ENTRE LA CALLE Y LAS INSTITUCIONES: NUEVOS DESAFÍOS PARA UN FEMINISMO GLOBALIZADO

June 7, 2017 | Autor: Lourdes Méndez | Categoría: Feminist Political Theory, Feminist Anthropology
Share Embed


Descripción

ENTRE LA CALLE Y LAS INSTITUCIONES: DESAFÍOS PARA UN FEMINISMO GLOBALIZADO

NUEVOS

Publicado en: La Igualdad no es una Utopía. Nuevas fronteras:avances y desafíos. (pp. 204-211) Thomson/Aranzadi, Madrid, 2008.

Lourdes Méndez En El segundo sexo confiesa su autora que, durante mucho tiempo, dudó en escribir un libro sobre la mujer dado que la querella del feminismo estaba más o menos acabada. Esa idea, hoy muy difundida, reposaba sobre su creencia en que las mujeres ya no somos combatientes como nuestras mayores; básicamente hemos ganado la partida; en las últimas discusiones sobre el estatus de la mujer la ONU no ha dejado de reclamar imperiosamente que acabe de realizarse la igualdad entre los sexos, y ya muchas de entre nosotras nunca han tenido que padecer su feminidad como un entorpecimiento o un obstáculo1.

Veinte años después de haber escrito esas líneas, Simone de Beauvoir se adhirió a la tercera ola del movimiento feminista y combatió en pos de esa igualdad entre los sexos por la que seguimos luchando en unos tiempos en los que numerosas voces proclaman que el feminismo es cosa del 1

DE BEAUVOIR, S. Le Deuxième sexe, Gallimard, Paris, 1978, pgs. 32-3

1

pasado, una ideología trasnochada, una forma de acción socio-política anacrónica que, al menos en las sociedades occidentales, no tiene razón de ser puesto que en ellas las mujeres tenemos los mismos derechos que los varones. A esto hay que añadirle que corren unos tiempos en los que la asunción institucional de un discurso de género ha reforzado el espejismo de la igualdad y creado uno nuevo: el de que el feminismo se ha convertido en una política de Estado. Si ambos espejismos persisten, el resultado final será el desmantelamiento de un movimiento feminista que debe volver a constituirse como sujeto político y seguir luchando por una transformación social radical. Que vuelvan a ser las mujeres sus principales interlocutoras, y no sólo los organismos institucionales que dicen velar por nuestros intereses; que se escuche su voz en los debates teóricos y políticos; que denuncie el neoliberalismo que orienta las políticas de igualdad; son acciones que indicarían que está en marcha la cuarta ola de un movimiento feminista muy heterogéneo en sus fundamentos teóricos y reivindicaciones políticas que, a lo largo de su historia, nunca ha limitado sus objetivos al horizonte de la igualdad. Porque nunca ha sido ese su único horizonte, porque además de acción el feminismo requiere conciencia política y reflexión crítica, 2

porque se ha configurado un feminismo institucional tanto en el ámbito político como en el académico; mi objetivo a lo largo de estas páginas es plantear los que, desde mi punto de vista, son algunos de los desafíos con los que esa cuarta ola del movimiento feminista debería lidiar para recuperar el espacio político del que ha sido expropiado. Para ilustrar mi reflexión, utilizaré algunos datos referidos al Estado español. 1. ¿Es feminista el discurso de género?: la globalización del feminismo institucional Es una verdad de Perogrullo afirmar que, gracias a las luchas feministas, en numerosos países las mujeres hemos alcanzado una igualdad formal, que nos beneficiamos, poco o mucho, de los planes y de las políticas de igualdad en vigor y que, desde hace una década, los Estados democráticos se han apropiado del discurso de género integrándolo en planes, programas y proyectos, de manera que lo vuelve un indicador de la planificación para el desarrollo y de modernidad2.

