En el centenario de la Independencia

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Descripción

Barinas en la IndependenciaH

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Inauguración de la Plaza Bolívar de Barinas el 6 de julio de 1911. Colección: Archivo Digital Fhenavril.

En el centenario

de la Independencia Para 1911, la fisonomía que presentaba la historia Barinas era muy semejante o igual a la que ofrecía en 1900. Sin embargo, unas trascendentales efemérides iban en cierto modo a impartirle alegría al rostro de la decadente y desolada ciudad, que en nada recordaba el relativo esplendor que tuvo en las postrimerías del dominio de España. Venezuela entera se aprestaba en 1911 a celebrar el primer siglo de haberse declarado la independencia.

HACIENDO MEMORIA. Nº 5. BARINAS, SEP-OCT. 2012. ISSN: 2343-6026

Autor Virgilio Tosta

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Barinas no podía quedar fuera de aquel acontecimiento de carácter nacional.Un número extraordinario de “El Renacimiento”, periódico barinés que se editaba en la imprenta municipal, nos dejo el testimonio de los actos que se realizaron durante aquellas efemérides. El 3 de julio se iniciaron los festejos. Muy de mañana, “la banda de música” hizo a los barineses “el generoso obsequio de un agradable despertar”, al recorrer las calles de la población lanzando al aire diversas melodías. La ciudad estaba engalanada con numerosos arcos.

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Fueron levantados templetes. Al mediodía del 4 de julio, las casas empezaron a lucir los colores del pabellón nacional; y las calles, a semejanza de la plaza, se llenaron de nuevo con las armonías ejecutadas por dos bandas, la del día anterior y la marcial. No se hizo esperar en aquella ocasión la tradicional retreta. Los actos del significativo 5 de julio se iniciaron con un solemne Te Deum, oficiado por el presbítero Felipe Santiago Vidal, párroco de Barinitas. A él asistieron numerosas personas, encabezadas por el doctor Carlos Jiménez Rebolledo, Presidente del Estado Zamora.

Plaza 5 de Mayo de la ciudad de Barinas. Años 30. Colección: Archivo Digital Fhenavril.

“Concluidas las ceremonias religiosas, el primer magistrado, en compañía de los empleados públicos y de particulares, se dirigió a la Casa de Gobierno para continuar el programa de los festejos. Discurrió en nombre del Ejecutivo estatal el señor Tobías Quintana, Encargado de la Secretaria General de Gobierno. Después de hacer un elogio de los próceres barineses, el orador concluyo exaltando la figura del General Gómez, tirano de turno en una Venezuela que ha sido pródiga en autócratas. “voy a terminar –dijo- este pequeño discurso, señores; pero antes de hacerlo quiero aprovechar el momento para dedicar también el recuerdo al hombre que bajo su sabia administración ha tenido la fortuna de ver cumplirse la primera centuria de nuestra vida republicana, y que por esta feliz circunstancia, le ha tocado en suerte presenciar, como primer magistrado de la nación, el advenimiento del 5 de julio de 1911. Ese recuerdo, señores, es para el Benemérito General Juan Vicente Gómez, el del programa del 19 de diciembre, quien con su política de confraternidad, lleva a Venezuela, a pasos agigantados, hacia la cima de un porvenir de gloria y d prosperidad”.

No podía faltar en aquella oportunidad la palabra del doctor Jiménez Rebolledo. En uno de los párrafos de su discurso, dijo textualmente: “Con ciudadanos: la generación que el 5 de julio de 1811suscribió la Declaración de la Independencia de Venezuela, cumplió su deber creando y legándonos una patria. Las generaciones posteriores a aquellas no cumplieron el suyo, porque han dejado es patria poco menos que en estado primitivo, en vez de convertirla en Nación prospera, grande y fuerte. Cumplamos nosotros el nuestro, corrijamos los errores de nuestros padres, completemos la obra de los fundadores de la nacionalidad. Esa será la mejor ofrenda que podremos tributar a sus manes”. Una fuerte y continuada lluvia obligó a que algunos de los actos programados para aquel día fuesen suspendidos. Por la noche, muchos vecinos de la ciudad se dieron cita en la residencia del Presidente del Estado. Allí habló el padre Vidal” con su verbo florido y elocuente”. Lo mismo hizo el doctor Jiménez Rebolledo.

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L El General Isilio Febres Cordero. Colección: Archivo Digital Fhenavril.

