Epistemología, lógica y metodología: reflexiones y divagaciones.

June 26, 2017 | Autor: Francisco Leal-Soto | Categoría: Epistemology, Epistemología, Epistemologia
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Descripción

UNIVERSIDAD FACULTAD

DE TARAPACA

DE CIENCIAS SOCIALES, ADMINISTRATIVAS Y ECONOMICAS DEPARTAMENTO DE FILOSOFIA y PSICOLOGIA ARICA-CHILE

2a JORNADA DE REFLEXION

EN FILOSOFIA 1994.

y PSICOLOGIA

AUSPIClADORES: - DIRECCION - ACADEMIA

DE INVESTIGACION PREUNIVERSITARIO

y EXTENSION TARAPACA

ACADEMICA

(DIEXA)

UNIVERSIDAD DE TARAP ACÁ

r JORNADA DE REFLEXION EN FILOSOFÍA Y PSICOLOGÍA

1994

ARICA-CHILE

INDICE

1.- Razón y acción: Un enfoque antropo1ógico. (1) 2.- Epistemología de la henneneútica: Aspectos psicológicos y filosóficos. (8) 3.- La pretensión de universalidad de la hermeneutica .. (13) 4.- Epistemología, lógica y metodología: relaciones y divagaciones. (16) 5.- Modalidades de "dicto" y de "re": una aproximacion a la verdad. (23) 6.- Lenguaje y realidad: de la sociolinguistica a la ciencia. (29) 7.- Hacia una nueva valoración del ritual andino. (34) 8.- Animismo y espiritualismo en la cultura andina arcaica. (38) 9.- Reflexión sobre el proceso de enseñanza de la psicología en la universidad de tarapacá: conceptualización de una probable gestión de calidad. (42) 10.- Teorias de la enseñanza y del aprendizaje. (48) 11.- Reflexiones sobre educación y conocimiento. (55) 12.- El conocer y mi vivencia del conocimiento. (61) • 13.- Reflexiones sobre post-modernismo, paradigma incipiente y psicología. (69) 14.- Parecer - ser. el cambio paradójico. (75) ,r

15.- Problemas éticos y psicológicos en tomo al SIDA. (78) 16.- Reflexiones para compartir aprendiendo. (86) 17.- Un modelo de evaluación y mejoramiento del desempeño, en base a conductas criticas y a indicadores de gestión. (91)

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EPISTEMOLOGÍA,

Y PSICOLOGÍA

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LÓGICA Y 1\1ETODOLOGÍA: RELACIONES

y DIVAGACIONES.

Universidad de Tarapacá Departamento de Filosofia y Psicología Francisco Leal S.

¿Es posible separar la metodología de la lógica y la Epistemología? ¿O, en cambio, es la metodología un simple apéndice o parásito de la lógica y la Epistemología, cuya existencia por sí misma no es posible? Tomaremos estas preguntas para iniciar algunas divagaciones en tomo a las inquietudes epistemológicas que, en cuanto nos asomamos al estudio de la ciencia nos asaltan, y tanto tiempo nos quitan. Será útil iniciar la reflexión enunciando los principales conceptos que surgen en dichas preguntas. Comencemos por la lógica. Para los aristotélicos la lógica es una herramienta de validación del conocimiento, esto es, algo así como la ciencia general, la ciencia referida a las propiedades de todos los objetos. Cualquier enunciado acerca de los objetos debe ajustarse a tal ciencia, y si no lo hace, carece de valor como conocimiento acerca de la realidad; por el contrario, un enunciado que se ajusta a los criterios lógicos, contiene información válida en cuanto conocimiento. Para Habn, en cambio, la lógica no pasa de ser un artificio del lenguaje, que establece la forma en que nos referimos a los objetos. Así, la lógica sería un conjunto de reglas que regulan la forma en que nos referimos a los objetos, de una forma tal que no contengan afirmación alguna referida a los objetos mismos, sino sólo a esta forma de referencia. El objeto de la lógica no es entonces el mundo real, de los objetos, sino la forma de referirse a ellos, los enunciados que sobre ellos se hacen. No quiere esto decir que la lógica carezca de importancia, a mi juicio. Quiere decir que no corresponde utilizarla para juzgar el mundo de la realidad, sino nuestra forma de hablar sobre ella. Entendida así, la lógica viene a ser el consenso que establece la validez formal de las referencias acerca de la realidad; es decir, es un lenguaje consensual que establece las formas válidas o aceptadas de hacer referencia al mundo de los objetos. Las referencias que no se ajustan a ella podrían ser verdaderas o falsas en cuanto a su relación con la realidad, pero son incomprensibles dentro del contexto consensual establecido por la lógica. El ajuste a la lógica entonces, no es una cuestión de verdad, sino de comprensibilidad. Los valores de verdad establecidos por la lógica se refieren a la consistencia de los enunciados con tales reglas, no a la veracidad de la afirmación que eventualmente se hace en ellas sobre el mundo de los objetos. La epistemología, por su parte, es un metaconocimiento, el conocimiento sobre el conocimiento. Su objeto son los modos de conocimiento, es decir, los modos en los cuales conocemos la realidad. Este asunto tiene dos aspectos esenciales: el de los modos o formas de conocer, y el de la validez o 16

