En el núcleo de la edad dorada del Desarrollo: la Revista de Ciencias Económicas, UBA (1958-1963)

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Descripción

Maestría y Especialización en Economía Política con mención en Economía Argentina

TESIS FINAL: En el núcleo de la edad dorada del Desarrollo: la Revista de Ciencias Económicas, UBA (1958-1963) Lic. Esp. Mariano Arana Director de tesis: Hernán Gustavo González Bollo Co-Director: Diego Ezequiel Pereyra Buenos Aires, marzo de 2015

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Agradecimientos Este trabajo no podría haberse llevado a cabo sin la paciencia de mi familia. Sabrina, mi compañera y mis dos hijos Nahuel y Zoe, de quienes tomé prestado tiempo. Agradezco a quienes ayudaron indirectamente: a Eduardo Scarano, Secretario de Investigación y Doctorado FCE-UBA. A Susana Savoia de la Academia Nacional de Ciencias Económicas. A Nancy, bibliotecaria de la sala de referencias de la FCE-UBA. A Pablo Stropparo, Eduardo y Victoria Basualdo quienes comentaron las primeras ideas de esta tesis. A todos los entrevistados aquí: Arturo O’Connell, José María Dagnino Pastore, Abraham Gak, Julio C. Neffa, Miguel Teubal, Aldo Ferrer y Norberto González, que no sólo han contribuido con sus experiencias sino que han contagiado entusiasmo. A María Lucila Gómez de Acosta por la confianza, la libertad y la generosidad que me brinda desde hace 15 años en la Universidad de Buenos Aires. A los pocos que, aunque no conozco personalmente, se han dedicado al tema; sin esas contribuciones no habría trabajo posible. A mi director, Hernán Gustavo González Bollo y co-director, Diego Ezequiel Pereyra, por haber confiado en el proyecto y compartido sus experiencias. Y a mis colegas, compañeros de grado y posgrado con quienes pude discutir este trabajo.

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Resumen Dentro del conjunto de los significados sobre el desarrollo, las ideas que han sido asociadas a las del crecimiento económico formaron parte del grupo de teorías de la modernización en las Ciencias Sociales. El fin de la segunda guerra mundial, los efectos de la industrialización y las elecciones presidenciales de Argentina en 1946 pusieron en evidencia en una parte importante de la sociedad argentina la necesidad de repensar el desarrollo. Los hechos e ideas que instalaron al desarrollo económico como el problema central del país en la década de 1950 no fueron consecuencia del desarrollismo sino que fueron parte de fenómenos de alcance mundial que excedieron a la economía y la política local pero que tuvieron su historia en ella. Esta investigación tiene el propósito de contribuir al estado de los conocimientos en el ámbito de la historia del pensamiento económico en Argentina, ya que indaga sobre la formación de ideas en torno al desarrollo económico en la Revista de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires en el período de los años 1958 a 1963, bajo la premisa aquél se caracterizó -en el ámbito de la Economía Política- por comprenderlo desde el crecimiento continuo de las fuerzas productivas (técnica, tecnología, productividad, programación, etc.), dejando fuera la preocupación por las relaciones sociales. Entre las principales conclusiones, se señala que la formación de una parte del discurso económico en la RCE cobró las formas expresadas por las ideas modernizadoras donde la acumulación progresiva de riquezas y la idea del control a partir de la programación del desarrollo económico fueron característicos de estos textos. Las relaciones sociales en conflicto no aparecieron en aquellas formulaciones, su lugar, en cambio, fue reemplazado por la técnica y tecnología, la programación, los planes de desarrollo, las dotaciones factoriales, las ventajas comparativas y las políticas económicas. Asimismo, la formación de contenidos y referencias idearias estuvieron relacionadas íntimamente con las esferas del conocimiento anglosajón, delimitando el debate de la Economía Política en Argentina. Este trabajo es un aporte a los estudios sobre los inicios universitarios de la Economía Política en Argentina y sus ideas vinculadas a la modernización. Permite trazar un vínculo entre aquellos trabajos heterogéneos y escasos desde la misma Economía Política con contribuciones de otras disciplinas sociales que -aunque realizaron aportes significativos a la comprensión del lugar de las ciencias sociales en el país- miraron a la Economía Política de costado.

Palabras Clave: Revista de Ciencias Económicas, Economistas, Desarrollismo

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Índice general Abreviaturas Utilizadas ....................................................................................................................... 6 Introducción ........................................................................................................................................ 7 Capítulo I: El paradigma supletorio de las ciencias sociales............................................................. 16 I.1. Internacionalización e institucionalización de las ciencias sociales ....................................... 18 I.2. Algunos contornos del desarrollo ........................................................................................... 19 I.3. El problema del (sub) desarrollo. Hipótesis y relevancia ....................................................... 24 I.4. Intelectuales, expertos y las ideas sobre el desarrollo ............................................................. 28 Capítulo II: Universidad y Desarrollo ............................................................................................... 33 II.1. El largo camino hacia la licenciatura en Economía Política .................................................. 36 II.2. La edad de oro de los economistas en la Universidad de Buenos Aires ................................ 42 Capítulo III: La Revista de Ciencias Económicas ............................................................................. 47 III.1. Características del Desarrollo Económico en la RCE .......................................................... 52 III.2. Las primeras Jornadas Anuales de Economía de la UBA .................................................... 65 III.3. El contexto económico en la RCE........................................................................................ 73 III.3.1. La situación argentina a través del informe de la CEPAL de 1957............................... 73 III.3.2. El examen de la situación económica de Argentina en 1961 ........................................ 76 Conclusiones ..................................................................................................................................... 83 Bibliografía ....................................................................................................................................... 89 Anexo ................................................................................................................................................ 99 A. Clasificación de artículos de Economía y Desarrollo............................................................... 99 B. Publicaciones del espacio economicista ................................................................................. 112 C. Articulistas.............................................................................................................................. 114 D. Entrevistados .......................................................................................................................... 120

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Índice de tablas Tabla 1: Distribución de egresados según título FCE-UBA ............................................................. 42 Tabla 2: Ejercicio contable XI de la RCE al 31/12/1931 .................................................................. 48 Tabla 3: Distribución de artículos por tópico y por tema económico. RCE 1958-1963 ................. 100 Tabla 4: Cantidad de tópicos por temas, totales y en porcentaje. RCE entre 1958-1963................ 101 Tabla 5: Principales tópicos por tema, totales y en porcentaje. RCE entre 1958-1963................... 102 Tabla 6: Subtemas principales en artículos seleccionados sobre Desarrollo Económico ............... 103 Tabla 7: Artículos seleccionados sobre Desarrollo Económico ...................................................... 104 Tabla 8: Cantidad de artículos por tópico según su tema ................................................................ 106 Tabla 9: Cantidad de artículos por autor y período. RCE 1913-1979 ............................................. 107 Tabla 10: Ministros de Economía y Presidentes del BCRA que publicaron en RCE desde 1958 .. 108 Tabla 11: Listado de artículos de Economía publicados en la RCE entre 1958 y 1963 .................. 109

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Abreviaturas Utilizadas AAEP Asociación Argentina de Economía Política AEA American Economic Association AER American Economic Review ANCE Academia Nacional de Ciencias Económicas CEMLA Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos CFI Consejo Federal de Inversiones CIE Centro de Investigaciones Económicas CINDE Consejo Directivo del Centro Internacional para el Desarrollo Económico CLACSO Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales CNEA Comisión Nacional de Energía Atómica CONADE Consejo Nacional de Desarrollo CONICET Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas DE Desarrollo Económico EC Económica ES Economic Survey EUDEBA Editorial de la Universidad de Buenos Aires FCE-UBA Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires FIEL Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas IDES Instituto de Desarrollo Económico y Social ITDT Instituto Torcuato Di Tella JEL Journal of Economic Literature JEP Journal of Economic Perspectives MIT Instituto Tecnológico de Massachusetts PEA Panorama de la Economía Argentina RCE Revista de Ciencias Económicas RDE Revista de Desarrollo Económico REA Revista de Economía Argentina ROPE Review of Political Economy UBA Universidad de Buenos Aires UCA Universidad Católica Argentina UNCu Universidad Nacional de Cuyo

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Introducción En la segunda posguerra las ideas sobre el desarrollo económico cobraron fuerza en todo el mundo occidental y, en América Latina en particular, tuvieron y tienen espacios de intenso debate. Dentro del conjunto de los significados sobre el desarrollo, las ideas que han sido asociadas a las del crecimiento económico, formaron un conjunto de lo que en los años 70 se denominó para América latina, la ideología del desarrollismo: paradigma supletorio de las ciencias políticas norteamericanas (Bodenheimer y Luján, 1970). Aquellas se identificaron con la adopción de un modelo continuo de desarrollo mediante cambios estables y ordenados, cuya adopción es análoga a los desarrollos preexistentes de estratos superiores. El surgimiento de estadísticas y nuevas mediciones de la riqueza, los efectos materiales de la crisis comenzada 1929, la guerra y las brechas que se encontraban entre países, contribuyeron a asociar el desarrollo (y no-desarrollo) a la posibilidad (o no) de crecimiento (Arndt, 1992). Asimismo, los economistas disponían de instrumentos teóricos para pensar la expansión, que habían sido modificados para programar el crecimiento a raíz del deterioro del laissez faire provocado por la Gran Depresión. El desarrollo como crecimiento fue resultado de esa nueva combinación de problemas, datos, condiciones políticas para intervenir y teorías aceptadas, junto a un proceso de institucionalización e internacionalización de las Ciencias Sociales en general y de la Economía en particular. En Argentina existió una historia específica en ese conjunto de ideas. El fin de la segunda guerra mundial, los efectos de la industrialización y las elecciones presidenciales de 1946 pusieron en evidencia en una parte importante de la sociedad la necesidad de repensar el desarrollo económico. La irrupción que provocó el golpe de Estado en 1955 significó alteraciones sobre dichas ideas, ya sea por el cambio de la escena económica, como universitaria y sobre todo en el sistema de partidos e ideas políticas. Allí se debatieron diversas interpretaciones del estado y condición para el desarrollo en Argentina en las universidades, organismos internacionales y agrupaciones políticas. En el contexto del ascenso a la presidencia de Arturo Frondizi, el desarrollismo concentró ideas particulares sobre el diagnóstico y las condiciones para el desarrollo y se colocó como un actor relevante en la disputa sobre dicho concepto, en particular, debido a sus años de 7

gestión gubernamental. Sin embargo, los hechos e ideas que instalaron al desarrollo como el problema central en la década de 1950 no fueron consecuencia del desarrollismo en Argentina sino que formaron parte de fenómenos de alcance mundial que excedieron a la economía y la política local pero que tuvieron su historia en ella. Esta investigación tiene el propósito de contribuir al estado de los conocimientos en el ámbito de la historia del pensamiento económico en Argentina, al estudiar la formación de ideas en torno al desarrollo económico en la Revista de Ciencias Económicas (RCE) de la Universidad de Buenos Aires (UBA). En particular, se indaga sobre si el concepto de Desarrollo Económico fue caracterizado como un continuum de las fuerzas productivas entre los años 1958 y 1963. Ello se supone problemático por varias cuestiones que se desarrollarán en el transcurso de la tesis y que están vinculadas a tres tremas. En primer lugar, el problema de la creación de marcos conceptuales que permitieran captar procesos sociales de la época, es decir, de los límites de las teorías del desarrollo como crecimiento. En segundo lugar, las prescripciones de política orientadas a la independencia económica de los países subdesarrollados, ya que si el subdesarrollo es algo distinto al no-desarrollo, difícilmente se puedan asimilar políticas creadas para los países desarrollados. Ambos problemas son tratados en el capítulo I, donde se expone brevemente una referencia a las críticas al “paradigma de la modernización” identificadas con los enfoques de la dependencia. Por último, en el capítulo II, se expone la influencia de los enfoques modernizadores en la formación de los economistas en Buenos Aires. Aparecen allí escenarios de disputa del conocimiento que podemos clasificar entre los opuestos monetarismo – estructuralismo en el espacio Norte-Sur, Inglaterra (Cambridge, Oxford, LSE) - EE.UU. (principalmente Chicago), en el espacio Norte-Norte y llamada “Vieja Guardia” - Economistas Modernos, en el espacio de la FCE-UBA. Estos lugares de debate permiten mostrar otros límites a la formación de ideas sobre el desarrollo económico en el período. El estado de los conocimientos en el tema es uno de los aspectos más complejos a tratar. Por un lado, el estudio del paradigma supletorio en las ciencias sociales es vasto, pero los esfuerzos realizados en esta dirección hacia la Economía Política o Ciencia Económica son muy escasos. Los debates historiográficos y académicos se circunscribieron a la Filosofía, Historia y Sociología principalmente. Han arrojado ser, desde sus comienzos, enfoques de 8

polémica y política. Sin embargo, el material existente consultado para la Economía Política aparece desteñido de política y polémica. Adicionalmente, los trabajos de los medios académicos más consultados a nivel mundial refuerzan esta idea y no contribuyen a crear métodos y formar objetos de estudio de mayor utilidad. El apartado I.4 rescata los estudios hasta la actualidad que forman esta imagen de una disciplina poco estudiada. Por otro lado, existe una serie de trabajos como los de Marsal (1967), Neiburg y Plotkin (2004) y Morresi y Vommaro (2011) que permiten pensar el lugar ocupado por los economistas académicos, sus instituciones e ideas y las relaciones entre sus saberes y sus poderes, como parte de las diferencias entre intelectuales y expertos. Esta tesis tiene como precedente una investigación acerca los orígenes del discurso cepalino en su primera década, que fue presentada como trabajo para obtener la Especialización en Economía Política en FLACSO (Argentina) y que contribuyó en varios aspectos: por un lado, fue claro desde un inicio que el debate entre los enfoques de la dependencia vis a vis el cepalismo y el monetarismo en los años 50 debía disponer de un orden que les permitiera dialogar. No porque así lo quisieran sus actores, sino porque así sucedió. Ese ordenador fue la crítica de la modernización. Asimismo la revisión historiográfica desde la CEPAL -es decir, la mirada interna del organismo sobre su contribución- fue la versión clásica que dominó en la imagen sobre dicha institución. Este trabajo se discutió en el año 2012 en las Primeras Jornadas de Estudio de América Latina y el Caribe (UBA-FCsS) bajo el título El debate sobre la CEPAL. Entre la contribución original y el paradigma supletorio. El segundo antecedente lo tuvo la propia indagación sobre cómo contar una historia del pensamiento económico de (y en) un país que casi no reconoce contribuciones en la disciplina, mucho menos aún que casi no hace historia del pensamiento. Allí se indagó construcción de otros discursos fuera de la academia y llamó la atención a conceptos centrales de la Economía Política que no fueron incluidos dentro del inventario de los economistas en los años 60. Estas indagaciones dieron como resultado un trabajo titulado Aspectos centrales del desarrollo en la periferia de la Economía Política: modo y relaciones de producción en la Argentina de mediados del siglo XX que fue discutido en las Jornadas de Economía Crítica (UNCu-FCE) en el año 2013 y que señaló que el debate sobre las relaciones sociales y (en) los modos de producción no fueron tópicos recogidos por el discurso económico de aquellos 9

años en Argentina, aunque lo fueron en otras esferas del conocimiento. Las relaciones sociales no aparecieron en los dominantes discursos monetaristas ni estructuralistas. ¿Qué apareció entonces? Allí fue cuando el concepto de Desarrollo Económico se mostró transversal a las ciencias sociales y la política; por lo que estudiar el lugar del desarrollo en los economistas podría servir como un aproximado del discurso económico en Argentina de los años sesentas (1955-1965) y permitiría estimar los aportes de esta disciplina en relación al resto de los discursos. Para lograr aquello se partió de un marco teórico que se trabajó en el ámbito del curso de Historia del Pensamiento Económico en la FCE-UBA. Fue evidente que los cambios de la historia de nuestra disciplina desde mediados del siglo XX (particularmente desde 1936) se debieron a la institucionalización de la Economía Política, la proliferación de publicaciones, la atomización de actores. Este aspecto se trató en otro trabajo titulado Historia del pensamiento económico en conflicto discutido en las V Jornadas de Economía Crítica en la FCE-UBA en el año 2012, donde se utilizaron varios recursos provistos desde la epistemología ampliada (Díaz, 2007) con motivo de alejarse de un tipo positivista de construcción histórica de carácter evolucionista. Esta corriente permite pensar la actividad del científico social como una actividad política orientadora de medios hacia fines. Es una actividad política en sentido de la transformación que el científico espera actuar sobre la realidad, operar sobre ella en un ámbito de polémica entre poder y saber. Por lo tanto el aporte de la hermenéutica (como método de interpretación) está delimitado por su función de otorgar sentidos y significados. Es decir, La historia no puede sino ser interpretada debido a sus múltiples objetos, dimensiones, factores, sujetos, etc. Las variables que juegan el rol histórico no pueden reunirse sino poniéndolas en relación y eso requiere un trabajo interpretativo. Por lo tanto, la historia del pensamiento económico posee una relación íntima y necesaria con la epistemología ampliada utilizando la hermenéutica como uno de sus métodos de estudio. El abordaje epistemológico ampliado incluye el estudio de los contextos y de las fuerzas internas de la ciencia; por ende, se hace preciso evaluar los aportes hacia nuestra disciplina mirando su (y la) historia.

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Existen diversos modos de encarar el problema metodológico de los contextos. La tensión del tiempo y espacio que provoca cualquier trabajo escrito, hace que la elección pueda ser siempre cuestionada. En el caso de esta tesis se eligió indagar en el contexto universitario por varias razones. Por un lado, ese contexto parece ser el más cercano como contexto de descubrimiento, tráfico, justificación y aplicación de ideas en el período. Por otro, se estimaron relevantes los cambios en los institutos de investigaciones, licenciaturas, becas, contenidos editoriales y de ideas. Asimismo, lo sucedido en la FCE-UBA está escasamente estudiado vis a vis los procesos económicos y lo políticos del período; por lo que es probable que, además de pertinente a la tesis, resulte un aspecto novedoso. También hay que notar que la misma RCE publicó artículos sobre el contexto económico, por lo que el espacio destinado a evaluarlo se puede ver allí, aunque claro, asociado a las ideas expresadas en la revista. Sin embargo, la tensión principal para la elección de los contextos fue el espacio. Vincular la producción de ideas al contexto económico y político no sólo es necesario sino que olvidarlo resulta un ejercicio intelectual estéril; es por ello que se ha dedicado -además- el apartado I.2 a exponer notas sobre ellos y se trataron en el Anexo los roles institucionales, políticos y académicos de los articulistas junto a algunas de sus principales contribuciones a la profesión, de modo de ubicar el lugar de cada autor. Para poder reconstruir algunos contextos se recurrió a una revisión bibliográfica sobre la época, la universidad y la economía (se realizó un trabajo de archivo principalmente en el ámbito de la FCE-UBA). Sin embargo la información resultó escasa, por lo que se decidió realizar una serie de entrevistas a actores relevantes de aquella época. Entre ellos, entre los años 2013 y 2015 prestaron su tiempo Arturo O’ Connell, José María Dagnino Pastore, Abraham Gak, Julio C. Neffa, Miguel Teubal, Aldo Ferrer y Norberto González, aunque lamentablemente no se pudo entrevistar a otros que se consideran importantes. Por diversos motivos no fue posible entrevistar a Julio H. G. Olivera, Bernardo Kliksberg, Mario Brodersohn y Oscar Altimir, cuatro figuras centrales para comprender el contexto de la FCEUBA y la RCE. Para lograr homogeneidad en las entrevistas y enfocar a los entrevistados en el período se adelantaron una serie de preguntas relacionadas al contexto ideario, universitario, el espacio de las revistas académicas, el rol del entrevistado en esa época y algunas de carácter 11

específico orientadas directamente a la hipótesis que aquí se trabaja. Todas las entrevistas fueron grabadas y algunas de ellas desgravadas para manejar mejor la información. En su mayoría fueron presenciales, en la casa de los entrevistados (Arturo O’ Connell, Aldo Ferrer y Norberto González), en sus lugares de trabajo (José María Dagnino Pastore y Abraham Gak) o mediante conversaciones telefónicas (Julio C. Neffa y Miguel Teubal). Se decidió no exponerlas en el Anexo debido al volumen que este adquirió y porque se transmitieron interesantes citas textuales de esas entrevistas a lo largo del trabajo. El Anexo tiene varias contribuciones. La razón por la que se hizo voluminoso corresponde a la falta de información o de trabajos previos en distintas áreas. Por un lado, la primera parte del Anexo trata sobre el estudio del índice completo de la RCE, que se trabajó para estimar el impacto discursivo de tema Desarrollo Económico. Se hizo un estudio y crítica del único índice temático completo de la revista publicado en 1999 por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Capital Federal que llevó a la necesidad de recategorizar un volumen importante de artículos sobre nuestra temática entre 1958 y 1963. El uso del índice planteó problemas de método para concluir con el propósito de esta tesis. No fue posible hacer la aproximación temática mediante ese instrumento, por ello se hizo necesario revisar todos los artículos y clasificarlos nuevamente. También se presentan datos en tablas que permiten estimar otros los temas y tópicos tratados en la RCE. Un segundo Anexo contiene una breve revisión de los estudios sobre las revistas de economía en la actualidad que se eligió denominar como: Publicaciones del espacio economicista. Allí se consideraron hechos estilizados sobre el tratamiento discursivo en revistas de Economía Política, donde predominan los estudios de impacto y rankings de citaciones y autores (comúnmente denominados mercado de reputaciones). Las conclusiones de esa revisión aparecen en el cuerpo de la tesis. Seguido, se destina un lugar a entregar breves notas sobre el perfil de cada articulista y entrevistado, de manera de contribuir a la estimación los contextos. Por último, se expone un Glosario de siglas utilizadas a lo largo del texto. A esta introducción la continúan tres capítulos y las concusiones. El capítulo I se desarrolla el aspecto problemático de esta tesis y se expone el brevemente el contexto social (ideario, económico-político, internacional, etc.) para dar cuenta su relevancia. Seguido, se explica el significado de la hipótesis propuesta, es decir, ¿por qué es un problema que el discurso de la 12

Economía Política haya sido consecuente con las premisas de la modernización? El capítulo termina con una discusión sobre el estado de los conocimientos acerca del estudio que las Ciencias Sociales se hacen a sí mismas y del espacio particular que existe en la Economía Política. El capítulo II pone énfasis en el contexto universitario y su relación con las ideas sobre el desarrollo económico desde la década de 1950. Se realizan algunas crónicas de la institucionalización universitaria de los economistas, sus perfiles, planes de estudio y contenidos sobre el Desarrollo Económico en el ámbito de la FCE-UBA, que son significativas por su cercanía a la revista. En particular se revisa históricamente la formación de los economistas hasta llegar a su carrera acabada en 1958. Asimismo se reflexiona sobre el significado de la llamada edad de oro de la Universidad y de los economistas en los años 60. En el capítulo III es el más extenso, ya que contiene el núcleo analítico de esta tesis por estar dedicado al estudio del Desarrollo Económico en la RCE. Puede parecer desbalanceado respecto a la extensión de los capítulos anteriores, pero resulta parte de una decisión consciente en la exposición. Se priorizó la profundidad del estudio de todos los artículos relacionados con el Desarrollo Económico en la revista, en lugar de tomar una muestra, debido a la falta de información relevante para confiar en que tal muestra parcial pudiera arrojar una imagen significativa del tema en la RCE. Allí se realiza en primer lugar un análisis del concepto de Desarrollo Económico en todos los textos del período que directa o indirectamente hicieron referencia al tema. Asimismo el capítulo se subdivide en tres momentos de la revista para que pudieran ser manejados analíticamente. En primer lugar, como resultado de las críticas realizadas al índice 1999, se completó el estudio de los textos categorizándolos en subtemas: a) Sector externo/América Latina; b) Monetario/Financieros; c) Inversión/Industria y d) Sector agropecuario. Todos ellos contribuyen a confirmar la hipótesis principal de la tesis, aunque con distinto peso relativo. En segundo lugar, se tratan las posturas expresadas en las Primeras Jornadas Anuales de Economía de la Universidad de Buenos Aires donde la FCE realizó una selección de contribuciones y por ende, de las ideas sobre el desarrollo allí encontradas. Por último, se

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hizo un estudio de aquellos textos destinados exclusivamente al contexto económico, como fueran por un lado, la reproducción del Estudio Económico para América Latina de la CEPAL publicado originalmente en 1958 y reproducido ese año en la RCE, de gran impacto difusivo en la época y por otro, la publicación de las conferencias llevadas a cabo en la FCEUBA, bajo las consignas de realizar un Examen crítico de la actual situación económica del país en el aspecto relacionado con la estabilidad monetaria y la producción cuyos disertantes fueron Carlos Moyano Llerena, Federico Pinedo y Adalbert Krieger Vasena junto a Francisco García Olano, Manuel San Miguel y Leopoldo Portnoy, Entre las principales conclusiones de la tesis se señala que la formación de una parte del discurso económico en la RCE cobró las formas expresadas por el paradigma supletorio en las ciencias sociales donde la acumulación continua de riquezas expresadas típicamente en las “tasas de desarrollo”, los equilibrios dinámicos sectoriales, el cambio progresivo de la productividad, fueron característicos en el estudio de estos textos. El control del cambio social por las políticas de desarrollo y la objetividad del mismo a través de esa idea de control, reemplazó los estudios de los ciclos económicos en los planes de estudio de los economistas de la FCE-UBA. Si la tasa del crecimiento del ingreso per cápita era algo programable, entonces el ciclo podría ser gobernado; sólo quedaba aprender a programar. Sin embargo, los actores esenciales de las relaciones sociales en conflicto no aparecieron en estas formulaciones. Su lugar fue reemplazado por la técnica y tecnología, la programación, los planes de desarrollo, las dotaciones factoriales, las ventajas comparativas y las políticas económicas. Asimismo, la formación de esos nuevos contenidos y referencias idearias estuvieron relacionadas íntimamente con las esferas del conocimiento anglosajón, provocando cambios significativos en los contenidos estudiados por los nuevos economistas de la UBA. Este trabajo es un aporte a los estudios sobre los inicios de la Economía Política en Argentina y sus ideas vinculadas a la modernización de las fuerzas productivas. Permite trazar un vínculo entre aquellos trabajos de las Ciencias Sociales que miraron a la Economía Política de costado (aunque realizaron aportes significativos a la comprensión del lugar de las Ciencias Sociales en Argentina) y otro conjunto, escaso y heterogéneo, donde predomina un enfoque personalista de la historia de las ideas. Emite juicio sobre el significado del discurso 14

económico en los tempranos años sesentas y toma posición sobre el tiempo en que se institucionaliza la Economía Política en el país; por ello, arroja luz sobre ideas encontradas acerca del momento histórico en que los expertos en economía comenzaron a protagonizar el debate sobre el desarrollo. Por último, a modo de crítica, este trabajo muestra algunos problemas para interpretar la época con los instrumentos del inventario de los economistas y concluye con la necesidad de incluir las relaciones sociales en el estudio disciplinar.

