En la fábrica y en el hogar: roles de género de las obreras católicas españolas durante la dictadura de Franco

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Descripción

XV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco En la fábrica y en el hogar: roles de género de las obreras católicas españolas durante la dictadura de Franco Sara Martín Gutiérrez Universidad Complutense de Madrid

El presente trabajo busca abordar cuáles fueron los modelos y roles de género que se difundieron desde la Iglesia Católica y el régimen franquista para las obreras que militaron dentro de la Hermandad Obrera de Acción Católica Femenina –HOACF–, una especialización de la organización Acción Católica Española. Asimismo, a lo largo de estas páginas también se verificará si dichos roles de género se mantuvieron a lo largo de la trayectoria de la organización con la misma funcionalidad o si en algún momento se produjeron rupturas, cuestionamientos y tensiones a los mismos como consecuencia de su perdurabilidad en el tiempo y de los cambios de la sociedad española. Finalmente, la comunicación también tratará de explicar la compleja cuestión de las identidades, resolviendo quiénes fueron realmente las militantes de la HOACF, un aspecto que tomará como punto de referencia el proceso de formación de la identidad obrera y católica en el marco de la trayectoria de la HOACF. Obreras y católicas: Las hoacistas y el origen de su misión evangelizadora El movimiento católico en España, impulsado desde finales del siglo XIX a través de las celebraciones de los primeros congresos nacionales, había puesto en marcha una serie de plataformas y organizaciones que crecieron de manera exponencial después de la I Guerra Mundial durante la crisis del sistema de la Restauración, la dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República Española. Su organización más importante dentro de la estructura social fue la llamada Acción Católica Española, cuyo nacimiento se sitúa en el año 1919 en el marco de un contexto de crisis sociopolítica que estaba teniendo lugar en España1. El objetivo principal de esta entidad religiosa fue la conformación

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BLASCO HERRANZ, Inmaculada. “Dones i activisme catòlic: l'Acción Católica de la Mujer entre 1919

i 1950”, Recerques: Història, economia i cultura, nº 51, 2005, pp. 115-139.

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identitaria de una ciudadanía nacional y católica que se mantuviera cercana a los valores tradicionales, para lo cual, las mujeres jugaron un papel importante en la difusión de dicho imaginario. En este sentido, la rama femenina de la organización se había consolidado ya en esta misma década de los años veinte bajo el impulso del cardenal Guisasola con el objetivo de hacer de la mujer un modelo educativo para su familia, alejado de las premisas feministas que habían comenzado a demandarse en Europa2. Si bien en el caso de las mujeres obreras –asunto que nos ocupa en la presente comunicación– no existió un antecedente real consolidado anterior a 1946, lo cierto es que el nacimiento de Acción Católica en España va a marcar un antes y un después en la historia de estas mujeres obreras católicas. Este hecho va a suponer por un lado, el inicio de la actividad asistencialista, caritativa y piadosa de las Mujeres de la AC con las mujeres de clase obrera y, por el otro, a partir de 1941 se va a consolidar dicho apostolado obrero con la creación de los Secretariados y Vocalías Obreras de cada diócesis y el impulso de la Revista Para Nosotras. En los Centros Obreros gestionados por los secretariados y vocalías y a través de la labor asistencialista de las Mujeres de la AC, las obreras van a encontrar un espacio de socialización basado en la formación integral de la mujer desde el punto de vista espiritual y cultural. Esta actividad de los secretariados y de las vocalías, encargados de gestionar los distintos Centros Obreros de las diócesis españolas, entroncó directamente con el imaginario del discurso católico y los conceptos tradicionalmente asociados a la mujer obrera. Tal y como señala Inmaculada Blasco, la mujer obrera era contemplada como aquella “ignorante, inmovilista, víctima de abusos de todo tipo, de corazón bondadoso y creyente, amenazada por múltiples peligros y necesitada de protección y ayuda” 3. Era menester pues, que las mujeres de la clase obrera –al igual que sus homólogos varones en otro sentido– recibieran esta asistencia por parte de las ramas generales de la Acción Católica, una actividad que encontró su cénit con la creación de dichos Centros Obreros al término de la Guerra Civil Española. En este sentido, en 1946 con la creación de la Hermandad Obrera de Acción Católica Femenina –HOACF4– se va a continuar con el objetivo que habían marcado años 2

BLASCO HERRANZ, Inmaculada. “Dones i activisme catòlic: l'Acción Católica de la Mujer…, p.117.

3

BLASCO HERRANZ, Inmaculada. “Mujeres y “cuestión social” en el catolicismo social español: los

significados de la “obrera”, Arenal, vol. 15, nº 2, 2008, p. 261. 4

Primeramente nombrada HOFAC y posteriormente popularizada como HOACF.

