Elogio de la crueldad

May 20, 2017 | Autor: Ana Lucía Centeno | Categoría: Capitalism, Cinema, Kim Ki Duk
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Descripción

Artículo publicado en www.revista-artefacto.com.ar > Textos > Reseñas y críticas

Elogio de la crueldad Reflexiones en torno a la película “Piedad” de Kim Kiduk1 Ana Lucía Centeno Si la mano es mía y el brazo mío, y este hombro, el pecho, el torso, el otro brazo, tal como mis dos piernas y la cabeza y el lugar que todas estas partes ocupan en mi cabina también son míos, entonces: ¿quién seré? ¿También yo seré mío? Y si soy mío: ¿qué es esto mío que me tiene? ¿Qué este mí que me hace suyo…? Rodolfo Fogwill

Lee Kang-do2 es un hombre dañado. Es un joven que se mueve con autoridad por las estrechas veredas de un barrio de clase trabajadora, ubicado en la ciudad de Seúl. Estas calles se presentan como una oscura metáfora del capitalismo extremo, en ellas pareciera que no hay vida, no hay naturaleza, no hay sol; solamente persianas metálicas que cubren pequeños negocios, pequeñas máquinas y cuerpos de trabajadores que también funcionan como máquinas. Los obreros del barrio se escapan de Kang-do, huyen de él, sienten temor cuando sus ojos negros los atraviesan, pues éste los ve como meras fuerzas productivas. La mirada de este hombre transforma sus cuerpos de medio a fin, los interpela con crueldad y encierra una lógica de existencia que en extremo duele; de su mirada emerge la subjetividad que envuelve a los trabajadores. Kang-do sabe qué pieza de esos cuerpos (o máquinas productivas) debe mutilar para clausurar la producción. Dentro de esta historia se presenta el personaje de Jang Mi-sun3, quien también es una mujer dañada. Ella, movilizada por el dolor, se presenta en la vida de Kan-do con un objetivo específico: devolver a ese sujeto insensible la capacidad de sentir empatía.

1 Director de cine nacido en Boghwa, Corea del Sur, el 20 de diciembre de 1960. Entre sus obras destacadas se encuentran también “Hierro-3” (2004) y “El arco” (2006). 2 Papel representado por el actor Lee Jung-Jin. 3 Representado por la actriz Jo Min-Su.

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El camino de retorno al afecto — ¿Qué es el dinero? — ¿Dinero? El principio y el final de todas las cosas. Amor, honor, violencia, furia, odio, celos, venganza, muerte. Kang-Do y Mi-Sun (Piedad)

El director de cine surcoreano, Kim Ki-duk, construye a sus personajes en extremo, éstos son seres silenciosos pero llenos de experiencias, de vida, de peso existencial. La película Piedad (Pietà) estrenada en el año 2012 es un elogio a la crueldad en el cual se retoma la significación que envuelve a la escultura La Piedad (1498-1500) de Miguel Ángel para ilustrar en lenguaje audiovisual el resquebrajado camino que recorre el corazón de una madre ante la pérdida de su hijo. La escultura del Siglo XV, situada actualmente en la Basílica de San Pedro del Vaticano, conlleva un tipo de representación que apela a un orden de sensibilidad teológico, en el que la Virgen María sostiene el cuerpo sin vida de su hijo Cristo. Kim Ki-duk retoma la esencia de la obra de arte y la resignifica. Piedad se acomoda en un nuevo orden de lo decible y lo mostrable, que si bien es acorde a los límites de representación del cine actual, mantiene distancia de las películas del cine dramático de Hollywood. El relato de la película busca exponer la lógica de funcionamiento de un capitalismo que avanza y que es capaz de penetrar de forma implacable en la vida de los hombres. Lo que James Ballard denominó la muerte del afecto significa el ocultamiento y el borramiento de lo sensible; es el proceso por medio del cual el abandono del sentimiento y la empatía dan lugar al juego especulativo, al cálculo, a las relaciones contractuales que derivan de la lógica compra/venta; estas características terminan por imprimir su sello en las relaciones humanas y ubicarlas como un elemento más dentro de ese orden de funcionamiento. Esas serían las consecuencias del capitalismo extremo, que llegado a su auge generaría una sensación de vaciamiento en el sujeto para dejar entrar a las excitaciones provocadas por el consumo, la competencia, el sufrimiento y la mutilación; de este esquema surge la pregunta por el retorno al afecto. El director Kim Ki-duk sostuvo en las ruedas de prensa que en el motor de sus obras está presente la preocupación por las consecuencias del industrialismo exacerbado. El capitalismo salvaje sería aquel que construye los sujetos que necesita y los absorbe, que posiciona la economía de producción como sustancialidad del hombre y termina por reducirlo a mero cuerpo productivo, envuelto en una rutina que lo lleva a preguntarse cuál es esa parte de sí mismo que le pertenece. En este esquema la sensibilidad del sujeto se ve afectada, ya que deviene en un 2

