En busca de la primera fuente sobre Espartaco

June 7, 2017 | Autor: Juan Luis Posadas | Categoría: Roman Republic, Late Roman Republic, Spartacus, Spartacus and the Slave Revolt
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EN BUSCA DE LA PRIMERA FUENTE SOBRE ESPARTACO JUAN LUIS POSADAS Universidad Antonio de Nebrija RESUMEN En el estudio de Espartaco encontramos dos grupos de fuentes: las fuentes “primarias”, escritas por testigos de los acontecimientos o personas que al menos vivían cuando estos se produjeron; y las fuentes “secundarias”, escritas por autores que, probablemente, utilizaron los relatos de las fuentes primarias. De la comparación entre unos y otros se puede concluir que, en algunos casos, los autores de fuentes secundarias utilizaron escritos o relatos orales que no han llegado hasta nosotros. Es preciso estudiar esas discrepancias para hallar las fuentes “perdidas” y concluir cuál fue la más antigua y la más fiable. PALABRAS CLAVE: Espartaco, Salustio, Varrón, fuentes.

ABSTRACT: In the study of Spartacus, we find two groups of sources: "primary" sources, written by witnesses of the events or people that were living when these events occurred; and "secondary" sources, written by authors that, probably, used the primary sources. From the comparison between primary and secondary sources, we can conclude that, in some cases, the authors of secondary sources used some unknown (for us) writings or oral stories. There is a need to study these discrepancies to find the "lost" sources and conclude which was the oldest and most reliable. KEYWORDS: Spartacus, Sallust, Varro, sources.

INTRODUCCIÓN En 1991, siendo yo un estudiante de doctorado en Historia Antigua en la Universidad Complutense, realicé una visita académica a Roma durante la cual accedí a las ediciones más actualizadas de las Historias de Salustio, y a los estudios de Pasoli y Frassinetti sobre las mismas. Durante un año, me dediqué a hacer una edición bilingüe comentada. En 1993, el profesor Federico Lara, buen amigo mío y hoy ya jubilado, me presentó al profesor Alfonso Martínez Díez, quien accedió a publicar la edición de un doctorando desconocido. Aunque por problemas económicos, la publicación de aquel libro se demoró trece años, debo al profesor Martínez Díez el inmenso honor de ser hoy día autor de tres libros en su magnífico sello Ediciones Clásicas. Espero con mi participación en este Homenaje pagar una pequeña parte de la deuda que tengo contraída con él. He elegido, precisamente, las fuentes sobre Espartaco, porque las Historias de Salustio son la primera referencia historiográfica sobre la rebelión del tracio.

J. A. López Férez – A. López Fonseca – M. Martínez Hernández – E. Pandís Pavlakis – L. M. Pino Campos – G. Santana Henríquez – J. Viana Reboiro - A. N. Zahareas (eds.), Πολυπραγμοσύνη. Homenaje al Profesor Alfonso Martínez Díez, Madrid, Ediciones Clásicas, 2016.

