En busca del tiempo en las calles y plazas de São Paulo

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Descripción

Vivir y pensar São Paulo y la Ciudad de México Trayectorias de investigación en diálogo

Ana Rosas Mantecón Fraya Frehse (coordinadoras)

Unidad Iztapalapa

Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa/División de Ciencias Sociales y Humanidades Departamento de Antropología

Juan Pablos Editor México, 2016

Vivir y pensar São Paulo y la Ciudad de México : trayectorias de investigación en diálogo / Ana Rosas Mantecón y Fraya Frehse, coordinadoras. - - Mé­ xico : Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Iztapalapa-División de Ciencias Sociales y Humanidades-Departamento de Antropología : Juan Pablos Editor, 2016 1a. edición 185 p. : ilustraciones ; 14 x 21 cm ISBN: 978-607-28-0853-9 UAM ISBN: 978-607-711-381-2 Juan Pablos Editor T. 1. Ciudades y pueblos - México - Ciudad de México T. 2. Ciudades y pueblos- Brasil - São Paulo T. 3. Urbanización - América Latina T. 4. Etnología - América Latina HT127.7 V58 Primera edición, 2016

VIVIR Y PENSAR SÃO PAULO Y LA CIUDAD DE MÉXICO. TRAYECTORIAS DE INVESTIGACIÓN EN DIÁLOGO

Ana Rosas Mantecón y Fraya Frehse (coordinadoras) Diseño de portada: Bermellón Edición e Imagen, S.A. de C.V. Daniel Domínguez Michael Imagen de portada: Canal de Cuemanco/Lago Huetzalin/ Viveros de Xochimilco Tulyehualco, de la Serie “Puntos Cardinales” Carlos Frank, 2005 Encáustica y óleo sobre macocel, 120 x 80 cms D.R. © 2016, Universidad Autónoma Metropolitana Prolongación Canal de Miramontes 3855 Ex Hacienda San Juan de Dios, Delegación Tlalpan, 14387, Ciudad de México

®

Unidad Iztapalapa/División de Ciencias Sociales y Humanidades/ Departamento de Antropología, Tel. (55) 5804 4763 / (55) 5804 4764 / Fax (55) 5804 4767 D.R. © 2016, Juan Pablos Editor, S.A. 2a. Cerrada de Belisario Domínguez 19, Col. del Carmen Del. Coyoacán, 04100, Ciudad de México ISBN: 978-607-28-0853-9 UAM ISBN: 978-607-711-381-2 Juan Pablos Editor Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada o transmitida, por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma y por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo y por escrito de los editores La presente publicación pasó por un proceso de dos dictámenes (doble ciego) de pares académicos avalados por el Consejo Editorial del Departamento de Antropología, que garantizan su calidad y pertinencia académica y científica

Impreso en México/Printed in Mexico Juan Pablos Editor es miembro de la Alianza de Editoriales Mexicanas Independientes (AEMI). Distribución: TintaRoja

Índice

Vivir y pensar São Paulo y la Ciudad de México: una introducción Ana Rosas Mantecón y Fraya Frehse9 São Paulo: metrópoli de la modernidad vacilante José de Souza Martins17 La Ciudad de México vista desde la periferia o la ingobernabilidad de la megalópolis Eduardo Nivón Bolán37 Investigaciones etnográficas y vivencias: una mirada sobre la ciudad de São Paulo Heitor Frúgoli Jr.61 Espacios públicos diferenciados en la Ciudad de México. Una mirada desde el lugar María Ana Portal83 En busca del tiempo en las calles y plazas de São Paulo Fraya Frehse109 Un siglo de ir al cine. Urbanidad y diferenciación social en la Ciudad de México Ana Rosas Mantecón135 São Paulo: de cerca (y de dentro) es otra ciudad José Guilherme Cantor Magnani159 [7]

En busca del tiempo en las calles y plazas de São Paulo* Fraya Frehse**

Teniendo en cuenta que, desde el inicio de mi carrera académica, vengo trabajando sobre todo aquello que de manera bastante general solemos sintetizar como usos de los espacios públicos urbanos, me parece evidente que, siendo el tema en cuestión aquí “espaços públicos”, es pertinente mostrarles lo que he descubierto sobre esa temática en referencia a São Paulo. De hecho, ése es mi objetivo, para que ampliemos aún más el abanico de interpretaciones con respecto a este asunto en las dos ciudades, São Paulo y Ciudad de México. Pero mi objetivo es más amplio. Considerando los propósitos de este libro, me gustaría aprovechar esta ocasión para relacionar mi trayectoria de investigación sobre tal temática con la propia ciudad de São Paulo; o mejor, con mi vida y mi trabajo en esa ciudad. La cues­ tión teórica de fondo es sobre cómo nuestra cotidianidad, la de nosotros, investigadores urbanos, en las ciudades en que habitamos, repercute en nuestras investigaciones sobre tales ciudades. ¿Será que el gusto personal, la posición política y una determinada socialización académica bastan para elucidar nuestras opciones teóricas y metodológicas? Evidentemente, no desmerezco tales aspectos, con los que también debo lidiar en el día a día de mi investigación. En particular, la preocupación social es crucial para la opción profesional por las ciencias sociales —como le gustaba recordar a Florestan Fernandes (1963:309), citando al sociólogo alemán Hans Freyer: “sólo ve algo sociológicamente quien quiere algo socialmente”.   * Traducción del portugués por Diego Molina y Martha Palacios Hernández. ** Departamento de Sociología, USP.

