\"Elías Nandino en sus palabras y en las nuestras\"

September 27, 2017 | Autor: L. Romero Chumacero | Categoría: Literatura mexicana, Nandino Elias, Lesbian Gay Bisexual Transgender Studies
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Descripción

Revista destiempos n° 30 I Publicación bimestral I www.destiempos.com

ELÍAS NANDINO EN SUS PALABRAS Y EN LAS NUESTRAS Leticia Romero Chumacero Universidad Autónoma de la Ciudad de MéxicoCuautepec

E

l jalisciense Elías Nandino nació en Cocula, en 1900, y falleció en Guadalajara, noventa y tres años después. En fechas recientes su vida y obra han merecido el interés de un acucioso investigador, autor de dos compilaciones tituladas, respectivamente, De dolores y placeres (2009) y Sobre tus ojos dormidos (2011). El primero reúne entrevistas con el poeta, publicadas entre 1954 y 1993. El segundo agrupa buena parte de los trabajos críticos leídos durante el “Congreso Internacional en Homenaje a Elías Nandino”, celebrado entre el 23 y el 25 de octubre de 2008 en la capital de Jalisco. El organizador de ese encuentro académico, Gerardo Bustamante Bermúdez es también el compilador de los dos tomos mencionados. Médico, poeta y maestro de poetas, a lo largo de casi medio siglo Nandino concedió muchas entrevistas a representantes de revistas y diarios mexicanos como El Nacional, Novedades, La Semana de Bellas Artes, Excélsior, Gaceta

Politécnica,

Siempre!,

Unomásuno,

Vogue,

Tierra

Adentro,

El

Financiero,

Novedades y Reforma. Veintiséis de esos diálogos fueron seleccionados por el maestro Bustamante Bermúdez para dar cuenta de la manera como el recuerdo modeló y dio sentido a diversos fragmentos de una vida que coincidió en tiempo y espacio con la del artista francés Antonin Artaud, el cineasta ruso Sergei Eisenstein, el poeta español Luis Cernuda, el poeta colombiano Porfirio Barba Jacob y el narrador argentino Jorge Luis Borges; esos nombres y varios más asoman en diálogos que van de la literatura a la historia y de la política sexual a las dudas teológicas. En el estudio preliminar a De dolores y placeres, el compilador observa que don Elías Nandino llevaba unas seis décadas escribiendo y publicando poemarios cuando, en 1979, se multiplicaron las solicitudes de charlas con representantes de medios periodís121 | P á g i n a

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ticos nacionales. El notable interés se explica porque justamente en aquel año el vate recibió tanto el Premio Nacional de Literatura, como el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes. Muy pronto, en 1981, fue distinguido con el Premio Jalisco y, en 1982, con el Nacional de Lingüística y Literatura. Acaso cierto antecedente incrementó el interés alrededor del personaje: en 1975 rechazó la invitación para ingresar en la Academia Mexicana de la Lengua. El canon, traducido en premios de tal relevancia, urgió a la prensa en la búsqueda de ese jalisciense cuyas reflexiones acariciaban asuntos como el erotismo y la muerte, ese coetáneo de letrados cuyos nombres ya protagonizaban los libros escolares, ese médico en posesión de un record de ventas francamente inusual en un país de poquísimos lectores. El tema por excelencia en buena parte de los diálogos, sin embargo, fue el nexo entre Nandino y aquellos a quienes la historia literaria nacional conoce como Contemporáneos. Entre éstos, el de Cocula recordaba con énfasis particular a Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Gilberto Owen y Jorge Cuesta, aunque mencionaba a veces a Jaime Torres Bodet y José Gorostiza; sobre Carlos Pellicer se limitó a declarar que no formó parte del grupo, a pesar de que compartía intereses temáticos y formales con los verdaderos integrantes del mismo. Desde luego, el Villaurrutia que habitaba en la memoria nandiniana era el hombre de letras. Pero era, también, aquel amigo con quien había comido a diario, ese que lo había acompañado durante sus rondas médicas en el Hospital Juárez. Y este último dato laboral no sobra: “Conmigo —explicó Nandino—, Villaurrutia se humanizó, perdió la falsa cáscara burguesa y aprendió a sufrir el dolor ajeno […] De [ahí] nacieron sus mejores nocturnos”. Aunque la posible influencia o “contagio mental”, como prefería llamar don Elías a ese vínculo, había sido mutuo: el galeno poeta reconocía haber aprendido de su amigo el “rigor y [la] autocrítica”. Debido a tal cercanía, no sorprende la contundencia con la cual el entrevistado desafió a historiadores y críticos que no lo reconocían como parte del llamado “no grupo”, y declaró con orgullo, sin ambages: “yo soy de los Contemporáneos”. Las consideraciones sobre la poesía en general y sobre ciertos bardos en particular, hacen de las entrevistas incluidas en el libro documentos valiosos para explorar las ideas estéticas de un hombre de letras no siempre tratado con 122 | P á g i n a

