Encender la guerra de guerrillas: El PCE y la guerrilla antifranquista (1939-1952)

June 16, 2017 | Autor: Jorge Marco | Categoría: Resistance (Social), Spain, Francoism, Resistance, Antifascism, Antifascismo
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Descripción

“Encender la guerra de guerrillas” El PCE y la guerrilla antifranquista (1939-1952) Jorge Marco1

Hay que encender la guerra de guerrillas en toda España. (Dolores Ibárruri, secretaria general del PCE, 27 de septiembre de 1944)

La lucha armada en la posguerra española cristalizó en forma de guerrillas, un movimiento heterogéneo y diseminado por toda la geografía. Pero las guerrillas en España no surgieron a partir de la consigna de una organización política, sino de forma espontánea y reactiva. Al terminar la Guerra Civil, en abril de 1939, la dictadura de Franco continuó su proyecto de limpieza política de la sociedad española mediante la extensión del terror. Cárceles, campos de concentración, torturas, consejos de guerra y miles de condenas a muerte fueron las coordenadas de una posguerra dominada por el miedo y la violencia.2 En un contexto como este, donde la vida tenía escaso valor y la muerte era moneda de uso corriente, decenas de personas huyeron y se “echaron al monte”. A partir de una respuesta básica de supervivencia surgieron los primeros grupos armados en España, conocidos popularmente como “huidos”, “fuxidos” o “los del monte”. La referencia a “los del monte” no era superficial; la guerrilla antifranquista fue mayoritariamente rural y sus miembros campesinos. Tan

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Professor no Departamento Politics, Languages and International Studies da University of Bath.

Existe una amplia bibliografía sobre la cuestión. Algunas referencias: CASANOVA, Julián (coord.): Morir, matar, sobrevivir. La violencia en la dictadura de Franco, Barcelona, Crítica, 2004; PRADA RODRÍGUEZ, Julio: La España masacrada. La represión franquista de guerra y posguerra, Barcelona, Crítica, 2010; GÓMEZ BRAVO, Gutmaro y MARCO, Jorge: La obra del miedo. Violencia y sociedad en la España franquista (1936-1950), Barcelona, Península, 2011, etc. 2

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sólo una minoría – que no llegó a representar siquiera el 5% del movimiento – desarrolló una estrategia de guerrilla urbana. Los primeros grupos armados que surgieron en la posguerra se organizaron en las montañas entre vecinos de una misma comarca, familiares, amigos y camaradas procedentes de las unidades del Ejército republicano en las que habían combatido durante la guerra. Ideológicamente, sin embargo, eran muy heterogéneos. Dentro de un grupo, a pesar de los enfrentamientos de las cúpulas de las distintas organizaciones en el exilio, había socialistas, anarquistas y comunistas. No eran las ideologías particulares de los guerrilleros las que definían cada grupo, sino su identidad antifranquista. En este primer periodo, de hecho, establecieron su estrategia de forma autónoma e independiente, sin atender a las consignas de las organizaciones políticas en el exilio. En términos generales, tendieron a realizar acciones de carácter defensivo, orientadas hacia la supervivencia, limitando su área de acción al ámbito local y comarcal. Este tipo de modalidad guerrillera, que en trabajos anteriores he denominado como vecinos en armas, fue la predominante durante los primeros años de la posguerra.3 La guerrilla antifranquista, sin embargo, transformó su fisonomía y sus estrategias a lo largo de los años cuarenta, y en esa mutación el PCE jugó un papel fundamental. El presente capítulo trata de abordar esos cambios a partir del análisis de la compleja y variante relación que existió entre el PCE y el movimiento guerrillero. El importante papel que jugó en la organización y expansión de la guerrilla antifranquista a mediados de los años cuarenta puede darnos una imagen distorsionada y estática sobre su influencia. El PCE mantuvo una actitud variable – por diversas razones y contextos – respecto a la guerrilla antifranquista en la posguerra española, con una tendencia clara de menos a más. El análisis de su evolución, en cuatro fases diferenciadas, será el objeto del presente texto.

Bajo las sombras de la guerra (abril de 1939-junio de 1941) La primera fase, entre 1939 y 1941, se caracterizó por el escaso interés que despertó en el PCE el incipiente movimiento guerrillero que se estaba desarrollando en las montañas españolas. En este sentido, el PCE no se diferenció del resto de organizaciones políticas de la oposición antifranquista. Pero ¿cuáles fueron las razones fundamentales de este manifiesto desinterés? En primer lugar, cabría destacar que la preocupación primordial del PCE en esta primera época fue, sencillamente, la supervivencia. En los estertores de la Guerra Civil, ante la inminente victoria de las tropas de Franco y el golpe de Casado en la zona republicana, la dirección del PCE en su conjunto tuvo que MARCO, Jorge: Guerrilleros y vecinos en armas. Identidades y culturas de la resistencia antifranquista. Granada: Comares, 2012. p. XXXVI-XL. 3

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escapar precipitadamente del país. Si alguno de sus miembros hubiera permanecido en España su destino hubiera sido una muerte segura. Pero la Europa occidental, en el contexto de ocupación alemana en los primeros compases de la Segunda Guerra Mundial, tampoco era un lugar seguro. Ante esta situación, y teniendo en cuenta la gran presencia del exilio español en el continente americano, el Buró Político del PCE decidió, en 1940, dividirse y ubicarse en dos puntos de referencia básicos: la URSS, “patria del socialismo”, donde se asentaron el secretario general, José Díaz, y miembros destacados como Dolores Ibárruri, Jesús Hernández o Enrique Líster; y el continente americano, particularmente en México, donde se instalaron figuras como Vicente Uribe, Pedro Checa, Fernando Claudín o Antonio Mije.4 El descabezamiento del PCE por la huida de sus principales líderes, sin embargo, no fue el único motivo que causó la crisis del partido en el interior de España. La ola de violencia y represión desatada por la dictadura golpeó directamente contra todos los militantes comunistas – como al resto de miembros de la oposición antifranquista –, quienes fueron ejecutados; en el mejor de los casos, recluidos en cárceles y campos de concentración. Fue dentro de los espacios de reclusión donde el partido comenzó a reconstruirse mediante la constitución de células y comités, pero su capacidad de acción era reducida y sus estructuras tremendamente débiles. 5 En estas precarias condiciones, con un partido clandestino y perseguido en el interior, y una dirección dispersa en exilio, la cuestión de la incipiente guerrilla antifranquista no podía ser más que una cuestión secundaria. La precariedad de condiciones en la que vivía el PCE fue la razón fundamental de su escasa atención al movimiento guerrillero, pero no la única. En este sentido, el nuevo contexto internacional que se dibujó en el verano de 1939 tampoco ayudó. El 23 de agosto de 1939 los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Soviética y la Alemania nazi, Molotov y Ribbentrop, firmaron un pacto de no agresión cuyos efectos no se circunscribieron exclusivamente a ambas potencias, sino que también tuvieron repercusiones en la política del resto de partidos comunistas europeos. La primera y más inmediata consecuencia fue el cambio radical de la política del Comintern. Sin embargo, el giro de la política soviética era tan difícil de legitimar y argumentar dentro del movimiento comunista internacional que fue necesario esperar hasta el mes de noviembre para conocer la primera declaración del Comintern. En ella se anunciaba que el tiempo de las políticas del Frente ALTED VIGIL, Alicia. El exilio español en la Unión Soviética. AYER, 47-3, 2002; CARRIÓN SÁNCHEZ, Pablo Jesús. La delegación del PCE en México (1939-1956). Origen y límite de una voluntad de liderazgo de la oposición. In: Espacio, Tiempo y Forma. Historia Contemporánea, 16, 2004. 4

HEINE, Hartmut. El Partido Comunista en España durante el primer franquismo. In: BUENO, Manuel; HINOJOSA, José; GARCÍA, Carmen (coord.). Historia del PCE. I Congreso 1920-1977 (v. I). Madrid: FIM, 2007. p. 397-405. 5