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El argumento aquí, sin embargo, sostiene que hay algo más en juego. Me refiero a inquietudes intelectuales que vienen de nuestro modo de vivir y trabajar en las ciudades sobre las cuales desarrollamos nuestras investigaciones. Son, de hecho, búsquedas teóricas forjadas también en lo que llamo de nuestra condición urbana en tales ciudades, si asumimos, con Henri Lefebvre ([1968] 2009:47; [1970] 2001, passim), lo “urbano” como referencia metodológica para pensar sobre las condiciones históricas que impregnan la vida cotidiana en la ciudad como un espacio que, al mismo tiempo, favorece y dificulta de manera privilegiada el encuentro y la simultaneidad de las diferencias que particularizan la ciudad como espacio, esto es, un producto social e históricamente específico. Con el objetivo de problematizar la mediación que tal condición urbana ejerce en las investigaciones que producimos sobre nuestras ciudades, asumiré como referencia empírica mi propia trayectoria de investigación en relación con São Paulo. ¿Cuál es el impacto que vivir y trabajar en esa ciudad ha ejercido sobre mis propias elecciones de investigación? Responder a tal pregunta no prescinde de un extrañamiento antropológico y sociológico de mis propias inquietudes intelectuales en relación con esta ciudad. O sea, cabe situarlas cultural y socialmente en la historia reciente de São Paulo —o mejor, en la ciudad a partir de la década de 1970, cuando nací y allí pasé a vivir y, posteriormente (desde inicios de la década de 1990), a trabajar como investigadora de las ciencias sociales, en particular en la sociología y en la antropología en sus interfaces con la disciplina histórica. Es en ese sentido que la problematización aquí apuntada acaba rozando un género específico de investigación y escritura antropológicas: aquello que Carolyn Ellis y Arthur Bochner (2000:739) hace más de diez años denominaron “autoetnograf ía”, esto es, un “género autobiográfico de escritura e investigación que expone múltiples camadas de conciencia, conectando lo personal con lo cultural”. Sólo que aquí, dado el propósito más abarcador de este texto — compartir con el lector mis descubrimientos sobre los usos de las calles y las plazas públicas—, la autoetnograf ía figura más como perspectiva epistemológica inspiradora que como orientación metodológica a 110

ser seguida de modo sistemático. En efecto, la autoetnograf ía indica la importancia teórica de la contextualización sociocultural de detalles personales de la trayectoria del investigador. Y así desemboco en el argumento específico que pretendo aquí desarrollar. Hacer extraña “autoetnográficamente” la mediación de São Paulo en mis propias inquietudes intelectuales en relación con esa ciudad muestra que la elección de investigación de los usos de las calles y las plazas públicas, en particular del centro histórico paulistano, pero también el abordaje específico que hago de esos usos, deriva, entre otras cosas, de un impacto existencial muy definido que vivir y trabajar en esa ciudad han ejercido sobre mi trayectoria. La São Paulo del presente en que vivo me interpela constantemente, en particular sobre la relatividad de los vínculos que el tiempo nutre con el espacio. Si tiempo y espacio, entre las múltiples definiciones sociológicas y antropológicas que admiten, se refieren a las relaciones entre bienes (materiales e inmateriales) que transcurren respectivamente en sucesión o en contigüidad (Löw, 2013:31), el hecho es que, en lo que respecta a las relaciones de simultaneidad entre los bienes materiales que configuran el espacio físico, la São Paulo contemporánea está mar­ cada por secuencias bastante aceleradas de destrucción de esa misma simultaneidad. O, siendo menos teórica y más directa: estamos ante una ciudad cuya materialidad f ísica impregnada en piedra es periódicamente revuelta de la faz de la tierra. Pero ¿cómo se vincula esa velocidad con los tiempos de transformación de las relaciones entre otros bienes materiales e inmateriales —en particular los seres humanos, sus modos de actuar, imaginar y pensar? Lo que pretendo demostrar aquí es que preguntas como ésa, muy ligadas a mi propio modo de vivir y trabajar en São Paulo, también interfirieron en mis elecciones de investigación de los usos de las calles y las plazas públicas paulistanas y, en particular, en el abordaje teórico y metodológico específico que vengo desarrollando acerca de ese objeto de estudio. Con este propósito, comenzaré por los propios usos; o mejor, por las búsquedas y los descubrimientos investigativos que he hecho en relación con tal objeto de estudio desde que comencé a investigar 111

sobre él. Basándome en ese panorama, quedará en un primer plano una inquietud intelectual específica acerca de las relaciones entre tiempo y espacio en São Paulo. Es esa inquietud que cabe, en un segundo momento, contextualizar cultural y socialmente en mi historia paulistana, personal y de investigación. De este modo, es posible retornar a los usos anteriormente aludidos, sólo que ahora impregnados de un abordaje teórico y metodológico específico, que aproxima etnográficamente la fenomenología goffmaniana y la dialéctica lefebvriana. A la luz de todo este recorrido, conseguiré concluir, finalmente, por qué conocer la Ciudad de México fue una experiencia que me marcó enormemente en mi trayectoria de investigación en relación con São Paulo, instigándome a organizar, con Ana Rosas Mantecón, el simposio del cual este libro es el resultado.

UN BREVE PANORAMA DE (MIS) USOS DE LOS ESPACIOS PÚBLICOS Cuando hablo de usos de los espacios públicos paulistanos, me refiero a la plétora de comportamientos f ísicos y de interacciones sociales que caracterizan la presencia humana en espacios socialmente significados como “de todos”. Es la articulación entre tales modos de servirse f ísicamente del cuerpo y de convivir socialmente con terceros, sobre todo en calles y plazas públicas, lo que permite discernir aquello que llamo actividades sociales en esos lugares: el comercio ambulante, la mendicidad, etcétera. Formulada en esos términos, la ecuación conceptual resulta de la dimensión corporal de la presencia humana en los lugares públicos. En particular me ha interesado la densidad histórica de las reglas re­ lativas a los comportamientos f ísicos y a las interacciones sociales en calles y plazas. En términos teóricos, se trata de la historicidad —del “ritmo”, en términos lefebvrianos (Lefebvre, 1992:56), de las transformaciones históricas, secuencias de repeticiones inductoras de “maneras” que son relativas al cambio social. Pero lo que importa aquí es la historicidad de las regularidades de naturaleza simbólica involucradas, de un lado, en aquello que Marcel Mauss ([1950] 1997:365) 112