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La rebelión de Espartaco acabó en el año 71 a. C. Desde esa fecha hasta la primera fuente histórica que ha llegado hasta nosotros (fragmentariamente) sobre dicha rebelión, las Historias de Salustio, comenzada hacia el año 39 a. C., no tenemos ninguna crónica, anal, o historia sobre la misma. Salustio empezó su narración histórica con Lépido (año 78 a. C.), según nos dice en Hist. I.1, y pudo continuar la obra de Cornelio Sisena (Santos Yanguas, 1998: 222), o bien la de Licinio Macro (Petrone, 1976: 67). Sabemos, por supuesto, que entre los años 70 y la primera mitad de los años 50 a. C., escribió su obra histórica un analista, Tanusio Gémino. Desde esa época y hasta finales del triunvirato escribieron también el polígrafo Marco Terencio Varrón, y el político e historiador de época triunviral Asinio Polión (Levi, 1973: 171). Aunque de Gémino o Polión no nos ha llegado ninguna prueba de que escribieran sobre Espartaco, de Varrón sí tenemos un fragmento de una obra desconocida que le menciona, como veremos más adelante. Las primeras menciones en obras no historiográficas a la rebelión aparecieron solo un año después del fin de la misma, en el año 70 a. C., en los discursos contra Verres de Cicerón, aunque este nunca mencionó al líder de la misma por su nombre en esos discursos. Su primera mención de Espartaco aparece veintiséis años más tarde, en sus discursos contra Marco Antonio, las Filípicas (Doi, 1989). Intentaremos dar cuenta de qué pudo ocurrir entre el fin de la rebelión en el 71 a. C. y la aparición, primero, del nombre de Espartaco a finales del 44 a. C., y después, de la historia que nos narra Salustio (hacia el año 35 a. C.). Y también de si hubo una fuente histórica perdida anterior a dicho autor. I. DELIMITANDO FECHAS SOBRE LAS FUENTES Por supuesto, hablamos siempre de fuentes secundarias, no tenemos constancia clara y confirmada de fuentes primarias sobre la rebelión, pues ni Craso ni Pompeyo ni, claro está, Espartaco, dejaron escritas sus impresiones sobre la misma. Sin embargo, destacados pompeyanos como Licinio Macro o el propio Varrón, pudieron participar en el ejército de Pompeyo que, como sabemos, acabó con algunos supervivientes de la batalla final en la que murió Espartaco. Y podemos decir sin temor a una equivocación muy grave, que el propio Julio César pudo haber participado como tribuno militar en alguno de los ejércitos que se enfrentaron a Espartaco en el año 72 a. C. Esto se deriva de su cursus honorum, en el que figura su tribunado militar ese año 1, y de la mención que él mismo hace a finales de los años 50 a. C. del contingente germano del ejército Espartaco, en que demuestra que conocía de primera mano dicho ejército 2 (Posadas, 2012: 48). Si esto fue así, tenemos a toda una lista de generales y oficiales como Craso, Pompeyo, Varrón o —————————— 1 2

MMR II.125. Caes., BG I.40

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César que lucharon contra los rebeldes y seguramente conocieron el nombre de su líder (aunque no tenemos prueba de ello). Tampoco se ha conservado ninguna fuente escrita por simpatizantes de los rebeldes (Shaw, 2001: 25-27; Fields, 2009: 89), a no ser que consideremos como fuente el grafito hallado en la pared de la casa del sacerdos Amandus de Pompeya (I, 7, 7) (Posadas, 2015c). Todas las obras que han llegado hasta nosotros fueron escritas por autores que, a su vez, eran ricos propietarios, políticos en activo o en retiro, griegos ilustrados, o profesores de retórica. Todos estos escritores –desde Cicerón hasta Plutarco– estaban a favor de la posesión y la explotación de esclavos. Con casi toda probabilidad, todos ellos poseyeron esclavos, alguno (como Cicerón) quizá centenares. Por eso, es natural que ninguno de ellos simpatizara con la causa de los rebeldes. Porque todos los autores que escribieron sobre la rebelión mostraron repulsa por los rebeldes, aunque con algunos matices. Sin embargo, alguna fuente positiva sobre la rebelión hubo de haber, una fuente que no ha llegado hasta nosotros, porque lo cierto es que la figura de Espartaco desde los comienzos de la tradición historiográfica suscitó cierta simpatía y comentarios favorables. Es curioso que esa fuente se haya perdido. Y es exactamente esa fuente, quizá la primera, la más antigua, la que nos interesa porque nos puede aportar elementos de juicio para saber qué autores posteriores la siguieron y por qué. El primer paso para ello es delimitar las fechas post quem y ante quem de las primeras alusiones a la rebelión y, sobre todo, de las primeras menciones a su líder por su nombre, pues saber cuándo aparecen dichas menciones nos puede dar una pista de la fuente que se utilizó para las mismas. La fecha post quem de la rebelión nos la dio Cicerón. Él fue el primero que aludió a la rebelión en uno de sus discursos contra Verres, datado con seguridad en el año 70 a. C., un año después de la muerte de Espartaco 3. En ella, Cicerón llama a la rebelión “guerra (bellum) de los esclavos fugitivos”, lo cual es muy significativo, pues la facción popular se había negado a llamar bellum a la rebelión, motivando que las primeras respuestas armadas contra la misma fueran convocatorias ad tumultum (Posadas, 2015a: 66). Esto lo sabemos por la siguiente mención a la rebelión, la que escribió el líder de los populares, Julio César, en su Comentario a la Guerra de las Galias. Y lo hace aludiendo a la rebelión como un servilis tumultus 4, y no como un bellum. Aunque la fecha exacta de la composición del Libro I de la Guerra de las Galias de César es desconocida, parece común la creencia de que se publicó a comienzos del año 51 a. C., si bien sobre notas tomadas durante la campaña. En concreto, la campaña narrada en el Libro I data del 58 a. C. Es de señalar que tampoco César mencionó a Espartaco por su nombre. —————————— 3 4

