Ensayo sobre la filosofía de Merleau-Ponty y la fenomenología del cuerpo

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Descripción



UMSNH
Facultad de Filosofía "Samuel Ramos"
Seminario de Filosofía: Fenomenología
Profesor: Alberto García Salgado
Alumna: Metzli Celeste Zarco Campos

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Para revisar los planteamientos sobre la conciencia marcados por el filósofo Merleau-Ponty es imprescindible acotar ciertos elementos de la fenomenología husserliana de los que toma el precedente para elaborar una teoría y una visión estupenda acerca de la percepción, preponderantemente. Empezaremos diciendo que la fenomenología busca constituirse como una ciencia apriorística, esto es que trata de determinar las estructuras o formas de la experiencia basadas en la percepción como elemento universal e inmediato. El método que sigue para tales efectos es el análisis de la experiencia, método fenomenológico por excelencia enfocado en las vivencias presentes que determinan las formas de aparición de un objeto dado como actos intencionales.
¿Cómo se explica la intencionalidad de un acto? Lo que para Husserl es la fenomenología como método epistemológico, y lo que la distingue de la psicología descriptiva de Brentano es la intencionalidad como característica a priori y trascendental. Es decir que la estructura de intencionalidad frente al objeto es lo que constituye el tema y posibilidad de una ciencia universal fenomenológica. Este punto habrá de explicarse de manera mucho más amplia cuando se toque el tema de la carnalidad o corporalidad en Merleau-Ponty, por el momento sólo es necesario distinguir algunos de los principales elementos de la fenomenología husserliana que tienen relevancia o están implícitos en la merleaupontiana.
A esa estructura intencional de la fenomenología se le opone la actitud natural como forma no reflexiva e inmediata del transcurrir de la experiencia que da por sentado algunos fenómenos como no-existentes y a estos supuestos no existentes los considera como datos útiles para la adquisición de su conocimiento. La fenomenología es para Husserl un análisis de lo existente que parte de un 'yo' como centro o entorno en el que se ejecutan diversas acciones (percepciones, deseos, voliciones, fantasías, recuerdos, expectativas etc.) La fenomenología parte de su intento por dar respuesta cabal a la pregunta «¿cómo es posible el objeto x?» o sea que la fenomenología es el método que responde a la pregunta por la dirección y el alcance de la conciencia en el acto de conocimiento dirigido hacia un objeto en particular, y también puede entenderse como la pregunta por la posibilidad de que la inmanencia (el 'yo' de la conciencia) se supere en la trascendencia (los otros/lo otro).
Así pues, la fenomenología opera como método de conocimiento para el sujeto porque estructura todas sus vivencias fenoménicas en un acto de correspondencia intencional entre el acto de percepción del sujeto y el objeto percibido que se dirige a él de una forma no desentrañada por completo. Éste es entonces el sentido de la descripción del "cómo" de la experiencia que da origen a las tres reducciones ya conocidas (eidética, fenomenológica y trascendental). La fenomenología no se pregunta nunca por el origen del objeto ni de la conciencia sino por la aparición del objeto ante ella, por su darse en el presente. El "alargamiento" que lleva a cabo la conciencia como hilo conductor hacia el objeto se conoce como noesis, y el contenido de tal alargamiento, que se halla en el mundo se conoce como noema. Ambos constituyen los actos noemáticos o de pensamiento. Es por eso que la fenomenología rechaza la postura sustancialista de los objetos, pues más bien sostiene que la conciencia aparece siempre como correlativa a su objeto y éstos como correlativos a ella.
Asimismo Husserl declara que no podemos elegir depositar o no valores en los objetos y sujetos que nos rodean, ya que nos regimos a partir de este principio casi de manera apriorística en tanto que todos ellos son susceptibles de ser partícipes en los actos de nuestra propia conciencia, entre los que se incluyen los actos afectivos y valorativos además de los de conocimiento. Esta creación de valores formados a partir de sujetos reales en contacto con los "objetos-para-un-sujeto" es lo que determina la creación de COMUNIDADES HUMANAS. Esto para Merleau-Ponty va a ser crucial, pues es precisamente lo que arroja su investigación sobre la percepción y el fenómeno de la empatía: la conciencia propia y el reconocimiento de la alteridad.








