Ellos luchan y ellas lloran.pdf

May 24, 2017 | Autor: P. Martínez García | Categoría: Media Studies, Feminism, Symbolic violence, Prestige, Violencia Simbólica, Women in fisheries
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Descripción

Título Ellos luchan y ellas lloran

Subtítulo Diferenciación en la representación mediática entre los hombres y mujeres del mar

Resumen

La violencia simbólica es una de las facetas del patriarcado. Una opresión sobre la que los medios de comunicación tienen un papel predominante mediante la reproducción de las desigualdades entre hombres y mujeres a partir de una lógica androcéntrica (Menéndez Menéndez, 2013). En otras palabras, estos organismos perpetúan la discriminación de las mujeres al legitimar la división jerárquica establecida en torno al género (Pateman, 1995; Martínez Lirola 2010; Fraser, 2011). En este sentido, su presencia en los media se rige por la invisibilidad y por la adscripción de lo femenino a lo doméstico como una forma de "aniquilación simbólica" (Menéndez, 2013). Así, esta comunicación tiene como objetivo analizar el papel de los medios de comunicación -y, en particular, la prensa- como reproductores del sistema sexogénero. Un estudio que se aplicará a la cobertura informativa del Prestige, acontecimiento fundamental que afectó a las comunidades pesqueras en el año 2002 y a cuyas consecuencias se enfrentaron los hombres y mujeres vinculadas al mar -marineros, mariscadores a flote, mariscadoras a pie, rederas, etc.-. Un desastre medioambiental que visibilizó, una vez más, el desigual trato que, desde los medios, se realiza en función del género. De esta manera, a partir de un análisis de contenido de las informaciones publicadas por La Voz de Galicia durante el mes de diciembre de dicho año, se identificará esta discriminación a partir de tres dimensiones: (1) Espacio informativo ocupado por mujeres y hombres. (2) Roles de género en la información. (3) Características adscritas a su representación mediática. Tres variables que permiten constatar la existencia de una realidad sustentada en una división jerárquica en función del

género, en la que los hombres ocupan los espacios de poder y las mujeres quedan relegadas al mundo de lo privado y, por lo tanto, de lo invisible.

Autores Patricia Martínez García (Universidad del País Vasco – Euskal Herriko Unibertsitatea: Departamento de Ciencias Políticas y de la Administración – Parte Hartuz: Eje Feminismos y Modelos de Democracia. Becaria predoctoral del Programa de Formación del Gobierno vasco).

Palabras clave Medios de comunicación; Mujeres del mar; Prestige; Violencia Simbólica

Comunicación

1. Introducción Tradicionalmente, los medios de comunicación han ejercido como legitimadores simbólicos de las desigualdades que imperan en nuestras sociedades, reproduciendo relaciones de dominio y subordinación sobre los alteros (Fraser, 1997; Young, 2000). Desde su estrecho vínculo con la ideología de aquellos que sustentan el sistema (Herrero, 2010), han privilegiado la experiencia, presencia y voz del sujeto normativo (Amorós, 1985; Young, 2000; Pérez Orozco, 2006). Así, como nos recuerda Patricia Hill Collins, las representaciones culturales ocultan bajo estereotipos a los grupos oprimidos ya que "su falta de control sobre los aparatos ideológicos de la sociedad hace que expresar un punto de vista auto-definido sea difícil" (2012, p. 128). Esta carencia ejecutiva viene determinada, en parte, por la ausencia de los colectivos subalternos en las posiciones de poder, es decir, en los espacios de producción desde los que se emiten los mensajes. Así, se presentan como neutralidad las interpretaciones realizadas desde el sujeto privilegiado generando contenidos discriminatorios, sea en el cine (Aguilar, 2010), la ficción televisiva (Aguado Peláez, 2016), o los productos informativos (López, 2008). En