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anteriores las ramas generales de la Acción Católica a través de los Secretariados y Vocalías de obreras en España: la evangelización de la clase obrera. Este propósito va a entroncar directamente con las preocupaciones del Vaticano y de una parte de la jerarquía eclesial que desde el siglo XIX con la publicación de la Encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII, venían ya alentando a los sindicatos y organizaciones católicas a atender e impulsar la actividad religiosa de la clase obrera. De esta manera, la diócesis de Zaragoza resaltaba a comienzos de la posguerra cuatro aspectos que hacían indispensable este apostolado obrero. En primer lugar, el alejamiento de la clase obrera de la religión. Como segundo enunciado, la relajación moral de la sociedad vista desde el punto de vista del nuevo régimen dictatorial y de la Iglesia. En tercer lugar, esta diócesis alertaba en su informe acerca del “peligroso” espíritu de clase y lucha presente en los trabajadores, y, finalmente, también denunciaba la disgregación de las familias obreras debido a cuestiones relativas a la vivienda, el trabajo y el ambiente de vida de los obreros5. Así pues, recogiendo estas preocupaciones, la HOACF comenzó su tarea evangelizadora en 1946 creando sus primeras comisiones diocesanas y comenzando a prestar asistencia a las obreras: madres y esposas de los trabajadores en su mayoría, en el marco de un proceso que no estuvo exento de dificultades6. En el marco de la trayectoria de la HOACF hay que definir la situación social y política en la que estaba sumida España tras la instauración del régimen dictatorial de Franco, que fue especialmente dura con las mujeres no solo en el ámbito de la represión, sino en la conformación de un ideario que aunaba los componentes de religión y nación y que mantuvo a la mujer como defensora del mismo en el hogar. En este sentido, la historiadora italiana Giuliana di Febo apunta la relación estrecha entre el régimen consolidado en 1939 y la política de género, tomando como punto de referencia el

5

Luisa Gómez Tortosa, vocal de obreras de la Rama de Mujeres de la AC en Madrid, realiza este informe

general basado en las anotaciones de las diferentes vocalías de obreras de las diócesis españolas. Archivo de la Junta Técnica de Acción Católica. Archivador 8, serie 1, carpeta 1. 6

El término obreras utilizado en esta comunicación va a englobar a dos colectivos, por un lado a las

esposas de los obreros, pilar fundamental de la familia obrera y, por tanto, de la clase obrera; y por el otro lado, a las trabajadoras de diferentes industrias, principalmente la textil. Si bien solo las segundas realizan trabajo extradoméstico asalariado, ambas van a confluir dentro de la categoría identitaria del término obreras.

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nacionalcatolicismo y la construcción de las simbologías eclesiásticas para la consolidación de un único modelo de mujer7. Si bien durante el periodo republicano en la década de los treinta la situación de la mujer había experimentado grandes avances, especialmente en materia jurídica y política, ello había contribuido de manera directa al quiebre del modelo femenino vinculado en exclusiva a la esfera privada, o tal como apunta Di Febo a “la puesta en discusión del papel tradicional masculino”. De esta manera, la conformación del estado dictatorial franquista favorecerá una serie de políticas de género y disposiciones jurídicas que buscarán restablecer este papel tradicional del hombre como cabeza de familia y principal actor de la esfera pública. Para ello, las nuevas normativas legales sobre el trabajo y los derechos básicos serán cuestiones esenciales en la cruzada por devolver a la mujer al ámbito doméstico y otorgarle una misión evangelizadora y cristiana, hecho que se manifestó fundamentalmente en el periodo de la inmediata posguerra con la denominada “contrarrevolución de género”8. Esta redefinición en el arquetipo de mujer será el modelo que perdure a través del rol de madre y esposa que representó la figura de Isabel de Castilla, y el de la vinculación con la piedad y la entrega católica, encarnada en Teresa de Jesús 9. Por su parte, las referencias a la Virgen María serán también un elemento recurrente para el caso de la socialización católica femenina. Efectivamente, “las dos referencias más importantes, que de hecho son complementarias, que constituyen el sustrato ideológico del modelo ideal de mujer bajo el franquismo son, [según Jordi Roca i Girona], el modelo burgués de ama de casa y el modelo cristiano-católico de género”.10 Dichos arquetipos de género

7

DI FEBO, Giuliana. “Nuevo Estado, nacionalcatolicismo y género, en NIELFA, Gloria (ed.) Mujeres y

hombres en la España franquista: sociedad, economía, política y cultura. Madrid, Editorial Complutense, 2003, p.19. 8

Termino citado en NASH, Mary. “La construcción de una cultura política desde la legitimidad feminista

durante la transición política democrática”, en AGUADO, Ana y ORTEGA, Teresa Mª (eds.) Feminismos y antifeminismos. Culturas políticas e identidades de género en la España del siglo XX. (Espanya): Publicaciones de la Universidad de Valencia, 2011, p. 286. 9

DI FEBO, Giuliana. “Nuevo Estado: nacionalcatolicismo y género”…, p. 26.

10

ROCA i GIRONA, Jordi. “Esposa y madre a la vez. Construcción y negociación del modelo ideal de

mujer bajo el (primer) franquismo, en NIELFA, Gloria (ed.) Mujeres y hombres en la España franquista: sociedad, economía, política y cultura. Madrid, Editorial Complutense, 2003, p.48.

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y conducta se difundieron a través de la estructura de propaganda y de comunicación de masas del régimen, entre ellas las publicaciones religiosas y las revistas para mujeres11. Los roles de género en las ramas femenina y masculina de la HOAC La jerarquía eclesial encomendó a Guillermo Rovirosa, un antiguo dirigente sindical reconvertido al catolicismo, la tarea de guiar en su objetivo a la HOACF y a su homóloga masculina, la HOMAC –Hermandad Obrera Masculina de Acción Católica– 12

. Según Eugenio Rodríguez Martín, Rovirosa trató de unificar de manera extraoficial

ambas ramas en una gran familia que se convertiría en los Obreros de Acción Católica – OAC–, en cuyo seno se encontrarían también los jóvenes y las mujeres. Con dicha idea concuerda la antigua militante Antoñita Berges: “Siempre recordaré el entusiasmo con que hablaba al grupo de mujeres que a nivel nacional intentábamos hacer realidad la HOAC

en una comunidad de hombres y mujeres viviendo como una gran familia”13.

