Entre el Valle y la Península: Variabilidad en la Utilización de Recursos Faunísticos Durante Tiwanaku (400-1100 d.C.) en el Sitio Iwawi, Bolivia

October 2, 2017 | Autor: José Capriles | Categoría: Archaeology, Zooarchaeology, Andean Archaeology, Bolivia
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Descripción

UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN ANDRÉS FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES CARRERA DE ARQUEOLOGÍA

Tesis de Licenciatura

ENTRE EL VALLE Y LA PENÍNSULA: VARIABILIDAD EN LA UTILIZACIÓN DE RECURSOS FAUNÍSTICOS DURANTE TIWANAKU (400-1100 D.C.) EN EL SITIO IWAWI, BOLIVIA

Por: JOSÉ MARIANO CAPRILES FLORES

Aprobada por los tribunales:

................................................... Lic. María del Pilar Lima Tórrez ................................................... Lic. Gustavo Félix Suñavi Larico ................................................... Lic. Jaime Huber Catacora Tutor: Juan Albarracin-Jordan (Ph.D.)

La Paz, Bolivia Octubre 2003

© José Mariano Capriles Flores, 2003

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Para Eliana, Carlos y Alejandra

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CONTENIDO Lista de figuras Lista de tablas Agradecimientos Capítulo 1. Diseño de investigación Introducción Problemática Objetivos Objetivo general Objetivos específicos Justificación Marco teórico Marco referencial Marco conceptual Cambio social y uso diferencial de recursos de fauna Organización económica Intensificación económica estatal Hipótesis Implicancias de prueba

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1 1 4 7 7 7 8 9 9 11 11 13 15 20 21

Capítulo 2. Metodología Procedimientos de campo: técnicas de excavación y de recuperación de los restos de fauna Procedimientos de laboratorio: técnicas de identificación y datos primarios registrados Macrofauna: mamíferos grandes y medianos Peces Microfauna Organización de los datos

26 27 30 34 35

Capítulo 3. Área de estudio Ubicación geográfica Clima Biogeografía Paleoecología Microambientes

37 37 37 38 41 43

Capítulo 4. Antecedentes de investigación arqueológica en Iwawi

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23 23

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Iwawi como desembarcadero Tiwanaku El norte del Valle Bajo de Tiwanaku y el rol estratégico de Iwawi Reevaluando el desarrollo estatal de Tiwanaku: el Proyecto Arqueológico Iwawi La secuencia estratigráfica de Iwawi Queneqere y la actividad doméstica en Iwawi durante Tiwanaku Discusión

48 49 53 55 57 59

Capítulo 5. Secuencia de cambio en la macrofauna de Iwawi Muestra analizada Mamíferos grandes y medianos Camélidos domesticados: llama y alpaca Camélidos silvestres: guanaco y vicuña Cérvidos Perfiles etarios de camélidos Discusión

63 63 64 68 70 71 74 76

Capítulo 6. Consumo y desecho de camélidos en el sector doméstico de Queneqere, Iwawi Análisis de fragmentación Análisis de densidad Representación de elementos esqueletales Basurales y pozos Fogones y otros contextos Modificaciones observadas sobre elementos óseos Exposición a fuego Marcas de roído Cortes Cortes limpios Especimenes trabajados Discusión

83 83 87 89 93 94 95 95 97 97 98 98 99

Capítulo 7. Peces en Iwawi: entre la economía de subsistencia y la de producción de bienes de consumo El consumo de peces en Queneqere La pesca en Queneqere a partir de la determinación de las especies consumidas La Regla de Decisión de 10 cm de longitud estándar Prácticas de pesca en Iwawi Pesca estandarizada en Iwawi Comportamiento ecológico del género Orestias en relación a la explotación humana Discusión

111 111 114 116 118 119 123 124

Capítulo 8. Conclusiones y recomendaciones Variabilidad y organización económica de los recursos faunísticos en Iwawi Interpretando el rol de Iwawi en relación Tiwanaku Recomendaciones: alcances y limitaciones de la presente investigación

136 136 140 142

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Referencias Citadas

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Anexo 1. Formularios de registro y análisis Formulario de unidades Formulario de representaciones esqueletales Formulario de registro de artefactos Formulario de registro etario Formulario de especimenes diagnósticos Formulario de registro de flotaciones Formulario de registro de peces Formulario de registro de microfauna

159 160 161 162 163 164 165 166 167

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LISTA DE FIGURAS Figura 3.1. Mapa del área de estudio (tomado y modificado de Hastorf et al. 2001:Figura 1.1). 45 Figura 4.1. Mapa del Sitio Iwawi, señalando las áreas de excavación del Proyecto Arqueológico 60 Iwawi, incluyendo el montículo Ojje-Puco y el área de excavación Queneqere. Figura 5.1. Mediciones de la primera falange proximal. Muestras procedentes del área de Queneqere, Iwawi. 80 Figura 5.2. Proporción de camélidos y cérvidos en la secuencia estratigráfica de Queneqere, Iwawi. Los porcentajes de los camélidos grandes también se incluyen dentro de la categoría general Camélidos. 80 Figura 5.3. Perfil etario de camélidos a lo largo del tiempo en Queneqere, Iwawi.

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Figura 6.1. Representación esqueletal de especimenes de macrofauna identificados, según NISP y 106 peso, Nivel 3A. Figura 6.2. Representación esqueletal de especimenes de macrofauna identificados, según NISP y 106 peso, Nivel 3B. Figura 6.3. Representación esqueletal de especimenes de macrofauna identificados, según NISP y 107 peso, Nivel 4. Figura 6.4. Representación esqueletal de especimenes de macrofauna identificados, según NISP y 107 peso, Nivel 5. Figuras 6.5. Representación esqueletal de macrofauna identificada, organizada por contextos 108 culturales y representada por NISP y peso, Nivel 3A. Figuras 6.6. Representación esqueletal de macrofauna identificada, organizada por contextos 108 culturales y representada por NISP y peso, Nivel 3B. Figuras 6.7. Representación esqueletal de macrofauna identificada, organizada por contextos 109 culturales y representada por NISP y peso, Nivel 4. Figuras 6.8. Representación esqueletal de macrofauna identificada en los contextos culturales de 109 fogones del Nivel 4 (3 loci) y representada por NISP y peso. Figuras 6.9. Frecuencias relativas de modificaciones en los especimenes de macrofauna y agrupadas según niveles, por NISP y peso.

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Figura 6.10. Frecuencias relativas de especimenes de macrofauna con evidencias de exposición al fuego. 110

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Figura 7.1. Promedio de frecuencias relativas según peso de macrofauna vs. peces y otra microfauna en mallas de ¼” y fracciones pesadas de flotación (N=11).

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Figura 7.2. Gráfico bivariante entre la longitud máxima antero-posterior proximal y la anteroposterior distal del opérculo, mostrando el alto grado de correlación entre ambas variables. 133 Figura 7.3. Gráfico univariable de la longitud estándar de los individuos representados en la 134 colección de referencia empleada en el estudio experimental de regresión linear. Figura 7.4. Distribución bivariante que muestra la relación entre el largo máximo antero-posterior distal del opérculo y la longitud estándar de los ejemplares de la colección de referencia. 134 Figura 7.5. Gráfico univariable de la longitud estándar calculada para los especimenes de Orestias de Queneqere según niveles.

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Figura 7.6. Gráfico univariable de las longitudes estándar calculadas del Locus QE307. Nótese el 135 reducido rango de diferencia y ciertos agrupamientos.

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LISTA DE TABLAS Tabla 3.1. Complejos filogenéticos de las especies de Orestias distribuidas en el Lago Titicaca según Lauzanne (1991:414-415; sensu Parenti 1984). Las especies con asterisco no fueron observadas desde la “Percy Salden Expedition” en 1937 y podría considerárselas extintas. 46 Tabla 3.2. Características de las zonas microambientales presentes en el área de estudio (basado 46 en Albarracin-Jordan 1996b:11-15). Tabla 4.1. Cronología del área de estudio (basado en Albarracin-Jordan 1996b; Bandy 2001; Isbell et al. 2002).

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Tabla 5.1. Características de la muestra de mamíferos grandes y medianos procedentes de la malla ¼ de pulgada y la cantidad de muestras de flotación por nivel analizadas en el presente estudio. 77 Tabla 5.2. Composición general de las 11 muestras de flotación analizadas.

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Tabla 5.3. Características de los especimenes medidos de la primera falange proximal procedentes de las excavaciones del área de Queneqere, Iwawi.

77

Tabla 5.4. Estadística descriptiva y coeficiente de variación (V) de las mediciones del ancho próximo latero-medial de la primera falange, según la Tabla 5.3.

77

Tabla 5.5. Secuencia de cambio de MNIs de camélidos y de cérvidos en Queneqere, Iwawi.

78

Tabla 5.6. Etapas en la secuencia de fusión de epífisis en los camélidos de acuerdo a Wheeler 78 (2001:Tablas 3 y 4) corrigiendo la información consignada por Wing (1972). Tabla 5.7. Perfil de sobrevivencia/mortalidad de los camélidos registrados en Queneqere, Iwawi, 78 según MNIs y por Niveles. Tabla 5.8. Resultados de las Pruebas G, que demuestran la significancia estadística de las diferencias observadas en las tablas 5.5 y 5.7.

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Tabla 6.1. Índices de fragmentación de la colección arquefaunística de Queneqere, Iwawi, según 101 niveles. Tabla 6.2. Índices de fragmentación de los contextos culturales de basurales y pozos con relleno 101 de la colección arqueofaunística de Queneqere, Iwawi, según niveles. Tabla 6.3. Peso, volumen y densidad de especimenes óseos de macrofauna agrupados por niveles, 101 Queneqere, Iwawi.

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Tabla 6.4. Peso, volumen y densidad de especimenes óseos de macrofauna agrupados por niveles y contextos culturales, Queneqere, Iwawi. 101 Tabla 6.5. Frecuencia de representación esqueletal e información complementaria en Queneqere, Iwawi, según NISP y peso por niveles. 102 Tabla 6.6. Frecuencias de elementos esqueletales e información complementaria en basurales, pozos y relleno, y fogones, según NISP y peso y por niveles. 103 Tabla 6.7. Registro de modificaciones por NISP y Peso en cada nivel.

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Tabla 7.1. Características de las 11 fracciones pesadas de las muestras de flotación.

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Tabla 7.2. Características de las muestras de zaranda de ¼” y comparación de porcentajes en 127 relación con las muestras de flotación. Tabla 7.3. Estimación por locus del peso de peces y macrofauna en base a la progresión de los datos de las muestras de flotación a las muestras de zaranda de 1/4" y estimaciones de biomasa derivadas. 128 Tabla 7.4. Información de la colección de referencia en base a la cual se calcularon los valores de 129 regresión linear presentados en la Tabla 7.5. Tabla 7.5. Valores de la regresión linear ensayada a partir de las muestras de la colección de referencia del género Orestias. 130 Tabla 7.6. Características de los especimenes de opérculos medidos y los resultados de la regresión aplicada para el cálculo de la longitud estándar en las muestras de Queneqere, Iwawi.

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Tabla 7.7. Longitudes estándares de las especies más grandes descritas taxonómicamente para el Lago Titicaca. Información derivada de individuos adultos según los registros mencionados por Parenti (1984) y los estudios referidos por Lauzanne (1991). 131 Tabla 7.8. Características de los especimenes medidos del Locus QE307 (N530E506, Nivel 4) y de las longitudes estándar calculadas. NISP Peces=416, NISP Opérculos=201. 132

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AGRADECIMIENTOS

La presente tesis es el resultado de al menos un año y medio de intenso trabajo de investigación, donde he contado con la ayuda y el apoyo de numerosas personas a quienes deseo agradecer. Quisiera comenzar por mis padres, Eliana Flores Bedregal y Carlos Capriles Farfán a quienes dedico esta tesis y quienes a lo largo de toda mi carrera me apoyaron en cada una de mis iniciativas y decisiones, no sin antes aconsejarme sabiamente con su enorme experiencia científica y humana. La presente tesis está igualmente dedicada a Alejandra Domic Rivadeneira, quien con su ternura, simpatía, paciencia, inteligencia y eficiencia contribuyó más que cualquier otra persona a su desarrollo y finalización.

Mi tutor, el Dr. Juan Albarracin-Jordan, me apoyó en todo momento con sabios consejos, críticos comentarios, ricas discusiones y la presión indispensable para empezar una tarea y terminarla en el tiempo requerido y con el cumplimiento de los resultados esperados. El biólogo Jaime Sarmiento de la Colección Boliviana de Fauna (CBF), abrió esa institución a esta investigación y la apoyó con su vasto conocimiento de la forma más desinteresada. La Dra. Katherine M. Moore me ayudó de muchas maneras, pero particularmente al internarme en el fascinante mundo de la zooarqueología como si ya fuese parte de él, hizo que la culminación de esta tesis se sienta como el inicio de una aventura divertida y apasionante.

Debo igualmente agradecer a numerosos investigadores que apoyaron esta tesis operativamente, entre ellos se encuentran el Lic. Javier Escalante, el Inv. Eduardo Pareja y el Supervisor Departamental de Guarda-Ruinas Don Cesar Callisaya de la Unidad Nacional de Arqueología, quienes posibilitaron el permiso para analizar las colecciones zooarqueológicas del Proyecto Arqueológico Iwawi albergadas en el Museo Arqueológico Regional de Taraco. Asimismo, agradezco a los representantes del Cantón Taraco y de la Comunidad Iwawi Grande, particularmente al Sr. Juan Huchani, por permitir el traslado de las muestras hasta los laboratorios de la CBF. En la CBF tengo que agradecer el apoyo de los investigadores James Aparicio, Soraya Barrera, Francisco Osorio, Carmen Quiroga, Jaime Sarmiento y Julieta Vargas quienes facilitaron

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mi trabajo en esa institución. Agradezco también a Alejandra Domic, Eduardo Machicado, Juan Díaz, Marcelo Argote y Maribel Pérez quienes colaboraron en la realización de los análisis de identificación. Por otro lado, numerosas personas contribuyeron a esta tesis pero también a mi formación como académico de diferentes formas y considero este espacio apropiado para reconocer y agradecer todo el aliento, apoyo bibliográfico, comentarios, discusiones e invalorables consejos, que me ofrecieron Juan Albarracin-Jordan, Carolina Agüero, Rolando Ajata, Sonia Alconini, Dante Angelo, Karina Aranda, Sonia Avilés, Patricia Ayala, Lisbet Bengtsson, Matthew Bandy, José Berenguer, Deborah Blom, Maria Bruno, Huber Catacora, Amanda Cohen, Susan deFrance, Tom Dillehay, Robert Drennan, Kirk Frye, Martín Giesso, Melissa Goodman, Daniel Gutiérrez, Rodrigo Gutiérrez, Christine A. Hastorf, Carla Jaimes, John Janusek, Daniella Jofré, Catherine Julien, Carlos Lémuz, Pilar Lima, Marcos Michel, Elena Molina, Katherine Moore, Axel Nielsen, José Luis Paz, Eduardo Pareja, Jeffrey R. Parsons, David Pereira, James Pokines, Jimena Portugal, Claudia Rivera Casanovas, Andrew Roddick, Álvaro Romero Guevara, Calogero Santoro, Lee Steadman, Charles Stanish, Travis Stanton, Emily Stovel, Gustavo Suñavi, Constantino Manuel Torres, Mauricio Uribe, Daniela Valenzuela, Jimena Valenzuela, Verónica Williams y William Whitehead. Muchos de ustedes compartieron conmigo no solamente su conocimiento y rica experiencia de vida sino también su amistad que es la que más valoro. Igualmente merecen mi más profundo agradecimiento Rossana Barragán, Cesar Callisaya, María Dolores Castro, Carmelo Corzón, Jaime Fernández, Waldo Jordán Zelaya, Mónica Uría, José Teijeiro, Ximena Medinacelli, Freddy Michel, Matthias Strecker y Virginia Sáenz por su apoyo y ayuda. Asimismo, mis amigos y compañeros (algunos desde el colegio otros de mi carrera) hicieron que esta etapa de estudio sea una hermosa y enriquecedora experiencia de vida. Cada uno de ellos aportó de gran forma a mi enriquecimiento personal y disculpando los errores de omisión menciono a Alejandro Asturizaga, Marcelo Argote, Juan Manuel Avilés, Alejandro Barrientos, Maya Benavides, Gabriel Capriles, Rubén Darío Chambi, Ariel Conitzer, Nayra Corzón, Yoko Corzón, Joaquín Cuevas, Breidy De la Torre, Juan Díaz, Alejandra Domic, Enrique Domic,

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Soledad Fernández, Jorge Flores, Cristián Goitia, Fernando Hurtado, Jorge Jofré, Álvaro Landivar, Eduardo Machicado, Marcelo Mariaca, Lui Oporto, Canela Palacios, Luis Peñaranda, Adolfo Pérez, Maribel Pérez, Sergio Picolomini, Xavier Pino, Andrea Pinto, Carlos Pinto, Kenya Pinto, Carlos Revilla Herrero, Alejandro Rivas, Fabián Rocha, Raúl Rodríguez, Daniela Ruesgas, Juan Pablo Sagárnaga, Israel Saavedra, Miguel Ángel Saavedra, Mariana Serrano, Ariel Terán, Daniel Terán, Alejo Torrico, Martín Torrico, Juan Pablo Uberuagua, Alejandro Ustarez, Zelma Vargas e Iván Zambrana. A todos ustedes les debo mucho más que un simple reconocimiento escrito, pero un sin número de vivencias y ricas experiencias que marcaron al lado de la arqueología, el desarrollo de mi vida.

Quisiera igualmente agradecer el apoyo de toda mi familia. Particularmente mis hermanos Gabriel Capriles Flores y Carmen Capriles Flores, por aguantar mi carácter a veces difícil y aún así ofrecer lo mejor de su voluntad para colaborarme. Mis tías Teresa Flores Bedregal, Olga Flores Bedregal, Verónica Flores Bedregal, Rosangela Conitzer, Beatriz Capriles, mis tíos René Capriles y Jaime Ballivián y mis primos Nemanja, Vojin, Janko, Karol, Nayla, Jaime, Sergio, Marita, Rudá y Ana Wara, quienes no dudaron en ayudarme en innumerables ocasiones y siempre me ofrecieron su soporte y confianza.

Por último, a pesar de que los resultados de esta tesis son limitados y específicos a uno de los múltiples campos de la ciencia y particularmente de la arqueología, representa para mí el cierre de una importante etapa en mi formación profesional y por tanto he querido utilizar este especio para reconocer a algunos de los actores (quizás los más importantes) que hicieron que mi camino fuese un maravilloso encuentro con el conocimiento en sus más diversas formas y en toda su complejidad. Finalmente, quedo como único responsable ante cualquier error de omisión o comisión en la presente tesis.

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CAPÍTULO 1

DISEÑO DE INVESTIGACIÓN

Introducción

La región del Lago Titicaca, ubicada en los Andes centro sur, fue uno de los centros de desarrollo cultural prehispánico más importantes. En esta región entre el 400 y el 1100 d.C. se desarrolló el Estado de Tiwanaku. La emergencia y consolidación de esta importante entidad política así como la organización social que la caracterizó han sido investigadas desde diversas perspectivas y utilizando diferentes indicadores arqueológicos (Albarracin-Jordan 1992, 1996a, 1996b, 2003; Alconini 1995; Berenguer 2000; Bermann 1994, 1997; Browman 1978, 1981, 1997; Giesso 2000, 2003; Goldstein 1993, Janusek 1994, 1999, 2001, 2002; Kolata 1986, 1991, 1992, 1993; Lémuz 2001; Lynch 1983; Manzanilla 1992; Mathews 1992; Ponce Sanginés 1981; Rivera Casanovas 1994; Stanish 2001a, 2001b, 2003; Webster 1993). La importancia que tuvieron ciertos recursos económicos en el proceso de desarrollo del Estado de Tiwanaku ha sido enfatizada por varias de estas investigaciones. Asimismo, algunos de estos trabajos han destacado la notable función que los camélidos domesticados (i.e., la llama [Lama glama] y la alpaca [Lama pacos]) cumplieron en cuanto a recurso económico y ceremonial para Tiwanaku. Por ejemplo, Browman (1978, 1981, 1984, 1997) sostiene que el origen de Tiwanaku se debió al énfasis en la producción especializada de bienes de prestigio y a la convergencia del tráfico de bienes de intercambio entre diferentes zonas ecológicas mediante caravanas de llamas. Kolata (1992, 1993) por su parte, ha destacado el rol doméstico y ceremonial que cumplieron los camélidos para Tiwanaku así como la compleja organización social que demandó el manejo especializado de su crianza y producción.

Sin embargo, a pesar de la importancia dada por la mayoría de los arqueólogos de los Andes Centro Sur a los camélidos, muy pocas investigaciones enfocadas en los mismos restos de fauna han sido realizadas. Una excepción fueron los trabajos de detallada descripción estratigráfica y contextual. Por ejemplo, en el trabajo de Manzanilla (1992), se expone evidencia concluyente

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acerca del sacrificio de una significativa cantidad de camélidos, pero también de otras especies animales como ofrendas rituales en la pirámide de Akapana. Otro ejemplo lo proporciona Pareja (1992), quien presenta un detallado registro de todos los hallazgos de huesos de camélidos y de otros animales realizados en la inmersiones subacuáticas del Islote de Koa en las cercanías de la Isla del Sol, así como modificaciones culturales observadas en algunos de éstos y los procedimientos de conservación ejecutados para garantizar su preservación.

