Ensayo Sociología Educación Francisco Márquez

October 3, 2017 | Autor: Francisco Márquez | Categoría: Sociology of Education
Share Embed


Descripción

Educación continua. Ni funcionalista ni reproductiva.
Francisco Márquez Vázquez

«Mientras las sociedades permanezcan estables,
sus principios son subjetivamente adecuados»
Bertrand Rusell

Introito.

Cuando Xavier Bonal advierte en la Introducción de su libro que pretende realizar sociología de la sociología de la educación, me pareció que era justo una óptica que me hubiera gustado afrontar, porque si bien se revisan teorías y autores de la corriente funcionalista de la sociología de la educación y sus respectivas contracorrientes —así como en el multiculturalismo de Torres y en las bases sociales del gusto de Bourdieu—, los apuntes invariablemente giran en torno a la educación o a la escuela, en su condición formal.
En la actualidad, y más allá de lo que se consume como educación extraescolar, existe una condición educativa que absurda y desafortunadamente se le encasilla dentro de la informalidad, pero que en realidad es lo que originalmente ocurría con los aprendices de oficios y cada vez más se precisa de ella para lo que se llega a suponer como actualización: la educación continua.
Ahora ya ha entrado en la condición credencialista de Collins, pues las Instituciones de Educación Superior (IES) expiden diplomas que avalan un determinado valor curricular, o al menos la garantía de contar con la competencia en turno. Sin embargo, permanece fuera de lo que se concibe como educación formal, por un lado, y por otro, cada día cobra una dimensión mayor en la realidad del común de la gente como una necesidad social, oculta, invisible porque si acaso se llega a ver, es de reojo. Sin embargo, va penetrando silenciosa y expansivamente, como la humedad. Y si la sociología de la educación se interesa por lo que acontece con los individuos, en cuanto a posiciones sociales, interacción y oportunidades vitales, además de la integración de la multiculturalidad, o el desarrollo del gusto en las artes, bien podría prestar alguna visión a este ejercicio arrumbado por su aparente banalidad.


El hilo de la madeja.

Todo parece empezar por un proyecto global de la unesco, durante la Conferencia Mundial de Educación Superior de 1998 (unesco,1998), la educación permanente para todos. De hecho, hace apenas seis años, la propia unesco señaló que se debe «…facilitar a todos los adultos un acceso equitativo a la educación permanente» (unesco, 2005).
Fuera de una orientación enciclopedista porque la ilustración resulta insuficiente, es interesante la visión que se otorga a esta educación «informal»: «el desarrollo personal y cultural, que es el que da sentido a la existencia de cada individuo; el desarrollo social, que se refiere al lugar ocupado en una comunidad, la ciudadanía, la participación política y la sociabilidad; y el desarrollo profesional, que guarda relación con el empleo no precario y de calidad, vínculo con la producción, la satisfacción profesional y el bienestar material» (unesco, 2005). Si esto llega a estar fuera de la sociología de la educación, entonces podemos empezar a suponer la marginación. Lejos está de ser gratuito el orden que refiere la unesco para esto, el desarrollo personal y cultural primero, después social, para tener elementos que permitan conducirse en el contexto y enseguida, el desarrollo profesional, como si de la pirámide de necesidades de Maslow se tratara.


Las definiciones, tan inútiles, tan necesarias.