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Capítulo I: El paradigma supletorio de las ciencias sociales El término que tiene como título este capítulo fue enunciado por Bodenheimer y Luján (1970) para darle una caracterización específica al paradigma de la modernización de las Ciencias Sociales. Identificaron para ello cuatro similitudes epistémicas entre las Ciencias Políticas norteamericanas y las Ciencias Sociales latinoamericanas: 1) el modelo de desarrollo continuo precisa un conocimiento acumulativo, 2) el cambio estable y ordenado se encuentra en la predicción y búsqueda de “leyes universales”, 3) logro de objetividad de las ciencias y fin de la ideología en el desarrollo y 4) difusión desde los sectores “modernos” a los “tradicionales” o en otro plano, desde países desarrollados hacia los subdesarrollados. Por lo tanto, el paradigma supletorio significa una transferencia del marco conceptual de las sociedades desarrolladas a las subdesarrolladas. Las críticas a la modernización no comenzaron en 1970,1 se pueden rastrear fácilmente hasta principios del siglo XX bajo las claves de “Nación”, “imperio” y “emancipación”. Sin embargo, en 1965 Rodolfo Stavenhagen reordenó las claves de ese debate en las Siete tesis equivocadas sobre América Latina, entre las que señaló -como erróneas, claro-: 1) que los países latinoamericanos eran sociedades duales, 2) el progreso en América Latina se realizaría mediante la expansión de la industrialización hacia las áreas atrasadas, 3) la existencia de zonas rurales atrasadas, tradicionales y arcaicas eran un obstáculo para la formación del mercado interno, 4) la burguesía nacional tenía interés en romper el poder de la oligarquía terrateniente, 5) el desarrollo de América Latina era creación de una clase media nacionalista, progresista y emprendedora.2 Diversos autores (Blomström y Björn, 1990, Marini, 1994, Devés Valdés, 2003, Roitman Rosenmann, 2008, Arceo, 2008) han reseñado la continuación de la crítica latinoamericana al “paradigma de la modernización” en los enfoques de la dependencia, que sumaron a las

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Desde mediados de los años 70 hasta la actualidad el debate cobró otra dimensión. El contexto de mundialización del capital (por primera o segunda vez en el capitalismo) trajo una reinterpretación del debate original Sweezy-Dobb para Europa y de Puiggrós-Frank-Laclau para América Latina en otras claves, bajo las contribuciones de Amin-Wallerstein-Brenner (Arrighi, etc.). 2

La errónea sexta tesis decía que la integración nacional en América Latina era producto del mestizaje y la séptima, que el progreso en América Latina sólo se realizaría mediante una alianza entre los obreros y campesinos. 16

críticas de Stavenhagen a fines de los años 60: los aportes de Cardoso y Faletto, Theotonio Dos Santos, André Gunder Frank, etc. A pesar que estos enfoques divergían en muchas de sus posturas y el debate al interior de los dependentistas no concilió posiciones, todos compartieron la idea que el subdesarrollo estaba conectado de forma estrecha con la expansión de los países industrializados, que era de naturaleza distinta al desarrollo pero bajo un proceso universal, que no podía ser considerado una condición para que ocurra el desarrollo (es decir, que el subdesarrollo no era no-desarrollo) y que no era sólo un fenómeno externo sino que se manifestaba al interior de los países (Blomström y Björn, 1990: 15). El caso tal vez más representativo del paradigma modernizador lo constituyó el manifiesto no comunista de Rostow (1963). Allí describió las cinco etapas por donde pasan las sociedades en su proceso madurativo (1. sociedad tradicional, 2. Condiciones previas al impulso inicial, 3. El impulso inicial, 4. La marcha hacia la madurez y 5. La era del gran consumo de masas). Estos moldes teóricos tuvieron una difusión relevante en las ciencias sociales latinoamericanas pero no sin intentar tensionarlo.3 En América Latina, un texto clásico de la época fue Modernización, Desarrollo Industrial e Intergación Latinoamericana publicado por Aldo Ferrer4 en 1964 en la revista Desarrollo Económico. Allí dijo “…se parte del supuesto que el desarrollo de una región atrasada y la ‘modernización’ de sus estructuras economicas y sociales depende fundamentalmente de la industrialización…” (Ferrer, 1964: 195) y en una nota al pie aclaró que por “modernización” entiendía la asimilación de técnicas conteporáneas en toda la actividad económica, pero acompañada tranformación de las relaciones sociales de producción. El artículo es central por su fecha, su medio, su autor y su mensaje. Ferrer entiendió que el motor de la modernización estaba en la técnica pero reconoció el “obstáculo” de la misma que pueden provocar las relaciones sociales. Como se verá luego, varios artículos de orientación

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Cuenta Fernandez López (2004) que en plena guerra de Vietnam en 1965, una lluvia de huevos y tomates impidió a Rostow dar una conferencia sobre Keynes en la FCE-UBA donde estaba programada la compañía de Bernardo Grinspun, Roque Carranza y el decano Honorio Passalacqua. 4

Aldo Ferrer nació 1927 y estudió para Contador Público en la FCE-UBA donde posteriormente se recibió de Doctor con su tesis doctoral sobre el Estado y el desarrollo económico en 1953. 17

modernizadora no tuvieron esa capacidad de enunciar, al menos, a las relaciones sociales de producción. Lo que sigue de este capítulo pone en contexto los aportes modernizadores de una ciencia que se estaba en pleno proceso de internacionalización e institucionalización académica. Asimismo se explica el aspecto problemático de la adopción el paradigma supletorio y se realiza un estudio del estado del arte sobre el discurso de la Economía Política. I.1. Internacionalización e institucionalización de las ciencias sociales A partir de la década que comienza en 1950 los científicos sociales dedicados a América Latina y Argentina acentuaron debates y explicaciones acerca de cómo se daban los procesos de transformación social, política y económica en un contexto de consolidación e institucionalización de las ciencias sociales en la región (Beigel, 2010, Neiburg y Plotkin, 2004). Comienza así a constituirse un contexto en el cual el mundo político, el académico y el corporativo interactúan asiduamente. Acorde a Caravaca y Plotkin (2007), el ascenso de los economistas en la política económica argentina se da durante la creación de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA entre 1913 y la crisis del 30. Autores como Coats (1996), Pazos (1983) y más tempranamente Noyola Vázquez (1956), vieron la institucionalización e internacionalización de las ciencias sociales hacia mediados de siglo XX. Por otro lado, Fernández López (2001) denominó a la década que comienza en 1955, como “la edad de oro del economista”, haciendo referencia principalmente a los procesos de promoción de estudios económicos, profesionalización de funcionarios públicos y nacimiento de diversas asociaciones e instituciones públicas y privadas. Harberger (1996), el economista de la Universidad de Chicago, anunció la llegada a América Latina de su “buena economía” de la mano de su escuela ese mismo año5 y Montecinos (1996) replicó al enfoque de la “buena economía” de Chicago como una campaña contra los efectos del proyecto en ascenso del “estructuralismo” formado en la

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De Pablo (2011) estimó que de los argentinos entrenados en el exterior, la Escuela de Chicago fue quien más influyó en las ideas de fines de 1950. 18

CEPAL con la conducción de Raúl Prebisch. En efecto, señaló la americanización de la Economía Política en América Latina en las décadas de 1950 y 1960.6 Si bien ningún discurso económico es atribuible a pocos años, rara vez se puede identificar con un período relativamente corto y resulta dificil de sostener dentro de las fronteras de un país, donde la producción de ideas no es necesariamente producto del desarrollo intelectual autónomo. No es menos cierto que el discurso se forma de una manera concreta, es decir, que tiene espesor histórico, que está vinculado necesariamente con pasado y el presente y que cobra legitimidades y jerarquías en contextos determinados. Dicho esto, podemos empezar a notar aspectos concretos que coadyuvan a que el discurso sobre el desarrollo se potencie. Así, identificamos durante “La edad de oro del economista” en Argentina hechos claves en las discusiones sobre el tópico. I.2. Algunos contornos del desarrollo Como se verá en el capítulo II, las ideas sobre el cambio social asociadas a la economía, es decir, las ideas sobre el Desarrollo Económico, se fueron modernizando con el correr del tiempo. Esto no quiere decir que hayan aparecido de forma evolutiva, por el contrario, el período que va desde 1955 a 1965 muestra un cambio significativo. Lo que sigue pretende aportar hechos que coadyuvaron a que esos cambios fueran posibles y logren significados más allá del espacio donde fueron creados. En el ámbito académico, hacia 1954 Oreste Popescu, el economista rumano perteneciente a la Universidad Nacional de La Plata, fundó una revista de publicación hasta la actualidad de nombre Económica (en adelante EC). Popescu había dirigido la Biblioteca de Ciencias Económicas publicada por la editorial El Ateneo y la Biblioteca de Desarrollo Económico

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La medida en que la identidad de las ciencias sociales en América Latina de la mano del estructuralismo se opuso a la americanización de la economía es motivo de controversia. Una parte de ese debate está revisado en Arana (2012b). 19

publicada por Prensas Universitarias del Atlántico de Buenos Aires y tuvo además una intensa labor en el estudio de las ideas económicas en la región.7 La Revista de Ciencias Económicas (RCE) se publicó entre 1913 y 1979, fue -junto a la Revista de Economía Argentina (REA) creada en 1918 y publicada hasta 1952- la publicación más antigua y con mayor continuidad para los profesionales de ciencias económicas y los recientes estudiantes de economía. Además en el ámbito de coyuntura, encontramos otras publicaciones como el semanario Economic Survey (ES) dirigido por Rodolfo Katz y Panorama de la Economía Argentina (PEA) fundada y dirigía por Carlos Moyano Llerena, de publicación trimestral desde 1957 hasta 1968, que fueran revistas relacionadas principalmente con aspectos macroeconómicos de la Argentina. El golpe de Estado de 1955 y la intervención en las universidades provocó la renovación universitaria, la “desperonización” de la Universidad caracterizada por cambios estructurales de autoridades, formas de gestión, cargos docentes, contenidos y carreras (Neiburg, 1998, Buchbinder, 2010, Halperín Donghi, 2013). Si bien el contexto universitario se tratará mas adelante, cabe adelantar que hacia 1958 se crearon tres carreras de Economía Política: en UBA, UNS y UCA. La Junta de Planificación Económica de la provincia de Buenos Aires fundó la Revista de Desarrollo Económico (RDE) devenida en 1960 -bajo la forma del Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES)- con el nombre de Desarrollo Económico (DE), cuyas primeras ediciones datan de 1961 hasta la actualidad y se creó la Editorial de la Universidad de Buenos Aires (EUDEBA) que en los primeros ocho años publicó 802 títulos y 12 millones de ejemplares. El Instituto Torcuato Di Tella se creó en el año 1958 como una institución de bien público y sin fines de lucro orientada a colaborar con la cultura y la ciencia principalmente en dos áreas: economía y artes, que tuvieron dos centros de investigaciones, respectivamente, el Centro de Investigaciones Económicas (CIE) y el Centro de Artes. El CIE empezó sus actividades en 1960 y actuó como condensador de los economistas dedicados a la interpretación del

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Entre sus trabajos se destacan: Introducción a la Ciencia Económica Contemporánea; Estudios en la Historia del Pensamiento Económico Latinoamericano; El Pensamiento Social y Económico de Esteban Echeverría; Belgrano, Echeverría, Gesell e Ideas para una tipología regional. 20

desarrollo económico en Argentina. En 1961 se encontraban Norberto González y Guido Di Tella entre su consejo asesor. El CIE tuvo intercambios con diversas universidades del exterior y acuerdos con instituciones oficiales del país (como fue con el CFI en 1961). Allí prestaron sus servicios Federico Herschel, Javier Villanueva, Eduardo Zalduendo, Clemente Panzone, José María Dagnino Pastore, Mario Brodersohn, entre otros8. Fueron recreados el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), orientando sus estudios académicos para la promoción de la investigación científica y tecnológica en el país -cuyo antecedente inmediato había sido el Consejo Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas (CONITYC) fundado en 1951 por J. D. Perón- y el Instituto de Sociología de la Universidad de Buenos Aires (que se crea en 1940 por Ricardo Levene), en el marco de la nueva carrera de sociología en 1957, que cambió la trayectoria de sus aportes intelectuales, editoriales e institucionales hacia la llamada “Sociología Científica” bajo la nueva dirección de Gino Germani (Pereyra, 2007). Entre otros intelectuales desempeñarían algunas funciones el mismo Germani, Torcuato Di Tella, Miguel Murmis y Ernesto Laclau. En el ámbito de las instituciones y políticas, en las elecciones presidenciales de 1958 el triunfo de la corriente intransigente de la UCR, dirigida por Arturo Frondizi y conducido económicamente al inicio por Rogelio Frigerio produjo un aliento al discurso modernizador y desarrollista: se instrumentó lo que en 1959 pasa a llamarse el Consejo Federal de Inversiones (CFI) que acorde al decreto-ley 825/63 se creó con el propósito de “promover el desarrollo armónico e integral del país para lograr condiciones favorables de bienestar social” y para “orientar las inversiones hacia todos los sectores del territorio nacional”. Constituido como un organismo de investigación, coordinación y asesoramiento, encargado de recomendar “las medidas necesarias para una adecuada política de inversiones y una mejor utilización de los distintos medios económicos conducentes al logro de un desarrollo basado en la descentralización”.

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Puede ampliarse el estudio del CIE-ITDT en los trabajos de Neiburg y Plotkin (2004) Los economistas. El Instituto Torcuato Di Tella y las nuevas elites estatales en los años sesenta. 21

El anuncio de la Alianza para el Progreso en 1961 por el presidente de EE.UU. J. F. Kennedy agitó varias aguas. Las de la opinión pública, que creó expectativas sobre la ayuda financiera a la región, y las del poder político, que generó presiones respecto de las formaciones sociales planificadas. En 1961 el decreto 7.290 creó el Consejo Nacional de Desarrollo (CONADE) para realizar y coordinar estudios sobre el desarrollo y cumplir funciones de consultoría para las acciones de gobierno.9 Tanto la CONADE como el CFI serían instituciones demandantes del nuevo grupo de jóvenes economistas, formados en grado en Argentina y muchas veces postgraduados en el exterior. Otro elemento que aporta a delimitar los espacios del desarrollo se encuentra en lo económico-político. Algunos estudios han planteado la necesidad de dividir el segundo período de sustitución de importaciones -que va desde 1958 hasta 1975- en dos sub-períodos siguiendo criterios de comportamientos dinámicos de la economía argentina entre 1958-1963 y 1964-1975 sobre la base del comportamiento del PBI, el sector externo y las facciones de clase.10 Basualdo (2006) identificó en el primer período un ciclo corto con fases descendentes que provocaron caídas absolutas del PBI, en este sentido, el ciclo fue más volátil y violento que los años siguientes. El capital extranjero se asentó con inversiones directas de ampliación de capacidades con predominio de producción interna.

Las reservas del BCRA fueron

fluctuantes y decrecientes acompañadas de una acentuada fuga de capitales. Por su parte Peralta Ramos (1972) señaló que entre 1956 y 1965 la industrialización se basó en una elevación de la composición orgánica del capital y por ende un aumento de la productividad del trabajo mostrando un cambio frente al tipo de industrialización precedente desde 1935 que llamó “el pasaje de la manufactura a la gran industria” (Peralta Ramos, 1972: 31), en una nueva etapa de la consolidación de la expansión imperialista en la época de los Arturo O’Connell señaló “El CONADE lo había armado Frondizi por presión de Estados Unidos. Porque para tener acceso a fondos de la Alianza para el Progreso había que tener un plan, cosas extrañas... En los años 60 había que tener un plan, porque si no, no había ninguna posibilidad de tener ni empezar a conversar con el gobierno de Estados Unidos…Frondizi creó el CONADE, por imposición creó, hizo el decreto y armó una oficinita en la Casa Rosada con un señor que era experto en aerofotogrametría, ¿por qué? Porque plan era igual a comunismo en Argentina…en realidad alineó a Argentina mucho con Estados Unidos, en su política exterior, sin embargo la derecha en Argentina seguía presionando…” (O'Connell, 2013). 10 Han recibido particular atención los trabajos de Brodersohn (1973) y Braun y Joy (1981) aunque no ponen énfasis en los cambios de las facciones de clases. 9

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conglomerados y multinacionales que, pese a haber incrementado la masa de plusvalía, no fue suficiente como para revertir la caída de la tasa de ganancia (aunque sí para menguar su tendencia). Por su parte, O’Donnell (2008) puso énfasis en el cambio de precios relativos agro/industria como resultado de la resolución de conflictos inter-burgueses mediados por los “programas de estabilización”. Las configuraciones de poder en el escenario de acumulación descripto escuetamente se resolvieron vía dependencia tecnológica que tomó evidencias del cambio en el perfil de la Inversión Extranjera Directa (en su mayoría de capitales estadounidenses) junto a los cambios ocurridos en las facciones dominantes de la gran burguesía urbana y pampeana -de aquellos terratenientes que forman parte de la cúpula industrial con presencia en las exportaciones primarias y que producían bienes industriales intermedios- que pudieron sortear los períodos de auge y caída de distinto modo (aprovechar el crecimiento en el auje y la devaluación en el ajuste) frente a las pérdidas de espacio de los sectores de la burguesía nacional -productores de bienes salarios industriales no exportables- y los trabajadores. Sin embargo, las ideas sobre el desarrollo no fueron exclusivas del discurso económico. Entre las publicaciones de orientación políticas existieron varios medios donde se han expresado ideas acerca del diagnóstico y condiciones para el desarrollo. Así la revista Contorno (19531959), Sur (1931-1992), Qué sucedió en 7 días (1946; 1955-1958) entre otras, han sido escenarios de debate sobre el tópico11. Aunque resulta difícil identificar cierta homogeneidad en frecuencia (muchos de ellos son periódicos semanales) y que al mismo tiempo traten sistemáticamente un tópico, se podría sugerir que las ideas sobre el desarrollo en Argentina en estos medios en la década de 1950 han discutido centrándose en los sujetos de cambio. Este hecho hace referencia a una pregunta fundamental ¿Cuáles son las condiciones sociales necesarias, existentes o posibles para la programación del desarrollo? ¿En qué configuraciones de clase es posible qué cambio social? Este es un problema significativo que,

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Léase Altamirano (2007), Aricó (2005), Terán (2013), Tarcus, (1996) y Sarlo (2007) para ampliar el panorama del debate político en revistas. Para una revisión sobre los aspectos del desarrollo en el debate político véase Arana (2013). 23

pese a no desarrollarlo en el presente trabajo, se dispone de sus elementos de forma complementaria. Es preciso advertir que, si bien el desarrollismo ha mantenido su centralidad en la literatura sobre las ideas del desarrollo en Argentina, se han involucrado importantes actores que han contribuido notablemente al debate pero que necesariamente quedan fuera del alcance de este trabajo debido a la extensión asociada. Reducir el haber pensado el desarrollo sólo a las ideas denominadas desarrollistas o a un conjunto de publicaciones académicas no sólo evita la centralidad de los sujetos sociales en el estudio de esta competencia (ello es parte de la hipótesis seguida en el presente), sino que disminuye la riqueza del debate histórico sobre el significado del Desarrollo Económico (independientemente de las ideas que se tengan sobre el desarrollismo), es decir, sobre el diagnóstico económico y político del país y las condiciones para el cambio social. I.3. El problema del (sub) desarrollo. Hipótesis y relevancia La referencia común al desarrollo de las fuerzas productivas (más que a las relaciones de producción expresadas anteriormente) como relaciones que expresan un continuum parece haber sido determinante en los enfoques académicos de la Economía Política ya sea en América latina o en los países centrales. Sunkel y Paz (1979) expresaron las potenciales críticas a este enfoque del desarrollo. Ellos dividieron las nociones de desarrollo asociadas al “progreso”, al “crecimiento”, a la “evolución” y a la de “industrialización” y señalaron que el desarrollo como (es decir, equivalente a) crecimiento fue influenciado por las teorías macrodinámicas de origen keynesiano que mantuvieron centralidad en las políticas sobre la demanda a través de las posibilidades de inversión (pública y privada).12 De este modo, el énfasis sobre el desarrollo estuvo puesto en la escasez de capital y las posibilidades de superar ese obstáculo. Este enfoque llevó a establecer los niveles o grados de desarrollo permitiendo ordenar a los países según su ingreso per cápita. Esta clasificación por variables cuantitativas prermite colocar a Las nociones de desarrollo como sinónimo de “riqueza” y “progreso” fueron típicas de las teorías clásicas. El desarrollo como “evolución” está asociado a las teorías neoclásicas y finalmente, el desarrollo como crecimiento pertenece a la emergencia de las teorías macroeconómicas de oritentación keynesianas (Sunkel y Paz, 1979: 22). 12

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aquellos avanzados (los de niveles per cápita mayores) frente a otros atrasados (aquellos que han llegado tarde al desarrollo).13 El enfoque es problemático porque pone énfasis en las capacidades autónomas del desarrollo frente a las posibilidades del mismo por la configuración de relaciones con la economía mundial. El asunto paradójico de estas conclusiones se traduce así: debido a que un hecho reconocido abiertamente por casi todos los autores en los años 50 en América Latina ha sido el intercambio desigual provocado por las relaciones asimétricas de poder de compra (al menos) entre las diversas naciones,14 la concepciones del desarrollo como etapa o crecimiento (o etapa del crecimiento) apuntan a desvanecer dichos aportes. Al mismo tiempo, en Argentina los estudios de tipo modelo de dos sectores estuvieron inmersos en estas concepciones de la modernización y corren riesgos adicionales al evadir las preguntas sobre las relaciones sociales. Concretamente para el período en estudio, dice Eduardo Basualdo: “Cuando se alude a la sustitución de importaciones como un modelo de dos sectores (en el cual la actividad agropecuaria es exportadora y la producción industrial netamente importadora, y a la vez, cada una de ellas tiene una determinada elasticidad precio, etcétera) se realiza una descripción circunscripta al plano material o productivo sin un correlato en términos políticos y sociales, ya que se hace referencia únicamente a las características de los sectores productivos y no a las de las clases sociales. Casualmente uno de los sectores de la clase dominante, la oligarquía diversificada, estaba en ambas actividades al mismo tiempo.” (Basualdo, 2006: 93). De este modo, el presente trabajo pretende evidenciar la hipótesis que el desarrollo ha sido caracterizado –aunque con tensiones- como un continuum de las fuerzas productivas en la Revista de Ciencias Económicas en Argentina durante el ciclo desarrollista, la primera fase

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La exposición crítica de este enfoque se sigue fundamentalmente entre las obras de Bodenheimer y Luján (1970), Sunkel y Paz (1979), Blomström y Björn (1990), Marini (1994), Devés Valdés (2003) y Roitman Rosemann (2008). 14 Se hace referencia al poder de compra como algo diferente de la noción de poder en general, o de poder político en particular. Las críticas al reduccionismo de la tendencia al deterioro de los términos de intercambio se orientan hacia la búsqueda de una noción más amplia de poder, por caso aquellas que referencian al imperialismo. 25

de la segunda ISI, el núcleo de los años de la edad de oro del economista y se podría agregar, los años de desarrollo de la edad de oro del capitalismo entre 1958 y 1963. Es preciso hacer algunas referencias al contorno de revistas que rodeaban a la RCE antes de continuar. A fines de los años 50 no existía una cantidad importante de publicaciones locales que consultar en temas económicos, eran más significativos los periódicos o algunas revistas de coyuntura.15 Sin embargo, conviene enunciar algunas de ellas. Tal vez lo más conveniente es asignarle un lugar espacial al proyecto editorial Revista de Desarrollo Económico (RDE) publicada originalmente por la Junta de Planificación Económica del Ministerio de Economía y Hacienda de la provincia de Buenos Aires en 1958 y 1959 rescatada por el IDES volviendo a publicar a partir de 1961 bajo el nombre actual de Desarrollo Económico (DE). La historia de la revista está estudiada en diversos trabajos y mantuvo un lugar importante en el debate del tópico en las ciencias sociales de Argentina y América Latina. No es posible retratar en este pequeño espacio lo ocurrido con la revista en sus primeros años, sin embargo, una investigación previa de la composición de temas, autores y enfoques para sus primeros años arrojó una impresión compatible con la caracterización del paradigma supletorio en las ciencias sociales.16 Otra revista interesante del período (no estudiada como DE) es Económica. De publicación hasta la actualidad, la revista fue creada en 1954 y dirigida por Oreste Popescu en el Instituto de Economía y Finanzas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Entre sus colaboradores se encuentran James Street, J. M. Dagnino Pastore, Carlos Moyano Llerena, Julio H. G. Olivera y otros que también participaron de la RCE. Si bien su enfoque estuvo

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Ninguno de los entrevistados para esta tesis recuerda que las revistas locales hayan tenido un lugar significativo. José María Dagnino Pastore indicó que quien publicaba era para profundizar algún tema de interés solamente, en todo caso las revistas consultadas eran los journals extranjeros. Aldo Ferrer dijo que no tenían relevancia las revistas sino que estudiaban de libros principalmente, libros que referenciaba Prebisch aunque, por supuesto rescató la relevancia editorial de DE. Norberto González señaló había pocas revistas y que la gente publicaba poco en Argentina a diferencia de lo que ocurría en Inglaterra, Francia y Alemania. Agregó que no era sencillo publicar para la gente joven, ni parecía importante hacerlo para los economistas en Argentina. Julio Neffa agregó que se leía casi exclusivamente artículos en inglés o algunas traducciones de trabajos extranjeros, muy pocos textos de autores argentinos, entre ellos se podía encontrar a Ferrer y su libro La Economía Argentina publicado en 1963. 16 Consultar como ejemplos los artículos de Baquero (1962), Bird (1961), J. M. Dagnino Pastore (1961), T. S. Di Tella (1961), Ferrer (1964), Herschel (1962) y Stockwell (1962). 26

centrado originalmente en temas de economía espacial, en sus páginas pueden encontrarse fácilmente tópicos de teoría y Desarrollo Económico. Por último, es importante señalar dos publicaciones de uso común entre los economistas del período: Panorama de la Economía Argentina (PEA), creada y dirigida por Carlos Moyano Llerena desde 1957. Allí se expusieron notas de análisis macroeconómico principalmente, con un interesante uso de gráficos, mapas y estadísticas17 y por otro lado el polémico (para A. Jaureche) Economic Survey (ES) de Rodolfo Katz de orientación liberal, una de las revistas más influyentes que adquirían los hombres de negocios.18 Se estima que los párrafos anteriores pueden ayudar a completar una idea de discurso sobre el desarrollo que dominó en la academia argentina y de ese modo evita asignar cualquier valoración a una revista en particular y de una idea que no fue propiedad exclusiva de nadie pero fue compartida por muchos. A partir de lo expuesto resulta que se hace necesario indagar sobre las ideas acerca del desarrollo a la luz de los acontecimientos actuales potenciados luego de la crisis del año 2001 en Argentina y catapultados posteriormente a la crisis mundial comenzada en el 2007. Cualquier científico social que se pregunte por el desarrollo futuro del sistema de riquezas y no quiera caer en meras adivinanzas, lo hace en función de revisar su pasado y presente. El hecho de preguntarse por las ideas que dieron inicio a estos temas tiene, además, una doble función, por un lado, la función científica que permite separar lo accesorio de lo esencial y desarrollar categorías sociales en función de los procesos históricos, por otro, la función pedagógica, que retroalimenta la primera pero de una forma específica; a través del proceso de enseñanza y aprendizaje.

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Existe una revisión del trabajo de esta revista llamada Vigencia de una Visión. El aporte pionero de la revista Panorama de la Economía Argentina – 1957-1970, publicada por la fundación Banco de Boston y editada por Sudamericana. 18

Para un resumen de las revistas en economía consúltese Fernández López (2007) y el capítulo 39 de Fernández López (2008). Para ampliar la visión a las revistas de ciencias sociales en su conjunto léase el capítulo 1 de Stropparo (2013). El estudio de dos de las revistas más relevantes, DE y EC, no se llevará a cabo por cuestiones de amplitud. Asimismo, existen varios aportes sobre DE como los de Bayle y Diez (2006), Stropparo (2012 y 2013) aunque al momento no se ha encontrado trabajos que analicen específicamente la EC, sólo aparece referenciada en escasos trabajos como los de Fernández López (2001, 2007 y 2008). 27

Por otro lado, los economistas, a diferencia de otros científicos sociales, estamos muy acostumbrados a contarnos nuestras historias en función de los aportes del positivismo, de Khun y de Lakatos, o, en el mejor de los casos nos aproximamos a una historiografía desde Schumpeter. Los espacios científicos como espacios de poder, como espacios disputados para mandar o como crónicas de actividades humanas y públicas, por ende políticas, quedan invisibilizados por relatos de evolución y progreso científico, historias de ideas descontextualizadas donde las relaciones sociales y las formaciones institucionales no se animan a aparecer. Sirva como caso el estudio realizado por Francisco Suárez (1973), que a partir de encuestar a una porción importante de economistas en actividad en 1966 descubrió que “…una de las mayores preocupaciones consiste en la aplicación del conocimiento a un macronivel, como queda de manifiesto por el número de economistas que eligieron la planificación económica y la adopción de decisiones políticas.” (Suárez, 1973: 44). Al mismo tiempo, aunque no paradójicamente, una porción pequeña de ellos se veía a sí mismos como políticos. Las imágenes mayoritarias que tenían los encuestados eran de Profesional (25%), Técnico (18,4%), Intelectual (11,6%), Profesor (11,6%) y Científico (10%). Además, Suárez encontró un perfil disciplinar joven (el 51% tenía menos de 35 años), orientado hacia los estudios en el exterior en un círculo pequeño de esta disciplina. Esta tesis pretende acercar el estudio de estos espacios del saber económico comprendiéndolos como espacios de disputa, en una Argentina conflictiva y uno de los periodos más interesantes de la historia universal para estudiar formación de ideas, el período de la segunda posguerra. I.4. Intelectuales, expertos y las ideas sobre el desarrollo El desarrollo del campo intelectual y profesional de las ciencias sociales en el país y la región es extenso y los años posteriores a la crisis del 2001 en Argentina han visto un resurgimiento de estos debates. Entre los trabajos más destacados se encuentran los de Marsal (1967), Neiburg (1998), Sigal (1991), Tarcus (1996), Altamirano (2005, 2007 y 2011), Neiburg y Plotkin (2004), Suasnábar (2004), Biagini, y Roig (2006), Sarlo (2007), Devés Valdés (2003, 2011 y 2012), Fernández López (2001, 2007 y 2008), Aricó (2005), Caravaca y Plotkin 28

(2007), Georgieff (2008), Beigel (2010), Bayle (2010), Morresi y Vommaro (2011) y la reciente tesis doctoral sobre la revista Desarrollo Económico de Stropparo (2013). En general son obras destinadas al estudio de relación de las mediaciones entre la política y los intelectuales. Obras de significativo valor para nuestro estudio ya que en su mayoría se asientan sobre una crítica de las historias biográficas y/o personalistas. Aunque es notable que pocas de ellas hayan centrado su atención sobre el discurso económico en la economía academia naciente (no sucede lo mismo para la sociología de Germani que está extensamente debatida).19 Por conveniencia expositiva, la historiografía de las ideas de la Economía Política parece separese en tres grandes espacios, que llamaremos: el espacio socio-histórico, el espacio economicista y el espacio institucional-contextual. El primero, parece estar suficientemente desarrollado ya que contiene debates historiográficos, contiene claves necesarias para comprender los hechos políticos fundamentales de la Argentina del siglo XX. Aquí, los trabajos de Terán, Altamirano, Sarlo, Sigal, Tarcus, Neiburg, Plotkin, Biagini y Roig, Beigel y Bayle parecen establecer códigos para el debate sobre el estado de las ciencias sociales y sus vínculos con el poder. Por otro lado, los trabajos relacionados a revistas de economía dentro de lo que podríamos llamar el espacio economicista. Aquel existente en los medios académicos más difundidos que se orientan a contabilizar productividades en un conjunto cerrado de revistas científicas de la academia principalmente norteamericana y británica. La plataforma de análisis se encuentra –aunque no es exclusiva pero si condicionante20- en el Journal of Economic Literature (JEL),21 en cuya función principal recae el observar lo escrito bajo la disciplina económica, y las revistas específicas que tienen su propio interés en revisarse en la historia.

No es un tema de esta tesis realizar una revisión del debate sobre el lugar de la “Sociología Científica” o de las revistas académicas de sociología, pero pueden consultarse los trabajos de Neiburg y Plotkin (2004), Diego Pereyra (2005, 2007), Elena Zubieta (2006) y el Alejandro Blanco (en Neiburg y Plotkin, 2004 y Vitullo, 2013), entre otros. 20 Se utiliza el término condicionante en lugar de dominante en este caso, porque de los pocos trabajos que existen en el país, se considera relevante el uso de citaciones y medidas de productividad científica aunque escasas referencias a estas revistas. 21 JEL es una publicación de la American Economic Association (AEA) que se publica desde 1969 y está orientada a gestionar información de diversos medios (tesis, libros, artículos, etc.) para los economistas. 19

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Entre los tipos de trabajo que parecen haber dominado este campo encontramos 1) la reflexión sobre la historia de alguna revista, 2) el estudio de tendencias en las publicaciones junto al impacto de las ideas expresadas y 3) el análisis de cuestiones editoriales (ver Anexo: publicaciones del espacio economicista). Por último, encontramos los trabajos sobre el discurso económico académico en esos años liderados por los trabajos de Coats (1993), que podríamos llamar espacio institucionalcontextual donde se expone la necesidad de combinar instituciones, ideas y contextos a partir de un marco historiográfico que supere la dicotomía relativismo-absolutismo. Asimismo, los trabajos de Harberger y Montecinos, ambos publicados en Coats (1996), Neiburg y Plotkin (2004), Pereyra (2005), Ben Plotkin (2006), Caravaca y Plotkin (2007) y de Pablo (1995, 1999 y 2011), orientan el estudio determinadas difusiones idearias en las universidades y la política pública en América Latina y Argentina. Si bien el desarrollo de la profesión del economista en medios de publicación académica es escaso, se encuentran trabajos compatibles con todos los espacios enunciados en los párrafos anteriores: la labor descriptiva de Fernández López (2001, 2007 y 2008),22 los trabajos de Romanos de Tiratel (2008), centrados en las citaciones y el impacto de las revistas académicas de ciencias sociales en general y de economía en particular. Bayle y Diez (2006) y Stropparo (2012 y 2013) estudian el caso de la revista DE (y RDE), las primeras en un contexto reducido a sus dos primeros años y el segundo mediante un análisis exhaustivo del perfil social de dicha publicación. Mostró allí que la revista estuvo vinculada al acontecer económico-político e ideológico de las diferentes épocas en el período estudiado (1958 1975). Asimismo, Pantaleón (2004) realizó un estudio sobre la REA de quien fuera Alejandro Bunge su fundador y principal director. Allí estudió el contorno de relaciones sociales que delimitarron el accionar de la revista y los vínculos de aquella con el Estado, las empresas y la academia. Un artículo de símiles características es el de Baccolla (2010), donde la autora revisó las relaciones entre la agenda, el perfil y los vínculos de los articulistas y gestores de

Se pueden leer como unas reflexiones y lecturas publicadas para –como ha señalado el autor en otra de sus obras- continuar avanzando en el conocimiento. También se podrían sumar algunas crónicas en de Pablo (1995, 2011) que, junto a Fernández López, constituyen una mayoría de lo dicho sobre la constitución del campo de los economistas en Argentina. Un último aporte es el de Rapoport (2013) aunque sólo dedica un capítulo de los once que tiene su libro a algunas nota sobre los “protagonistas del pensamiento económico argentino”. 22

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aquel emprendimiento editorial. Una característica de estos últimos trabajos es que asignan un rol sumamente significativo en términos políticos a los debates llevados a cabo en DE y REA. Por último, la Revista de Ciencias Económicas (1963), en conmemoración a su cincuenternario publicó un estudio de sus antecedentes que serán utilizados en el capítulo III. El espacio destinado al estudio de las revistas académicas de economía parece haberse circunscripto a los aportes de principios de siglo de REA y el lugar que ocupó DE desde 1958, sin embargo prácticamente no se encuentra estudiada la RCE ni a EC en las agendas del debate. Aunque los espacios a su referencia rápida de los trabajos de Fernandez López y Juan Carlos de Pablo son valiosos, ciertamente resultan escasos para nuestro propósito. Lo que resulta de estas notas iniciales es que el estudio sistemático del discurso económico en la academia naciente durante los años 50 en Argentina ha sido escaso. Por otro lado, se han generado intensos debates historiográficos sobre las ideas políticas sobre el desarrollo que dan instrumentos metodológicos desarrollados-, aunque el contenido en el marco de la Economía Política de aquellos años sea mínimo; porque se ha hecho principalmente para otras disciplinas. Por último, los tratamientos actuales sobre los discursos económicos parecen estar centrados en la revisión su impacto difusivo y temático, con una mirada concentrada en pocos medios. Como resultado, la combinación de espacios es prácticamente nula. El título de este apartado pretende rescatar una diferencia en el estudio de los abordajes idearios. La contribución de la separación entre los perfiles intelectuales y los expertos actúa como una sugerencia para leer las contribuciones del discurso académico de los economistas y los intelectuales en los años 60 (léase como ejemplo, Orden y Progreso de Ismael Viñas en Contorno en 1959). A grandes rasgos esta oposición entre el intelectual, como aquel que generaliza el saber para el público más amplio que su círculo, y el experto, quien sacrifica esa visión global para concentrarse en un área determinada de hechos (Marsal, 1967: 18),

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parece suficientemente sintética para pensar el ocupado por los discursos estudiados en este trabajo o, al menos, sugiere una dirección a su lectura.23 Esta tesis pretende contribuir al estudio sistemático de los discursos institucionalizados en los espacios de la Economía Política en Argentina de mediados del siglo XX como espacio conformado por expertos.