El 6 de julio, la música tocada por la banda despertó de nuevo a la población. Al mediodía, hubo un banquete en la casa del primer magistrado estatal, donde, entre otros oradores, pronuncio hermosas palabras el General Benjamín Tapia Baldó. A las 3 de la tarde, empleados públicos y numerosos ciudadanos acudieron al palacio de gobierno, para llevar a cabo el paseo cívico previsto en el programa general. “Colocados en el orden debido la fuerza franca acantonada en la plaza, un número considerable de niños con el traje de los antiguos indígenas, un bellísimo grupo de señoritas, representando las naciones libertadas por Bolívar, honorables matronas, que representaban también la Madre Patria y la antigua Provincia de Barinas, los representantes del Distrito Federal y demás Estados de la unión, el consejo de gobierno, la Junta Directiva (del centenario) y demás empleados, se inició el paseo desfilando alrededor de la plaza…”. El Presidente del Estado declaró inaugurada la plaza Bolívar, y fue colocada la primera piedra del monumento al Padre de la Patria. En esta ceremonia pronuncio un discurso el General Isilio Febres Cordero, Presidente de la Junta Directiva del Centenario. De la plaza, el cortejo se dirigió hacia la calle Páez, para asistir a la inauguración del Palacio de Justicia Luego, el paseo cívico siguió por la calle del comercio hasta el Puente Patria y Unión. En este punto, se declararon inaugurados la carretera a Barinitas y los trabajos del citado puente, que sería dado al servicio del público el 28 de octubre. Aquí tomo la palabra el señor Luis Ramón López, para decir “un hermoso himno consagrado a la patria, al libertador, a la paz y a la Libertad”; y el joven Víctor García recito un poema. Por la noche, se efectuó una “velada artística”. Abrió este acto el ciudadano Presidente del Estado, a quien siguió el discurso del doctor Juan N.P. Monsant, orador de orden. Tobías Quintana leyó una “Página a Barinas”, original del doctor Monsant. La joven señora Mery de Rodríguez, que simboliza a la Madre Patria, “alumbró con su belleza y su verbo el ciclo de las dos épocas” de España, la antigua y la moderna. Luego se realizó “la jornada de las flores”, en la que las señoritas que representaban a Venezuela, Colombia y Ecuador rodearon de flores el busto del Libertador.

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Otro ángulo de la Plaza 5 de Mayo. Colección: Archivo Digital Fhenavril.

Después de las ofrendas florales y de un intervalo de 10 minutos, fue representado un juguete cómico “que tenía por asunto la vida inconforme de la raza abatida en el tiempo de la colonia por el pesado yugo de la esclavitud”. También hubo recital de versos y un monólogo. El joven Arturo Canales declamó un poema de Abelardo Gorrochotegui, dedicado a la bandera nacional. La señorita María Teresa Méndez recitó un monólogo. Clausuró la velada el General Febres Cordero. El 8 de julio hubo un baile de gala en la residencia del General Benjamín Tapia Baldó. Aquella noche la sociedad barinesa se entregó a las delicias de la danza. “Graves inconvenientes”, Según el lenguaje de una crónica de “El Renacimiento”, no permitieron la inauguración de la plaza 5 de Mayo, conforme se había resuelto. Esta obra del Concejo Municipal del Distrito Barinas fue inaugurada el 24 de julio de 1911, en la ocasión de cumplirse un nuevo aniversario del natalicio del Padre de la Patria. Fue construida en “la esquina norte” de la Plaza Bolívar, “con lucido embarandado” y un busto del Libertador sobre “una artística columna”. Durante el acto de inauguración y luego de las ofrendas florales de rigor, pronunció algunas palabras el bachiller Simón Jiménez, Presidente del

Ilustre Cuerpo Edilicio. El doctor Rafael Medina Jiménez, orador de orden, dijo, entre otras cosas, lo siguiente: “Nuestro LIBERTADOR es grande, repito, por sus virtudes cívicas. Admiremos e imitemos esas virtudes. Basta ya de cándida adoración para los héroes sanguinarios. No más arrodillamiento ante los caudillos vencedores. Cese, para no volver, nuestro imprudente entusiasmo por las glorias bélicas, entusiasmo propio de estados rudimentarios de cultura, entusiasmo que no ha conducido más de una vez a endiosar a selváticos soldados de almas primitivas, que en pago de nuestra humillación nos han aplicado un dogal al cuello, apretándolo hasta quitarnos el aliento”. Es posible que estas palabras hayan sido las últimas que se pronunciaron en Barinas, en acto público, en aquellos días dedicados a recordar los grandes hechos de los Padres de la Patria y a honrar la veneranda memoria del Libertador. Hacía poco tiempo que un nuevo caudillo, de “alma primitiva”, había aplicado al cuello de los venezolanos un dogal para ser apretado a lo largo de 27 años.

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FUENTE CONSULTADA TOSTA, Virgilio. Crónica de Barinas. Caracas, editorial Sucre, Tomo II, 1971, pp. 321-324.

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