La educación continua ha ido acumulando atribuciones conforme opera, cual cajón de sastre. Es frecuente que se le confunda con modalidades como la educación a distancia y con la abierta. Por si esto fuera insuficiente, también sufre de trastorno de identidad disociativo (o de personalidad múltiple como le llamaban anteriormente), con el menaje nominativo que le han impuesto, entre los nombres más comunes se encuentran: Programas de actualización, cursos extracurriculares, programas de extensión, programas de perfeccionamiento, formación continuada, educación no reglada, formación de posgrado, masters, extensión, educación no formal, capacitación, educación para el trabajo, educación permanente dirigida al público en general y sin requerimientos de grado académico o formación antecedente. Similar a la educación recurrente para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (unesco, 1997), al tratar de procesos educativos organizados, al margen de contenidos, nivel, normatividad, método, dimensión curricular, destinada a personas adultas interesadas en mejorar su cualificación técnica o profesional, para: Completar un nivel de educación formal; Adquirir conocimientos y destrezas en un nuevo sector; y Refrescar o actualizar los conocimientos en un sector específico. Esta indefinición o multifuncionalidad es ejemplo de la segregación que ocurre con la educación continua respecto a la educación denominada «formal». A pesar incluso de que se trata justamente de una alternativa educativa que promueve realmente la equidad, al tratarse de un ejercicio incluyente, donde ocurre de hecho la pluralidad cultural y el multiculturalismo vigente, sin ambigüedades.
De cada accidente con la educación continua van surgiendo intentos de definición que escarban y hurgan entre lo que acontece en el momento, como una moda, y surgen definiciones que llegan incluso a ser diversas para abordar generalidades excluyentes. De todo lo anterior, lo único seguro es que resulta relevante en la medida que genera recursos adicionales para las Instituciones de Educación Superior (ies), que se reportan dentro de los ingresos propios, sin créditos de autoría, pero su principal característica si se realizara un análisis sobre los recursos que ingresa, es que resulta autofinanciable. Paradójico.
Otra circunstancia que le favorece en la actualidad es que la evidente dinámica de la sociedad, alienta un aprendizaje constante, por lo cual se requiere de acciones para la compensación y actualización de conocimientos y habilidades que permitan la incorporación y participación en el ámbito social. Esto ha obligado a las ies a identificar, definir, promover y compartir el conocimiento de frontera (estado del arte, le llaman), mediante actualizaciones inmediatas para el perfeccionamiento de los egresados. Presumo que pronto será posible observar el nuevo rol de la educación superior, en la educación continua, más allá de lo que podría asumir Theodore Schultz con su teoría del capital humano, sin que se trate tampoco de ninguna educación compensatoria como la que refería Bernstein para indemnizar el déficit cultural familiar.


La paradoja de la concepción institucional y la operación social.

