Encuestas de opinión electoral en El Salvador: Su credibilidad y uso político

July 25, 2017 | Autor: M. Cantarero Vásquez | Categoría: Comunicación Polìtica
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Descripción

Encuestas de Opinión Pública: Entre odios, amores y malas interpretaciones Por Mario Alfredo Cantarero

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Las encuestas de opinión pública no son bolas de cristal, en la que se predice y se garantiza el futuro. Son pulsos de los estados de opinión, con debilidades y fortalezas.

Introducción Durante todo el año 2008, y lo que va del 2009, universidades y empresas encuestadoras han abundado en pulsos de los climas de opinión pública. El objetivo, establecer las preferencias electorales de los salvadoreños y su opciones de voto, de cara a las elecciones para concejos municipales y diputados, el 18 de enero, y para las presidenciales, el 15 de marzo del 2008. Por la intensidad con que se han promovido, a través de los medios de comunicación, y por el significado tomado en la contienda política, estas encuestas se han convertido en una variable importante de la campaña electoral, caballito de batalla para generar discursos mediáticos, con la finalidad de contagiar a los electores del triunfo de uno y la pérdida del adversario. Además, se trata de una herramienta científica, pero también de un arma comunicativa que forma parte de la estrategia electoral, con cuyos resultados y su correspondiente promoción a través de los medios de comunicación masiva, se busca influir en la intención de voto de los ciudadanos. En esta perspectiva, luego de cada una de las publicaciones de los resultados de cada una de las encuestas, los partidos políticos en contienda las han sobrevalorado, especialmente el FMLN, vociferando a los cuatro vientos la validez y objetividad de las mismas, incluso con el atrevimiento de sentirse ganadores absolutos. El partido ARENA, partido en el gobierno, que no se ha visto favorecido con los resultados, las ha infravalorado, argumentando que son procedimientos manipulados políticamente, por universidades o empresas encuestados proclives al FMLN, y que

2 la mejor encuesta es el día de las votaciones. Tras conocerse los resultados de las elecciones para concejos municipales y diputados, los líderes del partido en el poder y los medios de comunicación masivos promotores del mismo, han estado promoviendo la tesis de que las encuestas de opinión pública han fallado al no predecir tal y como se darían los resultados, especialmente los referidos a la alcaldía de San Salvador, donde Norman Quijano resultó triunfador. Esta postura parece poco fundamentada, al no considerar la naturaleza de la técnica de la encuesta en los procesos de investigación de la opinión pública, y, además, al desvincular los resultados de las elecciones de otras variables circunstanciales relacionadas con el funcionamiento del sistema electoral salvadoreño. En el espacio del salvadoreño de a pie, la exposición a los resultados de las encuestas puede servir para aumentarle el interés por votar; pero no se cuenta con datos empíricos contundentes que demuestren que posibilitan un cambio en la intención real del votante, aunque algunos comentaristas les atribuyen un poder directo y una influencia certera, porque contagian al votante “indeciso”. La cuestión sobre la que hay que reflexionar, es la puesta en perspectiva del sentido, las fortalezas y las debilidades como técnica de investigación. Sin pretender agotar el tema, señalaré una serie de elementos relacionados con el manejo de los datos en el espacio público a través de los medios de comunicación y las actitudes de los partidos políticos con respecto a los resultados de los sondeos de opinión sobre la intención de voto.

1. Mitificación de los porcentajes En la medida que la campaña electoral para concejos municipales y para presidente avanzaba, iban apareciendo a diestra y siniestra resultados de sondeos de opinión sobre preferencias electorales. Sin duda estos se han constituido como una fuente de información para saber cómo se están configurando las intenciones de voto en el país, que ha servido sin duda como indicador para establecer las tendencias de

