Elementos para el diseño de una política pública de infancia, orientada a las infancias vulneradas

July 14, 2017 | Autor: Sabine Cárdenas | Categoría: Childhood studies, Politicas Publicas, Childhood Politics, Políticas De Infancia
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Descripción

Elementos para el diseño de una política pública de infancia orientada a las infancias vulneradas. Una propuesta reflexiva fundamentada en los resultados del trabajo de investigación “Niños de la calle rompiendo círculos: trayectorias de un proceso educativo liberador”.1

MESA REGIONAL SOBRE DERECHOS DE NIÑAS, NIÑOS Y ADOLESCENTES Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia 28 de Octubre del 2009, Morelia Michoacán. Mtra. Sabine Cárdenas Boudey2 Guadalajara, Jalisco México [email protected] [email protected]

Planteamiento del problema Intervenir en la realidad social sin advertir su complejidad, es como pretender cruzar el mar sin comprender el sistema de corrientes y las lógicas del clima, las consecuencias serian fatales en ambos casos. Un ejemplo muy preocupante de esto son las aún muy difundidas intervenciones de corte asistencialista que se llevan a cabo en poblaciones de niños y niñas en situación de calle. Tales intervenciones están fundamentadas en la doctrina de la situación irregular, la que desde una perspectiva simplista de la realidad clasifica en la misma categoría de “situación irregular” a las diversas infancias vulneradas del país -niños huérfanos, pasando por niños de la calle, niños soldados, niños explotados, enfermos de VIHetc., cuando cada uno de estos grupos demandan una atención particular y distinta a los otros. Además de centrar el problema en el niño y su “rehabilitación”, ignorando el entramado social de circunstancias sociales que lo vulneraron, omitiendo aquellas acciones encaminadas a revertir, transformar y prevenir de las causas del fenómeno.

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Trabajo que obtuvo el primer lugar a la mejor investigación del Premio UNICEF “Los derechos de la niñez y la adolescencia en México 2008”. Su propósito fue comprender el proceso de cambio en la vida de aquellos niños que viven en la calle, y posteriormente se afilian a un programa educativo a través del cual construyen un proyecto de vida alternativo a la calle. 2

Psicóloga, Educadora de calle, miembro del Movimiento de Apoyo a Menores Abandonados MAMA A.C., Maestra en Sociología de la Educación. Coordinadora del área de Investigación y Evaluación Educativa del Trompo Mágico Museo Interactivo.

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Este paradigma ha generado que, en vez de desarrollar una política social dirigida a la infancia más vulnerable, se diseñara una estructura de naturaleza legal/asistencial con el propósito de ejercer el control social sobre ésta infancia: “Se han penalizado los problemas sociales y se han socializado los problemas penales”3. En cuanto a las prácticas que se han desprendido del paradigma de la situación irregular, encontramos dos tipos:  Las represivas, caracterizadas por “guardar” a los muchachos por algún tiempo en centros de detención, investigarlos, persuadirlos de que no delincan, buscar a sus familias y reintegrarlos en ellas  Las asistenciales, caracterizadas su esfuerzo “(...) y muchas veces eficientes ‘en el acto de dar’”4, techo, cobija, vestido y comida, consejos, escuela y oficio, así como una moral basada en el bien y el mal y la búsqueda de la superación personal5 El modelo asistencial busca atender las circunstancias inmediatas de estos niños ignorando las causas que generan el fenómeno, evidenciando la ausencia de conocimiento acerca de la realidad y los procesos humanos involucrados en el cambio de vida. Esta perspectiva opera bajo la lógica de la satisfacción de necesidades (me refiero a aquellas que a los ojos de quienes intervienen son necesidades), en donde el discurso argumentativo que la sostiene es como sigue: Si tiene hambre entonces hay que darle de comer; si no tiene casa, hay que llevarlo a un albergue, etc. Esta lógica de pensamiento ignora que los niños y niñas que están en la calle, tiene una cultura propia que implica una manera particular de ver y de entender el mundo, de la cual se desprenden deseos, necesidades y motivaciones que no siempre coinciden con las de la institución quién les impone su visión y su lógica esperando que “la realidad se adapte a ellos”. Como reacción a la doctrina irregular, a mediados de los ochentas, una nueva concepción de la infancia comienza a gestarse en América Latina: a aquel niño o niña que había roto los lazos con la familia y hacía de su espacio social la calle comenzó a ser llamado niño de la calle. Gomes Da Costa señala en este sentido que: (...) Más que un simple cambio terminológico, la adopción de la nueva denominación (niños y niñas de la calle) introduce, en verdad, otra manera de ver,