Por otra parte Webster (1993), en la primera y única investigación zooarqueológica realizada en el sitio de Tiwanaku, ha subrayado el rol que los camélidos cumplieron en la dieta de la población, así como su función en el transporte de carga y como productores de lana. A través de la identificación de los restos de fauna hallados en excavaciones arqueológicas de varios sectores domésticos de la urbe de Tiwanaku y de sitios en el Valle de Tiwanaku, Webster (1993) propone que durante las fases Tiwanaku IV y V, los camélidos constituyeron la fuente de carne, grasa y médula más importante para la población. Aún así, manifiesta la presencia de otros animales y hace referencia a su relativo rol en la economía de Tiwanaku.

Los resultados del trabajo de Webster (1993; Webster y Janusek 2003) pero también los de Lémuz (2001, 2002), entre otros (e.g., Bermann 1994; Stanton 1994), han empezado a resaltar cada vez más la importancia de otros recursos faunísticos como los peces, aves acuáticas y algunos mamíferos pequeños en la economía doméstica de las poblaciones del área circunlacustre durante la hegemonía de Tiwanaku. Asimismo, estudios zooarqueológicos realizados sobre materiales del Período Formativo (1500 a.C. – 400 d.C.) en la región circun-Titicaca han destacado la diversidad de recursos faunísticos aprovechados por las poblaciones con anterioridad a Tiwanaku (e.g., deFrance 1997; Kent 1982; Kent et al. 1999; Lémuz 2001, 2002; Moore 1999; Moore et al. 1999, 2001; Wing 1986).

En este sentido, los recientes trabajos sobre los recursos faunísticos de Tiwanaku permiten afirmar que el rol específico que éstos y otros recursos alimentarios cumplieron en la dieta de la población fue variable. De igual forma, en determinados rituales religiosos y festividades de redistribución promocionadas por grupos de poder, el rol adscrito a los animales dependió de numerosos factores, incluyendo entre muchos otros, su potencial contribución proteínica, carga

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simbólica y usos adicionales no alimentarios (Kolata 1993; Lémuz 2001; Webster 1993; Webster y Janusek 2003).

Entre estos recursos, se tiene por ejemplo al cuy (Cavia aperea porcelus) (ver Archetti 1992; Forstadt 2002; Gade 1967; Morales 1995), domesticado aproximadamente hacia el 7000 A.P. en la sierra de los Andes Centrales (Reitz y Wing 1999:Tabla 9), cuya ubicuidad en la región del Lago Titicaca data desde el Período Formativo (deFrance 1997; Lémuz 2001, 2002; Webster 1993; Wing 1986). Para el caso específico de Tiwanaku, Webster (1993:107-110) sostiene que durante las fases Tiwanaku IV y V el cuy fue el mamífero económicamente más importante después de los camélidos, superando significativamente a otras especies como la vizcacha y los cérvidos. Por otro lado, la presencia de cuyes en otros asentamientos Tiwanaku ha sido manifestada por numerosos investigadores y en diversos contextos incluyendo domésticos, funerarios y de actividades colectivas posiblemente rituales (Alconini 1996; Céspedes 2000; Lémuz 2001; Paz 2000; Webster y Janusek 2002).

Otro recurso de gran importancia fueron los peces, compuestos principalmente por los géneros Orestias y Thrichomycterus. El primero, con una gran diversidad de especies distribuidas casi exclusivamente en el Lago Titicaca y algunas lagunas altoandinas, mientras que el segundo ubicado en las áreas ribereñas del Lago Titicaca y de numerosos ríos. Ambos géneros han sido registrados en sitios de la región del Lago Titicaca a través de estudios de identificación taxonómica (deFrance 1997; Lémuz 2001, 2002; Moore et al. 1999; Stanton 1994). Estas investigaciones han destacado la relevancia de estos recursos para las poblaciones asentadas en la ribera del Lago Titicaca a lo largo de la prehistoria de la región. Por ejemplo, Moore y sus colaboradores (1999) sostienen que durante la fase Chiripa Temprano correspondiente al Período Formativo Temprano (1500-1000 a.C.) los recursos faunísticos más importantes y más explotados en el asentamiento de Chiripa fueron los peces. En este sentido, éstas y otras investigaciones permiten sostener que los peces fueron uno de los recursos económicos de mayor relevancia dietética durante la época prehispánica en la región de estudio. Aún así, todavía se requieren mayores estudios que permitan comprender la variabilidad de su consumo tanto espacial como temporalmente.

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Adicionalmente, existen numerosas especies silvestres que fueron utilizadas económicamente como recursos proteínicos y energéticos en la región. El ecosistema del Lago Titicaca aloja una importante diversidad de avifauna compuesta por una gran cantidad de especies acuáticas y terrestres (Dejoux 1991; Kent et al. 1999). Por otro lado, existen especies de reptiles, anfibios y mamíferos que pudieron disponerse y utilizarse económicamente e incluso ritualmente de acuerdo a circunstancias específicas. Como ejemplo, la taruka o ciervo andino (Hippocamelus antisensis), ha sido recurrentemente registrada en numerosas excavaciones en la región circun-Titicaca debido entre otros factores a que sus astas fueron utilizadas en la elaboración de artefactos culturales (e.g., Bermann 1994). Igualmente, la presencia de camélidos silvestres como el guanaco (Lama guanicoe) y especialmente la vicuña (Vicugna vicugna) a pesar de su ausencia en la región circun-lacustre en la actualidad, está sugerida por estudios zooarqueológicos (e.g., Kent 1982; Moore et al. 1999).

Problemática

A pesar de las recurrentes menciones sobre la presencia de numerosas especies de fauna en el registro arqueológico de la región sur del Lago Titicaca, las investigaciones específicas que nos permitan conocer en qué medida su consumo cambió a través del tiempo y debido a qué factores, son reducidas. Existe una necesidad de entender mejor el uso que hicieron las poblaciones humanas prehispánicas de los recursos faunísticos, diferenciando el rol concreto que fue adscrito a cada una de las diferentes especies utilizadas, así como su variabilidad. Por ejemplo, encontrar los restos de un camélido como ofrenda sacrificada en una estructura arquitectónica ceremonial (e.g., Manzanilla 1992) no es lo mismo que hallarlos con otros desechos en un basural de una ocupación doméstica de elite (e.g., Webster y Janusek 2003). Se debe considerar que los roles adscritos dependen en gran medida de las actividades realizadas y éstas durante el desarrollo del Estado de Tiwanaku fueron diversas (e.g., domésticas privadas, festividades colectivas, ceremonias rituales, manufactura artesanal, funerarias, etc.) como demuestra el registro arqueológico. La importancia de conocer esta información e integrarla de manera contextual con otros indicadores radica en su aporte a la comprensión de los cambios económicos, sociales, políticos e ideológicos que ocurrieron en la Cuenca del Titicaca durante el desarrollo de este Estado y que constantemente son debatidos en la literatura especializada.

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La recurrencia en ciertos elementos en la información aportada por investigaciones zooarqueológicas precedentes permiten conocer una secuencia de utilización y sobre todo de consumo de recursos animales preliminar. Durante el Período Formativo la economía de subsistencia de los grupos que habitaban las orillas del Lago Titicaca, se habría caracterizado por su diversificación. Una amplia variedad de especies fueron aprovechadas incluyendo un cuantioso volumen de peces, un importante componente procedente de la cacería y también la presencia de camélidos domesticados (Lémuz 2001, 2002; Moore et al. 1999; Webster y Janusek 2003). Esta tendencia contrasta con el desarrollo de Tiwanaku, donde la economía progresivamente sufrirá un proceso de intensificación dando paso a una dependencia casi exclusiva en los camélidos domesticados, aunque la pesca particularmente en los sitios ribereños no disminuirá en intensidad (Lémuz 2001; Webster 1993; Webster y Janusek 2003).

Adicionalmente, investigaciones con otros indicadores arqueológicos demuestran cambios al interior del desarrollo mismo de Tiwanaku. Por ejemplo, crecimiento demográfico, estratificación social e incremento en la producción de otros recursos como los cultivos agrícolas a través de la masiva construcción de campos elevados de cultivo y de otros sistemas de intensificación (Albarracin-Jordan 1996b; Bandy 2001; Kolata 1993; Stanish 2003). En otro sentido, un mayor control sociopolítico sobre las unidades domésticas en asentamientos rurales y en general en el sistema de asentamientos se habría producido a finales de la fase Tiwanaku IV (Bermann 1997; Janusek 1994; McAndrews et al. 1997). Es importante identificar si estos cambios también tuvieron correspondencia en la utilización de recursos económicos como la fauna.

En el presente estudio, se pretende abordar el rol adscrito a los recursos de faunísticos a partir de dos problemáticas con el afán de contribuir a su resolución. En primer lugar, a nivel teórico deseamos contrastar la noción de que el cambio social conduce a cambios en el uso de la fauna así como identificar indicadores que permitan observar éste a partir de los desechos arqueofaunísticos. Los cambios podrían caracterizarse como económicos en la medida en que tengan que ver con modificaciones en los patrones de producción y consumo de algún recurso en particular (e.g., intensificación, énfasis en ciertas especies). No obstante, también pueden integrar el marco ideológico, en el caso de que los recursos estén vinculados a un sistema de símbolos de

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poder que legitimen un nuevo orden social (e.g., iconografía simbólica). Asimismo, existirán otras esferas donde también se podrán producir cambios o continuidades ante situaciones de cambio social. Se pretende en este estudio abordar algunos elementos de cambio en la variabilidad del uso de la fauna a partir del desarrollo estatal.

En segundo lugar y a un nivel mucho más específico, se desea comprender las características de la variabilidad en el uso de los recursos animales así como algunos de los cambios producidos durante el desarrollo del Estado de Tiwanaku en la organización económica doméstica de un asentamiento rural ubicado en las orillas del Lago Titicaca. A través del estudio de un continuo de sucesivas ocupaciones domésticas y de desechos domésticos temporalmente perteneciente a las fases Tiwanaku IV o Clásico (400-800 d.C.) y Tiwanaku V o Posclásico (800-1100 d.C.) se ensaya una aproximación hacia las características de la utilización doméstica de recursos faunísticos en el sitio Iwawi. Se desea conocer la diversidad y variabilidad no sólo en el número y cantidad de las especies representadas sino también en su aprovechamiento y manejo. Por tanto, las características integrales de la organización económica en relación a las prácticas de pesca, caza y pastoreo son relevantes para resolver esta problemática, así como el desecho de sus productos derivados.

Por el momento, a pesar de la gran importancia que se otorga a los camélidos durante el desarrollo de Tiwanaku, todavía se requiere ampliar nuestro conocimiento acerca de cómo a nivel de asentamientos rurales fue reorganizado el sistema de producción, distribución y consumo de estos recursos. Igualmente, al tratar con un asentamiento localizado en la orilla del Lago Titicaca, se pretende abordar cuál fue el aporte dietético de la pesca, cómo se realizó ésta, qué tecnología utilizó y los posibles cambios que pudo haber tenido a partir de la integración vertical del asentamiento.

En resumen, mediante un caso de estudio concreto, la pregunta que este estudio pretende responder es ¿cuál fue la variabilidad en la utilización de recursos de fauna por parte de la población del asentamiento rural de Iwawi durante el desarrollo del Estado de Tiwanaku y qué cambios relevantes se produjeron a lo largo de este período con relación a su integración al sistema estatal?

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Objetivos

Tomando en cuenta la problemática de esta tesis se presentan los siguientes objetivos operacionalizables para su ejecución.

Objetivo general

-Comprender las características de la variabilidad en la utilización de recursos de fauna a nivel doméstico en el sitio arqueológico de Iwawi durante el desarrollo del Estado de Tiwanaku (4001100 d.C.) y su progresivo cambio durante este período.

Objetivos específicos

-Caracterizar taxonómicamente y según eventos deposicionales la diversidad de especies consumidas y desechadas que comprenden el conjunto arqueofaunístico procedente del área doméstica de Queneqere excavada en el sitio arqueológico de Iwawi.

-Definir las características de la utilización, consumo y desecho de recursos de fauna para esta área doméstica, su variabilidad espacial, contextual y su tendencia de cambio durante las fases Tiwanaku IV y V.

-Inferir el comportamiento cultural y su variabilidad con relación al desecho de restos de fauna a partir de los resultados de los análisis realizados, su comparación, contextualización y tafonomía (i.e., estudio de los procesos de formación del conjunto arqueofaunístico).

-Determinar la contribución dietética de los diferentes taxa representados y su variabilidad.

-Caracterizar el consumo de peces y la tecnología que pudo haber acompañado su explotación.

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-Establecer algunas implicancias a partir del conjunto analizado con relación a la tecnología de uso, la organización económica del Estado de Tiwanaku y su cambio particularmente en relación a procesos de intensificación productiva.

-Proponer algunos aspectos adicionales con relación a la interpretación de la funcionalidad del asentamiento de Iwawi.

Justificación

Esta investigación pretende contribuir a la comprensión de la utilización de diversos recursos económicos por parte de los diferentes grupos sociales que conformaron Tiwanaku. Los análisis de identificación de restos de fauna son relativamente recientes en la región de estudio y la mayoría de ellos se han enfocado en los camélidos. De ahí que se requieren mayores investigaciones y datos acerca del rol específico que éstos y otros recursos pudieron haber desempeñado así como la variabilidad que tuvo su utilización. Por ejemplo, los peces, a pesar de su conspicua presencia en el registro arqueológico de los asentamientos Tiwanaku, hasta ahora no han sido estudiados en profundidad.

Como ya se mencionó, contrariamente a las numerosas interpretaciones acerca de la organización económica y de las estrategias de subsistencia planteadas sobre la población que habitó Tiwanaku, los estudios empíricos de identificación de restos animales son sumamente reducidos. Por tanto, la sola caracterización de la diversidad de fauna representada en el sitio de estudio resultaría en un aporte poco relevante para dilucidar las características de la economía estatal. Con el presente estudio se pretende contribuir con un estudio especializado a la comprensión de la organización económica de los recursos de fauna y su variabilidad en un período de tiempo discreto asociado al desarrollo de una formación sociopolítica compleja como fue el Estado de Tiwanaku. Aún así, se reconoce que todavía se necesitan mayores datos para poder establecer tendencias recurrentes y patrones bien definidos con relación a este importante aspecto de la historia de la ocupación humana en la Cuenca del Titicaca.

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Por otro lado, todavía se requiere integrar la información avanzada con datos proporcionados por análisis de otros materiales arqueológicos para reconstruir contextualmente la secuencia de ocupación del sitio. Después de todo, los estudios que profundicen las identificaciones de fauna deben ampliarse y complementarse con los análisis de otros artefactos y materiales para asistir en la comprensión integral de los contextos excavados arqueológicamente. De esta manera, se podrán obtener resultados que puedan evaluar hipótesis y asistir a la comprensión de procesos tan importantes como el cambio cultural y la emergencia de la complejidad social.

Con relación a la selección de Iwawi como sitio de estudio, ésta obedece entre otros aspectos, a la relevancia del asentamiento en el patrón de asentamientos de la región de estudio y a la importante cantidad de investigaciones que se han realizado en este sitio hasta la fecha (e.g., Albarracin-Jordan 1996b; Burkholder 1997; Isbell et al. 2002; Stanton 1994). En adición, como en muy pocos otros sitios de la Cuenca del Titicaca, existen al menos dos antecedentes de investigación zooarqueológica en Iwawi (i.e., Stanton 1994; Webster 1993). Dichos estudios han sugerido la importancia de los peces, camélidos y otros recursos faunísticos en los patrones de consumo de la población y su potencial utilidad en la comprensión de la organización económica regional.

Es importante aclarar que el sitio de estudio fue excavado con el objetivo de identificar las características de las ocupaciones domésticas en Tiwanaku, implicando desde luego, la variabilidad en la organización económica doméstica, en los patrones de utilización de recursos y en su tendencia de cambio a través del tiempo.

Marco teórico

Marco referencial

En concordancia con el avance disciplinario de la zooarqueología, el cual a su vez refleja los cambios en los intereses de investigación prevalecientes en las esferas de la biología y de la arqueología (Reitz y Wing 1999:12), este estudio se inserta en el marco teórico de la antropología ecológica. Esta corriente teórica asume que las poblaciones humanas conforman partes de

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ecosistemas y se concentra en el estudio de su adaptabilidad fisiológica, cultural y de comportamiento. Su estrategia de investigación contempla un rango amplio de respuestas humanas a problemas medioambientales, constricciones sociales y soluciones pasadas a problemas medioambientales (Moran 2000:54). La antropología ecológica surge de las críticas realizadas a la ecología cultural, incluye nuevas perspectivas acerca de la relación entre el hombre y su medio ambiente y permite plantearse problemáticas tanto sincrónicas como diacrónicas. Aún así, evita las dificultades teóricas y empíricas que presentan teorías recientes (cf. Johnson 1999) como la arqueología evolucionista seleccionista (Dunnell 1989; Leonard 2001; O’Brien et al. 1998) o la ecología evolucionista (Broughton y O’Connell 1999) derivada de la ecología del comportamiento (ver Krebs y Davies 1987; Krebs y Davies [Editores] 1984).

Consecuentemente, en coherencia con el propósito principal de la zooarqueología, es decir, llegar a comprender las interacciones entre seres humanos y animales, las consecuencias de esta relación tanto para los humanos como para su medioambiente (Reitz y Wing 1999:7) (e.g., uso de recursos por poblaciones humanas, adaptaciones a determinados medio ambientes), y los objetivos del presente estudio, es que se considera a la antropología ecológica como el marco teórico y explicativo más útil para esta investigación.

Sin embargo y siguiendo las acertadas críticas realizadas por Erickson (1999, 2000:314-316) a las aproximaciones teóricas acerca de la relación entre las poblaciones humanas y el medioambiente en la región de los Andes, nos afiliamos a su perspectiva humano-céntrica, considerando al medio ambiente de la región de estudio como antropogénico. Esta perspectiva reconoce el rol activo que los seres humanos desempeñan en la modificación, creación, transformación y mantenimiento de los medioambientes y paisajes que habitan, en una perspectiva de largo término. A nivel teórico general, esta perspectiva se apoya en disciplinas como la ecología histórica, la arqueología de los paisajes y la geografía histórica, que reconocen e intentan aproximarse hacia las diferentes formas en que las poblaciones humanas interaccionan dinámicamente con el medioambiente. Como sostiene Erickson (2000:316, traducción del autor) “[e]l interés es comprender cómo y por qué los actores humanos consciente e inconscientemente modificaron y crearon, el paisaje cultural para propósitos económicos, políticos, sociales y religiosos”. Es a partir de la comprensión adecuada de la dinámica conformación histórica de rasgos espaciales y modificaciones al paisaje y por

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tanto del medio ambiente que esta perspectiva pretende una aproximación multicausal hacia algunas de las complejas estructuras sociales institucionalizadas que habilitaron éstos (e.g., sistemas de tenencia de tierra, organización social e incluso aspectos mucho más cognitivos). Dichas estructuras también se reflejarán en las distintas formas de organización y manejo de los recursos animales.

En el caso de la cuenca del Lago Titicaca, Erickson (2000) ha descrito algunos de los rasgos espaciales más relevantes causados por la interacción de sus pobladores con su medio ambiente (e.g., campos elevados de cultivo, terrazas agrícolas, terraplenes, canales y una compleja red de asentamientos humanos). De esta manera, destaca los procesos de largo término que se han producido a lo largo de su compleja historia. Consideramos que los cambios en el paisaje no solamente actúan sobre los elementos abióticos y sobre la vegetación sino también sobre las comunidades animales que lo habitan.

El Lago Titicaca sufrió una serie de cambios medioambientales a lo largo de su historia reciente (Abbott et al. 1997; Argollo y Mourguiart 2002; Binford et al. 1997; Mourguiart et al. 1995; Wirrmann et al. 1991; Ybert 1991). Estos cambios afectaron a las poblaciones humanas asentadas en sus orillas, pero también a los ecosistemas alojados en su interior, y a su vez los cambios producidos en éstos tuvieron consecuencias sobre las poblaciones humanas. Los múltiples efectos y resonancias producidos por los cambios medioambientales en la región del Lago Titicaca y las poblaciones humanas que la habitaron todavía necesitan comprenderse mejor. Aún así, los pobladores de la cuenca del Lago Titicaca desarrollaron diversas estrategias para aprovechar eficientemente los recursos medioambientales y consecuentemente llegaron a modificar diversos ecosistemas y por tanto no necesariamente estuvieron a merced de las fluctuaciones y cambios climáticos y medioambientales. Por el contrario, su acción sobre el paisaje fue drástica llegando a modificarlo prácticamente en su totalidad (Erickson 1999, 2000).

Es importante resaltar que la naturaleza compleja de estos procesos y sus correspondientes huellas en el paisaje, no necesariamente implica que fueron motivados, impulsados y/o ejecutados a partir de configuraciones políticas y económicas jerarquizadas. No obstante, a pesar de que muchos de estos procesos surgieron como respuestas creativas a problemas concretos de parte de

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habitantes locales, el dominio y manejo de fuerza laboral por parte de organizaciones sociales jerarquizadas y aún estatales al parecer contribuyeron significativamente a su realización (Kolata 1993; Stanish 2003).

Marco conceptual

Cambio social y uso diferencial de recursos de fauna

Inicialmente, entendemos variabilidad en la utilización de recursos faunísticos, como las diferentes formas así como su dinámico cambio a través del espacio y el tiempo en que una determinada población humana realizó la valoración, manejo, explotación, producción, distribución, consumo, empleo y/o desecho de la fauna (tanto domesticada como silvestre) a su disposición y sus bienes derivados (e.g., carne, grasa, médula, hueso, fibra, huevos, etc.).