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Popular, es decir, de la alianza antifascista entre el movimiento obrero y la burguesía, iniciado en 1934, había terminado. Cuatro potencias internacionales, Inglaterra, Francia, Estados Unidos y Alemania, habían iniciado una guerra imperialista por la supremacía en el campo capitalista. En este contexto, el pacto germano-soviético se interpretaba como una apuesta por la paz y en favor de unas negociaciones que permitieran construir un nuevo status quo. La política nacionalista de Stalin arrastró de este modo al resto de partidos comunistas que, a pesar de su sorpresa e impacto inicial, se mantuvieron mayoritariamente firmes en su defensa de la “patria del socialismo” y su gran timonel.6 Esto no significó, sin embargo, que los partidos comunistas europeos no sufrieran crisis internas e importantes deserciones de militantes que no podían aceptar el pacto con el fascismo. En el caso de España, la situación era terriblemente paradójica. El PCE apoyaba el pacto, es decir, un acuerdo con el fascismo que tan sólo cuatro meses antes le había derrotado en el campo de batalla y sostenía en España una dictadura. Oponerse a Franco en España mientras se apoyaba el acuerdo de no agresión con el fascismo en Europa no era sino un inconcebible sinsentido. El momento en el que más necesaria era una alianza antifascista, justo cuando la Alemania nazi iniciaba su ocupación en el continente europeo, se establecía un pacto con el fascismo. La adopción de esta política no sólo implicó una sangría de militantes, sino también un mayor aislamiento del PCE entre la oposición antifranquista. Las relaciones del PCE con el resto de fuerzas eran convulsas desde el final de la guerra, pero el pacto germano-soviético fue la gota que colmó el vaso.7 Como ha señalado Fernando Claudín, antiguo miembro del PCE expulsado posteriormente en 1964, ninguno de los cambios estratégicos realizados por el Comintern a lo largo de toda su trayectoria fue más perjudicial a los intereses de la clase trabajadora y el movimiento comunista que el pacto germano-soviético. 8 En la primavera de 1941, de hecho, cristalizó la crisis dentro del PCE. En el interior de España un grupo de militantes comunistas creó en el mes de abril la denominada Comisión Central Reorganizadora, cuyo propósito era reconstruir el PCE a nivel nacional. Al frente de la Comisión quedó Heriberto Quiñones, alias de un antiguo agente del Comintern en España en los años treinta y que al terminar la guerra no huyó, sino que permaneció en Valencia, siendo recluido en el campo de concentración de Albatera. Su extensa formación, experiencia HALLAS, DUNCAN. The Comintern: A History of the Third International. Chicago: Haymarket Books, 2008 [1985]. p. 160-162; McDERMOTT, Kevin; AGNEW, Jeremy. The Comintern: A History of International Communism from Lenin to Stalin. Basingstoke: Macmillan Press, 1996. p. 192-204. 6

TAGÜEÑA LACORTE, Manuel. Testimonio de dos guerras. Barcelona: Planeta, 1978. p. 236 e ss.; ESTRUCH TOBELLA, Joan. El PCE en la clandestinidad – 1939-1956. Madrid: Siglo XXI, 1982. p. 33-37; HEINE, Hartmut. La oposición política al franquismo. Barcelona: Crítica, 1983. p. 95-102. 7

CLAUDÍN, Fernando. La crisis del movimiento comunista. De la Komintern al Kominform. París: Ruedo Ibérico, 1970. p. 242-251. 8

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y jerarquía hizo que el resto de militantes, al ser liberado en abril de 1941, finalmente le eligieran para dirigir la reconstrucción.9 El conflicto con el Buró Político en el exilio estalló cuando Quiñones y Luis Sendín, otro miembro destacado de la Comisión, redactaron un documento titulado Anticipo de orientación política (Hasta que se redacte el Anteproyecto de tesis). Las líneas maestras del texto proclamaban la necesidad de restablecer una alianza antifascista entre el movimiento obrero y la burguesía a través de una política de Unión Nacional, lo que todavía contravenía la postura oficial del partido. Además, Quiñones criticó duramente al Buró Político acusándole de haber huido cobardemente de España – abandonando políticamente al partido y a sus militantes – y de desconocer la realidad de lo que estaba ocurriendo en el interior.10 La política oficial del PCE cambió dos meses después del lanzamiento del Anticipo, en el mes de junio de 1941, tras el comienzo de la invasión alemana de la Unión Soviética y, por lo tanto, la ruptura unilateral del pacto germano-soviético. La nueva postura, de hecho, era similar a la planteada dos meses antes por Quiñones, pero la dirección del partido consideró el documento como un desafío inaceptable.11 Lo que estaba en cuestión no eran ya las orientaciones políticas, sino el control del partido en España. El Buró Político mandó varios emisarios al interior para difundir las nuevas consignas, contrarrestar el poder de Quiñones e, incluso, llevar a cabo su asesinato. Heriberto Quiñones logró eludir el atentado gracias a su detención por la policía franquista el 31 de diciembre de 1941. Sin embargo, aquella detención no le permitió eludir la muerte. Después de varios interrogatorios y torturas fue fusilado en el mismo mes de enero de 1942.12 Las dramáticas condiciones en las que se encontraba el PCE tras la Guerra Civil, con su dirección política en el exilio y sus militantes encarcelados, bajo un régimen de terror que hacía prácticamente imposible la reconstrucción clandestina del partido en el interior, junto a la nueva política de la Comintern contraria a la unidad antifascista y las pugnas por el control del partido en el FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, Carlos; TEJERO TOLEDANO, Ignacio. La Comisión Central Reorganizadora. Una oposición clandestina madrileña anterior al Quiñonismo. In: BUENO, Manuel; HINOJOSA, José; GARCÍA, Carmen (coord.). Historia del PCE…, op. cit. p. 441-453. 9

La reproducción de documento: Documentos inéditos para la Historia del General Franco. t. 2. Madrid: Fundación Nacional Francisco Franco, 1992. p. 186-294. Sobre la controversia en torno al documento: GINARD Y FÉRON, David. Heriberto Quiñones y el movimiento comunista en España (1931-1942). Palma: Edicions Documenta Balear, 2000. p. 90-96; FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, Carlos. Madrid Clandestino. La reestructuración del PCE, 1939-1945. Madrid: Fundación Domingo Malagón, 2002. p. 143-144. 10

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HEINE, Hartmut. El Partido Comunista en España… op. cit. p. 407-408.

Informes del Interior. Sig 10-11. (Archivo del Comité Central del Partido Comunista de España, ACCPCE); FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, Carlos. Madrid Clandestino… op. cit. p.189-193; GINARD Y FÉRON, David. Heriberto Quiñones… op. cit. p. 137-152. 12

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interior de España, fueron las razones fundamentales por las que el PCE prestó escasa atención al incipiente fenómeno guerrillero. Así se puede observar en la prensa orgánica del PCE, cuyas referencias a la guerrilla antifranquista –en contraste con periodos posteriores – son prácticamente nulas y en sus cabeceras secundarias –España Democrática, publicada en Montevideo, y España Popular, editada en México DF –, eludiendo el asunto en sus publicaciones de referencia como Mundo Obrero y Nuestra Bandera.13

Al calor de la resistencia antifascista (julio de 1941-noviembre de 1944) El cambio en la política oficial quedó plasmado primero en el manifiesto del PCE, el PSUC (rama catalana) y las Juventudes Socialistas Unificadas, publicado en el mes de julio de 1941, donde se denunciaba la agresión del imperialismo nazi a la Unión Soviética y, particularmente, en la declaración realizada en el número correspondiente a los meses de agosto y septiembre de Nuestra Bandera.14 En esta segunda declaración el PCE anunciaba la reanudación de la política de Unión Nacional, establecida por primera vez en 1938, y cuyo propósito era ampliar la alianza previa del Frente Popular (que incluía al movimiento obrero y a la burguesía republicana) a los sectores del franquismo que rechazaran la influencia del fascismo y el nazismo en España. El PCE no hacía sino seguir al pie de la letra la consigna del Comintern, que había exigido estas alianzas bajo unas nuevas siglas que difuminaran la presencia comunista con el propósito de no levantar suspicacias entre los aliados.15 El PCE, sin embargo, no obtuvo ninguna respuesta positiva ni de los sectores franquistas monárquicos y católicos ni del resto de fuerzas de la oposición antifranquista, pero esta actitud no modificó ni un ápice su posicionamiento. En esta etapa se observa un incremento exponencial de las referencias a la guerrilla antifranquista en la prensa orgánica del PCE, cuyas nuevas cabeceras de hecho fueron bautizadas con unos títulos que no dejaban lugar a dudas sobre la nueva orientación. En el mismo mes de agosto de 1941 se editó el primer número de la revista Reconquista de España, órgano de la Unión Nacional, mientras que a comienzos de 1942 se empezó a distribuir el boletín Liberación Nacional.16 Ahora bien, a lo largo de estos años algunos rasgos del discurso fueron constantes, mientras que otros fueron variando en función de las políticas del PCE.

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España Democrática, 4/sep/1940; España Democrática, 16/oct/1940; España Popular, 21/ene/1941.