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Laje, María Inés. Los menores de ayer - Los niños de mañana. En revista: Anuario: No 1. Centro de Investigaciones Jurídicas y Sociales, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. 2000. Extraído de la Word Wide Wife, el día 2 de agosto del 2007: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/argentina/cijs/SEC1010.HTML 4

MAMA A.C. MAMA, A.C. habla y actúa: pensamiento y palabras comprometidas, acción liberadora y transformadora. En Infancia Callejera: cuatro modelos de atención. QUIERA Fundación de la Asociación de Banqueros de México, México, 1999, p. 213. 5 Ídem.

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de entender y de intervenir en la realidad personal y social de ese segmento de la población infanto-juvenil6 El concepto niño de la calle evoca una visión directa y cruda de la realidad, que se puede apreciar sin ningún problema. Deja de lado las clasificaciones complejas antes descritas. En términos de prácticas para la atención de este sector de la infancia, esta nueva visión propone un trabajo comunitario fundamentado en la concepción pedagógica de la educación popular. Un abordaje directo, sin mediación de instituciones legales, en el que se busca la promoción de la toma de conciencia del niño o la niña de su situación y el desarrollo de la voluntad para transformar sus condiciones de vida, a partir de su participación en estos programas emergentes 7. Este enfoque fue proveedor de los cimientos necesarios para la evolución del pensamiento en torno a la infancia en términos del niño ciudadano, sujeto de derechos y para quien el Estado tiene obligaciones: El enfoque niños y niñas de la calle, en tanto categoría de comprensión y de acción, fue la semilla de utopía concreta, que cayó en el terreno fértil de las luchas sociales de América Latina y germinó. Germinar es dejar de ser grano para que surja una nueva planta. El enfoque “niño de la calle” fue la semilla promisoria de la cual está naciendo en toda la región el ciudadano-niño y el ciudadano-adolescente.8 La doctrina de la protección integral surge en este contexto y a partir de la firma de la Convención de los Derechos de los Niños en 1989 que fue ratificada en 1990. La convención fue un paso fundamental en la evolución de lo que hoy en día entendemos por infancia. De acuerdo a este tratado internacional ser niño implica ser un ciudadano sujeto de derechos. Ello implica “el niño y el adolescente ya no podrán ser tratados como objetos pasivos de intervención de la familia, la sociedad y el Estado. El niño tiene derecho al respeto, la dignidad y la libertad”9. Los principios rectores de la Convención y de las leyes que en cada país se derivan de ellos son los siguientes10:  Niño o niña es toda persona menor de 18 años  La convención aplica a todos los niños independientemente de su raza, religión o capacidades

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Gomes Da Costa. Op. cit. p.2 Ídem. Ídem. Laje, María Inés. Op. Cit.

