Engineers and master builders of the fortified enclosure of Pamplona in the Sixteenth century. Ingenieros y maestros de obras del recinto fortificado de Pamplona en el siglo XVI. FORTIFIED HERITAGE: MANAGEMENT AND SUSTAINABLE DEVELOPMENT. Ayuntamiento de Pamplona-Mairie de Bayonne. 2015

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PROCEEDINGS OF THE INTERNATIONAL CONFERENCE ON

FORTIFIED HERITAGE: MANAGEMENT AND SUSTAINABLE DEVELOPMENT PAMPLONA, 15 – 17 OCTOBER 2014 [COMPLETE SET OF PAPERS]

PROCEEDINGS OF THE INTERNATIONAL CONFERENCE ON

FORTIFIED HERITAGE: MANAGEMENT AND SUSTAINABLE DEVELOPMENT PAMPLONA, 15 – 17 OCTOBER 2014 [COMPLETE SET OF PAPERS] Publisher: Authors:

Pamplona City Council - Ayuntamiento de Pamplona Bayonne City Council - Mairie de Bayonne Various

Coordinators: José Vicente Valdenebro García y Esther Elizalde Marquina Production: Giovanni Malucelli, Javier Liberal Translation: Architrad e-ISBN: D.L.:

978-84-95930-73-6 NA 816-2015

Pamplona, April 2015 Publlication @ Pamplona City Council Text and photographs @ their authors www.fortiuspamplonabayonne.eu www.pamplona.es www.bayonne.fr

Engineers and master builders of the fortified enclosure of Pamplona in the Sixteenth century Ingenieros y maestros de obras del recinto fortificado de Pamplona en el siglo XVI María Josefa Tarifa DOCTORA EN HISTORIA, UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA [email protected]

Abstract This study provides information on the various engineers and master builders who participated in the renovations that suffered the fortified enclosure of Pamplona during the sixteenth century after the Spanish conquest of the Kingdom of Navarre in 1512. Among them we can mention the names of Pedro Malpaso, responsible for designing the new Castle ordered by King Ferdinand in 1513, Pedro de Mendizabal, in front of the factory from 1516, or the Genoese Juan Luis de Musante, master builder of the royal works at the service of Philip II, responsible for the construction of the citadel (1575 and 1587) according to the plans given by the engineer Jacobo Palear Fratín. Resumen El presente estudio aporta información de los diferentes ingenieros y maestros de obras que participaron en las remodelaciones que sufrió el recinto fortificado de Pamplona a lo largo del siglo XVI, a raíz de la conquista castellana del Reino de Navarra en 1512. Entre ellos destacan los nombres de Pedro de Malpaso, responsable del diseño del castillo mandado construir por el rey Fernando el Católico en 1513, Pedro de Mendizábal, al frente de dicha fábrica desde 1516, o el genovés Juan Luis de Musante, maestro mayor de las obras reales al servicio de Felipe II, responsable de la edificación de la ciudadela (1575 y 1587) de acuerdo a las trazas dadas por el ingeniero Jacobo Palear Fratín. Keywords: Citadel of Pamplona; fortification; master builders; Jacobo Palear Fratín; Juan Luis de Musante; renaissance; architecture. Palabras clave: Ciudadela de Pamplona; fortificación; maestros de obras; Juan Luis de Musante; renacimiento; arquitectura.