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justicia por quienes fijan la historia literaria del país. Las conversaciones, además, permiten atisbar algo del universo lírico de buena parte del siglo XX. En una de ellas, fechada en 1954, por ejemplo, el doctor Nandino elogió el trabajo de Alí Chumacero, Margarita Michelena, Rosario Castellanos y, no sin dudas, incluyó en esa lista de colegas a Jaime Sabines. Para 1983, había leído y gustaba del universo poético de Víctor Manuel Cárdenas, Guillermo Fernández, Vicente Quirarte y José Carlos Becerra, de quien afirmó con admiración y tristeza: “¡cómo escribía ese muchacho!”. Siendo mentor de varios jóvenes en Guadalajara, el maestro Nandino proclamó algo que podría incorporarse entre las máximas de cualquier taller poético: “el verso libre no existe, lo que existe es el verso exacto”. En la capilla que hoy lleva su nombre, a sus pupilos les recomendaba degustar el trabajo de poetas mayores, como Rubén Bonifaz Nuño, pero no para que lo repitieran, advertía, sino para nutrir un estilo propio. De Octavio Paz, por otro lado, reconocía la pulcritud de sus propuestas líricas iniciales, pero no su tendencia al surrealismo que, en su opinión, parecía querer transmitir como por obligado contagio a sus seguidores. Ciertamente, escasos versificadores mexicanos pueden presumir, como don Elías, su calidad de “bestseller en poesía más de tres años, hasta agotar más de 3000 ejemplares de cada libro”. Menos aún podrían jactarse de conocer, amén de las entrañas de la poesía ajena, las entrañas mismas de los poetas. En efecto, el doctor Nandino fue médico de algunos de los Contemporáneos, de los pintores Julio Castellanos y Roberto Montenegro, de las célebres actrices María Félix, María Conesa y Yolanda Montes, Tongolele. Pero también fue Jefe del Servicio Médico en la Penitenciaría de Lecumberri, sitio donde conoció de cerca la pobreza, el dolor y la soledad, y frecuentó, entre otros, al asesino serial mexicano Goyo Cárdenas. Mención aparte merece un dato autobiográfico reivindicatorio e inusual en otras entrevistas con escritoras y escritores. Pocos poetas, sobre todo en esos años, aceptaban dialogar con libertad sobre su orientación sexual, como hizo Nandino al final de su vida; sin duda, ninguno antes que él había considerado a los Contemporáneos como los “Pancho Villa de la revolución sexual”.