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Para Morresi y Vommaro (2011), además, los expertos se desplazan de lo académico a lo político, intentan imponer autonomía en su actividad, legitiman y naturalizan su discurso en el ambiente científico-académico. Crean sus propios mecanismos de exclusión, pertenencia y jerarquías. El conocimiento experto crea una “oferta de saber” para una determinada “demanda social” y está elaborado para ser aplicado. Como una síntesis de lo ocurrido en el estudio del discurso económico sobre el desarrollo, Rodríguez (1965), en su intento por rescatar la antropología para el estudio del desarrollo y -tempranamente- abrir las ciencias sociales, contó que cuando preguntó en un instituto norteamericano de estudios latinoamericanos el significado de la especialización la instructora le respondió “es saber más y más de menos y menos…hasta saber todo de nada”. 32

Capítulo II: Universidad y Desarrollo El rector de la UBA en 1961 y hermano del entonces presidente de la nación, Risieri Frondizi, señaló que “las formas superiores de la cultura aparecen tan sólo cuando se ha alcanzado un mínimo de desarrollo económico” y procedió a vincular directamente las diversas etapas del desarrollo económico con los índices de crecimiento educativo. El orden económico –se preguntó-, ¿causa a los niveles educativos? Como muchos otros académicos de la época, señaló el potencial de las ciencias básicas y disciplinas tecnológicas para el desarrollo económico social. Dijo “No podemos continuar sentados a la sombra de un árbol a la espera que se reproduzca ganado o caiga la lluvia providencial. Los pueblos se liberan con su propio esfuerzo; la actividad creadora y no la rutina es la que engendra riqueza…” (R. Frondizi, 1961: 131), evitando ahorrarse suspicacias sobre qué sectores eran desarrolladores. De a poco, aunque no sin conflicto, los economistas fueron abriendo su disciplina de las prácticas contables al tiempo que se agregaban contenidos en torno a lo económico. El nacimiento de la profesión del economista reclamaba programadores del desarrollo. Pero, desarrollo, ¿de qué tipo? ¿Dónde? ¿De quién? Aldo Ferrer fue una figura central en ideario económico en Argentina (y seguramente en América Latina también), cuando se le consultó por sus ideas sobre la modernización en los años 60 apuntó directamente al Estado y dijo: “La tesis de la industrialización, de la inflación productiva, de la inclusión social, el tema de la soberanía, el papel del Estado. Mi tesis fue sobre el Estado (…) Y el Estado ligado a lo económico. El papel del Estado siempre fue importante. Y siempre vemos el enfoque endógeno, un poco como todo el pensamiento de la CEPAL, el desarrollo industrial, la inclusión social, el modelo centro periferia, las relaciones de dependencia…el desarrollo es un fenómeno que se da esencialmente en el plano nacional…” (Ferrer, 2014). Esta era una forma de ver las cosas, el Estado dirigiendo, programando y calculando. La cita es sugerente, no comprueba por si misma nada, sin embargo acompaña a pensar el significado de la referencia del rector Frondizi.

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Es preciso plantear un contrapunto que servirá para darle sentido a lo que sigue del trabajo y que tiene que ver con la relación entre el ideario regional y la fuerza de las ideas sobre la modernización. El monetarismo no se había desarrollado como escuela de pensamiento aún, pero sus principios elementales estaban expresados por el Fondo Monetario Internacional.24 Por otro lado, casi todos los artículos económicos de la RCE poseían citas a trabajos póstumos de economistas extranjeros. Una parte relevante del discurso económico estuvo construido para dialogar con el exterior ya que el diálogo se realizó con una reconstrucción bibliográfica anglosajona muy relevante. Es conocido el uso del programa de Harvard para el diseño del plan de estudios de la licenciatura en economía de 1958. Arturo O ‘Connell fue el “padre de la criatura” -como gustó llamarse/le- dijo “Yo le escribí a [Edward] Chamberlin, le dije -mire, estamos haciendo estas cosas y qué sé yo-, y el tipo me mandó un [conjunto de fotocopias] alto así (…) me parece un gesto extraordinario. Un tipo eminente que le escribe alguien y, que en vez de tirarlo a la basura o no llevarle el apunte, no, se toma el trabajo de cargar todo y mandármelo. (O'Connell, 2013). 25 Dagnino Pastore26 dio cuenta de aquellos vínculos: “…después [del año 1955], cuando se produce la apertura aparece en los Estados Unidos también un sistema de becas, más que nada para Estados Unidos. Eso abrió. Y hubo convenios, Tucumán hizo un convenio con Chicago, Mendoza hizo convenio, creo que también con Chicago. Estaba en Chicago [Arnold] Harberger, era el que movía un poco esos

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Julio Olivera utilizó la dicotomía Monetarismo-CEPAL en una ponencia en el cincuentenario de la FCE cuando, para mostrar que las interpretaciones en economía pueden tener un carácter estructural y funcional, señaló que “…la célebre controversia entre los ‘estructuralistas’ y los ‘monetaristas’ sobre las causas de la inflación era un ejemplo de esa dilogía.” (J. H. Olivera, 1963: 179). Teubal (1963) opuso los llamados “estructuralistas o “desarrollistas” a las ideas “monetaristas” del FMI. 25

Arturo Alfredo O'Connell es licenciado en Ciencias Matemáticas (UBA), cursó estudios de Doctorado en economía en Cambridge. Participó de la comisión del plan de estudios que creó en 1958 la licenciatura en Economía Política en la UBA. Trabajó en el Instituto de Cálculo (UBA) a principios de los años 60. 26

J.M. Dagnino Pastore nació en 1933, fue contador y posteriormente doctor en Ciencias Económicas por al UNLP. Estudio postgrados en Harvard y California. Fue Ministro de Economía en dos oportunidades (Onganía y Bignone) y participó en numerosas instituciones públicas relacionadas con la academia y la política económica en Argentina. 34

convenios. Creo que también la Universidad de Buenos Aires empezó a aggiornar la parte de Ciencias Económicas…” (J. M. Dagnino Pastore, 2013).27 Por otro lado, está documentada la historia de la construcción de las ciencias sociales y las elites estatales en Argentina (Caravaca, 2007), no obstante ello, no fueros los primeros años del siglo XX aquellos que consolidaron a los economistas. Para ello, hubo que esperar a la década del 50 donde se institucionalizó la Economía Política, con su reconocimiento universitario,28 sus programas de becas dirigidas hacia donde se construía el mainstream del saber económico, con sus revistas en Buenos Aires, RCE, EC, DE, ES, PEA (muchas de ellas continuarían publicándose posteriormente a 1966) 29 y fundamentalmente con su agenda en torno al Desarrollo Económico que le permitiría a esos grupos de economistas mostrarse escasos y necesarios para los desafíos que marcaba la agenda política no sólo en Argentina sino en occidente, el EE.UU. de la Alianza para el Progreso y en las formaciones sociales planificadas donde hacía unas décadas atrás la industria de industrias se había convertido en el tótem del progreso (Primero en la U.R.S.S. de los planes quinquenales y luego en la exportación del modelo soviético hacia China).

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Todos los entrevistados recuerdan con claridad los programas de becas para estudiar en el exterior que comenzaron en torno a la creación de la carrera, probablemente porque como señaló O'Connell “era un mundillo donde nos conocíamos todos”. Véase (Fernández López, 2008) para extender las referencias. Miguel Teubal dijo que “En general había un grupo de gente muy buena, bastante formada. Estaba Julio Olivera, que creó escuela…había bastante debate en el medio.” (Teubal, 2015). El medio local recordó a la revista DE y en entre los intentos de programación, a lo realizado por la CONADE. Y Neffa (2015) agregó, “El grupo que empezó la carrera era un grupo muy reducido y de personas muy conocidas, muy famosas...eran personas muy calificadas…todos tenían un gran respeto por el profesor Olivera. Era de alguna manera el faro, la persona más competente que infundía un gran respeto entre los estudiantes. Muchos de ellos aspiraban a formar parte del Instituto que dirigía el profesor Olivera.” 28

El espacio del doctorado en Ciencias Económicas previo a la licenciatura en economía -que pudieron usar los contadores- no pareció ser suficientemente legitimado para acreditarse como economista. Un entrevistado señaló respecto del Doctorado que “…la única función que tenía era el estudio del valor de la moneda, lo único. Era casi un título honorífico, nada más, no tenía un ámbito disciplinar propio.” (Gak, 2014) y otro amplió aún más en detalle: “…cuando el contador dentro de algunos años había ejercido su profesión quería como, qué sé yo, decorarse, digamos, hacía el doctorado en ciencias económicas, que eran unas pocas materias más. Pero que era de un nivel lamentable. Yo me acuerdo, yo no había empezado todavía a estudiar, es curioso, me inscribí en la facultad, y de repente no sé, estaba dando vueltas, había una mesa de examen, estaba tomándole, creo que era Derecho Laboral la materia, o algo así, porque había de todas esas materias. Y entonces, este señor, típico, contador, no tan joven, estaba culminando su carrera, con el título, le preguntaron qué acontecimiento social importante había ocurrido al terminar la primera guerra mundial, una revolución o algo así. Fue imposible que dijera la revolución rusa. Ni idea. Eso a mí me marcó, ya me dio una idea de lo que era ese doctorado de ciencias económicas.” (O'Connell, 2013). Hacia 1963 la FCE-UBA 745 títulos de Doctor en Ciencias Económicas. 29 REA que había dejado de publicarse en 1952. 35

En lo que sigue se pretende dar cuenta del proceso y contexto de creación de la licenciatura en economía de la FCE-UBA. II.1. El largo camino hacia la licenciatura en Economía Política Los estudios económicos en Argentina datan por lo menos del período escolástico tardío entre el siglo XVI y XVII. Sin embargo, los antecedentes universitarios institucionales significativos ocurren bien entrado el siglo XX. Fernández López (2008) titula “la modernización de los estudios de economía” al período que comienza en 1913 con la creación de la FCE-UBA. En 1914 se creó la Academia Nacional de Ciencias Económicas (ANCE) y las primeras décadas se pudieron observar algunas publicaciones periódicas como El economista Argentino, REA y la propia RCE30. En el inicio de siglo se escribió el primer capítulo de la historia formal sobre esta disciplina en Argentina. No porque no se haya pensado en la Universidad temas de Economía Política, pero ciertamente estaban circunscriptas a espacios reducidos. Hacia mediados del siglo XX se puede hablar del despliegue académico de los economistas. En lo que sigue se dará cuenta de la evolución programática de aquellos y el lugar del desarrollo en sus preocupaciones curriculares. El año 1958 es de suma importancia para construir una interpretación de los economistas y sus dispositivos de influencia. Ese año se creó en la Universidad de Buenos Aires la licenciatura en Economía Política separando de este modo el espacio académico dedicado a estudios que se encontraban exclusivamente en el doctorado, que fuera estimado por varios entrevistados como de “baja calidad”. Ello no impidió que la política económica sea dirigida por abogados, contadores o doctorados en el exterior principalmente (de Pablo, 1999), pero permitió crear espacios de discusión disciplinaria que se reclamaban desde hacía décadas. En su curso introductorio de Economía Política en 1945 Raúl Prebisch promovió la separación de las carreras de contador, economista y actuario y la necesidad de dividir los planes de estudio y de crear orientaciones mediante materias optativas (Prebisch, 1993: 444). Los antecedentes más antiguos de este reclamo también tienen a Prebisch como protagonista

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Al menos desde inicios del siglo XIX hay registros de revistas y periódicos sobre temas económicos exclusivamente. 36

y se encuentran en 1943, año en que se aprobó la primera separación de carreras bajo la resolución 5/10/943 que no llegó a aplicarse (Reig, 1958: 247). En 1948 el delegado interventor Pedro Arrigui junto a otros funcionarios de la FCE-UBA publicaron un documento sobre La reforma del plan de estudios de Ciencias Económicas donde se pidió constituir una comisión para indagar las reformas del plan de estudios (entre los que figuraban el propio Prebisch y Francisco Valsecchi) y se concluyó que el plan de estudios vigente -cuya orientación hacia la economía se encontraba sólo en el doctorado- no cumplía con las necesidades de formar economistas ya que se orientaba la enseñanza al derecho positivo y la contabilidad; desechando el estudio de la teoría económica.31 Ya en 1948 se asiste a un plan de estudios exclusivo para los economistas, aprobado el 5 de octubre de ese mismo año, donde llamativamente no se encontraban asignaturas exclusivas destinadas al desarrollo económico, al crecimiento o la macroeconomía,32 en lugar de estas aparece el estudio de los ciclos en diferentes unidades de los dos cursos de Economía Política (el curso inicial de Economía Política General donde daba clases Francisco Valsecchi y el curso avanzado de Dinámica Económica a cargo por Julio Broide). En 1945, según las referencias de Barbieri (2013) y Asiain, López, y Zeolla (2011), el decreto 5.103 transformado al año siguiente en la ley 12.921 reglamentó el accionar de los economistas. Sin embargo la ley sólo hizo referencia a las profesiones de Contador Público, Doctor en Ciencias Económicas y Actuario. La profesión de economistas no aparece

31

En aquel documento aparecen varias referencias, entre ellas, las encuestas realizadas a profesores desde 1944 y un proyecto de Prebisch. También se menciona la revisión de planes de estudios de las universidades en el exterior junto a una interesante contribución del fundador de la Escuela Nacional de Economía (México) y del Fondo de Cultura Económica, Daniel Cossio Villegas (Arrighi, 1948). 32 Es interesante notar que los fundamentos del plan de estudios para el economista se hayan pensado de naturaleza “humanista” y “científica”, así como el pedido de reemplazar la carrera de licenciado en servicio consultar por la de economista con especialización en “Estado”. Las materias de la licenciatura eran, del Primer curso: Economía (I), Geografía económica y política general, Historia económica general, Contabilidad para economistas, Matemáticas para economistas, Filosofía. Primer curso: Economía (II), Geografía económica y política nacional, Historia económica, política y social nacional, Estadística metodológica, Finanzas (I), Instituciones del derecho privado (I) y Economía y política agraria. Tercer curso: Economía (III), Política y legislación social, Instituciones del derecho privado (II), Economía y política industrial y Finanzas (II). Cuarto curso: Economía (IV), Instituciones del derecho público, Sociología, Economía de la empresa, Economía y política de los transportes. Quinto curso: Economía y política comercial, Historia del pensamiento económico, Demografía y Política económica. No estaban definidas varias materias de las especializaciones (sexto curso) pero sí enunciadas: Las orientaciones se dividían entre Economista Puro, Economista de Empresa, Economista Matemático y Economista de Estado. 37

mencionada en la citada ley. Si bien en 1973 se deroga y reemplaza por una que reconoce la Licenciatura en Economía, el colegiado de los economistas no será, incluso hasta nuestros días, relevante para las instituciones oficiales que los nuclean.33 El anhelo de la separación de las carreras tuvo otro episodio en 1953 cuando el plan “D” (4° plan) marcó las diferencias entre los contadores y los economistas y se adecuaron materias relativas al Derecho y de la carrera de Actuario. De los registros que constan en la FCE-UBA surgió que el 25 de marzo de 1953 el vicedecano en ejercicio del decanato resolvió un plan único para el estudio de las carreras que se cursan en las Facultades de Ciencias Económicas de todo el país, done constaron las de Doctor en Ciencias Económicas (5 años), Contador Público (5 años), Actuario (2 años y agregados de contenidos matemáticos) y Licenciado en Economía (4 años). En esta última no aparecieron contenidos en materias exclusivas dedicadas al desarrollo económico,34 no obstante no ocurrió lo mismo al interior de algunos cursos:35 En la asignatura Economía – segundo curso del plan “D” en 1956, la unidad IV se tituló “Desarrollo Económico” y dedicó el estudio de las “Nociones de Desarrollo Económico. Condiciones del Desarrollo Económico. El Desarrollo Económico Argentino. Directivas del Segundo Plan Quinquenal.”. Las bolillas el Desarrollo Económico tienen un espacio menor y no se encuentra bibliografía específica sobre el tópico. El perfil del 33

Recuerdo que posteriormente a obtener mi título de Licenciado en Economía en el año 2003, el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Capital Federal sacó una resolución dictaminando que los economistas podrían firmar, de forma colegiada, proyectos de inversión e informes económicos (coyuntura, etc.). 34 Las materias listadas en el plan eran, del primer año: Fundamentos de Economía, Fundamentos de la contabilidad Superior – auditoría y análisis de estados patrimoniales, económicos y financieros, Análisis Matemático, Fundamentos de las ideas y los hechos económicos y sociales, Geografía económica General, Introducción filosófica a la economía; de segundo año: Economía - primer curso, Contabilidad superior, Estadística metodológica, Derecho público desde el punto de vista económico, Historia económica, Geografía económica argentina; tercer año: Economía - segundo curso, Finanzas – curso general, Matemática financiera y actuarial, Política económica mundial, Derecho privado desde el punto de vista económico y el cuarto año: Economía – tercer curso, Finanzas argentinas, Política económica argentina, Economía y política bancaria, Economía y política de los transportes y de la energía. 35 Según señalan Rozenwurcel, Bezchinsky y Rodríguez Chatruc (2007), sólo se diferenció como un posgrado para los contadores. Puedo haber sido así debido a que las carreras sólo se diferenciaban en un año de asignaturas. Asimismo, la FCE-UBA contabiliza egresados economistas a partir del año 1954. Es llamativo que el informe que expone Enrique Reig en 1958 en referencia a al plan “D” de 1953 (reforma aprobada en octubre de 1952) sólo expone la opinión del Colegio de Graduados en Ciencias Económicas sobre el plan, pero ningún contenido específico de los antecedentes que legitiman ese año la separación de las carreras de grado (en rigor, la creación de la licenciatura en economía). Hay que mencionar que la información que se dispone de las resoluciones y la vida institucional es escasa. No se encontraron anuarios de la facultad de aquella época (en apariencia, no se realizaban). El único documento es un Digesto firmado por Risieri Frondizi y publicado bajo el decanato de Julio H. G. Olivera (construido entre 1958 y 1962) donde no hay información de relevancia para esta tesis. 38

desarrollo parece estar buscado en los planes de gobierno de 1947 a 1951 y el debate sobre el Plan Prebisch. En la asignatura Economía – tercer curso, la unidad C llamada “El proceso de desarrollo económico argentino y el Segundo Plan Quinquenal” estudió, entre otras temáticas a “Las teorías sobre el desarrollo económico. Los estudios de las Naciones Unidas y especialmente de América Latina. Sentido y alcance del segundo plan quinquenal. La dinámica de la población y la descentralización industrial. Ocupación plena y política social del Estado. La actividad industrial, las prioridades, el desarrollo económico y el balance de pagos en el Segundo Plan Quinquenal. Comercio exterior, el desarrollo económico interno y el presupuesto de divisas.”. En el programa de 1958 (del plan D aún) se ampliaron las temáticas al estudio de “La programación de desarrollo. Los planes de corto y largo plazo. El balance de pagos y las inversiones extranjeras.” Se recurrió a bibliografía de Kurt Mandelbaum, Colin Clark, Naciones Unidas, Ragnar Nurkse, Raúl Prebisch (el manifiesto del 49) y de Julio Broide principalmente. Luego del golpe de Estado de 1955 se comenzaron a revisar de nuevo los planes para lo que se creó una comisión especial que volvió a señalar los errores de confundir disciplinas de carácter científico y profesionalmente distinto. Pese a que los planes de 1953 separaban las carreras, en la práctica no parecía suficiente.36 Los últimos episodios previos a la instrumentación definitiva de la Licenciatura en Economía Política en la FCE-UBA fueron entre 1957 y 1958. Se creó una comisión asesora que formuló el nuevo plan sujeto a consideraciones del consejo pedagógico, el Colegio de Graduados, el Centro de Estudiantes y varios profesores de la casa. En enero de 1958, la comisión asesora publicó en la RCE dos anteproyectos para la reforma de los planes de estudios donde decían que la realidad nacional ponía de manifiesto la escasez de economistas,37 la necesidad de

Uno de los mentores de la carrera definitiva de economista de 1958 señaló que “Entonces la idea que desde el sector de los contadores, la profesión de contador, el colegio de graduados, se opuso mucho a la división de carreras. Y me consta que quiero dejarlo asentado, que Enrique García Vázquez era el representante de graduados, que acompañó absolutamente el trabajo del plan de estudios y la división de carreras, estaba sometido a una presión descomunal, porque los contadores no querían saber nada. A ellos les gustaba que siguiera la cosa, con eso uno se gana la vida.” (O'Connell, 2013). 36

37

Cuando se le consultó a Dagnino Pastore sobre las actividades de los economistas que habían tomado becas en el exterior señaló que “En esa época había demanda porque eran tan pocos. Y se empezaba entender que tenía algo que ofrecer el conocimiento económico y había mercado. Pero sí, en general [el sector empleador] era más público o académico.” (J. M. Dagnino Pastore, 2013). Esta apreciación coincide con los datos 39

dirigir profesional o científicamente las actividades académicas orientadas a la vida práctica o a la investigación respectivamente, junto a una serie de reformas de orden pedagógico que perduran hasta la actualidad (exámenes, tiempo de cursada, etc.). Entre los antecedentes de esos anteproyectos se hizo la referencia a un texto de Rosa Cusminsky de 1957 confexionado en el marco del Instituto de Política Económica (FCEUBA) y titulada Algunas orientaciones para la preparación del economista.38 El texto propuso la orientación científica del economista para resolver problemas del país. Para la autora, el estado de la ciencia económica en Argentina no servía para mucho. El campo de estudio del subdesarrollo estaba escasamente desarrollado y necesitaba un recorrido diferente al estudio del tópico en las naciones desarrolladas. En aquellos anteproyectos figuró en el último año de la carrera un Seminario sobre Desarrollo Económico y Estructura Económica Contemporánea.39 El 27 de diciembre de 1958 se publicó, en la sección de documentos de a RCE, el nuevo plan de estudios (plan “E”) que se instrumentaría al año siguiente, donde finalmente los economistas encontrarían su espacio. Allí la Escuela de Economía (contenía a la licenciatura y al doctorado) incluía el seminario sobre desarrollo económico propuesto en el anteproyecto pero denominado Seminario sobre Política del Desarrollo Económico, cuyo contenido fue el siguiente: “Programación del desarrollo y evaluación de proyectos de inversión. Financiación del desarrollo económico. Programación sectorial y localización. Organización para la programación del desarrollo. Interpretación del problema del desarrollo económico argentino”. El programa de ese seminario de 1963 (tal vez el primer curso de este seminario) cumplió con esos contenidos

publicados por Suárez (1973) donde cerca sólo el 7,9% de los economistas encuestados en 1966 investigaba en el sector privado, igual porcentaje de aquellos ubicados en el CONADE. El 6,8% de los encuestados lo hacía en el CFI y otra parte relevante en las universidades. 38 Rosa Cusminsky formó parte de la comisión de Plan de Estudios que participo del cambio del plan “D” al “E” y continuó algunos años en dicha comisión. En 1958 además de Cusminsky, participaron Oscar Altimir, Guillermo Díaz, Rodolfo Duffy, Enrique García Vázquez, Alfredo A. O'Connell, Enrique Reig, Luis Schvartzer, Fausto Toranzos y Carlos L. García (Facultad de Ciencias Económicas, 1959). Varios informes de la creación de la carrera señalaron la influencia del informe de la UNESCO de 1954 bajo el título de The university teaching of social sciences. 39 Asimismo aparece en el segundo año la asignatura Teoría de la Producción y Distribución. El doctorado contenía cinco orientaciones, a saber: Economía Nacional; Social Industrial, Social Agraria, Financiera Comercial y Monetaria Bancaria (Reig, 1958). 40

mínimos formulados años atrás y estuvo a cargo de Leopoldo Portnoy40. En su bibliografía encontramos materiales relacionados con econometría (L. Klein, F. Toranzos, R. G. D. Allen) otros a la programación del desarrollo (J. Ahumada, J. Tinbergen, A. Hirschman, Naciones Unidas, H. Chenery) y otros relacionados a los procesos de acumulación de capital (R. Nurkse, N. Kaldor). Entre sus bolillas es notable la orientación para aprender a modelizar, fijar metas, estrategias, evaluar tiempos, alternativas de inversión, administrar proyectos y calcular. También incluyeron una materia denominada Teoría del Crecimiento Económico que contenía el estudio de la formación de capital, los cambios técnicos y tecnológicos así como “los aspectos sociológicos y políticos del desarrollo”. Si bien algunos tópicos del Desarrollo Económico se encontraban en espacios del plan “D”, el nuevo plan no reconoció equivalencias del plan anterior en su Seminario sobre Política del Desarrollo Económico (C.E.C.E., 1962: 117). El Departamento de Graduados de la FCE-UBA dictó en 1960 un Curso Intensivo de Capacitación en Problemas de Desarrollo Económico. El temario incluía el desarrollo de herramientas para la programación del desarrollo económico y se utilizó principalmente el texto desarrollado por Jorge Ahumada en 1959 para ese curso (Teoría y Programación del Desarrollo Económico. El texto que aparecería años después publicado por el ILPES). Allí se leían contribuciones de a W. A. Lewis, R. Nurkse, J. Tinbergen, N. González, G. Haberler, J. Williams, C. P. Kindleberger, A. O. Hirschman y G. Myrdal entre otras publicaciones de Naciones Unidas. El curso indicó que el Desarrollo Económico “en su sentido más restringido podemos considerarlo como el incremento del ingreso por habitante…Por lo tanto, cuando en los capítulos posteriores hablemos de programar el desarrollo será, fundamentalmente, en el sentido de acelerar el ritmo de crecimiento” (Cuello y Tandeciarz, 1964).41

40

Portnoy (1918-1997) fue Contador Público y Dr. en Ciencias Económicas por la UBA donde se desempeñó como docente y decano. Participó activamente de la RCE. 41

Se mostraron distintos modelos de programación para economías cerradas y abiertas, sobre la base de elementos de la macroeconomía (componentes de la demanda agregada: consumo, inversión, gasto y sector externo) combinados con estimaciones sectoriales de las Cuentas Nacionales (agropecuario, industrial, servicios) e instrumentos clásicos de las teorías del crecimiento (relaciones capital/producto, tasas de depreciación, stock de capital). También se agregaron elementos no tradicionales en la modelización, como eran los coeficientes de los términos de intercambio e indicadores de remisión de utilidades. La planificación 41

Desde fines de los años 50 y durante la década siguiente se constituyeron licenciaturas en economía en diversas universidades públicas y privadas de todo el país, la profesión se expandió territorialmente pero sin perder la hegemonía bonaerense. Asimismo, existen referencias suficientes para afirmar que este proceso no fue exclusivo de Argentina sino que se inscribíó, en general, en una parte importante de occidente (Coats, 1993) y en particular de latinoamérica (Beigel, 2010, Devés Valdés, 2003). Sin embargo, esta información puede sobredimensionar el espacio ocupado inicialmente por los economistas. En efecto como se muestra en los datos de la Tabla 1, la cantidad de egresados economistas de la UBA hacia fines del período en cuestión era relativamente muy escasa en el ámbito universitario de las Ciencias Económicas. Incluso en la actualidad su peso relativo, aunque creciente, sigue siendo marginal al interior de la Universidad (Rozenwurcel, 2007). Tabla 1: Distribución de egresados según título FCE-UBA Año

Lic. Economía

Lic. Administración

Contador Público

Actuario

1963

232 (2,93%)

6 (0,08%)

7.626 (96,39%)

47 (0,59%)

1975

2.168 (8,81%)

2.553 (10,38%)

19.770 (80,38%)

106 (0,43%)

Fuente: elaboración propia en base a la publicación del 70 aniversario de FCE-UBA, 1983.