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Las primeras remodelaciones del recinto fortificado medieval La incorporación de Navarra a la corona castellana (1512-1515) supuso para Pamplona un cambio significativo en la fisonomía y funciones de la ciudad, al convertirse en el principal y más próximo enclave defensivo que debía contrarrestar el ataque del nuevo enemigo francés. No obstante, la guerra no concluyó definitivamente hasta 1521, ya que en tres ocasiones los últimos reyes privativos navarros, Juan III de Albret y Catalina de Foix, exiliados en Bearne desde 1512 (Usunáriz, 2012, pp. 299-301), intentaron recuperar Navarra por las armas (1512, 1516 y 1521), aunque sin éxito, ante la falta de recursos económicos, militares y de autoridad con respecto a la potencia militar y económica de Castilla (Fortún Pérez de Ciriza, 2012, pp. 201-298). La nueva realidad de la capital del Reino navarro en el contexto político de la Monarquía Hispánica provocó irremediablemente la mejora de sus defensas militares (Echarri Iribarren, 2005, pp. 33-43), que no reunían las condiciones adecuadas para resistir las modernas técnicas bélicas de la artillería. La ciudad únicamente contaba con el cinturón de murallas medievales reforzado por torres cúbicas, un castillo medieval en el interior del recinto urbano y en la trama urbana las torres fortificadas de las principales parroquias, como San Cernin, San Nicolás y San Lorenzo. Tampoco tenía la capacidad de respuesta artillera, con escasos cañones que apenas cubrían el perímetro amurallado. La consulta en el Archivo General de Navarra del Fondo Rena (Chocarro Huesa y Segura Urra, 2013), documentación generada por micer Juan de Rena, clérigo veneciano, que además de desempeñar su cargo de pagador de obras y de gastos extraordinarios de la Hacienda de Castilla en Navarra (1512-1539), acumuló otros cargos civiles y eclesiásticos dentro y fuera del territorio foral, llegando a ostentar la mitra pamplonesa (1538-1539), nos ha permitido aumentar la nómina de los maestros de obras hasta ahora conocidos que trabajaron en la fortaleza pamplonesa, desde poco después de la conquista castellana en 1512, hasta el año de 1538 (Archivo General de Navarra (AGN). Archivo Particular (AP). Rena, caja 62, n. 1; caja 21 y caja 22 y otras que se irán especificando a lo largo del texto). No pretendemos aquí, ni es objeto del presente estudio, recoger un listado exhaustivo de los mismos, además de los canteros, peones, carpinteros y otros oficiales que participaron en su construcción, sino por el contrario referir las actuaciones de los más destacados en las distintas fases de remodelación de las defensas de la ciudad.

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Tras la conquista castellana de Navarra, Fernando el Católico ordenó la inmediata construcción en 1513 de un castillo nuevo en la zona más vulnerable de Pamplona, la parte sur del recinto amurallado, un espacio comprendido entre el burgo de la Navarrería y la Población de San Nicolás, que estaba protegido por la fortaleza levantada en tiempos del rey Luis Hutín (1308-10) y el monasterio de Santiago perteneciente a la orden de Dominicos. Sobre dicho complejo monástico se erigió el castillo, una vez concedida la licencia de expropiación por el papa León X en 1514, iniciándose la demolición tras la orden dada por el monarca al virrey Diego Fernández de Córdoba, en los últimos meses de 1514. Previamente, el monasterio fue tasado por Pedro de Legorreta, Martín de Orendain y Miguel de Garreta (Salvador y Conde, 1977, p. 531), encargándose de medir el solar ocupado por el mismo Pedro de Malpaso, veedor de las obras (cuya figura estudian Chocarro Huesa y Segura Urra, 2013, pp. 68-70) y Pedro de Mendizábal, maestro mayor de las obras de cantería de Su Alteza (AGN. Tribunales Reales. Procesos. Sig. 130344). En compensación, los frailes dominicos recibieron unos terrenos al otro extremo de la ciudad, en los límites de la Navarrería, junto a las murallas, en el espacio denominado el barranco, situados detrás de la Casa Consistorial, donde edificar otro complejo conventual, además de la entrega de 100 ducados anuales y 100 fanegas de trigo destinados a su construcción, asignación real que Carlos I duplicó en 1519 (AGN. Comptos. Papeles Sueltos. 1ª Serie, leg. 22, n. 14; leg. 22, n. 15; leg. 22, n. 16). Inicialmente se ocupó de la construcción del convento dominico Pedro de Echaburu, cantero natural de Vergara, quien trabajó en el mismo desde septiembre de 1515, si bien el contrato notarial no se firmó hasta el 27 de junio de 1516, en presencia de Juan Remírez, visitador general de sus altezas en Navarra y provincia de Guipúzcoa, Pedro de Malpaso y Juan Rena (Tarifa Castilla, 2012, pp. 501-504). Echaburu también participó en las obras de reparación de la fortaleza de Maya, por lo que percibió pagos en octubre de 1518 (AGN. AP. Rena, caja 32, n. 13-7) Por lo que se refiere a la edificación del nuevo castillo mandado edificar por el rey Fernando, las obras comenzaron el 8 de agosto de 1513 de acuerdo al diseño de Pedro de Malpaso, veedor general de obras, una fortificación de planta cuadrada y cubos redondos en los ángulos, que contaba con las últimas novedades en materia de fortificación para hacer frente al poder de la moderna artillería (Echarri Iribarren, 2004, pp. 90-92. Echarri Iribarren, 2007, pp. 59-61. García-Barberena y Unzu Urmeneta, 2012, pp. 164-178). En el verano de 1515 la construcción estaba avanzada (Recondo, 1956, pp. 41-44), quedando al frente de la misma desde 1516 Pedro de Mendizábal (AGN. AP. Rena, caja 42, n. 1; caja 42, n. 2), quien tras la muerte