Manifiesto y editorial en Nuestra Bandera, 6-7 (jun-jul/1941); editorial en Nuestra Bandera, 8-9 (ago-sep/1941); folleto Unión Nacional, ago/1941. Documentos PCE. Carpeta 22 (ACCPCE). 14

GELLATELY, Robert. La maldición de Stalin. Lucha por el comunismo en la Guerra Mundial y en la Guerra Fría. Barcelona: Pasado & Presente, 2013. p. 93. 15

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HEINE, Hartmut. El Partido Comunista en España… op. cit. p. 409-411.

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Uno de los elementos permanentes fue el optimismo antropológico que se depositó sobre la lucha antifranquista y, en particular, la lucha armada. La guerrilla antifranquista siempre se presentaba como un fenómeno en plena expansión, de crecimiento constante y con un enorme apoyo popular. A esta percepción ayudó el goteo de noticias que llegaba al exilio sobre la guerrilla antifranquista. Entre 1940 y 1941, las únicas referencias que lograron cruzar las fronteras fueron sobre los focos guerrilleros concentrados en las montañas gallegas y asturianas, a las cuales se llegó a atribuir la fantasmagórica cifra de 40.000 combatientes17 (téngase en cuenta que entre 1939 y 1952 se calcula que hubo en torno a 8.000 guerrilleros, y que hasta 1942 en número de guerrilleros se contaba por centenas18). A partir de 1942 se fueron conociendo otras áreas de acción guerrillera, particularmente en Santander, Extremadura y Andalucía, hasta llegar al año 1943, cuando las noticias sobre grupos armados salpicaban prácticamente toda la geografía española.19 Esta secuencia encadenada de noticias distorsionó la percepción de los exiliados y el PCE, que tenían la sensación de estar observando el vigoroso desarrollo y crecimiento de un movimiento guerrillero que parecía imparable, algo que estaba muy alejado de la realidad. Pero uno de los elementos fundamentales es la relación del PCE y la guerrilla antifranquista. Como he señalado al comienzo del capítulo, el movimiento guerrillero en España surgió de forma espontánea sin seguir las consignas de ninguna organización política. Hasta el año 1944, de hecho, la influencia del PCE fue prácticamente nula, y esto se puede observar claramente en el tratamiento de la guerrilla que realizó la prensa orgánica comunista. Los guerrilleros antifranquistas siempre fueron representados como héroes populares y patriotas. Pero entre 1940 y 1944 las referencias a las figuras míticas de la guerrilla en España no estaban vinculadas al PCE, mientras que a partir de 1945 la prensa comunista construyó los mitos y héroes guerrilleros exclusivamente a partir de sus militantes. En este periodo anterior a 1945, sin embargo, fue José Lavín Cobo, más conocido como “El Cariñoso”, el más celebrado. La prensa comunista le dedicó una extensiva atención, convirtiéndole en el primer mito de la guerrilla antifranquista. La imagen que se proyectó de él destacaba sobre todo un perfil romántico: inteligente, seductor, varonil, generoso; que en cierto modo “El heroísmo de los guerrilleros”, España Democrática, 4/sep/1940; “Choque entre guerrilleros y Guardia Civil en El Ferrol”, España Democrática, 16/oct/1940; “Nuevas noticias de guerrilleros”, España Popular, 21/ene/1941. 17

Sobre el debate de las cifras: SERRANO, Secundino. Maquis. Historia de la guerrilla antifranquista. Madrid: Temas de Hoy, 2002. p. 377-383. Últimas revisiones: MORENO GÓMEZ, Francisco. Historias y memorias del maquis. Madrid: Editorial Alpuerto, 2006. p.232; MARCO, Jorge. Resistencia armada en la posguerra. Andalucía Oriental, 1939-1952. Madrid: Editorial Complutense, 2011. p. 85. 18

Algunos ejemplos: “Como murió El Cariñoso”, España Popular, 19/jul/1942; “En persecución de los guerrilleros andaluces”, España Popular, 18/sep/1942; “Los guerrilleros en el combate por la salvación de España”, Nuestra Bandera, 30/sep/1942; CARRILLO, Santiago: “La misión del Partido Comunista en la guerra sagrada contra Franco y Falange”, Nuestra Bandera, 28/feb/1943, etc. 19

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contrastará con el perfil más político y militante que se desarrollará en la fase posterior, cuando se referían a los mártires comunistas. En cualquier caso, nunca se hizo referencia alguna a la ideología anarquista de “El Cariñoso”, lo cual hubiera puesto en evidencia la escasa presencia orgánica del PCE en la lucha armada contra el franquismo en este periodo.20 Por último, existe un tercer elemento que muestra perfectamente el cambio de actitud del PCE respecto a la guerra antifranquista en este periodo. Entre 1940 y 1942 las noticias que se recogen son una exaltación constante del movimiento guerrillero, de sus hazañas, de sus heroicas acciones, pero podríamos decir, “desde fuera”. A partir de finales de 1942, sin embargo, se observa un mensaje de crítica respecto a la organización de la lucha armada.21 Este nuevo tono indica los cambios que se están produciendo dentro del PCE, que quiere dejar de ser un simple simpatizante desde la distancia para convertirse en un agente activo en España. El siguiente extracto, recogido de un artículo publicado en la revista Nuestra Bandera el 30 de septiembre de 1942, muestra a la perfección el nuevo posicionamiento del PCE: La guerra de guerrillas no debe ser un conjunto de luchas aisladas, un poco a la desesperada. El guerrillero debe ser un combatiente armado del antifranquismo que opera sintonizado con una necesidad política […] Se impone mejorar el armamento de las guerrillas, dotarlas de municiones. Debe perfeccionar los métodos de lucha y de combate de acuerdo con las reglas militares. Por esto consideramos que la clase obrera y su vanguardia tienen que ver la acción de los guerrilleros como una forma superior de la lucha.22

Las formas de resistencia armada antifascista en la Unión Soviética, Francia, Grecia y Yugoslavia se presentaban como el modelo a seguir. La insurrección popular y la lucha armada debían converger en una estrategia única y coordinada que finalmente derrocaría a la dictadura de Franco. Pero una cosa eran “Como murió El Cariñoso”, España Popular, 19/jul/1942; “Por la Libertad y la Patria”, España Popular, 18/sep/1942; “Heroicas acciones de lucha en Euzkadi”, España Popular, 15/ene/1943; MIJE, Antonio. El suelo español debe arder bajo las plantas de Falange. Nuestra Bandera, 28/ feb/1943; SOTO, Luis. “Los guerrilleros gallegos, brazo armado de los campesinos y de todos los patriotas”. Nuestra Bandera, 30/abr/1943; “Las guerrillas se extienden por España”. España Popular, 14/may/1943; SOTO, Luis. “Las Juntas de Unión Nacional en primera guerra de independencia y en el momento actual”. Nuestra Bandera, 31/ago/1944. 20

Algunos ejemplos: “Los guerrilleros en el combate por la salvación de España”, Nuestra Bandera, 30/sep/1942; MIJE, Antonio. “El suelo español debe arder bajo las plantas de Falange”. Nuestra Bandera, 28/feb/1943; CARRILLO, Santiago. “La misión del Partido en la guerra sagrada contra Franco y Falange”. Nuestra Bandera, 28/feb/1943; SOTO, Luis. “Los guerrilleros gallegos, brazo armado de los campesinos y de todos los patriotas”. Nuestra Bandera, 30/abr/1943; ÁLVAREZ, Ángel. “Los guerrilleros de Asturias por la salvación de España”, Nuestra Bandera, 30/may/1943, etc. 21

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“Los guerrilleros en el combate por la salvación de España”. Nuestra Bandera, 30/sep/1942.