II.2. La edad de oro de los economistas en la Universidad de Buenos Aires En su discurso sobre el aniversario de 50 años de la FCE-UBA en 1963, su decano, Honorio Passalacua, expuso brevemente la historia y el estado de la facultad de aquel momento. En relación al lugar de los economistas dijo, “Si bien la actuación del Licenciado en Economía, con la del Licenciado en Administración, es menor como profesional libre en comparación con la que corresponde al Contador Público, son importantes, -y los progresos en nuestro desarrollo económico acrecentarán esa importancia-, los servicios que el economista podra dar a los empresarios en cuanto atañe a la actividad de la empresa en su relación con la economía nacional e internacional, o en aspectos específicos de aquélla que peden ser aboradados por medio del análisis económico, consistió en prescripciones sencillas respecto del diagnóstico de las variables relevadas, la fijación de objetivos probables y deseables, para luego revisar la distribución del crecimiento compatible con los componentes de la demanda agregada y los sectores de la producción. Así la programación arrojaba como resultado el “Presupuesto Nacional” que significaba en el plano agregado lo que el “Presupuesto Fiscal” para las proyecciones e intenciones del sector público. 42

como son los problemas del estudio de la demanda, política de precios, inversiones, cuestiones de rentabilidad, etc.” (Passalaqua, 1963: 156). Julio H. G. Olivera,42 rector de la UBA en 1963, fue quien continuó con la palabra en aquel acto y quien puso énfasis en el perfil científico de la carrera. Cuando en los albores del centenario de la FCE-UBA se le consultó sobre las anécdotas le parecían interesantes rescatar de su experiencia en la universidad mencionó: “…un acontecimiento notable: la celebración del cincuentenario de la facultad en 1963. Los actos fueron presididos por las autoridades estatutarias de la facultad y la Universidad, con activa participación de todos los claustros. Los diarios dijeron que la Universidad, ‘isla democrática’, señalaba el camino al que debía retornar la República (…) Durante el período de mis funciones en la facultad, los años de mayor actividad innovadora fueron la última década y el septenio 1956-1963.” (J. H. Olivera, 2013). Y agregó que esa actividad se alcanzó mediante cambios estructurales, con la creación de nuevas carreras, centros de investigaciones científicas y con la introducción de nuevos contenidos en los planes de estudio y programas de investigación. En el período que abarca esta tesis surgieron numerosos institutos de investigación dentro de la órbita de FCE-UBA. El Instituto de Investigaciones Administrativas y Contables se creó en diciembre de 1959 que integró el antiguo Instituto de Investigaciones Contables falto de recursos durante unas cuantas décadas. Ese mismo mes se otorgó carácter académico al Instituto de Investigaciones de Estadística y Matemática Aplicada que se había creado dos años atrás.43 En 1961 se crea el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales a cargo

42

Olivera nació en 1929 se graduó de Doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la UBA. El lugar para los economistas en los tempranos años de la FCE-UBA fue central. Dirige actualmente el Instituto de Investigaciones Económicas que él mismo creó a principios de los años 60. 43

Algunos de los títulos sugerentes del trabajo realizado en el instituto fueron el Modelo de crecimiento económico del tipo lineal-logaritminco con tasa evolutiva, la Metodología para el Modelo Sectorial de crecimiento para la Economía Argentina y Sobre la cuantificación del Progreso Tecnológico en un país en desarrollo junto al seminario sobre Modelos de expansión económica equilibrada. Allí Fausto Toranzos realizó sus aportes. 43

de Julio H. G. Olivera cuyo subdirector fuera el Guido Di Tella, quien quedara a cargo de dicho Instituto cuando Olivera se convirtiera en rector de la UBA sucediendo a Frondizi. El período que señala Olivera se recuerda por reformadores por un lado, como una edad de oro de la universidad, que transformó las estructuras curriculares, planes de estudio y métodos de enseñanza (Buchbinder, 2010: 178), por otro lado, porque se había vivido la proliferación o modificación de numerosas carreras (Sociología, Psicología, Ciencias de la Educación, Economía Política y Antropología). Según otro estudioso el período de oro de la universidad era aquel en que se “…concreta la promesa de la autonomía universitaria y se desarrollan las primeras instituciones destinadas al desarrollo de la ciencia y la técnica” (Suasnábar, 2004: 12). En este sentido, las crónicas sobre la licenciatura en Economía Política se encuentran en sintonía con los cambios retratados en otras carreras que se dictaban en Buenos Aires. El historiador del pensamiento económico en Argentina, Fernández López explicó que, “La década 1955-65, en cuanto a promover estudios económicos, puede calificarse de edad de oro de los economistas. En este lapso el Estado fundó sus actos en el conocimiento experto...Se alentó la formación de jóvenes economistas, nacieron asociaciones, se reanudó la actividad académica, se crearon carreras, se apoyaron estudios de posgrado en el exterior y se crearon entes públicos y privados servidos por economistas.” (Fernández López, 2001: 11). Sumó a su inventario sobre esa edad a las intervenciones de Prebisch en los informes económicos publicados por la presidencia posteriormente al derrocamiento de Perón,44 la restitución de la independencia y libertad a las academias nacionales (decreto 4.362 de 1955, entre la que se encontraba la Academia Nacional de Ciencias Económicas) y la posibilidad de la creación de universidades privadas (decreto 6.403 de 1955). En 1959 Michael Albery publicó en la RCE un artículo denominado Los economistas: lo que hacen y lo que deberían saber, allí hizo referencia a varias subdisciplinas relacionadas con

44

Entre ellos señala: Informe preliminar acerca de la situación económica (1955), Moneda sana o inflación incontenible y Plan de restablecimiento económico (1956). 44

los economistas listadas en el Consejo de Economistas del Presidente de los EE.UU. y en un listado conformado por la American Economic Association, donde el crecimiento y el desarrollo económico se confundían en el mismo espacio (desarrollo y auge en uno y crecimiento y desarrollo económico en otro). El carácter anglosajón de los economistas no era nada nuevo, aunque su norteamericanización sí era un fenómeno reciente. Como se ha dejado constancia anteriormente, en la facultad esta influencia casi no tuvo intermediarios. En ocasión de ser consultado sobre el programa de cooperación con las universidades de Cambridge y Oxford, Norberto González, quien fuera director del Departamento de Economía de la FCE-UBA hasta 1962 y coordinador del programa, dijo que “En la facultad había una Vieja Guardia de contadores que se habían vuelto economistas pero que no dejaban de ser bastante contadores…no tenían profundidad y profesionalismo en sus análisis…no eran economistas plenos porque no se habían entrenado como economistas” (González, 2015). Queda la sensación que el debate hacia dentro de la facultad se daba entre la “Vieja Guardia” de contadores devenidos economistas y la “nueva guardia” de economistas plenos que buscaban la emancipación de su disciplina de la tradición neoclásica “en versión liviana” que pareció dominar la FCE-UBA durante años. 45 Miguel Teubal señaló que la “Economía básicamente era Inglaterra o EE.UU., Francia tal vez. En nuestro país sigue siendo básicamente una cuestión anglosajona.” Cuando se le consultó sobre las diferencias en los perfiles anglosajones señaló que “Una diferencia era la Escuela de Chicago. Los que estudiaban en Chicago versus los que lo hacían en Cambridge u Oxford que tenían una perspectiva más critica que los Chicago Boys.” (Teubal, 2015). Es notable el uso de bibliografía internacional en los artículos sobre desarrollo, de lo que podría denominarse como el currículo standard de la academia anglosajona, sin embargo, los economistas en la UBA tuvieron la originalidad de la copia.46 Según afirma de Pablo (1995),

“Había una Vieja Guardia, que era ortodoxa. Pero que estaba…no sé si usar la palabra…en decadencia. Pero que no era la moda dominante, la nueva economía” (González, 2015). En la conferencia de 1961 sobre temas de coyuntura que publicó la RCE, Federico Pinedo señaló que no estaba “en la onda” de quienes critican a las teorías llamadas peyorativamente ortodoxas, como falsedades para las regiones latinoamericanas. 46 Fernando H. Cardoso (1977) uso ese término para evaluar la contribución de la CEPAL al pensamiento económico. 45

45

el primer Departamento de Economía lo dirigía Julio Broide47 (quien dictó clases reemplazando a Prebisch en más de una oportunidad) y posteriormente pasó a manos de Norberto González48 vinculado íntimamente a las ideas estructuralistas. Asimismo la CEPAL a cargo de Prebisch colaboró en los jurados para los concursos y los contenidos de algunas asignaturas con las participaciones de Jorge Ahumada, Celso Furtado y Anibal Pinto. Estos comentarios no deben llevar a pensar que el currículum del economista era un calco de las ideas cepalinas. Hay varios elementos que permiten tomar algo de distancia de tal afirmación. Por un lado las ideas expresadas en 1955 por el principal exponente de la CEPAL en esos años, Raúl Prebisch, se estimaron contrarias a las que fueran fundantes del estructuralismo latinamericano, difundidas a través del Manifiesto latinoamericano de 1949. Por otro lado, las ideas de Julio Olivera -la figura central de la FCE-UBA en esos años- sobre inflación no monetaria, eran dinstintas a las de Noyola y Sunkel. El conflicto entre los nuevos economistas y la “Vieja Guardia” deja pensar que probablemente los segundos hayan tenido peso, aún en los tempranos años de la nueva carrera. Asimismo, cierto es que el nuevo grupo de economistas produjo un cambio en el perfil y no es posible negar que el trabajo estadístico de la CEPAL y la idea de una tendencia a la caída de los términos de intercambio, estuvieron presentes en todos los actores, pero no por ello es posible proyectar linealmente al cepalismo dentro de la FCE-UBA.49

47

Broide además fue uno de los fundadores de la AAEP en 1957. Sucedió la cátedra de Prebisch sobre Dinámica Económica. Fue redactor de la RCE entre 1938 y 1939. Su participación como articulista de la revista se dio entre 1930 y 1944 con el aporte de nueve contribuciones. Se dedicó principalmente a temas de finanzas y ciclos. 48

Norberto González nació en 1925 se recibió en la UBA de Contador Público y Dr. en Ciencias Económicas. Estudió luego en la LSE en Inglaterra. Dirigió el departamento de Economía en la FCE-UBA en 1962 y presidió la Junta de Planificación de la Provincia de Buenos Aires entre 1958 y 1960. 49

Si bien se desconocen trabajos que estimen el impacto de esas ideas en Argentina, varios autores coinciden en que el espacio político ocupado por Prebisch en la “Revolución Libertadora” no favoreció la proliferación de aquellas ideas. 46

Capítulo III: La Revista de Ciencias Económicas En junio de 1913, antes de la creación de la Facultad de Ciencias Económicas, apareció el primer número de la Revista de Ciencias Económicas impulsada originalmente por el centro de estudiantes de la FCE-UBA (que tenía un año de antigüedad para ese entonces). Originalmente fue concebida como un recurso para los estudiantes, pero su perfil profesional y científico cambió cuando se incorporaron a su gestión el Colegio de Graduados de Ciencias Económicas y la facultad misma hacia 1921, en cuyo primer número del año siguiente se publicaron textos de Raúl Prebisch y Juan B. Justo. La “ordenanza Lobos” (en referencia al decano Eleodoro Lobos) indicó que cada claustro propendía un director y dos redactores (cuyos cargos se renovarían todos los años) y pidió editar mensualmente dicha publicación cuya administración estaría a cargo de la FCE. La RCE se publicó con diversa frecuencia entre 1913 y 1979, en total se registran cerca de 2.340 artículos y más de 4.600 notas breves.50 Fue una de las revistas académicas de mayor duración en su publicación en Argentina. En el festejo de las “bodas de plata” del Centro de Estudiantes, la RCE fue considerada como un reflejo de “la vida misma de la facultad” y las “inquietudes del espíritu científico”. Al año siguiente en el número 204 se dijo que la revista era un “órgano periodístico científico”. Allí se publicaron artículos académicos, apuntes de clase, notas bibliográficas, se reprodujeron documentos o síntesis de documentos de organismos oficiales, traducciones, entrevistas, discursos, normas contables, información bibliográfica, crónicas universitarias y hasta se editaron números especiales, como los dedicados al cooperativismo en 1941 o los problemas de post-guerra en 1943.51 Un análisis de la revista que se encuentra en 1963 en su cincuentenario separa por las siguientes etapas, 1era: 1913-1937; 2da: 1938-1947; 3ra: 1948-1958 y 4ta: 1958-1963. Según evidencia Gak (2014), la RCE la financiaba quien la editaba; se infiere que se financiaba normalmente con recursos centrales (del Centro, la facultad o El Colegio). En el 50

Ese dato sale del índice realizado en 1999 por el Colegio, sin embargo la reciente publicación del centenario de la Facultad de Ciencias Económicas se hace referencia a 547 ediciones con más de 8.200 artículos en 66 años de publicación. 51 A partir de 1971 el colegio de graduados en Ciencias Económicas (único editor en ese entonces) decidió dedicar números específicos por temas, separando entre “temas de administración” y “temas de economía”. Se publicaron así en los mismos trimestres hasta noviembre de 1976, donde pasaron a predominar los enfoques de administración y contabilidad. 47

número 130 de 1932 se encuentra el único ejercicio contable publicado por la revista, donde se muestra su financiación:52 Tabla 2: Ejercicio contable XI de la RCE al 31/12/1931 Recursos

Pesos ($)

Avisos comerciales

$6.962,5

Avisos profesionales

$72

Suscripciones

$135,6

Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas

$2.358

Colegio de Egresados

$2.161,5

Contribución de la facultad

$1.440

Donaciones

$435

Total Recursos

$15.064,6

Impresiones y sueldos

$13.111,48

Colaboraciones

$400,44

Gastos Generales

$762,23

Comisiones

$400

Total Inversiones

$14.674,15

Utilidad

$390,45

En mayo 1948 la dirección de la RCE anunciaba una nueva etapa de la revista con la ausencia de la facultad de su dirección. El delegado interventor en la facultad resolvió crear la Revista de la Facultad de Ciencias Económicas (RFCE) separando la facultad del Colegio y del Centro en la participación de la revista. Fue así que durante la tercera etapa la RCE fue publicada bajo la dirección de estos últimos claustros. La RFCE tuvo una estructura similar a la RCE, se diferenció de aquella en que mantuvo las comunicaciones y notas universitarias de la FCE junto a informes de los distintos institutos de investigación.53

52

Paradójicamente el balance tiene un error u omisión de $1.500 en la sumatoria de los recursos. Teniendo presente que el precio de la revista en 1931 era de $1 para socios (y $1,5 para no socios), se deduce que la cantidad de socios individuales era solamente de 135. El precio de la suscripción mensual variaba de $2,1 a $6 al trimestre según fueran números especiales, ordinarios o protectores. Y se cobraba un 5% de recargo para el exterior. 53 En la biblioteca de la FCE-UBA sólo se encuentran tomos no continuos entre los años 1948 y 1953. En 1948 se creó también la Revista de Facultad de Ciencias Económicas de la UNCu. 48

Es precisamente desde 1958 que la facultad volvió a la dirección de la revista y anunció su cuarta etapa al restablecer la “ordenanza Lobos” de 1921 e incorporar a la facultad como órgano de dirección. Se trataba de hacer de la revista una “caja de resonancia de las cuestiones económicas y sociales del país” en el mismo momento que se estaba dando forma a un anhelo de décadas atrás: la creación de la licenciatura en economía. En apariencia el sistema de canjes de publicaciones operado por la revista le daba difusión en otras bibliotecas. Asimismo, su conservación y edición dentro de la biblioteca de la facultad y del Colegio permite pensar en un impacto local de su lectura, no sólo porque se informaban a través de ella las reformas de planes de estudio sino las actualizaciones profesionales para la carrera de Contador Público y se trasmitían algunos debates internacionales e información bibliográfica de otras regiones. Para pensar el impacto que pudo tener sobre los graduados conviene revisar algunos datos: el Colegio tuvo 188 asociados en 1911, 1.903 hacia 1951 y 3.152 hacia 1963. Por otro lado, la población estudiantil de la FCE-UBA tuvo un crecimiento fenomenal pasando de 811 estudiantes activos en 1928 a 14.026 en 1958 y 20.422 estudiantes con 192 profesores en 1963.54 El colectivo potencialmente lector de la revista no parece despreciable. La matrícula en Universidad de Buenos Aires pasó de 21.215 estudiantes en 1947 a 75.169 en 1955 (cerca del 20% pertenecían a la Facultad de Ciencias Económicas). Esto representó el 52% del total en universidades nacionales, seguido por la Universidad Nacional de La Plata y a Universidad Nacional del Litoral (Mader, 2002: 479, cuadro 4).55 En los años 70 el director de la RCE, Abraham Gak recuerda que se emitían entre 1.000 y 3.000 ejemplares aproximadamente. “La mandábamos a la biblioteca, a los colegios, a nuestros colegas, a los consejos profesionales”, señaló.

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El registro de estudiantes se tomó de la publicación del 70 aniversario de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. La cantidad de profesores en 1963 sale de la publicación de La Facultad de Ciencias Económicas: Sus bodas de oro, donde se indica que ese año se contaba con 22.000 alumnos regulares, un 30% de la planta docente ad-honorem y recursos escasos para atender todas las necesidades que hacían difícil la aparición periódica de la revista. 55 Los datos oficiales de la FCE-UBA sugieren que el ritmo de crecimiento de la matrícula cayó posteriormente al golpe del 1955 y se volvió negativo a partir de la intervención de las universidades por el golpe de Estado comandado por Onganía en 1966, que llevó a reducir significativamente la cantidad de estudiantes (Universidad de Buenos Aires, 1983: 121). 49

Cuando se preguntó a varios encuestados sobre el espacio tuvieron las revistas dedicadas a Ciencias Económicas para el profesional o el científico a fines de los años 50, Abraham Gak dijo que “Dirigida propiamente órganos de la facultad, yo creo que no había ninguna...Creo que sí, y aún hoy me desayuno, con publicaciones que sacan departamentos, incluso investigación...” y agregó “… si bien la carrera propiamente nace en el ’59,…de todos modos la economía no queda enganchada en la gente, en la facultad. La facultad seguía siendo una facultad de contadores públicos…Pero yo creo que hasta los ’70 el contador era el economista, el contador que trabajaba en empresa era administrador, contador, relaciones laborales.” (Gak, 2014). Por su parte, Aldo Ferrer, pese a que publicó en RCE en 1978 (cuando era editada sólo por el Colegio de Graduados), señaló que, “…nunca se me ocurrió publicar en la revista de la facultad (…) estuve en el Centro de Estudiantes desde el ’45 hasta el ’49 y la verdad que la revista no era un tópico (…) leíamos lo que nos daban los profesores. Prebisch nos daba bibliografía. Más que revistas, leíamos libros. Yo no recuerdo haber estudiado básicamente con revistas. Leía básicamente los libros que estaban en la bibliografía, sobre todo en la cátedra de Prebisch.” (Ferrer, 2014). Arturo O' Connell fue contundente: “La revista de Ciencias Económicas para nosotros no existía (…) Yo no sé quién la tenía, quién la manejaba. Digamos, incluso se creó un poco más tarde, porque ahí se produjo todo el avance de los que se fueron a estudiar a Estados Unidos y cosas por el estilo, y hubo una nueva generación que acompañó la cosa del nuevo plan de estudios…” (O'Connell, 2013). Por último José María Dagnino Pastore dejo entrever que quienes escribían lo hacían en tiempo libre, no como una necesidad profesional cuando dijo que “La actividad académica no era muy extensa. Era más profesional. La gente se recibía y ejercía la profesión, a algunos les gustaba dar clases más por prestigio. Y después había gente sí, que tenía una inquietud propia de profundizar (…) pero

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académicos, artículos académicos no.” (J. M. Dagnino Pastore, 2013). No obstante, las publicaciones encontradas en la RCE por parte de Ministros de Economía y Presidentes del BCRA (entre otros funcionarios) desde 1958 sugieren que tomemos con cuidado las desestimaciones transcriptas. Fueron 47 artículos los publicados por estos funcionarios de la Argentina posterior a 1958 (ver Tabla 10: Ministros de Economía y Presidentes del BCRA que publicaron en RCE en Anexo), muchos de ellos ejercieron durante el período en análisis, entre ellos: Roberto T. Alemann, Eugenio A. Blanco, Carlos A. Coll Benegas, Félix Gilberto Elizalde, Luis María Otero Monsegur y Federico Pinedo.56 Este capítulo está dedicado al estudio el tema Desarrollo Económico en la RCE. Una revisión de todos los artículos de la RCE en el período 1958-1963 (Ver tabla 6 y 11 del Anexo A) arroja la conveniencia de separar el capítulo en tres partes. En primer lugar, en el apartado III.1 se realiza una aproximación a la relevancia del tema utilizando su único índice completo. A partir de una reclasificación de los artículos relacionados al Desarrollo Económico, surge la idea de que es posible reinterpretar lo dicho sobre el tema en cuatro grandes subtemas: 1) Sector externo/América Latina, 2) Monetario/Financiero, 3) Inversión/Industria y 4) Sector agropecuario. En segundo lugar, el apartado III.2 estudia las ponencias de las Primeras Jornadas Anuales de Economía de la Universidad de Buenos Aires llevadas a cabo en 1962. Por último, el apartado III.3 está dedicado a indagar sobre el lugar entregado al estudio del contexto económico en Argentina en la RCE. En primer término, en la sección III.3.1, se revisan las ideas sobre el contexto en 1957, emitidas por Raúl Prebisch a través de un informe de la CEPAL. En segundo término, en la sección III.3.2, se revisan las ponencias dictadas en la FCE-UBA y publicadas en 1961 de varias personalidades de la profesión, bajo el título de Examen crítico de la actual situación económica del país en el aspecto relacionado con la estabilidad monetaria y la producción.

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Esto es sólo una aproximación, ya que no se está contemplando a funcionarios previos a 1958 ni tampoco otros cargos distintos a dos enunciados. 51

III.1. Características del Desarrollo Económico en la RCE El perfil más frecuente que no sorprende, dado el énfasis monetario histórico de la revista, fue la perspectiva monetaria y financiera, seguido en relevancia por aquellos que observaron la inserción internacional de los países de América Latina como aspectos centrales para discutir el (sub) desarrollo. Aunque sí sorprende el escaso peso relativo asociado a los subtemas relacionados con los procesos de inversión e industria. Esto no tiene una explicación a priori que sea coherente con el proceso histórico y el discurso económicopolítico difundido en aquella época, sin embargo, una característica de la revista fue la de destinar un espacio importante a las finanzas. En lo que sigue se hace un tratamiento específico por subtemas. Sector externo/América Latina El economista James Street (1959), describió características generales sobre las que se asentó el problema inflacionario en países “que disfrutan de una diversificación económica limitada”. Adhirió a posturas no monetarias de la explicación del fenómeno y en su lugar analizó varios factores causantes de la inflación.57 Aunque Street reconoció que la lucha de clases era menos acentuada en países “industrialmente desarrollados” o “evolucionados”, el conflicto entre trabajadores y empresarios en las economías en desarrollo se resolvería –pensó- con tasas de crecimiento de la productividad mayores. Concluyó al señalar que “el problema de incrementar la productividad en países subdesarrollados, es esencialmente un problema técnico” (Street, 1959b: 411).

Enumeró: 1) La velocidad de incremento poblacional que provocaba “más bocas que alimentar” y por ende un exceso de demanda de bienes. 2) El deseo de niveles de vida superiores por el incremento de la vida en las ciudades (que llamó la “revolución de crecientes esperanzas”). 3) Los cambios en las estructuras sociales post crisis del 30 que demandaron una mayor intervención del Estado. Dijo, “Se trata simplemente de determinar en qué etapa del desarrollo de un país, éste podrá sufragar tales gastos [públicos].” (Street, 1959b: 400). 4) Una tendencia a realizar inversiones especulativas (inmobiliarias principalmente) y por último, 5) la tendencia a fugar capitales al exterior que al deteriorar el balance de pago estimuló el problema. 57

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El año 1960 vio la intervención (por primera vez en la revista) de Florín Manoliu,58 aquel que gustaba de citar a Bertil Ohlin, Simon Kuznets, Gunnar Myrdal, Hans Singer, James Meade, también los documentos oficiales de Naciones Unidas y apariciones como la de Charles Bettelheim entre aquellos de poca referencia en la revista. Ciertamente las ideas de Manoliu eran diferentes a las del resto de los articulistas. Sus contribuciones apuntaron a explicar el desarrollo económico en función de la integración regional. Manoliu reconoció que la distinción entre desarrollo y subdesarrollo era reciente en el debate económico ya que se acostumbraba hablar de países avanzados y atrasados respectivamente. Con una cita que podría utilizarse como epígrafe de esta tesis, aclaró “El patrón de medida del desarrollo o del subdesarrollo de los ámbitos económicos nacionales no está todavía bien determinado. Este parece ser el ingreso real per cápita, comprobado durante un año…Este criterio desde el punto de vista económico no parece suficiente. Para estimar en justas dimensiones el proceso de desarrollo de una nación, es menester agregar a este concepto la idea de estabilidad en el sentido de asegurar la periodicidad del ingreso, su naturaleza y su estructura; la idea del mejoramiento constante del nivel de vida, como también del producto por hora de trabajo” (Manoliu, 1960a: 6). Reconoció la necesidad de integrar un mundo con productividades distintas provocadas por falta de crecimiento armónico entre sectores de la producción. Una “insuficiencia del coeficiente de desarrollo” evidenciada en los bajos niveles de productividad, ingresos reales per cápita, niveles de vida, en la escasez de capital con estructuras económicas débiles. Para solucionar el problema del subdesarrollo se debía acelerar el crecimiento quebrando el círculo vicioso de las bajas tasas de crecimiento a través de políticas nacionales, responder a las presiones del crecimiento demográfico y superar las estructuras comerciales y agrícolas que carecían de fuerza financiera para dirigir el desarrollo (Manoliu, 1960b). Para el autor, aquello sería posible planificando la estructura de producción para el mercado interno, con

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Florín Manoliu nació en Rumania, en 1927. Fue vicerrector de la UNS donde estuvo al frente de la cátedra de Economía Internacional. 53

vistas a la integración zonal que adoptaría al principio la forma de la zona de libre comercio que con el tiempo se transformaría en un mercado común.59 Celso Frutado60 tuvo escasa participación en la revista. El único artículo publicado en la RCE corresponde a una conferencia brindada en dicha facultad el 10 de junio de 1963. No obstante, llegó a los nuevos concursos de la FCE-UBA posteriores a 1958 junto a Jorge Ahumada, entre otros.61 Ya tenía en su haber una larga experiencia escribiendo y trabajando sobre el subdesarrollo por lo que no sorprende que hable de hábitos mentales de un cosmopolitismo flojo y que proponga rechazar los falsos planteamientos que llegan de ultramar. Pidió de ese modo un reconocimiento de la realidad única de América Latina. Mostró que, a diferencia de lo ocurrido durante la primera revolución industrial que permitió el crecimiento de gran Bretaña y EE.UU., en América Latina el crecimiento siguió siendo extensivo, vinculado al crecimiento vegetativo de la población y a las tierras disponibles. Durante la segunda revolución industrial previa a la crisis de 1929, la estructura social no se revolucionó sino que se amalgamó con otras facciones ya que –según Furtado-, durante los alcances en la región que tuvo esta segunda fase, las antiguas clases dirigentes rurales se ampliaron con grupos ligados a las operaciones mercantiles y financieras, de esencia urbana. La tercera fase de la revolución industrial, posterior a la Gran Depresión había subordinado

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San Miguel (1960) estudió los efectos dinámicos de una zona latinoamericana de libre comercio y concluyó que ampliaría los mercados y las capacidades de redirigir los ahorros, si se permitiera crear una Bolsa de Valores latinoamericana. Asimismo, las negociaciones con los bloques desarrollados debía tener presente las desigualdades de estructura y de ingreso. Pensó que una zona de libre comercio aceleraría la tasa de expansión de la industrialización. 60

Furtado Derecho en Río de Janeiro y obtuvo su doctorado en Economía en París. En 1949 trabajó en la CEPAL junto a Prebisch. Recordó O’Connell que “Cuando se estableció un nuevo plan de estudios, materias de economía, se armó un concurso, y la gente tenía que dar una clase, y bueno, se revisaban los antecedentes…Furtado, Ahumada y me acuerdo que había alguien de la Argentina pero no me acuerdo quién era. Fue un concurso que generaba un problema político muy grande porque la mayor parte de la gente que ganó cátedras, era gente que el bulto más bien estaba ligado al frondizismo. El radicalismo se había dividido entre el frondizismo y lo que se llamó durante bastante tiempo radicalismo del pueblo. Y en la facultad, en la época de la revolución libertadora, cuando fue el Ministro Blanco, que era un pope de lo que fue el radicalismo del pueblo, Grinspun con su opción que fue presidente del Banco Central un tiempo con Alfonsín, ministro de economía. Varios de ellos, que eran de ese vector, se enfurecieron cuando los concursos los ganaban todos los otros, digamos. Yo creo que militante del frondizismo no había ninguno. Después era toda gente que sí estaba más o menos arrimada al frondizismo más bien que al radicalismo del pueblo, incluso vinieron prácticamente a matonearnos a algunos miembros del consejo directivo de la facultad.” (O'Connell, 2013). 61

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más a las economías latinoamericanas por los efectos de la crisis sobre el comercio exterior. De este modo, el tiempo y el ritmo con que los países entraron a la industrialización, condicionó sus trayectorias y desarrollos relativos. La suerte de América Latina quedó bajo la “égida de los centros industrializados”. Furtado -aunque distinto al de Manoliu- entrega otro potencial epígrafe al decir que, “La ideología del desarrollo espontáneo, que dominaba nuestra manera de pensar, habría sido perfectamente legítima si hubiésemos alcanzado aquella etapa de desarrollo, común a las economías industrializadas, en que el impulso del crecimiento se genera internamente como consecuencia necesaria de la simple utilización plena de los factores disponibles. Pero ese no era nuestro caso. Habíamos crecido en la fase anterior, no espontáneamente, sino bajo la acción continuada de estímulos creados fuera de nuestro propio sistema económico. Puesto que no identificábamos nuestro propio sistema económico, tampoco percibíamos que el desarrollo de la economía mundial sólo era espontáneo en los centros industriales, siendo aquí totalmente inducido.” [El subrayado es mío] (Furtado, 1963: 7). Las ideas de Furtado reconocieron dos antecedentes en este período: el énfasis identitario de Rosa Cusminsky (1958) y las notas dependentistas de la Mesa redonda sobre el “Desarrollo económico y cambio social en América Latina” (Rodríguez, 1962). No sorprende que se hayan manifestado en un comentario y una mesa redonda respectivamente, en lugar de haber formado parte de las ideas centrales publicadas en la RCE. Los casos de los participantes de aquella Mesa y de Furtado pueden ser explicados por su lejanía de la FCE-UBA, no así el de Cusminsky, que en su comentario señaló se sentía parte de los “rebeldes” y “herejes” que acusaron la falsa idea de “que la forma de crecer de las economías es similar en todo tiempo y espacio”, cuando parecía evidente que la crisis el 30 había agudizado los fenómenos divergentes entre el “centro” y la “periferia”. Citó el temprano trabajo de Furtado de 1954 sobre la teoría del desarrollo publicado en El Trimestre Económico. No existen registros de artículos de Rosa en la RCE aunque su presencia en el diseño curricular de los economistas fue central. Pablo González Casanova (México) participó en 1962 en el marco de las Jornadas Latinoamericanas de Sociología, de la Mesa redonda sobre el “Desarrollo económico y 55

cambio social en América Latina” junto a Aldo Solari (Uruguay), Camilo Torres (Colombia), J. A. Silvia Michelena (Venezuela), Kalman Silvert (EE.UU.) y Luis Costa Pino (Brasil). Allí se planteó el debate acerca de si “¿Es posible un desarrollo económico sin un cambio simultáneo en las relaciones sociales de producción? ¿Cuál es la relación del nacionalismo con el desarrollo económico?” (Rodríguez, 1962: 97). Como resultado perecieron quedar dudas sobre si, con estructuras capitalistas y sin un fuerte actuar distributivo, podría darse un desarrollo que genere un mayor ingreso per cápita. Estas y otras perspectivas dependentistas vincularon necesariamente los grupos y clases sociales a las potencialidades del desarrollo. En fin, Furtado reconoció –aunque a los ojos de hoy, con un laxo rigor semántico- un sistema económico propio en América Latina, pero cruzado por relaciones sociales de otro sistema, el de los países industrializados. Monetario/Financiero Las preocupaciones monetario-financieras parecen acompañar toda la historia de la revista. En particular este período tiene contribuciones significativas sobre el lugar de los bancos y las formas del dinero para la economía. Sin embargo parte de estos artículos asociaron estudio usos del dinero a la inflación en la RCE (Olivera 1958, Cañellas 1959, Mantel 1960, Mey 1963), otros, en cambio, pensaron a las formas dinerarias como elementos constitutivos de y para el desarrollo.62 De estos artículos se ocupa este espacio. Una de las ideas centrales de estos artículos es que confían en la dirección del crédito para cambiar la estructura de producción. Tal fue el caso de Marcelo G. Cañellas63 y de Antonio Micele64. El primero, autor de un extenso libro en 1967 llamado Economía y Política Bancaria, puso énfasis en el control del ciclo, del desarrollo y la renovación de “las clases activas” a través de la política monetaria, financiera y cambiaria. Señaló que los gobiernos estaban empeñados en cambiar las estructuras económicas aprovechando los recursos