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Existen dos tipos de elaboración de las descripciones fenomenológicas: una de ellas es la fenomenología estática, y la otra es la fenomenología genética. La primera es de orden meramente descriptivo (descripción de las presencias) y la segunda tiene un carácter temporal (quizá persecución de las esencias). Merleau-Ponty realiza una especie de síntesis entre ambos tipos de descripciones; pues si bien parte de las sensaciones para elaborar cautelosamente su teoría acerca de la percepción como fenómeno de"aprehensión del existente", también incluye descripciones en tono de rememoraciones para explicar la inteligencia y operatividad del schème corporel.
Merleau-Ponty nos habla del cuerpo como primer "producto cultural", así como de las formas que tenemos al hablar y que insinúan designaciones colectivas en partículas pronominales reflexivas como el 'se' del español y del francés, el cual indica precisamente una acción sobre el propio cuerpo o sobre la misma persona. De este fondo 'natural' del mundo cultural parte la constitución del campo del otro como 'otro-YO' más allá de lo meramente empírico, pues abraza también sus intenciones, pensamientos y proyectos.
Pero esta constitución no es para la conciencia algo tan inmediato, aunque sí para el esquema corporal.
En la conciencia, la razón reconoce sólo dos modos de 'ser existente': siendo un «en sí» (objeto del mundo dotado de un interior inextinguible) o un «para sí» (conciencia del mundo que puede darse a través de varios momentos). ¿Cómo distinguir lo pensado del que lo piensa? El 'otro' exige que se le reconozca como parte del mismo mundo, dotado de las mismas capacidades y afecciones pero al mismo tiempo exige que se le reconozca como autónomo en cuanto a la plenitud de su conciencia. Cada sujeto exige una operación casi contradictoria por parte de las otras conciencias, y si lo pensamos bien, también lo confronta con la suya. Pero esto se encuentra situado en el plano del pensamiento objetivo, de la conciencia objetiva (u objetivista). Para Merleau-Ponty el mundo no es lo que pienso, sino lo que vivo. Nos encontramos abiertos al mundo y nos comunicamos indisputablemente con él y con todo lo que en él existe pero no lo poseemos, él es inagotable.
Ahí radica la facticidad del mundo que tanto Merleau-Ponty como Husserl reconocen como elemento primordial para comprender al hombre en su relación con el mundo. Y puesto que no hay "un mundo" sino que hay "el mundo", lo que hace que el mundo sea tal para un sujeto es su misma facticidad, es decir: la multiplicidad del mundo es lo que constituye la facticidad del cogito, lo que no es en él un defecto (o algo impensable como para el racionalismo clásico) sino aquello que me da la certidumbre de mi propia existencia.
De otra manera, estaríamos fundando cualquier existencia meramente posible o imaginable sobre lo real. Y nunca podemos dar cuenta de eso que llamamos 'realidad'. El mundo es múltiple y se constituye mediante hechos ('faktum'), mas no sólo mediante hechos, sino mediante los pensamientos que las vivencias de tales hechos originen en nuestra conciencia. Asimismo podemos analogar a esta relación del sujeto con el mundo con la forma de un "interior" y un "exterior" que se confunden, como pasa en la relación entre alma y cuerpo, que corresponde a la figura del encabalgamiento quiasmático que se produce entre aquello que es para otro algo complementariamente diferente a él.