denominó “técnicas corporales” y, de otro lado, en lo que Erving Goffman (1967:2) llamó arreglos de las “relaciones sintácticas” —de carácter comunicativo— “entre los actos y los individuos en copresencia f ísica”. Veremos más adelante cuánto de tal ecuación le debe a mi con­ dición urbana en São Paulo. Por ahora, me interesa marcar que tal ecuación resulta de toda una trayectoria de investigación previa que vengo realizando desde el inicio de mi formación en ciencias sociales en la Universidad de São Paulo (USP). Trabajé sobre temáticas variadas que, contempladas en conjunto y retrospectivamente, a la luz de la problemática teórica en cuestión, me han llevado a sintetizar, más recientemente, en la noción de “usos de los espacios públicos” mi objeto primordial de investigación. En la Universidad de Colonia, en Alemania, donde inicié mi formación universitaria en las ciencias sociales, aunque haya nacido y crecido en São Paulo, realicé la primera investigación de mi vida dedicándome denodadamente al modo en que los moradores de las calles de aquella ciudad se relacionaban, cotidianamente, con la Esta­ ción Ferroviaria Central, donde pasaban sus días. Fue una investi­ gación eminentemente empírica, desprovista de cualquier profundidad teórica, pero que, me doy cuenta hoy, en verdad ya se preocupaba por el modo en que tales sujetos vivían f ísica y socialmente un espacio público definido de la ciudad. Más adelante, hacia el final del primer año en Colonia, me cambié a la USP para continuar allí mi formación en ciencias sociales. En ese nuevo contexto, la posibilidad de realizar una investigación de un año me llevó a ampliar el abanico de usos del espacio que me interesaban. Realicé, entre 1995 y 1996, una investigación sociológica sobre los padrones de sociabilidad de los usuarios de anuncios de dia­ rios relativos a encuentros personales —de amistad y amorosos— en São Paulo. Evidentemente, no era tan claro para mí en aquel momento, como hoy, que había una cuestión teórica específica en juego, y que ésta giraba en torno a la comprensión de la pertinencia de algunas conceptualizaciones, entonces corrientes en la USP y propias de las sociologías europea y estadounidense, frente a la realidad empírica de los encuentros personales por medio de diarios en São Paulo. 113

Pienso en particular en teorizaciones sobre la sociabilidad en la llamada “ciudad moderna”, basadas en la importancia de la imperso­ nalidad y de la soledad. Estas nociones aparecen en traducciones brasileñas entonces muy notorias sobre la vida social en la metrópoli blasée de Georg Simmel ([1903] 1967), la relevancia de la “decadencia del hombre público” de Richard Sennett ([1974] 1988), entre otros. Ahora bien, en la propia Alemania de entonces, análisis sociológicos de los anuncios de encuentros personales resaltaban la relevancia interpretativa de atributos de interacción propios de sujetos ampliamente individualizados. Ya la confrontación con la realidad empírica de los usuarios del servicio en São Paulo dejó en un primer plano la importancia justamente de lo contrario: del culto a la vinculación personal con terceros, en particular el ansia por diversión a través del diario —y, sobre todo, el papel de las relaciones amorosas. El primer contacto que tuve en aquella época con la reflexión de Hen­ ri Lefebvre sobre la vida cotidiana —en el ámbito de la asignatura de sociología de la vida cotidiana que José de Souza Martins, también presente en este libro, impartió por décadas en la USP (véase en particular Martins, 1997:156ss)— acabó ayudándome en la comprensión de las contradicciones históricas involucradas en usos tan no-cotidianos de los esencialmente cotidianos medios de comunicación por parte de representantes de cierta clase media y media baja (Frehse, 1996). Frente al carácter múltiple y creativo de las soluciones encontradas por los suscriptores para (re-)encontrarse con terceros en es­ pacios públicos variados de la São Paulo de entonces —sobre todo plazas y parques, Shopping Centers y estaciones de metro—, sólo ganó relevancia, para mí, la cuestión de las especificidades socioculturales de la vida cotidiana en los espacios públicos de la ciudad, frente a todo el imaginario sociológico europeo y estadounidense dedicado a los vínculos entre modernidad y ciudad a través de la mediación en particular de los usos cotidianos de las calles. Aunque la São Paulo de aquella década final del siglo XX fuera siempre publicitada —por el sentido común, por los medios de comunicación, por la política e incluso por ciertas ciencias sociales de entonces— como ejemplo privilegiado de “ciudad moderna” en Brasil, ¿qué era real114