La identificación en el registro arqueológico de cada una de estas variables es compleja e implica una serie de elementos vinculados a su historia tafonómica, en cuanto a la secuencia de procesos de formación que participaron en la preservación diferencial de los restos animales hasta el momento de su análisis. Sin embargo, establecer cada uno de estos procesos así como las variables que los causaron no es la meta de esta tesis. Simplemente, se desea enfatizar que la colección arqueofaunística analizada atravesó una serie de procesos causados por diferentes variables. La identificación de las variables más relevantes causadas por el comportamiento humano en el pasado será relevante para aproximarnos a la dinámica organización socioeconómica de los pobladores que consumieron y desecharon estos restos (Lyman 1994).

Adicionalmente, los restos de fauna procedentes de desechos de comida dada su intrínseca sensibilidad, son particularmente útiles para identificar ciertos patrones de diferenciación en el acceso a determinados recursos económicos (e.g., Jackson y Scott 2003). En este sentido, los restos animales pueden tener mucha utilidad para identificar diferencias de estatus social y económico.

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Jackson y Scott (2003) por ejemplo, han presentado clara evidencia de patrones diferenciales en el consumo y uso de recursos de fauna en el sudeste de Estados Unidos durante el desarrollo de la Jefatura Moundville (1150-1500 d.C.). Sus resultados en correspondencia con información derivada de otras líneas de evidencia arqueológica, refuerzan la presencia de diferencias de rango social entre grupos de elite, manifestadas principalmente en el acceso a especies raras, en el consumo de peces y en diferencias en la preparación y desecho de algunas especies.

En relación a Tiwanaku, los factores de cambio social han sido propuestos teóricamente y contrastados empíricamente en diversos estudios (e.g., Albarracin-Jordan 1996b; Bandy 2001; Bermann 1994; Janusek 2002; Kolata 1993; McAndrews et al. 1997; Stanish 2003). Sin embargo, a pesar de que numerosas implicancias han sido propuestas para el caso del uso de la fauna y particularmente de los camélidos, pocas son las investigaciones empíricas que han caracterizado objetivamente el cambio producido (cf. Webster 1993; Webster y Janusek 2003).

Dentro de la actual discusión de la organización social del Estado de Tiwanaku, AlbarracinJordan (1992, 1996a, 1996b, 1999, 2003) plantea que Tiwanaku estuvo organizado a partir de grupos corporativos basados en relaciones de parentesco, organizados en jerarquías segmentarias cada vez más inclusivas. Según su propuesta, el manejo de la producción de bienes de subsistencia al igual que de bienes de prestigio, seguiría el mismo esquema de organización permitiendo que grupos corporativos de especialistas confluyeran e integraran la misma estructura social y política (Albarracin-Jordan 2003).

Organización económica

Las principales implicancias de la organización económica que caracterizó a Tiwanaku en relación a los recursos faunísticos han sido manifestadas por Kolata (1993). Dicho autor ha propuesto que la economía local del distrito metropolitano de Tiwanaku dependió de tres sistemas principales de producción: agricultura intensiva, pastoralismo de llamas y alpacas extensivo y la explotación del Lago Titicaca. Asimismo, cada uno de estos sistemas básicos de producción estuvo asociado a una determinada zona medioambiental y requirió distintas formas de actividades, organización e intensidades de inversión estatal en reclutamiento y manejo laboral

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(Kolata 1993:182). La agricultura intensiva habría sido el más importante sistema de producción, involucrando el mayor grado de intensidad de planeamiento y movilización laboral estatal manifestada en la impresionante infraestructura asociada a esta actividad y que incluía masivas obras de tecnología hidráulica (e.g., diques, acueductos, canales y terraplenes).

En relación al pastoralismo, Kolata (1993:231-237), parte de la discusión de Browman (1981) acerca de la transición del pastoralismo carnívoro (i.e., aquel orientado a la producción de animales con el objetivo principal de aprovechar su carne) donde el énfasis era en la tenencia de los animales, hacia el pastoralismo especializado en la producción de animales para el transporte y la producción de lana, donde el énfasis es en el número de animales que se pueden prestar o entregar; generándose un cambio de un ideal de generosidad a otro de parsimonia, y éste último para Browman (1981) habría sido el vigente durante el desarrollo de Tiwanaku. En contraste, Kolata (1993) hace referencia a la extensa y diversa evidencia arqueológica de desechos de huesos de camélidos en la excavaciones realizadas en Tiwanaku y otros sitios, para inferir que los camélidos continuaron formando una importante parte de la dieta de los pobladores.

Para explicar la organización del pastoralismo en Tiwanaku, Kolata (1993) se apoya en evidencia etnohistórica, para proponer que un complejo sistema de reglas y valores posibilitaron un manejo de camélidos con diferentes énfasis. El Estado de Tiwanaku pudo haber poseído tierras de pastoreo, siendo que la población local circundante habría estado a cargo de su gestión, como una forma de tributo laboral, similar al implantado por los Inkas. La gran demanda de camélidos en Tiwanaku pudo haber generado pastores como una forma de especialización ocupacional. Esto permitió una relación simbiótica económica e ideológica entre las elites de Tiwanaku y los pastores de la provincias cercanas. Este autor va más allá y considera que estos grupos fueron proto-Aymaras. En conclusión, Kolata (1993:237) propone que la explotación de llamas y alpacas fue dependiente del contexto específico y ocurrió tanto de forma centralizada como descentralizada.

Webster (1993) ha contrastado algunas de las propuestas de Kolata (1993), encontrando evidencia en Tiwanaku, Lukurmata y otros asentamientos del área nuclear de este Estado, para afirmar que los camélidos domesticados fueron la principal fuente de proteína animal. Asimismo, encuentra

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evidencia de las tres áreas de producción de camélidos (i.e., carne, transporte y lana), en el registro zooarqueológico de Tiwanaku (Webster y Janusek 2003). La evidencia arqueológica es todavía muy limitada en relación a las características específicas del pastoralismo especializado, aunque ciertos elementos sugieren que estuvo altamente organizada y regulada. Por otro lado, todavía se requiere mayor investigación para identificar los patrones de organización de la producción de camélidos así como el idioma hablado por sus pastores.

El cambio previamente referido de una economía diversificada durante el Período Formativo a otra con énfasis en los camélidos domesticados durante Tiwanaku, sigue siendo la evidencia más contundente para el posible manejo especializado y promovido estatalmente de los camélidos.

Con relación a los peces, Kolata (1993:237-240) al otorgar demasiada relevancia al grupo Uru conocido entohistórica y etnográficamente, considera que la forma de organización económica de explotación de éstos y otros recursos del Lago Titicaca no requirió de una producción centralizada. La larga tradición de explotación de los extremadamente productivos aunque silvestres recursos lacustres, hizo que no fueran substancialmente afectados por las actividades humanas y manejadas intencionalmente durante el desarrollo de Tiwanaku. Como en la actualidad, la pesca habría estado organizada a nivel familiar y con una tecnología simple disponible a todos los miembros de la comunidad, siendo la pesca parte de la diversificación económica, que incluyó su complementariedad con la agricultura y posiblemente el pastoreo de camélidos. Dentro de su marco lingüístico, Kolata considera que los Uru fueron los pescadores en Tiwanaku, que intercambiaron sus productos con los pobladores de Tiwanaku, pero que no participaron formalmente de la organización económica estatal.

Contrariamente, a lo afirmado por Kolata (1993) la información zooarqueológica apoya más bien que la dependencia sobre recursos lacustres fue alta y se requiere evaluar su relación con sistemas de organización centralizada. La intensificación en la explotación de recursos silvestres tales como son los lacustres cual si fueran bienes de producción, pudo haber tenido implicancias significativas en la economía política y el medio ambiente de la región. Por lo general, innovaciones tecnológicas acompañarán a este proceso. Igualmente, el acceso diferencial a ciertos recursos (e.g., especies exóticas) pudo promover una explotación más extensiva e intensiva de los

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recursos acuáticos. Por ejemplo, se ha evidenciado la presencia de moluscos procedentes de la costa del Océano Pacífico en Tiwanaku. Probablemente, también ciertas especies lacustres hayan sido valoradas diferencialmente.

La importancia de los peces en la organización económica de diversos grupos en el pasado ha sido abordada desde diferentes indicadores (Cleland 1982; Limp y Reidhead 1979). Por ejemplo, Cleland (1982) en una exhaustiva recopilación de evidencia entohistórica y arqueológica ha propuesto una secuencia de cambio progresivo hacia una mayor complejidad en las prácticas de pesca para la región de los grandes lagos en Norte América. Dicho autor, propone que variables, como el medio ambiente, estacionalidad y demografía incidieron en cambios tecnológicos que posibilitaron tasas de extracción de peces cada vez más elevadas y un ciclo de explotación de recursos diversificado y altamente eficiente en el momento del contacto con los europeos. Igualmente, Limp y Reidhead (1979) a través de un estudio experimental han estimado la significativa contribución dietética que potencialmente tuvieron los peces en la región oriental de Norte América. Dichos autores han planteado que importantes sesgos se habrían producido en contra de la recuperación de especies pequeñas aunque de gran contribución energética.

Intensificación económica estatal

Con la progresiva integración del Estado a grupos locales autónomos así como su crecimiento, cambios complementarios producidos por la organización económica de los recursos animales por parte del Estado de Tiwanaku, debieron producirse entre ciertas prácticas de subsistencia localmente eficientes y otras de producción estatalmente eficientes. Una estrategia localmente eficiente implicará ciertos niveles de autosuficiencia, empleando los recursos disponibles en un área de sustento limitada, con una tecnología relativamente simple, labores que puedan realizarse a nivel de miembros de una unidad doméstica y ciertos mecanismos de interacción como el intercambio para el abastecimiento de bienes exóticos y eventualmente de algunas comodidades.

Una economía de producción estatalmente eficiente, implicará una relación de gestión regional que procurará intensificar la producción de bienes de consumo y de prestigio paralelamente a maximizar los procesos productivos en términos de costo-beneficio. Numerosas propuestas han

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planteadas en relación a la organización de le economía política estatal en los Andes (D’Altroy 1992; D’Altroy y Earle 1985; Stanish 1992, 2003). Por ejemplo, D’Altroy (1992) ha argumentado que los tipos de control empleados por los Inkas, pueden dividirse en dos principales: (1) territorial, caracterizado por la ocupación y gobernación directa de los territorios sujetos, siendo una estrategia de alto control y alta extracción, y (2) hegemónico, caracterizado por sistemas de bajo control y baja extracción, que además permiten el manejo de la política doméstica a los grupos locales subordinados.

En el caso de Tiwanaku, uno de los aspectos más importantes que se han propuesto para comprender estos cambios, es la integración vertical a nivel doméstico (sensu Bermann 1994, 1997), es decir, en qué forma las unidades domésticas fuera del sitio mismo de Tiwanaku fueron integradas o incorporadas al emergente Estado. Bermann (1997) desde esta perspectiva propone que las relaciones de integración varían en naturaleza, intensidad y grado de dirección. En su estudio de caso, observa que durante Tiwanaku IV en las unidades domesticas de Lukurmata, se observan cambios mayores en el inventario de vasijas para servir, actividades domésticas y el establecimiento de co-residencialidad, sugiriendo un mayor grado de integración vertical que en los períodos precedentes y posteriores. Similares patrones han sido propuestos para la integración de los Wankas al Imperio Inka, mediante cambios substanciales observados a nivel doméstico (Hastorf 1990).

De esta manera, podemos proponer que los cambios sociales y políticos deberán tener su reflejo en aspectos económicos. Aunque esta relación a menudo también funciona de manera inversa, es importante destacar que factores como el incremento y la agregación poblacional en asentamientos nucleados, la diferenciación de estatus social y últimamente, la intensificación económica, producidos paralelamente al desarrollo de una formación sociopolítica compleja, deberán implicar cambios en los patrones de utilización de los recursos faunísticos.

Las prácticas vinculadas a la producción de camélidos debieron haberse modificado substancial y paralelamente a la emergencia del Estado (ver Parsons et al. 2000). Diversas áreas de intensificación productiva parecen haberse producido en Tiwanaku con relación al manejo de camélidos (cf. Kolata 1992). Por un lado, la creciente población nucleada en asentamientos cada

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vez más grandes, la especialización laboral y la realización de festividades promocionadas por las elites gobernantes habrían generado una creciente necesidad de intensificación productiva. Por ejemplo, se habría requerido de un mayor volumen de carne de camélidos estrictamente para el consumo humano así como sistemas eficientes de acceso a dichos productos. Este tipo de producción pudo haber estado sostenida y al parecer lo fue en la mayoría de los casos, a través de asociaciones y relaciones (basadas principalmente en vínculos de parentesco). Mecanismos complementarios como el intercambio y la interacción pudieron haber mejorado el acceso a estos bienes. Los productos derivados del consumo exclusivamente cárnico de los camélidos se efectuó a nivel de instrumentos elaborados en hueso (e.g., Bermann 1994; Janusek 1994, 1999, 2001, 2002), la utilización de cueros, etc. Asimismo, la necesidad de recursos alimenticios cárnicos no se restringió a los camélidos ya que otros recursos como los peces fueron igualmente requeridos y probablemente consumidos con cierta regularidad.

Otra área que motivó la intensificación en la producción de camélidos fue la producción de lana para la manufactura de textiles. Tiwanaku tuvo una importante producción de textiles siendo éstos uno de sus principales bienes de prestigio utilizados tanto por las elites estatales como en ceremonias, rituales y el intercambio con elites foráneas (e.g., Capriles y Flores 2000; Goldstein 1993). Los tejidos producidos por Tiwanaku emplearon diversas fibras incluyendo lana de llama, alpaca y vicuña. En el caso de la lana de llama, ésta llego a estándares sumamente elevados siendo incluso más fina que la actual lana de alpaca (Wheeler et al. 1992). La crianza especializada de llamas para la producción de fibra durante Tiwanaku ha sido solamente identificada de forma indirecta, por lo cual es todavía muy poco lo que se conoce acerca del manejo que tuvieron de estos camélidos, al igual que su distinción con otras formas de pastoreo. Por otro lado, todavía no sabemos hasta que punto estuvieron éstos u otros animales vinculados a los rituales donde se sacrificaban camélidos (e.g., Manzanilla 1992).

Por otra parte, la intensificación en el intercambio y la creación de nuevas rutas para éste, hizo de Tiwanaku un importante eje de circulación centrípeta para bienes tanto de consumo como de prestigio durante su desarrollo estatal (Núñez y Dillehay 1995). El tercer tipo de intensificación en producción de camélidos que existió en Tiwanaku fue aquel vinculado a animales de carga para su uso en caravanas de intercambio. Numerosos autores han señalado lo importante que el

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intercambio fue para el surgimiento y consolidación de Tiwanaku en cuanto a entidad estatal (Berenguer 2000; Berenguer y Daueslberg 1989; Browman 1978, 1981, 1984, 1997; Goldsetin 1993; Lynch 1983, Núñez y Dillehay 1995; Uribe y Agüero 2001). La crianza especializada para el transporte a larga distancia debió haber sido una de las necesidades más importantes del Estado de Tiwanaku (Browman 1981). Aparentemente, grupos especializados en intercambio y transporte de ciertos bienes han sido identificados arqueológicamente (Janusek 1994; 1999; 2002; Rivera Casanovas 1994). Sin embargo, nuevamente se requieren mayores investigaciones que permitan distinguir entre los diversos productores de camélidos para diferentes usos durante la hegemonía estatal.

En conclusión, al menos tres tipos de intensificación de crianza tuvieron que estar presentes en Tiwanaku para que el complejo cívico, ceremonial y estatal funcionase eficientemente. Cabe destacar que las diferentes áreas de intensificación productiva de camélidos requirieron el cuidado y la crianza de diferentes variedades de camélidos así como patrones de matanza y posiblemente de carneo diferenciados. Por ejemplo, mientras que los pastores especializados en la producción de lana procurarían la matanza de individuos viejos cuya lana haya reducido su calidad, aquellos productores de camélidos para la exclusiva producción de carne prefirieron matar individuos jóvenes o juveniles (i.e., en el punto a partir del cual su curva de crecimiento se normaliza al llegar a la adultez).

De esta manera, todavía estamos lejos de determinar con precisión si fue el Estado quien se encargó de organizar estas diversas prácticas de forma centralizada empleando especialistas o si éstas estuvieron a cargo de grupos locales semi-especializados o especializados de forma descentralizada. La escasa evidencia arqueológica no es concluyente en apoyar o descartar éstas u otras propuestas. Aún así, con la aparición del Estado se produce un cambio de escala, como las diversas intensificaciones muestran y probablemente éste estuvo acompañado por una significativa reorganización en el manejo de camélidos (Browman 1981; Lynch 1983; Kolata 1992, 1993; Webster y Janusek 2003).

Con el significativo crecimiento poblacional producido durante Tiwanaku, prácticas como la pesca pudieron intensificarse en los asentamientos cercanos a Tiwanaku para abastecer a la urbe

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de este importante recurso. Por otro lado, la cacería pudo llegar a ser insostenible en las cercanías de los centros urbanos más importantes y, tanto los niveles de cacería como los animales tradicionalmente cazados probablemente se redujeron drásticamente. Esto implicó, por una parte, la importación de ciertas presas de caza consideradas como bienes de prestigio (e.g., pieles de jaguar, plumas de loros, astas de taruka, carne de algún ave acuática, etc.) y por otro lado, el cambio en los grupos domésticos rurales de ciertas actividades tradicionales de cacería hacia otras más vinculadas a la producción de diferentes recursos como por ejemplo, el pastoreo de camélidos o la producción agrícola. Si bien estos procesos actúan a nivel de escala, por tanto mientras se produce el decrecimiento en ciertas actividades, se produce un incremento en otras, la explicación de estos procesos responden a necesidades producidas por el agotamiento de recursos y la destrucción de hábitats principalmente causadas por el crecimiento demográfico. Por tanto, consideramos que estos cambios, observables indirectamente a través de la evidencia arqueológica, fueron respuestas eficientes a los cambios y desequilibrios medioambietales observados por los mismos pobladores de la Cuenca del Lago Titicaca.

El caso de los peces resulta particular debido a que fueron un recurso de relativa fácil procuración que con el crecimiento demográfico y el cambio en los sistemas productivos, continuaron siendo explotados, no llegando a sufrir cambios tan drásticos en sus poblaciones como los recursos faunísticos silvestres terrestres. Aún así, los elevados volúmenes de desecho de peces en Tiwanaku y otros asentamientos contemporáneos evidencian un consumo altamente intensivo que debió tener consecuencias tanto en la organización económica de las prácticas de pesca (i.e., cambios tecnológicos e intensificación en las prácticas) como en las poblaciones silvestres, posiblemente causando una sobre-explotación. Hasta ahora, ningún estudio ha considerado las implicancias de este importante proceso.

Hipótesis

Inicialmente, debemos sostener que con la presente investigación no pretendemos responder de manera definitiva la problemática planteada, sino más bien contribuir en la generación de conocimiento que permita aproximarnos a respuestas cada vez más específicas. Las siguientes hipótesis de trabajo se formulan por tanto, con el fin de coadyuvar a su resolución.

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Tomando en cuenta la problemática, se plantea que en el asentamiento rural de Iwawi durante el desarrollo del Estado de Tiwanaku, la variabilidad en la utilización de recursos faunísticos habría dependido de la progresiva integración del asentamiento y su población al sistema de organización económica estatal.

Durante la fase Tiwanaku IV, la variabilidad de las características de la organización económica local particularmente a nivel doméstico, en correspondencia a una integración vertical reducida y limitada, se habría manifestado en un patrón caracterizado por el consumo de recursos faunísticos sobre todo de camélidos domesticados y una alta dependencia en los recursos acuáticos, particularmente peces. La cacería no habría sido un componente importante dentro de la dieta de la población, aunque sí se espera que haya estado presente.

Durante la subsiguiente fase Tiwanaku V, la integración del asentamiento al sistema estatal habría sido más efectiva habiendo alcanzado el nivel doméstico, y los crecientes procesos de intensificación productiva se habrían manifestado en un mayor consumo de camélidos domesticados, pero también en un uso más intensivo de los peces.

Asimismo, el cambio en los patrones de desecho de una fase temporal a otra estarían caracterizados tanto por una mayor estandarización en el contenido de los diversos contextos de desecho así como por un mayor volumen de desecho en la medida en que el asentamiento creció y la agregación poblacional fue mayor.

Implicancias de prueba

Para poder verificar o contrastar las hipótesis anteriormente enunciadas, las siguientes implicancias de prueba derivadas de los supuestos vinculados a los cambios producidos en el progresivo desarrollo de la organización económica estatal (ver Marco teórico) serán identificadas a partir del análisis de una colección arqueofaunística procedente de un continuo de ocupaciones domésticas sucesivas excavadas en un sector doméstico de Iwawi.

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Se esperará que la diversidad taxonómica de los restos faunísticos sean principalmente de camélidos domesticados durante las dos fases Tiwanaku y particularmente durante la última. La diversidad taxonómica se habría reducido drásticamente desde las fases correspondientes al Período Formativo. Asimismo, durante Tiwanaku V, los camélidos domesticados tendrán un mayor volumen de especimenes no/neo-natos y juveniles reflejando la intensificación productiva del pastoralismo enfocado en el consumo cárnico. Las especies procedentes de cacería serán poco numerosas.

El registro de elevados volúmenes de peces y la presencia de especies exóticas, es decir aquellas que no puedan encontrarse en el área de sustento del sitio, permitirán corroborar la utilización de tecnologías de pesca a mayores profundidades y por tanto estrategias más extensivas.

Indicadores para la identificación de la estandarización y consecuente intensificación en las prácticas de pesca mostrarán una tendencia de crecimiento a lo largo del tiempo en estos patrones. Por ejemplo, abundancia de ciertas especies y rangos de tamaños reducidos y agrupados. Igualmente, la disminución en la longitud estándar de los peces sugerirá una explotación intensiva.