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veracidad del conocimiento adquirido a través de esos modos. Según sea el aspecto relevado en W1 análisis determinado, el interés se dirige hacia la naturaleza del cognoscente, en tanto capaz de conocer, o hacia la relación que se establece entre el cognoscente y el objeto conocido,intentando determinar la validez de tal relación. Desde la primera perspectiva, la epistemología se ocupa de la naturaleza del hombre en tanto cognoscente, es decir, en tanto capaz de aproximarse y conocer la realidad. Se ocupa de las estructuras y los procesos que le permiten este contacto, y deriva de ellos las propiedades del conocimiento resultante. Desde la segunda, su preocupación se amplía para incluir la naturaleza de la realidad misma. Cuáles son las características de la realidad, y las relaciones que se establecen entre ellas y el sujeto que la conoce, de manera tal de generar conocimiento válido, es la pregunta que intenta responder. La metodología puede entenderse como W1 conjunto de reglas de procedimiento que permiten alcanzar la validez, o dicho de otro modo, que permiten generar enunciados que puedan sujetarse a reglas lógicas. Si "A entonces B" ha de ser un enunciado lógico, A y B deben ser eventos identificables, distinguibles, ya que si A o B es indeterminado, el enunciado carece de sentido lógico. 0, al menos, no puede determinarse su valor de verdad en una situación específica, sino sólo en cuanto su carácter general. Y siendo así, no aporta conocimiento alguno sobre la realidad. La metodología puede entenderse, entonces, como el conjunto de procedimientos que permiten establecer A y B como eventos distinguibles, susceptibles de formar parte de enunciados lógicos y, por tanto, de formar parte de enunciados sujetos a juicio de validez formal. Dicho en otras palabras, puede entenderse la metodología como las reglas o procedimientos que nos permiten definir valores válidos para los eventos A y B. Tales reglas deben producir resultados aceptables para la lógica, pero son, evidentemente, distintas de ella. Una vez que se ha determinado A y B, es posible formar W1 enunciado lógico con ellos y emitir lID juicio sobre su validez. Pero considerar A y B como eventos determinados es ajeno a la lógica; depende de una actividad previa, cuyas reglas pueden ser diversas. Esto puede aplicarse como consideración previa a la generación del conocuruento (reglas preestablecidas para determinar A y B) -esto es, reglas que guían la obtención de conocimiento- o, al contrario, como reglas o criterios de confrontación del proceso por el cual se generó el conocimiento ya adquirido (cómo se determinó A y B), que sirven para evaluar su validez, como sugiere Lakatos. El simple examen de los conceptos descritos, nos permite avanzar una delimitación del alcance de la relación entre ellos. La epistemología, en tanto se preocupa de las relaciones entre el sujeto cognoscente y la realidad, podría ser considerada la tarea fundamental, a la cual se subordinan la lógica y la metodología. Porque la naturaleza de la realidad define los modos en que ésta puede ser conocida, y tanto la metodología como la lógica deben ser adecuadas a ella, ya que de lo contrario, el conocimiento sería imposible o distorsionado. Al mismo tiempo, los modos posibles de 17

