Entrevista Daniela Testa. Congreso Argentino de Terapia Ocupacional. Paraná, Entre Ríos, 10 al 12 de Septiembre 2015

July 25, 2017 | Autor: Daniela Testa | Categoría: Terapia Ocupacional
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Descripción

ENTREVISTA REALIZADA A DANIELA TESTA COMO INVITADA DEL IX CONGRESO ARGENTINO DE TERAPIA OCUPACIONAL

SEPTIEMBRE DE 20015, PARANÁ, ARGENTINA

Disponible en: http://www.congresoto2015.com.ar/invitado.php?id=69

1. ¿Cuál es su mirada respecto del desarrollo de la terapia ocupacional en América del Sur? La terapia ocupacional es una profesión que si bien ya tiene más de medio siglo en América del Sur suele aún ser considerada como “relativamente” nueva y pareciera conservar una “eterna juventud”. Me refiero a aquellos momentos en que nos encontramos explicando sus alcances e incumbencias y justificando su importancia en los diferentes ámbitos en los que intervenimos; y aludo también, y particularmente, a su intenso dinamismo y crecimiento. En Argentina, los inicios de la terapia ocupacional están basados en una escisión fundante (por todos

harto

conocida)

entre dos

campos

de intervención, denominados

tradicionalmente como campos “físico” y “psiquiátrico o mental”. Escisión mantenida bajo una fuerte perspectiva holística que no sólo ha permanecido como un elemento muy caro a nuestro imaginario profesional, sino que se ha desarrollado a través de un andamiaje de variadas ideas, conceptualizaciones y prácticas en torno a la ocupación, la actividad o el hacer, que mantuvieron dicha perspectiva como marco de referencia para nuestro quehacer y como posibilidad de pensar articuladamente las problemáticas y la realidad. Luego, a estos dos campos se sumaron otros (a los que denominamos familiarmente como “sensoriales”, “comunidad”, “adultos mayores”, “A.R.T”, etc.) que paulatinamente fueron dando cuenta de presencias/ausencias como indicadores significativos de diferencias regionales. Con respecto a una imaginaria única terapia ocupacional dominante dieron lugar a las variadas formas de pensar y aplicar las terapias ocupacionales en diversos contextos.

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Esta tensión fundante entre el ser holísticos y especializados a la vez, no ha sido fácil de resolver y creo que se ha convertido en un dilema que, en definitiva, nos ha fortalecido y preparado para enfrentar las problemáticas complejas con las que nos enfrentamos. Considero que la tendencia actual va hacia la re-significación de nuevas y también de viejas temáticas pero a partir de diferentes interrogantes que hacen emerger aspectos antes ignorados. Para dar un ejemplo de lo que quiero decir, podemos mencionar que la terapia ocupacional siempre se ha preocupado en mayor o menor medida de los aspectos sociales, contextuales o ambientales y sus relaciones con la vida cotidiana de la personas. Esta temática continúa siendo un eje de reflexión pero que intenta, además, comprender no sólo el papel del hacer en la vida cotidiana sino también sus vinculaciones con las demandas políticas y sociales de los grupos, colectivos o comunidades desde marcos conceptuales que aspiran a la compresión del hacer en su potencial transformador y, además, situado en nuestras singularidades latinoamericanas. Creo que el desarrollo de nuestra profesión en América del Sur va en una dirección cada vez más politizada y más comprometida con sus realidades. Una terapia ocupacional que visibiliza las situaciones de hegemonías y subalternidades entre los distintos saberes y profesiones, y se visibiliza a sí misma comprometida con procesos socio-políticos más amplios; que se preocupa por encauzar sus esfuerzos para la inclusión social, los derechos humanos, la construcción de ciudadanía, la ética del cuidado, los procesos de estigmatización, las nuevas formas de subjetividad y de padecimiento contemporáneos, etc, desde otras claves que permiten contemplar los nuevos y los viejos temas de nuestra disciplina.