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Esto no quiere decir que hayan adoptado enfoques cuantitativistas. En la mayoría de los casos el impulso inflacionario viene por el lado de los costos de producción. 63

Tuvo una gran participación en la revista y en la vida de la FCE-UBA. Fue miembro de ANCE a partir de 1968 también presidió dicha institución. 64

Dr. en Ciencias Económicas (UBA) y Presidente del Banco Central en 1966. 56

naturales y mecanizando el trabajo de forma de lograr empleo para aquellos desplazados rurales hacia los centros urbanos; “Los sistemas bancarios están llamados a financiar el desarrollo, construyendo la principal palanca con que cuentan los gobiernos para alcanzar a poner en marcha una política de desarrollo.” (Cañellas, 1958: 145). Para Cañellas, la política de desarrollo significaba, en el plano interno, orquestar los créditos, prioridades, diferenciaciones zonales y operaciones de fomento a través del Banco Central, pero integrando a las actividades de los bancos comerciales, y en el plano externo, el uso de crédito para financiar tecnología y comercio. La clave del éxito de estas políticas estaba en la organización del sistema bancario y su compatibilidad con los planes del desarrollo. En línea similar es que Micele relaciona la liquidez bancaria con los programas de desarrollo. Después de once años de banca nacionalizada, el decreto ley 13.125 del 22/10/1957 facultó a los bancos comerciales a operar con depósitos por cuenta propia. El crédito desarrollaba a condición de dirigirse a financiación de bienes de capital, equipo agrícola e industrial, fomento de producción de bienes exportables o de aquellos que sustituyen importaciones, e inversión en zonas clasificadas como sub-desarrolladas acorde a la clasificación realizada por el Banco Central. El desarrollo se entendió como “…un fenómeno conciente y deliberado que procura influir en la la estructura de un país para lograr un incremento del producto medio por habitante…” (Micele, 1961: 285). Para el autor, acelerar el crecimiento, mejorar los ingresos de los de menores recursos, obtener un crecimiento regular de las fuerzas de la economía y crear factores de autodefensa de fuerzas económicas negativas, eran propósitos que se podrían logar con planes bancarios coordinados. Rafael Ariza -cuya particupación se limitó a dos artículos entre la tercera y la cuarta época relacionados a los mercados de valores- completa el cuadro estrictamente bancario y financiero con otra contribución poco señalada en estos debates: el desarrollo del mercado de capitales.65 Los países subdesarrollados -además de disponer de técnicas de producción deficientes- se carcterizaban por disponer de escasos capitales, que el autor estimó ser la

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La Comisión Nacional de Valores se había creado en 1937. Registró que de 119 empresas en el mercado de valores en 1940, se pasó a 257 en 1950 y para 1961 se había casi duplicado (591), al operar cerca de 50 mil millones de pesos (500 millones de suscripciones anuales a la RCE de esa época - $100 c/u) repartidos mayoritariamente en Buenos Aires aunque también en Rosario y Córdoba. 57

principal causa del subdesarrollo. Asignó a los mercado de valores el lugar central que Cañellas y Micele a la dirección del crédito bancario. Entendió al Desarrollo Económico como “…la racionalización de las actividades económicas que se refleje en un aumento sostenido de la producción por unidad de trabajo (hora-hombre) o en un aumento sostenido del capital por unidad de trabajo…” (Ariza, 1961: 3). Este conjunto de trabajos tuvo en común la preocupación por el financiamiento del desarrollo económico (los dos primeros, al pensar en el sistema bancario). Para otros autores, el sector público debía financiar el desarrollo no sólo con internvenciones bancarias sino con políticas fiscales (o fiscales-monetarias ya que esa distinción no parece evidente en los textos que trataremos a continuación). Por un lado, Clemente Panzone66 hizo una revisión del espacio de la deuda pública en enfoques históricos de la Economía Politica (Smith, Ricardo, Say, Mill, Malthus, Marx, Marshall y Keynes): inetificó claramente las preocupaciones de estos autores acerca de la caída del beneficio capitalista en el largo plazo y el estancamiento. Posteriormente realizó una interesante crítica a las teorías “nuevas” de Alvin Hansen, el autor de la Guía de Keynes. En algunos enfoques encontró que el problema de la acumulación de capital de debía a su abunancia y en otros casos de exceso de ahorro. El problema de los países sub-desarrollados –dijo- era precisamente el contrario, “ahorros en defecto” donde un endeudamiento acelerado provocaba procesos inflacionarios. A este escenario le agregó la baja propensión al ahorro por “consumo imitativo de los países avanzados” que cercaba el circulo vicioso de la relación: bajos ingresos - alta propensión al cosumo - baja propensión al ahorro. Estos problemas específicos de la condición del sub-desarrollo hicieron que no se pudea adoptar una prescripción genérica sobre las deudas públicas. El financiamiento público para el desarrollo –concluyó-, debía tener metas prefijadas alcanzadas por la programación económica. El ahorro debía estar condicionado por el Estado hacia actividades específicas y productivas. Concluyó que “En la Argentina, el déficit de presupuestos no fue una medida deliberada para promover la recuperación de una economía de depresión, porque no estaba

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Fue profesor de la FCE-UBA, perteneció al CIE-ITDT dirigido por Julio Federico Herschel en 1961 y trabajó en la CONADE en 1964. 58

en esa etapa de la coyuntura o el camino para dar salida a un exceso de ahorros…” (Panzone, 1959: 306), debido a que no existían tales excesos en los países en proceso de desarrollo. La escasez de capitales fue un tópico recurrente en la revista. De forma similar a lo realizado por Panzone, Pedro José Pinillos67, dialogó con los textos de Alvin Hansen, Gunnar Myrdal y Ragnar Nurkse para explicar la función del financiamiento de la acumulación del capital, por ende, del desarrollo.68 Del mismo modo que Panzone, el autor pensó la política fiscal como un instrumento central para las economías “en trance de desarrollo”. Los objetivos de la política fiscal debían concentrarse en contrarestar la inflación, redirigir el consumo (evitando artículos suntuarios), estimular algunas inversiones y distribuir la riqueza hacia aquellos que ahorrarán e invertirán en bienes productivos y no aquellos que se consumen los ingresos (por efecto demostración). El desarrollo económico requería que se destine una porción de los ingresos hacia el ahorro, para posteriormente capitalizarlo elevando los niveles de inversión y de este modo acelerar las tasas de crecimiento (Pinillos, 1963: 27). Para el autor, el problema fiscal estaba delimitado por la tasa de ahorro. Asimismo, los países subdesarrollados debían lograr tasas de inversión mayores para alcanzar a los desarrollados. Inversión/Industria La reunión anual de 1958 de la AEA dedicó una mesa de debate al tópico “crecimiento balanceado”. El crecimiento industrial como evidencia de desarrollo también fue un tema que formó el clima de época en América Latina. Una parte de las referencias expuestas por los economistas de la RCE no desconocían estos enfoques teóricos (aunque Nurkse pareció ser más leído que Hirschman a fines de los años 50), y tanto fue así que uno de los contribuyentes de la RCE, como José María Dagnino Pastore, publicó en 1961 en la revista DE un artículo sobre el estado del arte del tópico titulado La Doctrina del "Crecimiento Balanceado" Sus Perspectivas en 1960 donde puso con claridad las posibilidades teóricas de

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El nombre completo del autor es referenciado por otras fuentes como Pedro José Pinillos Suárez, la revista no tiene indizado su nombre ni su artículo. 68

Los dos libros de Nurkse citados fueron Problemas de formación de capitales en países insuficientemente desarrollados y Principios de formación de capital. 59

crecer equilibradamente (Nurkse) o de hacerlo a través de la elecciones sectoriales que arrastren al crecimiento del resto (a través de eslabonamientos hacia adelante o atrás). Sin embargo no se encuentran grandes contribuciones en este período de la RCE a un problema central del desarrollismo para Argentina: desarrollar todos los sectores al mismo tiempo/ritmo o hacerlo con las industrias pesadas. En rigor una parte importante del mundo pareció clara la necesidad de acumular capitales en industrias pesadas (la producción de acero en los hornos aldeanos del Gran Salto Adelante de Mao Tse-tung fue la expresión más extrema de estos énfasis). De cualquier modo fue el mismo J. M. Dagnino Pastore (1960) que contribuyó en la sección de notas bibliográficas con una breve reseña del texto del economista de la Universidad de Standford, Hollis B. Chenery, titulado Patterns of Industrial Growth y publicado en septiembre de 1960 en la revista The American Economic Review (su versión en español se vería al año siguiente en las páginas de El Trimestre Económico bajo el título Modelos de desarrollo industrial). Allí se planteó el estudio de modelos de crecimiento para más de 38 países que mostraron una relación positiva y vinculante entre grado de industrialización y crecimiento del valor agregado, donde, los cambios más amplios ocurrían en las industrias de bienes de producción (Chenery, 1961). El trabajo mostró la existencia de un modelo de producción “normal” y modelos con sectores atrasados. Encontró evidencia que cuando un país se apartaba del modelo “normal” los sectores atrasados se desarrollaban con mayor rapidez, y se acercaban al modelo dominante. Pastore estimó que este trabajo constituyó una tentativa más dentro del campo de estudio del desarrollo que apuntaba a remarcar la escala y el tamaño de mercado como elementos indispensables y por lo tanto, daba argumentos para la integración económica regional. Otro modelo de programación económica por sectores fue realizado por Carlos Eugenio Dieulefait69 (1958) que tuvo una intensa participación en la revista hasta 1947. Volvió a publicar recién este último artículo más de diez años después de su última contribución. Allí

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Carlos Eugenio Dieulefait nació en 1901. Fue director nacional de Investigaciones Estadísticas y Censos en 1946. Hasta 1947 había participado con 7 artículos en la RCE. 60

utilizó los aportes de Leontief al realizar un modelo matemático que integrara todos los sectores nacionales utilizando las recomendaciones metodológicas de la CEPAL (para ahorrar costos del uso de maquinaria electrónica de cálculo). En este sentido es un texto parecido al que presentara Fausto Toranzos en las Primeras Jornadas de Economía en 1961. De lo que se trataba era de poder fijar metas de demandas finales para conocer los requerimientos intermedios de cada uno de los sectores. Si bien no se dieron detalles del significado de la amplitud del modelo representado en un sistema de ecuaciones, el artículo contribuyó a difundir técnicas de programación modernas asociadas a la idea de control del proceso productivo. El autor pensó en fijar las metas de demanda final para articular los requerimientos intermedios. Este enfoque dio una idea de cierto control el proceso (ya que fuera ideal o real no es una discusión de esta tesis) muy presente en el ideario de la época. No obstante la idea de control del proceso productivo a través de la programación económica, además de las versiones restauradoras-liberales que existieron en algunos contribuyentes (aunque no tenían un peso significativo en la FCE-UBA), existió un artículo que planteó -a contramano a la idea de desarrollo y control- la idea de movimientos periódicos cíclicos de la economía argentina. Pedro N. Almonacid70 (1961) estimó que el fenómeno cíclico podía dividirse en períodos de 20 años desde 1860 en adelante. Los ciclos de crecimiento eran ciclos de formación de capital. El ciclo en gestación 1940/49-1960/69 era un ciclo donde el capital industrial crecía a medida que disminuía el agropecuario. La posibilidad de adaptación de la economía a las restricciones que imponía el sector externo por estos cambios sectoriales representaba una encrucijada para el desarrollo económico de la Nación y un desafío a la integración regional. Los elementos utilizados para estimar el crecimiento y las oscilaciones del ciclo fueron los saldos migratorios, las inversiones brutas y las importaciones de bienes de capital. De este modo Amonacid representó un esquema más simplificado que sus colegas dejando –llamativamente- la idea contraria a las creencias de las posibilidades de control, de la inevitabilidad del ciclo. Los problemas de inversión y el sector industrial asociados al Desarrollo Económico estuvieron presentes en varios artículos que fueron y serán tratados en otras secciones de esta

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Almonacid participó poco de la RCE. Escribió en REA y en Hechos e Ideas entre otras revistas de la época. 61

tesis. Cabría agregar otros escritos que tienen formas singulares en este apartado. En el primero aparece en la sección Documentos y fue la traducción, hecha por sus propios autores, de una parte del libro El desarrollo industrial argentino durante la primera guerra mundial de Guido Di Tella y Manuel Zymelman. Allí se discutió la tesis de estancamiento entorno a la primera guerra mundial (sostenida por la CEPAL) y de prosperidad industrial sostenida por varios autores (Bunge, Ortiz, Dorfman). En su lugar los autores plantearon la tesis de un crecimiento industrial divergente entre grandes empresas y pequeñas. La guerra –se dijodejó un proceso de concentración industrial y, aunque determinados sectores se vieron perjudicados, fue posible hablar de un crecimiento industrial en ese período. Otra contribución fue el de J. M. Dagnino Pastore Cambios en la estructura del comercio exterior argentino. Estudio de un caso (1961) donde estimó que la falta de capitalización y el estrangulamiento externo vulneraron exteriormente al país y retrasaron el desarrollo argentino. Mediante uso de técnicas de programación, Dagnino Pastore estimó el desarrollo de la industria automotriz bajo las perspectivas de la evolución sectorial de los países desarrollados. Este artículo mostró el sentido del control de la política a través de la programación. Lo hizo a nivel sectorial al representar un caso concreto que, a diferencia de otras contribuciones, no fue una mera abstracción de grandes sectores de la economía. Sector agropecuario Un aspecto interesante de los estudios agrarios es que difícilmente puedan abstraerse de las relaciones sociales de producción. La tecnología, técnica y la formación histórica de la propiedad y posesión están íntimamente relacionadas y es por ello que cualquiera que observara la evolución tecnológica no tenía otro remedio que mirar las formas de propiedad y explotación del suelo. Tal fue el caso de dos contribuciones de extranjeros en la revista. El institucionalista James H. Street y el profesor de la Universidad de California, James Scobie71. El primero asignó un espacio central y dinámico a la agricultura en los procesos de desarrollo. Señaló que la agricultura proporciona materias primas para la industria y

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James Scobie publicó este artículo en el marco de una beca de la OEA y la Social Science Research Council (SSRC). 62

alimentos y arroja mano de obra para el crecimiento industrial. Los mejores métodos agrícolas preceden a los propios industriales y poseen una asombrosa productividad (escaso uso de mano de obra y capital por producto). Street reconoció la relevancia de factores tecnológicos e institucionales y entre los que encuentra a los sistemas de control de tierras, de trabajo y de créditos. En sus crónicas sobre el desarrollo agrícola diferenciado entre norte y sur de EE.UU., mostró cómo estos tres sistemas de controles provocaron el atraso del sur, tecnológicamente más débil, con cultivos menos diversificados y con instituciones estancadas por la tradición. Si bien puede parecer un texto clásico de la modernización, el aspecto más interesante de Street es que no asigna una dirección de causalidad exclusiva. No es el atraso resultado del conservadurismo ni es la inmovilidad social resultado exclusivo de las dificultades tecnológicas. El estudio del desarrollo histórico de los tres sistemas de control parece ser la clave de las explicaciones del autor (Street, 1959a). De forma similar Scobie señaló que el desarrollo de la producción triguera estuvo vinculado con el predominio de Buenos Aires, el sistema de tierras, la pobreza de la escasa población rural y la gran imigración. Dijo, “La tradición y el pasado nacional imposibilitaban que el agricultor llegase a la posesión de la tierra, desanimaban su emancipación política o económica, e imponían otra clase de ‘atraso’ en la Argentina moderna.” [el subrayado es mío] (Scobie, 1960: 401). Identificó las relaciones sociales entre propietarios, colonos, medianeros y trabajadores golondrinas y reconoció los efectos de la agricultura extensiva y la escasa diversificación de los cultivos en el atraso. Se puede decir que ambos textos participaron del discurso modernizador aunque incluyendo el estudio de las relaciones de clase de forma sectorial e histórica. En ambos casos es notable la relación entre tecnología y relaciones de propiedad, la presencia de estudios geográficos de la producción en espacios nacionales y la ausencia de los espacios internacionales (no existen, por ejemplo, referencias del lugar de EE.UU. y de Argentina en el mundo entre mediados del siglo XIX y principios del siglo XX).

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El lugar de los países subdesarrollados en las relaciones económicas internacionales fue un énfasis diferencial de los trabajos como los de Manuel San Miguel 72 (1959) y los estructuralistas estudiados en otros apartados. Este énfasis puesto en las relaciones de intercambio ciertamente opacó las relaciones de producción sobre las que se constituyen. El autor creyó que el desarrollo industrial absorbería mano de obra transferida de las actividades primarias pero debía sustituir importaciones, ya que un aumento del 1% en el producto por habitante en EE.UU. provocaba un 0,66% de importaciones de productos primarios y las relaciones en Argentina cambian de 1% a 1,58% en lo referente al crecimiento del producto por habitante y las importaciones de bienes industriales. Sin sustitución no había posibilidad de progreso. Concluyó con la necesidad de aumentar la productividad media. Para ello se debía mejorar el régimen de tenencia de la tierra debido a los problemas del latifundio y minifundio ya que dos tercios de las explotaciones tenían una dimensión menor a la que se necesitaba para obtener una productividad aceptable y más del 40% de las tierras se distribuía en fincas mayores a 5.000 hectáreas. El 53% de territorio explotable no pertenecía a los productores. Si el dueño no trabaja –pensó- no será el chacarero el alentado a incorporar mejoras a las tierras. Sin embargo, los progresos industriales debían estar acompañados de las mejoras en la agricultura logrando un “equilibrio dinámico”. Así, “La adopción de métodos técnicos de producción en las actividades primarias originará desplazamientos de los factores redundantes…De este modo el traspaso de la población trabajadora de actividades de menos productividad a otras de mayor productividad, incrementará la productividad promedio de la colectividad, aun cuando no haya mejorado en ningún sector.” (San Miguel, 1959: 268). En definitiva la formulación de un programa para el desarrollo “armónico” y “equilibrado” de todos los sectores que permita incrementar la productividad media debía mejorar la

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San Miguel fue director del Departamento de Economía de la FCE-UBA en 1962, titular de la CONADE en 1963 y miembro de ANCE. 64

distribución de las explotaciones agrícolas, modernizar equipos obsoletos y reducir el coeficiente de importaciones. Un informe de la Food and Agriculture Organization - UN (F.A.O.) mostró un rasgo característico de la época que algunos llamaron “La Gran Divergencia” sobre Los Ingresos provenientes de la agricultura y el nivel de vida en las distintas etapas del desarrollo económico de los pueblos que dio cuenta en la revista José María Dagnino Pastore en 1961. Se notó que las desigualdades de ingresos entre los países “más adelantados” y las “zonas atrasadas” eran mayores que las diferencias entre las poblaciones urbanas y rurales y también lo eran las diferencias de productividad. También mostró el hecho de que en algunos países la movilidad desde los espacios rurales a los urbanos (y el crecimiento relativo de la población en ambos) tendía a menguar. Tal vez parte de estos hechos hayan contribuido a que algunos autores se concentren en las diferencias internacionales de productividad y precios. Ciertamente fue uno de los fenómenos que merecía atención. III.2. Las primeras Jornadas Anuales de Economía de la UBA El número 18 de 1962 se editó enteramente dedicado a temas de economía, y se nutrió de presentaciones realizadas en las Primeras Jornadas Anuales de Economía realizadas en FCEUBA entre el 22 y 24 noviembre 1962.73 Esta jornada pretendió discutir principalmente los trabajos de los institutos y cátedras de la FCE-UBA aunque con intenciones de intervenir en el debate público. El Dr. Honorio S. Passalacqua, sucesor de William L. Chapman quien era el decano en ese momento, en su discurso inaugural señaló que “…el silencio puede interpretarse como conformismo…la Facultad de Ciencias Económicas debe salir al cruce…”.

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En las jornadas se presentaron 25 trabajos cuyos participantes fueron profesores, estudiantes y egresados de FCE-UBA junto a delegaciones de otras universidades y representantes de organismos públicos y privados. En agosto de ese mismo año, Arnold Harberger daba por comenzado en Mendoza el “Programa de Cuyo”, que sería uno de los primeros vínculos entre economistas argentinos con la Universidad de Chicago. Consistió en un entrenamiento por parte de profesores de aquella universidad a estudiantes en la UNCu de dos años de duración sobre Teoría de los Precios, Macroeconomía, Economía Matemática y Desarrollo Económico. El programa estuvo financiado por la United States Agency for International Development (USAID) y la CONADE, en el marco de la Alianza para el Progreso (Sjaastad, 2011). 65

Julio H. G. Olivera ya era una personalidad reconocida en la UBA para ese entonces (fue el rector sucesor de R. Frondizi desde diciembre de 1962 hasta marzo de 1965) y su participación en la conferencia era significativa. Presentó un texto que había sido publicado previamente en el volumen 2 de DE meses atrás. Las preocupaciones del autor giraron en torno a los problemas de estabilidad y equilibrio del balance de pagos y del tipo de cambio. Los instrumentos teóricos de análisis eran por demás conocidos: equilibrio general competitivo, paridad de poder adquisitivo, paridad de tasas de interés, aplicaciones diversas de elasticidades de oferta y demanda, etc. Olivera realizó un estudio de los problemas del balance de pagos y tipos de cambio con “simpes aplicaciones del análisis habitual de oferta y demanda” pero orientado a las dificultades de países cuyo poder del comercio exterior no fuera significativo. Se centró en las elasticidades del comercio exterior (de oferta y demanda de exportaciones e importaciones) y señaló que estas dependían de la naturaleza de los bienes transables y del su peso relativo en el mercado mundial. Puso de caso de estudio a la Argentina ya que sus exportaciones eran esencialmente de artículos primarios y sus importaciones consistían ampliamente en materias primas y bienes intermedios de difícil sustitución interna (J. H. Olivera, 1962a). El artículo dio explicaciones del problema de divisas a partir de las elasticidades y peso relativo del tipo (o naturaleza) de bienes transables. Entre sus conclusiones dejó claro que no alcanzaba con disponer de tipos de cambios variables para equilibrar el balance de pagos, también –dijo- era necesario disponer de flexibilidad de precios. El problema del déficit de intercambios comerciales también fue señalado en las jornadas por Leopoldo Portnoy en su artículo Consideraciones sobre la función de las exportaciones en la Economía Argentina. Allí explicó las causas del déficit en la “organización económica del país”, que provocaba deuda externa y acumulación de intereses; que se pagarían tarde o temprano con exportaciones. Las dos opciones de un país frente al mundo se traducían en, por un lado, las ganancias del comercio internacional ya señaladas por Bertil Ohlin o, la opción elegida por Portnoy, de utilizar el intercambio para asegurar el proceso productivo. La caída de los términos de intercambio puso a la Argentina en una situación defensiva frente al comercio internacional.

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Al reconocer el escaso efecto en el largo plazo de las devaluaciones, el autor utilizó el esquema de Leontief para diagnosticar “los factores que originan los inconvenientes que para los países menos desarrollados resultan del intercambio con aquellos económicamente avanzados” (Portnoy, 1962: 140). Por ello el sector agrícola debía ser el conductor de los incrementos necesarios de exportaciones, condicionado por la necesidad de uso de mejores tecnologías. Portnoy observó el subdesarrollo como un problema del orden sectorial, no en términos de agricultura versus industria (de hecho, afirmó que esta era una falsa dicotomía), sino en términos de las tecnologías que aplicar. Sin embargo, es notable como identificó la posibilidad de que ocurra el cambio social directamente en ciertas relaciones de propiedad cuando dijo “Subsiste una duda sobre la capacidad de absorción, por el sector agrario, del impulso de tecnificación al que debería adecuarse. Las discusiones sobre el régimen de tenencia de a tierra y su influencia en los aspectos económico-sociales del desarrollo se han vinculado corrientemente con actitudes de orden político, pero es sabido que, en la actualidad, el análisis permite considerar el problema objetivamente y aceptar las manifestaciones de los autores que han observado las consecuencias de la situación existente en ese sector” (Portnoy, 1962: 140). Para Portnoy las grandes extensiones de tierra arrojaban renta sin mayor esfuerzo y las pequeñas no alcanzaban para hacer una explotación eficiente; las mejoras en la técnica se veían absorbidas por la estructura de propiedad de la tierra. No alcanzaban los paliativos fiscales y de integración regional; el problema agrario era urgente y requería la reorganización de toda la economía. Hasta aquí tenemos concepciones disidentes del saber convencional anglosajón pero siempre en el plano de las tecnologías y los factores de producción (o fuerzas productivas). Es notable la contribución de Guido Di Tella74 donde hace un intento de reconciliar las ideas del subdesarrollo con las ideas dominantes de la economía anglosajona en su Revaluación de la

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Estudió ingeniería y se doctoró en economía del MIT. Fue profesor de Crecimiento Económico en FCE-UBA. 67

teoría de la División Internacional del Trabajo (trabajo fundante del publicado luego en 1963 en la revista DE bajo el nombre de Reconsideración de la Teoría de la División Internacional del Trabajo). El autor asoció las posibilidades de aumento de la renta con las teorías tradicionales de las ventajas comparativas (Ricardo y Ohlin) y vinculó las teorías del desarrollo a aquellas que buscaban el incremento de la renta; de este modo, las ventajas del comercio pasaron a formar parte de sus ideas sobre el desarrollo. Es notable que el autor juzgara de escaso valor a las ideas salidas de la CEPAL por considerar que no agregaron nuevas explicaciones al subdesarrollo. Según Di Tella, la crítica de la CEPAL a las ventajas comparativas no tenía sustento teórico. No era posible negar las ventajas comparativas en su forma lógica, aunque fuera posible justificar el énfasis en la industrialización mediante ella. Para considerar las ventajas comparativas había que tener presente las proporciones de tierra trabajo y capital, sujetas a las posibilidades del desarrollo de industrias nacientes, la inestabilidad generada por el monocultivo, la flexibilidad para reasignar factores de la producción, las diferentes preferencias en el consumo y las economías externas. La mejor orientación del desarrollo sería aquella que contemple “…no sólo la capacidad de acumular factores de producción, sino también la capacidad de reasignar continuamente esos factores para dedicarlos a aquellas actividades que son más convenientes, o sea, que tengan los mejores precios.” (G. Di Tella, 1962: 146). Para el autor, Argentina tenía ventajas comparativas en las actividades industriales, sin embargo señaló que aún no existían trabajos empíricos que lo pudieran corroborar. Si la adopción de las ventajas comparativas conducía a la industrialización -y al incremento de la renta- entonces era el camino hacia el desarrollo y por ende la salida al subdesarrollo. Di Tella intentó poner un freno a los enfoques de los subdesarrollistas al utilizar parte de los instrumentos de análisis tradicionales75 para concluir que no toda industria provocaba

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En 1958 esos contenidos estaban incorporados en los cursos de Principios de Economía Política I y II y Economía Internacional de la nueva licenciatura en Economía Política en la UBA. 68

desarrollo sino aquella donde sus beneficios sociales fueran mayores que sus costos sociales, estimando ambos mediante un cálculo hedonista de la problemática de las externalidades.76 En este número de la revista se publicaron modelos matemáticos orientados a los problemas del crecimiento y la distribución como el Modelo lineal de expansión económica equilibrada de Fausto Toranzos77 quien fuera titular de una cátedra de Estadística en la misma facultad y La reconsideración de la teoría ricardiana del crecimiento de Miguel Sidrauski78 y Héctor L. Diéguez, dos estudiantes que formaron parte del reciente Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales conducido por Julio H. G. Olivera. Este último aportó también otra contribución a las jornadas denominada Dinámica de la distribución del ingreso donde estudió los efectos del crecimiento económico sobre la distribución del ingreso.79 Toranzos (1962) señaló que los países en proceso de desarrollo -a diferencia de los desarrollados- encuentran limitaciones y diferencias de crecimiento por ramas de la producción a medida que la economía se expande (por caso, Argentina). Para el autor, el proceso de desarrollo dependía del volumen de inversión y del progreso técnico (sin embargo no expuso una relación específica entre ambas). De este modo, a partir de relaciones fundamentales expresadas en la matriz de Leontief, se presentaron tres problemas a la hora de programar el desarrollo: 1) Compatibilizar la expansión de los factores necesarios para cumplir un determinado programa de la demanda final; 2) Compatibilizar el crecimiento de la demanda final con el de los factores de producción y 3) Determinar la expansión de la demanda final que produzca el mayor crecimiento del producto nacional cuando se conocen cotas máximas de expansión de los factores de producción.