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los discursos, los cambios de actitud, y otra muy diferente la concreción en hechos reales. La declaración de agosto de 1941, donde se anunciaba el cambio de política del PCE, fue importante desde un punto de vista estratégico y simbólico, pero en la práctica no tuvo consecuencias. Un año después, el 16 de septiembre de 1942, el PCE volvió a lanzar una nueva declaración donde llamaba a “la guerra sagrada por la salvación de España”23 , pero de nuevo las palabras no se materializaron. En realidad, el PCE contaba con enormes dificultades para reconstruirse en el interior de España debido a la incesante represión de la dictadura. Del mismo modo, el Buró Político seguía disperso entre la Unión Soviética y América Latina. Además, el suicidio de su secretario general, José Díaz, el 19 de marzo de 1942, abrió una crisis interna por el control del partido. Los líderes más carismáticos eran Jesús Hernández y Dolores Ibárruri, ambos rivales en la sucesión y refugiados en Moscú. Dolores Ibárruri finalmente logró convertirse en secretaria general a finales de 1943, mientras Jesús Hernández primero fue enviado a México y posteriormente expulsado del partido.24 Pero más allá de los resultados, lo que resulta clave es entender como, en este periodo vital, la dirección del PCE estuvo más concentrada en sus disputas internas, generando una enorme tensión e incertidumbre, que en la lucha que se estaba desarrollando en el interior de España contra la dictadura. Con un partido en el interior desmantelado por la represión, prácticamente incapaz de llevar a cabo cualquier tipo de actividad clandestina, y una dirección dividida y en conflicto, la iniciativa en favor de una mayor implicación en la lucha armada en España procedió de la delegación del partido en el sur de Francia. Allí se había formado una delegación que pronto quedó liderada por Jesús Monzón, antiguo secretario general del Comité Provincial del PCE en Navarra durante la Segunda República y gobernador civil de Alicante y Cuenca en la guerra. El papel crucial de esta delegación se debió a tres motivos fundamentales: el alto número de exiliados en la zona desde el final de la Guerra Civil, la integración de muchos de ellos en las fuerzas partisanas francesas, y su cercanía a la frontera española, lo que le permitía mantener un mayor contacto con el interior. Estas condiciones convirtieron a la delegación francesa en la mayor autoridad de facto sobre la política que debía seguir el partido en el interior. Jesús Monzón llevaba a cabo su labor con cierta autonomía debido a las circunstancias – lejanía del Buró Político, complejidad de las comunicaciones en una Europa incendiada por la Segunda Guerra Mundial –, pero la dirección del partido no mostró en aquellos momentos ninguna discrepancia – sino todo lo contrario Referencia tomada del artículo de Antonio Mije: “El suelo español debe arder bajo las plantas de Falange”. Nuestra Bandera, 28/feb/1943. 23

TAGÜEÑA LACORTE, M. Testimonio de dos guerras…, op. cit. p. 303; ESTRUCH TOBELLA, J. El PCE en la clandestinidad…, op. cit. p. 54-58; HERNÁNDEZ SÁNCHEZ, Fernando. Comunistas sin partido. Jesús Hernández. Ministro en la Guerra Civil, disidente en el exilio. Madrid: Raíces, 2007. p. 113-142. 24

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– con sus iniciativas. En el mes de abril de 1942, la delegación francesa fundó el XIV Cuerpo de Guerrilleros Españoles, una entidad integrada por diferentes unidades que formaban parte de la Resistencia en Francia.25 El objetivo era mantener presente la idea de que el combate en ese preciso momento estaba en Francia, pero que una vez lograda la victoria, la acción debía dirigirse a España. En el mes de agosto de 1943, justo dos meses después de la definitiva disolución del Comintern, Jesús Monzón pasó la frontera y se internó en España con el objetivo de organizar el partido y, sobre todo, una coalición de fuerzas que pudieran combatir unidas a la dictadura. En septiembre de 1943, al calor del avance de los aliados en Europa y emulando la política de Charles De Gaulle y Jean Moulin,26 lanzó un llamamiento para constituir la Junta Suprema de Unión Nacional (JSUN), un organismo con vocación de aunar a todas las fuerzas políticas contrarias a la dictadura, incluidos católicos y monárquicos. Su llamamiento, más allá de apoyos individuales, no tuvo eco entre el resto de fuerzas políticas, sino todo lo contrario. Los socialistas y republicanos en el exilio interpretaron la JSUN como una nueva estratagema del PCE, y en respuesta lanzaron su propia organización, la Junta Española de Liberación, en noviembre de 1943.27 Sin embargo, Jesús Monzón no cejó en su empeño de organizar la futura insurrección. A mediados de 1944, el XIV Cuerpo pasó a denominarse Agrupación de Guerrilleros Españoles (AGE), mientras en el interior de España socialistas y anarquistas llegaban a un acuerdo – excluyendo al PCE – y formaban, en el mes de julio, una nueva organización en competencia directa con la JSUN, denominada Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas (ANFD). A pesar del contratiempo, en agosto de 1944, después de la liberación de París, Jesús Monzón ordenó a la delegación francesa que reuniera las unidades de la AGE en la frontera francesa. La batalla final contra el franquismo estaba a punto de librarse. De los miles de españoles que se habían integrado en la resistencia francesa, en torno a 8.000 o 9.000 – la mayoría comunistas, aunque también de otras organizaciones – decidieron unirse a la AGE a la espera de que llegaran las instrucciones para entrar a combatir a España.28 El proyecto de Monzón, al fin, logró unir el discurso y la acción dentro de las filas del PCE. La JSUN y la AGE, es decir, la delegación francesa del PCE bajo el liderazgo de Monzón, organizaron la operación “Reconquista de España”. Durante los meses de octubre y noviembre de 1944, cientos de guerrilleros cruzaron la SERRANO, Secundino. La última gesta. Los republicanos españoles que vencieron a Hitler (19391945). Madrid: Punto de Lectura, 2006. p. 310. 25

Sobre el complejo proceso de unificación en la resistencia francesa: CLINTON, Alan. Jean Moulin, 1899-1943: The French Resistance and the Republic. Basingstoke: Palgrave, 2002. p.151-176. 26

27

HEINE, Hartmut. La oposición política al franquismo…, op. cit. p. 142-146.

“Informe de Santiago Carrillo. 30 de julio de 1945”. Jacq 1-2 Dirigentes (ACCPCE). Sobre la AGE y el XIV Cuerpo: SERRANO, Secundino. La última gesta…, op. cit. p. 349-359 y 442-446. 28

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frontera y se internaron en España. La operación tenía tres objetivos fundamentales: provocar una insurrección a nivel nacional, establecer una zona de control insurgente donde se asentaría un gobierno provisional, y vincular el conflicto español al conflicto europeo, de tal modo que el destino de la dictadura franquista se uniera al del resto de las dictaduras fascistas europeas. Sin embargo, la operación resultó un absoluto fracaso. Jesús Monzón, por un lado, fue víctima del predominante optimismo de la época pensando que una invasión guerrillera prendería la mecha de la insurrección popular entre los españoles. Pero este optimismo estaba justificado de algún modo por el éxito contemporáneo de otras resistencias en Europa, y particularmente estaba difundido en exilio español en Francia, imbuido por el frenesí de la Liberación.29 Por otro lado, las ansias por ampliar las masas en la insurrección llevaron a la JSUN y al PCE a publicitar la invasión en la prensa del partido (escrita y radio) con antelación, lo que permitió al Ejército de Franco desplegar sus unidades en la frontera. Finalmente, de los 3.500 guerrilleros que participaron en la operación, unos 800 fueron detenidos y entre 200 y 300 murieron en combate. 30 La operación no logró ninguna de sus metas, pero las consecuencias internas dentro del PCE y el movimiento guerrillero fueron cruciales.

“Un verdadero ejército irregular” (noviembre de 1944-1947) Cuando Jesús Monzón lanzó la propuesta de la JSUN en septiembre de 1943, incluyendo a los monárquicos y católicos en una posible alianza, el Buró Político del PCE la apoyó con entusiasmo, 31 e incluso durante los meses siguientes respaldó sus iniciativas en favor de la lucha armada y la insurrección nacional. 32 El 27 de septiembre de 1944, a punto de comenzar la operación “Reconquista de España”, la propia Dolores Ibárruri celebró a través de las ondas de Radio España Independiente el trabajo de la Junta Suprema y lanzó la consigna que es la PIGENET, Phryné. El largo paréntesis guerrillero del PCE en el exilio (1939-1950). Experiencias y componentes de la cultura comunista. In: BUENO, Manuel; HINOJOSA, José; GARCÍA, Carmen (coord.). Historia del PCE…, op. cit. p. 476-477. 29

30

Sobre las cifras: SERRANO, Secundino: Maquis…, op. cit. p. 135-136.