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de su suegro, Pedro de Legorreta, acaecida para septiembre de 1518, le sucedió en el cargo de maestro mayor de obras reales, título que seguía ostentando en junio de 1527 (AGN. AP. Rena, caja 17, n. 5). Además de dirigir las obras de la fortaleza, Pedro de Mendizábal contrató personalmente la ejecución de algunas de sus partes, como el trabajo de cantería en la cava por el que percibió en mayo de 1517 la suma de 36.500 maravedís (AGN. AP. Rena, caja 32, n. 9-1). También participó el 12 de septiembre de 1521 en la tasación del convento medieval de San Francisco, ubicado extramuros de la ciudad en la zona del Bosquecillo, que debía ser derruido como medida defensiva frente al posible ataque del enemigo francés, labor estimativa que acometió junto a los canteros Pedro de Orendain, Pedro de Çayça y maestre Bernat (Tarifa Castilla, 2012, pp. 505-506). Asimismo trabajaron en la fortaleza pamplonesa en estos primeros años de su construcción los canteros Miguel de Larreta, identificado como aparejador, a lo largo de los años 1514-16 (AGN. AP. Rena, caja 25, n. 11), Pedro de Legorreta, que también desempeñó el cargo de maestro mayor de las obras de los condados de Rosellón y Cerdeña (AGN. AP. Rena, caja 23, n. 4-51; caja 26, n. 17-1; caja 32, n. 27-7), Francisco de Ancillo, quien en 1516 concertó obras por valor de 18.000 ducados (AGN. AP. Rena, caja 26, n. 17-3) y Juan de Peña, vecino de Legorreta (AGN. AP. Rena, caja 47, n.1-2; caja 47, n.1-23. AGN. Comptos. Papeles Sueltos. 1ª Serie, leg. 172, n. 5), siendo igualmente destacado su papel en la fortaleza de Maya (1517) (AGN. AP. Rena, caja 24, n. 24-17; caja 32, n.13-1). Paralelamente se acometía el reforzamiento de la zona amurallada entre los portales de la Tejería y la Judería, en la que trabajó el cantero guipuzcoano Miguel de Larreta (Ostolaza Elizondo, Panizo Santos y Berzal Tejero, 2011, pp. 133-135 y 513 (doc. 863), quedando el castillo inconcluso en 1521 (Echarri Iribarren, 2004, pp. 92-97).

Las mejoras de la plaza fuerte Las intervenciones arquitectónicas de tipo militar en Pamplona continuaron bajo el gobierno de Carlos I, otorgándole a la ciudad el carácter de plaza fuerte, principalmente con la remodelación de la muralla medieval a la que se le dotó de baluartes (Cobos Guerra y de Castro Fernández, 2005, pp. 127-146), con objeto de alojar la artillería, bastiones construidos en los cuatro ángulos del recinto, junto a la puerta de Santa Engracia, la torre Redonda, la torre de la Tesorería y el bastión sobre

