Elementos sociológicos para el análisis del \" paradigma \"

May 23, 2017 | Autor: E. López Cano | Categoría: Sociology, Epistemology, Sociological Theory, Research Paradigms
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Descripción

 

Elementos sociológicos para el análisis del “paradigma” Ana María Bautista Jiménez Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa [email protected] Edgar Daniel López Cano Universidad Veracruzana-Xalapa [email protected]

RESUMEN

El siguiente trabajo analiza las concepciones clásicas de la noción de paradigma, como un modelo o patrón aceptado, partiendo de la obra de Thomas S. Kuhn. La cual ha sido un referente analítico, constante en las discusiones sobre la epistemología de la ciencia, así como de la sociología del conocimiento. Problematizaremos ciertos puntos que a nuestra consideración contribuyen a dichos debates, tales como: la utilidad de los libros de texto, la herencia de la comunidad científica para la juventud, los criterios científicos de conocimiento, los debates que han surgido en torno a la noción de paradigma; así como el impacto en el desarrollo teórico y en la comunidad científica. Las reflexiones se ubican en el terreno de la epistemología de las ciencias sociales, así como en el legado de La imaginación sociológica y el oficio de sociólogo que en muchas ocasiones ha sido empleado de manera fragmentada e incluso, desconocida dentro del propio lenguaje sociológico. Finalmente, destacamos las desventajas de los criterios de autoridad y de vanguardia. Palabras clave: Paradigma, epistemología, teoría. Introducción El siguiente trabajo, es un adelanto de una investigación sobre el estado que guarda el análisis de la teoría sociológica actualmente en México partiendo del gran legado que ha realizado la epistemología de las ciencias sociales y la sociología de la ciencia. Dado que es la etapa introductoria, tomaremos como punto de partida la noción de paradigma del “historiador” de la ciencia Thomas S. Kuhn, el cual problematizaremos

para destacar el gran legado e influencia que ha tenido en nuestra disciplina. Partimos de Kuhn dado que su pensamiento sigue gozando de una vitalidad cuando se hacen análisis de la teoría sociológica perse, así como de teorías científicas consolidadas en otras disciplinas. ¿Qué ocurre cuando nuestro referente empírico es la teoría? Responder, causa malestar. La reacción es inmediata y resalta con frases como “¿Quién es usted para afirmar ello? ¿No es muy ambicioso lo que quiere hacer? ¿Y eso para qué me va a servir?” Trataremos de dilucidar algunas respuestas a la primera pegunta, y contribuir al debate. Para ello, el análisis bibliográfico y algunos argumentos presentados por medio de la entrevista a profundidad al Dr. Fernando Castañeda serán nuestros medios para realizar la tarea que nos hemos auto-comendado. Podemos afirmar que el análisis de la teoría sociológica por sí misma es incompleto, la realidad social siempre desbordará nuestros conceptos, categorías, formulaciones e incluso nuestros métodos y técnicas. Teniendo presente lo anterior, los grandes criterios que rigen la ciencia pueden tambalear para dar respuestas contingentes, y recurrir a grandes teorías (criterio de autoridad) o propuestas de moda (criterio de vanguardia). Libros de texto vs ciencias sociales Como parte de los programas académicos de metodología o epistemología de las ciencias sociales de nivel superior, aparece el apartado de “Teorías de la ciencia” y en consecuencia resaltan los “tres gigantes”: Karl Popper (1902-1994), Thomas Kuhn (1922-1996) e Imre Lakatos (1922-1974).1 El primero con su propuesta de falsacionismo, el segundo con su propuesta de paradigmas y revoluciones científicas y el tercero con sus programas de investigación.

1

                                                                                                                          En algunos casos se incluye a Paul Feyerabend (1924-1994) con el “anarquismo metodológico”.