2. ¿Cuáles identifica como los desafíos contemporáneos para el campo profesional? Es ésta una vasta pregunta que podemos intentar responder desde aquella primera tensión fundante antes mencionada dada entre el ser holísticos y especializados a la vez. Uno de los posibles desafíos podría pensarse en relación a aquellos mandatos un tanto heroicos y abarcativos que han estado - y aún están presentes- al intentar delimitar nuestro objeto legítimo de intervención, reflexión e indagación en el “hacer”, sin tener lo suficientemente en cuenta que la actividad humana ha sido y es objeto de interés, igualmente legítimo, de otras tantas disciplinas, tales como la antropología, la sociología, la filosofía, etc. Uno de 2

los desafíos ha sido la búsqueda de una fundamentación teórica “propia” que delimitara nuestro campo legítimo con la suficiente altura científica e intelectual de acuerdo a las hegemonías imperantes. Creo que quizá esta preocupación –un tanto funcionalista- de buscar el reconocimiento social a través de demostrar la “utilidad social” de la profesión y de identificar y dar cuenta de ciertas características atribuidas como propias, exclusivas o inherentes, nos ha distraído de la sistematización de nuestros avances. Así, se hizo más difícil el progreso de otros desarrollos menos sujetados a aquellos temas considerados como tácitamente adecuados a la terapia ocupacional en tanto resultaren específicos. Es posible pues, que la influencia de los enfoques teóricos hegemónicos de la terapia ocupacional “central” o del norte (en el sentido propuesto desde el movimiento de Terapia Ocupacional sin Fronteras) muchas de las veces no nos hayan brindado marcos explicativos suficientemente adecuados para nuestros escenarios. Si bien han resultado eficaces y enriquecedores al momento de justificar nuestras intervenciones con una terminología supuestamente específica de nuestro saber, también hemos conocido los riesgos de reproducir lógicas y problematizaciones ajenas. Ahora bien, en los años recientes hemos avanzado, y mucho, en cuanto al monopolio legal y la autonomía técnica de nuestra profesión a partir de las leyes de terapia ocupacional y de los colegios profesionales; también es mucho lo que se está trabajando desde las asociaciones y universidades para mejorar y adecuar la formación académica. De este modo, el posicionamiento ha dado un giro en tanto a que ya no se espera el reconocimiento a partir de dar cuenta de un supuesto atributo esencial e inherente a la terapia ocupacional (por ej., la exclusiva utilización de actividades/ocupaciones), sino que el reconocimiento social está vinculado a la capacidad de ejercer monopolio y autonomía legal sobre nuestras propias acciones e incumbencias. Es una posición que sin duda nos permite jugar el juego con otras reglas relativamente menos desiguales, sin olvidar las hegemonías y subalternidades históricas entre las disciplinas y los profundos cambios que también operan sobre otras profesiones afines a la nuestra. Desde una inevitable, y quizá también reprobable, posición ambivalente en tanto intento ser critica sin renunciar ser partidaria (de la terapia ocupacional), creo que uno de los desafíos es desplegar libertades para intentar generar nuevas preguntas y problemas sobre nuestros queridos y tradicionales temas y también dar lugar a otros nuevos, de modo tal de 3

ensanchar aquello que consideramos “específico” o pertinente para nuestra profesión desde la profundidad y la superficie. Una mayor consolidación y desarrollo de perspectivas integradas, comparativas o relacionadas desde América del Sur es aún una tarea pendiente. La posibilidad de contar con financiación para un mayor intercambio de experiencias, estudiantes e investigadores de la región resultaría muy prometedora y auspiciosa para el crecimiento académico y profesional de la disciplina. Pienso además que es un sueño compartido.

3. ¿Cuáles considera son los debates necesarios al interior de la profesión? Creo que una de las reflexiones está en relación a que no obstante de ser el nuestro un colectivo profesional conformado por mayoría de mujeres, la presencia de los debates y aportes de las teorías feministas, de la historia de las mujeres y de las perspectivas de género son aún muy tímidas en nuestras conceptualizaciones. La importancia de estas tradiciones, además de ser epistemológica, consiste no solo en visibilizar el papel de las mujeres en las narrativas sino en revelar aquellos procesos que llevaron a considerar que su actuación no fuera considerada importante en la historia, a tal punto que fueron negadas, subvaloradas u omitidas de la discursividad dominante. Volviendo al tema del inicio -de la aparente relativa y perdurable juventud de la TO- este tipo de omisiones nos invita a interrogarnos sobre esta suerte de invisibilización de la participación de la profesión en la configuración del campo socio-sanitario argentino (y sus contribuciones en las transformaciones de las modalidades de atención y cuidado) que la vuelven de pronto una profesión “des-conocida” en un imaginario amnésico, con frecuencia compartido por colegas de otras profesiones de la salud, académicos y entre la gente “común” . Entonces vale preguntarnos acerca de dicha situación: ¿guardará alguna relación con las condiciones de su surgimiento, consolidación y posterior desarrollo ligado a la vida cotidiana, la crianza, el mundo de la domesticidad, en fin, a temas considerados como “de mujeres”, en climas de época teñidos por sensibilidades patriarcales? ¿Cuánto de ello tendrá que ver con la naturalización de los cuidados y la subsiguiente desvalorización de los 4