Sin embargo, esta aparente unidad entre hombres y mujeres que caminaban de la mano bajo el estandarte de un único Movimiento Obrero Católico tenía preparadas diferentes funciones y responsabilidades para los hoacistas en razón de su sexo. De esta manera, la primera diferencia entre la HOAC y la HOACF residió en la formación recibida por hombres y mujeres. Así, los cursillos, charlas y planes de formación de la HOAC y de la HOACF fueron ideados y redactados desde la universalidad masculina, siendo posteriormente adaptados para el “carácter femenino”, nunca a la inversa: “En los fines, la HOAC/F tienen mucho en común, y en lo que son diferentes se complementan; pero en los modos son necesarias algunas diferencias o adaptaciones propias del apostolado de la mujer obrera”14. Este hecho no fue un caso aislado para la HOACF, ya que Izumi Kanzaki ya recogió numerosos testimonios que señalaron para el caso de la

11

MUÑOZ RUIZ, Mª del Carmen. “Las revistas para mujeres durante el franquismo”, en NIELFA

CRISTOBAL, Gloria (ed.) Mujeres y hombres en la España franquista: sociedad, economía, política y cultura, Madrid, Editorial Complutense, 2003, p.102. 12

Posteriormente popularizada como HOAC.

13

Testimonio de Antoñita Berges citado por RODRÍGUEZ MARTÍN, Eugenio A. Guillermo Rovirosa

Albet. Espiritualidad y ética del pensamiento social cristiano, Madrid, Movimiento Cultural Cristiano, 2005, p. 572. 14

Cuestionarios de militantes, julio de 1966. AGHOAC, caja 150, carpeta 8.

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organización Vanguardia Obrera que “la formación de militantes femeninas no fue atendida en el mismo grado que la de los hombres”15. De esta manera, aunque se esperaba con el paso del tiempo la consolidación de una HOAC mixta –como así sería desde finales de los años sesenta del pasado siglo– gracias al trabajo conjunto que desarrollaron los obreros y obreras católicos, lo cierto es que hombres y mujeres tuvieron roles bien distintos. En primer lugar, a partir de los planes de formación diferenciados y adecuados a la “psicología” de cada sexo, a saber para los hombres una personalidad más fuerte, valiente y viril, mientras que para la mujer se mantuvo el discurso del carácter más débil, dócil, sumiso y abnegado, enfatizando en las capacidades “femeninas” de observación e intuición. Esta diferencia residía en una serie de características psicológicas que se asociaron a la mujer en algunos de los discursos de esta etapa histórica, llegándose a afirmar que la mujer “razonaba menos” y que “su inteligencia estaba ligada a la sensibilidad”. Asimismo, la maternidad se convertía en la máxima de género para la rama femenina, pues el papel que la naturaleza le había otorgado a la mujer estaba ya escrito: la procreación16. Estas “cualidades” atribuidas al sexo femenino –ternura, dulzura y amor– hacían a las mujeres más proclives para “ocuparse del campo de la beneficencia, la educación católica y la moralización, y ya se venían asociando a la figura femenina en el discurso católico de principios del siglo XX”17. “Queréis ser fieles, fuertes…, no unas niñas o mujeres ñoñas, sentimentaloides, blandengues, que creen que no valen para nada, ni ellas ni todo lo suyo. También queremos ser fieles a nuestra condición femenina, y sabemos que es propio de ella la delicadeza, generosidad, comprensión, ternura. ¿Cómo no querer todo esto si es bueno y ha de ser muy querido a los ojos de Dios y de nuestra Madre la Virgen Santísima, que fue el prototipo de la Mujer?”18.

En este sentido, estas adaptaciones formativas estuvieron estrechamente ligadas a los roles de género determinados para un sexo y para otro. Así, la construcción 15

KANZAKI, Izumi. La vanguardia obrera. Movimiento obrero-cristiano durante el franquismo. Tesis

doctoral dirigida por Mª del Carmen García-Nieto, Universidad Complutense de Madrid, 1994, p.169. 16

Conferencia de la HOACF sobre la promoción de la mujer. Barcelona, 1964. AGHOAC, caja 25,

carpeta 3. 17

BLASCO HERRANZ, Inmaculada. “Ciudadanía femenina y militancia católica en la España de los

años veinte: el feminismo católico”, en BOYD, Carolyn. P. (ed.) Religión y política en la España contemporánea, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2007, p.195. 18

Cursillo apostólico de la HOACF para 1964. (Archivo personal de Josefina Torres y Manolo Sarrión).