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UNICEF. The Convention on the Rights of the child. Guiding principles: general requirements for all rights. Extraído de la Word Wide Wife, el día 7 de agosto del 2007: http://www.unicef.org/spanish/crc/images/Guiding_Principles.pdf

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 El interés superior es el niño y el niño es un ciudadano al cual se le debe de garantizar las condiciones para opinar y participar en los temas que son de su interés ya que afectan su situación o condiciones de vida  Todos los gobiernos deben de garantizar su derecho a la vida, a la sobrevivencia y al desarrollo saludable  Los niños tienen derecho a opinar y que esta opinión sea tomada en cuenta, en todas aquellas decisiones que los impliquen El nuevo paradigma demanda profundas transformaciones que van desde el ámbito legal, pasan por las estructuras de todas aquellas instituciones responsables de atender a la infancia, hasta las prácticas cotidianas y las formas de interacción que se establecen entre niños y adultos. Este modelo implica una nueva correlación de fuerzas que transforme la verticalidad que históricamente ha caracterizado el vínculo entre sociedad adulta e infancia, y supere el adulto centrismo y el niño centrismo para dar paso a una relación horizontal donde niños y adultos asuman las responsabilidades que les corresponden y que en el marco de la Convención quedan claramente establecidas. La doctrina de la protección integral representa una importante evolución en cuanto a la concepción y atención de la infancia. Sin embargo aún estamos lejos de que esta sea una realidad en nuestro país. Actualmente la mayoría de las instituciones gubernamentales y no gubernamentales han adoptado este nuevo discurso, sin embargo sus prácticas continúan basándose en la concepción de la situación irregular. Cada sexenio se destinan innumerables recursos económicos, humanos, horas de reunión y discusión, cada sexenio se convoca a las organizaciones civiles, se plantean nuevas iniciativas y estrategias enfocadas desde la misma perspectiva: Ofrecer un paquete de servicios para que estas personas dejen la calle y se integren a la sociedad. Y movidas siempre por la misma preocupación: retirar a los niños, y ahora familias enteras, de la calle. Y sin embargo la presencia de niños y adultos se mantiene, aumenta, se complejiza en magnitudes poco claras por la falta de indicadores y sistemas de medición y seguimiento del fenómeno. Y las intervenciones de corte asistencial continúan imperando en las estructuras de gobierno diseñadas hasta ahora para la atención de la infancia más vulnerada: Sistema DIF, así como también en diversos organismos privados. Tales intervenciones ha generado que el fenómeno evolucione hacia el desarrollo de una relación utilitaria en la que el mundo de los adultos –representado por las instituciones meramente asistenciales- y el de los niños, adolescentes y jóvenes que

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viven en la calle, se alejan cada vez más: los adultos van a la calle a ofrecer servicios a los niños y los niños buscan la manera de sacar el máximo provecho de esos que les ofrecen, de manera que las instituciones llegan a ser un recurso más para sobrevivir en la calle. En consecuencia los niños se establecen más cómodamente en la calle y las instituciones construyen un discurso desalentador. Ambos mundos se alejan y dinamizan un círculo vicioso que nos aleja también de la posibilidad real de transformar la vida de estos niños. Los resultados de la investigación realizada muestran que el cambio de vida para estos niños es posible. Al encontrar los puntos de apoyo necesarios son capaces de superar las múltiples dificultades que implican la salida de la calle y la construcción de un proyecto de vida alternativo. Sin embargo también nos deja ver que tal cambio requiere ir más allá de las declaraciones, que no basta sólo con decretos gubernamentales o programas de buena voluntad que ofrezcan una larga lista de servicios, casas limpias, niños obedientes y bien aseados. El análisis realizado nos sumerge en la complejidad que implica un proceso de esta naturaleza, cuyo eje gravitacional es la condición humana y social. Un proceso que requiere de una extraña combinación entre amor y profesionalismo, un profesionalismo amoroso que demanda acciones pedagógicas claramente trazadas e intencionadas y modelos de atención diseñados desde la comprensión profunda del fenómeno del cambio que experimentan los niños. Muestra que los factores más significativos en el proceso de cambio de los niños son principalmente la relación que se establece entre el niño y el educador, el juego, la metodología participativa y colectivista, el discurso pedagógico, y la proyección a partir de metas del proyecto de vida que mantienen el sentido y la vigencia entre las acciones cotidianas que los niños realizan en el presente y el horizonte de futuro que han imaginado para sí. Factores asociados al proceso de cambio del niño