Tomaremos a Kuhn de igual forma porque, la lectura de su obra es accesible para cuestiones de este trabajo y también porque consideramos la deuda que tiene con las ciencias sociales al tomar los aportes de la filosofía y la historia de la ciencia, procedentes de Francia y Alemania con Alexander Koyré, Émile Meyerson, León Brunschvicg, Hélene Metzger, Arthur Oncken Lovejoy y A. Maier. Psicólogos como Jean Piaget y de la Gestalt, W. Köhler y K. Koffka, así como del polaco L. Fleck al ofrecerle la perspectiva sociológica. (Solís, 2012, pp. 18-24). Ciertamente, el texto de Kuhn representa más un libro del campo de las ciencias sociales que de las ciencias naturales. Kuhn (2012, p. 281) afirma que las ciencias sociales se encuentran en un cierto paralelismo con el periodo preparadigmático, es decir, de escuelas rivales en competencias y falta de referencias comunes entre los científicos, su proyecto es de orden multidisciplinario al conjugar distintas disciplinas científicas para un mismo objetivo. De igual forma, llama la atención que su texto de La estructura de las revoluciones científicas (publicada por primera vez en 1962) haya pasado de, lo que en lenguaje de Robert K. Merton representaría, una teoría de alcance medio, pues Kuhn a lo largo de su trabajo se refiere a él como un ensayo, a un texto clásico. Al preguntarse Kuhn porqué los estudiantes de ciencias no leen las obras clásicas de sus fundadores como las de Newton, Faraday, Einstein o Schroedinger, puesto que dichas obras están resumidas en algunos libros de texto “puestos al día” de manera ”breve, precisa y sistemática”. La respuesta es sencilla; pedagógicamente “ha[n] resultado tremendamente efectivo[s]” (Kuhn, 2012, p. 289). Los resultados son inmediatos “[…] los estudiantes de ciencia aceptan las teorías por autoridad del profesor y del texto […]” y no por las pruebas que se realizan con base en la teoría (p. 170). El profesor olvida el aspecto lúdico de la teoría, inicia la monotonía de la clase y el desencantamiento por la misma. Empero, puede suceder todo lo contrario por la interacción y empatía generacional profesor-estudiante. Sin distinción disciplinaria, el profesor idealmente es una guía que “[…] debe, pues, […] hacer muy explícitos los supuestos, los hechos, los juicios. No debe reservar nada, sino que debe

exponerlo lentamente y en todos los casos hacer ver claramente todo el margen de alternativas morales antes que dar su propia opinión” (Wright Mills, 1983, p, 96). Para el caso de las ciencias sociales y las humanidades, Kuhn afirma lo siguiente: En historia, filosofía y ciencias sociales, los libros de texto poseen mayor importancia. Pero incluso en estos campos los cursos elementales se complementan con la utilización de antologías de fuentes originales, algunas de las cuales son los “clásicos” de los campos y otras, los informes de investigación contemporáneos que los profesionales escriben para otros profesionales. Como resultado de ello, el estudiante de estas disciplinas se les está llamando constantemente la atención sobre la inmensa variedad de problemas que han tratado de resolver a lo largo del tiempo los miembros de su futuro grupo. Y, lo que es aún más importante, tiene continuamente ante sí algunas soluciones rivales e inconmensurables a dichos problemas, soluciones que en última instancia tendrá que evaluar por sí mismo (p, 288).

Como se puede constatar, en los cursos de teoría sociológica se leen las introducciones clásicas de Raymon Aron (1980), Anthony Giddens y Jonathan Turner (1990), Salvador Giner (2004), Robert Nisbet (1996), George Ritzer (1993, 2005), Nicholas Timasheff (1977) etcétera y al mismo tiempo se lee directamente a Karl Marx, Émile Durkheim, Max Weber, Talcott Parsons, Erving Goffman, Pierre Bourdieu, Jünger Habermas, etcétera. Sin embargo, en ocasiones los resultados tienden a ser los mismos que en el caso de los estudiantes de ciencia, ya que, de la misma manera, los conocimientos son transmitidos como tradición, y por lo tanto, poco cuestionados. Aunque en esencia, “cada sociólogo debe tener en cuenta los supuestos científicos que amenazan con imponerle sus problemáticas, sus temáticas y sus esquemas de pensamiento” (Bourdieu, Chamboredon & Passeron, 1987, p, 47). Por lo anterior, causa ruido, su optimismo por la “juventud” o “un recién llegado” es decir “[…] personas que, al estar escasamente comprometidas por la práctica anterior con las reglas tradicionales de la ciencia normal, son particularmente proclives a darse cuenta de que tales reglas ya no definen un juego que se pueda practicar, y entonces crean otro conjunto que las pueda sustituir” (Kuhn, 2012, pp. 184-185. Cursivas