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Ahora bien, según Merleau-Ponty la perspectiva es nuestro primer contacto con la relación sujeto-mundo, y la percepción, siendo el más universal de los fenómenos, no constituye ninguna verdad para los objetos sino que únicamente es gracias a ella que tenemos la posibilidad de tener "alguna inherencia en las cosas". Tampoco es la conciencia quien constituye el "ser del mundo" según Merleau-Ponty, sino que a ésta hay que concebirla siempre como conciencia perceptiva, es decir sujeta a un comportamiento y a una espacialidad definida. El aparato cognoscente es el propio cuerpo.
En el fenómeno de la EMPATÍA no se actúa razonando por analogía, puesto que nos identificamos con las demás conciencias encarnadas aún antes de percatarnos de que nosotros mismos somos también una de ellas, tal como sucede con los bebés recién nacidos, quienes son capaces de "percibir sus [mis][propias] intenciones [dentro] de su cuerpo, mi cuerpo como el suyo, y, por ende, [efectuar] mis intenciones en su cuerpo" (F. P., El otro y el mundo humano, pp. 307) al realizar instintivamente una imitación. También Husserl admite que la empatía no se encuentra atravesada por ningún juicio de carácter deductivo que otorgue el reconocimiento a un otro como conciencia sino que se trata de un acto de "naturaleza específica" el asignar a un cuerpo ajeno además de vivencias, su propio 'yo'.
Se trata de un cuerpo propio externo igualmente perceptible que el mío y que se encuentra en un mismo entorno con el mío, aunque cada uno de los cuales se capta a sí mismo y a los objetos que lo circundan de manera diferenciada (por su propia espacialidad). La empatía no es en sentido estricto un "ponerse en lugar de" ya que ocupar el lugar de otro o siquiera imaginarlo es totalmente imposible. Se trata, según Husserl, de una 'representación vivencial'.
En Merleau-Ponty la EMPATÍA es la percepción de un cuerpo propio (ajeno) que se mueve, que en ese movimiento expresa su subjetividad y aunque ésta no es objeto de percepción, en el acto de la empatía un "otro" se da al yo como conciencia mediante una apercepción inmediata. La empatía es un acto corporal, no un acto racional, en el que la conciencia se reconoce a través de un yo también corpóreo. El cuerpo del otro nunca es visto como objeto, pero es necesario reconocer en uno mismo un sujeto prepersonal (el cuerpo) y un espacio neutro (la percepción) para que ambos entablen su correspondencia y puedan tener lugar por separado aunque habiten el mismo entorno.
La percepción, por tanto, rebasa cualquier otra preponderancia o dualidad. Del CUERPO como 'sujeto impersonal de la percepción' a la 'generalización ontológica del cuerpo' sólo le falta un elemento más: la carne o la sensibilidad en sí.
Ya que ésta no es materia ni espíritu, sujeto ni objeto. Es la principal categoría que se deduce de la filosofía merleaupontiana como constitutiva del mundo humano y también del no-humano. La sensibilidad como primer elemento de toda existencia, todo pensamiento y acto es lo que funda al ser como tal.

El quiasmo siempre porta algo más que la mera reunión de dos elementos previos. El cuerpo asegura nuestra unidad. Así es como podemos conocer a un otro. "Una vez puesto el otro, una vez que la mirada del otro se pone sobre mí insertándome en su campo, me ha despojado de una parte de mi ser, y se comprende que no la pueda recuperar sino iniciando relaciones con el otro, haciéndome reconocer libremente por él. Y mi libertad exige para los otros la misma libertad" (F.P., El otro y el mundo humano, pp. 393).
El verdadero trascendental, dice Merleau-Ponty es la ambigüedad de las contradicciones fundamentales que posibilitan el conocimiento.


Bibliografía
Alloa, Emmanuel, La carne, diacrítico encarnado, Université Paris 1, Panthèon-Sorbonne, trad. Mariana Larison.
Merleau-Ponty, Maurice, Fenomenología de la percepción, cap. iii, La espacialidad del cuerpo propio y la motricidad y cap. iv, El otro y el mundo humano.
Merleau-Ponty, Maurice, La estructura del comportamiento, cap. iv Las relaciones entre el alma y el cuerpo y el problema de la conciencia perceptiva.
Merleau-Ponty, Maurice, El filósofo y su sombra, artículo dedicado a E. Husserl.
Husserl, Edmund, Ideas II, cap. iv "La constitución de la realidad anímica en la empatía", Alianza Editorial, 1994.
Ramírez, Mario Teodoro, El pliegue y el quiasmo. Merleau-Ponty y Gilles Deleuze, art. en revista electrónica Eikasia, mayo 2013.




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