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sociocultural del conocido rol de “ángel del hogar” otorgado a las mujeres, tuvo su mayor expresión en la función de la maternidad vinculada en este caso a las obreras. Este modelo de género asociado a la descendencia, a la concepción y las funciones derivadas del cuidado de los hijos se fundamentó en el arquetipo de la Virgen María, hecho que por otro lado no dejará de ser sino una contradicción. De esta manera, este modelo de mujer contrapuesto a la figura de Eva fue el que se erigió como estandarte y ejemplo ideal de mujer en cuanto a su representación del matrimonio y la maternidad, un hecho que marcó también el devenir de las mujeres de la HOACF: “Imitemos a María en el fiel cumplimiento de todos nuestros deberes familiares, sociales, religiosos y cívicos, pues solo así podremos responder a lo que la iglesia espera de nosotras en estos momentos críticos de la vida del mundo. Así, promocionaremos”19. De este modo, para la Acción Católica el modelo de María representaba los valores de humildad, gran capacidad de sacrificio y abnegación, pureza y virtud, valores que serán los que la organización trate de imprimir en la formación de la personalidad de las obreras. La maternidad delimitó de alguna manera el marco de actuación de los obreros y obreras católicos en los distintos ambientes, diferentes para unos y para otras. De esta manera, si bien a los hombres se les animó a participar de manera activa en el apostolado e incluso a relegar sus responsabilidades familiares a un segundo plano para cumplir la misión evangelizadora, a las mujeres obreras se les instruyó en la necesidad de convertirse en el pilar necesario en el hogar, atendiendo las necesidades de su esposo y sus hijos en el rol de “ángel del hogar”. Su máxima era la maternidad y la educación de los futuros hijos de los trabajadores, cuya ética católica y moral mantendrían viva gracias a la labor socializadora y de cuidados de la “gran madre obrera”. La familia, para la HOACF, fue uno de los pilares más importantes de su organización, tanto en la rama femenina –en relación a los hijos– como en la rama masculina –pidiendo a los militantes que facilitasen la conversión de su esposa y su militancia en el apostolado obrero para ir “en comunión” con sus maridos–. Para ello, se promovía el matrimonio como un equipo en el que hombre y mujer debían colaborar y entenderse para el buen funcionamiento del hogar: “El hombre, como la mujer, es tanto más HOMBRE o MUJER cuanto más se desentiendan de prejuicios tontos y sean más comprensivos, conscientes y sociales, colaborando en espíritu de 19

Boletín HOACF, nº 32, mayo 1964. (AGHOAC, caja 138, carpeta 13).

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unión. […] Todo lo del hogar ha de tener este sentido social de unión de compenetración. Las cosas son de los dos”20.

Sin embargo, según sostiene Francisco Martínez Hoyos, para Guillermo Rovirosa, “las esposas de los militantes hoacistas debían ser una especie de «esposas de marinos» que comprendieran y soportaran las ausencias y los sacrificios de los maridos por las actividades relacionadas con su militancia, apoyándoles aunque ellas no participasen directamente en su lucha”21. De esta manera se entroncaba de nuevo la figura de la mujer del militante con el arquetipo de la Virgen María, en sus cualidades de acompañante y sostén del varón: “Tenemos que hacer realidad una vez más la postura de la Santísima Virgen, alentando, ayudando, sosteniendo a nuestros hermanos oacistas, colaborando con ellos en cuanto sea preciso”22. Mientras sus compañeros de militancia viajaban por distintas diócesis impartiendo cursillos de formación y participando de manera más activa en las celebraciones anuales de las Semanas Nacionales –las mujeres no participaron hasta diez años después del nacimiento de la HOACF23 –, las esposas –militantes o no de la organización– eran las encargadas del buen funcionamiento del hogar familiar, evitando, en la medida de lo posible, el trabajo extradoméstico, especialmente en fábricas: “Para que un militante de la HOAC no quede esterilizado por los lazos familiares necesita que su esposa tenga un espíritu semejante al suyo, entregada como él a la causa; que sea excelente mujer de su casa, capaz de llevar casi sola la buena marcha del hogar y la educación de sus hijos pequeños. En realidad, debe tener espíritu de esposa de marino. […] Cuando el marido y la esposa vibran al unísono en las peripecias del combate hoacista, entonces sus dos almas se aproximan y compenetran cada vez más, y los hijos que crecen en tal ambiente quedan marcados para toda la vida”24.

20

Cursillo apostólico de la HOACF para 1964. (Archivo personal de Josefina Torres y Manolo Sarrión).

21

MARTÍNEZ HOYOS, Francisco. “La Acción Católica Obrera durante el franquismo”, XX Siglos, vol.

12, nº 49, 2001, p. 43. 22

Carta de la presidenta nacional Juliana Gómez a las militantes, sin fecha. Juliana ostentó la presidencia

de la HOACF entre los años 1952 y 1963. AGHOAC, caja 150, carpeta 1. 23

Las mujeres no participaron de manera oficial como HOACF en las Semanas Nacionales que se

celebraban cada año al final del verano hasta 1956, a pesar de ello, cierto es que en 1952 algunas esposas de militantes de la HOAC masculina participaron a título personal en la Semana Nacional celebrada en el barrio madrileño de Vallecas ese mismo año. 24

RODRÍGUEZ MARTÍN, Eugenio A. Guillermo Rovirosa Albet. Espiritualidad y ética…, p. 575.