agregadas). El énfasis es más al “recién llegado” que a la juventud. Kuhn nunca define que entiende por juventud, cuando evidentemente es un concepto vacío de contenido.2 Como sostiene Wright Mills, la juventud en muchas ocasiones, desconoce sobre epistemología y su trabajo se guía por el uso desmesurado de la metodología, definidos por él, como “jóvenes reclutas” escasamente comprometidos con la teoría y por lo tanto, señalados como “técnicos en investigación que como investigadores sociales” (Wright Mills, 1983, p. 120). Asimismo, “tienden a ser absolutamente dogmáticos en lo que se refiere al conjunto de cánones que los dominan” (p. 91). Estos jóvenes, se caracterizan por ser “[…] menos inquietos que metódicos, menos imaginativos que pacientes, sobre todo son dogmáticos, en todos los sentidos históricos y teológicos de la palabra” (p.121). Sobre el uso y las críticas del paradigma En los cursos de metodología o epistemología, es donde se enseñan los criterios del conocimiento, al unísono: racional, general, universal, sistemático, metódico, lógico, experimental y objetivo. La enseñanza del pensamiento kuhnieano, así como de la sociología del conocimiento, nos dice que no es así, puesto que la actividad científica es colectiva y se desarrolla en el marco de una comunidad de científicos que comparten un mismo paradigma. Es decir son personas de carne y hueso con títulos y reconocimientos académicos, quienes determinan qué es científico y qué no, bajo el código binario verdad/falsedad. Kuhn define paradigma como un “modelo o patrón aceptado”, continúa: [E]l paradigma funciona permitiendo la repetición de ejemplos cada uno de los cuales podría servir en principio para sustituirlo. Por otro lado, en la ciencia un paradigma rara vez es un objeto que se pueda replicar. Por el contrario es un objeto que debe articularse y especificarse ulteriormente en condiciones nuevas o más rigurosas, al modo de una 2

                                                                                                                         

Al respecto se puede cotejar el clásico artículo de Pierre Bourdieu (1990) La “juventud” no es más que una palabra”, en Sociología y Cultura, Grijalbo-CONACULTA, México. Asimismo la réplica colectiva de Mario Margulis (editor) (2000) La juventud es más que una palabra, Editorial Biblios: Buenos Aires. En el caso mexicano, los trabajos de Rossana Reguillo Cruz y José Manuel Valenzuela Arce son indispensables dado que enriquecen el debate.

decisión judicial aceptada que sienta precedente. […] Los paradigmas alcanzan su posición porque tienen más éxito que sus competidores a la hora de resolver unos cuantos problemas que el grupo de científicos practicantes considera urgentes (sic) [lo que más adelante Kuhn denomina, inconmesurabilidad] […] El éxito de un paradigma en sus momentos iniciales consiste en gran medida en una promesa de éxitos detectable en ejemplos seleccionados y aún incompletos (Kuhn, 2012: 88-89).

Indudablemente el concepto de paradigma de Kuhn —hasta nuestra actualidad— sigue siendo polémico entre las disciplinas científicas en general, así como entre las humanidades. Tampoco se trata de definir qué entendemos por paradigma, sin una revisión a profundidad del mismo y hacer lo que queramos para librarnos fácilmente de la discusión que lleva implícita. Fernando Castañeda (2012) en entrevista, nos comenta sobre el uso poco serio que se le otorga a la noción de paradigma: Habría que decir varias cosas, una: Por una serie de fenómenos sobre todo entre los años 40's y 60's, que tuvo que ver con el tema, lo que algunos llamaron “la crítica de las ideologías” —que es un término fácil, para no entrar en complicaciones— en realidad surgió la idea de que había muchas sociologías. Yo no comparto esa tesis. Me parece además que conceptualmente es equivocada, porque producto de esta discusión de la crítica de las ideologías surgió una serie de discusiones paralelas, incluso en el terreno de la filosofía de la ciencia, no solamente en la sociología y en las ciencias sociales, y a veces se mezclaron estos debates, quizá porque había mucha parentela en toda esta historia, había mucha afinidad, había historias paralelas, pero por lo que haya sido [y] entonces surgió —por ejemplo— ideas como que eran “multiparadigmáticas” las ciencias sociales en debate con Kuhn. […] Pero, la noción de “paradigma”, en realidad, alude en el caso de Kuhn —-de ahí el debate con Kuhn […] de que las ciencias son o no “multiparadigmáticas”— alude a su propia crítica de lo que ustedes quieran llamar: “filosofía de la ciencia”, “teoría normativa de la ciencia” o “positivismo”,

a la “unidad del método” ese tipo de cosas. Lo que estaba

diciendo Kuhn, es que no hay realmente un criterio normativo de método o epistemológico, que defina qué es una ciencia. Esa es la crítica que le está haciendo a Popper. Por lo tanto, lo que define a un campo de conocimiento es lo que él (Kuhn) llama una “matriz disciplinar”. Que una matriz disciplinar es —precisamente— un paradigma.

Alfredo Andrade Carreño (1998:4) lista los elementos que constituyen una matriz disciplinar: “[…] a) generalizaciones simbólicas; b) modelos (heurísticos y ontológicos), los cuales proporcionan las analogías y metáforas preferidas o permisibles; c) valores (predicciones que deben ser exactas en un campo dado) que proporcionan los elementos de enjuiciamiento

de todas las teorías: y d) ejemplares-soluciones concretos que los

estudiantes encuentran al inicio de la educación” (Kuhn, 1975: 280-287 en Andrade, 1998, p. 4 Cfr. Kuhn, 2012, pp. 312-320).

