito educativo, una cultura de la duda, de la exploración de diferentes puntos de vista, una cultura de la ecuanimidad que valore los elementos de juicio, en suma, una cultura de la investigación.

En consecuencia, escasean la tolerancia, el pluralismo y la ciencia. esclavitud del dogma a la libertad de pensamiento.

Preferimos la

Por otra parte, podemos considerar a la creencia como una hipótesis con la cual se establecen fuertes lazos sentimentales e irracionales, una hipótesis que interiorizamos y que la hacemos parte de nosotros en todo el sentido de nuestra humanidad, una hipótesis fuertemente ligada a nuestros deseos y que por ende es, ante todo, una expresión de nuestra subjetividad. La creencia es como una hipótesis encarnizada y someterla al filtro del rigor significaría cuestionarnos a nosotros mismos, incluso a riesgo de destruirnos. Por contra, una hipótesis científica es una creencia, sí, pero una creencia fácilmente desechable, desprendible, con la cual el científico mantiene vínculos relativamente endebles y preponderantemente racionales. Claro que en la práctica, el científico -que es un ser humano común y corriente- se encariña y apasiona con las hipótesis que trabaja y puede a veces aferrarse a ellas hasta la terquedad; pero como la ciencia es una empresa colectiva, esa pasión subjetiva podría ser negativa para el individuo si lo lleva a la marginalidad pero poco perjudica a la ciencia institucional [además, eventualmente, el “terco” resulta ganador]. Otra cosa sucede con cierta manifestación de la subjetividad como son los intereses de grupo; estos sí afectan a la colectividad y pueden alterar el rumbo global de la investigación científica. ¿Y, a todas estas, qué es conocimiento, o conocimiento científico, para ser más específicos? Podemos considerar conocimiento científico a una hipótesis o creencia que se ha hecho fuerte al ir superando las pruebas del rigor y vive su “momento de gloria” pero que nunca logrará una superación total y definitiva, es decir, nunca podrá ser demostrada o comprobada de una manera absoluta alcanzando una fortaleza indestructible y eterna. Más aún, la historia de las ciencias nos enseña que probablemente, tarde o temprano, se debilitará y surgirán otras más fuertes. Sólo el hecho de discutir con un público amplio estos aspectos del conocimiento y la creencia tiene ya un gran valor formativo y abre los ojos a muchas personas, dándoles elementos para la autorreflexión sobre sus propias convicciones y quizás transformándolas en opciones. Nuestro propósito, desde luego, no es atacar o cambiar las convicciones de las personas sino que ellas puedan asumir sus convicciones como opciones, sus creencias como hipótesis, y que perciban la duda de otra manera, que la valoren como una deliciosa aventura de exploración en lo desconocido. Y si necesitamos certezas para la acción, aprendamos de la ciencia, y trabajemos con base en certezas

hipotéticas. Una moraleja para los colombianos es que no vale la pena matar o morir por una hipótesis, más bien, ¡dejemos que las hipótesis mueran por nosotros! CONCLUSIÓN Hemos visto 12 ejemplos de conceptos o criterios que en la experiencia divulgativa de la astronomía y de la ciencia en general hemos trabajado con el público, en especial, cuando se tratan temas sobre los cuales abundan preconceptos, creencias o prejuicios, como es el caso de la vida extraterrestre o aspectos relacionados con la astrología. La acción a distancia, la caja negra, la hipótesis ad hoc, impronta genética, la predicción, la extrapolación, el valor del testimonio, la lógica paranoica, la naturalización de lo sobrenatural, el valor heurístico, las dialécticas de la especulación y el rigor, y del conocimiento y la creencia fueron los ejemplos seleccionados para esta conferencia, tratando de resumir en un párrafo cada uno de esos puntos que, en verdad, merecerían una sendas charlas. Por razones espacio-temporales quedaron por fuera aspectos tan importantes como: -construcción del consenso en la cultura científica y en la cultura popular -construcción del objeto de estudio -formas de argumentación (elementos para un diálogo racional). De todos modos esperamos haber logrado el propósito básico de esta charla, cual es motivar la reflexión y la experimentación pedagógica sobre cómo enfocar el conflicto de las ciencias y pseudociencias en el contexto cultural colombiano.

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