Concluyó entonces: “Tenemos una teoría que justifica en principio el camino industrial en el cual nuestro país esta lanzado, pero debemos tratar de desarrollar y aplicar los criterios existentes para la determinación, de los factores de corrección en los costos y precios privados y debemos también tener franqueza de señalar, llegado el caso, aquellas industrias que no están justificadas, aún después de hacer este tipo de análisis.” (G. Di Tella, 1962: 150) 76

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Nació en 1908 se doctoró en Ciencias Físicomatemáticas. Participó de la comisión del plan de estudios que creó la carrera en 1958. Nació en 1939, junto a Diéguez estudiaron en el nuevo plan “E”. Ambos siguieron sus estudios de postgrado en el exterior. Puede ampliarse el perfil de ambos economistas en de Pablo (1995). 78

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Texto publicado ese año originalmente en la Revista de Economía Latinoamericana (Caracas). 69

Para Toranzos “En la práctica resulta irreal la suposición de crecimientos sin restricciones de los factores de producción. El uso de la tierra, de la mano de obra, energía y materias primas y capacidad de las fábricas, puede adquirir en cada período solamente un crecimiento limitado” (Toranzos, 1962: 127). El artículo le permitió afirmar sin exagerar que el problema del proceso de desarrollo (el problema 3) era el de “maximizar el producto nacional dentro de los recursos disponibles” y por lo tanto, resultaba un problema de programación lineal. Miguel Sidrauski y Héctor L. Diéguez hicieron revisión sencilla del modelo de crecimiento de David Ricardo donde reconocieron estadios del desarrollo acorde al tipo de uso de la tierra (extensivo e intensivo) al que se agregaban dosis de capital, esto es, combinaciones de capital y trabajo como factores variables, que puestas en relación a la los movimientos de la población, la acumulación de capital y la forma de rendimientos decrecientes, daban como resultado la forma en que se distribuye el ingreso. Como es sabido, a medida que se acumula capital los rendimientos decrecientes del factor fijo, la tierra, mandan sobre la distribución aplastando las ganancias y por ende, la acumulación. Para que esto suceda como en los Principios…de Ricardo, la ley de la población y el estancamiento tecnológico debían operar. Para los autores, a la luz de la experiencia moderna, donde en los planes de desarrollo se estudian los efectos de un alza en los ingresos suponiendo industrialización, urbanización y por ende (contrario a Ricardo), una disminución del crecimiento de la población, resultó “exagerado énfasis puesto por los clásicos en la acumulación de factores como causa determinante del crecimiento, puesto que en verdad es el progreso tecnológico asociado a las nuevas inversiones la causa más importante de la expansión del ingreso real.” (Sidrauski y Diéguez, 1962: 193). En este texto se vincularon los procesos de expansión del ingreso, acumulación, industrialización y progreso tecnológico como determinantes del desarrollo.80 El vínculo entre crecimiento y distribución fue muchas veces planteado como una evolución de las teorías del desarrollo, de modo que se caracterizó como el crecimiento con mejora de diversos sectores sociales. Este enfoque sin embargo no fue el encontrado en el artículo que

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Los autores mostraron preocupación sobre los efectos distributivos acordes al ritmo de la acumulación y señalaron la compatibilidad de las teorías clásicas con algunos teóricos del subdesarrollo, por caso, donde los terratenientes no se caracterizaban por incorporarse a la dinámica capitalista y por ende no contribuían a la expansión de la economía sino por el contrario, gastaban sus ingresos en consumo suntuario (Sidrauski y Diéguez, 1962: 176). 70

se propuso estudiar específicamente esa relación. El problema interpretativo entre crecimiento y distribución se trasladó al plano cuantitativo: un problema de velocidad, intensidad y cantidad (velocidad de cambio en la tasa de acumulación y crecimiento, intensidad de uso y cantidad relativa de los factores).81 El texto ocupa un espacio interesante en el temprano debate de las teorías del capital conocido más precisamente como la controversia del capital.82 Sin embargo, en cuanto a nuestros objetivos respecta el artículo buscó enunciar relaciones muy generales entre las variables del modelo aunque intentó adaptarlas a la condición del subdesarrollo. Acorde al autor, cuando la velocidad de crecimiento era débil y la productividad marginal del trabajo no cubría las condiciones de subsistencia, se hacía evidente la condición del subdesarrollo. Dijo que era posible que el salario permaneciera por encima de la productividad marginal del trabajo. El ritmo de crecimiento económico podría elevarse sin efecto alguno sobre la retribución real de ese factor de producción. El caso de W. A. Lewis, “…desarrollo con ‘oferta ilimitada’ de mano de obra queda así vinculado, por conducto de la relación entre tasa de crecimiento y precio de los factores, con la insuficiencia del ritmo de aumento del producto social.” (J. H. Olivera, 1962b: 163). De este modo, Olivera agregó a las teorías convencionales del capital y la distribución, una condición del subdesarrollo o -como evidencia en su analogía- de la insuficiencia de ritmo de aumento de la acumulación, con una particularidad: que los salarios reales fueran superiores a los de subsistencia y por ende los factores no igualaran su productividad física. Asimismo, enunció una serie de aspectos no desarrollados en el trabajo aunque relevantes para acercar a la realidad sus conclusiones: agregar la economía al mundo. De este modo mostró que las diferencias entre el ahorro, precios y tasas de interés internas y externas, junto

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Olivera retoma las teorías neoclásicas de la distribución y el crecimiento (J. Meade, J. R. Hicks) comparativamente a las llamadas neokeynesianas (que serían las hoy denominadas postkeynesianas de origen en R. F. Harrod, J. Robinson, N. Kaldor). 82 Este debate se dio entre representantes del pensamiento Postkeynesiano en la Universidad de Cambridge en Gran Bretaña y economistas del MIT en Cambridge, Estados Unidos y giró en tono a las posibilidades de medir el capital y extraer conclusiones válidas de las teorías neoclásicas del valor y la distribución. Aunque los orígenes de la controversia se pueden encontrar entre 1926 y 1936 en los aporte de Sraffa y Keynes, el debate in extenso se desarrolló principalmente entre fines de la década del 50 y mediados de los 60. 71

a la estimación de la movilidad de capitales y las estructuras de los mercados (formas de competencia) debían disponer de lugares de privilegio para pensar el subdesarrollo. Hay que notar que en casi todos los casos, los autores evidenciaron manejo e intenciones de usar referencias la literatura discutida en la academia anglosajona. Una excepción en esta jornada la presentó la publicación de Florin Manoliu (1962) titulada Reflexiones acerca de algunas resistencias al desarrollo de la economía latinoamericana. Allí se nutrió de intelectuales, economistas e informes de Europa continental y América Latina. Para el autor, el desarrollo económico era un problema transcendía los espacios nacionales hacia los internacionales.83 Al intentar relacionar los tipos de “crecimiento económico acelerado” con los resultados de las balanzas de pagos (fuente principal de capital y elemento primordial del desarrollo) era necesario entender que el acto de importar un bien de capital no implicaba una función positiva interna, sino hasta su puesta en producción y su capacidad para empalmar con tipos de bienes de capital internos. En contra de la posición dominante por las ventajas comparativas, que mostraba ganancias y desarrollo a partir del intercambio de mercancías (efectos producción y consumo), Manoliu sostuvo que “…la vara del progreso económico dentro de la sociedad contemporánea está dada por la idea de productividad, noción surgida de un concepto optimal de creación conjunta en tanto que expresa económicamente la eficiencia laboral de las masas relacionada con una cierta estructura de producción y con un determinado régimen de prestación de servicios. Por estos motivos, encontramos que la mecánica del costo comparado es deficiente pues nos ofrece un elemento de mensuración que no corresponde al carácter colectivo del progreso.” (Manoliu, 1962: 211). ¿Cuáles eran, pues, los elementos de mensuración del progreso colectivo? A criterio del autor, se requería una planificación para lograr el óptimo compatible con un equilibrio

Tempranamente señaló que “…el neoliberalismo por su corriente doctrinal…, parece desconocer la división y la razón de la unidad económica nacional. También la doctrina del desarrollo acelerado, por la integración económica en grandes espacios y financiación externa, procede a la desvalorización de las fronteras nacionales para llegar al reconocimiento de los perímetro territoriales en sistemas unitarios de eficiencia económica.” (Manoliu, 1962: 197). 83

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dinámico de los factores de producción (a la Harrod-Domar) y con los requerimientos de la justicia social representada por la política distributiva. El desarrollo era un complejo pluriestatal que excluía la mensuración lineal y simplista mediada por la teoría del interés, del beneficio, de la demanda derivada y de las previsiones que representan las ventajas comparativas. Criticó duramente el “tecnocratismo absoluto” de la economía mercantil moderna y a diferencia de la posición de Di Tella, las ventajas comparativas quedaron excluidas de los aportes positivos de las teorías del desarrollo. Sin embargo, ambas posiciones coincidieron en señalar que el desarrollo debía contemplar la utilidad de las inversiones desde los costos y beneficios sociales en contraste con los individuales. El caso de Manoliu fue algo distinto al del resto de los contribuyentes: se declaró seguidor de los conceptos de dominación expresados por el economista francés François Perroux en L'économie du XX-e siècle quien criticó con énfasis la linealidad de modelos neoclásicos, marxistas y keynesianos aplicados a países subdesarrollados. No obstante estos reconocimientos en notas al pie del texto, Manoliu no consideró allí que las relaciones sociales sean determinantes del progreso colectivo, por el contrario, entre los factores que hacían que los países latinoamericanos se resistieran al desarrollo, encontró conflictos internos entre políticos y economistas sobre la soberanía ; la escasas producciones de datos e ideas a nivel regional -más allá de las contribuciones cepalinas- que impedían conocer a la geografía y por ende programar el desarrollo y atraer inversiones; la resistencia de la iniciativa del capital nacional (aunque también internacional) por temores a la socialización; desequilibrios estructurales provocaban la prudencia de la inversión y problemas impositivos de doble imposición que deprimían la inversión. Consideró que “El desarrollo económico…no se puede importar;…éste debe originarse desde adentro”. III.3. El contexto económico en la RCE III.3.1. La situación argentina a través del informe de la CEPAL de 1957 La Comisión Económica para América Latina publicó en 1958 en su Estudio Económico para América Latina, el capítulo II (de la segunda parte) dedicado a la Argentina. La RCE transcribió ese documento que se dividía en cuatro secciones. La primera introductoria,

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seguido por dos secciones de estudios sectoriales (agropecuaria e industria, energía y transportes) y finalizando con un apartado sobre inflación y política monetaria. Se estimó que la crisis argentina tenía raíces estructurales adicionales al estrangulamiento del sector externo. En el plano exterior, el deterioro de los términos de intercambio había jugado un papel fundamental,84 para contrastarlo la CEPAL, recomendaba acelerar el crecimiento de la producción agropecuaria para lograr saldos exportables y disminuir las importaciones de energía vinculadas al petróleo y las industrias “dinámicas”. El estudio mostró que los precios relativos del agro/industria se habían vuelto negativos al primer sector provocando transferencias de recursos durante los gobiernos peronistas y observó una reversión de esa relación posterior a 1955. El volumen de exportaciones no logó compensar la caída de sus precios, mientras que las importaciones se mantuvieron relativamente estables. Los ingresos de capitales fueron más voluminosos pero no lo suficiente; habían arrojado un déficit de balance de pagos equivalente al 13% de las exportaciones anuales en los últimos tres años. Como consecuencia, la escasez de divisas había provocado un freno al crecimiento. El problema del agro, sin embargo, era un poco más complejo. El informe señaló tres dimensiones conflictivas y no necesariamente excluyentes: 1) precios relativos, 2) progreso tecnológico y 3) propiedad de la tierra. Al evaluar los rendimientos por hectárea de la producción agropecuaria, la CEPAL dijo que si desde 1940 a 1957 no se había logrado exceder aquellos rendimientos por hectárea en la agricultura y en la ganadería pampeana, era porque en la Argentina, “…en el último cuarto de siglo ha permanecido a la zaga del proceso técnico que en otros países ha permitido aumentar considerablemente esos rendimientos (…) En ello reside el problema fundamental que el país tiene que resolver…y en que el régimen de tenencia del suelo tiene importancia primordial.” (CEPAL, 1958: 345).

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El producto bruto por habitante en 1957 se mostraba un 7% inferior al de 1948 mientras que los términos de intercambio habían caído más de un 50% entre esos años. 74

La baja difusión del progreso técnico, la política de retenciones, de precios máximos y el incremento del consumo de carne por habitante, actuaban en detrimento del sector. El frente industrial presentaba otras particularidades. El informe separaba aquellas industrias dinámicas (de bienes de capital, de consumo duradero y de materias primas e intermedias de origen manufacturero) de las vegetativas (de consumo corriente) que crecían cuando lo hacía la población o el ingreso medio por habitante. El valor bruto de la producción de las primeras había crecido un 37% frente a un 4,6% de las segundas desde 1950 hasta 1957. Se caracterizaron también, por tener coeficientes de importación altos cercanos a un 22% frente a un 3% de las segundas. Si bien el informe no propuso una determinada política industrial, dejó pensar que en las industrias dinámicas existía la capacidad de crecimiento y sustitución de importaciones. Pareció que los problemas estructurales de la inversión, energía y transporte estaban encaminados y que sólo faltaba resolver su financiamiento. La CEPAL estimó que el proceso inflacionario que sucedió en Argentina desde 1949 se correspondió a la inflación de costos por espirales salario-precios donde los grupos sociales pujan por recuperar el terreno perdido. En particular, el informe dijo que la agricultura cedió ingresos hacia la industria y el comercio y que los beneficios lo hicieron ante el aumento de los salarios. En el primer grupo de transferencias señaló que desde 1939 las relaciones de precios industriales crecieron más que el índice de precios general, al mismo tiempo, los precios relativos internos agro/industria aún no habían alcanzado los niveles previos a 1939, sino que representaron solamente tres cuartos de los precios de aquel año, incuso luego de la reversión de tendencia en 1955. Si bien cada incremento de precios repercutía desfavorablemente en la producción agropecuaria, se estimó a éstos como la causa de las sucesivas devaluaciones que mejoraban transitoriamente las relaciones de precios agro/industria. Pero ¿Qué empujaba constantemente los precios al alza? La CEPAL comparó para ello, las relaciones salario/producción. El informe dijo que los aumentos masivos de salarios no traían un aumento persistente de la demanda, pues aumentaban los costos y precios, “…hay una simple redistribución de los bienes disponibles entre los distintos grupos sociales. Sólo el 75

crecimiento de ocupación y de ingreso real podría traer el incremento de la demanda a falta de estímulos exteriores, que desde luego no han existido.” (CEPAL, 1958: 355). A modo de síntesis, el informe señaló conflictos en la producción y su distribución. Aunque no hizo explícito su acusación a los gobiernos peronistas, estimó que desde 1955 existió en Argentina una reconstrucción económica, que vino a restaurar los precios relativos que fomentaran la producción agrícola y señaló que la presión salarial sin incremento superior de la producción conduciría a empeorar el proceso inflacionario. Las similitudes con el Plan Prebisch no eran meras coincidencias. El economista argentino era Secretario Ejecutivo de la CEPAL al momento de la publicación de este estudio. Fue llamativo que el mismo se publicó “bajo la exclusiva responsabilidad de la Secretaría Ejecutiva” y se pidió excusar a otros miembros o a la comisión sobre los puntos sostenidos allí. III.3.2. El examen de la situación económica de Argentina en 1961 El número 16 publicado en diciembre de 1961 el Colegio de Graduados en Ciencias Económicas presentó un ciclo de conferencias bajo el título Examen crítico de la actual situación económica del país en el aspecto relacionado con la estabilidad monetaria y la producción en conmemoración del día del economista (20 de junio). Allí participaron Carlos Moyano Llerena, Francisco García Olano, Manuel San Miguel, Leopoldo Portnoy, Federico Pinedo y Adalbert Krieger Vasena. En lo que sigue se analizan las distintas posturas entre aquellas conservadoras que vieron las posibilidades de una restauración del orden económico previo a los gobiernos peronistas en sintonía con la salida agroexportadora o -como se denominó a aquella etapa previa a la crisis el 30- de desarrollo hacia afuera y otras posturas que pensaron en la expansión del mercado interno, comúnmente asociadas a la etapa del desarrollo hacia adentro vinculadas a la industrialización por sustitución de importaciones.

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Las visiones restauradoras: sobre el desarrollo hacia afuera Para Moyano Llerena85 desde la Gran Depresión el país se desarrolló al revés, es decir, se subdesarrolló. La pérdida de eficiencia de largo plazo había visto su freno a partir de la racionalización que provocó el ajuste de 1959. El agro y la industria fueron los sectores que aprovecharon esa racionalización. La escasa modernización de los servicios como el transporte, las comunicaciones y la administración del Estado, dificultaron el desarrollo del resto de la economía y la producción energética. La dinámica de las exportaciones puso en riesgo la posibilidad de intensificar las importaciones y por ende el desarrollo económico. Las exportaciones seguían siendo el problema principal del sector externo.86 Representaban un 11% del PBI solamente y causaban un déficit comercial que sería cubierto por préstamos extranjeros. Si Argentina lograba un crecimiento significativo empeoraría el frente externo debido a la alta elasticidad relativa de las importaciones respecto PBI. En este escenario, Moyano Llerena encontró una posible solución en la relación eficacia/salario en lo que llamó el nuevo “recurso natural” para referirse a la aptitud del trabajador argentino. Un trabajador atípico dentro de los escenarios de los diferentes desarrollos nacionales. Si los países ricos tenían una mano de obra cara y los países subdesarrollados tienen una mano de obra ineficaz”; la Argentina debía aprovechar su situación intermedia, su nueva ventaja “natural” (Moyano Llerena, 1961: 339). Dijo, sobre los temas de productividad que “…casi se podría decir que el problema del desarrollo económico argentino es prácticamente idéntico al problema de reducción de costos en nuestra economía” (Moyano Llerena, 1961: 329).

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Carlos Moyano Llerena nació en 1914. Estudió derecho en la UBA. Realizó estudios de posgrado en Oxford. Formó parte del Grupo Bunge en torno a la REA y participó de creación de la creación de la carrera de Economía en la UCA. Fundó y editó la revista PEA y fue uno de los fundadores de la AAEP. Miembro de ANCE y Ministro de Economía en 1970. 86

La inflación se asomó tímidamente como problema central. El autor estimó que las altas ganancias podrían absorber parte de los incrementos de costos, parte serían enviadas a precios y otras compensadas con los incrementos de productividad y pronosticó una inflación promedio para los próximos años del 10% que generaría una presión sobre los costos y por ende del sector externo. 77

La intervención de Federico Pinedo87 fue notable, no por su estima de la coyuntura, sino porque sus reclamos para restaurar no sólo los aportes de lo que podría llamarse el pensamiento dominante europeo (la ortodoxia), sino de regresar a las formas de crecimiento previas a 1935. Parafraseando a Moyano Llerena, dijo que la Argentina era una “nueva subdesarrollada” que había perdido oportunidades debido a las políticas internas y monetarias seguidas -sobre todo- desde 1945, al haber postergado las medidas antiinflacionarias y el ingreso del país al FMI, al reducir las reservas internacionales, aniquilando la producción campesina y descapitalizando el país. Se lamentó que el derrumbe del peronismo “no fuere desde el comienzo más radical”. Las analogías biológicas del Desarrollo Económico no fueron la excepción en el discurso de Pinedo. Para él, Argentina estaba en la pubertad. No era un país pobre o infante, tampoco un viejo rico y opulento. Se preguntó “¿No se desarrolla un país cuando produciendo artículos primarios pasa como sucedió en la Argentina de la extrema miseria inicial al grado de relativa opulencia…?” y continuó -contra el discurso que había dado García Olano (ver en la siguiente sección) – “Se encuentra en cambio que hay desarrollo en cuando produciendo menos artículos rurales en el país unas cuanta ruedas dentadas y unas poleas.” (Pinedo, 1961: 384). Otro futuro Ministro de Economía (como Pinedo en 1962 y Moyano Llerena en 1970) que había publicado en la RCE previamente fue Adalbert Krieger Vasena88. A diferencia de sus antecesores, analizó los cambios mundiales de posguerra y las formas en que Argentina se vinculó con ellos. La ponencia contuvo una mezcla de pragmatismo de orientación liberal y restauración exportadora y productora de alimentos, sobre todo cuando el autor adhirió al

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Federico Pinedo nació en 1895. Fue abogado y Ministro de Hacienda en los gobiernos de Agustín P. Justo y de Roberto M. Ortiz y Ministro de Economía el en el gobierno de facto de José María Guido. Fue uno de los fundadores de la AAEP y Miembro de ANCE. 88

Krieger Vasena nació en 1920 estudió y se graduó de Contador Público y se doctoró en Ciencias Económicas en la UBA. Ministro de Hacienda de la Nación entre 1957 y 1958 y Ministro de Economía y Trabajo entre 1967 y 1969. Miembro de ANCE a partir de 1961 (presidió dicha institución).

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diagnóstico de los problemas de Argentina publicados por Prebisch en 1957 en su Estudio Económico para América Latina. Como en el informe de 1957, señaló que el cambio de precios relativos en favor de la industria y contra los productos primarios fue uno de los errores históricos que no encontraban precedentes en ningún país desarrollado. La escasa tecnificación provocó una caída de los rindes significativa. En conjunto el desafío era doble, mejorar los rindes y por ende la productividad y los volúmenes de producción y lograr un cambio de precios relativos en favor de ese sector (con política interna eso sólo es posible mediante una devaluación) a los fines que el productor de alimentos recobre la posición que tenía en el pasado. Para el expositor, Argentina no pasaba por un desequilibrio transitorio sino por un “crónico desajuste” del intercambio comercial agravado por gasto el gubernamental. En este contexto, las políticas monetarias no podían evitar los efectos perniciosos de este conjunto de desajustes. Además de restaurar los precios relativos internos, el país debía reformular su política comercial; saliéndose del bilateralismo e integrándose a la región y a otros espacios mediante el multilateralismo. Citó las palabras de John Williams en una conferencia de en el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA) cuando dijo “Yo sigo prefiriendo un comercio más libre, pero esto requiere la formulación de planes” y concluyó diciendo: “Pensar que nosotros podemos progresar industrialmente sobre la base de gravar permanentemente a lo que constituye el pilar fundamental del desarrollo económico sería un suicidio…” (Krieger Vasena, 1961: 400). Los estructuralistas: sobre el desarrollo hacia adentro Las ideas del Ing. Francisco García Olano89 se estiman bien distintas de quienes habían sido sus colegas fundadores de la Asociación Argentina de Economía Política en 1957, Moyano Llerena y Federico Pinedo, expuestas anteriormente. Su presentación acusó a la “teoría clásica”, “neo-clásica y/o “neo-liberal” de aplicación errónea para las economías que no forman parte de los grandes centros económicos y financieros y que estaban sostenida

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Dictó cursos en la Escuela Superior de Economía del Instituto Católico de Cultura dirigido por Francisco Valsecchi. Fue uno de los fundadores de la AAEP en 1957. 79

principalmente por el Fondo Monetario Internacional. Los problemas de estabilización no implicaban resolver el desarrollo, más bien la causalidad era al revés. Lo que su colega fundador definía como el período “ineficiente” de la economía argentina después de la crisis de 1929, este expositor llamó período de “desarrollo hacia adentro” que estuvo marcado por estrangulamientos propios del proceso de desarrollo. Pensó que la salida a la crisis era la industrialización liderara por la industria pesada y recursos básicos de transporte y energía y se mostró optimista en la coyuntura de 1961 dijo que “La técnica moderna perite asegurar sin muchas dificultades un desarrollo del 2% por año per cápita. Ello implica una duplicación del standard de vida en alrededor de 35 años (…) desde 1905, hasta 1930…, el progreso total per cápita fue solamente del 8%, los 25 años de teoría no liberal, que siguieron, produjeron un aumento del 21%.” [El subrayado es mío] (García Olano, 1961: 346). La idea de control del proceso de desarrollo fue horizontal a casi todas las intervenciones. García Olano volvió a mostrar optimismo de tal forma que comparó esa coyuntura con los períodos posteriores a las dos guerras mundiales. Luego de valorar positivamente el anuncio del presidente Kennedy de los EE.UU de la Alianza para el Progreso el 14 de abril de ese año dijo, hay que “…hacer un franco plan de desarrollo de industrias básicas, transporte y energía” y “…trazar planes bien estudiados, concretos”. En su exposición se hizo referencia también a la utilidad de las teorías no monetarias de la inflación para el estudio de las economías subdesarrolladas, que habían mostrado escasa movilidad de recursos y caída de términos de intercambio provocando vulnerabilidades externas con el riesgo de sobre endeudarse y caer en “crisis de préstamos”. En sintonía con esta exposición, Manuel San Miguel sugirió que la estabilidad monetaria no era condición para el desarrollo sino precisamente al revés. La inflación fue consecuencia de desequilibrios estructurales que no podían ser solucionadas por políticas de estabilización. La tesis de la inflación no monetaria señaló que el desarrollo económico implicaba la modificación de estructuras productivas prevalecientes y el cambio estructural modificaba

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los precios relativos y sustitución de bienes; causando modificaciones reales de los precios relativos que se transfieren a los precios absolutos o monetarios. Sólo cuando “el proceso de crecimiento” fuera más armónico, la inflación no sería tan problemática. El problema inflacionario se estimó de origen en los costos y los cambios estructurales siendo de menor importancia para el autor las soluciones monetarias y financieras. La pretensión de objetividad y control del devenir económico mediante la programación para desarrollo es otro rasgo a destacar en esta conferencia. El autor señaló que el desarrollo armónico y acelerado mediante el uso de las técnicas de programación permitiría acelerar el crecimiento, mejorar la productividad, incrementar el capital social básico (transporte, comunicaciones y energía), mejorar la organización de las empresas y con ello, morigerar los efectos propagadores de la inflación (precio y salario) y revertiría los efectos depresivos de la caída de los términos de intercambio. En aquella época, se encontraban en el inventario de los economistas las técnicas de la programación lineal, el cálculo de coeficientes técnicos y de elasticidades de las demandas, la evaluación de los efectos sobre la balanza de pagos, el cálculo de la necesidad de financiación externa y la estimación de los costos de los principales proyectos de inversión. Y éstas eran, según San Miguel, de “carácter eminentemente neutral”. Pero el control no sólo era hacia dentro. El país tenía a su disposición una serie de instituciones para vincularse con el mundo (Ministerio de Relaciones Exteriores, ALALC, la reciente adhesión al GATT, etc.) que debería usar a los fines de completar las políticas internas. Sin embargo, San Miguel, que se proclamó un defensor de la iniciativa privada, el mecanismo de precios y la competencia, no hizo otra cosa que mostrar la necesidad de instituciones públicas y cooperación internacional como una “ayuda para acelerar la tasa de desarrollo de los países atrasados.” [El subrayado es mío] (San Miguel, 1961: 359). Esas técnicas “neutrales”, pero producidas fuera del mecanismo privado del precio y competencia, permitirían –para San Miguel- orientar la producción para clarificar los problemas del desarrollo como “efectos del proceso de transición y ajuste hacia etapas superiores de aptitud productiva”, lo cual implicaba la modificación de las “estructuras económicas” y la capacitación para gestionar las más modernas “técnicas de la producción”. En su evaluación, Argentina se encontraba en una “etapa de transición” hacia la fase del

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“progreso sustancial y sostenido” que requeriría la movilización de recursos en un proceso de ajuste penoso. Existieron varios economistas que sostuvieron que las ideas económicas en los países subdesarrollados debían tener más presente los factores políticos que aquellas ideas aplicadas a países desarrollados (Furtado, 1966: 382). Era un argumento significativo para tensionar los moldes teóricos foráneos donde la profundidad de la crítica dependía del aporte de cada autor. El conferencista señaló diferencias en el significado que los economistas de países desarrollados asignaban al Desarrollo Económico pues, “…debe ampliarse cuando se trata de países subdesarrollados, y en ese caso corresponde emplear solamente el vocablo desarrollo, porque los factores no económicos tienen tanta influencia, que no es posible hacer una análisis apropiado, sin su permanente consideración.” (San Miguel, 1961: 352). Por su parte, Leopoldo Portnoy en un discurso crítico del liberalismo, dijo que no hay soluciones europeas a los problemas de Argentina debido a que “no son las mismas circunstancias, no son las mismas estructuras y por consiguiente, la utilización de los mismos procedimientos no ha dado los mismos resultados” (Portnoy, 1961: 369). Su visión negativa respecto de la salida exportadora o de la recomposición de los precios internos de las exportaciones se debía principalmente a la significativa caída de los términos de intercambio. Estimó que cualquier solución que se configure dependería del orden económico internacional. Y en cuanto a los problemas inflacionarios, en sintonía con los autores anteriores, fue un defensor de la explicación no monetaria de la inflación. Su enfoque estimó el problema del crecimiento como un problema de su ritmo (y por ende de flujos) mientras que el desarrollo significó un problema de nivel (se podría decir, de stocks). El desarrollo parecía ser un lugar mientras que el crecimiento el camino para llegar hacia a aquél.

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Conclusiones El objetivo de este trabajo fue dar una interpretación temática sobre el Desarrollo Económico en la Revista de Ciencias Económicas, durante los inicios formales de la Economía Política académica en la Universidad de Buenos Aires. Para ello se utilizó una hipótesis sobre una tendencia en la forma de pensar las Ciencias Sociales en la región: que el desarrollo fue caracterizado como un continuum de las fuerzas productivas en dicha revista, entre los años 1958 y 1963. Las ideas que vincularon crecimiento a desarrollo fueron características de los primeros 20 años posteriores a la segunda guerra mundial. Pese a que se puede comprender la difusión de este paradigma en su contexto (el paradigma supletorio), no deja de ser problemático debido a que fueron un tipo de ideas entre un concierto más amplio de otras. Esto supone que, aunque las ideas de desarrollo expuestas aquí eran parte del discurso dominante en la periferia, no necesariamente contribuían a comprender ampliamente el cambio social. Por ello se hizo hincapié en las críticas emitidas -aunque no exclusivamente- desde los enfoques dependentistas. Principalmente en cuanto a la cuantificación, es decir, la crítica de la posibilidad de pensar el desarrollo acorte al crecimiento del ingreso per cápita de cada Nación, y las del dualismo metodológico, es decir, aquellas que olvidaron mirar al interior de las relaciones entre las facciones de la clase dominante. El Desarrollo Económico es y fue un tema central para todas las disciplinas sociales, sin embargo, el discurso desde la Economía Política –como parte del concierto discursivo de la modernización- fue poco estudiado, o al menos en los códigos que aquí se plantean. Ello es relevante porque hace a la construcción de una historia de la Economía Política en Argentina, contada normalmente de una forma peculiar: donde la universalidad del pensamiento y la individualidad de los actores prima por sobre los procesos sociales y contextos. Aunque estas características no son exclusivas de nuestro país y pertenecen a las generales del enfoque dominante en la historia del pensamiento económico; se hace necesario construir una interpretación distinta. En lo que sigue exponen las seis reflexiones más relevantes que surgen de este estudio.