Entorno social ● Las opciones existentes en términos de programas de atención ● Los recursos del entorno para la sobreviviencia en la calle ● El grado de flexibilidad de los 11

Institución ● El estilo de relación dialógica, horizontal y democrática entre el niño y los educadores ● Espacio educativo de puertas abiertas11 ● Pedagogía participativa ● El discurso pedagógico cuya función es construir el contorno del nuevo mundo

Niño ● Tipo de vínculo parental ● Tiempo de vida al interior de la familia ● Intereses vinculados a la permanencia en el hogar ● Edad del niño en la que experimenta el proceso de salida ● Grado de satisfacción experimentado en la calle

Refiere a un modelo en el cual los niños circulan libremente, no son retenidos a la fuerza dentro del espacio educativo

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espacios sociales a los cuales el niño se va incorporando ● Recursos y oportunidades para la vida productiva

El juego ● Recuperación de los valores de la cultura callejera ● El fortalecimiento de la vida colectiva ●

Tiempo de vida en la calle ● Arraigo a las drogas ● Vinculación afectiva con los educadores ● Vinculación afectiva con los pares ● Pertenencia al espacio educativo ● Conquista de metas en el espacio educativo ● Construcción de una visión de futuro ●

La investigación muestra también que el cambio de vida en estos niños materializa las contradicciones que engendra el sistema social basado en la economía de mercado y somete a los niños y las instituciones a las mismas leyes de éste, donde el que menos tiene ocupa un lugar marginal y limitado de las oportunidades y bondades que se anuncian en los espectaculares del régimen basado en el capital. En esta lógica, las falta de recursos de las instituciones que atienden a ésta infancia, movilizan la reproducción de las condiciones marginales de los niños en su etapa adulta. Lo anterior se moviliza a partir de ciertas condiciones que dificultan y entorpecen los procesos desarrollados en las instituciones que atienden a ésta infancia, cruzadas por las dificultades económicas y la amenaza constante de no poder continuar con su labor: el tamaño y la inestabilidad del equipo educador, relacionada con la imposibilidad de desarrollar un proyecto profesional a largo plazo en estas instituciones por la falta de condiciones laborales adecuadas. La falta de una atención individualizada que vaya más allá de los espacios programados para ello, sino cuando el niño lo requiere; la falta de servicios de educación formal y de formación para el trabajo de alta calidad, que compensen sus carencias y los pongan en condiciones similares al resto de jóvenes para poder competir por un empleo; así como también, la falta de oportunidades para participar en aquellos espacios sociales que nutran y den nuevos sentidos a sus vidas, ya sea que se trate de espacios deportivos, culturales, recreativos, a través de los cuales fortalezca su vínculo social en la vida adulta. Elementos para una política de prevención - atención Un primer hallazgo fue que la salida del niño a la calle se fragua a partir de la búsqueda de un mejor lugar -que el hogar materno- donde vivir. Los niños antes de llegar a la calle, a ese territorio lejano de su comunidad de referencia, transitaron por diversos espacios: la casa de la tía, del amigo, del vecino, etc., en repetidas ocasiones y por periodos prologados. Esto implica que los niños atravesaron