8

Esta labor de retaguardia que desempeñaron las mujeres de la HOACF, y también las mujeres de los militantes hoacistas es recordada por el consiliario de la HOACF en la diócesis de Vizcaya, Juan Miguel Zuñiga, quien reconoce también la posterior evolución de estas mujeres: “Pienso en Miren Gorriñogoitia25, pienso en Lola Barrena26,[…] Begoña Linaza27,

y

luego…mujeres de militantes como puede ser Merche la mujer de Valeriano28, […] que visitaba las cárceles […] es gente que apoyaban también a sus maridos, que los animaban, […] debieron ir a la sombra […] esto yo creo que pasó con muchos militantes, que también ellas, en la medida en que pudieron pues se hicieron presentes en los barrios, en la promoción de la mujer”29.

Una contraposición al modelo tradicional de género: obreras católicas en las fábricas Desde los albores del siglo XX ya existía una concepción clara acerca de la figura de la obrera como madre y esposa del obrero, único encargado del sustento familiar. En este sentido, se mantenía la creencia de que el trabajo de la mujer en la fábrica alejaba a la mujer de su verdadera misión y ponía en peligro la buena integridad de la familia tradicional. Esta tesis, latente también a lo largo de la trayectoria de la HOACF, aparecía en el discurso católico tradicional en 1892 en el transcurso de la conferencia de Antonio Oms, dentro del Congreso Católico de Sevilla30 y se manifestó en las políticas protectoras –y prohibitivas– del trabajo impulsadas a comienzos del siglo XX y continuadas durante el régimen de Franco hasta las décadas de los años sesenta y setenta31.

25

Presidenta de la JOCF de Bilbao en 1960.

26

Presidenta de la HOACF en Bilbao durante los años sesenta.

27

Pionera del movimiento ciudadano y vecinal en Rekalde, barrio obrero de Bilbao, durante los años

sesenta. 28

Se refiere a los militantes Valeriano Gómez y Merche Rodeño.

29

Entrevista a Juan Miguel Zuñiga, consiliario de la HOACF femenina. 2 de noviembre de 2013.

30

BLASCO HERRANZ, Inmaculada. “Mujeres y “cuestión social” en el catolicismo…, p.242.

31

VALIENTE FERNÁNDEZ, Celia. “Las políticas de las mujeres trabajadoras durante el franquismo”,

en NIELFA, Gloria (ed.) Mujeres y hombres en la España franquista: sociedad, economía, política y cultura. Madrid, Editorial Complutense, 2003, p. 148.

9

Efectivamente, la presencia de la mujer en el ámbito laboral, espacio masculino por antonomasia, no fue precisamente animada por las organizaciones católicas, sino todo lo contrario. Bajo el título Tu Hogar, el Boletín Tú, órgano de prensa de la HOAC32 daba consejos a las mujeres sobre cómo mantener su casa limpia o trucos para poner en práctica durante la crianza de los hijos. En contraposición a ello, el boletín también publicaba fotografías y experiencias de mujeres trabajadoras en diferentes sectores, las cuales, de alguna manera se erigieron como modelos a seguir por las obreras católicas, siempre y cuando el ambiente de trabajo fuese “propio de la mujer”, es decir, adecuado a la “conformación física y moral de la mujer”33. En otras ocasiones se intentó mostrar una imagen negativa de la mujer trabajadora, a la que se le atribuía la pérdida de la feminidad al tratar de imitar al varón en el trabajo. “Ni que decir tiene que después de un tiempo trabajando en los tejares, aquellas pobres obreras han sufrido una herida sangrienta, moral y física. Se vuelven rudas y mal habladas, aprenden a fumar, a escupir por un colmillo y a algunas cosas más. Y, nosotros que luchamos por la dignidad de la mujer obrera, por el mantenimiento de su delicadeza y feminidad, no podemos menos que denunciar, una vez más, al capitalismo. […] La mujer puede trabajar fuera de casa pero en tareas proporcionadas a sus fuerzas y en un ambiente moral, lleno de luz, alegría y placidez para ayudar al sostenimiento digno de un hogar con niños, pájaros, flores y visillos” 34.

A pesar de estas contradicciones, la HOAC/F defendió la presencia de la mujer en el trabajo cuando el salario del hombre no llegase a cubrir las necesidades de la familia35: “Es preciso que la mujer tenga en el trabajo todavía más derechos que el hombre, pero

32

Dicho boletín fue suspendido en 1951. Sin embargo, a través del que sería el Boletín de la HOAC,

publicado desde finales de los años cincuenta, se siguió recordando a las obreras que su verdadero trabajo estaba en el hogar, y sólo se “toleraba” el trabajo asalariado femenino cuando el salario del hombre era insuficiente. 33

Algunas ponencias recogen este sentir, y si bien se veía con actitud positiva la incorporación de la

mujer al mundo laboral, ya que el trabajo se consideraba un don divino, lo cierto es que se enfatizó mucho en la diferencia entre los trabajos para los hombres y los trabajos para las mujeres. “Así el trabajo de la mujer aquí en la pavimentación de las calles […] se cambió por otro más propio de la mujer”. Ponencias de la Semana Nacional de Valladolid. 1960. AGHOAC, caja 155, carpeta 1. 34

Boletín Tú, 1 de octubre de 1947, nº 22. (Hemeroteca de la Biblioteca Nacional).

35

Se refiere al salario del varón, que necesitaba ser suficiente para que la mujer no tuviera la necesidad de

trabajar fuera del hogar, siendo el padre el “cabeza de familia” y la mujer “el corazón” de la misma. Ponencias de la Semana Nacional de Valladolid. 1960. AGHOAC, caja 155, carpeta 1.

