Ensayo Asignatura Evaluación Psicológica Cognitiva, Ps. Fernando Fuentes

 Ensayo Asignatura Evaluación Psicológica Cognitiva, Ps. Fernando Fuentes. Ebns

Julio, 2014

Soy un número, soy un puntaje ¿Es esto lo que quiero ser?

“Todos somos unos genios. Pero si juzgas a un pez por su habilidad de escalar un árbol, vivirá su vida entera creyendo que es estúpido. – Albert Einstein.” Desde que somos muy pequeños nos han dividido. Han creado fisuras entre nosotros, nos han hecho creer que no valemos por lo que somos, y nos han mostrado la competencia como medio de sobrevivencia. Hemos sido números. Números altos que nos convertían automáticamente en personas más capaces, más talentosas, y con mayor futuro. Y números bajos, que frustraban nuestros sueños y nos volvían limitados ante una sociedad que esperaba más de nosotros. Este, es un claro reflejo del concepto de inteligencia que hemos integrado casi inconscientemente, en nuestros procesadores mentales. Hoy por hoy, pese a los avances logrados en este campo, seguimos guiándonos por un paradigma reduccionista, positivista, y arbitrario de inteligencia. En cuanto al proceso evaluativo propiamente tal, sucede algo similar. En lenguaje técnico, es común que los términos de coeficiente intelectual se vinculen a los niños en términos de bajo, por sobre el promedio o altos, ligando esta variable a decisiones de índole trascendental como por ejemplo, a que establecimiento educacional puede o no ingresar un niño. Lo que falta aún por asumir es la carga personal, afectiva, y social que conlleva este tipo de clasificaciones, cual es el sustento teórico o la mirada de mundo a la base de estas creencias. Me permitiré cuestionar entonces ¿Cuál es el sentido de medir inteligencia? Pues triste o no, no logro hallar más que un sinsentido profundo en este método evaluativo. Y es que estamos ante un proceso de segregación, donde vinculamos ciertos conocimientos y habilidades a un puntaje que define, determina y etiqueta a una persona. Me alarma aún más mirar este panorama en niños, quienes están mucho más propensos a asumir este etiquetaje e integrarlo como elemento limitante de su desarrollo integral como ser humano. Me cuestiono nuevamente ¿Es esto lo que queremos como sociedad? Las causas de estas diferencias son múltiples, y las explicaré conforme a todo aquello me vaya haciendo sentido, incluyendo experiencias propias de la vivencia de aplicación del Test WISC de Inteligencia. Por un lado, nos encontramos ante un modelo que no toma en cuenta las variedades del contexto. Un contexto que puede significar un verdadero cambio en el sujeto abordando diferentes formas de lenguajear, así como también distintas maneras de actuar, de ver el mundo. Por tanto, quiérase o no, una evaluación que mida inteligencia que pretenda ser objetiva cae en un grueso error, al ser etnocéntrica, y no considerar las variedades de las diferentes culturas.

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Julio, 2014

Más grave sería la situación en que una deprivación cultural se encuentre a la base de peores resultados. Considerar a priori que todas las personas evaluadas parten del mismo punto es un error. Cada uno de nosotros posee diferentes experiencias vitales, las que no se condicen siempre con la edad. En un Chile donde predomina la exclusión, y las diferencias abismales en los resultados de las pruebas SIMCE y PSU según estrato socioeconómico, existirá un importante porcentaje de la población que antes de la misma aplicación, ya se encuentre en clara desventaja ante esta. Otro instrumento más, que es propenso a las injusticias del sistema. En este mismo sentido, creo que la prueba realizada como paso práctico, WISC, carece de actualizaciones adecuadas, en especial considerando la época de revolución tecnológica que estamos viviendo. En un flashback de la aplicación de la prueba, recuerdo una de las figuras incluidas en una subprueba, que correspondía a un teléfono alámbrico de los clásicos, y que siendo honestos los niños de hoy ya no conocen. Esta es una pequeña muestra del tipo de conocimiento que estamos reproduciendo, y que se limita a objetos que muy rápidamente desaparecen y son reemplazados inmediatamente por otros a una velocidad que estas estandarizaciones y revisiones de Test no permiten abordar. No sería un error entonces, que el niño o niña no reconozca un objeto o partes de él, si nunca ha tenido conocimiento de este mismo. Además, esta prueba es claramente selectiva en cuanto a las inteligencias que se pretenden medir, destacando solo las habilidades verbales, matemáticas y ejecutivas, y descartando una variedad de inteligencias que son tan valiosas como las nombradas. Si nos tomamos de Gardner, observaremos que esta prueba cuenta con un vacío en habilidades como la inteligencia de tipo musical, interpersonal, intrapersonal, naturalista, entre otras. Así también si comparamos la inteligencia que mide este test, con los tres tipos de inteligencia propuestos por Sternberg, también hallaremos diferencias abismales. Recordemos que para este autor, la inteligencia es la capacidad de adaptación del individuo a los diferentes cambios en su vida compuestos por factores analíticos, creativos y prácticos. Desde esta perspectiva, me parece absurdo que una prueba de laboratorio que depende en exceso de las condiciones ambientales adecuadas (como un ambiente agradable o la luz adecuada), y que en su mayoría concede importancia a los conocimientos adquiridos con responsabilidad en entes institucionales, pretenda medir la capacidad de una persona de sobrevivencia en diferentes contextos. El CI por tanto, se corresponde solamente con una definición de inteligencia limitada y unifactorial. Asociado a este punto, me parece que existe gran dificultad al momento de entregar la información de esta prueba. Creo que, si los resultados no son favorables o lo normativamente esperable en el desarrollo de la persona, podemos generar frustración y sentimientos negativos respecto al auto concepto y a la autoestima del evaluado. Esta información, para que sea entregada de forma correcta, dependerá en exclusiva del manejo del Psicólogo, y de cómo se verbalicen estos resultados. Aun así, en el marco de una evaluación, este tipo de evaluación no posee una mirada positiva del ser humano, sino más bien una basada en el déficit y en la comparación, desmarcando a la persona de