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En primer lugar, una parte importante de los diagnósticos sobre el estado de la estructura económica en Argentina, reconoció las presiones a las que el país estuvo sujeto por su lugar en el mundo. El intercambio desigual, bajo la forma de deterioro de los términos de intercambio, no fue un impedimento para que predominen las ideas del desarrollo evolutivo. El indicador del desarrollo fue por excelencia el ingreso per cápita y el obstáculo para su crecimiento, la escasez de capital. Esto condicionó y significó a las posibilidades de pensar el desarrollo: si el desarrollo se evidencia en unas cantidades, ¿qué lugar quedaba para los procesos, para lo no medible, para las cualidades? Aún el conflicto entre los conservadores y los estructuralistas no podría dar cuenta de semejante dificultad teórica (aunque le generara constantes tensiones). La modernización abrazó a todos los actores de la Economía Política y hubo que esperar más de una década para que esos cimientos empezaran a rajarse. No es que no haya habido conflicto de ideas y que ello fuera políticamente insignificante. ¿Cómo podría alguien señalar que la oposición a las tempranas ideas monetaristas en el FMI significó poco? Sin embargo, de lo que se trató en esta tesis fue de estimar qué significó. Si bien no se realizó un rastreo puntual de las ideas expresadas acorde al modelo de dos sectores, varias notas de la revista permitieron identificar esquemas que oponían agricultura e industria y en general las ideas de coyuntura estuvieron acordes al informe de la CEPAL de 1957 elaborado por Prebisch con similitudes a sus escritos de 1955 y 1956. De allí en adelante existieron reclamos de restauración de precios relativos favorables al primer sector, sobre todo en aquellos artículos y conferencias sobre la coyuntura económica. La CEPAL tuvo un lugar no exclusivo en la RCE y la FCE-UBA, principalmente como fuente de información debido a la escasez de cálculo típica de la época y a los nuevos economistas que fueron estudiantes de Prebisch en su paso por esa facultad (Francisco García Olano, Aldo Ferrer y Norberto González, entre otros). En segundo lugar, se realiza un aporte sobre el discurso temático en la Universidad más importante de Argentina (y tal vez de América Latina en aquella época), que es coherente con el problema presentado anteriormente. Si por un lado, la Revolución Libertadora mostró su carácter excluyente y oligárquico y las ilusiones del desarrollismo se empezaron a demoler con los acuerdos con el FMI y la incorporación de Álvaro Alsogaray para la realización del ajuste de 1959. Por otro lado, la Universidad consiguió una mayor autonomía y produjo sus 84

reformas modernizadoras después de 1955. El espacio de los economistas balanceó entre la “desperonización” y el cambio en el discurso modernizador.90 Las ideas sostenidas por los economistas de tonos despolitizados pudieron estar en ese lugar porque olvidaron ocuparse de las clases y los actores. Los grupos sociales no asomaron más que en alguna mesa redonda o en un comentario a pie de página (siquiera la reforma agraria se estimó significativa en el debate). El conflicto sobre el desarrollo se centró en las relaciones de intercambio (integración regional comercial, inflación) o en las relaciones técnicas de producción (funciones de producción, tecnología, productividad, etc.), sin completar el cuadro con contenido social. Sin embargo, los economistas -en su relación al desarrollo- necesitaron separarse del carácter práctico de la llamada “Vieja Guardia” existente en la FCE-UBA acusando un reclamo de más teoría “nueva” o “moderna”, para formar espacios de expertos sobre programación de lo concreto, es decir, de la planificación del desarrollo. Paradójicamente, la carrera adoptó posteriormente un perfil profesional.91 Llamativamente, aquel reclamo de más teoría, más ciencia (anglosajona o moderna) y más seriedad en los estudios, no provocó comportamientos similares en los lugares otorgados a las revistas académicas que sí tuvieron otros países. No hay indicios que fuera central para los nuevos economistas en Argentina disponer de medios ni de prácticas locales de producción y difusión para formar parte del reciente club de economistas modernos, por el contrario, el hecho de considerar legítima sólo a la producción anglosajona, contribuyó al escaso desarrollo de producción en medios locales. En tercer lugar, se podría decir que una tensión de las ideas expresadas en la revista fue la que relacionó el control al desarrollo. El mismo nombre del Seminario sobre Política del Desarrollo Económico lo sugería, era preciso planificar para desarrollar. Se pensó que el desarrollo “espontáneo” que Furtado asignaba a las economías centrales, difícilmente

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Julio C. Neffa hizo referencia a las dificultades de simpatizar con el peronismo en la Universidad debido al predominio de radicales. Recordó que “Muchos de los jóvenes que estudiaban la carrera encontraron en el CONADE un empleo. Yo no llegué a trabajar en el allí porque de alguna manera tenía muchos vínculos con los sindicatos y simpatizaba con el peronismo…intenté ingresar y uno de los directivos dijo: si viene Neffa acá nos va a armar un sindicato.” (Neffa, 2015). 91

Según comentó Olivera en una charla reciente organizada por la agrupación Economistas para Qué? En el marco del cumplimiento de los 10 años de la agrupación BASE del que participaron Olivera, Pablo Levín y Juan Iñigo Carrera. (J. H. Olivera, 2012). 85

sucedería en los países atrasados o subdesarrollados, como consecuencia, la idea de controlar la acumulación de capital, el perfil productivo y el ritmo de crecimiento, estuvo presente en una mayoría de contribuciones. El caso extremo lo representa la ligazón del estudio del desarrollo como un problema técnico de programación lineal, donde a partir de las cantidades deseadas o estimadas (demanda final), se debían preparar planes para cumplir los objetivos intermedios. No parece haber nada más cercano a una definición sintética de planificación central que la anterior, con la excepción que Argentina perteneció a las formaciones capitalistas occidentales, donde la distribución o la asignación de recursos no se hacía de forma dirigida. Claro que no todos los artículos pretendieron resolver semejante problema técnicamente, pero parece evidente que el control del ritmo de acumulación de riquezas estuvo en el ideario de los que reclamaban programar el desarrollo y en los contenidos de la nueva carrera también. En cuarto lugar, parece interesante agregar algunas características de los límites del debate sobre el desarrollo en la RCE. Cuando se observa el cambio curricular de los economistas, resulta evidente que el tema no se institucionaliza hasta el Plan “E” a fines de 1958, con la inclusión del Seminario sobre la Política del Desarrollo Económico en el último año de la carrera. Asimismo, hay evidencias de una influencia de ideas extranjeras significativas y asociadas por un lado a Inglaterra (Cambridge, Oxford, LSE, etc.), donde seguramente los economistas estructuralistas se sintieron más cómodos (o los ingleses con ellos) y a EE.UU. (Chicago, Harvard, Columbia, MIT, etc.) donde la moderna economía se volvía dominante.92 Por otro lado, el debate dentro de la FCE se realizó con las contribuciones extranjeras sobre el desarrollo, ya sea desde aquellos enfoques simpáticos con el desarrollo hacia adentro como con los de origen conservador del desarrollo hacia afuera. Primero la opción entre la “Vieja Guardia” y los “Modernos”. Luego, entre los estructuralistas influenciados por la CEPAL y los tempranos monetaristas del FMI. Es llamativo que el Programa de Cuyo dirigido por la Universidad de Chicago en la UNCu haya comenzado el mismo año que Norberto González llevara adelante el programa de intercambio con Oxford y Cambridge y

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Recuérdese que la primera edición del famoso Economics de Paul A. Samuelson se publicó en 1948. 86

es de notar que el primero haya sido co-financiado por la CONADE en el marco de las progresivas ideas de la Alianza para el Progreso. En quinto lugar, resulta interesante notar que a partir de esta idea de programación o control de la acumulación, es cuando se reemplaza el estudio de los ciclos tan característicos de los programas de estudios anteriores a 1948 y de la revista desde sus inicios. Se podría argumentar que si el desarrollo se estimó algo equivalente a la acumulación de riquezas a un ritmo aceptable y además, aquello era programable; entonces el ciclo podía ser gobernado y por ende dejar de ser ciclo. Este aspecto se hace evidente en los programas de las materias de Economía en la FCE-UBA entre los planes “D” y “E”. Por último, es posible afirmar que en los discursos económicos sobre el desarrollo en la RCE, se ausentan los actores sociales. Además, no resulta aventurado sugerir que ello fue una característica de todo el discurso económico. Sin embargo, existen conceptos transversales que permiten el diálogo entre distintas disciplinas sociales: Zubieta y Calvo dicen que “Cuando la temática del desarrollo y la modernización pasan a ser centrales a mediados de la década del 50, la disyuntiva ‘desarrollo/subdesarrollo’ reemplazará a la oposición ‘democracia/totalitarismo’…” (Zubieta, 2006: 559). Todas las disciplinas sociales pensaron el desarrollo, pero no todas pensaron la democracia, el Estado, la Nación y las relaciones de producción, como constituyentes de una formación social (periférica, dependiente o subdesarrollada). Esta tesis contribuye al estudio del pensamiento económico en Argentina en un contexto de “desperonización” en la Universidad que transcurre posteriormente al golpe de Estado de 1955. Permite comprender el origen, desarrollo y resultado de las ideas modernizadoras asociadas al Desarrollo Económico en los años sesentas. Asimismo conecta los estudios de la Economía Política en el país con los aportes que se vienen realizando para el resto de las Ciencias Sociales en aquel período. Por último, estudia el lugar de la RCE en el discurso económico, al concluir que la revista no ocupó un espacio importante para los economistas de Argentina de principios de los años 60. Sin embargo, la mayoría de las revistas académicas locales mantuvieron un perfil bajo, debido a que la formación de los nuevos economistas se realizó mirando a Inglaterra o EE.UU. y en casos no poco significativos a la CEPAL. La

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revista, en cambio, sirvió como plataforma de algunos debates al interior de la FCE-UBA, como fue el caso de las Primeras Jornadas de Economía Política en 1962, y al exterior, como fue la conferencia dictada sobre la situación económica en Argentina en 1961, aunque también se utilizó como instrumento difusivo de la vida universitaria. Futuras investigaciones deberán profundizar este camino.

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98

Anexo A. Clasificación de artículos de Economía y Desarrollo En este apartado se realiza un análisis de temas y tópicos a partir del índice de la RCE publicado en el año 1999 por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Capital Federal y se lo compara con las propias indagaciones de los textos. El uso del índice plantea problemas debido a que su armado indica que es un índice temático, pero es conveniente hacer algunas reservas debido a que se asemeja más bien al uso de palabras claves o tópicos. En este sentido se utilizará el término tema para definir un asunto de mayor generalidad que el tópico. En nuestro caso, el tema contiene al tópico, por caso, utilizaremos como dos grandes temas a “Economía” y “Desarrollo” y serán tópicos “Inflación”, “Crecimiento”, “Industrialización”, etc. Se comprenderá que la asignación de tópicos a los textos puede no corresponderse en cantidades iguales, es decir, la cantidad de tópicos es igual o mayor que la de cantidad de textos debido a que un mismo texto puede estar vinculado a uno o más tópicos. Si bien nuestros conteos suman artículos por tópicos en lugar de artículos totales, puede resultar en un desvío en la estimación el peso relativo de los temas -debido a que un artículo puede contribuir a más de un tópico, por ejemplo, que los mismos artículos relacionados con la temática (por ej. Desarrollo Económico) aparezcan con más frecuencia que los no vinculados a ella. Una revisión exhaustiva del índice 1999 no parece mostrar un criterio único para colocar a un artículo en más de un tópico ni tampoco un sesgo, en todo caso, el hecho que existan mayoritariamente tópicos que no comparten la preocupación del Desarrollo Económico permite pensar que estamos tratando de una base mínima de artículos y no de una máxima.93 Por otro lado, el hecho que algunos tópicos estén sólo relacionados con períodos acotados induce a pensar que el índice estuvo construido de forma parcial o con criterios distintos. Por caso el tópico “Ciclos económicos” aparece sólo hasta 1957, “Ajuste por inflación” recién 93

Si bien el promedio de tópicos por artículo para todos los aquellos utilizados en el estudio del Desarrollo Económico es de 2,26, su desvió estándar es cercano a 1,5. 99

aparece en 1958, “Cooperación económica” muestra sólo un artículo en 1958, “Crecimiento económico” aparece en 1956, etc. Esto hace poco probable encontrar lugares comunes de análisis de textos, es por ello que se propusieron temas y se construyeron subtemas para manejar la información. Acorde a los datos suministrados por el índice 1999 en la Tabla 3, el tópico “Desarrollo Económico” tiene seis artículos vinculados, cuando un estudio de los textos presenta por lo menos 26 artículos relacionados con ese tema (consultar los artículos incluidos en el anexo Tabla 7). Este hecho alerta sobre el problema de circunscribirse al índice 1999 para la selección de textos. Tabla 3: Distribución de artículos por tópico y por tema económico. RCE 1958-1963 Tópico

Tema Total 6

Desarrollo Económico 6

Otros 0

Producción

3

2

1

Crecimiento económico

2

1

1

Industria

2

0

2

Industrialización

1

1

0

Desarrollo agropecuario

1

1

0

Distribución del ingreso

1

0

1

Países en desarrollo

3

2

1

Problemas sociales

1

1

0

Capitalismo

2

0

2

Totales

22

14

8

Desarrollo económico

Fuente: elaboración propia en base al índice 1999

El primer paso fue realizar la primera revisión de textos que permitió elegir un listado de 26 artículos que tenían que ver directamente con temas de Desarrollo Económico. De ellos, un conjunto de 8 artículos que pudieron ser tratados en un contexto cerrado, ya sea porque fueron transcripciones de la conferencia sobre coyuntura publicada en el año 1961 o porque se trataron de aquellos que se publicaron en el marco de Las Primeras Jornadas Anuales de Economía. Posteriormente, se utilizó el índice 1999 para cruzar los datos de tópicos (índice) y temas, con la cantidad de artículos. De allí surgió que se podrían separar entre los años 100

1958 y 1963, el índice 1999 arroja un total de 340 tópicos posibles. De ese total de tópicos, más de la mitad fueron encontrados en artículos de Economía y un poco menos que el 18%, en artículos sobre Desarrollo Económico (están expresados entre paréntesis, ya que el tema Economía incluye a Desarrollo Económico). Asimismo, casi un tercio de los tópicos relacionados con el tema Economía trataban con temas de Desarrollo Económico, como se muestra en la Tabla 4. Este enfoque cambia la percepción del estudio del espacio destinado al tema Desarrollo Económico en la revista en esos años y es probable que cualquier estudio sobre la revista deba hacerse con distintos criterios de los utilizados por una simple vista del índice. Tabla 4: Cantidad de tópicos por temas, totales y en porcentaje. RCE entre 1958-1963 #Tópicos

Economía

Otros

(Desarrollo) Totales

340

189 (61)

151

Porcentaje

100%

56% (18%)

44%

Fuente: elaboración propia en base al índice 1999

La Tabla 5 muestra el porcentaje de cobertura del tópico por los temas ordenado de mayor a menor por la frecuencia con la que aparecen del tópico en los artículos relacionados con Desarrollo Económico (se publican sólo aquellos que fueron superiores a la unidad). Por ej., el tópico Política Monetaria fue tratado en un 29% de los artículos sobre Desarrollo Económico o, de otra manera, los artículos sobre Desarrollo Económico contuvieron al 29% de los artículos relacionados con Política Monetaria. En este caso el índice aplica de forma similar al uso de palabras claves y permite inferir que el tema Desarrollo Económico estuvo orientado a temas 1) de Agricultura; 2) Exportaciones; 3) Mercado Financiero, además de los que resultan obvios como Desarrollo Económico o Países en Desarrollo (ver en la Tabla 8 del anexo la distribución total de artículos de tópicos relacionados)

101

Tabla 5: Principales tópicos por tema, totales y en porcentaje. RCE entre 1958-1963 Tópico /Tema

Total

Economía

Desarrollo

Cobertura

Desarrollo económico

6

6

6

100%

Agricultura

2

2

2

100%

Exportaciones

2

2

2

100%

Mercado financiero

3

2

2

67%

Países en desarrollo

3

3

2

67%

Producción

3

3

2

67%

Economía

27

26

11

41%

Inversiones

5

4

2

40%

Política monetaria

7

6

2

29%

Bancos

11

6

2

18%

Fuente: elaboración propia en base al índice 1999

Por último, he encontrado deficiencias en la clasificación que realiza el índice 1999. Por un lado, el índice no cuenta con una nomenclatura que permita separar por grandes temas y ello trae problemas a la hora de manejar la información; se hace necesario reclasificar los artículos. Para ello se optó por dar un tratamiento especial al contexto económico mostrado en la revista esos años y al contenido de Las Primeras Jornadas Anuales de Economía en FCE-UBA para reclasificar el resto de los artículos. En nuestro caso debemos agruparlos por subtemas en relación al tema global que los incluye (el Desarrollo Económico) de modo que puedan ser estudiados comparativamente.94 Del cruce de datos realizados por el índice y de una revisión propia fue conveniente agrupar el núcleo de artículos sobre el Desarrollo Económico de la siguiente forma:

94

Se evaluó realizarlo acorde al standard del código JEL hasta dos dígitos sin embargo se estima que esa separación puede ser útil a los efectos de un período mayor. JEL es un sistema de clasificación desarrollado para que el Journal of Economic Literature tenga un método estandarizado para tratar la literatura económica ya sea en libros, revistas u otras producciones. 102

Tabla 6: Subtemas principales en artículos seleccionados sobre Desarrollo Económico Autor

Texto

Año

1) Sector externo/América Latina

Tema

Furtado, Celso

Los problemas de Latinoamérica desde una perspectiva brasileña

1963

1) Sector externo/América Latina

Manoliu, Florin

La zona de libre comercio latinoamericano y sus problemas de pago

1960

1) Sector externo/América Latina

Manoliu, Florin

Prolegómenos a un desarrollo acelerado de la economía latinoamericana

1960

1) Sector externo/América Latina

Street, James H.

La inflación en los países en desarrollo

1959

2) Monetario/Financiero

Ariza, Rafael L.

Función del mercado de valores en una política de desarrollo económico

1961

2) Monetario/Financiero

Cañellas, Marcelo G.

Los sistemas bancarios al servicio de una economía en desarrollo

1958

2) Monetario/Financiero

Micele, Antonio

La liquidez bancaria y los programas de desarrollo

1961

2) Monetario/Financiero

Panzone, Clemente

El crecimiento permanente de la deuda pública: sus apologistas y sus detractores

1959

2) Monetario/Financiero

Pinillos, Pedro José

La actualidad financiera y el desarrollo económico

1963

3) Inversión/Industria

Almonacid, Pedro N.

Factores y ciclos de crecimiento de la economía argentina

1961

3) Inversión/Industria

Dagnino Pastore, José María

Notas bibliográficas: Modelos de desarrollo industrial, de Hollis B. Chenery

1960

3) Inversión/Industria

Dieulefait, Carlos E.

El modelo de insumo producto y el problema de inversión

1958

4) Sector agropecuario

Dagnino Pastore, José María

Notas bibliográficas: Ingresos provenientes de la agricultura y el nivel de vida en las distintas etapas del desarrollo económico de los pueblos; Publicación de la FAO

1961

4) Sector agropecuario

San Miguel, Manuel

Las actividades agrarias y la industrialización

1959

4) Sector agropecuario

Scobie, James R.

Significación del trigo en el desarrollo argentino

1960

4) Sector agropecuario

Street, James H.

Factores en el proceso de desarrollo agrícola

1959

Fuente: elaboración propia en base al índice 1999

De la tabla anterior surge la idea de que es posible reinterpretar lo dicho sobre el desarrollo económico en cuatro grandes subtemas.

103

Tabla 7: Artículos seleccionados sobre Desarrollo Económico Autor

Texto

Trimestre

Año

Almonacid, Pedro N.

Factores y ciclos de crecimiento de la economía argentina

abr-jun

1961

Ariza, Rafael L.

Función del mercado de valores en una política de desarrollo económico

ene-mar

1961

Cañellas, Marcelo G.

Los sistemas bancarios al servicio de una economía en desarrollo

abr-jun

1958

CEPAL

Documentos: la situación argentina a través de un informe de la CEPAL

jul-sep

1958

Cusminsky, Rosa

Comentarios económicos financieros: Variaciones políticas e investigaciones sobre desarrollo económico

ene-mar

1958

Dagnino Pastore, José María

Notas bibliográficas: Modelos de desarrollo industrial, de Hollis B. Chenery

oct-dic

1960

Dagnino Pastore, José María

Notas bibliográficas: Ingresos provenientes de la agricultura y el nivel de vida en las distintas etapas del desarrollo económico de los pueblos; Publicación de la FAO

ene-mar

1961

Di Tella, Guido

Revaluación de la división internacional del trabajo

jul-dic

1962

Dieulefait, Carlos E.

El modelo de insumo producto y el problema de inversión

jul-sep

1958

Furtado, Celso

Los problemas de Latinoamérica desde una perspectiva brasileña

ene-jun

1963

García Olano, Francisco

Examen crítico de la actual situación económica del país, en el aspecto relacionado con la estabilidad monetaria y la producción

oct-dic

1961

Rodriguez, Miguel Angel

Mesas redondas: Mesa redonda sobre el “Desarrollo económico y cambio social en América Latina” (González Casanova, Solari, Torres, Michelena, Silvert y Costa Pinto) La zona de libre comercio latinoamericano y sus problemas de pago

ene-jun

1962

ene-mar

1960

Manoliu, Florin

Prolegómenos a un desarrollo acelerado de la economía latinoamericana

oct-dic

1960

Manoliu, Florin

Reflexiones acerca de algunas resistencias al desarrollo de la economía latinoamericana

jul-dic

1962

Micele, Antonio

La liquidez bancaria y los programas de desarrollo

jul-sep

1961

Panzone, Clemente

El crecimiento permanente de la deuda pública: sus apologistas y sus detractores

jul-sep

1959

Pinillos, Pedro José

La actualidad financiera y el desarrollo económico

ene-jun

1963

Manoliu, Florin

104

Portnoy, Leopoldo

Examen crítico de la actual situación económica del país, en el aspecto relacionado con la estabilidad monetaria y la producción

oct-dic

1961

Portnoy, Leopoldo

Consideraciones sobre la función de las exportaciones en la economía argentina

jul-dic

1962

San Miguel, Manuel

Examen crítico de la actual situación económica del país, en el aspecto relacionado con la estabilidad monetaria y la producción

oct-dic

1961

San Miguel, Manuel

Contribución de la Alianza para el Progreso en el desarrollo económico y social de América Latina

jul-dic

1962

San Miguel, Manuel

Las actividades agrarias y la industrialización

jul-sep

1959

Scobie, James R.

Significación del trigo en el desarrollo argentino

oct-dic

1960

Street, James H.

Factores en el proceso de desarrollo agrícola

abr-jun

1959

Street, James H.

La inflación en los países en desarrollo

oct-dic

1959

Fuente: elaboración propia en base al índice 1999.

105

Tabla 8: Cantidad de artículos por tópico según su tema Tema

Total

Economía

Desarrollo

Economía

27

26

11

Desarrollo económico

6

6

6

Agricultura

2

2

2

Bancos

11

6

2

Exportaciones

2

2

2

Inversiones

5

4

2

Mercado financiero

3

2

2

Países en desarrollo

3

3

2

Política monetaria

7

6

2

Producción

3

3

2

Ahorros

1

1

1

Análisis matemático

2

2

1

Aspectos políticos

1

1

1

Aspectos sociales

1

1

1

Comercio exterior

3

3

1

Comercio internacional

2

2

1

Condición económica

2

2

1

Crecimiento económico

2

2

1

Desarrollo agropecuario

1

1

1

División internacional del trabajo

1

1

1

Economistas

3

3

1

Importaciones

1

1

1

Industrialización

1

1

1

Inflación

5

4

1

Integración regional

1

1

1

Libre comercio

2

2

1

Liquidez

1

1

1

Matemáticas

2

2

1

Oferta y Demanda

1

1

1

Pagos internacionales

1

1

1

Patrón oro

1

1

1

Problemas sociales

1

1

1

Productividad

1

1

1

Reservas bancarias

1

1

1

Sector agropecuario

1

1

1

Teoría

1

1

1

Teoría económica

3

3

1

Trigo

1

1

1

106

Fuente: elaboración propia en base al índice 1999.

Tabla 9: Cantidad de artículos por autor y período. RCE 1913-1979 Autor Almonacid, Pedro N. Ariza, Rafael L.

# Artículos 2

19131937

19381947

2

19481957 1

19581963 1

1

1

3

19641979

Cañellas, Marcelo G.

9

CEPAL

1*

1

Cusminsky, Rosa

1*

1

Dagnino Pastore, José María

2

2

Di Tella, Guido

1

1

Di Tella, Guido y Zymelman, Guido

1*

1

Dieulefait, Carlos E.

7

Furtado, Celso

1

1

García Olano, Francisco

1

1

Rodriguez, Miguel Angel (González Casanova, Pablo y otros) Krieger Vasena, Adalbert

1*

1

Manoliu, Florin

3

3

Mantel, Rolf

3

1

Mey, Luis B.

1

1

Micele, Antonio

8

Moyano Llerena, Carlos

3

Olivera, Julio H. G.

9

Panzone, Clemente

1

1

Pinedo, Federico

1

1

Pinillos, Pedro José

1**

1

Portnoy, Leopoldo

7

3

4

San Miguel, Manuel

5

4

1

Scobie, James R.

1

1

Sidrauski, Miguel y Diéguez, Héctor L.

1

1

Street, James H.

3

Toranzos, Fausto I.

2

Totales

82

3

4

3

2

1

6

1

1

1

2

5

2

1 1

1

4

2

4

2 2

4

12

5

50

Fuente: elaboración propia en base al índice 1999. *El índice no contabiliza aportes que no fueran artículos como documentos, notas bibliográficas y mesas redondas. ** Ni el autor ni su texto aparecen indizados.

107

11

Tabla 10: Ministros de Economía y Presidentes del BCRA que publicaron en RCE desde 1958 Nombre

Cargo

Años de nombramiento

Roberto T. Alemann

Ministro de Economía

1961/1981

# Artículos 1

Eugenio A. Blanco

Ministro de Economía

1963

2

Carlos A. Coll Benegas

Ministro de Economía

1962

2

Alfredo Concepción

Presidente del BCRA

1985

1

José M. Dagnino Pastore

Ministro de Economía

1969/1982

2

Aldo Ferrer

Ministro de Economía

1970

1

Enrique Folcini

Presidente del BCRA

1990

1

Enrique García Vázquez

Presidente del BCRA

1983/1989

17

Félix Gilberto Elizalde

Presidente del BCRA

1963

1

Adalbert Krieger Vasena

Ministro de Economía

1967

4

Cayetano A. Licciardo

Ministro de Economía

1971

1

Luis María Otero Monsegur Antonio Micele

Presidente del BCRA

1962

1

Presidente del BCRA

1966

8

Carlos M. Moyano Llerena

Ministro de Economía

1970

3

Federico Pinedo

Ministro de Economía

1962

1

Eduardo A. Zalduendo

Presidente del BCRA

1976

1 47

Total Fuente: Elaboración propia en base al índice de RCE 1999 y de Pablo (1999)

108

Tabla 11: Listado de artículos de Economía publicados en la RCE entre 1958 y 1963 Artículo. Autor La economía de la Unión Soviética. Paulino González Alberdi El individuo en la sociedad. Ludwing von Mises El sistema multilateral de comercio y pagos. Lopoldo Pornoy Comentarios económicos financieros: Variaciones políticas e investigaciones sobre desarrollo económico. Rosa Chusminsky Los sistemas bancarios al servicio de una economía en desarrollo. Marcelo G. Cañellas La cuestión de los aumentos masivos y otros problemas de ajuste monetario. Julo H. G. Olivera Notas universitarias: Reforma del plan de estudios. La enseñanza universitaria en EEUU. Enrique J. Reig El modelo de insumo producto y el problema de inversión. Carlos E. Dieulefait Funciones argentinas de consumo. José M. Dagnino Pastore Componentes monetarios del crédito. José Juan Giambelluca Notas bibliográficas: la situación argentina a través de un informe de la CEPAL Documentos: Nuevo Plan de Estudios de la Facultad de Ciencias Económicas

Año 1958 1958 1958 1958

Período Enero-Marzo Enero-Marzo Enero-Marzo Enero-Marzo

1958

Abril-Junio

1958

Abril-Junio

1958

Abril-Junio

1958 1958 1958 1958

Julio-Septiembre Julio-Septiembre Julio-Septiembre Julio-Septiembre

1958

Los economistas: lo que hacen y lo que deberían saber. Michael Albery Notas bibliográficas: Bibliografía económica argentina del año 1946. Análisis de la inflación en la Argentina. Marcelo G. Cañellas El equilibrio político económico del obrero. Eugenio A. Matocq Factores en el proceso de desarrollo agrícola. James H. Street Notas bibliográficas: El fin de un ciclo histórico en Argentina, de Luis Reissig. Documentos: El desarrollo industrial argentino durante la primera guerra mundial, de Guido Di Tella y Manuel Zymelman El saneamiento monetario y la financiación de las inversiones públicas y privadas. Adalbert Krieger Vasena Día del economista. José Barrau Las actividades agrarias y la industrialización. Manuel San Miguel La seguridad de los depósitos bancarios. Antonio Micele El cooperativismo y la vivienda en la República Argentina. Tomás Alberto Cánepa y Alvaro G. Varsi El crecimiento permanente de la deuda pública. Clemente Panzone Notas bibliográficas: Economía del dinero y la banca, de George N. Halm. Lecturas sobre política fiscal. Selección realizada bajo la dirección de Arthur Smithies y J. Keith Butters.

1959 1959 1959 1959 1959 1959 1959

OctubreDiciembre Enero-Marzo Enero-Marzo Abril-Junio Abril-Junio Abril-Junio Abril-Junio Abril-Junio

1959

Julio-Septiembre

1959 1959 1959 1959

Julio-Septiembre Julio-Septiembre Julio-Septiembre Julio-Septiembre

1959 1959

Julio-Septiembre Julio-Septiembre

Justicia social y liberalismo económico. Alfredo L. Palacios

1959

Desmovilización Económica. Eugenio Folcini

1959

La inflación en los países en desarrollo. James H. Street

1959

Una nueva teoría sobre el “dumping”. Leonardo Lowey

1959

La zona de libre comercio latinoamericano y sus problemas de pago. Florin Monoliu Sobre determinación estadística de la utilidad marginal. Fausto I. Toranzos

1960

OctubreDiciembre OctubreDiciembre OctubreDiciembre OctubreDiciembre Enero-Marzo

1960

Enero-Marzo

109

El empresario en la obra de Joseph Alois Schumpeter. Eduardo Andrés Zalduendo Notas bibliográficas: Economía y espacio, de Claude Pensard Factores dinámicos de la zona latinoamericana de libre comercio. Manuel San Miguel. Prolegomenos a un desarrollo acelerado de la economía latinoamericana. Florin Monoliu Primeras tratativas tendientes a concertar empréstitos en el exterior. Alfredo Estévez y Oscar Horacio Elía Significación del trigo en el desarrollo argentino. James R. Scobie

1960

Enero-Marzo

1960 1960

Enero-Marzo Julio-Septiembre

1960

Análisis de la relación entre aumentos de salarios, producción y precios. Rolf Mantel Notas bibliográficas: La tierra y la economía mundial, Tratado general de geografía económica, dirigida por Rudolf Lütgens. Modelos de desarrollo industrial, de Hollis B. Chenery.

1960

Función del mercado de valores en una política de desarrollo económico. Rafael L. Ariza Notas sobre la evolución del régimen impositivo argentino. Enrique García Vazquez Dinámica de la población argentina. Lorenzo Dagnino Pastore A 25 años del instituto movilizador. Marcelo G. Cañellas Notas bibliográficas: Ingresos provenientes de la agricultura y el nivel de vida en las distintas etapas del desarrollo económico de los pueblos. Publicación de la FAO Documentos: Presentaciones marginales en las industrias manufactureras La tesorería y el oro en la presente política monetaria de los Estados Unidos. Andrés Viedma Observaciones sobre el régimen impositivo nacional. Enrique García Vazquez Factores y ciclos de crecimiento de la economía argentina. Pedro N. Almonacid Documentos: Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos. Depreciación de la moneda Fuente argentina en el impuesto a los réditos. Enrique Jorge Reig Cambios en la estructura del comercio exterior argentino. Estudio de un caso. José María Dagnino Pastore La liquidez bancaria y los programas de desarrollo. Antonio Micele Acerca de las profesiones en ciencias económicas. Carlos Luis García Notas bibliográficas: “Tendencias y políticas de inversión, 1950-1960”, Publicación de la ONU Examen crítico de la actual situación económica del país, en el aspecto relacionado con la estabilidad monetaria y la producción. Conferencias pronunciadas por: Dr. Carlos Moyano Llerena, Ing. Francisco García Olano, Dr. Manuel San Miguel, Dr. Leopoldo Portnoy, Dr. Federico Pinedo, Dr. Adalbert Krieger Vasena.