componentes vocacionales y afectivos como atributos esencializados como femeninos? Redundaré en afirmar que similares valoraciones impregnan a otras profesiones dedicadas al cuidado. Lo que quiero decir es que es tan importante recuperar el aporte de aquellos invisibilizados como reflexionar sobre los procesos que zanjaron cuáles contribuciones y de quiénes serían merecedores de constituir la historia. Se trata entonces de los otros protagonistas y relatos posibles, además del emanado de los círculos autorizantes. Quizá podamos, entonces, objetivar aquellos hechos cotidianos en que percibimos algo así como una “falta de reconocimiento” por parte de pares de otras profesiones, o por aquellas “casuales” omisiones en las convocatorias a espacios decisorios, entendidos dentro de procesos socio-históricos más amplios que demuestran disputas de larga data por mantener y extender las parcelas de acción, poder y reconocimiento social. Como ya lo ha demostrado la Dra. Nabergoi en su tesis, la participación de la terapia ocupacional en el campo de la salud mental comunitaria ha sido y es esencial, aunque esto aún no es lo suficiente conocido y reconocido a escala social. De igual modo, queda sondear sobre los procesos históricos de nuestra disciplina en otros campos de intervención, por ejemplo, en el diseño y gestión de políticas sociales donde la actuación de terapistas ocupacionales ha quedado generalmente soslayada o desconocida, como en muchos otros ámbitos. Con las necesarias precauciones para evitar las actitudes autolaudatorias estoy convencida que el análisis histórico profundo, así como la edificación de memorias, son importantes al momento de comprender problemáticas actuales e imaginar el futuro. Uno de los desafíos estaría en enfrentar los constantes cambios sociales y culturales y en pensar nuestros abordajes como maquinarias propagadoras y propulsoras de sentidos- no tanto como recetarios de conceptos y técnicas-, con el horizonte de generar nuevos escenarios y encuentros, además de cuestionar algunos modos establecidos. La preocupación estaría entonces en las ideas y las lecturas con las que se dialoga, el trabajo de campo o de clínica sobre el que se construyen los propios saberes. Para esta difícil tarea creo que es válido y pertinente arrogarse todas las libertades teóricas y técnicas que sean necesarias para dar cuenta de dichas articulaciones. 5

Estoy convencida que el obstáculo para la producción de conocimiento no gravita especialmente (ni exclusivamente) hacia el interior de la terapia ocupacional sino que es relacional e histórico. Para ello es necesario horadar el “techo de cristal” de las universidades que es uno de los factores que entorpece el crecimiento académico y científico. Un techo superior invisible y difícil de traspasar pareciera que mantiene a los terapistas ocupacionales a una cierta distancia de los puestos jerárquicos más altos de la academia. Generalmente llegamos hasta directores o coordinadores de carrera, pero son pocos los colegas que encabezan institutos, departamentos o facultades (y que dirigen a un grupo de carreras), o acceden a ser decanos o rectores. Ni mencionar el tema de la dirección de programas de investigación, que en gran medida quedan en manos de investigadores categorizados de otras disciplinas. Son muchas las tareas que tenemos por delante, generar mayor cantidad de investigadores y académicos; lograr una mayor participación en el monopolio de la palabra y del conocimiento y aumentar la presencia en aquellos ámbitos claves donde se cristalizan las relaciones de hegemonía/subalternidad también sería una oportunidad para el cambio. Actualmente existen marcos normativos que permiten una mayor igualdad de oportunidades, pero hay que salir a la cancha a jugar el juego. El crecimiento de la matrícula, los centros de estudiantes y los ENEETOs (Encuentros nacionales de estudiantes y egresados de terapia ocupacional), la actividad intensa por parte de asociaciones y colegios, las estrategias de visibilización y difusión de la profesión, entre otros hechos e iniciativas concretas, creo que dan cuenta de ello.

4. ¿Cuáles son sus augurios y/o expectativas respecto del IX Congreso Argentino de Terapia Ocupacional? Desde hace treinta años el Congreso Argentino de Terapia Ocupacional forma parte de nuestra tradición más afianzada y querida. Siempre es motivo de alegría y participación. Oportunidad de autoafirmar y problematizar nuestra identidad, intercambiar ideas y ponernos al tanto. Es la acabada prueba de que no es posible ni deseable separar lo afectivo del proceso de producción de conocimiento. Los mejores augurios para este IX Congreso Argentino que estoy segura ha de conformar, y más, las expectativas de todos sus participantes. 6

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