Castañeda (2008, pp.165-166; 2004, pp.36-37 y 61-63; 1987, pp. 25-27. Cfr. Beltrán, 1989, pp. 31-37) constantemente en sus trabajos o conferencias logra embonar la “famosa” polémica entre Kuhn y Popper, (aunque no sólo Popper contribuye a ella) celebrada en el Congreso Internacional de Filosofía en Londres

en 1965 y

documentada en el clásico trabajo de Imre Lakatos y Alan Musgrave (1975), La crítica y el desarrollo del conocimiento (Criticism and the growth of knowledge). En este texto, también,

se encuentran

los veintiún sentidos que

Margaret Masterman (“La

naturaleza del Paradigma”, pp. 159-201), concluye, se usa el término de paradigma en La estructura de las revoluciones científicas.3 La polémica entre Kuhn y Popper, señala Castañeda: [D]emuestra que tanto las ciencias naturales como las sociales tienen problemas de comprensión, tienen problemas hermenéuticos. […] La crítica de Kuhn iba al corazón de la teoría de Popper

porque demostraba que el falsacionismo era insostenible sin la

inducción. […] Quienes han hecho críticas importantes a la teoría de Kuhn tienden a

3

                                                                                                                         

En el célebre “Epílogo: 1969” de La estructura de las revoluciones científicas, Kuhn da respuestas a estas críticas. En el caso del paradigma argumenta lo siguiente: “[…] el término “paradigma” se usa con dos sentidos diferentes. Por un lado, hace alusión a toda la constelación de creencias valores, técnicas y demás, compartidos por los miembros de una comunidad dada. Por otro, denota un tipo de elemento de dicha constelación, las soluciones concretas a rompecabezas que, usadas como modelos o ejemplos, pueden sustituir a las reglas explícitas como base para la solución de los restantes rompecabezas de la ciencia normal. […] Filosóficamente al menos, este segundo sentido de paradigma [el primero se usa en sentido sociológico] es el más profundo de ambos y las afirmaciones que he hecho en su nombre son las principales fuentes de las controversias y los malentendidos que ha desencadenado el libro, especialmente por la acusación de que hago de ciencia una empresa subjetiva e irracional» (Kuhn, 2012, pp. 302-303. Cursivas agregadas).

defender a Popper; señalando que la noción de paradigma es confusa” (Castañeda, 2004, pp. 36-37 y 62-63).4

Lo que Kuhn le decía de igual forma a Popper, es que no sólo es la lógica, la que contribuye al desarrollo de la ciencia, sino también la historia, “[…] alguien que se presentaba a sí mismo como ‘historiador’, y defendía y mostraba la relevancia y necesidad de la historia de la ciencia y disciplinas a fines para la filosofía de la ciencia” (Beltrán, pp. 9-10. y. Solís, pp. 18-24). Kuhn señala, (como hemos venido argumentando), que la comunidad de científicos comparte un paradigma, pero los científicos lo refutaran diciendo que lo que comparten son “teorías o un conjunto de teorías”, sin embargo el concepto de teoría también resulta ambiguo. Complementando la definición de George Homans,5 Lidia Girola y Gina Zabludovsky, otorgan un concepto de teoría más cercano a nuestra disciplina y cercano a nuestras necesidades: [T]eoría es toda formulación de alto nivel de generalidad compuesta de categorías y conceptos que permiten abordar el estudio de la realidad (la realidad social en nuestro caso), tanto globalmente como en sus diferentes aspectos, y que brinda por tanto un esquema o marco de referencia paradigmático, en la medida en que define tanto el objeto, como el método, como los criterios de objetividad y validez del conocimiento logrado a través de ella (1991, p. 12 Cfr. Girola, 2005, p. 16).