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conocimiento del sujeto cognoscente definen la realidad que puede ser conocida y la forma en que puede serlo; otra vez, cualquier lógica o metodología debe ajustarse a dichos modos, ya que de lo contrario, la generación de conocimiento seria imposible. Similannente, si entendemos la metodología como aquí la hemos conceptualizado, necesariamente debe ajustarse a las restricciones que le impone la lógica. No obstante, no parece que ello implique la reducción de la metodología a la lógica, ya que se ocupan de ámbitos' distintos: la primera, del establecimiento de eventos distinguibles, y la segunda, de la formalidad de los emmciados que sobre dichos eventos se formulan. Sin embargo, nos enfrentamos a un problema circular. La epistemología, en sí misma, es un conocimiento. Como tal, debe sujetarse entonces a una lógica y una metodología apropiadas. Debe, pues, existir una epistemología de la epistemología, desde la cual se generan una lógica y una metodología que definen la validez del conocimiento epistemológico. Y así, hasta el infinito. En este punto de la reflexión, nuestras preguntas iniciales cederán su lugar a otra pregunta, más radical: ¿Porqué son necesarias la epistemología, la lógica y la metodología? La respuesta parece simple y evidente: porque, según expresión de Hahn, no somos dioses. Es decir, porque no tenemos acceso de una vez a la realidad en su totalidad. Si así fuera, careceria de sentido preocuparse por los modos de conocimiento o la naturaleza de la realidad, o por las formas de referirse a ella, o por los modos válidos de aproximársele. Simplemente, seriamos en el conocimiento, o, mejor dicho, el conocimiento estaría en nosotros. Obviamente, eso no es lo que ocurre. Si asumimos que nuestro conocimiento de la realidad es parcial, entonces estamos en la situación contraria, porque es lo mismo que nada. Si sólo conocemos una parte, no podemos conocer las relaciones de esa parte con el todo, ni siquiera podemos saber si esa parte es real. Es como el soñador que tiene que soñar un mundo que adquiere realidad en la medida que él lo sueña. Ciertamente, lo soñado por él es su conocimiento real. Pero él no tiene acceso sino sólo a esa realidad, y no a la otra de la cual forma parte: el sueño del soñador que lo está soñando. Y así sucesivamente. Otra figura también conocida es la del grupo de expertos a los cuales se les pide describir lo que palpan a ciegas. Cada uno reconoce lo palpado como algo distinto, pero son incapaces de describir el elefante (que eso es lo que se les pide que describan), ya que cada uno tiene acceso sólo a limitada información (y, en la figura original, sólo desde su particular punto de vista). Obviamente, cada uno por sí mismo es incapaz de dar cuenta de una realidad que lo excede, tanto por su acceso parcial a ella, como por las limitaciones de su forma de conocimiento. Ambas figuras ejemplifican nuestro estar en el mundo, limitado y parcial, al punto que, aunque asumamos como posible el conocimiento, éste será siempre esencialmente parcial, y por tanto, relativo. No tenemos posibilidad de conocimiento cierto, ya que éste sólo surge cuando es, al mismo tiempo, total. El conocimiento parcial no puede ser verificado, sólo puede serio el conocimiento total-que, por su parte, por el hecho de serio, no necesita verificación; y éste es 18

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imposible para nosotros en nuestra actual situación. Por lo tanto, cualquier conocimiento esencialmente incompleto e inverificable.

es

De aquí nuestra necesidad de la epistemología, de la lógica y de la metodología. Necesitamos, como los expertos que palpan a ciegas, compartir la información que cada uno produce, el acceso a su pequeña parcela de realidad, de una manera que sea comprensible para todos. Necesitamos3 establecer formalidades para nuestras referencias al objeto, necesitamos consensuar nuestros métodos de aproximación a él, y sobre todo, necesitamos reconocer nuestras reales posibilidades de conocimiento en relación al objeto, si es que ello es posible; necesitamos validar nuestro conocimiento común. Es a través del consenso que suplimos nuestra falta de conocimiento. Pero ésta es una forma también limitada. Que establezcamos consenso no implica nada respecto de la realidad. Puesto que cada congnoscente, por sí mismo, no tiene acceso a forma alguna de verificación, no puede tener certeza- de su propio conocimiento, en tanto correspondiendo a alguna realidad. De lo cual, que dos o más cognoscentes consensúen sus particulares conocimientos, no deja de ser, como se ha dicho, una mera "coordinación de acciones" que resulta adaptativa, pero que no tiene valor de verdad por ello, en cuanto conocimiento de la realidad: ésta permanece inalcanzable. No obstante, es el conocimiento que tenemos a nuestro alcance: el que surge de consensuar nuestras particulares aproximaciones al universo común, cualquiera que éste sea en verdad, si es que en verdad existe. En este análisis, es interesante tomar la reflexión de Carl Rogers, quien distingue tres formas de conocimiento que, no obstante, se sustentan en uno solo en última instancia: en la propia experiencia, cuyo valor de verdad es indiscutible en tanto experiencia, pero absolutamente incierto en tanto realidad trascendente de la experiencia. Rogers señala que hay experiencias de objetos a los cuales tenemos acceso directo, y a los cuales ningún otro accede. El conocimiento de estos objetos es subjetivo, y no puede dejar de serio, ya que es imposible contrastarlos o consensuarlos. Otras experiencias se refieren a objetos sobre los cuales podemos consensuar con otros, dado que éstos están aparentemente "ahí fuera", al alcance de la experiencia de los otros. Cuando consensuamos experiencias sobre un objeto. de este tipo, estamos "construyendo objetividad": estableciendo consenso sobre nuestras experiencias, adjudicamos al menos un valor relativo de verdad a esas experiencias, generando una entidad externa a ellas (que no tiene, por cierto, ninguna necesidad de verdad más allá del mero consenso establecido); este conocimiento es lo que llamamos objetivo. En tercer lugar, señala que hay un conocimiento que podemos lograr consensuando experiencias sobre nuestras experiencias: aunque no podemos tener acceso a los hechos subjetivos, podemos consensuar nuestras experiencias sobre ellos, o, más precisamente, sobre nuestros modos de experimentarlos. Cuando hacemos esto, estamos estableciendo un conocimiento que Rogers llama "intersubjetivo" . Resulta evidente que no hay ninguna distinción esencial entre lo que Rogers llama conocimiento objetivo e intersubjetivo. En ambos casos consensuamos nuestras experiencias sobre algún elemento "compartido", sea éste un objeto aparentemente independiente y disponible para todos, o 19