mente ese carácter supuestamente moderno, contemplado desde la óptica de la vida cotidiana en los espacios públicos paulistanos? Fue con el objetivo de hacer extraños los vínculos entre modernidad, ciudad y espacio público en la vida cotidiana en São Paulo que de­ cidí retornar analíticamente, en mi posgrado en antropología social, al pasado decimonónico de esa ciudad. Fue ése el momento histórico en que, según la bibliograf ía especializada, São Paulo comienza a presentar evidencias contundentes —y temporalmente concentradas en particular en la segunda mitad del siglo— del llamado “advenimiento de la modernidad”, después de más de tres siglos de una co­tidianidad ampliamente pautada por referencias patriarcales y fami­ liares propias de las poblaciones rurales de fuertes raíces estamentales y esclavistas que marcaban el interior del Brasil colonial. En un primer momento, durante la maestría (Frehse, 2005), busqué comprender cómo la llegada temporalmente concentrada de signos poderosos de la modernidad a las calles y plazas (en aquella época eran, sobre todo, los llamados “largos”)1 del actual centro histórico, entre las décadas de 1860 y 1870 —aun durante el periodo esclavista e imperial brasileño—, fue percibida en términos lefebvrianos (por lo tanto corporal y sensitivamente, en la vida de cada día) por representantes variados de la entonces naciente opinión pública paulistana. ¿Cómo el alumbrado público a gas, las primeras líneas de trolebús de tracción animal, la pavimentación de las aceras, la introducción de los servicios de agua y drenaje, los primeros teléfonos, etcé­ tera, fue percibido en esa ciudad aún fuertemente rural y provinciana, en medio de las transformaciones socioeconómicas, demográficas y urbanísticas más amplias tributarias de la prosperidad de las exportaciones de café junto con la crisis final de la esclavitud en el país? Responder esa inmensa cuestión implicó contextualizar social e históricamente representaciones específicas contenidas en una amplia gama de documentos producidos por la entonces incipiente opinión pública paulistana: noticias y crónicas periodísticas, pero también de cartas de lectores, fuera las actas de la Cámara Municipal, informes 1  Se trata de ampliaciones f ísicas triangulares de las calles colindantes a iglesias, y que prevalecieron en las ciudades brasileñas durante todo el periodo colonial; las pla­ zas son propias de la modernidad de finales del siglo decimonónico.

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de presidentes de provincia, fotograf ías y caricaturas sobre las calles de la ciudad.

Cabrião, 7 de abril de 1867. Fuente: Cabrião. Semanario humorístico editado por Angelo Agostini, Américo de Campos e Antônio Manoel dos Reis, 1866-1867, edición facsimilar, segunda edición revisada y ampliada, São Paulo, Editora Unesp/Imprensa Oficial, 2000:213.

FOTOGRAFÍA 1

Vista sureste del antiguo Largo da Sé, actual Praça da Sé, en 1867 de Militão Au­gusto de Azevedo.

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Eran representaciones acerca de actividades sociales con fechas históricas distintas —en los términos del método regresivo-progresivo de Lefebvre ([1970] 2001:63-78)—, que entonces coexistían en las calles y plazas del actual centro histórico de São Paulo: por un lado, el comercio ambulante, los desechos de basura doméstica en las calles, la cría y el comercio de animales, las fiestas populares, todos auténticamente muy antiguos; por el otro, la instalación y el funcionamiento de los históricamente recientes servicios de infraestructura urbana. Y he aquí que llegó al primer plano de la interpretación un tipo urbano de cuya emergencia social e histórica en São Paulo la documentación analizada es testigo privilegiado. Me refiero al transeúnte, personaje cuyo nombre sintetiza la condición en la cual hombres, mu­ jeres y niños se trasforman en los momentos fugaces en que pasean por las calles y plazas con regularidad, yendo y viniendo de algún lugar, en circulación entre lugares de vivienda, de trabajo o de diversión, siendo que en las plazas apenas permanecen por un instante, descansando de la circulación. Al notar la paulatina emergencia del transeúnte en la documentación, fui llevada a comprender el carácter social e históricamente muy específico de ese tipo urbano en São Paulo. El transeúnte —y su modo de usar f ísica y socialmente las calles de la ciudad— no era de forma alguna una obviedad en la ciudad de la década de 1860; comenzó de hecho a tornarse más y más frecuente en la documentación en el transcurrir del intervalo estudiado por mí, tornándose incluso un personaje privilegiado por los cronistas y lectores de los diarios cuando lo que importaba era defender políticamente la instauración de la ciudad moderna en la calles de São Paulo. Motivada por el descubrimiento de la relatividad histórica y social del transeúnte, decidí, durante mi doctorado (Frehse, 2011), invertir la cuestión. En vez de preguntarme cómo la modernidad, extranjera desde el punto de vista de aquel contexto espaciotemporal, fue percibida socialmente en las calles y plazas del actual centro histórico de São Paulo, opté por investigar qué posibilitó el advenimiento de la modernidad con el día a día de los transeúntes en esos espacios públicos. Y eso para problematizar críticamente una representación 117

bastante común en las ciencias sociales y en la historiograf ía: la São Paulo que emerge del proceso histórico se consolidaría como “ciudad moderna”, marcada por calles y plazas agitadas por multitudes frenéticas, también modernas. Una vez más en clave lefebvriana, pasé a cuestionar cómo los transeúntes paulistanos vivieron —simbólicamente, a través de la mediación de imágenes— cotidianamente en los espacios públicos centrales el advenimiento de la modernidad en la ciudad. Fue en el ámbito de la construcción teórica y metodológica de ese problema de investigación que las reglas de civilidad de los transeúntes en las calles y plazas se consolidaron como objetos empíricos privilegiados. Dialogando críticamente con las periodizaciones establecidas por la historiograf ía sobre el advenimiento de la modernidad en São Paulo, busqué en diferentes documentos de la época evidencias de cómo se alteraron, con la crisis de la esclavitud africana en el país —abolida en 1888—, las reglas de civilidad de los transeúntes en las calles y plazas de la ciudad. Emprendí una etnograf ía de las calles del actual centro histórico de São Paulo imaginadas por informantes diversos, respectivamente entre las décadas de 1800 y 1860, y entre aquellas de 1880 a 1910. De hecho, trabajé con imágenes de los movimientos físi­ cos, los trajes y actos personales de los transeúntes en calles y plazas centrales de la ciudad contenidas en variados documentos textuales y visuales, que abarcan desde relatos de viajeros brasileños y extranjeros hasta fotograf ías de calle, también de paulistanos y de extranje­ ros, pasando por relatos y testimonios, cartas y diarios de antiguos estudiantes de derecho (que asistían a la primera institución de enseñanza superior de la ciudad, la llamada Academia de Direito), además de memorias dispersas de viejas señoras de la elite paulistana, fueran noticias y crónicas de periodistas más o menos anónimos que escribían en periódicos capitaneados por opiniones públicas nacionales e inmigrantes. En esas imágenes, que conciernen a lo que Goffman (1963:14) lla­ ma “idioma corporal”, busqué indicios de representaciones socialmen­ te más abarcadoras sobre relaciones socioespaciales de los transeúntes en las calles y plazas del centro histórico paulistano. Buscar, de nuevo con el auxilio del método regresivo-progresivo de Lefebvre, la histori­ 118