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tiene en el hogar su mejor destino”36. Además, desde el mismo boletín se criticó que la mujer percibiera un salario menor al del varón, sobre todo, cuando desempeñaban un trabajo similar. También se denunciaron las situaciones irregulares en las que trabajaban las mujeres, las duras condiciones laborales y los abusos de los patronos de las empresas, hecho que debió granjear numerosas contradicciones a las obreras católicas que vieron en las mismas páginas cómo mientras se les recordaba su papel de madres y esposas y se les mostraba el ambiente de la fábrica como un espacio no apto para ellas, se les animaba a clamar por la igualdad de sus derechos laborales. Esta concepción del trabajo extradoméstico de la mujer como una tarea que alejaba a la misma del hogar y también de la fe cristiana debido a los peligros e influencias a los que se encontraba expuesta, era también compartida en el seno de la Acción Católica desde tiempos atrás en los que el acercamiento de la Iglesia a la mujer obrera se consideraba indispensable “para contrarrestar el ambiente de su sitio de trabajo y de sus casas”37. “El trato con las obreras nos proporciona repetidas veces ocasión de conocer las dificultades y peligros de tipo moral que se presentan en fábricas y talleres donde el ambiente es en la mayoría de los casos, muy poco a propósito para que puedan mantener las jóvenes dentro de las normas de la virtud cristiana”38.

Esta idea también era mantenida por Guillermo Rovirosa, quien sostenía que “no son pocas veces las que la pobre reina del hogar tiene que salir de él casi todo el día para someterse a servidumbre, y así poder aumentar algo los escasos ingresos del «rey»”39. Recogiendo este discurso tradicional, las militantes de la HOACF conformaron entonces su identidad principalmente en torno al concepto de “obrera”, pero tomando el mismo con un sentido de pertenencia a una clase social de la cual formaban parte y dentro de la que tejieron distintas estructuras basadas en la solidaridad y la ayuda mutua. El término “obrera” no adquirió un significado vinculado a las actividades 36

Boletín Tú, 18 de noviembre de 1950, nº 131. (Hemeroteca de la Biblioteca Nacional).

37

Luisa Gómez Tortosa, vocal de obreras de la Rama de Mujeres de la AC en Madrid, realiza este

informe remitido por las diferentes Vocalías de Obreras de las diócesis. Extraído de la contestación de la diócesis de Madrid-Alcalá. Archivo de la Junta Técnica de Acción Católica, archivador 8, serie 1, carpeta 1. 38

Ponencia celebrada en Murcia en 1944 sobre el apostolado obrero. Presentado por el Secretariado de

Obreras de Murcia. Archivo de la Junta Técnica de Acción Católica, archivador 8, serie 1, carpeta 1. 39

ROVIROSA, Guillermo. ¿De quién es la empresa?, Madrid, editorial ZYX, 1964, p.94.

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asalariadas fuera del hogar, sino a la vinculación matrimonial con el “obrero”. No obstante, cabe apuntar que no fueron pocas ocasiones en las que las militantes de la HOACF desarrollaron una actividad asalariada extradoméstica, fundamentalmente cuando la situación familiar era especialmente difícil y se hacía necesaria la entrada de un segundo jornal al hogar, sin olvidar el caso de solteras y viudas, que preferentemente desempeñaron una actividad laboral a pesar de las restricciones legales. En este sentido, en no pocas familias obreras, la miseria y la escasez de alimentos y bienes de primera necesidad condujo a muchas mujeres a aceptar puestos de trabajo en los que su salario era mucho más bajo que el de sus compañeros. Sin embargo, y al igual que sus homólogos varones40, sufrieron pésimas condiciones laborales, lo que condujo a muchos de ellos a participar de manera activa en el impulso de huelgas y conflictos laborales contra sus patrones, sobre todo a partir de los años sesenta. Por lo tanto, la conformación del ideario “obrera” no va a consolidarse como un concepto excluyente para las trabajadoras asalariadas, sino todo lo contrario. Fueron los lazos familiares que unieron a las militantes hoacistas con sus compañeros obreros los que definieron para estas mujeres la cuestión de su identidad personal. Tal y como hemos apuntado en las líneas anteriores, hubo muchas mujeres que comenzaron una actividad laboral vinculada sobre todo a la industria textil, siendo consideradas trabajadoras y, por ende, obreras. Pero también hubo muchas mujeres que, sin estar ligadas de manera contractual a ninguna fábrica, fueron también incluidas en el imaginario de “obrera” elaborado por el discurso católico. A dicha identidad debía unirse sin duda alguna el adjetivo “católica”, en tanto que las mujeres de la HOACF contribuyeron a la tarea de evangelizar el mundo obrero a través de los distintos ambientes que conocían, a saber la familia, el barrio y la fábrica principalmente. De la toma de conciencia al cuestionamiento del papel de la mujer en la sociedad La puesta en marcha de la HOAC/F no solo impulsó el acercamiento de la Iglesia católica al mundo del trabajo, sino que la organización se constituyó como uno de los pocos espacios de socialización abiertos y permitidos por el nuevo régimen dictatorial, con la particularidad de consolidarse como una vía alternativa para algunas mujeres de origen humilde que accedieron por primera vez en muchos años a una formación completa basada en el análisis y crítica de su realidad más cercana. Por esta razón, 40

BABIANO, José (ed.) Del hogar a la huelga: trabajo, género y movimiento obrero durante el

franquismo, Madrid, Fundación 1º de Mayo, 2007.