Cic., Verr. II.5.5-6. Caes., BG I.40.5.

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Tenemos, pues, que entre el año 70 a. C. de las Verrinas de Cicerón, y el 58-51 a. C. de la Guerra de las Galias de César, no se conoce o no se cita a Espartaco por su nombre. No en las fuentes que conocemos, porque el grafito ya citado hallado en Pompeya, que menciona a un “Spartaks” (cuya identificación con Espartaco ha sido defendida recientemente por Posadas, 2015c), se ha datado grosso modo en el año 70 a. C. (debido a la utilización del osco, una lengua que desapareció aproximadamente en esa década, según Kolendo, 1980: 40). Cicerón, más cercano quizá a la facción optimate, llama a la rebelión “guerra”, y César, líder de la facción popular, alude a la misma como tumulto o “revuelta”. Por tanto, entre los años 70 y 50 a. C., o bien no se había publicado la historia de Espartaco por parte de ningún autor, o bien César no conocía dicha obra. Cicerón fue también el primero que mencionó a Espartaco por su nombre, en tres de sus Filípicas, datadas también con seguridad entre diciembre del año 44 y abril del año 43 a. C. 5. Es interesante en este punto analizar exactamente las tres alusiones a Espartaco en las Filípicas 6: Y si en el Senado [Marco Antonio] no censura la conducta de César [Octavio], ¿qué puede hacer Antonio callando, sino confesarse enemigo? Lo cierto es que, llamándole Espartaco en los edictos, no se atreve a calificarle en el Senado ni siquiera de mal ciudadano (Cic., Phil. III.21). El pueblo romano, vencedor de todas las naciones, solo tiene que combatir hoy con un asesino, con un ladrón, con un Espartaco (IV.15). ¡Oh Espartaco! (¿con qué otro nombre he de llamarte?), cuyas nefandas maldades harían tolerables las de Catilina (XIII.22).

Es clave la primera cita, fechada como hemos dicho en diciembre del año 44 a. C., en ella, Cicerón dice que Marco Antonio había publicado un Edicto en noviembre de dicho año, llamando Espartaco a César Octavio, como insulto. Téngase en cuenta que los dos precedentes claros de rebeldes contra el orden romano que podían citarse en la época (pues César, aunque rebelde, era intocable), fueron Espartaco y Catilina. Y la postura de los populares sobre Catilina era, cuanto menos, ambigua. Fue, pues, Marco Antonio el primero que aparece en las fuentes llamando al líder de la rebelión por su nombre, y utilizándolo como insulto. Pero dicho insulto debió de gustarle a Cicerón, quien pocos días después lo utilizó contra Marco Antonio, y lo hizo como sinónimo de ladrón y asesino. Y, finalmente, en abril del 43 a. C., lo utilizó otra vez contra Marco Antonio, en el sentido de ser aún más malvado que Catilina, el archienemigo del propio Cicerón, y con quien Antonio gustaba de compararse. La realidad es que entre ambas fechas, el año 51 en que César menciona la rebelión pero parece no conocer el nombre de su líder, y el año 44 en que Marco Antonio y Cicerón ya conocen el nombre, se debe situar la fuente perdida sobre Espartaco. —————————— 5 6

Cic., Phil. III.21. Traducción de Calvo (1994).

