Elogio de la Ausencia

ELOGIO DE LA AUSENCIA

KruSTOV CERDA

N.

"Acaso el ocaso nos haga caso JI entonces habréis comprendido los signos de la noche. Habréis comprendido los inventos del silencio. La mirada del sueño. El umbral del abismo. El viaje de los montes .. ,

La travesía de la noche, Vicente Huidobro.

De acuerdo con la ya conocida visión heideggeriana de la historia de la metafisica occidental y -por extensión- de las formas de saber teórico y práctico determinadas por ella, el ser del ente ha sido pensado invariablemente como el comparecer de la cosa ante la mirada develante del hombre o ante su provocación estratégica en la forma del método y el experimento. En las diversas configuraciones que han adoptado la filosofia y la ciencia occidentales, el ser ha sido pensado como presencia. "Ha sido" decimos, porque el discurso que aquí se enuncia intenta señalar en dirección de una mutación en el horizonte del pensamiento, o bien de una sustantiva transformación del propio pensamiento tal y como se ha venido entendiendo hasta el siglo XIX al menos. Esta mutación está designada oblicuamente por un rótulo cuyo origen remoto -y esto es significativo- se encuentra en el espacio del saber que llamamos arte, el que se caracteriza particularmente desde ya hace un siglo por interrogar antes que nadie las posibilidades inscritas en lo que el resto de la cultura tiene por imposible. El rótulo en cuestión es el que conjuga los fragmentos inconmensurables de nuestra actual mirada en esta instancia de transmisión de saber, de conato de un poder impotente, que debiera ser sacudida en su constitución paradojal: la de ser un seminario sobre Posmodemidad. En su famoso "informe sobre el saber en las sociedades más desarrolladas", Lyotard señala cómo la transmisión del saber en la ciencia moderna depende de la formación de una comunidad de iguales que permita legitimar 1