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el molino de Caparroso. En el fondo Rena hay numerosa documentación referente a los gastos en las obras y reparos de la ciudad y fortaleza pamplonesa durante este reinado (AGN. AP. Rena, caja 45, n. 1-1; caja 45, n. 1-6; caja 15, n. 2-2; caja 15, n. 2-7; caja 45; caja 35), a la que pudo acceder hace un tiempo Idoate, refiriendo el trabajo realizado entre el Portal de la Tejería y el bastión de la Judería por los canteros Miguel de Arre, Miguel de Larrínaga, Domingo de Berástegui, Sancho de Alzazu y Pedro de Garnica (Idoate, 1954, p. 66). De mayor peso resulta la figura del maestro Lope de Isturrizaga, quien el 10 junio de 1527 realizó un condicionado en el que dio a conocer las intervenciones arquitectónicas necesarias para mejorar las defensas de la ciudad, con la edificación de nuevos cubos y el castillo nuevo (AGN. AP. Rena, caja 18, n. 3-2), obras que volvió a supervisar en 1529 (AGN. AP. Rena, caja 47, n. 1-1). En el mismo mes de junio de 1527 percibió 2 ducados de oro de manos de Juan Rena por la tasación de la obra acometida en el nuevo monasterio de San Francisco reedificado intramuros, tras derribarse el medieval por orden real (AGN, AP. Rena, caja 32, n. 32. Tarifa Castilla, 2012, p. 507). Isturrizaga recibió nuevos pagos en junio de 1535, cuando desempeñaba el cargo de maestro mayor de obras de Fuenterrabía, por los desplazamientos realizados a Pamplona con ocasión de supervisar las obras de la fortaleza (AGN. AP. Rena, caja 47, n.1-43). También resulta muy interesante el informe realizado en 1528 por Antonio Vagneront o Vagarrote, que acompañó de una relación con las medidas tomadas de la parte exterior de la muralla para completarlo con un modelo de madera (AGN. AP. Rena, caja 18, n. 4). Por su parte, el cantero Miguel de Amasa contrató en 1529 a destajo las obras del cubo de San Lorenzo (AGN. AP, Rena, caja 36, n .1), cuya traza había facilitado el referido Lope de Isturrizaga, avecindado en San Sebastián (A.G.N. AP. Rena, caja 49, n. 1). Parte del recinto fortificado en el que también participaron por estos mismos años los canteros Miguel de Iriarte y Juan de Huarte (A.G.N. AP. Rena, caja 49, n. 1), volviendo éste último a contratar obras en 1535 (AGN. AP. Rena, caja 36, n. 1) Otros de los maestros documentados en la construcción de las defensas militares de la ciudad pamplonesa en 1529 son Juan de Peña, Pedro de Echaburu II, hijo de su homónimo padre y responsable de la finalización de la iglesia de Santiago de Pamplona –Santo Domingo- (Tarifa Castilla, 2012, p. 504), Juan de Hernani, Juan de Baracaldo, Pedro de Montoro, Alonso de Angulo, Tristán de Huarte, Gonzalo de Salazar