Si las tendencias del conocimiento han mejorado, el diálogo en diferentes disciplinas científicas ha aumentado y el reconocimiento institucional ha sido otorgado. ¿Por qué sigue causando molestia que se diga que la teoría o la ciencia es una actividad humana? De igual forma ¿qué sucede cuando nuestro referente empírico es la propia 4

                                                                                                                         

Una polémica de las proporciones que alcanzó la de Kuhn y Popper, así como la de Popper-Adorno o Popper- Habermas (cfr. Karl Popper (1984), Contra las grandes palabras; y, Theodor W. Adorno y Max Horkheiner (1973), La disputa del positivismo en la sociología alemana) no ha existido en Latinoamérica. Lo más cercano, en el caso mexicano, es la disputa de Antonio Caso y Vicente Lombardo Toledano en torno a la autonomía universitaria y la lucha ideológica entre el idealismo de Caso y el materialismo de Lombardo (Castañeda, 2004, pp. 127-145). Sin embargo, su impacto fue más político que epistemológico o metodológico. 5 «…el único uso legítimo del término teoría es el que designa un sistema deductivo lógico con premisas explicitas expresadas axiomáticamente y de premisas adecuadas menores y que son un conjunto de deducciones de las mismas que corresponden a afirmaciones de hecho empíricamente contrastables.» (Homans, 1916 en Girola y Zabludovsky, 1991:12)

teoría? Para ello, debemos diferenciar entre el empirismo como investigación, distinto al empirismo como comprobación. Por un lado, “La finalidad de la investigación empírica es resolver desacuerdos y dudas acerca de hechos, haciendo así más fructíferos los razonamientos basados en todos sus lados más sólidamente. Los hechos disciplinan la razón; pero la razón es la avanzada en todo campo de saber” (Wright Mills, 1983, p. 215). Continuando con esta idea Bourdieu, Chamboredon y Passeron (1987, p. 25), señalan que se debe rechazar al empirismo que reduce los actos científicos a meras comprobaciones, es decir, considerar la teoría como objeto de observación. Esto, necesariamente nos obliga a “someter a la práctica científica a una reflexión […] que se aplique no a la ciencia hecha, […] sino a la ciencia que se está haciendo” (p. 20) en palabras de los autores, realizar la “tarea epistemológica”. Limitándonos de esta forma, a los reduccionismos teóricos impuestos por “el eclecticismo o el sincretismo de la tradición teórica” (pp. 48-50). Por tal motivo, estamos de acuerdo con los autores, cuando, retomando su idea de vigilancia epistemológica, construimos, conquistamos y comprobamos el “paradigma”, originando la ruptura epistemológica e identificando las tradiciones que resultan de contribuciones antes establecidas. Reconociendo que la noción de paradigma, dentro de la jerarquía científica, se encuentra a un nivel muy alto. Sumado a ello, invalidar un concepto o una teoría, (falsear en el sentido popperiano) es un trabajo constante, siempre y cuando se haga de manera analítica y no estén — preferentemente— de por medio, los prejuicios ideológicos y políticos, pues su abolición descansa en la decisión de una comunidad científica y la sociología no se escapa de ella. Tal como lo expresa Castañeda (2012): Yo creo que la sociología si tiene muchos debates teóricos en su interior, hay muchas interpretaciones teóricas, pero no son tan ajenas las unas de las otras como se dice. Y sí creo que comparten una serie de problemas. Otro problema que a veces surge en el debate es la idea del “objeto de estudio […]—por eso también la tesis de “matriz disciplinar” de Kuhn, tiene algunos elementos útiles. […] Ninguna ciencia tiene un objeto

muy claro. Alguna vez un físico-teórico, Roger Penrose, decía que si la física […] fuera congruente con su objeto de estudio tendría que explicar muchas cosas que no explica. En realidad ¿Qué forma parte del mundo físico? ¿Qué forma parte del mundo de la materia? ¿Qué forma parte del mundo de la energía? ¿Qué forma parte...? Las ideas, las ciencias sociales son o no parte del mundo de la materia [inaudible] del mundo material, del mundo de la energía, en fin. […] Hay un problema allí a veces. Pero eso lo único que está haciendo es jugando con la falacia de creer que alguien puede de manera a priori construir un objeto de estudio y después decir: “¡Ah! Y por eso vamos a hacer esta teoría.” Esto como una cosa de manuales. Pero también tiene una historia, es la historia de surgimiento; del desarrollo de las ciencias modernas en el siglo XIX, y en el que surge la sociología como un campo de conocimiento.

Por tal motivo, no es de sorprenderse, que en fechas recientes, todavía se siga discutiendo sobre el estatus científico que guarda la sociología con las demás ciencias y humanidades, así como la relación con las otras disciplinas científicas, cayendo en una suerte de sensación decimonónica de los fundamentos teóricos. Señala Bourdieu, que más que retomar esa pregunta, se debe sustituir por cuestionar, el “tipo de organización y funcionamiento de la fortaleza científica, más favorables a la aparición y desarrollo de una investigación sometida a controles estrictamente científicos” (Bourdieu, Chamboredon & Passeron, 1987, p. 107). Tampoco tenemos que caer en la ingenuidad de que el modelo de paradigma (matriz disciplinar) de Kuhn alivianará las tensiones dentro de la sociología, así como de las ciencias sociales. De igual forma Kuhn jamás hablo de “multiparadigma” lo que José A. Noguera (2010, pp. 31-53) denomina “el mito”.6 La popularización del “mito” dice el autor corresponde a uno de los veintiún sentidos que “felizmente” Margaret Masterman atribuyó