“Acuerdo entre el Presidente de la Junta Suprema de Unión Nacional y destacadas personalidades del movimiento político católico español”. ANTÓN, Francisco. “La línea de Unión Nacional del Partido Comunista y la Junta Suprema de Unión Nacional”, y “SOTO, Luis: “La tradición guerrillera en España en sus luchas por la libertad”, In: Nuestra Bandera, 29/feb/1944. 31

“Manifiesto de la Junta Suprema de Unión Nacional”. Nuestra Bandera, 31/ago/1944; SOTO, Luis. “Las Juntas de Unión Nacional en la primera guerra de la independencia y en el momento actual”, Nuestra Bandera, 31/ago/1944; Editorial “Sólo la insurrección nacional destruirá el franquismo y salvará a España”. Nuestra Bandera, 30/sep/1944; MIJE, Antonio. “Lecciones y experiencias de un gran órgano de combate. Un año de la JSUN”, Nuestra Bandera, 30/sep/1944; MELCHOR, Federico. “La liberación de Francia. Experiencias comunes entre dos pueblos”, Nuestra Bandera, 30/sep/1944. 32

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cabecera de este capítulo: “Hay que ganar el tiempo perdido. Hay que encender la guerra de guerrillas en toda España”. 33 El PCE llegaba tarde en la movilización de la guerrilla antifranquista, pero estaba dispuesto a protagonizar una gran acción que podía cambiar el transcurso de la historia. Todo fueron elogios y parabienes para la JSUN y su presidente, Jesús Monzón, hasta el fracaso de la operación “Reconquista de España”; entonces todo cambió. La intrahistoria de la operación y, sobre todo, de su final, todavía hoy resulta controvertida. Santiago Carrillo, miembro del Buró Político, llegó en el mes de noviembre de 1944 al sur de Francia en nombre de la dirección del PCE y su secretaria general, Dolores Ibárruri. Según su testimonio, su misión era supervisar la operación pero nada más llegar se dio cuenta de que estaba siendo un fracaso, por lo que dio la orden de retirada. Vicente López Tovar, general al mando de la operación, rechaza la versión de Carrillo argumentando que cuando llegó, él ya había dado la orden. 34 Más allá de esta controversia, lo importante es señalar que el fracaso de la operación “Reconquista de España” fue utilizado por Santiago Carrillo y el Buró Político para hacerse con el control del partido en el sur de Francia y en el interior de España. Monzón se convirtió en el nuevo “traidor”, acusado de haber llegado a acuerdos con sectores reaccionarios y de aventurismo –a pesar de que, como hemos visto anteriormente, el Buró Político había aprobado todas sus iniciativas sin reparos –, y como Quiñones dos años antes, sólo una detención de la policía franquista le salvó de una más que probable muerte. Algunos de sus colaboradores más cercanos tuvieron menos fortuna y fueron asesinados por un grupo de guerrilleros enviado desde Francia por la dirección del partido. 35 Durante el año 1945, de hecho, el Buró Político del PCE delegó en Santiago Carrillo, desde Francia, y Agustín Zoroa, en España, la depuración del partido de todo rastro monzonista. La JSUN, demasiado vinculada a Monzón, quedó disuelta y se recuperó la vieja referencia a la Unión Nacional. En el ámbito del movimiento guerrillero, la irrupción del Buró Político del PCE en el sur de Francia tuvo enormes consecuencias. Una vez liberada Francia, varios miembros de la dirección, incluida su secretaria general, decidieron instalarse en el país. Los ejércitos fascistas estaban retrocediendo en toda Europa y la hora definitiva de Franco se estaba acercando:

Discurso de Dolores Ibárruri titulado “Por la lucha diaria en el aplastamiento del falangismo” emitido en REI el 27 de septiembre de 1944. Transcripción del discurso en: Dirigentes 16/2 (ACCPCE). 33

Los debates de los protagonistas en torno a la operación: CARRILLO, Santiago. Memorias, Barcelona: Planeta, 2008. p. 470-474; LÓPEZ TOVAR, Vicente. Operación del Valle de Arán en octubre de 1944. In: COS BORBOLLA, Jesús. Ni bandidos, ni vencidos. Memorias de una gesta heroica. Santander: Edición del autor, 2006. p. 191-211. Historiadores que lo han abordado: SERRANO, Secundino. Maquis…, op. cit. p. 136 y ss.; MORENO GÓMEZ, Francisco. Historia y memoria del maquis…, op. cit. p. 210 y ss. etc. 34

35

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HEINE, Hartmut. La oposición política…, op. cit. p. 225-226.

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La victoria está ya al alcance de nuestras manos […] A Franco le quedan muy pocas horas de vida […] Sólo mediante la lucha de masas y las acciones guerrilleras, sólo a través de una gran insurrección nacional serán expulsados del Poder los enemigos de España […] La insurrección nacional, el alzamiento en armas de los patriotas, sean militares, obreros, campesinos, intelectuales o burgueses, es el único camino posible y justo para la incorporación de España al concierto de las naciones libres e independientes. 36

Las palabras de Santiago Carrillo, encargado del proyecto guerrillero del PCE desde el mismo mes de noviembre de 1944, son elocuentes: era la hora de pasar de las palabras a los hechos. Y para ello era necesario “transformar las guerrillas en un verdadero ejército irregular”,37 como venía sosteniendo el PCE desde finales de 1943. Había que acabar con la pasividad, formando unidades que iniciaran la ofensiva. Al mismo tiempo era necesario instaurar una estricta disciplina dentro de las unidades guerrilleras, coordinar los distintos grupos armados que hasta el momento permanecían disgregados y establecer un mando único. Sólo con disciplina, coordinación y unidad de mando, además de una estrecha ligazón con las masas obreras y campesinas, el movimiento guerrillero en España podía dar un salto cualitativo y lograr derrotar al régimen de Franco. Dolores Ibárruri, en diciembre de 1944, lanzó un claro mensaje a los guerrilleros en el interior: ESCUCHAD, JEFES DE DESTACAMENTO DE GUERRILLEROS Vosotros, amigos guerrilleros, tenéis armas, y tenéis coraje. Estáis dispuestos a jugaros la vida en cada momento. Pero andáis a salto de mata […] Os salváis a costa de esfuerzos increíbles y heroicos. Pero en cierta medida, lucháis como en los tiempos de la guerra de la Independencia.38

Con el objetivo de lograr esa transformación, Santiago Carrillo hizo hincapié en la necesidad de reforzar la formación de los cuadros guerrilleros. Decenas de combatientes comunistas en el exilio pasaron por las escuelas guerrilleras que el PCE tenía instaladas en el sur de Francia.39 Allí adquirieron los conocimientos sobre la guerra de guerrillas moderna inspirándose en los modelos de lucha insurgente contemporáneos. En uno de sus programas, fechado en 1946, se

Unidad y lucha. Toulouse: Ediciones España Popular, nov/1944. Apud ESTRUCH TOBELLA, Joan. El PCE en la clandestinidad…, op.cit. p. 98-99. 36

SOTO, Luis. “Los campesinos gallegos en lucha implacable contra Franco y la Falange”, Nuestra Bandera, 30/abr/1943. 37

Discurso de Dolores Ibárruri pronunciado en Radio España Independiente, La Pirenaica, en: Dirigentes 16/2 (ACCPCE). 38

AGUADO, Francisco. El maquis en España. Madrid: Editorial San Martín, 1975. p. 165 y ss.; MARTÍNEZ DE BAÑOS CARRILLO, Fernando. El maquis. Una cultura del exilio español. Zaragoza: Delsan, 2007. p. 251-254. 39

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hacía referencia expresa a la “historia de los movimientos guerrilleros”. Dentro de este epígrafe los alumnos aprendían no sólo las estrategias empleadas por los partisanos durante la Segunda Guerra Mundial en “Rusia, Checoslovaquia, Polonia, Francia, Yugoslavia y Grecia”, sino que también prestaban atención a los “movimientos guerrilleros en la actualidad: Palestina, Indonesia, Vietnam, Grecia y España”.40 Tal como señalaba un informe del Buró Político del PCE, era necesario observar el nacimiento de las guerrillas en “diferentes países, hacer parangón, y sacar experiencia para su aplicación en España”.41 Entre 1945 y 1947, Santiago Carrillo envió decenas de cuadros guerrilleros formados en estas escuelas al interior de España con dos objetivos fundamentales. En primer lugar, debían hacerse con el control del partido en el interior. Al mismo tiempo, el proyecto guerrillero pasaba por unificar a los grupos armados del interior y, a partir de esa base, formar organizaciones de carácter político-militar.42 La nueva estructura guerrillera estaba articulada a través de varias Agrupaciones guerrilleras regionales integradas en un Ejército Guerrillero Nacional. Pero los procesos de unificación, sin embargo, fueron cualquier cosa menos sencillos. Por un lado los dirigentes del PCE se encontraron con la resistencia de algunos grupos armados locales – en mayor o menor número dependiendo de la zona – a integrarse en las Agrupaciones. Los grupos autóctonos se habían organizado desde sus orígenes entre vecinos, amigos y familiares, por lo que solían estar mezclados ideológicamente, y en muchos casos se negaron a perder su autonomía en favor de las Agrupaciones. Otros grupos locales, en cambio, se mostraron contrarios a la unificación por cuestiones ideológicas. Aquellos grupos que tenían un nutrido número de guerrilleros socialistas o anarquistas recelaban de la propuesta del PCE, integrándose en la plataforma de la ANFD. La Federación de Guerrillas León-Galicia o el Grupo de Guerrilleros del Sur de España (Almería), con una enorme heterogenia política entre sus integrantes, prefirieron no decantarse entre la ANFD y la UN, con el objetivo de no abrir una crisis interna. Las divisiones políticas terminaron habitualmente con la fractura de los grupos, propiciando la constitución de nuevas organizaciones guerrilleras bajo la hegemonía del PCE. No faltaron tampoco casos de grupos armados de signo comunista que, ligados a la antigua dirección de Jesús Monzón, mantuvieron una difícil relación con los nuevos dirigentes enviados por Carrillo.43 Documento publicado en: AGUADO, Francisco. El maquis en sus documentos. Madrid: Editorial San Martín, 1976. p. 59. 40