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y Pedro de Eceiza, que también desempeñó el cargo de maestro mayor de las obras en el mes de julio, regresando en 1530 a Pamplona desde su residencia guipuzcoana para trazar la puerta que se hizo en el lienzo del cuartel de San Lorenzo (AGN. AP. Rena, caja 49, n. 1). En 1535 trabajaron en la fortaleza Pedro de Echaburu II y Juan de Huarte (AGN. AP. Rena, caja 47, n. 1-77), encargados de realizar un cuarto, el yesero zaragozano maestre Gaspar Pex, quien percibió 150 ducados de oro viejos por las bóvedas altas del cuarto de la fortaleza que daba hacia el molino de Caparroso, el yesero pamplonés Juan de Ortiz, encargado de las bóvedas de ladrillo, o los Ibiricu, familia de fusteros, que operaron en la casa de la Munición (AGN. AP. Rena, caja 49, n 5). También se construyó activamente en este año de 1535 en la puerta de San Lorenzo, con ocasión de la construcción de un nuevo bastión, donde intervinieron los canteros Pedro de Echaburu II, Juanes de Aguinaga, Domingo de Ibarra, Martín de Arruti, Domingo de Gorriti, Domingo de Garro, Martín de Lezcano, Andrés de Aguirre, Juan de Arteaga y Martín de Urrutia, entre otros (AGN. AP. Rena, caja 46, n. 5-1, n. 5-2, n. 5-3, n. 5-4, n. 5-5 y n. 5-6). Para dicho portal los entalladores maestre Miguel (AGN. AP. Rena, caja 49, n. 5), maestre Guillén y Juan de Nevar (AGN. AP. Rena, caja 49, n. 1), vecinos de Pamplona, se encargaron de acometer entre julio y agosto de 1535 el escudo con las armas imperiales destinado al mismo, estructura arquitectónica cuyos vestigios fueron demolidos en 1808 a raíz de las obras de reconstrucción de la iglesia del mismo nombre, acorde al nuevo gusto neoclásico (Martinena Ruiz, 1981, p. 389). Juan de Huarte percibió en 1536 la suma de 456.208 maravedíes por su trabajo en el lienzo del cuartel de San Lorenzo, desde el cubo grande hasta la puerta de Santa Engracia, cuya tasación corrió a cargo de maestre Juan Peña y Juan Sánchez de Peñafiel (AGN. Comptos. Papeles Sueltos. 1ª Serie, leg. 174, n. 1-34) . El propio Huarte y Pedro de Echaburu II recibieron este mismo año 90.942 maravedíes por las obras de cantería desarrolladas en el cuarto de la Judería de la fortaleza pamplonesa el año anterior (AGN. Comptos. Papeles Sueltos. 1ª Serie, leg. 173, n. 8-10), canteros que siguieron trabajando en la fortaleza en los años siguientes (AGN. AP. Rena, caja 36, n. 1). Por su parte, Pedro del Peso, veedor de las obras reales, trabajó activamente en la obras de rehabilitación del Palacio Real de Pamplona, emplazado en un punto dominante de la muralla de la ciudad, en el tramo comprendido entre los portales llamados de la Rochapea y de Francia o del Abrevador. Un edificio de origen medieval,

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Figura 1. Escudo con las armas imperiales de Carlos V (1542), procedente del Castillo nuevo promovido por Fernando el Católico. Palacio Real de Pamplona (Archivo Real y General de Navarra).

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construido en tiempos de Sancho VI el Sabio (1150-1194) y donado por Sancho el Fuerte al obispo de Pamplona en 1198, con dos grandes naves, dispuestas en L, y una torre de esquina, que había quedado en desuso tras la partida de los monarcas privativos navarros en 1512, lo que había provocado el deterioro del mismo. La intervención arquitectónica fue promovida hacia 1539-1540 por el virrey marqués de Cañete, al volver a habitar este edificio como lugar de residencia, quedando el edificio articulado en torno a un patio central, de planta cuadrangular, formado por galerías o crujías porticadas, con un segundo piso sustentado por pilares que remataban en zapatas de madera, desde el que se accedía a las distintas habitaciones y dependencias. Además de Pedro del Peso, bajo cuya dirección se acometió la reforma, intervinieron en la obra de carpintería los maestros Juan de Ibiricu, Nicolau de Esténoz y Alonso Durazno (Martinena Ruiz, 2004, pp. 147-149). Tras la última intervención acometida en el edificio, con objeto de albergar el Archivo Real y General de Navarra de acuerdo al proyecto del arquitecto Rafael Moneo (19942004), el palacio tan solo conserva la planimetría originaria del patio renacentista, porticado en dos de sus lados y sustentado por pilares cuadrados de ángulos ochavados. El monarca Carlos V acudió a la ciudad en junio de 1542 (Iribarren, 1957, pp. 2122. Martinena Ruiz, 1988, pp. 187-188), colocándose entonces sus armas imperiales sobre la puerta de entrada del castillo promovido por Fernando el Católico, orladas con el collar de la orden del Toisón de Oro y timbradas con la corona-mitra y el águila bicéfala de los Habsburgo, emblema que quedó flanqueado por dos columnas con la leyenda del Plus Ultra. Allí permanecieron hasta que en 1592, con objeto de la visita de Felipe II a la ciudad, se trasladaron a la fachada principal del palacio real de Pamplona (Tarifa Castilla, 2013, pp. 895-896) (Fig. 1). También es significativo en este momento la construcción de nuevos portales (Echarri Iribarren, 2004, pp. 90-109), como el de Francia (Elizalde Marquina, 2012, pp. 249250) y la Rochapea, ejecutados en 1553 bajo el virreinato del duque de Alburquerque, como rezan las inscripciones que acompañan al escudo imperial (Fig. 2). El portal de la Rochapea desapareció en 1914 para ampliar el acceso por la cuesta de Santo Domingo, si bien el escudo imperial se trasladó hacia 1960 al renovado portal nuevo (Elizalde Marquina, 2012, pp. 216-218) (Fig. 3). En definitiva, las remodelaciones del recinto fortificado durante el gobierno del monarca Carlos I, una obra ingente y dilatada en el tiempo, que se prolongó hasta