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Esos años intermedios del 51 al 44 a. C. son quizá los años en los que hay más documentación, fechada casi a diario, en las Cartas de Cicerón y otros escritos. Que en ninguna de las cartas de Cicerón aparezca el nombre de Espartaco es bastante significativo. Cicerón usa el nombre de Espartaco en el 44 a. C. “parafraseando” a Antonio, lo cual no quiere decir que no conociera dicho nombre. Pero, sin apenas dudas, son esos siete años, los que corresponden grosso modo con los prolegómenos, guerra civil y epílogo de la misma, los que marcaron la primera aparición del nombre de Espartaco en las fuentes. II. FUENTES ESCRITAS Para saber qué forma tomó esa primera aparición, la primera posibilidad es que entre esos años 51-44 a. C. se publicara alguna obra histórica (o de otro género) que tratara sobre la rebelión y, más concretamente, que identificara al líder de la misma. En este sentido, tuvo que ser una obra popular, para que la leyera Marco Antonio (quien no era precisamente un hombre docto), y para que además fuera conocida por los senadores, porque si no la conocían, no entenderían la utilización del nombre de Espartaco como insulto dirigido a Octavio, en un edicto del cónsul convocándoles a una reunión del Senado. La oportunidad de una obra similar era evidente, pues, como Espartaco, César se levantó contra el gobierno de la República y una parte importante de su campaña ocurrió en Italia, incluso en las mismas zonas que pisara Espartaco. Publicar un estudio sobre Espartaco y sus rebeldes “esclavos” como precedente de César, sin duda, habría sido una manera de criticar al futuro dictador. En estos años convulsos de historia de la República, escribió, entre otros, el conocido pompeyano Marco Terencio Varrón. De este autor conservamos la seguramente más antigua cita del nombre de Espartaco, aunque no datada: Aunque era inocente, Espartaco fue llevado a unos juegos gladiatorios 7. Carisio dice que dicho texto procede de una obra prácticamente desconocida de Varrón, sus Res Urbanae, una historia de Roma escrita en los años 40 a. C. (Riposati, 1975: 320). Por la cita que acabamos de mencionar de Varrón, Espartaco aparece como un líder que había sido condenado ad gladiatorium pese a ser inocente. Es sabido que Espartaco fue llevado a Roma como esclavo tras haber sido capturado durante la guerra contra los tracios y que, una vez en Roma, había sido acusado de algún crimen por su primer propietario, quien lo habría vendido, injustamente dada su inocencia 8, a Léntulo Batiato, el lanista de Capua (Posadas, 2012: 69). Que un autor pompeyano como Varrón mencionara de manera positiva a Espartaco, y que un autor cesariano como Antonio utilizara su nombre como insulto contra Octavio (y el senatorial Cicerón como insulto contra Antonio), nos indica que en esta época, Espartaco pudo aparecer como precedente (para algunos) de las acciones de —————————— 7 8

Varro, Char. I.133 ed. Keil: Spartaco inocente coniecto ad gl[adiatori]um. Traducción de Posadas 2012. Inocencia corroborada por Plut., Cras. VIII.1.