Dicha apropiación ha permitido que, al amparo de ese discurso, se imponga en el espacio político legitimado un feminismo institucional y 2 RESTREPO, A. “Feminismo y discurso de género: reflexiones preliminares para una feminismo latinoamericano”. www.mujeresenred.net.ar. Costa Rica, 2003.

3

que, transnacionalmente, se implante una “burocracia internacional de género”3 compuesta por expertas en la materia que han expandido las tesis y demandas de dicho feminismo y silenciado las de aquellos grupos feministas que no las comparten. Una de las consecuencias de esta situación social, política y teóricamente novedosa es la de que la incorporación del discurso de género en las instituciones de la oligarquía internacional como el BM, el BID y el FMI, ha permitido que puedan seguir los planes de ajuste estructural sin oposición del movimiento feminista porque lo están haciendo desde la perspectiva de género. Cinco años después de Beijing, las mujeres del mundo estamos más pobres, más violentadas y más marginadas de los espacios de poder real, y sin embargo decimos que hemos avanzado porque ahora estamos presentes en el discurso de los poderosos y la perspectiva de género en todas o casi todas sus políticas y proyectos4.

Para esta jurista costarricense, necesitamos de un movimiento feminista crítico y subversivo y, además, considera que una estrategia central del feminismo fue, y sigue siendo, el que se incorpore la perspectiva de género en todo el accionar humano, no como 3

CHEJTER, S. y LAUDANO, C.: “Feministas y feminismos en el II Foro Social Mundial de Porto Alegre”. Revista de Estudos Feministas, 11, 2003. 4 FACIO, A.: “Globalización y Feminismo” www.rimaweb.com.ar Discurso pronunciado en el IX Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. Costa Rica. Diciembre de 2002.

4

discurso, sino como medio para eliminar la desigualdad de poder entre los sexos.5.

Aunque comparto su idea en lo que respecta a lo necesaria que es la existencia de un movimiento feminista crítico y subversivo, dudo que, aún incorporándola a la acción, la perspectiva de género sea un medio que permita eliminar la desigualdad de poder ni entre los sexos, ni dentro de cada sexo. Y lo dudo porque tiendo más a pensar, como la boliviana Julieta Paredes, que toda lucha implica enfrentar los intentos de manipulación y cooptación por parte del sistema que se impugna [...,] y una de estas armas ha sido la inclusión de la llamada “perspectiva de género” que se aplica en todos los programas e instituciones de los gobiernos y Estados. Quiero aclarar que feminismo

y

enfoque

de

género

son

planteamientos

políticos

antagónicos6.

Una aclaración que hace suya la argentina Olga Cristóbal, lo que le conduce a preguntarse si el enfoque de género “es una traición, el hijo idiota del feminismo, o una deriva inevitable” de las feministas, incluidas 5

FACIO, A.: Op. Cit. Citado por CRISTÓBAL, O.: “Fulgor y muerte del movimiento feminista”, 2005, http://po.org.ar/edm/. J.ulieta Paredes es miembro del grupo autónomo feminista Mujeres Creando. 6

5

las más radicales. Se considere como traición, como hijo idiota o como inevitable deriva, lo cierto es que la asunción de la perspectiva de género por parte de las instituciones nacionales e internacionales, y su plasmación en planes y programas, ha desactivado al movimiento feminista como sujeto político. En el Estado español, la realidad con la que hoy se enfrentan las organizaciones feministas es deudora de un proceso reflexividad institucional que les permite acceder a recursos económicos y políticos. Ese acceso, a la par que ha hecho posible la subsistencia de esas organizaciones, ha generado un feminismo institucional encarnado en organismos específicos -en especial los Institutos de la Mujer- desde los que se han diseñado y puesto en marcha los planes de igualdad. Antes de proseguir recordemos que desde 1975, en plena tercera ola de un movimiento feminista que, por decirlo suavemente, no miraba a las instituciones con muy buenos ojos, se fue forjando y difundiendo, a lo largo de las diferentes Conferencias mundiales sobre la mujer, una representación de las mujeres que convertía “a uno de los sexos en un sector social cuyas condiciones de vida deben reformarse [...,] ocultando