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Figura 2. Escudo imperial de Carlos V (1553). Portal de Francia. Pamplona.

Figura 3. Escudo imperial de Carlos V (1553), procedente del Portal de la Rochapea. Portal Nuevo. Pamplona.

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la década de 1560, estuvo a cargo de numerosos veedores de obras, ocupados de la supervisión de la obra, previsión de la adquisición de materiales y contratación de operarios, desde Pedro de Malpaso (1513-1521), Antonio de Malpaso (1521), Francisco del Castillo (1527), Alonso de Angulo (1528), Pedro del Peso, Alonso de San Pedro (1534), Diego de Tejada (1535) y Alonso de Angulo (1536), entre otros (A.G.N. AP. Rena, caja 49, n. 1). Intervenciones arquitectónicas que a su vez fueron supervisadas por los ingenieros Benedicto de Rávena (1538-1540), Luis Pizaño (1542), Juan Bautista Calvi (1554) y Juan Bautista Antonelli (1569) (Echarri Iribarren, 2004, pp. 102-110). La edificación de la ciudadela De todas las intervenciones arquitectónicas de tipo militar acometidas en Pamplona a lo largo del siglo XVI, la más importante fue sin lugar a dudas la edificación de la ciudadela o fuerte real durante el reinado de Felipe II, en el extremo suroeste, fuera del recinto urbano, cuya construcción, a la que también se le denominó castillo nuevo, se inició en 1571, bajo el virreinato de Vespasiano Gonzaga Colonna, duque de Trayeto y marqués de Sabionetta, que tenía amplios conocimientos de poliorcética (Cámara Muñoz, 1998, pp. 95-101), como sigue recordando la inscripción de la lápida existente en la puerta principal de acceso al recinto fortificado que se abre a la actual avenida del Ejército (Fig. 4). Ciudadela que fue unida con la ciudad gracias a la construcción de nuevos lienzos de muralla, englobando el campo de la Taconera, hasta entonces extramuros, fijando el espacio que ocupó el casco urbano de Pamplona hasta fines del siglo XIX. Una obra de ingeniería militar que emulaba las formas del Renacimiento italiano (Cámara Muñoz, 2005, pp. 225-249), ya que presentaba una planta pentagonal y silueta estrellada, con baluartes en los ángulos, que serían bautizados con los nombres de San Antón, San Felipe el Real, Santa María, Santiago y La Victoria, y muros de recia sillería dispuestos en talud y terraplenados hacia el interior del recinto, como respuesta defensiva a los ataques de la artillería, con amplios fosos secos rodeando el perímetro de los muros, que hay que poner en conexión con tratados de arquitectura, ingeniería y arte militar como los de Francesco di Giorgio. Un proyecto que seguía el modelo de la desaparecida fortaleza de Amberes, la más ambiciosa de su tiempo, proyectada en 1567 por Francesco Paciotto de Urbino, autor asimismo de las trazas de la ciudadela de Turín (1563) y que guardaba gran semejanza con el palacio Farnese de Caprarola, obra trazada en 1512 por Antonio de Sangallo y transformada en un confortable palacio por Vignola (Echarri Iribarren, 2004, pp. 123131).