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desde la organización se realizaron cursillos y semanas de formación, primero dirigidas por las Mujeres de la Acción Católica y después coordinadas por las propias obreras católicas. Paulatinamente, estas mujeres de clase obrera se convirtieron en las encargadas de mantener los centros de la HOACF en las diferentes parroquias, al tiempo que adquirían un conocimiento destacado sobre la doctrina eclesial. Sin embargo, desde la organización católica se alentó también otro tipo de conocimiento: el de la situación y realidad de la clase obrera, cuya consecuencia fue el despertar de la conciencia social de estas militantes hoacistas en dos vertientes, primero como obreras y después como mujeres. Gracias a los cursillos de formación, a las reuniones semanales de grupo y a las ponencias en las que se trabajaron cuestiones como la historia del sindicalismo o del movimiento obrero, muchas mujeres tomaron conciencia de la doble desigualdad que sufrían como mujeres y como obreras. A ello contribuyó sin duda la metodología hoacista del ver, juzgar y actuar, basada en el análisis crítico de la realidad y la respuesta a la misma de las militantes. Por su parte, los informes realizados con el propósito de valorar la situación de la mujer obrera en España y las encuestas y revisiones de vida que realizaban las militantes, condujeron en muchos casos a cuestionar los roles de género establecidos y asociados a un sexo y a otro41. Frente a la miseria de la sociedad española en la que vivía inmersa la clase obrera, la prostitución, o por ejemplo, la problemática de las empleadas del trabajo doméstico, la HOACF se presentaba como una alternativa capaz de dar respuesta y como el espacio de salvación necesario de las mujeres obreras. En este sentido, la HOACF consiguió despertar la conciencia de clase en sus militantes: “Ser obrera no es solo trabajar, es una manera de ser, con una mentalidad propia, con unas posibilidades concretas, con unas limitaciones

precisas”42.

Esta

mentalidad

o

conciencia

obrera

fue

calando

paulatinamente en muchas de las hoacistas, que pronto extendieron sus demandas más allá del ámbito religioso, exigiendo participar de manera más activa en el movimiento católico obrero y comenzando una implicación más destacada en el movimiento vecinal, en los conflictos laborales de las fábricas y en la formación de sindicatos clandestinos

41

Los grupos de trabajo realizaban encuestas semanales en las que evaluaban la problemática de los

hogares obreros, la doctrina social de la Iglesia y concretaban sus actuaciones en su entorno más cercano. Estas encuestas servían para ayudar a las militantes a realizar las revisiones de vida obrera y a iniciarlas en el compromiso más activo en sus barrios y lugares de trabajo. 42

Boletín de la HOACF, nº 50, noviembre de 1965 (Hemeroteca de la Biblioteca Nacional)

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como Comisiones Obreras –CCOO–. De esta manera, las militantes fueron cuestionando de manera progresiva el papel de la mujer obrera basado exclusivamente en la maternidad y el cuidado de los hijos y adquiriendo nuevos roles más activos, sobre todo a partir de los años sesenta. Sin embargo, este proceso se llevó a cabo en medio de grandes dificultades, pues las mujeres de la HOACF sufrieron, en primer lugar, las limitaciones educativas de una temprana incorporación al trabajo, aunque siempre manifestaron un gran interés por la cultura y por la formación. De esta manera, la HOAC femenina alentó la necesidad de conocimiento de estas mujeres, algunas de las cuales terminaron sus estudios básicos una vez jubiladas43. Otras hoacistas hicieron un gran esfuerzo y pese a contar con una educación interrumpida en la infancia realizaron el Plan Cíclico44. Tal es el caso de la militante Miguela Brumós, que “nunca se presentó sin la encuesta hecha” y que a veces “se iba a dormir a la una o a las dos de la noche para poderla hacer”45. En esta línea, la falta de tiempo de muchas mujeres obreras también fue una dificultad añadida, ya que no pudieron dedicarse plenamente a la militancia en los horarios en los que debían compaginar su rol de madre y esposa, y, después, en el caso de otras, el trabajo en la fábrica o en otros centros de trabajo. Algunas de ellas, “al encontrarse cargadas de trabajo no pueden dedicar tiempo suficiente para leer y adquirir conocimientos que les iría muy bien para su promoción y superación humana y cristiana”46. Finalmente, las mujeres de la HOACF también debieron superar el dirigismo inicial de los consiliarios o sacerdotes encargados de pautar las reuniones y la tutela de los líderes masculinos, presentes en algunas de las asambleas de mujeres. De esta manera, las militantes fueron detectando la necesidad de promoción de la mujer y la afirmación de

43

Entrevista a Eulalia Gómez, 27 de julio de 2013.

44

Se trata de un conjunto de encuestas que realizaban las militantes por un periodo de dos años. Esta

metodología había sido tomada de las Juventudes Obreras Católicas, tanto la rama masculina como la femenina, por parte de Guillermo Rovirosa. Además de su utilización en las reuniones, se incluía también el compromiso temporal, es decir, la participación de los obreros en la vida social y sindical de la época. Todo ello estaba orientado hacia la consecución de una conciencia obrera militante cristiana. 45

MURCIA, Antonio. Obreros y obispos en el franquismo, Madrid, ediciones HOAC, 1995, p.160.