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Octavio o de Antonio. En la nueva edición de los Fragmentos de los historiadores romanos (que viene a sustituir la emérita de H. Peter), aunque se discute el fragmento en sí, se admite que esta obra de Varrón podría ser el precedente de Salustio y de las fuentes posteriores sobre la rebelión de Espartaco (Cornell, 2013: 418). Otro autor que conoció a Espartaco de primera mano fue Marco Porcio Catón el Joven, quien luchó en el ejército del cónsul Gelio en el año 72 a. C. 9, y que pudo dejar alguna referencia a Espartaco en sus discursos o cartas, que sin duda eran conocidas por Salustio (Posadas, 2015b). No sería de extrañar que incluso Antonio conociera los discursos de Catón, y por supuesto Cicerón los conocería perfectamente. Pero queda sin resolver por qué Cicerón no menciona a Espartaco en sus cartas ni en sus discursos hasta la ya citada mención en las Filípicas, citando un decreto del cónsul Antonio como fuente. III. FUENTES ORALES La segunda posibilidad, que no puede descartarse a la ligera, es que no se hubiera publicado ningún libro sobre la rebelión, sino que el nombre de Espartaco circulara de forma oral, tanto entre quienes le habían combatido, como entre quienes de una forma u otra le habían apoyado (lo cual no excluye la posibilidad de que también se aludiera a él en algún discurso u opúsculo). En este sentido, en los ejércitos que combatieron a Espartaco entre los años 73 y 71 a. C., hubo muchos oficiales que eran senadores ya en la época de César y Antonio y que pudieron conocer al líder de la rebelión por su nombre. Sabemos ciertamente que Catón fue uno de estos oficiales. Además, Pompeyo también pudo conocer el nombre del líder rebelde. Y, por supuesto, oficiales como Varrón o César pudieron combatirle y conocerle. En el bando contrario, algunos de los esclavos y seguidores de Espartaco que, como hemos defendido, no fueron crucificados ni ejecutados tras la derrota del año 71 a. C, sino que posiblemente fueron liberados o devueltos a sus propietarios (Posadas, 2012: 177-178), pudieron ser con los años fuentes directas en el conocimiento del líder rebelde y de su nombre. Recordemos, en este sentido, que el padre de Octavio había acabado con los últimos supervivientes de Espartaco en el año 60 a. C., en la zona de Turios, en el sur de Italia 10. Esto ocurrió solo once años después del fin de la rebelión y unos diez antes del comienzo de la guerra, y algunos esclavos y supervivientes podrían seguir vivos y recordando el nombre de quien les acaudilló. En este sentido, disponemos de algunas alusiones realmente interesantes en el hijo de un esclavo originario de la misma zona y época en que operó Espartaco. Horacio, nacido en Venusia solo seis años después de la muerte de Espartaco, e hijo de un liberto que con toda seguridad conoció la rebelión, ha dejado dos —————————— 9

Plut., Cat. Min. VIII. Suet., Aug. III.1.

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importantes alusiones al rebelde, llamándolo por su nombre, si bien deben datarse a finales de los años 30 a. C.: En Roma la guerra civil consumiendo ya está a la segunda generación: sola la ciudad derrúmbase. A ella, a la cual destruir no fue dado a los marsos vecinos ni a la amenazante tropa del etrusco Pórsena o Capua, que su émula fuera, ni a Espartaco el bravo […] (Hor., Epod. XVI.1-2). Busca, niño, perfumes y coronas y un jarro que recuerde pugnas marsas si es que alguno escapar a los saqueos pudo de Espartaco (Hor., Od. III.14.16-20) 11.

Son, como se puede ver, alusiones positivas, en las que Horacio parece mostrar cierta simpatía por Espartaco (Stampacchia, 1981: 346). ¿Eran de este tipo las fuentes orales que circulaban en la época de la guerra civil y que alentaron la utilización del nombre de Espartaco como un insulto dirigido a alguien que intentaba subvertir la República (Octavio en la mención de Antonio, Antonio en la mención de Cicerón)? IV. EL TESTIMONIO DE SALUSTIO Como ya hemos mencionado, los quinientos fragmentos de las Historias de Salustio son la primera fuente escrita sobre la rebelión de Espartaco, al menos en forma de crónica o anal escrito. De esos fragmentos, los más interesantes de los cuarenta que hacen alusión a la rebelión, son los siguientes 12: III.90: Espartaco, príncipe de los gladiadores escapados de los juegos, en número de setenta y cuatro13. III.93: Si encontraran resistencia, sería preferible morir por el hierro que por hambre14. III.96: Afilaban y endurecían al fuego las pértigas que, además de presentar una forma adecuada para el combate, podían herir igual que las armas de hierro. Mientras los fugitivos se ocupaban de tales cosas, una parte de los soldados romanos estaban enfermos por aquel otoño malsano, y no se había alistado nadie más, a pesar de la dureza del edicto del pretor, tras las recientes deserciones. Dado que los que aún quedaban se rebelaban ya de forma criminal contra la disciplina, Varinio mandó a su cuestor G. Toranio a Roma para que expusiera la situación real de la campaña. Mientras tanto, instaló su campamento con cuatro mil voluntarios muy cerca de los enemigos, protegiéndolo con una trinchera y un foso, y con robustas fortificaciones. Los rebeldes, agotados ya todos sus víveres, para no dejarse sorprender por un ataque sorpresa de parte de un enemigo tan cercano, y dado