definitiva, los medios contribuyen a fomentar la violencia ejercida contra las mujeres -y otros subalternos- ya que responden a la doctrina del patriarcado. Un sistema sostenido sobre una dicotomía jerárquica en el que "lo visible es asociado con el espacio y las tareas de los hombres blancos, heterosexuales, sin discapacidad, etc., es decir, el reino del sujeto ilustrado, ciudadano autónomo que firma el contrato social, el homo economicus", mientras que en lo oculto e invisible se encuadran "todo el resto de sujetos que, de una forma u otra se desvían de dicho modelo social; todos los otros del discurso ilustrado" (Pérez Orozco, 2006, p. 32). Este esquema discriminatorio posibilita que las mujeres sean golpeadas por las diferentes facetas opresoras de un sistema injusto en el ámbito cultural, económico, político y social (Young, 2000). En palabras de Fraser (1997; 2011), la desigualdad se produce en la esfera de la distribución a partir de una "estructura económica que genera modos de explotación, marginación económica y privación, específicas de género". Pero también en el marco del reconocimiento, ya que se codifican "patrones dominantes de valor cultural que son centrales para el orden de estatus en su conjunto" (op.cit. 2011, p. 299). Este último es el que ocupa el interés del presente texto, con el fin de identificar los patrones androcentristas que se desprenden de las representaciones mediáticas y observar si contribuyen a la estereotipación, opacidad y menosprecio de las representaciones femeninas, en este caso, en la prensa. Algo fundamental ya que "la invisibilidad de las mujeres y su tratamiento periodístico y publicitario desequilibrado hace que nos encontremos ante un problema de justicia social" (Martínez-Lirola, 2010, p. 171), ya que "el lenguaje expresa y forma parte de la estructura patriarcal de nuestra sociedad" (Pateman, 1995, p. 116). Este marco de análisis tiene especial interés en el caso del Prestige, aquel petrolero que en noviembre de 2002 naufraga frente a las costas gallegas causando un desastre medioambiental que impacta particularmente en las comunidades pesqueras gallegas. El ecosistema y la fauna marítima se ven dañadas -todavía difícil de calcular en todas sus dimensiones -, así como el medio de vida de sus habitantes que ven dañada la fuente de su trabajo (González, 2004). Es decir, se produce un shock que alcanza lo ecológico, lo económico, lo político y lo social (Ferrín y Ruibal, 2006). La que va a ser una de las grandes catástrofes ecológicas de Europa no tarda en llamar la atención de los medios de comunicación que narran los esfuerzos de los colectivos profesionales por recuperar su mar y su trabajo. Pero, ¿son representados todos igual o se ofrece una imagen diferenciada de aquellos feminizados?

1.1 Comunidades pesqueras en las lógicas de dominación por género Antes de adentrarnos en el tratamiento mediático, cabe detenerse, brevemente, en las características de las comunidades pesqueras, cuyo modelo de organización social se sustenta en el sistema sexo-género. En otras palabras, en el dualismo jerárquico que reparte ámbitos, cualidades y roles entre hombres y mujeres (Pateman, 1995). En este contexto, la división se encarna físicamente a través del binomio mar/tierra. Así, en marzo de 2016, según los datos oficiales del Instituto Galego de Estadística1, 5.000 de las 21.111 personas afiliadas al Régimen Especial del Mar (REM) -un 23,64%- son mujeres. Pese a que estos datos no son exactos debido a que las estadísticas invisibilizan muchos oficios y aportaciones femeninas (García Negro, y Zotes, 2006), lo cierto es que esta infrarrepresentación deriva de la propia tradición pesquera. Una tradición que margina a las mujeres en puestos de extracción de embarque y entre los armadores, y les reserva el marisqueo, las tareas de apoyo -reparación de redes comercialización, etc.- y a la industria conservera (Gago, Constantino y Ardora Sociedade Cooperativa Galega, 2004). Es decir, aquellos oficios vinculados a una mayor temporalidad y precariedad (op. cit.). Tal y como observa Esmeralda Broullón (2007), esta división del trabajo en función del género se corresponde con una base antropológica que liga una masculinidad asociada al heroísmo y al riesgo de la mar, mientras que las mujeres quedan atrapadas en la seguridad de la tierra. Un espacio en el que se desarrollan tareas imprescindibles para la supervivencia familiar pero invisibilizadas a nivel social (como el atar, el avituallamiento de enseres, la carga y la descarga o la extracción de bivalvos). A este respecto, rederas, mariscadoras a pie y otros oficios como el de neskatillas o empacadoras2 han sido considerados complementarios, olvidándose de que "las mujeres marítimas han sido, son y seguirán siendo un elemento clave del mantenimiento y sostenimiento de la cultura pesquera" y también del medio (Marugán, 2004, p. 9). Una invisibilización que Obtenido en: http://www.ige.eu/web/mostrar_actividade_estatistica.jsp?idioma=es&codigo=0204009 (Consulta: 25 de mayo de 2016). En el caso estatal la cifra de presencia femenina desciende al 17%. Así, la importancia fundamental de la pesca en Galicia se traduce en mayor presencia de mujeres. A partir del Plan para la Igualdad de Género en el Sector Pesquero y Acuícola (2015-2020) se extrae que las gallegas constituyen casi tres tercios de las afiliadas al Régimen Especial del Mar (un 67% de las aproximadamente 6.000 trabajadoras según el Instituto Social de la Marina; frente a las segundas, que son las vascas, con un 13%). 2 Las neskatillas son las mujeres encargadas de la descarga del pescado del barco y de su venta. Por su parte, las empacadoras pesan, clasifican y ordenan las cajas descargadas. La actividad de ambos colectivos se concentra en los puertos vizcaínos de Bermeo y Ondarroa. 1