46

Carta de la Comisión Nacional de la HOACF a las responsables diocesanas de la comisión de difusión.

Febrero de 1965. AGHOAC, caja 150, carpeta 2.

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su responsabilidad social, política, sindical y cultural, todo ello basado en la fundamentación de “una formación que le quite el complejo de inferioridad que siente ante el hombre y la sociedad”47. Estas primeras limitaciones, compartidas por compañeras, motivaron una creciente solidaridad obrera no solo entre ellas sino también para con la sociedad 48: “Nosotras tenemos que ver la forma de hacer frente a esta situación y a la de todas aquellas mujeres del barrio que conocemos. Unirnos para prepararnos y estudiar las acciones posibles a realizar por nosotras”49. Apelando a dicha solidaridad, la HOACF animó a difundir su mensaje en fábricas y barriadas: “En todos los lugares donde trabajen mujeres (fábricas, talleres, empleada de casa y del campo, etc…) se debe colocar el cuestionario, ocupándonos alguna de enterarnos de las condiciones en que allí se encuentran estas obreras y los problemas que tienen”50. En esta tesitura, la mayor contradicción que debieron experimentar las mujeres obreras católicas fue sin duda alguna, aquella relacionada con el compromiso temporal y las actividades derivadas del mismo en relación con su propia condición de género: “La mujer es muy capaz para la acción obrera; por lo tanto, ya es hora de que nos consideremos a nosotras mismas mayores de edad y desterremos ese criterio que aún existe entre muchas de nuestras mujeres, y sobre todo, en la mayoría de los hombres, de que esas actuaciones son propias de ellos”51. Bajo esta contradicción, subyacía el doble estigma que sufrieron las obreras durante el franquismo. El primero asociado a su propio género y el segundo a la clase social a la cual pertenecían. La toma de conciencia en torno a la desigualdad sufrida por las mujeres y las injusticias para con la clase obrera así como, la formación recibida dentro 47

Cuestionario elaborado por las diócesis de Soria, Ferrol del Caudillo, Elche, Burgos, Santiago de

Compostela, Plasencia, Tudela, Lérida, Huesca, Astorga, Vitoria, Albacete, Valencia y Logroño en 1965 con motivo de la reunión de los Movimientos Obreros Católicos en Lungern (Suiza). AGHOAC, caja 150, carpeta 3. 48

Sara, nº35, enero 1961. (AGHOAC, caja 345, carpeta 1).

49

Planes de actuación para 1961 preparados por la Comisión Nacional de la HOACF. Archivo de la Junta

Técnica, Archivador 176, serie 1, carpeta 1. 50

Cursillo de orientación al plan de actuación de la HOACF. AGHOAC, caja 6, carpeta 4.

51

Boletín HOACF nº4, enero 1962. (AGHOAC, caja 345, carpeta 2).

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de la HOACF fueron las claves del cambio y del inicio de una serie de actuaciones que no dejarían de generar tensiones entre la Iglesia, el régimen y los grupos de especialización obrera de la Acción Católica. De esta manera comenzó el lento avance de las mujeres obreras hacia el cuestionamiento de la práctica de un rol de género basado exclusivamente en el ámbito privado hacia su proyección en los espacios públicos, que no significó en ningún caso el abandono de los deberes familiares ligados a la figura femenina y el rol de madre de familia, sino un intento de compatibilización de los mismos con la actividad laboral y con el comienzo de una participación en espacios donde anteriormente solo se había mantenido la presencia de los hombres. Conclusiones El nacimiento a finales de la década de los años cuarenta de la HOAC femenina va a iniciar el acercamiento de la obrera a la Iglesia Católica. Gracias a este espacio de socialización, las obreras iniciaron un periodo formativo en el que muchas aprendieron a leer y escribir, pero sobre todo a analizar su realidad más cercana. A través de sus planes de formación, la HOACF difundió un modelo de identidad a la mujer obrera basada en la llamada “conciencia de clase” y sustentada en el orgullo de pertenencia a la misma. Esta identidad obrera cumplía también con el rol de género de “ángel del hogar” impulsado desde el nuevo régimen y la Iglesia Católica al término de la Guerra Civil española. Debido a estas dos cuestiones, las mujeres de la HOACF experimentaron una gran contradicción a lo largo de toda su militancia, pues mientras fueron llamadas a comprometerse con sus homólogos obreros en las demandas del movimiento obrero y tomaron una progresiva conciencia de su desigualdad en materias como el salario o los derechos laborales, entraron en controversia con el modelo tradicional de “ángel del hogar” que intentaba acotar su presencia a ámbitos más privados, asociándoles a la figura de la Virgen María en el arquetipo ideal de compañera del hombre y madre de familia52. En este sentido, el rol de género de madre y esposa que encontramos durante 52

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la larga posguerra se irá paulatinamente erosionando para dar paso a un modelo mucho más activo en el plano religioso y social. Sin embargo la organización nunca dejó de recordar a las militantes que, aunque tomasen parte activa en la evangelización del mundo obrero y la promoción de la mujer obrera, no debían olvidar que su lugar se encontraba al lado de su marido e hijos, y que ellas mismas constituían el pilar indispensable de la unidad familiar, un aspecto que sin embargo nunca fue exigido para sus compañeros varones. A estas dicotomías tuvieron que hacer frente las mujeres que militaron en algún momento de sus vidas en la organización apostólica.

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