“Informe Político. 1º de septiembre de 1947”, In: AGUADO, Francisco. El maquis en sus documentos…, op. cit. p. 105. 41

LÍSTER, Enrique. “De la experiencia de la lucha guerrillera en España”. España Republicana, 586 (1966), p. 3; MARCO, Jorge. Guerrilleros y vecinos en armas…, op. cit. p. 33-54 y 235. 42

Sobre estos procesos: SERRANO, Secundino. Maquis…, op. cit. p. 153-171; GARCÍA PIÑEIRO, Ramón. Fugaos. Ladreda y la guerrilla en Asturias (1937-1947). Oviedo: KRK, 2007. p. 53-115; MARCO, Jorge. Guerrilleros y vecinos en armas…, op. cit. p. 60-67 y 87-102. 43

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En cualquier caso, a pesar de las resistencias, el PCE logró establecer entre 1945 y 1946 un Ejército Guerrillero Nacional con Agrupaciones a nivel regional en toda la geografía española: Ejército Nacional Guerrillero (1944-1952) Nombre

Territorio

1ª Agrupación

Cáceres, Toledo, Ávila, suroeste de Madrid y norte de Badajoz y Ciudad Real.

2ª Agrupación

Ciudad Real, Córdoba, Jaén, Toledo, Cáceres y Badajoz.

3ª Agrupación

Córdoba, sur de Badajoz y Ciudad Real.

4ª Agrupación

Galicia y León.

5ª Agrupación

Este de Ciudad Real, sur de Cuenca y oeste de Albacete.

6ª Agrupación

Cádiz y Málaga occidental.

Agrupación Guerrillera de Málaga / Agrupación Guerrillera de Granada

Granada, Málaga oriental y zonas limítrofes con Almería y Jaén.

Agrupación Guerrillera de Levante Aragón

Teruel, Valencia, Castellón, Cuenca y zonas limítrofes.

Después de dos años de intenso trabajo el PCE al fin había logrado convertirse en un agente activo en la resistencia antifranquista, hasta el punto de convertirse en su máxima referencia. El Ejército Nacional Guerrillero, caracterizado por su disciplina y unidad de mando, con unos cuadros dirigentes de enorme experiencia en la lucha armada, transformó la fisonomía de la resistencia en España erigiéndose en la vanguardia del movimiento guerrillero. Frente a la etapa anterior, ahora eran los guerrilleros comunistas a los que homenajeaba la prensa orgánica del PCE. Figuras como José Vitini, Cristino García Granda o Ramón Vía, todos ellos enviados por Santiago Carrillo a España para organizar la guerrilla, detenidos por la dictadura y posteriormente ejecutados, se convirtieron en el símbolo de la resistencia antifranquista.44 Algunas referencias: IBÁRRURI, Dolores. “Deberes de la hora actual”. Nuestra Bandera, jun/1945; CARRILLO, Santiago. “La situación de España y nuestros deberes después de la victoria de las Naciones Unidas”. Nuestra Bandera, jun/1945; “Informe de Santiago Carrillo al Pleno”, Nuestra Bandera, ene-feb/1946; Editorial “Diez años de lucha contra el fascismo”, Nuestra Bandera, jul/1946; IBÁRRURI, Dolores: “Informe”, Nuestra Bandera, mar/1947, etc. 44

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En febrero de 1946, incluso, el PCE logró romper parcialmente su aislamiento dentro de la oposición antifranquista. La ANFD aceptó la integración del PCE y el partido disolvió la UN45 , aunque la medida tuvo un carácter más simbólico que efectivo. El 15 de agosto el PCE hizo un llamamiento a todos los partidos y organizaciones del campo republicano para resistir,46 pero el nuevo contexto internacional no favoreció la iniciativa. A mediados de 1946 no había duda alguna de que las potencias aliadas no iban a realizar ningún tipo de intervención en España. El paradigma de la lucha antifascista dominante durante la Segunda Guerra Mundial comenzó a debilitarse frente al incipiente conflicto entre el bloque comunista y capitalista que dos años más tarde terminaría por cristalizar la Guerra Fría.47 El miedo generalizado al comunismo en la Europa occidental, junto a la pervivencia de viejos estereotipos sobre España, la marginalidad de la denominada “cuestión española” en la agenda internacional, y la incapacidad de la oposición antifranquista de ofrecer una alternativa coherente, favorecieron finalmente la supervivencia de la dictadura de Franco y el fracaso de las propuestas del PCE. Ante esta situación, la mayor parte de las guerrillas no comunistas se desmovilizaron entre 1947 y 1948, tratando por todos los medios clandestinos de alcanzar el exilio. Al mismo tiempo, la dictadura de Franco, liberada del miedo a una posible intervención extranjera, inició una campaña de terror contra la guerrilla antifranquista y sus apoyos sociales. Las conocidas como contrapartidas (grupos paramilitares integrados por guardias civiles y antiguos guerrilleros) protagonizaron una ola de violencia que causó – extrapolando las cifras de Andalucía Oriental – en torno al 70% de las bajas guerrilleras.48 Bajo estas extremas condiciones, con todos los factores en contra – tanto a nivel nacional como internacional –, es razonable preguntarse, ¿por qué el PCE, en contraste con el resto de organizaciones políticas de la oposición, insistió en mantener la lucha armada?

Bajo el eclipse de la Guerra Fría (1948-1952) La respuesta a la pregunta anterior no es sencilla y, sobre todo, no es única; está trufada de diferentes razones y experiencias, tanto de la dirección del partido como de los propios guerrilleros. Atendiendo a estos últimos, nos en-

Editorial “La Unidad de las Fuerzas republicanas, una gran victoria del pueblo”, Verdad. Órgano del Comité Regional de Levante del Partido Comunista, feb/1946. 45

46

Editorial, “Por la creación de un Consejo Central de Resistencia”, Nuestra Bandera, sept/1946.

BALFOUR, Sebastian; PRESTON, Paul (eds.). Spain and the Great Powers in the Twentieth Century. London: Routledge, 1999; EDWARDS, Jill. Anglo-American Relations and the Franco Question, 1945-1955. Oxford: Oxford University Press, 1999; LEIZT, Christian; DUNTHON, David J. (eds.). Spain in an International Context, 1936-1959. New York: Berghahn Books, 1999. 47

48

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MARCO, Jorge. Resistencia armada en la posguerra…, op. cit. p. 316.

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contramos diversas motivaciones. Por un lado, para aquellos guerrilleros que llevaban años participando en el movimiento guerrillero y se habían integrado en las Agrupaciones del PCE, resultaba muy difícil abandonar la lucha armada. La lucha clandestina tiene sus propias dinámicas internas, las cuales son difíciles de eludir. Los guerrilleros debían hacerse con seguridad una pregunta difícil de responder: ¿abandonar la lucha armada a cambio de qué? Muchos de ellos se unieron al movimiento guerrillero huyendo de la violencia de la dictadura. Si ahora dejaban las armas y se desmovilizaban, ¿qué les deparaba el futuro? Dado que no se encontrarían con ningún marco de paz negociada sino con una dictadura feroz y vengativa, la única respuesta era la muerte y, en el mejor de los escenarios, la cárcel durante el resto de sus vidas. Por otra parte, las Agrupaciones guerrilleras estaban dirigidas mayoritariamente por cuadros militantes del PCE llegados desde Francia a partir de 1945, e integradas por una nueva generación de guerrilleros que habían huido al monte tras la nueva ola de represión de 1947. La perspectiva de una entrega a las autoridades franquistas era algo así como entregarse voluntariamente al patíbulo. Además, era tan reciente su integración en el movimiento guerrillero que no resulta extraño que sintieran que su proyecto no había hecho más que empezar. Todas estas motivaciones respondían a una pregunta común, ¿qué otras alternativas, más allá de la muerte y la cárcel, tenían? El prestigio social de la resistencia y la lucha armada es otro de los elementos que no se pueden desdeñar. La experiencia de la Segunda Guerra Mundial encumbró en toda Europa a unos movimientos partisanos que, junto a los ejércitos convencionales, habían logrado la victoria contra el fascismo. La Resistencia, tanto en la Europa occidental como oriental, se convirtió en uno de los pilares y fuentes de legitimidad de los nuevos regímenes instaurados, ya fuera la IV República francesa o la República Federal Socialista Yugoslava. Y la guerrilla antifranquista formaba – y se sentía profundamente – parte de ese movimiento, a pesar de que su destino fuera muy diferente al del resto de Europa.49 La experiencia en la Segunda Guerra Mundial indicaba que la lucha armada podía ser un instrumento de enorme utilidad, y éste era el marco en el que se inscribía el movimiento guerrillero español. Bien es cierto que a la altura de 1948 el PCE era consciente de que las potencias internacionales no iban a realizar ningún tipo de intervención en España y que el paradigma antifascista había pasado a dormir el sueño de los justos. Pero la guerra de guerrillas seguía siendo un referente, enmarcado ahora dentro de la lucha contra el imperialismo. En Grecia el partido comunista (KKE), después de tres años de intensa represión, retomó la lucha armada en 1947 contra el gobierno