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Figura 4. Puerta principal de la ciudadela de Pamplona con la inscripción alusiva al inicio de las obras en 1571 bajo el virreinato de Vespasiano Gonzaga.

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El proyecto de la ciudadela pamplonesa fue diseñado en 1571 por el ingeniero Jacobo Palear Fratín (Viganó, 2004. Viganó, 2005, pp. 207-224), quien inicialmente se ocupó de la supervisión de las obras. Tras su fallecimiento en 1586 le sucedieron en la dirección de la fábrica a lo largo de los años 1587 y 1608 su hermano Jorge Palear Fratín, Jerónimo Marqui, Tiburcio Spannocchi y Francisco Fratín (Idoate, 1954, pp. 76-87. Echarri Iribarren, 2004, pp. 137-177. Cámara Muñoz, 2007, pp. 33-55. Echarri Iribarren, 2007, pp. 61-64. Martinena Ruiz, 2011, pp. 15-40). En esta magna empresa participaron importantes maestros de obras mayores, entre los que sobresale el genovés Juan Luis de Musante y Rubiano, cuyo principal cometido consistió en la dirección de las obras durante las largas ausencias del Fratín, custodiando los planos y órdenes dadas por éste, desde aproximadamente 1575 hasta su fallecimiento en 1587, fundamentales para comprender la unión y engranaje del viejo recinto amurallado, y sus modificaciones en determinados bastiones con la nueva fortaleza (Tarifa Castilla, 2011b, pp. 583-602). Incluso, Musante viajó a Madrid, a la Corte, en 1576, probablemente con objeto de llevar una de las trazas de la ciudadela dibujadas por Fratín requerida por el monarca Felipe II, posiblemente el plano de la plaza y ciudadela pamplonesa que dio a conocer Florencio Idoate, en la actualidad en paradero desconocido (Fig. 5), en la que se señalaba con un color las murallas y castillo de Santiago anteriores a 1571, y lo

Figura 5. Proyecto para la plaza y ciudadela de Pamplona. Jacobo Palear Fratín, 1571.

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realizado a partir de esta fecha con otra tonalidad, con la ciudadela y nuevas fortificaciones de la ciudad. Durante el desempeño de su cargo como maestro mayor de obra reales, Musante también poseyó los informes y diferentes diseños dados por Fratín para el buen desarrollo de la construcción, como los resultantes de la visita de 1578 cuando delineó las trazas de las casamatas, en la línea de uno de los dibujos del ingeniero italiano conservadas en el Archivo General de Simancas (Planos y Dibujos, XVI-16), además de los estados de las obras en sus visitas de octubre de 1584 y noviembre de 1585 con las correspondientes instrucciones para la prosecución de la fábrica de la fortaleza, entre otros. En definitiva, Musante poseía un nivel cultural muy superior al de muchos de los maestros de obras contemporáneos presentes en el territorio navarro, perfectamente formado y capacitado para poder comprender e interpretar las órdenes y diseños del Fratín sobre la fortaleza pamplonesa y llevarlos a la práctica correctamente. Así lo revela su variada y nutrida biblioteca formada por 114 volúmenes (Tarifa Castilla, 2011a, pp. 31-46), con los libros de tratadística arquitectónica, como una de las ediciones italianas de Los Diez Libros de Arquitectura de Vitruvio, editados por Daniele Barbaro (fig. 6) y materias afines a la construcción, como la geometría, la aritmética, perspectiva y matemáticas, Figura 6. Daniele Barbaro, I dieci libri entre los que se encontraba La Pratica dell’architettura di M. Vitruvio. Venecia, della Perspettiva di Monsignor Daniel Francesco Marcolini, 1556. Barbaro (Venecia, 1569) (fig. 7). El mayor número de libros están dedicados a la poliorcética y castramentación, con obras de Vegecio, Nicolo Tartaglia o M. Galaso Alghisi, en cuyo tratado Delle forticationi (Venecia, 1570) explica cómo edificar una ciudadela regular, en forma de estrella con cinco puntas, dibujo que ilustra el texto (Fig. 8). También contaba con uno de los tratados escritos por Giacomo Lantieri, ingeniero militar del reino de Nápoles al