6

la visión fundamentalmente política de la relación entre los sexos”7. Primero dicha representación y, tras la Conferencia de Beijing (1995), el trasvase de la noción de género del campo del feminismo académico al institucional, se impuso hasta tal punto que, por ejemplo, la lucha contra la doble opresión se convirtió en “planes para el desarrollo con perspectiva de género” y, en sintonía con los acuerdos con el Vaticano, la palabra “aborto” desapareció de la agenda del feminismo institucional para ser sustituida por “derechos reproductivos” o “procreación responsable”8.

Si algunas feministas de Latinoamérica consideran que, tras Beijing, se consolidó en sus países un feminismo institucional en consonancia con el que ya existía en Occidente y que, desde entonces, dicho feminismo ha renunciado “a su crítica radical de las lógicas y éticas de esta cultura (patriarcal) para limitarse al concepto de género”9, podemos preguntarnos si es la consolidación de dicho feminismo la que ha permitido que la “perspectiva de género” y el “empoderamiento” se conviertan en las panaceas discursivas de los planes de igualdad diseñados por los Institutos

7

HIRATA, H. y LE DOARE, H. Les paradoxes de la mondialistaion, L’ Harmattan, Paris, 1998, p. 24. 8 CRISTÓBAL, O.: Op.cit. 9 BEDREGAL, X. “¿Qué quedó del proceso de Beijing?”. Citado por CRISTÓBAL, O. Op. Cit.

7

de la Mujer durante la última década. Deseo destacar que el proceso de reflexividad institucional al que aquí aludo articula estructuralmente dos campos, el institucional y el teórico, ocupados por agentes sociales diferenciados en sus cometidos y en sus posibilidades de actuación política. Compartiendo el horizonte de la igualdad, los agentes sociales que en ellos actúan postulan que cada uno debe contribuir a él haciendo confluir sus saberes y competencias. Los agentes institucionales intentarán alcanzarlo mediante leyes y planes de igualdad entre cuyas acciones figura la de impulsar y subvencionar investigaciones que se realicen desde la perspectiva de género, y los académicos llevándolas a cabo10. En el Estado español dicho proceso produjo resultados tangibles de los que sólo citaré algunos de los más significativos. A lo largo de las dos últimas décadas se crearon los Institutos de la Mujer; se fundaron más de ochenta centros de estudios de la mujer y/o del género en diferentes universidades; se aprobaron leyes como la de Violencia de Género o la de Igualdad; se diseñaron planes de igualdad basados en políticas neoliberales internacionalmente consensuadas y respetuosas de los intereses de los

10 MÉNDEZ, L.: “Administrando la desigualdad entre los sexos. ¿Los estudios de género a la deriva?”, en El doble filo de la navaja. Violencia y representación. Madrid, Trotta, 2006, pgs. 169187.

8

Estados, incluido el Vaticano; se asistió al fomento del asociacionismo y a la onegeización de los grupos de mujeres y de los grupos feministas; y se consolidaron redes de expertas en género. A medida que quienes formaban parte de dichas redes se implicaban cada vez más en una interacción con el Estado, sustituían ante él a un movimiento feminista algunas de cuyas organizaciones habían pasado a formar parte de las más de 3000 asociaciones de mujeres censadas a nivel estatal. Si desde los Institutos de la Mujer se dice que fomentando el asociacionismo pretenden que las mujeres nos “empoderemos” y participemos en la vida socio-política, lo que no indican es que esa estrategia les permite ejercer un control sobre los grupos de mujeres, feministas o no. Control en la medida en la que, para subsistir y poder desarrollar sus proyectos, dichos grupos tienen que solicitar subvenciones convirtiéndose así en grupos institucionalizados que existen gracias a la financiación pública. Esta situación en la que se encuentran las asociaciones de mujeres y/o feministas beneficia doblemente a los Institutos de la Mujer ya que, por una parte, auto-legitima su función y, por otra, anula toda posible crítica ante sus propuestas ya que éstas serían producto de un amplio consenso. Lo que dichos organismos se guardan de 9