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diversas capas del tejido social, la familia nuclear, la familia extendida, la red de amigos, la comunidad de origen, y en ninguno de esos niveles pudieron ser retenidos. Cuando el entorno social inmediato no es capaz de retener al niño nos indica dos cosas: 1) Hay una grieta, constituida en parte por la fragilidad del tejido social a través del cual se deslizan lentamente los niños hasta llegar a la calle y 2) Hay un sistema de atención y protección de la infancia deficiente. Por todo lo anterior es necesario romper con la doctrina de la situación irregular, darle la vuelta a esta forma de abordar el fenómeno y enfocar la atención en las causas que lo generan; concentrar esfuerzos y recursos en reparar el tejido social, mediante programas preventivos focalizados a aquellos lugares detectados como zonas expulsoras. Para disminuir el flujo de niños a la calle se hace indispensable pensar en términos de acciones de prevención de las circunstancias que los empujan a ella, lo cual es menos costoso en términos económicos y sobre todo humanos. Acciones que amplíen sus fronteras más allá del niño como problema, partiendo de una visión compleja de la realidad, que tome en cuenta las causas del fenómeno y las lógicas que siguen los procesos de cambio social y humano. A modo de propuestas 1. Transitar de una política de atención a una de prevención, lo cual no significa dejar de atender a los niños que ya están en la calle, si no centrar los recursos en aquellos niños que están en riesgo y sus comunidades de origen. Una política preventiva encierra beneficios colaterales para todas las comunidades de origen de éstos niños, ya que fortalece el tejido social en aquellos sectores donde se encuentra más debilitado. Aborda la problemática de manera integral haciendo énfasis en el tema de la infancia, entendiéndola como un punto de partida y llegada, en medio de la compleja problemática social de estos territorios. Una política de esta naturaleza requiere orientarse hacia:  El fortalecimiento la identidad y pertenencia comunitarias, que posibiliten el arraigo de los habitantes a su territorio.  La participación y la organización de los miembros de la comunidad en torno a proyectos diversos, pero para este caso me refiero a proyectos que brinden a sus niños las condiciones y oportunidades de tener una vida plena.  Un trabajo focalizado en dificultades específicas de cada comunidad en torno a la atención de su infancia - un ejemplo podrían ser las competencias parentales- a través del cual se construyan alternativas familiares y comunitarias para que los niños vivan en un entrono apropiado.

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Es importante enfatizar el trabajo comunitario, sería un error focalizar estos esfuerzos únicamente en las familias negando que formen parte de un grupo social más amplio y que su calidad de vida depende de la posibilidad de formar parte de una red social de apoyo. Sin embargo una política de prevención implica una reestructura de las instancias gubernamentales que tienen por función garantizar condiciones de vida adecuadas para el desarrollo integral de los niños, de manera que transiten de la asistencia social a la inteligencia social, teniendo las siguientes funciones: 2. Constituir un órgano gubernamental de planeación, monitoreo y evaluación, productor de información para la toma de decisiones en torno a la infancia. Con el propósito de estar en posibilidades de desarrollar un Plan Nacional de Infancia más allá de la lógica sexenal. Un plan dirigido no sólo a revertir y prevenir las circunstancias expulsoras de los niños a la calle, si no a generar las condiciones que garanticen sus derechos a la infancia toda, priorizando las infancias más vulneradas y contemplando las especificidades de las diversas infancias del país. 3. Desarrollar un sistema de indicadores que dé cuenta periódicamente, del estado de la Infancia de 0 a 17 años, a nivel nacional, estatal y municipal y en todos los ámbitos contemplados por la Convención de los derechos del Niño. Para la construcción de un Plan nacional de Infancia es requisito mínimo indispensable el desarrollo de parámetros que nos permitan identificar ¿Dónde estamos? y ¿Hacia dónde hay que ir? En México existen diversas iniciativas que han realizado índices que den cuenta de la situación de la infancia a nivel nacional y estatal, un ejemplo de ello es “La infancia cuenta” realizada por la Red por los derechos de la Infancia en México REDIM12. Sin embargo estos esfuerzos está desarticulados, de manera que el Índice Nacional realizado por la REDIM no desagrega la información hasta el nivel municipal, y aquellas iniciativas locales no permiten la mirada nacional; asimismo no se utilizan los mismos indicadores de manera que la comparación de datos no es posible de llevarla a cabo de manera directa. Un valioso ejemplo de Índice nacional periódico y desagregado, es el de Chile y su Índice de Infancia y Adolescencia desarrollado a partir de la cooperación entre el Ministerio de Planificación MIDEPLAN y UNICEF13. 4. Transitar de la asistencia social a la inteligencia social implica también dejar en manos de las instituciones privadas u organizaciones civiles especializadas y con trayectorias reconocidas en los la atención a la infancia vulnerable, la tarea de la 12 13

www.infanciacuenta.org http://www.oei.es/pdf2/indice-de-infancia-y-adolescencia-2009.pdf