FOTOGRAFÍA 2

Vista sureste del antiguo Largo da Sé, actual Praça da Sé, en 1912, de fotógrafo desconocido. Fuente: Colección Apparecido Salatini.2

cidad de tales representaciones hizo de ellas mediaciones reveladoras de reglas de civilidad que pasaron por transformaciones sui generis entre los primeros sesenta años del siglo XIX y el intervalo de cuaren­ ta años entre las décadas de 1880 y 1910. El transeúnte ha podido ha­ cerse realidad en las calles y plazas paulistanas marcado por modos de comportamiento corporal y de interacción social que escapan, ampliamente, a aquellos que buena parte de la bibliograf ía sociológi­ ca europea y estadounidense —sobre los vínculos entre calle y ciudad en la modernidad decimonónica— asocia a ese personaje urbano: por un lado, el caminar por las calles y la permanencia física momen­ tánea en las plazas; por el otro, la impersonalidad como regla principal de convivencia social en esos espacios. En efecto, en São Paulo el advenimiento de la modernidad vino acompañado de la tendencia de que los transeúntes pasaran a circular cada vez más por las calles de manera impersonal; pero eso sin abdicar, dependiendo de las cir2  Agradezco a este importante coleccionista de la iconograf ía paulistana del pasado, por la generosidad con la que me cedió la imagen en cuestión para incluirla en este texto.

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cunstancias, de dejarse estar allí por largos periodos de tiempo, en medio de vínculos sociales marcados por aquello que llamé —apoyándome en la reflexión de Mauss sobre la persona y de Roberto DaMatta (1997a, 1997b) sobre los dilemas del individualismo en Bra­ sil— pessoalidade, neologismo portugués que traduzco, por falta de una palabra mejor, como “personalidad” (entre comillas). La expresión remite a una regla de interacción pautada por la relevancia de los posicionamientos simbólicos de los individuos en el espacio social y que, en términos históricos, es propia de los referenciales estamentales de la Edad Media europea. En suma: la circulación impersonal y su contrapunto fenoménico, la permanencia momentánea e imperso­ nal en las plazas públicas, está lejos de consolidarse como una norma en los espacios públicos del centro histórico paulistano, a pesar del vigor de transformaciones económicas, sociales, culturales e incluso urbanísticas relacionadas con lo moderno, en la São Paulo de finales del siglo XIX y comienzos del siglo pasado. De esta forma, fue posible percibir qué tan histórica y socialmente específica es, en cuanto el transeúnte, la representación de que la calle se define como lugar de circulación, así como la imagen de que las plazas constituyen lugares específicos para la permanencia f ísica momentánea en medio de la circulación. Los transeúntes paulistanos del periodo nos enseñan sobre la relatividad absoluta de las reglas de civilidad implícitas en esas representaciones. Prevalece en las calles lo que llamé “civilidad transitiva”, de tránsito constante entre reglas históricamente estamentales y modernas de comportamiento corporal y de interacción social. De esta forma, los transeúntes paulistanos apuntan hacia una ciudad peculiar. La ciudad moderna es, desde el punto de vista de la calle, ciudad de individuos. Ya en São Paulo, las transformaciones en las reglas de civilidad en las calles y plazas sugieren que la ciudad que emerge del proceso histórico es una “ciudad de personas individualizadas”. Cuando, a la luz de estos descubrimientos, se contempla —como vengo haciéndolo desde la conclusión de aquella investigación— el mismo perímetro de calles y plazas estudiadas en referencia al intervalo entre el inicio del XIX y comienzos del XX, sólo que ahora con respecto al presente de este inicio del siglo XXI, ahí es casi imposible 120

no volver a preguntarse sobre eventuales diferencias que el proceso de urbanización en São Paulo presenta, en estos tiempos de economía globalizada, frente a otras ciudades conceptualmente convertidas en objeto de culto por los estudios urbanos, en particular por las sociologías procedentes de Europa y Estados Unidos de fuerte influencia en las ciencias sociales brasileñas. FOTOGRAFÍA 3

Vista sur de la Praça da Sé en dirección a la catedral en 2012, de Fraya Frehse.

Es que, sobre todo durante el periodo comercial de los días útiles, cuando las calles y plazas del centro histórico paulistano se llenan de transeúntes en circulación impersonal, hay toda una gama de hombres, mujeres y, a veces, niños que se caracterizan por permanecer allí con regularidad en medio de los movimientos corporales más 121

diversos, que van del desperezar el cuerpo para dormir al sentarse en el piso de cemento de una plaza… y que coexisten en el ámbito de las interacciones sociales ampliamente personales que median actividades sociales también variadas: del comercio ambulante a la mendicidad, pasando por la oración religiosa, por el canto, por las lustradas de zapatos, por el vivir en la calle, etcétera. FOTOGRAFÍA 4

Vista noreste del extremo norte de la Praça da Sé en 2011, de Fraya Frehse.

FOTOGRAFÍA 5

Vista noreste del sector de jardines de la Praça da Sé en 2011, de Fraya Frehse.

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FOTOGRAFÍA 6

Vista norte del sector rectangular sombreado de la Praça da Sé en 2011, de Fraya Frehse.