permite recuperar la metáfora del iceberg incorporada por la economía feminista para denunciar la existencia de un sistema biocida (Pérez Orozco, 2014, p. 181). Se observa, por lo tanto, una discriminación devenida de la división del trabajo en función del género; de la epistemología patriarcal que invade el ejercicio político y económico de las sociedades occidentales, y de una desvalorización cultural y social de todas aquellas aportaciones de las mujeres. Esta devaluación de lo femenino tiene su reflejo en las imágenes ofrecidas por los medios de comunicación que actúan como reforzadores de las lógicas de dominación de los sistemas de opresión. En este sentido, el análisis versa sobre la presencia y la voz de las mujeres de la pesca en las publicaciones de la prensa en torno a una catástrofe que impactó de forma radical en las comunidades pesqueras. Con el fin de responder a preguntas como: ¿Qué espacio ocupan las mujeres en la cobertura informativa? ¿Juegan una posición activa en la narración? ¿Qué características y roles se adscriben a hombres y mujeres? ¿Están diferenciados por género? ¿Qué valores se desprenden de esta representación?

2. Metodología La presente comunicación se centra en el tratamiento diferenciado por género en la prensa gallega en el contexto de la pesca, a partir de un hecho fundamental en este ámbito como fue el desastre del Prestige, en el año 2002. Una investigación que parte del desarrollo de dos estudios acerca de la cobertura informativa del proceso de profesionalización de mariscadoras a pie y rederas en Galicia (Martínez García, 2014a; 2014b) en el marco de la elaboración la tesis doctoral sobre estos colectivos feminizados y la democratización del ámbito pesquero. Este texto parte, así, de la selección y el análisis de publicaciones ofrecidas por La Voz de Galicia -periódico de mayor tirada en el territorio- entre el 14 de noviembre y el 31 de diciembre de 2002. Estas fechas abarcan los primeros momentos de la catástrofe, cuando el barco permanece accidentado lejos de la costa hasta la llegada masiva de fuel a las costas gallegas -y otros territorios-, permitiendo una observación de las acciones y perspectivas de los diferentes colectivos implicados en el sector pesquero.

La selección de publicaciones se ha hecho mediante la hemeroteca web del diario. Ante la avalancha de las mismas, se decidió cruzar el término Prestige con los dos oficios feminizados con más presencia en la pesca gallega, las mariscadoras a pie y las rederas. Las primeras se dedican a la extracción de bivalvos en las orillas, así como a la siembra y limpieza de los arenales, tratándose de una actividad directa respecto al sector pesquero. Las segundas elaboran y reparan los aparejos de pesca, por lo que ejercen un servicio indirecto a la actividad económica. Por otro lado, es necesario destacar que, en el momento que sucede el desastre, las mariscadoras se encontraban inmersas en un proceso de profesionalización iniciado años antes que contribuyó a su organización y formación. Mientras, para las segundas este evento sería un momento de inflexión para incorporarse a estos dispositivos de regulación de su oficio. En este muestreo de carácter intencional, flexible e interpretativo (Ruíz Olabuénaga, 2012) surgen 35 publicaciones -mayoritariamente informaciones, sólo dos opiniones- que vinculan mariscadoras a pie y rederas con el desastre del Prestige3. El objetivo del análisis se concentra en examinar el papel de la prensa en la reproducción del sistema sexo-género. En concreto: (1) Espacio informativo ocupado por mujeres y hombres, así como posición, capacidad de acción y testimonial. (2) Roles por género en la información. (3) Características adscritas a su representación mediática. En un primer momento, se procede a un análisis de contenido cualitativo de estas unidades de análisis atendiendo a cuatro variables: cobertura -local o autonómica-; posición en la información -pasiva, sumativa (comparte el texto con otros colectivos) o protagónica-; representación de su acción en el texto -no influencia en la acción y capacidad de agencia-; y la capacidad testimonial -ausencia de declaraciones o inclusión de voz directa-. Los datos que surgen de este estudio interaccionan con los resultados obtenidos del análisis cualitativo que permiten atender al uso de lenguaje y sus connotaciones (Ruíz Olabuénaga, 2012), posibilitando una mayor profundización en el análisis. Cuestión a la que también contribuye la inclusión de una perspectiva de género. De todo ello se desprenden las siguientes hipótesis: (1) "La prensa invisibiliza la realidad de las mujeres de la pesca a partir de (a) una baja presencia y una cobertura local y b) la inclusión de una voz pasiva y carente de capacidad de acción". (2) Las 3