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ejecución de la atención directa a las poblaciones. Destinando recursos materiales, humanos, en especie y de servicios a estas instituciones. 5. Constituir un órgano gubernamental para la coordinación de la implementación del Plan Nacional. De manera que a través de éste sean financiadas, coordinadas y supervisadas las instituciones privadas u organizaciones civiles responsables de llevar a cabo el las acciones de prevención y atención14. Se trata de un órgano vinculante no sólo en el campo del financiamiento sino también para el flujo de saberse entre la diversidad de prácticas institucionales. Un órgano que sea capaz de mantener la unidad en medio de la diversidad de realidades, instituciones y metodologías de intervención, dando espacio a la autonomía de las instituciones privadas en términos de sus programas y estrategias de intervención, siempre y cuando éstas respondan a los lineamientos de la Convención de los Derechos de la Infancia, a las particularidades del contexto en el que se trabaja y se articulen de manera coherente a los propósitos del Plan Nacional Trazado. Elementos para un programa de atención efectivo para los niños de la calle “Los resultados del trabajo revelan el abismo que existe entre las necesidades de estos niños y los paquetes de servicios que las instituciones de corte asistencial suelen ofrecer”15 Un segundo hallazgo surgido de la investigación, indica que los niños se vinculan al programa (institución) a través de (y gracias a) un vínculo afectivo. La satisfacción de necesidades materiales se encuentra en un segundo plano ya que de una u otra manera los niños que viven en la calle han aprendido a proveerse de todo lo necesario para la sobrevivencia. Los resultados evidencian que sus necesidades fundamentales son de carácter psicológico y emocional: pertenencia, seguridad y reconocimiento. Tales necesidades permiten explicar y comprender por qué muchos programas basados fundamentalmente en el ofrecimiento de servicios, fracasan en su intento por sacar a los niños de la calle. Para el caso de los programas de atención es necesario ir más allá de la dotación de una batería de servicios y centrar los esfuerzos en el desarrollo de estrategias que restituyan y reparen los vacíos afectivos de los niños. Se trata de un proceso educativo que debe ser regido por principios diferentes a los de las dinámicas instituciones gubernamentales. A continuación algunas recomendaciones.

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De esta manera sería posible romper el círculo de reproducción de la pobreza al interior de las instituciones que atienden a la infancia en situación de calle, por lo que dada la precaria situación económica en la que sobreviven la mayoría de éstas, ven menguadas sus capacidades y las posibilidades que brindan a los niños que atienden,. 15 Premio UNICEF, “Una mirada retrospectiva”

