Ensayo sobre El oficio del científico – Pierre Bourdieu

August 10, 2017 | Autor: Antonio Cortez | Categoría: Filosofía, Teoría del conocimiento
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Descripción

El oficio del científico – Pierre Bourdieu

Responsable: Antonio Cortez Gómez Viernes 23 de Marzo 2012.-


Este texto brinda instrumentos de conocimiento que puedan volverse contra el sujeto del conocimiento, no para destruir o desacreditar el conocimiento científico, sino para controlarlo o reforzarlo. Y es con esa idea que problematiza diversas tendencias que giran en torno a las ciencias (especialmente a las sociales) y a la actividad propia de los científicos.
No comparte el enfoque de Robert Merton respecto a la sociología de la ciencia que la toma no como una sociología del conocimiento, sino como una sociología de investigadores desde una perspectiva estructural-funcionalista, reduciendo la institución científica a un sistema de recompensas donde se brindan reconocimientos y estímulos a aquellos que han realizado unas contribuciones auténticamente originales al acervo común de conocimiento; pero Merton no sólo a destaca esa directriz, además incorpora la necesidad de los grandes productores que publican las investigaciones más importantes, y el sistema de recompensa actúa de manera estimulante para que los investigadores creadores sean productivos y para que los investigadores menos creadores se encaminen hacia otras vías; tal perspectiva es criticada por Bourdieu en el sentido que refiriéndonos a materia de productividad científica y equidad en la evaluación, se tendría que verificar si son realmente funcionales y para quién…
La publicidad real de la ciencia, es en todo caso, nublada por poseer las ciencias sociales infiltración de los políticos , al afirmar que los objetos científicos no sólo son fabricados técnicamente en los laboratorios, sino que también son construidos de manera inseparablemente simbólica y política mediante unas técnicas literarias de persuasión determinadas , y de ahí vemos que mejores científicos descartan los resultados desfavorables como aberraciones que hacen desaparecer de los informes oficiales y transforman a veces experiencias equívocas en resultados decisivos o modifican el orden en el que las experiencias han sido realizadas y que todos se doblegan a las estrategias retóricas comunes que se imponen en el paso de los apuntes privados. Así, se tiene que el lenguaje utilizado por el científico es matizado o contrario a lo que fue producto en su verificación metódica de una determinada realidad con lo que se pone de manifiesto, generando una doble verdad, consistente en la verificada versus la publicada.
El campo de estudio o laboratorio del científico consiste en un espacio que deriva de otros espacios de disciplinas, que en todo caso, forman parte de la experiencia que posee el científico sobre los mismos, de tal manera que no se puede ver un científico aislado de un entorno social aproximado y relacionado con las lógicas sociales sujetas a exploración. Además, cada acto científico es, al igual que cualquier otra práctica, el producto del encuentro entre dos historias, una historia incorporada en forma de disposiciones y una historia objetivada en la propia estructura del campo y en los objetivos técnicos basadas en textos.
Otro componente del científico se encuentra en la práctica, situación que es poco vista por los científicos, pero, en realidad, para desarrollarla es preciso poner en juego mucha competencia técnica, mucha más, que para comprende una teoría. Esto porque el campo científico es, al igual que otros campos, el lugar de prácticas lógicas, pero con la diferencia que el habitus científico es una teoría realizada e incorporada.
En el campo científico, los agentes generadores (es decir los científicos) tienen en común unas cuantas cosas que, desde un determinado punto de vista, los unen y, desde otro, los separan, los dividen, los enfrentan: ello ocurre en sus objetivos, incluso los más nobles, como descubrir la verdad o combatir el error, así como con todo lo que determina y hace posible la competición, como una cultura común, que también es un arma en la lucha científica.
Por último, es importante hacernos la pregunta ¿Existen relaciones de fuerza científica en las relaciones de conocimiento y de comunicación? Por supuesto, y ahí adquiere protagonismo el concepto de capital científico que consiste en un conjunto de pertenencias que son el producto de actos de conocimiento y de reconocimiento realizados por unos agentes introducidos en el campo científico y dotados por ello de unas categorías de percepción específicas que les permiten establecer las diferencias pertinentes, de acuerdo con el principio de pertinencia aplicado al campo científico. Y esto genera que el esfuerzo del científico se pondere mediante una aportación distintiva a merced de quien lo evalúa o genera su producción y no en consonancia a la posible ética del científico.

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