El cambio en el desecho se podrá evaluar a partir de diferencias en la representación de partes esqueletales, cantidad de especimenes óseos desechados y peso de los huesos desechados, entre otros. La variación en los valores determinados a partir de índices de fragmentación, densidad y otros análisis derivados, serán igualmente útiles para verificar ciertos cambios en el desecho así como identificar consideraciones tafonómicas. Las características de los restos óseos recuperados de contextos culturales de desecho secundario permitirán establecer cambios, diferencias y similitudes entre una fase y otra.

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CAPÍTULO 2

METODOLOGÍA

Con el fin de contribuir a responder la problemática, cumplir efectivamente los objetivos planteados y contrastar la hipótesis central de la presente tesis, se realizó un análisis zooarqueológico de las colecciones de restos óseos de fauna procedentes de las excavaciones arqueológicas efectuadas en el área de ocupación doméstica Queneqere del sitio de Iwawi (LV150). Las referidas colecciones pertenecen a las excavaciones realizadas en el año 1996 por el Proyecto Arqueológico Iwawi (ver Albarracin-Jordan 1996b, 1996c; Albarracin-Jordan e Isbell 1993; Burkholder 1997; Isbell et al. 1996, 1997, 2002; Capítulo 4). A continuación se presentan los métodos empleados, tanto de excavación y recuperación del material analizado como de aquellos de identificación y análisis de los atributos de la colección arqueofaunística.

Procedimientos de campo: técnicas de excavación y de recuperación de los restos de fauna

Los materiales que se presentan en esta tesis proceden de las excavaciones arqueológicas realizadas por el Proyecto Arqueológico Iwawi durante el año 1996. Según el procedimiento utilizado se excavaron unidades de excavación de 2 x 2 metros, prosiguiendo con el sistema de cuadriculado definido en 1990 y continuado en 1993. Según dicho sistema, en el punto más alto del montículo Ojje-Puco fue definido el “Bench Marc” o “Datum” arbitrario, con las coordenadas absolutas Norte (N) 500 Este (E) 500 y altura o elevación 0.0 metros, orientado hacia el norte geográfico. Cada unidad de excavación excavada a partir de este sistema fue denominada según la coordenada de su esquina sudeste establecida a partir del manejo de un teodolito.

La excavación fue horizontalmente en área-abierta enfatizando la exposición de bloques enteros y superficies niveladas. Verticalmente la excavación fue estratigráfica, siguiendo el sistema de registro empleando matrices Harris (sensu Harris 1989; ver también Hastorf y Bandy 1999) con ciertas adaptaciones considerando las características particulares del sitio de estudio y los objetivos de la investigación. En este sentido, cada evento estratigráfico, ya sea éste un estrato

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natural o cultural o un rasgo (e.g., muro, piso, entierro, basural, pozo, etc.) recibió un número de locus (plural loci) precedido por una sigla que designaba el sector o área de excavación. En el caso del área Queneqere ubicada en el sector noreste del sitio, la sigla utilizada fue QE1. Idealmente, se procuró que cada locus excavado corresponda a un evento estratigráfico determinado. En caso de eventos estratigráficos espesos, se los dividió en niveles arbitrarios de 10 cm. Cada evento fue registrado en un formulario de locus específico mientras se realizaba su excavación. En cada formulario, la información consignada procuró enfatizar la información estratigráfica e incluyó descripciones del suelo (i.e., color siguiendo el sistema de colores Munsell, textura, inclusiones, composición, etc.) así como información cultural adicional (e.g., tipo de contexto cultural, relación estratigráfica, etc.), volumen de sedimento excavado, plano del locus dentro de la unidad, elevaciones, registro de fotografías, registro de colecciones de materiales culturales y de muestras recolectadas (i.e., flotación, carbón), etc. Al finalizar la excavación de cada unidad se dibujaron y registraron sus perfiles. El método de registro de matrices Harris fue empleado debido a que facilita la organización de los eventos estratigráficos así como los materiales culturales procedentes de cada uno de ellos, su comparación y vinculación2.

Las técnicas de recuperación del material excavado fueron estandarizadas. En cada locus, preferentemente de su centro, se tomó una muestra de 10 litros (a diferencia de las muestras de 8 litros tomadas durante la temporada de excavación de 1993) y se la separó para su posterior flotación3. Todo el sedimento adicional excavado fue cernido a través de mallas de 1/4 de pulgada (6.35 mm). En el caso de rasgos especiales el material fue cernido en mallas de 1/8 de pulgada (3.17 mm) (particularmente en los casos de enterramientos humanos). Los materiales recolectados: fragmentos de cerámica, líticos, huesos, metales y otros, fueron seleccionados y embolsados en bolsas Tyvec con etiquetas del mismo material en su interior y exterior. Se escribió con marcador indeleble permanente negro, su procedencia: sector, unidad, locus, fecha y excavador responsable.

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El sistema de registro de loci empleado en la temporada 1996 difiere del utilizado en 1993, ya que en 1993 los números de loci fueron correlativos sin una distinción entre las diferentes áreas de excavación. 2 Las matrices Harris correspondientes a la temporada de campo de 1996 todavía no han sido presentadas. 3 El procedimiento de flotación siguió los estándares definidos por Christine Hastorf (ver Hastorf y Bandy 1999), siendo un maestro capacitado para este fin quien se encargó del tamizado y la recolección de muestras de fracciones pesadas y ligeras.

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Los fragmentos de huesos fueron lavados durante las temporadas de campo de 1996 y 1997. Un inventario inicial realizado por Julie Park incluyó el pegado de algunos fragmentos de huesos que claramente habían sido rotos durante la excavación. Asimismo, este inventario contempló una clasificación preliminar del conteo de los fragmentos de huesos colectados según las amplias categorías de: huesos largos de mamíferos, huesos cortos de mamíferos, aves, anfibios, peces, invertebrados (i.e., conchas) e indeterminados; realizada por sector, unidad de excavación y en el caso particular de Queneqere, según los contextos por debajo, dentro y sobre la ceniza volcánica (Isbell et al. 1997:29-35)4. El material arqueológico procedente de las excavaciones de 1996 fue depositado según tipo de material y área de procedencia en las bodegas del Museo Arqueológico de Taraco construidas para este propósito.

Durante la temporada 1996 y continuando con las excavaciones en el sector Queneqere, se continuó la excavación en las unidades N532E504, N532E506, N534E504, N534E506, N536E506 y N536E508 que no alcanzaron el nivel estéril durante la temporada de 19935 y siguiendo la esquina de una estructura localizada entre las unidades N536E506 y N536E508. Asimismo, se inició la excavación de las unidades N528E508, N530E506, N530E508, N530E510, N532E508, N532E510, N534E508, N534E510, N536E510, N538E506, N538E508, N538E510, N540E506, N540E508 y N540E510. Como resultado, 84 m2 (entre el 0.2% y el 0.3% del área de ocupación del sitio) conteniendo un número aproximado a los 600 loci pertenecientes a 9 niveles de ocupación fueron excavados.

Debido a que uno de los intereses de la investigación fue conocer los patrones de subsistencia, los procedimientos de excavación y recuperación de materiales culturales no desestimaron al material óseo. En este sentido, los materiales recuperados a partir de esta estrategia de excavación son válidos para su estudio zooarqueológico. Adicionalmente, debido al carácter estandarizado de 4

Durante la clasificación realizada para esta tesis, en el interior de algunas bolsas Tyvec, se hallaron bolsas ziplock con esta división. Sin embargo, debido a las características de nuestro método de identificación, no se empleó esta división y por el contrario se observaron numerosas discrepancias con la clasificación realizada durante la temporada de campo de 1997. 5 Adicionalmente, durante la temporada de campo de 1993 en el área de Queneqere, se excavaron las unidades N532E502, N534E502 y E536E504 (ésta última con una ampliación en su esquina noroeste para la recuperación de un enterramiento) totalizando 9 unidades. Durante la temporada 1996 se reexcavaron 6 unidades anteriores y se abrieron otras 15 más. En total, 24 unidades de 2 x 2 m2 fueron excavadas, abriendo un área de 96 m2 y cubriendo aproximadamente el 0.3% de la superficie total de ocupación del sitio durante las fases Tiwanaku.

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registro de la excavación (a partir del sistema de matrices Harris) los resultados pueden llegar a ser comparativos con aquellos de investigaciones realizadas en otros asentamientos (e.g., Chiripa, Tiwanaku).

Procedimientos de laboratorio: técnicas de identificación y datos primarios registrados

La identificación de los restos de fauna excavados fue realizada en los laboratorios de la Colección Boliviana de Fauna (CBF) dependiente del Museo Nacional de Historia Natural que a su vez depende del Instituto de Ecología de la Carrera de Biología, Facultad de Ciencias Puras y Naturales, Universidad Mayor de San Andrés, La Paz6. Las bolsas de muestras fueron organizadas por unidades de excavación y éstas a su vez por loci. El proceso de identificación se inició con la separación de cada bolsa en huesos de mamíferos medianos y grandes, huesos de peces y huesos de microfauna. Esta última categoría fue definida por propósitos estrictamente operativos y agrupó a los restos óseos de mamíferos pequeños, aves, anfibios, reptiles y otros. Cada una de estas categorías fue analizada de forma independiente, utilizando formularios específicos para cada locus. En este sentido cada locus (asumiendo que procedía de un solo evento estratigráfico) fue considerado como la unidad de muestra mínima.

Por su parte, los fragmentos de huesos que siguiendo a Lyman (1994) denominamos en adelante especimenes, fueron considerados como las unidades de análisis mínimas. En todo caso, cada formulario registrado contenía la información indispensable de procedencia, incluyendo: sitio, unidad, locus, número de bolsa, fecha, responsable de la identificación y observaciones.

Los datos primarios registrados corresponden a los procedimientos de investigación zooarqueológica estándar (ver Baker et al. 1997; Klein y Cruz Uribe 1984; Lyman 1994; Reitz y Wing 1999) y se procuró que los resultados sean comparables con los de otras investigaciones zooarqueológicas en la región de la cuenca del Lago Titicaca y de la región andina en general 6

El proceso de identificación contó a lo largo de su desarrollo con el apoyo y la supervisión de Jaime Sarmiento, en ese entonces Director de la Colección Boliviana de Fauna y la asistencia de todo el personal de esta institución incluyendo la Lic. Julieta Vargas, la Lic. Soraya Barrera y el Lic. James Aparicio, a quienes aprovecho para agradecer por toda su ayuda. Aprovecho igualmente para agradecer el apoyo ofrecido por los estudiantes de arqueología Eduardo Machicado, Marcelo Argote, Juan Díaz y Maribel Pérez quienes colaboraron en el proceso de identificación. Asimismo, la estudiante de biología Alejandra Domic colaboró en todo el proceso de identificación y su valiosa ayuda merece un reconocimiento adicional.

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(e.g., Lémuz 2001; Miller y Burger 1995; Moore et al. 1999; Rick y Moore 2000; Webster y Janusek 2003; Wheeler 1995; Wing 1978, 1986).

Durante la fase de identificación se analizó la totalidad de las muestras de huesos de mamíferos medianos y grandes recuperadas mediante zaranda de la excavación del área de Queneqere durante la temporada 1996, correspondientes aproximadamente a 408 loci. Sin embargo, para los objetivos de la presente tesis, solamente se presentarán resultados preliminares de esta muestra, mientras que se exponen resultados detallados de los loci pertenecientes a los niveles asociados a la ocupación Tiwanaku en Iwawi, éstos son el Nivel 4 correspondiente a la fase Tiwanaku IV y los Niveles 3A y 3B para fase Tiwanaku V, adicionándose el Nivel 5 que corresponde a la ceniza volcánica y que marca el cambio con relación a la ocupación anterior a Tiwanaku. La muestra analizada en detalle procede de 233 loci, es decir, más o menos la mitad de todo el material identificado. Asimismo, se calificaron y analizaron 13 muestras de flotación de las cuales 11 pertenecen a los niveles seleccionados para este estudio7. Los datos en relación a los peces y la microfauna que se presentan en esta tesis corresponden a las 11 fracciones pesadas de las muestras de flotación asociadas con los niveles de ocupación Tiwanaku. (Para más información con relación a la muestra analizada ver el Capítulo 5).

Macrofauna: mamíferos medianos y grandes

En el caso de los especimenes de macrofauna, donde agrupamos a los mamíferos grandes y medianos, éstos fueron identificados a partir de comparaciones con especimenes de referencia procedentes de la Colección Boliviana de Fauna (CBF), así como empleando literatura especializada (e.g., claves dicotómicas, guías osteológicas [Anderson 1993, 1997; Pacheco et al. 1986]). Los especimenes pertenecientes a la categoría de macrofauna incluyeron a las cuatro especies de camélidos andinos: llama (Lama glama), alpaca (Lama pacos), vicuña (Vicugna vicugna) y guanaco (Lama guanicoe); así como el ciervo andino conocido como taruka

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El proceso de estudio de las muestras de flotación incluyó el proceso inicial de clasificación (sorting) donde se contaron y pesaron todos los materiales culturales hallados. Por otro lado, no se incluyeron en este estudio ni las muestras de la fracción ligera ni los materiales de la fracción pesada cernidos por mallas de 1 mm y 0.5 mm. Sin embargo, se procuró analizar todos los especimenes óseos procedentes de las mallas más anchas.

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(Hippocamelus antisensis). No se registró ninguna otra especie perteneciente a esta categoría8.

El proceso de identificación se inició con el conteo de todos los especimenes, estimando de esta manera el NISP (número mínimo de especimenes), su peso (en gramos) y el MNI (número mínimo de individuos). Siguiendo las observaciones y críticas de Klein y Cruz-Uribe (1984:2629) y Reitz y Wing (1999:194-199), el cálculo de MNI se realizó considerando tanto las identificaciones de especies y de elementos representados como también de la edad, sexo, medidas y contexto cultural. El MNI es asumido por tanto, como el mínimo número de individuos necesarios para componer los especimenes identificados de un taxón determinado (Reitz y Wing 1999:198).

Posteriormente se contaron y pesaron (en categorías separadas) todos los especimenes quemados, parcialmente quemados, calcinados y aquellos cuyo estado de preservación sugería algún tipo de modificación, debido a que su estructura había sido mineralizada9.

El análisis continuó con la identificación de cada espécimen del elemento esqueletal al que representaba. Este procedimiento se realizó comparando cada espécimen con los ejemplares de referencia previamente clasificados de la CBF10 y el apoyo de la “Guía oseológica de camélidos sudamericanos” elaborada por Pacheco y sus colaboradores (1986). En el formulario de registro, para cada parte o elemento esqueletal se registró el NISP, el MNE (número mínimo de elementos), el peso (medido en gramos), la lateralidad (i.e., si el espécimen correspondía a un hueso derecho, izquierdo o del esqueleto axial). La edad relativa (i.e., no/neo-nato, juvenil y adulto) fue registrada en base a observaciones del tamaño de los especimenes y estados de fusión de epífisis. Adicionalmente, algunas modificaciones observadas fueron registradas, incluyendo marcas de roído, de cortes, de cortes abruptos, de trabajado cultural y algunas observaciones 8

Importantes excepciones fueron hallazgos casuales de especimenes de hueso humano (Homo sapiens sapiens) y de cánido, posiblemente perro (Canis lupus familiaris). 9 Inicialmente creíamos que un proceso de cocción podría explicar la condición que presentaban estos especimenes, sin embargo, más tarde nos dimos cuenta que la cocción no necesariamente produce dicha condición y que muchos otros procesos tafonómicos como por ejemplo, apisonamiento, intemperismo entre otros vinculados a la bioestratinomía, podrían explicar la referida condición (sensu De Nigris 2001:12; Lyman 1994). Aún así, consideramos que el registro de esta variable puede aportar importante información con relación a la historia tafonómica de la colección arqueofaunística en cuestión. 10 Dispusimos de los esqueletos completos de un individuo de llama (Lama glama), otro de vicuña (Vicugna vicugna) y otro de taruka (Hippocamelus antisensis), así como con esqueletos parciales de llamas, alpacas y vicuñas.

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adicionales. Entre estas últimas se registraron: medidas osteométricas en el caso de especimenes diagnósticos y/o artefactos, el estado de fusión de epífisis y diáfisis (particularmente cuando éstas no lo estaban), el tamaño relativo de algún espécimen cuando éste era excesivamente grande o excesivamente pequeño, la especie a la cual podría pertenecer dados ciertos atributos morfológicos y en el caso de artefactos a qué posible artefacto pudo pertenecer el espécimen en cuestión (ver Anexo 1).

Cabe mencionar, que se preparó un formulario adicional (ver Anexo 1) para consignar la información referente a especie y a edad siguiendo los lineamientos establecidos por la literatura especializada (Cartajena 1993, 1994; Kent 1982; Miller y Burger 1995; Wheeler 1995, 2001; Wing 1972). Sin embargo, éste no pudo utilizarse debido a que el estado de fragmentación de la colección impidió el registro de numerosas variables necesarias. En este sentido, la determinación etaria y de especie, se realizó en base a observaciones cualitativas en el momento de realizar la identificación y por tanto consideramos que deben tomarse con cierta prudencia. Siendo conscientes de esta limitación otorgamos un buen nivel de confianza a nuestras identificaciones ya que estuvieron apoyadas en una evaluación rigurosa de los especimenes representados, su comparación con colecciones de referencia y el apoyo de la literatura especializada. De todas formas, numerosos sesgos intrínsecos a la colección reducen el rango de confianza de las estimaciones realizadas.

El registro de las partes esqueletales incluyó las siguientes categorías: cráneo, mandíbula, dientes, molares, atlas, axis, vértebras cervicales, vértebras torácicas, vértebras lumbares, sacro, vértebras caudales, costillas, esternón, escápula, húmero proximal, húmero distal, radio-ulna proximal, radio-ulna distal, pelvis, fémur proximal, fémur distal, rotula, tibia proximal, tibia distal, metacarpo proximal, metatarso proximal, metapodios distales, carpales, tarsales, 1ra falange, 2da falange, 3ra falange y astas. Suplementariamente, se adicionaron las categorías generales de fragmentos de huesos largos no identificados, vértebras no identificadas y especimenes no identificados. Asimismo, en la Base de Datos la estimación de huesos identificados excluyó estas últimas tres categorías. Toda esta información fue posteriormente almacenada en bases de datos, tablas y hojas de trabajo en el programa Ms. Excel. Esta información sirvió para realizar pruebas paramétricas y no paramétricas para describir las propiedades de las diferentes agrupaciones en la

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colección arqueofaunística y facilitar la comparación interespecífica de los diferentes ensambles.

El procedimiento de identificación y registro fue largo y se realizó durante aproximadamente un lapso temporal acumulado de cinco meses entre noviembre de 2002 y mayo de 2003.

Peces

En el caso de los peces, el procedimiento empleado implicó la creación de una colección de referencia útil para fines zooarqueológicos. Si bien la CBF contaba con ejemplares diafanizados de Orestias a partir de los cuales es posible observar los diferentes elementos esqueletales todavía integrados en el interior de los peces, así como especimenes conservados en alcohol y formol, consideramos desde un inicio la necesidad de contar con una colección oseteológica útil con fines de identificación a partir de huesos aislados.

Por otro lado, uno de los problemas con que se enfrentó esta tesis fue la ausencia de indicadores que permitan distinguir entre las diferentes especies del género Orestias. Como ya hemos visto, este género es muy diverso en cuanto a número de especies por otro lado el hecho de que en el Lago Titicaca la diversidad de peces se limite a dos especies, de las cuales el género Orestias es el más utilizado, motivó la búsqueda de indicadores que permitan llegar a diferenciar las diferentes especies representadas en el registro arqueológico. La diferenciación entre especies además aporta en conocer las características de la práctica de pesca considerando el comportamiento ecológico diferenciado de las diferentes especies de Orestias que finalmente fue una de las causas iniciales de su tan diversa especiación (sensu Parenti 1984, Villwock 1986).

Tomando en cuenta toda esta información, se conformó una colección de referencia utilizando ejemplares de peces actuales. Los peces utilizados fueron adquiridos en el mercado de peces en la zona del cementerio de la ciudad de La Paz. También se utilizaron algunos ejemplares enteros y cabezas aisladas adicionales procedentes de la CBF.

Los ejemplares de referencia fueron identificados a nivel de especie por el especialista Jaime Sarmiento, posteriormente fueron codificados y medidos en las variables longitud estándar, altura

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del cuerpo, longitud de la cabeza, altura de la cabeza y se registraron algunas observaciones adicionales (e.g., sexo y algunos atributos fenotípicos como el color). Una vez medidos, las cabezas de los ejemplares fueron separadas y puestas a hervir envueltas con etiquetas y posteriormente fueron dejados en el dermestario de la CBF por un lapso de dos días. A continuación, se los limpió de los derméstidos (larvas carnívoras de coleópteros) visibles, y fueron fumigados con insecticida Baygón para luego ser dejados en una cámara aislada por uno o dos días más (este último procedimiento se realizó para garantizar que cuando los ejemplares reingresen a los laboratorios de la CBF no contengan derméstidos que puedan dañar las colecciones allí albergadas). Posteriormente, los huesos fueron limpiados cuidadosamente del restante tejido orgánico que pudieran tener. Para esto, los especimenes fueron colocados en cajas petri y se utilizó agua oxigenada y agua destilada al igual que el empleo de pinceles, pinzas y otros utensilios para permitir su limpieza sin destruir estructuras óseas. Cada ejemplar fue luego depositado en un frasco con algodón para su posterior almacenamiento. Actualmente, estos ejemplares se encuentran depositados en la CBF.