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El vínculo niño-adulto. Tras la larga cadena de violencia, el rechazo y la aridez afectiva experimentada en la primera infancia por parte de las figuras adultas más significativas de su vida, los niños requieren recuperar la confianza en los otros y en sí mismos, esta es una condición previa e indispensable para iniciar un proceso educativo con ellos. Para ello el educador debe de construir un vínculo basado en: a. La congruencia: Una congruencia freireana entre el acto de decir y el hecho de hacer. b. La atención: constituida por aquellos pequeños hechos cotidianos que nutren las necesidades mas esenciales de los niños, tales como el juego, la protección, los límites, etcétera, y que finalmente representa la materialización del interés y el afecto. c. La horizontalidad: basada fundamentalmente en el diálogo y la confianza que el educador deposita en el niño como una persona capaz de tomar decisiones para cambiar su vida. Un modelo participativo. Es difícil pensar que un niño que ha vivido de manera independiente y es capaz de proveerse de lo necesario para la sobreviviencia pueda adaptarse a un espacio con una organización vertical, en el que debe seguir un régimen de vida y un sistema normativo en el que no tiene injerencia alguna y le es totalmente ajeno. El modelo participativo permite que los niños se identifiquen y hagan suyo el albergue, el cual al paso del tiempo llega a ser el espacio de referencia más significativo para ellos; algo parecido a una familia sustituta que los dota de identidad y sentido, y en donde encuentran las oportunidades para aprender y desarrollar habilidades que les permitirán en el futuro ser independientes. Una pedagogía que transforme la realidad subjetiva y objetiva paralelamente. Aunque ya se han señalado las bondades del modelo participativo, existen otros elementos que vale la pena recuperar. Es importante rescatar que el proceso educativo de los niños se desarrolla en dos niveles: la realidad subjetiva y la objetiva. En el caso de la dimensión subjetiva, el discurso pedagógico dota a los niños de nuevos significados que les permite imaginar una vida diferente, descubrir que son merecedores de la misma, resignificar su historia y generar la confianza necesaria para aventurarse a una nueva experiencia. En el caso de la dimensión objetiva, el programa debe facilitar que los niños alcanzaran metas y logros progresivos a partir de los cuales confirmen sus capacidades para hacer de su vida una experiencia distinta y más gratificante que la de la que tenían en la calle, es decir, que puedan ratificar en los hechos que es posible y viable transformar su realidad. Un intenso y gratificante régimen de vida. La participación en sí misma no es suficiente, dado que se requiere de un régimen atractivo que mantenga a los niños actuantes, interesados y activos en la conquista de metas a sus pobladores. Un espacio en donde no se sientan retados y estimulados, desencadena condiciones

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propicias para el aburrimiento, el desánimo, la tristeza y la pérdida de interés, entrando a un terreno fértil para la reactivación del consumo de drogas. Esto requiere de la creatividad del personal responsable, así como de recursos materiales y tiempos para el trabajo en equipo donde sean planeadas y diseñadas las actividades que dan vida al régimen cotidiano de los chicos. Existen muchas experiencias con acentos diversos puestos en el arte, el deporte, la solidaridad, que responden a un régimen de vida atractivo a estos niños. Atención individualizada. El acompañamiento o atención individualizada es una necesidad importante para estos niños y la restitución de sus vacíos afectivos. Necesitan de una figura adulta sustituta a la cual apegarse; especialmente en los periodos de crisis y transición es un factor fundamental para que el niño o el joven logre mantenerse en el proceso de cambio. Los momentos de cambio tales como la muerte de un familiar, la incorporación a nuevos espacios sociales y especialmente el proceso de salida de una institución y la incorporación a la vida independiente, en un contexto “normal” son generadores de miedos y ansiedades; pero en el caso de estos niños, más vulnerables al fracaso, se vuelven momentos en los que requieren de un acompañamiento mayor ya que corren el riesgo de regresar a las viejas prácticas callejeras. Un programa a la medida de las necesidades de los niños. El análisis nos enseña que la atención a esta infancia no puede darse masivamente mediante un sistema regulado por tiempos gubernamentales, no es posible atender a los niños de la manera más eficiente y al más bajo costo como si se tratara de una empresa embotelladora de refrescos. Criar a un niño dentro de la familia lleva una vida; entonces ¿Por qué se espera que los niños salgan de la calle y transformen su mundo de acuerdo a los tiempos políticos o institucionales? No sólo se trata de tiempos y procesos, sino de las formas de atención, formas que deben de ser más parecidas a las de una familia y evitar al máximo la institucionalización fría y rígida de estos niños y niñas. A esta infancia le debemos una verdadera política compensatoria ya que sus carencias y necesidades son mayores que las de cualquier otro niño o niña criado en una familia amorosa y con las oportunidades que por ley deberían de ser garantizadas.

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