reconocer es que la búsqueda de ese consenso, que apunta más hacia una estrategia de maquillaje de democracia pseudo-participativa que hacia cualquier otra cosa, se lleva a cabo a toro pasado, es decir, y por poner un ejemplo, remitiendo a ciertas asociaciones los borradores de los planes de igualdad que estén elaborando para que éstas aporten sus sugerencias..., y sin que se comunique a sus artífices si esas sugerencias han sido aceptadas o no, y por qué motivos. Porque el papel de las asociaciones feministas en la elaboración de esos planes es residual, porque los organismos institucionales se nutren de las propuestas de expertas en género que no tienen por qué asumir perspectivas de análisis feministas, se comprende mejor por qué la “perspectiva de género” y el “empoderamiento” han devenido las panaceas de los planes de igualdad. 2. “Perspectiva de género” y “empoderamiento”, panaceas de los planes de igualdad Desde 1995, haciéndose eco de directrices internacionales, los Institutos de la Mujer impulsan a través de sus planes de igualdad el desarrollo de investigaciones con perspectiva de género e insisten en que las mujeres debemos “empoderarnos”. Demasiado a menudo, la asunción de la perspectiva de género como única rejilla de análisis, y de una noción 10

de “empoderamiento” individualista, se traduce en una connivencia entre, por una parte, expertas en género que quieren contribuir al logro de la igualdad “empoderándose” profesionalmente y, por otra, las instituciones cuyas demandas -de investigación y/o asesoramiento- suelen atender dichas expertas. Visto el panorama teórico y político, quizás sea hoy más necesario que nunca insistir en que, desde mediados de los ochenta del siglo XX, la noción de género es objeto de críticas, “tanto por su inadecuación teórica como por su naturaleza políticamente amorfa e imprecisa”11. Y es objeto de críticas por razones epistemológicas, pero también porque su uso ha dado lugar a “una práctica institucional que resulta problemática para las feministas. Por sus connotaciones científicas, el término ‘género’ parece pulsar una cuerda más tranquilizadora en el mundo

académico

que

la

expresión

‘estudios

feministas’,

más

explícitamente política”12. Si en la Academia los “estudios de género” se consideran más científicos que los feministas, cabe preguntarse por qué los organismos de igualdad parecen pensar lo mismo -¿será porque establecen una equivalencia entre género y feminismo o, precisamente,

11 BRAIDOTTI, R. Feminismo, diferencia sexual y subjetividad nomáde, Barcelona, Gedisa, 2004, p.131. 12 Ibidem, p. 132.

11

porque no la hacen?- y, atendiendo a directrices internacionales, han optado por promoverlos. Esa promoción tiene efectos nada desdeñables en la Academia que quedan patentes en un texto en el que se indica que, dado el apoyo institucional a diferentes seminarios e institutos universitarios de la mujer, y dado el predominio discursivo de la necesidad de incorporar la categoría de género, que parece corresponderse con el reconocimiento social que actualmente tienen los estudios de género [...,] hay que aprovechar la coyuntura de la transversalidad y legitimidad que en estos momentos parece tener la categoría de género. [...,] pulir las relaciones (con los organismos de igualdad) y llevar a cabo pactos y alianzas con las instituciones13.