Previamente, una vez secos y limpios, los huesos de los ejemplares de referencia fueron medidos. A partir de los especimenes observados en la separación inicial de las colecciones arqueofaunísticas, se determinó que los opérculos son los elementos óseos más recurrentes y que podrían ser utilizados como buenos indicadores para la distinción entre especies. Por lo tanto, se tomaron medidas solamente sobre estos huesos. Se tomaron las siguientes medidas del opéruclo: longitud máxima antero-posterior proximal, longitud máxima próximo-distal posterior, longitud máxima antero-posterior distal, diámetro de la cavidad opercular y altura máxima de la cavidad opercular. Asimismo, tanto los opérculos izquierdos como los derechos fueron medidos, registrándose la variable de lateralidad. Todas las medidas fueron realizadas con un vernier o calibrador digital en milímetros y se incluyó dos decimales. Cabe notar que también se prepararon individuos de la especie Trichomycterus rivulatus, aunque no se realizaron mediciones de los huesos pertenecientes a esta especie.

Con las mediciones tomadas se realizaron pruebas de correlación y la determinación de una regresión lineal alométrica que posteriormente se utilizó para estimar, a partir de las medidas de los especimenes arqueológicos, su probable tamaño (cf. Reitz y Wing 1999). (Las implicancias

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definidas a partir de los alcances y limitaciones de este estudio se discuten con mayor detalle en el capítulo correspondiente a peces).

Por otro lado, se trato de determinar algunos indicadores adicionales que permitan la distinción entre especies del género Orestias, sin embargo, las características morfológicas fueron sumamente difíciles de disgregar. De hecho, la morfología de los opérculos que es tan distintiva no resultó en un buen indicador debido a la alta variabilidad intra-especie observada. De todas formas, encontramos algunos indicadores factibles y consideramos que futuras investigaciones podrán profundizar en la identificación de nuevos indicadores tanto osteométricos como morfológicos y merísticos para la diferenciación osteológica de las diferentes especies que conforman el género Orestias.

Inicialmente, en el caso de la especie Orestias luteus se comprobó que la presencia de escamas rugosas es un rasgo particular de esta especie y por tanto la presencia de estas escamas en el registro arqueológico indica indiscutiblemente la presencia de esta especie. Según Parenti (1984:158, 165) este rasgo también estaría compartido por las cinco especies (O. luteus, O. rotundipinnis, O. farfani, O. albus y O. olivaceus) que constituyen el grupo O. luteus (que a su vez pertenecería al complejo O. agassii). Sin embargo, Jaime Sarmiento (Com. Pers. 2003) las ha observado solamente en algunos individuos de estas especies, estando muy raramente presentes, por ejemplo en O. albus. Adicionalmente, debido a que estas especies también tienen escamas lisas, su ausencia no necesariamente implica la ausencia de estas especies y viceversa, la presencia de este tipo de escamas no excluye la posibilidad de la presencia de otras especies (sin embargo en muestras grandes la significancia de este tipo de correlaciones puede incrementarse). Este indicador, inicialmente sugerido a nosotros por Jaime Sarmiento, es muy importante debido a que Orestias luteus (phunku) es una de las especies de uso económico más abundantes en el lago (Sarmiento y Barrera 2003).

Otro indicador que pudimos definir como distintivo de una sola especie lo registramos en Orestias cuvieri (la especie de Orestias conocida más grande del lago y actualmente considerada extinta [Sarmiento y Barrera 2003]) y específicamente consiste en la presencia de edentaciones (a manera de dientes) en los huesos maxilares y dentarios. Según Parenti (1984:153, 160-161) esta

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especie presenta la boca extremadamente grande y en la mandíbula exterior tiene dientes unicuspidos recurvados alargados. Esta especie al ser carnívora ha desarrollado dichas edentaciones, ausentes en el resto de las especies. Sin embargo, algunos individuos de O. pentlandii también pueden presentar similares edentaciones aunque claramente menores (Parenti 1984:208). Arqueológicamente, el hallazgo de estos huesos solamente podría realizarse en las fracciones pesadas de las muestras de flotación.

Finalmente, dos indicadores que no fueron explorados en esta tesis pero que podrían ser de gran utilidad para la disgregación de las diferentes especies que conforman el género Orestias son la morfología y la morfometría de los premaxilares y de los otolitos. Katherine Moore y Jaime Sarmiento han llamado la atención acerca de la importancia de proseguir con la exploración de estos indicadores, considerando tanto su ubicuidad en las fracciones pesadas de las muestras de flotación como su potencial utilidad en la clasificación de las especies pertenecientes a este género.

Con esta información se prosiguió con el análisis de la colección arqueofaunística de peces. Para la presente tesis, solamente se utilizó una reducida muestra seleccionada para mostrar la utilidad exploratoria de este análisis. En este sentido, nos apoyamos en el estudio de Moore y sus colaboradores (1999) quienes realizaron la comparación entre las muestras de restos óseos procedentes de las fracciones pesadas de flotación con aquellas recuperadas en zarandas de ¼ de pulgada procedentes del sitio de Chiripa, llegando a la conclusión de que las muestras de zarandas no reflejan la verdadera importancia de los restos de microfauna, incluyendo a los peces. En este sentido, nosotros realizamos un análisis análogo, con una muestra exploratoria de 11 loci, que incluye tanto fracciones pesadas de flotación como sus correspondientes bolsas de especimenes cernido. Se adicionó además, la información del estudio de alometría experimental para de esta manera proponer algunos resultados provisionales.

Los datos para este estudio se registraron en un formulario de identificación de peces. En dicho formulario, inicialmente se describió la información general del contexto, posteriormente se registró el NISP total de peces, el MNI total de peces, el peso total de peces (en gramos y con un decimal). Estas mismas variables fueron desarrolladas para los géneros Orestias y

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Trichomycterus. Para cada locus, las muestras de flotación y las de zaranda fueron registradas en formularios separados.

En el formulario, un espacio también se reservó para las partes esqueletales, éstas fueron determinadas a partir de los huesos más recurrentemente hallados en una revisión preliminar de las bolsas y corresponden sobre todo a huesos del cráneo y del esqueleto axial. Los huesos más comunes en el caso de Orestias fueron el opérculo, subopérculo, interopérculo, preopérculo, cleithrum, frontal, paraesfonoides, costillas, vértebras y radiales. Por otro lado, las características de preservación permitieron que en las muestras de flotación prácticamente todos los huesos del cráneo y del cuerpo de un típico esqueleto de Orestias estén presentes. Asimismo, las escamas cuyo origen no es óseo estuvieron bien representadas en la colección arqueofaunística. Por otro lado, el género Trichomycterus presentaba algunas de estas estructuras y carecía de otras (e.g., carece de escamas). Sin embargo, los elementos diagnósticos para su identificación fueron los huesos basioccipitales, huesos hipurales, las vértebras cervicales atlas y axis y sus característicos opérculos (ver Lémuz 2001).

Para todos los huesos simétricos del cráneo se apuntó su lateralidad. Para el caso de las escamas, se hizo una división entre grandes y pequeñas (siendo 5 mm, la medida arbitraria de diferenciación) y otra entre lisas y rugosas. También se registraron los huesos quemados incluyendo información sobre su cantidad, partes esqueletales representadas y peso total. Finalmente, se midieron en los opérculos, la longitud máxima latero-proximal, la longitud máxima latero-distal y el ancho proximo-distal, procurando apuntar su lateralidad. No se tomaron otras medidas debido a la preservación de los especimenes arqueológicos. Por otro lado, no todos los especimenes tenían los dos lados intactos por lo que se procuró medir solamente aquellos lados y opérculos que tuvieran una adecuada preservación11.

Microfauna

Los especimenes de microfauna, al igual que en el caso de los peces solamente proceden de las 11

Es importante notar que la técnica de medición de especimenes arqueológicos utilizada puede llegar a ser destructiva en el caso de que las mediciones no se realizan con el mayor cuidado posible o si las muestras no poseen un buen estado de conservación.

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muestras de flotación, principalmente debido a que las muestras cernidas no reflejan la verdadera importancia de estos individuos (ver Moore et al. 1999). La identificación de cada espécimen se realizó separando las clases principales: mamíferos, aves, reptiles y anfibios, empleando indicadores tanto cualitativos (sobre todo morfológicos) y cuantitativos (medidas osteométricas). Se especificó las características de cada espécimen, partiendo de la tipificación de elementos esqueletales, lado, modificaciones (e.g., cortes, roído, trabajado, quemado, cocción, etc.). Se pesaron todos los especimenes identificados y todos aquellos no identificados. Se determinó el Número de Especimenes Individuales (NISP), el Número Mínimo de Individuos (MNI) y el Número Mínimo de Elementos (MNE) para cada especie y/o espécimen representado en el conjunto de fauna. Igualmente, se procuró establecer perfiles de sexo y edad (hasta donde fue posible) para cada especie identificada, a través de indicadores morfológicos, crecimiento dental y fusión de epífisis (Klein y Cruz-Uribe 1984; Reitz y Wing 1999;). Por último, se tomaron en consideración los alcances y limitaciones que tiene la interpretación arqueológica de los especimenes de microfauna, así como algunas de las posibles fuentes de sesgo que pueden causarse por su identificación y representación esqueletal diferencial, entre otros aspectos (Lyman 1994; Pokines 2000; Stahl 1992, 1994, 1995, 1996, 2000).

Organización de los datos

Toda la información registrada fue almacenada en bases de datos y tablas en el programa Ms. Excel. La Base de Datos principal fue organizada de acuerdo a niveles y loci. Incluye información contextual como unidad de procedencia, tipo de contexto cultural y volumen de sedimento excavado.

Toda esta información fue almacenada en una base de datos para facilitar su análisis a través de comparaciones y la implementación estadígrafos descriptivos e inferenciales. Se contempló la elaboración de tablas y gráficos comparativos de frecuencias absolutas y relativas de NISP, MNI, MNE, peso, elementos esqueletales y estimaciones de rendimiento energético (e.g., biomasa, peso cárnico, etc.). Entre las pruebas inferenciales se contempló análisis comparativos entre las frecuencias relativas de los distintos eventos estratigráficos. Los rangos de significancia estadística y la evaluación de la significancia arqueológica fue evaluada para cada comparación

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estadística. Se realizaron numerosos estadigráficos y comparaciones empleando pruebas tanto paramétricas como no-paramétricas considerando para la selección las características de los datos comparados.

La diversidad taxonómica fue evaluada incluyendo a todas las especies representadas y ciertos patrones medioambientales y su cambio a través del tiempo. Las especies utilizadas económicamente de cada evento deposicional se compararon. Se realizaron comparaciones con datos de otras investigaciones, solamente después de haber identificado las fuentes de sesgo. De esta manera, se pudo definir patrones de consumo y sus tendencias de cambio a través del tiempo para el área doméstica de Queneqere en Iwawi. Finalmente, se compararon los patrones de consumo y utilización de recursos faunísticos observados en Iwawi con otros sitios de los que se dispuso de información (e.g., deFrance 1997; Kent 1982; Lémuz 2001, 2002; Moore et al. 1999; Webster 1993; Webster y Janusek 2003).

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CAPÍTULO 3

ÁREA DE ESTUDIO

Ubicación geográfica

El sitio de Iwawi se encuentra ubicado en la Comunidad de Iwawi Grande perteneciente al Cantón de Taraco, dependiente del Municipio de Tiwanaku, Provincia Ingavi, Departamento de La Paz, Bolivia (Figura 3.1). El sitio arqueológico se halla ubicado entre el extremo noroeste del Valle Bajo de Tiwanaku y el extremo sureste de la Península de Taraco y muy cercano a la orilla del Lago Menor también llamado Wiñaymarca (porción sur del Lago Titicaca) y por tanto a una altura levemente superior a los 3810 msnm. Consiste en un montículo conocido localmente como Ojje-Puco caracterizado por la presencia de numerosos bloques de roca andesita distribuidos en su superficie. Asociados al sitio, se encuentran una serie de campos elevados de cultivo (camellones) así como un canal (ver Capítulo de Antecedentes Arqueológicos). El sitio forma una frontera de alguna manera arbitraria, entre la Península de Taraco y el Valle de Tiwanaku, distando alrededor de 2 km de la población de Taraco y 23 km de la población de Tiwanaku. Durante la prospección arqueológica del Valle Bajo de Tiwanaku, el sitio fue registrado como LV-150 (Albarracin-Jordan y Mathews 1990:220).

Clima

Iwawi se encuentra dentro del piso bioclimático supratropical con bioclima pluvioestacional subhúmedo a húmedo (Navarro 2002:248). Caracterizado por dos épocas marcadas, la húmeda y la seca.

La temperatura media anual varía entre 7° y 10° C, advirtiéndose un fenómeno de dispersión de la temperatura según las características de la zona fisiográfica (exposición, abrigo, distancia del lago, etc.) (Roche et al. 1991). La temperatura media desciende durante la época seca (media mínima entre -2° y 3° C) y asciende durante la época húmeda (media máxima de entre 13° y 16°

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C). Los valores mínimos se registran en el mes de julio, mientras que los valores más altos en octubre o noviembre. Asimismo, la fluctuación diaria de la temperatura es significativa y va desde 10° hasta 15° C.

La precipitación anual registrada en Guaqui y que correspondería al de la región de estudio es de 581 mm (Bandy 2001:26; Binford y Kolata 1996:31), la cual estaría determinada por la circulación regional de las masas de aire y por la influencia orográfíca de la masa de agua del Lago Titicaca (Roche et al. 1991). Aún así, la estacionalidad es el factor determinante, registrándose los valores más altos entre los meses de diciembre a febrero, correspondientes a la época húmeda.

La precipitación durante la época de lluvias (cuando se deposita el 70% de la precipitación anual total) en el Lago Titicaca es influida principalmente por los movimientos de aire provenientes de la Amazonía, a causa del movimiento de los vientos alisos, los cuales contribuyen al transporte de agua al sistema hidrológico. La humedad relativa media anual alrededor del Lago Titicaca se encuentra entre 50% y 65% para temperaturas entre 8° y 10° C. Posiblemente la humedad relativa anual de Iwawi sea similar a la de Copacabana, registrándose valores de 70% durante la época húmeda y de 52% para la época seca (Roche et al. 1991). Asimismo, el área de estudio se encuentra en la Hidroecoregión Altiplánica, sobre la Subregión de la Llanura Altiplánica, en el Sector Pluvioestacional y en la Unidad Llanura Fluvio-lacustre Altiplánica Pluvioestacional, aunque su área de sustento también incluiría a la Unidad de Serranías y Colinas Interaltiplánicas Pluvioestacionales (Maldonado 2002).

Biogeografía

Siguiendo la clasificación de ecoregiones propuesta por Ribera (1992:38-39), la región de estudio estaría localizada dentro de la Región Geográfica de Puna y Alta Montaña y a su vez dentro de la Puna Semihúmeda. Por su parte, Killen y sus colaboradores (1993:23-24) en una categorización más amplia, la localizarían dentro de la Puna.

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En una sistematización más reciente y siguiendo a Navarro (2002), el área de estudio se encontraría dentro de la Provincia Biogeográfica de la Puna Peruana y del Distrito Biogeográfico del Titicaca y Cordillera Real, caracterizado por una composición de flora y fauna características y que incluye ciertos endemismos. Asimismo, vegetacionalmente, se encuentra sobre el piso ecológico puneño, que presenta una rica flora de gramíneas y dicotiledóneas herbáceas, y numerosas especies arbustivas y algunos árboles.

En este piso, la vegetación climatófila potencial está demarcada por la especie Polylepis besseri subps. incarum, sin embargo, al constituirse como una de las regiones más degradadas y antropizadas de Bolivia, esta especie potencial se encuentra reducida prácticamente hasta su extinción (Navarro 2002:252). Su desplazamiento se ha dado por conjuntos de pajonales higrófilos y de comunidades palustres o acuáticas, que pueden cubrir extensas zonas y soportan mejor los suelos mal drenados y estacionalmente húmedos o anegados de las llanuras fluviolacustres de la cuenca del Lago Titicaca (Navarro 2002:252).

El trabajo realizado por Kent y sus colaboradores (1999) identifica las actuales comunidades y poblaciones de aves presentes en Iwawi y en el sitio Chiripa, en la orilla norte de la Península de Taraco. Estos autores realizaron un censo de aves entre junio y julio de 1996 (época seca) en ambos sitios, dividiendo el área de estudio en cinco hábitats. Sus resultaron presentan el registro de 52 especies de aves en Chiripa y 49 en Iwawi, de las cuales 41 se observaron en ambos sitios (para más información sobre la avifauna actual del Lago Titicaca ver Dejoux 1991; Fjeldsa y Krabbe 1990). Asimismo, la identificación de especimenes arquefaunísticos procedentes de las excavaciones de Chiripa (ver Hastorf 1999; Hastorf et al. 2002) con un rango temporal de entre 3500 a 1000 AP presentados en este mismo estudio, registran 31 especies que incluyen 7 no registradas en el censo de aves (Kent et al. 1999). Considerando el rango temporal y la cercanía de Chiripa con Iwawi así como el resultado del censo, es muy probable que la mayoría de las especies representadas en dicha identificación también hayan sido aprovechadas por los pobladores de Iwawi. Por último, el estudio de Kent y sus colaboradores (1999) también presenta algunos de los factores que pudieron haber afectado el cambio (e.g., destrucción y modificación de hábitats, sobre-cacería, fluctuaciones en el nivel del lago, cambio en los patrones de uso del

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suelo, etc.) en las comunidades de aves (y habría que agregar de otros taxones también) en el Lago Titicaca a través del tiempo.

En relación a los peces, en el Lago Titicaca existen dos géneros de especies nativas. Por un lado se encuentra el género Trichomycterus (Siluriformes, Trichomyteridae) representado por las especies Trichomycterus rivulatus conspicua del espejo lacustre en sí mismo y Trichomycterus dispar que es más común en los ríos tributarios del lago. Por otro lado, se encuentra el género Orestias (Cyprinodontiformes, Cyprinodontidae) que presenta una gran diversidad de especies, adaptadas a prácticamente todas las diferentes profundidades y ecosistemas presentes en el Lago Titicaca. Si bien existen varias investigaciones sobre el comportamiento, especiación y clasificación taxonómica de este grupo, no todos los investigadores son consistentes con la clasificación sistemática existente, resaltando la necesidad de mayores investigaciones al respecto (Parenti 1984; Lauzanne 1982, 1991; Osorio y Sarmiento 2002; Sarmiento y Barrera 2003; Tchernavin 1944; Villwock 1986).

Parenti (1984) describe un total de 43 especies pertenecientes al género Orestias en toda la región andina, de las cuales 28 estarían presentes en Lago Titicaca, asimismo agrupa a todas ellas en cuatro complejos de especies monofiléticos. Lauzanne (1991) en una posterior revisión, basada en las características métricas y merísticas del género Orestias y empleando los cuatro grupos filogenéticos propuestos por Parenti (1984), establece que en Lago Titicaca existen 24 especies (Tabla 3.1). Villwock (1986) por su parte, en una posición más particularista, considera que la diversidad de especies Orestias tienen que reducirse a cinco: O. agassii, O. luteus, O. pentlandii, O. cuvieri y O. mulleri. Agrupando el resto de las especies descritas por investigadores anteriores (especialmente por Tchernavin 1944) dentro de las anteriores a manera de un elevado número de subespecies (particularmente dentro O. agassii). Por otro lado, los estudios anteriormente citados al igual que otros trabajos, han mostrado la dinámica de especiación que ha tenido el género Orestias y algunas de las principales características de su comportamiento. Las dos especies mejor estudiadas, O. agassii y O. luteus, corresponden a las especies más económicamente utilizadas en la actualidad y son además, las especies nativas más conspicuas en el Lago Titicaca (Osorio y Sarmiento 2002). Finalmente, también es preciso mencionar que existen algunos estudios antropológicos acerca de la explotación de peces en el Lago Titicaca y las características

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asociadas a la práctica de la pesca (e.g., Levieil y Orlove 1990; Orlove et al. 1991; Portugal Loayza 1997, 2000, 2002; Vellard 1991).

El grupo más afectado por la influencia humana en el Lago Titicaca probablemente sea el de los mamíferos. Debido a los importantes recursos que ofrece la cuenca, la intensa ocupación humana de la cuenca durante los último 3500 años ha modificado substancialmente las comunidades y poblaciones de mamíferos. Actualmente, las especies mejor representadas son de mamíferos pequeños (roedores Muridos y Octodontidos), siendo que la fauna mediana se halla fuertemente reducida a regiones marginales (camélidos silvestres, cérvidos). Recientemente, el reemplazo por especies introducidas incluso ha afectado a las poblaciones de especies domesticadas andinas como el cuy (Cavia porcelus), la llama (Lama glama) y la alpaca (Lama pacos) actualmente muy raras en las cercanías del lago. Los predadores como el zorro andino (Pseudolopex culpaeus), el puma (Puma concolor) y el gato andino (Oreailurus jacobitus), entre muchos otros, están prácticamente extintos en muchas áreas. Por último, la reducida diversidad de mamíferos actualmente presente en la cuenca del Lago Titicaca se debe principalmente a factores antrópicos. En contraste, estrategias como la introducción de especies domesticadas permitieron a los seres humanos aprovechar este medio ambiente de una forma más eficiente aunque no totalmente exenta de periódicos eventos de sobre-explotación de los limitados recursos silvestres.

La cuenca del Lago Titicaca también alberga a algunas especies de anfibios y reptiles. La importancia de estas especies en el ecosistema es innegable, sin embargo su explotación por parte de las poblaciones humanas a lo largo del tiempo parece que fue marginal y reducida. No obstante, con anterioridad y durante Tiwanaku, ambos grupos fueron representados en numerosos artefactos ceremoniales y sobre múltiples soportes, resaltando su importancia ideológica y simbólica.