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su sello personal y de su individualidad para situarla en un rango, en un grupo de “otros” con rasgos similares, que podrán acceder solo a ciertos conocimientos y a ciertas habilidades. Me parece además que con este tipo de pruebas se pretende encasillar a los estudiantes para que piensen de una determinada forma, para que estén completamente alienados. La divergencia, la creatividad y los comportamientos fuera de lo “normal” no están permitidos ni considerados en esta prueba. En las preguntas del área conocimiento por ejemplo, las respuestas son hechas en base a acuerdos arbitrarios, en un tipo de sociedad determinado y donde debe predominar un pensamiento deductivo lógico y racional. Pero ¿Quién nos dice que esta es la forma correcta de pensar? ¿Por qué limitar el mundo mágico, diverso, maravilloso y fuera de nuestros cánones racionales de tantos niños? ¿Qué esperamos conseguir de ellos al coartar sus innovaciones y sus propias reflexiones? Como consideración final, dentro de mis propias observaciones creo que la prueba aplicada se vuelve débil al depender en exceso de consideraciones que escapan al control que ofrece el Test. Muchas de las respuestas adecuadas o no, serán consecuencia del buen vínculo generado con el terapeuta a cargo, lo que inserta al niño en una clara desventaja frente a este tipo de evaluaciones. Debemos considerar también que este Test es excesivamente estructurado, agotador, y lleno de indicaciones insustanciales que no pasan de ser simples notas al margen en la aplicación misma. La variabilidad con que las pruebas se desarrollan, el grado de ayuda o no que recibe cada niño y las influencias ambientales, pueden hacer tremendas diferencias. En concreto, factores tan simples como el uso de una sala adecuada, el aislamiento del ruido y una silla cómoda pueden perjudicar o ayudar en los resultados. Por otro lado, debemos considerar el carácter frontal, y tradicional de aplicación del test, lo que puede implicar molestias en niños que necesitan de una adaptación completa, o de una flexibilidad en las pruebas, como por ejemplo en niños con TDAH. Con todos estos puntos, creo esencial detenerme en la finalidad que tiene este tipo de evaluaciones. Si hemos perdido el sentido y el rumbo ¿No deberemos enderezar nuestro camino? Por eso, la invitación es a no quedarnos con esta visión reducida del área de la evaluación. Pensar que este tipo de pruebas siempre vaya en pro del bienestar de la otra persona. De su felicidad y para su felicidad, desde el otro y hacia el otro. Desde una mirada anti tecnócrata, y humilde, como quien afanado busca encontrar pozos en desiertos, como quien busca encontrar genios en cada de las personas en su camino. Porque un genio no lo define un puntaje, lo define su infinita capacidad de ser y transformarse. Somos una constante metamorfosis. Quizá se piense: Utópico. Utópico para algunos, propósito de vida para otros. Retomemos tantos aportes que nos han dejado quienes se oponen a tanta limitación humana. Retomemos al hombre como infinito en su capacidad de auto realizarse, y consideremos la empatía y la comprensión como elementos esenciales al

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evaluar. A cada ser humano como persona única, irremplazable y que soltando aquellos cánones que nos atan, soltemos también las líneas de lo que nos han enseñado como normalidad. Terminaré con estas líneas del escritor Galeano que modificaré a voluntad de entender estas páginas. “Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me conto que estamos hechos de historias”, así diré, que no estamos hechos de puntajes, sino de infinitas experiencias que nos crean y nos hacen una y otra vez.

Haydée Avaria González.