Ahora bien, se trata de los modos de usar los espacios públicos pau­ tados por reglas que, por un lado, poseen una fecha histórica bastante antigua —más allá del evidente hecho de que los cuerpos son otros, las actividades sociales también, las calles, plazas, la ciudad; por otro lado, tales usos contradicen ampliamente a aquellos que inundan con conceptos sociológicos europeos y estadounidenses de ciudad y que inspiran vigorosamente los estudios urbanos brasileños contemporáneos (véase al respecto Frehse, 2013a:129-130). En efecto, en vez del vigor del tránsito, prevalece en los espacios públicos centrales durante los horarios más cotidianos del día y de la semana la relevancia social del no-tránsito: esto es, de todo un conjunto de reglas de interacción social a través de la mediación del cuerpo que tornan posible la permanencia demorada de tales transeúntes, que llamo no-transeúntes, allí, a pesar de los constreñimientos corporales y político-administrativos en favor de la circulación de personas y vehículos. Es en la búsqueda de las reglas de interacción social que se torna fenoménicamente posible esa sociedad de la calle que se hace y rehace día tras día y que vengo trabajando en los últimos tiempos (Frehse 2013b; Frehse y Vidal, 2015), incluso a través de comparaciones con otros contextos urbanos (Frehse, 2013a). A la luz de ese breve “sobrevuelo” por mi propia trayectoria de investigación en relación con los usos de los espacios públicos del cen­ 123

tro histórico paulistano, espero haber dejado claro que el objetivo de pensar sobre qué es Brasil “en sus propios términos” me acompaña desde los inicios de mi formación en las ciencias sociales, ese objetivo encontró en el extrañamiento de las relaciones entre tiempo y espa­ cio una vía privilegiada de análisis. El argumento que aquí presento afirma que esa elección es indisociable de mi condición urbana como investigadora específicamente en São Paulo. Es eso lo que pretendo hacer extraño, aunque apenas brevemente, ahora, pues evidencia la mediación de esa ciudad en mi propio modo de conocerla desde la investigación.

UN POCO DE (MI) VIDA Y TRABAJO EN SÃO PAULO Me restrinjo, en ese sentido, a dos aspectos, uno de ellos relativo a mi formación personal en la ciudad, y el otro, a mi formación académica. Como paulistana de clase media que soy, criada en un barrio de fuerte inmigración alemana situado a diez kilómetros al sur del centro histórico, percibí y viví São Paulo antes de comenzar a pensarla racionalmente —si recordamos la vieja distinción propuesta por Lefebvre ([1974] 2000:49ss) para el análisis del espacio como conjunto de relaciones: el espacio es vivido simbólicamente por sus habitantes y usuarios en torno a las presiones de concepciones científicas y especulativas de arquitectos, urbanistas y tecnócratas, y a percepciones sensibles relacionadas con el uso cualitativo de ese mismo espacio por el empleo de manos, pies, del cuerpo. Habiendo nacido en la São Paulo de inicio de la década de 1970, en el periodo más represivo y autoritario de la última dictadura militar brasileña, pertenezco a una generación que creció percibiendo transformaciones urbanísticas especialmente intensas en São Paulo. Fue por esos años que ocurrió aquello que un historiador de la arquitectura brasileña, Benedito Lima de Toledo ([1980] 2004), sintetizó como la construcción de la tercera y última ciudad de São Paulo erigida en el siglo pasado. De hecho, sí fue en la segunda mitad del siglo XIX —justamente en el periodo que escogí como foco en el posgrado— que São Paulo 124

se vio envuelta por una lógica de transformaciones urbanísticas correspondientes a los padrones especulativos de producción del espacio urbano propios del capitalismo moderno. En la ciudad esa dinámica especulativa desde entonces se ha reproducido con especial vigor, en el centro de la pujanza económica ligada primeramente a las exportaciones de café, luego a la industrialización y, más recientemente, a la consolidación de la ciudad como principal centro de servicios del país. A los intensos cambios arquitectónicos y urbanísticos, sobre todo en el centro histórico, durante las primeras décadas del régimen republicano —a partir de 1889— le siguió, entre las décadas de 1930 y 1950, otra gran ola de modificaciones en la materialidad f ísica de la ciudad. Fue por haber presenciado ese proceso que Lévi-Strauss, al recordar el periodo que vivió en São Paulo, entre 1935 y 1937, eternizó en Tristes tropiques (1955:107) la imagen de que “[…] En 1935 los paulistanos estaban orgullosos de que se levantara en la ciudad una casa por hora en promedio. […] La ciudad se desarro­ lla en una tal velocidad que es imposible elaborar un mapa: cada semana exigiría una nueva edición”. Ya a partir de la segunda mitad de la década de 1960, en un país ya sumido en un régimen de excepción, se registra lo que podemos llamar la tercera ola de modificaciones urbanas: esa vez, sin embargo, concentrada en la consolidación del centro histórico como principal entroncamiento de los medios públicos de transporte de la ciudad (metro y ómnibus), siendo las clases medias y las elites cada vez más motivadas a instalarse en barrios más alejados, que comenzaron a ser equipados con conjuntos habita­ cionales verticales y horizontales y con los ya mencionados Shopping Centers (Nakano, Campos y Rolnik, 2004:134-139). A la luz de ese con­ texto, adquiere todo un nuevo sentido la también ya bastante conocida imagen que otro visitante extranjero —sólo que este brasileño—, Caetano Veloso, forjó de la ciudad en 1978, al asociar São Paulo, en su canción Sampa, a la “fuerza del dinero que erige y destruye cosas bellas”. Pues yo crecí en la ciudad bajo el impacto de esa última ola de modificaciones f ísicas, que acabaron por alejar cada vez más el cotidiano de las clases medias del centro histórico de la ciudad. Si, por ejemplo, para mis padres ese perímetro nunca dejó de ser sinónimo 125