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una experiencia cuyos signos nos son comunes y por tanto comunicables. La única diferencia entre ambos es el grado de explicitaciones necesario para lograr el establecimiento de lo conocido -sea esto objetivo o intersubjetivo- como un hecho susceptible de conocimiento común. En uno "asumimos" el referente, en el otro lo "construimos". En ambos casos, estamos dispuestos a reconocer que aquello a que nos referimos es algo definido y esencialmente similar para los cognoscentes. En el caso de las experiencias subjetivas, en cambio, no logramos establecer tal consenso; nos parece que la experiencia es única y ajena a la posibilidad' de comprensión desde un sujeto distinto del mismo que la experimenta. En realidad, la única forma de conocimiento es subjetiva, es decir, a través de una experiencia personal. Tanto la objetividad como la intersubjetividad surgen del consenso establecido a partir de experiencias subjetivas. Desde los conceptos de Rogers, la objetividad no sería otra cosa que el consenso sobre nuestras experiencias. Intentamos destacar con esto un hecho que nos parece básico: cualquier conocimiento es esencialmente una experiencia subjetiva, de la cual trascendemos sólo por un acto psicológico, que no es sino el producto de la continuidad de la experiencia. Si tenemos una experiencia subjetiva de "un objeto" y nuestra experiencia sigue su curso sin interrupción, entonces damos "valor objetivo" a nuestra experiencia subjetiva. Por ejemplo, si "vemos" una silla y nos sentamos en ella, la experiencia tiene continuidad, y nos sentimos inclinados a darle un valor que trasciende su carácter meramente experiencial: no dudamos que nuestra experiencia subjetiva corresponde con una realidad externa, la existencia de una silla. Pero si al sentamos en ella sucede que vamos a dar al suelo, la experiencia sufre un quiebre en su continuidad; no se interrumpe, pero cambia abruptamente. En este caso, nos sentimos bastante menos inclinados a darle trascendencia (carácter "objetivo") a nuestra experiencia de la silla: más bien dudamos que sea tal, y la confinamos a su carácter esencial de experiencia subjetiva. El mismo carácter de continuidad de la experiencia se da cuando "confirmamos" nuestras experiencia subjetivas con las de otros: si preguntamos a alguien "¿Ves esa silla que yo veo?" y nos contesta "Sí la veo", la experiencia tiene continuidad y tendemos a "objetivar" la silla; de lo contrario, la experiencia tiene un quiebre que la confina a su carácter subjetivo. Esto podría decirse de otros modos, por ejemplo, como el que ya se mencionó: coordinación de acciones, acoplamiento estructural. Cuando el acoplamiento ocurre, existe continuidad y hay adaptación funcional. Cuando no ocurre, no hay continuidad ni adaptación funcional. Pero que ocurra uno u otro no implica nada en términos de "conocimiento" de la realidad, de acuerdo a esta línea de pensamiento; sólo implica que el curso de acción sigue ininterrumpido. En síntesis, desde donde intentemos recorrer el asunto, llegamos sólo a un punto: nuestro conocimiento es siempre nuestra experiencia, y nos resulta vedada cualquier confirmación de alguna realidad externa a ella. Nuestro conocimiento no es más que fenómeno. Nada conocemos que no sea tal; la "realidad" es una ficción inalcanzable. Y la epistemología, la lógica, la metodología, son intentos de acotar de tal manera el mundo de los fenómenos, que nos permita el 20

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