La estrategia es clara: aprovechar la coyuntura y pactar con las instituciones, pero ¿a quién beneficia que, contrariamente a lo que sucedía en los ochenta, el principal interlocutor de estas investigadoras ya no sean los grupos feministas, sino los organismos de igualdad? Cualquiera que conozca la escasez de recursos destinados a la investigación científico-

13

Del 11 al 13 de abril de 2002 el Instituto de Estudios de la Mujer de la Universidad de Granada organizó el Simposio Perspectivas feministas en investigación. Sus conclusiones y propuestas pueden consultarse en: http://www.ugr.es

12

social en las universidades públicas sabe que, de forma creciente, quienes desean obtener una subvención dicen incorporar la perspectiva de género porque es la única forma de conseguirla. Ese es uno de los efectos perversos del proceso de reflexividad institucional sobre quienes, en la Academia, se benefician de las demandas institucionales sin que les interpele que, transnacionalmente, las instituciones definan la perspectiva de género como “tomar en consideración y prestar atención a las diferencias entre mujeres y hombres en cualquier actividad o ámbito dados de una política”14. O quizás esa definición también les beneficia puesto que puede dar cabida a investigaciones en las que esas diferencias se consideren como un dato de “naturaleza”, a otras que las entiendan como un dato de “cultura” que debe respetarse, y a otras que, desde perspectivas feministas, las analicen como consecuencia de unas relaciones asimétricas de poder entre mujeres y hombres (y entre las propias mujeres) que estructuran lo social. Al apostar por la perspectiva de género, los planes de igualdad diseñados por los Institutos de la Mujer reproducen la idea de que existe una “cultura de género” binaria (la femenina y la masculina), que se 14 100 palabras para la igualdad. Glosario de términos relativos a la igualdad entre mujeres y hombres. Comisión Europea, 1998.

13

encarna individual y colectivamente y que se expresa a través de los roles de sexo. Al insistir sobre una obviedad: la de que las representaciones de género forman parte de los mecanismos de control social, eluden incidir en que “lo que no resulta obvio es precisamente cuán importante sea la parte que juega la presión conceptual en comparación con las presiones políticas o económicas”15. Porque dado su carácter institucional no puede ser de otra manera, los Institutos de la Mujer elaboran planes de igualdad que sostienen el orden político y económico vigente y no cabe esperar que les interese conocer “la manera en la que la coerción política y económica garantiza e impone los significados”16. Por necesario que siga siendo constatar empíricamente que las mujeres sufrimos una discriminación por razón de sexo, no hay que olvidar que, dado que las representaciones “juegan un papel central en la elaboración de las políticas públicas”17, si desde la perspectiva de género que orienta las investigaciones subvencionadas sólo se nutre a las instituciones que diseñan los planes de igualdad

con

representaciones

acordes

a

sus

necesidades

de

autolegitimación, se contribuye a ocultar que “las leyes contra la 15

GELLNER,....P. 83. Ibidem., p. 82. 17 JENSON, J.: “Répresentations des rapports sociaux de sexe dans tríos domaines politiques en France”, en Le sexe des politiques sociales, Côté-Femmes, Paris, 1993, p. 60. 16

14

discriminación no sirven para nada [...,] las campañas sobre las mujeres maltratadas [...,] no tienen la posibilidad de ser eficaces [...]. Lo que hace falta es cambiar las instituciones”18(Douglas 1999: 140). Contrariamente a los análisis llevados a cabo desde algunas perspectivas feministas, los que adoptan la de género son políticamente útiles a las instituciones porque incorporan la representación que éstas hacen de las mujeres, olvidando, entre otras cosas, que el principio de igualdad que “apareció hace doscientos años, (lo hizo) ligado a un sistema económico basado sobre el contrato individual [...,] (que) permitía la ascensión de individuos independientes”19. Este olvido les conduce a no cuestionar, ni el actual horizonte político y económico neoliberal en el que se inscribe el principio de igualdad, ni las acciones a través de las que pretende alcanzarse su plasmación. Una de esas acciones es la de lograr el “empoderamiento” de las mujeres, pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de empoderamiento? Si fuéramos feministas de algún país de América Latina nos estaríamos interrogando sobre su utilidad como “herramienta de análisis y

18 19

DOUGLAS, M. Op. cit. p. 140. DOUGLAS, M. Comment pensent les institutions. La Découverte, Paris, 1999, p. 134.