a

Kuhn

de

“confundir

un

estado

pre-paradigmático

con

uno

multiparadigmático”. Noguera parte de dos “ideas-fuerza” para sustentar su noción de “mito”: “1) La complejidad social hace inevitable el pluralismo paradigmático en sociología. 2) Por lo tanto, o además, es bueno que esa pluralidad de paradigmas se perpetúe como situación habitual en la disciplina” (pp. 32-33. Cursivas en original). 6

                                                                                                                         

Definición que remite a “El mito del marco” de Karl Popper que puede encajar en las críticas que se le hacen a Kuhn que señala Castañeda.

Sin embargo, no es Masterman quien populariza el término “multiparadigmático” en la sociología. Como lo señala Kuhn al respecto del libro de texto para la solución de problemas —sociales, culturales e históricos en nuestro caso—, los manuales de Teoría sociológica (clásica, contemporánea y moderna) de George Ritzer han contribuido a la popularización de este mito (sus libros siguen siendo un bestseller) así como su propuesta de “metateorización”. El propio Ritzer usa el concepto de paradigma —a partir de las ideas de Kuhn— en tres sentidos: “1) Para diferenciar una comunidad científica de otra; 2) Para distinguir etapas dife[re]ntes históricas en el desarrollo de una ciencia, y; 3) Para distinguir entre grupos cognoscitivos dentro de una misma ciencia” (Ritzer, 1993, pp 436. Cursivas en original). Con base en lo anterior Ritzer ofrece un concepto de paradigma “fiel al significado de la obra original de Kuhn”: Un paradigma es una imagen básica del objeto de una ciencia. Sirve para definir lo que debe estudiarse, las preguntas que es necesario responder (sic), cómo deben responderse y qué reglas es preciso seguir para interpretar las respuestas obtenidas. El paradigma es la unidad más general de consenso dentro de una ciencia y sirve para diferenciar una comunidad científica (o subcomunidad) [cursivas añadidas] y los métodos e instrumentos disponibles. (Ritzer, 1993, p. 7 en Ritzer, pp. 436. Cursivas y corchete en original).

Si uno revisa los conceptos de Kuhn sobre paradigma y matriz disciplinar que hemos transcrito en este trabajo y los compara con el de Ritzer, se dará cuenta que este último aporta poco al concepto ya citado, asimismo, lo utiliza para justificar más adelante sus “paradigmas sociológicos”: de los hechos sociales, de la definición social y de la conducta social. (pp. 438-440). No abordaremos al respecto pues no es la finalidad de este trabajo. Noguera continúa con los extremos que origina “el mito”, al ser los paradigmas “presupuestos metateóricos”, generando adeptos (seguidores) de una “tradición sagrada” y que el supuesto “pluralismo” (o antidogmatismo) se quede sólo en retórica y se traduzca en un pseudo-pluralismo “[…]consiste este último en la ‘coexistencia

pacífica’ entre diversas teorías o enfoques autorreferentes, inasequibles a la evidencia empírica y a la crítica desde otras posiciones teóricos y cultivadas por comunidades cerradas de adeptos, cual si de sectas religiosas o clubs de fans se tratase” (p. 39. Cursivas en original). Un craso error de los sociólogos así como de los científicos sociales —transmitido y reproducido— es pretender recuperar todos los conceptos y/o definiciones establecidos por las tradiciones “consagradas” y, en su caso, aspirar a resumir todo lo que existe. Por lo anterior, afirmamos que, ningún erudito en teoría sociológica será capaz de conocer todas las propuestas que existen y han existido alrededor de la conformación del pensamiento sociológico. El verdadero progreso teórico radica en “[…] integrar nuevos datos de los fundamentos de la teoría una vez puestos a prueba”. La