de la “ciudad”, ellos mismos fueron, con el tiempo, llevados a frecuentar menos el centro en sus andanzas cotidianas por la ciudad: bancos, oficinas de correos, cines y tiendas departamentales pasaban a existir también (y cada vez más) en los barrios periféricos —por no hablar del colegio alemán en que mi padre había estudiado, y que yo frecuenté: también éste se mudó del centro hacia un barrio de elite de la zona sur de la ciudad. Todo ello mientras el centro se consolidaba como el centro principal del comercio popular y ambulante, y donde cada vez menos parientes y conocidos vivían; y mientras caserones antiguos eran demolidos con mayor frecuencia, extensiones residenciales enteras de la Avenida Paulista eran removidas, lo que promovía nostálgicas sesiones de recuerdos compartidos entre los miembros más viejos de la familia. Si todo eso ocurría en nombre del “progreso” de la “locomotora de Brasil”, publicitado en los medios de comunicación y en la política, el hecho es que, me doy cuenta al escribir estas líneas, también me tornó absolutamente sensible a los cambios f ísicos en el espacio a lo largo del tiempo. Recuerdo hasta hoy mi estupefacción en el colegio, a los 11 años, al reparar con fotograf ías comparativas de una ciudad promedio alemana y notar que, entre el final del siglo XIX y el del siglo XX, tantas casas y edificios públicos permanecían casi inalterados, así como el ancho de las calles. Era todo tan diferente a las fotograf ías históricas de la familia acerca de la São Paulo de las décadas de 1920 y 1930, en que casi nada de aquel pasado parecía rastreable en la materialidad f ísica de los espacios del presente. Si tales características de mi formación personal en la ciudad con­ tribuyen por sí solas a agudizar la sensibilización de las relaciones entre tiempo (histórico) y espacio (f ísico) en São Paulo, la formación académica también hizo su parte. Si el contacto con la sociología en Co­ lonia plantó en mí definitivamente la incomodidad para con conceptualizaciones de la realidad social insensibles a lo que más tarde aprendí a sintetizar en especificidades socioculturales locales, la profundización en las ciencias sociales (sociología, antropología y ciencia política), en la USP, me ofreció un ecuménico contacto con abordajes europeos, estadounidenses y brasileños del llamado mundo moderno y, en particular, de las ciudades, sus espacios públicos y su vida 126

privada en torno a las modas y modos de la llamada modernidad —una problemática bastante en boga en la USP de la década de 1990, con las traducciones al portugués, entre otros, de los libros de Richard Sennett, de Marshall Berman (1982) y de la fascinante colección francesa de Histoire de la vie priveé (Ariès-Duby [1985-1987], 1990). En verdad, no debe extrañar el hecho de que, en particular en la sociología, los parámetros conceptuales extranjeros sean transpuestos para la realidad brasileña de forma frecuentemente paradigmática —llenando, por ejemplo, las calles de São Paulo estudiadas. En efecto, la USP desde el inicio de la década de 1990 intentaba recuperarse de décadas de dictadura militar, que se traducían, por un lado, en el constreñimiento político a los investigadores explícitamente comprometidos con la sociología que era enseñada en la USP antes del golpe militar. Era una sociología inspirada en el precepto básico de la misión francesa que fundó la universidad, y concentrada justamente en consolidar aquello que Roger Bastide (1987:188) sintetizó en “una sociología brasileña”, conceptualmente sensible a las especificidades locales. Por otro lado, y muy fuertemente relacionado con el primer aspecto, las décadas de excepción se tradujeron, en la USP, en una gran valorización de referencias conceptuales europeas y estadounidenses, extrapoladas, a veces, de manera instantánea, sin contex­ tualización más explícita de sus referencias teóricas y empíricas, a los fenómenos sociales empíricamente observables en Brasil. En virtud de ese contexto, fueron como mínimo tres las influencias académicas que me ayudaron, en aquel inicio de mi formación, a transformar en problemas de investigación mis inquietudes de antes en relación con las especificidades locales y con las relaciones entre tiempo y espacio en São Paulo. Fue crucial, por un lado, el contacto con abordajes sociológicos específicos de la vida cotidiana —en especial las vertientes fenomenológicas estadounidenses y las dialécticas francófonas que conocí en el curso de Martins. Por otro lado, fue decisivo el contacto con ensayos clásicos de interpretación de Brasil producidos entre los años 1920 y 1960, en el ámbito de un área investigativa que, en Brasil, recibe el nombre de “pensamiento social brasileño”. Pude así notar que mi búsqueda por pensar a Brasil “en sus propios términos”, encontraba abrigo en toda una tradición más 127

amplia de la intelectualidad brasileña que floreció en especial en la USP de Bastide y de Florestan Fernandes. En fin, fue fundamental la profundización en teorías de la antropología con las cuales tuve contacto en disciplinas de la USP: en particular los abordajes volcados a temáticas urbanas e históricas, en el fondo concentradas en diseccionar espacio y tiempo en términos antropológicos. Así, la preocupación difusa con las especificidades socioculturales que se puede encontrar en el Brasil y con aquello que hoy reconozco como las relaciones entre tiempo (histórico) y espacio (f ísico) en São Paulo, pudo traducirse en investigación urbana: en especial en las investigaciones que sinteticé anteriormente. Contempladas en con­ junto hoy, a la luz del cuestionamiento que orientó el simposio que originó este libro, reconozco como común a mis investigaciones sobre São Paulo un mismo interés por problematizar cómo los indi­ viduos, en su cotidianidad citadina, se relacionan con los espacios públicos —a veces virtuales (anuncios de diarios), otras veces f ísi­ cos (calles y plazas)— sometidos a intensas transformaciones f ísicas. Al final, tanto la preocupación por las especificidades socioespaciales de la modernidad en São Paulo, tal como se presentan en la vida cotidiana, como más recientemente, el interés, también en el ámbi­ to de la vida cotidiana, por las especificidades de la urbanización en São Paulo en los tiempos actuales de globalización económica, se refieren a la mediación temporal en los fenómenos espaciales y vi­ ceversa. Pero, si esto es así, entonces esa cuestión no podría ser abordada sin mi propia (muy personal y paulistana) sensibilidad por los vínculos entre tiempo y espacio. De hecho, la historicidad de los cambios constituye una parte del problema a ser investigado e, incluso —en la investigación sobre la “sociedad de la calle”— una hipótesis a ser verificada. ¿Cuál es la densidad histórica de las reglas de uso de las calles y plazas situadas f ísicamente en un perímetro que, ya bastante remodelado desde finales del siglo XIX, no por ello se encuentra despro­ visto de densidad histórica? La circulación de transeúntes proviene, en São Paulo, del final del siglo XIX; la permanencia momentánea en esos espacios, de los años coloniales. ¿Y otras reglas? Ésa es la cuestión. 128