De la búsqueda general surgen 300 publicaciones en el cruce entre mariscadoras, rederas y Prestige de un total de 15.249 que se convierten en casi 1.000 si se trata del colectivo de marineros. En el periodo seleccionado se encuentran 1.587 publicaciones de las que 35 corresponden a los dos colectivos feminizados citados y 270 al cruce con el término marineros.

publicaciones contribuyen a la estereotipación por género a partir de la adscripción discursiva a roles y características diferenciadas entre hombres y mujeres.

3. Análisis La primera de las hipótesis se vincula, principalmente, con el análisis de carácter cuantitativo en el que se atiende a su cobertura, su posición en la publicación en relación con otros actores; la inclusión o no de agencia por parte de estas mujeres, y su capacidad testimonial a partir de la integración o no de declaraciones directas. Los datos de la siguiente tabla (Tabla 1) permiten visualizar los resultados obtenidos al respecto.

Tabla 1: Tratamiento informativo de mariscadoras a pie y rederas (Total: 35 unidades) Cobertura territorial Local Autonómica 30 (85,7%) 5 (14,3%) Posición informativa Pasiva Sumativa Protagónica 10 (28,6%) 19 (54,3%) 6 (17,1%) Representación de acción No agencia 18 (51,4%)

Agencia 17 (48,6%) Capacidad testimonial

Ausencia de voz 25 (71,4%)

Voz directa 10 (28,6%)

Fuente: Elaboración propia

Se puede observar cómo la cobertura de las publicaciones en las que se hace referencia a los colectivos de mariscadoras a pie y rederas en su vínculo con el Prestige se reservan al ámbito local, es decir, a las ediciones comarcales que ofrece el diario. Del mismo modo, cabe precisar que tan se ubican en el interés autonómico cuando se cubren las consecuencias del desastre y el (co)protagonismo recae en los agentes políticos y/o sociales (como la puesta en marcha de ayudas o las enormes movilizaciones). Es decir, los datos van en la línea de otras investigaciones que constatan que las informaciones centradas en mujeres suelen ser cortas y ubicadas en espacios poco relevantes en los diarios (Menéndez Menéndez, 2013). En lo que respecta a la posición informativa, estas profesionales se ubican principalmente en la categoría sumativa. En otras palabras, comparten la información con otros colectivos -normalmente oficios pesqueros también-. No obstante, si se atiende a su importancia