MARCO, Jorge. “La larga marcha nocturna. La guerrilla española en la narrativa europea de la resistencia antifascista (1936-1952)”. In: ANDERSON, Peter; ARCO BLANCO, Miguel Ángel del (eds.). Lidiando con el pasado: Violencia en España, 1936-1952. Granada: Comares, 2014. 49

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griego y sus aliados ingleses y norteamericanos.50 De igual modo, los movimientos de liberación nacional en China, Palestina, Indonesia, Argelia o Indochina, a los que el PCE prestaba especial atención, reforzaban la idea de que la guerra de guerrillas seguía siendo un medio válido para la liberación de España.51 Junto a todos estos motivos habría que añadir uno más, que ya ha sido destacado al comienzo del capítulo: el optimismo antropológico. La dirección del PCE, a pesar de encontrarse en un contexto completamente desfavorable, seguía pensando que la dictadura de Franco tenía los días contados. Nos encontramos ante un caso donde los deseos terminaron por impregnar los análisis y, como consecuencia, los pronósticos. Un método que dominó las decisiones del PCE durante décadas, tal como señaló posteriormente uno de sus antiguos miembros, Jorge Semprún. 52 Desde agosto de 1946, justo después de ingresar en la ANFD, el PCE defendió la necesidad de crear un Consejo Central de Resistencia. 53 El propósito era emular el Conseil National de la Résistance lanzado por De Gaulle a mediados de 1943 con el objetivo de aglutinar a todas las fuerzas opositoras. Sin embargo, la propuesta del PCE no gozó de ningún éxito entre el resto de fuerzas antifranquistas. A comienzos de 1948, la dirección hizo un nuevo esfuerzo por relanzar el Consejo, pero de nuevo se encontró con un muro de desinterés generalizado. 54 Sin embargo, la pasividad del resto de la oposición no modificó el empeño del PCE. Uno de los problemas más graves a los que se enfrentaba la guerrilla antifranquista era su falta de recursos, particularmente la ausencia de suministros de armas desde el exterior. Los guerrilleros tan sólo contaban con las escopetas, fusiles y pistolas que requisaban a las fuerzas franquistas después de un enfrentamiento o el material que expropiaban a los falangistas. Era evidente que un ejército guerrillero no podía lograr ningún éxito con un arsenal tan insuficiente y exiguo. Por ese motivo, en el mes de febrero de 1948, una comisión del PCE formada por Santiago Carrillo, Enrique Líster y Juan Modesto acudió a Yugoslavia con el objetivo de abastecer de armas a la guerrilla. 55

50

CLOSE, David H. (ed.). The Greek Civil War. Studies of Polarization. New York: Routledge, 1993.

Varios artículos en defensa de la lucha en estos países se pueden ver en: Nuestra Bandera, sep/1946; Nuestra Bandera, oct-nov/1947; Nuestra Bandera, oct-nov/1947; Nuestra Bandera, abr/1948, etc. Sobre el influjo de estas guerrillas, particularmente las asiáticas, en la cultura comunista de la época: PRIESTLAND, David. Bandera roja. Historia política y cultural del comunismo. Barcelona: Crítica, 2010. p. 259-274. 51

52

SEMPRÚN, Jorge. Autobiografía de Federico Sánchez. Barcelona: Planeta, 1977.

53

Editorial, “Por la creación de un Consejo Central de Resistencia”, Nuestra Bandera, sep/1946.

Editorial “Ante la situación política hay que llenar España de Consejos de Resistencia y crear un Consejo Central que las agrupe y dirija”, Nuestra Bandera, ene-feb/1948. 54

MORÁN, Gregorio. Miseria y grandeza del Partido Comunista de España, 1939-1985. Barcelona: Planeta, 1986. p. 134 y ss. 55

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La causa española gozaba de un enorme apoyo en la recién creada República Federal Socialista Yugoslava. De los 1700 brigadistas internacionales yugoslavos que aproximadamente combatieron en la Guerra Civil española, unos 250 lograron retornar a su país y fueron cruciales en las primeras fases de resistencia contra las fuerzas de ocupación. Conocidos popularmente como Španci (los españoles), gozaban de un gran prestigio político y social. Nada menos que 30 de ellos terminaron la Segunda Guerra Mundial con el grado de general, mientras que otros 59 fueron distinguidos con el título de “héroes del pueblo”.56 Sin lugar a dudas, la Guerra Civil española impregnaba el imaginario colectivo de la sociedad yugoslava. La nueva República, además, se había convertido en el lugar de residencia de varios destacados miembros del PCE, entre los cuales un surtido número trabajaban como asesores del Estado Mayor yugoslavo. El gobierno de Tito, por otro lado, apoyaba logísticamente a la guerrilla comunista griega en ese mismo periodo. Y no menos importante: en el mes de septiembre de 1947 se había restaurado la sucesora de la Internacional Comunista, denominada ahora Kominform, cuya sede estaba instalada en Belgrado. Todos estos factores explican los motivos por los cuales el PCE acudió a Yugoslavia para pedir su ayuda. Según el testimonio de Santiago Carrillo, la respuesta de Tito fue fría, respondiendo que la aviación yugoslava no tenía autonomía suficiente de vuelo para parachutar armamento en el levante español y regresar a Yugoslavia. Pero también les preguntó si antes habían consultado sus planes con Moscú, lo que en cierta medida desconcertó a la delegación española, pero sin sacar mayores conclusiones. En realidad, años después Tito le explicó a Carrillo que pensaban que la propuesta era una trampa de Stalin para acusarles de contravenir sus órdenes, pero la delegación comunista española todavía no estaba al tanto de la crisis que se estaba fraguando entre Belgrado y Moscú. 57 Siguiendo con sus planes, tres meses después de la reunión con Tito, en mayo de 1948, el PCE volvió a insistir en la necesidad de crear el Consejo Nacional de Resistencia. Ahora bien, consciente de que el PCE levantaba enormes reticencias entre el resto de grupos opositores, consideró que si el llamamiento lo realizaba una Agrupación guerrillera desde el interior de España el proyecto gozaría de mayor legitimidad y credibilidad. 58 De este modo, la Agrupación Guerrillera de Levante-Aragón, la unidad de mayor vínculo con el PCE, lanzó un llamamiento en favor de crear un Consejo Central de Resistencia y un programa nacional y democrático común. El PCE, como si no tuviera nada que ver con

PAVLAKOVIĆ, Vjeran. “Twilight of the Revolutionaries: `Naši Španci` and the End of Yugoslavia”. Europe-Asia Studies, 62-7, 2010. p. 1177. 56

57

CARRILLO, Santiago. Memorias…, op. cit. p. 510-513.