15

planificación”20, debatiríamos sobre sus consecuencias prácticas para las mujeres de diferentes clases y etnias, e intentaríamos saber cuál es su contenido. Sin duda seríamos conscientes de que las conferencias mundiales sobre la mujer asocian a ésta con el logro de la igualdad, pero también con el del desarrollo y la paz; y que numerosas ONGs occidentales se han especializado en igualdad y desarrollo y llevan sus proyectos (y su dinero) a países de América Latina (entre otros) y que trabajan dándose la espalda para garantizarse la renovación de los fondos necesarios para sus proyectos. Pero como no somos mujeres de América Latina adoptamos una noción de empoderamiento que desactiva las dimensiones políticas de un término que incluye tanto el cambio individual como la acción colectiva (..,) (y que exige hacer

visibles)

unas

necesidades

(prácticas)

y

unos

intereses

(estratégicos) de las mujeres, (que impliquen tanto) un cambio fundamental en las relaciones de poder existentes entre los géneros, (como) cuestionar las bases de las estructuras de las sociedades21.

Es ese cuestionar las bases de las estructuras de las sociedades el gran

20

LEON, M.: “El empoderamiento de las mujeres: Encuentro del Primer y Tercer mundo en los estudios de género”, La Ventana (13/11), 2001. www.laneta.apc.org. 21

Ibidem.

16

ausente de los planes de igualdad, incluido el Plan Estratégico de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres (2008-2011) aprobado por el Gobierno español en diciembre de 2007 al amparo de la Ley de Igualdad. Una Ley cuyo artículo 20, a lo largo de sus diferentes apartados, plasma que para las instituciones género es sinónimo de sexo y que la “cultura de género” es binaria. Dicho artículo, dedicado a la adecuación de las estadísticas y estudios para que los poderes públicos puedan trabajar en pro de la igualdad desde la perspectiva de género insiste en que “hay que incluir sistemáticamente la variable sexo en las estadísticas, encuestas y recogida de datos”-algo que las feministas ya reclamaban en los setenta-; y también en que hay que establecer “nuevos indicadores que posibiliten un mejor conocimiento de la diferencias en los valores, roles, situaciones, condiciones, aspiraciones y necesidades de mujeres y hombres”. Quizás porque ese Plan22 se diseñó mirando hacia esa Ley su prólogo, sus dos principios básicos -no discriminación e igualdad-, y sus cuatro principios rectores -ciudadanía, empoderamiento, transversalidad e

22 Plan Estratégico de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres (2008-2011). Puede consultarse en la página web del Instituto de la Mujer. Hasta que no se indique lo contrario, todas las citas están extraídas de dicho Plan.

17

innovación-, desvelan hasta qué punto es deudor de ese discurso de género que el feminismo institucional ha difundido transnacionalmente y cuyo contenido se combina armoniosamente con las políticas neoliberales imperantes a nivel mundial. He aquí algunas muestras. Según el principio básico de una igualdad considerada como “un valor en sí mismo”, las mujeres, como somos “al menos, el 50% de la población”, no somos un colectivo y, dado que ninguna sociedad puede prescindir de semejante porcentaje (¿de productoras-consumidoras?, me pregunto) hay que “recuperar el valor de la incorporación de las mujeres en paridad para el crecimiento económico y la modernización social”. Debo reconocer que, aun sabiendo que la integración de un discurso de género binario en los planes de igualdad no es ninguna novedad, me produjo estupor leer en el primero de los principios rectores del Plan, el de ciudadanía, que hay que redefinir el modelo de ciudadanía en concordancia con la igualdad de género, que entiende la igualdad más allá de la equiparación de lo femenino con lo masculino y considera lo femenino como riqueza; que afirma la libertad femenina y atiende a la singularidad y pluralidad de las mujeres, de modo que no las contemple como lo ‘colectivo femenino’. Ya son bien visibles,