Paleoecología

Un entendimiento adecuado de la historia natural del área de estudio necesariamente implica comprender la historia reciente del Lago Titicaca y sus constantes fluctuaciones. Últimamente numerosos investigadores se han ocupado de explicar la secuencia de crecimiento y constricción

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que el lago ha tenido durante los últimos 20.000 años (e.g., Abbott et al. 1997; Argollo y Mourguiart 2000, 2002; Binford et al. 1997; Mourguiart et al. 1995; Wirrmann et al. 1991; Yvert 1991). Esta información ha demostrado la alta variabilidad en las fluctuaciones del lago a lo largo de este lapso temporal. Si bien, no todos estos estudios son completamente consistentes en relación al momento preciso en que ocurrieron las principales fluctuaciones, ni su amplitud, algunos puntos sí están claros. Es de nuestro particular interés conocer cuál fue la profundidad del lago entre el 400 d.C. y el 1100 d.C., ya que éste es el período de tiempo en que se enmarca esta tesis. Afortunadamente, sí existe un aceptación general en afirmar que aproximadamente entre el 200 d.C. y el 1200 d.C. los niveles del lago correspondieron más o menos a los actuales (aproximadamente 3810 msnm). Esto implica decir, que si bien existieron fluctuaciones menores (tanto de ascenso como de descenso) a lo largo de este período, éstas probablemente no fueron significativas (en un orden de 5 a 8 m según Abbott et al. 1997:Fig. 4). Tanto antes como después de este período y en ambos casos en ciclos de más o menos 200 años, el nivel del lago descendió entre 13 y 20 metros. En consecuencia, Iwawi durante la ocupación Tiwanaku habría tenido una ubicación en relación a la orilla del lago muy similar a la que presenta en la actualidad.

Sin embargo, a pesar de que el nivel del lago fue similar al actual, es probable que otros aspectos del medio ambiente de la región de estudio hayan podido ser distintos. Actualmente, el área de estudio se encuentra altamente antropizada y numerosas especies tanto animales (e.g., ganado vacuno, ovino, porcino, burros, gallina, trucha, pejerrey, etc.) como vegetales (e.g., trigo, cebada, haba, alfalfa, eucalipto, pino, etc.) que fueron introducidas a partir de la conquista española, dominan el paisaje tanto terrestre como subacuático. Las actividades económicas y domésticas de los pobladores de la región han cambiado substancialmente desde la época colonial y actualmente se encuentran orientadas hacia la producción y consumo de las referidas especies introducidas en detrimento de las especies nativas (e.g., actualmente no existe ningún camélido doméstico ni silvestre en la región de estudio). Los efectos de estas especies tanto sobre el medio ambiente como sobre las prácticas de manejo de éste que tenían los pobladores de la región, han sido considerables, aunque todavía se requieren mayores investigaciones que especifiquen éstas. Por ejemplo, en la región de estudio los sistemas de tenencia de tierra fueron severamente modificados, siendo que durante la Reforma Agraria en 1953, las propiedades de las haciendas existentes en la región fueron distribuidas de forma totalmente arbitraria, evidenciando la pérdida

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en la memoria de los pobladores locales de los antiguos sistemas de propiedad y por otro lado, configurando un sistema totalmente nuevo (ver Loza 2003).

Finalmente, considerando que uno de los dos objetivos centrales de la zooarqueología es la reconstrucción de paleomedioambientes (Reitz y Wing 1999), el presente trabajo aportará de manera colateral algunos elementos para tratar de comprender mejor las características del medio ambiente en Iwawi, a partir de la reconstrucción de algunas comunidades animales presentes en su registro arqueológico (particularmente aquellas utilizadas económicamente por los pobladores de Iwawi). No obstante, trabajos adicionales y empleando otros criterios y unidades de análisis se requerirán para llegar a una consistente comprensión del medio ambiente en la cuenca del Lago Titicaca y la forma en que distintas poblaciones humanas llegaron a modificarlo a través del tiempo (Erickson 2000).

Microambientes

Según la división microambiental propuesta por Albarracin-Jordan (Albrarracin-Jordan 1992, 1996b:9-18, 1999), para el Valle Bajo de Tiwanaku, que sintetiza a partir de diversas investigaciones desarrolladas en el área, los factores abióticos (suelos, clima, topografía, nivel freático, entre otros) que condicionan la distribución de la flora y fauna en la región de estudio, Iwawi se localiza sobre la Zona Lacustre (LZ), caracterizada por ubicarse en la región inmediatamente asociada al Lago Titicaca y por tanto altamente dependiente de las fluctuaciones de éste. En este sentido, los suelos son generalmente limo-arenosos con alto contenido salino, inhibiendo el crecimiento sostenido de numerosas especies vegetales. De esta manera se conforma una serie de playas con extensión variable y en correspondencia con las fluctuaciones anuales del espejo acuático del Lago Titicaca. Dentro del mismo, y prácticamente desde la orilla misma, se propaga un área variable de macrófitas, especialmente de totora (Schoenoplectus tatora), según la profundidad del lago. En la área de estudio, esta zona puede alcanzar entre 25 y 50 m desde la orilla. Esta amplia zona alberga una enorme cantidad de especies de aves, adaptadas tanto a ambientes acuáticos lacustres como a los mismos totorales, en los cuales, muchas de ellas nidifican.

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Dentro del área de sustento de Iwawi, se encuentran dos microambientes adicionales (ver Tabla 2). En primer término, se encuentra la Zona de Coluvio Inferior, ubicada entre 3820 y 3880 msnm, caracterizada por la presencia de abanicos coluviales, entrecortados por las quebradas que nacen en la Zona de Coluvio Superior, y que forman suelos profundos y fértiles, siendo el área de producción agrícola más importante en la actualidad. En segundo término, se encuentra la Zona de Coluvio Superior, que corresponde a las serranías de la Formación Taraco y se localiza entre los 3880 y 4100 msnm. Esta zona está extensamente entrecortada por numerosas quebradas en intervalos irregulares que van desde 1 a 3 km, tiene pendientes agudas y sus suelos, debido a los consecuentes procesos de erosión, son altamente gravosos y rocosos, reduciendo (y en la mayoría de los casos impidiendo) el desarrollo de la actividad agrícola. Por otra parte, se encuentra la Zona de Pastos y Manantiales que a pesar de que Albarracin-Jordan (1992, 1996b) no incluye para el área de estudio, puede llegar a presentarse aunque en proporciones reducidas. Esta zona se encuentra en las formaciones Tiwanaku y Sacacani, se compone de suelos arcillosos profundos de escaso drenaje, lo que posibilita su ingreso a la superficie en forma de manantiales que riegan extensas zonas de bofedales y pastizales, sumamente útiles para fines de pastoreo. En el área de estudio, esta zona conforma una delgada franja entre la Zona Lacustre y la Zona de Coluvio Inferior.

Por otro lado, cabe notar que existe una importante diferencia en cuanto al tamaño de las rocas entre las zonas de Coluvio Inferior que solamente alcanzan 6 cm y de Coluvio Superior donde alcanzan los 20 cm. Recientemente Bandy (2001), ha explicado esta diferencia, considerando que la zona de Coluvio Inferior (al menos en la Península de Taraco) al formar parte de la superficie lacustre durante el Pleistoceno Superior, sufrió procesos de oleaje y de sedimentación lacustre produciendo, consecuentemente, partículas inferiores a aquellas formadas coluvialmente en la Zona de Coluvio Superior. Aún así, durante los últimos 10.000 años, la Zona de Coluvio Inferior recibió sedimentaciones coluviales constantes que justifican su actual designación.

Finalmente, se debe destacar que la división microambiental propuesta para el Valle de Tiwanaku ha resultado sumamente útil y a lo largo de los años se ha convertido en una variable estándar en la arqueología regional de la cuenca sureste del Lago Titicaca (e.g., Albarracin-Jordan 1992, 1996a, 1996b, 1999, 2003; Albarracin-Jordan y Mathews 1990; Albarracin-Jordan et al. 1994;

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Bandy 2001; Janusek 2001; Lémuz 2001; Lémuz y Paz 2001; Mathews 1992; McAndrews et al. 1997). En tal sentido, se la empleará como la variable espacial de distribución de recursos más importante a lo largo de esta tesis.

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Figura 3.1. Mapa del área de estudio (tomado y modificado de Hastorf et al. 2001:Figura1.1).

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Tabla 3.1. Complejos filogenéticos de las especies de Orestias distribuidas en el Lago Titicaca según Lauzanne (1991:414-415; sensu Parenti 1984). Las especies con asterisco no fueron observadas desde la “Percy Salden Expedition” en 1937 y podría considerárselas extintas. Complejo O. cuvieri *O. cuvieri O. pentlandii O. ispi O. forgeti

Complejo O. mulleri O. mulleri O. gracilis O. crawfordi O. sp. (O. olivaceus) *O. tutini *O. incae

Complejo O. gilsoni O. gilsoni *O taquiri O. mooni *O. uruni O. minimus O. tchernavini O. tomcooni O. imarpe O. robustus

Complejo O. agassii O. agassii O. jussiei O. luteus O. albus O. olivaceus

Tabla 3.2. Características de las zonas microambientales presentes en el área de estudio (basado en Albarracin-Jordan 1996b:11-15). Zona Microambiental Zona Lacustre

Altura (msnm) 38003820

Geomorfología y suelos Limo-arcillosos, salinos

Zona de Pastos y Manantiales

3820

Con poco drenaje, arcillosos, bien desarrollados, profundos y con un grueso Horizonte A

Zona de Coluvio Inferior

38203880

Zona de Coluvio Superior

38804100

Origen mixto: Sedimentación y oleaje lacustrino (Pleistoceno) y sedimentación procedente de abanicos coluviales (Holoceno), Clastos menores a 6 cm. Suelos profundos y fértiles Quebradas profundas, pendientes agudas, erosión alta, suelos de poca profundidad arcillosos, gravosos y con numerosos clastos de hasta 20 cm de diámetro

Flora y vegetación

Fauna

Macrófitas (Schoenoplectus tatora, Myriophyllum spp., Elodea spp., Pomageton spp.), algunas gramíneas y herbáceas

Aves (principalmente acuáticas): Choka (Fulica ardesiaca), tiqui-tiqui (Fulica gigantea), wallata (Chloephaga melanopetera) uncaillo (Anas flavirostris) Yanavico (Plegadis ridgwayi), Peces: Mauri (Trichomycterus rivulatum), Carachi (Orestias spp.) Aves: leque-leque (Venellus resplendens), yaca-yaca (Colaptes rupicola), choka (Fulica cornuta), tiqui-tiqui (Fulica gigantea), khullu (Attagis gayi), patos (Anas flavirostris, A. puna), Algunos mamíferos pequeños (roedores) y anfibios

Pestos: cachu-ch’iji (Muhlenbergia fastigiata, Paspolum pygmaeum), orko-ch’iji (Distichlis humilis), ch’iji (Boutelova simplex), yawara (Nasella spp.) Pastos de bofedal: sercipasto (Carex spp.), champa (Plantago spp.), llullucha (Nostoc spp.), llacho (Myriophyllum spp.), caballo-wichinka (Aristida adseancionis), cebadilla (Bromus lenatus, B. unioloides), ch’iara’ichu (Calamagrostis violacea) Yawarilla (Aristida spp.), sanu-sanu (Ephedra americanus), chillihua (Festuca dolichophylla), añawaya (Adesmia spinossisima), khanlla (Tetraglochin cristatum), iru-ichu (Stipa pungens, Festuca ortophylla) Especies cultivadas nativas: quínoa (Chenopodium quinoa), cañawa (Chenopodium pallidicaule), papa (Solanum tuberosum), oca (Oxalis tuberosa) Arbustos decíduos: khoa (Menta pulegiur, Stureja boliviana), añawaya (Adesmia spinossisima), khanlla (Tetraglochin cristatum), Pastos: iru-ichu (Stipa pungens, Festuca ortophylla), también se encuentran algunas especies de líquenes Especies cultivadas nativas quínoa (Chenopodium quinoa), cañawa (Chenopodium pallidicaule)

Aves: Pisaca (Tinamotis pentlandii) leque-leque (Venellus resplendens), yaca-yaca (Colaptes rupicola), Mamíferos: zorro (Pseudoalopex culpaeus andina), roedores

Aves: Tinámidos (Nothoprocta cinerscens) Mamíferos: Roedores (Cavia cutheri, Phyllotis andeum)

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CAPÍTULO 4

ANTECEDENTES DE INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA EN IWAWI

Iwawi como desembarcadero Tiwanaku

El sitio arqueológico de Iwawi fue inicialmente investigado en 1968, cuando se realizó una prospección del sitio que incluyó la elaboración de un croquis y la excavación de al menos tres pozos de sondeo. Ponce Sanginés y Mogrovejo (1970) en una monografía acerca de la procedencia de los materiales líticos de Tiwanaku, sintetizaron los trabajos de investigación realizados en dicha oportunidad. Su propuesta interpretativa, señala que Iwawi fue el desembarcadero donde llegaron los bloques de andesita que fueron utilizados en la construcción de numerosos recintos arquitectónicos y esculturas líticas en Tiwanaku. Las evidencias que presentaron para soportar dicha hipótesis fueron: (1) la presencia de alrededor de 20 grandes bloques de andesita trabajados, en la superficie del sitio con similares características a los hallados en Tiwanaku (particularmente con las pilastras de los recintos templarios) y localizados sin un aparente orden que indique la existencia de algún tipo de arquitectura, (2) la ausencia de canteras de este tipo de roca, tanto en la zona inmediatamente cercana al sitio como en todo el valle de Tiwanaku, (3) la presencia en el sitio de un extenso canal a través del cual habrían ingresado las embarcaciones de pequeño calado que desembarcaron los bloques de andesita procedentes de algún lugar en el Lago Titicaca, (4) la asociación del sitio con cerámica de estilo Tiwanaku, (5) estudios petrográficos que demostraban que los bloques de andesita hallados en Tiwanaku tenían las mismas características de aquellos presentes en Iwawi, siendo su posible fuente una cantera localizada en las cercanías de Kesani en la Península de Copacabana (Ponce Sanginés 1993:49; Ponce Sanginés y Mogrovejo 1970:264). Considerando que la Península de Copacabana y la posible cantera de las andesitas se encontraban aproximadamente a 70 km de Tiwanaku y en la orilla opuesta del lago, la ruta sugerida por Ponce Sanginés y Mogrovejo (1970) parecía la más eficiente. Por tanto, su hipótesis parecía plausible y fue tomada sin mucha crítica (e.g., Browman 1981, 1984; Goldstein 1993). Adicionalmente, en una publicación posterior, Ponce Sanginés (1992:49) sugiere que las balsas que desembarcaron en el canal con los bloques

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de andesita debieron haber sido almadías elaboradas con madera (posiblemente de origen selvático) y no balsas de totora, debido a su mayor resistencia al peso.

Por otro lado, un interesante elemento del funcionamiento de este sitio, fue el carácter estacional del canal. Asumiendo, que el nivel del lago actual fue más o menos el mismo durante el desarrollo de Tiwanaku, el canal podría haber funcionado solamente durante los meses de época húmeda o lluviosa (verano a otoño) ya que la baja profundidad del lago donde se localiza, imposibilitaría el ingreso de embarcaciones durante los meses de época seca. Adicionalmente, la baja profundidad del lago en todo el margen oeste del valle de Tiwanaku así como la alta variabilidad en las fluctuaciones de la orilla del lago, habrían ocasionado que el tiempo de uso y desuso del canal varíe entre meses a años. Ponce Sanginés y Mogrovejo (1970:262; Ponce Sanginés 1992:49) reconocen este factor, aunque no le otorgan la relevancia que adquiere para la explicación integral del sitio.

El norte del Valle Bajo de Tiwanaku y el rol estratégico de Iwawi

Con posterioridad, el sitio de Iwawi no fue estudiado sino hasta 1988-1989 cuando AlbarracinJordan (1992, 1996b; Albarracin-Jordan y Mathews 1990) como parte de sus investigaciones acerca de los patrones de asentamiento prehispánicos en el Valle Bajo de Tiwanaku, reinició las investigaciones sistemáticas en el sitio. Inicialmente Albarracin-Jordan siguiendo con la metodología de su prospección arqueológica, hizo recolecciones de superficie diagnósticas y sistemáticas y posteriormente en 1990, realizó un mapa topográfico del sitio y la excavación de dos pozos de sondeo de 2 x 2 m (Albarracin-Jordan 1992, 1996b). Las características principales de este asentamiento incluirían además de los numerosos bloques de andesita, la presencia de un gran montículo de aproximadamente 3.5 metros de altura y 200 m de diámetro, formado por la superposición de múltiples niveles de ocupación y su asociación con una extensa superficie de campos elevados de cultivo. El asentamiento habría estado ocupado durante las fases Tiwanaku IV, Tiwanaku V y Pacajes Temprano, siendo su mayor extensión 4 hectáreas (Albarracin-Jordan y Mathews 1990:220).

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En este proceso, fueron particularmente útiles los resultados de las excavaciones de sondeo. Éstas revelaron una compleja estratigrafía para el asentamiento compuesta por al menos 13 estratos, donde la ocupación del mismo puede apreciarse como prácticamente continua. Igualmente, permitieron ampliar el rango temporal del asentamiento hasta el Período Formativo (donde fue descrita la fase Juchani como disímil a la fase Chiripa Temprano del sitio homónimo hallado en la orilla norte de la Península de Taraco). Asimismo, a partir de estas excavaciones y aquellas realizadas en 1993 (ver más abajo), la extensión mínima del sitio durante el Período Formativo fue estimada en una hectárea. Un fechado radiocarbónico AMS calibrado asociado al componente formativo de Iwawi fechó a esta ocupación en 925 ± 85 a.C. (ETH 8042) (Albarracin-Jordan 1996:111-116).

Por otro lado, las excavaciones en Iwawi permitieron una aproximación inicial a lapsos temporales difusos en la cronología de la región como aquellos contemporáneos con los componentes Tiwanaku I (también conocido como Kalasasaya) y Tiwanaku III (también denominado Qeya) correspondientes al Período Formativo Tardío o Superior (200 a.C. – 400 d.C.) (Albarracin-Jordan 1996:111-116, 131-133) y de difícil identificación a partir de materiales de superficie (Albarracin-Jordan y Mathews 1990:81; McAndrews et al. 1997:73).

Con relación a la ocupación Tiwanaku, Iwawi constituyó un asentamiento de gran importancia. Si bien la extensión del sitio alcanzó las cuatro hectáreas, es posible que durante Tiwanaku Clásico (400-800 d.C.) su extensión haya sido de 3.2 ha. En este sentido, en el sitio se habrían desarrollado una variedad de actividades más allá de su ya relevante función de puerto lacustre. La asociación con campos elevados de cultivo en los sectores noroeste, norte y noreste del sitio, ocupando una superficie superior a las 6 ha, dan cuenta de su importante rol en relación a la producción agrícola. Las dimensiones de estos campos, varían entre 60 y 70 m de largo, por 2 m de ancho, siendo el promedio de ancho de los canales intermedios 1.70 m. La orientación preponderante de estos campos es de norte a sur, aunque en el sector este, habrían algunos campos orientados de este a oeste. Interesantemente, al norte y noreste del montículo y separando a éste de los campos agrícolas, existen evidencias de un dique y un terraplén (Albarracin-Jordan 1996b:158; Albarracin-Jordan y Mathews 1990:91). Si bien, se asume que estos campos agrícolas habrían sido construidos e intensivamente utilizados durante Tiwanaku, todavía se requiere

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realizar fechados absolutos que permitan confirmar esta aserción. Por otro lado, la ocupación del montículo, habría incluido un importante componente doméstico y su asociación con algunos entierros.

Interpretando el rol de Iwawi durante el desarrollo de Tiwanaku, destaca su ubicación estratégica que posiblemente permitió que durante la fase Tiwanaku Pos-Clásico (800-1100 d.C.), se convierta en un importante centro secundario con indicios de expansión. Dentro del sistema estatal, podría haber formado ya desde la fase Tiwanaku Clásico, el centro de uno de los nódulos territoriales y sociopolíticos del norte del valle, controlando tanto el ingreso de bienes de intercambio desde otras regiones de la cuenca del Lago Titicaca como la producción y distribución agrícola de los campos elevados de cultivo localizados en este sector. Estas funciones se habrían agudizado dentro del patrón de incremento demográfico producido en el valle de Tiwanaku sobre todo en los sitios cuaternarios (menores a una hectárea) durante el PosClásico (Albarracin-Jordan 1996:229; McAndrews et al. 1997:74). El control estatal de Tiwanaku sobre Iwawi (así como sobre los otros asentamientos que constituían parte de su territorio) habría estado caracterizado por un sistema segmentario de jerarquías inclusivas, donde la centralización política y administrativa habría sido ejercida por las elites y jerarquías locales (Albarracin-Jordan 1996:221). Asimismo, con la prospección arqueológica realizada recientemente por Bandy (2001) en la Península de Taraco, el importante rol que Iwawi tuvo en el sistema de asentamiento regional de Tiwanaku es reforzado, considerando la ausencia de otros asentamientos mayores en su vecindad occidental.

Por otro lado, según Bandy (2001), demográficamente la población de la Península de Taraco durante Tiwanaku fue de 6923 habitantes, lo que daría una densidad de aproximadamente 81 habitantes por km2. Asimismo, empleando su método de estimación poblacional, el sitio de Iwawi durante el Período Formativo (tamaño de sitio 1 ha) habría tenido una población de entre 43 a 67 habitantes. Mientras tanto durante Tiwanaku cuando el asentamiento creció significativamente, su población habría estado entre 169 (tamaño de sitio 3.2 ha) y 216 (tamaño de sitio 4 ha)12. Podemos considerar, sin embargo al primer valor como el correspondiente a la fase Tiwanaku IV 12

Empleando la información presentada por Bandy (2001) y considerando algunas de las características particulares del asentamiento como el nucleamiento que produjo el montículo Ojje-Puco, es posible estimar la máxima poblacional del sitio en 267 habitantes, asumiendo que las 4 ha fueron ocupadas íntegramente.