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Traducción de Fernández-Galiano (1997). Traducción de Posadas (2006). 13 En este fragmento, Salustio se refiere claramente a la misma fuente que Tito Livio (Per. 95.2), y también que Eutropio (VI.7.2) y Orosio (Hist. V.24.1). Es evidente que Livio utilizó a Salustio, y que Eutropio y Orosio utilizaron a Livio. Pero la divergencia con el número de fugados está presente en las fuentes delos siglos I y II d. C.: Veleyo Patérculo (II.30.4), Floro (Ep. II.8.3), Plutarco (Cras. VIII.2) y Apiano (BC. I.116), quienes dan otras cifras diferentes de 74 fugados. ¿Siguieron esos autores una fuente diferente a la que utilizó Salustio? Si es así, ¿habría dos fuentes anteriores a Salustio y Livio? Véase al respecto Posadas 2012, p. 83. 14 Aquí, Salustio parece estar citando una frase literal de Espartaco. 12

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que estaba este ocupado en montar la guardia y en llevar a cabo todo lo acostumbrado en la milicia, tras la medianoche salieron todos con un gran silencio, dejando solo a un bocinero. Antes de todo ello, habían plantado delante de la puerta, izados sobre palos, los cadáveres de los últimos caídos, de tal forma que parecieran centinelas a la vista de cualquier observador lejano, y habían encendido muchas hogueras, para asustar y alejar a los soldados de Varinio [...] Luego se alejaron por lugares impracticables. Pero Varinio, cuando había ya amanecido, advirtiendo que habían cesado los gritos de la parte de los fugitivos y, con ellos, el lanzamiento de piedras a su campamento, así como que el alboroto, la agitación y el estrépito del enemigo venían ahora de todas partes, envió unos jinetes a una colina cercana para que explorasen y siguiesen cualquier pista. Sin embargo, creyendo que los fugitivos se habían alejado, y temiendo cualquier emboscada, se retira en formación cerrada para reforzar su ejército con nuevos reclutas. Pero, en Cumas [...] algunos días, los nuestros, en contra de la tradición, comenzaron a volverse atrevidos y a soltar la lengua. Y Varinio, contra todo lo esperado, se dejó arrastrar incautamente por esa actitud y condujo en marcha silenciosa contra los campamentos de los fugitivos a aquellos soldados recién enrolados, inexpertos y desmoralizados por los males de sus compañeros: en efecto, ahora estaban callados y no parecían desear el combate que habían solicitado de forma tan entusiasta. De su parte, los gladiadores estaban en un tris de la discordia a causa de ciertas diferencias sobre qué consejo seguir, ya que Crixo, con sus paisanos galos y con los germanos, quería descender a campo abierto y tomar la iniciativa del ataque, mientras que Espartaco (lo desaconsejaba encendidamente). III.98: [...] En el temor de que, dedicándose a las correrías que estaban haciendo [...] fueran rodeados y exterminados [...] por lo que debían partir apresuradamente. Unos pocos hombres prudentes, de ánimo liberal y noble, pensaban que era preciso retirarse en el modo que Espartaco aconsejaba, por lo que aprobaban su parecer15. Otro, en cambio, confiaban estúpidamente en los refuerzos que llegaban y en su propio carácter belicoso; y los últimos y más numerosos, olvidados vergonzosamente de su patria, nada alejados de su mentalidad servil, no querían sino robos y sangre [...] parecía el mejor partido. Además, les exhorta a ir hacia tierras más espaciosas y más ricas en ganados, donde pudieran aumentar sus efectivos de combatientes antes de la llegada de Varinio a la cabeza de un ejército renovado; y consigue a toda prisa los servicios de un buen guía, un prisionero picentino, atraviesa los montes Eburinos y llega a Nares de Lucania, entrando secretamente y al alba en Foranio, sin la más mínima sospecha de los habitantes del lugar. Y, enseguida, los fugitivos, en contra de las órdenes de sus jefes, comenzaron a violar a las jóvenes y a las viejas y otros hacían burla de los que aún vivían, les hurgaban en sus heridas de un modo atroz, sin cuidarse tampoco de los que agonizaban con el cuerpo mutilado. Otros aplicaban fuego a las casas, y muchos esclavos de aquel lugar, aliados de los invasores en virtud de su índole servil, sacaban fuera de sus escondrijos los tesoros de sus señores, y a los señores mismos: nada, en suma, parecía inviolable o sacrílego al furor y a la bajeza servil de aquellos bárbaros. Espartaco, imposibilitado para evitar esos excesos16, aún les rogaba de todas las