función, primordial, de la teoría del

conocimiento sociológico es la de asegurar rupturas epistemológicas (y en nuestro caso, paradigmáticas) “que explique las contradicciones e incoherencias” antes que monismos disciplinarios o dogmatismos teóricos (Bourdieu, Chamboredon & Passeron 1987, p. 49). Los argumentos anteriormente señalados son prácticas sociológicas, que se desarrollan dentro de una estructura académica; conocida, frecuentemente, como comunidad científica. Una comunidad científica, nos dice, nuevamente, Bourdieu, Chamboredon y Passeron: “[…] es un microcosmo social, con sus instituciones de control, de presión y formación, autoridades universitarias, jurados, tribunas críticas, comisiones, instancias de cooperación, etc., que determinan las normas de competencia profesional y tienden a inculcar los valores que expresan” (pp. 106-107). En el leguaje de Wright Mills, las comunidades científicas también representan camarillas. La función de dicha camarilla “[…] consiste […] en fijar las condiciones de la competencia y conceder premios al trabajo hecho de acuerdo con tales condiciones en un tiempo dado. Son los cánones por los cuales se juzgan los hombres y se critica el trabajo los que constituyen el rasgo intelectual más importante de la camarilla” (p.123). La finalidad de las camarillas radica en la concesión de prestigio que afecta o cubre las

expectativas académicas y económicas, y por lo tanto la “reputación profesional” (pp. 125-127). Dichas condiciones repercuten, de la misma manera, en los jóvenes. Puesto que, son reclutados por los prestigiosos de las camarillas. Quienes salen perjudicados son los individuos solitarios, quienes difícilmente encontraran el espacio adecuado para su desarrollo profesional, puesto que en muchas ocasiones llegan a ser “grandes promesas silenciadas” En el caso mexicano, la mejor referencia observacional se puede dar en los encuentros, coloquios, conferencias y demás actividades académicas y extraacadémicas donde es común toparse con “colegas” (compañeros, pares) que con el falso pretexto de “quedar bien” leen desmesuradamente los trabajos de sus otros colegas para poder articular sus investigaciones o trabajos, desprendiéndose, incluso, de sus propios temas de interés, generando “cadenas de favores” más que debates en su interior.7 O cuando sin leer la obra de su colega, emiten juicios desde sus trayectorias, incluso desde la especulación y —en el peor de los casos— la visceralidad. En el caso de los estudiantes de licenciatura (pre-grado) es lamentable que se “dejen llevar por el nombre”, sin antes una lectura a profundidad, críticas en su entorno y emisión de juicios desde su postura, dejándolo en “sagrada palabra”. Sin embargo, a pesar de que “todos” lo saben, nadie dice o hace algo. Ningún investigador mexicano quiere perder sus puntos en Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y ningún estudiante quiere perder sus becas de posgrado o de investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), ciertamente la comunidad científica en México está burocratizada. Los científicos sociales en México, no parten de un paradigma compartido, sino de incentivos económicos que dota una instancia estatal o universitaria. 7

                                                                                                                         

Durante el coloquio internacional Desafíos contemporáneos de la sociología y los estudios de género, a propósito de los 40 años de la fundación del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México, en la mesa de “Teoría social” teniendo como panelistas a Ricardo Pozas Horcacitas, Fernando Castañeda, Héctor Vera y Viviane Brachet; María de los Ángeles Pozas, quien fungía como moderadora, recordaba una anécdota con Castañeda, quien fue a dar un curso de “sociología de la sociología”, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Nuevo León, María de los Ángeles teniendo “una inquietud” sobre porqué se escribe, se publica y nadie nos lee, ni entre nosotros, Castañeda le respondió “No, pero como nos divertimos” (http://www.youtube.com/watch?v=XzAJnBuQUCM).

Este fenómeno no es gratuito, puesto que: La idea de universidad como u círculo de pares profesionales, cada uno con sus apéndices y practicando cada uno un oficio, tiende a ser reemplazada por la idea de la universidad como un conjunto de burocracias investigadoras, cada una de las cuales, contiene una complicada sección de trabajo, y por lo tanto de técnicos intelectuales (Wright Mills, 1983, p.119).

Vanguardia y autoridad Considerando la función de las comunidades científicas o “camarillas” resulta grave que, en la ciencia social, se omitan las construcciones teóricas, que no siempre implican “datos” cuantificables. Como bien mencionan los autores, no siempre, todos los objetos de investigación, son perceptibles a través de métodos empíricos, pues, por su parte, al construir los objetos de investigación, a partir de la ruptura epistemología, se vislumbran los hilos analíticos, de reflexión epistemológica, que permiten desarrollar estudios sociológicos con carácter científico, que se acercan al cumplimiento de la ya expuesta, tarea epistemológica. […] las oportunidades de que se produzca obra científica, no depende sólo de la fuerza de la resistencia que la comunidad científica es capaz de oponer, en cuanto tal, a las demandas más extrínsecas, ya se trate de lo que espera el gran público intelectual, de las presiones indirectas o de las exigencias de las ideologías políticas o religiosas, sino también del grado de conformidad con las normas científicas que la organización misma de la comunidad mantiene. (Bourdieu, Chamboredon & Passeron 1987, p. 107)