en la narrativa, en un 71,4% es baja. Es decir, en 14 de 19 publicaciones mariscadoras a pie y rederas ocupan una posición subsidiaria en la acción o son invisiblizadas desde un uso masculinizado del lenguaje -como veremos con mayor profundidad a continuación-. Respecto a su capacidad de agencia, se ve que los datos son equiparables entre el ejercicio y la pasividad de acción. No obstante, las cifras referidas a la presencia o ausencia de voz permiten afirmar que esta agencia se ve limitada ya que apenas se incluyen publicaciones en las que haya declaraciones directas de estas profesionales. En este sentido, la segunda fase del análisis permite precisar más los resultados. 3.1 Sobre invisiblidades y roles de cuidados El análisis cualitativo nos permite profundizar en los datos cuantitativos expuestos anteriormente, revelando como la representación de mariscadoras y rederas están imbuidas en las normas de género. La primera de las cuestiones que permite hablar de sexismo cultural respecto al tratamiento de la prensa hacia estas mujeres es su invisibilidad, derivada no sólo de una presencia ínfima en la agenda mediática sino también de la masculinización del sujeto. De esta forma, es usual utilizar la forma masculina -mariscadores, rederos- o giros supuestamente neutros -como profesionales del mar- cuando se habla de mujeres y aunque sean oficios mayoritariamente femeninos. Es decir, una vez más, la realidad se nombra desde la visión del sujeto universal disfrazado de imparcialidad que parte del nosotros masculino como aglutinador y referente (Gallego, 2008). Esto se observa en "Marineros y mariscadores preparan mallas para mantener a salvo siete rías" (10/12/2002), en las que las aportaciones mayoritarias de rederas y mujeres mariscadoras parecen inexistentes. Por otro lado, este papel de referencialidad va muy unido a la carencia de voz directa de las mujeres, pero también a su formulación como género sin individualidad (op. cit.). Así, vemos como en una misma noticia cuando habla un marinero se suelen referir a él por su nombre mientras que cuando se trata de mariscadoras su presencia se vuelve anónima (23/11/2002: "Cuando los lobos de mar temen por la ría"); o se las caracteriza a través de su adscripción territorial (de Cedeira, de Lourizán...). Por su parte, las rederas en esa posición cruzada entre su condición de mujeres y su rol en la pesca -no generador directo de beneficios económicos- no tienen el privilegio de ser citadas, ni una sola vez, de forma individual -siendo presentadas, principalmente, como beneficiarias de ayudas-.

Por otro lado, respecto a los roles que ejercen durante la catástrofe se insiste en su condición de cuidadoras. Esto coincide con otras investigaciones que ponen de manifiesto como los medios de comunicación ponen el énfasis en la esfera reproductiva, la familia y los valores asociados de entrega y sacrificio cuando se trata de mujeres (López, 2008; Herrero, 2010). Baste de ejemplo el reportaje "Todas las manos son la misma mano" (6/12/2002) donde se evidencia esta cuestión. Narra cómo las mariscadoras ejercen esas tareas de gestión, organización y ayuda que suelen ser invisibles a las cámaras. Por ejemplo, reparten mascarillas, agua, leche; les ponen los trajes a los voluntarios y se los sellan; limpian sus caras; cuidan y se preocupan por aquellas personas que se pusieron enfermas con los vapores, etc. Aún así, a pesar de la estereotipación de género, son publicaciones de las que se desprende reconocimiento, como también se observa en sentencias tales como: - "Desfilando ante los ojos de todo el mundo, las mariscadoras mecas salieron a la palestra para defender su trabajo" (21/11/2002: "Prestige en todos los idiomas"). - "Mientras las trabajadoras de unas cofradías confeccionan la barrera artesanal para frenar la marea negra, sus compañeras proponen fórmulas para que todas cobren por un día de trabajo" (22/11/2002: "Marisqueo solidario en la ría"). - En la columna de opinión "La marca del asesino" (4/12/2002) se habla del orgullo "en esas mariscadoras que se sobreponen a la ineficacia de los poderosos con sus propios medios, con una barrera artesanal para detener el fuel, que sustituye a los ingenios más avanzados de Europa". - También se presenta la pelea de las rederas por conseguir el derecho de subvenciones por la paralización de su trabajo (1/12/2002: "Posible cobertura para rederas y comercializadores de pescado"). No obstante, este reconocimiento continúa sesgado por el género, dejando clara una división en la que ellas ayudan, pero son ellos los que batallan. En la citada columna de opinión se recoge como los marineros "se lanzan al mar para recoger aquello que nunca quisieron extraer, porque no es del mar, que es de los hombres" y como "todos los medios de comunicación del mundo han visto a los marineros gallegos con las manos manchadas de negro", lo que implica que estuvieron en la acción directa y no en la colaboración. Sin embargo, las mujeres "creen que con todo su esfuerzo impedirán que el fuel entre en su pequeño mar, que dio vida a sus antepasados". Cabe detenerse cómo en estas frases se desprende una propiedad