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Es uno de los textos “positivos” sobre Espartaco. Las palabras que usa Salustio en este Fragmentum Vaticanum son: prudentes (…) liberi animi nobilisque. Son, sin duda, términos muy positivos que, aplicados a los que seguían la opinión de Espartaco, son extensivos al líder rebelde. 16 Es otro fragmento donde se nos muestra a Espartaco de manera positiva, intentando evitar los excesos y depredaciones de los rebeldes.

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formas posibles para que se dispusieran a la fuga [...] los mensajeros [...] atraerse su odio. Y ellos, ocupados en crueles carnicerías [...] Tras haber descansado allí durante un día y una noche, redoblados sus secuaces, dejó el campamento al despuntar el alba y se instaló en una campiña bastante cercana, donde (puso en fuga) a los colonos que habían salido fuera de sus casas, dándose todos a cultivar los campos trigueros en aquellos meses otoñales. Los habitantes de la zona, en pleno día, y viendo huir a sus vecinos, comprendieron que los rebeldes se aproximaban y, con todos los suyos, se refugiaron (en los montes cercanos). III.99: En todo el territorio lucano, solo había un hombre que conociera aquellos lugares, un cierto Publípor. IV.32: C. Verres fortificó las costas cercanas a Italia17. IV.41: Fue muerto mientras se defendía encarnizadamente, vendiendo cara su vida18.

El análisis de estos fragmentos arroja las siguientes conclusiones: que claramente Salustio trató in extenso sobre la rebelión, desde su comienzo (III.390) hasta su final (IV.41). Que en sus Historias, Espartaco (con su nombre) es una figura central, protagonista por encima de otros líderes como Crixo. Que los dos fragmentos Vaticanos, los más extensos (III.96 y III.98), nos muestran un lujo de detalles sobre la rebelión, sobre sus protagonistas y sobre los generales romanos que se enfrentaron a la misma, que dejan claro que Salustio utilizó fuentes de todo tipo: orales (¿de dónde sacó el nombre del lucano Publípor que ayudó a Espartaco en el año 73 a. C.?), alguna obra analística, archivos del Senado y otra documentación sobre los diferentes pretores y cuestores involucrados, etc. Y que posiblemente Salustio y Livio utilizaron una fuente común, pero que es posible existiera otra diferente, quizá coetánea a ambos autores (Stampacchia, 1976). V. CONCLUSIONES A lo largo de este breve trabajo hemos concluido que la rebelión de Espartaco provocó una doble reacción en las autoridades romanas: hubo senadores, como Cicerón, que la consideraron claramente una guerra; y otros, como los cónsules y pretores del año 73 a. C., y toda la facción popular hasta César con ellos, que la consideraron un tumulto servil que no requería el envío de tropas legionarias. Otra conclusión importante es que los grandes líderes de finales de la República, desde Craso a Pompeyo, pero también desde Catón a César, lucharon contra Espartaco en algún momento de la rebelión, y pudieron ser, por tanto, fuentes directas en el conocimiento de la misma. El estudio de las fechas de las primeras alusiones a la rebelión, contrastado con el de las fechas de la primera alusión a Espartaco por su nombre, arroja como resultado que la rebelión era citada y conocida claramente —————————— 17 Es interesante este fragmento porque Salustio, al contrario que su enemigo Cicerón en los discursos contra Verres (Cic., Verr. V.2.5-6), testimonia que el gobernador de Sicilia sí hizo algo para evitar la invasión de Sicilia. 18 En este fragmento, Salustio deja claro que Espartaco murió en la batalla.