1961

OctubreDiciembre OctubreDiciembre OctubreDiciembre OctubreDiciembre OctubreDiciembre OctubreDiciembre Enero-Marzo

1961

Enero-Marzo

1961 1961 1961

Enero-Marzo Enero-Marzo Enero-Marzo

1961 1961

Enero-Marzo Abril-Junio

1961 1961 1961

Abril-Junio Abril-Junio Abril-Junio

1961 1961

Julio-Septiembre Julio-Septiembre

1961 1961 1961

Julio-Septiembre Julio-Septiembre Julio-Septiembre

1961

OctubreDiciembre OctubreDiciembre

Evaluación de la eficiencia de las empresas. Candido O. Pietragalla Posibles soluciones para problemas de administración tributaria en países en desarrollo. Zelev Sharef Notas bibliográficas: Banco Interamericano de Desarrollo – sus antecedentes y creación, de Juio Broide Primeras jornadas anuales de economía

1962 1962

Enero-Junio Enero-Junio

1962

Enero-Junio

1962

Julio-Diciembre

110

1960 1960

1960 1960

1961

Discurso inaugural. Honorio Passalacqua Equilibrio monetario y ajuste internacional. Julio H. G. Olivera Modelo lineal de expansión económica equilibrada. Fausto I. Toranzos Contribución de la Alianza para el Progreso en el desarrollo económico y social de América Latina. Manuel San Miguel Consideraciones sobre la función de las exportaciones en la economía argentina. Leopoldo Portnoy Revaluación de la división internacional del trabajo. Guido Di Tella Economía y competencia. Aníbal Pereira Torres Dinámica de la distribución del ingreso. Julio H. G. Olivera La estructuración de la Empresa en base a “áreas de interés dominante”. Vicente L. Perel Reconsideración de la teoría ricardiana del crecimiento. Miguel Sidrauski y Héctor L. Diéguez Reflexiones acerca de algunas resistencias al desarrollo de la economía latinoamericana. Florin Manoliu Hacia una intensificación de la cooperación interbancaria. Antonio Micele Los problemas de Latinoamérica desde una perspectiva brasileña. Celso Furtado Comercialización. Su futuro en Argentina. Vergil D. Reed La actualidad financiera y el desarrollo económico. Pedro José Pinillos Inflación institucional. Luis B. Mey Costos para la determinación de precios. Alberto O. López Gaffney La registración del compromiso cumplimentado en la contabilidad del Estado. –Coordinación entre la contabilidad de presupuesto y la contabilidad patrimonial. Juan Angel Ré

1962 1962 1962 1962

Julio-Diciembre Julio-Diciembre Julio-Diciembre Julio-Diciembre

1962

Julio-Diciembre

1962 1962 1962 1962

Julio-Diciembre Julio-Diciembre Julio-Diciembre Julio-Diciembre

1962

Julio-Diciembre

1962

Julio-Diciembre

1962 1963

Julio-Diciembre Enero-Junio

1963 1963 1963 1963 1963

Enero-Junio Enero-Junio Enero-Junio Enero-Junio Enero-Junio

Revista de Ciencias Económicas. Su cincuenternario Facultad de Ciencias Económicas: sus bodas de oro. Lorenzo Dagnino Pastore Acto conmemorativo del cincuentenario de la Facultad de Ciencias Económicas. Discurso del Dr. Honorio S. Passalacqua, Discurso del Dr. Julio H. G. Olivera Principios fundamentales de la división del trabajo (reproducción). José Barral Souto Fuente: elaboración propia en base al índices de la RCE entre 1958 y 1963

1963 1963 1963

Julio-Diciembre Julio-Diciembre Julio-Diciembre

1963

Julio-Diciembre

111

B. Publicaciones del espacio economicista Los párrafos que siguen apuntan a explicar casos de estos estilos identificados en el espacio economicista. A pesar de que no pretenden resumir todo lo publicado sobre la temática, se considera una aproximación a hechos estilizados del tratamiento de revistas académicas en los medios condicionantes. 1) La reflexión sobre la historia de alguna revista: Arrow y otros (2011) producen una selección de artículos publicados por AER en sus primeros 100 años basados en criterios de relevancia e influencia que tuvieron esos textos en los economistas profesionales. Cobran importancia los nombres (muchos de ellos premios en honor a Alfred Nobel) y el conteo de citaciones. Stiglitz (2012) y Pressman (2013) cuentan la historia como fundadores del JEP y ROPE respectivamente, teniendo presente el mercado de journals con el que compiten sus editoriales, desde una perspectiva personalista. Mientras que Coats (1969) orienta su análisis al perfil de textos publicados, autores y contexto institucional del AER. 2) El estudio de tendencias en las publicaciones junto al impacto de las ideas expresadas: se encuentran los estudios sobre tendencias. Allí Coats (1971) realizó uno de los primeros trabajos en esta línea al mostrar los cambios en el modo de hacer aportes científicos y la necesidad de encontrar esos cambios en los journals a partir de la década de 1950. Si bien el autor realizó sus estudios mediante intensidad de uso de ciertos artículos, lamentó que al momento no existieran indexaciones para el estudio de la sociología de la economía (como posteriormente será el SCI). Otra influyente publicación de Liebowitz y Palmer (1984) examinó el impacto de los principales journals a nivel mundial mediante el Science Citation Index, señalaron un corto estado del arte en la cuestión de dichas mediaciones y sus resultados mostraron un mercado de ideas concentrado en escasas publicaciones norteamericanas y británicas. Por otro lado, Figlio (1994) estudió rangos de journals acorde a su calidad (basada a su vez en sus citaciones, prestigio e afiliaciones institucionales). El autor reveló diferentes enfoques para evaluar de los primeros diez journals de mayor calidad95. Similares criterios de éxito utilizaron los trabajos de Laband (1990) y Kim, Morse

95

Hay que resaltar que el ranking de journals tiende a ser relativamente estable entre los trabajos que los estudian, principalmente por el uso de la base de datos Social Science Citation Index como su medida de éxito. 112

y Zingales (2006) basados en rankings y citaciones, estos últimos, estudiando que interesa a la economía desde 1970. Los trabajos de Eagly (1975) y de Pieters y Baumgartner (2002), a diferencia de los trabajos anteriores, usaron las citaciones para conocer el impacto y la comunicación existente entre los diferentes journals, diferentes temáticas y disciplinas (economía, psicología, etc.) respectivamente. Pretendieron entender el grado de multidisciplinariedad en las publicaciones económicas, siempre circunscripto al dominio de un grupo cerrado y pequeño -aunque concentrado- de journals. En el primer caso, el uso de citaciones le valió al autor para identificar centros y periferias en la prducción y difusión del conocimiento. El útimo trabajo estudiado sobre este estilo corresponde a Card y DellaVigna (2013) cuyo propósito fue estudiar grandes tendencias de los primeros cinco journals en los últimos cuarenta años, además del impacto de citaciones, indagaron sobre ciertas reglas editoriales de publicación a través de tiempo. 3) El análisis de cuestiones editoriales: son aun más comunes y corresponden a diversas preocupaciones editoriales, en nuestro trabajo, asociadas al hacer Economía Política. Day (1989) concentró su atención en la audiencia de las publicaciones, al reflexionar sobre el trabajo de los editores, los roles de las revistas y libros en la profesión de economista e identificando elites en la publicación que mantuvieron barreras de entrada en el mercado de ideas o, mejor dicho, en el mercado de reputaciones. Las ideas, dijo, fueron primeramente publicadas en journals y luego formaron parte de los libros. De este modo, la inserción profesional, vía la actualización de conocimiento, quedó asociada directamete a la lectura de revistas. Otros trabajos estudiaron por un lado, los problemas e los procesos de recolección, edición, publicación de artículos (Trivedi 1993), aspectos de formación de precios y fallas de competencia en el mercado de revistas acaémicas (Edlin y Rubinfeld 2005) o la revisón de las nuevas formas de difusión de conocimiento (Ekwurzel y McMillan 2001).

Puede consultarse una crítica de dicha base de datos en Klein y Chiang (2004) y una crítica del uso de citaciones para medir lo relevante en Lee (2009). 113

C. Articulistas Almonacid, Pedro. Participó poco de la RCE, solamente dos artículos entre la tercera y la cuarta época. Sin embargo contribuyó a la biblioteca de la FCE-UBA con los siguientes títulos: Ciclos de crecimiento e integración económica, La moneda y el proceso económico, Política económica y crecimiento económico (selección de artículos) y Política monetaria y fiscal. Escribió en REA junto al sanitarista Ramón Carrillo en 1941 Aspectos de la vida económica y social de Santiago del Estero. Publicó en Hechos e Ideas entre 1949 y 1953 (emprendimiento cultural de origen peronista) los siguientes títulos: Reflexiones sobre la reconstrucción de las teorías económicas marxistas y capitalistas, Aspectos dinámicos de la unidad económica familiar en el Plan Económico 1952, Necesidad de forjar una nueva política económica internacional, El problema de la equidad entre la agricultura y la industria, Problemas económicos internacionales de actualidad, Conformación internacional de la agricultura y la planificación económica en la actual posguerra. La planificación económica en un mundo cambiante: referencia especial a la agricultura. Participó de la revista Estímulo y defensa que fue el instrumento de difusión de las ideas que pregonaron los docentes nucleados en la Sociedad Magisterio Santiagueño. Dirigió la revista Sarmiento (1911) nacionalista y católica y colaboró con numerosas revistas dedicadas a la educación. Hacia 1968 publicó en Revista de la Unión Industrial bajo el título Cuencas fluviales sudamericanas como unidades de integración regional. En 1969 en la Revista de Economía escribió Los dos pilares del análisis económico: labor de los economistas. En 1973 publicó junto a Nicolás Boscovich el Proyecto para la integración regional: canalización del Bermejo geopolítica argentina en el cono Sur. Cañellas, Marcelo Ginés. Tuvo una gran participación en la revista y en la vida de la FCEUBA. Escribió 9 artículos para RCE, tres de ellos entre 1938 y 1947 y el resto entre 1958 y 1963, este último año una reseña de la vida en la FCE bajo el título Laudator Temporis Acti (alguien que añora el tiempo pasado). Fue miembro de ANCE a partir de 1968 también presidió dicha institución. Dagnino Pastore, José María. Nació en 1933. En 1953 se recibió de Contador Público Nacional y al año siguiente obtuvo su doctorado en Ciencias Económicas en la UNLP. En 1961 obtuvo su Master en Economía en la Universidad de California y en 1963 su PhD. in Economics por la Universidad de Harvard. Fue docente en la UNLP, UBA, Harvard y UCA (también decano). Dirigió el ITDT y FIEL. Fue Secretario de la CONADE, Ministro de Economía de la Provincia Buenos Aires, dos veces Ministro de Economía de la Nación (Onganía y Bignone), Embajador en Europa, Gobernador del BID, BM y FMI. Fundador, Asesor, Director y Presidente de diversos bancos y empresas. Fue miembro de ANCE, a partir de 1994, presidió esa institución. Miembro del Diálogo Interamericano, de Comités Ejecutivos, del CARI, de la Fundación Bolsa de Comercio de Buenos Aires. Miembro de Consejos: FIEL e IAEF. Su padre, Lorenzo Dagnino Pastore, fue director de la RCE (19381939 y 1960-1963) a la que contribuyó con 12 artículos entre 1935 y 1963. Fundador y presidente de la Academia de Geografía y miembro de ANCE a partir de 1966, también como su hijo, presidió dicha institución.

114

Di Tella, Guido. Hijo del industrial Torcuato Di Tella. En 1955 se recibió de ingeniero industrial y en 1958 fue el primer doctorado argentino en economía del MIT. En 1961 concursó el cargo de profesor titular de Crecimiento Económico en FCE-UBA y fue director del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales en esa facultad cuando Olivera se convirtió en rector. También fue docente en la Universidad Católica Argentina y en el Saint Antony’s College de la Universidad de Oxford. Desarrolló La estrategia del desarrollo indirecto, artículo que publicó en 1969 en la revista DE y que se debatió en ese proyecto editorial. Diéguez, Héctor Luis. Nació en 1928, egresó de una escuela industrial y en 1959 luego de varios intentos ingresó en la nueva carrera de economía, plan “E”. Fue el primer licenciado en Economía en la UBA de aquel plan y allí trabajó en el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales con Julio H. G. Olivera como director y Miguel Sidrauski de compañero. El trabajo que publicaron juntos en la RCE fue fruto de aquel período. Publicó en el Economic Survey de Katz. Fue asesor en la Federación de Empleados de Comercio y en 1963 fue profesor del Instituto Argentino de Educación Sindical y Cooperativa. Se fue becado a Harvard por la UBA y a su regreso en 1967 esa universidad no lo absorbió, aunque lo hizo el CIE-ITDT. Fue profesor en la UNLP entre los años 1968 y 1976 y allí dirigió su Instituto de Investigaciones Económicas FCE-UNLP. Trabajó como subsecretario de la CONADE entre 1968-1971 con J.M. Dagnino Pastore y Eduardo Zalduendo. Fue funcionario del Ministerio de Economía durante la gestión de Cafiero en 1975/6. Durante los años 80 se vinculó al Banco Mundial y al BID y trabajó como consultor de algunas dependencias del Estado argentino. Sus trabajos se dedicaron principalmente a temas de finanzas públicas. Dieulefait, Carlos Eugenio. Nació en 1901. En 1922 se recibió de agrimensor en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional del Litoral y en 1927 comenzó a enseñar Estadística en la FCE-UBA. En 1930 se creó el Gabinete de Estadística (convertido en 1932 en Instituto de Estadística) bajo su dirección. Miembro del Instituto Internacional de Estadística (ISI), de la Sociedad de Estadística de París, de la Real Sociedad de Estadística de Londres y del Instituto de Estadística Matemática de los Estados Unidos. Fue director nacional de Investigaciones Estadísticas y Censos en 1946 y posteriormente presidió la Comisión de Educación Estadística Interamericana. Hasta 1947 había participado con 7 artículos en la RCE. En 1948, creó la primera carrera de Estadístico-Matemático de América Latina. Al igual que Julio Olivera, tiene un currículo extenso que se sugiere consultar más allá de las notas aquí expuestas. Furtado, Celso. Estudió Derecho en Río de Janeiro (1944) y se doctoró en Economía en la Universidad de París (1948). En 1949 fue a Chile para trabajar CEPAL junto a Prebisch. Se alejó de aquella institución en 1958 para ser nombrado director del Banco Brasileño de Desarrollo Económico y Social (BNDES) donde se ocupó de los problemas de subdesarrollo del nordeste brasileño. Entre 1962 y 1963 fue Ministro de Planificación del Brasil. El golpe de Estado a João Goulart en 1964 provocó su radicación en el exterior donde trabajó como docente en las universidades de Yale, Cambridge y París. Fue Embajador de Brasil en la Unión Europea (1985-86), Ministro de Cultura de Brasil (1986-90) y Trabajó en la Comisión de Cultura y Desarrollo de la UNESCO. Sin dudas fue uno de los teóricos del estructuralismo y la dependencia más importantes, entre sus obras se destacan: Formación económica del

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Brasil (1959), Desarrollo y subdesarrollo (1961), Teoría y política del desarrollo económico (1967), El poder económico: Estados Unidos y América Latina (1971), El mito del desarrollo económico y el futuro del Tercer Mundo (1974) y La nueva dependencia: Deuda externa y Monetarismo (1982). García Olano, Francisco. Fue proyectista (1931-1938) y director de obras en las actuales líneas C y D de los subterráneos de Buenos Aires. Se dedicó durante los primeros años a la Ingeniería Estructural. En 1946 fue elegido Académico Titular de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Publicó en la revista del Instituto Bunge (1944-1949) y estudió y trabajó con Raúl Prebisch. Fue uno de los fundadores de la AAEP en 1957. Desde 1958 formó parte del Consejo de Administración que daría inicio a la UCA donde trabajó en temas de economía. Entre 1961 y 1962 fue director del Departamento de Economía, Organización y Legal de la Facultad de Ingeniería de la UBA. Desde 1964 a 1969 formó parte de la Comisión Internacional Asesora de Naciones Unidas para la Aplicación de la Ciencia y la Tecnología al Desarrollo. Sólo contribuyó con una conferencia en la RCE. Krieger Vasena, Adalbert. Nació en 1920 estudió y se graduó de Contador Público Nacional y Doctor en Ciencias Económicas en la UBA. En 1956 tramitó el ingreso de Argentina al FMI. Fue Ministro de Hacienda de la Nación entre 1957 y 1958 durante el gobierno de facto de Pedro Eugenio Aramburu y Ministro de Economía y Trabajo entre 1967 y 1969 durante el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía. Miembro de ANCE a partir de 1961 (presidió dicha institución). Contribuyó a la RCE con cuatro artículos entre 1938 y 1963. Se desempeñó como Vicepresidente Ejecutivo para América Latina del Banco Mundial entre 1973 y 1978. Desde 1984 fue Consejero del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales y desde 1987 Consejero de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL). Miembro del Consejo Directivo del Centro Internacional para el Desarrollo Económico (CINDE), desde 1987. Manoliu, Florín. Nació en Rumania, en 1927 se graduó en Derecho y siguió estudiando en París. En los años 30 fue asistente de Mihail Manoilescu en Bucarest y trabajó en la administración pública rumana hasta 1943. Fue designado como consejero económico de la embajada de Rumania en Suiza. Llegó a Buenos Aires alejándose del comunismo. Se naturalizó argentino en 1951, fue vicerrector de la UNS donde estuvo al frente de la cátedra de Economía Internacional. No tiene registros de publicaciones en español antes de 1959. En la RCE publicó los tres artículos estudiados en esta tesis. Mantel, Rolf Ricardo. Nació en 1934 (-1999). Participó seminarios que daba Julio Olivera FCE-UBA. Se graduó allí en 1961 y en la Universidad de Yale en 1966. A su regreso fue Investigador Jefe del CIE al ITDT. En los años 60 se desempeñó como Profesor Titular de Teoría Monetaria y Economía Matemática en la UCA y en 1969 ingresa a la FCE-UBA como profesor titular de Teoría de la Política Económica. Fue Investigador Asociado del Departamento de Economía de la Universidad de Chicago, Profesor Titular Visitante de la Cowles Foundation de la Universidad de Yale, Profesor Titular Visitante del Departamento de Economía de la Universidad de Northwestern, Profesor Titular Visitante de la Universidad de Harvard y Visiting Research Fellow en el Instituto Weizmann de Israel. En 1971 se desempeñó como Consejero de la Secretaría de Estado del CONADE. En 1974 fue nombrado

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Investigador de Carrera en CONICET y trabajó en la Secretaría de Estado de Ciencia y Técnica. Presidió la AAEP entre 1980 y 1982. Miembro de ANCE a partir de 1983. Publicó algunos sus trabajos Desarrollo Económico, El Trimestre Económico, International Economic Review y Econometrica, además de tres artículos en la RCE entre 1958 y 1979. Mey, Luis Bernardo. Se recibió de Contador Público Nacional en la FCE-UBA en 1940 y en 1942 se doctoró en Ciencias Económicas con su trabajo titulado Ley alemana de sociedades por acciones y sociedades en comandita por acciones del 30 de enero de 1937. Fue becado por la universidad para especializarse en Control y Relaciones Públicas en los Negocios en la Universidad de Columbia. Se desempeñó como subsecretario de Hacienda entre 1966 y 1967, director ejecutivo del Banco Mundial, decano de la FCE-UBA en 1968, Ministro de Hacienda de la provincia de Buenos Aires en 1969. Trabajó como director del BCRA y en 1983 fue designado su vicepresidente. También se desempeñó como directivo de varias empresas privadas (Kreke, Bioden, Cosmos Compañía Argentina de Seguros, Manufactura General del Corcho, Santiquin, Pilotes Fraki y de Stein SA, etc.). Tuvo una sola contribución a la RCE. Micele, Antonio. Fue Dr. en Ciencias Económicas y Presidente del Banco Central entre el 30 de junio de 1966 y el 26 de julio de 1966 durante el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía y Jorge Salimei en el Ministerio. Ocupó nuevamente el cargo entre el 3 de noviembre de 1966 y el 15 de diciembre de 1966. Publicó 8 artículos en la RCE (uno de ellos entre 1913 y 1937, otros dos entre 1938 y 1947 y el resto entre 1958 y 1963). Moyano Llerena, Carlos. Nació en Córdoba en 1914. Estudió derecho en la UBA. Realizó mediante una beca, estudios de posgrado en Oxford entre 1937 y 1939. Formó parte del Grupo Bunge en torno a la Revista de Economía Argentina. Entre 1940 y 1952 trabajó como economista en el Ministerio de Agricultura, el Banco Industrial y el Ministerio de Finanzas. Entre los años 1947 y 1958 fue profesor de Economía de la Facultad de Derecho de la UBA y UCA, donde participó de creación de la creación de la carrera de Economía. Fundó y editó la revista PEA y fue uno de los fundadores de la AAEP en 1957. Miembro de ANCE a partir de 1963 y Ministro de Economía en 1970. Fundó y dirigió el Centro de Estudios de la Sociedad Industrial donde se publicó desde 1982 la revista Valores. Llerena además, tuvo dos contribuciones en la RCE previas a 1947. Olivera, Julio Hipólito Guillermo. Tiene uno de los currículos más complejos de presentar por su extensión. Aquí solo se exponen datos relevantes a esta tesis. Nació en 1929 se graduó de Doctor en Derecho y Ciencias Sociales en la UBA. Es Profesor Titular Emérito de la FCEUBA. Fue uno de los fundadores de la AAEP en 1957 y su presidente hasta 1968. Miembro de ANCE a partir de 1963. Dirigió el departamento de investigaciones económicas del BCRA y el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la FCE-UBA, donde también se desempeñó tempranamente como profesor de la asignatura Historia del Pensamiento Económico, Teoría Económica y Dinero, Crédito y Bancos. Si bien sus aportes teóricos a la inflación no monetaria se vinculan al estructuralismo y se desempeñó como asesor de CEPAL, no perteneció al núcleo de aquel movimiento. Un estudio teórico y político de sus contribuciones probablemente concluiría que sus enfoques son distintos. Fue Ministro de Asuntos Económicos de la Provincia de San Luis, Subgerente General del BCRA y Secretario

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de Ciencia y Tecnología de la Nación. Además de participar como selector de potenciales premios Nobel fue él mismo propuesto para dicho premio en los años 2000 y 2004. Es uno de los pocos economistas argentinos que tiene contribuciones frecuentes en distintas partes del planeta. Participó activamente de la RCE escribiendo nueve artículos entre 1948 y 1979. Panzone, Clemente. Fue uno de los economistas de la CONADE en 1964. Junto a Julio Berlinski, Faustino González, y Jacobo Rabinovich publicó conjuntamente en DE e Investigación Económica en 1965 el trabajo titulado Metodología de las proyecciones del plan de desarrollo. Su única contribución en la RCE es la contemplada aquí. En 1963 publicó el resultado de sus estudios doctorales en la UBA bajo el título Aspectos teóricos de una política de inversiones para los países subdesarrollados que publicó bajo el título de Ensayo sobre modelos de planeamiento en 1966 en El Trimestre Económico donde agradeció los comentarios de Julio H. G. Olivera. En el mismo proyecto editorial aparecen otras dos contribuciones en 1967, Algunos indicadores agrícolas y sus posibilidades de utilización y en 1976 Análisis de las proyecciones sectoriales en la planificación. Fue profesor de la FCEUBA. Perteneció al CIE-ITDT dirigido por Julio Federico Herschel en 1961. Pinedo, Federico (1895-1971). Fue abogado y político. Se afilió tempranamente al Partido Socialista. Fue Ministro de Hacienda en el gobierno de facto Agustín P. Justo durante la llamada Década Infame, Ministro de Hacienda (1940-1941) durante el gobierno de Roberto M. Ortiz y Ministro de Economía el en el gobierno de facto de José María Guido entre 1962 y 1963. Fue uno de los fundadores de la AAEP en 1957 y miembro de ANCE a partir de 1956. Tuvo una sola contribución en la RCE. Pinillos Suárez, Pedro José. Entre otros trabajos publicó Cámara Oficial de Comercio: beneficios económicos derivados a incrementar el turismo (1959), Urbanización y comercio en Madrid (1969), Antecedentes históricos de la agencia de publicidad como empresa moderna (1978-lección magistral en la Sesión Académica de Instituto Nacional de Publicidad de España en Madrid), Problemática financiera de las empresas informativas (1981). En 1982 fue nombrado en 1982 Profesor agregado de Empresa Informativa de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Portnoy, Leopoldo (1918-1997). Se recibió de Contador público y Doctor en Ciencias Económicas en la FCE-UBA donde también fue docente de Sistemas Económicos Comparados y titular de la cátedra de Economía Urbana. Se desempeñó allí como decano de la FCE-UBA 1986 y 1994. Entre 1977 y 1979 fue vicepresidente del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad de Buenos Aires también fue Vicepresidente del Banco Central durante la presidencia de Alfonsín. Entre 1962 y 1964 publicó artículos en DE y participó con 7 artículos en la RCE entre 1958 y 1979. Publicó, entre otros los libros Análisis crítico de la economía argentina, Fondo de Cultura Económica (1961) y Vilfredo Pareto, Centro Editor de América Latina (1967). San Miguel, Manuel. Reemplazó a Norberto González tras su renuncia a la dirección del Departamento de Economía de la FCE-UBA en 1962. Como José María Dagnino Pastore, fue titular de la CONADE en 1963, año en que se volvió miembro de ANCE. En la primera

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década del siglo XXI fue nombrado Profesor Titular Consulto de la FCE-UBA para Sistemas Económicos. Sus mayores contribuciones a la RCE las tuvo entre 1958 y 1963. Sidrauski, Miguel. Nació en Buenos Aires en 1939, estudió economía en la FCE-UBA en el nuevo plan “E” de 1959 y mientras estudiaba, en 1962, formó parte del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales. Se fue becado a la Universidad de Chicago en 1963, volvió en 1965 para trabajar en el CIE del ITDT allí escribió un trabajo que publicó en EC titulado Devaluación, inflación y desempleo. Publicó varios trabajos en el extranjero aunque la única participación en la RCE fue la citada en esta tesis. En 1966 terminó su tesis doctoral bajo la dirección de Hirofumi Uzawa sobre la Elección racional y tipos de crecimiento en una economía monetaria. Comenzó ese año a trabajar de profesor en el MIT. En 1968 falleció en Boston a los 28 años de edad. Street, H. James. Obtuvo su PhD. en Economía por la Universidad de Pennsylvania en 1953. Perteneció al departamento de economía de la Universidad Rutgers donde fue nombrado Profesor Emérito y se especializó en temas de agricultura, historia americana y sociología rural. Trabajó en México y Paraguay y se acercó al estructuralismo latinoamericano tempranamente. Fue un miembro activo de la Association for Evolutionary Economics (AFEE). En 1987 fue premiado con el Veblen-Commons Award otorgado a los aportes desde la economía institucionalista. Toranzos, Fausto. Doctor en Ciencias Físicomatemáticas. Nació en Catamarca en 1908. Cursó estudios en la Universidad Nacional de La Plata (1928-1931). Fue profesor en el Instituto del Profesorado de la Universidad Nacional de Cuyo y director del mismo durante los años 1940-41. Recibió el Tercer Premio Nacional de la Sección Matemáticas, correspondiente al trienio 1959-61 por su obra Cuatro trabajos originales sobre matemáticas aplicada a la economía.

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D. Entrevistados Ferrer, Aldo. Nació en Buenos Aires en 1927, estudió para Contador Público en la FCEUBA y allí se recibió con su tesis doctoral sobre el Estado y el desarrollo económico en 1953, donde es actualmente reconocido como Profesor Emérito. Fue Ministro de Economía y Hacienda de la Provincia de Buenos Aires entre 1958 y 1960, Ministro de Obras y Servicios Públicos en 1970 y Ministro de Economía y Trabajo de la Nación en 1970 y 1971 durante los gobiernos de facto de Roberto M. Levingston y Alejandro A. Lanusse. Fue uno de los fundadores de la AAEP en 1957, miembro de la ANCE a partir de 1968 y se desempeñó como primer Secretario Ejecutivo de CLACSO entre 1967 y 1970. También ocupó la presidencia del Banco de la Provincia de Buenos Aires entre 1983 y 1987 y de la CNEA. Es co-fundador del IDES y del Grupo Fénix. Y autor de numerosos artículos y libros. Su contribución a la RCE se resume a un artículo publicado en 1978 bajo el título de El corto plazo en la crisis económica actual. Gak, Abraham. Nació en Buenos Aires en 1929, estudió para Contador Público Nacional en la FCE-UBA recibiéndose en 1954. Estuvo vinculado a la gestión en la Universidad de Buenos Aires durante toda su vida (incluso en la actualidad). Fue Presidente del Colegio de Graduados en Ciencias Económicas entre 1971 y 1974 período en que dirigió la RCE. Fue fundador y director de varias revistas, entre ellas OIKOS, ENOIKOS, Encrucijadas, VOCES, etc. Fundó en el año 2001 (junto a Aldo Ferrer, Norberto González, Eduardo Basualdo y Arturo O'Connell, entre otros nombrados en este trabajo) el Plan Fénix, cuyo órgano de difusión en la actualidad es la revista que dirige llamada Voces en el Fénix. Su trabajo en la revista fue de gestión no registra en la RCE más que una apertura de sesiones de las cuartas jornadas tributarias en 1974. González, Norberto. Nació en 1925 se recibió en la UBA de Contador Público Nacional en 1948 y de Doctor en Ciencias Económicas en 1960. Se fue becado a estudiar a la London School of Economics donde recibió el título de Master of Science. Fue Director del Departamento de Economía de la UBA y, entre otras cosas, presidió la Junta de Planificación de la Provincia de Buenos Aires entre 1958 y 1960 y dirigió el programa de cooperación de graduados e intercambio de profesores entre la UBA y las universidades de Cambridge y Oxford. Fue miembro del Consejo Directivo del CIE-ITDT. Trabajó en la CEPAL entre 1962 y 1987, ocupó el cargo de Director de Investigaciones del ILPES y ejerció como Director de la División de Comercio de la CEPAL. En 1985 fue miembro del Comité de Desarrollo Económico y de la Junta de Asesores de Pensamiento Iberoamericano. Publicó una contribución en la RCE en el año 1955 titulada La política de ventas de los monopolios y la elasticidad de la demanda. Neffa, Julio César. Nació en Buenos Aires en 1936, en 1965 se recibió de Licenciado en Economía Política en la FCE-UBA. Allí participó como estudiante del Departamento de Economía que dirigió Norberto González en 1962. Obtuvo el Diplomado de l´Ecole Nationale d´Administration (ENA) de Francia, el Diploma del Tercer Ciclo del Institut d´Etudes du Développement Economique et Social (IEDES) Universidad de París I y se doctoró en Sciences Sociales du Travail (especialidad Economía) en la Universidad de París I. Es profesor consulto de la UNLP, Profesor Honorario de la UBA e investigador Superior del CONICET en el CEIL. Trabajó como docente en variadas universidades de Argentina. Es uno de los exponentes locales de la Teoría de la Regulación Francesa.

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O'Connell, Arturo Alfredo. Es licenciado en Ciencias Matemáticas (UBA), cursó estudios de Doctorado en Economía Política en Cambridge (Inglaterra). Fue co-director del Centro de Economía Internacional (CEI) en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina de 1989 a 1999. Es especialista en instituciones financieras, sistemas monetarios y desarrollo económico. Fue secretario general en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y director del Master en Integración de la UBA. Profesor de la Universidad de Bologna, representación en Buenos Aires, en el master de Relaciones Internacionales Europa-América Latina y en los módulos Jean Monnet sobre Integración europea. Fue asesor de la Presidencia del Banco Central de la República Argentina. No tuvo participación en la RCE. Teubal, Miguel. Estudió el grado y posgrado en Economía en la Universidad de California, Berkeley. Se doctoró luego en Economía Agraria. Llegó a la Argentina a principios de los 60, participó del seminario sobre Desarrollo Económico que dictaba informalmente Julio Olivera. Posteriormente encontró su lugar en un curso de Historia del Pensamiento Económico en la FCE-UBA (la otra comisión pertenecía a Rosa Cusminsky). Trabajó en el CIE sobre temas de integración regional y realizó en la época contribuciones al CIE-ITDT. Es Profesor Consulto e Investigador Superior del CONICET. Fue profesor Titular de Economía Agraria en la Facultad de Ciencias Económicas y de Economía II de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, Miembro Titular del Instituto de Investigaciones Económicas, Profesor Consulto y Profesor en Doctorado de la UBA. Ex-miembro del Transnational Institute de Amsterdam.

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