Para operacionalizar esas búsquedas metodológicamente, nada como concentrarse, cada vez más, en los usos que los individuos ha­ cen del espacio a través de la mediación de sus cuerpos. Como esos usos están embebidos de sentidos comunes socialmente compartidos, la temática “pide” una problematización fenomenológica, atenta en particular a los descubrimientos de Goffman acerca de las reglas involucradas en el llamado idioma corporal. Y como las reglas que median esos usos pueden tener también —he aquí la hipótesis en la cual estoy trabajando— una significativa densidad histórica, la temática acaba por incitar también el empleo del método regresivo-progresivo de Lefebvre. Congregando la dimensión operacional de los métodos de investigación y la dimensión interpretativa de los procedimientos de explicación, el método del sociólogo francés me viene ayudando a identificar empíricamente y a problematizar conceptualmente la historicidad de los varios tiempos históricos que coexisten y simultáneamente acaban por contribuir en la producción de la materialidad e inmaterialidad del espacio en las calles y plazas del centro histórico paulistano del presente.

CONSIDERACIONES FINALES Si se contempla bajo la luz del ejercicio de extrañamiento que aquí emprendí, mi trayectoria de investigación en relación con São Paulo se revela, de forma intrínseca, ligada a mi modo personal, social e his­ tóricamente forjado de percibir esa ciudad. La búsqueda de los usos de los espacios públicos urbanos es también una búsqueda por los sentidos que los seres humanos les dan a sus vidas en un contexto urbano en que la relación entre tiempo y espacio es muy peculiar, marcada por una enorme fugacidad de la materialidad f ísica que se corporaliza en la piedra de una casa, de una calzada, en el asfalto de una calle, en una banca de plaza. Si recordamos que Maurice Halbwachs ([1950] 1997:195) asoció la posibilidad de la memoria colectiva a cierta permanencia de las “formas de los objetos” y del “lugar que éstos ocupan en el conjunto”, entonces la cuestión gana una relevancia sui generis: ¿cómo queda la memoria colectiva frente a espacios 129

marcados por tal fugacidad? Sobre todo si consideramos que en megaciudades, como São Paulo, la propia población es fugaz, un gran amontonamiento de gente que proviene de los más diversos lugares, y con tradiciones también específicas de uso de calles y plazas (en el caso de haber sido socializados en ciudades). Reconozco que São Paulo no es única en eso. Pero también sé que el desprendimiento en relación con la materialidad f ísica allí —por parte del poder público, por parte de los propios habitantes— es significativamente serio. Y eso en comparación justamente con la ciudad que hoy se aproxima más a São Paulo en términos demográficos: la Ciudad de México. Si los totales demográficos ciertamente no definen fenómenos sociales —como sabemos, como mínimo, desde Émile Durkheim ([1895] 1966:6)—, ellos, de todos modos, son evidencias de otros procesos sociales reveladores sobre cuánto une y cuánto separa a São Paulo de la Ciudad de México, como megaciudades, en los tiempos actuales. Por lo que he podido aprender, aquí al menos alguna memoria (la mexica) ha conseguido congregar, sobre todo desde el inicio del siglo XX, al poder público y a la población en torno de la preservación f ísica de determinados espacios públicos. En la São Paulo de hoy, el desencuentro es amplio, el consenso es inexistente. Más que juzgar, cabe comprender esa diferencia. En lo personal, he intentado hacer eso aquí en referencia a la cuestión muy mía, por mi vida en São Paulo, sobre los vínculos entre tiempo histórico y espacio urbano. En efecto, intercambiando reflexiones con respecto de tal temática, tal vez podamos comprender mejor la “complejidad histórica” de la humanidad que se va produciendo y, simultáneamente, siendo producida en megaciudades como São Paulo y la Ciudad de México en la actualidad a través de la mediación del modo en que el espacio es vivido temporal y cotidianamente por los moradores y habitantes de esas urbes. Lo que llamo “complejidad histórica” se refiere a reglas de conducta que emergieron y se consolidaron en momentos históricos pasados y que actúan de modo vívido en el presente, contrariando ampliamente los esfuerzos periódicos de nuestros poderes públicos para disciplinar el uso de las calles y plazas. 130

A la luz del vigor siempre renovado de esas reglas, se hace evidente no sólo el porqué del fracaso reiterado de tales políticas, sino también el porqué de la dificultad de las ciencias sociales para comprender nuestras calles y plazas. Con sus valores relativos al uso, supuestamente, igualitario de los espacios públicos urbanos por parte de los transeúntes; la modernidad europea se instaló con vigor en la cabeza de nuestros políticos e investigadores urbanos. Y eso aunque revelen lo contrario los usos que varios de ellos hacen, sin saberlo, de las ca­lles y plazas de nuestras ciudades día a día a través de la me­ diación de sus cuerpos sea tirando un papel al piso o estacionándose en doble fila, etcétera. De hecho, la condición urbana impregna más nuestra sensibilidad y nuestro cuerpo que nuestra mente. Para discernirla, nada como el extrañamiento. Y he aquí que volvimos al objetivo básico del simposio que originó este libro.

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