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Pues bien, varios de los asuntos referidos por el escritor durante aquellas charlas con periodistas, sumados a estrategias de análisis literario, sirvieron para documentar las remembranzas y artículos académicos reunidos en el volumen Sobre tus ojos dormidos. Catedráticos de instituciones como Adrian College, la Universidad Autónoma Chapingo, la Autónoma de Chiapas, la Autónoma de la Ciudad de México, la Autónoma del Estado de México, la Universidad de Guadalajara, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Veracruzana, prepararon estudios sobre obras, temas y formas del corpus nandiniano. Esos trabajos, reunidos tras el “Congreso Internacional” efectuado en octubre de 2008, constituyen acaso el primer examen general de una obra creativa que aún depara sorpresas; una de ellas: la relativa a que Nandino, conocido fundamentalmente como poeta, también es autor de un cuento inscrito dentro de la narrativa de la Revolución Mexicana, titulado “El Coronelito”. Sobre afinidades literarias y biográficas entre el poeta y sus coetáneos, por ejemplo, disertan en sus artículos especialistas como Alfredo Rosas, Antonio Durán, Miguel Ángel Leal, Beatriz Flores Paniagua y Eric Espinosa. El cuerpo como tema es analizado por Roxana ElvridgeThomas, ganadora del primer Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino, en 1990. Alberto Vital evalúa el fino trabajo de construcción métrica del autor, en tanto Johanna Zeromska y Alfredo Cabildo analizan los recovecos de su poesía breve. Los trabajos críticos de don Elías y su ubicación en el marco de la narrativa de la Revolución Mexicana gracias a “El Coronelito”, son los asuntos abordados en sendos artículos académicos por Emma Paola Aguirre y Edith Leal Miranda. Gerardo Bustamante, por su parte, revela el temprano apoyo brindado por el jalisciense a jóvenes escritores a través de la revista Estaciones; efectivamente, en su calidad de director de esa publicación, Nandino divulgó trabajos de José de la Colina, Beatriz Espejo, Juan García Ponce, Juan Vicente Melo, Tomás Mojarro, Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco, Sergio Pitol, Elena Poniatowska, Gustavo Sáinz y Heraclio Zepeda, entre otros. Adicionalmente, Luis Alberto Navarro, Felipe de Jesús Hernández, Martha Cerda y Raúl Uribe, integrantes de otra generación y discípulos del poeta, contribuyen con afectuosos testimonios de la generosa labor cumplida por el doctor en su faceta de formador de creadores literarios.

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El único cuento publicado por el maestro, su poesía breve, sus poemas de largo aliento, su paso por las publicaciones periódicas, sus cartas, biografías y autobiografías, sus aproximaciones a los tres grandes temas (muerte, vida, amor, diría Juan Rulfo), sus contemporáneos, los Contemporáneos, sus alumnos, sus maestros; todo ello se aborda en los trabajos reunidos en Sobre tus ojos dormidos. Por su calidez, sobresale “Del verso libre al verso exacto: la poesía de Elías Nandino”, ensayo donde Gustavo Sainz recrea la palabra de su amigo y mentor, y hurga con admiración en sus conceptos sobre vida y poesía. Lúcido es, asimismo, el riguroso análisis retórico ofrecido por Alberto Vital en “El endecasílabo y Elías Nandino”: muestra irrefutable de la maestría formal lograda por el jalisciense. También resulta de interés, para ponderar la repercusión del autor allende las fronteras, la reflexión de Don Cellini sobre la traducción al inglés de la obra nandiniana. En De dolores y placeres y Sobre tus ojos dormidos…, el maestro Gerardo Bustamante Bermúdez ofrece cuidadosos trabajos de investigación, compilación y análisis. Ambos son ventanas de suma utilidad para creadores que gustan de escuchar en voz de los maestros las reflexiones sobre el oficio; constituyen, además, un arsenal de provechosos datos para especialistas en busca de claves para releer la historia literaria reciente del país. Juntos, atestiguan la actualidad de un poeta tan fresco como sugerente.

De dolores y placeres. Entrevistas con Elías Nandino entre 1954 y 1993. Selección, compilación y estudio de Gerardo Bustamante Bermúdez. México: Gobierno del Distrito Federal, Secretaría de Cultura; Universidad Autónoma de la Ciudad de México, 2009. Sobre tus ojos dormidos… Artículos críticos sobre la obra de Elías Nandino. Compilador: Gerardo Bustamante Bermúdez. California: Floricanto, 2011.

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