Debemos advertir, que por vanguardia, nos referimos a aquellas modas de investigación, impuestas y determinadas según los modelos burocráticos de las instituciones financiadoras de las investigaciones sociológicas. Por una parte, dicho actuar, pertenece a la sociología espontánea, que rehúye a los análisis epistemológicos a partir de la formación obtenida, y las confusiones aceptadas, donde no se cuestiona en lo más mínimo las corrientes teóricas, o estudios sociológicos establecidos, como lo señalan los autores, aunque esto represente el divorcio con la sociología científica:

[H]ay problemas que los sociólogos omiten plantear porque la tradición profesional no los reconoce dignos de ser tenido en cuenta, no ofrecen los instrumentos conceptuales o las técnicas que permitirían tratarlos canónicamente; inversamente, hay problemas que se exigen plantear porque ocupan un lugar destacado en la jerarquía consagrada de los temas de investigación [lo más grave:] […] no hay denuncia ritual de las prenociones comunes que no terminen rebajándose a una muy bien hecha prenoción escolar para desplazar del cuestionamiento las prenociones científicas. (Bourdieu, Chamboredon & Passeron, 1987, p. 47)

Observaciones finales La obra de Kuhn, así como cualquier autor que se revise a profundidad, es una cantera de la cual se pueden sacar muchas cosas. Lamentablemente, los temas epistémicos, teóricos, metodológicos, de instrumentos y técnicas de y para la investigación se quedan entre la propia comunidad académica. La única forma de avanzar hacia el exterior es el fortalecimiento del interior, fomentar y sensibilizar a las “nuevas generaciones” sobre estos temas, puesto que ese “joven” o “recién llegado” pareciera más bien elegido por un “cazatalentos” que por sus méritos profesionales. ¿Por qué causa tanto escozor entre los estudiantes estos temas? “El libro es complicado, las copias son muy largas (y de letra chiquita), las clases tediosas (incluso aburridas) o no son prácticas”. Aseveraciones de este orden, pero que se dan en el lenguaje cotidiano de las aulas, nos resultan erróneas. Por ese motivo es indispensable la relación Estudiante-Libro-Docente (en el sentido horizontal) y viceversa. Se repite que hay gente experta en tal tema o en tal autor: ningún erudito en teoría sociológica será capaz de conocer todas las propuestas que existen y han existido alrededor de la conformación del pensamiento sociológico. Si de algo nos sirvió el discutir la noción de paradigma fue para conocer y abarcar visiones de otras disciplinas, los enfrentamientos entre colegas (pasivos o conflictivos) y defender (y con ello reconceptualizar) modelos que contribuyen al fortalecimiento de la ciencia en general.

De igual forma, nos parece necesario dejar de retomar la idea de “autoridad” por medio del libro o del maestro, por ello fue indispensable problematizar la noción de paradigma de Kuhn, que sigue vigente en nuestros días. De manera muy parcial pudimos aterrizar en el contexto mexicano, pero marcamos las directrices de próximos proyectos a trabajar, más cuando se trata de programas de estímulos y reconocimiento institucional. Bibliografía Adorno, Theodor W. y Horkheiner, Max (1973), La disputa del positivismo en la sociología alemana, [Trad. de Jacobo Muñoz], Barcelona: Grijalbo. Andrade Carreño, Alfredo (1998), La sociología en México: Temas, campos científicos y tradición disciplinaria, México: Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-UNAM. Aron, Raymon (1980), Las etapas del pensamiento sociológico: Montesquieu, Comte, Marx Tocqueville, [Trad. de Aníbal Leal] Buenos Aires: Ediciones Siglo Veinte. Beltrán, Antonio (1989), “Introducción: T.S. Kuhn. De la historia de la ciencia a la filosofía de la ciencia”, en Kuhn, Thomas, ¿Qué son las revoluciones científicas? y otros ensayos, Barcelona: Instituto de Ciencias de la Educación- Universidad de Autónoma de Barcelona / Paidos. Bourdieu, Pierre; Chamboredon, Jean-Claude y Passeron, Jean-Claude (1987), El oficio de sociólogo, [Trad. de Fernando Hugo Azcurra y José Sazbón] México: Siglo XXI editores. Bourdieu, Pierre (1990), La “juventud” no es más que una palabra”, en Sociología y Cultura, México: Grijalbo-CONACULTA. Castañeda Sabido, Fernando (1987), “La crisis de la epistemología”, Revista Mexicana de Sociología, Vol. 49, No. 1, Enero-Marzo, México: Instituto de Investigaciones Sociales-UNAM, pp. 13-31.

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