Las acepciones sobre educación continua resultan disminuidas bajo la lente de la Clasificación Internacional Normalizada de la Educación (cine), formulada por la propia unesco (unesco, 2006). Esta clasificación señala que la educación formal consiste en aquella que es «…impartida en el sistema de escuelas, facultades, universidades y demás instituciones de educación formal que constituyen una escalera de educación de tiempo completo para niños y jóvenes, que suele comenzar entre los cinco y siete años y continuar hasta los 20 ó 25…». Aunque no es tema de este ensayo, ya resulta impugnable establecer el límite de edad para ser objeto de educación formal. En tanto, dentro de la educación no formal —se puede sumar sin recato alguno el término informal— ubica a los «…programas de alfabetización de adultos, educación básica para niños no escolarizados, formación práctica, capacitación laboral y cultura general…». Temo advertir que resultaría un insulto para la población objetivo de estos programas, enterarles que los dominios con los que han mejorado su perfil personal, académico o profesional, es meramente informal, o no formal, como mejor acomode. Aunque cabe la probabilidad de que ante la sensación y los resultados de su formación, terminen por suponer esta apelación como una cuestión inane. El caso es que los programas de atención para las personas señaladas resultan de un trabajo sistematizado, aún cuando fuera muy breve como el método exprés para alfabetizar, o bien simplemente para aprender a redactar —si alguna vez nos ocupáramos de ello.
En este menaje destaca la definición que la propia cine da a un programa educativo como el «…conjunto o secuencia de actividades educativas organizadas para lograr un objetivo predeterminado, es decir, un conjunto específico de tareas educativas». Para este efecto, un ejemplo de objetivo lo conciben como «…la preparación para estudios más avanzados, la calificación para un oficio o conjunto de oficios, o bien sencillamente el aumento de conocimientos y de comprensión». Que resulta paradójico es evidente. Luego entonces si se cumplen las condiciones de objetivo y programa, se podría considerar dentro de la élite de la educación formal.
Podría parecer holgado el análisis anterior, pero en absoluto, ante un esquema educativo que debe ser objeto de toda la formalidad que demanda el ejercicio de competencias reales e inmediatas ante la actual (aunque para nosotros continúe siendo futura) sociedad del conocimiento y la información.
Toda vez que la educación continua es aparentemente ajena a la estructura piramidal de la educación formal, por una supuesta ausencia de programas orientados a un aprendizaje progresivo, la cine la ubica dentro de la Educación No Formal, empero, acceder a las mejores prácticas de la formación profesional y a los recovecos de la axiología humanista, requiere de toda la formalidad de un programa completo con objetivos. Resulta entonces absurda, incluso vejatoria, tal calificación. Hasta los procesadores de texto electrónicos objetan la palabra continua sin acento.
Pero no podemos suponerlo de otra manera cuando el organismo que originalmente se tendría que ocupar de bregar por la educación continua —la Asociación Mexicana de Educación Continua (amec)— se suma al demérito conceptual, al identificarla como «…una actividad ubicada fuera del sistema de educación formal con opciones educativas actualizadas…que propicie el crecimiento integral y armónico de la sociedad mexicana» (Ortiz, 2009). La concepción vuelve a colocar en el departamento de remates de segunda a la educación continua. Se trata de programas con toda la formalidad que merece un adulto para mejorar o actualizar su desempeño personal o profesional, y potencialmente ávido por ejercer el aprendizaje continuado por la vida, para uno mismo y para la sociedad. Es recuperar y encomiar de los griegos aquél concepto tan confundido y escasamente difundido en la actualidad, a propósito de los expertos en competencias: la paresia, término con riesgo de extravío bajo la visión médica de parálisis facial, pero que en la antigua educación griega refería el hecho de ejercer con el ejemplo. Algo complicado, por cierto, en la soberbia, porque para ejercer el aprendizaje la primera condición es, asumir la voluntad de la templanza, de la humildad.
A fin de cuentas, la educación continua se puede asumir como una estrategia para la actualización profesional, para la capitalización de servicios educativos, o, en paralelo a la educación permanente, para el fortalecimiento del aprendizaje a lo largo de toda la vida, para mejorar la calidad de vida personal, sin apremios de trepar en la escala ni de reproducir sistema opresivo o marginal alguno.


Lo que advierten las tendencias demográficas.

Uno podría suponer demasiado interés por una alternativa que poco futuro tiene, cuando varias generaciones esperan por su educación formal para la vida profesional, pero si revisamos un poco lo que viene ocurriendo con la inexistente pirámide poblacional, podremos identificar entonces la prioridad que puede empezar a tomar la educación continua en un futuro mediato para el común de la sociedad.
El extraordinario número de nacimientos que aconteció entre 1946 y 1964 (los más jóvenes hoy tendrían 36 años), dio lugar a los «baby boomers», quienes al alcanzar los 65 años (los de mayor edad, durante el año pasado, 2010), estarán en condiciones de jubilarse, lo cual junto a la disminución del índice de fertilidad, impactarán en el decrecimiento de la fuerza laboral. Fenómeno al que se acercan rápidamente Estados Unidos y Cánada.
Esta condición provocará un incremento en la demanda de los servicios de salud. Y el cambio en la población provocará cambios en el tamaño y composición demográfica de la fuerza de trabajo.
México mostrará esta dependencia de los adultos mayores entre 2030 y 2050. La ventaja en nuestro país radica en el aprovechamiento del bono demográfico, siempre y cuando se enfatice el desarrollo del potencial humano, para incrementar la capacidad y la productividad de la mano de obra, previo al envejecimiento de la población.
Qué alternativa se tiene entonces para atender a la sociedad que envejece pero que pretende mejorar su calidad de vida, al margen de la reproducción de las diferencias sociales que puede estar enfatizando la escuela y la educación en general. La respuesta se acomoda en la educación continua.


La realidad social.