“Informe de Santiago Carrillo sobre la actividad del Partido en el interior”. In: Dirigentes. Caja 30. Carpeta 1/2 (ACCPCE). 58

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aquel llamamiento, mostró su firme apoyo a unos guerrilleros que solicitaban la ayuda de todas las fuerzas políticas opositoras. 59 Sin embargo, la situación cambió radicalmente a partir de junio de 1948. Las tensiones entre la Unión Soviética y Yugoslavia estallaron en la segunda reunión del Kominform, donde la República de Tito fue expulsada por no atenerse a las directrices soviéticas.60 Stalin, consciente de la gravedad del cisma que se estaba produciendo, se aseguró de que el resto de partidos comunistas mantuvieran la disciplina, y en este contexto surgió el problema de la visita de una delegación española del PCE a Yugoslavia. Para aclarar la posición del minúsculo PCE, Stalin convocó una reunión en el mes de octubre de 1948 en el Kremlin. A ella acudió una delegación española formada por la secretaria general del PCE, Dolores Ibárruri, junto a Santiago Carrillo y Francisco Antón, quienes se reunieron durante unas horas con Stalin, el Ministro de Asuntos Exteriores Molotov, el oficial soviético Voroshilov y uno de los más fieles aliados de Stalin, Mijail Suslov. La delegación del PCE dejó claro que mantenía una incuestionable lealtad a la Unión Soviética y a Stalin, asumiendo las duras críticas contra el titismo.61 Una vez resuelta esta cuestión, pasaron a discutir la estrategia que debía desarrollarse en España. La idea básica que Stalin transmitió era que el PCE no debía olvidar una línea de gran tradición leninista cómo era el trabajo y la infiltración en los sindicatos verticales. ¿Significaba esto que Stalin desaconsejó continuar con la lucha armada?62 Los testimonios de los protagonistas no son nada claros al respecto, pero no parece que rechazara explícitamente la acción armada, sino que más bien hizo hincapié en el desarrollo de la lucha clandestina dentro del sindicalismo oficial de la dictadura. Después de la reunión, el PCE modificó su orientación del movimiento guerrillero, lo que en la historiografía se conoce como el “cambio de táctica”. Las Agrupaciones guerrilleras y los Consejos de Resistencia ya no debían tener un carácter ofensivo, sino que debían convertirse en instructores políticos y organizadores de los campesinos: La mayor importancia de este movimiento guerrillero no es –a pesar de su alto valor – su venero inagotable de heroísmo y combatividad, sino

59

Ver el número completo de: Nuestra Bandera, may/1948.

60

GELLATELY, Robert. La maldición de Stalin…, op. cit. p. 396-402.

Las críticas contra Tito no se hicieron esperar en la prensa orgánica del PCE. Tampoco las renovadas alabanzas a Stalin con el fin de demostrar su lealtad. Ver algunas referencias en: Mundo Obrero, 6/ene/1949; Nuestra Bandera, dic/1949; Nuestra Bandera, ene/1950, etc. 61

CARRILLO, Santiago: Memorias… op. cit. p. 412-521; IBÁRRURI, Dolores. Memorias de Dolores Ibárruri “Pasionaria”. La lucha y la vida. Barcelona: Planeta, 1985. p. 618-621; MORÁN, Gregorio. Miseria y grandeza… op. cit. p. 137-138; MORENO GÓMEZ, Francisco. La resistencia armada contra Franco. Tragedia del maquis y la guerrilla. Barcelona: Crítica, 2001. p. 702. 62

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jorge marco

su riqueza política, su creciente comprensión del papel que tienen que jugar en el orden de la educación política y revolucionaria de las masas […] Los guerrilleros de nuestra patria van comprendiendo que su papel no es sólo pelear contra la Guardia Civil y los falangistas, asesinos del pueblo. Ellos saben y cada vez lo practican con más intensidad, que son algo aún más valioso: son y deben ser propagandistas, instructores políticos, organizadores del pueblo y de los campesinos. Cada guerrillero y sobre todo cada jefe debe ser dirigente político y organizador de los campesinos.63

El cambio de táctica contó con dos problemas fundamentales. En primer lugar, la consigna no llegó a todas las Agrupaciones guerrilleras, cada vez más aisladas por el acoso de la dictadura. Por otro lado, la conversión de guerrilleros en instructores políticos podía resultar viable desde la tranquilidad de unos despachos en el exilio, pero estaba muy alejada de la realidad que se vivía en las montañas españolas. En un contexto de constante agresión por parte del Ejército, la Guardia Civil y las contrapartidas, el cambio de orientación resultaba prácticamente imposible.64 De este modo, sumergido en el mar de contradicciones entre las consignas de la dirección del PCE en el exilio y la brutal realidad de la vida en la sierra, fue muriendo lentamente el movimiento guerrillero en España. A la altura de 1950 tan sólo sobrevivían dos grandes unidades, la Agrupación Guerrillera de Levante-Aragón y la Agrupación Guerrillera de Granada, cuya vitalidad empezaba a declinar vertiginosamente. Dos años después, en 1952, el PCE decidió desistir por la vía de la lucha armada. La desmovilización de la guerrilla fue caótica y, de hecho, contó con escaso apoyo del PCE. Tan sólo se organizó un operativo de evacuación de los últimos guerrilleros del área de LevanteAragón, mientras que el resto quedaron abandonados a su suerte.65 Decenas de guerrilleros murieron en su intento desesperado por llegar a la frontera y tan sólo unos pocos lograron alcanzar el exilio. En el verano de 1956, el PCE lanzó una declaración que se convirtió en un hito en la historia del partido. Titulada “Por la reconciliación nacional, por una solución democrática y pacífica del problema español”,66 su propósito fundamental era “Los guerrilleros, instructores políticos y organizadores de los campesinos”. Mundo obrero, 3/ feb/1949. Otros artículos con consignas similares: “Los Consejos de Resistencia, su composición y funciones”, Revista de información político-militar, 1/sep/1949; “A los camaradas del Partido Comunista de los Pueblos en que se ha organizado el Consejo Local de la Resistencia”, 1/nov/1949, In: AGUADO, Francisco. El maquis en sus documentos… op. cit. p. 143-149. 63

HEINE, Hartmut. La oposición política… op. cit. p. 467; SÁNCHEZ CERVELLÓ, Josep (ed.). Maquis: el puño que golpeó al franquismo, La Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA). Barcelona: Flor del Viento, 2003. p. 295 y ss.; MORENO GÓMEZ, Francisco. Historia y memoria del maquis… op. cit. p. 220-221. 64

65

SÁNCHEZ CERVELLÓ, Josep (ed.). Maquis… op. cit. p. 380-385.

“Por la reconciliación nacional, por una solución democrática y pacífica del problema español”, Boletín de Información, 1º de julio de 1956 (ACCPCE). 66

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“encender la guerra de guerrillas”

anunciar que renunciaba definitivamente a la lucha armada como instrumento para derrocar a la dictadura. En toda la declaración, de 34 páginas, no se hizo referencia alguna a la guerrilla antifranquista. Desgraciadamente, en este momento la dirección del PCE aplicó lo que años después denunció uno de sus antiguos militantes: La memoria comunista es, en realidad, una desmemoria, no consiste en recordar el pasado, sino en censurarlo. La memoria de los dirigentes comunistas funciona pragmáticamente, de acuerdo con los intereses y los objetivos políticos del momento. 67

Conclusiones El PCE fue la única organización política de la oposición antifranquista que tuvo un proyecto claro y definido sobre el movimiento guerrillero. La definitiva constitución de un Ejército Nacional Guerrillero integrado por diferentes Agrupaciones regionales a lo largo de toda la geografía española es la mejor muestra de ello. Pero la culminación de este proyecto en la segunda mitad de la década de los años cuarenta en ocasiones ha proyectado una imagen deformada de la influencia del PCE en la guerrilla antifranquista. En realidad, la organización comunista tan sólo empezó a tener influencia en el desarrollo de la guerrilla a partir de 1944. Entre 1939 y 1941, todavía bajo el impacto de la guerra y del pacto germano-soviético, su interés por el fenómeno guerrillero en España fue escaso. En los años siguientes, hasta 1944, su interés en la lucha armada fue creciendo exponencialmente pero con escasa influencia. Fue la operación “Reconquista de España” y sus posteriores consecuencias las que situaron al PCE en la vanguardia del movimiento guerrillero en los años venideros. Sin embargo, el proyecto guerrillero finalmente no pudo derrotar a la dictadura. El contexto internacional tras la Segunda Guerra Mundial se convirtió en un obstáculo insuperable. Pero también fue evidente que la dirección del PCE –como del resto de organizaciones de la oposición antifranquista – se vio superada por los acontecimientos. Del mismo modo, el Buró Político empleó infinitos esfuerzos en dirimir sus conflictos con otras fuerzas opositoras y dentro de su mismo seno. Unos esfuerzos que hubieran sido más productivos si se hubieran dirigido contra el régimen de Franco. Esto no puede ocultar, sin embargo, el derroche de entusiasmo y de generosidad que miles de militantes comunistas corrientes – como de otras formaciones políticas – imprimieron a la lucha antifranquista. Unos asumieron el combate con las armas, otros apoyando al movimiento con apoyo logístico, alojamiento o alimentos. Miles de ellos murieron en su lucha obstinada contra la dictadura y, a día de hoy, todavía siguen esperando su reconocimiento. 67

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SEMPRÚN, Jorge. Autobiografía de Federico Sánchez… op. cit. p. 241.

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