3 opinión pública. No más. Nunca han sido y serán evidencia de una verdad inexorable. No obstante, es necesario mencionar algunos usos y abusos que se les ha dado a los resultados a la hora de presentarlos o interpretarlos públicamente. – Descripciones sin explicar metodología. En la mayoría de los casos cuando se ofrecen los resultados se enfatizan únicamente los porcentajes, pero no se explican: a) el procedimiento técnico-metodológico que utilizan para la determinación de los componentes de la realidad investigada, b) la selección de la muestra, c)la recogida de datos y d) el nivel de análisis e interpretación. No todas las encuestas buscan lo mismo; la información no se obtiene de igual manera y los niveles de análisis e interpretación también varían, por razones de carácter teórico-técnico y por su intencionalidad política. – Interpretaciones personales de resultados. No se limitan a la exposición de los resultados, sino que hacen interpretaciones personales (o en nombre de colectivos), so pretexto de representar a la opinión pública, sin fundamento empírico de valoraciones vertidas. No se establece el límite entre razones inmediatas de carácter estadístico y la interpretación política de los resultados. En la percepción del público, los resultados de las encuestas, tal y como se muestran, tienden a favorecer o desfavorecer políticamente a un partido. – Venta de resultados infalibles. Cuando presentan los resultados, los responsables de las encuestas y el enfoque de los medios informativos, venden la idea de la infalibilidad de los resultados, cuando las investigaciones cuantitativas tienen limitaciones como: a) la de no establecer los porqués, sino solamente tendencias del clima de opinión, b) el hecho se basarse en una respuesta verbal (afirmativa o positiva, a favor o en contra, le gusta o no le gusta, etc.),a través de un cuestionario, en donde la expresión verbal del entrevistado puede ser o no cierta.

4 Lo controversial de la técnica es que no hay manera de constatar en el desarrollo de la vida de los salvadoreños si realmente han dicho la verdad al encuestador. – Parten de supuestos discutibles sobre movilidad de las opciones. Tanto muchos medios informativos como la mayoría de partidos políticos suponen que las opciones de voto se mueven acorde al desarrollo de la campaña electoral, de acuerdo al número de spot difundidos a través de la televisión y al aparecimiento de porcentajes en los resultados de los sondeos de opinión. Los datos de los estudios de los climas de opinión pública manifiesta sólo ofrecen la intención de voto, no la opción política real o los cambios de opción política. Se parte de premisas falsas al suponer que la propaganda política en los medios de comunicación actúa como una aguja hipodérmica en la población inerte, es decir, que tienen la capacidad de cambiar las opciones de voto, como resultado de las innovaciones en los discursos mediáticos. Para establecer la opción de voto real y el cambio de opción política, habría que realizar estudios de opinión pública con metodologías de investigación complejas (especialmente las cualitativas) que permitan reconocer la multidimensionalidad de la opinión pública. – Clasificación espuria del elector. Clasifican categóricamente a los sectores sociales como votos duros (las opciones definidas por un partido político), los indecisos (aquellos que manifiestan no saber por quién votar, o no están seguros) y los que no emitirán su voto. Esta clasificación reduce a los salvadoreños a atribuciones que pueden ser muy distantes de las actitudes y preferencias políticas reales de los salvadoreños. Las alternativas de "no sé" o "no contesta" no pueden interpretarse únicamente como "indecisos". Según se ha comprobado (Paul Felix Lazarsfeld, B.Berelson, MacPhee, 1954; Sidney Kraus y Dennis Davis, 1991) este tipo de votante imparcial o neutral que sopesa los argumentos ofrecidos por los partidos

5 competidores en el desarrollo de la campaña no es más que uno de tantos mitos políticos. Los que dicen “no sé” o no contestan, no pueden tipificarse como “indecisos”, personas maleables a los discursos de los políticos o anuncios publicitarios, a los que deben apuntar todas las estrategias políticas y las campañas de comunicación mediática. Incluso suele afirmarse que estos son los que definen las elecciones. Esos mal llamados “indecisos” son simplemente personas que no expresan su opinión a los encuestadores, por temores a expresar su opción en un ambiente polarizado como el nuestro, en donde se corre riesgo por la ya conocida agresividad de los religiosos políticos, como se han visto muchos casos, en donde hasta muertos hay por los niveles de violencia electoral. O simplemente no dan su opinión porque no confían en el encuestador, por la actitud con que este pregunta y por los colores con que se distingue. La gente desconfía de las personas que no son próximas a su entorno de vida. En ningún momento puede sostenerse que no están decididos por quién votar.