objeto entre objetos, en un medio que persigue un fin; su cuerpo es un medio, el cumplimiento del máximo beneficio es el fin. Los hombres del film Piedad, cuyas vidas suceden detrás de persianas metálicas, son como pequeños engranajes que producen por su propia subsistencia y al mismo tiempo motorizan la gran maquinaria fabril. Estos pequeños circuitos laborales que funcionan en beneficio de los propios trabajadores encuentran sus límites: la falta de una pieza les destrozaría el proceso productivo. La tarea de Kang-do es quitar esa pieza para que los morosos paguen sus deudas y para clausurar la producción del negocio no rentable. En esto consiste la paradoja que expone la película, se cancela la producción de baja escala, sin embargo la extirpación de los pequeños negocios insolventes –de los trabajadores que no pagan sus deudas- responde y aceita a los intereses del gran capitalismo extremo. El dolor representado por Kim Ki-duk tiene una doble lectura, por un lado el sufrimiento físico y por otro lado la pérdida del cuerpo productivo. En términos de Michel Foucault, el cuerpo es una instancia en la cual las prácticas disciplinarias y políticas sellan sus reglas. En el cuerpo mutilado del obrero queda la cicatriz del modelo industrial, el castigo perpetuo del cuerpo enfermo o incompleto consiste en dejar de ser fuerza de trabajo dentro del circuito mercantil. La fábrica, la oficina, el taller, necesitan del cuerpo dócil y apto para la actividad laboral. Los conceptos de físico en forma, normal, higiénico, sano, etc. deben gran parte de su sentido a la noción de cuerpo utilitarista. Lo que Foucault denominó anatomopolíticas son las técnicas de poder que buscan proteger y reproducir este tipo de cuerpo. Los medios de reproducción de la anatomopolítica del cuerpo humano son “su educación, el aumento de sus aptitudes, el arrancamiento de sus fuerzas, el crecimiento paralelo de su utilidad y su docilidad, su integración en sistemas de control eficaces y económicos” (Foucault, 1976, pág. 83). El cuerpo inútil y fragmentado que no responde a la norma y a la disciplina debe pagar el precio de la exclusión y el miedo a la exclusión conduce al sujeto a rechazar dimensiones que serían constitutivas del ser humano como el dolor, el cansancio, la enfermedad. La obra de Kim-Ki-Duk está llena de cuerpos desafectados e indoloros, de relaciones sociales en las que media la desconfianza, en las que intermedian un lenguaje y un código que crea distancias. Su mensaje es el resultado de una dualidad, de la contradicción en la que el par realidad/ficción son dos extremos que de alguna forma se encuentran y se tensionan. La historia parte de los interrogantes y temores que nos presenta una determinada forma de sociedad y nos propone una respuesta posible, un mensaje que se delinea desde la crueldad. De esta forma, la ficción aparece como esa dimensión en la cual se pueden establecer nuevas relaciones entre el sentido y las formas visibles, en donde se configura un nuevo paisaje de lo “posible”, otras formas espacio-temporales en las cuales podemos pensar nuevas condiciones de existencia. Cuál es el papel de la ficción y del arte sino aquel que busca representar los deseos y temores de la 3

sociedad o las preocupaciones del artista. Piedad es una aproximación estética a aquello indecible, en la que paradójicamente lo irrepresentable en palabras aparece en el relato. El director quiere mostrar aquello que siente y no puede decir, sus personajes casi no hablan, pues si hablaran llevarían al espectador a un lugar predecible. En cada escena cruel se presentan también otros sentimientos que nacen en la intersección de cada imagen con cada movimiento, en la sucesión de planos. Lo que intenta Kim Ki-duk es dibujar límites, trazar un mapa para que dentro del mismo surja naturalmente el sentido; construye una ficción en la que las palabras pasan a segundo plano ya que dicen poco o nada. Ahí reside la condición del artista, en el reordenamiento de los elementos para lograr la originalidad del mensaje; se rompe con el patrón uniforme al no mostrar al espectador hombres activos, fuertes y protectores frente a mujeres inseguras, débiles y deseables; sino un hombre dañado y una mujer que pelea con crueldad. Mi-sun es un personaje que quiere distinguir y distinguirse por medio del dolor y que deja una pregunta abierta. ¿Cómo se traza el camino del retorno al afecto? El relato de cine que convencionalmente es aplaudido se transforma cuando se anuncia un final impredecible y se expone la crueldad de lo irrepresentable.

Bibliografía: Ballard, J. G. (1976): “Crash”. Barcelona, ed. Minotauro. Fogwill, R. (1997): “En el bosque de pinos de las máquinas”. Revista Artefacto N° 2. Buenos Aires, ed. CBC (UBA). Foucault, M.l (1976): “Historia de la sexualidad I. La voluntad de saber”. México, Ed. Siglo veintiuno. Ki-duk, K. (2012): “Piedad”. Prod. Next Entertainment World/Finecut.

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