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JUAN LUIS POSADAS

entre los años 70 y 51 a. C., pero que el líder de la misma solo empezó a ser conocido en el año 44 a. C., y que cuando lo cita el cónsul Marco Antonio en un edicto en noviembre de ese año, lo hace como insulto dirigido a Octavio. El nombre de Espartaco debía, pues, ser conocido por los senadores a los que dirigió tal edicto para que pudieran entender el insulto, por lo que dicho nombre debió divulgarse aproximadamente entre los años 50 y 44 a. C., el periodo grosso modo de la guerra civil. Y, finalmente, que Salustio, quien es la primera fuente histórica conocida sobre la rebelión en sus Historias, publicadas en la primera mitad de los años 30 a. C., sin duda utilizó esa fuente desconocida. Y que dicha fuente pudo ser Marco Terencio Varrón, de quien sabemos que citó a Espartaco de manera positiva, y que publicó una obra histórica desaparecida en esa misma época de la guerra civil. BIBLIOGRAFÍA CALVO, J. B. (1994), Marco Tulio Cicerón: Filípicas, Barcelona, Círculo de Lectores. CORNELL, T. J. (ed.) (2013), The Fragments of the Roman Historians, vol. I., Oxford: Oxford University Press. DOI, M. (1989), “Spartacus’ uprising in Cicero’s Works”, Index 17, pp. 191-203. FERNÁNDEZ-GALIANO, M. (1997), Horacio: Odas y Épodos, Barcelona, Círculo de Lectores. FIELDS, N. (2009), Spartacus and the slave war 73-71 BC., Nueva York: Osprey Publishing. JOCELYN, H. D. (1982), “Varro’s Antiquitates rerum diuinarum and religious affairs in the late Roman Republic”, Bulletin of the John Rylands University Library of Manchester 65, pp. 148-205. KOLENDO, J. (1980), “Uno Spartaco sconosciuto nella Pompei osca. Le pitture della casa di Amando”, Index 9, pp. 33-40. LEVI, M.A. (1973), “La tradizione sul Bellum Servile di Spartaco”, Actes du Colloque 1971 sur l'esclavage, París, pp. 171-174. PETRONE, G. (1976), “Per una ricostruzione del proemio delle Historiae di Sallustio”, Pan 4, pp. 59-67. POSADAS, J. L. (2015a), “La recluta ad tumultum como respuesta equivocada ante la rebelión de Espartaco en el año 73 a. C.”, en Bravo, G. y González Salinero, R. (eds.), Poder central y poder local en el mundo romano, Madrid, Editorial Sígnifer, pp. 61-74. — (2015b), “Catón el Joven y Salustio”, FlorIlib, 26, pp. 121-130. — (2015c), “Espartaco en la arqueología”, Panta Rei 2, en prensa. — (2012), La rebelión de Espartaco, Madrid: Sílex Ediciones. RIPOSATI, B. (1975), “La fortuna dei frammenti «storici» di Varrone Reatino”, StudUrb 49, pp. 319-329. SANTOS YANGUAS, N. (1998), “Los fragmentos de las historias de Salustio: su valor histórico”, ETF (Hist) 11, pp. 221-239. SHAW, B. D. (2001), Spartacus and the slave wars. A brief history with documents, Boston-Nueva York: Bedford St. Martin’s. STAMPACCHIA, G. (1981), “Spartacus acer. A proposito di Hor. Epod. 16,5 e Carm. 3, 14, 19-20”, Klio 63, pp. 331-346. — (1976), La tradizione della guerra di Spartaco da Sallustio a Orosio, Pisa: Giardini.

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