2. Los sondeos de opinión, entre gustos, disgustos y utilidades En la carrera de la campaña electoral, los partidos políticos, los ciudadanos consumidores de medios y los medios masivos obtienen ganancias, molestias o pérdidas con las encuestas de opinión puestas en el escenario mediático. – A los políticos, les posibilita: a) diagnosticar las intenciones de voto de los salvadoreños, como un termómetro sobre su imagen, y con base a este panorama, ajustan o precisan sus estrategias de propaganda política, b) presumir mediáticamente de su posición y desprestigiar al adversario, si los resultados son positivos, y c) negar su validez e increpar a las instituciones que las realizan, si los resultados son negativos, muchas veces sin fundamento teórico-técnico. – A los usuarios, les genera: a) disgustos (a los indiferentes con el proceso

6 electoral), porque irrumpen su rutina, y b) motivación (a los predispuestos o seguidores de los partidos), porque recrean su opciones políticas. – A los medios, les permite: a) garantizar el volumen de información del día (a nivel periodístico),b) obtener jugosas utilidades en concepto de publicidad y, por qué no decirlo, c) obtener benevolencias de los partidos políticos publicitados. – A las instituciones encuestadoras, les permite a) obtener utilidades de sus servicios profesionales en un mercado temporal muy frondoso (en el caso de las empresas encuestadoras), b) obtener reputación e imagen favorables como instituciones de educación superior (en el caso de las universidades), tanto en el mundo de la competencia como en ámbito de los futuros estudiantes.

3. Los desinteresados, repudiando al sistema político Al revisar las estadísticas de los resultados electorales de los últimos 30 años, resulta sorprendente que ni la mitad de los salvadoreños, entre un 39% y un 43%, ha elegido a los funcionarios públicos (presidentes, diputados y alcaldes). Consecuentemente, más de la mitad, entre un 61% y un 57%, no se ha dado por aludida, un cuando en ese mismo lapso se han inundado los medios de comunicación

social,

con

sendas

y

extremadamente

costosas

campañas

propagandísticas. En las encuestas que se han administrado desde junio de 1998 sobre preferencias electorales, el panorama no varía mucho. En este sentido, el panorama de la actitud política de los salvadoreños, más o menos se resume así: – Predispuestos, los que antes, durante y después de la campaña electoral están definidos por un partido político (ARENA, FMLN, PDC, CDU, PCN y otros).Porcentualmente, significan entre un 24.9% y 43% de los salvadoreños con capacidad de votar. – Desinteresados, los que antes, durante y después de la campaña electoral no creen ni votan por partidos políticos, más bien los repudian. Porcentualmente,

7 según los resultados de las indagaciones, significan entre un 57%(Rivera Research S.A., patrocinado por el TSE, noviembre-diciembre de 1998) y 75.1%(IUDOP, diciembre de 1998, citado por APOTE) de los salvadoreños con capacidad de votar.

4.

La campaña electoral, un baño químico

Muchos compatriotas se preguntan qué sentido tiene estar gastando tanta plata en las campañas extremadamente mediatizadas. Reclaman que con esos millones de dólares que se gastan en publicidad política, bien podrían crearse más oportunidades de empleo, por medio de la inversión en proyectos novedos y necesarios para el desarrollo del país. Según los resultados de las elecciones de los últimos 30 años indican que estas quedan definidas por los acontecimientos políticos, económicos y sociales entre períodos presidenciales o por estadios históricos; no únicamente por una campaña electoral, como lo hemos sostenido en otros artículos sobre el tema. La propaganda mediática sólo refuerza y motiva las intenciones ya predispuestas, que tienen su origen en los temores, en las desconfianzas, en las expectativas, en los problemas cotidianos de la población. Como dice el profesor Paul Felix Lazarsfeld (1953), la campaña es como un baño químico que revela las fotografías: hace surgir las imágenes ya latentes en la placa. *

Profesor e Investigador, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Francisco Gavidia

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