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y el segundo a la fase Tiwanaku V, de acuerdo a algunas interpretaciones del crecimiento del sitio (ver más arriba). La población efectiva que habría ocupado el espacio doméstico excavado en el área de Queneqere habría estado entre 6 y 12 habitantes, de acuerdo a la organización del espacio, es decir sí se reconoce a este sector como el espacio abierto interior de una sola unidad doméstica o el límite entre dos o más unidades domésticas.

Por otro lado, la población en la Península habría tenido un patrón de asentamiento nucleado, el cual se habría desestructurado a partir del Período Intermedio Tardío (1100-1470 d.C.) (Bandy 2001). Esto permitió la existencia de algunos parches de vegetación en los límites entre conjuntos o agrupamientos de asentamientos y explicaría la presencia de algunos mamíferos silvestres en el registro arqueológico actualmente extintos en la región (e.g., cérvidos, vizcachas, vicuñas, etc.). Dichos animales posiblemente fueron procurados a través de la cacería y probablemente habitaron en un patrón de densa demografía humana.

Adicionalmente, con la desintegración de Tiwanaku, durante la fase Pacajes Temprano (11001470 d.C.), Iwawi habría sido ocupado como un asentamiento doméstico menor, eventualmente abandonado. Es igualmente probable, que Iwawi haya sido inicialmente abandonado después de la caída de Tiwanaku y reocupado temporalmente en algún momento posterior de la siguiente fase.

Por otra parte, los materiales recuperados durante las excavaciones realizadas por AlbarracinJordan en 1990, así como las de otros asentamientos de los Valles Bajo y Medio de Tiwanaku y del Río Catari fueron analizados dentro del contexto del Proyecto Agroarqueológico Wilajawira (Kolata [editor] 1993, 2003) por especialistas en distintas materias (e.g., líticos [Giesso 2001, 2003], paleobotánicos [Wright et al. 2003]; arqueofaunísticos [Webster 1993; Webster y Janusek 2003]). Dichos estudios, estuvieron orientados hacia una mejor comprensión de Tiwanaku y su funcionamiento como entidad estatal más que a resolver problemáticas concretas relacionadas a la naturaleza del asentamiento de Iwawi. Aún así, estos estudios muestran importante información estandarizada para su comparación con otros contextos similares e incluso contemporáneos de otros sitios del núcleo regional de Tiwanaku.

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Según la información paleoetnobotánica, durante el Período Formativo, Iwawi presenta una preponderancia de quinua (Chenopodium quinoa) en sus tres variedades de grano (chico, grande y silvestre), así como una notoria ausencia de tubérculos como la papa (Solanum tuberosum). Durante Tiwanaku Clásico, los restos arqueobotánicos muestran sobretodo la presencia de quinua de grano pequeño y algunos restos de madera. Finalmente, en la fase Tiwanaku Pos-Clásico, los materiales paleobotánicos incluyen quinua y semillas de pastos (Albarracin-Jordan 1996b; Wright et al. 2003).

Por otro lado, dentro del estudio zooarqueológico realizado por Webster (1993), los restos de fauna pertenecientes al Período Formativo en Iwawi sugieren la presencia de una gran cantidad de pescado, algunas variedades de aves, restos de llamas, vizcachas y de al menos un perro. Durante Tiwanaku Clásico, los restos más importantes son de peces, aves y camélidos (llamas). Para el Pos-Clásico, los materiales faunísticos que destacan son la llama y los pescados. De forma integral, los resultados de los estudios zooarqueológicos de Webster (1993), muestran para Iwawi en MNI la siguiente distribución para la Clase Mamíferos: 10 camélidos, 3 cuyes, 3 vizcachas, ningún cérvido, 5 roedores (muridos) y 1 can.

Reevaluando el desarrollo estatal de Tiwanaku: el Proyecto Arqueológico Iwawi

En 1993, a partir de los interesentes resultados mostrados por las investigaciones iniciales en el sitio, así como una serie de críticas hacia la interpretación integral del sistema estatal de Tiwanaku (e.g., Kolata 1986, 1993; Ponce Sanginés 1981) y particularmente de la confusa cronología cerámica en que ésta se sustentaba, se organizó el Proyecto Arqueológico Iwawi codirigido por William H. Isbell y Juan Albarracin-Jordan. El referido proyecto tuvo tres temporadas de investigación arqueológica en el sitio durante los años 1993, 1996 y 1997 (Albarracin-Jordan 1996c, 1997; Albarracin-Jordan e Isbell 1993; Isbell et al. 1996, 1997, 2002). Sus principales objetivos fueron: (1) caracterizar arqueológicamente a los centros secundarios del Estado de Tiwanaku así como la dinámica sociopolítica que permitió su desarrollo, (2) redefinir una secuencia cronológica cerámica alternativa a la problemática cronología de la región basada en la definición de estilos a partir de atributos estándares y apoyada en una secuencia

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estratigráfica, y (3) determinar la naturaleza de la ocupación prehispánica en Iwawi a través del tiempo.

Durante la primera temporada de campo, el año 1993 se realizó el mapeo topográfico del asentamiento que incluyó la ubicación precisa de todos los bloques de andesita visibles, el canal y el relieve del montículo. El proyecto contabilizó 31 bloques líticos ubicados en la orilla del lago y 26 bloques líticos localizados encima del montículo Ojje-Puco, todos ellos de andesita (Isbell et al. 2002:146). A través de la interpretación de su localización, complementada con información oral de los propietarios se evidenció que muchos de éstos habrían sido movidos, siendo la localización inicial de muchos bloques indeterminada.

Asimismo, se realizaron excavaciones arqueológicas extensivas e intensivas en dos áreas del sitio ubicadas sobre el montículo. La primera fue localizada en el sector noreste, y se denominó Queneqere y la segunda, emplazada en el sector sudeste del sitio (donde se localizaban los dos pozos inicialmente excavados por Albarracin-Jordan) se llamó Ojjepuku (para diferenciarla del nombre del montículo). En ambas áreas se localizaron evidencias de ocupaciones prehispánicas asociadas con actividades domésticas y eventuales entierros humanos. Los materiales recuperados del área doméstica de Queneqere, debido a la buena preservación de sus contextos y a su adecuada estratigrafía, fueron analizados y sus resultados presentados en los trabajos de cerámica de JoEllen Burkholder (1997) y de zoorarqueología de Travis Stanton (1994) (ver también Isbell et al. 2002).

En 1996, las excavaciones arqueológicas en Iwawi continuaron. Se prosiguió con la excavación de las dos áreas de la primera temporada, adicionándose áreas adicionales en los sectores central, sudoeste y noroeste del montículo.

Considerando que se estimaba la presencia de una plaza o recinto templario en el montículo (siendo ésta una de las características más importantes de los centros secundarios Tiwanaku), sugerida inicialmente por Albarracin-Jordan y Mathews (1990:91) antes de las excavaciones en el sitio, las excavaciones arqueológicas realizadas en 1996, se enfocaron parcialmente en la excavación de un alineamiento de bloques. Los resultados revelaron que varios de estos bloques

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efectivamente pertenecieron a la arquitectura pública del asentamiento, aunque igualmente otros tantos no estaban directamente asociados a ninguna estructura, si es que alguna vez pertenecieron a una (Albarracin-Jordan 1996c; Isbell et al. 1996). No obstante, si bien dichas excavaciones así como aquellas realizadas en otros sectores del sitio, confirmaron que el montículo de Ojje-Puco no fue una pirámide artificial, la naturaleza precisa de la arquitectura pública en Iwawi así como la que correspondería a los asentamientos secundarios de Tiwanaku todavía no ha sido esclarecida del todo (Isbell 2000; Isbell et al. 2002).

Interesantemente, el reconocimiento llevado a cabo por el Proyecto del canal reveló su conexión con un camino que se conecta con la vieja hacienda de Taraco, y posiblemente éste haya datado de la época cuando la hacienda estaba ocupada (antes de 1953). Aún así, todavía no pudo determinarse el momento preciso de su construcción.

Finalmente, en 1997, se concluyó el Proyecto Arqueológico Iwawi, con el desarrollo de análisis complementarios de los materiales arqueológicos recuperados durante las excavaciones de las temporadas 1993 y 1996.

La secuencia estratigráfica de Iwawi

A partir de las excavaciones arqueológicas realizadas en Iwawi, 9 niveles (o estratos) de ocupación fueron definidos para el montículo (todos ellos presentes en el área de excavación Queneqere) (Isbell et al. 1997, 2002). El primer nivel, está conformado por sedimento obscuro con la presencia de algunos artefactos aunque sin la presencia de rasgos formales, debido a la alteración producida por procesos de arado y la agricultura practicada en el sitio, su profundidad va desde la superficie hasta alrededor de 20 cm por debajo de ésta, donde se encuentra el límite de la zona de raíces. El Nivel 2, tiene coloración negra, presenta restos orgánicos, especialmente raíces y al igual que el nivel anterior carece de rasgos específicos a pesar del abundante material cultural. La estructura de este nivel es compacta y tiene un espesor que varía de 15 a 30 cm. El Nivel 3, consiste en un relleno o la acumulación de diversos basurales superpuestos, exhibiendo un color marrón oscuro y la presencia de algunos depósitos de ceniza. Los artefactos son abundantes en este nivel, el cual varía entre 40 y 60 cm de profundidad. Asimismo, también se

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caracteriza por la presencia de numerosos pozos de basura circulares y las evidencias de arquitectura doméstica más claras de la secuencia. Recientemente, este nivel ha sido subdividido en Nivel 3A y Nivel 3B, debido a diferencias en las ocupaciones asociadas con las estructuras domésticas encontradas, particularmente en el área de Queneqere. Un fechado radiocarbónico AMS de la intersección de este nivel con el Nivel 4 dio el resultado (sin calibrar) de 950 ± 60 d.C., asociando a esta ocupación con la fase Tiwanaku V. El Nivel 4 es similar al anterior, siendo la matriz de coloración más rojiza (que marrón) y a diferencia de los pozos de los niveles superiores, éstos habrían tenido forma de campana. En este nivel, son abundantes los rasgos y patrones de hallazgos consistentes y de fácil definición y reconocimiento, su espesor varía entre 35 y 55 cm. El elevado numero de hallazgos en los niveles 3 y 4 sugieren la ocupación más densa e intensa en la secuencia Iwawi. Un fechado radiocarbónico AMS de 720 ± 60 d.C. (sin calibrar) perteneciente a un rasgo del Nivel 4 permitió su asociación con la fase Tiwanaku IV.

El Nivel 5, se caracteriza por la presencia de una matriz fina, de color gris en el momento de excavarse y gris claro al secar. Este nivel tiene un espesor de alrededor de 25 cm, aunque por lo general no supera los 10 a 15 cm. Los materiales recuperados de este nivel son escasos (a menudo infiltrados de otros niveles) y parece en su generalidad estéril. El sedimento gris de este nivel ha sido identificado como ceniza volcánica que pudo haber sido depositada por un evento volcánico entre el 400 y el 700 d.C. El Nivel 6, se caracteriza por ser una formación de arena oscura, presenta algunos restos de carbón, huesos y fragmentos de cerámica. Pocos rasgos se hallaron en este nivel. Una concentración de rocas de andesita y arena se encuentra en este estrato y su espesor varía entre 20 y 30 cm. El Nivel 7, se encuentra por debajo del relleno de rocas de la base del nivel precedente aunque no es substancialmente diferente de éste. La presencia de hallazgos es ocasional, aunque suelen estar presentes. Su espesor va entre 35 y 45 cm. Una muestra orgánica fue analizada y dio un fechado radiocarbónico AMS no aceptable de 1190 ± 110 d.C. (sin calibrar). El Nivel 8, es una formación de barro compacto, tiene entre 40 y 60 cm de espesor y en su interior la definición de hallazgos y rasgos es muy difícil. Algunos de estos rasgos se registran como hundimientos en el terreno que han sido interpretados como extracciones de materia prima para la construcción de muros y obras similares, que posteriormente fueron rellenados con desechos de actividades domésticas y que incluyen algunas vasijas reconstruibles y restos de comida como huesos de pescado, camélidos y cáscaras de huevos de aves acuáticas.

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El fechado realizado por Albarracin-Jordan de 925 ± 85 a.C. previamente mencionado, correspondería a este nivel. El Nivel 9, parece ser un nivel de formación estéril, se compone de arena oscura cuyo origen probablemente sea una deposición aluvial que antecedió a la formación del montículo.

Cabe notar que esta información que se basa en los distintos loci excavados en Iwawi y se complementa con las matrices Harris pertenecientes a las distintas unidades y áreas de excavación (e.g., las matrices Harris de las excavaciones de 1993 con sus respectivas descripciones estratigráficas se pueden hallar en Burkholder 1997:250-259).

Queneqere y la actividad doméstica en Iwawi durante Tiwanaku

El área de Queneqere fue seleccionada para su excavación debido a su importante emplazamiento sobre el montículo Ojje-Puco (Figura 4.1). La ocupación Tiwanaku dentro de su secuencia estratigráfica y cronológica, estaría presente en los niveles 3 y 4. El Nivel 5 de ceniza volcánica marcaría la distinción entre los niveles precedentes pertenecientes a los períodos Formativo Medio (1000-200 a.C.) y Formativo Superior (200 a.C. – 400 d.C.), mientras que el Nivel 2 mostraría procesos de deposición y erosión producidos entre los momentos finales de ocupación del montículo y su abandono que al parecer coincidió con la desintegración del Estado de Tiwanaku (Tabla 4.1).

Durante las fases Tiwanaku, en el área de Queneqere se habrían realizado actividades sobre todo de tipo domésticas, pero también artesanales e incluso rituales (e.g., funerarias). Las unidades domésticas excavadas en la temporada de 1996, evidenciaron que las actividades preponderantes en este sector fueron domésticas. Destaca la presencia de numerosas estructuras que cumplieron esta función así como rasgos de fogones y pozos de desecho y/o almacenaje asociados. Por otro lado, es en los Niveles 3A y 3B donde se observa una mayor cantidad de piezas decoradas con estilo Tiwanaku, evidenciando la progresiva importancia que la ideología oficial de este Estado tuvo sobre Iwawi (Burkholder 1997; Isbell et al. 2002). La identidad local de este grupo al parecer fue muy marcada en el Nivel 4 cuando Tiwanaku ya está presente en el sitio. Patrones particulares de ensambles cerámicos, la diferenciación del patrón mortuorio y la evidencia de

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mayores eventos rituales como la destrucción ex profesa de vasijas ricamente decoradas entre los Niveles 3 y 4, sugieren que la influencia estatal no fue tan marcada durante este tiempo (Isbell et al. 2002).

La interpretación espacial y funcional de los distintos niveles de ocupación en Queneqere todavía no han sido presentados; sin embargo, algunas generalidades son presentadas por Isbell (2000:4, Figs. 3a-3b), al desarrollar las características de las unidades domésticas Tiwanaku. Este autor sostiene que las casas en Iwawi al igual que en Lukurmata y el mismo sitio de Tiwanaku habrían sido de dimensiones pequeñas, apenas con el espacio para albergar a una familia nuclear; siendo las más pequeñas de 2 x 2 m mientras que las más grandes rara vez habrían superado los 2.5 x 5 m. Usualmente estas estructuras no presentarían fogones en su interior. La forma de las casas variaría de cuadrangular a rectangular e incluso circular. Los cimientos de estas estructuras al estar elaborados con piedras, serían los indicadores más útiles para reconocerlas arqueológicamente, ya que sus paredes al haber sido construidas en adobe o incluso grama, con su desmoronamiento y posterior erosión habrían quedado prácticamente indistinguibles en el registro arqueológico y lo mismo ocurriría con aquellas casas que no tuvieron cimientos de piedras. Por otro lado, con relación al manejo de la basura, Isbell (2000:4) afirma que los pisos eran limpiados constantemente, siendo altamente probable que la basura haya sido considerada dañina. Los desechos fueron depositados en grandes pozos localizados tanto dentro como fuera de las estructuras domésticas. Aún así, destaca que en algunos casas de Iwawi se hallaron excepciones a este comportamiento, ya que en el interior de algunas casas pequeñas se hallaron concentraciones de basura (i.e., huesos y desperdicios). La explicación de este fenómeno parece estar vinculada a un comportamiento ritual, considerando la presencia en estos contextos de algunas vasijas semi-completas posiblemente quebradas a propósito y la presencia de algunos artefactos todavía útiles como piedras de moler (Isbell 2000:Nota 6).

Desde una perspectiva más amplia, Isbell y coautores (2002) no consideran que Iwawi haya sido un centro administrativo regional, aunque no descartan su carácter de asentamiento secundario en la jerarquía de sitios. Por el contrario, “Iwawi fue una comunidad cuyos residentes explotaron hábilmente los recursos del lago Titicaca, además de otros productos propios del altiplano, y que arrojaron sus residuos de vida cotidiana en sus alrededores” (Isbell et al. 2002:167). Esto causó

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con el tiempo la formación del montículo. Sus habitantes formaron parte de Tiwanaku tardíamente pero nunca fueron parte de su homogeneidad. “Más bien, los residentes del sitio utilizaron el material cultural para producir y perpetuar su propia identidad, además de utilizar sus ancestros para reafirmar su tradición (...) Los habitantes de Iwawi reorganizaron el espacio para promover nuevas estrategias sociales, y ya tarde en la historia de Tiwanaku volvieron a retomar su tradición, caracterizada por una subsistencia basada en los recursos del lago, tal vez cuando la organización estatal declinó, dejando la interacción regional a la deriva” (Isbell et al. 2002:167).

Discusión

La investigación arqueológica en Iwawi se inició con los trabajos realizados por Ponce Sanginés y Mogrovejo (1970) en relación a la procedencia de los bloques de andesitas hallados en Tiwanaku, concluyendo que Iwawi funcionó como desembarcadero de bloques líticos procedentes de la Península de Copacabana. A pesar de que su propuesta inicial carecía de mayores investigaciones sobre la naturaleza de la ocupación humana en Iwawi durante Tiwanaku, la hipótesis acerca de la posible ruta que se utilizó para movilizar los bloques de andesita hasta Tiwanaku fue confirmada por investigaciones posteriores. Aún así, en la propuesta de Ponce Sanginés (1981), Iwawi es integrado como una pieza más en la construcción idealista del Imperio de Tiwanaku pero como se ha visto, sin mayor sustento en la evidencia arqueológica.

Las iniciales investigaciones desarrolladas por Albarracin-Jordan (1992, 1996a), permitieron insertar a Iwawi dentro de un patrón espacio temporal más amplio, abriendo numerosas problemáticas acerca de este complejo asentamiento. No obstante, el énfasis de las investigaciones desarrolladas por el equipo Wilajawira (i.e., Giesso 2000; Webster 1993; Wright et al. 2003) incluyendo los primeros trabajos de Albarracin-Jordan, se enfocaron en comprender la naturaleza de la secuencia de cambio desde las primeras sociedades sedentarias en la cuenca sureste del Lago Titicaca hasta el desarrollo y consolidación del Estado de Tiwanaku. En este sentido, estos estudios derivan en interpretaciones muy generales donde la explicación concreta del asentamiento de Iwawi resulta de alguna manera en un fenómeno colateral. Los estudios acerca de los recursos de subsistencia y sus materiales asociados, ofrecen una perspectiva amplia acerca de la organización socioeconómica de Tiwanaku. La falta de estudios a nivel de contextos

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específicos se hicieron necesarios para conocer mejor las características particulares de este asentamiento así como de su propia dinámica de cambio y continuidad a través del tiempo. El Proyecto Arqueológico Iwawi desarrollado entre 1993 y 1997, empezó a proporcionar este tipo de información.

Los resultados estratigráficos recuperados al igual que los análisis preliminares de los materiales excavados principalmente del área de Queneqere durante estas temporadas de campo, muestran algunos de los alcances y potenciales que esta información tiene para aportar en la explicación de muchos de los fenómenos de cambio y continuidad cultural ocurridos en el sitio y desde una perspectiva comparativa en la cuenca sur del Lago Titicaca durante el desarrollo del Estado de Tiwanaku. Por ejemplo, el crecimiento del asentamiento durante Tiwanaku es evidente, así como el incremento en el volumen de desecho y el progresivo reemplazo de la tradición cerámica estilística local por aquella característicamente Tiwanaku entre los niveles de ocupación asociados a las fases Tiwanaku IV y V (Burkholder 1997). A nivel de subsistencia Stanton (1994) ha podido igualmente, identificar cambios entre los diversos niveles de ocupación, sugiriendo que el control estatal sobre Iwawi fue diferencial a lo largo del tiempo (Isbell et al. 2002). No obstante, debido a varios motivos, muchos de los resultados recogidos hasta el momento por el proyecto no han sido presentados, así como numerosos análisis han quedado postergados.

En este sentido, la presente tesis empleando materiales recuperados durante la temporada de excavación de 1996 del Proyecto Arqueológico Iwawi, pretende aproximarse a un entendimiento más centrado a nivel de sitio y contexto, en la naturaleza variable de las estrategias y opciones económicas y de subsistencia que tuvieron los pobladores de Iwawi durante Tiwanaku.

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Figura 4. Mapa del Sitio Iwawi, señalando las áreas de excavación del Proyecto Arqueológico Iwawi, incluyendo Queneqere (tomado de Isbell et al. 1996:Figura 2).