legítima del mar por parte de los hombres, mientras en ellas se enfatiza la idea del "pequeño mar", recayendo la responsabilidad de defenderlo por una deuda histórica de las mujeres en la reproducción del entorno. Existen otras manifestaciones a este respecto. Por ejemplo, como el mar "duele" mucho en Arousa ya que la comunidad es dependiente de este sector, la amenaza de que "el fuel pudiese herir de muerte a su ría hizo reaccionar a los arousanos como un solo hombre" (4/12/2002: "Arousa se gana a pulso un respiro"). Mientras ellas limpian, aunque en Sálvora "fueron una legión de mariscadoras, organizadas desde la cofradía, quienes dieron la bienvenida en la playa a las olas preñadas de vertidos". Aunque se recoge la palabra legión para significar la lucha, no deja de ser curioso como, en lugar de dar batalla al fuel, le dan la "bienvenida" a través de una nueva referencia a la reproducción con las "olas preñadas". En este dualismo de la acción representada por mujeres y hombres también se dividen las características adscritas a unas y otros. En esta línea, se tiende más a representar el victimismo entre las primeras, mientras que a ellos se les reserva el riesgo que conlleva toda lucha. En el reportaje "La batalla por los contenedores" (4/12/2002) cuenta (en el último párrafo ya que el resto está dirigido a las labores de los marineros) como: "La segunda jornada de ira en la ría de Pontevedra ha dejado una nueva sensación de impotencia y desorganización, e imágenes de la desesperación como la de las mariscadoras de Lourizán, protestando porque les han prohibido trabajar". En lugar de resignarse, los pescadores "comprueban con rabia que la extensión del vertido se está multiplicando", en un contexto en el que los marineros "se juegan el tipo". Esta divisoria posibilita que las capacidades sean distintas. Así vemos como "Los mariscadores están pendientes del viento .... Como expertos meteorólogos calculan como puede afectar [el viento en la llegada del fuel]" (22/11/2002: "Una barrera flotante aísla desde hoy la ría de Cedeira de la contaminación"), mientras una mariscadora Faustina Solloso también patrona mayor de la cofradía de O Vicedo, afirma estar triste y contar con pocas esperanzas por lo que "só nos queda pedirlle á Virxe do Carme que mire por toda esta xente traballadora" (30/11/2002: "La coquina alcanza su mayor cotización bajo la amenaza del Prestige"). Del mismo modo, ellas hacen sus declaraciones "con lágrimas en los ojos" o "mientras cortan y cosen se preguntan cómo estarán sus hijos y maridos, hoy en la mar cubiertos de negro desde primera hora". Eso sí, ellos son los "héroes de negro" (04/12/2002: "¿Esto é unha guerra?").

4. Conclusiones La catástrofe del Prestige vuelve a evidenciar como los medios de comunicación, como productores y reproductores de la realidad (Gallego, 2008), sostienen los patrones discriminatorios sobre los que se construye el sistema sexo-género. En otras palabras, se constituyen como herramientas a través de las que se oprime a las mujeres en el campo del reconocimiento (Fraser, 1997; 2011), evidenciando como el control de los media y su capacidad de creación simbólica son una premisa esencial para la acción de los agentes sociales (Della Porta y Diani, 1999). En nuestro caso para el poder, ya que su función consiste en la dedicación a los privilegiados, excluyendo a todas las personas, espacios y acontecimientos que no se corresponden con las mismos (Menéndez Menéndez, 2013, p. 253). El caso del tratamiento de las mariscadoras a pie y rederas durante el Prestige evidencia este hecho. Pero, además, se ve agravada por las lógicas que interaccionan en las comunidades pesqueras, donde las mujeres han ejercido un papel considerado de apoyo y complemento, aunque sabemos fundamentales para la sostenibilidad de la vida (aspecto que no preocupa al capitalismo patriarcal). Este rol se traslada a la cobertura informativa del desastre, que reserva la actuación de guerreros a los colectivos masculinos. Así, en un contexto en el que la sociedad es cada vez más dependiente de los medios para concebir el mundo, la invisibilidad de las mujeres como sujeto informativo, así como su adscripción al ámbito doméstico y reproductor deriva en una "aniquilación simbólica" (op. cit., p. 256). No obstante, también se puede observar como hay espacio para la agencia femenina. Si bien desde una posición minoritaria y callada de acuerdo con las premisas iniciales del presente trabajo y desde la dualidad jerárquica en la que se sostiene la dominación en función del género. Pero la presencia y la visibilidad de las aportaciones de las mujeres -aunque sea desde la carencia- demuestra cómo el patriarcado ha evolucionado hacia un modelo de consentimiento (Puleo, 2000), permitiendo que el androcentrismo se disfrace -y nos engañe cuando no se aplica una perspectiva feminista- de imparcialidad y normalización social.

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