18

en todas partes, las mujeres como seres completos que no quieren ser ni más ni menos que los hombres, simplemente mujeres, es decir, diferentes

Estupor que se incrementó al leer que había que entender el empoderamiento de las mujeres “ en el sentido de valorar y fortalecer sus formas de hacer, de ejercer el poder y de relacionarse”, que aumentó más si cabe cuando descubrí que la transversalidad de la perspectiva de género (conlleva) integrar los temas de género en las agendas existentes (y) reestructurar los sistemas de toma de decisiones para que acepten la perspectiva de las diferencias de género,

y que se transformó en ira cuando, pasando de los principios rectores a un prólogo destinado, al parecer, al mundo empresarial, leí que las empresas están empezando a descubrir que las mujeres no sólo están muy cualificadas, sino que son importantes consumidoras de mucho más que comestibles o detergentes. Ahora compran activos financieros, apartamentos y móviles. Así que más vale contar con ellas en la estrategia empresarial porque su ausencia está empezando a descubrirse como una rémora para la cuenta de resultados.

¿Qué

ha

pasado,

me

pregunté,

para

que

planteamientos

tan

descarnadamente neoliberales y tan ramplones teóricamente sean la filosofía política “de género” que estructura el Plan Estratégico?¿Quiénes 19

han redactado ese prólogo y esos principios rectores que demuestran que el discurso de género no tiene por qué ser feminista y que la perspectiva de género y el empoderamiento siguen siendo las panaceas de unos planes de igualdad pensados y consensuados al margen de unas asociaciones de mujeres y/o feministas algunas de las cuales reivindican a los poderes públicos que se les tenga en cuenta como interlocutoras, al igual que ya hacen con otros movimientos sociales23. A modo de epílogo Iniciaba este texto afirmando que tan peligroso es el espejismo de la igualdad como el de que el feminismo se ha convertido en una política de Estado. Decía también que necesitamos que se configure la cuarta ola de un movimiento feminista capaz de crear conciencia y de ocupar un espacio como sujeto político. Lo expuesto en estas páginas deja entrever la eficacia material y simbólica de un proceso de reflexividad institucional que implica a diferentes agentes sociales. Dicho proceso conlleva un ajuste pragmático a la actual coyuntura permitiendo a un pequeño número de mujeres proyectarse individualmente sobre la escena económica o política. Que opten por la vía colectiva o por la carrera 23

Vease el Manifiesto por un Consejo Estatal de las Mujeres. En www.forofeministacyl

20

personal, las mujeres que se frotan con el poder deben aceptar que sus discursos y sus prácticas estarán sometidas a la mirada crítica de las que todavía creen posible cambiar el mundo24

Ese ajuste pragmático a la coyuntura socio-política y económica global ha permitido el “empoderamiento” de algunas mujeres25; el asentamiento internacional del discurso de género y del feminismo institucional; la legitimación político-institucional como asesoras, o como investigadoras, de algunas expertas en género; y la anulación del feminismo como filosofía política que además de teorizar sobre la igualdad, el poder o la ciudadanía, cree posible cambiar el mundo y pretende lograrlo. Si emergiera la cuarta ola del movimiento feminista, si las mujeres volvieran a ser sus principales interlocutoras, si interpelara al feminismo institucional y al académico, los organismos que trabajan en pos de la igualdad se verían obligados a practicar lo que tanto dicen defender, la democracia participativa, sometiendo sus planes a verdadero consenso y a posterior evaluación.

24 COUILLARD, M. A.: “Le pouvoir dans les groupes de femmes de la región de Québec”. Recherches Sociographiques, XXXV,1, 1994, pgs. 39-65 25 Sería analíticamente relevante para los estudios feministas examinar cómo, en cada contexto local, ha contribuido a dicho empoderamiento la posición de clase y la pertenencia étnica, amén de variables como la adscripción política, el ser miembro de una red de expertas en género, de un centro de estudios de la mujer y/o del género, etc.

21

22

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.