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Tabla 4.1. Cronología del área de estudio (basado en Albarracin-Jordan 1996b; Bandy 2001; Isbell et al. 2002). Cronología Período Fase Estratigrafía en Iwawi 1532-1600 d.C. Período Colonial Temprano Pacajes Tardío 1470-1532 d.C. Horizonte Tardío Pacajes Inka 1100-1470 d.C. Período Intermedio Tardío Pacajes Temprano 800-1100 d.C. Tiwanaku Pos-Clásico Horizonte Medio 400-800 d.C. Tiwanaku Clásico 100-400 d.C. Qeya Período Formativo Tardío o Superior Kalasasaya 200 a.C. - 100 d.C. 800-200 a.C. Período Formativo Medio Chiripa Tardío 1000-800 a.C. Chiripa Medio Período Formativo Temprano o Inferior Chiripa Temprano 1500-1000 a.C. 2000-1500 a.C. Período Arcaico Terminal ?

? Niveles 3A y 3B Nivel 4 Nivel 5 Nivel 6 Nivel 7 Nivel 8 ?

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CAPÍTULO 5 SECUENCIA DE CAMBIO EN LA MACROFAUNA DE IWAWI

Muestra analizada

Después de haber revisado el diseño de investigación y los métodos aplicados en el análisis de la colección arqueofaunística de Queneqere, Iwawi, en éste y los siguientes capítulos se desarrollarán los resultados obtenidos. Primeramente mencionaremos que en el proceso de identificación se analizó el material cernido a través de la malla de ¼ de pulgada de 408 loci (pertenecientes a 8 niveles de ocupación excavados durante la temporada de trabajo de campo de 1996), conteniendo aproximadamente 26,239 especimenes de huesos que pesaron alrededor de 155,612.1 gramos y que pertenecieron al menos a 511 individuos. Adicionalmente, se analizó una muestra de 13 fracciones pesadas de flotación procedentes de 13 loci, conteniendo alrededor de 6449 especimenes óseos que pesaban alrededor de 185.9 gramos.

Considerando la elevada cantidad de información recuperada y la dificultad que implica su procesamiento, se ha optado abordar en detalle solamente una muestra, correspondiente a los niveles de ocupación Tiwanaku (ver Capítulo 6). En este sentido, se seleccionó la información correspondiente a los Niveles 3A, 3B, 4 y 5 de la excavación que equivale a 233 loci. Considerando estudios previos tanto con muestras controladas como con especimenes de microfauna arqueológicos (e.g., Baker et al. 1997; Moore et al. 1999; Pokines 2000; Shaffer y Sanchez 1994; Stahl 1992, 1994, 1995, 1996, 2000), se consideró que los especimenes de peces y otra microfauna no fueron representados adecuadamente por las muestras de zaranda. Un análisis comparativo realizado sobre las 11 muestras de flotación correspondientes a los niveles 3A, 3B y 4, verificó este supuesto y permitió realizar inferencias con relación a estos taxones (ver Capítulo 7). Por tanto, dentro de las muestras de material cernido, solamente se tomó en cuenta a los especimenes de mamíferos grandes y medianos. En síntesis, la muestra en que se basa la presente tesis corresponde aproximadamente a un 65% del total del material analizado. Tomando en cuenta que la colección arqueofaunística analizada solamente provino de la temporada de campo

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1996, aproximadamente un 50% de todos los loci excavados por cada Nivel en Queneqere fueron analizados. Las características generales de la muestra analizada se resumen en las tablas 5.1 y 5.2.

Con relación a las muestras de flotación es preciso realizar una aclaración. Si bien idealmente esta muestra debió haber estado mejor distribuida entre los niveles analizados. Por ejemplo, el estudio de Stanton (1994) se basa en 20 muestras de flotación, las cuales procedían de cada uno de los cuatro niveles de ocupación que anteriormente se consideraba estaban presentes en Queneqere13, siendo que de cada nivel 5 muestras fueron seleccionadas. En nuestro caso, las muestras de flotación analizadas corresponden al total de muestras correspondientes al área de excavación Queneqere depositadas en las bodegas del Museo Arqueológico Regional de Taraco14. No obstante, dada su distribución tanto dentro de las diferentes unidades de excavación como entre los diversos loci excavados, consideramos justificada su selección como aleatoria para los propósitos de la presente investigación. No sin antes advertir acerca de su circunstancial selección.

Mamíferos grandes y medianos

Conociendo las características de la muestra que se utilizará pasamos a los resultados de los análisis de identificación realizados sobre la muestra de macrofauna, es decir, mamíferos grandes y medianos. En este caso, utilizamos la información del MNI (N=511) total registrado en los 408 loci pertenecientes a los 8 niveles de ocupación. En relación a las características de esta muestra, resulta necesario aclarar que no todos los loci excavados en los niveles estudiados contenían materiales correspondientes a esta categoría. Algunos loci como rasgos de estructuras arquitectónicas, entierros o eventos deposicionales muy pequeños no contenían materiales óseos.

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El estudio de Stanton (1994) se basa en los materiales recuperados durante las excavaciones de 1993 en Queneqere, así como en los resultados estratigráficos preliminares avanzados hasta ese entonces. A partir de la reconstrucción de las matrices Harris de dicha temporada así como de la información estratigráfica aportada por las excavaciones 1996, se pudo definir con mayor precisión las características de la estratigrafía cultural presente en Queneqere e Iwawi en general (e.g., Burkholder 1997; Isbell et al. 2002). 14 El resto de las muestras de flotación procedentes de Queneqere se encuentran en Estados Unidos y esperamos que los resultados de la presente tesis puedan aportar y complementar los estudios realizados con dichas muestras.

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Como se explicó en el capítulo referido a la Metodología, las cinco especies representadas en las muestras de mamíferos grandes y medianos corresponden a las cuatro especies de camélidos sudamericanos: llama (Lama glama), alpaca (Lama pacos), guanaco (Lama guanicoe) y vicuña (Vicugna vicugna), de las cuales las primeras dos fueron domesticadas. La quinta especie es el ciervo andino o taruka (Hippocamelus antisensis), otra especie no domesticada15.

Debido a las similitudes fenotípicas de la estructura esquelética de las cuatro especies de camélidos (así como su semejanza con aquellas del ciervo andino), su identificación no es un proceso simple. Por una parte resulta relativamente fácil identificar los diversos elementos esqueletales representados en una muestra zooarqueológica determinada, sin embargo, la asignación de dichos elementos a una especie específica resulta complicada y de ninguna manera se trata de un proceso directo. Aún así, los zooarqueólogos que han trabajado en la región andina han ensayado diversos métodos para distinguir estas especies dentro de las colecciones arqueofaunísticas (ver Cartajena 1993, 1994; Kent 1982; Moore 1989; Wheeler 1982, 1995; Wing 1972).

Uno de los indicadores más útiles para la distinción entre estas especies es la diferencia morfológica de los incisivos y la distribución de su esmalte. Este indicador desarrollado por Wheeler (1982:12-13; 1995:57-58) establece que los incisivos de guanaco se caracterizan por tener forma espatulada con una estructura bien definida desde la corona, pasando por el cuello y terminando en la raíz y la presencia de esmalte tanto en sus caras lingual como labial llegando a cubrir alrededor de la mitad de éstas. Esta forma también caracteriza a los incisivos de llamas, con los cuales no se ha podido hallar una diferencia significativa. Por su parte, los incisivos de la vicuña no tienen forma espatulada, no poseen raíz, su sección horizontal es característicamente cuadrangular y solamente tienen esmalte en la cara labial, cubriendo la totalidad de ésta. Finalmente, los incisivos de las alpacas al parecer tienen una forma intermedia entre las dos variantes descritas, ésta, como en el caso de los incisivos de vicuña, no llega a ser espatulada aunque los primeros y segundos incisivos llegan a tener una sección horizontal rectangular y un ancho bisel cortante que los asemeja a los incisivos de la forma guanaco/llama. Asimismo, como en el caso de la vicuña, los incisivos de la alpaca solamente presentan esmalte en la cara labial 15

Nuevamente debemos mencionar los casuales hallazgos de especimenes de ser humano (Homo sapiens sapiens) y de cánido, posiblemente perro (Canis lupus familiaris).

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pero a diferencia de ésta, su esmalte no llega a cubrir sino aproximadamente dos tercios de la cara anterior en el caso de dientes no desgastados y termina en forma de U. Asimismo, el desarrollo y cierre de la raíz de los incisivos de alpacas ocurre en una edad avanzada (Wheeler 1995:58).

Lamentablemente, debido a la baja frecuencia de dientes incisivos y particularmente de piezas enteras, no se pudo realizar una evaluación de estos caracteres en la colección arqueofaunística de Iwawi.

Por otro lado, si bien existen otros indicadores basados en la observación de especimenes actuales para la distinción entre especies de camélidos, como aquellos registrados para el cráneo y otros elementos esqueletales por Cartajena (1993, 1994), debido al carácter fragmentado de la colección de Iwawi, éstos no pudieron ser empleados. Igualmente, la información que aporta el análisis de fibras o de otros tejidos orgánicos no osteológicos no pudo emplearse porque su preservación en los medio ambientes deposicionales del área de estudio no es adecuada.

El indicador más útil para distinguir entre especies de camélidos empleado en la presente investigación fue considerar las diferencias de tamaño. Las dimensiones de las cuatro especies de camélidos varían de forma progresiva y muestran una gradiente empezando desde el guanaco en cuanto a la forma más grande, pasando por la llama, la alpaca y terminando en la vicuña (Miller y Burger 1995:431). Osteológicamente, estas diferencias se registran en el tamaño de ciertos huesos una vez que sus epífisis se han fusionado y éstos dejan de crecer (aunque de hecho, el proceso de crecimiento continua aunque de forma muy lenta) (cf. Wing 1972). Algunas de estas mediciones se han convertido en estándares empleados con regularidad en los estudios zooarqueológicos desarrollados en la región andina (e.g., Kent 1982; Miller y Gill 1990; Miller y Burger 1995; Moore 1989; Wing 1972). Son especialmente útiles ciertas mediciones de elementos bien representados en las colecciones arqueofaunísticas como la primera falange proximal, el calcáneo, el astrágalo, la escápula, el húmero proximal y el metatarso proximal.

Estas mediciones se han basado en la utilización de colecciones de referencia actuales y controladas (con datos precisos acerca de la especie, sexo, edad, procedencia y otra información relevante) de las cuales las más importantes han sido el Laboratorio de Osteología del Centro

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Nacional de Camélidos Sudamericanos en La Raya en Cuzco y la colección del Laboratorio de Paleoetnozoología de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Lima. El empleo de un elevado número de indicadores ha permitido, a partir de las colecciones de referencia, definir al menos dos técnicas para distinguir entre las cuatro especies de camélidos. Por un lado, las mediciones realizadas sobre las muestras actuales permitió estimar reglas de decisión que dividen a los camélidos grandes (guanacos y llamas) de los camélidos pequeños (alpacas y vicuñas). Wing (1972) ha presentado la información necesaria para la definición de las primeras reglas de decisión, que posteriormente han sido aplicadas en diversos estudios (e.g., Moore 1989). Estas reglas de decisión también pueden emplearse para la distinción entre especies, sin embargo su rango de confiabilidad es un tanto menor. Por ejemplo, Kent (1982) ha desarrollado una serie de funciones de clasificación discriminantes para distinguir entre las cuatro especies de camélidos. En todo caso, cuando se aplica esta información es conveniente tener un tamaño de muestra grande y emplear gráficos, tablas de frecuencia y rangos de confiabilidad que permitan caracterizar adecuadamente la población de camélidos presente en un determinado conjunto arqueofaunístico.

Por otro lado, las medidas osteométricas derivadas de colecciones de referencia actuales también han sido empleadas utilizando gráficos de dispersión bivariantes complementados con una prueba de coeficiente de variación (e.g., Miller y Gill 1990; Miller y Burger 1995; Wing 1988). Generalmente, las dos mediciones empleadas en los gráficos bivariantes corresponden a un mismo elemento esqueletal que presente cierta simetría (e.g., el ancho proximal latero-medial entre el ancho proximal antero-posterior de la primera falange). De esta manera, el gráfico resultante presenta una distribución de puntos en un ángulo cercano a los 45° y donde los valores correspondientes a las especies pequeñas se agruparán en el extremo izquierdo-inferior mientras que los valores de las especies grandes lo harán en el extremo derecho-superior. El análisis posterior se puede realizar sobre una sola medición a través de una estadística descriptiva y el empleo de un coeficiente de variación que indique cuán homogénea es la población constituyente de la muestra. Este tipo de análisis resulta útil y permite determinar con cierto rango de confiabilidad la o las especies presentes en un determinado conjunto arqueofaunístico.

Camélidos domesticados: llama y alpaca

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Considerando las características de la colección arqueozoológica de Iwawi empleamos un análisis de diferenciación osteométrica con mediciones realizadas a la primera falange proximal. Los resultados se muestran en la Figura 5.1 y la Tabla 5.3.

Como se observa, el tamaño de la muestra es muy reducido (N=5), por lo que para el análisis de correlación se emplearon las cinco medidas registradas que pertenecieron a tres niveles de ocupación diferentes. Considerando que las cinco medidas se agrupan (coeficiente de variación [V]=4.17, Tabla 5.4), se puede asumir cierta homogeneidad en las poblaciones de camélidos en Iwawi a lo largo del tiempo (al menos entre el Período Formativo Superior y Tiwanaku), justificando el análisis de correlación efectuado sobre el ancho máximo proximal latero-medial de la primera falange proximal. El resultado como también se observa en la Figura 5.1 y en la Tabla 5.4, comparado con la Figura 2 de Miller y Gill (1990) o la Figura 6 de Miller y Burger (1995), indica que los camélidos de Iwawi están entre el límite (x=19.7; V=4.17) de los valores promedio actuales de las alpacas (x=17.2) y de las llamas (x=21.3) (Miller y Buger 1995:Tabla 2; Miller y Gill 1990:Tabla 4). Por tanto, si bien no se puede determinar la especie específica de la cual proceden las referidas muestras, se podría considerar que los valores más altos se aproximan más a los de las llamas y los más bajos a los de las alpacas. Este tipo de distribución, que de alguna manera rompe con la muy bien conocida distribución bimodal de las medidas de camélidos presentes en otras regiones (e.g., Andes Centrales) es característica y recurrente en las colecciones zooarqueológicas de la cuenca sur del Lago Titicaca (Moore Com. Pers. 2003). Nuestros resultados están en concordancia con los resultados de Moore en Chiripa y otros asentamientos, donde con tamaños de muestras más grandes, un patrón continuo de distribución de medidas osteométricas de camélidos es observado.

Por otra parte, los especimenes analizados demuestran que pertenecieron a especies domesticadas (ya sean llamas y/o alpacas). No obstante, las características intrínsecas del conjunto arqueofaunístico analizado limitaron el empleo de otros indicadores osteométricos para diferenciar las especies de camélidos. De todas formas, tomando en cuenta criterios comparativos morfológicos en relación a especimenes de referencia actuales, es posible afirmar que la gran mayoría de los individuos registrados en la colección arqueofaunística analizada pertenecieron a

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especies domesticadas (i.e., llama y alpaca). Esto es totalmente previsible dadas las circunstancias medioambientales y culturales que prevalecían en la región de estudio durante los períodos en cuestión, como lo demuestran los resultados hallados por otros investigadores en sitios contemporáneos de la Cuenca del Lago Titicaca.

Los estudios tanto de Kent (1982) como los de Moore y sus colaboradores (1999) han encontrado que en general las muestras de Chiripa muestran una mayor proporción de camélidos de forma grande (guanacos y llamas) aunque la presencia de alpacas es significativa. Kent (1982) afirma que existen camélidos domesticados en Chiripa desde el Período Formativo Temprano. Según la identificación realizada por Lémuz (2001, 2002) de especimenes procedentes de cuatro excavaciones de sondeo en cuatro diferentes sitios en la Península de Santiago de Huata y cubriendo un rango temporal desde el Período Formativo Temprano hasta Tiwanaku, prácticamente todos los especimenes de camélidos representados pertenecieron a especies domesticadas.

Webster (1993) basada en los trabajos de Kent (1982) y sobre todo en el de Moore (1989), realizó mediciones del diámetro medio-lateral del húmero distal, del ancho antero-posterior de la cavidad glenoide de la escápula y del diámetro medio-lateral del metatarso proximal de especimenes de camélidos. Aplicando las reglas de decisión de Moore (1989) derivadas del trabajo de Wing (1972) a la colección arqueofaunística de Tiwanaku y otros sitios de su área nuclear, encuentra que para el caso del húmero distal 50% de los especimenes medidos corresponden a individuos de la categoría de camélidos grandes y 50% a los de camélidos pequeños; mientras que para el caso de la escápula, las proporciones de camélidos grandes podrían variar entre 65% y 52% según la regla de decisión que se tome y, finalmente, para el caso del metatarso sugiere que aparentemente el 61% de los especimenes pertenecen al grupo de camélidos grandes (Webster 1993:178-179). Webster al realizar este análisis llama la atención acerca de la reducida muestra empleada así como la necesidad de ampliarla, no obstante en concordancia con sus resultados afirma que los camélidos de tamaño grande fueron los que predominaron en las colecciones que ella analizó. La presencia de camélidos extremadamente grandes en sus muestras correspondientes al Período Formativo Temprano-Medio, permiten a Webster (1993:179) sugerir que los guanacos estuvieron

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presentes, siendo que el resto de los camélidos representados en su muestra probablemente pertenecieron a las especies domesticadas.

Según la frecuencia relativa de MNIs observada en la Tabla 5.4 y la Figura 5.2, a diferencia de los cérvidos, los porcentajes de camélidos claramente se incrementan a través del tiempo. El incremento probablemente correspondió con una frecuencia cada vez menor de las especies de camélidos silvestres. En este sentido, si bien el análisis de mediciones y las comparaciones morfológicas de especimenes de referencia indican sobre todo la presencia de especies domesticadas, es muy probable que la diversidad de especies representada en Iwawi haya incluido camélidos silvestres y por tanto haya sido mayor.

Camélidos silvestres: guanaco y vicuña

En la Tabla 5.5 y la Figura 5.2 también se incluyen las frecuencias relativas de los camélidos excesivamente grandes registrados. Estos individuos podrían corresponder ya sea a guanacos o a llamas grandes. Su cambio a través del tiempo indica que estos individuos fueron más importantes al inicio de la secuencia, perdiendo popularidad con el tiempo. En el caso de tratarse de guanacos, esto evidenciaría que su cacería fue cada vez más reducida, debido al igual que en el caso de los cérvidos a la destrucción de hábitats naturales.

Por el contrario, si estos camélidos fueron llamas grandes, posiblemente se observe un cambio en las características de pastoreo y quizás el énfasis especializado en la crianza de animales de menor tamaño pero con otras ventajas comparativas de acuerdo a los cambiantes intereses de la población (e.g., mejor calidad de fibra o tasas de crecimiento más aceleradas), implicando un proceso de selección de rebaños consciente pero con implicancias a lo largo del tiempo. La introducción de nuevas poblaciones no se descarta en este proceso. Cabe resaltar que las frecuencias para esta categoría en la Figura 5.2, se derivan de la categoría general de camélidos ya que por el momento, no consideramos justificable su separación de ésta.

La vicuña por su parte, resulta bastante rara aunque restos de incisivos de esta especie hallados en Chiripa, sugieren su presencia en los conjuntos de fauna de la región de estudio (Kent 1982:236;

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Moore et al. 1999:109). Igualmente, el guanaco habría estado presente en alguna medida. Lémuz (2001, 2002) no registra ningún espécimen de vicuña ni de guanaco en la Península de Santiago de Huata. Asimismo, deFrance (1997) tampoco menciona el hallazgo de vicuña en sus análisis de sitios pertenecientes a la Península de Copacabana y con relación al guanaco al utilizar incisivos en su identificación, no llega a diferenciarlo de la llama, considerando empero, la posibilidad de que los especimenes representados provengan de especies domesticadas. En nuestro estudio, no hemos podido reconocer ningún espécimen correspondiente a vicuña. Sin embargo, esta especie de haber estado presente en la región, debió haber sido explotada económicamente.

Cérvidos

Durante la realización del análisis de identificación se registró un importante número de especimenes de cérvidos que corresponden al ciervo andino o taruka (Hippocamelus antisensis). Para la fase más temprana de la secuencia (Nivel 8), correspondiente al Período Formativo Temprano (1500-800 a.C.), de acuerdo a los MNIs representados alcanzaron el 40.6% (N=13) de la muestra. Sin embargo, consideramos que esta cifra es muy elevada y que probablemente el porcentaje sea mucho menor. Una prueba de esto último es la frecuencia para el Nivel 7 correspondiente al Período Formativo Medio (800-200 a.C.), donde alcanzan el 15.4% (N=8) que aún consideramos como una cifra muy elevada. Agrupando estos dos niveles tenemos que el porcentaje total de cérvidos se estabiliza en 25%. En el Nivel 6, la cifra sigue siendo alta y corresponde a 10.2% (N=6). Durante el Nivel 5, el porcentaje de 23.1% (N=3) es muy elevado debido a que la muestra es muy pequeña (8 loci). Para las fases Tiwanaku, donde nuestros registros son más precisos, tenemos que el porcentaje de cérvidos es inicialmente de 4.6% (N=6), pasando luego a 4.9% (N=4) y terminando en 1.2% (N=1). Como se explicó anteriormente, los niveles superiores (1 y 2) corresponden a eventos disturbados por procesos pos-deposicionales y por tanto no otorgamos mucha importancia a los resultados de su análisis. La frecuencia de cérvidos a lo largo de la secuencia de Iwawi no deja de ser interesante como se observa en la Figura 5.2.

El cambio indicado en la Tabla 5.5 y la Figura 5.2 sugiere la reducción progresiva de los especimenes de cérvidos a lo largo del tiempo. Una prueba G, evidenció que la secuencia de

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cambio de los cérvidos es significativa a través del tiempo (G=27.51 P
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