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servicio de Felipe II, titulado Del modo di fare le fortificationi di terra, publicado en italiano en Venecia en 1559, en cuya segunda parte estudia las obras de fortificación de la ciudad. Curiosamente, una de las peculiaridades que presenta la ciudadela de Pamplona, a cuyo frente en la dirección de las obras se encuentra nuestro arquitecto genovés, es que está circundada por un estrecho fosillo que se distancia de los baluartes, dejando a veces una estrecha banqueta, que le sirve de cauce al agua en uno de sus lados, rasgo habitual en el diseño véneto, una idea avanzada que difundieron los principales tratadistas venecianos desde mediados de siglo como Lantieri. Figura 7. Daniele Barbaro, La Pratica della Perspettiva, Venecia, 1569.

Figura 8. M. Galaso Alghisi, Delle forticationi, Venecia, 1570. Diseño de una fortaleza en forma de estrella con cinco puntas.

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El prestigio profesional del que gozaba Juan Luis de Musante propició que acometiera paralelamente otras empresas arquitectónicas en el territorio navarro, tanto de carácter civil como religioso. Así, se ha documentado su participación en la edificación del desaparecido convento de Nuestra Señora de la Merced de Pamplona desde 1580-1581, del nuevo monasterio de Leyre desde 1578 hasta su fallecimiento, de acuerdo a un plano más simplificado que diseñó en 1586 (Tarifa Castilla, 2008, pp. 609-612), facilitando igualmente la traza, junto con Amador de Segura, de la ampliación del crucero y cabecera de la iglesia parroquial de Lerín, ejemplo sobresaliente de arquitectura clasicista en Navarra (Tarifa Castilla, 2009, pp. 10-12 y 18-29. Tarifa Castilla, 2010, pp. 187-188 y 192-194). Musante también trabajó en las obras de remodelación del Palacio Real de Pamplona bajo el gobierno del virrey Sancho Martínez de Leiva (1575-1579), financiadas de su propio bolsillo, que permitieron mejorar la habitabilidad del mismo con la edificación de nuevos aposentos, por ejemplo, poniendo en funcionamiento un sistema de calefacción. El complejo palacial fue embellecido con la creación de un espacio próximo destinado a jardín y huerta, comprendido entre el muro de piedra del lado oeste, el camino de ronda de la muralla de la ciudad y la huerta del convento de los

Figura 9. Vista lateral del Palacio Real de Pamplona con las murallas del jardín.

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dominicos (Tarifa Castilla, 2013, pp. 893-894) (Fig. 9). Unos años más tarde, dirigió las remodelaciones emprendidas en el Palacio Real de Olite, dando la traza y supervisando las importantes reformas que el marqués de Almazán, Francisco Hurtado de Mendoza y Fajardo, virrey desde 1579, acometió en el edificio en la década de 1580 (Tarifa Castilla, 2013, pp. 897-900). Musante también desempeñó la dirección de otros proyectos urbanísticos de carácter público acometidos en la capital navarra, auspiciados por el regimiento pamplonés, como la construcción de las desaparecidas cárceles reales (1585) en el espacio de la actual Plaza de San Francisco, así como las obras de nivelación y cimentación de la calle Nueva, resultado de rellenar el foso existente entre el burgo de San Cernin y la población de Nicolás. Éstas fueron promovidas por el virrey Almazán, de quien tomaría el nombre de calle Nueva de Almazán, iniciándose en 1582 bajo la dirección y supervisión de Musante (Arazuri, 1979, pp. 308-310. Martinena Ruiz, 1974, pp. 274-282. Tarifa Castilla, 2008, p. 610), actuación que benefició sanitariamente a la ciudad al cegar un espacio habilitado como basurero y depósito de inmundicias.

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