La educación continua se ha enclaustrado institucionalmente en un dirigible sin rumbo, sin forma, sin tono, sin normas, sin peso, pero con un gran viento a favor que parece invisible a la estructura orgánica. Ante estos escenarios, cualquier diagnóstico resulta apenas legible en la utilidad, porque se atora invariablemente en procesos, recursos y organigramas que poco aportan a la necesidad real de la educación continua para la sociedad. Es curioso, pero como todos los sistemas (Huguet, 1994) el de la educación continua se aferra a autoalimentarse con el «crecimiento» endógeno, que cultiva en la «formación y actualización docente y administrativa», reiterativa, tautológica y consecuentemente útil en el menor de los grados. Esto en virtud de la carencia común de un plan y estrategias para alcanzar y mantener una formación vigente y efectiva.
Desde el informe Delors (1996) está claro que en la educación para la vida, la educación continua es bastión fundamental de cualquier sociedad que pretende mejorar la calidad de vida de su población y el desarrollo propio y que, aunado a esto, es ineluctable que se deberá recurrir a las tic para que la educación continua tenga un impacto real en la población, la cual se ha mediatizado de forma más despabilada que la propia educación.


Si bien, un epílogo.

Puede ser un sueño, una utopía, pero la utopía es algo que solamente todavía no ocurre, como utópico pudo ser que un modesto linotipista con afanes de electrónica y vocación de líder, mi padre, llegara a ser el contralor de una gran compañía hotelera. De no haber sido por su empeño para cursar educación continua a distancia, entonces sí, utopía. O lo que los irresolutos llaman utopías. Pero sin códigos lingüísticos, ni credencial alguna, ni intención de reproducir esquema alguno, lo que importó ahí fue apropiarse de la realidad, como tendríamos que hacer para contar con una educación que permitiera la paz utópica.


Referencias.

Bonal, Xavier (1998): Sociología de la educación. Una aproximación crítica a las corrientes contemporáneas. Ed. Paidos. Barcelona 1998.

Bourdieu, Pierre (1979): La distinción. Criterios y bases sociales del gusto. Ed. Taurus. España, 1979

Delors, Jacques, et al (1996). La Educación Encierra un Tesoro. Informe a la unesco de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI. Ediciones unesco. 1996. Consultado el 14 de octubre de 2011 en: http://unesdoc.unesco.org/images/0010/001095/109590So.pdf

Gago Huguet, Antonio (1994). Modelos de sistematización del proceso de enseñanza-aprendizaje. Ed. Trillas: anuies, 1977 (reimp. 1994). México, 1994

Observatorio Laboral de la Secretaría del Trabajo y de la Previsión Social del Gobierno Federal. ¿Cómo se espera que sea el trabajo en el futuro? Consultado el 23 de octubre de 2011 en: http://www.observatoriolaboral.gob.mx/wb/ola/ola_como_se_espera_que_sea_el_trabajo_en_el_futuro?page=1

Ortiz Uribe, Frida Gisela (2009) La educación continua por medio de los diplomados y su efecto reproductor en los sectores de bienes y servicios. Consultado el 19 de octubre de 2011 en http://www.posgrado.unam.mx/servicios/productos/omnia/anteriores/32/14.pdf

Torres, Carlos Alberto (2007): Democracia, Educación y multiculturalismo. Ed. Siglo XXI. México, 2007.

unesco (2006) Clasificación Internacional Normalizada de la Educación 1997. Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Mayo, 2006. Consultado el 12 octubre de 2011 en: http://portal.unesco.org/geography/es/ev.php-URL_ID=8753&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html

unesco (2008) Normas unesco sobre Competencias en tic para Docentes Creado el 18 de marzo de 2008 y consultado el 20 de octubre de 2011 en: http://www.oei.es/tic/normas-tic-marco-politicas.pdf



En mi humilde opinión, el mejor de los tres libros revisados.
Curiosamente, la educación continua, sin que se trate precisamente de la educación permanente, ata los dos extremos referidos. Por un lado busca fomentar el desarrollo personal y cultural, paralelamente a la actualización profesional y de esta manera cierra un circuito cada ocasión que brinda un servicio.
Es casi hasta una calumnia este tipo de denominaciones. Cómo puede ser esto de no reglada, o sin reglas, o sea una entropía (para decirlo educadamente); o la que está enseguida de no formal, o informal.



Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.